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LA TORTUGA Y LA LIEBRE

Una liebre se burlaba de una tortuga.


-¡Qué lenta eres! ¡Cómo te arrastras!
-¿De veras? - dijo la tortuga-. Haz una carrera conmigo y te venceré.
- Qué jactanciosa eres –dijo la liebre-. De acuerdo, correré contigo. ¿Aquién pediremos que marque la
línea de llegada y confirme que la carrera es justa?
- Pidámoselo al zorro –dijo la tortuga.
El zorro era muy sabio y justo. Les mostró la línea de Partida y cuánta distancia debían correr.
La tortuga no perdió tiempo. Partió de inmediato y continuó la marcha. La liebre anduvo a brincos
varios minutos, hasta que dejó a la tortuga muy atrás. Sabía que podía llegar rápidamente a la meta,
así que se acostó a la sombra de un árbol y durmió una siesta. Al cabo de un rato se despertó y se
acordó de la carrera. Se levantó de un salto y corrió a toda velocidad.
Pero cuando llegó a la meta, la tortuga ya estaba allí.
- Las carreras se ganan con tesón –declaró el zorro. Esopo
1. ¿De quién se burlaba la liebre?
2.- ¿A quién eligieron para que marcase la línea de llegada?
3.- ¿Qué decidieron hacer la tortuga y la liebre?
4.- ¿Cómo era el zorro?
5.- ¿Cuándo partió la tortuga?
6. ¿Cuántos animales aparecen en esta lectura? Escribe sus nombres
7.- La moraleja de esta fábula la dice el zorro. Cópiala aquí.
8.- ¿Qué hizo la liebre mientras la tortuga caminaba?
9.- Piensa bien en tu forma de ser y contesta.
Tú cómo habrías actuado: como la liebre o como la tortuga. ¿Por qué?
10.- Subraya la idea principal que nos trasmite el autor de esta fábula.
- La tortuga le ganó a la liebre la carrera que habían apostado.
- Tenemos que luchar contra la pereza y la comodidad si queremos conseguir algo.
- Eligieron al zorro como juez de la carrera porque estos animales tienen fama de sabios.
- La tortuga no perdió el tiempo y la liebre se puso a hacer tonterías.
LA TORTUGA Y LA LIEBRE
Una liebre se burlaba de una tortuga.
-¡Qué lenta eres! ¡Cómo te arrastras!
-¿De veras? - dijo la tortuga-. Haz una carrera conmigo y te venceré.
- Qué jactanciosa eres –dijo la liebre-. De acuerdo, correré contigo. ¿Aquién pediremos que marque la
línea de llegada y confirme que la carrera es justa?
- Pidámoselo al zorro –dijo la tortuga.
El zorro era muy sabio y justo. Les mostró la línea de Partida y cuánta distancia debían correr.
La tortuga no perdió tiempo. Partió de inmediato y continuó la marcha. La liebre anduvo a brincos
varios minutos, hasta que dejó a la tortuga muy atrás. Sabía que podía llegar rápidamente a la meta,
así que se acostó a la sombra de un árbol y durmió una siesta.
Al cabo de un rato se despertó y se acordó de la carrera. Se levantó de un salto y corrió a toda
velocidad.
Pero cuando llegó a la meta, la tortuga ya estaba allí.
- Las carreras se ganan con tesón –declaró el zorro. Esopo
1. ¿De quién se burlaba la liebre?
2.- ¿A quién eligieron para que marcase la línea de llegada?
3.- ¿Qué decidieron hacer la tortuga y la liebre?
4.- ¿Cómo era el zorro?
5.- ¿Cuándo partió la tortuga?
6. ¿Cuántos animales aparecen en esta lectura? Escribe sus nombres
7.- La moraleja de esta fábula la dice el zorro. Cópiala aquí.
8.- ¿Qué hizo la liebre mientras la tortuga caminaba?
9.- Piensa bien en tu forma de ser y contesta.
Tú cómo habrías actuado: como la liebre o como la tortuga. ¿Por qué?
10.- Subraya la idea principal que nos trasmite el autor de esta fábula.
- La tortuga le ganó a la liebre la carrera que habían apostado.
- Tenemos que luchar contra la pereza y la comodidad si queremos conseguir algo.
- Eligieron al zorro como juez de la carrera porque estos animales tienen fama de sabios.
- La tortuga no perdió el tiempo y la liebre se puso a hacer tonterías.
Párrafo 1.
Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy
pobre caminaba triste por el campo, cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias
ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero
decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.
Párrafo 2.
Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por
favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas.
Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó
una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia.
El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita
mágica, pero que ella la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de
forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.
Párrafo 3
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, ellos se mostraron muy
orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando
por el hambre, y también se la dio a él. Página 31
Párrafo 4
En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas
mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a
excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas? ¡Pues
sal fuera y mira lo que has hecho!
Párrafo 5
Y el conejito salió temblando de allí para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se
habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!! Y el conejito se sintió
muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.
Párrafo 1.
Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy
pobre caminaba triste por el campo, cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias
ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero
decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.
Párrafo 2.
Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por
favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas.
Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó
una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia.
El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita
mágica, pero que ella la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de
forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.
Párrafo 3
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, ellos se mostraron muy
orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando
por el hambre, y también se la dio a él. Página 31
Párrafo 4
En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas
mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a
excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas? ¡Pues
sal fuera y mira lo que has hecho!
Párrafo 5
Y el conejito salió temblando de allí para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se
habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!! Y el conejito se sintió
muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.
Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por
favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas.
Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó
una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia.
El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita
mágica, pero que ella la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de
forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.

En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas
mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a
excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas? ¡Pues
sal fuera y mira lo que has hecho!

Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy
pobre caminaba triste por el campo, cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias
ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero
decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.

Y el conejito salió temblando de allí para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de
alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los
animales!! Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su
generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, ellos se mostraron muy
orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando
por el hambre, y también se la dio a él. Página 31

Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por
favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas.
Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó
una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia.
El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita
mágica, pero que ella la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de
forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.

En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas
mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a
excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas? ¡Pues
sal fuera y mira lo que has hecho!

Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy
pobre caminaba triste por el campo, cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias
ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero
decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.

Y el conejito salió temblando de allí para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de
alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los
animales!! Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su
generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, ellos se mostraron muy
orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando
por el hambre, y también se la dio a él. Página 31
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