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En las sociedades modernas, uno de los requisitos esenciales para la vigencia y el cumplimiento de
los derechos humanos está en el fortalecimiento del Estado de Derecho y del sistema democrático.
Siendo la sociedad en su conjunto, la responsable por acción u omisión, de la validez y aplicación real
de la Declaración Universal de Derechos Humanos en cada hecho cotidiano de la vida humana.
La vitalidad de los derechos humanos encuentra en los Abogados a sus celosos guardianes,
quienes asumen la defensa del Estado de Derecho con el convencimiento que sólo así podrá
prevalecer la justicia y la igualdad.
En momentos de crisis moral escuando los abogados deben dar mayor ejemplo de integridad ética.
Es por ello que quien realiza la noble profesión de abogado debe ser consciente de la trascendencia que
su labor profesional tiene en el campo de los derechos humanos. Como en todo gremio, son muchos
abogados que hacen honor a su profesión. A ellos también corresponde ser los más celosos jueces
cuando alguno de sus miembros traiciona los altos ideales de la abogacía.
Las Naciones Unidas, en su Octavo Congreso sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente, celebrado en La Habana del 27 de agosto al 7 de setiembre de 1990, aprobaron los
principios básicos sobre la función de los abogados.
En los considerandos del acuerdo, el organismo internacional expresa que los pueblos del mundo
afirman en la Carta de las Naciones Unidas, entre otras cosas, su resolución de crear condiciones bajo
las cuales pueda mantenerse la justicia, y proclaman como uno de sus propósitos la realización de la
cooperación internacional en la promoción y el estímulo del respeto a los derechos humanos y a las
libertades fundamentales de todos sin distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
Se establece que las asociaciones profesionales de abogados tienen que desempeñar la función
esencial de velar por las normas y la ética profesionales, proteger a sus miembros contra
persecuciones y restricciones o injerencias indebidas, facilitar servicios jurídicos a todos los que lo
necesiten, y cooperar con las instituciones gubernamentales y otras instituciones para impulsar los
fines de la justicia y el interés público.
Las Naciones Unidas considera que los Principios básicos sobre la función de los abogados deben ser
tenidos en cuenta y respetados por los gobiernos en el marco de su legislación y práctica nacionales,
y juristas, jueces, fiscales, miembros de los poderes ejecutivo y legislativo y público engeneral.
Estas consideraciones de las Naciones Unidas, con las que los abogados deben solidarizarse,
constituyen el marco de los principios básicos sobre la función de los abogados, que comprenden las
siguientes obligaciones y responsabilidades: los abogados mantendrán en todo momento el honor y
la dignidad de su profesión en su calidad de agentes fundamentales de la administración de justicia.
Las obligaciones de los abogados para con sus clientes son las siguientes: Prestarles
asesoramiento con respecto a sus derechos y obligaciones, así como con respecto al
funcionamiento del ordenamiento jurídico, en tanto sea pertinente a los derechos y obligaciones de
los clientes; prestarles asistencia en todas las formas adecuadas y adoptar medidas jurídicas para
protegerlos o defender sus intereses; prestarles asistencia ante los tribunales judiciales, otros
tribunales u organismo administrativo, cuando corresponda.
Los abogados, al proteger los derechos de sus clientes y defender la causa de la justicia,
procurarán apoyar los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos por el derecho
nacional e internacional, y en todo momento actuarán con libertad y diligencia, de conformidad con la ley
y las reglas y normas éticas reconocidas que rigen su profesión. Los abogados velarán lealmente
en todo momento por los intereses de sus clientes.
Todo esto lo establecen las Naciones Unidas. Queda sólo hacernos la siguiente pregunta: ¿Los
abogados, en qué medida cumplen estos principios y cuánto han avanzado los colegios de abogados
para que ellos sean respetados?
En nuestro país, en virtud de lo dispuesto en la Resolución Suprema número 14, del 4 de marzo
de 1952, se celebra el Día del Abogado el 2 de abril de cada año, en recuerdo del nacimiento,
ocurrido en 1834, en la ciudad de Arequipa, de uno de los más distinguidos juristas peruanos Francisco
García Calderón. Él dejó un camino a seguir no sólo para los abogados sino para todos los peruanos.
Crear derecho es difícil, hacerlo respetar, aún más. Lo último que cabe es admitir derrotas. El
abogado debe luchar con el intelecto, con la razón, con la pluma y con la palabra.
Si es bueno y fiel a los ideales que lo llevaron a realizar tan noble actividad tendrán la recompensa
de llegar a las alturas a la que está llamado.
García Calderón ha merecido el justo homenaje que le correspondía. Para quienes hacen lo
contrario, sea por acción o por omisión, les queda el peso del juicio más severo de la sociedad y de
la historia.