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http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.
esa proposición no existe en el sentido
v65n161.57465
de que no hay nada que expresar con
el enunciado ‘Sherlock Holmes existe’. Hobbes, Thomas. Elementos filo-
Utilizamos ‘falso’ tanto para rechazar sóficos. Del ciudadano. Traducción y
una proposición como para rechazar que prólogo de Andrés Rosler. Buenos Aires:
estemos expresando una proposición de Hydra, 2010. 385 pp.
cierta clase. Cuando decimos que no hay
unicornios en el Amazonas, surge la duda Pero yo os digo:
de si queremos simplemente rechazar amad a vuestros enemigos
cualquier proposición que haga referencia y orad por los que os persiguen.
a unicornios, o bien afirmar falsamen- mateo 5:44
te que hay unicornios en el Magdalena
Medio y no en el Amazonas. La ambi- i
güedad de ‘falso’ si he captado a Kripke Carl Schmitt, en su célebre ensayo
correctamente podría entenderse mejor El concepto de lo político (1932), indaga
como la diferencia entre dos posibles ac- sobre la insuficiencia de la relación entre
titudes, la de alguien que quiere desafiar el Estado y lo político como presunción
mi aserción por considerarla incorrecta lógica; esto debido a la amplitud de las
y la de alguien que quiere desafiar por interpretaciones a propósito del Estado
infundado mi derecho a hacer aserciones. y la dificultad de referirse a su esencia
en términos estrictos. Por ello, Schmitt
Bibliografía señala que lo político posee categorías
Kripke, S. A. “Vacuous Names and Fictional específicas, independientes de otras ma-
Entities.” Philosophical Troubles. terias, como la moral, lo estético y lo
Collected Papers Volume 1. New York: económico, entendiéndolo entonces como
Oxford University Press, 2011. 22-74. una conceptualización autónoma y, a fin
Kripke, S. A. Reference and Existence. The de cuentas, como la diferenciación entre
John Locke Lectures. New York: Oxford el amigo y el enemigo (cf. 2009 56). Así, lo
University Press, 2013. político se entenderá desde el conflicto y,
para efectos del texto en comento, desde
tomás barrero la oposición teórica que realiza Thomas
Universidad de los Andes - Bogotá - Hobbes al republicanismo. El lobo de
Colombia Malmesbury es el hostis de la república.
ta.barrero32@uniandes.edu.co
Recién iniciado el prólogo, Andrés
Rosler puntualiza que la intención del De
Cive1 es defender “la soberanía del Estado

1 Andrés Rosler privilegia en esta opor-


tunidad el nombre Elementos filosóficos.
Del ciudadano, porque decide mantener
el título original que, en 1647, le otorgó
la editorial Elzevenir de Ámsterdam a la
segunda edición de la obra de Hobbes, en
vez de utilizar el tradicional y coloquial
De Cive de la primera edición inglesa.

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como un antídoto contra las tendencias oportunidad es Andrés Rosler quien nos
anarquizantes del republicanismo en el sorprende con una minuciosa traducción
contexto de la guerra civil inglesa” (9); del latín al español del primer clásico de
esto no como una apología a la errada los escritos políticos de Thomas Hobbes,
creencia de la justificación a las monar- el cual constituye el último eslabón de su
quías absolutas, sino como la defensa ambiciosa colección titulada Elementos de
que realiza Hobbes de la autonomía de la filosofía (o filosóficos), compuestos por
la política y, por ende, de la soberanía. sus tratados sobre el hombre, el cuerpo
Lo anterior debido a que el republica- y el ciudadano.
nismo niega la proximidad inevitable La historia del texto escrito por
entre la república y el Estado, defendien- Hobbes –y traducido en esta ocasión por
do esta tesis en su hegemonía teórica, la Rosler– no deja de ser curiosa y compren-
cual se manifiesta en ideas tales como de, a su vez, una doble significación, la
ciudadanía, derecho, ley, pueblo y, por primera de orden cronológico y la segun-
sobre todo, libertad. El punto ciego que da de trascendencia teórica. La primera
encuentra Rosler es la homologación se remite a márgenes de tiempo, debido
que realiza Hobbes entre los conceptos a que el De Cive fue publicado antes que
de res publica y Estado, logrando con los dos libros que debían antecederle,
esto que la monarquía –al igual que la precisamente como reacción a la reali-
República– considere a quienes tiene bajo dad política inglesa, en la que hervían las
su poder como ciudadanos y no mera- discusiones sobre la obediencia y el poder
mente como súbditos, y, de esta forma, de los ciudadanos frente a la autoridad,
resolver la crisis provocada por la guerra antecedente trágico de la guerra civil y
civil inglesa (cf. 11). Por esto, nos referi- la preocupación de Hobbes por la esta-
mos a un De Cive y no a un De Principe. bilidad del Estado. En segundo lugar, la
publicación de este libro no es indiferente
ii a los círculos intelectuales de la época;
Desde hace ya algunos años, Hydra de hecho, en su autobiografía en verso,
viene asombrándonos con la reedición Hobbes admite que conoce la fama que
de textos que no tuvieron continuidad,
o que su acceso al universo de la filo- traducción vertida a este idioma del De
Cive de Thomas Hobbes, precedida, en
sofía y teoría política es cada vez más
el año 2000, por la de Carlos Mellizo y
problemático, por lo que esta edición del Alianza Editorial; en 1993, por la versión
De Cive no es un evento que podamos de Joaquín Rodríguez Feo, publicada en
obviar o –negligentemente– restarle el una primera oportunidad por Debate y
CSIS, y más tarde, en 1999, por Trotta;
valor simbólico que representa, aun con mientras que la primera de todas las tra-
la salvedad de que sea probablemente ducciones se remonta a 1966, realizada
uno de los textos –de los publicados por por Andrée Cathrysse y el Instituto de
Estudios Políticos de la Universidad
la editorial– que mayor cantidad de ve- Central de Venezuela. Salvo esta última
ces ha sido editado en español.2 En esta edición, las traducciones de Mellizo y
de Rodríguez Feo fueron publicadas en
2 Esta traducción del latín al español he- España (Madrid), mientras que la de
cha por Andrés Rosler y publicada por Cathrysse en Venezuela (Caracas) y la de
Editorial Hydra viene a ser la cuarta Rosler en Argentina (Buenos Aires).

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engloba su obra y su amplia recepción Hobbes y la soberanía del Estado. Este


por toda Europa. Lo interesante de este falso prólogo contiene treinta acápites
punto es lo cuantitativo del prestigio estrictamente ordenados en razón de
que le otorgó su Tratado sobre el ciuda- las partes que dividen la obra y en las
dano, que es incluso mayor –dentro de explicaciones necesarias que debe con-
la historicidad de la época– que el reco- tener, por lo que se ajustaría más a un
nocimiento que más tarde le provino del estudio preliminar que a un prólogo a
propio Leviathan, que publicaría en 1651 secas. Posterior a estas referencias se
y haría inmortal su nombre. La razón de decide a parcelar el texto en tres grandes
su notoriedad la podemos justificar por capítulos, el primero titulado Libertad, el
la pureza argumentativa del De Cive, en segundo Poder y el tercero Religión. En
cuanto opera prima de su teoría política la primera parte indaga sobre la antro-
y, al mismo tiempo, por ser el más filosó- pología hobbesiana y su matriz directa
fico de todos sus libros, sumándole a ello en el estado de naturaleza, a propósito
la estructuración de máximas elementa- del rol de la violencia como causa de lo
les para la concepción moderna sobre lo político y condición máxima del estado
político y la postulación de una tesis más de guerra, donde se desata y comulga el
que reveladora: hallar en la soberanía del ethos egoísta del individuo, que pese a
Estado la solución al conflicto político. combatir una realidad hostil le sobrevi-
Con esta afirmación, Hobbes invita a ve el deseo de paz. Seguramente lo más
pensar la soberanía como elemento tras- relevante de este capítulo –y también lo
cendente del Estado y límite expreso del demuestra en su prólogo– es la conjura-
dios mortal, idea que más tarde tendría ción de las leyes de la naturaleza como
eco en teóricos como Georg Jellinek y, catalizadoras de la solución mesiánica
por supuesto, Carl Schmitt, quien se sus- de este estado, por medio de su catálogo
tentaría en esta tesis para afirmar en la moralizante que insta a la consagración
primera línea de su Teología Política que positiva de sus preceptos a través de la
soberano es quien decide en la excepción figura del pacto.
(cf. Schmitt 1985 35). En su segundo capítulo, titulado Poder,
Esta edición de Hydra nos ofrece –ade- Hobbes pretende ahondar en la concep-
más de una envidiable traducción– un tualización sacra de la teoría política que
prólogo, tres grandes partes y un glosa- después haría eco en Schmitt, al extremo
rio. En primer lugar, es imposible ignorar de postular en su Teología política que
el vasto estudio preliminar que realiza los conceptos políticos de la modernidad
Rosler al inicio de esta obra y que humil- son nociones teológicas secularizadas (cf.
demente decide llamar “prólogo”, cuando 1985 95). De aquí deviene la categoriza-
desde la página 9 a la 101 demuestra con ción política del mundo moderno que
precisión e inteligencia admirables una fue conocida por los medievales, pero
profundización crítica a la teoría política no desde la raíz técnica de la teoría po-
de Hobbes, defendiendo su autonomía y, lítica, sino desde la materialización de la
por sobre todo, su rechazo de los ideales praxis. Es entonces con Thomas Hobbes
del republicanismo; no en balde titula con quien comenzamos a discutir entele-
a esta parte El enemigo de la república: quias discursivas no desarrolladas en el

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pensamiento del Medioevo, e iniciamos libertad. En palabras de Quentin Skinner,


el debate sobre conceptos tales como po- “Hobbes es el enemigo más temible de la
der, autoridad y, por supuesto, soberanía. teoría republicana de la libertad, y sus
El tercer capítulo del De Cive sigue la intentos por desacreditarla constituyen
línea de otros textos del autor, tales como un verdadero hito en la historia del pen-
el Leviathan o El tratado sobre el hombre,3 samiento político en lengua inglesa” (12).
y le otorga al final de su cuerpo un capí- Sin embargo, esto no es nuevo en el aná-
tulo dedicado de manera exclusiva a la lisis del pensamiento hobbesiano, una
Religión, lo cual no es un fenómeno intri- vez que entendemos como antecedente
gante, sino absolutamente comprensible suyo la presencia de Galileo y el concepto
en la Inglaterra del siglo xvii, gobernada de movimiento. A partir de allí, el lobo
por la omnipresencia de la Iglesia y las de Malmesbury comprende la filosofía
guerras religiosas que se extendieron como la ciencia del movimiento e indi-
por todo Europa, además de su cons- ca que lo que se mueve son los cuerpos,
tante análisis de las escrituras –aunque existiendo los naturales –filosofía de la
torpe, oportunista y abusivo– como fun- naturaleza– y los artificiales –filosofía
damentación de su filosofía, que servirá política–, de modo su interés recae sobre
más tarde para invocar una teología po- estos últimos en virtud de la respuesta
lítica con gran presencia dentro de su científica que pueden otorgar. Debido a
obra. Este punto no deja de ser relevan- esto, Hobbes emplea un directo recha-
te, al extremo de señalar que la religión zo de la metafísica de René Descartes
es el fundamento último de la teoría y se encasilla dentro del materialismo
hobbesiana, fundado en la pretensión que, en un lenguaje sencillo, afirma una
de hallar en el cristianismo la génesis única realidad compuesta de materia y
del entendimiento del poder soberano. dinamismo. De allí que para el inglés la
En último término, Rosler nos en- libertad se entienda como la ausencia de
trega un Glosario que ocupa las últimas impedimentos externos al movimiento
veintidós planas de su trabajo, dedicán- (cf. Hobbes 1940 106).
dose a indagar sobre la comprensión de No es novedad que Hobbes inicie su
doce nociones y expresiones que no de- Tratado sobre el ciudadano titulando
jan de ser altamente significativas para el capítulo inicial Libertad, pues prima
el tratamiento de la historia conceptual, facie esta se entiende como la moneda
primero en la teoría política de Hobbes de cambio de la ruleta hobbesiana en la
y, de manera más actual, en los ensayos apuesta por el Estado. La situación an-
políticos de Carl Schmitt. terior a la elevación del soberano es, a
fin de cuentas, un estado de inseguridad
iii permanente con momentos de violencia
La gran problemática sobre el repu- siempre puntuales (cf. Zarka 140), y no
blicanismo y el antagonismo de Hobbes una barbarie homologada a un campo
se fundan, sin duda alguna, en la idea de en plena batalla; si bien no negamos la
inmanencia del daño o las consecuen-
3 Véase Leviatán o la materia, forma y pod-
cias del acto, sí comprendemos que las
er de una república eclesiástica y civil, El
Ciudadano y Tratado sobre el hombre. potencialidades de muerte en este estado

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son más altas que en las del Estado insti- como señala Hobbes, al foro interno de
tuido por la autoridad, pero no hacemos los sujetos (cf. Constant 424-425).
parte de la infantil interpretación que lee En pleno siglo xx, Isaiah Berlin publica
este momento del estado natural como Dos conceptos de libertad (2001) y toma
un combate primitivo fuera de la razón como antecedentes las ideas de Constant
y, al mismo tiempo, purgado de todo para postular una nueva dicotomía a pro-
atisbo de tensión. pósito de la libertad, comprendiéndola
Con base en lo anterior, lo que favo- ahora desde la proposición de libertad
rece la actuación de los individuos en positiva y negativa; la primera es heredera
la construcción hipotética de Hobbes directa de la libertad de los antiguos que
no es sino la ausencia de una norma- señalaba Constant y prefiere un rol activo
tiva investida de facultades coactivas de los agentes en su autodominio, mien-
que hagan un alto al fuego dentro del tras que la libertad negativa se refiere a la
esquema de guerra. A esto se suma la ausencia de interferencia y se aproxima a
irrestricta libertad que domina la con- la libertad de los modernos. Sobre esto,
ducta de quienes integran el orbe político Philip Pettit sostiene que existe un re-
y buscan invocar una instancia de relevo. duccionismo evidente en la propuesta de
Entonces, no deja de ser importante la Berlin, y esto se revela en que existe una
trascendencia teórica de este elemento tercera libertad, la libertad republicana,
dentro de la consecución caótica y dual que comparte elementos de ambas, pues,
de su entendimiento político. coincide en entender la libertad como la
La libertad republicana es contraria ausencia de externalidades que influyan
al imperio ajeno de los principios natu- en la decisión, es decir, está a favor de una
rales o a la reprimenda coactiva de un comprensión de libertad ausente no tanto
tercero frente a las cualidades intrín- de interferencia como sí de dominio,4 lo
secas que les confiere la naturaleza; el cual comulga con la idea de libertad po-
temor de la república es, entonces, a la sitiva, y eleva precisamente a la idea de
dominación y su libertad consiste en la dominio como la corona de este tipo de
ausencia absoluta de aquella. Esto tiene a libertad política; en otras palabras, en-
su vez cuna en Benjamin Constant, quien tiende la libertad como no dominación, lo
realiza una clasificación de la idea de li- cual se distingue diametralmente de la no
bertad indicando que existe una propia interferencia, ya que la dominación presu-
de los antiguos y una más propia aún de pone una homologación de amo y esclavo,
los modernos; a la primera la describe por ende, de dominador y dominado.
desde el reconocimiento del ciudadano El republicanismo viene a ser la an-
con lo público y, por tanto, como cierta títesis hobbesiana de la afirmación de la
paridad en los intereses de ambos, lo cual libertad, porque Hobbes, grosso modo,
nos hace converger hacia lo colectivo;
4 Sobre esto señala Pettit: “Podría ocurrir
mientras que la libertad de los moder- que mi amo tuviera una disposición afable
nos se reduce al individuo sin más, en y no interviniente. O podría simplemente
esta noción se abandona lo sagrado de lo ser que yo fuera lo bastante taimado, o
servil, para salirme siempre con la mía y
público y se dirige ahora al mundo pri-
acabar haciendo lo que quiero” (41). Véase
vado y al imperio de la independencia o, también López de Robles (2010).

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intercambia la libertad del estado de na- Sin lugar a dudas, el trabajo realiza-
turaleza, que responde a una potencial do por Andrés Rosler será difícilmente
dominación por otro, a favor de la con- ignorado en futuras discusiones filosó-
figuración autoritaria de un Estado que ficas y políticas, por lo minucioso de su
normalice la excepción política y otorgue traducción y lo provocativo de las tesis
un orden normativo coactivo mayor que que sostiene en su prólogo, que nos con-
el rigor moral de las leyes de la naturale- vencen cuando ya estamos leyendo de
za. Lo anterior en honor a la soberanía plano la obra. Ahondar mucho más en
como regente absoluto del nuevo orden este breve comentario sería ofender la
y, por tanto, como superación racional profundidad del texto y reducir de ma-
y política del estado de naturaleza. El nera muy simplona su exposición a los
republicanismo nuevamente se ve nega- asuntos que aquí me aventuro a tratar,
do por el papel neutralizador del nuevo que son, al final del día, aspectos que
Estado ante la participación directa del únicamente invitan a pensar en el cora-
ciudadano en las instancias políticas de zón político del libro, pues la intención
carácter público, aunque, como justifi- de escribir sobre esta edición no es, por
cación de fondo, Hobbes, los integra en ningún motivo, resumir o indagar más
todo momento, al ser el Estado imagen allá en las tesis de Rosler, sino hacer un
y semejanza de la voluntad del pueblo. llamado de atención a quienes, luego de
cinco años de su primera edición, no
iv han sido interpelados por esta que es
De acuerdo con lo anterior, Thomas la máxima obra de Hobbes en lo que a
Hobbes es, para el republicanismo, lo teoría respecta y que ha coronado desde
que Al Capone o John Dillinger fueron siempre la cabeza de su célebre guardián
en los años treinta para la sociedad nor- del orden.
teamericana, el símbolo criminal –en Un llamado moderno a repasar los
este caso, político– que viene a negar axiomas del viejo lobo de Malmesbury y,
los principios y el orden imperante de por qué no, a ponerle precio a su cabeza.
la realidad descriptiva –al menos, del
republicanismo–, por medio de la des- Bibliografía
obediencia y el desaire irrestricto a lo que Berlin, I. Dos conceptos de libertad. Madrid:
se entiende como correcto. En nuestro Alianza, 2001.
caso, Hobbes es el public enemy de la raíz Constant, B. “De la libertad de los antiguos
republicana más profunda en su intento comparada a la de los modernos.” Ateneo
de sustraerse del juego totalizante del de París. Febrero de 1819. Conferencia.
poder y las estructuras de dominación, Hobbes, T. Leviatán o la materia, forma
o bien, el hostis publicus de la Roma de y poder de una república eclesiástica
antaño, que posteriormente Schmitt re- y civil. Trad. Manuel Sánchez Sarto.
duce y decide llamar únicamente hostis, Ciudad de México: Fondo de Cultura
entendiendo lo público incorporado a su Económica, 1940.
intención original, la de contradecir el Hobbes, T. El ciudadano. Trad. Joaquín
estatus de la autoridad pública. Rodríguez Feo. Madrid: CSIC, 1993.

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Hobbes, T. Tratado sobre el hombre. Trad.


Joaquín Rodríguez Feo. Madrid: UNED,
2009.
López de Robles, L. “La concepción re-
publicana de la libertad en Pettit. Un
recorrido histórico por Hobbes y Locke.”
Revista Ingenium 3 (2010): 119-138.
Pettit, P. Republicanismo: una teoría so-
bre la libertad y el gobierno. Barcelona:
Paidós, 1999.
Schmitt, C. Teología política. Buenos Aires:
Editorial Struhart & Cía, 1985.
Schmitt, C. El concepto de lo político.
Madrid: Alianza, 2009.
Skinner, Q. Hobbes y la libertad republi-
cana. Trad. Juliana Udi. Buenos Aires:
Universidad Nacional de Quilmes, 2010.
Zarka, Y. Hobbes y el pensamiento políti-
co moderno. Barcelona: Herder, 1997.

juan eduardo erices reyes*


Universidad de Chile -
Santiago de Chile - Chile
j.erices@live.cl

* Estudiante de Licenciatura en Ciencias


Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile.
Ayudante de las cátedras de Filosofía Moral
e Historia de la Filosofía del Derecho.

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