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Fundamento Bíblico:
Mateo 8:5-13 RV60 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, (6) y
diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. (7) Y
Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. (8) Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que
entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. (9) Porque también yo soy
hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro:
Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. (10) Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los
que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. (11) Y os digo que
vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el
reino de los cielos; (12) más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será
el lloro y el crujir de dientes. (13) Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea
hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.
Introducción:
- Mateo escribió su evangelio con un propósito en mente: mostrar a los judíos que Jesús era el
Rey prometido en las Sagradas Escrituras y que este Rey retornará con gran poder y majestad
para juzgar a todos los hombres.
Allí Mateo agrupó una parte de las enseñanzas del Rey y vimos su autoridad para interpretar
correctamente la Ley.
En el Monte el Señor Jesucristo habló con una autoridad que ningún profeta había hablado antes, ni
siquiera Moisés.
- Todos los profetas se referían a las Palabras dadas a ellos por Dios como: “Así dice el Señor”.
Indudablemente lo que los profetas hablaban era Palabra de Dios, venía con la autoridad misma del
cielo. Pero siempre se refirieron a lo que decían como: “Así dice el Señor”.
Ninguno nunca se atrevió a atribuirse las palabras inspiradas a ellos mismos.
Ninguno nunca se atrevió a hablar como sí lo hizo Jesús en el monte cuando constantemente decía:
A tal punto que una de las cosas que se resalta al final de su enseñanza, de este bloque temático, es
que la gente se quedaba atónita por la autoridad con la que Él hablaba.
- Mateo entonces nos muestra la autoridad de Jesús en sus enseñanzas.
Pero él va a continuar mostrando este aspecto de su autoridad, y pretende llevar a los judíos, que son
sus lectores originales, los pretende llevar a que se cuestionen o se pregunten por este hombre, por la
autoridad que ostenta, y para que cuestionándose se den cuenta por medio de la Palabra, que este
hombre es Dios.
- El bloque que ocupa los capítulos 8 y 9 se enfocan nuevamente en la autoridad del Señor
Jesucristo, pero esta vez no respecto a su enseñanza sino a la autoridad que tiene respecto a su
Creación.
Pero todo culmina con el poder y la autoridad que Jesús tiene para perdonar pecados.
Ante estos hechos, la pregunta es tal cual la que hacen los discípulos:
- Jesús es el Rey, el Mesías prometido en las Escrituras. Él sanó a los enfermos. Solo bastaba que
diera la orden de que el enfermo fuese sanado y al instante la sanidad era evidente. También ante
su orden los mares se aquietan, la tormenta se calma. Los demonios, seres muy poderosos y
malvados, no se pueden resistir a sus órdenes. Perdona pecados, limpia de toda maldad.
- Mateo expresará el arrepentimiento y la fe de una manera muy particular aquí en este mismo
bloque.
- En el relato que la Escritura nos proporciona el día de hoy podemos apreciar la autoridad de
Cristo y la fe como un requisito indispensable para pertenecer a su Reino.
Lograremos apreciar también las características de esa fe en la vida del centurión romano a medida que
comprende la autoridad de Jesús.
1. LA FE GENUINA ES HUMILDE.
Mateo 8:5-6 RV60 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, (6) y
diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.
Ya Mateo, en 4:13, nos ha dicho que el Señor Jesucristo dejando Nazaret habitó en Capernaum.
Esta era una ciudad en la rivera del mar de Galilea.
Capernaum gozó del enorme privilegio de ser anfitriona de Dios encarnado.
Allí, en esta ciudad, estuvo Jesús mismo, la luz del mundo, el pan de vida, habitando y obrando milagros,
llevando a cabo parte de su ministerio terrenal.
En Capernaum estuvo la segunda persona de la Trinidad en su estado de humillación.
Pero, así como Capernaum gozó de esta enorme bendición y privilegio, también se le hacía más
responsable por su respuesta dada al Rey Mesías.
En lugar de echarse a descansar en el Salvador, esta ciudad, que gozó de su presencia, lo rechazó.
Rechazó su autoridad, lo menospreció.
Mateo 11:20-24 RV60 Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus
milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: (21) Ay de ti, Corazín! Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro
y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido
en cilicio y en ceniza. (22) Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para
Sidón, que para vosotras. (23) Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida;
porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día
de hoy. (24) Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que
para ti.
En lugar de reconocer esta autoridad de Jesús, autoridad que solo puede ostentar Dios, y que fue
evidente para los habitantes de Capernaum por los milagros que se hicieron allí, rechazaron a Jesús,
no se volvieron a Él en fe y arrepentimiento. No se humillaron. No le siguieron.
Mateo aquí en 8:34 “Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron
que se fuera de sus contornos”.
Los gadarenos y los de Capernaum a pesar de ver y tener al Dios hecho hombre obrando con poder,
prefirieron su propia vida a la vida de Cristo en ellos.
- Pero, con todo y eso, siendo un hombre importante, viene a Jesús, y nos dice la Escritura que
viene con un ruego.
Esta expresión rogándole, es la misma expresión que utilizan los gadarenos y que vimos hace un
momento, cuando le ruegan a Jesús que se vaya de sus contornos.
En esta ocasión el centurión romano también viene a Jesús con un ruego,
Pero no rogando que se vaya, más bien rogándole y diciéndole que tiene un criado enfermo.
- ¿Por qué?
Lucas 7:1-5 RV60 Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. (2)
Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. (3) Cuando el centurión
oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. (4) Y ellos
vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; (5) porque ama a nuestra
nación, y nos edificó una sinagoga.
Mateo 8:5-6 RV60 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, (6) y
diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.
- Mira que Mateo escoge muy bien sus palabras, él nos dice que el centurión vino a Jesús
rogándole
- Cuando volvemos al milagro anterior, la limpieza del leproso, notamos también la misma actitud,
“Como Dios tiene el poder para hacerlo entonces TIENE QUE HACERLO”.
ESO NO ES FE.
Ellos saben que Dios tiene todo el poder, pero la fe genuina no exige nada de Dios.
La fe es humilde.
La mano se extiende para recibir lo que el otro quiera darle.
La fe genuina es humilde, por lo tanto reverente.
La fe genuina no exige, por el contrario, la fe genuina se expresa así:
“Tú eres Todopoderoso y soberano, por eso recibo gozosamente lo que tú a bien tengas”.
La fe genuina se expresa como el centurión:
- Ahora bien, quiero pasar aquí, de la fe, al objeto de la fe. Porque el centro de esto no es la fe en
sí misma, aunque por cuestiones pedagógicas he dividido el sermón en puntos que señalan la
fe. Lo realmente importante aquí es el objeto de la fe del centurión y del leproso.
Estos acontecimientos narrados por Mateo nos muestran ese carácter glorioso y maravilloso de Cristo.
El leproso viene a Jesús, y Jesús, en lugar de rechazarlo como inmundo, lo toca y lo limpia, expresando
de una manera que nos revela su ternura, su disposición, su compasión, su bondad, ante el hombre
caído: “¿Me preguntas que si quiero limpiarte? Sí, quiero hacerlo. Te quiero limpiar.
Es un leproso, alguien considerado inmundo. Sin embargo, Jesús lo toca.
“Centurión, ¿te angustia el estado de tu criado? Yo mismo iré y lo sanaré”.
Es un centurión, un romano, un gentil, alguien considerado por los judíos con menosprecio.
- Un leproso y un gentil.
Mateo 8:5-7 RV60 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, (6) y
diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. (7) Y
Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.
Escucha las palabras de Pedro a Cornelio, también un centurión prosélito, al cual el apóstol Pedro visita
en su casa:
Hechos 10:28 RV60 Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un
extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo.
Aquel que venga a Jesús, no importa su condición, el estado en que se encuentre: inmundo, angustia,
aflicción.
Siempre que venga a Él en humillación, puede encontrar un precioso salvador, más que dispuesto a
limpiarle, a sacarle de su aflicción, a consolarle de su dolor.
Es a este Jesús a quien la ciudad de Capernaum rechazó, aunque le vieron obrar con poder.
Rechazaron a Aquel que es, como Él mismo dice: “Manso y humilde de corazón”.
Mateo 11:28-30 RV60 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (29) Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; (30) porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
- Capernaum tuvo el enorme privilegio de ser habitación para el Dios encarnado, sin embargo, lo
rechazó, y a mayor privilegio mayor responsabilidad. ¿Qué nos enseña esto a nosotros hoy?
En el día del juicio final, el castigo va a ser peor para ellos porque gozaron de más privilegio.
Ser parte de una iglesia local bíblica es un gran privilegio,
Pero también nos deja con una responsabilidad enorme,
Porque aquí escuchamos la Palabra predicada sin enmendaduras.
Por otra parte, en cuantas iglesias al día de hoy se enseña que nosotros nos podemos acercar a Dios casi que a
manipularle con nuestra fe, exigiendo para nuestros caprichos, no enseñando una fe bíblica, una fe para salvación
que siempre es humilde y no exige.
Porque gozan de ciertos privilegios o prestigios sociales y económicos, el orgullo se los traga enteros. Bien
harían en aprender de un hombre con un poder militar bajo el imperio romano que no importando su condición
social se humillo ante el Rey de reyes y Señor de señores. Humíllate, y hazlo pronto, antes de que sea demasiado
tarde, no hay otra manera de acercase a Jesús sino por medio de la fe, y la fe, cuando es genuina, es humilde.
Mateo 8:8-9 RV60 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará. (9) Porque también yo soy hombre bajo
autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene;
y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
- Ante la afirmación de Jesús de que Él iría y sanaría al criado, el centurión le responde que él no
es digno de su visita, probablemente por las razones que mencioné hace un momento.
- El centurión al saberse indigno de la visita del Señor, le dice que tan solo diga la palabra y el
criado quedará sano. Su sola expresión es suficiente.
Por supuesto la tenía, pero él menciona que aquellos que están a su cargo obedecen porque él ostenta
la autoridad bajo la cual él mismo está sometido.
La fuerza con la que habla el centurión es la fuerza y el poder del imperio romano, el imperio que hasta
ese momento era el más poderoso del mundo.
Así mismo, sus palabras, nos dan a comprender que reconocía la autoridad con la que Jesús hablaba.
Él no era un simple carpintero. El centurión sabía que sus palabras traían todo el poder del cielo.
Sus palabras tenían la autoridad divina, la misma de Génesis 1, cuando por su palabra fueron
creados los cielos y la tierra.
Autoridad que los judíos, especialmente los líderes religiosos, habían rechazado,
A tal punto de decir que los milagros que Él hacia los estaba realizando por el poder del diablo.
Mateo 12:22-24 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y
mudo veía y hablaba. (23) Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? (24) Mas los
fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios.
Mateo 12:28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino
de Dios.
Juan 5:18-23 RV60 Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo,
sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. (19) Respondió entonces Jesús, y
les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre;
porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. (20) Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra
todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. (21)
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. (22) Porque
el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, (23) para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
Se pueden pensar muchas cosas bonitas de Jesús, incluso ser conmovido por las características que
vimos de Él hace un momento: su humildad, compasión, ternura.
Pero si solamente eso es lo que alguien ve en Jesús, negándose a reconocer su autoridad plenamente
divina, está en la misma situación en la que se encontraban los judíos quienes le rechazaron.
Mateo 8:10 Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun
en Israel he hallado tanta fe.
Ante esta declaración de su Señorío por parte de un gentil, el Señor Jesucristo se maravilla.
Solo en dos lugares de los evangelios se nos dice que Jesús se maravilló.
Uno fue ante la incredulidad de su pueblo, de Israel,
El otro fue ante la fe de este centurión, gentil, pagano.
- Muchos tropiezan aquí diciendo que no puede ser posible que Jesús se maraville de la fe de
alguien porque Él es Dios y la fe es un don de Dios.
Ambas cosas son ciertas: Jesús es Dios y la fe es un regalo que Él concede al que quiere.
Pero no se nos puede olvidar que Jesús también es humano.
O ¿por qué razón Él se maravilla de la incredulidad de su pueblo?
Acaso como Dios no sabe que son hombres que están muertos en sus delitos y pecados y que a menos
que el Padre los traiga a Él ninguno podrá venir en fe genuina a Jesús.
Mateo 11:23-27 Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en
Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. (24)
Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti. (25) En
aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas
cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. (26) Sí, Padre, porque así te agradó. (27) Todas
las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino
el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
- Mis hermanos, al igual que el centurión nosotros también somos gentiles, somos un pueblo que
era ajeno a los pactos de la promesa como dice Pablo en Efesios. Éramos extraños, extranjeros
sin esperanza, sin Dios en el mundo.
La razón por la cual hemos venido a Jesús con una fe genuina, no es porque tuviésemos la capacidad
nosotros en nosotros mismos de generar fe y arrepentimiento.
Esta es una obra de Dios, al cual le ha placido abrirnos nuestros ojos, darnos vida espiritual para que
reconozcamos a Jesús como su Hijo eterno, el Salvador de nuestros pecados.
De otra manera seguiríamos tan ciegos como los judíos que en su incredulidad se obstinaron en
rechazar al Rey eterno.
Juan 6:41-44 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
(42) Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice
éste: Del cielo he descendido? (43) Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. (44) Ninguno puede
venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
- Qué gran amor de Dios hacia nosotros, qué privilegio tan grande.
Mateo 8:11-13 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con
Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; (12) más los hijos del reino serán echados a
las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. (13) Entonces Jesús dijo al
centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.
“Y el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor. Ustedes nunca han oído su voz, ni visto su figura, (38)
ni vive su palabra en ustedes, porque no creen en aquel a quien él envió. (39) Ustedes estudian[c] con diligencia
las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!
(40) Sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida” (Juan 5:37-40 NVI).
Lo que sí demuestra el hecho de que estés aquí presente es que gozas de un privilegio que otros no
han tenido, por lo tanto, eres más responsable.
Porque les hace saber que el acceso a Dios siempre ha sido única y exclusivamente por medio de la fe
en el Mesías.
Él no quiere que ellos se engañen al pensar que ya tienen su lugar asegurado en el cielo por el simple
hecho de haber nacido como judíos.
Todo aquel que rechace al Rey eterno, a Jesucristo, en lugar de esperar que al morir estará gozando
de la comunión con Dios y los santos en el cielo, tan solo puede esperar ser rechazado para siempre
en tormento eterno, donde será el lloro y el crujir de dientes.
- Pero aquellos que por la gracia de Dios, así como el centurión, reconocen la autoridad absoluta
y divina de Cristo y se acercan a Él en humillación, confiando en su persona, pueden esperar,
por la promesa de Dios dada en su Palabra, que gozarán de vida eterna, de comunión maravillosa
con Dios y su pueblo en un gozo que nunca se terminará.
Y esto solo es posible por la obra redentora de Jesús, su obediencia perfecta a la Ley y su muerte en la
cruz recibiendo el castigo como pecador, por los pecadores que vino a salvar.