Sie sind auf Seite 1von 217

PROCEDIMIENTO PENAL Y LEY DEL

MINISTERIO PÚBLICO
SISTEMA SEMIPRESENCIAL
Elaborado: Gestión 2018

Actualizado: 04 de febrero de 2018.

Equipo Docente:

M.Sc. Ciro Añez Núñez.

WEB: http://ciroanez.com

Departamento: ESDES – Investigación

Sede Central:
Av. Cristo Redentor N.- 100
Teléfono 3363939
www.nur.edu

1
TABLA DE CONTENIDO
GUIA DE ESTUDIO SEMIPRESENCIAL ................................................................................................................. 3

IDENTIFICACION DE LA ASIGNATURA ................................................................................................................ 4

TUTORIA 1 .................................................................................................................................................................... 5

TUTORIA 2 .................................................................................................................................................................... 5

TUTORIA 3 .................................................................................................................................................................... 5

TUTORIA 4 .................................................................................................................................................................... 5

TUTORIA 5 .................................................................................................................. ¡Error! Marcador no definido.

TUTORIA 6 .................................................................................................................................................................... 5

TUTORIA 7 .................................................................................................................................................................... 5

TUTORIA 8 .................................................................................................................................................................... 5

TUTORIA 9 .................................................................................................................. ¡Error! Marcador no definido.

2
GUIA DE ESTUDIO SEMIPRESENCIAL

Para alcanzar el éxito como estudiante en la modalidad semipresencial, es indispensable, que


usted obtenga el mayor provecho del estudio autodidacta de los textos, para ello un requisito
de esta modalidad es que usted estudie el material correspondiente antes de asistir a las tutorías
presenciales y resuelva las actividades previas solicitadas por el docente en cada tutoría.

Usted debe asegurarse de estudiar el contenido del presente Texto Oficial de la Materia, pues
será una parte indispensable para la aprobación satisfactoria de la asignatura. Por lo tanto, el
uso de estos textos conforme a las indicaciones que se dan a lo largo de los mismos, es
indispensable para lograr un aprendizaje efectivo donde usted como estudiante es
corresponsable.

Cada tutoría está estructurada en base a lineamientos que la universidad ha establecido. Para
facilitar la comprensión de la información, a lo largo de las tutorías se incluyen actividades
previas; tales como lecturas y actividades que activen el conocimiento previo, así como
ejercicios y planteamiento de problemas diversos, para que usted se entrene en la aplicación de
técnicas propias de la asignatura y cuente con la práctica necesaria para poder emplear
posteriormente estos conocimientos en el medio real de trabajo.

Se recomienda:

Antes de las Tutorías

Para lograr el objetivo propuesto en esta asignatura, usted debe estudiar y trabajar con el texto.
En cada tutoría existe actividades previas planteadas por el docente; las cuales deberá
desarrollarlas antes de cada tutoría por ejemplo: responder cuestionarios, realizar ejercicios, etc.
Las lecturas y estudio previo de los textos son indispensables para que tenga un buen
rendimiento en los controles de lectura y eleve significativamente la calidad de sus aprendizajes.
Recuerde que una tutoría no es una clase regular del sistema presencial, sino es un encuentro
donde el docente absuelve dudas, aplica análisis de casos, o cualquier tipo de actividad
académica sobre la base de la lectura previa que usted ha realizado.

Durante las Tutorías

En las tutorías el docente absolverá dudas que tengan los estudiantes a raíz del estudio del
material, profundizará lo abordado en el texto y articulara estos conocimientos con la práctica a
través de diversas actividades. Podrá aplicar evaluaciones previstas previamente.

La evaluación de su aprendizaje contempla entre otros: controles de lectura, revisión de trabajos


solicitados por el docente, examen parcial, examen final, participación en foros, chats, wikis y
otros.Si usted no entrega los trabajos solicitados o no rinde los exámenes planificados,
automáticamente pierde dicho ítem de evaluación y el porcentaje de evaluación asignado a
dicha actividad no se puede recuperar.
3
Después de las Tutorías

Una vez concluida la asignatura y entregado los trabajos en los plazos acordados entre el
docente y el grupo de estudiantes con los cuales comparte la asignatura, usted puede revisar su
nota en el sistema, ingresando a la página www.nur.edu e ingresar con su pin a “ver notas”

IDENTIFICACION DE LA ASIGNATURA

Semestre : Quinto.

Asignatura : PROCEDIMIENTO PENAL Y LEY DEL MINISTERIO

PÚBLICO

Código o sigla : PEN103

Créditos : 4 créditos

Pre-requisito : PEN102

Es requisito para : PEN104

4
TUTORIA 1

1. CONTENIDO DE LA TUTORÍA
(El contenido se debe colocar dentro del recuadro, a continuación se presenta un ejemplo del
mismo)

Fundamentos teóricos sobre FUNDAMENTOS TEÓRICOS SOBRE EL IUS


PUNIENDI DEL ESTADO Y ESTRUCTURA DEL PROCESO. A) PRINCIPIOS
RECTORES a) Principio de oficialidad b) Principio de legalidad B) EL PROCESO
PENAL DEBE SER CONFORME A LA CONSTITUCIÓN a) Derecho al juez natural y
prohibición de los tribunales de excepción b) Derecho a la tutela judicial efectiva c)
Derecho a la defensa C) PROCESO Y PROCEDIMIENTOD) ESTRUCTURA DEL
PROCESO PENAL

2. CAPACIDAD (ES) A DESARROLLAR

Capacidad de identificar, realizar, esquematizar y analizar críticamente el


IusPuniendi y las diferentes etapas del proceso penal boliviano.

3. ACTIVIDADES PREVIAS A LA TUTORÍA

5
Usted debe realizar las siguientes actividades previas antes del encuentro de la tutoría:

1. Aportar en la Wiki de la materia en lo que respecta a la palabra o las palabras


que aparecerá en esta semana que deberán los estudiantes explicar y
desarrollar ampliamente. Asimismo ver los enlaces de video sobre la breve
explicación de la estructura del proceso penal; los enlaces link, etc.
2. Responder a los ejercicios que se encuentran al final del texto de lectura y
subirlos a tarea 1 en la plataforma virtual.
3. Resuma todo el tema de la tutoría 1 en un mapa conceptual

4. DESARROLLO

1. FUNCIÓN DEL PROCESO PENAL

A diferencia del conflicto civil, donde las partes afectadas son dueñas de solucionarlo
directamente sin tener que acudir necesariamente al proceso, el conflicto penal (generado
por el delito) sólo puede ser resuelto dentro del proceso penal. La diferencia esencial entre
el proceso civil y el proceso penal está en función de los derechos que cada uno tutela: el
proceso civil tutela intereses privados (el cumplimiento de los contratos, la propiedad, etc.)
y está regido por el principio dispositivo; el proceso penal tutela intereses públicos
considerados imprescindibles para la convivencia social (un hecho delictivo conmociona
los sentimientos colectivos y pone a prueba la seguridad ciudadana). En el primer caso, los
particulares pueden acudir, por ejemplo, al arbitraje para resolver sus diferencias; en el
segundo, el Estado monopoliza el iuspuniendi o derecho de establecer qué
comportamientos merecen la reprochabilidad y son objeto de sanción, que sólo puede
imponer el juez o tribunal.

Como sostiene Montero Aroca, 1 el principio dispositivo se fundamenta en la naturaleza


privada del derecho subjetivo deducido en el proceso, en la titularidad particular del mismo
y enla autonomía de la voluntad de los ciudadanos. En este contexto, el principio
dispositivo entraña un poder de disposición sobre el ejercicio de la acción y el objeto del
proceso. Como los derechos e intereses jurídicos que se pueden discutir en el proceso civil
son del dominio absoluto de los particulares, a nadie se le puede constreñir a impetrar su
tutela jurisdiccional o a ejercitar su defensa ante los tribunales. En el proceso civil, las
partes no son sólo dueñas del ejercicio de la acción y de acudir o no al proceso, sino que
lo son también de la pretensión; pudiendo disponer del proceso a través de una serie de
actos (desistimiento, transacción, conciliación) que han de producir su terminación

1
MONTERO AROCA, J; GÓMEZ COLOMER, JL; MONTÓN REDONDO, A; y BARONA VILAR, S. Derecho
Jurisdiccional I, Parte General, Valencia, Editorial Tirant lo Blanch, 2004, p. 335.

6
anormal, con anterioridad a la sentencia definitiva. La otra nota que configura el principio
dispositivo, propio del proceso civil, es la obligación de congruencia del juez con respecto
a la pretensión del actor y a la defensa del demandado.

Los principios que informan el proceso penal, en cambio, son total y absolutamente
diferentes de los principios del proceso civil. El delito supone algo radicalmente distinto del
conflicto civil: la existencia de un hecho aparentemente delictivo ha de suponer la puesta
en marcha de una investigación oficial del Estado, que no puede concluir de otra forma
que no sea con una sentencia definitiva. A diferencia del proceso civil, el proceso penal no
puede quedar librado a la decisión discrecional de persona alguna.

Como sostiene Cordón Moreno 2, la diferencia radica en la distinta configuración de los


principios del proceso y en la consecuente regulación de los procedimientos, esto es, el
tribunal penal actúa la ley ex officio, el juez civil a instancia de parte. El proceso penal tiene
la garantía de la exclusividad jurisdiccional. El conflicto penal sólo puede resolverse
mediante la potestad jurisdiccional que la Constitución boliviana reserva a los jueces y
tribunales: juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, potestad que no puede atribuirse ni
delegarse a otros poderes ni al Presidente de la República. Como sostiene Sanchos, 3 la
función jurisdiccional consiste en realizar el derecho en el caso concreto, juzgando de
modo irrevocable y ejecutando lo juzgado.

El proceso penal está al servicio de la aplicación del Derecho penal y es ―como el de


cualquier otra materia― un instrumento esencial de la jurisdicción; es decir, la potestad
jurisdiccional que monopoliza el Estado sólo se materializa en el proceso. En este orden
de cosas, los modernos Estados de Derecho se caracterizan por exigir que no se imponga
sanción penal alguna sin previo proceso. Como sostiene Andrés De la Oliva, 4 para
intentar armonizar una adecuada respuesta jurídica a la delincuencia, con el respeto que
las personas merecen, son deseables y se requieren positivamente dos cosas distintas
aunque legalmente inseparables: que el Derecho penal lo apliquen los jueces,
independientes, imparciales e inamovibles, y que únicamente tal aplicación quepa
mediante la serie o sucesión de actos que forman el proceso.

El proceso penal se encarga de concretar las conminaciones abstractas (las tipificaciones


y amenaza de sanción) del Código penal. El Derecho penal, según Carbonell Mateu, 5
viene a ser una parte del ordenamiento jurídico, reguladora del poder punitivo del Estado,
que, para proteger valores e intereses con relevancia constitucional, define como delitos
determinadas conductas a cuya verificación asocia como consecuencia jurídica penas y/o
medidas de seguridad. El estudio y el análisis pormenorizado de los elementos comunes y
constitutivos del delito: acción, tipicidad, antijuricidad y culpabilidad, que configuran la parte

2
CORDÓN MORENO, F. Las Garantías Constitucionales del Proceso Penal, Navarra (España), Editorial Aranzadi,
2002, p. 24.
3
SANCHÍS CRESPO, C. El Ministerio Fiscal y su Actuación en el Proceso Penal Abreviado, Editorial Comares,
Granada, 1995, p. 28.
4
DE LA OLIVA, A; ARAGONÉS MARTÍNEZ, S., HINOJOSA SEGOVIA, R., MUERZA ESPARZA, J., TOME GARCIA,
J.A. Derecho Procesal Penal, Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, séptima edición 2004, p. 49.
5
CARBONELL MATEU, JC. Derecho penal: concepto y principios constitucionales, Valencia, Editorial Tirant lo
Blanch, 1999, p. 29.
7
central del Derecho penal sustantivo, sólo se pueden plasmar y concretar en el proceso
penal.

El proceso penal se encuentra estructurado en fases que están bien delimitadas, donde
cada una cumple una importante función hasta llegar a establecer la culpabilidad o
inculpabilidad y, en su caso, la responsabilidad penal del imputado. Como una verdadera
conquista del Estado Social y Democrático de Derecho, sólo se puede llegar a definir la
situación jurídica del imputado dentro del proceso penal. Como el Derecho penal es un
instrumento que tutela valores (y la libertad es el principal de ellos), de las normas
recogidas en el Código penal o, fundamentalmente, en la Constitución se desprenden una
serie de límites a la actuación del Estado.

Como aclara Carbonell, la cuestión no es privativa del Derecho penal; lo que pasa es que
esta rama del ordenamiento es la que afecta en mayor medida a las libertades. En un
Estado de Derecho cualquier poder emana de las normas, y éstas al mismo tiempo que lo
otorgan, lo limitan. El poder no puede ir un ápice más allá de donde le permite la norma
que lo crea.

El Derecho penal material, cuyas reglas fundamentales están contenidas en el Código


penal, establece los elementos de la acción punible y amenaza con las consecuencias
jurídicas (penas y medidas) que están conectadas a la comisión del hecho. Para que esas
normas puedan cumplir la función de asegurar los presupuestos fundamentales de la
convivencia humana pacífica, es preciso que no permanezcan sólo en el papel en caso de
que se cometa un delito. Como sostiene Claus Roxin, 6 es necesario un procedimiento
regulado jurídicamente con cuyo auxilio pueda ser averiguada la existencia de una acción
punible y, en su caso, pueda ser determinada e impuesta la sanción prevista en la ley.

Cuando Roxin mencionada la necesidad de un procedimiento regulado jurídicamente


alude al proceso penal, que comprende tres ideas esenciales: sus prescripciones tienen
que estar dispuestas para contribuir a la realización del Derecho penal material, de
acuerdo con la forma que corresponde a las circunstancias de hecho demostradas;
simultáneamente, deben trazar los límites fijados al derecho de intervención del individuo;
y, finalmente, deben lograr la posibilidad, a través de una decisión definitiva, de restablecer
la paz jurídica quebrantada. El Derecho procesal penal o Derecho penal formal representa
la síntesis del conjunto de las normas que sirven a ese fin que, en el caso boliviano, se
encuentran contenidas en la Ley N° 1970, de 25 de marzo de 1999 (Código procesal, en
adelante).

La necesidad de un procedimiento regulado jurídicamenteviene a ser una consecuencia


lógica de la prohibición estatal de hacerse justicia por mano propia o antigua venganza
privada. Frente a esta prohibición que hace el Estado de recurrir a la venganza privada, el
procedimiento tiene la obligación de velar por la protección de los ciudadanos y crear
disposiciones que posibiliten una persecución y juzgamiento legal del infractor para que la
paz social sea renovada a través de la conclusión definitiva del proceso. El hecho de que
el Estado haya sustituido la venganza privada por el proceso penal ha tenido
consecuencias benéficas para la libertad y seguridad del individuo; aunque el aumento de

6
ROXIN, C. Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, Editores del Puerto, 2000, p. 1.
8
poder, que el Estado recibió a través de la transmisión de la violencia penal, puede llegar a
significar un gran peligro para aquel que, siendo inocente, ha caído como sospechoso de
haber cometido un ilícito penal.

Para Roxin, 7 los límites a la facultad de intervención del Estado que deben proteger al
inocente frente a persecuciones injustas y afectaciones excesivas de la libertad, y que
también deben asegurar al culpable la salvaguarda de todos sus derechos de defensa,
caracterizan al principio de formalidad del procedimiento o proceso penal. Aunque la
sentencia consiga establecer la culpabilidad del acusado, el juicio sólo será adecuado al
ordenamiento procesal (principio de formalidad) cuando ninguna garantía formal del
procedimiento haya sido lesionada en perjuicio de las partes.

En un Estado Social y Democrático de Derecho, la protección del principio del debido


proceso no es menos importante que la condena del culpable y el restablecimiento de la
paz jurídica. Lo evidente es que el delito puede concebirse como un acto jurídico, pero su
efecto peculiar (la pena) necesita del proceso para que el Estado pueda ejercer su derecho
de castigar. Lo especifico del delito, como acto humano productor de efectos jurídicos, no
reside tanto en la naturaleza intrínseca de tales efectos, sino en el modo peculiar (el
proceso penal) en que ha de hacerse efectiva la sanción.

Como sostiene Cordón Moreno, 8 el derecho a que se castigue al culpable no corresponde


a ninguna persona concreta (ni siquiera al ofendido), sino al Estado, que lo ejercita a
través de los órganos jurisdiccionales y, necesariamente, dentro del proceso penal. El
mismo autor aclara que el sistema acusatorio no significa que el Estado confíe al acusador
el ejercicio judicial de su derecho de castigar al culpable, sino únicamente que lo
condiciona a que haya una acusación para la existencia del proceso.

Para Roxin, 9 el fin del proceso penal tiene naturaleza compleja: la condena del culpable, la
protección del inocente, la formalidad del procedimiento alejada de toda arbitrariedad y la
estabilidad jurídica de la decisión. Todas estas exigencias son significativas para una
comunidad organizada desde el punto de vista del Estado Social y Democrático de
Derecho. Un orden penal será tan bueno como lo permita el proceso en su realización y, a
la inversa, una regulación procesal satisfactoria no es posible cuando no está concebida
para el Derecho material, especialmente para las consecuencias jurídicas dispuestas
conforme al orden penal.

Lo anteriormente anotado pone de manifiesto que el Derecho penal material y el Derecho


procesal penal se corresponden estrechamente, como siempre ha sido el caso, tanto en la
teoría como en la práctica jurídica. Roxin aclara que en la teoría del Derecho procesal
penal las normas, según las cuales se desenvuelve el procedimiento penal, son analizadas
científicamente, esto es: tipificadas, sistematizadas y concretadas. Por otro lado, la teoría
del proceso penal estudia los datos objetivos del desarrollo del proceso; los describe y
explica buscando llegar a una teoría general de la realización del proceso penal.

7
Ídem.
8
CORDÓN MORENO, F. Las Garantías Constitucionales… Ob. Cit. p. 29.
9
ROXIN, C. Derecho Procesal Penal… Ob. Cit. p. 4.

9
Toda esta doctrina la recoge la Constitución boliviana (art. 117.I.II) cuando establece:
“Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en un
debido proceso”; además “nadie sufrirá sanción penal que no haya sido impuesta por
autoridad judicial competente en sentencia ejecutoriada.Más específico viene a ser el
Código procesal (art. 1).

Para el Tribunal Constitucional, 10 la garantía jurisdiccional (nullapoena sine juditio) significa


que nadie será condenado a sanción alguna sin haber sido oído y juzgado conforme a las
reglas del procedimiento penal y en virtud de sentencia firme pronunciada por autoridad
competente. El mismo Tribunal11agrega que “en el campo del debido proceso, uno de los
componentes más importantes de esta garantía constitucional radica en que toda persona, al
ser juzgada, tan solo puede serlo con arreglo a las leyes preexistentes al acto que se le
imputa, lo que repercute a la vez en que no se le podrán imponer sanciones establecidas por
el legislador después de ocurridos los hechos en materia del juicio…”

A) PRINCIPIOS RECTORES.

a) Principio de oficialidad

La necesidad de tutelar el interés público en el proceso penal impone al Estado la


obligación de iniciar de oficio la investigación y el esclarecimiento de cualquier hecho que
tenga las características de delito. La prohibición de que las partes puedan disponer de la
pretensión penal se conoce como el principio de oficialidad, en virtud del cual el proceso
ha de iniciarse, desarrollarse y finalizar conforme a lo dispuesto en normas legales
imperativas.

Como sostiene Andrés De la Oliva, 12 el proceso ha iniciarse tan pronto como el interés
público se ponga de manifiesto (ante el MP o la policía). Necesariamente, han de ser
objeto del proceso todos los hechos que, subsumibles en supuestos de hecho
taxativamente determinados por la ley, generan dicho interés. Lo determinante es que
aparezca el interés público, que se pone de manifiesto ante una conducta con aspecto
criminal. Este interés público implica que en el proceso penal ingrese, para ser enjuiciada,
toda conducta delictiva y, una vez iniciado el proceso, el acusador no puede renunciar ni
ejercer actos de disposición que son propios del proceso civil.

Cabe aclarar que sólo se puede renunciar a lo que es propio, y que el derecho de castigar
mediante el proceso penal corresponde en exclusiva al iuspuniendi del Estado; por tanto,
en principio, el MP no puede prescindir del ejercicio de la acción penal salvo cuando se
trate de los llamados delitos de bagatela o de menor relevancia social. En los delitos de
acción privada, en cambio, como el titular de la pretensión viene a ser el ofendido o
víctima, la Ley le faculta desistir o transigir en el ejercicio de la acción penal.

10
SC N° 1076/2003, de 29 de julio que, a su vez, cita la SC N° 440/2003.
11
SC Nº 0386/ 2005, de fecha 15 de abril.
12
DE LA OLIVA, A y otros Derecho Procesal Penal… Ob. Cit. p. 32.
10
En el ordenamiento jurídico boliviano, la iniciación del proceso puede darse sólo en los
delitos de acción pública, mediante denuncia, querella o de oficio ante el fiscal y la policía
judicial. La investigación de oficio a cargo del fiscal la recoge el Código procesal (art. 178):
“cuando el fiscal tenga conocimiento de la comisión de un delito promoverá y dirigirá su
investigación…” El conocimiento directo se puede adquirir, según Montón Redondo, 13 de
tres formas: 1) por voz pública, al existir un rumor en la población sobre la comisión de un
delito; 2) por notoriedad, ante la admisión generalizada en el lugar de la certeza de su
comisión; 3) y por flagrancia, al haber conocido los hechos directamente.

En Bolivia, la iniciación de oficio se materializa, en su gran mayoría, cuando el fiscal toma


conocimiento de algún hecho delictivo registrado en los medios de comunicación social.
Dicho inicio se encontraría garantizado en la medida en que el hecho registrado sea
relevante y tenga un alto impacto social en la población. En algunas reparticiones
policiales, especialmente en la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico, también
es común que se reciban denuncias anónimas y que se encaucen por la vía del inicio de
oficio.

El Tribunal Constitucional 14 se ha encargado de establecer que en los delitos perseguibles


de oficio, la acción penal pública será ejercida por el Ministerio Público, sin perjuicio de que
la víctima o persona directamente ofendida, durante la etapa preparatoria y a los fines del
inicio y conclusión de la investigación, presente su querella promoviendo la acción penal o
sometiéndose al estado en que se encuentre el trámite. El Código procesal (art. 70), por su
parte, delega al MP el “dirigir la investigación de los delitos y promover la acción penal
pública ante los órganos jurisdiccionales...” competentes.

En consonancia con este mandato legal, el Ministerio Público, bajo su responsabilidad,


promoverá de oficio la acción penal pública toda vez que tenga conocimiento de un hecho
punible y existan suficientes elementos fácticos para verificar su comisión. La disposición
advierte que la acción penal pública no se puede suspender, interrumpir o hacer cesar,
salvo en los casos y bajo las formas expresamente previstas por ley.

b) Principio de legalidad

La legalidad viene a ser el núcleo central de los principios rectores del proceso penal.
Como sostiene Andrés De la Oliva, 15 el principio de legalidad supone, como informador
del Derecho penal, que el juicio sobre el interés social en el castigo, o acerca del carácter
necesario o innecesario del recurso al Derecho criminal, viene dado por las propias
normas legales y se concreta en los distintos casos mediante la subsunción de las
conductas concretas en esas normas sustantivas penales, con todos sus elementos.

Para Flores, 16 “el principio de legalidad es, en el Estado contemporáneo, garantía de


legitimación de la norma, garantía de la división del poder y garantía de seguridad jurídica.”
Como encarnación de la libertad, el principio de legalidad impregna toda la moderna

13
MONTÓN REDONDO, A., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., p. 151.
14
SC N° 1850/2003-R, de 12 de diciembre.
15
DE LA OLIVA, A. y otros Derecho Procesal Penal, Ob. Cit. p. 49.
16
FLORES PRADA, I. El Ministerio Fiscal en España, Valencia, Editorial tirant lo blanch, p. 538.
11
concepción jurídico-política del Estado, garantizando la seguridad jurídica mediante el
sometimiento de los ciudadanos y los poderes públicos al conjunto del ordenamiento que
aseguren los derechos fundamentales de las personas. Con el reconocimiento y desarrollo
del principio de legalidad, el poder ha dejado de ser único, absoluto y despótico para pasar
a ser democrático, diversificado y sujeto al Derecho. El principio de legalidad ha pasado
de ser una garantía jurídico-formal en el Estado liberal, a convertirse en uno de los
fundamentos del Estado Social y Democrático de Derecho.

El principio de legalidad, significa que la única fuente creadora de delitos y penas es la


Ley. Para Rodríguez Devesa, 17 “tiene su origen en el anhelo de seguridad que ha llevado a
los pueblos a una lucha multisecular con los detentadores del poder para excluir la
arbitrariedad en el derecho punitivo, que toca a los bienes más preciados de los hombres:
la libertad personal, el patrimonio y, allí donde se reconoce la pena capital, la propia vida”.
Según dicho autor, las consecuencias implícitas en el principio de legalidad son: 1) No hay
delito sin ley (nullum crimen sine lege), garantía criminal que supone, a su vez: a) No hay
delito sin que la ley especifique (tipifique) en qué consiste la conducta delictiva. Una ley
que declarase ser delito lo que un magistrado tuviera a bien considerar como tal en cada
caso, constituiría la más sangrienta burla del principio de legalidad. b) No hay delicta iuris
naturales. Para el derecho punitivo no hay más delito que los que consagra la ley, por muy
inmoral y perversa que sea una conducta. c) Los tribunales carecen de facultades para
considerar como delitos hechos distintos a los que se consignan en la ley. El juez que
olvida esta regla invade la competencia del legislativo. 2) No hay pena sin ley (nullapoena
sine lege): garantía penal.

Las derivaciones son también importantes: a) La ley tiene que determinar claramente la
clase de pena que debe imponer a cada delito. Una ley que dispusiera que un delito sea
castigado con pena arbitraria quebrantaría este principio. b) No pueden imponerse penas
absolutamente indeterminadas en su duración porque supondrían un retorno a las penas
arbitrarias. c) Los tribunales no tienen facultad para imponer penas distintas de las que
señala la ley. d) No pueden variarse las circunstancias de ejecución de las penas: garantía
en la ejecución o administrativa. 3) No hay pena sin juicio legal (nullapoena sine
legaliiudicio): garantía judicial. La experiencia histórica demuestra que el poder “corrompe”
y que la autolimitación del Estado por sus propias leyes precisa del complemento
indispensable del control jurisdiccional.

La Constitución (art. 225) proclama que el Ministerio Público “defenderá la legalidad…”, de


donde cualquier actuación de aquél, desplegada en el ejercicio de sus competencias, se
ajustará a este principio constitucional.

El Tribunal Constitucional 18aclara que el poder legislativo queda limitado por la necesidad
de que las normas penales supongan la mínima restricción posible de las libertades
(principio de prohibición de exceso); que la acción suponga, al menos, una lesión o puesta
en peligro concreto del bien jurídico protegido (principio de lesividad); y que la

17
RODRÍGUEZ DEVESA, J.M. Derecho Penal Español, Parte General, Décima Edición, Madrid, Editorial, Dykinson,
1986, p. 173.
18
SC Nº 386/2005, de fecha 15 de abril.
12
consecuencia jurídica del hecho sea adecuada a esa lesión o puesta en peligro (principio
de proporcionalidad).

El principio de legalidad debe estar presente a lo largo de todo el proceso penal. El Código
penal (art. 70) establece que “Nadie será condenado a sanción alguna, sin haber sido
oído y juzgado conforme al Código de Procedimiento Penal.” “No podrá ejecutarse ninguna
sanción sino en virtud de sentencia emanada de autoridad judicial competente y en
cumplimiento de una ley, sin ejecutarse de distinta manera que la establecida en aquélla.”
El artículo 4 del mismo cuerpo legal se encarga de complementar: nadie podrá ser
condenado o sometido a medida de seguridad por un hecho que no esté expresamente
previsto como delito por ley penal vigente al tiempo en que se cometió, ni sujeto a penas o
medidas de seguridad penales que no se hallen establecidas en ella.

La norma aclara que si la ley vigente en el momento de cometerse el delito fuere distinta
de la que exista al dictarse el fallo o de la vigente en el tiempo intermedio, se aplicara
siempre la más favorable; además, si durante el cumplimiento de la condena se dictare
una ley más benigna, será ésta la que se aplique. La disposición advierte que, no obstante
lo dispuesto en los párrafos anteriores, las leyes dictadas para regir sólo durante un tiempo
determinado se aplicarán a todos los hechos cometidos durante su vigencia.

B) EL PROCESO PENAL DEBE SER CONFORME A LA CONSTITUCIÓN.

El proceso penal no sólo tiene que iniciarse, desarrollarse y concluirse conforme con la
Constitución (que viene a ser la norma procesal por excelencia, cuyos principios proclaman el
debido proceso), sino que permite medir las características y los elementos autoritarios o
democráticos que pueda tener el sistema procesal penal. El proceso penal de un Estado
autoritario o totalitario será también autoritario o totalitario y, a la inversa, un Estado
democrático tendrá también un proceso penal democrático donde el iuspuniendi será ejercido
a plenitud dentro de los límites que establece el ordenamiento jurídico del momento histórico
determinado. Para Roxin, 19 el Derecho procesal penal es el sismógrafo de la Constitución y
tiene una actualidad política; lo que significa que cada cambio esencial en la estructura
política (sobre todo una modificación de la estructura del Estado) también conduce a
transformaciones del procedimiento penal.

En el antiguo Estado absoluto tenían supremacía incondicional los intereses colectivos; todo
el poder penal residía en el monarca que podía intervenir en la justicia sin ningún tipo de
control. En este tipo de Estado, los jueces terminan al servicio del partido en función de
gobierno. El imputado, por su parte, no podía ejercer, en la práctica, sus derechos: los
procedimientos violentos (se presumía la culpabilidad) se volvían comunes con el pretexto de
la “seguridad nacional”, “los intereses de las mayorías”, etc.

Para Roxin, 20 el proceso penal del Estado absoluto ha sido destruido por la Ilustración y
por el liberalismo construido sobre su ideología, por lo cual los tres principios
fundamentales del modelo de Estado fueron de significado decisivo para la reforma
procesal penal. Del principio de la división de poderes se derivó la independencia de los

19
ROXIN, C. Derecho Procesal Penal… Ob. Cit. p. 10.
20
Idem.
13
jueces, que debieron ser colocados en una situación de equilibrio imparcial entre el
beneficio colectivo y los intereses individuales, y la transmisión de la actividad ejecutiva de
persecución a una autoridad judicial nueva, creada para ello, separada organizativa y
personalmente de los tribunales: la fiscalía. El reconocimiento de derechos fundamentales
precedentes al Estado tuvo como consecuencia que el imputado fuera reconocido como
sujeto del proceso y fuera dotado de derechos autónomos, de los cuales los más
importantes fueron el derecho al respeto de la dignidad humana y el derecho amplio a la
defensa.

El referido autor aclara que el principio de reserva de la ley garantizó que la intervención
del Estado en la esfera de libertad del imputado sólo se llevara a cabo conforme a las
leyes. La ley debía establecer los presupuestos, contenidos y límites de esas
intervenciones con tanta precisión como fuera posible y, con ello, tornaría previsible para el
ciudadano las acciones del Estado. El liberalismo ha logrado introducir los principios
democráticos en el proceso penal.

Como una conquista del liberalismo político se impuso la participación del pueblo (el
jurado) en la justicia penal, y como una consecuencia del pensamiento democrático debe
mencionarse la introducción de la publicidad que posibilita el control de la administración
de justicia por el pueblo para evitar el abuso del sistema penal. La importancia
fundamental del principio de publicidad para un proceso penal democrático se puede
reconocer, de la mejor manera, en la ineficacia o bien perversión de este principio en los
Estados totalitarios, en los que la mayoría de las veces el opositor político es condenado
en un procedimiento secreto o en un simulacro de proceso.

Como los eventuales detentadores del poder político viven obsesionados por volver a las
perversas prácticas del Estado autoritario, el desafío permanente viene a ser diseñar un
proceso penal acorde al Estado Social y Democrático de Derecho. Para Willmán Durán 21
en el Estado de Derecho impera la ley, rige formalmente el principio de legalidad y protege
la dignidad humana. También vincula el poder estatal a los derechos fundamentales,
garantiza la división de poderes, el sometimiento de los mismos al orden constitucional y a
las leyes, tiene exigencias formales en la creación de las leyes y otros instrumentos
normativos, y reconoce la independencia de los jueces y el debido proceso.

El Tribunal Constitucional 22 ha establecido que la noción de Estado de Derecho, responde


a una determinada concepción filosófica del hombre y de la comunidad política ―el Estado
como ente racional al servicio del individuo― que se constituye en un sistema de vida en
libertad, que se configura bajo la idea de: a) separación de los poderes estatales; b)
sometimiento de todos los poderes al orden constitucional y a las leyes; c) sujeción de la
administración a la ley y control judicial; d) reconocimiento jurídico formal de una serie de
derechos, libertades y garantías fundamentales. Agrega, además, que no sólo se
caracteriza por la sujeción de los poderes públicos y los ciudadanos al ordenamiento
jurídico vigente, sino también su vinculación a un ordenamiento superior en que se
consagran y garantizan unos valores (derechos y libertades públicas) que, desde el punto

21
DURÁN RIBERA, W.R. Principios, Derechos y Garantías Constitucionales, Santa Cruz de la Sierra, Editorial El
País, 2005, p. 50.
22
SC N° 101/2004.
14
moral y político, se consideran básicos para la convivencia humana y la consecución de la
paz social.

El proceso penal tiene que encuadrarse dentro del Estado Social y Democrático de
Derecho, esto es, no puede llevarse a cabo echando por la borda los valores
constitucionales. El reconocimiento, por ejemplo, de la prueba ilícita ha revolucionado el
proceso penal. Como sostienen Díaz Cabiale y Martín Morales, 23 la prohibición de que una
prueba traída al proceso, mediante el menoscabo de un derecho fundamental, pueda
provocar efecto procesal alguno es, de hecho, el límite más expreso a la búsqueda de la
verdad material como fin del proceso penal, resultado de acentuar el carácter acusatorio
del proceso penal y convertirlo, cada vez más, en un proceso garantista y defensor de los
derechos fundamentales.

La configuración de la prueba ilícita y sus consecuencias directas e indirectas de


valoración, tienen la finalidad de que los operadores jurídicos no vulneren los derechos ni
las garantías constitucionales. Lo que ha dejado claramente establecido el legislador es
que la averiguación de un hecho delictivo no puede vulnerar la Constitución, los principios
y valores del sistema democrático. Para Elena Martínez, 24 “la verdad material no puede
obtenerse a cualquier precio, lo que supone que el derecho a utilizar los medios
pertinentes de prueba queda limitado por los propios derechos y libertades
fundamentales”.

En esta línea de razonamiento, es ilustrativa la Ley orgánica del poder judicial español (art.
11.1) al establecer que “no surtirán efecto las pruebas obtenidas, directa o indirectamente,
violentando los derechos o libertades fundamentales.” Como sostiene el Tribunal
Constitucional español, 25 la necesidad de salvaguardar los derechos, garantías y principios
fundamentales, se debe a que “son derechos subjetivos, derechos de los individuos no
sólo en cuanto derechos de los ciudadanos en sentido estricto, sino en cuanto garantizan
un status jurídico o la libertad en un ámbito de existencia...”.

Díaz Cabiale y Martín Morales 26 identifican como derechos fundamentales procesales: no


se puede obligar al imputado “a declarar contra sí mismo en materia penal o contra sus
parientes consanguíneos hasta el cuarto grado inclusive o sus afines hasta el segundo, de
acuerdo al cómputo civil.” Otro derecho fundamental procesal es que “se presume la
inocencia del encausado mientras no se pruebe su culpabilidad...”.

El Código procesal (art. 171) advierte al juez y al fiscal 27 que sólo se admitirán los
elementos lícitos de convicción. En cuanto a sus fulminantes efectos, a renglón seguido, el
artículo 172, concordante con el artículo 13, establece que “carecerán de toda eficacia
probatoria los actos que vulneren derechos y garantías consagradas en la Constitución

23
DÍAZ CABIALE J.A. y MARTÍN MORALES R. La garantía constitucional de la inadmisión de la prueba ilícitamente
obtenida, Madrid, Editorial Civitas Ediciones, 2001, p. 20.
24
MARTINEZ GARCIA, E. Eficacia de la prueba ilícita en el procesopenal, Valencia, Editorial Tirant lo Blanch, 2003, p.
18.
25
Sentencia Nº 25/1981 de 14 de julio.
26
DÍAZ CABIALE J.A. y MARTÍN MORALES R. La garantía constitucional de la inadmisión… Ob. Cit. p. 53.
27
La Ley N° 2175, de 13 de febrero de 2001 (art. 59), advierte al fiscal que “no tendrá valor la prueba obtenida
ilícitamente ni la obtenida en virtud de información originada en un procedimiento o medio ilícito.”
15
política del estado, en las convenciones y tratados internacionales vigentes, este Código y
otras leyes de la república, así como la prueba obtenida en virtud de información originada
en un procedimiento o medio ilícito.” La precisión en cuanto a los efectos viene a ser una
consecuencia de que la prueba ilícita atenta contra la dignidad de las personas, cuyo
derecho es inviolable.

Todo lo anterior no es más que una consecuencia lógica de que los derechos
fundamentales son consustanciales y fundamentadores del Estado Social y Democrático
de Derecho. El Estado de Derecho se desarrolla y enriquece en la medida en que se van
desarrollando y consolidando los derechos fundamentales. La interpretación de ambos
permite un flujo y reflujo permanente: los derechos fundamentales son interpretados a la
luz de los principios del Estado de Derecho y el Estado de Derecho se nutre de la
interpretación de los derechos fundamentales.

El Tribunal Constitucional, 28 desde un principio, ha sostenido que la defensa debe ser


interpretada siempre conforme al principio de la favorabilidad, antes que restrictivamente.
El Tribunal agrega que de lo anterior se entiende que, al extraerse este principio de la ley
fundamental del país, por la fuerza expansiva de la Constitución, se constituye en un
principio informador de todo el ordenamiento jurídico de la nación, conforme al cual nadie
puede ser sancionado o afectado en sus derechos e intereses legítimos sin el desarrollo
de un debido proceso de ley, revestido de las garantías que la Constitución y las leyes le
dispensan y, dentro de ello, posibilita el inviolable derecho a la defensa.

El Estado Social y Democrático de Derecho proclama unos valores superiores que han
sido instituidos por el constituyente como primordiales para la comunidad. En ese sentido,
son la base del ordenamiento jurídico y, a la vez, presiden su interpretación y aplicación.
El Tribunal Constitucional 29 ha establecido que los valores superiores poseen una triple
dimensión: a) fundamentadora del conjunto de disposiciones e instituciones
constitucionales así como del ordenamiento jurídico en su conjunto, al que se proyectan
normas, principios y valores, lo que determina que tengan una significación de núcleo
básico e informador de todo el sistema jurídico político; b) orientadora del orden jurídico
hacia fines predeterminados, que hacen ilegítimas las normas que persiguen fines distintos
o que obstaculicen la consecución de los valores que enuncia la Constitución; c) crítica,
pues sirve de parámetro para la valoración de conductas, posibilitando el control
jurisdiccional de las restantes normas del ordenamiento jurídico para determinar si están
conformes o infringen los valores constitucionales.

Lo evidente es que el proceso penal está regulado por la Constitución ―más que por el
Código procesal― que reconoce el debido proceso (como una garantía nuclear,
fundamental y fundamentadora) y estaría integrado, sin ser exhaustivo, básicamente por
los siguientes derechos y garantías fundamentales:

28
SC N° 1351/2003-R, de 16 de septiembre de 2003.
29
SC N° 282/2005-R, de 4 de abril.
16
a) Derecho al juez natural y prohibición de los tribunales de excepción

Una de las principales garantías del debido proceso viene a ser el derecho al juez natural o
predeterminado por ley, cuya competencia en materia penal tiene carácter absoluto, esto
es, está al margen de cualquier acuerdo de voluntades. El derecho al juez natural se
encuentra previsto en la Constitución (art.120). Los tribunales de excepción son aquellos
constituidos mediante ley especial, con posterioridad al hecho, que conocerán y juzgarán;
terminado el proceso, desaparecen. Los caracteriza la temporalidad y están totalmente
prohibidos en la actualidad.

El Código procesal (arts. 2 y 3) reglamenta ambos mandatos fundamentales estableciendo


que “nadie será juzgado por comisiones o tribunales especiales ni sometido a otros
órganos jurisdiccionales que los constituidos, conforme a la Constitución y a la ley, con
anterioridad al hecho de la causa”, y “los jueces serán imparciales e independientes,
sometidos únicamente a la Constitución, las convenciones y tratados internacionales
vigentes y a las leyes...”.

Para Gimeno Sendra, 30 el juez legal penal lo define “como el derecho fundamental que
asiste a todos los sujetos del derecho a ser juzgados por un órgano jurisdiccional creado
mediante Ley orgánica y perteneciente a la jurisdicción penal ordinaria, respetuoso con los
principios constitucionales de igualdad, independencia y sumisión a la ley y constituido con
arreglo a las normas comunes de competencia preestablecidas.”

El juez legal no sólo ha de ser formalmente creado mediante Ley orgánica, sino que ha de
quedar encuadrado dentro de la jurisdicción ordinaria y tener el monopolio o exclusividad
jurisdiccional, que, según la Constitución (art. 181). En defensa de la legalidad la
Constitución establece el art. 122.

En este orden de cosas, el Código procesal penal modelo para iberoamérica (art. 2), entre
otras cosas, establece que “nadie puede ser juzgado, condenado, penado o sometido a
una medida de seguridad y corrección sino por los tribunales designados por la ley antes
del hecho de la causa.”.

La inamovilidad del juez significa que una vez nombrado el órgano jurisdiccional, conforme
lo establece la Constitución y la ley del órgano judicial, no puede ser removido del cargo
sino en virtud de causas razonables, tasadas o limitadas, y previamente determinadas.
Esta es una garantía de la independencia, pues no existe independencia sin inamovilidad.

La garantía de sumisión al imperio de la ley consiste en el deber inexcusable que tienen


los jueces y tribunales de resolver todos los asuntos que conozcan conforme a la
Constitución.

La Constitución y el Código procesal ponen de manifiesto, con carácter general, que toda
persona tiene el derecho a ser oída y juzgada con las debidas garantías por un juez
regular predeterminado, competente, independiente e imparcial, en la substanciación de

30
GIMENO SENDRA, V. Derecho Procesal Penal, Madrid, Editorial Colex, 2005, p. 66.

17
cualquier acusación penal o disciplinaria o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal, familiar o de cualquier otro carácter.

El Tribunal Constitucional 31 reconoce que el derecho al juez predeterminado por ley exige
la concurrencia de las siguientes condiciones: 1) que el órgano judicial haya sido creado
previamente por un precepto legal; 2) el órgano judicial esté investido de jurisdicción y
competencia con anterioridad al hecho motivador del proceso judicial o disciplinario; 3) su
régimen orgánico y procesal no permita calificarlo de tribunal ad hoc o de comisión
especial; 4) la composición del órgano jurisdiccional venga determinada por la ley; y 5) en
cada caso concreto, se siga el procedimiento legalmente establecido para la designación
de los miembros que han de constituir el órgano respectivo.

El llamado juez predeterminado por la ley viene a ser la autoridad judicial que tiene
competencia determinada por el ordenamiento jurídico, con anterioridad al hecho que será
objeto del proceso, y potestad para conocer y resolver una determinada contienda jurídico-
penal. El ámbito del derecho al debido proceso 32 significa el derecho que tiene la persona
a ser juzgada por la autoridad investida por el ordenamiento jurídico, de competencia con
anterioridad al hecho motivador de la actuación o proceso judicial. Este derecho es con
relación al juzgado o tribunal, no alcanza al titular o persona que ostenta la condición de
juez o miembro del tribunal respectivo.

La principal garantía del debido proceso viene a ser el derecho al juez predeterminado o
juez natural, cuya competencia en materia penal tiene carácter absoluto. El Código
procesal (arts. 42-44) es terminante: “corresponde a la justicia penal el conocimiento
exclusivo de todos los delitos, así como la ejecución de sus resoluciones...” La
jurisdicción penal es irrenunciable e indelegable, con las excepciones establecidas en el
Código, y “la competencia penal de los jueces y tribunales es improrrogable y se rige por
las reglas respectivas de su ley orgánica y por las de este Código.” El precepto aclara que
el juez o tribunal que sea competente para conocer de un proceso penal lo será también
para decidir todas las cuestiones e incidentes que se susciten en el curso de su
tramitación, así como para dictar las resoluciones respectivas y ejecutarlas.

b) Derecho a la tutela judicial efectiva

En el actual proceso penal, regido por el principio acusatorio, la acción penal o derecho a
la tutela judicial efectiva constituye un verdadero presupuesto procesal, esto es,
imprescindible para la iniciación y sustentación del proceso. Para que se configure el
proceso penal, el fiscal o querellante tiene que promover la acción, que adquiere
importancia trascendental al cumplir una función instrumental imprescindible para la
jurisdicción. En este sentido, la acción es un derecho fundamental que asiste a todos los
sujetos de derecho, que se ejercita con la puesta en conocimiento de la autoridad
competente (fiscal o policial) de una notitiacriminis, haciendo surgir la obligación de
promover la pretensión hasta que concluya (admitiendo o rechazando) con una resolución
motivada y fundada en Derecho.

31
SC N° 74/2005-R, de 10 de octubre.
32
La SC 1693/2003-R, de 24 de noviembre
18
El Tribunal Constitucional, 33 desde un principio, se encargó de diseñar y desarrollar una
nutrida jurisprudencia sobre la garantía del debido proceso, entendido en el contexto de las
normas constitucionales aludidas; como el derecho que tiene todo encausado a ser oído y
juzgado, con las debidas garantías, por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, instituido con anterioridad al hecho y dentro de los márgenes de tiempo
establecidos por ley. A su vez, la garantía de la tutela jurisdiccional eficaz, entendida en el
sentido más amplio, dentro del contexto constitucional referido, como el derecho que tiene
toda persona de acudir ante un juez o tribunal competente e imparcial para hacer valer sus
derechos o pretensiones sin dilaciones indebidas. A su vez, de ambas garantías se deriva
el principio pro actione, que tiende a garantizar a toda persona el acceso a los recursos y
medios impugnativos, desechando todo rigorismo o formalismo excesivo que impida
obtener un pronunciamiento judicial sobre las pretensiones o agravios invocados.

A partir de este reconocimiento constitucional, la acción penal se ha configurado como un


auténtico derecho fundamental, que en la doctrina española se conoce como parte de la
tutela judicial efectiva, que debe ser salvaguardada con la obtención de una resolución
judicial, favorable o no al actor, que habrá de recaer sobre el fondo si concurren los
presupuestos procesales para ello, extendiéndose a su efectivo cumplimiento. A diferencia
de lo que ocurre con la Constitución española (art. 24), que proclama: “todas las personas
tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus
derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”, la
ley fundamental boliviana (art. 24) sólo reconoce, como derecho fundamental a formular
peticiones individual y colectivamente.

El derecho a la acción penal consiste, según Gimeno Sendra, 34 en ostentar “el libre acceso
a los órganos de la jurisdicción penal a fin de obtener de ellos una resolución motivada,
fundada en derecho, congruente con la pretensión penal y, a ser posible de fondo, en la
que bien se ocasione el archivo del procedimiento por haberse evidenciado la ausencia de
alguno de los presupuestos que condicionan la apertura del juicio oral, bien actúe el
iuspuniendi como consecuencia de haberse probado la existencia de un hecho punible y la
participación en él del acusado, o se declare la inocencia y se restablezca el derecho a su
libertad.”

Como sostiene el Tribunal Constitucional, 35 es menester señalar que si bien el desarrollo


del proceso penal constituye una exigencia a efectos de que el Estado imponga una
sanción al autor de un delito, ese proceso penal no puede ser concebido, y menos
desarrollarse sin el ejercicio de la acción penal que se constituye en un requisito de
procesabilidad, al ser considerada como la energía que anima el proceso en todo
momento; sin soslayar la máxima en sentido de que no se tiene jurisdicción sin acción ni
tampoco se tendría ésta sin aquélla; y sin ella, el proceso. En esta línea, la acción adquiere
importancia trascendental al cumplir una función de instrumento imprescindible para la
operatibidad de la jurisdicción.

33
SC N° 1044/2003-R, de 22 de julio.
34
GIMENO SENDRA, V. Derecho Procesal Penal… Ob. Cit. p. 167.
35
SC N° 712/2006-R, 21 de julio.
19
La aludida acción penal nace cuando se produce un hecho delictivo que puede ser de dos
órdenes: uno público y otro privado. El primero, es el que sufre la sociedad y, por
consiguiente, el Estado como producto del acto antisocial del hombre que viola la ley
penal; el segundo, es el que recae sobre el sujeto pasivo del delito, como resultado del
hecho ejecutado por el agente activo, daño que origina un derecho a favor de la víctima o
sus herederos para pedir la indemnización de los perjuicios causados por el delito. El
Código procesal (art. 14) concreta lo anterior cuando señala que “de la comisión de todo
delito nacen: la acción penal para la investigación del hecho, su juzgamiento y la
imposición de una pena o medida de seguridad y la acción civil para la reparación de los
daños y perjuicios emergentes.” La acción penal se materializa en un proceso que debe
realizarse con todas las garantías que consagra la Constitución y el Código procesal.

El Código procesal (arts. 14-15) clasifica la acción penal en pública y privada. La acción
penal pública será ejercida por la fiscalía en todos los delitos perseguibles de oficio, sin
perjuicio de la participación que este Código reconoce a la víctima. La norma aclara que la
acción penal pública será ejercida a instancia de parte sólo en aquellos casos previstos
expresamente en este Código. Los aludidos delitos de acción pública a instancia de parte s
encuentra previsto en el art. 19 del CPP.

Todos estos delitos exigen el cumplimiento previo de una específica actividad del particular
directamente interesado en la tutela del bien, que el supuesto delito podría haber afectado.
En estos casos, no sólo hay una limitación en cuanto a la persona que está facultada a
denunciar o querellarse con eficacia jurídico-penal, sino también la imposibilidad de
perseguir penalmente sin una previa declaración de voluntad, con valor de instancia en el
sentido legal y que emane de quien tenga título para instar. Esta modalidad constituye una
manifestación intermedia entre la perseguibilidad de oficio (pública propiamente dicha) y la
querella en los delitos de ejercicio privado o exclusivo a cargo del querellante.

En los delitos de acción penal privada, en cambio, sólo la parte ofendida puede ejercer la
acción penal a través de una querella, que se constituye en una condición de
procedibilidad para el proceso penal. En estos delitos, el Estado ha dejado la decisión al
particular de poder movilizar la actividad judicial o dejar de hacerlo, ante la presencia de un
hecho punible, por el cual se considera ofendido. El Código procesal (art. 20) establece
que los delitos de acción privada son: giro de cheque en descubierto, giro defectuoso de
cheque, desvío de clientela, corrupción de dependientes, apropiación indebida, abuso de
confianza, delitos contra el honor, destrucción de las cosas propias para defraudar,
defraudación de servicios o alimentos, alzamiento de bienes o falencia civil, despojo,
alteración de linderos, perturbación de posesión y daño simple.

El MP tiene la obligación de promover de oficio la acción penal pública tratándose de un


delito de acción pública y, en los de instancia de parte (art. 17 CPP), luego que sea
formalizada la acción; sin embargo, está prohibido de incoar y promover en los delitos de
acción privada. La actuación del MP tiene que ser conforme a la Constitución, las leyes y
las demás normas del ordenamiento jurídico vigente. Los fiscales en su investigación
tomarán en cuenta no sólo las circunstancias que permitan comprobar la acusación, sino
también las que sirvan para eximir de responsabilidad al imputado (art. 72 CPP).

20
Al establecer el ejercicio de la acción penal, el Código procesal no contempla otras
limitaciones que las estrictamente legales que están en función de la naturaleza del delito
(público o privado) y el vínculo familiar; incluso, dispone (art. 35), entre otras cosas, que
“los menores de edad o los interdictos declarados sólo podrán ejercitar la acción penal por
medio de sus representantes legales.” En el caso de las personas jurídicas, también
pueden ejercer la acción penal en las mismas condiciones que las personas físicas,
siempre y cuando cumplan los requisitos formales: acreditar la personalidad jurídica, etc.

En cuanto a la forma, aunque se permite la denuncia, incluso en algunos casos es


obligatoria, la acción penal debe formalizarse en una querella ya que, contrariamente, al
denunciarse que no es parte, “el querellante tendrá plena intervención en el proceso con la
sola presentación de la querella...” (arts. 284-290). Como el MP no monopoliza el ejercicio
la acción penal pública, la víctima también puede promoverla y buscar la tutela judicial
efectiva. La participación de la víctima es conjunta con el MP y puede haber pluralidad de
querellantes.

Las Naciones Unidas consideran "víctimas" a las personas que, individual o


colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento
emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales,
como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los
Estados miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder. La expresión "víctima"
incluye, además, en su caso, a los familiares o personas a cargo que tengan relación
inmediata con la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir
para asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimación.

El Código procesal (art. 79) recoge esta doctrina y establece que la víctima, querellante o
su representante legal podrán provocar la persecución penal o intervenir en la ya iniciada
por la fiscalía, con todos los derechos y facultades previstos en la Constitución, en este
Código y en las leyes especiales. La querella podrá interponerse hasta el momento de la
presentación de la acusación fiscal y, cuando el proceso se haya iniciado, el querellante se
someterá al estado en que se encuentre, sin retrotraer el trámite.

El Tribunal Constitucional 36 se ha encargado de aclarar que si bien uno de los derechos de


la víctima es promover la acción penal mediante la querella y ser parte en el proceso, en
una situación contraria, cuando ―como en este caso― la víctima no hubiera intervenido
en el proceso como querellante, no deja de tener otros derechos procesales, tales como:
a) el intervenir en el proceso penal; b) ser informado de los resultados de las
investigaciones y el proceso; c) ser escuchada antes de cada decisión que implique la
extinción o suspensión de la acción penal; y d) en su caso, a impugnar decisiones que
impliquen la extinción o suspensión de la acción penal; todo lo que se colige de las normas
contenidas en los arts. 11 y 77 CPP y 68 párrafo primero de la Ley 2175, de 13 de febrero
de 2001.

En la eventualidad de que la víctima no hubiera intervenido en el proceso, deberá ser


informada por el fiscal sobre sus derechos y por el juez o tribunal sobre los resultados del

36
SC N° 1850/2003-R, de fecha 12 de diciembre.
21
proceso (art. 77). El Tribunal Constitucional, 37 por su parte, ha venido reiterando que: la
víctima tiene el derecho a ser informada de la investigación, de manera que también debe
ser oída en sus pretensiones, las cuales deberán ser resueltas de acuerdo a
procedimiento, sin que pueda negársele ningún dato respecto a la investigación en
desarrollo, estando por ello las autoridades a cargo de la misma obligadas a proveer ya
sea positiva o negativamente cuanta solicitud le sea presentada por la víctima, y siempre
en términos debidamente fundamentados”.

c) Derecho a la defensa

La garantía del debido proceso sólo se puede concretar en la medida en que la parte
pasiva (el imputado) pueda hacer uso irrestricto del derecho fundamental a la defensa.
Como sostiene Gimeno Sendra, 38 el proceso penal es el único instrumento para actuar el
Derecho penal al que han de someterse tanto el Estado como el ciudadano, quien no
puede renunciar a las garantías jurisdiccionales para autoimponerse una pena sin pasar
por el proceso.

En un Estado Social y Democrático de Derecho resulta inviable un proceso penal sin juez
natural, alguien (el MP) que promueva la acción penal, y en el otro extremo el derecho a la
defensa del imputado. En cualquier ordenamiento jurídico-penal respetuoso de los
derechos y garantías, inevitablemente ha de reconocerse, a la par del derecho a la acción,
un derecho de signo contrario: el derecho del imputado a obtener la tutela efectiva por
medio de una adecuada defensa, derecho a repeler esta agresión que pone en cuestión
sus bienes jurídicos más importantes; entre ellos, su libertad. En esta línea, la defensa
opera como factor de legitimidad de la acción y posterior sanción penal.

El derecho a la defensa se traduce en una serie de derechos instrumentales de rango


constitucional, como el derecho a conocer el contenido de la denuncia o querella, a ser
asistido por un defensor, a guardar silencio, a ser oído antes de ser juzgado, a
contrainterrogar a los testigos de cargo, a la utilización de los medios de prueba
pertinentes, a no declarar contra sí mismo y a un juicio justo con todas las garantías
fundamentales.

El derecho a la defensa se ejerce a lo largo de todo el proceso penal y de todas sus fases.
El Código procesal (art. 5) establece que el imputado podrá ejercer todos los derechos y
garantías que la Constitución, las Convenciones y los Tratados internacionales vigentes y
este Código le reconozcan, desde el primer acto del proceso hasta su finalización. En este
sentido, ningún derecho es más natural y sagrado que el de la defensa, y así se encuentra
reconocido no sólo en los Códigos procesales, sino también en las constituciones,
declaraciones y convenios sobre derechos y libertades humanas.

En esta permanente evolución, se habla del derecho a la defensa en sus dos formas:
material y técnica. El Código procesal (arts.8-9) las reglamenta.

37
SC Nº 797/2002, de 8 de julio.
38
GIMENO SENDRA, V. Derecho Procesal… Ob. Cit. p. 205.
22
C) ESTRUCTURA DEL PROCESO PENAL (SEGÚN LA DOCTRINA ACADÉMICA).

A diferencia de lo que ocurre en los otros procesos de declaración en los que con la
demanda ponen en marcha un proceso y se desarrollan actos alegatorios y probatorios
que dan lugar, de forma inmediata, a la sentencia judicial que declara existente o
inexistente el derecho ejercitado por el actor, o derecho a la tutela efectiva, en el proceso
penal lo que se busca es el derecho de imponer sanciones, que es, claramente, un
derecho público que sólo corresponde al Estado, como titular del ius puniendi.

En materia penal, los que inician el proceso, mediante la denuncia o querella, no son
titulares del derecho de imponer sanciones, sino de ejercer el derecho de acusar a
determinadas personas de la comisión de hechos que revisten carácter de delito. Cortés
Domínguez 1 sostiene que “la coexistencia de estos dos derechos, el de penar y el de
acusar, y la distinta titularidad de ellos ha determinado, una vez superada la filosofía que
imponía el proceso inquisitivo, una estructura del proceso penal que es típica y exclusiva
de este orden jurisdiccional, y que depende directamente de la vigencia en el mismo del
principio acusatorio”.

La vigencia de este principio impide juzgar a nadie sin que previamente exista acusación, y
al órgano jurisdiccional juzgar sobre hechos y a personas distintas de las acusadas o
condenar por hechos distintos de los que han sido acusadas. La combinación de estos dos
derechos y el reconocimiento del principio acusatorio, impone una estructura del proceso
penal, que está dividida, de acuerdo con el Código procesal penal, en: etapa preparatoria
del juicio, juicio oral y público, recursos y ejecución penal.

C.1.- LA ETAPA PREPARATORIA DEL JUICIO

Mientras en el viejo procedimiento penal (art. 120) esta etapa se denominaba instrucción y
eran “actuaciones públicas de carácter jurisdiccional encaminadas a investigar la verdad
acerca de los extremos de la imputación penal, asegurar la presencia del imputado y su
responsabilidad civil, con el fin de ingresar al proceso o determinar el sobreseimiento” y
estaba a cargo del juez instructor, en el Código procesal “la etapa preparatoria tendrá por
finalidad la preparación del juicio oral y público, mediante la recolección de todos los
elementos que permitan fundar la acusación del fiscal o del querellante y la defensa del
imputado...” y está a cargo del fiscal (art. 277).

Aun cuando la finalidad y el objeto de esta primera fase es la misma, esto es, persigue
determinar si se han producido unos hechos, realizados por personas concretas que sean
merecedoras de un enjuiciamiento penal, la gran diferencia en el Código procesal es que
la etapa preparatoria del juicio o instrucción ha sido traspasada al fiscal, que ahora tiene la
mayoría de las atribuciones de las que tenían los otrora jueces instructores.

1 CORTES DOMINGUEZ, Valentín; GIMENO SENDRA, Vicente; MORENO CATENA, Víctor: Derecho Procesal
Penal, Madrid, 1996, p. 250.

23
La etapa preparatoria del juicio no sólo es para la “recolección de todos los elementos que
permitan fundar la acusación del fiscal o del querellante y la defensa del imputado”, sino
también, como definía el viejo procedimiento, “asegurar la presencia del imputado y su
responsabilidad civil, con el fin de ingresar al proceso o determinar el sobreseimiento”; es
decir, se realizan actos que suponen restricción de los derechos de las personas y que
tienden a asegurar los actos procesales, como la detención preventiva, la imposición de
medidas cautelares, etc., que buscan garantizar el derecho de acusar y, posteriormente,
cuando corresponda, el cumplimiento de sanciones penales.

Una vez concluido el plazo de la etapa preparatoria, el Ministerio Público podrá dictar
requerimiento conclusivo previsto en el art. 323 del CPP, que puede ser: presentar
acusación, requerir al juez salidas alternativas al proceso o dictar sobreseimiento.

Presentado el requerimiento conclusivo de acusación, la o el Juez Instructor dentro del


plazo de veinticuatro (24) horas, previo sorteo, remitirá los antecedentes a la o el Juez o
Tribunal de Sentencia, bajo responsabilidad.

Si el Ministerio Público decidió acusar, entonces pasamos a la siguiente etapa procesal,


esto es: el juicio oral.

C.3.-EL JUICIO ORAL Y PÚBLICO

Lo que en el viejo modelo se conoció como plenario o fase esencial del proceso, ahora se
conoce como la fase del juicio oral y público que se realizará sobre la base de la
acusación; en forma contradictoria, oral, pública y continua, para la comprobación del
delito y la responsabilidad del imputado, con plenitud de jurisdicción. En el juicio oral se
enjuicia la conducta del imputado, para condenarlo o absolverlo en la sentencia que pone
fin al proceso. Esta fase ha sido concebida con predominancia oral y se concentra en una
audiencia, que puede tener varias sesiones, y se desarrolla bajo los principios de
publicidad, contradicción, igualdad, aportación de pruebas y de acusación.

Cortés Domínguez 2 sostiene que el órgano jurisdiccional “no puede enjuiciar otros hechos
que los acusados y siempre que sean acusados; incluso, no puede calificar esos hechos,
al objeto de enjuiciarlos e imponer penas, de manera distinta a como lo hayan hecho las
partes acusadoras...” Esto se conoce como el principio de congruencia, que el Código
procesal (art. 362) lo recoge al disponer que “el imputado no podrá ser condenado por un
hecho distinto al atribuido en la acusación o su ampliación”.

Características del juicio oral y público

Entre las normas generales del juicio, el legislador ha definido el principio de la


inmediación (art. 330), que consiste en que “el juicio se realizará con la presencia
ininterrumpida de los jueces y de todas las partes...”; y que el juicio será oral y sólo podrán

2 CORTES DOMINGUEZ, Valentín; GIMENO SENDRA, Vicente; MORENO CATENA, Víctor: Derecho Procesal
Penal, Madrid, 1996, p. 266.

24
incorporarse por su lectura las pruebas recibidas con anticipación, los dictámenes
periciales, los documentos, informes y actas de registro o inspección, etc. Como una
forma de garantizar la oralidad, el Código procesal (art. 332) establece que “las
resoluciones del tribunal durante la audiencia se dictarán verbalmente...”, y “todo otro
elemento de prueba que se incorpore al juicio por su lectura, no tendrá ningún valor”.

Otra de sus características es la continuidad (art. 334): “iniciado el juicio se realizará sin
interrupción todos los días hábiles hasta que se dicte sentencia, y sólo podrá suspenderse
por un tiempo no mayor de diez días calendario, en los casos previstos en este Código”; y
“la audiencia se realizará sin interrupción todas las horas hábiles del día...” Como una
excepción, el art. 335 reglamenta los casos cuando el juicio se puede suspender, y son: 1)
la incomparecencia de testigos, peritos o intérpretes; 2) que algún juez u otro sujeto
procesal tenga un impedimento físico; y 3) que el fiscal o el querellante requieran ampliar
la acusación.

El Código procesal autoriza, sin embargo, que las personas que no puedan concurrir a la
audiencia por un impedimento insalvable, sean interrogadas en el lugar donde se
encuentren. Además, el presidente del tribunal podrá: 1) adoptar las providencias que sean
necesarias para mantener el orden de la audiencia, imponiendo medidas disciplinarias a
las partes y a personas ajenas al proceso; y 2) requerir el auxilio de la fuerza pública para
el cumplimiento de sus decisiones, y suspender el debate cuando no sea posible
restablecer el orden alterado o se produzca un incidente que impida su continuación (art.
339).

C.4.- LOS RECURSOS EN EL PROCESO PENAL

Los recursos, en el proceso penal, no difieren de manera sobresaliente del viejo


procedimiento ni de lo que conocemos en el proceso civil. El legislador, en líneas
generales, no sólo ha mantenido y mejorado los medios de impugnación, sino que ha
incorporado, por ejemplo, el recurso de reposición, y ampliado las posibilidades de la
apelación incidental, que mantienen el mismo procedimiento; esto es, se interpone dentro
de los tres días, se concede en efecto devolutivo y no tiene recurso posterior.

En lugar de la tradicional apelación de sentencia, el legislador ha incorporado la


impugnación restringida, que será interpuesta por inobservancia o errónea aplicación de la
ley dentro del plazo de quince días de notificada con la resolución; lapso abismalmente
diferente a los tres días que había en el anterior procedimiento. Los quince días
concedidos para esta apelación, contrastan con la agilidad y prontitud que pregona el
legislador.

Cabe precisar que en los anteriores proyectos no existía o, por lo menos, había la
intención de eliminar el recurso de apelación de sentencia y conceder únicamente el
recurso de casación para las resoluciones del tribunal mixto. Los proyectistas alegaban, en
favor de esta eliminación, la necesidad de preservar el principio de la inmediación, es
decir, que el tribunal superior, al conocer y resolver el recurso, podría hacer una valoración
probatoria adversa a la del tribunal inferior y, con ello, rompía el carácter un tanto soberano
del jurado y de sus decisiones.

25
Las mayores novedades están en el recurso de casación, que ahora se establece para
impugnar autos de vista, dictados por las cortes superiores de justicia, que sean contrarios
a otros precedentes pronunciados por otras cortes o por la sala penal del Tribunal
Supremo de Justicia. A diferencia de lo que ocurría en el viejo sistema, ahora la
jurisprudencia es vinculante y obligatoria para los jueces y, por tanto, se constituye en una
fuente del Derecho Procesal Penal.

En cuanto a los plazos, el legislador ha invertido el tiempo: quince días para apelar una
sentencia, y sólo cinco para interponer el recurso de casación. Sin embargo, introduce el
principio “reformatio in peius”, al disponer (art. 400) que “cuando la resolución sólo haya
sido impugnada por el imputado o su defensor, no podrá ser modificada en su perjuicio...”

C. 5.- LA FASE DE LA EJECUCION PENAL

El mandato constitucional (art. 116.III) de juzgar y de ejecutar lo juzgado es plenamente


aplicable al proceso penal que termina con sentencia absolutoria o condenatoria, que, en
todo caso, necesita de ejecución. En el proceso penal no caben las sentencias meramente
declarativas ni constitutivas, como en materia civil, por lo que ejecutar lo juzgado
constituye una necesidad.

A diferencia de otros ordenamientos jurídicos, 3 el Código procesal (art. 428) dispone que
“las sentencias condenatorias serán ejecutadas por el juez de ejecución penal, quien
tendrá competencia para resolver todas las cuestiones o incidentes que se susciten
durante la ejecución”. El proyecto de ley de ejecución penal también recogía este mandato
y ambos instrumentos se encargaban de establecer que “el condenado, durante le
ejecución de la condena, tendrá los derechos y garantías que le otorgan la Constitución,
las convenciones y tratados internacionales vigentes y las leyes (art. 429).

La ejecución de la condena tiene varias particularidades. Cortés Domínguez 4 sostiene que


“las partes querellantes o acusadoras no tendrán ninguna intervención en la ejecución,
pues de ellas no es el derecho que se ejecuta; tampoco lo tendrá el ejecutado, quien no
puede, al contrario de lo que ocurre en el proceso civil, por ejemplo, satisfacer el derecho
que se ejecuta; el condenado no es sujeto de la ejecución es objeto, pues es quien se ve
limitado en el derecho fundamental de la libertad”.

Como el derecho de imponer penas es monopolio del Estado, el juez de ejecución penal
asume todos los poderes existentes en el proceso de ejecución, quedando las partes
sometidas prácticamente a ser meras espectadoras de la actividad judicial.

D) LA ESTRUCTURA DEL PROCESO PENAL SEGÚN LA DOCTRINA


CONSTITUCIONAL.

3 En el sistema español, la ejecución penal corresponde al juez o tribunal que haya dictado la sentencia, según el art.
985 LECrim.
4 CORTES DOMINGUEZ, Valentín; GIMENO SENDRA, Vicente; MORENO CATENA, Víctor: Derecho Procesal
Penal, Madrid, 1996, p. 272.

26
La ley N° 586 de 30 de octubre de 2014 (Ley de descongestionamiento y efectivización del
sistema procesal penal) eliminó la etapa intermedia y por ende modificó la estructura del
proceso penal concerniente a un sistema acusatorio garantista. Leer las Sentencias
Constitucionales N° 1036/2002-R, 220/2013-L y 1755/2012 (dicha jurisprudencia se
encuentra en la plataforma).

EJERCICIOS (Por subir a Tarea en plataforma virtual)

1. ¿Qué es el Ius Puniendi y quien lo detenta?


2. ¿Qué diferencia encuentra entre el conflicto civil y el conflicto penal?
3. ¿La aplicación de la ley penal por qué principios básicos se rigen? y explique cada uno
de ellos.
4. ¿Qué es el proceso y qué es el procedimiento?. Mencione también sus diferencias.
5. Cómo se encuentra estructurado el proceso penal.
6. Haga un resumen y explique los fundamentos jurídicos del Tribunal Constitucional
Plurinacional sobre la Etapa Intermedia previstas en las Sentencias Constitucionales Nº
220/2013-L y 1755/2012.
7. Cuál es su opinión: ¿La etapa intermedia debió haber mantenido su vigencia o está bien
que sea desechada de la estructura del proceso penal?. Explique ampliamente su
respuesta.
8. Resuma todo el tema de la tutoría 1 en un mapa conceptual.

BIBLIOGRAFÍA

Herrera Añez, William, Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, Ed. Kipus,
Cochabamba, 2d. Edición, 2015, Cap. 1. (es decir de la página 35 al 53).

5. RECURSOS DE INFORMACIÓN COMPLEMENTARIOS


Para complementar y profundizar su aprendizaje en esta tutoría (unidad), se le sugiere pueda
consultar la jurisprudencia que se encuentra en la plataforma NUR Virtual de la materia y hacer
búsqueda de jurisprudencias en los siguientes recursos de información:

1. Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia: http://www.tcpbolivia.bo/


2. Tribunal Supremo de Justicia: http://tsj.bo/
3. Código de Procedimiento Penal concordado y comentado:

http://www.procedimientopenal.com.bo/

27
TUTORIA 2

1. CONTENIDO DE LA TUTORÍA

FUNDAMENTOS TEÓRICOS SOBRE JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA;


TRIBUNALES COMPETENTES E INTEGRACIÓN DE TRIBUNALES DE SENTENCIA;
SOBRE SUJETOS PROCESALES Y ESPECIAL MENCIÓN SOBRE LAS PARTES
PROCESALES; Tribunales competentes e Integración de Tribunales de Sentencia;
sobre sujetos procesales y especial mención sobre las partes procesales

2. CAPACIDAD (ES) A DESARROLLAR

Capacidad de identificar, realizar, esquematizar y analizar críticamente la jurisdicción y


competencia del órgano judicial, la estructura organizacional de los distintos juzgados y
tribunales penales además de las partes que intervienen dentro de un proceso penal.

3. ACTIVIDADES PREVIAS A LA TUTORÍA

28
Usted debe realizar las siguientes actividades previas antes del encuentro de la tutoría:

1. Aportar en la Wiki de la materia en lo que respecta a la palabra o las palabras


que aparecerá en esta semana que deberán los estudiantes explicar y
desarrollar ampliamente.
2. Aportar su opinión en plataforma virtual en el Foro de la Tutoría 2
3. Responder a los ejercicios que se encuentran al final del texto de lectura y
subirlos a tarea 2 en la plataforma virtual
4. Resuma todo el tema de la tutoría 2 en un mapa conceptual.

4. DESARROLLO

JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA.

1.- FUNDAMENTO Y CRITERIOS DE DETERMINACIÓN.- La potestad jurisdiccional consiste


según definición constitucional en juzgar y hacer ejecutar lo juzgado y se atribuye de forma
exclusiva a los juzgados y Tribunales que la detentan en toda su plenitud, bajo el principio de
unidad jurisdiccional.
La Jurisdicción es la potestad que tiene el Estado de administrar Justicia por medio de los
órganos del Poder Judicial de acuerdo con la Constitución Política del Estado y las Leyes.
 JURISDICCIÓN.- (Art. 42 CPP.) Corresponde a la justicia penal el conocimiento exclusivo de
todos los delitos, así como la ejecución de sus resoluciones, según lo establecido en el Código
de Procedimiento Penal(CPP).
La Jurisdicción Penal es irrenunciable e indelegable con las excepciones establecidas en
el Código de Procedimiento Penal.

 EL ORDEN JURISDICCIONAL PENAL Y SUS TRIBUNALES.- El conjunto de tribunales se


manifiesta en dos vertientes; la instauración de distintos tipos de tribunales (desde los juzgados
de instrucción hasta el Tribunal Supremo de Justicia, ex corte suprema de justicia), y el
establecimiento de varios tribunales del mismo tipo (juzgados de instrucción y de partido). Entre
los distintos tipos de tribunales o primera vertiente, el legislador boliviano establece tres órdenes
jurisdiccionales con órganos propios: civil, penal, social y administrativo.
 ORGANOS.- Son órganos jurisdiccionales penales:
• El Tribunal Supremo de Justicia.
• Los Tribunales Departamentales.

29
• Los Tribunales de Sentencia que admitirán división de su competencia por razón de
la materia, en sustancias controladas, económicas, administrativas y otras, de
acuerdo con las leyes orgánicas:
• Los Jueces de Sentencia que admitirán división de su competencia por razón de la
materia, en sustancias controladas económicas, administrativas y otras de acuerdo
con las leyes orgánicas:
• Los Jueces de Instrucción y
• Los Jueces de ejecución Penal.
 COMPETENCIA CARÁCTER Y EXTENSION.- (Art. 44 CPP) La competencia penal de los
jueces y Tribunales es improrrogable y se rige por las reglas respectivas de su Ley Orgánica y
por las de este Código (NCPP.)
La competencia territorial de un juez o tribunal de sentencia no podrá ser objetada ni modificada
una vez señalada la audiencia del juicio.
El juez o tribunal que sea competente para conocer de un proceso penal, lo será también para
decidir todas las cuestiones e incidentes que se susciten en el curso de su tramitación, así como
para dictar las resoluciones respectivas y ejecutarlas.

La competencia, entonces, sería la medida de la jurisdicción o, como sostiene Moreno Catena, 3


“el conjunto de procesos en que un tribunal puede ejercer, conforme a la ley, su jurisdicción o,
desde otra perspectiva, la determinación del tribunal que viene obligado, con exclusión de
cualquier otro, a ejercer la potestad jurisdiccional en un concreto asunto”.

La jurisdicción, como la competencia, constituye los primeros presupuestos del proceso penal,
que viene a ser el instrumento necesario a seguir y al que ha de someterse el Estado para
actuar el ius puniendi, y el imputado para hacer prevalecer sus derechos fundamentales.

 INDIVISIBILIDAD DE JUZGAMIENTO.- (Art.45) Por un mismo hecho no se podrá seguir


diferentes procesos aunque los imputados sean distintos, salvo las excepciones previstas en
este código.
 INCOMPETENCIA.- (Art.46) La incompetencia por razón de materia será declarada, aún de
oficio, en cualquier estado del proceso. Cuando se la declare se la remitirán las actuaciones al
juez o al tribunal competente y cuando corresponda, se pondrán los detenidos a su disposición.
La inobservancia de las reglas de la competencia por razón de materia producirá la nulidad de
los actos.
 CONVALIDACION.- (Art.47) No serán nulas las actuaciones de un juez con competencia
para conocer hechos más graves que haya actuado en una causa de menor gravedad.

3
MORENO CATENA, Víctor; GIMENO SENDRA, Vicente y CORTES DOMINGUEZ, Valentín: Derecho Procesal
Penal, Madrid, 1996, p. 114.

30
En caso de concurso de delitos y de conexión de procesos de competencia concurrente de los
tribunales y jueces de sentencia, corresponderá el conocimiento de todos los hechos a los
tribunales de sentencia.
 JURISDICCION ORDINARIA Y ESPECIAL.- (Art. 48).- En caso de duda sobre la jurisdicción
aplicable, por razones de concurrencia o conexitud entre la jurisdicción especial y la ordinaria,
corresponderá el conocimiento de los delitos a la ordinaria.
En ningún caso los civiles serán sometidos a la jurisdicción militar.
1.1.- REGLAS DE COMPETENCIA TERRITORIAL.- (Art. 49) Serán competentes:
• El juez del lugar de la comisión del delito. El delito se considera cometido en el lugar donde se
manifiesta la conducta o se produzca el resultado;
• El juez de la residencia del imputado o del lugar en que este sea habido,
• El juez del lugar donde se descubran las pruebas materiales del hecho;
• Cuando el delito cometido en territorio extranjero haya producido sus efectos en territorio
boliviano, conocerá el juez del lugar donde se haya producido los efectos o el que hubiera
prevenido.
• En caso de tentativa, será el del lugar donde se realizó el comienzo de la ejecución o donde
debía producirse el resultado; y
• Cuando concurran dos o más jueces igualmente competentes conocerá el que primero haya
prevenido.
Los actos del juez incompetente por razón del territorio mantendrán validez, sin perjuicio de las
modificaciones que pueda realizar el juez competente.

2.-TRIBUNALES COMPETENTES.-

2.1 TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA (Hoy, se denomina Tribunal Supremo de Justicia).-


(Art. 50 CPP.).- Es competente para conocer la substanciación y resolución de:
1.- Los Recursos de casación
2.- Los Recursos de revisión de sentencia condenatoria ejecutoriada; y
3.- Las solicitudes de extradición.
2.2 TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE JUSTICIA.-(Art 51 CPP.) son competentes para
conocer:
• La substanciación y Resolución del recurso de apelación incidental, según las reglas
establecidas en este Código.
• La Substanciación y Resolución del Recurso de apelación restringida interpuesto contra las
sentencias, en los casos previstos en este código.

31
• Las excusas o recusaciones contra los jueces unipersonales de primera instancia y de los jueces
de ejecución penal, y,
• Los conflictos de competencia.

2.3.- Artículo 52 del CPP. (TRIBUNALES DE SENTENCIA).

I.- Los Tribunales de Sentencia, estarán integrados por tres (3) Jueces técnicos, quienes serán
competentes para conocer la sustanciación y resolución del juicio en todos los delitos de acción
pública, con las excepciones señaladas en el Artículo 53 del presente Código.

II. La Presidencia del Tribunal se ejercerá de forma alternada, la primera vez por sorteo y
posteriormente por turno”.

2.4 JUECES DE SENTENCIA.- (LEER Art. 53 CPP.).-


2.5 JUECES DE INSTRUCCIÓN.- (LEER Art. 54 CPP.)
2.6 JUECES DE EJECUCION PENAL.- (Art. 55 NCPP.).- Los jueces de ejecución penal,
además de las atribuciones contenidas en la Ley de Organización Judicial y en la Ley de
Ejecución de Penas y Sistema Penitenciario, tendrán a su cargo:
 El control de la e je cución de la s s e nte ncia s y de la s condicione s im pue s ta s e n la s us pe ns ión
condicional del proceso, del control de la suspensión condicional de la pena y del control del
respeto de los derechos de los condenados;
 La S ubs tanciación y resolución de la libertad condicional y de todos los incidentes que se
produjeran durante la etapa de ejecución, y,
 La Re vis ión de toda s la s s a ncione s im pue s ta s dura nte la e je cución de la conde na que
inequívocamente resultan contrarias a las finalidades de enmienda y readaptación de los
condenados.
2.7 SECRETARIOS.- (Art.56 CPP.) El Juez o Tribunal será asistido en el cumplimiento de sus
actos, por el secretario.
A los secretarios les corresponderá como función propia además de las expresamente
señaladas en este Código, ordenar las notificaciones, disponer la custodia de objetos
probatorios secuestrados, disponer la custodia de objetos probatorios secuestrados, llevar al día
los registros y estadísticas, dirigir al personal auxiliar, informar a las partes y colaborar en todos
los trabajos que el juez o el tribunal les ordenen.

COMPETENCIA

1.- CUESTIONES DE COMPETENCIA Las cuestiones de competencia tienen lugar cuando dos
órganos jurisdiccionales del mismo tipo pretenden conocer un mismo asunto o rehúsan el
conocimiento por entender ambos que no son competentes.

32
En el primer caso, nos encontramos ante una cuestión de competencia positiva y, en el
segundo, ante una cuestión de competencia negativa. Tomando en cuenta la necesidad del
esclarecimiento del delito, y evitar con ello la impunidad de su autor, la Ley dispone que “los
actos del juez incompetente por razón del territorio mantendrían validez, sin perjuicio de las
modificaciones que pueda realizar el juez competente, con lo cual, además, se trata de
precautelar las diligencias consumadas.
El Código de Procedimiento Penal en su Art. 310, nos hace referencia a la incompetencia;
Esta excepción podrá promover ante el juez o tribunal que se considere competente, o ante el
juez o tribunal que se considere incompetente y que conoce el proceso. En el último caso
deberá resolverse antes que cualquier otra excepción. Se aplicarán las disposiciones procesales
civiles relativas a la inhibitoria y declinatoria.
 LA INHIBITORIA.- La inhibitoria se intentará ante el juez o tribunal a quien se considerase
competente pidiéndole dirija oficio al que se estimase incompetente para que se inhiba y le
remita el proceso.
En el supuesto, por ejemplo, que el hecho hubiera ocurrido en una provincia y el juicio se
realizara en la capital, el juez provincial tendría que dirigirse al de la capital, pidiéndole se inhiba
y le remita el proceso; a su vez, el juez requerido tiene el plazo de 48 horas para aceptar o negar
la inhibitoria. En el caso de negativa, se produce un conflicto de competencia que debe ser
resuelto por la Corte Superior del Distrito, sin recurso ulterior.
 LA DECLINATORIA.- La declinatoria se propondrá ante el juez o tribunal a quien se
considerase incompetente, pidiéndole que se separe del conocimiento de la causa y remita el
proceso al tenido por competente. En el ejemplo anterior, tendría que pedírsele al juez de la
provincia que decline de competencia a favor del juez de la capital o habría que interponer una
excepción (ver Art. 304.4 y 310 NCPP.)de incompetencia, que podrá promoverse ante el juez o
tribunal que se considere competente, o ante el juez o tribunal que se considere incompetente y
que conoce el proceso.
En el CPP, en su Art. 311 establece que si dos o más jueces o tribunales se declaran
simultánea y contradictoriamente competentes o incompetentes, el conflicto será resuelto por la
Corte Superior del Distrito Judicial del juez o tribunal que haya prevenido. El conflicto de
competencia entre Cortes Superiores de Justicia será resuelto por la Corte Suprema de Justicia.
Recibidas las actuaciones el tribunal competente para dirimir el conflicto lo resolverá dentro de
los tres días siguientes. Si se requiere la producción de prueba, se convocará a una audiencia
oral dentro de los cinco días y el tribunal resolverá el conflicto en el mismo acto.
La resolución que dirima en conflicto de competencia no admite recurso ulterior.
2.- LA COMPETENCIA POR CONEXITUD La competencia por conexión es una excepción a la
regla general que establece que para la averiguación y enjuiciamiento de cada hecho delictivo
debe abrirse un procedimiento penal independiente. La condición sine que non, para que
proceda la conexión, es que haya elementos comunes en relación con los imputados o los
hechos delictivos.
El Código Procesal en su Art. 67 establece las condiciones para que haya lugar a la conexión de
procesos y son:
2.1.- CASOS DE CONEXITUD.- (Art. 67 CPP.)

33
 S i los he chos im puta dos ha n s ido com e tidos s im ultá ne a m e nte por va ria s pe rs ona s re unida s ,
o por varias personas en distintos lugares o tiempos, cuando hubiera mediado acuerdo entre
ellas;
 Cua ndo los he chos im puta dos s e a n com e tidos pa ra proporciona rs e los m e dios de com e te r
otros, o para facilitar la ejecución de Estos o asegurar su impunidad; y,
 Cua ndo los hechos imputados hayan sido cometidos recíprocamente.
 a pa rta do prim e ro de l pre ce pto re coge la cone xitud s ubje tiva , e s de cir, lo que de te rm ina la
acumulación es que los imputados hubieran acordado la comisión de los hechos en forma
simultánea y por varias personas reunidas, incluso en distintos lugares o tiempos. Los otros dos
casos están en función de los hechos y recogen la conexitud objetiva.
En el supuesto de que haya lugar a la conexitud, el Art. 68 establece la competencia del juez o
tribunal que tenga que conocer y resolver cada caso.
3.- EFECTOS.- (Art.68 CPP.)- En los casos de conexitud, las causas se acumularán y serán
conocidas por un solo juez o tribunal. Será competente:
 El jue z o tribuna l que conozca de l de lito s a nciona do con pe na mas grave.
 En ca s o de igua l gra ve da d, a que l que conozca la cus a cuya fe cha de inicia ción s e a m á s
antigua;
 En ca s o de que los he chos s e a n s im ultá ne os , o no cons te de bida m e nte cua l s e com e tió
primero o, en caso de duda, el que haya prevenido; y,
 En caso de conflicto, será Tribunal competente aquel que determine la Corte Superior de
Justicia.
Excepcionalmente, el juez competente podrá disponer la tramitación separada según convenga
a la naturaleza de las causas, para evitar el retardo procesal o facilitar el ejercicio de la defensa.
Los procesos por delitos de acción privada no podrán acumularse a procesos por delitos de
acción pública.
4.- CAUSALES DE EXCUSA Y RECUSACION.- Las causales de excusa y recusación, son
también motivos legales para decidir la competencia del juzgador.
Las causales de excusa y recusación de los jueces están establecidas en 12 numerales en el
Art. 316 del CPP. Sin embargo, éstas se encuentran derogadas en virtud a la promulgación de la
Ley del Órgano Judicial (Ley N° 025), por ende las causales de excusa y recusación vigente son
las previstas en el art. 27 de la Ley N° 025 de 24 de junio de 2010.
Las excusas y recusaciones buscan garantizar la imparcialidad del juez o tribunal, que es la
base de la administración de justicia. La excusa es el motivo legal que tiene el juez para
apartarse del conocimiento de una acción penal de oficio o a petición de parte.

ORGANOS DE INVESTIGACION
1.- FUNCION DE POLICIA JUDICIAL.- (Art. 69 CPP.).- La Policía Judicial es una función de
servicio público para la investigación de los delitos.

34
La investigación de los delitos se halla a cargo del Ministerio Público, de la Policía Nacional y del
Instituto de Investigaciones Forenses, de conformidad con lo previsto por la Constitución Política
del Estado, las Leyes y con los alcances establecidos en este código.
La Policía Nacional, en ejercicio de funciones de Policía Judicial y el Instituto de Investigaciones
Forenses participa en la investigación de los delitos bajo la dirección del Ministerio Público.
Las diligencias de policía judicial en materia de sustancias controladas serán procesados por la
Fuerza Especial de Lucha contra e Narcotráfico bajo la Dirección del Fiscal de Sustancias
Controladas.
2.- MINISTERIO PÚBLICO.-

2.1 CONCEPTO Y FINALIDAD.- El ministerio público, según la Constitución boliviana (Art. 225),
defenderá la legalidad y los intereses generales de la sociedad, y ejercerá la acción penal
pública. El Ministerio Público tiene autonomía funcional, administrativa y financiera. El Ministerio
Público ejercerá sus funciones de acuerdo con los principios de legalidad, oportunidad,
objetividad, responsabilidad, autonomía, unidad y jerarquía.
El Ministerio Público (Art. 2, Ley 260) es una institución constitucional, que representa ala
sociedad ante los órganos jurisdiccionales, que representa a la sociedad ante los órganos
jurisdiccionales para velar por el respeto de los derechos y las garantías constitucionales.
La actuación del ministerio público tiene que ser conforme a la Constitución, las leyes y las
demás normas del ordenamiento jurídico vigente. Los fiscales en su investigación tomarán en
cuenta no sólo las circunstancias que permitan comprobar la acusación, sino también las que
sirven para eximir de responsabilidad al imputado (Art. 72 CPP).
 FUNCIONES DEL MINISTERIO PUBLICO.- (Art.70 CPP).-Corresponderá al Ministerio
Público dirigir la investigación de los delitos y promover la acción penal pública que órganos
jurisdiccionales. Con este propósito realizará todos los actos necesarios para preparar la
acusación y participar en el proceso, conforme a las disposiciones previstas en el C.P.P. y en su
Ley Orgánica.
Igualmente deberá actuar ante los jueces de Ejecución Penal, en todo lo relacionado con el
cumplimiento de la pena.
 DIFERENCIAS BASICAS ENTRE EL MINISTERIO PÚBLICO Y EL ORGANO
JURISDICCIONAL.- Tomando en cuenta que el nacimiento y desarrollo del ministerio público
siempre estuvo entre el órgano ejecutivo y judicial, mencionamos algunas diferencias básicas:
• El Ministerio Público promueve acciones públicas, siempre y cuando sean delitos de
acción pública y la diferencia es: Que, no puede promover en delitos de acción privada,
acciones que solamente conocen los jueces.
• El Ministerio Público no forma parte del poder judicial, pues queda fuera de la estricta
garantía de la exclusividad que la Constitución y la Ley otorga a los órganos
jurisdiccionales en la solución de los conflictos y en la aplicación del Derecho. El Fiscal
no puede llevar a cabo actuaciones jurisdiccionales (juzgar y hacer ejecutar lo juzgado) ni
podrá realizar actos de prueba en sentido propio ni limitar el libre ejercicio de los
derechos fundamentales, que está reservado al poder judicial.

35
 PRINCIPIOS RECTORES DEL MINISTERIO PUBLICO.- Los principios que rigen la
actuación del ministerio público son:
• La actuación del ministerio público se rige por los principios de objetividad y probidad, esto
tiene que ser conforme a la Constitución, la Leyes y demás normas del ordenamiento jurídico
vigente.
• En el ejercicio de la acción penal, el ministerio público actuará con plena imparcialidad y goza
de autonomía funcional suficiente para hacer valer en el proceso el principio de objetividad,
pudiendo incluso retirar la acusación cuando estuviese convencido de la inocencia del imputado,
en realidad el trabajo del ministerio público es buscar el castigo para el culpable o la absolución
para el inocente.
 PARTICIPACION DEL MINISTERIO PÚBLICO EN LOS PROCESOS PENALES.- El
Ministerio Público tiene una decisiva intervención en el proceso penal, ya que se constituye en
actor principal en defensa de la legalidad, los derechos de los ciudadanos y el interés público
tutelado por la Ley. Como ser:
• Recibe denuncias y querella y al procesaras ordenará a la policía que realice la
investigación.
• Practica u ordena las diligencias que estime pertinentes para el esclarecimiento
de los hechos.
• Podrá instar la práctica de las diligencias y la adopción de las medidas que
considere necesarias para una buena investigación.
• Tiene a su cargo la etapa preparatoria, que con los resultados puede o no imputar
el delito atribuido.
• Ejerce la acción penal conjuntamente con la acción civil cuando se trata de delitos
que afecten el patrimonio del Estado.
• ILEGALIDAD DE LA PRUEBA.- (Art. 71 CPP.).- Los fiscales no podrán utilizar
en contra de la imputada prueba obtenida en violación a la constitución Política del
Estado, Convenciones y Tratados Internacionales vigentes y las Leyes.
• OBJETIVIDAD.- (Art. 72 CPP.).- Los fiscales velarán por el cumplimiento efectivo
de las garantías que reconocen la Constitución Política del Estado, las Convenciones y
Tratados Internacionales vigentes y las Leyes. En su investigación tomarán en cuenta no
sólo las circunstancias que permitan comprobar la acusación, sino también las que sirvan
para eximir de responsabilidad al imputado, formulando sus requerimientos conforme a
este criterio.
• ACTUACIONES FUNDAMENTADAS (Art.73 CPP.).- Los Fiscales formularán sus
requerimientos y resoluciones de manera fundamentada y específica. Procederán
oralmente en las audiencias y en el juicio y por escrito, en los demás casos.

3.- POLICIA NACIONAL E INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FORENSES

36
3.1.- POLICIA NACIONAL.- (Art. 74 CPP).- La policía Nacional, en la investigación de los
delitos, se encargará de la identificación y aprehensión de los presuntos responsables, de la
identificación y auxilio a las víctimas, de la acumulación y seguridad de las pruebas y de toda
actuación dispuesta por el discal que dirige la investigación, diligencias que serán remitidas a los
órganos competentes.
3.2.- INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FORENSES.-(Art.75 CPP.).- El instituto de
investigaciones Forenses es un órgano dependiente administrativa y financieramente de la
Fiscalía General de la República. Estará encargado de realizar, con autonomía funcional todos
los estudios científicos- técnicos requeridos para la investigación de los delitos o la
comprobación de otros hechos mediante orden judicial.
Los Directores y demás personal del Instituto de Investigaciones Forenses serán designados
mediante concurso público de méritos y antecedentes. Cuando la designación recaiga en
miembros de la Policía Nacional, éstos serán declarados en comisión de servicio sin afectar su
carrera policial.
La organización y funcionamiento del instituto de investigaciones Forenses serán reglamentados
por la Fiscalía General de la República.

LAS PARTES PROCESALES

1. CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN.-

En el proceso penal, al igual que en el civil, intervienen varias personas particulares o


funcionarios públicos en las distintas fases y procedimientos: los particulares buscando el
reconocimiento de sus derechos, y los funcionarios públicos ejerciendo funciones
preestablecidas legalmente.

A tiempo de poner de manifiesto la complejidad del concepto “parte” en el proceso penal, por la
tradición civilista de los procesalistas, Moreno Catena 1sostiene que “es aquel que postula una
resolución judicial frente a otra persona (parte activa), y aquel contra quien se insta dicha
resolución (parte pasiva), con independencia de que el actor sea o no titular del Derecho
material” que pretende hacer prevalecer.

El mismo autor explica que en el proceso penal, necesariamente, han de existir dos sujetos que
mantengan posiciones contrapuestas, de modo que cuando no se dé contradicción (porque el
fiscal inste el sobreseimiento o la absolución), no se llegará a abrir o finalizará el proceso. La
parte activa o acusador pide la condena por entender que el imputado ha cometido un hecho
delictivo; y como parte pasiva ha de haber siempre un imputado, frente a quien esa condena se

1
Penal, Madrid, 1996, p. 158. MORENO CATENA, Víctor; GIMENO SENDRA, Vicente, y CORTES DOMINGUEZ,
Valentín: Derecho Procesal
37
pide, que ocupa la posición contraria, defendiéndose de la acusación y ejerciendo su derecho
fundamental a la libertad para obtener su absolución o una condena más benevolente.

En este sentido, tenemos partes activas o acusadoras que son el fiscal, el acusador particular, el
acusador privado y el actor civil; y las partes pasivas o acusadas, que son el imputado o
condenado y el responsable civil, que puede ser el propio imputado o una tercera persona.

Moreno Catena 2 sostiene que “las partes acusadoras ocupan la posición activa en el proceso
penal, instando, durante la fase de instrucción, la práctica de las diligencias que sean necesarias
para preparar el juicio y la adopción de las medidas precisas a ese fin, y formulando la
acusación contra una persona determinada una vez abierto el juicio oral, habida cuenta de que
no puede haber condena sin acusación”.

El Código procesal penal (art. 342), entre otras cosas, sostiene que “en ningún caso el juez o
tribunal podrá incluir hechos no contemplados en alguna de las acusaciones, producir pruebas
de oficio ni podrá abrir el juicio si no existe, al menos, una acusación”.

Las partes acusadas o pasivas, en cambio, son aquellas contra quien se dirige la acción penal o
pretensión resarcitoria, que puede o no coincidir con la persona del imputado.

2. EL MINISTERIO PÚBLICO

2.1 Concepto y finalidad.

El ministeriopúblico, 3 según la Constituciónboliviana (art. 124), “tiene por finalidad


promover la acción de la justicia, defender la legalidad, los intereses del estado y la
sociedad, conforme a lo establecido en la Constitución y las leyes de la república”; tales
funciones se ejercen por medio de órganos propios, conforme a los principios de unidad de
actuación y dependencia jerárquica, y con sujeción, en todo caso, a los principios de
objetividad y probidad.

El ministerio público tiene la obligación de promover de oficio la acción penal pública


tratándose de un delito de acción pública y, en los de instancia de parte (art. 17 CPP),
luego de que sea formalizada la acción; sin embargo, está prohibido de incoar y promover
en los delitos de acción privada.

La actuación del ministerio público tiene que ser conforme a la Constitución, las leyes y las
demás normas del ordenamiento jurídico vigente. Los fiscales en su investigación tomarán
en cuenta no sólo las circunstancias que permitan comprobar la acusación, sino también
las que sirvan para eximir de responsabilidad al imputado (art. 72 CPP).
Con la reforma constitucional, entonces, la finalidad del ministerio público queda delimitada
exclusivamente para promover la acción penal pública, pues la función de representar y

2
Ibídem, p. 162.
3
El lector que pretenda estudiar el ministerio público, puede buscar el capítulo VII del libro: Introducción al Derecho
Procesal, de HERRERA AÑEZ, William, 1998, pp. 139.

38
defender los intereses del Estado, que tenía antes, se encomienda al procurador general
del Estado.

2.2 Diferencias básicas entre el ministerio públicoy el órgano jurisdiccional

Tomando en cuenta que el nacimiento y desarrollo del ministerio público siempre estuvo
entre el órgano ejecutivo y judicial, intentaremos mostrar algunas diferencias básicas:

El ministerio público no forma parte del poder judicial, pues queda fuera de la estricta
garantía de la exclusividad que la Constitución y la ley otorga a los órganos jurisdiccionales
en la solución de los conflictos y en la aplicación del Derecho. El fiscal no puede llevar a
cabo actuaciones jurisdiccionales (juzgar y hacer ejecutar lo juzgado), ni podrá realizar
actos de prueba en sentido propio ni limitar el libre ejercicio de los derechos
fundamentales, que está reservado al poder judicial, ni incidir definitivamente en el derecho
a la tutela judicial efectiva.

Ambos principios, los recoge el Código procesal (art. 279) al establecer que “los fiscales no
podrán realizar actos jurisdiccionales, ni los jueces actos de investigación que
comprometan su imparcialidad”.

2.3 Legitimación para ejercer la acción penal

La legitimación del ministerio público para ejercer la acción penal está en la Constitución y
la ley Nº 260, que establece como una de sus funciones promover de oficio la acción
penal pública. El Código procesal (art. 70) dispone que “corresponderá al ministerio público
dirigir la investigación de los delitos y promover la acción penal pública ante los órganos
jurisdiccionales” y, “con este propósito, realizará todos los actos necesarios para preparar
la acusación y participar en el proceso, conforme a las disposiciones previstas en este
Código y en su ley orgánica”.

En los llamados delitos 4 semipúblicos o a instancia de parte, se precisa denuncia previa de


la persona ofendida o de su representante legal, como presupuesto procesal para su
persecución de oficio. Una vez producida esta exigencia, el fiscal deberá intervenir como si
de un delito perseguible de oficio se tratase. En los delitos privados o faltas perseguibles
sólo a instancia de parte, 5 que exigen querella del ofendido o de su representante legal, no
interviene el ministerio público.

2.4 Principios rectores del ministerio público

Los principios que rigen la actuación del ministerio público son:

4
El Código procesal (art. 19) establece que los delitos semipúblicos o a instancia de parte son los siguientes:
abandono de familia, incumplimiento de deberes de asistencia, abandono de mujer embarazada, violación, abuso
deshonesto, estupro, rapto impropio, rapto con mira matrimonial, corrupción de mayores y proxenetismo.
5
Los delitos (art. 20) privados o perseguibles sólo a instancias de parte son: giro de cheque en descubierto, giro
defectuoso de cheque, desvío de clientela, corrupción de dependientes, apropiación indebida, abuso de confianza,
los delitos contra el honor, destrucción de cosas propias para defraudar, defraudación de servicios o alimentos,
alzamiento de bienes o falencia civil, despojo, alteración de linderos, perturbación de posesión y daño simple.

39
a) La actuación del ministerio público se rige por los principios de objetividad y probidad,
esto es, tiene que ser conforme a la Constitución, las leyes y las demás normas del
ordenamiento jurídico vigente: en el ejercicio de la acción penal tomará en cuenta no
sólo las circunstancias que permitan probar la acusación, sino también las que sirvan
para disminuir o eximir de responsabilidad al imputado.

El ejercicio de la acción penal se rige por un criterio estricto de sujeción a la ley, ya


que, desde el momento en que resulte la comisión de un hecho delictivo (típico,
antijurídico, culpable) perseguible de oficio, el fiscal está obligado a ejercitar la acción
penal ante el órgano jurisdiccional competente.

El Código procesal penal (art. 21), sin embargo, introduce el principio de oportunidad
para los supuestos delictivos de menor relevancia social, y en los casos y formas en
que legalmente se establezcan; situación que rompe, de alguna manera, con el viejo
monopolio de la acción penal que tenía el fiscal en los delitos de acción pública.

b) En el ejercicio de la acción penal, el ministerio público actuará con plena


imparcialidad, y goza de autonomía funcional suficiente para hacer valer en el
proceso el principio de objetividad, pudiendo, incluso, retirar la acusación cuando
estuviese convencido de la inocencia del imputado. En razón de este principio, el
fiscal habrá de instar el castigo del culpable, formulando la acusación, o debe asumir
la defensa, buscando la absolución del inocente.

El principio de objetividad puede llevar a la paradoja de concebir al fiscal como “parte


imparcial”, aunque, en realidad, defiende en el proceso penal los intereses públicos,
que se concretan tanto en el castigo del culpable como en la absolución del inocente.
En uno y otro caso, adopta una posición imparcial, que debe sostener hasta el
momento en que se acredite lo contrario, a lo largo del proceso. En este sentido,
habiendo sostenido la imputación contra una determinada persona o pedido, por
ejemplo, la adopción de medidas cautelares, puede luego instar el levantamiento de
éstas y solicitar el sobreseimiento si las razones que le llevaron a la convicción sobre
la culpabilidad desaparecen durante la investigación, incluso habiendo formulado
acusación; pero si durante el desarrollo del juicio oral considera que no se ha
desvirtuado la presunción de inocencia, deberá pedir la absolución del acusado.

2.5 Participación del ministerio público en los procesos penales

El ministerio público tiene una decisiva intervención en el proceso penal, ya que se


constituye en actor principal en defensa de la legalidad, los derechos de los ciudadanos y
el interés público tutelado por la ley.

a) Recibe denuncias y querella y, al procesarlas, ordenará a la policía que realice las


investigaciones conducentes a la comprobación del hecho, así como a la identificación
del imputado y pondrá, después, a disposición del juez los efectos del delito, y al
detenido, si lo hubiere.

40
b) Puede, asimismo, practicar u ordenar las diligencias que estime pertinentes para el
esclarecimiento de los hechos, para cuyo fin depende de él la policía judicial en sus
funciones de averiguación del delito, descubrimiento y seguridad del delincuente. Tales
diligencias podrán ser ordenadas o practicadas por el fiscal, siempre que por imperativo
legal no estén reservadas a la autoridad judicial, bien por tratarse de resoluciones
limitativas de derechos fundamentales, como la detención preventiva, bien en los casos
de prueba preconstituida durante la fase de investigación. La práctica de dichas
diligencias de investigación tienen que hacerse con un escrupuloso cumplimiento de las
garantías procesales.

c) Podrá instar la práctica de las diligencias y la adopción de las medidas que considere
necesarias para el buen fin de la investigación, interponiendo la oportuna acusación
cuando estime que alguna persona es penalmente responsable de los hechos
acusados. Está también legitimado para impugnar, como las demás partes, las
resoluciones judiciales contrarias a lo postulado por él.

d) El Código procesal penal (art. 301) introduce como novedad que gran parte de la vieja
instrucción la delega al ministerio público, quien, sobre la base de las actuaciones
policiales, tiene a su cargo el desarrollo de la etapa preparatoria, en la que el fiscal
puede: imputar formalmente el delito atribuido; ordenar la complementación de las
diligencias policiales; rechazar y ordenar el archivo de la denuncia, querella o
actuaciones policiales; y solicitar al juez de la instrucción la suspensión condicional del
proceso, la aplicación de un criterio de oportunidad, la sustanciación del procedimiento
abreviado o la conciliación.

e) El ministerio público deberá ejercer, obligatoriamente, la acción civil, juntamente con la


penal (art. 41), “cuando se trate de delitos que afecten el patrimonio del Estado y,
subsidiariamente, cuando afecten intereses colectivos o difusos”.

f) La única limitación para intervenir que tiene el fiscal (art. 12), es cuando se trata de los
juicios de responsabilidades contra altos dignatarios de Estado, ministros de la corte
suprema de justicia, magistrados del tribunal constitucional, consejeros de la judicatura,
contralor y fiscal general de la república; casos en los que la ley delega a las
comisiones del congreso realizar las investigaciones; siempre y cuando haya elementos
de juicio para acusar ante las autoridades competentes.

3. LOS ACUSADORES PARTICULARES

Como el ministerio público no ostenta el monopolio de la acción penal, existen los


acusadores particulares en el proceso penal, que están reconocidos en el Código (art. 16)
al disponer que la acción “será ejercida por la fiscalía, en todos los delitos perseguibles de
oficio, sin perjuicio de la participación que este Código reconoce a la víctima”.

41
Con relación al ejercicio de la acción penal pública, Moreno Catena 6 aclara que “el
Estado efectivamente no podía inhibirse de la persecución de los delitos, abandonando el
ejercicio de la acción penal en manos de los particulares, pero tampoco ha parecido
conveniente excluir a los ciudadanos o impedir su participación activa en el proceso penal,
como si la punición de los delitos no le atañera de manera directa”. Esta posibilidad
permite conjugar todos los intereses posibles que inciden en un procedimiento penal y la
misma protección de la sociedad, corresponsabilizando en alguna medida a todos sus
componentes y sirviendo de control a la actuación del Estado.

A tiempo de sostener que existen tres tipos de acusadores no públicos (el actor popular,
el acusador particular y el acusador privado), el mismo autor 7 aclara que la “diferencia
esencial entre ellos radica en el carácter contingente de los primeros y el carácter
necesario del tercero, según el tipo de delito por el que se procede, el diverso título de su
intervención procesal y las posibilidades de actuación que les asisten”.

a) El acusador particular

Mientras que el actor popular puede ser cualquier ciudadano, incluso aunque no haya sido
afectado directamente por el delito, el acusador particular es la persona, física o jurídica,
que ha sido ofendida o agraviada por el hecho delictivo, y que se constituye en parte activa
en el proceso penal, instando el castigo del responsable.

El acusador particular es la “víctima” en los delitos de acción pública que, para hacer
prevalecer sus derechos, tiene que convertirse en querellante (art. 78). El Código
procesal (art. 76) ha revolucionado el concepto y considera víctima no sólo a las personas
directamente ofendidas por el delito, sino también al cónyuge o conviviente, a los parientes
y, como una verdadera novedad, incluso a los socios y asociaciones jurídicas o de hecho y
a las fundaciones reconocidas por el Estado, en los delitos que afecten intereses
colectivos.

El Código procesal (art. 79) establece que el querellante, o su representante legal, podrán
provocar la persecución penal o intervenir en la ya iniciada por la fiscalía, con todos los
derechos y facultades previstos en la Constitución, en este Código y en las leyes
especiales. La querella podrá interponerse hasta el momento de la presentación de la
acusación fiscal y, cuando el proceso se haya iniciado, el querellante se someterá al
estado en que se encuentre, sin retrotraer el trámite.

La participación de la víctima es conjunta con el ministerio público y puede haber


pluralidad de querellantes; incluso, el Código procesal (art. 81) prevé la creación de
instituciones de protección o ayuda a las víctimas. Otra novedad (art. 82) es la conversión
legal del querellante en testigo, ya que “la intervención de una persona como querellante
no la exime de la obligación de declarar como testigo en el proceso”.

6
MORENO CATENA, Víctor y otros: Ob. Cit. p. 171.
7
Ibídem, p. 171.

42
La condición de parte la pierde el acusador particular con el abandono de la querella; y en
los delitos semipúblicos o a instancia de parte, que exigen la iniciativa del ofendido o
perjudicado por los hechos delictivos, mediante la denuncia o la querella, también la pierde
con la renuncia a la acción, el resarcimiento del daño o el perdón del agraviado.

b) El acusador privado

A diferencia del actor popular y del acusador particular, que tienen una intervención
secundaria, el acusador privado es la parte acusadora necesaria en los delitos de acción
privada en los que, además, queda excluida la intervención del ministerio público.
Rubianes 8 sostiene que “es un sujeto esencial, en los procesos por delitos perseguibles
por acción privada, ya que la ley le otorga el poder de ejercer exclusivamente dichas
acciones, con prescindencia de la intervención del fiscal”. Aclara que “interviene
procesalmente en forma de querella, y de ahí que también se lo denomine querellante
exclusivo para destacar que en los referidos procesos no interviene promiscuamente con
el fiscal, sino que es el único titular del ejercicio de la acción penal privada”. 9

Para Moreno Catena, 10 “la condición de acusador privado se pierde por renuncia a la
acción penal ejercida, acto procesal que pone fin al proceso en razón del poder de
disposición que se le confiere, produciendo estos mismos efectos el perdón del ofendido o
de su representante legal”; además, cuando hubiera abandonado la querella o desistido de
la acción penal.

c) El actor civil

A diferencia del actor popular y del acusador particular, que persiguen el ejercicio de la
acción penal y, en el caso del segundo, eventualmente, la reparación de los daños
causados con el delito, el actor civil sólo persigue el ejercicio de la acción civil, emergente
del delito, que se desarrolla en el proceso penal, pero sin descuidar la acción penal, puesto
que sin ésta no puede haber en el proceso la pretendida reparación de los daños
causados, salvo que se prefiera utilizar, por cuerda separada, la acción civil.

Rubianes 11 sostiene que “el actor civil es quien se presenta en el proceso penal,
ejerciendo acción civil, como parte actora, con su contenido de pretensión resarcitoria, en
cuanto a la indemnización del daño material y moral y a la restitución de la cosa obtenida
por el delito o el eventual pago de su precio o estimación si no lo tuviere”.

El fundamento legal de la responsabilidad civil se encuentra tanto en el Código penal (art.


87) como en el Código procesal (art. 14), que repite del viejo: “de la comisión de todo delito
nacen la acción penal para la investigación del hecho, su juzgamiento y la imposición de
una pena o medida de seguridad y la acción civil para la reparación de los daños y
perjuicios emergentes” de la comisión del delito.

8
RUBIANES, Carlos: Derecho Procesal Penal, tomo II, Buenos Aires, 1983, p. 64.
9
Ibídem, p. 65
10
MORENO CATENA, Víctor y otros: Ob. Cit. p. 176.
11
RUBIANES, Carlos: Ob. Cit., p. 124.
43
El ejercicio de la acción civil o reparación de los daños causados es disponible por su
titular, que no es otro que quien hubiera resultado perjudicado, sea o no sujeto pasivo del
delito. En este sentido, el acreedor puede renunciar excluyéndose del proceso penal el
objeto civil o reservar su ejercicio para un proceso civil.

El Código procesal (art 37) establece que “la acción civil podrá ser ejercida en el proceso
penal conforme a las reglas especiales previstas en este Código, o intentarse ante los
tribunales civiles, pero no se podrá promover simultáneamente en ambas jurisdicciones”; y
(art. 36) “sólo podrá ser ejercida por el damnificado (o sus herederos), contra el autor y los
partícipes del delito y, en su caso, contra el civilmente responsable”.

El fiscal (art. 41) ejercerá obligatoriamente la acción civil “cuando se trate de delitos que
afecten el patrimonio del Estado y, subsidiariamente, cuando afecten intereses colectivos
o difusos”. En los delitos a instancia de parte, su titular puede constituirse también en
parte procesal, pero a los solos efectos de obtener la tutela judicial respeto del contenido
patrimonial, dejando en manos del ministerio público o de otros acusadores particulares las
actuaciones relativas al objeto penal.

4. PARTE ACUSADA.

4.1 El imputado

El imputado es la parte pasiva contra quien se ejercita la acción penal y, por tanto, es
necesaria, de tal suerte que, de no existir persona contra quien se dirija la acusación, no
puede entrarse ni desarrollarse el juicio; y menos cabe, todavía, dictar sentencia
condenatoria. Moreno Catena 12 sostiene que “el imputado es la parte pasiva necesaria
del proceso penal, que se ve sometido al proceso y se encuentra amenazado en su
derecho a la libertad, o en el ejercicio o disfrute de otros derechos cuando la pena sea de
naturaleza diferente, al atribuírsele la comisión de hechos delictivos por la posible
imposición de una sanción penal en el momento de la sentencia”.

El Código procesal penal (art. 5) “considera imputado a toda persona a quien se atribuya
la comisión de un delito ante los órganos encargados de la persecución penal” y “podrá
ejercer todos los derechos y garantías que la Constitución, las convenciones y tratados
internacionales vigentes y este Código le reconocen, desde el primer acto del proceso
hasta su finalización”.

La condición de imputado se adquiere desde el primer acto del proceso o desde que haya
cualquier sindicación judicial o administrativa contra una persona como presunto autor o
partícipe de la comisión de un delito; y se pierde cuando finaliza el proceso con la
sentencia, o también puede extinguirse la acción penal con una excepción y, por ende,
terminar la actuación del ius puniendi o derecho sancionador del estado.

12
MORENO CATENA, Víctor y otros: Ob. Cit. p. 180.
44
Moreno Catena 13 aclara que “el imputado ha sido en el modelo procesal penal nacido de la
revolución francesa el gran protagonista, pues en torno a su papel en el proceso, se ha ido
construyendo el actual modelo punitivo que permite imponer sanciones penales con la
menor injerencia en la esfera de los derechos fundamentales del imputado y, cuando
resulte imprescindible, rodeando la intromisión de todas las garantías”.

En los últimos tiempos, el imputado ha dejado de ser un mero objeto probatorio para
convertirse en un sujeto procesal con derechos y obligaciones, por lo que, (art. 83) “desde
el primer acto del proceso, será identificado por su nombre, datos personales y señas
particulares”, y (art. 84) “toda autoridad que intervenga en el proceso se asegurará de que
el imputado conozca los derechos que la Constitución, las convenciones y tratados
internacionales vigentes y este Código le reconocen”; además que, “desde el inicio de su
captura, tendrá derecho a entrevistarse privadamente con el defensor”.

La capacidad para ser parte e intervenir en el procedimiento como imputado, la ostentan


sólo las personas físicas que tengan la aptitud necesaria para participar de modo
consciente en el juicio, comprender la acusación que se les pueda formular y ejercer el
derecho a la defensa. El Código penal (art. 5) dispone que “la ley penal no reconoce
ningún fuero ni privilegio personal, pero sus disposiciones se aplicarán a las personas que
en el momento del hecho fueren mayores de diez y seis años”.

El Código procesal penal (art. 85), sin embargo, sólo se ha limitado a reconocer que “si el
imputado es menor de edad, quienes ejerzan la patria potestad o su tutor podrán intervenir
en el proceso asumiendo su defensa”, y cuando el menor no tenga representación legal
será obligatoria, bajo sanción de nulidad, la intervención de un representante estatal de
protección al menor.

Es importante que el imputado tenga la aptitud necesaria para participar de modo


consciente en el juicio, pues (art. 86) “si durante el proceso se advierte que el imputado
padece de alguna enfermedad mental que le impida comprender los actos del proceso, el
juez o tribunal podrá ordenar, de oficio o a petición de parte, su reconocimiento
psiquiátrico”, y “comprobado este extremo ordenará, por resolución, la suspensión del
proceso hasta que desaparezca su incapacidad”, sin perjuicio de continuar el proceso con
respecto a los coimputados.

Cabe precisar que sólo se puede imputar un delito a una persona física (que puede estar
prófuga), y no así a las personas jurídicas o colectivas. La nueva denominación que recibe
esta persona, hasta que finalice el proceso, será de imputado. En el viejo procedimiento
penal se llamaba imputado en la instrucción, y procesado, acusado, inculpado o enjuiciado
en el plenario. Las diferentes denominaciones estaban en función de la fase en la que se
encontraba el proceso y su situación jurídica.

EJERCICIOS (Por subir a Tarea 2 en plataforma virtual)

1. Explique qué es la jurisdicción y la competencia.

13
Ibídem p. 181.
45
2. ¿Cómo se logra conformar el Tribunal de Sentencia?. Explique todo el trámite.
3. ¿Qué es el Ministerio Público y qué función cumple?.
4. Dentro del organigrama estructural del Estado, ¿el Ministerio Público el cuál órgano del
Estado pertenece y/o se encuentra?, ¿de quién depende?.
5. ¿Qué es la conexitud?
6. Explique cuáles son las causales de recusación vigente.
7. ¿El Ministerio Público defiende a la sociedad y al Estado?.
8. ¿El fiscal de materia debe ser imparcial y por qué?.
9. ¿Quiénes son considerados partes procesales y cuántas partes procesales existen?.

BIBLIOGRAFÍA

Herrera Añez, William, Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, Ed. Kipus,
Cochabamba, 2d. Edición, 2015, Cap. 2 y 3. (es decir de la página 57 al 88).

5. RECURSOS DE INFORMACIÓN COMPLEMENTARIOS

Para complementar y profundizar su aprendizaje en esta tutoría (unidad), se le sugiere


pueda consultar la jurisprudencia que se encuentra en la plataforma NUR Virtual de la
materia y hacer búsqueda de jurisprudencias en los siguientes recursos de información:

4. Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia: http://www.tcpbolivia.bo/

5. Tribunal Supremo de Justicia: http://tsj.bo/

6. Código de Procedimiento Penal concordado y comentado:

http://www.procedimientopenal.com.bo/

46
TUTORIA 3

1. CONTENIDO DE LA TUTORÍA
(El contenido se debe colocar dentro del recuadro, a continuación se presenta un ejemplo del
mismo)

FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA ETAPA PREPARATORIA, LOS ACTOS


INÍCIALES DE INVESTIGACIÓN, LA ETAPA PREPARATORIA PROPIAMENTE
DICHA Y LAS MEDIDAS CAUTELARES.

2. CAPACIDAD (ES) A DESARROLLAR

Capacidad de identificar, realizar, esquematizar y analizar críticamente las subfases de


la Etapa Preparatoria, cuántos tipos de medidas cautelares existen en el proceso penal
boliviano, el rol de los órganos jurisdiccionales y las partes procesales dentro de la Etapa
Preparatoria además de demostrar de forma practica la importancia de la Etapa
Preparatoria (planteamiento de caso).

3. ACTIVIDADES PREVIAS A LA TUTORÍA

47
Usted debe realizar las siguientes actividades previas antes del encuentro de la tutoría:

1. Aportar en la Wiki de la materia en lo que respecta a la palabra o las palabras


que aparecerá en esta semana que deberán los estudiantes explicar y
desarrollar ampliamente.
2. Responder a los ejercicios que se encuentran al final del texto de lectura y
subirlos a tarea 3 en la plataforma virtual
3. Resuma todo el tema de la tutoría 3 en un mapa conceptual.

4. DESARROLLO

ACTOS DE INICIACION, DE IMPUTACION, DE INTERPOSICION Y


DE DISPOSICION DE LA PRETENSION PENAL.

Por William Herrera Añez.

1. INTRODUCCION

En el proceso se generan los actos de postulación, mediante los cuales se solicita del
órgano jurisdiccional la realización de un acto procesal tendente a satisfacer la pretensión
penal, oponerse a ella y reclamar la inocencia del imputado o restablecer su derecho a la
libertad. A diferencia de las resoluciones jurisdiccionales, que corresponden sólo al juez o
tribunal, los actos de postulación pertenecen en exclusiva a las partes procesales. Pueden
existir, entonces, tantos actos como partes puedan intervenir en el proceso penal.

Los actos de postulación siempre constituyen una petición dirigida al juez o tribunal y,
por ende, encierran una declaración de voluntad. Para Gimeno Sendra, 1 “sólo cabe
entender aquellos actos de las partes en los que se solicita del órgano jurisdiccional la
iniciación del proceso y la obtención del derecho a la tutela o, lo que es lo mismo los actos
que provoquen la iniciación del procedimiento y la conformación del objeto procesal”.

En el ordenamiento jurídico boliviano, donde puede acumularse la pretensión civil a la


penal dentro del procedimiento penal, se distinguen los actos de postulación de las partes
penales (ministerio público, acusador popular, acusador privado e imputado) y de las
partes civiles (actor civil y civilmente responsable, directo o subsidiario).

1 GIMENO SENDRA, Vicente; MORENO CATENA, Víctor y CORTES DOMINGUEZ, Valentín: Derecho Procesal
Penal, Madrid, 1996, p. 278.

48
2. ACTOS DE INICIACION DEL PROCESO

A diferencia de otros ordenamiento jurídicos en los que la iniciación del procedimiento


penal se produce mediante la puesta en conocimiento ante el órgano jurisdiccional de una
notitia criminis o sospecha de la comisión de una acción, que revista los caracteres del
delito, en el Código procesal ese conocimiento sólo corresponde al fiscal y a la policía
judicial.

La iniciación del procedimiento tiene un carácter antiformalista, como consecuencia de


los principios de legalidad e investigación de oficio, que hace exonerar no sólo al acto de
iniciación de rigurosos requisitos formales, sino también a quien lo deduce del
cumplimiento de los presupuestos procesales típicos de las partes, tales como la
capacidad y la legitimación, activa y pasiva.

Con excepción de los delitos perseguibles a instancia de parte y los privados, que
requieren determinados presupuestos procesales (como la querella, etc.), para la iniciación
de un proceso común es suficiente hacer llegar la notitia criminis de un delito al fiscal o la
policía, y puede comenzar la etapa preparatoria del juicio.

El carácter antiformalista en el Código procesal (art. 284) se pone de manifiesto al


disponer que “toda persona que tenga conocimiento de la comisión de un delito de acción
pública, podrá denunciarlo ante la fiscalía o la policía nacional...” En función de la
naturaleza del delito, esto es, que sea perseguible a instancia de parte o de oficio, existe la
denuncia y la querella como medios ordinarios de iniciación del procedimiento penal.

2.1 La denuncia

La denuncia, que es una declaración de voluntad, consiste en poner en conocimiento


de la policía o el ministerio público la comisión de un hecho que reviste los caracteres de
delito. Como hemos visto: “toda persona que tenga conocimiento de la comisión de un
delito de acción pública, podrá denunciarlo ante la fiscalía o la policía nacional...”

2.1.1 Los sujetos que pueden denunciar

En los delitos de acción pública puede ser denunciante cualquier persona física o
jurídica, pues el Código no establece ninguna limitación, ya que “toda persona...” que
tenga conocimiento podrá denunciarlo ante la fiscalía o la policía, siempre y cuando sea,
además, mayor de edad y, en el caso de los menores e incapaces, acredite su
personalidad jurídica, la filiación o vínculo familiar y el respectivo poder. A diferencia de
otros ordenamientos, no es necesario que el denunciante sea ofendido, ya que el Código
permite que “toda persona” que tenga conocimiento de un hecho delictivo “podrá
denunciarlo ante la fiscalía o la policía nacional...”

El denunciante no será parte en el proceso y no incurrirá en responsabilidad alguna,


salvo cuando las imputaciones sean falsas o la denuncia haya sido temeraria. Cuando se
califique la denuncia como falsa o temeraria, se le impondrá al denunciante el pago de las
costas, sin perjuicio de la responsabilidad correspondiente (art. 287).

49
2.1.2 Obligación de denunciar y exenciones

El Código procesal (art. 286) establece que tendrán obligación de denunciar los delitos
de acción pública: 1) los funcionarios y empleados públicos que conozcan el hecho en el
ejercicio de sus funciones; y 2)los médicos, farmacéuticos, enfermeros y demás personas
que ejerzan cualquier rama de las ciencias médicas, siempre que conozcan el hecho en
el ejercicio de su profesión u oficio.
La obligación común de denunciar que tiene, en principio, “toda persona”, se torna en
una obligación cualificada cuando el denunciante ostenta una determinada relación de
derecho público, como en los casos referidos, donde es obligatorio el acto de denunciar.

La misma norma dispone, en cambio, que la denuncia dejará de ser obligatoria si diera
lugar a la persecución penal propia, del cónyuge, conviviente o pariente dentro del cuarto
grado de consanguinidad o por adopción, o segundo de afinidad, o cuando los hechos
fueron conocidos bajo secreto profesional. En el caso de los abogados, más que una
exención se trata de una obligación, prevista en la Ley de la abogacía (art. 24), de no
revelar los secretos de su cliente.

2.1.3 El imputado

La determinación e identificación del imputado no constituye requisito alguno de la


denuncia, pues una de las funciones de la policía judicial en las diligencias preliminares es,
precisamente, practicar las diligencias orientadas a la individualización de los presuntos
autores y partícipes del delito y recabar los datos que sirvan para la identificación del
imputado. Es importante que se identifique a la parte pasiva, contra quien se tendrá que
ejercer la pretensión penal para que se configure el objeto procesal.

2.1.4 Órgano competente

Con la eliminación y el traspaso de la instrucción al fiscal, el órgano competente para


conocer y entender de una denuncia es el ministerio público y la policía judicial. La policía
no sólo está facultada para recibir las denuncias levantando acta de las verbales, así como
las declaraciones de los denunciantes y practicar las diligencias que individualicen a los
presuntos autores y partícipes del delito, sino también que,cuando la denuncia sea
presentada ante la policía, ésta informará dentro de las veinticuatro horas al fiscal y
comenzará la investigación preventiva (art. 288). En caso de que el fiscal reciba una
denuncia o información fehaciente sobre la comisión de un delito, organizará la
investigación, requiriendo el auxilio inmediato de la policía.

2.1.5 Requisitos formales

Como rige el principio antiformalista en los actos de iniciación del procedimiento penal,
la denuncia no requiere ningún requisito especial y podrá presentarse en forma escrita o
verbal. Cuando sea verbal, se hará constar en acta firmada por el denunciante y el
funcionario interviniente. En ambos casos, el funcionario que la reciba comprobará y
dejará constancia de la identidad y domicilio del denunciante.

50
La denuncia contendrá, en lo posible, la relación circunstanciada del hecho, con
indicación de los autores y partícipes, víctimas, damnificados, testigos y demás
elementos que puedan conducir a su comprobación y tipificación (art. 285). Es importante
que haya, como elemento material de la denuncia, la notitia criminis o sospecha de la
comisión de un delito, cuya puesta en conocimiento del fiscal o la policía genera diligencias
preliminares.

2.2 La querella

Contrariamente a la denuncia, la querella es un acto de postulación de la acción penal,


mediante el cual el querellante asume la cualidad de parte acusadora a lo largo del
proceso; es un derecho que le asiste al ofendido o a cualquier persona con la capacidad
necesaria, que postula ante el ministerio público la iniciación del procedimiento.

El Código procesal (art. 79) establece que “el querellante o su representante legal, podrán
provocar la persecución penal o intervenir en la ya iniciada por la fiscalía, con todos los
derechos y facultades previstos en la Constitución, en este Código y en las leyes
especiales...” Mientras en el viejo procedimiento penal se permitía formalizar querella ante
el juez instructor, el ministerio público y la policía, ahora sólo se puede interponer ante el
fiscal (art. 290).

2.2.1 La querella privada

La querella privada es la que puede plantear el ofendido por el delito. Conforme a la nueva
clasificación de los delitos de acción pública, semipública y privada, dicho acusador puede
o no ostentar la titularidad de la acción penal, por lo que las querellas privadas pueden
subdividirse en querellas privadas exclusivas y necesarias, y eventuales.

a) Las querellas privadas exclusivas y necesarias constituyen un verdadero presupuesto


procesal en los delitos de acción privada, relacionados en el art. 20, porque el
acusador privado ostenta la titularidad de la pretensión, obligando al juez a ser
congruente con ella y pudiendo disponer, a través del perdón del ofendido, no sólo del
procedimiento, sino incluso hasta de la extinción de la pena.

b) Las querellas privadas exclusivas y eventuales constituyen el medio para iniciar un


proceso penal en los delitos semipúblicos, previstos en el art. 19. Según Gimeno
Sendra, 3 “el particular ofendido conserva la titularidad de la acción penal, pero ni la
querella constituye un auténtico presupuesto procesal, ni dispone de la pretensión
penal, toda vez que, junto a él, la ejercitará también el fiscal, sin que el perdón el
ofendido pueda, por sí solo, extinguir la responsabilidad penal”.

2.2.2 Requisitos formales y materiales

3 GIMENO SENDRA,Vicente y otros: Ob. Cit. p. 291.

51
a) El Código procesal (art. 290) exige, como requisitos formales, que la querella se
presente por escrito, con el nombre y apellido del querellante; su domicilio real y
procesal; y si se trata de una persona jurídica, la razón social, el domicilio y el
nombre de su representante legal. Los requisitos formales evitan las querellas
anónimas y facilitan posibles acciones recriminatorias.

b) La querella debe contener, como elementos materiales, la relación


circunstanciada del hecho, sus antecedentes o consecuencias conocidas y, si
fuera posible, la indicación de los presuntos autores, partícipes, víctimas,
damnificados y testigos; el detalle de los datos o elementos de prueba; y la
prueba documental o la indicación del lugar donde se encuentra. En caso de
que puedan faltar algunos de los requisitos formales y materiales, la querella se
puede convertir, o tener el valor de una simple denuncia.

La norma procesal aclara que el querellante tendrá plena intervención en el


proceso con la sola presentación de la querella, la misma que será puesta en
conocimiento del imputado.

2.2.3 Admisión y abandono

a) La querella se interpone ante el fiscal, quien examinará si existen suficientes indicios sobre
la existencia del hecho y la participación del imputado. En la medida en que se hayan
cumplido estas exigencias, la admitirá y, a tiempo de disponer que se desarrolle la etapa
preparatoria del juicio, mediante resolución fundamentada, formalizará la imputación, que
deberá contener: 1) los datos de identificación del imputado y de la víctima, o su
individualización más precisa; 2) el nombre o domicilio procesal del defensor; 3) la
descripción del hecho o los hechos que se le imputan y su calificación provisional; y 4) la
solicitud de medidas cautelares, si procede (art. 302).
b) Como otra forma de admisión, previa realización de la etapa preparatoria, el fiscal puede
solicitar al juez de la instrucción la suspensión condicional del proceso, la aplicación del
procedimiento abreviado, la aplicación de un criterio de oportunidad, o que se promueva la
conciliación; es decir, se busca que el órgano jurisdiccional no sólo prescinda o suspenda,
sino que extinga la acción o pretensión penal.

c) El Código procesal se ha encargado de reglamentar el desistimiento o abandono de la


querella, que puede ser en cualquier momento del proceso.

El desistimiento y el abandono, que será declarado por el juez o tribunal de oficio o a


petición de parte, impedirá toda posterior persecución por parte del querellante, en virtud
del mismo hecho que constituye el objeto de su querella y en relación a los imputados que
participaron en el proceso (art. 292).

2.2.5 La iniciación de oficio

Al igual que en el viejo procedimiento penal, existe la investigación de oficio pero sólo a
cargo del fiscal, que puede ordenar las diligencias que estime convenientes para
determinar o decidir si se debe o no abrir el juicio contra una determinada persona. El
Código procesal (art. 70) delega al ministerio público “dirigir la investigación de los delitos y

52
promover la acción penal pública, ante los órganos jurisdiccionales...” competentes. No se
permite, en cambio, que el juez instructor investigue de oficio, ya que (art. 279) “los fiscales
no podrán realizar actos jurisdiccionales, ni los jueces actos de investigación que
comprometan su imparcialidad...”

3. ACTOS DE IMPUTACION

Para poder iniciar el proceso penal moderno tiene que haber, necesariamente, una
imputación formal. En realidad, no puede hablarse de actividad jurisdiccional si no existe el
imputado frente al que se postula el pronunciamiento del juez, para satisfacer el derecho
a la tutela judicial efectiva y, al propio tiempo, permitirle ejercer el derecho a la defensa.

Moreno Catena 4 sostiene que “la imputación consiste en atribuir a una persona
determinada participación criminal en unos concretos hechos que presentan los caracteres
de delito o falta y que se trata de una doble concreción: sujetiva y objetiva, que somete a
enjuiciamiento unos hechos y no los demás; a una persona y no al resto”.

La imputación es necesaria, ya que identifica el procedimiento e impide la simultánea


tramitación de lo que ya se está sustanciando, y le sirve, además, como garantía al sujeto
pasivo porque le permite, primero, conocer el contenido del proceso y las razones de su
apertura y curso y, segundo, ejercitar su derecho a la defensa.

El hecho de atribuir la condición de parte pasiva al imputado y de delimitar el objeto del


proceso penal, conforman básicamente el concepto de la imputación penal, que debe
realizarse, lógicamente, al inicio de la etapa preparatoria del juicio.

La especificación de los hechos en la imputación evita que haya una inquisición general
y abierta contra un ciudadano y que se abra un procedimiento penal a sus espaldas, y que
el objeto del mismo se pueda extender a cualquier hecho en que el sujeto hubiera tenido
participación. Moreno Catena 5 explica que “la imputación exigirá que el proceso sólo se
abra ante la afirmación de que se han producido unos concretos hechos con apariencia
delictiva, impidiendo naturalmente su apertura para comenzar a indagar dentro de él si
acaso ha tenido lugar algún hecho, y que se celebre el juicio precisamente ante la
atribución de responsabilidad criminal por ellos a la parte pasiva del proceso”.

La existencia de estos hechos constituye el factor determinante para iniciar las


diligencias preliminares y el objeto de la misma, por lo que no es preciso que en ese primer
momento del procedimiento penal haya de estar determinada la persona presuntamente
responsable. El Código procesal exige de la policía, entre otras cosas, “practicar las
diligencias orientadas a la individualización de los presuntos autores y partícipes del

4 MORENO CATENA, Víctor; GIMENO SENDRA, Vicente y CORTES DOMINGUEZ, Valentín: Derecho Procesal
Penal, Madrid, 1996, p. 338.

5 Ibídem.

53
delito...”, y “recabar los datos que sirvan para la identificación del imputado...” (art.
295.3.4).

3.1 La determinación de la imputación

La imputación, que es condición sine qua non para la actuación del ius puniendi, debe
tener lugar en un momento anterior al juicio oral y público, y puede provenir de diferentes
actuaciones procesales; es decir, confiere a una persona la condición de sujeto pasivo con
derecho a utilizar los medios pertinentes para su defensa, especialmente por la adopción
de medidas cautelares, como sucede con la detención policial o del fiscal en la etapa
preparatoria del juicio.

El Código procesal (art. 5) “considera imputado a toda persona a quien se atribuya la


comisión de un delito ante los órganos encargados de la persecución penal...”, y se
adquiere esa condición desde el primer acto del proceso o desde que haya “cualquier
sindicación judicial o administrativa contra una persona como presunto autor o partícipe de
la comisión de un delito...” La condición de imputado se pierde cuando finaliza el proceso
con la sentencia, o una excepción también puede extinguir la acción penal y, por tanto,
termina la actuación del ius puniendi o derecho sancionador del Estado.

La norma procesal exige que al imputado se se atribuya la comisión de un delito y, por


tanto, como sostiene Moreno Catena, “no basta para someter al procedimiento penal a una
persona la indicación de un denunciante o querellante, sino que se exige una valoración,
con toda la provisionalidad que el momento procesal reclama, por parte de la autoridad,
que ha de realizar un juicio de verosimilitud del relato contenido en la denuncia o la
querella, a base sólo del precario material con que cuenta, y sin perjuicio de lo que resulte
de ulteriores actuaciones”.

En todo caso, se debe ponderar la sospecha, verosimilitud, razonabilidad y


fundamentación de los datos que apuntan hacia una determinada persona, y decidir si en
su criterio son dignos de crédito y suficientes para formular la imputación. También,
extraprocesalmente, se puede determinar una imputación, como el inicio de una
investigación, que confiere al imputado una serie de derechos que deben ser
escrupulosamente respetados, como el conocer que se está siguiendo una investigación,
el derecho a la defensa y a la asistencia de abogado, etc.

El Código procesal establece que la imputación (equivaldría al viejo auto inicial) deberá
contener: 1) los datos de identificación del imputado y de la víctima, o su individualización
más precisa; 2) el nombre o domicilio procesal del defensor; 3) la descripción del hecho o
los hechos que se le imputan y su calificación provisional; y 4) la solicitud de medidas
cautelares, si procede (art. 302).

3.2 La comunicación de la imputación

En los últimos tiempos, el imputado ha dejado de ser un mero objeto probatorio para
convertirse en un sujeto procesal con derechos y obligaciones, por lo que, como ha
previsto el legislador, “desde el primer acto del proceso, será identificado por su nombre,
datos personales y señas particulares...”, y “toda autoridad que intervenga en el proceso

54
se asegurará que el imputado conozca los derechos que la Constitución, las convenciones
y tratados internacionales vigentes y este Código le reconocen...”; además, “desde el
inicio de su captura, tendrá derecho a entrevistarse privadamente con el defensor” (arts.
83-84).

Moreno Catena 6 sostiene que “para impedir el ya superado proceso penal inquisitivo,
que en su forma más aguda y radical supone la situación de una persona que se sabe
sometida a un proceso pero ignora de qué se le acusa, un elemento capital del moderno
proceso penal es el derecho a ser informado de la acusación en todo momento; de esta
manera se evitan las pesquisas o inquisiciones generales y se impide la actuación secreta
e ignorada que pudiera durar indefinidamente, y mantener viva la sospecha sobre el
investigado, para luego caer sobre él”.

El legislador del Código procesal, en este sentido, ha previsto que “antes de comenzar
la declaración se comunicará al imputado detalladamente y de manera comprensible el
hecho que se le atribuye, con todas las circunstancias de tiempo, lugar y forma de su
comisión, incluyendo aquellas que sean de importancia para la calificación jurídica, un
resumen del contenido de los elementos de prueba existentes y las disposiciones penales
que se juzguen aplicables...” (art. 92).

En cuanto a los efectos de la imputación, en primer lugar opera como presupuesto del
ejercicio del derecho a la defensa y, en segundo lugar, marca el límite fáctico del proceso
penal. En el primer caso, sin imputación previa y comprensible del hecho que se le
atribuye, no hay ninguna posibilidad de ejercitar el sagrado derecho constitucional a la
defensa, esto es, la ignorancia de la imputación mantiene apartado al imputado del
procedimiento y expuesto a cualquier perversidad. La imputación marca también el límite
fáctico del proceso, es decir, la comunicación al imputado precisa los límites de la
investigación, de modo que la etapa preparatoria no podría englobar o ampliarse a hechos
distintos de los conocidos por el sujeto pasivo de la pretensión penal.

4. EL DERECHO DE DEFENSA

En el proceso penal moderno, junto a los actos de imputación, la ley le confiere al


imputado el derecho a la defensa, como parte de la igualdad de oportunidades procesales
que deben tener los imputados o acusados. Moreno Catena 7 sostiene que, frente al
derecho a la acusación que tienen las partes acusadoras, el ordenamiento jurídico,
inevitablemente, ha de reconocer un derecho de signo contrario: “el derecho del sujeto
pasivo del proceso o acusado, a obtener también la tutela efectiva por medio de una
adecuada defensa, derecho a repeler esta agresión que pone en cuestión sus bienes
jurídicos más importantes, entre ellos, su libertad”.

6 Ibídem, p. 342 y 343.

7 Ibídem, p. 357.

55
El derecho fundamental a la defensa se encuentra recogido en el art. 16.II.III de la
Constitución, que establece: “el derecho de defensa de la persona en juicio es inviolable”,
y, además, se reconoce el derecho a ser asistido por un defensor, “desde el momento de
su detención o apresamiento”.

El contenido de este derecho no debe entenderse en sentido restrictivo, como


erróneamente sostiene la ley fundamental, sino en sentido amplio; es decir, desde que lo
estime necesario y así lo aconsejen las propias circunstancias del caso, esto es, desde el
primer momento en que haya una denuncia o acusación contra el imputado.

Otra de las garantías que establece nuestra Constitución (art. 14) y que forma parte del
derecho a la defensa, es que nadie puede “declarar contra sí mismo en materia penal, o
contra sus parientes consanguíneos hasta el cuarto grado inclusive, o sus afines hasta el
segundo, de acuerdo al cómputo civil”, y que “la incomunicación no podrá imponerse sino
en casosde notoria gravedad y, de ningún modo, por más de veinticuatro horas”.

Gimeno Sendra 8 sostiene que el derecho a la defensa “asiste a todo imputado y a su


abogado defensor a comparecer inmediatamente en la instrucción y a lo largo de todo el
proceso penal a fin de poder contestar con eficacia la imputación o acusación contra aquél
existente, articulando con plena libertad e igualdad de armas los actos de prueba, de
postulación e impugnación necesarios para hacer valer dentro del proceso penal el
derecho a la libertad que asiste a todo ciudadano que, por no haber sido condenado, se
presume inocente”.

Para Moreno Catena, 9 este derecho nace como una repulsión de una agresión, y “quien
sufra una agresión no responderá con sus propias fuerzas, sino que acudirá solicitando la
tutela del ordenamiento jurídico, para que éste actúe”; es decir: desde que está prohibido
hacerse justicia por manos propias, cualquier conflicto se traslada a un plano diverso que
es el proceso, donde las reglas de la confrontación deben estar preestablecidas
minuciosamente.

El fundamento de la defensa técnica hay que buscarlo, precisamente, como la


consagración positiva de un derecho garantizador de la libertad de la persona que se ve
sometida a un proceso penal; además, el imputado se encuentra en una total inferioridad
por la falta de conocimiento técnico del Derecho.

El Código procesal se ha encargado de reglamentar en mejores condiciones el derecho


fundamental a la defensa, incluso ha recogido la “defensa pública”, aunque con el nombre
de “defensa estatal” (art. 107), en favor de todo imputado carente de recursos económicos.

8 GIMENO SENDRA, Vicente, MORENO CATENA, Víctor y CORTES DOMINGUEZ, Valentín: Derecho Procesal
Penal, Madrid, 1996, p. 68.

9 MORENO CATENA, Víctor: La defensa en el proceso penal, Madrid, 1982, p. 18.

56
5. ACTOS DE INTERPOSICION DE LA PRETENSION PENAL

El Código procesal introduce otros actos de postulación, que vienen integrados por la
formalización de la pretensión y que, en la doctrina española, 10 siguen un orden
escalonado: “primero se ejercita la acción en el escrito de iniciación del proceso penal
(querella, denuncia e iniciación de oficio), luego se prepara la fundamentación de la
pretensión, para poder entonces las partes una vez conclusa la instrucción y abierto el
juicio oral, formalizar sus respectivas pretensiones u oponerse a ellas”.

Los actos de formalización de la pretensión, en el ordenamiento jurídico español


reciben la denominación de escritos de calificación provisional (en los delitos graves) y
escritos de acusación (en el proceso abreviado), y en ellos se introduce la pretensión con
todos sus elementos esenciales (determinación del imputado y el hecho punible) y
formales. En el Código procesal boliviano (art. 327), tales actos reciben el nombre de
fundamentaciones, y deben realizarse, con el nombre de provisionales en la etapa
preparatoria y definitivas en la presentación de requerimiento conclusivo, antes de
comenzar el juicio oral y público.

5.1 La fundamentación provisional

En la etapa preparatoria del juicio, habida cuenta que se persigue determinar si se han
producido unos hechos, realizados por personas concretas que sean merecedoras de un
enjuiciamiento penal, no se configura todavía en su integridad la pretensión penal, lo único
que se está haciendo es iniciar el proceso penal, que bautizaremos como fundamentación
provisional de la pretensión penal; incluso, en este momento de iniciación de la acción
penal, no se puede saber si los hechos que se están averiguando revisten características
de delito.

No hay que olvidar que lo que se persigue en esta fase es la “preparación del juicio oral
y público, mediante la recolección de todos los elementos que permitan fundar la
acusación del fiscal o del querellante y la defensa del imputado...”; es decir, se realizan
actos que suponen restricción de los derechos de las personas y que tienden al
aseguramiento de los actos procesales, como la detención preventiva, la imposición de
medidas cautelares, etc., que buscan garantizar el derecho de acusar primero y después
enjuiciar y, cuando corresponda, el cumplimiento de sanciones penales.

La fundamentación provisional, según la doctrina, 11 serían “actos de postulación de las


partes, mediante los cuales fundamentan y deducen la pretensión punitiva y, en su caso de
resarcimiento o, en uso del derecho de defensa, se oponen a ella, articulando un escrito en
el que exponen y califican los hechos punibles investigados en la instrucción, determinan

10 GIMENO SENDRA,Vicente y otros: Ob. Cit. p. 305.

11 GIMENO SENDRA,Vicente y otros: Ob. Cit. p. 307.

57
el tema de la prueba y efectúan la primera delimitación del objeto del proceso sobre el que
ha de recaer la actividad decisoria del tribunal”.

Los actos de postulación de la pretensión asisten a todas las partes, y así cabe
distinguir las fundamentaciones o pretensiones provisionales que ha de deducir el fiscal,
querellante particular o privado, de un lado, y las de la defensa, de otro; y las referentes a
la pretensión civil que ha de formular el actor civil, por una parte, y el responsable o tercero
civil, por otra.

La imputación formal, que debe realizarse al inicio de la etapa preparatoria y que


llamaremos fundamentación provisional, incluye la petición de una pena y que estén ya (en
las diligencias preliminares) determinados los elementos subjetivos (determinación,
identificación y presencia del imputado) y objetivos (el hecho punible) del objeto procesal.
La fundamentación provisional determina, también, la actividad probatoria, pues sólo sobre
los hechos afirmados por las partes versará la actividad probatoria en el juicio oral, con
arreglo a las reglas de distribución de la carga de la prueba.

Los requisitos formales de la fundamentación son los mismos que conocemos para la
querella (actos escritos, fundamentación fáctica, calificación jurídica, la petición de pena y
la proposición de prueba, etc.).

5.2 Las fundamentaciones definitivas

Las fundamentaciones definitivas son actos de postulación mediante los cuales las
partes deducen, como su nombre indica, definitivamente sus respectivas pretensiones
penales con arreglo al resultado de la investigación preliminar y de los medios de prueba
acumulados en la etapa preparatoria del juicio, y sin que puedan modificar su contenido
esencial. Estos actos de postulación corresponden exclusivamente a las partes; el juez o
tribunal no puede, de oficio, formular conclusión alguna, pues violaría el principio
acusatorio.

Las fundamentaciones definitivas tienen que formalizarse en lo que el Código procesal


(art. 325) ha dado en llamar “presentación de requerimiento conclusivo”, como conclusión,
precisamente, de la etapa preparatoria.

6. ACTOS DE DISPOSICION DE LA PRETENSION PENAL

En materia penal, dada la naturaleza no dispositiva del derecho de penar, las partes no
pueden disponer, en principio, de la pretensión penal y ocasionar la finalización anormal
del proceso; sin embargo, subsisten determinados actos de disposición, que se clasifican
en impropios y propios.

a) Como impropios, nuestro ordenamiento jurídico sólo reconoce el desistimiento o


abandono de la querella en los delitos públicos. El Código procesal establece como
causales: no concurrir a presentar testimonio sin justa causa; no acusar o no ofrecer
prueba para fundar su acusación; no concurrir al juicio o ausentarse del mismo sin
autorización del tribunal; y no concurrir, su representante o sucesor, a proseguir el
proceso dentro de los sesenta días siguientes a su incapacidad o muerte, que

58
impedirá toda posterior persecución por parte del querellante, en virtud del mismo
hecho que constituyó el objeto de su querella y en relación a los imputados que
participaron en el proceso.

Otro acto impropio de disposición de la pretensión penal es el sobreseimiento que


decreta de manera fundamentada el fiscal cuando resulte evidente que el hecho no
existió, que no constituye delito o que el imputado no participó en él, y cuando estime
que los elementos de prueba son insuficientes para fundamentar la acusación (art.
323.3). También la acusación podrá retirarse en cualquier momento del juicio, hasta
antes de la deliberación (art. 342).

b) Como propios tenemos, según Gimeno Sendra, 13 “aquellos actos de postulación, en


los que, existiendo, de un lado, una acción típica, culpable y punible, y habiéndose
determinado, de otro, su presunto autor, las partes deciden poner fin al procedimiento
por razones de política criminal” (criterios de oportunidad y suspensión condicional
del proceso); que en el Código procesal se encuentran reglamentados en el art. 21 y
siguientes.

c) El perdón del ofendido es otro medio de disposición unilateral, en cuya virtud el


ofendido, en determinados procesos incoados por la comisión de un delito
semipúblico y en la totalidad de los que tengan como causa un delito privado, decide
formalizarlo y, mediante él, provocar la extinción de la responsabilidad penal del
imputado.

d) A diferencia de otros ordenamientos jurídicos que se permiten sólo para


determinados delitos, sobre todo en función de la pena, el Código procesal (arts. 373
y 374) reconoce la conformidad o confesión del imputado en el novel procedimiento
abreviado. Gimeno Sendra 14 aclara que “la conformidad es un acto unilateral de
postulación y de disposición de la pretensión, efectuado por la defensa y realizado en
el ejercicio del principio puro de oportunidad, por el que, mediante el allanamiento a
la más elevada petición de pena, que nunca puede exceder a los seis años de
privación de libertad, se ocasiona la finalización del procedimiento a través de una
sentencia con todos los efectos de la cosa juzgada”.

La conformidad es, ante todo, una declaración de voluntad de poner fin a un


proceso penal y, para que proceda, en el procedimiento abreviado boliviano, el
Código condiciona “contar con el acuerdo del imputado y su defensor, el que deberá
estar fundado en la admisión del hecho y su participación...” y, como consecuencia,
“la sentencia se fundará en el hecho admitido por el imputado pero la condena no
podrá superar la pena requerida por el fiscal...”

13 GIMENO SENDRA, Vicente; MORENO CATENA, Víctor y CORTES DOMINGUEZ, Valentín: Derecho
Procesal Penal, Madrid, 1996, pp. 324 y 325.

14 Ibídem, p. 328.

59
Y como es una declaración de voluntad unilateral del imputado y su defensa, no
se puede alegar, posteriormente, la vulneración de la presunción de inocencia, ni se
puede apelar la sentencia, ya que impera también el principio de que nadie puede ir
contra sus propios actos, de tal suerte que, reconocido un hecho, no puede el
imputado negarlo o modificarlo. La confesión o transacción penal, como se llama en
EE.UU., responde fundamentalmente a razones de economía procesal: obviar las
fases del proceso y la producción de prueba, estimular la pronta reparación de los
daños causados a la víctima, etc.

“LAS MEDIDAS CAUTELARES DESDE LA JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL”

Por Arturo Yañez Cortes

I. INTRODUCCION.

Analizar la jurisprudencia emitida en estos casi cinco años de vigencia del Tribunal
Constitucional en materia de medidas cautelares implica la revisión de una cantidad
considerable de Sentencias Constitucionales de Acción de Libertad (antes llamado Hábeas
Corpus).

No me interesa ni criticar ni elogiar los fallos, sino presentarlos ordenadamente según la


técnica de interpretación utilizada, con el propósito que los operadores del sistema puedan
aplicarlos en su trabajo diario, contribuir en esa medida a la aplicación uniforme del
sistema procesal penal y apoyar su afianzamiento en el marco del Estado Democrático de
Derecho.

II. TECNICAS DE INTERPRETACION CONSTITUCIONAL: RATIO DECIDENDI Y


OBITER DICTA.

Para el efecto, utilizaré la técnica de interpretación constitucional que consiste en


identificar la ratio decidendi (razón de la decisión) de las Sentencias Constitucionales.
Me refiero a 39 “... la formulación general, más allá de las particularidades irrelevantes del
caso, del principio, regla o razón general que constituyen la base de la decisión judicial
específica. Es sí se quiere, el fundamento normativo directo de la parte resolutiva...”; la
que se diferencia del “obiter dicta” o dicho al pasar; que en palabras del mismo autor,
se trata de: “ todos aquellos pasajes de las sentencias en los que, por la abundancia
argumentativa propia del derecho jurisprudencial, se dicen cosas de pasada o
incidentalmente sin que constituyan el meollo del asunto jurídico que se está resolviendo”.

Como se advertirá, la razón de la decisión no es la parte resolutiva de la Sentencias


Constitucionales, sino más bien ésta aparece en su parte considerativa y en mi criterio,
sienta las bases de la línea jurisprudencial sentada.

39
LOPEZ MEDINA, Diego Eduardo “El Derecho de los Jueces”, Legis Editores, Bogotá, 2002.
60
Doctrinalmente, la conveniencia práctica de realizar esa diferenciación entre la razón de la
decisión de lo dicho al pasar, radica en que permite identificar claramente la parte
obligatoria o vinculante de la Sentencia Constitucional que se encuentra contenida en la
razón de la decisión del fallo.

Además, López Medina destaca que constituye el mecanismo adecuado para que los
casos no sean decididos de manera arbitraria, caprichosa o hasta aleatoria, sino con
fundamento en normas aceptadas y conocidas por todos, lo que hace que el juez legitime
su rol frente a la comunidad, dado el enorme poder que ostenta al decidir sobre la libertad,
los derechos y los bienes de las personas.

III. NATURALEZA VINCULANTE DE LA RAZÓN DE LA DECISIÓN. SITUACIÓN


ACTUAL.

Desde el funcionamiento del Tribunal Constitucional y a lo largo de estos casi cinco años
después de la publicación de su Ley Nº 1836 de 1 de abril de 1998, ha surgido en el país
una interesante discusión doctrinal y académica, respecto de los alcances de la naturaleza
vinculante de los fallos dictados por el Tribunal Constitucional, tratándose especialmente
de las acciones de libertad y amparo constitucional, cuando se cuestiona sí la intención del
legislador constitucional fue realmente la de otorgar naturaleza vinculante a todos los
Autos, Sentencias y Declaraciones Constitucionales en general o simplemente, a los fallos
que resuelven Recursos de Inconstitucionalidad.

Asimismo, existen también corrientes de discusión en sentido de precisar los alcances del
diseño de control constitucional, ya que se entiende que el Tribunal Constitucional no es el
único intérprete de la Constitución, sino todos los operadores que en su trabajo diario
realizan interpretación constitucional.

IV. ANALISIS DE LA JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL.

Como indiqué al inicio, la abundante masa jurisprudencial sobre el tema, me obliga a


seleccionar los casos más relevantes, frecuentes y novedosos, para condensarlos en ésta
ponencia, según la razón de la decisión que contienen. Obviamente, los fallos clasificados
se refieren a Sentencias Constitucionales sobre el Recurso de Hábeas Corpus.

Comienzo con las generalidades aplicables a todas las medidas cautelares y luego
analizaré la detención preventiva, las medidas sustitutivas a la misma, su cesación, el
arresto y la aprehensión. Finalmente, pese a que no se trata de una medida cautelar, por
su vinculación directa con el tema, me permitiré señalar algunos casos de jurisprudencia
sobre la fianza.

En todos los casos sólo señalaré dos o tres ejemplos de Sentencias Constitucionales,
pese a que existen en la mayoría, muchas más sobre el tema.

61
a) Generalidades.

1. Sobre la imposibilidad de disponer de oficio cualquier medida cautelar. La


razón de la decisión contenida en las Sentencias Constitucionales Nº s. 348/01-R de
23 de abril de 2001, 548/01-R de 4 de junio de 2001, 850/01-R de 13 de agosto de
2001 y 079/02-R de 23 de enero de 2002, entre otras; señala que a diferencia del
anterior sistema inquisitivo en el que el Juez tenía amplias facultades ya que podía
investigar, garantizar derechos, acusar y también disponer de oficio la aplicación de
las llamadas “medidas jurisdiccionales” –el nombre lo dice todo- en el de corte
acusatorio oral orientado por el principio “ne procedat iudex ex officio”, el órgano
jurisdiccional no puede actuar sí no es a pedido expreso de parte, lo que es
perfectamente aplicable también a la imposición de medidas cautelares, en el que
requiere como condición indispensable, el pedido expreso y fundamentado de la
parte interesada.

2. Sobre la naturaleza de las medidas cautelares. La razón de la decisión contenida


en las Sentencias Constitucionales Nº s. 485/01-R de 21 de mayo de 2001 y 67/01-
R de 26 de enero de 2001; señala que las medidas cautelares tienen naturaleza
excepcional y provisional, por lo que la privación de libertad por lapsos
indeterminados o su aplicación indiscriminada (la regla es la libertad) genera la
desnaturalización de su esencia y la convierte en pena anticipada, vulnerando las
garantías constitucionales de la presunción de inocencia y el juicio previo.

3. Sobre la inexistencia de la “detención en depósito”. La razón de la decisión de


las Sentencias Constitucionales Nº s. 466/01-R de 18 de mayo de 2001 y 506/20-R
de 29 de abril de 2002; afirma que esa figura no existe en nuestro ordenamiento
jurídico y menos constituye medida cautelar de ninguna naturaleza, por lo que opera
la cobertura de la acción de libertad puesto que limita la privación de libertad sólo a
los casos y a las formas expresamente permitidas por Ley.

4. Sobre la liberación o remisión al órgano jurisdiccional o Fiscal del ilegalmente


privado de libertad. En las Sentencias Constitucionales N° s. 036/2001-R de 17 de
enero de 2001 y 044/01-R de 19 de enero de 2001, la razón de la decisión afirma
que la liberación o remisión del ilegalmente privado de libertad a conocimiento del
Juez o del Fiscal, no destruye la ilegalidad puesto que la misma se generó en el
preciso momento en que se realizó la privación de libertad vía “arresto” o
“aprehensión”.

b) Detención Preventiva.

1. Sobre la imputación formal como requisito previo e indispensable a la


detención preventiva. La razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales
Nº s. 186/01- R de 7 de marzo de 2001 y 250/02-R de 11 de marzo de 2002,
permite concluir que la imputación formal constituye un requisito previo e
indispensable que junto con los requisitos de orden material o procesal sirven para
adoptar a pedido expreso de parte, una medida cautelar como la detención
preventiva por ejemplo.

62
Debe hacerse notar que éste requisito de la imputación, es conocido doctrinalmente
como el fumus boni iuris o fumus delicti commissi y debe estar presente en todos
los casos, conforme claramente exigen la primera parte y el inc. 1°) del art. 233 del
NCPP. Es otra manifestación de la regla constitucional del art. 9 – I.

2. Sobre los requisitos a considerar para disponer la detención preventiva.


Mediante las Sentencias Constitucionales Nº s. 584/01-R de 18 de junio de 2001,
881/01-R de 21 de agosto de 2001 y 910/01-R de 30 de agosto de 2001, el Tribunal
Constitucional considera como razón de la decisión que partiendo de la imputación
formal y el pedido expreso de parte, deben observarse dos órdenes de requisitos: a)
los contenidos en el art. 233 denominado cabalmente “requisitos para la detención
preventiva” y b) los contenidos en el art. 236 que se refieren a la competencia,
forma y contenido de la decisión, (requisitos de forma). Ambos deben ser
necesariamente considerados, debiendo el Juez explicar objetivamente como llegó
al convencimiento de que efectivamente se dieron en el caso concreto.

3. Sobre la necesidad de concurrencia simultánea de ambos requisitos del art.


233 del NCPP, para la detención preventiva. La razón de la decisión de las
Sentencias Constitucionales Nº s. 1177/01-R de 13 de noviembre de 2001, 1187/01-
R de 14 de noviembre de 2001 y 872/02-R de 22 de julio de 2002, enseña que
ambos requisitos previstos en el art. 233 del NCPP, es decir, “...la existencia de
elementos suficientes para sostener que el imputado es con probabilidad autor o
partícipe...” que doctrinalmente consiste en el fumus boni iuris y la existencia de
riesgo de fuga u obstaculización del procedimiento (periculum in mora, según la
doctrina); deben ser acreditados por el solicitante de manera necesaria e
imprescindible para que el Juez pueda ordenar la aplicación de una medida cautelar.

4. Sobre la inexistencia de excepciones a los requisitos establecidos por el art.


233. Existe abundante jurisprudencia al respecto que puede ser resumida en la
siguiente razón de la decisión: a partir del art. 9 –I constitucional que señala
taxativamente que nadie puede ser privado de su libertad sino en los casos y según
las formas establecidas por Ley; los requisitos previstos en el art. 233 del NCPP
para disponer la detención preventiva son aplicables a todos los casos, sin que
exista excepción alguna en razón al supuesto delito, calidad, profesión, oficio o
condición de la víctima, ni por la alarma social o perturbación del orden público,
conforme señalan las Sentencias Constitucionales Nº s. 1101/02- R de 13 de
septiembre de 2002.

En el mismo sentido, la razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales Nº s.


1115/02-R de 16 de septiembre de 2002 y 1187/01-R de 14 de noviembre de 2001,
indica que no se puede inferir riesgo de fuga o de obstaculización del procedimiento
sobre la base de la gravedad del hecho, la perturbación del orden público o la
alarma social.

Finalmente, en las Sentencias Constitucionales Nº s. 1157/01-R de 5 de noviembre


de 2001 y 177/02-R de 27 de febrero de 2002, la razón de la decisión afirma que los
únicos supuestos para detener preventivamente son los contenidos en los arts. 233
en relación con los 234 y 235 y mediante la forma prevista en el 236; por lo que no

63
es viable apoyar la detención preventiva en los antecedentes del imputado, ya que
se juzgarán durante el proceso sus actos y no sus antecedentes (derecho penal de
acto y no de autor).

5. Sobre la exigencia de considerar en audiencia la aplicación de la detención


preventiva. Se debe comenzar señalando que nuestro CPP no contiene ninguna
disposición específica sobre el tema, empero, la jurisprudencia constitucional
disponible permite señalar mediante la razón de la decisión contenida en las
Sentencias Constitucionales Nº s. 1272/02-R de 21 de octubre de 2002 y 547/02-R
de 13 de mayo de 2002 que, en aplicación de las disposiciones constitucionales
respecto a que la defensa en juicio es inviolable y al estar el sistema procesal actual
regido por el principio de oralidad, siendo por tanto los actos procesales públicos y
contradictorios, el órgano jurisdiccional está en la obligación insoslayable de fijar
audiencia para considerar y resolver las solicitudes formuladas pidiendo la
detención preventiva, de forma que las partes asistan en igualdad de condiciones,
aleguen en la misma sus posiciones, produzcan sus “pruebas” y así se asegure el
derecho de defensa desde el primer momento del procedimiento, lo que además les
permitirá también ejercer su derecho de objeción de las resoluciones así adoptadas.

6. Sobre los alcances de la detención preventiva. Surgen de las características


doctrinales de la misma, es decir, su instrumentalidad, excepcionalidad,
proporcionalidad, revisabilidad o variabilidad y jurisdiccionalidad; lo que ha sido
plasmado mediante las Sentencias Constitucionales Nº s. 806/02-R de 8 de julio de
2002 y 20/01-R de 16 de enero de 2001 cuya razón de la decisión sostiene que en
consideración a esa su naturaleza - especialmente su excepcionalidad en relación
con su revisabilidad o variabilidad - las medidas cautelares no son definitivas,
pudiendo ser revocadas o cambiadas según las causales previstas por Ley. Se
refiere a las causales de cesación de la detención preventiva ya sea por
vencimiento de plazo máximo de duración (incisos 2° y 3° del art. 239 del NCPP) o
cuando desaparezcan las circunstancias que en su momento la justificaron (inciso
1° del art. 239 del NCPP).

7. Sobre la obligación del juez para fundamentar el auto de detención preventiva.


Las Sentencias Constitucionales Nº s. 417/01-R de 9 de mayo de 2001, 50/01-R de
22 de enero de 2001 y 478/01-R de 21 de mayo de 2001, contienen la razón de la
decisión que afirma que el juez está obligado a fundamentar expresamente los
supuestos que le motivan a disponer la aplicación de la medida, describiendo clara
y objetivamente los elementos de convicción –no pruebas- utilizados sobre la base
de los arts. 233 al 236, que constituyen normas procesales de orden público de
desarrollo constitucional cuya aplicación debe ser observada en todos los casos, sin
excepción alguna.

Este caso es uno de los recurrentes en cuanto a cantidad, aunque a diferencia del
período cercano a la vigencia anticipada del NCPP (mayo de 2000 hasta finales del
2001 aproximadamente) se advierte que los casos sobre el tema han sufrido un
descenso en su número.

64
8. Sobre la obligación de fundamentar individualmente la detención preventiva
tratándose de varios imputados. Siempre que se trate de circunstancias
diferentes, el Juez está obligado a fundamentar de manera individual los motivos
que le impulsan a detenerlos preventivamente sobre la base de los arts. 233 a 236
del NCPP. Así expresa la razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales
Nº s. 1098/01-R de 15 de octubre de 2001 y 724/2002-R de 21 de junio de 2002.

Mientras que la Sentencia Constitucional N° 1014/02-R de 20 de agosto de 2002,


puntualiza que tratándose de varios imputados pero sometidos a iguales
circunstancias, puede hacerse una fundamentación conjunta, pero siempre
sometida a las exigencias de los arts. 233 a 236 del NCPP.

c) Medidas sustitutivas a la detención preventiva.

1. Sobre la imposibilidad de aplicar medidas no previstas en el art. 240 del NCPP.


La razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales Nº s. 048/01-R de 22 de
enero de 2001 y 904/02-R de 26 de julio de 2002, explica que el juez no puede
aplicar ninguna otra medida sustitutiva que no esté comprendida en alguno de los
seis incisos del art. 240 del NCPP.

2. Sobre los casos en los que se puede revocar la medida sustitutiva. La razón de
la decisión de las Sentencias Constitucionales Nº s. 674/02-R de 10 de junio de
2002, 041/02-R de 19 de enero de 2001 y 617/02-R de 29 de mayo de 2002, refiere
que los únicos casos en los que el Juez puede revocar la medida son cuando el
imputado incumple alguna de las obligaciones impuestas y cuando se comprueba
que el imputado realiza actos preparatorios de fuga u obstaculización, lo que podrá
dar lugar a la detención preventiva siempre y cuando ésta fuera procedente. En mi
criterio, no implica que se deba automáticamente disponer la detención preventiva,
pudiendo también aplicar otras medidas sustitutivas más eficaces que la incumplida.

3. Sobre la imposibilidad de aplicar automáticamente la detención preventiva


cuando se revoca la sustitutiva. En el mismo sentido, las Sentencias
Constitucionales 539/02-R de 10 de mayo de 2002 y 288/02-R de 18 de marzo de
2002; partiendo del principio que los únicos casos en que la medida sustitutiva
puede ser revocada son los previstos por el art. 247 del NCPP, señala como razón
de decisión que la detención preventiva no debe ser aplicada de manera automática,
sino siempre y cuando ésta sea procedente según los arts. 233 y siguientes del
NCPP, lo que en mi criterio implica que deberá además haber un pedido expreso de
parte acreditando las exigencias establecidas por esas normas.

d) Cesación de la detención preventiva

1. Sobre la imposibilidad de considerar otros aspectos ajenos al vencimiento del


plazo. La razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales Nº s. 947/01-R de
6 de septiembre de 2001 y 1354/02 de 6 de noviembre de 2002 señala refiriéndose
a los incisos 2º) y 3º) del art. 239 del NCPP, que cumplido el lapso previsto en

65
cualquiera de ambos, corresponde determinar la cesación de la medida, sin ninguna
otra consideración ajena al cumplimiento del plazo, que es el único requisito exigido
para el efecto. Caso contrario, se vulnera el derecho de libertad del imputado. Se
trata entonces de plasmar en la práctica la formulación doctrinal de la cesación de
la medida cautelar por excesiva duración y sus características de temporalidad o
provisionalidad, por las cuales estas medidas son adoptadas por un tiempo
previamente determinado en la norma para evitar se conviertan en pena anticipada.

2. Sobre el plazo para considerar el pedido de cesación de detención preventiva.


De igual manera que respecto a la audiencia para considerar la aplicación de
alguna medida cautelar, nuestro CPP no establece plazo alguno para la
consideración del cese de la detención preventiva. La razón de la decisión
contenida en las Sentencias Constitucionales N° s. 571/01-R de 8 de junio de 2001
y 766/01-R de 23 de julio de 2001, en consideración a la naturaleza del bien jurídico
– la libertad personal- señala que esas solicitudes deben ser tramitadas inmediata y
prioritariamente, como condición esencial de la administración de justicia.

3. Sobre la imposibilidad de alegar riesgo de fuga o de obstaculización, para


negar la cesación de la detención preventiva. Como se vio anteriormente, los
únicos requisitos a ser analizados para la cesación prevista en los incisos 2°) y 3°)
del art. 239 del CPP, constituyen el vencimiento de los plazos temporales fijados en
cada caso. En el mismo sentido, pero ahora con relación a todos los incisos del
mismo artículo, la razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales N° s.
741/00-R de 2 de agosto de 2000 y 1490/02-R de 6 de diciembre de 2002 señala
que ni el riesgo de fuga ni el de obstaculización del procedimiento, pueden ser
alegados y menos utilizados válidamente para negar la cesación de la detención
preventiva, ya que estos se refieren a supuestos utilizados para imponer la medida,
mientras que para hacerla cesar, corresponde analizar lo que doctrinalmente se
conoce como la variación de supuestos (inc. 1° del art. 239) o la duración excesiva
de la medida (incs. 2° y 3° del mismo).

e) Arresto.

1. Sobre la imposibilidad de su aplicación como medida disciplinaria. La razón de


la decisión –Sentencias Constitucionales Nº s. 829/02-R de 15 de julio de 2002 y
287/02-R de 18 de marzo de 2002 indica que ésta medida cautelar sólo puede ser
aplicada en virtud al art. 225 del CPP; es decir, esa facultad se ha conferido al
Policía o al Fiscal, para que la ejerzan en el primer momento de la investigación
cuando sea imposible identificar o distinguir entre autores, partícipes o testigos y se
deba proceder con urgencia para no perjudicar la investigación; sin que pueda ser
aplicada por ningún otro motivo.

Se trata entonces de otra consecuencia de la regla del art. 9- I Constitucional.

2. Sobre el límite temporal de duración. La razón de la decisión indica que el plazo


máximo de duración del arresto es de 8 horas, lo que surge de la característica de
temporalidad de las medidas cautelares en general. Ver Sentencias

66
Constitucionales Nº s. 990/01-R de 17 de septiembre de 2001 y 1396/2002-R de 18
de noviembre de 2002, por ejemplo.

f) Aprehensión.

1. Sobre el propósito de la aprehensión. La razón de la decisión de las Sentencias


Constitucionales Nº s. 539/01-R de 4 de junio de 2001 y 1141/02-R de 19 de
septiembre de 2002 afirma que el único propósito de esa medida cautelar es
trasladar a la persona ante la autoridad competente, para que esta defina lo que
fuere de Ley.

2. Sobre la exigencia de emitir previamente el mandamiento de comparendo. La


razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales Nº s. 096/01-R de 2 de
febrero de 2001 y 049/01-R de 22 de enero de 2001, explica que cualquiera de los
dos casos de aprehensión (arts. 226 y 227 del NCPP) están siempre sometidos a
un mismo requisito común: que se haya emitido previamente el mandamiento de
comparendo.

3. Sobre la exigencia de la citación personal con el mandamiento de comparendo.


Mediante las Sentencias Constitucionales Nº s. 562/01-R de 11 de junio de 2001 y
244/02-R de 8 de marzo de 2002, el Tribunal considera como razón de decisión que
habiéndose emitido con carácter previo el respecto mandamiento de comparendo al
que se refiere el art. 9 –I constitucional, éste debe ser necesariamente citado de
manera personal y, ante su desobedecimiento, resistencia u omisión de justificación
válida, recién corresponde librar el mandamiento de aprehensión, obviamente
previo cumplimiento de los requisitos fijados para el efecto.

4. Sobre la posibilidad de aprehensión tratándose de delitos privados. Las


Sentencias Constitucionales Nº s. 283/02-R de 18 de marzo de 2002 y 587/02-R de
21 de mayo de 2002, señalan mediante su razón de la decisión que debido al
desenvolvimiento del trámite que debe llevarse a cabo sin interrupciones indebidas,
el Juez puede, previo cumplimiento de los requisitos señalados, aprehender pese a
tratarse de delitos privados, con el único objeto de ponerla a su disposición,
debiendo ser luego puesta en libertad.

5. Sobre la facultad de aprehensión del Fiscal, cuando citado personalmente con


el mandamiento de comparendo, no se presenta ni justifica válidamente su
incumplimiento. La razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales Nº s.
1034/02-R de 28 de agosto de 2002 y 1019/02 de 22 de agosto de 2002, admite
que sin importar el tipo de delito que se trate – público o privado- sí el ciudadano ha
sido citado personalmente y no se presenta dentro del término fijado ni justifica
impedimento alguno, el Fiscal puede ordenar fundadamente su aprehensión sólo
para la realización del actuado al que fue convocado.

Lo anterior se halla aclarado según la Sentencia Constitucional Nº 284/02-R de 18


de marzo de 2002 cuya razón de la decisión afirma que son dos los casos en que el
Fiscal puede aprehender: a) en virtud al art. 62 de la Ley Orgánica del Ministerio

67
Público (Ley Nº 2175) ante el desobedecimiento de las citaciones practicadas
mediante comparendo de manera personal y, b) según los arts. 224 y 226 del
NCPP. Se debe hacer notar que la Ley Orgánica del Ministerio Público, se refiere al
testigo y no al imputado.

6. Sobre la inexistencia de aprehensión o peor aún “detención” por batida. La


razón de la decisión contenida en la Sentencia Constitucional Nº s. 645/01-R de 2
de julio de 2001, que los únicos motivos por los cuales la Policía puede aprehender
a cualquier ciudadano se encuentran claramente descritos en el art. 227 del CPP,
por lo que la aprehensión realizada por ejemplo vía “batida” es ilegal y abre la
cobertura del Hábeas Corpus.

7. Sobre la facultad para liberar al aprehendido. La razón de la decisión señala que


la única autoridad competente para liberar al aprehendido es el Juez, lo que se
efectivizará mediante el cumplimiento de los trámites previstos por los arts. 226, 227
y 229. Ver Sentencias Constitucionales Nº s 630/01-R de 25 de junio de 2001 y
387/02-R de 9 de abril de 2002.

g) Fianza.

1. Sobre su finalidad. Las Sentencias Constitucionales N° s. 1113/01-R de 19 de


octubre de 2001 y 869/01-R de 14 de agosto de 2001, refieren que la fianza tiene
fines exclusivamente procesales, esto es asegurar que el imputado cumplirá las
obligaciones que se le impongan y las órdenes del Juez o Tribunal; por lo que sus
límites deberán ser fijados teniendo en cuenta la situación económica del imputado,
de donde surge la imposibilidad legal de fijar una fianza que resulte de imposible
cumplimiento para el mismo.

2. Sobre las fianzas previstas en el inciso 6°) del art. 240 del CPP. La razón de la
decisión de las Sentencias Constitucionales N° s. 1214/02-R de 14 de octubre de
2002 y 540/02-R de 10 de mayo de 2002 señala que la fianza juratoria, personal o
económica, contempladas en ese inciso, son una de las alternativas que dispone el
Juez, por lo que no pueden ser impuestas conjuntamente, ya que todas tienen la
misma finalidad y por tanto son excluyentes. Cabe precisar que no ocurre lo mismo
con las medidas contenidas en los anteriores incisos del art. 240, que pueden ser
combinados.

3. Sobre los alcances de la fianza personalen caso de incomparecencia. Mediante


la razón de la decisión de las Sentencias Constitucionales N° s. 1311/01-R de 13 de
diciembre de 2001 y 68/02 –R de 18 de enero de 2002; se sostiene que la fianza
personal es la obligación que asumen una o más personas para presentar al
afianzado ante el órgano jurisdiccional las veces que así sea requerido, por lo que
las obligaciones del fiador personal en caso de incomparecencia, le obligan a pagar
la suma que demande la captura del mismo, a ser determinada por el Juez.

68
V. PRINCIPALES DISPOSICIONES CONSTITUCIONALES GENERADORAS DE
JURISPRUDENCIA SOBRE MEDIDAS CAUTELARES.

Como se habrá advertido mediante los casos jurisprudenciales presentados, las líneas
jurisprudenciales emitidas sobre el régimen cautelar del Código de Procedimiento Penal
(Ley N° 1970) efectivizan en la práctica, determinadas garantías y principios
constitucionales. Al respecto, un tema importante –más allá del referido al sistema
procesal penal- es que también contribuyen a estrechar el divorcio que existió fruto del
anterior sistema, entre la Constitución vigente y la realidad, al extremo que nuestro país,
llegó a ocupar el tristemente célebre segundo puesto en el índice de presos sin
condena en Latinoamérica, existiendo casos de detenidos “preventivamente” que
sobrepasaban e ese estado el tiempo de condena que hubieran recibido en caso de ser
declarados culpables.

En ese sentido, parte esencialmente del art. 6 – II que sienta las bases generales del
trato que todo ser humano merece dada esa su condición en relación al Estado, cuando
señala que “la dignidad y la libertad de las persona son inviolables. Respetarlas y
protegerlas es un deber primordial del Estado”; lo que tratándose de las medidas
cautelares personales entendidas universalmente como medidas que restringen y
afectan derechos, adquiere mayor relevancia precisamente por las consecuencias que
su aplicación acarrea para el ciudadano en su desigual relación con el Estado, más aún
cuando éste ejercita la mas dura de sus facultades: el derecho de castigar.

Otra de las disposiciones que genera abundante masa jurisprudencial, resulta la


contenida en el art. 9 – I en sentido que: “nadie puede ser detenido, arrestado ni puesto
en prisión, sino en los casos y según las formas establecidas por Ley, requiriéndose
para la ejecución del respectivo mandamiento...”. A partir de esa regla constitucional, se
ha desarrollado una amplia jurisprudencia orientada especialmente a los casos y la
forma de adoptar cualquier medida cautelar personal, a la aplicación restringida de la
detención preventiva sólo por las causales expresamente previstas por Ley y no por
otros motivos que la desnaturalizan radicalmente (inexistencia de excepciones a
requisitos legales) y también sobre la obligación de fundamentar debidamente el auto
que dispone la aplicación de la medida, lo que permite ejercitar debidamente el derecho
de segunda opinión.

También, debo mencionar las disposiciones constitucionales contenidas en los cuatro


parágrafos del art. 116, especialmente, las referidas a la presunción de inocencia, el
derecho de defensa y el juicio previo, que se encuentran plasmados en casos tales
como la obligación del Juez de señalar audiencia para la imposición de una medida
cautelar garantizando así el derecho de defensa y el ejercicio de la contradicción; la
cesación de la detención preventiva tanto por vencimiento de plazo máximo de
detención como por modificación de circunstancias que plasma la presunción de
inocencia, el principio de celeridad de la administración de justicia y evita que la medida
cautelar se convierta en pena anticipada.

El principio constitucional de la celeridad como condición esencial de la administración


de justicia se encuentra también plasmado en la realidad mediante las líneas
jurisprudenciales referidas a la cesación de la detención preventiva y en general a todas

69
las que hacen referencia al cumplimiento de los plazos previstos para la duración de
cualquier medida cautelar.

Finalmente, como es bien conocido, el sistema procesal penal es un instrumento que


conforme corresponde en el ámbito de un verdadero Estado Democrático de Derecho,
está orientado a lograr mayor grado de aplicación de los derechos y garantías
constitucionales; propósito que paulatinamente ha comenzado a ser logrado,
constituyendo la jurisprudencia constitucional un aporte para el mismo.

EJERCICIOS (Por subir a Tarea en plataforma virtual)

1. ¿Cómo se inicia el proceso penal?


2. Lea el art. 133 del CPP, diga desde ¿qué momento se debe hacer el computo de los tres
(3) años de duración máxima del proceso?. Explicar citando artículos del CPP.
3. ¿Qué es la imputación formal, quien la dicta y bajo qué presupuestos?.
4. ¿Cuántas clases de medidas cautelares existen y cuáles son?
5. Explique las características de las medidas cautelares.
6. ¿El arresto es una medida cautelar?
7. Cuándo procede la aprehensión por el fiscal?
8. Cuándo procede la detención preventiva?
9. Cuándo procede las medidas sustitutivas a la detención preventiva?
10. ¿Qué se entiende por peligro de fuga y qué circunstancias se deben tomar en cuenta
para determinarla?
11. ¿Qué se entiende por peligro de obstaculización y qué circunstancias se deben tomar en
cuenta para determinarla?
12. ¿Qué se entiende por peligro de reincidencia y qué circunstancias se deben tomar en
cuenta para determinarla?

BIBLIOGRAFÍA

Herrera Añez, William, Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, Ed. Kipus,
Cochabamba, 2d. Edición, 2015, Cap. 9. (es decir de la página 249 al 275).

BARONA VILAR, Silvia “Medidas Cautelares Penales. Proceso Penal Boliviano. Editorial
“El País”, Santa Cruz de la Sierra, 2002.

EXCMA. CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION. “Compromiso por una justicia


para todos”. Editorial Judicial. Sucre, 2003.

LOPEZ MEDINA, Diego Eduardo. “El Derecho de los Jueces”. Ediciones Uniandes, Legis
Editores. Bogotá, 2002.

LOPEZ MEDINA, Diego Eduardo. “Interpretación Constitucional”. Escuela Judicial Rodrigo


Lara Bonilla – Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2002.

70
RODRIGUEZ VELTZE, Eduardo. “Resoluciones vinculantes en el sistema judicial de
Bolivia: Aspectos controversiales”. Ponencia presentada en el “Seminario Internacional de
Jurisprudencia”. Sucre, Octubre de 2002.

YAÑEZ CORTES, Arturo. “Nuevo Código de Procedimiento Penal: Jurisprudencia


Constitucional y Documentos”. GTZ – Reforma Procesal –MSD/USAID. Sucre, 2001.

5. RECURSOS DE INFORMACIÓN COMPLEMENTARIOS

Para complementar y profundizar su aprendizaje en esta tutoría (unidad), se le sugiere


pueda consultar la jurisprudencia constitucional que se encuentra en la plataforma NUR
Virtual de la materia y hacer búsqueda de jurisprudencias en los siguientes recursos de
información:

1.- Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia: http://www.tcpbolivia.bo/

2.-Tribunal Supremo de Justicia: http://tsj.bo/

3.- Código de Procedimiento Penal concordado y comentado:


http://www.procedimientopenal.com.bo/

71
TUTORIA 4

1. CONTENIDO DE LA TUTORÍA

Fundamentos teóricos de: I.- ACTOS DE INVESTIGACIÓN QUE NO LIMITAN


DERECHOS FUNDAMENTALES: A) DECLARACIÓN DEL IMPUTADO B)
DECLARACIÓN DEL TESTIGO a) El deber de comparecer y sus exenciones b)
Formas y contenido c) La protección de testigos C) INFORMES PERICIALES a)
Derechos y deberes b) Procedimiento D) CONSULTORES TÉCNICOS E) CAREO
F) INSPECCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN G) AGENTE ENCUBIERTO H) ENTREGA
DE SUSTANCIAS CONTROLADAS I) REQUISA PERSONAL J)
INTERVENCIONES CORPORALES K) TEST DE ALCOHOLEMIA L)
FILMACIONES DE LUGARES PÚBLICOS M) DETERMINACIÓN DEL DELITO,
SUS CIRCUNSTANCIAS Y PRESUNTO AUTOR a) Registro del lugar del hecho y el
cuerpo del delito a’) Recogida de armas e instrumentos relacionados con los
hechos b’) Análisis de laboratorio c’) Diligencias en caso de muerte violenta b)
Determinación del presunto autor y sus circunstancias personales. II.- ACTOS DE
INVESTIGACIÓN QUE LIMITAN DERECHOS FUNDAMENTALES.

2. CAPACIDAD (ES) A DESARROLLAR

Capacidad de identificar, esquematizar y analizar críticamente los actos de investigación


y organizar los distintos actos de investigación según su grado de afectación a los
derechos fundamentales.

3. ACTIVIDADES PREVIAS A LA TUTORÍA

72
Usted debe realizar las siguientes actividades previas antes del encuentro de la tutoría:

1. Aportar en la Wiki de la materia en lo que respecta a la palabra o las palabras


que aparecerá en esta semana que deberán los estudiantes explicar y
desarrollar ampliamente.
2. Aportar su opinión en plataforma virtual en el Foro de la Tutoría 4
3. Responder a los ejercicios que se encuentran al final del texto de lectura y
subirlos a tarea en la plataforma virtual
4. Resuma todo el tema de la tutoría 4 en un mapa conceptual.

4. DESARROLLO

CLASES DE ACTOS DE INVESTIGACION.

Por William Herrera Añez.

Aun cuando los actos de investigación son de diferentes clases, Gómez Colomer, 40 los
considera desde dos puntos de vista distintos: a) Los actos que se dirigen a buscar y
adquirir las fuentes de la investigación como son la entrada y registro en lugar cerrado
(allanamiento), registro de libros y papeles, detención de la correspondencia postal,
telegráfica e intervención telefónica, y b) los actos que proporcionan por sí mismos las
fuentes de investigación como ser la inspección ocular, declaraciones de testigo, careos,
informe pericial, documentos, identificación del imputado, e injerencias corporales.

La otra clasificación que hace Gómez Colomer (y que seguiremos en el desarrollo de este
trabajo) tiene que ver con la limitación o no de derechos fundamentales y existen: a) los
actos de investigación que comportan limitación de los derechos fundamentales; y b) los
actos de investigación que no afectan a los derechos fundamentales.

El Código procesal boliviano (arts. 174-192), entre los medios de prueba y con el título de
“comprobación inmediata y medios auxiliares”, reglamenta un conjunto de actos de
investigación, que tienen como común denominador el poder incidir sobre el derecho a la
inviolabilidad del domicilio, la intervención corporal y de las comunicaciones, y el derecho
a la integridad y a la libertad. 41 Todos estos actos de investigación que tiene que realizar
el fiscal en la etapa preparatoria del juicio, tienen la finalidad de recoger y asegurar futuras

40
GOMEZ COLOMER, J:L., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., pp. 157 y sgtes.
41
HERRERA AÑEZ, W. Derecho Procesal Penal Boliviano, Santa Cruz de la Sierra, Editorial El País, 2004, p. 187.
73
fuentes 42 de prueba, e instrumentos del delito para el esclarecimiento del hecho delictivo y
establecer la responsabilidad jurídico-penal de su autor.

1. ACTOS DE INVESTIGACION QUE LIMITAN DERECHOS FUNDAMENTALES

Tomando en cuenta la clasificación que hace la doctrina española y extrapolando al


sistema procesal penal boliviano, tendríamos sistematizados como actos de investigación
que debe realizar el fiscal que limitan derechos fundamentales, los siguientes:

A) ALLANAMIENTO DE DOMICILIO

En la investigación que realiza el fiscal en la etapa preparatoria muchas veces necesita


realizar determinados actos de investigación ―como el allanamiento de domicilio― que
supone limitar derechos fundamentales. A diferencia de la legislación española, que se
ocupa de la “entrada y registro en lugar cerrado”, el legislador boliviano (art. 180) ha
recogido este acto de investigación en forma expresa con el nombre de allanamiento de
domicilio.

Este acto de investigación en particular requiere siempre resolución fundada del juez y la
participación obligatoria del fiscal; y se lo prohíbe en horas de la noche, salvo en el caso
de delito flagrante. Las exigencias que el legislador ha establecido para el allanamiento
vienen a ser una consecuencia del mandato constitucional (art. 25-I) de que toda persona
tiene derecho a la inviolabilidad de su domicilio, salvo autorización judicial.

Como sostiene Gómez Colomer, 43 el allanamiento de domicilio es el acto de investigación


consistente en la penetración en un determinado recinto aislado del exterior, con la
finalidad de buscar y recoger fuentes de investigación, o la propia persona del imputado.
Agrega que son dos diligencias en una, pero íntimamente unidas, pues se entra en el lugar
cerrado para registrarlo. La entrada y registro, como se conoce en España, supone la

42
Carolina Sanchis atribuye a Sentis Melendo hacer la diferencia entre la fuente y el medio de prueba. La fuente es un
concepto metajurídico, extrajurídico o a-jurídico, que corresponde forzosamente a una realidad anterior y extraña al
proceso; mientras que el medio es un concepto jurídico y absolutamente procesal. La fuente existirá con
independencia de que se siga o no el proceso, aunque mientras no se llegue a él su existencia carezca de
repercusiones jurídicas; el medio nacerá y se formará en el proceso. Primero se buscan las fuentes y cuando las
tenemos, proponemos los medios para incorporarlas al proceso. La búsqueda de prueba por ser ante-procesal y
extra-procesal, no está sujeta a garantías específicas y determinadas de orden procesal, sino a garantías de orden
jurídico, en general; las de orden procesal afectan totalmente a los medios o sea a la actividad a través de la cual las
fuentes llegan al proceso. El documento es la prueba preconstituida por excelencia pero ningún valor tendrá si no lo
traemos al proceso utilizando los adecuados medios probatorios. La autora cita a Montero Aroca, quien distingue
entre lo que ya existe en la realidad (la fuente) y el cómo se aporta al proceso para obtener la certeza del juzgador.
Los medios de prueba son taxativos, pero las fuentes no lo son ni pueden serlo. La autora aclara que en la prueba
documental el documento es la fuente y el medio la realización de la actividad procesal necesaria para incorporarlo al
proceso. En la prueba testifical el testigo y su conocimiento de los hechos es la fuente y su declaración en el proceso
es el medio. En la prueba pericial la fuente es la cosa, materia o persona que se somete a la pericia, mientras que el
medio es la actividad que lleva a cabo el perito y el informe. En la inspección, la fuente es el lugar, cosa o persona
reconocida, mientras que el medio es la actividad del reconocimiento. Vid. SANCHIS CRESPO C. La prueba por
soportes informáticos, Valencia, Editorial tirant lo blanch, 1999, pp. 68-71.
43
GOMEZ COLOMER, J:L., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., pp. 157 y sgtes.
74
limitación del derecho constitucional de inviolabilidad de domicilio, justificada por el
cumplimiento de determinados fines del proceso penal.

El objeto material de la entrada y registro lo constituye cualquier lugar cerrado en el que se


ejercita o puede resultar afectado el derecho a la intimidad del ciudadano. Gimeno
Sendra 44 sostiene que al estar tutelado “el derecho a la intimidad personal y familiar del
individuo y constituyendo la inviolabilidad del domicilio la principal garantía para proteger
este derecho fundamental, es evidente que la diligencia de entrada ha de estar orientada a
garantizar este derecho, sin perjuicio de que el ordenamiento proteja también otros bienes
constitucionales o incluso ordinarios fundamentalmente a través de las oportunas entradas
especiales”.

La inviolabilidad del domicilio no sólo está reconocida en la Constitución sino también en


los textos internaciones sobre derechos humanos. La Declaración universal de derechos
humanos de 10 diciembre de 1948 proclama en el artículo 12 que “nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, y su domicilio”, y que “Toda persona
tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.

Con parecida fórmula se pronuncia el artículo 17.1 del Pacto internacional de derechos
civiles y políticos, hecho en Nueva York el 16 de diciembre de 1966. La Convención de
salvaguarda de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales (Roma, 1950)
dispone, en su artículo 8.1, que toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y
familiar, de su domicilio y de su correspondencia. En el apartado 2, establece que no
puede haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho sino en tanto
en cuanto esta interferencia esté prevista por la ley y constituya una medida que, en una
sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el
bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención de las infracciones
penales, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las
libertades de los demás.

Toda esta normativa hace que el nivel de exigencia de protección del domicilio sea
elevado, además, que cualquier acto de investigación que realice el fiscal o la policía, al
margen de lo que establece la Constitución y el Código procesal, constituye delito, previsto
y sancionado en el Código penal. 45El acto del allanamiento ha de estar precedido por
determinados requisitos que pueden ser generales o especiales, según la cualidad del
lugar cerrado en el que haya de entrarse. Como presupuestos generales se exigen que el
fiscal tenga los suficientes indicios dentro de una investigación abierta de que en el
domicilio a ser allanado se encuentra el imputado o de que hay instrumentos del delito,
libros, papeles u otros objetos que puedan servir para su descubrimiento. Los

44
GIMENO SENDRA, V. y otros. Derecho Procesal Penal, Ob. Cit. p. 438.
45
El Código penal (art. 298) establece: “El que arbitrariamente entrare en domicilio ajeno o sus dependencias, o en un
recinto habitado por otro, o en un lugar de trabajo, o permaneciere de igual manera en ellos, incurrirá en la pena de
privación de libertad de tres meses a dos años y multa de treinta a cien días. Se agravará la sanción en un tercio, si el
delito se cometiere de noche, o con fuerza en las cosas o violencia en las personas, o con armas, o por varias
personas reunidas”. El artículo 299 dispone que “El funcionario público o agente de la autoridad, que con abuso de
sus funciones o sin las formalidades previstas por ley cometiere los hechos descritos en el artículo anterior, será
sancionado con privación de libertad de uno a cuatro años”.
75
presupuestos especiales vienen determinados en función del lugar del acto y hay que
distinguir entre edificios o lugares públicos oficiales, no oficiales, de particulares y
asimilables, religiosos y cualificados por normativa internacional. Tratándose del domicilio
y sus equivalentes sólo es posible practicar el allanamiento, previa justificación del acto, y
siempre que haya resolución fundada del juez y la participación obligatoria del fiscal; y se
lo prohíbe en horas de la noche, salvo en el caso de delito flagrante.

Teniendo en cuenta el fundamento de la garantía domiciliaria —la protección de


la vida privada— la noción constitucional de domicilio tiene perfiles propios que la hacen
diferente del concepto tradicional de domicilio en el campo civil,penal o tributario. Como lo
sostiene Montañés 46 el domicilio puede definirse, desde la perspectiva constitucional,
como aquel espacio en el cual el individuo vive sin estar sujeto necesariamente a los usos
y convenciones sociales y ejerce su libertad más íntima. El concepto de domicilio no puede
ceñirse estrictamente al de lugar que sirve de morada habitual del individuo, como ocurre
en el Derecho privado, sino que ha de entenderse de modo amplio y flexible. El domicilio
no sólo es el lugar donde se pernocta habitualmente o donde se realizan otras actividades
cotidianas habituales, sino también el ámbito cerrado elegido por una persona con objeto
de desarrollar en él alguna actividad privada.

La garantía constitucional de la inviolabilidad domiciliaria se otorga a aquellos


espacios sobre los que el individuo posee amplia disponibilidad (como su propia vivienda o
el despacho profesional), excluyendo aquellos otros en los que la capacidad de disposición
no corresponde al individuo. Tómese en cuenta, sin embargo, que no se puede generalizar
y no es cierto que todo recinto cerrado merece la consideración de domicilio. El autor
aclara que tal concepto de domicilio y su correlativa garantía constitucional no son
extensibles a aquellos lugares cerrados que, por su afectación ―como ocurre con los
almacenes, las fábricas, las oficinas y los locales comerciales― tengan un destino o sirvan
a cometidos incompatibles con la idea de privacidad.

A falta de una reglamentación expresa en la Ley y desarrollo jurisprudencial en


Bolivia, la doctrina 47 española consigna, sin ánimo de exhaustividad, que tienen la
consideración de domicilio, a efectos de la garantía constitucional de la inviolabilidad, los
siguientes lugares:

-Las viviendas, entendiendo por tales todas las dependencias de una casa habitada
que están al servicio de sus moradores, con independencia de su sencillez o modestia,
estado de conservación y número de enseres que en ellas se encuentren.

-Las viviendas accidentales o segundas residencias, como las residencias de verano


o los pisos alquilados no ocupados de forma permanente, puesto que domicilio no sólo es
el lugar donde se pernocta habitualmente o donde se realizan otras actividades cotidianas
habituales, sino también el ámbito cerrado elegido por una persona con el objeto de
desarrollar en él alguna actividad.

46
HERRERA AÑEZ, W. y MONTAÑES PARDO, M.A. La Constitucionalización de la prueba en materia penal, Santa
Cruz de la Sierra, Bolivia, Editorial Universitaria, 2000, p. 374.
47
Ibídem, pp. 381-384.
76
-Los domicilios móviles remolcados (roulottes) o autotransportados (autocaravanas),
en lo que se refiere a la parte habitable de los mismos, con independencia de que estén o
no en movimiento y de que el domicilio tenga carácter provisional.

-Las tiendas de campaña, siempre que tengan unas condiciones mínimas que sirvan
de habitación.

Por el contrario, no tienen la consideración de domicilio, los siguientes lugares:

-Las casas deshabitadas o en ruinas sin el mobiliario imprescindible para poder


servir de morada. Tampoco son domicilio los denominados zulos, canales o puentes
destinados al escondite de personas o cosas.

-Los almacenes, barracones o casetas, cobertizos, cocheras y garajes, escaleras y


portales, ascensores, trastiendas, tendederos exteriores, patios y corrales.

-Las fincas, solares, parcelas y jardines, aunque sean colindantes a la vivienda.

-Los automóviles, pues sólo tienen la consideración de objetos destinados


esencialmente a una finalidad de transporte. Tampoco tiene la consideración de domicilio
la cabina de un camión, aunque en ella se duerma ocasionalmente.

-Los departamentos de literas de los trenes, debido a la transitoriedad de la


ocupación y naturaleza de mero transporte con carácter pasivo y colectivo porque no
permite desarrollar una actividad íntima, ni el viajero posee la facultad de excluir a terceros
del ámbito que ocupa, porque viene obligado a compartirlo con los compañeros de viaje, ni
puede vetar la entrada de los funcionarios de la compañía transportadora.

-Los dormitorios comunes de los establecimientos militares.

-Las celdas penitenciarias, pues la inviolabilidad del domicilio, en cuanto


complemento del derecho a la libertad individual, es imposible mantener en instituciones
penitenciarias donde la privacidad resulta, con escasos momentos de excepción,
improbable. En estos lugares, para la conservación de la seguridad, se prevé también
cacheos, requisas, recuentos y la posibilidad de que los internos no estén en celdas
individuales.

El acto de investigación de allanamiento de domicilio, al tratarse de la limitación de un


derecho fundamental, tiene como presupuesto constitucional los principios de exclusividad
jurisdiccional, proporcionalidad y razonabilidad. La limitación del derecho sólo puede
acordarse por un juez y, con fines de investigación, y darse dentro de un proceso penal. El
Tribunal Constitucional 48 ha llegado a establecer que:

48
SC N° 1420/2004-R, de 6 de septiembre.

77
el legislador, mediante el Código de Procedimiento Penal, ha previsto las formas y
condiciones en las que se podrá producir la restricción legal a la inviolabilidad de domicilio,
que no es otra que mediante el allanamiento, entendiéndose por éste la forma legal
mediante la cual la autoridad pública ingresa a determinados lugares que gozan de
protección jurídica, contra la voluntad de sus moradores, con el fin de producir
determinados resultados, entre otros, la captura de una persona, el decomiso de una cosa,
el registro de un bien, la obtención de pruebas, o el control de una perturbación. En ese
orden, la norma prevista por art. 180 del CPP establece que para efectuar el registro en un
domicilio se requerirá resolución fundada del juez y la participación obligatoria del fiscal,
acción que podrá ser ejecutada sólo en horas hábiles del día por mandato constitucional,
salvo el caso de delito flagrante. De las normas previstas por la Constitución y el Código
de procedimiento penal, citadas precedentemente, se infiere que son dos las condiciones
de validez legal para limitar la inviolabilidad de domicilio; la primera, la decisión judicial
motivada en derecho y, la segunda, la orden expresada en un mandamiento de
allanamiento.

a) Órgano competente y forma de practicar el acto

El allanamiento de domicilio requiere siempre resolución fundada del juez, previo


pedido también fundado del fiscal, cuya participación del representante del MP en la
ejecución del acto es obligatoria. La Constitución boliviana, incluso, lo prohíbe en horas de
la noche, salvo en el caso de delito flagrante. La realización del acto de allanamiento debe
llevarse a cabo, según la necesidad, previa adopción de las medidas adecuadas para que
no se frustre el fin del acto, esto es, medidas que tiendan a evitar la fuga de la persona
buscada o la sustracción de los objetos que se buscan. Con este propósito, el Código
procesal (art. 181), establece que la autoridad podrá ordenar que durante la diligencia no
se ausenten las personas encontradas en el lugar o que comparezca inmediatamente
cualquier otra. Los que desobedezcan serán compelidos por la fuerza pública, incluso, la
autoridad, puede restringir la libertad por un máximo de ocho horas, así como cualquier
otra medida que permita garantizar la realización del allanamiento.

El Código procesal (art. 182) establece que la resolución judicial o mandamiento de


allanamiento deberá contener: 1) nombre y cargo del juez o tribunal que ordena el
allanamiento y una breve identificación del proceso; 2) indicación precisa del lugar o
lugares a ser allanados; 3) autoridad designada para el allanamiento; 4) motivo específico
del allanamiento, con indicación precisa de las personas u objetos buscados y las
diligencias a practicar; 5) fecha, y firma del juez. Con la finalidad de evitar abusos en el
acto del allanamiento, el mandamiento no sólo tendrá que especificar las diligencias a
realizar, sino también una duración máxima de noventa y seis horas, después de las
cuales caduca, salvo que haya sido expedido por tiempo menor.

La forma de practicar el acto de allanamiento en cada caso concreto es un problema


de técnicas de investigación o estrategia que tenga el fiscal, que debe resolverse según
las circunstancias del caso. El Código procesal (art.183), sólo se ha limitado a señalar que
la resolución que disponga el allanamiento será puesta en conocimiento del que habite o
se encuentre en posesión o custodia del lugar, que sea mayor de catorce años de edad,
para que presencie el registro entregándole una copia del mandamiento. La norma

78
advierte que en ausencia de estas personas, se fijará copia del mandamiento en la puerta
del inmueble allanado.

El Código procesal (art. 183) establece que practicado el registro se consignará en


acta su resultado, cuidando que el lugar quede cerrado y resguardado de otras personas,
si hay razones fundadas para ello. El acta debe recoger todo lo que haya ocurrido en el
acto, incluyendo virtuales incidentes, etc. La norma advierte que el acta será firmada por
todos los intervinientes en el acto y el que presenció el registro, si éste no lo hace se
consignará la causa. Todas estas formalidades son determinantes para que el acta en el
juicio oral y público, tenga algún valor probatorio.

b) El delito flagrante

Las garantías previstas en la Constitución boliviana y el Código procesal para el acto


del allanamiento de domicilio, pueden prescindirse tratándose de un delito flagrante o
cuando existe el consentimiento 49 para ingresar del propietario o detentador del inmueble.
El Código procesal (art. 230) “considera que hay flagrancia cuando el autor del hecho es
sorprendido en el momento de intentarlo, de cometerlo o inmediatamente después
mientras es perseguido por la fuerza pública, el ofendido o los testigos presenciales del
hecho”.

Para el Tribunal Constitucional 50 la flagrancia proviene del término latino “flagrare”,


que significa arder, resplandecer: aplicando esta expresión, al ámbito jurídico penal, se
tendría que cuando se habla de delito flagrante, se hace referencia al delito cometido
públicamente y ante testigos; existiendo, doctrinalmente, tres supuestos que determinan
esta situación: 1) delito flagrante propiamente dicho, cuando el autor es sorprendido en el
momento de la comisión del hecho delictivo, o en el intento, existiendo simultaneidad y
evidencia física; 2) delito cuasi-flagrante, cuando el autor es detenido o perseguido
inmediatamente después de la ejecución del delito, por la fuerza pública u otras personas;
en este caso se habla de cuasi-flagrancia, y la simultaneidad es sustituida por la
inmediatividad, y la evidencia física por la racional; 3) sospecha o presunción de delito
flagrante, cuando el delincuente es sorprendido inmediatamente después de cometido el
delito y de cesada la persecución, pero lleva consigo efectos o instrumentos del delito; en
este caso sólo existe una presunción.

Carolina Sanchis 51 aclara que la flagrancia no es un elemento configurador del tipo


de ningún delito. No influye en la gravedad del acto, ni en la culpabilidad de su autor, ni en
la pena del hecho cometido, simplemente afecta al modo de proceder contra el delito; esto

49
Para Carolina Sanchis el consentimiento debe prestarse por el titular, término no equivalente a dueño del domicilio.
Aclara que el titular del derecho a la inviolabilidad del domicilio será la persona o personas que efectivamente
ostenten el uso y disfrute de la morada con independencia de que sean o no sus dueños. En el supuesto de que en el
domicilio existan una pluralidad de moradores todos ellos son titulares del derecho, estando por tanto legitimados si
son mayores de edad para autorizar la entrada al domicilio. La autorización de uno solo, sin negativa del resto,
excluirá la violación. La negativa de uno sólo, sin concurrir ningún supuesto excepcionante, hará la entrada ilegítima.
El consentimiento no necesita ser expreso. Vid. SANCHIS CRESPO, C. El Ministerio Fiscal y su Actuación en el
Proceso Penal Abreviado, Granada, Editorial Comares, 1995, p. 74.
50
SC N° 413/2006-R, de 28 de abril.
51
SANCHIS CRESPO, C. El Ministerio Fiscal…, Ob. Cit. p. 76.
79
es, sólo tiene relevancia procesal. Lo que pone de manifiesto esta autora lo recoge el
artículo 10 de la Constitución boliviana cuando establece que todo delincuente “in fraganti”
puede ser aprehendido, aun sin mandamiento, por cualquier persona.

Tomando en cuenta la aludida doctrina 52 española, las características del delito


flagrante vienen a ser las siguientes: a) que haya inmediatez temporal, es decir, que el
imputado sea sorprendido en el momento de intentar cometer el hecho delictivo; b) la
inmediatez personal, que consiste en que el imputado se encuentre en el momento de
cometer el hecho con las “manos en la masa”; y c) la necesidad urgente, de tal modo que
la policía, por las circunstancias concurrentes en el caso concreto se vea impelida a
intervenir inmediatamente con el doble fin de poner término a la situación existente
impidiendo en todo lo posible la propagación del mal que la infracción penal acarrea y de
conseguir la detención del autor de los hechos.

La Ley boliviana describe al delito flagrante no sólo cuando el imputado se encuentra


intentando cometer el hecho, sino también cuando el imputado está en plena ejecución del
hecho; incluso, “inmediatamente después, mientras es perseguido por la fuerza pública, el
ofendido o los testigos presenciales del hecho…”

B) EL SECUESTRO

Otro acto de investigación común que debe realizar el fiscal ―en forma conjunta o
por separado del allanamiento de domicilio― viene a ser el secuestro de bienes en
general, que sean útiles para el esclarecimiento del hecho. A continuación del
allanamiento, el legislador ha previsto como un acto independiente (aunque en realidad es
complementario) el secuestro de los objetos, instrumentos y demás piezas de convicción.
Los objetos secuestrados serán recogidos, asegurados y sellados por la policía o el fiscal
para su retención y conservación, haciéndose constar este hecho en acta. El Código
procesal (art. 184) establece que si por su naturaleza es imposible mantener los objetos en
su forma primitiva, el fiscal dispondrá la mejor manera de conservarlos.

La norma advierte que todo aquél que tenga en su poder objetos o documentos
relacionados con el delito, estará obligado a presentarlos y entregarlos cuando le sea
requerido, a cuyo efecto podrá ser compelido por la fuerza pública, sin perjuicio de la
responsabilidad que corresponda. El Código procesal (art. 185) aclara, en cambio, que no
podrán secuestrarse los exámenes o diagnósticos médicos, relacionados a deberes de
secreto y reserva legalmente establecidos, ni las comunicaciones entre el imputado y su
abogado defensor.

El legislador ha previsto que en caso desustancias controladas secuestradas serán


destruidas públicamente en un término máximo de seis días calendario siguientes a su
secuestro, en presencia y bajo la responsabilidad del fiscal encargado de la investigación.
En este caso, el fiscal ordenará separar una muestra que será puesta bajo custodia en los

52
Idem

80
depósitos de la fiscalía, para su utilización como medio de prueba, debiendo elaborarse
un acta que deberá ser incorporada al juicio por su lectura (art. 188).

Los objetos secuestrados serán inventariados y puestos bajo segura custodia del fiscal.
Los semovientes, vehículos y bienes de significativo valor serán entregados a sus
propietarios o a quienes acrediten la posesión legítima, en calidad de depositarios,
después de realizadas las diligencias de comprobación y descripción. Se ordenará hacer
copias o se entregarán certificados sobre el estado de conservación de los objetos
secuestrados que corran riesgo de alterarse o desaparecer, o que sean de difícil
conservación o perecederos; después serán devueltos a sus propietarios.

Los objetos podrán ser entregados en depósito a un establecimiento asistencial o a


una entidad pública, y sólo podrán ser utilizados, en caso de que hayan transcurridos seis
meses sin reclamo ni identificación del dueño o poseedor, para cumplir un servicio público.
La policía nacional y otros organismos de seguridad del Estado sólo serán depositarios
de aquellos bienes que por su naturaleza puedan ser utilizados exclusivamente en labores
de la investigación.

Para el Tribunal Constitucional 53 el artículo 186 del CPP dispone que el secuestro se
regirá por el procedimiento previsto para el registro, y los objetos secuestrados serán
inventariados y puestos bajo segura custodia en los depósitos de la Fiscalía o en los
lugares especialmente destinados para estos efectos, bajo responsabilidad y disposición
del fiscal. Los semovientes, vehículos y bienes de significativo valor serán entregados a
sus propietarios o a quienes acrediten la posesión o tenencia legítima, en calidad de
depositarios judiciales después de realizadas las diligencias de comprobación y
descripción.

En relación con el artículo 189 del CPP que señala que los objetos secuestrados que
no estén sometidos a incautación, decomiso o embargo, serán devueltos por el fiscal a la
persona de cuyo poder se obtuvieron tan pronto como se pueda prescindir de ellos, esa
devolución puede ordenarse provisionalmente en calidad de depósito judicial e imponerse
al poseedor la obligación de exhibirlos.

Todos estos actos de investigación (allanamiento de domicilio, secuestro, requisas,


registro de lugares públicos o algún otro) pueden realizarse en forma independiente o
conjuntamente, dependiendo de la propia necesidad, utilidad y racionalidad que tenga el
fiscal dentro de la investigación. En realidad, no son actos excluyentes, sino
complementarios y su ejecución en forma conjunta o separada, dependerá de la estrategia
y eficiencia que tenga el fiscal.

C) REGISTRO DE LUGARES PUBLICOS

53
SC N° 872/2005-R, de 28 de julio.

81
Como parte de la dirección funcional que ejerce el fiscal en la investigación también
puede realizar el registro de lugares públicos, en los que tenga alguna sospecha fundada
de haberse cometido un hecho delictivo o existan elementos de convicción para que sean
recogidos o proceder a su secuestro. Aunque la naturaleza jurídica es diferente al
allanamiento de domicilio, la requisa personal, secuestro, filmaciones, etc. todos estos
actos de investigación no son excluyentes, sino complementarios y aunque el Código
procesal los reglamenta por separado, se pueden realizar en forma conjunta.

El Código procesal (art. 187) ha previsto que en el registro de reparticiones estatales,


locales comerciales, o aquellos destinados al público esparcimiento, se podrá prescindir de
la orden judicial de allanamiento cuando exista autorización del propietario o responsable
del mismo, salvo que haya negativa o imposibilidad material de conseguir el
consentimiento. En caso de negativa, se solicitará la orden judicial de allanamiento y se
podrá hacer uso de la fuerza pública para su cumplimiento, en presencia del responsable
o el encargado del lugar o, a falta de éste, de cualquier dependiente mayor de edad.

Con la finalidad de garantizar la realización del acto, el Código procesal (art.


192)establece que “cuando, para la averiguación de un hecho punible, sea indispensable
la clausura de un local o la inmovilización de cosas muebles que por su naturaleza o
dimensiones no puedan ser mantenidas en depósito, el juez ordenará la clausura o
aseguramiento por resolución fundada, aplicándose las reglas del secuestro”, por un
máximo que no podrá exceder el plazo de diez días.

Con excepción del allanamiento de domicilio, el legislador no ha sido escrupuloso en


las formalidades para los registros del hecho y de lugares públicos. Para realizar el registro
de un lugar público lo único que ha previsto el Código procesal (art. 181) ha sido que, la
autoridad (el fiscal) podrá ordenar que durante la diligencia no se ausenten las personas
encontradas en el lugar o que comparezca inmediatamente cualquier otra. Los que
desobedezcan serán compelidos por la fuerza pública, sin perjuicio de la responsabilidad
que corresponda. A los efectos de poder cumplir con la diligencia, el fiscal o la policía
pueden, incluso, arrestar a las personas hasta un máximo de ocho horas; pasado este
término, necesariamente, deberá recabarse orden del juez instructor.

El artículo 184 establece que los objetos, instrumentos y demás piezas de convicción
existentes serán recogidos, asegurados y sellados por la policía o el fiscal para su
retención y conservación, haciéndose constar este hecho en acta. La norma advierte que
si por su naturaleza es imposible mantener los objetos en su forma primitiva, el fiscal
dispondrá la mejor manera de conservarlos. La diligencia se hace extensiva a todo aquél
que tenga en su poder objetos o documentos de los señalados precedentemente, y estará
obligado a presentarlos y entregarlos cuando le sea requerido, a cuyo efecto podrá ser
compelido por la fuerza pública, sin perjuicio de la responsabilidad que corresponda en
cada caso. En todos estos casos, el Código procesal (art. 333.3) le permite al fiscal
introducir al juicio oral y público, mediante lectura, las actas de reconocimiento, registro o
inspección practicadas en la etapa preparatoria.

D) INTERCEPTACION DE CORRESPONDENCIA

82
El fiscal debe tomar en cuenta para la realización de este acto de investigación, los
límites constitucionales que supone la interceptación de correspondencia. Este acto de
investigación se encuentra regulado en el artículo 190 del Código procesal y sólo se
debería realizar “siempre que sea útil para la averiguación de la verdad…” En este
supuesto, el juez, “ordenará por resolución fundada, bajo pena de nulidad, la incautación
de correspondencia, documentos y papeles privados o públicos...” La virtual limitación de
este acto de investigación (siempre que sea útil para la averiguación de la verdad) viene
impuesta por la Constitución boliviana (art. 25-II) cuando establece que “son inviolables la
correspondencia, los papeles privados y las manifestaciones privadas contenidas en
cualquier soporte, éstos no podrán ser incautados, salvo en los casos determinados por la
ley para la investigación penal, en virtud a orden escrita y motivada de autoridad judicial
competente”.

Para Moreno Catena 54 la interceptación de correspondencia “consiste en la


aprehensión física del soporte que se remite, bien mediante transporte del objeto a cuyo
través se produce la comunicación (carta, paquete), bien mediante la transmisión por vía
telegráfica de un mensaje”. El Código procesal (art. 191), escuetamente, establece que
recibida la correspondencia incautada, el juez o tribunal procederá a su apertura y
examen, debiendo constar en acta; y si guarda relación con el proceso, ordenará el
secuestro; caso contrario, mantendrá en reserva su contenido y dispondrá su entrega al
destinatario, al remitente o a su propietario. Aun cuando nada diga el Código procesal, la
correspondencia detenida y remitida al fiscal, juez o tribunal deberá ser, naturalmente,
abierta en presencia de los interesados, a cuyo fin serán oportunamente citados en el
proceso. La correspondencia que no se relacione con la investigación, naturalmente, será
entregada al interesado o a la persona que asistiera en su nombre.

La protección de la “correspondencia y los papeles privados” no sólo se encuentra en


la Constitución sino también en el Derecho penal. El Código Penal (art. 300) establece: “El
que indebidamente abriere una carta, un pliego cerrado o una comunicación telegráfica,
radiotelegráfica o telefónica, dirigidos a otra persona, o el que, sin abrir la correspondencia,
por medios técnicos se impusiere de su contenido, será sancionado con reclusión de tres
meses a un año o multa de sesenta a doscientos cuarenta días...” La norma advierte que
“se elevará el máximo de la sanción a dos años, cuando el autor de tales hechos divulgare
el contenido de la correspondencia y despachos...”

El artículo 301 del Código penal complementa: “Será sancionado con privación de
libertad de tres meses a un año… o el que hiciere lo mismo con papeles privados o con
una correspondencia epistolar o telegráfica aunque le hubieren sido dirigidos, siempre que
el hecho pueda ocasionar algún perjuicio, será sancionado con privación de libertad de
tres meses a un año”. El legislador penal se ha encargado de especificar el alcance y
contenido del tipo penal: “una carta, un pliego cerrado o una comunicación telegráfica,
radiotelegráfica o telefónica, dirigidos a otra persona, o el que, sin abrir la correspondencia,
por medios técnicos se impusiere de su contenido...”,

54
MORENO CATENA, V. y otros Derecho Procesal… Ob. Cit. p. 458.

83
La Constitución boliviana (art. 112.6) establece, sin embargo, una excepción que
enerva la tipicidad: cuando haya conflicto bélico. El precepto establece que “en caso de
guerra internacional, podrá establecerse censura sobre la correspondencia y todo medio
de publicación”. El Código procesal (art. 333.3) le permite al fiscal introducir al juicio oral y
público, el acta conteniendo la diligencia a los efectos de la valoración en sentencia.

E) INTERVENCIÓN DE LAS COMUNICACIONES

Este acto de investigación, aceptado y reconocido en el Derecho comparado, se


encuentra aún prohibido en Bolivia y, por tanto, el fiscal se halla limitado en su realización.
El hecho de que el fiscal se encuentre imposibilitado por el momento de realizar este acto
de investigación, supone un duro revés y desprotección para el mismo Estado ―a quien
representa el MP―, ya que una investigación podría frustrarse, y echarse por la borda el
interés colectivo de sancionar un delito ante la prohibición “absoluta” de intervenir las
comunicaciones.

La prohibición ahora no tiene ningún sentido, máxime cuando la propia


Constitución boliviana permite medidas mucho más radicales como la detención preventiva
del imputado, el allanamiento de domicilio, etc. El fiscal tiene que pedir al juez instructor
este acto de investigación, con los mismos fundamentos que lo hace cuando solicita una
diligencia de allanamiento de domicilio (procesal y materialmente es lo mismo), y en caso
de que el juez instructor, rechazara el pedido, tendría que apelar y agotar primero los
recursos ordinarios, y luego recurrir al Tribunal Constitucional para que pueda hacer una
nueva interpretación constitucional y acomode este entuerto jurídico de una vez.

a) El secreto “absoluto” de las comunicaciones en Bolivia

La garantía del secreto de las comunicaciones prevista en el parágrafo II del artículo


25 – III de la Constitución boliviana, no puede ser “absoluta” e “ilimitable”. Como cualquier
otro derecho fundamental, el secreto de las comunicaciones puede restringirse o limitarse
siempre y cuando se cumplan los presupuestos constitucionales y legales. El hecho de
que el Tribunal Constitucional boliviano hubiera declarado que el derecho al secreto de las
comunicaciones es ilimitable, no sólo ha promovido una jurisprudencia poco afortunada,
sino también ha dejado desprotegido al Estado en la preservación del orden jurídico, la
seguridad interna y la prevención del delito. En todo caso, el cambio del sistema procesal
penal en Bolivia plantea la necesidad de armonizar el ordenamiento jurídico boliviano,
perfeccionar las garantías constitucionales y legales y defender el Estado Social y
Democrático de Derecho.

La Constitución boliviana (art. 26-III) desde 1967 se ha encargado de establecer, entre


otras cosas, que: “Ni la autoridad pública, ni persona y organismo alguno podrán
interceptar conversaciones y comunicaciones privadas mediante instalación que las
controle o centralice”. Este mandato constitucional ha impedido formalmente las
intervenciones telefónicas en Bolivia. Pero, ¿existen derechos fundamentales ilimitables o
absolutos? El precepto, literalmente, es categórico: “ni la autoridad pública, ni persona y
organismo alguno podrán interceptar conversaciones y comunicaciones privadas...” ¿Cuál
sería la verdadera intención del legislador constitucional al redactar así este mandato?

84
El aludido precepto puede tener, como en efecto tiene, varias interpretaciones.
Cuando sostiene “ni la autoridad pública...” ¿a qué tipo de autoridad se refiere? ¿Acaso se
podría incluir al juez entre la “autoridad pública”? Si este fuera el caso, el juez dejaría de
ser juez porque le estaría limitando su potestad jurisdiccional. Como la autoridad pública
no podría intervenir, mucho menos lo debería hacer una persona u organismo alguno.

El hecho de que la Constitución boliviana todavía prohíba interceptar


conversaciones y comunicaciones “privadas” ¿significa que se permite cuando la
comunicación viene de una autoridad pública? ¿Qué elemento o elementos podrían
diferenciar una comunicación privada de una pública? ¿Acaso los interlocutores, el lugar o
el medio utilizado? Tomando en cuenta los adelantos tecnológicos, ¿qué sucedería en el
supuesto de que la intervención se ejecute al margen de cualquier “instalación que la
controle o centralice”? ¿O que sucedería si no se controla ni se centraliza ni se instala
nada, pero igualmente se escucha la comunicación privada?

Lo cierto es que todos los intentos del legislador ordinario para permitir los llamados
“pinchazos” se han visto hasta ahora frustrados. El Código Civil boliviano (art. 19), por
ejemplo, establece que “las comunicaciones, la correspondencia epistolar y otros papeles
privados son inviolables y no pueden ser ocupados sino en los casos previstos por las
leyes y con orden escrita de la autoridad competente”. Cuando la ley sostiene que las
comunicaciones y otros papeles “no pueden ser ocupados, sino en los casos previstos por
las leyes y con orden escrita de la autoridad competente”, significa que se permitirían las
intervenciones telefónicas.

El Tribunal Constitucional boliviano, sin embargo, ha echado por la borda toda esta
apertura legislativa al derogar parcialmente el art. 37 de la Ley de Telecomunicaciones 55 y,
por tanto, ha quedado de hecho prohibido interceptar, interferir, alterar o utilizar, el
contenido de las comunicaciones. Esta prohibición, sin embargo, no puede ser absoluta,
no sólo porque no hay derecho fundamental absoluto, sino por la propia necesidad que
tiene el fiscal de poder disponer y ejecutar este acto de investigación, en muchos casos
imprescindible para conservar el orden jurídico, la seguridad ciudadana y la prevención del
delito.

Lo evidente es que las intervenciones telefónicas, con autorización o sin ella, siempre
han existido, 56 y el legislador no ha querido reconocer tal realidad. Benjamín Miguel 57
sostiene que “este es el medio más funesto empleado hoy usando los adelantos de la
electrónica, para eliminar la libertad de expresión y reducir a la persona humana a un ente
solamente oyente pero sin la suficiente libertad y seguridad de expresar lo íntimo, sus
convicciones u opiniones de cualquier género”. Si bien es cierto que se ha pretendido
proteger en forma absoluta el derecho al secreto de las comunicaciones, no es menos
cierto que en los hechos, gracias a esta prohibición “absoluta”, más bien se ha conseguido

55
La SC Nº 004/99, de fecha 10 de septiembre, derogó parcialmente el art. 37 de la Ley de Telecomunicaciones.
56
El periódico “El Deber” de Santa Cruz, entre los avisos notables ofrece periódicamente identificador telefónico para
grabar conversaciones e intervenir fax, así como teléfonos espías, etc. Vid. “El Deber”, de fecha 13 de enero de 2004,
p. 13.
57
HARB, B. M., Código Penal Boliviano Comentado. La Paz, 1979, p. 285.
85
un efecto contrario: se ha vulnerado permanente y sistemáticamente esta garantía
constitucional.

La segunda parte del artículo 20 de la Constitución boliviana, en realidad, no


reconoce el secreto sino la libertad de las comunicaciones. El bien constitucionalmente
protegido es la libertad de las comunicaciones, que se protege imponiendo el secreto de
las mismas. El secreto de las comunicaciones constituye una garantía del derecho a la
vida privada y a la intimidad personal, que constituye su núcleo esencial. El Tribunal
Constitucional español 58 ha establecido que la intervención de las comunicaciones supone
una grave injerencia en la esfera de la intimidad personal, constitucionalmente reconocida;
cualquier intromisión ha de estar sometida al principio de legalidad y al de
proporcionalidad.

El derecho al secreto de las comunicaciones, presenta una doble dimensión: la


libertad de poder comunicarse con otros sujetos sin interrupción o limitación alguna y el
secreto del mensaje, entendido éste como el derecho a que terceros no conozcan el
contenido de la comunicación. Este derecho se configura como una garantía formal que
protege la reserva o privacidad de la comunicación, sea cual sea el contenido de la misma.
Aunque el tenor de una conversación sea intranscendente y no se exteriorice en ella
ningún dato que afecte a la vida privada de quienes se comunican, la captación de la
comunicación constituiría una vulneración al secreto de las comunicaciones.

En el Derecho español, 59 el secreto que aparece en el artículo 18.3 de su


Constitución no sólo cubre el contenido de la comunicación, sino también otros aspectos
como, por ejemplo, la identidad subjetiva de los interlocutores o de los corresponsales.
Sea cual sea el ámbito objetivo del concepto de comunicación, la norma constitucional se
dirige inequívocamente a garantizar su impenetrabilidad por terceros (públicos o privados:
el derecho posee eficacia erga omnes) ajenos a la comunicación. El concepto de secreto
de la Constitución española tiene un carácter formal, en sentido de que se predica de lo
comunicado, sea cual sea el contenido, y pertenece el objeto de la comunicación misma al
ámbito de lo personal, lo íntimo o lo reservado.

En cuanto al alcance de la protección, la Constitución boliviana menciona las


conversaciones y comunicaciones privadas, pero no ha restringido la protección a otras
formas existentes (fax, e-mail, etc.) ni a las que puedan desarrollarse en el futuro con los
adelantos científicos y la tecnología de punta. La protección o secreto de las
comunicaciones, no sólo se encuentra en la Constitución sino también en el ámbito
penal. 60El legislador penal se ha encargado de especificar el alcance y contenido del tipo

58
SC N° 85/1994.
59
SC N° 114/1984.
60
El Código Penal (art. 300) establece: “El que indebidamente abriere una carta, un pliego cerrado o una
comunicación telegráfica, radiotelegráfica o telefónica, dirigidos a otra persona… será sancionado con reclusión de
tres meses a un año o multa de sesenta a doscientos cuarenta días...” La norma advierte que “se elevará el máximo
de la sanción a dos años, cuando el autor de tales hechos divulgare el contenido de la correspondencia y
despachos...” A renglón seguido, el art. 301 del Código penal complementa: “Será sancionado con privación de
libertad de tres meses a un año, el que grabare las palabras de otro no destinadas al público, sin su consentimiento, o
el que mediante procedimientos técnicos escuchare manifestaciones privadas que no le estén dirigidas, o el que
hiciere lo mismo con papeles privados o con una correspondencia epistolar o telegráfica aunque le hubieren sido
86
penal: “una comunicación telegráfica, radiotelegráfica o telefónica, dirigidos a otra
persona...” y el que grabare palabras de otro no destinadas al público o el que, mediante
procedimientos técnicos, escuchare comunicaciones privadas, etc., siempre que pueda
causar algún perjuicio.

Con estas previsiones penales, el legislador ordinario ha pretendido no sólo


desarrollar esta garantía en mejores condiciones que en el Código civil— sino también
complementar el mandato constitucional que prohíbe las intervenciones de las
comunicaciones. El fundamento radica en la necesidad de proteger la dignidad de las
personas, derecho fundamental proclamado en todas las declaraciones de Derecho, como
la de Virginia, de 12 de junio de 1776, así como la del hombre y del ciudadano, de 26 de
agosto de 1789, y otras.

La protección constitucional del secreto de las comunicaciones comprende tanto a


las personas físicas (nacionales y extranjeras) como a las jurídicas. En el Derecho
español 61 son titulares las personas físicas y las jurídicas, tanto nacionales como
extranjeras, mayores y menores de edad. Este derecho presupone la libertad, y su
restricción se produce en un sentido de control y observación, no propiamente de
impedimento, a las comunicaciones, y se extiende tanto al conocimiento del contenido
como a la identidad de los interlocutores. Similar criterio sigue la doctrina del TEDH, que
ha extendido el derecho al secreto de las comunicaciones a los despachos profesionales o
Estudios Jurídicos, al estimar que las comunicaciones que allí se hacen pueden
encontrarse incluidas en los conceptos de vida privada y de correspondencia,
contemplados en el art. 8.1 del Convenio europeo.

El Código procesal boliviano (art. 185) recoge la doctrina del Tribunal Europeo
de Derechos Humanos cuando establece que “no podrán secuestrarse los exámenes o
diagnósticos médicos relacionados a deberes de secreto y reserva legalmente
establecidos, ni las comunicaciones entre el imputado y su abogado defensor”. Los
ciudadanos que se encuentren en un centro penitenciario también gozan de la titularidad
de la protección constitucional como parte de la inviolabilidad de la defensa. La Ley N°
2298 (art. 8), establece que el interno “tendrá derecho a entrevistarse con su defensor, sin
sujeción a horario establecido ni ninguna otra limitación”, con excepción ―claro está— de
las que puede imponer el fallo condenatorio, el sentido de la pena y los reglamentos
penitenciarios.

B) La intervención telefónica como acto de investigación

Como ya hemos puesto de manifiesto, la Constitución boliviana (art. 25-III) se ha


encargado de prohibir interceptar conversaciones y comunicaciones privadas, impidiendo
formalmente las intervenciones telefónicas en Bolivia. Con excepción de la Ley de

dirigidos, siempre que el hecho pueda ocasionar algún perjuicio, será sancionado con privación de libertad de tres
meses a un año”.
61
HERRERA AÑEZ, W. y MONTAÑES PARDO, M.A. La Constitucionalización de la prueba en materia penal (análisis
doctrinal, jurisprudencial y comparado). Santa Cruz de la Sierra, Editorial El País, 2000, p. 341.

87
Telecomunicaciones que permitía la intervención, todos los intentos del legislador ordinario
se han visto frustrados.

El Código procesal de 1999 ha seguido esta corriente, impuesta tanto por el artículo
25-III de la Constitución como por la sentencia constitucional N° 004/99. El legislador (art.
171) recoge,sin embargo, el principio de la “libertad probatoria”, cuando establece que “El
juez admitirá como medios de prueba todos los elementos de convicción que puedan
conducir al conocimiento de la verdad histórica del hecho, de la responsabilidad y de la
personalidad del imputado...”

El hecho de que el Código procesal permita, como parte de la referida libertad


probatoria, la incorporación de “otros medios de prueba”, igualmente, tiene que permitir la
realización de cualquier otro acto de investigación, incluyendo la intervención telefónica o
cualquier otro que pueda inventar la ciencia y la tecnología. La cobertura legal no sólo
estaría en el principio de la “libertad probatoria”, sino también en la aludida norma legal,
que permite utilizar “otros medios además de los previstos en este libro”, siempre y cuando
sean útiles, lícitos, pertinentes y no vulneren derechos y garantías constitucionales.

f) Órgano competente y formas de ejecutar el acto

La intervención telefónica tendría que ser solicitada por el fiscal y autorizada por el
juez instructor, respetando el principio de proporcionalidad, con sus componentes de
idoneidad, necesidad y proporcionalidad de la medida. Este acto de investigación tendría
que ser, además, por razones obvias reservado o secreto y ejecutarse por empleados de
las empresas telefónicas dentro de un plazo determinado en la etapa preparatoria del
juicio. El artículo 281 establece que “cuando sea imprescindible para la eficacia de la
investigación, el juez, a solicitud del fiscal, podrá decretar la reserva de las actuaciones,
incluso para las parte, por una sola vez y por un plazo no mayor a diez días”. La norma
aclara que cuando se trate de delitos vinculados a organizaciones criminales, esta reserva
podrá autorizarse hasta por dos veces por un mismo plazo.

No hay que olvidar que el Código procesal (art. 277) establece que la etapa
preparatoria “tendrá por finalidad la preparación del juicio oral y público, mediante la
recolección de todos los elementos que permitan fundar la acusación del fiscal o del
querellante y la defensa del imputado...” Esta etapa no sólo es para la “recolección de
todos los elementos que permitan fundar la acusación del fiscal o del querellante y la
defensa del imputado”, sino también para asegurar las fuentes de prueba, las
circunstancias del hecho, y la presencia del imputado, con el fin de ingresar al juicio oral y
público o determinar el sobreseimiento. En toda la etapa preparatoria, el fiscal tiene que
realizar actos que suponen restricción de los derechos de las personas y que tienden a
asegurar las fuentes de pruebas, así como la detención preventiva, la imposición de
medidas cautelares, etc., que buscan garantizar el derecho de acusar y, cuando
corresponda, el cumplimiento de sanciones penales.

g) Eficacia probatoria de la intervención telefónica

88
Las grabaciones obtenidas tienen la consideración de prueba documental, tanto los
soportes en los que están grabadas las conversaciones como las transcripciones. La
grabación de las conversaciones intervenidas puede ser propuestas en el juicio oral como
medio de prueba, siempre y cuando las intervenciones reúnan los requisitos necesarios
para que sean objeto de valoración probatoria; caso contrario podría configurarse como
prueba ilícita.

Tomando en cuenta que las verdaderas fuentes de prueba son las cintas grabadas
de las conversaciones intervenidas, según Gómez Colomer 62 éstas se convierten en medio
de prueba mediante su audición en el juicio oral. La necesidad de que se oigan las cintas
es evidente, pues el único sistema de que el tribunal, las partes y el público puedan
acceder al conocimiento de esos hechos es escuchando las grabaciones.

En el ordenamiento español, según Montañés 63 las irregularidades en la intervención,


cuando se refieren a la forma en que se incorporan al proceso, posteriores a la adquisición
del conocimiento, no impide que lo conocido gracias a las escuchas pueda ser introducida
en el juicio oral como elemento de convicción a través de otros medios de prueba que
acrediten su contenido. En este supuesto, se citarían como testigos para el juicio oral y
público, a los funcionarios policiales y personal técnico o administrativo que haya realizado
el acto de la intervención, cuyas declaraciones constituirían elementos de convicción, con
todos los efectos legales a ser valoradas por el juez o tribunal en sentencia.

En todo caso, en Bolivia como la grabación se tendría que transcribir en un acta, se


configuraría como prueba documental y, en este supuesto concreto, se podría introducir al
juicio mediante su lectura conforme lo establece, excepcionalmente, el artículo 333 del
Código procesal; siempre y cuando, obviamente, en su obtención se hubieran respetado
todos los presupuestos constitucionales y formalidades legales. 64

4. ACTOS DE INVESTIGACIÓN QUE NO LIMITAN DERECHOS FUNDAMENTALES

A la par de los actos que hemos descrito y que limitan derechos fundamentales, incluso,
en algunos casos en forma simultánea, el fiscal tiene que realizar estos otros actos de
investigación que se los conoce como no limitativos de los aludidos derechos. En este
sentido, siguiendo la clasificación de los actos de investigación que hace Gómez
Colomer, 65 ahora tenemos los que no conllevan limitación o afectación de derechos
fundamentales, que en el ordenamiento jurídico boliviano, vendrían a ser los siguientes:

62
GOMEZ COLOMER, J:L., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., p. 172.
63
HERRERA A., W. y MONTAÑÉS P. M.A. La Constitucionalización… Ob. Cit. p. 353.
64
Como no existe en el ordenamiento jurídico boliviano ninguna disposición legal que permita realizar las
intervenciones telefónicas, en la eventualidad de que dicha diligencia o acto de investigación tuviera que realizarse
debería acomodarse a los siguientes presupuestos: a) jurisdiccionalidad; b) prohibición del exceso; y c) garantía en la
ejecución de la vulneración. A solicitud fundada del fiscal, el juez instructor tendría que ordenar la intervención
telefónica, medida que sólo se debería realizar siempre y cuando sea necesaria y respete el principio de
proporcionalidad. En todo caso, el fiscal como encargado de la ejecución de la medida, debería tomar todos los
recaudos para evitar cualquier exceso o arbitrariedad.
65
GOMEZ COLOMER, J:L., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., p. 157
89
A) LA DECLARACION DEL IMPUTADO

En toda investigación que realice el fiscal, tendrá que recibir declaraciones tanto del
imputado como de testigos u ocasionales informantes. La declaración del imputado ante el
fiscal viene a ser un típico acto de investigación que debe practicarse respetando
escrupulosamente sus derechos fundamentales y las formalidades legales. ElCódigo
procesal(art. 97) establece que durante la etapa preparatoria, el imputado prestará
declaración ante el fiscal, previa citación formal. Si ha sido detenido, la autoridad
preventora informará al fiscal, dentro de las ocho horas siguientes, para que reciba su
declaración en el plazo máximo de doce horas a computarse desde el momento de la
recepción del informe. La disposición le advierte que el incumplimiento de estas
obligaciones se sancionará como delito de incumplimiento de deberes.

Como formalidades generales, el legislador (art. 92) ha previsto que, antes de comenzar la
declaración, el fiscal se comunicará al imputado el hecho que se le atribuye, con todas las
circunstancias de tiempo, lugar y forma de su comisión, incluyendo aquellas que sean de
importancia para la calificación jurídica, un resumen del contenido de los elementos de
prueba existentes y las disposiciones penales que se juzguen aplicables. El fiscal tiene
que advertirle que puede abstenerse de declarar y que esa decisión no podrá ser utilizada
en su perjuicio; además, puede consultar con su abogado defensor la actitud a asumir, así
como dictar su declaración, y solicitar cualquier diligencia que considere conveniente a su
defensa.

Como parte de las garantías que reconoce la Constitución y el Código procesal a las
partes, desde el inicio de la investigación o primer acto del procedimiento, la persona
tiene derecho a conocer de forma inmediata y detallada el contenido de la denuncia o
querella para asumir su defensa. En caso de que no haga uso del derecho al silencio (art.
95), el imputado podrá declarar todo cuanto considere útil para su defensa, y el fiscal le
preguntará: 1) su nombre, apellido, edad, estado civil, profesión, nacionalidad, fecha y
lugar de nacimiento, domicilio real y procesal; 2) si ha sido perseguido penalmente y, en
su caso, por qué causa, ante qué tribunal, qué sentencia recibió y si ella fue cumplida; y
3) si el imputado decide declarar, la norma prohíbe las preguntas capciosas o sugestivas.
Las preguntas que le formulará el fiscal buscan la identificación, determinación y
concreción de todos aquellos datos personales, familiares, profesionales, etc. del imputado
o persona que presta la declaración, de modo tal que quede perfectamente identificada
personalmente y concretados sus datos desde el principio del procedimiento.

Como el sistema procesal acusatorio prohíbe toda presunción de culpabilidad y ha


expulsado del ordenamiento jurídico a la confesión (otrora reina de las pruebas), la
declaración del imputado se debe limitar a que pueda manifestar todo cuanto crea
conveniente en favor de su defensa. El Código procesal (art. 95) establece que “el
imputado podrá declarar todo cuanto considere útil para su defensa...” La previsión legal
no hace otra cosa que recoger de la Constitución (art. 14) que nadie puede “declarar
contra sí mismo en materia penal, o contra sus parientes consanguíneos hasta el cuarto
grado inclusive, o sus afines hasta el segundo, de acuerdo al cómputo civil”. Lo anterior se

90
consolida con el hecho de que “en ningún caso se exigirá juramento al imputado, ni será
sometido a ninguna clase de coacción, amenaza o promesa, ni se usará medio alguno
para obligarlo, inducirlo o instigarlo a declarar contra su voluntad, ni se le harán cargos
tendientes a obtener su confesión...” La norma (art. 93) advierte que si por la duración del
acto se notan signos de fatiga o falta de serenidad en el imputado, la declaración será
suspendida hasta que ellos desaparezcan; además, la declaración se llevará a cabo en un
lugar adecuado.

Las preguntas del fiscal deben estar dirigidas a la averiguación de los hechos y a la
participación en ellos del imputado y, en su caso, de las demás personas que hubiesen
podido participar en el delito. El Código procesal (art. 95) prohíbe las preguntas capciosas
o sugestivas. Para Cortés Domínguez 66 “la pregunta capciosa es la contraria a la clara y
precisa, es decir, es aquélla que puede confundir al acusado, y que en consecuencia va
dirigida más a obtener una confesión de culpabilidad que a la averiguación de los hechos,
que es el mandato legal”, y “la pregunta sugestiva es la que está formulada en forma tal
que sugiere la respuesta al acusado, de modo que éste, presionado por las circunstancias
ambientales y procesales, puede declarar algo de lo que no esté convencido”.

El interrogatorio del fiscal tiene que hacerse de forma tal que la declaración sea
completamente libre. El imputado también tiene el derecho, como materialización de su
defensa, de pedir al fiscal que se le reciba una nueva declaración o ampliación, solicitud
que será atendida siempre que no sea sólo una forma de dilatar innecesariamente el
procedimiento. La declaración se hará de forma oral; sin embargo, la ley le permite
consultar con su abogado defensor la actitud a asumir y dictar su declaración. Esto no
excluye que, en determinados casos, para la mejor comprensión de lo declarado, puede el
fiscal dictar la declaración usando, en lo posible, las mismas palabras que utilizó el
imputado. Como sostiene Cortés Domínguez 67 la autoridad debe “mantener una exquisita
prudencia que haga posible que en los casos excepcionales que sea ella quien dicte la
declaración del acusado recoja no sólo las mismas palabras de éste sino, sobre todo, el
mismo sentido, para así no desvirtuar la declaración quitando al acusado un medio
importantísimo de defensa”.

B) DECLARACION INFORMATIVA DEL TESTIGO

El fiscal encargado de la investigación y como parte de la dirección funcional, tiene que ser
un experto en recibir declaraciones y hacer entrevistas en busca del esclarecimiento del
hecho delictivo. La declaración testifical constituye una diligencia que puede llegar a
proporcionar al fiscal elementos básicos que le permitan fundar su imputación y acusación
y al imputado ejercer su defensa. Con la adopción del modelo acusatorio en el Código
procesal penal de 1999 y, sobre todo, el traspaso formal de la instrucción al MP, este acto

66
CORTEZ DOMINGUEZ, V., MORENO CATENA, V., y GIMENO SENDRA, V. Derecho Procesal Penal, Madrid,
Editorial Colex, 1996, p. 396.
67
Ibídem, p. 397.

91
de investigación tradicional se ha reducido a una simple declaración informativa en la
etapa preparatoria.

Aun cuando el examen de una persona, materialmente, es igual en la etapa preparatoria


que en el juicio oral y público, desde el punto de vista procesal son cosas distintas, tanto
desde el punto de vista de su finalidad como de su valor y del procedimiento que se ha de
seguir en ambos casos. Mientras en la etapa preparatoria la declaración sólo está dirigida
a la averiguación de los hechos y a la determinación de las personas responsables, la
prueba propiamente dicha que se practica en el juicio oral o, en ocasiones, como prueba
anticipada, pretende formar la íntima convicción del tribunal juzgador sobre la realidad de
los hechos y la responsabilidad del imputado.

C) INFORMES PERICIALES

En la investigación de determinados hechos delictivo, el fiscal tiene que recurrir a personas


con conocimientos especializados que le permitan esclarecer situaciones fácticas o
despejar dudas relacionadas con el delito. La gravedad de una lesión o cómo determinar
las causas de la muerte de una persona, suponen conocimientos profundos de medicina;
establecer las causas del derrumbe de un edificio, exige el conocimiento y la aplicación de
reglas propias de la ingeniería; en materia de envenenamiento, el fiscal debería ser
experto en toxicología; en materia de falsedad, debería ser grafólogo, etc., y como todo
esto es prácticamente imposible, tiene que recurrir al perito.

El Código procesal (art. 204) establece que “se ordenará una pericia, cuando para
descubrir o valorar un elemento de prueba sea necesario poseer conocimientos especiales
en alguna ciencia, arte o técnica”. Como sostiene Moreno Catena 68 “el perito es una
persona con conocimientos científicos o artísticos de los que el juez (en este caso el
fiscal), por su específica preparación jurídica, puede carecer, llamada al procedimiento
precisamente para apreciar, mediante máximas de experiencia especializadas propias de
su preparación, algún hecho o circunstancia que han sido adquiridas con anterioridad por
otros medios de averiguación y sean de interés o necesidad para la investigación”.

La ley se limita a exigir (art. 205) que serán designados peritos quienes, según
reglamentación estatal, acrediten idoneidad en la materia. La norma advierte que si la
ciencia, arte o técnica no está reglamentada o si no es posible contar con un perito en el
lugar del proceso, se designará a una persona de idoneidad manifiesta. El artículo 209, por
su parte, dispone que las partes podrán proponer peritos, quienes serán designados por el
fiscal durante la etapa preparatoria, debiendo fijar con precisión los temas de la pericia y el
plazo para la presentación de los dictámenes. La norma aclara que las partes podrán
proponer u objetar los temas de la pericia.

a) Derechos y deberes del perito

68
Ibídem p. 409.

92
Al igual que los testigos (art. 211), los peritos tienen el deber de comparecer cuando sean
notificados y desempeñar fielmente el cargo para el cual fueron designados, previo
juramento o promesa de dictaminar o practicar el reconocimiento, emitiendo el informe
sobre el objeto de la pericia y guardar reserva de todo cuanto conozcan con motivo de su
actuación. Los peritos habrán de ser oportunamente citados, en la misma forma que los
testigos y, en caso de negativa, luego de la primera citación, se expedirá mandamiento de
aprehensión. En caso de que no sean idóneos o tengan algún impedimento, tienen la
obligación de hacerlo conocer al fiscal al momento de comparecer.

Contrariamente de los testigos, los peritos ante el fiscal deberán prestar el juramento o
promesa de proceder bien y fielmente en sus dictámenes, y de no proponerse otro fin más
que el de practicar el reconocimiento especializado y prestar el informe correspondiente,
detallando el objeto de la pericia. La ley (art. 208) aclara que “no serán designados peritos
los que hayan sido testigos del hecho, objeto del proceso, y quienes deban o puedan
abstenerse de declarar como testigos”. Para Montón Redondo 69 el ser perito no sólo
comporta obligaciones, sino que genera derechos entre los que se encuentran
esencialmente los económicos, traducidos en la percepción de los honorarios que estime
justos o los reglamentados para la profesión de que se trate. El perito también tiene el
derecho de excusarse y las partes de recusarlo por los mismos motivos establecidos para
los jueces. 70

b) El procedimiento de la prueba pericial

Los peritos presentarán su informe al fiscal y contendrá de manera clara y precisa la


relación detallada de las operaciones practicadas y sus resultados, las observaciones de
las partes o de sus consultores técnicos y las conclusiones que se formulen respecto a
cada tema pericial en el plazo establecido. Los peritos podrán dictaminar por separado
cuando exista diversidad de opiniones entre ellos. Cuando los dictámenes sean ambiguos,
insuficientes o contradictorios, se ordenará la realización de una nueva pericia por los
mismos peritos o por otros distintos (arts. 213-214).

69
MONTON REDONDO, A., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., p. 192.
70
El Código procesal (art. 316) reglamenta las causales de excusa y de recusación de los jueces, aplicables a los
peritos y son: 1) haber intervenido en el mismo proceso como juez, fiscal, abogado, mandatario, denunciante,
querellante, perito o testigo; 2) haber manifestado extrajudicialmente su opinión sobre el proceso, que conste
documentalmente; 3) ser cónyuge o conviviente, pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de
afinidad o por adopción, de algún interesado o de las partes; 4) ser tutor o curador o haber estado bajo tutela de
alguno de los interesados o de las partes; 5) tener interés en el proceso, o sus parientes en los grados preindicados;
6) tener proceso pendiente, o sus parientes en los grados preindicados, con alguno de los interesados o de las partes,
iniciado con anterioridad al proceso penal; 7) ser socio o sus parientes, en los grados preindicados, de alguno de los
interesados o de las partes, salvo que se trate de sociedades anónimas; 8) ser acreedor, deudor o fiador, o sus
padres o hijos y otra persona que viva a su cargo, de alguno de los interesados, salvo que se trate de entidades
bancarias y financieras; 9) ser ascendiente o descendiente del juez o de algún miembro del tribunal que dictó la
sentencia o auto apelado; 10) haber intervenido como denunciante o acusador de alguno de los interesados o de las
partes, o haber sido denunciado o acusado por ellos, antes del inicio del proceso; 11) haber recibido beneficios, su
cónyuge o conviviente, padres o hijos u otras personas que viven a su cargo; y, 12) tener amistad íntima, que se
exteriorice por frecuencia de trato, o enemistad manifiesta con alguno de los interesados o de las partes.
93
Como sostiene Cortés Domínguez 71 el “informe pericial comprenderá, si fuese posible: 1)
la descripción de la persona o cosa que sea objeto del mismo, en el estado o del modo en
que se halle; 2) la relación detallada de todas las operaciones practicadas por los peritos y
de su resultado; 3) las conclusiones que en vista de tales datos formulen los peritos,
conforme a las máximas de experiencia de su ciencia o arte”. El fiscal y las partes pueden,
además, hacer las preguntas que estimen pertinentes y pedirles las aclaraciones
necesarias, cuyas contestaciones serán consideradas como parte del dictamen.

El Código procesal (art. 333.2) establece que los dictámenes practicados en la etapa
preparatoria, podrán incorporarse por su lectura al juicio oral y público, sin perjuicio de que
las partes exijan la comparecencia del perito para ampliar o complementar las preguntas,
observaciones que planteen las partes, como parte de los principios de contradicción e
inmediación que caracterizan la producción de la prueba en el juicio oral y público.

D) LOS CONSULTORES TÉCNICOS

Con la finalidad de que el fiscal pueda realizar investigaciones complejas o altamente


sofisticadas, el legislador ha creado y puesto a su disposición a los consultores técnicos,
que vienen a ser asesores permanentes que deben exceder en conocimientos calificados
a los simples peritos. El Código procesal de 1999 (art. 207) ha introducido la figura de los
consultores técnicos, que podrán presenciar la pericia y hacer observaciones durante su
transcurso, sin emitir dictamen. En las audiencias, podrán asesorar a las partes en los
actos propios de su función, interrogar directamente a los peritos, traductores o intérpretes,
y concluir sobre el acto de investigación; siempre bajo la dirección de la parte a la que
asisten.

La fiscalía nombrará a sus consultores técnicos directamente, sin necesidad de


designación judicial y a partir de esa designación se convierten en asesores permanentes
del fiscal en los temas que requieran de peritos. Aun cuando, sin explicarla, la ley introduce
la figura de los consultores técnicos, se puede deducir que son asesores permanentes y
especializados que contribuyen, en esa calidad, al proceso. Los consultores tienen la
facultad de contrastar los dictámenes periciales e intervenir aportando sus conocimientos
en las actuaciones procesales.

Tomando en cuenta la complejidad del bien jurídico protegido en los delitos ambientales,
por ejemplo, podrían intervenir consultores medioambientalistas que permitan introducir
otros elementos de juicio más específicos para el conocimiento del fiscal. Lo propio puede
ocurrir también con la delincuencia económico-financiera o bancaria, etc. donde se
requieren conocimientos altamente calificados, que sobrepasan la simple pericia técnica.
En el caso de un pueblo indígena o comunidad campesina, aunque el legislador (art. 391)
cita al perito podría intervenir el consultor técnico elaborando un dictamen que le permita al
fiscal conocer los patrones de comportamiento del imputado a los efectos de fundamentar
la acusación o pronunciar un requerimiento conclusivo de sobreseimiento.

E) EL CAREO

71
CORTES DOMINGUEZ, V. y otros Derecho Procesal… Ob. Cit. p. 428.
94
El careo es un acto de investigación excepcional que puede realizar el fiscal dentro de una
determinada investigación y consiste en el enfrentamiento (cara a cara) entre dos
personas, para dirimir en diálogo abierto las contradicciones a que hayan llegado en sus
respectivas declaraciones, por medio de razonamientos mutuos que permitan aclarar y, en
algunos casos, establecer la verdad aproximada de los hechos. Para Moreno Catena, 72
etimológicamente, el careo “significa colocar frente a frente o cara a cara a dos o más
personas para la finalidad que sea, y constituye un medio de prueba consistente en la
confrontación de las declaraciones de los testigos o de los imputados entre sí, o de
aquéllos con éstos, dirigido al esclarecimiento de la verdad de algún hecho o de alguna
circunstancia que tenga interés para el proceso y sobre cuyo extremo las declaraciones
prestadas con anterioridad fueron discordantes”.

El Código procesal (art. 220) establece que “cuando existan contradicción en las
declaraciones de los testigos, se podrá confrontar a las personas que las emitieron, a
quienes se les llamará la atención sobre las contradicciones advertidas...” La norma aclara
que “regirán, respectivamente, las normas del testimonio y de la declaración del imputado”.
El careo es un acto de investigación que tiene carácter subsidiario y excepcional, ya que
sólo se debe practicar cuando no haya otro medio de comprobar la existencia del hecho
delictivo y sus circunstancias o la identificación del imputado. Este acto exige como
presupuestos: a) la existencia previa de declaraciones contradictorias; y, b) que el hecho o
la circunstancia que se trata de esclarecer sea de interés para el proceso.

El careo es un acto fácilmente incriminatorio y de alto riesgo para el imputado. Cuando la


norma advierte que “regirán, respectivamente, las normas del testimonio y de la
declaración del imputado”, significa que se trata de un acto voluntario (tiene derecho al
silencio), libre (nadie puede declarar contra sí mismo en materia penal), y que debe
realizarse con todas las garantías constitucionales y procesales. Con la finalidad de
salvaguardar las aludidas garantías, y carácter excepcional, el careo se lo debe realizar
entre dos personas a la vez, incluso, con el imputado sólo en la etapa preparatoria (art.
99). El careo debe traducirse en un acta que el fiscal puede introducir al juicio oral y
público como elemento de convicción.

F) INSPECCION Y RECONSTRUCCION

La inspección y la reconstrucción son diligencias que debe practicar el fiscal como parte de
la investigación en determinados hechos delictivos. A diferencia del viejo procedimiento
penal que separaba ambos actos de investigación, el Código procesal (art. 179) los fusiona
y establece que el fiscal podrá ordenar la inspección ocular y/o la reconstrucción del
hecho, de acuerdo con las declaraciones recibidas y otros elementos de convicción, para
comprobar si el hecho se efectuó o pudo efectuarse de un modo determinado.

La inspección sirve para que el fiscal examine y observe, en forma directa, las cosas y
lugares, los rastros, vestigios, huellas y otros efectos materiales que se relacionen con el

72
MORENO CATENA, V., y otros Derecho Procesal Penal, Ob. Cit. p. 415.

95
delito. Como sostiene Rubianes 73 de la inspección pueden derivarse secuestro de cosas
relacionadas con el delito, pericias sobre personas, cosas y lugares, documentación
complementaria, como planos del lugar, retratos, fotografías de personas o cosas, testigos
de los hechos y pericias sobre documentos secuestrados, etc. La inspección tiene por
finalidad documentar en el proceso el estado en que se hallan personas, cosas y lugares,
lo que se logra relatando y describiendo lo observado en un acta. Montón Redondo, 74 por
su parte, sostiene que en la inspección se puede apreciar: 1) El lugar en que se sitúa la
comisión de los hechos debiendo indicarse todas sus particularidades (geográficas, de
situación, ambiente, etc.); 2) Circunstancias concurrentes en la perpetración del presunto
delito y 3) Observación y conservación de objetos o elementos materiales que pudieran
hallarse relacionados con éste.

La reconstrucción 75 consiste, en cambio, en la reproducción artificial que observa el fiscal


de un hecho de interés para el proceso, una suerte de representación teatral o
cinematográfica, ya sobre los momentos en que se cometió el delito, ya sobre algunas
circunstancias vinculadas; se produce, en lo posible, con las mismas personas
protagonistas del hecho. Este acto de investigación tiene la finalidad de contrastar
circunstancias y declaraciones de testigos o del imputado o de la víctima, que permitan
establecer si pudo cometerse el hecho de un modo determinado y, por ende, contribuye a
clarificar las afirmaciones fácticas realizadas por las partes.

Lo que caracteriza a la reconstrucción del hecho es su objeto, que consiste, precisamente,


en el desarrollo efectivo de una acción, de un acontecimiento o de un episodio, y se basa
en los siguientes presupuestos: a) Es un acto de investigación que permite controlar otros
actos como por ejemplo declaraciones testificales y, por tanto, sirve para confirmar o
desvirtuar afirmaciones que ya se han realizado. b) La reconstrucción puede realizarse
únicamente con el fin de comprobar si un hecho ocurrió o pudo ocurrir de determinada
manera y no con fines distintos; es decir, sirve para verificar una modalidad del hecho, no
el hecho en sí mismo. c) Como es un acto de investigación complejo y de ejecución
difícil (incluso no se debería ordenar por indigno; por ejemplo, en las agresiones sexuales)
se lo debe realizar únicamente cuando sea imprescindible su resultado.

Aun cuando la mayoría de los hechos delictivos podrían ser reconstruidos, queda librado a
la prudencia del fiscal el ordenar o desautorizar el acto, que supone la penetración en lo
que se llama ambiente del delito. En todo caso, debe practicarse de forma tal que no
ofenda o ponga en peligro la integridad de las personas o la seguridad pública, cuya acta
también se puede introducir como elemento de convicción al juicio oral y público.

G) EL AGENTE ENCUBIERTO

73
RUBIANES, C. Derecho Procesal… Ob. Cit. 251.
74
MONTON REDONDO, A., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., p. 192.
75
El viejo procedimiento penal de 1973 (art.138) aclaraba que “la reconstrucción no es prueba autónoma, sino de
confirmación de pruebas ya existentes en autos, para establecer la veracidad de las declaraciones rendidas por los
testigos presenciales o por el inculpado, por lo que deberá practicarse, en todo caso, después de la inspección judicial
y de la recepción de algunas pruebas, procurando que coincida con la hora y el lugar en que se cometió el delito”.

96
La necesidad de combatir efectivamente el narcotráfico y evitar sus secuelas en lo que
corresponde al fiscal, ha llevado al legislador del Código procesal a crear e incorporar la
figura del agente encubierto. El Código procesal boliviano (art. 282) establece que el
agente encubierto intervendrá sólo en las investigaciones de delitos vinculados al tráfico
ilícito de sustancias controladas y en ausencia o insuficiencia de medios de prueba. En
todos estos casos, el fiscal podrá solicitar fundadamente, bajo su responsabilidad, al juez
de instrucción, autorización para la intervención de miembros de la policía nacional,
altamente calificados, sin antecedentes penales o disciplinarios, y que presten su
consentimiento al efecto, debiendo mantener en reserva su identidad; quienes deberán
informar al fiscal sobre las actividades realizadas y a realizarse en el curso de la
investigación. La actividad del agente consiste, fundamentalmente, en infiltrarse en una
organización criminal dedicada al narcotráfico para conocer y, si le fuera posible, investigar
desde adentro todos sus movimientos delictivos por un tiempo que será determinado por el
juez.

La norma aclara que la autorización judicial del agente encubierto consignará la identidad
supuesta del mismo, que será mantenida en reserva y se conservará fuera de las
actuaciones con la debida seguridad en sobre cerrado y lacrado que contendrá, además,
la identidad verdadera del agente. La intervención del agente encubierto constituye un
típico acto de investigación que se pone de manifiesto cuando la ley aclara que el
testimonio del agente encubierto no será suficiente para fundar una condena si no se
cuenta con prueba adicional incorporada válidamente al proceso. El agente encubierto,
además, no estará exento de la responsabilidad que corresponda si en el curso de la
investigación realiza actos distintos a los específicamente encomendados o con evidente
exceso o desproporcionalidad en relación a las necesidades o finalidades de la
averiguación.

La Ley establece que la utilización del agente encubierto sólo se permite en los delitos
previstos y sancionados en la Ley N° 1008 (Régimen de la Coca y Sustancias Controladas
del 19 de julio de 1988), y debe ofrecerse y declarar como testigo (como cualquier otro
policía que interviene en una investigación) en el juicio oral y público a los efectos
probatorios.

H) ENTREGA VIGILADA DE SUSTANCIAS CONTROLADAS

Con la finalidad de luchar efectivamente contra el narcotráfico y honrar alguna normativa


internacional, el legislador también ha puesto a disposición del fiscal la diligencia de
entrega vigilada de sustancias controladas. La Convención de Naciones Unidas, hecha en
Viena el 20 de diciembre de 1998 (art. 11), ratificada por Bolivia, entre otras medidas,
establece que las “Partes adoptarán las medidas necesarias, dentro de sus posibilidades,
para que se pueda utilizar de forma adecuada, en el plano internacional, la técnica de
entrega vigilada, de conformidad con acuerdos o arreglos mutuamente convenidos con el
fin de descubrir a las personas implicadas en delitos tipificados de conformidad con el
párrafo 1 del artículo 3 y de entablar acciones legales contra ellas”

La aludida Convención, en realidad, obligó al legislador nacional a reconocer este acto de


investigación para favorecer las pesquisas de estas formas delictivas. El Código procesal
(art. 283) establece que se entenderá por entrega vigilada la técnica consistente en
97
permitir que remesas de sustancias controladas circulen por territorio nacional o entren o
salgan fuera de él sin inferencia de la autoridad competente y bajo su vigilancia, con el fin
descubrir o identificar a las personas involucradas en la comisión del delito, aportar
pruebas al proceso y, en su caso, prestar auxilio a autoridades extranjeras para estos
mismos fines.

El carácter subsidiario de este acto de investigación queda de manifiesto al establecer la


Ley que en caso de ausencia o insuficiencia de medios de prueba, el fiscal podrá solicitar
fundadamente, bajo su responsabilidad, al juez de la instrucción, autorización para que
miembros de la policía nacional altamente calificados, sin antecedentes penales o
disciplinarios, que presten su consentimiento al efecto, participen en entregas vigiladas,
sobre las que se pueda realizar una vigilancia y seguimiento efectivos.La resolución del
juez de la instrucción que autorice la entrega vigilancia será mantenida en reserva y se
conservará fuera de las actuaciones con la debida seguridad, en sobre cerrado y
lacrado.La norma aclara que los agentes policiales que intervengan mantendrán informado
al fiscal, encargado de la investigación, sobre las actividades realizadas y por realizarse
en el curso de la misma y sobre la información que vayan obteniendo.

La intencionalidad del legislador boliviano, al igual que en España, según Montón


Redondo, 76 es legitimar el seguimiento policial controlado de tales sustancias, elementos u
objetos, para localizar su origen y destino y, con ello, a los responsables de las redes de
producción, tráfico y distribución. El mismo autor encuentra como sus características
esenciales en España las siguientes: 1) Se condiciona a la importancia del delito, sus
específicas circunstancias y las posibilidades reales de vigilancia y control. 2) Consiste,
esencialmente, en permitir que remesas de drogas, productos con los que se sustituyan o
cualquiera de los objetos o elementos procedentes de las actividades antedichas circulen,
sin interferencia policial pero bajo su directo conocimiento y control o se entreguen por la
propia policía a los mismos efectos. 3) Podrá acordarse por el juez instructor, el fiscal y
los jefes o mandos superiores de las Unidades Orgánicas de la Policía Judicial, aún
cuando en este último caso habrá de dar cuenta al fiscal y, si hubiera proceso abierto, al
órgano judicial. Y éste es el que tiene que autorizar su utilización con tales fines, si se
tratara de objetos, instrumentos o sustancias que hubieran sido decomisadas y
depositadas judicialmente. 4) En cualquier caso, la adopción de esta medida habrá de
hacerse por resolución fundada especificativa, en lo posible, de su objeto y para el caso de
las drogas su tipo y las cantidades que pueden entregarse o ponerse en circulación.

La Ley establece que la diligencia de entrega vigilada sólo se circunscribe a los delitos
previstos y sancionados en la Ley N° 1008 (Régimen de la Coca y Sustancias Controladas
del 19 de julio de 1988). En la medida en que se cumplan los presupuestos que hemos
descrito, el acta puede introducirse como elemento de convicción al juicio oral y público.

I) REQUISA PERSONAL

76
MONTON REDONDO, A., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., p. 209.

98
La requisa personal es un acto de investigación que realiza el fiscal (o el policía, en
cualquier caso, del mismo sexo), y consiste en verificar en el cuerpo y sus pertenencias
personales la existencia de objetos relacionado con un hecho delictivo. En la práctica,
muchas veces resulta complementaria al allanamiento y se puede ejecutar
simultáneamente, siempre y cuando se haya ordenado en forma conjunta. El Código
procesal (art. 175) establece que el fiscal podrá disponer requisas personales, siempre
que haya motivos suficientes para presumir que una o más personas ocultan entre sus
pertenencias o lleven en el interior de su cuerpo o adheridos a él, objetos relacionados con
el delito. La disposición aclara que antes de proceder a la requisa se deberá advertir a la
persona acerca de la sospecha y del objeto buscado, conminándola a exhibirlo. El
legislador ha tenido el cuidado de disponer que la requisa se practicará por personas del
mismo sexo y respetando el pudor del requisado.

Como sostiene el Tribunal Constitucional 77 el registro o requisa personal por regla general
y en delitos comunes exige el cumplimiento de las formalidades legales, entre ellas, de la
orden motivada del Fiscal y la presencia de un testigo, la advertencia a la persona a
registrarse acerca de la sospecha y del objeto buscado, el resguardo del pudor del
requisado. También se ha previsto una excepción a la regla para los casos relativos a
delitos de narcotráfico, en los que se permite que la FELCN excepcionalmente realice de
oficio la requisa sin la exigencia del requerimiento fiscal o la presencia del testigo de
actuación, pero deberá elaborar necesariamente un acta indicando los motivos del porqué
prescindió de las referidas formalidades, sólo así podrá tenerse como legal una requisa, y
lo obtenido en ella.

La requisa personal, en principio, no afecta al derecho fundamental de la intimidad


personal, ya que ningún derecho es absoluto o ilimitado, y cualquier restricción debe ceder
ante la sospecha o existencia de un hecho delictivo y el interés público de la persecución
penal. Este acto de investigación se ha hecho común en los aeropuertos donde la policía
antinarcóticos, por ejemplo, realiza inspecciones corporales y obtiene radiografías en
busca de drogas. En algunos casos, la requisa personal se ha convertido en intervención
corporal directa, pues se hacen exámenes anales y vaginales para la determinación del
hecho punible.

Como formalidades para la ejecución del acto se establece que la requisa se realizará en
presencia de un testigo hábil y constara en acta suscrita por el funcionario interviniente, el
requisado y el testigo. La norma advierte que si el requisado no firma se hará constar la
causa y sólo bajo estas formalidades, el acta podrá ser incorporada al juicio por lectura. La
Ley aclara que cuando se trate de delitos de narcotráfico, excepcionalmente, la Fuerza
Especial de Lucha contra el Narcotráfico podrá realizar de oficio la requisa sin la presencia
de un testigo de actuación o sin requerimiento fiscal, dejando constancia en acta de los
motivos que impidieron contar con la presencia del testigo o el requerimiento fiscal.

Para el Tribunal Constitucional 78 los artículos 174, 175, 176, 184 del Código procesal,
establecen la posibilidad de que los fiscales y policías realicen el registro del lugar del

77
SC Nº 1669/2004-R, de 14 de Octubre.
78
SC N° 880/2005-R, de 29 de julio que, a su vez, se remite a la SC N° 391/2004-R, de 17 de marzo.
99
hecho, la requisa personal, de vehículos y el secuestro, sin que exista orden judicial,
entendiéndose que el procedimiento allí señalado, sólo puede ser comprendido dentro de
los alcances del artículo 293 del CPP, que establece: “Los funcionarios y agentes de la
Policía que tengan noticia fehaciente de la comisión de un delito de acción pública
informarán, dentro de las ocho horas de su primera intervención a la Fiscalía.

Toda esta diligencia se practicará bajo la dirección del fiscal encargado de la investigación,
y tiene la finalidad de reunir o asegurar los elementos de convicción y evitar la fuga u
ocultamiento de los sospechosos. El mismo Tribunal entiende que sólo en el primer
momento de la investigación, es decir cuando sea necesaria la intervención preventiva y la
comprobación inmediata del hecho, es posible aplicar el procedimiento allí mencionado,
por lo que en los demás supuestos necesariamente se debe requerir autorización judicial,
en virtud al control jurisdiccional que debe existir en la investigación (art. 279 del CPP), y
de acuerdo a la facultad contenida en el artículo 129.9 del CPP que señala que el juez o
tribunal puede expedir mandamiento de secuestro, allanamiento y registro o requisa.
Como en los casos anteriores, el Código procesal (art. 333.3) le permite al fiscal introducir
al juicio oral y público, el acta de la requisa personal.

J) INTERVENCIONES CORPORALES DIRECTAS

El fiscal o la policía pueden realizar o delegar que se realicen por el personal y los medios
idóneos, intervenciones corporales directas tendientes al esclarecimiento de un hecho
delictivo y sus circunstancias. El legislador del Código procesal, sin embargo, se ha
olvidado por completo de reglamentar las inspecciones e intervenciones corporales o
reconocimiento del cuerpo humano, seguramente, atendiendo al mandato legal (art. 18
CC) de que “nadie puede perturbar ni divulgar la vida íntima de una persona...”

Lo cierto es que estas diligencias, no obstante que atentan contra el derecho a la intimidad
o partes íntimas del cuerpo humano, existen, y la policía antinarcóticos, por ejemplo,
realiza inspecciones vaginales en los aeropuertos, en busca de drogas, y en algunos
delitos sexuales también se hacen exámenes anales y vaginales para la determinación del
hecho punible y, eventualmente, su autoría.

Como sostiene Gimeno Sendra 79 “las intervenciones corporales han adquirido en el


derecho comparado contemporáneo una gran virtualidad en el proceso penal, ligadas a los
avances de la medicina legal (sobre todo, en la determinación de ADN que otorga a las
pruebas sanguíneas una fiabilidad del 99%) y a la necesidad de asegurar la prueba; sobre
todo en aquellos delitos en que, como es el caso de las agresiones sexuales con acceso
carnal, la actividad probatoria acaba reconduciéndose a la palabra del autor contra la de la
víctima”.

El mismo autor define las intervenciones corporales como “todo acto de coerción sobre el
cuerpo del imputado por el que se le extrae de él determinados elementos en orden a

79
GIMENO SENDRA, V. y otros Lecciones Ob. Cit. p. 458.
100
efectuar sobre los mismos determinados análisis periciales tendentes a averiguar el hecho
punible o la participación en él del imputado”. Clasifica las intervenciones en leves y
graves: a) las leves pueden consistir en extracción de elementos externos del cuerpo
humano, como pelos, uñas o la extracción de sangre (siempre que no sea hemofílico y no
corra peligro la salud del imputado); y b) son graves, por el contrario, cuando ponen en
peligro la salud, por ejemplo, una punción lumbar o la extracción de líquido
encefalorraquídeo.

Montón Redondo, 80 distingue entre los actos que sirven para la obtención de datos o
vestigios sobre el propio cuerpo de personas sospechosas, con la finalidad de determinar
si aquél sirve como instrumento para la comisión de un delito (por ej. transporte de
estupefacientes) o si pudiera haberse cometido en el propio cuerpo (por ej. interrupción
voluntaria del embarazo) que precisaría un reconocimiento médico para ello, o si de él
pudiera conseguirse datos relevantes a efectos del proceso (por ej. corte de pelo para
determinar la adicción al consumo de estupefacientes).

El mismo autor propone: 1) Sólo cabe estimar su procedencia siendo absolutamente


imprescindible para asegurar la defensa del interés público y la búsqueda de la verdad
material. 2) Siempre será necesario consentimiento expreso del afectado y, en su defecto,
resolución judicial fundada indicativa del procedimiento a seguir para ello, sin que pueda
acudirse al uso de la fuerza ni siquiera mediante aquélla. 3) No afectaría al derecho a la
intimidad al no ser éste ilimitado pudiendo ceder ante exigencias o intereses públicos
superiores; ni a la dignidad de la persona, si se llevara a cabo correctamente y, en su
caso, por profesionales de la medicina.

K) EL TEST DE ALCOHOLEMIA

El fiscal o la policía pueden ordenar o realizar la diligencia de la alcoholemia, medida


necesaria para conocer en qué situación se encuentra el conductor y, al mismo tiempo,
controlar las condiciones en que viajan los usuarios de vehículos. Este acto de
investigación para Gimeno Sendra 81 es de carácter pericial, se adopta en el curso de una
detención y que a través de una medición en el aliento o a través de una intervención
corporal del imputado, permite determinar el grado de alcohol ingerido.

El Código de Tránsito de 2 de abril de 1973 tampoco reglamenta este acto en forma


expresa. En los hechos, la policía 82 realiza controles de alcoholemia a los conductores

80
MONTON REDONDO, A., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., p. 204.
81
GIMENO SENDRA, V. y otros Lecciones Ob. Cit. p. 472.
82
El Código de Tránsito de 2 de abril de 1973 no establece expresamente el test de la alcoholemia; sin embargo,
prohíbe en el art. 97 conducir vehículos bajo el efecto de drogas u otros intoxicantes en estado de embriaguez o
cuando las condiciones de salud físico-mentales no permitan la normal y segura conducción, además, constituye una
falta de primer grado. El proyecto del Código de Tránsito, sin embargo, recoge esta diligencia y los agentes de la
autoridad encargados de la vigilancia del tráfico, podrán someter a: 1) cualquier usuario de la vía o conductor de
vehículo, presuntamente responsable de un accidente de tránsito; 2) quienes conduzcan cualquier vehículo con
síntomas evidentes, manifestaciones que denoten hechos que permitan razonablemente presumir que lo hacen bajo
la influencia de bebidas alcohólicas; 3) los conductores que sean denunciados por la comisión de alguna de las
infracciones a la Ley general de tránsito y seguridad vial contenidas en este reglamento; y 4) los que con ocasión de
conducir un vehículo, sean requeridos al efecto por los agentes de tránsito dentro de los programas de controles
101
que pueden ser de dos clases: de aire espirado y los análisis sanguíneos, de orina o
análogos. El sometimiento del conductor a este acto constituye una obligación, y la
negativa puede ser sancionada como infracción grave, incluso el policía puede retener el
vehículo. La alcoholemia puede ser contrastada mediante análisis sanguíneos, de orina y
otros análogos. Estamos aquí ante una intervención corporal coactiva de carácter leve,
que si bien afecta al derecho a la integridad física no parece vulnerar su contenido
esencial, como tampoco puede equipararse a declarar contra sí mismo, prohibido
constitucionalmente.

En el ordenamiento español, según Gimeno Sendra 83 el deber de someterse al control de


alcoholemia no puede considerarse contrario al derecho a no declarar contra sí mismo y a
no confesarse culpable, pues no se obliga al detectado a emitir una declaración que
exteriorice su contenido, admitiendo su culpabilidad, sino a tolerar que se le haga objeto de
una especial modalidad de pericia, exigiéndole una colaboración no equiparable a la
declaración comprendida en el ámbito de los derechos fundamentales.

L) FILMACIONES DE LUGARES PÚBLICOS

Este acto de investigación que debe ordenar o, en su caso, recoger y utilizar el fiscal para
proteger la seguridad ciudadana, aún no tiene el desarrollado en Bolivia, como el que tiene
alcanzado en otros países. En España la LO 4/1997, de 4 de agosto, por ejemplo, permite
que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad filmen y graben mediante videocámaras lo que
ocurre en lugares públicos como calles o plazas, sean abiertos o cerrados. Gómez
Colomer 84 sostiene que esta medida de carácter preventivo, está directamente pensada
para proteger la seguridad ciudadana, erradicar la violencia callejera y garantizar la
seguridad pública, incluso en materia de circulación vial, pero puede convertirse en un acto
de investigación si, como consecuencia de la filmación, se detecta la comisión de un delito
o coadyuva al descubrimiento de su autor.

El referido autor dice que el Tribunal Supremo español entendió que las filmaciones y
fotografías obtenidas por la policía desde puestos de vigilancia públicos, es decir, situados
en la calle o en lugares públicos, en donde se hacía el seguimiento de personas que
pudieran estar relacionadas con el hecho que es objeto de la investigación, eran
perfectamente ajustadas a derecho. Estas medidas no afectan a los derechos
fundamentales a la intimidad personal y a la propia imagen de las mismas, ya que éstos no
son derechos absolutos o ilimitados, sino que deben ceder ante los intereses públicos de
la persecución penal.

preventivos de alcoholemia ordenados por dicha autoridad. La normativa proyectada ha sido cuidadosa no solo al
recoger este acto de investigación muy necesario, sino que tiene previsto establecer el cómo, quién y cuándo
practicar esta diligencia, que, dado su carácter de difícil repetición, se constituye en una típica prueba preconstituida.
83
Ibídem, p. 475.
84
GOMEZ COLOMER, J.L., y otros, Derecho Jurisdiccional Ob. Cit., p. 172.

102
Lo que sostiene la doctrina española, aunque en menor escala, ya se puede apreciar en
Bolivia. Si bien hace tiempo que se discute y se tiene proyectada la instalación de
videocámaras en las principales avenidas para controlar el tráfico vehicular (y para
ingresar a la Cárcel de Palmasola, por ejemplo), sólo el sistema bancario utiliza equipos de
filmación al público. Las grabaciones que han realizado estos equipos, han sido efectivas
no sólo para averiguar el modus operandi en que se ha ejecutado el hecho delictivo y las
circunstancias, sino también y principalmente para identificar a sus autores.

La utilización de videocámaras o de cualquier otro aparato análogo estará presidida por el


principio de proporcionalidad, en su doble versión de idoneidad y de intervención mínima.
En caso de que la grabación concreta de imagen y sonido, muestre apariencia de delito,
debe tomar conocimiento e intervenir el fiscal, quien ordenará registrar la filmación y el
soporte original para iniciar la investigación, cuya acta y los técnicos o funcionarios a cargo
de los aparatos pueden ofrecerse como peritos o testigos de la filmación en el juicio oral y
público. Cabe recordar que el Código procesal (art. 333.3) le permite al fiscal introducir al
juicio oral y público, el registro o material recogido con las filmaciones.

EJERCICIOS (Por subir a Tarea en plataforma virtual)

1. Explicar cuáles son los actos de investigación que no limitan derechos fundamentales.
2. Explicar cuáles son los actos de investigación que sí limitan derechos fundamentales.
3. ¿Qué requisitos debe cumplir el Ministerio Público para proceder a un allanamiento de
domicilio?.
4. ¿Qué se entiende por flagrancia?. Explique ampliamente, citando la norma procesal
penal pertinente.
5. ¿Es posible interceptar la correspondencia y papeles privados. En qué casos?.
6. ¿Quién es el perito y quién es el consultor técnico? Explique sus diferencias.
7. Explique el trámite para efectuar una identificación y reconocimiento del imputado.
8. ¿Quién es el agente encubierto?
9. ¿En qué consiste la entrega vigilada?.

BIBLIOGRAFÍA

Herrera Añez, William, Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, Ed. Kipus,
Cochabamba, 2d. Edición, 2015, Cap. 7 y Cap. 8. (es decir de la página 141 al 248).

5. RECURSOS DE INFORMACIÓN COMPLEMENTARIOS

Para complementar y profundizar su aprendizaje en esta tutoría (unidad), se le sugiere


pueda consultar la jurisprudencia que se encuentra en la plataforma NUR Virtual de la
materia y hacer búsqueda de jurisprudencias en los siguientes recursos de información:

1.- Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia: http://www.tcpbolivia.bo/

2.-Tribunal Supremo de Justicia: http://tsj.bo/

103
3.- Código de Procedimiento Penal concordado y comentado:
http://www.procedimientopenal.com.bo/

104
TUTORIA 5

1. CONTENIDO DE LA TUTORÍA
(El contenido se debe colocar dentro del recuadro, a continuación se presenta un ejemplo del
mismo)

LOS ACTOS CONCLUSIVOS Y LOS MEDIOS DE DEFENSA EN EL PROCESO


PENAL.

2. CAPACIDAD (ES) A DESARROLLAR

Capacidad de identificar, realizar, esquematizar y analizar críticamente los actos


conclusivos y los medios de defensa dentro del proceso penal boliviano.

3. ACTIVIDADES PREVIAS A LA TUTORÍA

105
Usted debe realizar las siguientes actividades previas antes del encuentro de la tutoría:

1. Aportar en la Wiki de la materia en lo que respecta a la palabra o las palabras


que aparecerá en esta semana que deberán los estudiantes explicar y
desarrollar ampliamente.
2. Aportar su opinión en plataforma virtual en el Foro de la Tutoría 6
3. Responder a los ejercicios que se encuentran al final del texto de lectura y
subirlos a tarea de la tutoría 6 en la plataforma virtual
4. Resuma todo el tema de la tutoría 6 en un mapa conceptual.

4. DESARROLLO

ACTOS CONCLUSIVOS DE LA ETAPA PREPARATORIA


Y LOS MEDIOS DE DEFENSA

ARTÍCULO 323º.- (ACTOS CONCLUSIVOS). CUANDO EL FISCAL CONCLUYA LA


INVESTIGACIÓN:

1) PRESENTARÁ ANTE EL JUEZ DE INSTRUCCIÓN, LA ACUSACIÓN SI ESTIMA QUE


LA INVESTIGACIÓN PROPORCIONA FUNDAMENTO PARA EL ENJUICIAMIENTO
PÚBLICO DEL IMPUTADO;
2) REQUERIRÁ ANTE EL JUEZ DE INSTRUCCIÓN, LA SUSPENSIÓN CONDICIONAL
DEL PROCESO, LA APLICACIÓN DEL PROCEDIMIENTO ABREVIADO, DE UN
CRITERIO DE OPORTUNIDAD O QUE SE PROMUEVA LA CONCILIACIÓN;
3) DECRETARÁ DE MANERA FUNDAMENTADA EL SOBRESEIMIENTO CUANDO
RESULTE EVIDENTE QUE EL HECHO NO EXISTIÓ, QUE NO CONSTITUYE DELITO
O QUE EL IMPUTADO NO PARTICIPÓ EN ÉL Y CUANDO ESTIME QUE LOS
ELEMENTOS DE PRUEBA SON INSUFICIENTES PARA FUNDAMENTAR LA
ACUSACIÓN.

En los casos previstos en los numerales 1) y 2) remitirá al juez o tribunal las actuaciones y
evidencias.

106
Artículo 325. (PRESENTACIÓN DE REQUERIMIENTO CONCLUSIVO) del CPP establece:

I. Presentado el requerimiento conclusivo de acusación, la o el Juez Instructor dentro del plazo


de veinticuatro (24) horas, previo sorteo, remitirá los antecedentes a la o el Juez o Tribunal de
Sentencia, bajo responsabilidad.

II. En caso de presentarse requerimiento conclusivo para la aplicación de salidas alternativas, la


o el Juez deberá resolver de manera escrita y sin necesidad de audiencia los criterios de
oportunidad, siempre que se hubieran presentado los documentos que acrediten el cumplimiento
de los requisitos legales correspondientes, dentro del plazo de cinco (5) días siguientes; cuando
se hubiera requerido la aplicación de la suspensión condicional del proceso, el procedimiento
abreviado o que se promueva la conciliación, deberá resolverse en audiencia a llevarse a cabo
dentro de los diez (10) días siguientes.

III. En caso de que la persona imputada guarde detención preventiva, el plazo máximo será de
cinco (5) días para la realización de la audiencia, bajo responsabilidad.

IV. En los casos establecidos en los Parágrafos II y III del presente Artículo, la audiencia no
podrá ser suspendida si la víctima o querellante no asistiere, siempre que haya sido notificada,
bajo responsabilidad de los servidores judiciales encargados de la notificación, la resolución
asumida deberá ser notificada a la víctima o querellante”.

“Artículo 326. (ALCANCE DE SALIDAS ALTERNATIVAS) del CPP, establece:

I. El imputado podrá acogerse al procedimiento abreviado, criterio de oportunidad, suspensión


condicional del proceso o conciliación, en los términos de los Artículos 21, 23, 24, 373 y 374 del
Código de Procedimiento Penal, y los Artículos 65 y 67 de la Ley Nº 025 de 24 de junio de 2010,
“Ley del Órgano Judicial”, siempre que no se prohíba expresamente por Ley, aún cuando la
causa se encuentre con acusación o en audiencia de juicio oral, hasta antes de dictada la
sentencia.

II. En estos casos, la o el imputado podrá efectuar su solicitud a la o el Fiscal con conocimiento
de la o el Juez o Tribunal; esta solicitud no es vinculante a la decisión del Ministerio Público y se
promoverá sólo si se cumplen los requisitos que este Código exige. La víctima o querellante
podrá formular oposición fundada.

III. Las solicitudes de salidas alternativas deberán atenderse con prioridad a otras sin dilación,
bajo responsabilidad de la o el Juez y la o el Fiscal”.

“Artículo 327. (CONCILIACIÓN) del CPP: Siempre que la conciliación sea previsible de
acuerdo a normativa especial y vigente:

1. La o el Fiscal de oficio, deberá promoverla en el primer momento de iniciada la


investigación y durante la etapa preparatoria en el plazo máximo de tres (3) meses a
partir de emitida la imputación formal, debiendo hacer conocer a la o el Juez el resultado.

107
2. La o el Juez de oficio, deberá promoverla antes de efectuar la conminatoria por
vencimiento del término de la investigación preliminar o antes de pronunciarse sobre la
ampliación del plazo de investigación dispuesta por la o el Fiscal.

Las partes podrán promover la conciliación en cualquier momento”.

“Artículo 328. (TRÁMITE Y RESOLUCIÓN DE SALIDAS ALTERNATIVAS) del CPP:

I. La solicitud de criterio de oportunidad reglada, deberá efectuarse acompañando toda


la prueba pertinente y resolverse sin más trámite, dentro del plazo de cinco (5)
días siguientes de su solicitud, de manera escrita y sin necesidad de audiencia.

II. La aplicación de la suspensión condicional del proceso, el procedimiento abreviado o


la conciliación, deberán resolverse en audiencia a llevarse a cabo en el plazo
máximo de diez (10) días siguientes. En caso de que el imputado guarde
detención preventiva, el plazo máximo será de cinco (5) días para la realización de
la audiencia, en ambos casos bajo responsabilidad; en estos casos, la audiencia
no podrá ser suspendida si la víctima o querellante no asistiere, siempre que haya
sido notificada, en tal caso la resolución asumida deberá ser notificada a la víctima
o querellante.

III. El criterio de oportunidad y la suspensión condicional del proceso, no procederán si


el imputado es reincidente o se le hubiera aplicado alguna salida alternativa por
delito doloso.

IV. La solicitud de aplicación de salidas alternativas en juicio, será resuelto en audiencia


sin dilación y bajo responsabilidad”.

Artículo 334. (CONTINUIDAD) del. CPP, establece: Iniciado el juicio se realizará sin
interrupción todos los días hasta que se dicte sentencia, y sólo podrá suspenderse en los
casos previstos en este Código. La audiencia se realizará sin interrupción, no sólo en horas
hábiles del día, debiendo habilitarse, si fuera necesario, horas extraordinarias. La o el Juez o
Tribunal ordenará los recesos diarios que no podrán ser superiores a dieciséis (16) horas.
En ningún caso la o el Juez podrá declarar cuarto intermedio.

Los principios de concentración y continuidad deben ser entendidos como mandatos de


desarrollar los procesos en orden cronológico, de manera ininterrumpida hasta su
conclusión”.

El Artículo 340. (PREPARACIÓN DEL JUICIO) del CPP, señala:

I. Recibida la acusación ante el Juzgado o Tribunal competente y radicada la causa en el


día, la autoridad judicial notificará al Ministerio Público para la presentación física de las
pruebas ofrecidas, dentro de las veinticuatro (24) horas siguientes, bajo responsabilidad.

II. La o el Juez, o la o el Presidente del Tribunal de Sentencia, dentro de las veinticuatro (24)
horas de recibidas las pruebas de la acusación fiscal, notificará a la víctima o querellante
108
para que presente la acusación particular o se adhiera a la acusación fiscal, y ofrezca las
pruebas de cargo dentro del término de diez (10) días, en caso de que se ofrezcan otras
pruebas distintas a las referidas en el pliego acusatorio del Ministerio Público, obtenidas
legalmente, éstas deberán ser presentadas con la acusación particular o con la adhesión a
la acusación fiscal. El no ejercicio de este derecho por la víctima, no impedirá su
participación en el juicio y de las etapas posteriores conforme al Artículo 11 del presente
Código.

III. Vencido el plazo otorgado a la víctima o querellante con o sin su pronunciamiento, se


pondrá en conocimiento de la o el imputado la acusación fiscal, en su caso la del querellante
y las pruebas de cargo ofrecidas, para que dentro de los diez (10) días siguientes a su
notificación ofrezca y presente físicamente sus pruebas de descargo.

IV. Vencido el plazo otorgado a la o el imputado, con o sin su pronunciamiento, la o el Juez


o Tribunal de Sentencia dictará auto de apertura del juicio”.

El Artículo 341. (CONTENIDO DE LA ACUSACIÓN) del CPP establece:

I. La acusación contendrá:

1. Los datos que sirvan para identificar a la o el imputado y la víctima, su domicilio procesal
y real, adjuntando croquis de este último;
2. La relación precisa y circunstanciada del hecho;
3. La fundamentación de la acusación, con la expresión de los elementos de prueba que la
motivan;
4. Los preceptos jurídicos aplicables; y
5. El ofrecimiento de la prueba con señalamiento general de su pertinencia y utilidad.

II. La víctima o querellante tendrá autonomía para precisar los hechos de la Acusación
Particular, su calificación jurídica y para ofrecer prueba, aunque podrá adherirse a la que
presente la o el Fiscal, sin que ello se considere abandono de la querella”.

El Artículo 345. (TRÁMITE DE LOS INCIDENTES) del CPP establece: Todas las cuestiones
incidentales sobrevinientes conforme a las reglas de los Artículos 314 y 315 del presente
Código, serán tratadas en un solo acto, a menos que el Tribunal resuelva hacerlo en sentencia.

En la discusión de las cuestiones incidentales, se concederá la palabra a las partes una sola
vez, por el tiempo que establezca la o el juez o la o el Presidente del Tribunal, sin replica ni
duplica”.

El Artículo 373. (PROCEDENCIA) del CPP establece:

I. Concluida la investigación, la o el imputado la o el Fiscal podrá solicitar que se aplique el


procedimiento abreviado; en la etapa preparatoria ante la o el Juez de Instrucción conforme al

109
Numeral 2 del Artículo 323 del presente Código; y en la etapa de juicio hasta antes de dictarse
sentencia, tanto en el procedimiento común como en el inmediato para delitos flagrantes.

II. Cuando la solicitud sea presentada por la o el Fiscal, para que sea procedente deberá contar
con la aceptación de la o el imputado y su defensor, la que deberá estar fundada en la admisión
del hecho y su participación en él.

III. En caso de oposición fundada de la víctima o que el procedimiento común permita un mejor
conocimiento de los hechos, la o el Juez podrá negar la aplicación del procedimiento abreviado.

IV. La existencia de varios imputados en un mismo procedimiento, no impedirá la aplicación de


estas reglas a alguno de ellos”.

ALGUNOS MEDIOS DE DEFENSA:

LAS EXCEPCIONES, INCIDENTES Y RECUSACIONES.

I.- LAS EXCEPCIONES.

De acuerdo con el artículo 308 del CPP, las partes procesales tienen la facultad de oponer las
excepciones prevista en el CPP, durante la etapa preparatoria de manera escrita o en el juicio
oral de manera verbal, por lo que las excepciones pueden interponerse cuando no hayan sido
planteadas con anterioridad o se funde en hechos nuevos.

En ese sentido, las excepciones sin bien constituyen un medio de defensa de las partes, sin
embargo, es necesario establecer su diferenciación con el vocablo “defensa”.

Rubianes 85 explica que “las defensas trasuntan una mera oposición, o negativa al fundamento
de la acción penal. Se da cuando el imputado de delito o su defensor, desconoce la perpetración
o realidad del hecho que se le atribuye, o bien niega haber intervenido en su comisión, o bien
aun admitiendo la existencia del hecho, estima que no es constitutivo de delito conforme a la ley
penal, o median causales de inculpabilidad o justificación o cualquier otra que lo exima de pena
o posibilite su atenuación, o aun reconociendo su participación delictual propugna una pena más
atenuada.

En cambio, el sentido de las excepciones es que paralizan momentáneamente la acción o la


extinguen definitivamente, cortándola ya en su faz preparatoria o en el plenario.

Creus 86, sostiene que “si bien son cuestiones planteadas por las partes, que pueden servir como
defensas para el imputado o el tercero civil responsable en algunos casos, se las tilda de
excepciones, porque de su resolución puede provenir la extinción, la paralización o el desvío del
curso del proceso y de previas porque, instadas que fuesen, tienen que ser resueltas antes que

85
RUBIANES, Carlos. “Derecho Procesal Penal”. Buenos Aires, Argentina, Editorial Depalma, 1983, pp.
352 y 353.
86
CREUS, Carlos. “Derecho Procesal Penal”. Buenos Aires, Argentina, Editorial Astrea, 1996, p. 87.
110
se pronuncie la sentencia sobre el fondo (vale decir, la que va a resolver sobre la existencia del
delito, la responsabilidad penal del imputado y la consecuencia jurídica – pena o medida de
seguridad - que le corresponde).

La Ley Nº 586 modificó el Código de Procedimiento Penal,


restringiendo a las partes procesales sus medios de defensa, entre
estos la oportunidad de interponer las excepciones. Leer los arts. 314
y 315 del CPP en vigencia.
El Tribunal Constitucional, mediante la Sentencia Constitucional Nº 1371/2005-R 87, considera
que la naturaleza jurídica de las excepciones son medios de defensa idóneos.

La jurisprudencia constitucional antes citada señala lo siguiente:

“III.3. En cuanto al hecho de que la dilucidación del asunto debía realizarse en la esfera civil y no
en la penal, es menester indicar que entre los medios de defensa establecidos por ley, a través
de los cuales las partes pueden oponerse a la acción penal, se encuentran las excepciones e
incidentes previstos por el art. 308 CPP; si a juicio del recurrente, la tramitación de la causa
formulada en su contra es ilegal o no tiene mérito en la vía penal, conforme sostiene en el
recurso puede formular su reclamo acudiendo a los medios de defensa señalados a fin de que le
sean reparados o restituidos sus derechos que considera lesionados, más aún si se tiene en
cuenta, que la jurisdicción constitucional, no puede operar como un mecanismo de protección
paralelo a los medios de defensa judicial o administrativos que la ley otorga a los ciudadanos
dentro de los procesos judiciales en trámite. Consiguientemente, en el caso que se examina, no
se ha establecido la existencia de lesión al debido proceso, una razón más, para negar la tutela
demandada y declarar la improcedencia del recurso”.

En el proceso penal es factible invocar excepciones perentorias, que en caso de triunfar son las
que extinguen la acción, como la cosa juzgada sobre los mismos hechos que dan origen al
procedimiento cuando se pretende encausar dos veces por el mismo delito, amnistía,
condonación o perdón del ofendido en los delitos que dan lugar a la acción privada, prescripción,
o si mediase cualquier otra causal de extinción según la ley sustancial. El indulto, si se lo
considera causal de extinción de la pena, no constituye excepción, pero sí tiene esta
característica cuando se lo admite respecto a procesados. Desde luego que la prescripción de la
pena, aun mencionada por las leyes procesales, no es excepción porque en ese supuesto la
acción ya ha quedado extinguida por sentencia condenatoria, de modo que no es posible
oponerse a algo que no existe.

También puede oponerse excepciones dilatorias que paralizan la acción intentada en un proceso,
pero removido el obstáculo, es posible que la acción se promueva o ejerza en el mismo o en otro
proceso. Es dable mencionar: incompetencia del juez, falta de personalidad o de acción en el
acusador o sus representantes, litispendencia. La incompetencia, por ejemplo, permite que la
acción se promueva o se ejerza ante el juez competente”.

87
Magistrada Relatora: Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas.
111
En resumen, conforme a Rubianes, las excepciones se clasifican en dos grandes grupos: 1)
excepciones dilatorias (las que paralizan momentáneamente la acción), y 2) excepciones que
extinguen definitivamente la acción (excepciones perentorias).

Herrera 88 , bajo ese mismo enfoque clasifica las excepciones en: a) Excepciones que
obstaculizan la acción (excepciones dilatorias) y b) Excepciones que extinguen la acción
(excepciones perentorias).

Siguiendo este mismo enfoque doctrinario y tomando en cuenta los efectos jurídicos de las
excepciones, seguiremos la misma línea de clasificación de Herrera en concomitancia con
Rubianes.

I.1.- EXCEPCIONES QUE BUSCAN OBSTACULIZAR Y PARALIZAR LA ACCION PENAL

Las excepciones dilatorias que obstaculizan y pueden llegar a paralizar la acción penal
constituyen numerus clausus: sólo las enumeradas en los artículos 308 numerales 1), 2), 3) y 6),
artículo 309 al 313 de la Ley Nº 1970, son las siguientes:

a) Excepción de Incompetencia del juez o tribunal.

EL ARTÍCULO 310 DEL CPP, ESTABLECE QUE ESTA EXCEPCIÓN PODRÁ PROMOVERSE
ANTE EL JUEZ O TRIBUNAL QUE SE CONSIDERE COMPETENTE, O ANTE EL JUEZ O
TRIBUNAL QUE SE CONSIDERE INCOMPETENTE Y QUE CONOCE EL PROCESO. EN EL
ÚLTIMO CASO DEBERÁ RESOLVERSE ANTES QUE CUALQUIER OTRA EXCEPCIÓN.

Se aplicarán las disposiciones procesales civiles relativas a la inhibitoria y declinatoria.

El artículo 14 de la anterior Constitución Política del Estado, establecía que “Nadie puede ser
juzgado por comisiones especiales o sometido a otros jueces que los designados con
anterioridad al hecho de la causa, ni se lo podrá obligar a declarar contra si mismo en materia
penal o contra sus parientes consanguíneos hasta el cuarto grado inclusive, o sus afines hasta
el segundo, de acuerdo al cómputo civil".

La nueva Constitución Política del Estado ya no contempla esta disposición; pero se encuentra
inmerso implícitamente en el artículo 13-IV al incorporar a los tratados y convenios
internacionales sobre Derechos Humanos dentro del bloque de constitucional, por lo tanto, las
disposiciones del juez natural se encuentran reconocidas de forma endógena en el nuevo texto
constitucional.

El Tribunal Constitucional, mediante Sentencia Constitucional Nº 74/2005-R 89 de fecha 10 de


octubre del año 2005, ha explicado y desarrollado el derecho al juez natural, de la siguiente
manera:

88
HERRERA AÑEZ, William. Ob. Cit. Capítulo 11, pp. 424 al 454.
89
Magistrado Relator: Dr. José Antonio Rivera Santibáñez.
112
Es “el derecho que tiene toda persona a ser oída y juzgada, con las debidas garantías y dentro
de un plazo razonable, por un juez regular predeterminado, competente, independiente e
imparcial, en la substanciación de cualquier acusación penal o disciplinaria formulada contra ella,
o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal, familiar o
de cualquier otro carácter. Ahora bien, a los fines de la resolución de la problemática planteada,
siguiendo la doctrina constitucional, corresponde describir de manera resumida la naturaleza
jurídica de los elementos constitutivos del "juez natural":

a) Juez predeterminado, se entiende por tal a la autoridad cuya jurisdicción y competencia es


determinada por el ordenamiento jurídico con anterioridad al hecho cometido que será objeto del
proceso, sea judicial o disciplinario administrativo, lo que supone que el órgano judicial o
disciplinario haya sido creado por la norma legal previamente. De lo referido se infiere que, en el
ámbito del derecho al debido proceso significa el derecho que tiene la persona a ser juzgada por
la autoridad investida, por el ordenamiento jurídico, de jurisdicción y competencia con
anterioridad al hecho motivador de la actuación o proceso judicial o disciplinario, conforme
corresponda.

El derecho al juez predeterminado por la ley es un principio constitucional que “garantiza la


existencia de un juez establecido por una ley previa que, en abstracto lo señala como juez
ordinario para cualesquiera casos que se puedan presentar en el futuro.

Es también un derecho fundamental, que protege a las partes en un proceso jurisdiccional frente
a cualquier manipulación torticera en la selección del órgano jurisdiccional que debe resolverlo
ya se produzca ésta por obra del Poder Legislativo o por maniobras en el mismo seno del Poder
Judicial.

La protección del derecho fundamental se encamina a impedir cualquier selección arbitraria del
juez competente, con las consecuencias que ello tiene sobre la sospecha de parcialidad de éste
y de la rectitud de la justicia” 90.

Cabe señalar que el derecho al juez predeterminado está expresamente consagrado por las
normas previstas por los artículos 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de 19 de diciembre de 1966, y en
los artículos 120 - I y 13 - IV de la nueva Constitución Política del Estado, al establecer que toda
persona “no podrá de ser juzgada por comisiones especiales ni sometidas a otras autoridades
jurisdiccionales que las establecidas con anterioridad al hecho de la causa”, y además “los
derechos y deberes consagrados en esta Constitución se interpretarán de conformidad con los
Tratados internacionales de derechos humanos ratificados por Bolivia”.

De las normas antes referidas, siguiendo la doctrina constitucional así como la amplia
jurisprudencia emanada de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se puede concluir
que el derecho al juez predeterminado exige la concurrencia de las siguientes condiciones: i) el
órgano judicial haya sido creado previamente por un precepto legal; ii) el órgano judicial esté
investido de jurisdicción y competencia con anterioridad al hecho motivador del proceso judicial

90
RODRIGUEZ ZAPATA PEREZ, Jorge, “Derechos Procesales Fundamentales”, Directores: GUTIÉRREZ
ALVIZ, Faustino, LÓPEZ Enrique y Vocales del CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL, Manuales
de Formación Continuada, Ed. Consejo General del Poder Judicial, Madrid, España, 2005, p. 256.
113
o disciplinario; iii) su régimen orgánico y procesal no permita calificarlo de tribunal ad hoc o de
comisión especial; iv) la composición del órgano jurisdiccional venga determinada por la ley; y v)
en cada caso concreto se siga el procedimiento legalmente establecido para la designación de
los miembros que han de constituir el órgano respectivo. El cumplimiento de estas condiciones,
contribuye a garantizar la independencia e imparcialidad del órgano jurisdiccional que es lo que
se protege por el derecho al juez predeterminado.

De lo referido se infiere que el derecho al Juez predeterminado es con relación al juzgado o


tribunal con jurisdicción y competencia predeterminado, no es al titular, es decir, a la persona
que ejerce la condición de Juez o miembro del Tribunal respectivo; por ello debe entenderse que
se refiere a la creación y establecimiento del juzgado o tribunal con la respectiva jurisdicción y
competencia, no a los jueces o miembros de un Tribunal como sujetos; así fue entendido por el
Tribunal Constitucional en su SC 560/2002-R 91 , de 15 de mayo, en la que se expresó la
siguiente doctrina constitucional: "(...) los alcances del precepto constitucional (artículo 14 de la
anterior Constitución Política del Estado) no pueden extraerse de la literalidad del precepto, sino
de la finalidad que el mismo tiene dentro del orden constitucional. De ahí que, de manera
congruente con lo anotado, cuando dicho precepto dice: 'Nadie debe ser juzgado por comisiones
especiales o sometido a otros jueces que los designados con anterioridad al hecho de la causa',
está desarrollando la garantía del Juez natural, dentro de los alcances anteriormente expuestos,
y no a prohibir que un Juez designado después del hecho conozca y revuelva el caso, pues esto
no sólo que no cumpliría la función teleológica del mismo, sino que sería de imposible
aplicación; pues, ni aún existiendo jueces vitalicios podría cumplirse tal exigencia, que como ha
quedado establecido no está presente en el espíritu de la norma".

b) Juez competente es el órgano que, de acuerdo a las normas jurídicas previamente


establecidas, conforme a criterios de territorio, materia y cuantía, es el llamado para conocer y
resolver una controversia judicial; al igual que se manifestó al conceptuar al juez predeterminado
dicha acepción de competencia no se refiere a la persona que ejerce circunstancialmente la
jurisdicción, sino alude a la competencia del órgano creado con especificidad para el ejercicio de
la potestad jurisdiccional, vale decir que como juez competente se debe entender la autoridad
que cumpliendo los criterios que legitiman su acción como tercero imparcial,
independientemente de la persona, ejerce la potestad jurisdiccional en la dilucidación de una
situación problemática para la que fue creada.

c) Juez independiente tiene una doble significación, por un lado, alude al órgano judicial, como
Órgano del Estado, en ese sentido su configuración constitucional garantiza su independencia
de los otros poderes; y de otro lado, alude a la persona que ejerce la jurisdicción, la cual debe
estar exenta de toda ingerencia o intromisión de otras autoridades o poderes del Estado.

d) Juez imparcial también está referido al órgano jurisdiccional del Estado, y es un elemento
propio y connatural de la jurisdicción; en otros términos, el ejercicio de la función jurisdiccional
supone la existencia de un órgano imparcial, ajeno por completo al conflicto originado entre las
partes contendientes en el proceso, cuya misión es la de dirimir un conflicto o la constatación de
una situación jurídica, con efectos de cosa juzgada.

91
Magistrado Relator: Dr. Willman Ruperto Durán Ribera.
114
La segunda norma del artículo en estudio, consagra la garantía de no incriminación, o derecho al
silencio cuando se es objeto de una acusación penal: "(...) que conlleva la potestad de guardar
silencio cuando es objeto de una investigación en dicha materia" (SC 1348/2001-R, de 20 de
diciembre); como tal, forma parte del debido proceso penal. Tal garantía no ha sido acusada de
vulnerada por la norma cuestionada, por lo que no se justifica un mayor análisis de la misma”.

Conforme ha establecido la jurisprudencia constitucional 92, “el debido proceso constituye una
garantía de legalidad procesal para proteger la libertad, la seguridad jurídica, la racionalidad y
fundamentación de las resoluciones judiciales o administrativas; de manera que los conflictos o
controversias que se presentan en cualquier proceso, sean de carácter judicial, administrativo o
disciplinario, estén previamente reguladas en el ordenamiento jurídico, el cual debe señalar las
pautas que procuren el respeto de los derechos y obligaciones de las partes procesales, para
que ninguna actuación de las autoridades esté basada o tenga origen en su propio arbitrio; sino,
que obedezcan a los procedimientos descritos por la Ley y los Reglamentos, en virtud del
principio de reserva legal”.

En tal sentido, a ser las normas procesales, de orden público y de exigible cumplimiento, el juez
o tribunal tiene la obligación de examinar o controlar de oficio, bajo sanción de nulidad, su propia
competencia.

La garantía del juez natural resultaría si no se afianza la estabilidad funcional, que constituye la
base para una correcta administración de justicia, evitando cualquier posible manipulación
política del proceso.

Binder 93 advierte que “un juicio que esta bajo la sospecha de parcialidad, pierde toda legitimidad
y vuelve inútil todo el trabajo que se toma el Estado para evitar el uso directo de la fuerza y la
aparición de la venganza particular”.

Félix Mur 94 , sostiene que el “sistema de carrera judicial implementado por el Consejo de la
Judicatura, que regula el ingreso, permanencia y promoción de jueces, con un programa de
capacitación inicial y otro de actualización permanente, apunta a los principios básicos
idoneidad, imparcialidad e independencia del juez natural”.

El juez no deberá ser cesado de sus funciones ni separado de determinadas causas por simples
caprichos o abusos del poder, además que debe gozar de independencia no solo institucional
del Poder Judicial sino también individual, sin presiones ni manoseos políticos o de otra índole.

El principio del juez natural incluye la participación ciudadana en la conformación de tribunales,


“que sin dejar de ser una función técnico científica, incorpora miembros de la comunidad en los

92
Magistrado Relator: Dra. Martha Rojas Álvarez, SC Nº 1693/2006-R de fecha 24 de noviembre del año
2006.
93
BINDER, Alberto, “Introducción al Derecho Procesal Penal, 2ª edición, Ed. Ad Hoc, Buenos Aires,
Argentina, 2004, p.137.
94
FÉLIX MUR, Ernesto, Libro: “Reflexiones sobre el Nuevo Proceso Penal Boliviano” Colección Jurídica
GTZ, Monografía: “Las garantías constitucionales en el proceso penal”, Sucre, Bolivia, Ed. Gaviota del
Sur, 2007, p. 192.
115
tribunales, que perciben al delito, ya no en su dimensión esencialmente jurídica como una
abstracción legal, sino como un fenómeno social, que además de causar un daño en la víctima,
ocasiona un malestar social, comprendido en sus diferentes alcances por el ciudadano común,
conocedor de los valores, costumbres y peculiaridades del medio en el que se desenvuelve, es
decir que siguiendo el orden republicano y democrático que consagrada la Constitución, la
facultad de juzgar a nuestros pares es posible de la integración mixta de tribunales” 95.

La incompetencia del órgano jurisdiccional, puede ser por razón de la materia, la cuantía y el
territorio.

La excepción de incompetencia objetiva por razón de la materia, se origina cuando el juez no es


el del fuero de la materia debatida, así un juez civil no puede calificar una conducta a un tipo
penal determinado ni imponer penas privativas de libertad, como tampoco un juez penal puede
pedir la intimación de pago.

La incompetencia por razón a la materia es absoluta, porque se funda en una división de


funciones que, por afectar al orden público, no es modificable por el juez ni por las partes, y por
ende ésta podrá ser declarada de oficio, en cualquier estado del proceso penal y la
inobservancia de dicha incompetencia tiene por resultado la nulidad de todos los actos
realizados por el juez incompetente (artículo 46 del CPP).

A continuación explicaremos la competencia en función del ejercicio público de la persona y la


incompetencia territorial o por razón del lugar.

a.1) La incompetencia objetiva en razón de la persona (ejercicio público de la persona).

El artículo 27 de la Ley de Organización Judicial (LOJ), establece que la competencia del juez
dependerá en algunos casos, “de la calidad de las personas que litigan”, es decir, dependerá del
cargo o función pública que ocupe o hubiere ocupado el imputado al momento de cometerse el
hecho delictivo.

Dependerá de esta situación del imputado, para que la causa penal, sea encargada a un juez o
tribunal especialmente determinado y que comúnmente resulta ser de grado superior al que,
según las reglas generales, le correspondería.

El artículo 393 del CPP, establece que para el juzgamiento de los funcionarios públicos por
delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, gozan de fuero especial o privilegio
constitucional.

Estas autoridades, a saber son:

a) El Presidente y Vicepresidente de la República, los Ministros de Estado y los Prefectos de


departamento, quienes estarán sometidos a juicio de responsabilidad y juzgados por la Corte
suprema de justicia, mediante Ley Nº 2445 de fecha 13 de marzo del año 2003 96;

95
FÉLIX MUR, Ernesto. Ob. Cit. p. 193.
96
Esta Ley deberá ser modificada como consecuencia de la reforma constitucional, pues en su interior
existen muchas referencias y derivaciones a la anterior Constitución Política del Estado.
116
b) El Contralor General de la república, los Vocales de las Cortes superiores, el Defensor del
pueblo, los Vocales de la Corte Nacional Electoral y los Superintendentes, podrán ser juzgados
por la Corte Suprema de justicia; y

c) Los Ministros de la Corte Suprema de Justicia, los Magistrados del Tribunal Constitucional, los
Consejeros de la judicatura y el Fiscal General de la República, podrán ser juzgados por el
Congreso Nacional. (Artículos 183-II de la nueva constitución Política del Estado).

Estos procesos comúnmente llevan por nombre juicios de responsabilidad, casos de Corte y
juicios legislativos.

En el caso de los diputados y senadores, el artículo 152 de la nueva Constitución Política del
Estado establece que no gozarán de inmunidad y durante su mandato, en los procesos penales,
no se les aplicará la medida cautelar de la detención preventiva, salvo delito flagrante. Con esto
último, se entiende que gozan de inmunidad pero entendida como una prerrogativa formal que
protege la libertad personal de los representantes populares contra detenciones, evitando que
por manipulaciones políticas se impida al parlamentario asistir a las reuniones de las Cámaras, y
a consecuencia de ello, se altere indebidamente su composición y funcionamiento 97.

Asimismo, el artículo 151-I de la nueva Constitución Política del Estado, dispone que los
asambleístas gozarán de inviolabilidad personal durante el tiempo de su mandato y con
posterioridad a éste, por las opiniones, comunicaciones, representaciones, requerimientos,
interpelaciones, denuncias, propuestas, expresiones o cualquier acto de legislación, información
o fiscalización que formulen o realicen en el desempeño de sus funciones no podrán ser
procesados penalmente; esto es, lo que la doctrina a denominado: inviolabilidad como “privilegio
de naturaleza sustantiva que garantiza la irresponsabilidad jurídica de los parlamentarios por las
opiniones manifestada en el ejercicio de sus funciones, entendiendo por tales aquellas que
realicen en actos parlamentarios y en el seno de cualquiera de las articulaciones de las
Asambleas Legislativas* o, por excepción, en actos exteriores a la vida de las Cámaras que
sean reproducción literal de un acto parlamentario, siendo finalidad específica del privilegio
asegurar a través de la libertad de expresión de los parlamentarios la libre formación de la
voluntad del órgano legislativo al que pertenezca” 98

a.2) La competencia territorial

La competencia territorial, se encuentra establecida en función a un lugar específico y se


encuentra determinada mediante las siguientes reglas (artículo 49 del CPP):

Serán competentes:

97
Sentencia Constitucional Nº 90/1985 de fecha 22 de julio de 1985 del Tribunal Constitucional de
España.
98
HINOJOZA, Rafael, monografía: “Procesos Penales por razón de los sujetos”, libro: Derecho Procesal
Penal, varios autores, Ed. Ramones Areces, Madrid, España, 2004, p.685.
* Se uso el término Asamblea Legislativa adecuándolo a la reforma constitucional de Bolivia.

117
1) El juez del lugar de la comisión del delito. El delito se considera cometido en el lugar
donde se manifieste la conducta o se produzca el resultado;

2) El juez de la residencia del imputado o del lugar en que éste sea habido;

3) El juez del lugar donde se descubran las pruebas materiales del hecho;

4) Cuando el delito cometido en territorio extranjero haya producido sus efectos en territorio
boliviano, conocerá el juez del lugar donde se hayan producido los efectos o el que
hubiera prevenido;

5) En caso de tentativa, será el del lugar donde se realizó el comienzo de la ejecución o


donde debía producirse el resultado; y,

6) Cuando concurran dos o más jueces igualmente competentes conocerá el que primero
haya prevenido.

Lo que fundamenta la competencia territorial se justifica en el entendido quien mejor que el juez
del lugar de la comisión del delito, por encontrarse en mejores condiciones de conocer y juzgar
el hecho.

El derecho al juez natural, permite al imputado tener la posibilidad de ejercer ampliamente su


derecho a la defensa, tanto material como técnica, ofrecer y producir prueba e impugnar las
resoluciones que vulneren sus derechos fundamentales.

Las normas sobre competencia territorial tampoco pueden modificarse por la voluntad de las
partes, ya que el Código procesal establece que la competencia penal de los jueces y tribunales
es improrrogable.

El Tribunal Constitucional, mediante Sentencia Constitucional Nº 610/2004-R 99, de 22 de abril


del año 2004, establece que “la Ley ha previsto diferentes posibilidades para determinar la
competencia territorial de los jueces en materia penal, todas ellas válidas en la medida en que el
caso concreto se adecue a uno de los supuestos determinados en esa norma; por lo que, serán
competentes en razón del territorio, los jueces que cumplan con cualquiera de las alternativas
señaladas en el artículo 49 del CPP, no siendo evidente que las mismas tengan que ser
aplicadas por su orden ni que tengan carácter excluyente entre sí, dado que el mismo artículo ha
establecido la posibilidad de que concurran dos o más jueces igualmente competentes cuando
precisamente se presenten dos o más de los supuestos contemplados en él, o cuando,
presentándose uno sólo, las características de la acción delictiva determinen la concurrencia de
los jueces. En ese sentido, el artículo 49 inc. 6) del CPP, ha previsto la solución para los casos
en que exista ese conflicto, dilucidando la aparente indeterminación de la norma examinada, al
señalar que conocerá el proceso el que primero haya prevenido”.

99
Magistrado Relatora: Dra. Martha Rojas Álvarez
118
En el campo internacional, la garantía del juez natural está prevista en el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (art. 14), en la Declaración Universal de Derechos Humanos (art.
10), Declaración Americana de Derechos Humanos (art. XXVI) y en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (art. 8).

Para Bidart 100, este principio implica: “a) que la ley ha creado el órgano judicial: b) que la ley lo
ha investido de jurisdicción; c) que la lay le ha atribuido competencia para determinadas causas;
d) que todo ello ha ocurrido antes del hecho que ese órgano judicial va a conocer en el proceso
respectivo; e) que el magistrado debe ser independiente e imparcial”.

En un Estado de Derecho, el juez natural es el órgano judicial del lugar de la comisión del hecho,
cuya constitución, jurisdicción y competencia han sido establecidas por la ley, antes de haber
surgido la causa que debe resolverse.

Para Guillamondegui y Georkiewicz 101, el derecho al juez natural es la forma, mediante el cual,
“se otorga certeza a la persona imputada sobre quien va a ser el magistrado judicial que va a
juzgar su caso. Como consecuencia de ello, está vedada la instauración de un juez
extraordinario que sea encargado o tenga la misión de juzgar un caso determinado. Porque la
potestad jurisdiccional no emana de la ley penal sino de la Constitución, que contiene normas
que establecen la división de poderes, los requisitos y procedimientos para el nombramiento de
los jueces y sus respectivas competencias y grados”.

a.3) Conflictos de competencia

Existe conflicto de competencia cuando dos jueces o tribunales pretenden conocer un mismo
hecho (conflicto de competencia positiva) o se niegan a conocer por entender ambos que no son
competentes (conflicto de competencia negativa).

La norma procesal penal (artículo 49 in fine del CPP) establece que “los actos del juez
incompetente por razón del territorio mantendrán validez, sin perjuicio de las modificaciones que
pueda realizar el juez competente”, esto, debido a que se debe tomar en cuenta la necesidad del
esclarecimiento del delito, evitar la impunidad del autor y conservar las diligencias realizadas.
Así también lo ha entendido el Tribunal Constitucional mediante Sentencia Constitucional Nº
181/2004-R.

El artículo 310 del CPP, si bien no establece el procedimiento para la inhibitoria y declinatoria;
sin embargo, de forma expresa a las disposiciones procesales civiles, esto es, artículo 12 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil, el cual establece:

a) La inhibitoria se deberá intentar ante el juez o tribunal que se considera competente,


pidiéndole dirija oficio a quien se estima incompetente para que éste se inhiba y le remita el
proceso.

100
Bidart Campos, Germán J., Manual de derecho constitucional argentino, Ediar, Buenos Aires,
Argentina, 1975, p. 391.
101
GUILLAMONDEGUI, Luís y GORKIEWICZ, Erica, El nuevo proceso penal, Ed. Mediterrania, Córdoba,
Argentina, 2006, p. 231.
119
En el caso de negativa, se produce un conflicto de competencia que deberá ser resuelto por la
Corte Superior del Distrito, sin recurso ulterior.

b) La declinatoria se propondrá ante el juez o tribunal que se considera incompetente, pidiéndole


que se separe del conocimiento de la causa y remita el proceso al juez o tribunal considerado
competente.

El Código procesal penal (artículo 311) establece que “si dos o más jueces se declaran
simultánea y contradictoriamente competentes o incompetentes, el conflicto será resuelto por la
Corte superior del distrito judicial del juez o tribunal que haya prevenido”, sin recurso ulterior. Y
en el supuesto de que el conflicto de competencia sea entre Cortes superiores, será resuelto por
la Corte suprema de justicia. La norma aclara que el tribunal competente para dirimir el conflicto,
lo resolverá dentro de los tres días siguientes; y si se requiere la producción de prueba, se
convocará a una audiencia oral dentro de los cinco días y el tribunal resolverá el conflicto en el
mismo acto.

a.4) La competencia por conexión

La excepción a la regla general de que para la averiguación de cada hecho delictivo debe
instaurarse un procedimiento penal independiente, es la competencia por conexión.

EL ARTÍCULO 45 DEL CPP, ESTABLECE QUE “POR UN MISMO HECHO NO SE PODRÁ


SEGUIR DIFERENTES PROCESOS AUNQUE LOS IMPUTADOS SEAN DISTINTOS, SALVO
LAS EXCEPCIONES PREVISTAS EN ESTE CÓDIGO”.

Moreno Catena 102 clara que la conexión se establece “tanto en aplicación de principios
procesales (el de economía, o el de evitar sentencias contradictorias sobre cuestiones idénticas
o análogas, rompiendo la continencia de la causa), como en aplicación de las normas
materiales”.

La condición, sine que non, para que proceda la conexión, es que haya elementos comunes en
relación con los imputados o los hechos delictivos.

El artículo 67 del CPP, establece que podrá existir conexitud de procesos:

1) SI LOS HECHOS IMPUTADOS HAN SIDO COMETIDOS SIMULTÁNEAMENTE POR


VARIAS PERSONAS REUNIDAS, O POR VARIAS PERSONAS EN DISTINTOS
LUGARES O TIEMPOS, CUANDO HUBIERA MEDIADO ACUERDO ENTRE ELLAS
(CONEXITUD SUBJETIVA);
2) CUANDO LOS HECHOS IMPUTADOS SEAN COMETIDOS PARA PROPORCIONARSE
LOS MEDIOS DE COMETER OTROS, O PARA FACILITAR LA EJECUCIÓN DE ÉSTOS
O ASEGURAR SU IMPUNIDAD; Y,
3) CUANDO LOS HECHOS IMPUTADOS HAYAN SIDO COMETIDOS
RECÍPROCAMENTE.

102
MOREO CATENA, V. y otros Lecciones… Ob. Cit. pp. 109-110.
120
Los numerales 2 y 3 como están en función de los hechos se refieren a la conexitud objetiva.

En los casos de que proceda la conexitud, las causas deberán acumularse y deberán ser
conocidas por un solo juez o tribunal, el cual de acuerdo con el artículo 68 del CPP, viene a ser:
1) el juez o tribunal que conozca del delito que merezca pena más grave; 2) en caso de igual
gravedad, aquél que conozca la causa cuya fecha de iniciación sea más antigua; 3) en caso de
que los hechos sean simultáneos, o no conste debidamente cuál se cometió primero, o en caso
de duda, el que haya prevenido; y 4) en caso de conflicto, será tribunal competente aquél
que determine la Corte Superior de Justicia.

a.5) Modificación de la competencia por razón de la conexión

Cuando procede la conexitud, la competencia territorial, puede variar de la siguiente manera:

1) En los casos en el que se encuentren imputados, tanto funcionarios públicos que gozan
de ciertos fueros procesales (juicio de responsabilidades) como particulares que carecen
del mismo, en caso que la denuncia se hubiere iniciado contra todos al mismo tiempo, o
primero al funcionario público y luego a las personas particulares, el artículo 4 de la Ley
N° 2445 de 13 de marzo de 2003 (Ley de juicios de responsabilidades contra el
Presidente, vice-presidente, Ministros y Prefectos) señala que “quienes tuvieran
cualquier forma de participación delictiva con las autoridades en la comisión de cualquier
delito mencionado [..], sin estar comprendidos en el ejercicio de funciones señaladas en
el artículo 118, atribución 5 de la Constitución Política del Estado, o quienes actúan como
instigadores, cómplices o encubridores de estos delitos, serán enjuiciados conjuntamente
la causa principal” 103.

La excepción a lo antes expuesto, la encontramos vía jurisprudencia ordinaria, la cual explica


que cuando primeramente, se hubiera formalizado denuncia en contra de un particular, mediante
la justicia ordinaria y de acuerdo a la ley común, y después a los pocos días, se hubiera
presentado proposición acusatoria, sobre el mismo caso, contra un funcionario público que goza
de privilegio constitucional (juicio de responsabilidades), corresponderá que el particular no sea
sometido a enjuiciamiento conjuntamente con el funcionario público, bajo el siguiente
razonamiento:

“La Sentencia Constitucional Nº 1457/2005-R de fecha 14 de noviembre de 2005, establece que


el juicio de responsabilidades obedece al sistema procesal que guarde coherencia con el
sistema de garantías previsto en la Constitución Política del Estado; y es debido a ello que
precisamente se instituye en el Código de procedimiento penal vigente un sistema procesal
acusatorio. Es decir que para interpretar la Ley Nº 2445 se la debe realizar en relación con las
normas del Código de procedimiento penal (Ley Nº 1970), y de acuerdo a la competencia
territorial establecida en el Código de Procedimiento Penal (CPP), el artículo 49 numeral 6) del

103
Esta disposición legal deberá ser derogada y/o modificada en virtud a la vigencia de la nueva
Constitución Política del Estado, y por ende deberá promulgarse una nueva Ley de juicios de
responsabilidades contra el Presidente, vice-presidente, Ministros y Prefectos.
121
CPP, establece claramente que “cuando concurran dos o más jueces igualmente competentes
conocerá el que primero haya prevenido” 104.

Cabe hacer notar, que al encontrarse ejecutoriada la resolución antes mencionada, basado en
la Declaración Constitucional Nº 03/2005 de fecha 8 de junio de 2005 marcó un antecedente
interesante, pues resulta que es posible que dentro de un juicio de responsabilidades, un juez
instructor en lo penal pida a la Excma. Corte Suprema de Justicia que se inhiba de conocer una
causa, bajo el argumento de que “la Sala Penal de la Excma. Corte Suprema de Justicia, en
[un] juicio de responsabilidades está efectuando el control de jurisdiccional (no está juzgando),
por lo tanto, no concurre ningún sometimiento jerárquico del juez inferior hacia la Excma. Corte
Suprema de Justicia, habida cuenta que ambos realizan la misma labor de control jurisdiccional
y conforme al artículo 8 – I de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de
San José de Costa Rica), se encuentra garantizada la competencia e independencia de los
jueces u órganos jurisdiccionales” 105 y por ende, un juez instructor se encuentra facultado para
pedir a la Excma. Corte Suprema de Justicia que se inhiba de conocer dicha causa.

2) Cuando se trate de delitos de acción privada, o delitos de acción pública, sancionados


con pena no privativa de libertad o con pena privativa de libertad, cuyo máximo legal sea
de cuatro o menos años, el Código procesal (artículo 53) atribuye la competencia a los
jueces de sentencia. En todos estos casos, la especificidad del delito y la cuantía de la
pena determinan la competencia del juez o tribunal.

3) Cuando se trate de infracciones conexas con diversa consideración penal o procesal


(delitos graves o menos graves), será competente para conocer de todas ellas el juez o
tribunal al que corresponda la decisión por la infracción que tenga señalada pena mayor.
En estos casos, la competencia mayor arrastra a la menor; por ejemplo, cuando se juzga
un delito de asesinato y robo, prevalecerá la competencia del primero. En el viejo
procedimiento, cuando se trataba de un delito de acción pública y otro de acción privada,
prevalecía la competencia del delito de acción pública. El Código procesal penal (artículo
68), sin embargo, ahora prohíbe la acumulación de los delitos de acción privada al
proceso por delitos de acción pública, precepto a todas luces contrario a la economía
procesal y a la simplificación de los procedimientos que deben informar el proceso penal.

En los supuestos de delitos conexos que tengan atribuido el conocimiento a tribunales del
mismo tipo, pero radicados en lugares distintos, el Código procesal (artículo 68) establece las
siguientes reglas: 1) El juez o tribunal del territorio en que haya cometido el delito que merezca
pena más grave. En estos casos, la cuantía de la pena, prevista en el Código penal, tendrá

104
Auto judicial de fecha 23 de junio de 2008 dictado por el Juez 8vo. de Instrucción en lo Penal del
Distrito Judicial de Santa Cruz. En este caso, los Vocales de la Corte Departamental Electoral (que no
gozan de fuero constitucional) debido a la realización del referéndum por la aprobación o no de los
estatutos autonómicos, fueron primeramente denunciados por la vía ordinaria ante el Fiscal del Distrito de
Santa Cruz y luego sobre el mismo hecho, al haberse interpuesto una denuncia contra el Prefecto del
Departamento de Santa Cruz mediante juicio de responsabilidades, donde también fueron incluidos los
vocales de la Corte Electoral Departamental, el referido juez instructor resolviendo una excepción de
competencia territorial, dispuso que ambos procesos deben llevarse de forma independiente y no
conjunta.
105
Ibidem.
122
valor a los solos efectos de determinar la competencia, sin prejuzgar la que en definitiva pueda
imponerse o solicitar la parte acusadora. 2) En el supuesto de que el delito sea de igual
gravedad, la competencia corresponde al juez que haya conocido o prevenido primero. La
norma dispone que, en caso de que los hechos sean simultáneos, o no conste debidamente
cuál se cometió primero, o en caso de duda, el juez competente será el que haya prevenido en
el conocimiento del caso.

a.6) Prevalencia de la excepción de incompetencia.

Conforme lo establece el artículo 308 de CPP, todas las excepciones previstas son de previo y
especial pronunciamiento y, por tanto, tienen que resolverse antes que la causa de fondo o
cuestión criminal.

El artículo 310 del CPP, aclara que cuando la excepción se haya planteado ante el juez,
considerado incompetente, deberá resolverse antes que cualquier otra excepción (resolverse
con carácter prioritario).

El artículo 44 del CPP, establece que la competencia territorial de un juez o tribunal de sentencia
no podrá ser objetada ni modificada una vez señalada la audiencia del juicio. En contra de la
resolución que resuelva esta excepción, de acuerdo con el artículo 403 numeral 2) del CPP,
cabe la apelación incidental sin recurso ulterior.

El juez o tribunal que sea competente para conocer de un proceso penal, lo será también para
decidir todas las cuestiones e incidentes que se susciten en el curso de su tramitación, así como
para dictar las resoluciones respectivas y ejecutarlas.

b) Excepción de falta de acción

El Código de Procedimiento Penal no establece en qué consiste la falta de acción, simplemente,


se limita a describir sus efectos o consecuencias jurídicas.

EL ARTÍCULO 312 DEL CPP, DISPONE QUE CUANDO SE DECLARE PROBADA LA


EXCEPCIÓN DE FALTA DE ACCIÓN, SE ARCHIVARÁN LAS ACTUACIONES HASTA QUE SE
LA PROMUEVA LEGALMENTE O DESAPAREZCA EL IMPEDIMENTO LEGAL.
beneficie.
El precepto establece dos posibilidades concretas en las que se configura esta excepción:
a) porque no fue legalmente promovida la acción penal;
b) o, cuando se ha promovido, existe un impedimento legal para proseguirla.

La falta de autorización de la Corte Suprema de Justicia, de acuerdo con el artículo 52 de la


Constitución Política del Estado, para enjuiciar a los parlamentarios, también constituye un
impedimento para continuar con la acción pena.

La SC N° 201/2002-R106, de fecha 27 de febrero del año 2002, establece que “en la etapa de la
investigación no se requiere el licenciamiento del Colegio de Abogados, previsto en el

106
Magistrado Relator: Dr. Felipe Tredinnick Abasto.
123
mencionado artículo 43 de la Ley de la Abogacía, licenciamiento que no podrá ser obviado en el
procesamiento -ante autoridad jurisdiccional”. Es decir, que no podrá ser llevado a juicio oral un
abogado, si previamente no se otorga licencia del Colegio de Abogados, debido al alcance del
artículo 43 de la Ley de la Abogacía, que guarda estrecha concordancia con el artículo 9 de la
misma Ley, que establece: “El abogado en ejercicio es inviolable por las opiniones que emita en
sus defensas o alegatos ante las autoridades, no pudiendo por ellas ser molestado, perseguido,
detenido o procesado'. Estos preceptos están dirigidos a garantizar el ejercicio profesional del
abogado en causas civiles, penales, administrativas, o de otra naturaleza, en las que actúe
como patrocinante, es decir que se dé la relación abogado-cliente...”. (SC 898/2000-R, de 27 de
septiembre).

Mediante el procedimiento de la objeción de querella 107, las cuestiones formales de la querella y


la personería del querellante, se deben tramitar antes en la etapa preparatoria.

La Corte Superior del Distrito Judicial de Santa Cruz 108 ha establecido que la excepción de falta
de acción se halla destinada a demostrar que el titular de la acción penal, no cuenta con la
debida autorización para ejercerla. Esto sucede, en el caso de los delitos de orden privado a
instancia de parte, donde el Ministerio Público no puede accionar sin que exista la querella del
acusador privado.

El artículo 14 del CPP, establece que “de la comisión de todo delito nacen: la acción penal para
la investigación del hecho, su juzgamiento y la imposición de una pena o medida de seguridad y
la acción civil para la reparación de los daños y perjuicios emergentes”.

El Tribunal Constitucional, mediante Sentencia Constitucional Nº 712/2006-R 109 de fecha 21 de


julio del año 2006, establece que “la excepción constituye una de las posiciones jurídicas-
procesales que el imputado adopta frente a la acción penal, alegando la falta de presupuestos
procesales y que conllevan la denuncia de una defectuosa constitución de la relación jurídica-
procesal y tienden a conseguir una resolución anterior a la que involucra la consideración del
fondo del asunto, teniendo presente que la relación jurídica-procesal, se establece, con relación
a la falta de acción, con el denominado "acto de instancia", que no es sino, la denuncia, querella
o informe de intervención policial preventiva, lo que implica que si concurre cualquiera de las tres
formas, la acción está legalmente promovida.

El artículo 308 del CPP establece que las partes podrán oponerse a la acción penal, mediante
las excepciones de previo y especial pronunciamiento, entre ellas, la falta de acción, conforme el
inc. 3) de la citada disposición, que señala: “Porque no fue legalmente promovida o porque
existe un impedimento legal para proseguirla”.

Por su parte el artículo 312 del CPP, establece: Cuando se declare probada la excepción de
falta de acción, se archivarán las actuaciones hasta que se la promueva legalmente o
desaparezca el impedimento legal.

108
Auto de Vista (Sala Penal Segunda) N° 195, de 12 de octubre de 2006.
109
Magistrada Relatora:Dra. Silvia Salame Farjat.
124
De las disposiciones contenidas en ambas normas, se establece la procedencia de la excepción
de falta de acción, sobre la base de dos hipótesis: a) porque no fue legalmente promovida o, b)
porque existe un impedimento legal para proseguirla; en ese ámbito, teniendo en cuenta el
ejercicio de la acción, sus distintas modalidades y el contenido de ambas disposiciones legales,
esta excepción procederá, entre otros casos, cuando no exista denuncia de la víctima en los
delitos de acción pública a instancia de parte, cuando no exista una querella en delitos de acción
privada, cuando previamente se requiera cualquier forma de antejuicio o la conformidad de un
gobierno extranjero, o cuando el querellante no sea la víctima”.

En ese sentido, el proceso penal no puede desarrollarse sin el ejercicio de la acción penal, que
se constituye en un requisito de procesabilidad, es así que la acción constituye un instrumento
imprescindible para la operatibidad de la jurisdicción.

Los artículos 14 y 15 de la CPP, clasifica la acción penal en pública y privada.

La acción penal pública será ejercida por la fiscalía, en todos los delitos perseguibles de oficio,
sin perjuicio de la participación que este Código reconoce a la víctima.

La norma afirma que la acción penal pública será ejercida a instancia de parte sólo en aquellos
casos previstos expresamente en este Código.

El artículo 19 del CPP, establece que los delitos de acción pública a instancia de parte, son los
siguientes: el abandono de familia, incumplimiento de deberes de asistencia, abandono de mujer
embarazada, violación, abuso deshonesto, estupro, rapto impropio, rapto con mira matrimonial,
corrupción de mayores y proxenetismo.

Todos estos delitos exigen previamente el cumplimiento de una actividad específica, realizada
por parte de la víctima.

En estos casos, no sólo se exige ciertas condiciones para ser considerado víctima (artículo 76
CPP), sino también la necesidad de una previa declaración de voluntada de perseguir
penalmente.

Esta modalidad (delitos a instancia de parte) se encuentran al medio de las acciones


perseguibles de oficio (acción pública propiamente dicha) y los delitos de acción privada a cargo
de la exclusividad del querellante.

El artículo 20 del CPP, establece que los delitos de acción privada son: giro de cheque en
descubierto, giro defectuoso de cheque, desvío de clientela, corrupción de dependientes,
apropiación indebida, abuso de confianza, los delitos contra el honor, destrucción de las cosas
propias para defraudar, defraudación de servicios o alimentos, alzamiento de bienes o falencia
civil, despojo, alteración de linderos, perturbación de posesión y daño simple.

El efecto jurídico que produce la excepción de falta de acción, conforme lo establece el artículo
312 del CPP es que una vez se declare probada la excepción, se archivarán las actuaciones
hasta que se la promueva legalmente o desaparezca el impedimento legal.

c) La excepción de prejudicialidad.

125
Esta excepción consiste en que previamente a la existencia o no de los elementos constitutivos
del tipo penal, debe valorarse en otro proceso judicial o administrativo y sus efectos es la
suspensión de la acción penal porque esta se encuentra subordinada a la cuestión prejudicial.

La prejudicialidad tiene por finalidad suspender temporalmente la acción penal, mientras en otra
vía donde se resuelve un procedimiento extrapenal, será quien determine uno o varios
elementos del tipo penal.

El artículo 309 del CPP establece que esta excepción procederá únicamente cuando a través de
la sustanciación de un procedimiento extrapenal se pueda determinar la existencia (o
inexistencia) de los elementos constitutivos del tipo penal.

La excepción de prejudicialidad tiene por objeto aplicar el principio de ultima ratio del sistema
penal, en el que la determinación de la pertinencia o impertinencia de la aplicación del derecho
penal material sale a un ámbito procesal extra penal.

La cuestión prejudicial o ámbito extra penal, sin embargo, necesita tener un nexo causal con la
acción penal que se pretende suspender, esto es, tiene que ser determinante para la existencia
o inexistencia del delito. Aun cuando el legislador hubiera guardado silencio sobre la
temporalidad entre la acción penal y la cuestión prejudicial, otro elemento relevante viene a ser
que la prejudicialidad debe ser preexistente al proceso penal.

La Corte Superior del Distrito de Santa Cruz 110 sostiene que “si bien la norma no lo determina
exegéticamente, de la interpretación de la misma, se deduce que debe preexistir a partir del
nomen juris del artículo 309 del CPP de prejudicialidad que, etimológicamente, predetermina
otro juicio extrapenal”.

Cortés Domínguez 111 en lo que se refiere a las cuestiones que determinan la existencia o
inexistencia del delito es evidente que el legislador ha preferido que sean resueltas
extrapenalmente pensando en lo decisivo de su resolución, pues no es ilógico que la cuestión se
resuelva por los jueces adecuados y con el proceso adecuado a su naturaleza.

En todos aquellos supuestos en los que la existencia de cualquier delito se encuentre bajo la
dependencia de la relación jurídica extrapenal nos encontraremos frente a una causa prejudicial.

En todos estos casos, el juez penal para juzgar requiere, al menos, el esclarecimiento de otro
hecho distinto y que puede ser de otra materia. La consideración jurídica de este otro hecho
condicionante, constituye una cuestión prejudicial.

Gómez Colomer 112 manifiesta que la cuestión prejudicial es aquel tema que teniendo conexión
con un proceso penal, podría ser objeto de resolución en otro proceso de distinto orden
jurisdiccional, por ejemplo, civil, administrativo, laboral o constitucional, de manera que la

110
Auto de Vista (Sala Penal Segunda) N° 107, de 19 de junio de 2006.
111
CORTËS DOMÏNGUEZ, V. Derecho Procesal Penal, Madrid, Espana, Ed. Colex, 1996, p. 241.
112
GOMEZ COLOMER, JL. y otros. Derecho Jurisdiccional III, Proceso Penal, Valencia, España, Ed.
Tirant lo Blanch, 2004. p. 351.
126
decisión a tomar en estos órdenes influye en la propia sentencia penal. La cuestión que pone de
manifiesto la prejudicialidad es determinar el valor que en el proceso penal goza una sentencia
civil o de cualquier otro orden jurisdiccional.

El Código procesal (artículo 309) no deja ninguna duda cuando establece que “la sentencia
ejecutoriada en la jurisdicción extrapenal producirá el efecto de cosa juzgada en el proceso
penal, debiendo el juez o tribunal reasumir el conocimiento de la causa y resolver la extinción de
la acción penal o la continuación del proceso.

El Tribunal Constitucional, mediante Sentencia Constitucional Nº 1482/2004-R 113, de fecha 14 de


septiembre del año 2004 establece que “las excepciones son mecanismos o medios de defensa
del imputado, entre las que se encuentra la cuestión prejudicial, cuya finalidad es suspender el
proceso mientras se concluya otro en otra materia, en razón de que de él depende la existencia
o inexistencia del delito que se imputa. La finalidad directa es la aplicación de la ley en el caso
concreto y si su conclusión depende de la solución de una cuestión jurídica, la cuestión
prejudicial es un obstáculo al ejercicio de la acción penal.

Las excepciones, como medios de defensa han sido incorporados en el artículo 308 del CPP,
entre los que se encuentra la excepción de prejudicialidad, la que por expresa disposición del
artículo 309 del citado Código, procederá únicamente cuando a través de la sustanciación de un
procedimiento extrapenal se pueda determinar la existencia de los elementos constitutivos del
tipo penal, cuya finalidad en caso de procedencia es suspender el proceso penal y, en su caso,
disponer la libertad del imputado, hasta que en el procedimiento extrapenal la sentencia
adquiera la calidad de cosa juzgada, sin perjuicio de que se realicen actos indispensables para
la conservación de pruebas; caso contrario, el proceso penal proseguirá en su tramitación.

La sentencia ejecutoriada en la jurisdicción extrapenal, producirá el efecto de cosa juzgada en el


proceso penal, debiendo el Juez o Tribunal reasumir el conocimiento de la causa y resolver la
extinción de la acción penal o la continuación del proceso.

Otra consecuencia de una excepción de prejudicialidad declarada probada, es que el imputado


en caso de que estuviera detenido será puesto también en libertad.

Según la doctrina, para que se pueda hacer uso de una cuestión prejudicial, es necesaria la
existencia de un proceso extrapenal en el que se deba determinar la existencia de una relación
jurídica contenida en un tipo penal, distinta a los elementos normativos y descriptivos del tipo. El
Tribunal Supremo español ha declarado al respecto que “Las prejudiciales son cuestiones
extrapenales cuya resolución es esencial para la determinación del elemento objetivo del delito
lo que, a su vez, puede trascender al elemento subjetivo, sin el concurso de los cuales no hay
delito ni puede imponerse pena”.

Consiguientemente, aceptar una cuestión prejudicial no supone resolver el fondo del problema;
simplemente significa reconocer la necesidad de un procedimiento en otra vía, que puede ser en
la jurisdicción civil o administrativa, para estudiar en ella la validez de un contrato, la realidad de
un derecho o el cumplimiento de ciertos requisitos o trámites esenciales exigidos por la ley, de

113
Magistrada Relatora: Dra. Martha Rojas Alvarez.
127
los que puede depender la existencia del delito; sin embargo, no debe olvidarse, que al
declararse la existencia de la cuestión prejudicial, se admite la posibilidad de que eventualmente,
no existe el carácter delictuoso del hecho incriminado y por lo mismo, el imputado no puede
seguir privado de su libertad; en razón de que resultaría doblemente injusto que el inculpado
continúe detenido después de declararse fundada la cuestión prejudicial; primero porque el
hecho delictuoso es dudoso como tal y segundo, porque el imputado tendría que permanecer
detenido hasta la resolución del proceso extrapenal, cuyo trámite en muchos casos puede ser
puede ser prolongado en el tiempo”.

Cabe hacer notar, que el Tribunal Constitucional, mediante Sentencia Constitucional Nº


0682/2004-R 114 , ha establecido que aquel proceso extrapenal, debe ser esencial y
necesariamente un proceso y no simples actos administrativos.

La referida jurisprudencia constitucional, señala textualmente lo siguiente:

“III.5.Con relación al punto de la denuncia en el que la recurrente manifiesta que los recurridos
actuaron indebidamente porque expusieron un fundamento sin sustento legal adjetivo ni
sustantivo, pues señalaron que era importante la realización de una auditoria que establezca o
determine que el funcionario público imputado se apropió o no de algo y si estaba a cargo de los
bienes o valores, obviando realizar la interpretación correcta de los arts. 142 del CP y 309 del
CPP, ignorando que éste último no se refiere a un procedimiento administrativo sino judicial en
el que se dicte una sentencia que adquiera la calidad de cosa juzgada; lo que no ocurre con las
auditorias, dado que éstas jamás podrán tener dicha calidad. Sobre este punto, corresponde
señalar que igualmente los recurridos actuaron indebidamente, puesto que la auditoria por sí, no
constituye un procedimiento y menos un proceso que pueda ajustarse al sentido interpretativo
que debe darse a las normas previstas por el art. 309 del CPP, pues cuando se alegue
excepción de prejudicialidad debe demostrarse la existencia de un proceso o la importancia y
necesidad de la realización del mismo; consiguientemente, el juzgador deberá verificar si lo
alegado por la parte que invoca aquello, es cierto para decidir aceptando o no la procedencia de
la excepción referida, tal como estipulan dichas normas, pero no podrá dar lugar a la
procedencia limitándose a fundamentar que existe la necesidad de realizar un mero acto
administrativo, ya que de hacerlo se aparta de la aplicación objetiva de la Ley, por ende incurre
en vulneración de los derechos a la seguridad jurídica y al debido proceso”.
En cuanto a la forma para interponer la excepción de prejudicialidad depende en gran medida
del momento en que ésta excepción es presentada. Puede ser de forma escrita durante la etapa
preparatoria u oralmente en el juicio oral (art. 14 de la Ley Nº 1970).

Cuando es oral, el Tribunal Constitucional mediante Sentencia Constitucional Nº 390/2004-R ha


establecido lo siguiente:

“III.5. Respecto a la oportunidad de resolución de las excepciones en la etapa del juicio oral, es
precisó determinar en primer término la forma de su proposición y su tramitación. En ese criterio
el art. 314 del CPP señala:

Las excepciones y las peticiones o planteamientos de las partes que, por su naturaleza o

114
Magistrado Relator: Dr. José Antonio Rivera Santibáñez.
128
importancia, deban ser debatidas o requieran la producción de prueba, se tramitarán por la vía
incidental, sin interrumpir la investigación y serán propuestas por escrito fundamentado en la
etapa preparatoria y oralmente en el juicio, ofreciendo prueba y acompañando la documentación
correspondiente.
Planteado la excepción o el incidente, el juez o tribunal la correrá en traslado a las otras partes
para que, dentro de los tres días siguientes a su notificación, contesten y ofrezcan prueba.

Por su parte el art. 345 del mismo cuerpo legal, establece:

Todas las cuestiones incidentales serán tratadas en un solo acto, a menos que el tribunal
resuelva hacerlo en sentencia.

En la discusión de las cuestiones incidentales, se les concederá la palabra a las partes tan solo
una vez, por el tiempo que establezca el juez o el presidente del tribunal.

Del análisis interpretativo de ambas disposiciones procesales se establece en primer término


que la parte procesal que pretenda proponer una excepción durante la etapa del juicio debe
hacerlo de manera oral. Ahora bien, debe tenerse presente que la etapa de juicio se halla
dividida en dos fases: la fase de preparación del juicio oral que se inicia con la recepción de la
acusación y pruebas (art. 340 del CPP) y la del juicio oral propiamente dicho o denominado
“Acto del juicio”, que se inicia con la apertura de éste en los términos establecidos en el art. 344
del CPP, en el cual la oralidad cobra trascendencia práctica, al constituirse en el mecanismo de
comunicación procesal entre partes, de modo que si la norma exige que la proposición de
excepciones debe efectuarse en forma oral, se infiere que éstas deben presentarse durante el
acto del juicio, en consecuencia, corresponde al Presidente del Tribunal de Sentencia, imprimir
el trámite previsto por el art. 345 in fine del CPP, una vez que la parte acusadora -Ministerio
Público y querellante- hayan fundamentado sus acusaciones. Consecuentemente, en mérito al
razonamiento precedente, los jueces técnicos carecen de competencia para resolver
excepciones presentadas por las partes durante la preparación del juicio, las mismas que en
todo caso deben ser propuestas y resueltas durante el acto del juicio.

d) La litispendencia penal

La excepción de litispendencia en el ámbito penal fue adoptada del Derecho civil y, aunque su
fin no es detener propiamente la acción penal, siempre supone un obstáculo a la misma.

El principio non bis in ídem significa que una persona no puede ser juzgada dos veces por la
misma causa, y abarca no solo la cosa juzgada (con lo que se evita un doble pronunciamiento
jurisdiccional), sino también la litispendencia (dos causas abiertas por el mismo hecho).

Las causas deben ser penales, porque es frecuente que contra una persona a la cual se sigue
una causa penal, se haya iniciado una causa civil en sede civil, fundada en el mismo hecho,
causa que pretende una reparación pecuniaria como consecuencia de los daños producidos por
el hecho ilícito.

Para que nos encontremos frente a un “mismo hecho”, es necesario que coexistan
simultáneamente tres identidades: de persona (ídem personae), de objeto (ídem re) y de causa
de persecución (ídem causa petendi).

129
Guillamondegui y Gorkiewicz 115, advierten que “la exigencia de la identidad de persona (ídem
personae), implica que esta garantía sólo la puede invocar la misma persona física que ya fuera
objeto de la primera persecución, cuando se pretenda perseguirla de nuevo por el mismo hecho,
mientras esa persecución se mantenga (litis pendentia) o haya sido concluida por
sobreseimiento o por sentencia de absolución o condena (cosa juzgada)”.

La identidad de objeto (ídem re), es el hecho de forma material, sin tomarse en cuenta la
calificación jurídica o legal. Es decir, debe existir identidad del hecho o acontecimiento fáctico,
en sus circunstancias materiales u objetivas (tiempo, lugar y modo). No importa si en el
transcurso del tiempo se modifica su calificación legal.

La identidad de causa (ídem causa petendi), es la identidad de pretensión ejercitada, es decir se


trata de un mismo derecho de acción ejercitado, que se está ejercitando de forma paralela
(litispendencia), o nuevamente se intenta ejercitar siendo que la misma ya es cosa juzgada, por
el mismo hecho (objeto) y contra la misma persona.

La interpretación del principio non bis in ídem con fundamento jurisprudencial lo veremos más
adelante cuando abordemos el tema de la cosa juzgada.

Los arts. 308.6 y 313 del CPP únicamente reconocen su existencia y establecen sus efectos:
“cuando se declare probada la excepción de litispendencia se remitirán las actuaciones al juez
que haya prevenido el conocimiento de la causa”.

Esta norma procesal penal da a entender que la litispendencia implica una acumulación de
procesos, siempre y cuando, exista identidad de tres aspectos: objeto, sujeto y causa o materia.

La razón de la acumulación de procesos (de la materia que fuese) se debe a la economía


procesal.

Por la praxis procesal se ha establecido que no se puede acumular un proceso de acción


privada (víctima es el titular del ejercicio de la acción penal), a otro proceso por un delito de
acción pública a cargo del Ministerio Público. En otras palabras, el Ministerio Público por ningún
concepto puede investigar en un mismo caso, tanto delitos de acción como de acción privada y
menos aún pretender imputar delitos de acción privada, constituyendo un grave exabrupto tal
situación en caso que así lo hiciere.

El Tribunal Constitucional, mediante Sentencias Constitucionales Nº 742/2004-R 116 de fecha 15


de mayo de 2004 y 363/2003-R, ha llegado a establecer que en los casos en los que existen
delitos de diferente naturaleza, es decir uno de acción privada y otro de acción pública, no es
posible su acumulación, pues el primero es a instancia de parte y el segundo a instancia del
Ministerio Público, los elementos constitutivos de ambos delitos no permiten un proceso común”.

115
GUILLAMONDEGUI, Luís y GORKIEWICZ, Erica, Ob. Cit., p. 234.
116
Magistrada Relatora: Dra. Silvia Salame Farjat
130
Así también, la Sentencia Constitucional Nº 390/2002-R 117 establece que del “análisis de los
delitos de acción pública, privada y de acción privada a instancia, […] se debe recordar que
conforme lo ha precisado la SC 803/2003-R, de 12 de junio, “...Los limitados supuestos en los
que el Código de procedimiento penal autoriza la conversión de acciones, transcritos
precedentemente, importan una decisión legislativa y, dentro de ella, la toma de posición sobre
la concepción político- criminal que asume el Estado en este campo; pues, si bien es cierto que
en la actualidad no está en discusión el monopolio o potestad privativa que tiene el Estado de
dictar normas que definan delitos y establezcan penas, no ocurre lo mismo a la hora de definir
cuáles de las conductas señaladas han de ser perseguibles de oficio por el Estado a través del
Ministerio Fiscal (de acción pública) y cuáles a instancia de parte (de acción privada), y dentro
de ellos, en qué supuestos la acción pública puede convertirse en privada (conversión de
acciones). Sobre el particular, un sector de la doctrina se inclina por proclamar el reconocimiento
de un derecho subjetivo penal de la víctima, ofendidos y perjudicados por el delito, bajo la idea
de que la adjudicación de la acción penal al Ministerio Público ha provocado la "expropiación de
los derechos subjetivos penales” (Montero Aroca); determinando -como una de sus
consecuencias más graves- no ya que la víctima, el ofendido y el perjudicado por el delito, no
tengan derecho material a que se imponga una pena al autor del mismo, sino que ni siquiera
tengan derecho procesal a instar del órgano judicial la persecución del delito.

La postura en análisis admite que no puede negarse que el reconocimiento de legitimación a los
particulares para instar la incoación de un proceso penal, supone riesgos, como la utilización de
la acción por razones de venganza o chantaje; sin embargo, considera que tales riesgos no son
excesivos al estar ampliamente justificados por tratarse de una apuesta por la libertad y por la
participación de los ciudadanos en los intereses generales, además de ser una opción política a
favor de la responsabilidad de los ciudadanos y en contra de los monopolios del Estado

En sentido inverso, la otra corriente postula que la persecución de los delitos debe ser
monopolio exclusivo del Estado, al igual que la determinación de las conductas punibles y sus
sanciones, bajo la idea de que la persecución de los mismos ofendidos, perjudicados o víctimas,
determinaría la vuelta a la venganza privada, con las consecuencias graves para la coexistencia
social que ello determinaría.

La opción política asumida por el Estado Boliviano se ubica en el justo medio y -como se
puntualizó en la SC 1036/2002-, asigna dos fines al sistema procesal penal (igual de importantes
uno y otro): garantiza la libertad del ciudadano y la seguridad de la sociedad. En este orden de
cosas, en el sistema penal elegido, destacan dos derechos de amplio contenido y realización
material: el derecho al debido proceso y a la tutela judicial efectiva. En este marco, el legislador
ha optado por dividir la acción penal en pública y privada (artículo 15 CPP). La primera, la ejerce
la Fiscalía, en todos los delitos perseguibles de oficio; "[..] sin perjuicio de la participación que
este Código le reconoce a la víctima" (artículo 16 CPP). La segunda, esto es los delitos de
acción privada, es "[..] ejercida exclusivamente por la víctima”, poniendo especial énfasis en que
“en este procedimiento especial no será parte la Fiscalía" (artículo 18 CPP); estableciendo una
categoría mixta ( Los delitos de acción pública a instancia de parte), acción que es ejercida por
la Fiscalía una vez que la parte inste la acción., con las excepciones establecidas en el párrafo
segundo del mismo precepto".

117
Magistrado Relator: Dr. Willman Ruperto Durán Ribera
131
Como ha quedado establecido, el ejercicio de la acción penal por parte del Ministerio Público no
se rige por el principio de discrecionalidad sino por el principio de la potestad reglada, que se
deriva del principio de legalidad, que exige que toda la actividad procesal se realice según
normas preestablecidas bajo pena de nulidad, en los casos establecidos por ley. En el caso de
autos, es el Código de procedimiento penal el que establece los casos y las condiciones bajo los
cuales el Ministerio Público está autorizado para ejercer la persecución penal; desprendiéndose
de aquello que en los delitos de acción privada es el querellante (víctima) quien tiene la carga de
la persecución penal; resulta claro que ambos tipos de acciones, en un Estado de Derecho,
están sometidos a un sistema de controles, tanto internos como externos.

Establecida así la distinción entre los delitos de acción pública y privada, y la prohibición expresa
de acumular tales acciones, queda claro que el único legitimado para ejercer la acción penal
privada es la víctima. En consecuencia, por las razones anotadas, el Ministerio Público no tiene
facultad para imputar delitos de acción privada aunque el querellante denuncie al mismo tiempo
la supuesta comisión de delitos de acción pública y privada, en cuyo caso, el representante del
Ministerio Público, en aplicación de lo previsto por el artículo 46 del CPP que establece de
manera imperativa que "La incompetencia por razón de materia será declarada, aún de oficio, en
cualquier estado del proceso", y que "Cuando se la declare, se remitirán las actuaciones al juez
o al tribunal competente", debe declararse incompetente para conocer juicios por delitos de
acción privada, remitiendo los de la materia ante el juez de sentencia, conforme lo establece el
artículo 53.1 del CPP”.

El Código de Procedimiento Penal establece dos posibilidades para la acumulación, la primera


vía excepción de litispendencia; y la segunda cuando se trate de delitos conexos.

El artículo 67 del CPP establece que habrá lugar a la conexión de procesos: 1) si los hechos
imputados han sido cometidos simultáneamente por varias personas reunidas, o por varias
personas en distintos lugares o tiempos, cuando hubiera mediado acuerdo entre ellas; 2)
cuando los hechos imputados sean cometidos para proporcionarse los medios de cometer otros,
o para facilitar la ejecución de éstos o asegurar su impunidad; y 3) cuando los hechos
imputados hayan sido cometidos recíprocamente.

Conforme al artículo 68 del CPP, el juez o tribunal competente, viene a ser: 1) el juez o tribunal
que conozca del delito que merezca pena más grave; 2) en caso de igual gravedad, aquél que
conozca la causa cuya fecha de iniciación sea más antigua; 3) en caso de que los hechos sean
simultáneos, o no conste debidamente cuál se cometió primero, o en caso de duda, el que
haya prevenido; y 4) en caso de conflicto, será tribunal competente aquél que determine la
Corte superior de justicia.

Toda acumulación implica unificar ambas causas, y que reciban un solo tratamiento procesal.

El Tribunal Constitución, mediante Sentencia Constitucional Nº 696/2003-R 118 de fecha 22 de


mayo señala que “la acumulación en sentido general, en lo que respecta a cualquier materia,
importa el hecho de acumular acciones para que sean tramitadas en forma conjunta, lo que

118
Magistrado Relator: Dr. José Antonio Rivera Santivañez
132
significa que las mismas se constituyen en una sola causa y por lo mismo ninguna de ellas
podrá tener efecto por separado respecto al demandado o imputado, pues el espíritu de la
acumulación radica en razones de economía procesal, la cual quedaría desvirtuada cuando no
obstante haberse ordenado la acumulación, el Juez dicta resoluciones o celebra actos por
separado para cada una de ellas, lo cual no guarda coherencia con la acumulación de las
causas, puesto que la misma, no se reduce a una mera acumulación física de los obrados
correspondientes a las causas que se hubieren acumulado, sino a las razones que ya se han
anotado, de modo que cuando el Juez decide la acumulación, en el resto del procedimiento
deberá decidir y resolver como si fuera una sola causa”.

El artículo 313 del CPP, establece como único efecto de la excepción de litispendencia que
“cuando se declare probada la excepción de litispendencia, se remitirán las actuaciones al juez
que haya prevenido el conocimiento de la causa” para que resuelva todas las peticiones y
planteamientos de las partes, en forma conjunta y en una sola causa.

Con la remisión del cuaderno procesal o actuaciones, concluye la competencia del juez o
tribunal, debiendo éste último separarse totalmente del conocimiento de la causa.

I.2.- EXCEPCIONES QUE BUSCAN LA EXTINCION DE LA ACCION PENAL.

A continuación explicaremos el grupo de excepciones que buscan directamente la extinción de


la acción penal, las mismas que en su gran mayoría, se encuentran estipuladas en los artículos
27 y 28 del CPP, bajo el siguiente orden: a) la prescripción del delito; b) la extinción de la acción
por la duración máxima del proceso; c) otras extinciones; d) casos de la justicia comunitaria; y,
e) la cosa juzgada.

a) La prescripción del delito

La excepción de prescripción, tiene como efecto la extinción de la potestad punitiva del Estado
(monopolio del ius puniendi) provocada por el transcurso del tiempo, que se ha fijado
expresamente en la ley.

Dependiendo la gravedad y/o la naturaleza de cada delito en particular, se determina el tiempo


de la prescripción.

La finalidad de esta excepción es la extinción de la acción penal y sus consecuencias jurídico-


penales, en calidad de cosa juzgada formal.

La prescripción es una garantía para el imputado, pues una vez declarada probaba la misma,
obtiene la liberación de la persecución penal, y para el Estado constituye una sanción a la
inoperancia o negligencia, habida cuenta que ya no puede continuar ejerciendo la acción penal
que estaba obligado a promover.

El Tribunal Constitucional, mediante Sentencia Constitucional Nº 1709/2004-R 119 de fecha 22 de


octubre del año 2004, define a la prescripción como “un medio de liberarse de las consecuencias

119
Magistrado Relator: Dr. Willman Ruperto Durán Ribera
133
penales y civiles de una infracción penal o una conducta penal por efecto del tiempo y en las
condiciones exigidas por la ley, siendo el transcurso del tiempo el factor predominante para que
opere esta excepción (Máximo Castro); la misma que encuentra su fundamento, conforme anota
Soler, en el simple transcurso del tiempo, en la desaparición de los rastros y efectos de delito, en
la presunción de la buena conducta y en el olvido social del hecho, entre otros.

En esta misma línea de pensamiento se pronuncia la Sala Constitucional de la Corte Suprema


de Justicia de Costa Rica en la Resolución N° 4397-99 de 8 de junio de 1999, cuando precisa
que: “Varios son los elementos que deben hacerse notar respecto de la prescripción de la acción
penal -ya señalados con anterioridad en la jurisprudencia constitucional-, que ayudan a
conformar una idea respecto de este instituto jurídico. Primero, que la regulación de la
prescripción de la acción penal es un asunto de política criminal que adopta el Estado a través
del órgano competente para ello, sea la Asamblea Legislativa, de manera que ésta tiene
potestades para establecer los parámetros para su regulación. Segundo, que no existe un
derecho constitucional a la prescripción, sino más bien el derecho a la seguridad jurídica, a la
legalidad, a la tutela judicial efectiva y a la igualdad, principios que no resultan lesionados por el
Estado en tanto los plazos establecidos para la denuncia, investigación y juzgamiento de los
delitos establecidos por el legislador sean razonables y estén definidos y limitados por la ley.
Tercero, que la prescripción es un instrumento jurídico creado a efecto de declinar el ejercicio de
la potestad punitiva del Estado, que actúa a modo de sanción procesal por la inactividad de los
sujetos procesales en los procesos iniciados o no. Lo anterior se indicó en sentencia número
04432-97, de las diecisiete horas treinta y tres horas del veintinueve de julio de mil novecientos
noventa y siete: "I.- La prescripción de la acción penal, ha dicho esta Sala reiteradamente, es la
cesación de la potestad punitiva del Estado provocada por el transcurso de un determinado
período fijado en la ley. El Estado, en estos casos, declina el ejercicio de su potestad punitiva y
el derecho de aplicar una determinada pena, o hacer ejecutar la pena ya impuesta en un caso
concreto, lo que tiene su origen en la necesidad de respetar el principio de seguridad jurídica de
las personas. Ante el poder-deber del Estado de aplicar la ley y perseguir el delito, surge
también el derecho a resistir ese poder y es por eso que el legislador establece ciertas reglas,
para limitarlo y proteger al ciudadano. Así, el derecho de defensa y sus derivados, el de saber a
qué atenerse -base de la seguridad jurídica-, son sólo algunas de esas reglas que buscan
equilibrar los intereses en juego -los del ciudadano y el Estado-, todo dentro del contexto de un
sistema democrático de derecho. Se trata pues de un instrumento procesal que surge ante la
necesidad de garantizarle al ciudadano que no habrá arbitrariedad frente a la prosecución del
delito, porque ante él opera la plena vigencia de los parámetros objetivos establecidos en la ley,
y no otros. Otras razones de orden práctico, también justifican la existencia de este instituto,
como lo son el hecho de que con el transcurso del tiempo la pretensión punitiva se debilita y
termina por considerarse inconveniente su ejercicio, tanto desde el punto de vista retributivo y de
prevención general, como en relación con los fines resocializadores de la pena. También, se
destruyen o se hacen difíciles la obtención de pruebas lo que dificulta la instrucción razonable de
un proceso. A ello se añade la teoría de que el paso del tiempo borra todo en la memoria de los
hombres, y por supuesto, el derecho a no estar amenazado indefinidamente por la posibilidad de
ser juzgado por un delito que por las razones señaladas y otras más, ya no tiene interés
procesal ni real para la sociedad (...)”.

Por su parte la Corte Constitucional de la República de Colombia en la Resolución C-416/02,


señala:

134
“La prescripción de la acción penal es una institución de orden público, en virtud de la cual el
Estado cesa su potestad punitiva -ius puniendi- por el cumplimiento del término señalado en la
respectiva ley. Dicho fenómeno ocurre cuando los operadores jurídicos dejan vencer el plazo
señalado por el legislador para el ejercicio de la acción penal sin haber adelantado las gestiones
necesarias tendientes a determinar la responsabilidad del infractor de la ley penal, lo cual a la
postre implica que la autoridad judicial competente pierde la potestad de seguir una
investigación en contra del ciudadano beneficiado con la prescripción.

(...) tiene una doble connotación. La primera es a favor del procesado y consiste en la garantía
constitucional que le asiste a todo ciudadano de que se le defina su situación jurídica, pues éste
no puede quedar sujeto perennemente a la imputación que se ha proferido en su contra; la
segunda en tanto y en cuanto se trata para el Estado de una sanción frente a su inactividad.

Al analizar la prescripción en materia penal, la jurisprudencia ha señalado que “es un instituto


jurídico liberador, en virtud del cual por el transcurso del tiempo se extingue la acción o cesa el
derecho del Estado a imponer una sanción” cuyo fundamento es el principio de la seguridad
jurídica ya que la finalidad esencial de la prescripción de la acción penal está íntimamente
vinculada con el derecho que tiene todo procesado de que se le defina su situación jurídica,
pues “ni el sindicado tiene el deber constitucional de esperar indefinidamente que el Estado
califique el sumario o profiera una sentencia condenatoria, ni la sociedad puede esperar por
siempre el señalamiento de los autores o de los inocentes de los delitos que crean zozobra en la
comunidad”.

En cuanto a su naturaleza, la jurisprudencia de este Tribunal, ha establecido que es una


institución de carácter sustantivo porque afecta el ámbito de la esfera de libertad del imputado;
así lo ha señalado la SC 1030/2003-R 120 , de 21 de julio, al determinar que el principio de
favorabilidad “…no puede estar limitado sólo a supuestos en los que la nueva norma penal
descriminaliza la conducta típica o disminuye el quantum de su pena, sino también, cuando la
nueva ley (ley penal material, procesal o de ejecución) beneficie al delincuente, en el ámbito de
su esfera de libertad.; siendo comprensivas de tal ámbito, entre otras: las circunstancias, el
tiempo de la prescripción de la acción penal o de la pena, la rehabilitación, y las medidas
cautelares personales”.

En ese criterio, debe considerarse que la excepción de prescripción si bien se halla sujeta a un
trámite, por sus efectos liberatorios y por los fundamentos en que se asienta, bien puede ser
opuesta en momentos procesales distintos al desarrollo de la etapa del juicio; es decir también
puede ser formulada ante los Tribunales competentes para sustanciar y resolver los medios
impugnativos previstos por ley, pues, un entendimiento diferente posibilitaría la prosecución de
un proceso penal e incluso la eventual posibilidad de imponerse una sanción por un delito cuya
acción prescribió por el transcurso del tiempo fijado por ley, en cuyo caso la potestad punitiva del
Estado ha perdido legitimidad”.

En concomitancia con lo antes expuesto, el artículo 29 del CPP, establece que la acción penal,
prescribe: 1) En ocho años, para los delitos que tengan señalada una pena privativa de libertad
de seis o más de seis años; 2) En cinco años, para los que tengan señaladas penas privativas

120
Magistrado Relator: Dr. Willman Ruperto Durán Ribera.
135
de libertad menores de seis y mayores de dos años; 3) En tres años, para los demás delitos
sancionados con penas privativas de libertad; y, 4) En dos años para los delitos sancionados
con penas no privativas de libertad.

Al margen de la prescripción común que establece el Código penal, existan otras reglamentadas
en leyes especiales.

La Ley N° 2033 de 29 de octubre de 1999 (Ley de protección a las víctimas de delitos contra la
libertad sexual) en su artículo 14, establece que “En los delitos de violación, abuso y explotación
sexual, de los cuales las víctimas hayan sido personas menores de catorce años de edad,
excepcionalmente, no prescribe la acción hasta cuatro años después que la víctima haya
alcanzada la mayoría de edad”. De la misma forma, la Ley N° 2445 de 13 de marzo de 2003
(Ley que regula los juicios de responsabilidades contra el Presidente, vice-presidente, Ministros
y Prefectos) en su artículo 4, establece que “el juicio de responsabilidades por la comisión de los
delitos tipificados por el artículo primero de la presente ley, prescribirá conforme lo establece el
artículo 29 del Código de Procedimiento Penal, computándose a partir de fenecida la función
pública”.

Como se pone de manifiesto, el legislador ha tomado en cuenta la gravedad y la naturaleza o


clase del delito en particular para determinar cuál es el plazo razonable para la prescripción. Con
excepción de los llamados crímenes de guerra y de lesa humanidad, 121 todos los delitos
prescriben, cuyo término se interrumpirá o se suspenderá de manera individualizada para el
autor y los partícipes. Con la salvedad de los delitos imprescriptibles, el término de la
prescripción empezará a correr desde la media noche del día en se cometió el delito o en que
cesó su consumación, según definición legal.

La Sentencia Constitucional Nº 1709/2004-R 122 de fecha 22 de octubre de 2004 menciona el


cómputo de la prescripción, la cual comienza a correr desde la medianoche del día en que se
cometió el delito para las infracciones penales instantáneas; y para los delitos permanentes
comienza a correr desde el momento en que cesa su consumación, tal como lo señala los
artículos 30 al 32 del CPP.

En contra de lo que proclama literalmente la parte in fine del artículo 31 del CPP consideramos
que “el término de la prescripción de la acción se interrumpirá por la declaratoria de rebeldía del
imputado…” de forma pura y simple. Nuestra interpretación se corresponde con la parte también
in fine del artículo 90 del Código procesal, donde se establece, como uno de los efectos
específicos de su declaratoria, que la “rebeldía interrumpe la prescripción”.

A diferencia del rebelde a quién no le corre ni debe beneficiarse con la prescripción


―precisamente por no someterse al proceso―, el término simplemente se suspenderá: 1)
Cuando se haya resuelto la suspensión de la persecución penal y esté vigente el período de
prueba correspondiente; 2) Mientras esté pendiente la presentación del fallo que resuelva las

121
La Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa
Humanidad, fue aprobada y elevada a rango de Ley de la República mediante la Ley N° 2116, de 11 de
septiembre de 2000.
122
Magistrado Relator: Dr. Willman Ruperto Durán Ribera.
136
cuestiones prejudiciales planteadas; 3) Durante la tramitación de cualquier forma de antejuicio o
de la conformidad de un gobierno extranjero de la que dependa el inicio del proceso; y, 4) En los
delitos que causen alteración del orden constitucional e impidan el ejercicio regular de la
competencia de las autoridades legalmente constituidas, mientras dure ese estado.

Toda vez que la prescripción tiene efectos liberatorios la excepción de prescripción se puede
interponer, excepcionalmente, no sólo en cualquier etapa o fase del proceso, incluyendo los
recursos, sino también en ejecución de sentencia. A contrario sensu, posibilitaría la prosecución
de una acción penal, incluso, imponer una sanción por un delito, cuya acción haya prescrito por
el transcurso del tiempo fijado por ley, cuando la potestad punitiva del Estado haya perdido
legitimidad. Este derecho procesal, sin embargo, no puede repetirse porque precluye o caduca,
conforme establece el artículo 315 en sentido de que el rechazo de las excepciones y de los
incidentes impedirá que sean planteados nuevamente por los mismos motivos, salvo que se
interponga con argumentos distintos o nuevos que no hayan sido conocidos por el juez o
tribunal.

El Tribunal Constitucional 123 ha establecido que si bien es cierto que la excepción de


prescripción puede ser formulada aún en ejecución de sentencia, no es menos evidente que una
vez planteada y resuelta ―aunque fuera mediante una providencia de rechazo, como en el
caso― la parte interesada no tiene posibilidad alguna de volver a interponerla, porque su
derecho ha precluido, esto es, ha operado la caducidad del derecho para repetir este medio de
defensa. No obstante lo anotado, se debe precisar que es posible interponer una nueva
excepción y que la misma sea considerada en el fondo, cuando tanto los argumentos para su
presentación como los fundamentos para su resolución son distintos a los que fueron esgrimidos
en la primera solicitud y en la resolución que la rechazó.

b) La extinción de la acción penal por el transcurso máximo el proceso

Con la finalidad de resolver uno de los grandes problemas del sistema penal boliviano como era
la retardación de justicia y la necesidad de honrar Convenios y Tratados internacionales, el
legislador del Código procesal de 1999 tuvo que establecer un plazo perentorio para el proceso
penal (artículo 133): “Todo proceso tendrá una duración máxima de tres años contados desde el
primer acto del procedimiento, salvo el caso de rebeldía”. La disposición aclara que las causas
de suspensión de la prescripción, suspenderán el plazo de duración del procedimiento y cuando
éstas desaparezcan, el plazo comenzará a correr nuevamente computándose el tiempo
transcurrido. Tomando en cuenta los efectos liberatorios de esta excepción, a tiempo de
reglamentar los plazos para los procesos de ambos sistemas o transición procesal, el legislador
se encargó de establecer que, “vencido el plazo, el juez o tribunal del proceso, de oficio o a
petición de parte, declarará extinguida la acción penal.”

Los aludidos convenios internacionales, que tienen rango constitucional, 124 entre otros, vienen a
ser los siguientes: 1) Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo 8.1) “Toda
persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por
un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por ley, en la

123
SC N° 508/2002-R, de fecha 30 de abril del año 2002.
124
El TC ha generado una copiosa jurisprudencia en este sentido, siendo las más representativas las
SSCC 1494/2003-R, 1662/2003-R, 69/2004, entre otras.
137
sustanciación de cualquier acusación formulada contra ella, o para la determinación de sus
derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”; y 2) Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 14.3) “Durante el proceso, toda persona
acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: c. A
ser juzgada sin dilaciones indebidas”.

Como se deduce de esta normativa internacional, el legislador boliviano, tenía que introducir
esta figura que le permita al imputado tener el derecho de ser juzgado dentro de un plazo
razonable, y así pueda definir su situación ante la ley dentro del tiempo más corto posible. Esta
figura persigue evitar que la dilación indebida del proceso, por omisión o la falta de la diligencia
debida de los órganos competentes del sistema penal, pueda acarrear al imputado la lesión de
otros derechos como la dignidad y la seguridad jurídica.

Al declarar inconstitucional la Ley N° 2683 de 12 de mayo de 2004 (que derogaba el plazo


previsto para la extinción de la acción penal por duración máximo del proceso), el Tribunal
Constitucional 125 dejaba establecido que en el sentido de la Constitución, se vulnera el derecho
a la celeridad procesal y, dentro de ello, a la conclusión del proceso en un plazo razonable,
cuando los órganos competentes de la justicia penal del Estado omiten desplegar,
injustificadamente, la actividad procesal dentro de los términos que el ordenamiento jurídico
establece. Aclaraba que en sentido del orden constitucional, sin embargo, no habrá lesión a este
derecho, si la dilación del proceso, en términos objetivos y verificables, es atribuible al imputado.
Un entendimiento distinto no guardaría compatibilidad ni coherencia con las exigencias de
seguridad jurídica que la Constitución proclama (artículo 7 inciso a), así como el deber del
Estado de proteger de manera eficaz, toda lesión o puesta en peligro concreto, de los bienes
jurídicos protegidos por el orden penal boliviano.

Lo señalado concuerda con lo expresado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,


que considera que el concepto de “plazo razonable” al que hace referencia el artículo 8 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, debe medirse de acuerdo a los siguientes
criterios: “…la complejidad del litigio, la conducta de los demandantes y de las autoridades
judiciales y la forma cómo se ha tramitado la etapa de instrucción en el proceso”. 126 En la misma
línea, el Tribunal Constitucional 127 ha llegado a establecer que el concepto de plazo razonable
debe ser apreciado en cada caso concreto, tomando en cuenta, la complejidad del litigio, la
conducta del imputado y de las autoridades judiciales.

Con un sentido altamente previsor, el mismo Tribunal 128 complementó y precisó que solamente
se viola el derecho que tiene el procesado a la conclusión del juicio dentro de un plazo razonable,
cuando la dilación del proceso es atribuible al órgano judicial o administrativo y no a los
imputados. La constatación de que haya sido el Estado, a través de sus órganos competentes
de la justicia penal, quién provocó la dilación del proceso, viene a ser determinante para la
extinción de la acción penal.

125
SC N° 101/2004-R, de 14 de septiembre.
126
Informe 43/96. Caso 11.430, 15 de octubre de 1996, punto 54, Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. A partir de la aludida sentencia hito o fundadora se ha producido toda una corriente
jurisprudencial tanto por el TC como por la Corte suprema de justicia
127
AC N° 79/2004-ECA, de 29 de septiembre.
128
Idem.
138
No cabe duda, entonces, que vencido el plazo de los tres años que tiene como duración máximo
el proceso penal, el juez o tribunal, de oficio o a petición de parte, declarará extinguida la acción
penal, cuando la dilación del proceso más allá del plazo máximo establecido sea atribuible al
órgano judicial o al MP, bajo parámetros objetivos y verificables en el mismo proceso. Con la
finalidad de evitar que la víctima (incluyendo al Estado) quede desprotegida corresponde
establecer, en cada caso, las causales exactas de la mora judicial o del MP, establecer
responsabilidades e imponer las sanciones legales. Tómese en cuenta que la extinción de la
acción penal no se produce de manera mecánica o automática, antes al contrario, tiene que
acreditarse que el tiempo transcurrido no sea atribuible a la conducta dilatoria u obstrucionista
del imputado.

La extinción de la acción penal se puede interponer en cualquier estado de la causa y ante


cualquier juez o tribunal, incluyendo la Corte suprema de justicia, siempre que no haya sentencia
ejecutoriada. Como esta excepción constituye una forma extraordinaria de conclusión del
proceso, y es de previo y especial pronunciamiento, debe resolverse antes que la cuestión de
fondo.

El efecto inmediato de la declaratoria de la extinción de la acción penal por prescripción o por la


duración máxima del proceso, es la pérdida por parte del Estado de su potestad punitiva. Esta
decisión implica que el proceso ya no puede desarrollarse más, extinguiéndose el ejercicio del
ius puniendi del Estado y el imputado queda liberado de toda responsabilidad penal y civil en el
ámbito penal. Contra la resolución que resuelva la excepción de prescripción o extinción por la
duración máxima del proceso, cabe el recurso de apelación incidental, pero sin recurso ulterior.

En lo concerniente a la extinción de la acción penal privada, el hecho que sea resuelta a favor de
uno de los partícipes beneficia a los otros imputados, así lo ha establecido la Sentencia
Constitucional Nº 282/2005-R, bajo el siguiente razonamiento:

“III.3.La extinción de la acción penal por desistimiento

En los delitos de acción pública, el desistimiento formulado por la víctima no opera como causa
para la extinción de la acción penal, ya que una vez efectuada la denuncia o iniciada la
investigación, el Ministerio Público, en virtud del principio de legalidad, debe continuar con la
acción penal.

En los delitos de acción privada no ocurre lo mismo, pues el desistimiento formulado por la
víctima extingue la acción penal, en razón de que, como se explicó en el fundamento precedente,
el inicio de la acción penal depende exclusivamente de la víctima y en consecuencia, ella puede
decidir apartarse de la acción intentada en cualquier estado del proceso.

En ese sentido, el art. 27.5 del CPP determina que la acción penal se extingue por el
desistimiento o abandono de querella respecto a los delitos de acción privada, y el art. 380 del
mismo Código, establece que “el querellante podrá desistir de la acción en cualquier estado del
proceso, pero quedará sujeto a la responsabilidad emergente de sus actos anteriores. El
desistimiento producirá la extinción de la acción penal”.

Los artículos anotados hacen referencia al desistimiento de la acción; último término (acción)

139
que puede ser definido como el derecho que tiene una persona para acudir ante los órganos
jurisdiccionales, exponiendo sus pretensiones y formulando la petición concreta que considere
ajustada a la Ley. En materia penal, la acción penal privada, es un derecho de la víctima para
solicitar la puesta en movimiento de la actividad judicial, someter al imputado a los fines del
proceso y obtener un pronunciamiento de la autoridad judicial.

La acción penal, sea pública o privada, está caracterizada por la indivisibilidad, lo que implica
que sea única y que tenga una sola pretensión, cual es la sanción penal de quienes han
participado en la comisión de un delito, no pudiendo existir, por ende, distintas acciones que
correspondan a cada agente, sino una acción indivisible.

Conforme a lo anotado, cuando el Código hace alusión al desistimiento de la acción penal


privada, está refiriéndose a la acción como unidad, indivisible, independientemente de que
existan en ella uno o varios imputados y que sólo se hubiera presentado el desistimiento a favor
de uno de ellos.

Este razonamiento guarda coherencia con lo establecido en el art. 103 del CP que determina
que “La renuncia o desistimiento a favor de uno de los partícipes del delito, beneficia a los otros.”

Esta última disposición legal, tiene contenido general, pues no realiza ninguna diferenciación en
cuanto al grado de participación criminal ni hace referencia a la condición procesal de imputado
en el proceso penal; sin embargo, de acuerdo a la Sentencia Constitucional Nº 282/2005-R 129,
un desistimiento en los delitos de acción privada a uno de los imputados automáticamente
favorece a los demás implicados.

c) Otras extinciones

Como otras excepciones que pretenden también la extinción de la acción penal, tenemos: 1)
muerte del imputado; 2) amnistía; 3) pago de la pena de multa; 4) aplicación de uno de los
criterios de oportunidad; 5) desistimiento en los delitos de acción privada; 6) reparación integral
del daño particular o social causado en los delitos de contenido patrimonial; 7) conciliación; 9)
cuando la investigación no es reabierta en el término de un año; y 10) por cumplimiento de las
condiciones de la suspensión condicional del proceso.

Todas estas excepciones que se encuentran en el artículo 27 del CPP, igualmente, pretenden la
extinción de la acción penal. La muerte del imputado extingue la acción penal habida cuenta
que su ejercicio es personalísimo. La amnistía se concede en los llamados delitos políticos,
cuya atribución es compartida por el poder legislativo y el ejecutivo, y, cuando se concede,
deviene en extinción de la acción penal. El inciso 3) se refiere al pago del máximo de la pena de
multa, y en el caso de delitos sancionados sólo con esa clase de pena.

El inciso 4) constituye una innovación del legislador boliviano; se impone en la aplicación de uno
de los criterios de oportunidad, como ya hemos tenido ocasión de exponer en la etapa
preparatoria, según los casos y las formas previstos en este Código. Los incisos 5) y 7 se
refieren a la conciliación, desistimiento, renuncia o abandono de la querella respecto de los

129
Magistrada Relatora:Dra. Martha Rojas Álvarez.
140
delitos de acción privada. El inciso 6) constituye otra innovación del legislador y consiste en la
reparación integral del daño particular o social causado, sólo en los delitos de contenido
patrimonial (hurto, robo, estafa, estelionato, daños, abigeato, extorsión, quiebra, etc.) o en los
delitos culposos que no tengan por resultado la muerte, siempre que lo admita la víctima o el
fiscal.

Otra posibilidad que tiene de extinguirse la acción es cuando, decretado el rechazo de la


denuncia, querella o seguimiento de oficio, la investigación no es reabierta en el término de un
año; sin embargo para el supuesto de que el hecho no constituye delito no existe motivo de
esperar un año para que dicho rechazo adquiera el valor de cosa juzgada.

Cabe advertir que con la reciente reforma constitucional (art. 123) existe una curiosa exclusión
del ámbito de la extinción de la acción penal por inexistencia de delito o por prescripción para
aquellos casos de materia de corrupción, pues el artículo 123 establece textualmente que tendrá
efecto retroactiva la nueva Constitución Política del Estado “para investigar, procesar y
sancionar los delitos cometidos por servidores públicos contra los intereses del Estado; y en el
resto de los casos señalados por la Constitución”.

Esta situación hace que la nueva Constitución sea contradictoria consigo misma, pues el artículo
constitucional “13-IV” dispone que “los derechos y deberes consagrados en esta Constitución se
interpretarán de conformidad a los Tratados internacionales de derechos humanos ratificados
por Bolivia”.

Recordemos que el artículo 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del cual
Bolivia es parte signataria y ha ratificado dicho Pacto Internacional, establece textualmente lo
siguiente:

“1. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no
fueran delictivos según el derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena
más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad
a la comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente
se beneficiará de ello.

2. Nada de lo dispuesto en este artículo se opondrá al juicio ni a la condena de una


persona por actos u omisiones que, en el momento de cometerse, fueran delictivos
según los principios generales del derecho reconocidos por la comunidad internacional”.

Por consiguiente, el artículo 123 de la nueva Constitución Política del Estado vulnera el artículo
15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas, pues toda
retroactividad de la ley debe ser a favor del imputado y no así del acusador, tampoco pueden
realizarse investigaciones penales por hechos anteriores que no constituían delitos antes de la
promulgación de la nueva Constitución.

Otras de las previsiones que extingue la acción penal es la referida al artículo 27 numeral 10) de
la Ley Nº 1970, como efecto del cumplimiento de las condiciones de la suspensión condicional
del proceso, esto es, cuando el imputado ha superado el período de prueba impuesto, conlleva
la extinción de la acción penal.

141
d) Casos de la justicia comunitaria

Otro grupo de extinciones vendrían a ser los casos que se presenten en la prevista justicia
comunitaria. El Código procesal (artículo 28) establece que “se extinguirá la acción penal cuando
el delito o la falta se cometa dentro de una comunidad indígena y campesina por uno de sus
miembros en contra de otro y sus autoridades naturales hayan resuelto el conflicto, conforme a
su Derecho Consuetudinario Indígena, siempre que dicha resolución no sea contraria a los
derechos fundamentales y garantía de las personas establecidos por la Constitución Política del
estado”. La norma advierte que la Ley compatibilizará la aplicación del Derecho Consuetudinario
Indígena”.

La nueva Constitución Política del Estado describe a la jurisdicción indígena originaria


campesina de manera amplia, en los artículos 190 al 192.

El artículo 190 de la Ley Fundamental, establece la autoridad competente que administrará la


justicia comunitaria, bajo los siguientes términos:

“I. Las naciones y pueblos indígena originario campesinos ejercerán


sus funciones jurisdiccionales y de competencia a través de sus autoridades, y aplicarán sus
principios, valores culturales, normas y procedimientos propios.
II. La jurisdicción indígena originaria campesina respeta el derecho a la vida, el derecho a la
defensa y demás derechos y garantías establecidos en la presente Constitución”.

El artículo 191 de la nueva Constitución Política del Estado, explica la vinculatoriedad que debe
existir entre la persona que sea juzgada por la justicia comunitaria con los miembros de la
respectiva nación o pueblo indígena, y además aclara la jurisdicción indígena originario
campesina se ejerce en los siguientes ámbitos de vigencia personal, material y territorial:

1. Están sujetos a esta jurisdicción los miembros de la nación o pueblo indígena originario
campesino, sea que actúen como actores o demandado, denunciantes o querellantes,
denunciados o imputados, recurrentes o recurridos.
2. Esta jurisdicción conoce los asuntos indígena originario campesinos de conformidad a lo
establecido en una Ley de Deslinde Jurisdiccional.
3. Esta jurisdicción se aplica a las relaciones y hechos jurídicos que se realizan o cuyos
efectos se producen dentro de la jurisdicción de un pueblo indígena originario campesino.

El artículo 192 de la nueva Constitución Política del Estado, establece que:

“I. Toda autoridad pública o persona acatará las decisiones de la


jurisdicción indígena originaria campesina.
II. Para el cumplimiento de las decisiones de la jurisdicción indígena originario campesina, sus
autoridades podrán solicitar el apoyo de los órganos competentes del Estado.
III. El Estado promoverá y fortalecerá la justicia indígena originaria campesina. La Ley de
Deslinde Jurisdiccional, determinará los mecanismos de coordinación y cooperación entre la
jurisdicción indígena originaria campesina con la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción
agroambiental y todas las jurisdicciones constitucionalmente reconocidas”.

142
Por este mandato constitucional (art. 192-III) entendemos que la justicia comunitaria será
totalmente independiente de la justicia ordinaria y que únicamente coordinarán y/o existirá
cooperación con la justicia ordinaria, cuando la justicia comunitaria busque la ejecución, captura
o cumplimiento de sus decisiones. De todas formas, habrá que esperar la promulgación de
aquella denominada “Ley de Deslinde Jurisdiccional” anunciada por la norma constitucional.

Si bien aún no ha sido materializada esta previsión legal, reglamentando los alcances de lo que
tendrá que ser el Derecho Consuetudinario Indígena, consideramos que tendrían que ser delitos
relativamente menores y todas las faltas, cuyos límites en principio deberían ser los derechos
fundamentales de las personas.

e) La cosa juzgada

Al igual que la litispendencia, la excepción de cosa juzgada requiere que el hecho juzgado (que
es lo que se convierte en la cosa juzgada) tenga identidad de objeto, sujeto y causa.

Para Gimeno Sendra 130 se entiende por cosa juzgada el conjunto de efectos que produce la
sentencia firme y resoluciones equivalentes sobre el objeto procesal, tanto positivos, como lo
son su ejecutoriedad y los efectos prejudiciales, como negativos, consistentes en la
imposibilidad de volver a interponer la misma pretensión entre las mismas partes o sus
sucesores. En el ordenamiento jurídico español, según el mismo autor, se distingue la cosa
juzgada formal de la material. El Código procesal boliviano (artículo 126) reconoce la cosa
juzgada formal, cuando establece que “las resoluciones judiciales quedarán ejecutoriadas, sin
necesidad de declaración alguna, cuando no se hubiesen interpuesto los recursos en los plazos
legales o no admitan recurso ulterior”.

La cosa juzgada formal se configura cuando: 1) contra la sentencia no cabe la interposición de


recurso ordinario alguno (reposición, incidental, apelación restringida de sentencia, y casación);
2) aunque el Código no lo diga, también existe cosa juzgada formal cuando, interpuestos los
referidos recursos, se haya confirmada total o parcialmente la sentencia o resolución
impugnada; y 3) cuando, existiendo dicha posibilidad de impugnación, la parte gravada o
perjudicada hubiera dejado transcurrir el plazo legalmente previsto para su interposición y, por
tanto, hubiere consentido su ejecutoria.

La diferencia entre la cosa juzgada formal y la cosa juzgada material está en función del tipo de
resolución judicial en concreto y los efectos que produce. La cosa juzgada formal viene a estar
constituida por las resoluciones judiciales interlocutorias de menor jerarquía como, por ejemplo,
las resoluciones que dicta el juez instructor sobre medidas cautelares (artículo 250) en la etapa
preparatoria, que son modificables, incluso, de oficio, o las que resuelven excepciones. La cosa
juzgada material, en cambio, viene constituida por la sentencia ejecutoriada, que tiene como
presupuesto la realización de un juicio oral y público, donde el juez o tribunal ha resuelto el
fondo de la causa (condena o absuelve). Esta resolución judicial, una vez ejecutoriada, goza de
todos sus efectos materiales tanto positivos como negativos, esto es, se convierte en
inimpugnable y produce su ejecución de oficio.

130
GIMENO SENDRA, V. Derecho Procesal… Ob. Cit. 683.
143
Otra diferencia entre la cosa juzgada formal y material, viene a ser los efectos o consecuencias
jurídicas: contra la cosa juzgada material cabe todavía el recurso de revisión de sentencia
ejecutoriada, previsto en el artículo 421 del CPP. El Código procesal (artículo 430), reconoce la
cosa juzgada material, por ejemplo, cuando establece que ejecutoriada la sentencia
condenatoria se remitirán copias autenticadas de los autos al juez de ejecución penal para que
proceda según este Código y si el condenado se halla en libertad, se ordenará su captura. La
norma advierte, incluso, que el juez o el presidente del tribunal ordenarán la realización de todas
las medidas necesarias para cumplir los efectos accesorios de la sentencia. El Código procesal
reconoce alguna otra resolución, bien porque lo sean per se, como en el caso del
sobreseimiento no impugnado o ratificado por el Fiscal del distrito (artículo 324), bien porque
haya precluido el plazo de interposición del recurso correspondiente.

Como sostiene Gimeno Sendra 131 , el fundamento esencial de la cosa juzgada hay que
encontrarlo, de un lado, en el derecho a la tutela judicial efectiva y, de otro, en el non bis in ídem,
que, implícito en el principio de legalidad y consagrado expresamente en el artículo 14.7 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, conlleva la importante consecuencia de que
nunca más podrá volverse a enjuiciar una persona determinada, que ha sido ya condenada por
el hecho punible, objeto de una resolución firme.

Lo que se consigna expresamente en la parte resolutiva de la sentencia penal, viene a producir


la eficacia de cosa juzgada material, pero sólo en su sentido negativo, esto es, impide un nuevo
juicio y sentencia sobre el mismo objeto penal enjuiciado con anterioridad. El Código procesal
(artículo 4) establece que “nadie será procesado ni condenado más de una vez por el mismo
hecho, aunque se modifique su calificación o se aleguen nuevas circunstancias...”. La cosa
juzgada penal material lo que evita, consiguientemente, es que una misma persona sea
enjuiciada penalmente dos veces por los mismos hechos.

Cabe precisar que la cosa juzgada material se extiende sólo a los hechos que han sido objeto de
la acusación y posterior juicio, independientemente, de las tipificaciones que se hayan podido
hacer de los mismos en el juicio oral y público. Lo que el legislador busca garantizar, en defensa
de la libertad, valor superior del ordenamiento jurídico y la seguridad jurídica, es que unos
mismos hechos sean enjuiciados repetidamente. La cosa juzgada material que recae sobre los
hechos afecta sólo y exclusivamente a la persona del imputado, pues si se hiciera extensiva a
terceros, la sentencia penal no ofrecería certeza y seguridad jurídica, como valor general y en
particular del propio acusado.

El Tribunal Constitucional, mediante la Sentencia Constitucional Nº 1764/2004-R132 de fecha 9


de noviembre del año 2004, ha establecido que el “el principio del non bis in idem consiste en la
exclusión de la doble sanción por unos mismos hechos, es decir, que no recaiga la duplicidad de
sanciones en los casos en que se aprecie la identidad del sujeto, hecho y fundamento; tiene por
finalidad la protección del derecho a la seguridad jurídica a través de la prohibición de un
ejercicio reiterado del ius puniendi del Estado, impidiendo sancionar doblemente a una persona
por un mismo hecho.

131
Ibidem, p. 684.
132
Magistrado Relator: Dr. José Antonio Rivera Santibáñez.
144
El principio non bis in idem tiene su alcance en una doble dimensión, pues, de un lado, está el
material, es decir, que nadie puede ser sancionado dos veces por el mismo hecho y, de otro, el
procesal referido al proceso o al enjuiciamiento en sí, es decir, que ante la existencia de
identidad de sujeto, objeto y causa, no sólo que no se admite la duplicidad de resolución por el
mismo delito, sino también que es inadmisible la existencia de un nuevo proceso o juzgamiento
con una repetición de las etapas procesales.

En la segunda dimensión del alcance, es decir, el procesal, se infiere que la manifestación


esencial del principio non bis in idem es la cosa juzgada, lo que supone la existencia de un
proceso cuyo resultado sea una sentencia ejecutoriada, misma que podrá ser absolutoria,
declaratoria de inocencia o condenatoria, lo que implica el cierre del proceso penal en forma
definitiva y firme, de manera que a partir de ello, el Estado no puede pretender ejercer su
potestad del ius puniendi contra la misma persona y por los hechos que motivaron ya el
juzgamiento; empero, cabe advertir que ello no significa que tenga que anularse la acción o
medio extraordinario de la revisión de sentencia, prevista por la legislación procesal para
aquellos casos en los que la sentencia judicial ejecutoriada se manifiesta como injusta,
equivocada o contradictoria lesionando los derechos del procesado, pues en este último caso no
podría calificarse de un doble juzgamiento en contra del procesado.

En el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el principio non bis in idem está
consagrado como un derecho humano que forma parte del derecho al debido proceso; así la
Declaración Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, lo
consagra en su en art. 8.4 en los siguientes términos: "El inculpado absuelto por una sentencia
firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos"; el Pacto Internacional de los
Derechos Civiles y Políticos en su art. 14.7) lo consagra en los siguientes términos: “Nadie podrá
ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual hubiese sido ya condenado o absuelto por
una sentencia firme de acuerdo con la ley y el procedimiento penal de cada país”.

En el sistema constitucional boliviano, el principio non bis in idem está expresamente


consagrado en el artículo 117-II de la nueva Constitución Política del Estado, cuando dice:
“nadie será procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho” y del mismo modo el
legislador ordinario ha previsto, en el art. 4 del CPP, la persecución penal única, referida a que
nadie podrá ser procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho, aunque se
modifique su calificación o se aleguen nuevas circunstancias, lo que significa la prohibición de
un ejercicio reiterado del ius puniendi del Estado.

De los criterios doctrinales, positivos y jurisprudenciales referidos precedentemente, se infiere


que el non bis in idem, no sólo es un principio procesal sino un derecho humano proclamado por
los instrumentos internacionales e integrado al sistema constitucional como un derecho
fundamental que forma parte del derecho al debido proceso, además está estrechamente
vinculado con el derecho a la seguridad y el principio de la presunción de inocencia. Por lo tanto,
este derecho podrá invocarse en el caso de duplicidad de procesos o de sanciones frente al
intento de sancionar de nuevo; en efecto, si la finalidad del derecho al non bis in idem es evitar
el doble enjuiciamiento y la aplicación de la doble sanción, se entiende que la condición para
invocarlo es que se hubiese sustanciado materialmente un proceso culminando con una decisión
firme en cualquiera de las formas de conclusión previstas por el Código de Procedimiento Penal,
esto es: la prescindencia de la persecución penal dispuesta por el Juez (art. 21); el desistimiento
o abandono de la querella o conciliación respecto de los delitos de acción privada (arts. 27.5,

145
377, 380 y 381); desestimación de la querella porque el hecho no esté tipificado como delito en
los casos de delitos de acción privada (art. 376.1); por prescripción (arts. 27.8) y 29); extinción
por mora judicial (art. 27.10); o cuando se dicte sentencia ya sea condenando al procesado o
absolviéndolo de pena y culpa, en cuyos casos no puede intentarse un nuevo proceso sin
infringir este derecho”.

Algunos incidentes de defensa: Leer del art. 167 al art. 170 del CPP.

Las recusaciones: Del art. 316 al 322 del CPP y los arts. 27 y 28 de la Ley del Órgano Judicial.

EJERCICIOS (Por subir a Tarea en plataforma virtual)

1. Explique cuáles son los actos conclusivos que puede dictar el Ministerio Público.
2. ¿Existe control jurisdiccional al sobreseimiento?
3. Dentro de la clasificación de las excepciones expuesta en la presente tutoría, diga:
¿cuántas clases de excepciones existe, cuáles son y explique de manera resumida cada
excepción contenida en dicha clasificación?.
4. Explique ampliamente ¿qué diferencia existe entre un incidente por defectos absolutos y
un incidente por defectos relativos?.
5. Explique: ¿Existe alguna diferencia entre el art. 316 del CPP y el art. 27 de la Ley del
Órgano Judicial?, cuáles serían las diferencias?. ¿Cuál de las dos normas es la que se
debe aplicar durante el proceso penal?.
6. Si después de unas seguidillas de recusaciones realizadas por las partes procesales al
primer juez y al segundo juez; resulta que el tercer juez es compadre de la víctima.
¿Debe dicho juez conocer el proceso?, ¿qué debe hacer el abogado del imputado ante
esta situación?.
7. Si después de unas seguidillas de recusaciones realizadas por las partes procesales al
primer juez y al segundo juez; resulta que el tercer juez ya antes sobre dicho caso penal
había dado su opinión ante los medios de comunicación, afirmando que dicha acción
penal era una estupidez y una farsa. ¿Debe dicho juez conocer el proceso?, ¿qué debe
hacer el abogado de la victima ante esta situación?.
8. Resuma todo el tema de la presente tutoría en un mapa conceptual.

BIBLIOGRAFÍA

Herrera Añez, William, Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, Ed. Kipus,
Cochabamba, 2d. Edición, 2015, Cap. 10 y Cap. 11 (es decir de la página 277 al 329).

Añez Núñez, Ciro, La Etapa Intermedia, Ed. El País, Santa Cruz, 2010.

5. RECURSOS DE INFORMACIÓN COMPLEMENTARIOS

Para complementar y profundizar su aprendizaje en esta tutoría (unidad), se le sugiere


pueda consultar la jurisprudencia que se encuentra en la plataforma NUR Virtual de la
materia y hacer búsqueda de jurisprudencias en los siguientes recursos de información:
146
1.- Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia: http://www.tcpbolivia.bo/

2.-Tribunal Supremo de Justicia: http://tsj.bo/

3.- Código de Procedimiento Penal concordado y comentado:


http://www.procedimientopenal.com.bo/

147
TUTORIA 6

1. CONTENIDO DE LA TUTORÍA

Fundamentos teóricos del Juicio Oral y Público: A) CONCEPTO Y OBJETO DE LA


PRUEBA B) LOS ACTOS DE PRUEBA SOLO PUEDEN PRACTICARSE EN EL
JUICIO ORAL C) PROCEDIMIENTO PROBATORIO a) Proposición b) Admisión c)
Producción D) PRUEBA ILÍCITA a) Pruebas prohibidas por la Constitución b)
Prohibiciones legales a’) interceptación de correspondencia b’) Prueba pericial c’)
Prueba instrumental d’) Careo e’) Inspección y reconstrucción E) SISTEMA DE
VALORACIÓN. F) CIERRE DEL DEBATE Y CONCLUSIONES: a) Conclusiones del
fiscal b) Conclusiones del imputado c) Intervención de la víctima d) Derecho a la
última palabra B) DELIBERACIÓN Y SENTENCIA a) Deliberación b) Sentencia c)
Estructura externa a’) Encabezamiento b’) Motivación fáctica o de hecho c’)
Motivación jurídica d’) Parte dispositiva d) Redacción, lectura y registro e)
Congruencia entre la acusación y la sentencia f) Clases de sentencia a’) Absolutoria
b’) Condenatoria

2. CAPACIDAD (ES) A DESARROLLAR

Capacidad de identificar, explicar, esquematizar y analizar críticamente el procedimiento


del juicio oral.

3. ACTIVIDADES PREVIAS A LA TUTORÍA

148
Usted debe realizar las siguientes actividades previas antes del encuentro de la tutoría:

1. Aportar en la Wiki de la materia en lo que respecta a la palabra o las palabras


que aparecerá en esta semana que deberán los estudiantes explicar y
desarrollar ampliamente.Asimismo ver los enlaces de video, etc.
2. Responder a los ejercicios de investigación que se encuentran al final del texto
de lectura y subirlos a tarea en la plataforma virtual
3. Resuma todo el tema de la tutoría 7 en un mapa conceptual.

4. DESARROLLO
EL JUICIO ORAL DESDE UNA PERSPECTIVA PRÁCTICA

Auto de apertura a juicio.

El auto de apertura a juicio es el anuncio oficial de la iniciación del juicio que se realiza
mediante una resolución judicial. Su importancia radica en que a partir de ese momento
comienza el conocimiento de elementos que servirán de base para la sentencia.
El auto de apertura se dictara después de los diez días siguientes de la notificación al
imputado con la acusación de la Fiscalía o del querellante. El auto de apertura debe
contener:
1. datos del imputado y de la victima
2. descripción precisa del o los hecho (s).
3. calificación jurídica del o los hechos, sobre la base de la acusación
presentada por el fiscal o el querellante;
4. señalamiento de la fecha de sorteo de ciudadanos para constitución
del tribunal de sentencia ;
5. señalamiento de la fecha de audiencia de constitución del tribunal de
sentencia (se tiene que señalar la audiencia quince días antes de la
realización del juicio), y
6. señalamiento de la fecha de audiencia de juicio (se tiene que señalar
la audiencia dentro de los 20 a 45 días siguientes de dictado del auto
de apertura).

Leer del art.340 al 372 del Código de Procedimiento Penal.

AUDIENCIA DE JUICIO.
A. Tareas Administrativas previas
Radicada la causa, dictado el auto de apertura y realizada la audiencia de constitución del
Tribunal de Sentencia, el Juez o Presidente del Tribunal debe cumplir con algunas

149
responsabilidades adicionales. Aunque la mayoría son tareas administrativas a cargo del
Secretario del Tribunal, el modo en que se realicen tiene impacto en el proceso y los
derechos de las partes, por ello es importante que el Presidente de seguimiento a estas
tareas.
1. Enviar una orden al recinto penitenciario correspondiente a efectos de que el
imputado que estuviere detenido sea puesto a disposición del Tribunal en la
audiencia del juicio oral.
2. Verificar si la sala reúne las condiciones mínimas para el juicio. Aunque por la
naturaleza de un sistema acusatorio oral, el juicio pueda desarrollarse en cualquier
lugar donde pueda concurrir el público, es importante verificar si la sala en la que
se va a llevar a cabo la audiencia cuenta con las necesidades mínimas para su
realización.
También se debe verificar la disponibilidad de los medios materiales o de apoyo
requeridos para la realización del juicio (por ejemplo un televisor y equipo de video
si en el juicio se exhibirá como prueba una cinta o si se requerirán intérpretes, etc).
3. Determinar si se va a permitir el ingreso a medios de comunicación y en qué
condiciones. El Juez Presidente determinara si autoriza la instalación en la sala de
equipos de grabación, fotografía, radiofonía, filmación u otros, considerando
siempre que no deben perjudicar el desarrollo del juicio.
En este momento, será importante verificar si el juicio involucra a algún menor, dado
que por terminación del Código de Procedimiento Penal, se deben establecer las
restricciones legales a la publicidad. También es importante verificar si alguno de
los actos del proceso puede afectar el pudor o la vida privada de algunas de las
partes o de otra persona citada( por ejemplo procesos por delitos que involucran
agresión sexual), puede correr riesgo la integridad física de los jueces, de alguna de
las partes o de alguna persona citada, puede peligrar algún secreto oficial,
particular, comercial o industrial previsto legalmente.

NOTA PARA LA PRÁCTICA.


Si bien existe en el Código de Procedimiento Penal una expresa determinación que el
juicio es un acto oral y público, esto no significa que la sala de audiencia debe convertirse
en un lugar de espectáculo con cámaras, luces y personas que se mueven durante la
audiencia. La publicidad es una de las características más importantes del nuevo juicio
pero no implica que los medios comunicación van a estar presentes son todos sus
equipos, obstaculizando el desarrollo de la audiencia.
El Juez Presidente debe evaluar si las cámaras de televisión vana efectuar a los testigos
porque algunos estudios han demostrado que la presencia de medios de comunicación
puede originar nervios e intranquilidad en los testigos incidiendo en su declaración.
Además el Juez Presidente debe valorar el interés de los medios en mostrar el juicio y el
interés del público en conocer la forma en la que se desarrollan los juicios. El Juez debe
equilibrar los intereses en juego, siempre recordando que su obligación primaria es el
desempeño de un juicio justo y de un debido proceso, que puede verse afectado cuando
los medios de prueba no pueden producirse adecuadamente.
Se puede sugerir a los medios que pueden presenciar el juicio y hacer el reportaje,
realizando algunas tomas antes de que se produzca la prueba y que durante el desarrollo
del debate no pueden ingresar cámaras. Respecto a los reporteros de radios pueden

150
ingresar, pero sus grabadoras no deben obstaculizar el juicio. Recuerde que se debe evitar
que los equipos afecten el desarrollo del juicio.

4. Verificar que se prestó la asistencia de las partes citadas del juicio (fiscalía y defensa) en
las medidas necesarias para facilitar la organización y desarrollo del juicio.
5. Verificar que se notificó y cito a las partes, testigos y peritos.
6. Verificar la presentación de cualquier requerimiento o solicitud de las partes. en el caso de
que existan deben ser llevadas, discutidas y resueltas en la audiencia del juicio.

B. Sustanciación del Juicio: De ingreso de los jueces hasta la apertura de la defensa.

1. Ingreso del Tribunal a la Sala de Audiencia


a. La entrada del tribunal puede realizarse de diferentes maneras :
Ingreso anunciado. En algunas salsas, el ingreso puede ser anticipado por un anuncio del
secretario o del policía asignado a la sala para que todos se pongan de pie.
Al ingresar el Presidente, el secretario o el policía piden que los presentes se sienten. La
ventaja de esta práctica es que fortalece la autoridad del Presidente del Tribunal, lo cual
ayuda al juez a mantener control y orden en la sala. también resulta en una pausa natural
en las conversaciones que se están llevando a cabo dentro de la sala, lo cual permite al
Presidente iniciar la audiencia sin que él, el secretario o el policía deba pedir silencio o
atención en la sala.
Para efectuar esto, se coordinara con el Secretario del Tribunal o los policías asignados
para que ellos reciban la señal de que el tribunal está listo para entrar que soliciten a los
asistentes ponerse de pie.
Ingreso sin anuncio. En otras salas, se ha optado por menos formalidad y el Tribunal
simplemente ingresa a la Sala.
b. El Presidente del Tribunal luego de ubicarse, solicita que los presentes se sienten y los
saluda.
c. El Presidente o Secretario del Tribunal indican el número de caso y las partes. Por
ejemplo: “ Caso N° ....., Ministerio Publico contra (XXX) por el delito de (XXX).

2. Instalación de Audiencia
a. El Presidente ordena la verificación de la presencia de las partes, testigos, peritos y/o
intérpretes.
b. En caso de inasistencia de una de las partes a la audiencia de juicio oral, la forma de
proceder dependerá de las circunstancias desarrolladas a continuación:
- Inasistencia del fiscal, se suspenderá la audiencia e inmediatamente se pondrá esta
inasistencia en conocimiento del superior jerárquico de la Fiscalia para que asigne otro
fiscal, sin perjuicio de la sanción correspondiente.
- Inasistencia del imputado, la audiencia tiene que suspenderse toda vez que la presencia
del imputado asistido por su abogado, es obligatoria. En consecuencia el Juez
Presidentepuede emitir el mandamiento de aprehensión a objeto de conducir al imputado a
la audiencia, toda vez que es obligación procesal de este acudir a la convocatoria del juez,
si es que está gozando de libertad. Si el imputado está en detención preventiva, el Juez
Presidente deberá verificar si se ha remitido el oficio correspondiente a la Penitenciaria
para que el imputado sea conducido a la audiencia y en su caso realizar el acto u ordenar
se explique el motivo del incumplimiento, para proceder según corresponda.

151
- Inasistencia del abogado defensor del imputado, en este caso la audiencia se
suspenderá, dando lugar a que se considere abandonada la defensa y a que se proceda al
reemplazo del defensor. El Juez Presidente indicara al imputado que tiene derecho a
tener un abogado particular y que si no cuenta con los recursos económicos se le puede
designar uno de Defensa Publica o de Oficio. De presentarse esta situación, la prórroga
para el inicio del juicio no excederá a los diez días de calendario, siempre que lo solicite el
defensor. Con la presencia de un nuevo defensor debe proseguir la audiencia.
- Inasistencia de la víctima (no constituida en querellante), comprobada su legal
notificación, la audiencia puede proseguir toda vez que la asistencia de la víctima es un
derecho de la misma y no una obligación.
- Inasistencia del querellante, se considerara abandonada la causa en aplicación del Art.
330 del Código de Procedimiento Penal, porque el querellante en calidad de parte
procesal, asume la obligación de concurrir a las audiencias a las que sea convocado.
- Inasistencia del abogado del querellante, el juez proseguirá la audiencia, permitiendo la
participación del querellante en la audiencia como víctima.
- Inasistencia de un testigo, perito o interprete, la audiencia continuara a menos que su
participación sea indispensable, en cuyo caso se suspenderá la audiencia por un plazo no
mayor de diez días calendario, señalando día y hora de la nueva audiencia, con valor de
citación para todos los presentes. En este caso, también se puede proseguir la audiencia
hasta el momento en que el testigo, perito o interprete tenga que rendir su testimonio,
utilizando ese tiempo para citarlo o en su caso emitir el mandamiento de aprehensión toda
vez que es obligación de los mismos concurrir al llamado del juez.
c. En este momento, por razones prácticas se recomienda realizar dos actuaciones que
aunque no exista norma que expresamente las prevea en el Código resultan útiles para
preservar fines procésales y mantener el orden y control en la sala.
- Identificados los testigos y peritos, advertirles que no pueden comunicarle entre sí, ni con
las personas que asisten al juicio. Asimismo, se les debe indicar que deben retirarse de la
Sala porque o deberán ver, oír ni ser informados de lo que ocurra en la audiencia. En caso
de que se comuniquen entre si, podrán testificar de igual manera pero el Tribunal tomara
en cuenta esta circunstancia a momento de valorar la prueba.
- Establecer las reglas sobre el orden en la Sala de Audiencias, por ejemplo la prohibición
de uso de celulares de Sala, de realizar comentarios en voz alta que perjudiquen el
desarrollo del juicio, a las partes de solicitar permiso al Juez Presidente para cualquier
actuación que deseen realizar en Sala, etc.
e. El Juez Presidente ordena al secretario la lectura de la acusación, salvo que el fiscal solicite
leer personalmente su acusación en cuyo caso se le dará curso, y luego el secretario
procederá a leer el auto de apertura a juicio.

3. Fundamentación del Fiscal.


El Juez- Presidente dispone que el fiscal y/o querellante fundamenten su acusación.
Algunos fiscales y abogados del querellante repiten la fundamentación contenida en sus
acusaciones. Otros van más allá, presentando su teoría del caso, de una manera
persuasiva, para intentar convencer a los jueces sobre su versión de la interpretación de
los hechos y pruebas.
La acusación puede ser ampliada por el fiscal durante el juicio basado en hechos y
circunstancias nuevas que no hayan sido mencionadas en la acusación y que modifiquen
la adecuación típica o la pena.

152
NOTA PARA LA PRÁCTICA.
Si bien la lectura de la acusación se halla exigida por artículo 344 del Código de
Procedimiento Penal, es importante valorar que según los resultados de algunos estudios
se ha indicado que la mayoría de las personas establecen opiniones sobre la culpabilidad
o inocencia de un imputado después de oír la apertura.
El hecho de que la acusación contenga una fundamentación y relate como y que pruebas
se van a utilizar para comprobar la responsabilidad del acusado empieza a formar en las
mentes de los juzgadores un modo o visión para entender toda la historia del caso.
Esto hace el trabajo del defensor mucho más difícil porque tiene que esperar la lectura de
la acusación, la apertura del fiscal, la resolución de los incidentes y recién presentar su
propia teoría del caso.
Por lo tanto, para cumplir con le ley y a la vez velar por un juicio justo y las garantías del
debido proceso, se sugiere que al ordenar la lectura de la acusación, el Presidente del
Tribunal aclare que se está leyendo la acusación del Ministerio Público, pudiendo ser el
mismo fiscal quien de lectura de su acusación, tomando en cuenta que el aspecto más
importante lo constituye la fundamentación oral de la misma, sin que ello implique
adelantarse a emitir conclusiones del caso.

4. Incidentes.
a. El Presidente ordenara el tratamiento de las cuestiones incidentales. Para ello, se
consultara a las partes si tienen algún incidente que presentar, concediendo la palabra a la
parte que ha presentado el incidente para que lo fundamente y luego a la otra parte. El
Juez o Presidente del Tribunal puede establecer un tiempo limitado para su
fundamentación.
b. El incidente será resuelto por el Tribunal en la misma audiencia o se puede diferir su
tratamiento en sentencia si así lo resuelve el Tribunal.
Si se decide resolver inmediatamente el incidente, se puede ordenar un receso en Sala
para poder analizar y resolver el incidente.
5. Informar al Imputado Sobre sus Derechos .
a. Hecho atribuido. El Juez o Presidente del Tribunal explica al imputado con palabras claras
y sencillas el hecho que se le atribuye con todas sus circunstancias de tiempo, lugar y
modo, indicándole la calificación legal que corresponde y su significado, asi como la pena
prevista y un resumen de los medios de prueba existentes que ha ofrecido la parte
acusadora como prueba de cargo.
b. Derecho de ser oído. El Juez o Presidente del Tribunal indicara al imputado que tiene la
posibilidad de hacer uso de la palabra y declarar sobre los hechos que se le atribuyen y
que durante el proceso tiene derecho de ser escuchado cuantas veces quiera, siempre
que se refiera a su defensa.
El Juez o Presidente del Tribunal debe explicar al imputado y/o su defensor como debe
pedir la palabra si el imputado quiere intervenir y ser escuchado en algún momento.
c. Derecho a guardar silencio o abstenerse de declarar. El Juez o Presidente del Tribunal
advierte al imputado que de acuerdo a la Constitución y las leyes tiene el derecho de
declarar o de abstenerse de hacerlo, sin que de su silencio o de su negativa a declarar se
derive ninguna presunción de culpabilidad o perjuicio o en su contra.
El imputado debe entender que:
I. En caso de declarar, podrá ser interrogado por el fiscal, el querellante, el defensor y los
miembros del tribunal, en ese orden.

153
II. En caso de abstenerse de declarar, esto no significara ningún perjuicio en su contra y que
el juicio continuara su curso aunque no declare.
d. Derecho de comunicación con su defensor. El Juez o Presidente del Tribunal también le
explicara al imputado que tiene derecho a comunicarse con su defensor en todo momento
durante el juicio ,excepto cuando está declarando.

6. Declaración del Imputado.


En todo caso, sea que el imputado decida declarar o no, se le preguntaran los siguientes
datos.
a. Generales de ley. Una vez informado sobre sus derechos, el Presidente del Tribunal le
realiza las siguientes preguntas para su identificación;
• ¿Cuál es su nombre completo?
• ¿Qué edad tiene? ¿Cuál es la fecha de su nacimiento?
• ¿Dónde nació?
• ¿Cuál es su estado civil?
• ¿Cuántos hijos tiene? (si responde ser casado o concubino)
• ¿Tiene usted familiares? (padre, madre, otros)?
• ¿Qué grado de instrucción tiene?
• ¿Cuál es su ocupación?
• ¿Dóndeestá ubicado su domicilio actual?
• ¿Cuál es su domicilio procesal, es decir la oficina de su abogado?
• ¿Ha sido juzgado anteriormente por algún delito?, ¿Qué resultado tuvo el proceso?, ¿ Qué
tribunal dictó la sentencia?, ¿ Cumplió la condena?, ¿Por qué no?
b. Declaración. El Juez o Presidente del Tribunal la pregunta al imputado si ha decidido
declarar o no. Si el imputado manifiesta su deseo de declarar le indica que tiene la palabra
y cede el espacio necesario para su declaración.

NOTA PARA LA PRÁCTICA.


A fin de verificar su identidad, se puede solicitar que el imputado muestre su cedula de
identidad o pasaporte para confirmar la información.
El Código de Procedimiento Penal señala que en todos los casos, el imputado será
preguntado por estos datos, sin embargo si bien el Juez o Presidente del Tribunal puede
hacerle estas preguntas, si el imputado no quiere declarar estos datos, no se lo puede
obligar y entonces tendrá que recurrirse a otros medios para la identificación del imputado.
c. Interrogatorio. Hecha la declaración del imputado, el fiscal tiene el derecho de interrogar al
imputado, seguido por el querellante, el defensor y finalmente los miembros del Tribunal.

7. Presentación de la defensa.
El Juez dispone que el defensor exponga su defensa.

C. Pruebas.
A efecto de guiar la producción de prueba, es conveniente recordar los principios
generales de la actividad probatoria establecidos por la doctrina y que han sido adoptados
en el Código de Procedimiento Penal:
a. Libertad Probatoria. La libertad probatoria admite la posibilidad de cualquier hecho o
circunstancia que constituya objeto del proceso – en sentido material- pueda ser probado y

154
en consecuencia también admite la posibilidad de utilizar cualquier medio de prueba lícito
para cumplir con el objetivo de averiguar la verdad real.
En consecuencia el juez tiene que admitir como medios de prueba, todos los elementos
lícitos de convicción que puedan conducir al conocimiento de la verdad histórica del hecho,
de la responsabilidad y de la personalidad del imputado. Un medio de prueba será
admitido si se refiere, directa o indirectamente, al objeto de la investigación y sea útil para
el descubrimiento de la verdad. Ej. Producir prueba que ponga en duda la credibilidad del
testigo.
b. Legalidad. El principio de legalidad puede entenderse con relación a la predeterminación
legal de los medios de prueba. El incumplimiento de este principio conlleva la imposibilidad
de considerar esas pruebas de sentencia.

El principio de legalidad, en consecuencia determina:


- La exclusión de la prueba ilegal o prohibición de utilizar las pruebas que surgen de actos
que vulneren derechos y garantías consagradas en la Constitución Política del Estado, en
las Convenciones y Tratados internacionales vigentes, el Código de Procedimiento Penal y
otras leyes de la Republica.
- La exclusión de la prueba obtenida en virtud e información originada en un procedimiento o
medio ilícito.
c. Pertinencia y legalidad. El juez limitara los medios de prueba ofrecidos cuando ellos
resulten manifiestamente excesivos o impertinentes. Es importante hacer notar que el
Código señala que solo se limitara la prueba manifiestamente excesiva o impertinente, por
ello en caso de duda sobre su pertinencia o utilidad, el Juez o Presidente del Tribunal debe
preferir admitirla.
d. Comunidad de la prueba o adquisición procesal. La prueba aportada por cualquiera de las
partes beneficia o desfavorece a ambas. Esto también significa que cualquiera de las
partes puede producir la prueba ofrecida por si o por la contraparte, dado que una ves la
prueba ha sido ofrecida por cualquiera de las partes, rige el principio de comunidad de la
prueba.
e. Unidad de la prueba. Los hechos pueden ser probados por uno o mas medios de prueba
porque la valoración de la prueba se realiza en conjunto.
f. Inmediación. El tribunal debe tomar conocimiento personal y directo de la producción de
las prueba. En virtud a este principio también puede interpretarse que el testimonio de
oídas debe evitarse porque mediatiza la información, en consecuencia se debe procurar
presentar ha testigos que han tenido conocimiento personal y directo de las circunstancias
que constituyen objeto de la prueba.
g. No taxatividad de los medios de la prueba. El principio de no taxatividad de los medios de
prueba, se refiere a la libertad de utilización de medios probatorios no codificados, de
manera que la búsqueda de la verdad queda abierta a las innovaciones y la evolución en
general de las técnicas investigativas. Por ello, el Código de procedimiento Penal señala
que podrán utilizarse otros medios de prueba además de los previstos y que su
incorporación al proceso se sujetara a un medio análogo de prueba previsto.
h. Alternabilidad. El Código de Procedimiento Penal no establece un orden taxativo en la
producción de las pruebas, salvo la determinación de que primero se presenta la prueba
del Ministerio Publico, luego la del querellante y finalmente la de la defensa. Además,
permitir que la prueba se produzca en el orden y de acuerdo a la estrategia que las partes
tengan, facilita no solo el desarrollo del juicio sino el cumplimiento de los principios de
continuidad y celeridad.

155
1. Producción de Pruebas. Una vez terminada la apertura de la defensa, se permite la
producción de la prueba. El orden de la producción de la prueba es la siguiente:
a. Ofrecida por el Ministerio Publico.
b. Ofrecida por el querellante
c. Ofrecida por la defensa/ el imputado.
Al margen de este orden establecido en el Código de que primero se produzca la
prueba ofrecida por el Ministerio Publico, luego la del querellante y finalmente la de la
defensa, no existe un orden rígido para su producción, el orden de producción de la prueba
dependerá de la parte y de su estrategia.
2. Testimonio de Testigos. El Presidente indica al fiscal que puede empezar la presentación
de sus pruebas. Los pasos descritos a continuación son similares para el caso de un
perito.
a. Llamar al testigo. La parte (siguiendo el orden indicado arriba) llama al testigo que quiere
interrogar y el testigo ingresa al lugar determinado para su declaración.
b. Orientación del testigo. Antes de iniciar los interrogatorios , el juez o Presidente del
Tribunal debe informar al testigo de sus obligaciones testifícales y las facultades de
abstención. Se sugiere que el Juez o Presidente del Tribunal cubra los siguientes puntos
con cada testigo.
I. “ Ud. tiene la obligación de decir la verdad de cuanto conozca y le sea preguntado”.
II. “ Si usted incurre en contradicciones se lo conminara a que explique el motivo de
ellas. Si no lo hace y su declaración revela indicios de falso testimonio, se
suspenderá el acto y se remitirán antecedentes al Ministerio Publico para que inicie
la acción penal correspondiente”.
III. “ Ud. no podrá ser obligado a declarar sobre hechos de los cuales pueda surgir su
responsabilidad penal. Si Ud. no quiere responder a una pregunta por este motivo,
lo indica y yo voy a decidir si tiene que responder o no”.
IV. “ Ud. debe abstenerse de declarar sobre los hechos que hayan llegado a su
conocimiento bajo deberes de secreto y reserva legalmente establecidos”.
V. “ Si Ud. es cónyuge, conviviente o pariente del imputado sea por consanguinidad,
adopción o afinidad, ( es decir pariente del esposo (a) o concubino (a) del imputado
(a) tiene derecho a abstenerse de declarar contra él, en todo o en parte. Si se
presenta una de estas situaciones, una vez tomado el juramento de ley hágamelo
saber”.
Después de orientar al testigo o perito de acuerdo con los puntos antes
mencionados, se sugiere que el juez presidente pregunte al testigo si entiende todo
lo que se ha dicho o de lo contrario aclarar los puntos en duda.
c. Juramento del testigo .Según su creencia, el testigo tiene que prestar juramento o promesa
de decir verdad. Una manera de efectuar esto es que el Juez o Presidente del Tribunal
pregunte al testigo: “ De acuerdo a sus creencias (religión, valores, etc.), Ud. promete o
jura decir la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad de todo lo que se le
pregunte?” y debe contar con la respuesta afirmativa del testigo.
d. Interrogatorio base. Después de la orientación del testigo y la prestación del juramento, el
Juez o Presidente del Tribunal tiene que hacer un interrogatorio base para establecer la
identidad del testigo y las circunstancias generales de su conocimiento para poder valorar
su testimonio.
Para efectuar esto, se sugiere que primero el juez pregunte al testigo:

156
“ Si Usted teme por su integridad física o de otra persona que esté relacionada a su
testimonio, indíquenos ahora para poder tomar las medidas necesarias para su
protección”.
Esto tiene que ser preguntado primero para proteger al testigo y establecer la base para
permitir que el testigo indique su domicilio en forma reservada. Si el testigo responde
afirmativamente, recuerde que el fiscal puede solicitar en cualquier momento antes de la
sentencia la imposición de medidas cautelares y el juez debe estar listo para recibir y
decidir, en este momento, sobre una solicitud oral de parte del fiscal para la aplicación de
una medida cautelar. También es importante recordar que se esta implementando el
Programa de Protección a Testigos, Victimas y otros funcionarios, previsto en la Ley del
Ministerio Publico.
Después, el Juez o el Presidente del Tribunal interroga al testigo sobre su identidad
personal y las circunstancias generales para valorar su declaración. Se sugiere realizar las
siguientes preguntas:
I. ¿Cuál es su nombre completo?
II. ¿Cuál es el número de su cédula de identidad?
III. ¿Qué edad tiene?
IV. ¿Cuál es su estado civil?
V. ¿Dónde nació?
VI. ¿Cuál es su ocupación?
VII. ¿Dónde vive? ( salvo que por razones de seguridad, el juez o Presidente haya
determinado que indicará su domicilio en forma reservada)
VIII. A su izquierda se encuentra el acusado y su defensor, ¿ Es usted amigo, enemigo
o pariente de (nombre del acusado) o de su defensor (nombre del abogado)?.
IX. A su derecha se encuentra la parte acusadora: el fiscal, la víctima y su abogado: ¿
es usted amigo, enemigo o pariente de ( nombre de la víctima), de su abogado
(nombre del abogado del querellante si lo hay) o del fiscal ( nombre del
representante del Ministerio Publico)?
X. Tiene usted algún interés de favorecer o perjudicar a alguna de las partes en
este proceso?
Si el testigo tiene alguna dificultad con el idioma castellano o adolece de algún
impedimento físico ( sordo, mudo, ciego, etc.) el Juez o Presidente del Tribunal
dispondrá, de oficio o a petición de parte, las medidas necesarias para ser
asistidos por un intérprete, traductor, que se exprese por escrito o en la forma que
se facilite tomar su declaración.
e. Interrogatorio directo. El Juez o Presidente del Tribunal indica al fiscal que puede realizar
su interrogatorio. Finalizando su interrogatorio, se cede la palabra al abogado del
querellante (si lo hay) y finalmente a la defensa.
Recuerde que las preguntas de la defensa pueden provenir del abogado defensor o del
mismo imputado, en ejercicio de su derecho a la defensa material.

NOTA PARA LA PRÁCTICA


A diferencia de otros sistemas acusatorios orales, nuestro Código de Procedimiento Penal
no distingue entre un “interrogatorio directo” y un “ contra – interrogatorio” es decir, el
interrogatorio hecho al testigo llamado por un parte, digamos la fiscalia (interrogatorio
directo) y el interrogatorio hecho por la otra parte, la defensa, al testigo de la fiscalia
(contra – interrogatorio).

157
Bajo los conceptos de interrogatorio directo y contra- interrogatorio, este ultimo debe
limitarse a los temas tocados por la otra parte en su interrogatorio directo.
Esta diferenciación no existe en nuestro sistema y es importante considerarla a momento
de consultar textos de litigación foráneos. No obstante, estas técnicas y practicas tienen
mucho desarrollo en otros sistemas, por lo que los abogados litigantes deben estar
informados de ellas mientras la reforma procesal penal sigue en su implementación y
desarrollo.

f. Interrogatorio del Tribunal . luego del fiscal, querellante y defensor, se permite preguntar a
los miembros del tribunal. Debe tomarse especialmente en cuenta que, del mismo modo
que las partes no pueden formular preguntas sugestivas, capciosas o impertinentes, los
miembros del Tribunal tampoco pueden hacerlo y, en caso de formular una pregunta en
esos términos, las partes tienen el derecho de objetarla.
El Presidente del Tribunal cederá la palabra a sus colegas jueces técnicos para formular
sus preguntas.
g. Permanencia en sala o retiro. Finalizado el interrogatorio, se podrá ordenar al testigo que
presencie la audiencia, permanezca en la antesala o se retire.

3. Testimonios especiales o en circunstancias especiales. De acuerdo al Código, en


ciertas circunstancias el testimonio puede ser tomado fuera de la sala de audiencia o bajo
condiciones de reserva :
a. Altos funcionarios, de Estado pueden dar su testimonio:
1. Normalmente en la sala de audiencia como cualquier otro
testigo;
2. En el lugar donde cumplen sus funciones;
3. En su domicilio; o
4. Por escrito.
El juez, fiscal, y defensor no deben confundir la obligación de dar testimonio
con el modo de rendirlo. Solo el modo de rendir el testimonio está sujeto a este tratamiento
especial, dentro de los parámetros y opciones establecidos por ley e indicadas arriba, con
el único objeto de precautelar la continuidad en el cumplimiento de estas funciones de
interés estatal.
Los funcionarios que gozan de esta posibilidad de determinar la manera de rendir su
testimonio son : el Presidente y Vicepresidente de la República ; Presidentes de las
Cámaras Legislativas, Presidente de la Corte Suprema, Presidente del Tribunal
Constitucional, Fiscal General de la Republica, Defensor del Pueblo, representantes de
misiones diplomáticas, Parlamentarios y Ministros de Estado.
b. Testigos con impedimento físico que imposibiliten su presencia en la Sala de
Audiencia a objeto de rendir sus testimonios. Estas personas pueden dar su testimonio:
i.- En su domicilio; o
ii.- En el lugar de su hospitalización.

c. Menores de dieciséis años, quienes deben dar su testimonio en privado.


Sin perjuicio de la fase en que se encuentre el proceso, el juez o tribunal, dispondrá la
recepción de sus testimonios en privado con el auxilio de familiares o peritos
especializados en el tratamiento de niños, para garantizar el respecto a las condiciones
inherentes al declarante.

158
El Juez o Presidente del Tribunal ordenará que el público se retire de la Sala de Audiencia
o dispondrá que el Tribunal, las partes y el declarante se retiren a otra sala para recibir la
declaración en privado.
d. Personas agredidas sexualmente o que alegan haber sido agredidas sexualmente quienes
darán su testimonio en privado.
Sin perjuicio de la fase en que se encuentre el proceso, el Juez o Presidente del Tribunal,
dispondrá su recepción en privado con el auxilio de familiares o peritos especializados en
el tratamiento de estas personas, para garantizar el respecto a las condiciones inherentes
al declarante.
El Juez o Presidente del Tribunal ordenara que el público se retire de la Sala de Audiencia
o dispondrá que el tribunal, las partes y el declarante se retiren a otra sala para recibir la
declaración en privado.

4. Testimonio de Peritos.
a. Llamar al Perito. La parte (siguiendo el orden indicado arriba) llama al perito que quiere
interrogar y el perito ingresa al lugar determinado para su declaración.
b. Orientación del perito. Antes de iniciar los interrogatorios, el Juez o Presidente del
Tribunal debe informar al perito de sus obligaciones, impedimentos y las facultades de
abstención. Se sugiere que el Juez o Presidente del Tribunal cubra los siguientes puntos
en cada perito:
I. “ Ud. tiene la obligación de desempeñar el cargo para el que ha sido
designado previo juramento o promesa y decir la verdad de cuanto conozca y
le sea preguntado, emitiendo su dictamen conforme a su leal saber y
entender.”
II. “ Ud. no puede ser perito en este caso si ha sido testigo del hecho objeto de
este proceso.”
III. “ Ud. no podrá ser obligado a declarar sobre hechos de los cuales pueda
surgir su responsabilidad penal. Si Ud. no quiere responder a una pregunta
por este motivo, lo indica y yo voy a decidir si tiene que responder o no.”
IV. “ Ud. debe abstenerse de declarar sobre los hechos que hayan llegado a su
conocimiento bajo deberes de secreto y reserva legalmente establecidos.”
V. “ Si Ud. es cónyuge, conviviente o pariente del imputado sea por
consaguinidad, adopción o afinidad ( es decir pariente del esposo (a) o
concubino (a) del imputado (a) tiene derecho a abstenerse de declarar contra
el, en todo o en parte. Si una de estas situaciones se presenta, hágamelo
saber una vez tomado el juramento de ley.”
VI. “ Ud. puede excusarse o ser recusado por las partes por los mismos motivos
que los jueces.” El Juez o Presidente del Tribunal explicara al perito los
causales de excusa previstas en el Articulo 316 del Código de Procedimientos
Penal.”
VII. “ Ud. tiene la obligación de Declarar la verdad en este proceso sobre su
dictamen pericial. Si se niega a declarar, la ley faculta a disponer su arresto
hasta por veinticuatro horas, al término de las cuales si persiste en su negativa
a declarar se remitirán antecedentes al Ministerio Público y se le iniciara causa
penal por el delito de falso testimonio. Si afirma una falsedad, niega o calla
una verdad y su declaración revela indicios de falsos testimonios, también se
remitirán antecedentes al Ministerio Público para la acción penal
correspondiente.

159
VIII. “ Ud. está obligado a guardar reserva de todo cuanto ha conocido o conozca,
con motivo de esta actuación.”
Después de esta orientación el perito de acuerdo con los puntos arriba, se sugiere que el
Juez o Presidente del Tribunal pregunte al perito si entiende todo lo que ha dicho, y aclare
cualquier punto sobre el que el perito tiene duda.
c. Juramento del Perito. Según su creencia, el perito tiene que prestar juramento o promesa
de decir verdad y emitir su dictamen conforme a su leal saber y entender. Una manera de
efectuar esto es que el Juez o Presidente del Tribunal pregunte al perito : “ De acuerdo a
sus creencias (religión, valores, etc., Ud. promete o jura decir la verdad, toda la verdad, y
nada más que la verdad de todo lo que se le pregunte, emitiendo su dictamen conforme a
su leal saber y entender?, y debe contar con la respuesta afirmativa del perito.
d. Interrogatorio base. Después de la orientación del perito y la prestación del juramento, el
Juez o Presidente del Tribunal tiene que hacer un interrogatorio base para establecer la
identidad del perito y las circunstancias generales de su conocimiento para poder valorar
su testimonio.
Para efectuar esto, se sugiere que primero el juez pregunte al perito:
“ Si Usted teme por su integridad física o de otra persona que esté relacionada a su
testimonio, indíquenos ahora para poder tomar las medidas necesarias para su
protección.”
Esto tiene que ser preguntado primero para proteger al perito y establecer las base para
permitir que indique su domicilio en forma reservada. si el perito responde afirmativamente,
recuerde que el fiscal puede solicitar en cualquier momento antes de la sentencia la
imposición de medidas cautelares y el juez debe estar listo para recibir y decidir, en este
momento, sobre una solicitud oral de parte del fiscal para la aplicación de una medida
cautelar. También es importante recordar que se está implementando el Programa de
Protección a Testigos, Víctimas y otros funcionarios, previsto en la Ley del Ministerio
Público.
Después, el Juez o Presidente del Tribunal interroga al perito sobre su identidad personal y
las circunstancias generales para valorar su declaración. Se sugiere realizar las siguientes
preguntas :
1. ¿Cuál es su nombre completo?
2. ¿Cuál es el número de su cedula de identidad?
3. ¿Qué edad tiene?
4. ¿Cuál es su estado civil?
5. ¿Dónde nació?
6. ¿Cuál es su ocupación?
7. ¿Dónde vive? (salvo que por razones de seguridad, el Juez o Presidente
haya determinado que indicara su domicilio en forma reservada).
8. A su izquierda se encuentra el acusado y su defensor, del acusado) o de su
defensor (nombre del abogado)?.
9. A su derecha se encuentra la parte acusadora: el fiscal, la víctima y su
abogado: ¿ Es usted amigo, enemigo o pariente de (nombre de la víctima),
de su abogado (nombre del abogado del querellante si lo hay) o del fiscal
(nombre del representante del Ministerio Publico)?
10. ¿ Tiene usted algún interés de favorecer o perjudicar a alguna de las partes
en este proceso?

160
e. Interrogatorio directo. El Juez o Presidente del Tribunal indica que al fiscal que puede
realizar su interrogatorio. Finalizado su interrogatorio, se cede la palabra al abogado del
querellante (si lo hay) y finalmente a la defensa.
Recuerde que las preguntas de la defensa pueden provenir del abogado defensor o del
mismo imputado.
Recuerde que los peritos tienen la facultad de consultar documentos, notas escritas,
publicaciones y de utilizar medios técnicos durante su declaración.
Por otra parte, el Código de Procedimiento Penal establece que el Juez o Tribunal pueden
autorizar la intervención de consultores técnicos propuestos por las partes, quienes podrán
presenciar la pericia y hacer observaciones durante su transcurso sin emitir dictamen. En
la audiencia, los consultores técnicos pueden asesorar en las partes, interrogar
directamente a los peritos, traductores o intérpretes y concluir sobre la prueba pericial, bajo
la dirección de la parte a la que asisten.
f. Interrogatorio del Tribunal. Luego del fiscal, querellante y defensor, se permite preguntar a
los miembros del Tribunal. Debe tomarse especialmente en cuenta que, del mismo modo
que las partes no pueden formular preguntas sugestivas, capciosas o impertinentes, los
miembros del Tribunal tampoco pueden hacerlo y, en caso de formular una pregunta en
estos términos , las partes tiene el derecho de objetarla.
g. Permanencia en sala o retiro. Finalizado el interrogatorio, se podrá ordenar al perito que
presencie la audiencia, permanezca en la antesala o se retire.

5. Pruebas Literales y Materiales. Las pruebas literales y materiales serán incorporadas al


juicio, en el momento que el fiscal o defensor considere que es apropiado de acuerdo con
su estrategia para el caso.
Recordando lo anteriormente mencionado, el único orden obligatorio de presentación de
pruebas es por orden de partes – primero la prueba del Ministerio Publico, luego la del
querellante si hay, y después la prueba de defensa-. Dentro de este esquema, el orden en
que las pruebas serán presentadas está totalmente librado a la discreción y estrategia de
las partes.
Las pruebas que consisten en objetos u otros elementos materiales de convicción, deben
ser exhibidas en un lugar central que facilite el acceso del secretario, para que los
entreguen a las partes cuando lo soliciten.

DISCUSIÓN FINAL Y CLAUSURA DEL DEBATE (Leer detenidamente el Art. 356 del CPP,
pues dicha norma es bastante clara sobre los pasos a seguir).

DELIBERACIÓN, SENTENCIA y REGISTRO DEL JUICIO (Lo mismo, leer del art. 357 al 372
del CPP)

EJERCICIOS (Por subir a Tarea en plataforma virtual)

1. ¿En qué consiste el juicio oral?


2. ¿En qué consiste el Principio de Legitimidad?
3. ¿En qué consiste el Principio de Libertad probatoria?
4. ¿En qué consiste el Principio de Pertinencia de la Prueba?
5. ¿En qué consiste el Principio de la congruencia?
6. ¿Cuál es la ubicación de las partes en la audiencia de Juicio Oral?

161
7. ¿Qué, se entiende por Técnicas de Litigación Oral?
8. ¿Se puede interponer incidentes y excepciones en el juicio oral y en qué momento es
posible hacerlo?
9. Diga que otros medios de prueba existen fuera de los supra mencionados.

BIBLIOGRAFÍA

Herrera Añez, William, Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, Ed. Kipus,
Cochabamba, 2d. Edición, 2015, Cap. 14 a 16. (es decir de la página 353 al 400).

5. RECURSOS DE INFORMACIÓN COMPLEMENTARIOS

Para complementar y profundizar su aprendizaje en esta tutoría (unidad), se le sugiere


pueda consultar la jurisprudencia que se encuentra en la plataforma NUR Virtual de la
materia y hacer búsqueda de jurisprudencias en los siguientes recursos de información:

1.- Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia: http://www.tcpbolivia.bo/

2.-Tribunal Supremo de Justicia: http://tsj.bo/

3.- Código de Procedimiento Penal concordado y comentado:


http://www.procedimientopenal.com.bo/

162
TUTORIA 7

1. CONTENIDO DE LA TUTORÍA

Fundamentos teóricos de los PROCEDIMIENTOS ESPECIALES: Procedimiento


abreviado, concepto, su importancia; la reparación del daño, planteamiento,
procedimiento; procedimiento por delitos de acción privada; procedimiento para delitos
flagrantes. Conceptos, aplicación, procedencia. Procedimiento inmediato en casos de
delitos flagrantes

2. CAPACIDAD (ES) A DESARROLLAR

Capacidad de identificar, realizar, esquematizar y analizar críticamente los distintos


procedimientos especiales que menciona el Código de Procedimiento Penal boliviano.

3. ACTIVIDADES PREVIAS A LA TUTORÍA

163
Usted debe realizar las siguientes actividades previas antes del encuentro de la tutoría:

1. Aportar en la Wiki de la materia en lo que respecta a la palabra o las palabras


que aparecerá en esta semana que deberán los estudiantes explicar y
desarrollar ampliamente.
2. Aportar su opinión en plataforma virtual en el Foro de la Tutoría 7
3. Resuma todo el tema de la tutoría 7 en un mapa conceptual.

4. DESARROLLO

1. INTRODUCCION: PROCEDIMIENTO ABREVIADO.

Con el título de “procedimientos especiales y modificaciones al procedimiento común”, libro


segundo, de la segunda parte del nuevo Código procesal penal, el legislador ha introducido en el
ordenamiento jurídico boliviano el procedimiento penal abreviado. Aunque ya hemos tenido
procedimientos rápidos, como el viejo proceso por delitos de acción privada (art. 261 y ss), los
delitos por narcotráfico (ley 1008) y los controvertidos casos de los narcoarrepentidos, 1 el
legislador ha creado el proceso penal abreviado para introducir expresamente la figura, de origen
anglosajón, de la conformidad del imputado.

Lo primero que llama la atención es la poca sistematización y el carácter híbrido de este


proceso, que ha sido reglamentado sólo en dos artículos; y lo segundo, aunque en el proyecto de

1
El referido decreto supremo No. 22881, de fecha 29 de julio de 1991, estableció lo siguiente:

Artículo 1.- Las personas que hubieran cometido cualquiera de los delitos tipificados en la Ley 1008 podrán ocurrir voluntariamente
ante un fiscal de sustancias controladas, en el marco de los derechos, deberes y garantías establecidos por la Constitución política del estado,
para expresar libre y espontáneamente los hechos punibles en los delitos en que hubieran intervenido como autores o cómplices.

Artículo 2.- Las personas a las que se refiere el artículo anterior, deberán facilitar la investigación del o de los delitos expresados,
entregar los medios e instrumentos empleados en la comisión de los mismos y declarar sus bienes, ante las autoridades llamadas por ley.

Artículo 3.- Las personas a las que se refieren los artículos precedentes podrán alegar arrepentimiento como atenuante general del o los
delitos confesados, en conformidad con el artículo 40, inciso 3 del Código penal.

Artículo 4.- Si concurrieran las condiciones establecidas en el presente decreto, el ministerio público, a tiempo de ejercer la acción
penal, podrá requerir la fijación de la pena mínima.

Artículo.- 5.- El ministerio de relaciones exteriores y culto no dará curso a ningún trámite de extradición de aquellos ciudadanos
bolivianos que se hubieran sometido a lo dispuesto por este decreto, en el plazo señalado en el artículo siguiente.

Artículo 6.- El presente decreto supremo regirá por un plazo de 120 días a partir de su fecha.

164
1977 se consignaba como un proceso especial, siguiendo la doctrina española, 2 no estaremos, en
realidad, frente a un verdadero proceso especial sino ordinario, que introduce la institución de la
conformidad del imputado y de su defensor.

En el viejo continente el procedimiento penal abreviado nace de la recomendación número 18


del comité de ministros del consejo de Europa, en la década de los 80, y luego fue introducido en
la mayoría de los países signatarios. En España 3 se denomina procedimiento abreviado al utilizado
en determinados delitos castigados con penas privativas de libertad no superiores a seis años y,
por ende, para infracciones penales relativamente leves.

Moreno Catena 4 sostiene que dos eran los objetivos básicos que se pretendían alcanzar con
esta reforma: “en primer término, acomodar la organización judicial en el orden penal al derecho a
un proceso público con todas las garantías, entre las que figura el derecho a un juez imparcial,
mediante la introducción de una nueva clase de órganos unipersonales para evitar que la
imparcialidad objetiva quedara comprometida por su anterior actuación como instructor de la
causa penal; en segundo término, lograr en el seno del proceso penal una mayor simplicidad y una
mejor protección de las garantías del imputado”.

Aun cuando no existe ninguna explicación o justificación de parte del legislador boliviano, el
procedimiento penal abreviado, además de la simplificación del procedimiento, se limita a
introducir la figura de la conformidad del imputado y de su defensor. Como no especifica en qué
casos o delitos 5, se entiende (hasta que la doctrina vinculante de la corte suprema de justicia
disponga lo contrario) que se debe adoptar para todos los delitos, si se cumplen los presupuestos
legales, al mejor estilo norteamericano.

2. LA CONFORMIDAD DEL IMPUTADO

Como ya hemos puesto de manifiesto, la conformidad o confesión constituye un acto de


disposición del imputado y de su defensa. Mientras en otros ordenamientos jurídicos la
conformidad se permite en el proceso común para determinadas penas, el nuevo Código procesal
sólo la reconoce en el procedimiento abreviado.

2
Vid. GIMENO SENDRA, Vicente; CORTES DOMINGUEZ, Valentín y MORENO CATENA, Víctor: Derecho Procesal Penal, Madrid,
1996, p. 716.

3
El proceso penal abreviado español fue creado por Ley orgánica 7/1988, de 28 de diciembre. Aunque nace como un proceso especial, fue
convertido en un proceso ordinario.

4
MORENO CATENA, Víctor; GIMENO SENDRA, Vicente y CORTES DOMINGUEZ, Valentín: Derecho Procesal Penal, Madrid, 1996, p.
766.

5
Con mejor tecnicismo legislativo, el proyecto del CPP de 1977 (art. 479) especificaba que el procedimiento abreviado, además de estar previsto
como un procedimiento especial, aclaraba que se aplicaba cuando la pena no era mayor a cinco años de privación de libertad o de una pena no
privativa de libertad.

165
6

Gimeno Sendra aclara que “la conformidad es un acto unilateral de postulación y de


disposición de la pretensión, efectuado por la defensa y realizado en el ejercicio del principio puro
de oportunidad, por el que, mediante el allanamiento a la más elevada petición de pena, que nunca
puede exceder a los seis años de privación de libertad, se ocasiona la finalización del
procedimiento a través de una sentencia con todos los efectos de la cosa juzgada”.

La conformidad o declaración de voluntad elimina trámites procesales, acorta y simplifica el


procedimiento, pero no evita que el juez tenga que dictar sentencia, resolución que, en el caso
específico, pone fin al proceso abreviado, y está condicionado a “contar con el acuerdo del
imputado y su defensor, el que deberá estar fundado en la admisión del hecho y su participación”.
Como consecuencia, “la sentencia se fundará en el hecho admitido por el imputado pero la
condena no podrá superar la pena requerida por el fiscal”.

La confesión o transacción penal, como se llama en EE.UU., responde fundamentalmente a


razones de economía procesal: obviar el juicio oral y público y, con ello, la búsqueda y
producción de prueba, poner de relieve el hecho de que es más efectivo el castigo inmediato,
estimular la pronta reparación de los daños causados a la víctima, etc.

Aunque han existido muchos casos, sin problemas, de procedimiento abreviado que se han
sido resueltos en tiempo récord, poniendo así de manifiesto sus ventajas para las partes y el juez,
llama la atención, sin embargo, que hayan operadores jurídicos (en unos casos por
desconocimiento y, en otros, por prejuicios) que todavía siguen renuentes a utilizar este tipo de
procedimiento.

3. AMBITO DE APLICACION Y COMPETENCIA

a) Con más falencias que aciertos, el legislador sostiene que concluida la investigación, esto
es, la etapa preparatoria del juicio, el fiscal podrá solicitar al juez de la instrucción, en su
requerimiento conclusivo, que se aplique el procedimiento abreviado. Como presupuesto
legal, deberá contar con el acuerdo del imputado y de su defensor, fundado en la admisión
del hecho y de su participación en él. Si existen varios imputados, se puede aplicar sólo a
alguno de ellos, y continúa el proceso para los otros. En caso de oposición fundada de la
víctima o que el procedimiento común permita un mejor conocimiento de los hechos, el
juez podrá negar la aplicación del procedimiento abreviado (art. 373).

b) El precepto establece que el juez instructor es el órgano jurisdiccional competente (art.


54.3) para la sustanciación y resolución del proceso abreviado, y sólo se puede adoptar,

6
GIMENO SENDRA, Vicente; CORTES DOMINGUEZ, Valentín y MORENO CATENA, Víctor: Derecho Procesal Penal, Madrid, 1996, p.
328.

166
previo acuerdo del imputado y de su defensor, fundado en la admisión de la culpabilidad y
participación en el hecho y la renuncia del imputado al juicio oral y público.

En conocimiento del acuerdo y el pedido del fiscal, el juez instructor señalará audiencia
oral, donde escuchará al fiscal, al imputado, a la víctima o al querellante y previa
comprobación de los presupuestos legales (existencia del hecho y la participación del
imputado, renuncia al juicio oral y público y que el reconocimiento de culpabilidad sea
libre y voluntario), dictará sentencia condenatoria, con la aclaración de que la pena puede
incluso disminuir, pero no aumentar a la requerida por el fiscal (art. 374).

c) A diferencia de otros ordenamientos jurídicos, el legislador boliviano no establece ningún


límite y, por tanto, deja abierta la posibilidad de que se aplique a todos los delitos. A título
de buscar la confesión o el reconocimiento voluntario de culpabilidad del imputado, la
conformidad podría convertirse en un arma de doble filo en manos de la policía y del
fiscal; además, siempre entraría, de alguna manera, en contradicción con el mandato
constitucional de no declarar contra sí mismo.

4. ETAPAS DEL PROCESO ABREVIADO

A diferencia del proceso penal abreviado español que, como es un proceso común, se
estructura en tres fases, salvo tratándose de que haya la conformidad del imputado, en el novel
procedimiento boliviano sólo podríamos hablar de dos etapas bien marcadas. En lo pertinente
aplicamos todas las normas del proceso penal común, puesto que son supletorias para los demás
procedimientos; además, en caso de duda o de colisión entre las normas del procedimiento común
y las demás, han de prevalecer las normas del procedimiento ordinario (art. 48).

4.1 La etapa preparatoria del juicio

La iniciación del proceso abreviado puede ser por cualquiera de los medios conocidos
(denuncia, querella o de oficio) que, a su vez, se produzca con todas sus características la etapa
preparatoria del juicio, y el fiscal concluya pidiendo al juez de la instrucción que se aplique el
procedimiento abreviado.

4.2 La sentencia

En conocimiento del requerimiento conclusivo del fiscal, dentro de las veinticuatro horas, el
juez instructor convocará a una “audiencia oral y pública. En el acto, escuchará al fiscal, al
imputado, a la víctima o al querellante, previa comprobación de 1) la existencia del hecho y la
participación del imputado; 2) que el imputado voluntariamente renuncia al juicio oral; y 3) que el
reconocimiento de culpabilidad sea libre y voluntario.

167
El Código procesal establece que, en esta audiencia, las partes (imputado, su abogado y el
fiscal) podrán, entre otras cosas, proponer la aplicación del procedimiento abreviado, y el juez
sentenciará; aclarando que será el juez instructor y no el tribunal de sentencia, aunque hemos visto
en la etapa intermedia que los jueces técnicos podrían también dictar esta sentencia (arts. 326.7,
328.4 y 374).

La sentencia, necesariamente, tiene que ser condenatoria, previo acuerdo entre el imputado y
el fiscal sobre la existencia del hecho y de su participación, de la renuncia al juicio oral y de que el
reconocimiento de su culpabilidad sea libre y voluntario, elementos que llevan al convencimiento,
con absoluta certeza, de la responsabilidad penal del imputado (art. 365); además, fijará con
precisión la pena, que no puede ser superior a la que haya pedido el fiscal, así como la forma y
lugar de su cumplimiento.

4.3 La sentencia no admite recursos

Como el reconocimiento de culpabilidad y demás presupuestos legales, en el fondo,


constituyen una declaración de voluntad unilateral del imputado y de su defensa, no se puede
alegar, al mismo tiempo, la vulneración de los derechos fundamentales y de las garantías del
debido proceso ni se puede apelar de la sentencia, ya que impera, también, el principio de que
nadie puede ir contra sus propios actos; de tal suerte que, reconocido un hecho, no puede
posteriormente el imputado negarlo o modificarlo, menos impugnarlo, salvo en el extremo de que
se hubieran vulnerado, precisamente, las previsiones contenidas para estos casos en el Código
procesal.

PROCESO POR DELITOS DE ACCION PENAL PRIVADA

1. INTRODUCCION

Al igual que en el viejo procedimiento penal, 1 el nuevo Código procesal reconoce el proceso
por delitos de acción penal privada, que son perseguibles a instancia de la parte ofendida, a quien
interesa su castigo. El legislador, sin embargo, ha sido poco afortunado en la sistematización de
este proceso, y dado que sólo se aplica a los delitos de acción privada y de acción pública pero
sancionados con pena no privativa de libertad o con pena privativa de libertad, cuyo máximo legal
sea hasta cuatro años, puede conceptuarse como especialidades procesales cualificadas por el
objeto, sin que lleguen a constituir un verdadero proceso penal especial.

1
El art. 261 del viejo CPP establecía que los juicios penales se tramitarán sin sumario o instrucción, a citación directa o sobre la base de
diligencias de policía judicial, ante el juez instructor, tratándose de los siguientes casos: 1) cuando el delito sea de acción privada; 2) cuando el
delito merezca pena no privativa de libertad; y 3) cuando el delito esté reprimido con pena privativa de libertad cuyo máximo fijado no exceda
de dos años.

168
La doctrina española 2 sostiene que se trata, simplemente, de requisitos y diligencias
adecuadas a las modalidades sustantivas, que se enmarcan en el desarrollo ordinario del proceso
penal, cuya naturaleza y esencia permanece inalterada y que “básicamente consisten en: a) la
necesidad de querella; b) la exigencia de determinados requisitos como presupuesto de
admisibilidad de la querella; c) determinadas limitaciones en orden a la prueba; d) la
simplificación del procedimiento en los supuestos de injurias o calumnias vertidas por escrito; e)
la introducción de una vista oral cuando se trate de calumnias o injurias inferidas verbalmente”.

En todos los delitos privados o perseguibles sólo a instancia de parte, además de los delitos
de acción pública, pero sancionados con pena no privativa de libertad o con pena privativa de
libertad cuyo máximo legal sea hasta cuatro años, el legislador y la práctica exigen, como
presupuesto procesal, querella del ofendido o de su representante legal, y no interviene el fiscal.

2. LEGITIMACION ACTIVA Y JUEZ COMPETENTE

A diferencia del nuevo proceso común que exige siempre la etapa preparatoria del juicio, el
Código procesal establece que quien pretenda acusar por un delito de acción privada y, por ende,
de acción pública, cuyo máximo de la pena no exceda de cuatro años, deberá presentar su
acusación ante el juez de sentencia por sí o mediante apoderado especial, conforme a lo previsto
en este Código. Cuando el querellante necesite de la realización de un acto preparatorio o
diligencia preliminar antes de la presentación de su querella, solicitará al juez que ordene a la
autoridad competente su realización, debiendo establecer plazo al efecto (art. 375).

La legitimación activa recae exclusivamente en el ofendido o su representante legal, y como


no establece ningún límite, habría que entender que pueden ser también los herederos, cónyuge y
familiares del ofendido. En el caso de las personas jurídicas, en cuanto posibles sujetos pasivos de
estos delitos, deben comparecer por ellas, mediante querella, personas que las representen y
tengan personalidad jurídica acreditada.

Para Moreno Catena, 3 “cuando el delito se haya dirigido contra varias personas
colectivamente, al ser único, está legitimada cualquiera de ellas para querellarse, bien en nombre
propio, o de todos o alguno de los ofendidos, quedando, esto no obstante, vinculado el tribunal a
la sanción íntegra del hecho procesal, y los ofendidos por el delito al contenido de la sentencia,
por los efectos de la cosa juzgada”.

2
MORENO CATENA, Víctor; GIMENO SENDRA, Vicente y CORTES DOMINGUEZ, Valentín: Derecho Procesal Penal, Madrid, 1996, p.
832.

3
MORENO CATENA, Víctor y otros: Ob. Cit., p. 833.

169
2.1 La querella

Aun cuando, excepcionalmente, también podría comenzar con diligencias preliminares, la


querella constituye un verdadero presupuesto procesal en los delitos de acción privada, porque el
acusador privado ostenta la titularidad de la pretensión, obligando al juez a ser congruente con ella
y pudiendo disponer, a través del perdón del ofendido, del procedimiento y la pena.

El Código procesal exige que la querella se presente por escrito, con el nombre y apellido del
querellante; su domicilio real y procesal; y si se trata de una persona jurídica, la razón social, el
domicilio y el nombre de su representante legal. La acusación deberá contener, como elementos
materiales, la relación circunstanciada del hecho, sus antecedentes o consecuencias conocidas y, si
fuera posible, la indicación de los presuntos autores, partícipes, víctimas, damnificados y testigos;
el detalle de los datos o elementos de prueba, así como el lugar donde se encuentra. La norma
advierte que el querellante tendrá plena intervención en el proceso con la sola presentación de la
querella, la misma que será puesta en conocimiento del imputado (art. 290).

2.2 Los delitos de acción penal privada y de menor


gravedad

Al igual que en el viejo procedimiento, el nuevo Código procesal (art. 20) se ha encargado de
reglamentar los delitos privados o perseguibles sólo a instancias de parte, que son: giro de cheque
en descubierto, giro defectuoso de cheque, desvío de clientela, corrupción de dependientes,
apropiación indebida, abuso de confianza, los delitos contra el honor, destrucción de cosas
propias para defraudar, defraudación de servicios o alimentos, alzamiento de bienes o falencia
civil, despojo, alteración de linderos, perturbación de posesión y daño simple. Los delitos contra
el honor que contempla el Código penal son: difamación, calumnia, ofensa a la memoria de
difuntos, y propalación de ofensas (arts. 282-285).

El legislador ha previsto también que el juez de sentencia tiene competencia para conocer y
resolver los delitos de acción pública sancionados con pena no privativa de libertad o con pena
privativa de libertad cuyo máximo legal sea de cuatro o menos años (art. 53.2); por tanto, todos
los delitos públicos que se encuentren comprendidos con o sin pena privativa de libertad hasta los
cuatro años, quedan sujetos a este proceso.

2.3 Formalidades

a) Como son aplicables, en lo pertinente, las reglas del proceso común, y si bien es cierto que
“la acción penal privada será ejercida exclusivamente por la víctima...” (art. 18), no es
menos cierto que, en principio, y sólo con la finalidad de determinar si realmente estamos
frente a un delito de acción penal privada o delito público, cuya pena máxima sea hasta
cuatro años, puede intervenir el fiscal, y realizar diligencias de la etapa preparatoria del
juicio; por ejemplo, recibir denuncias y querellas, y examinar si existen suficientes
indicios sobre la existencia del hecho y la participación del imputado.

170
En la medida en que se haya cumplido estas exigencias, se presentará la acusación ante el
juez de sentencia que, como mínimo, deberá contener: 1) los datos que sirvan para
identificar al imputado y su domicilio procesal; 2) la relación precisa y circunstanciada del
delito atribuido; 3) la fundamentación de la acusación, con la expresión de los elementos
de convicción que la motivan; 4) los preceptos jurídicos aplicables; y 5) el ofrecimiento de
la prueba que se producirá en el juicio (art. 341).

b) Lo que no puede hacer el fiscal, en cambio, atendiendo el mandato legal de que “la acción
penal privada será ejercida exclusivamente por la víctima...”, es proseguir el ejercicio de la
acción penal privada ante el juez de sentencia, porque la titularidad la ostenta
exclusivamente el ofendido.

c) El legislador ha previsto la posibilidad de que la querella sea desestimada mediante auto


fundamentado, cuando: a) el hecho no esté tipificado como delito; b) exista necesidad de
algún antejuicio previo; o c) falte alguno de los requisitos previstos para la querella. En
este último caso, se puede repetir la querella por una sola vez, corrigiendo sus defectos,
con mención de la desestimación anterior, además de los otros casos de abandono que son:
1) no concurrir a presentar testimonio sin justa causa; 2) no ofrecer prueba para fundar su
acusación; 3) no concurrir al juicio, o ausentarse de él sin autorización del tribunal; y 4)
que no concurra su representante o sucesor a proseguir el proceso, dentro de los sesenta
días siguientes a la incapacidad o muerte del querellante.

El desistimiento y el abandono, que será declarado por el juez de sentencia, de oficio o a


petición de parte, impedirá toda persecución posterior del querellante en virtud del mismo
hecho que constituye el objeto de su querella y en relación a los imputados que
participaron en el proceso (arts. 292-376).

d) El imputado podrá objetar la admisibilidad de la querella y la personalidad del querellante


ante el juez, es decir, cuestiones formales en el plazo de tres días computables a partir de
su notificación (art. 291).

3. EL JUICIO ORAL Y PUBLICO

Con la aclaración que en este tipo de proceso no intervienen los jueces ciudadanos, el Código
procesal penal establece que el juez de sentencia convocará al juicio oral y público aplicando, en
lo pertinente, las reglas del juicio ordinario (art. 379).

3.1 La conciliación

A tiempo de admitir la querella, el juez convocará obligatoriamente a las partes a una


audiencia de conciliación, dentro de los diez días siguientes. Cuando el imputado no comparezca,
el procedimiento seguirá su curso. Si en esta oportunidad o en cualquier estado posterior del

171
juicio, las partes se concilian, se declarará extinguida la acción y las costas se impondrán en el
orden causado, salvo acuerdo en contrario (art. 377).

El acto de conciliación y, por ende, de disposición de la pretensión penal, encuentra su razón


de ser en la propia naturaleza de los delitos a enjuiciar, y en la posibilidad de renunciar a la acción
y a la imposición de la pena. En el supuesto de que se hubiera llegado en estos delitos a una
transacción extrajudicial entre las partes, la homologación corresponde al juez instructor, ya que
entre sus atribuciones figura la de “homologar la conciliación, cuando les sea presentada...” (art.
54.5).

3.2 El auto de apertura del juicio

Recibida la acusación del querellante (o en la eventualidad de que el fiscal le hubiera


remitido diligencias preliminares), el juez de sentencia, dictará el auto de apertura a juicio y,
como la querella deberá estar ya acompañada de la prueba preconstituida (aunque el juez también
puede ordenar diligencias preliminares), directamente pondrá en conocimiento del imputado la
acusación formal y la prueba de cargo ofrecida, para que dentro de los diez días subsiguientes a
su notificación ofrezca sus pruebas de descargo (art. 340).

3.3 La retractación

En los delitos contra el honor y en conocimiento de la acusación, al contestar la querella o en


la audiencia de conciliación, el imputado podrá retractarse y, en este caso, el juez declarará
extinguida la acción penal y las costas quedarán a su cargo. Si el querellante no acepta la
retractación por considerarla insuficiente, el juez decidirá el incidente, y si lo pide el querellante,
ordenará que se publique la retractación en la misma forma en que se produjo la ofensa, con
costas (art. 378).

Con la finalidad de revalorizar el derecho fundamental al honor, muy venido a menos en los
últimos tiempos, el legislador debió exigir, previo a la retractación y las costas, el pago de daños y
perjuicios, en función precisamente del perjuicio causado, la condición social del imputado, la
capacidad económica del acusador, etc.; incidente que debería calificarse y resolverse en una
audiencia.

3.4 El desistimiento

El Código procesal penal establece que el querellante podrá desistir de la acción en cualquier
estado del proceso, pero quedará sujeto a la responsabilidad emergente de sus actos anteriores,
cuya diligencia extingue la acción penal (art. 380). Más terminante era el viejo procedimiento
penal: la renuncia o desistimiento de la acción privada es irretractable y pondrá fin al juicio penal.

172
El perdón o desistimiento del ofendido, como medio de disposición unilateral, en la totalidad
de estos delitos, extingue la responsabilidad penal del imputado. Moreno Catena 4 sostiene que
“la condición de acusador privado se pierde por renuncia a la acción penal ejercida, acto procesal
que pone fin al proceso en razón del poder de disposición que se le confiere, produciendo estos
mismos efectos el perdón del ofendido o de su representante legal”.

Como la norma procesal advierte que si no se logra la conciliación, el juez de sentencia


convocará a juicio, esto supone básicamente que sobre la base de la formalización de la querella,
y sólo cuando haya sido intentada y descartada la conciliación, comienza formalmente el juicio
oral y público.

3.5 La sustanciación del juicio o debate

En la medida en que se haya intentado y fracasado la conciliación y, además, no hubiera


retractación ni desistimiento, el juez declarará formalmente instalada la audiencia del juicio oral y
público, y ordenará cualquier otra medida necesaria para la organización y desarrollo del juicio, e
inmediatamente se leerá la acusación y el auto de apertura y se dispondrá que el querellante la
fundamente.

3.5.1 Las cuestiones incidentales


El Código procesal (art. 345), ha previsto que todas las cuestiones incidentales serán tratadas
en un solo acto, a menos que el juez resuelva hacerlo en sentencia y reglamenta que en su
discusión se les concederá la palabra a las partes tan solo una vez, por el tiempo que establezca el
juez. Contrariamente a lo que ocurre en el proceso común que tiene reconocida
constitucionalmente la etapa intermedia para depurar el procedimiento, las excepciones y las
cuestiones incidentales, en este caso, deben plantearse y resolverse antes de ingresar al juicio oral
y público, salvo que el juez decida dictar su resolución en sentencia.

3.5.2 La declaración del imputado

En la medida en que esté dispuesto a declarar, pues tiene derecho al silencio, será interrogado
por el fiscal, el abogado del querellante, el defensor y, al final, el juez. El Código procesal
contempla de “la declaración del imputado y presentación de la defensa”, cambio muy acertado,
puesto que la declaración del imputado en el juicio oral y público no es propiamente un verdadero
interrogatorio, sino un medio de defensa, que permite a la parte pasiva tomar posición frente a la
acusación y las pruebas de que ésta se valga.

4
MORENO CATENA, Víctor y otros: Ob. Cit. p. 176.

173
En cuanto al orden, primero será interrogado por el fiscal, el abogado del querellante, el
defensor y el juez, y una vez termine la declaración, dispondrá que el defensor exponga los
fundamentos de la defensa. Para que no haya duda de que se trata de un medio de defensa, la
norma procesal reitera que en el curso de la audiencia el imputado podrá hacer las declaraciones
que considere oportunas, siempre que se refieran a su defensa. En todo momento podrá hablar
con su defensor, excepto cuando esté declarando.

Terminada la declaración del imputado, el juez dispondrá que el defensor exponga la defensa,
y luego se procederá a la recepción de la prueba ofrecida.

3.5.3 La producción de la prueba

Lo más relevante del debate es la producción de todos los medios de prueba de cargo y de
descargo que reconoce este Código, y, al final, el órgano jurisdiccional valorará según las reglas
de la sana crítica, que exigen justificar y fundamentar las razones por las cuales se les otorga
determinado valor, en base a la apreciación conjunta y armónica de toda la prueba esencial
producida.

a) En la medida de lo posible, el juez dispondrá que las operaciones periciales se practiquen


en audiencia; además, ordenará la lectura de las conclusiones de los dictámenes de todas
las pericias practicadas con anterioridad.

b) El orden de la prueba testifical será: primero, la que haya ofrecido el querellante y,


finalmente, el imputado. Los testigos explicarán la razón y el origen del contenido de sus
declaraciones, y, en su caso, señalarán, con la mayor precisión posible, a las personas que
le hubieran informado.

Como formalidades del interrogatorio, el legislador ha dispuesto que después de que el


juez interrogue al perito o testigo sobre su identidad personal y las circunstancias
generales para valorar su declaración, se dará curso al interrogatorio directo.

El juez moderará el interrogatorio, así como toda la recepción probatoria, procurando que
se conduzca sin presiones indebidas y sin ofender la dignidad del declarante. Las partes
podrán plantear la revocatoria de las decisiones del tribunal y objetar las preguntas
capciosas, sugestivas o impertinentes.

c) Las pruebas literales serán leídas y exhibidas en la audiencia, con indicación de su origen,
asi como los objetos y otros elementos de convicción secuestrados; las grabaciones y
elementos audivisuales serán reproducidos. La norma advierte que se podrá efectuar
careos, reconstrucciones, inspecciones y el reconocimiento del imputado.

3.5.4 Ampliación de la acusación

174
En el momento del debate está previsto, excepcionalmente, que el querellante podrá ampliar
la acusación por hechos o circunstancias nuevas que no hayan sido mencionadas en la acusación y
que modifiquen la adecuación típica o la pena. En caso de admitirse esta ampliación, el juez
recibirá nueva declaración al imputado y se pondrá en conocimiento de las partes el derecho que
tienen a pedir la suspensión del juicio para ofrecer nuevas pruebas o preparar su intervención,
conforme a lo dispuesto en el art. 335 del Código procesal.

La norma aludida no establece el procedimiento de la eventual ampliación de la acusación


que, además, en algunos casos, estaría en conflicto no sólo con la viabilidad y prontitud del
juzgamiento propiamiente dicho, sino también con lo dispuesto en el art. 4 de que “nadie será
procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho, aunque se modifique su calificación
o se aleguen nuevas circunstancias...”

3.5.5 Clausura del debate

Terminada la recepción de la prueba, el querellante y el defensor del imputado formularán sus


conclusiones en forma oral, pudiendo asistirse de medios técnicos de apoyo a la exposición. Las
partes podrán replicar, pero corresponderá al defensor la última intervención. La réplica se
limitará a la refutación de los argumentos adversos que antes no hubieren sido discutidos.

En caso de manifiesto abuso de la palabra, el juez llamará la atención al orador y, si persiste,


podrá limitar el tiempo del alegato teniendo en cuenta la naturaleza de los hechos en examen, la
prueba recibida y las cuestiones a resolver. Como la última palabra es un derecho del imputado en
el sistema acusatorio, el presidente preguntará al imputado si tiene algo más que manifestar, e
inmediatamente declarará cerrado el debate.

3.5.6 La sentencia

A diferencia del tribunal mixto, concluido el debate, el juez de sentencia pronunciará la


sentencia que, sin interrupción, será redactada, firmada y leída. Cuando la hora sea avanzada, el
Código autoriza diferir la redacción de los fundamentos de la sentencia y leer sólo la parte
resolutiva, señalando, en este caso, día y hora de audiencia para su lectura íntegra, la que se
realizará en el plazo máximo de tres días posteriores al pronunciamiento de la parte dispositiva.

3.5.6.1 La sentencia absolutoria

El nuevo Código procesal reconoce la sentencia absolutoria cuando no se haya probado la


acusación o ésta haya sido retirada del juicio; cuando la prueba aportada no sea suficiente para
generar en el juez o tribunal la convicción sobre la responsabilidad penal del imputado; cuando se
demuestre que el hecho no existió, no constituye delito o que el imputado no participó en él; o
cuando exista cualquier causa eximente de responsabilidad penal.

En la sentencia absolutoria, el juez establecerá la responsabilidad civil para obtener la


restitución, reparación o indemnización; cuya petición deberá ser dirigida contra el condenado o

175
contra aquel a quien se le aplicó una medida de seguridad por inimputabilidad o
semiimputabilidad y/o contra los terceros que, por previsión legal o relación contractual, son
responsables de los daños causados.

a) Efectos

En el acto, el juez ordenará la libertad del imputado, la cesación de todas las medidas
cautelares personales, fijará las costas y, en su caso, declarará la temeridad o malicia de
la acusación a efectos de la responsabilidad correspondiente. La libertad del imputado se
ordenará aun cuando la sentencia absolutoria no esté ejecutoriada, y se cumplirá
directamente desde la sala de audiencia; además, la sentencia se publicará en un medio
escrito de circulación nacional, a cargo del querellante.

3.5.6.2 La sentencia condenatoria

El nuevo Código procesal establece que se pronunciará sentencia condenatoria cuando la


prueba aportada sea suficiente para generar en el juez la convicción sobre la responsabilidad penal
del imputado. La “convicción sobre la responsabilidad penal” no es otra cosa que la antigua plena
prueba, esto es, cuando el juez llega al convenciamiento no sólo de que se ha comprobado el
hecho delictivo, sino que se ha demostrado la responsabilidad penal del imputado.

La sentencia fijará con precisión las sanciones que correspondan, la forma y lugar de su
cumplimiento y, en su caso, determinará el perdón judicial, la suspensión condicional de la pena y
las obligaciones que deberá cumplir el condenado, además la fecha en que la condena finaliza. En
todo caso, se computa como parte cumplida de la sanción todo el tiempo que el condenado haya
estado detenido por ese delito.

PROCESO RÁPIDO POR HECHOS FLAGRANTES

Leer pág. 423 al 430 del libro Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, autor: William
Herrera.

PROCEDIMIENTO PARA LA REPARACION DEL DAÑO

1. FUNDAMENTO

En los capítulos cuarto y quinto hemos establecido que el fundamento de la reponsabilidad


civil, o lo que el nuevo Código llama, simplemente, “reparación del daño” se encuentra, por un
lado y en principio, en el Código penal (art. 87 y ss): “toda persona responsable penalmente, lo es
también civilmente y está obligada a la reparación de los daños materiales y morales causados por
el delito”; y, por otro, en el Código procesal (art. 14), ya que de todo delito nacen: “la acción
penal para la investigación del hecho, su juzgamiento y la imposición de una pena o medida de
seguridad y la acción civil para la reparación de los daños y perjuicios emergentes”.

176
La pretensión civil puede acumularse a un procedimiento penal en curso o separarse de él, y
reservarse para plantearla en el correspondiente proceso civil declarativo una vez que haya
finalizado el proceso penal, ya que la norma procesal (art. 37) prohibe “promover
simultáneamente en ambas jurisdicciones”.

Para Gimeno Sendra, 1 la pretensión civil es “la declaración de voluntad, planteada ante el juez
o tribunal de lo penal en un procedimiento penal en curso pero dirigida contra el acusado o el
responsable civil y sustanciada en la comisión por él de un acto antijurídico que haya podido
producir determinados daños en el patrimonio del perjudicado o actor civil, por el que solicita la
condena de aquél a la restitución de la cosa, la reparación del daño o la indemnización de
perjuicios”.
El fundamento de la acumulación de la acción civil a la penal, derivada del delito, según la
doctrina española 2 es: “la economía procesal, razón que indujo a sustentar el criterio inaugurado
por el Código procesal penal napoleónico, toda vez que dicho sistema permite discutir y decidir en
un solo proceso, tanto la pretensión penal, como la pretensión civil resarcitoria que pudiera surgir
como consecuencia de los daños cometidos por la acción delictuosa y que, de ser decidida con
absoluta separación en un proceso civil declarativo, produciría mayores gastos y dilaciones al
perjudicado por el delito”.

2. ORGANO COMPETENTE

La pretensión civil dimanante de delito la tienen que conocer los juzgados y tribunales del
orden jurisdiccional penal, determinándose la competencia, con carácter general, por las propias
reglas que disciplinan la competencia penal; pues dicha pretensión civil ha de acumularse siempre
al procedimiento penal instaurado para conocer del hecho punible causante de los perjuicios
económicos, y que en el nuevo Código procesal (art. 53.3) le corresponde a los jueces de
sentencia, con la aclaración de que no se necesita siempre, como antes, sentencia condenatoria.

3. LAS PARTES

Las partes que intervienen en este procedimiento son, por un lado, el querellante, el fiscal, la
víctima, sus representantes y/o herederos que ostentan la potestad para interponer la pretensión
civil; y, por otro, el condenado, sus herederos o contra aquél a quien se le aplicó una medida de
seguridad por inimputabilidad o semiimputabilidad y/o contra los terceros que, por previsión legal

1
GIMENO SENDRA, Vicente; CORTES DOMINGUEZ, Valentín y MORENO CATENA, Víctor: Derecho Procesal Penal, Madrid, 1996, p.
227.

2
Ibídem, p. 228.

177
o relación contractual, son responsables de los daños causados (arts. 382-383). En ambos casos,
conforme a las normas del procedimiento civil.

3.1 Legitimación activa

a) La legitimación activa la tiene, naturalmente, el querellante, habida cuenta que, con la


formalización de su pretensión, tendrá plena intervención en el proceso con la sola
presentación de la querella, máxime tratándose de la pretensión civil, que le corresponde en
exclusiva.

b) El nuevo Código procesal (art. 41) establece que “la acción civil será ejercida
obligatoriamente por el fiscal, cuando se trate de delitos que afecten el patrimonio del
Estado y, subsidiariamente, cuando afecten intereses colectivos o difusos”.

c) La víctima también tiene legitimación activa para ejercer la pretensión civil, y no sólo es la
persona directamente ofendida por el delito, sino también el cónyuge o conviviente y los
parientes. También lo son las personas jurídicas en los delitos que les afecten y, como una
verdadera novedad, las fundaciones y asociaciones legalmente constituidas, en los delitos
que afecten intereses colectivos y se vinculen con esos intereses. Cuando la víctima no
haya intervenido directamente, deberá ser informada por la autoridad responsable de la
persecución sobre sus derechos y por el juez o tribunal sobre los resultados del proceso
(arts. 76-77).

3.2 Legitimación pasiva

a) La pretensión civil se dirige, en cambio, contra el condenado, ya que “toda persona


responsable penalmente, lo es también civilmente y está obligada a la reparación de los
daños materiales y morales causados por el delito” (art. 87 CP).

b) La pretensión civil también se puede dirigir contra aquél a quien se le aplicó, mediante
sentencia ejecutoriada, una medida de seguridad por inimputabilidad o semiimputabilidad,
(art. 383) pues la fundamentación fáctica se origina en la existencia de un delito, falta o
acto ilícito que haya producido una lesión al patrimonio del actor civil, o haya un daño
injusto, según el art. 984 del Código civil.

A diferencia del viejo procedimiento, ahora es irrelevante que la responsabilidad penal


haya quedado extinguida por alguna causa de justificación o cualquier otra previsión legal,
ya que la extinción de dicha responsabilidad no impide que la acción típica, antijurídica,
culpable y punible haya existido; por ejemplo, en el caso de los inimputables, etc.

178
Gimeno Sendra 3 sostiene que “lo decisivo a los efectos de la fundamentación de la
pretensión civil es la existencia de un acto ilícito que, revistiendo las características de un
delito o falta, provoque la apertura de un proceso penal, aun cuando en dicho proceso
pueda declararse la inexistencia del hecho punible, siempre que quede probada la
existencia de dicho acto antijurídico que ocasione la obligación de indemnizar, sea a título
de culpa civil o incluso de responsabilidad civil objetiva”.
c) La pretensión civil puede ejercitarse, igualmente, contra el Estado. La derogada caja de
reparaciones debía atender el pago de la responsabilidad civil: 1) a las víctimas del delito,
en caso de insolvencia o incapacidad del condenado; 2) a las víctimas de error judicial; y 3)
a las víctimas, en caso de no determinarse el causante del estado de necesidad. En lo
específico, “en los casos en que no se determine el causante, estarán obligadas a la
responsabilidad civil las personas en cuyo favor se hubiere precavido el mal, en proporción
del beneficio obtenido por cada una de ellas, y subsidiariamente, el Estado” (art. 89 CP).

d) La pretensión civil se puede ejercer también contra el juez, fiscal y/o funcionarios que
hubieren causado u ocasionado o cooperado en el juicio dolosa o culposamente, siempre
que el juicio se hubiere seguido de oficio o por acusación fiscal o por intervención de
cualquier otro funcionario público. Aunque son muy pocos los casos 4 en los que el Estado
o los funcionarios públicos hubieran indemnizado o pagado alguna responsabilidad civil
(art. 95 CP), es hora de aplicar la ley y sentar precedente.

e) En los hechos delictivos cometidos por inimputables (enajenados mentales, etc.) no se


extingue la pretensión de resarcimiento, ya que, en estos casos, la responsabilidad civil
recae sobre las personas que los tengan bajo su potestad o guarda legal, siempre que
hubiera, por su parte, culpa o negligencia; debiendo el juez graduar, equitativamente, la
medida en que deban responder cada uno de los sujetos.

f) En caso de que el imputado haya obrado impulsado por un miedo insuperable o alguna otra
circunstancia eximente de responsabilidad penal, habrán de responder, principalmente, de
la pretensión civil los causantes del miedo y/o las circunstancias; en defecto de ellos, los
que hayan ejecutado el hecho. En todos estos casos, Moreno Catena 5 sostiene que “el juez
o tribunal, al dictar sentencia absolutoria por estimar alguna de las causas de exención,

3
GIMENO SENDRA, Vicente y otros: Ob. Cit. p. 230.

4
Uno de los pocos casos en que fue condenada una repartición del Estado, ocurrió en el juicio de responsabilidades contra el ex-presidente Luis
García Meza, donde también fue acusado el suboficial del ejército Raúl Solano Medina, y luego fue declarado inocente; el mismo fue favorecido
con la resolución de la corte suprema que ordenó al ministerio público pagar la suma de $us. 50.000, y como hubo resistencia al principio, el
perjudicado se declaró en huelga de hambre, que obligó a pagar los daños causados. Vid. Sentencia de sala plena, de 25 de enero de 1995.

5
MORENO CATENA Víctor y otros: Ob. Cit. p. 186.

179
procederá a declarar las responsabilidades civiles correspondientes, siempre que la
pretensión reparatoria se haya ejercitado conjuntamente con la acción penal”.

g) Aunque no está expresamente reconocido en nuestro ordenamiento jurídico-penal, también


son responsables civiles directos, solidariamente con los que lo sean criminalmente y hasta
el límite de la indemnización legalmente establecida o convencionalmente pactada, las
compañías aseguradoras que hubieran asumido el riesgo de las responsabilidades
pecuniarias derivadas del uso o explotación de cualquier bien, empresa, industria o
actividad cuando, como consecuencia de un hecho delictivo, se produzca el evento que
determine el riesgo asegurado, salvándose, en estos casos, el derecho de repetición del
asegurador contra quien corresponda.

h) A diferencia del viejo procedimiento penal (art. 69), que definía al civilmente responsable,
el nuevo Código procesal ha sido poco afortunado, puesto que no lo ha reglamentado entre
los sujetos procesales, y sólo refiere que el ejercicio de la acción civil (art. 36) “podrá ser
ejercida por el damnificado (o sus herederos), contra el autor y los partícipes del delito, y
en su caso, contra el civilmente responsable”. A falta de norma expresa, tendrá que
incluírselo mediante resolución del juez, y permitirle ejercer todos sus derechos procesales.

El nuevo Código procesal (art. 383) recoge todas estas posibilidades al disponer que la
demanda para obtener la restitución, reparación o indemnización “deberá ser dirigida contra el
condenado o contra aquél a quien se le aplicó una medida de seguridad por inimputabilidad o
semiimputabilidad y/o contra los terceros que, por previsión legal o relación contractual, son
responsables de los daños causados”.

En todo caso, y a diferencia del viejo procedimiento penal (art. 56) que permitía constituirse
en parte civil hasta antes de sentencia, con carácter general, los perjudicados por el daño
producido por la acción delictuosa tienen legitimación activa, mientras los causantes de aquellos
daños, sea a título de responsabilidad directa, solidaria o subsidiaria, tienen legitimación pasiva y
deberán hacer valer sus derechos en el nuevo proceso penal.

4. LA DEMANDA

A diferencia de la pretensión penal, que es indivisible e indisponible, la pretensión civil está


sometida al principio dispositivo, propio del derecho civil; es decir, el actor es dueño de su
formalización, desarrollo o renuncia. En todos los casos, la responsabilidad civil comprende: 1) la
restitución de los bienes del ofendido, que le serán entregados, aunque sea por un tercer poseedor;
2) la reparación del daño causado; y 3) la indemnización de todo perjuicio causado a la víctima, a
su familia o a un tercero, fijándose el monto prudencialmente por el juez, en defecto de plena
prueba. La norma aclara que toda indemnización comprenderá “siempre los gastos ocasionados a
la víctima, para su curación, restablecimiento y reeducación” (art. 91 CP).

180
Como ya hemos puesto de manifiesto, la demanda “deberá ser dirigida contra el condenado o
contra aquél a quien se le aplicó una medida de seguridad por inimputabilidad o
semiimputabilidad y/o contra los terceros que, por previsión legal o relación contractual, son
responsables de los daños causados”.

En lo esencial la demanda deberá contener: 1) los datos de identidad del demandante o su


representante legal y su domicilio procesal; 2) la identidad del demandado y el domicilio donde
deba ser citado; 3) la expresión concreta y detallada de los daños sufridos y su relación directa con
el hecho ilícito comprobado; 4) el fundamento del derecho que invoca; y 5) la petición concreta de
la reparación que busca o el importe de la indemnización pretendida (arts. 383-384).

La pretensión civil estará acompañada de una copia autenticada de la sentencia de condena o


de la que impone la medida de seguridad. En caso de desconocerse la identificación del
demandado, o si se ignora el contenido del contrato por el cual debe responder un tercero, el
demandante podrá solicitar al juez, diligencias previas a fin de preparar la demanda.

Al igual que en el viejo procedimiento penal, no existe término probatorio para la recepción
de la prueba, y cuando el Código dispone que “producida la prueba y escuchadas las partes...”,
cabe entender que el tiempo está en función de que la prueba ofrecida se haya producido. No hay
que olvidar que se trata de un simple procedimiento que tiene por objeto nada más que reparar el
daño causado. El juez debe tomar todas las providencias necesarias para lograr este objetivo.
4.1 La conciliación

En caso de que no haya observaciones formales, será admitida la demanda, y el juez de


sentencia citará a las partes a una audiencia oral, que se realizará dentro de los cinco días
siguientes a su notificación; disponiendo, en su caso, pericias técnicas para determinar la relación
de causalidad y evaluar los daños y las medidas cautelares reales que considere convenientes.

En el acto, el juez procurará la conciliación de las partes y homologará los acuerdos


celebrados; caso contrario, dispondrá la producción de la prueba ofrecida sólo con referencia a la
legitimación de las partes, la evaluación del daño y su relación directa con el hecho (art. 386).

La norma advierte que la desestimación de la demanda no impedirá ampliar la acción


resarcitoria en la vía civil; además, la incomparecencia del demandante implicará el abandono de
la pretensión y, por ende, corresponde el archivo de obrados.

4.2 Resolución

A diferencia del viejo procedimiento penal, que disponía la calificación de la responsabilidad


civil mediante sentencia, el nuevo Código procesal sostiene que producida la prueba y escuchadas
las partes, el juez, en la misma audiencia, dictará resolución de rechazo de demanda o de
reparación de daños, con la descripción concreta y detallada y el importe exacto de la
indemnización.

181
En realidad, la verdadera responsabilidad civil va mucho más allá de la simple “reparación del
daño”, ya que comprende: 1) la restitución de los bienes del ofendido, que le serán entregados,
aunque sea por un tercer poseedor; 2) la reparación del daño causado; y 3) la indemnización de
todo perjuicio causado a la víctima, a su familia o a un tercero, fijándose el monto
prudencialmente por el juez, en defecto de plena prueba. La norma aclara que toda indemnización
comprenderá “siempre los gastos ocasionados a la víctima, para su curación, restablecimiento y
reeducación” (art. 91 CP).

Con la resolución ejecutoriada de “reparación de daños”, el juez debe convertir en definitiva


las medidas cautelares de carácter real que se hubieran acordado en el proceso; esto es, las cosas
que sean del imputado y tengan relación con el delito o que tengan relación con los hechos
delictivos. En este orden de cosas, el Código penal (art. 90) establece “desde el momento de la
comisión de un delito, los bienes inmuebles de los responsables se tendrán por hipotecados,
especialmente para la responsabilidad civil”.

4.3 La apelación

En contra de la resolución que pronuncie el juez sobre la reparación del daño, procede el
recurso de apelación incidental, en efecto devolutivo, sin recurso ulterior, y el demandante estará
eximido de prestar fianza de resultas. La norma advierte que su ejecución será con sujeción a las
normas del Código de procedimiento civil (art. 387); es decir, el juez de sentencia tendrá que
embargar los bienes y disponer el remate de los mismos hasta satisfacer, obviamente, el monto
que se hubiera establecido por concepto de la reparación del daño o responsabilidad civil.

4.4 La caducidad

A diferencia del viejo procedimiento penal, que en cuanto a la prescripción de esta pretensión
remitía a lo que dispone el Código civil, el nuevo legislador ha optado porque la acción para
demandar la reparación o indemnización del daño caducará a los dos años de ejecutoriada la
sentencia de condena o la que impone la medida de seguridad (art. 388).

BIBLIOGRAFÍA

Herrera Añez, William, Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, Ed. Kipus,
Cochabamba, 2d. Edición, 2015, Leer las páginas 403 al 429 y de las páginas 551 al 560.

5. RECURSOS DE INFORMACIÓN COMPLEMENTARIOS

Para complementar y profundizar su aprendizaje en esta tutoría (unidad), se le sugiere


pueda consultar la jurisprudencia que se encuentra en la plataforma NUR Virtual de la
materia y hacer búsqueda de jurisprudencias en los siguientes recursos de información:

1.- Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia: http://www.tcpbolivia.bo/

182
2.-Tribunal Supremo de Justicia: http://tsj.bo/

3.- Código de Procedimiento Penal concordado y comentado:


http://www.procedimientopenal.com.bo/

183
TUTORIA 8

6. CONTENIDO DE LA TUTORÍA

Fundamentos teóricos de los Recursos: Reposición, Apelación Incidental, Apelación


restringida, Casación y Revisión Extraordinaria de Sentencia.

7. CAPACIDAD (ES) A DESARROLLAR

Capacidad de identificar, realizar, esquematizar y analizar críticamente los distintos


recursos existentes en el Código de Procedimiento Penal.

8. ACTIVIDADES PREVIAS A LA TUTORÍA

184
Usted debe realizar las siguientes actividades previas antes del encuentro de la tutoría:

4. Aportar en la Wiki de la materia en lo que respecta a la palabra o las palabras


que aparecerá en esta semana que deberán los estudiantes explicar y
desarrollar ampliamente.
5. Aportar su opinión en plataforma virtual en el Foro de la Tutoría 8
6. Responder a los ejercicios que se encuentran al final del texto de lectura y
subirlos a tarea en la plataforma virtual.

9. DESARROLLO
LOS RECURSOS.

Por William Herrera Añez.

1.- RECURSO DE REPOSICION

El legislador ha recogido del Código de procedimiento civil (art. 215) el recurso de


reposición, que procederá solamente contra las providencias de mero trámite, a fin de que
el mismo juez o tribunal, advertido de su error, las revoque o modifique. La norma advierte
que el juez o tribunal deberá resolverlo sin sustanciación en el plazo de veinticuatro horas
o en el mismo acto, si se plantea en audiencia, sin recurso ulterior (arts. 401-402). El
recurso de reposición es una institución eminentemente civil que, de alguna manera,
sustituye a la revocatoria del viejo auto inicial de la instrucción. Aunque haya diferencia en
el procedimiento y los plazos, los efectos procesales son iguales; esto es, el mismo juez o
tribunal, cuando corresponde, revoca y deja sin efecto el auto impugnado.

Para Montero Aroca 133 es un recurso no devolutivo, es decir, que se atribuye su


conocimiento al mismo tribunal que dictó la resolución que se impugna, y procesal, esto
es, que procede sólo contra resoluciones interlocutorias, que son aquéllas por medio de
las que, aplicando normas procesales, el tribunal ejerce sus facultades de dirección del
proceso. La reposición procede contra los decretos de mero trámite, donde no se aplica el
derecho material o sustantivo ni se decide sobre la estimación o desestimación de la
pretensión, sino contra aquéllas providencias que deciden simplemente el desarrollo del
proceso.

Como sostiene la Enciclopedia 134 Jurídica Básica “el recurso de reposición es un medio de
impugnación que procede contra las resoluciones interlocutorias dictadas en el proceso
civil, por un órgano jurisdiccional de carácter unipersonal, con carácter ordinario, y sin que
produzca el efecto devolutivo; esto es, resolverá la reposición el mismo juez que dictó la

133
MONTERO AROCA, J. y otros Derecho Jurisdiccional… Ob. Cit. p. 412.
134
ENCICLOPEDIA JURIDICA BASICA, Ob. Cit. p. 5604.
185
resolución recurrida”. En cuanto a sus efectos aclara que la reposición no suspende el
curso de los autos, esto es, no entra en juego el efecto suspensivo de las actuaciones y
ante su estimación será obligada la declaración de nulidad de actuaciones desde la
infracción de la norma y se retrotrae la actividad procesal impugnada.

A) OBJETO, CONTENIDO Y FORMAS

El recurso de reposición tiene por objeto que el juez o tribunal, advertido de su


error, “revoque o modifique” un acto procesal que la parte considera injusto, irregular y
que debe ser reparado, nulo, cambiado, modificado o revocado. La legitimación activa
está en función de que ese “acto procesal” pueda causar perjuicios o algún agravio. El
Código procesal (art. 402) advierte que “este recurso de interpondrá fundamentadamente,
por escrito, dentro de las veinticuatro horas de notificada la providencia al recurrente y
verbalmente cuando sea interpuesto en las audiencias”.
El precepto pone de manifiesto las formalidades: debe ser fundado, escrito e
interpuesto dentro de las veinticuatro horas de notificada con la providencia que se
pretende revocar o modificar. También puede ser verbal en audiencia, como cualquier otro
incidente. La diferencia con el incidente vendría a ser que el Código ha reglamentado
expresamente el recurso de reposición, y el incidente vendría a ser cualquier otro
planteamiento procesal, ajeno a las excepciones que reconoce el mismo cuerpo procesal.

B) EFECTOS

El legislador ha previsto que interpuesto el recurso de reposición, el juez o


tribunal, deberá resolverlo sin sustanciación en el plazo de veinticuatro horas o en el
mismo acto si se plantea en audiencia, sin recurso ulterior. Como la impugnación está
dirigida contra la providencia o decreto de mero trámite pronunciado por el juez o tribunal,
la Ley faculta a la aludida autoridad a “resolverlo sin sustanciación”, esto es, sin correr
traslado y en el plazo de veinticuatro horas, salvo que hubiera sido planteado en audiencia,
cuya resolución debe ser en el mismo acto. En la práctica forense, sin embargo, se ha
impuesto la sana costumbre de que el recurso ―escrito o verbal― se ponga en
conocimiento de la otra parte, quién tiene el derecho de objetar o cuestionar la reposición
planteada.
A diferencia de la reposición civil 135 que admite la apelación siempre que se
hubiera planteado alternativamente, el recurso penal de reposición es irrecurrible, esto es,
que contra la resolución interlocutoria que resuelve el pedido, de manera fundamentada,
no admite recurso ulterior. El Tribunal Constitucional 136 ha establecido que la resolución
impugnada constituye una providencia de mero trámite, contra la que procede únicamente
el recurso de reposición, conforme disponen los artículos 401 y 402 del CPP, parte in fine;
por lo que no existiendo otros medios impugnativos se considera agotada la sede judicial,
entendiéndose por consiguiente cumplido el principio de subsidiariedad.

2. APELACIONES INCIDENTALES

135
El Código procesal civil (arts. 215-217) se ocupa de reglamentar el recurso de reposición, plazo, forma, contenido,
procedimiento y su resolución.
136
SC N° 242/2006-R, 4 de agosto.
186
Las apelaciones incidentales, también llamadas cuestiones accesorias al objeto
principal del litigio, se pueden presentar desde la primera sindicación o imputación
genérica y a lo largo del proceso. Todas estas cuestiones accesorias, que son de previo y
especial pronunciamiento, esto es, tienen que tramitarse y resolverse antes que la cuestión
de fondo, tienen la particularidad que no suspenden la tramitación del proceso y, en
algunos casos, cuando se declaran probadas, extinguen la acción penal.

A) PRESUPUESTOS MATERIALES

Como presupuestos materiales de las apelaciones incidentales, el Código


procesal (art. 403), reconoce expresamente que procederá contra las siguientes
resoluciones:
1) la que resuelve la suspensión condicional del proceso;
2) la que resuelve una excepción;
3) la que resuelve medidas cautelares o su sustitución;
4) la que desestime la querella en delitos de acción privada;
5) la que resuelve la objeción de la querella;
6) la que declara la extinción de la acción penal;
7) la que conceda, revoque o rechace la libertad condicional;
8) la que niegue o revoque la solicitud de ampliación de la etapa preparatoria, en delitos
relacionados con organizaciones criminales;
9) la que admita o niegue la suspensión o extinción de la pena;
10) la que resuelva la reparación del daño; y
11) las demás señaladas por este Código.
El recurso de apelación incidental es procedente exclusivamente en todos estos
casos previstos en el citado artículo 403 del CPP, sin que el inciso 11 de dicha disposición
legal abra la posibilidad de impugnar otras resoluciones judiciales no enumeradas en dicho
artículo. El Tribunal Constitucional 137 aclara que el inciso 11 del artículo 403 del CPP se
refiere a los casos previstos por los artículos 255, 256 y 432 del mismo cuerpo legal,
referidos a resoluciones adoptadas en incidentes relativos: a) a la calidad y acreencias de
bienes incautados; y, b) a la ejecución de la pena. La norma prevista por el artículo 403 del
CPP, indica taxativa y expresamente cuales son las resoluciones judiciales que pueden ser
recurribles en la vía incidental, donde lógicamente no se encuentra la decisión asumida
una vez sustanciado un incidente de nulidad de obrados por falta de notificación con la
imputación formal.

B) PRESUPUESTOS FORMALES

El legislador ha establecido como presupuestos formales que las apelaciones


incidentales tienen que ser presentadas por escrito debidamente fundamentadas, dentro
de los tres días de haber sido formalmente notificada la parte afectada y serán resueltas
mediante resolución también motivada.
a) Escrito y fundamentado
El recurso de apelación incidental se interpondrá por escrito, debidamente
fundamentado, ante el mismo tribunal que dictó la resolución (dependiendo del momento
en que se encuentre la investigación, podrían ser, en su mayoría, ante el juez instructor),

137
SC N° 212/2006-R, de 7 de marzo.
187
dentro de los tres días de notificada la resolución al recurrente. El artículo 404 abre la
posibilidad de que el recurrente pueda ofrecer y producir prueba en la Corte superior,
debiendo señalar concretamente el hecho que pretende probar, siempre y cuando no se
haya producido y valorado esa misma prueba por el juez inferior.
Como se ha puesto de manifiesto, el recurso no sólo debe ser escrito, sino
también “debidamente fundamentado”. El Tribunal Constitucional 138 sostiene que el
recurso debe tener una relación fáctica que está referida a los hechos que sirven de
fundamento del recurso o de la razón o razones en las que el recurrente apoya la
protección que solicita, que no siempre está referido a un sólo hecho sino a varios hechos,
que de manera congruente se reconducen y sirven de fundamento del petitorio. En
síntesis, el elemento fáctico aludido (conjunto de hechos) y su calificación jurídica
(derechos o garantías supuestamente violados) constituyen lo que la doctrina denomina
genéricamente "la causa de pedir"; causa de pedir que debe ser claramente precisada y
delimitada por el recurrente.

b) Los tres días son perentorios


El Código procesal (art. 404) establece que el recurso se interpondrá dentro de
los tres días de notificada la resolución al recurrente. El artículo 130 del Código sienta el
principio de que “los plazos son improrrogables y perentorios, salvo disposición contraria
de este Código”. Tómese en cuenta que los plazos determinados por días comenzarán a
correr al día siguiente de practicada la notificación y vencerán a las veinticuatro horas del
último día hábil señalado, además, que sólo se computará los días hábiles.
La norma (art. 405) establece que interpuesto el recurso, el juez, emplazará a
las otras partes para que en el plazo de tres días contesten el recurso y, en su caso,
acompañen y ofrezcan prueba. Si se producen adhesiones durante el emplazamiento,
correrá traslado a las otras partes para que las contesten en el mismo plazo. Con la
contestación o sin ella, dentro de las veinticuatro horas siguientes, remitirá las actuaciones
a la Corte superior de justicia para que ésta resuelva el recurso interpuesto dentro de los
diez días.
El legislador ha reiterado el despropósito procesal de poner el recurso en
conocimiento de las partes y esperar tres días para que lo contesten, cuando lo correcto
era que, para precautelar el derecho a la publicidad y a la defensa, sólo, con noticia de los
sujetos procesales, directamente debería concederse el recurso, habida cuenta que lo que
se impugna no es lo que alegan cuestionar las partes, sino la decisión o resolución del
tribunal. Tampoco corresponde conceder siempre el recurso en efecto devolutivo, puesto
que muchas veces, especialmente en las excepciones que extinguen la acción penal,
carece de sentido remitir testimonio a la Corte superior y quedarse con el cuaderno si no
existe nada sobre el fondo de la causa pendiente que el tribunal inferior tenga que
considerar y resolver.

c) La resolución debe ser fundamentada


El Código procesal (art. 406) establece que recibida las actuaciones, la Corte
superior de justicia decidirá, en una sola resolución, la admisibilidad del recurso y la
procedencia de la cuestión planteada, dentro de los diez días siguientes, salvo que haya
defecto u omisiones de forma, en cuyo caso el tribunal lo hará saber al recurrente, dándole
un término de tres días para que lo corrija, bajo apercibimiento de rechazo. En el supuesto

138
SC N° 184/2006-R, de 6 de junio.
188
de que alguna de las partes haya ofrecido prueba y el juez o tribunal la estime necesaria y
útil, señalará una audiencia oral y resolverá en la misma audiencia aplicando en lo
pertinente las reglas del juicio oral y público, únicamente con la prueba que se incorpore y
con los testigos que se hallen presentes.
La necesidad de contar con una resolución judicial motivada, constituye un
derecho fundamental que forma parte del debido proceso. El Tribunal Constitucional 139 ha
dejado establecido que ésta garantía básica del debido proceso, es más relevante y de
mayor exigibilidad en autos y resoluciones definitivas. En todas estas resoluciones es
imprescindible que sean suficientemente motivadas y expongan con claridad las razones y
fundamentos legales que las sustentan y que permitan concluir, que la determinación
sobre la existencia o inexistencia del agravio sufrido fue el resultado de una correcta y
objetiva valoración de las pruebas. En la medida en que las resoluciones contengan los
fundamentos de hecho y de derecho, la parte tendrá la certeza de que la decisión
adoptada es justa; por lo que no le esta permito a un juez o tribunal, reemplazar la
fundamentación por la relación de antecedentes, la mención de los requerimientos de las
partes o hacer alusión de que el juez obró conforme a derecho.
La falta de fundamentación, según el Tribunal 140 vulnera el derecho a la seguridad
jurídica, que viene a ser la condición esencial para la vida y el desenvolvimiento de las
naciones y de los individuos que la integran. Representa la garantía de aplicación objetiva
de la Ley, de modo tal que los individuos saben en cada momento cuáles son sus
derechos y sus obligaciones, sin que el capricho, la torpeza o la mala voluntad de los
gobernantes pueda causarles perjuicio; trasladado al ámbito procesal penal, implica el
derecho a la certeza y la certidumbre que tiene la persona frente a las decisiones judiciales
y fiscales, las que deberán ser adoptadas en el marco de la aplicación objetiva de la Ley y
la consiguiente motivación de la resolución.

C) EFECTOS

Las resoluciones que resuelven apelaciones incidentales tienen como efectos


que no son susceptibles del recurso de casación y, en algunos casos, cuando se declaran
probadas, extinguen la acción penal. Aun cuando el legislador hubiera guardado silencio,
el procedimiento debe concluir con la resolución de la Corte superior. El Tribunal
Constitucional 141 aclara que solamente puede recurrirse, en materia penal, de las
resoluciones que están expresamente señaladas en el artículo 403 del CPP, cuyas
resoluciones pueden ser objeto de apelación incidental, entre las que no se encuentra la
que rechaza el incidente de defecto absoluto. En consecuencia, los vocales recurridos
obraron legalmente al haber rechazado el recurso interpuesto por el recurrente al no estar
prevista la impugnación contra el auto que rechaza un incidente.

3. APELACION RESTRINGIDA DE SENTENCIA

El legislador ha mantenido, con algunas matizaciones, el popular recurso de


apelación de sentencia, con la aclaración que ahora será restringida. Aún los legos en
Derecho saben que cuando una decisión lesiona sus derechos les queda la oportunidad de

139
SC N° 582/2005-R, de 31 de mayo.
140
SC 537/2004-R, de 14 de abril.
141
SC N° 613/2006-R, de 27 de junio.
189
apelar ante un tribunal superior, y siempre ha estado reconocido en nuestro ordenamiento
jurídico. 142 Para Cabanellas 143 el recurso de apelación es la nueva acción o medio
procesal concedido al litigante que se crea perjudicado por una resolución judicial (civil,
criminal o de otra jurisdicción donde no esté prohibido), para acudir ante el juez o tribunal
superior y volver a discutir con toda amplitud el caso, con el objeto de que en todo o en
parte sea rectificado a su favor el fallo o resolución.
Como sostiene Rubianes, 144 el recurso de apelación es “el medio de
impugnación concedido por regla general a las partes que han sufrido un gravamen, con
motivo de una sentencia definitiva o interlocutoria que decide artículo o causa gravamen
irreparable, por serle desfavorable, y contiene, a su entender, una injusticia, debido al error
de juicio del tribunal de grado inferior con la finalidad de que un tribunal de grado superior,
proceda a un nuevo examen de la cuestión resuelta, revocándola o modificándola del
modo más favorable a su interés”.
El recurso de apelación es un derecho fundamental que tienen las partes de
someter todo o parte del proceso que les causen agravios, por negligencia, ignorancia,
equivocación o error judicial, a un nuevo examen o revisión por un tribunal superior que
ofrezca mayores garantías de acierto y seguridad, a fin de que se repare la injusticia o
corrija el error, revocando, modificando o anulando la sentencia.
En el ordenamiento jurídico español, según Cortés Domínguez, 145 la apelación
debe contener las bases de la impugnación del recurso; en concreto, las que se refieren al
quebrantamiento de las normas y garantías procesales, aquellas otras que hagan
referencia al error en la apreciación de las pruebas o, por último, las relativas a la
infracción de preceptos constitucionales o legales. En cualquier caso, es necesario que
junto a las alegaciones pertinentes se cite expresamente la norma violada y se expresen
las razones por la cuales se produce la indefensión.
En la específico, la Corte suprema de justicia 146 ha interpretado que la apelación
restringida es el medio legal para impugnar errores de procedimiento o de aplicación de
normas sustantivas en los que se hubiera incurrido durante la substanciación del juicio o la
sentencia; no siendo el medio jerárquico para revalorizar la prueba o revisar cuestiones de
hecho que hacen los jueces o Tribunales inferiores, si no de garantizar los derechos
constitucionales, los Tratados Internacionales, el debido proceso y la correcta aplicación
de la Ley.
El sistema de recursos establecido en la Ley Nº 1970, comprende el recurso de
apelación restringida, de casación y otros. En este contexto, el fiscal y el imputado tienen
el derecho que le atribuye la misma Ley Nº 1970 y los Tratados y Convenios
internacionales, de recurrir del fallo que le resulte gravoso, más aún si existe errónea
aplicación de la norma contenida en el sistema penal, derecho que consigna el artículo 407
de la misma legislación penal, concordante con el artículo 14.5 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y artículo 8.h del Pacto de San José de Costa Rica.

142
La primera Constitución bolivariana de 1826 (art. 113) establecía como atribuciones de las Cortes de distrito
judicial: 1) conocer en segunda y tercera instancia de todas las causas civiles y criminales del fuero común, hacienda
pública, comercio, minería, presas, y comisos, en consorcio de un individuo de cada una de estas profesiones en
calidad de conjuez; 2) conocer de las competencias entre todos los jueces subalternos de su distrito judicial; y 3)
conocer de los recursos de fuerza, que se introduzcan de los tribunales y autoridades eclesiásticas de su territorio.
143
Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, Tomo V, Buenos aires, 1979, p. 598.
144
RUBIANES, C. Derecho Procesal… Ob. Cit., p. 295.
145
CORTES DOMINGUEZ, V. y otros Lecciones de Derecho Procesal Penal, Ob. Cit., p. 439.
146
AS N° 317 de 13 de junio de 2003.
190
La misma Corte ha interpretado que la inobservancia de la ley se produce
cuando el órgano jurisdiccional no ha observado la norma o creado causes paralelos a los
estipulados en la ley. La errónea aplicación de la ley se configura cuando, si bien se
observa la norma, se la aplica de manera errónea, y la inobservancia de la ley o su
aplicación errónea, se produce tanto en la ley sustantiva como en la adjetiva.
Para la interposición de los recursos, hay requisitos de forma y de fondo. El
Tribunal Constitucional, 147 aclara que son requisitos de forma todos aquellos medios a
través de los cuales se comunica una inobservancia o errónea aplicación de la ley. A su
vez, el fondo del recurso esta constituido por el objeto de comunicación, es decir, el hecho
o motivo por el cual se impugna la sentencia (Ej: defectuosa valoración de la prueba). La
impugnación a una resolución judicial no ejecutoriada (apelación restringida en nuestro
sistema) se interpone ante el mismo juez o tribunal que pronunció la sentencia, invocando
(haciendo saber) que en la aplicación de la sanción penal se ha inobservado o se ha
aplicado en forma errónea la ley; pero, la conoce y resuelve el tribunal superior.
El Código procesal (art. 407) proclama, con carácter general, que el recurso de
apelación restringida será interpuesto por inobservancia o errónea aplicación de la Ley. El
artículo 408 CPP establece que este recurso debe efectuarse dentro del plazo de quince
días y de la siguiente forma: 1) por escrito, 2) citando, por separado y en forma
fundamentada las disposiciones legales que se consideren violadas o erróneamente
aplicadas y 3) expresando la aplicación que se pretende. Estas exigencias tienen la
finalidad de que el tribunal que conozca el recurso no tenga que indagar que ha querido
decir el recurrente, cual ha podido ser la norma procesal o sustantiva que el fiscal o
imputado entiende inobservada o violada. A contrario sensu, una tarea así para el tribunal
que debe conocer el recurso, dada la recargada e intensa actividad judicial, podría
determinar el colapso (la mora judicial), imposibilitando el cumplimiento de las exigencias
constitucionales de celeridad procesal.

A) PRESUPUESTOS MATERIALES

El Código procesal (art. 407) sostiene que este recurso sólo podrá ser planteado
contra las sentencias, y será interpuesto por inobservancia o errónea aplicación de la ley o
por defectos del procedimiento. La norma advierte que cuando se invoque el defecto del
procedimiento el recurso sólo será admisible si el interesado ha reclamado oportunamente
su saneamiento o ha efectuado reserva de recurrir, salvo en los casos de nulidad absoluta,
esto es, cuando el acto no nace a la vida jurídica.
La apelación restringida se basa en los defectos o vicios de la sentencia que
resuelve la situación jurídica del imputado. En este caso, no cabe exigir el reclamo
oportuno de saneamiento ni la reserva de recurrir, pues como fluye de manera natural y
lógica, el agravio no siempre surge en el desarrollo de la audiencia de juicio, sino, luego de
la sentencia o a partir de su pronunciamiento. En este sentido, el Código procesal (art.
169) contiene los defectos absolutos que no se pueden convalidar y están referidos a: 1) la
intervención del juez y del fiscal en el procedimiento y a su participación en los actos que
sean obligatorios; 2) la intervención, asistencia y representación del imputado en los casos
y formas que este Código establece; 3) situaciones que impliquen inobservancia o
violación de derechos y garantías previstos en la Constitución, las convenciones y

147
SC N° 1075/2003-R, de 24 de julio.
191
tratados internacionales vigentes y en este Código; y 4) situaciones en los que estén
expresamente sancionados con nulidad.
Como presupuestos materiales de la apelación restringida, el Código procesal (art. 370)
reglamenta expresamente los llamados defectos de la sentencia, y consisten en:
1) la inobservancia o errónea aplicación de la ley sustantiva;
2) que el imputado no esté suficientemente individualizado;
3) que falte la enunciación del hecho, objeto del juicio o su determinación
circunstanciada;
4) que se base en medios o elementos probatorios no incorporados legalmente al juicio
o incorporados por su lectura, en violación a las normas de este título;
5) que no exista fundamentación de la sentencia o que ésta sea insuficiente o
contradictoria;
6) que la sentencia se base en hechos inexistentes o no acreditados o en valoración
defectuosa de la prueba;
7) que la condena en el proceso ordinario se funde en el reconocimiento de culpabilidad
efectuado en el procedimiento abreviado denegado;
8) que exista contradicción en su parte dispositiva o entre ésta y la parte considerativa;
9) que no conste la fecha y no sea posible determinarla, o falte la firma de alguno de los
jueces y no se pueda determinar si ha participado en la deliberación, salvo los casos
de la excepción previstos legalmente;
10) la inobservancia de las reglas previstas para la deliberación y redacción de la
sentencia;
11) la inobservancia de las reglas relativas a la congruencia entre la sentencia y la
acusación.
La Corte suprema de justicia 148 ha establecido que de acuerdo al artículo 407
del CPP, el recurso de apelación restringida procede contra las sentencias en las que se
haya incurrido en inobservancia o errónea aplicación de la ley. Agrega que cuando la
inobservancia o errónea aplicación de la ley constituye un defecto del procedimiento, sólo
será admisible si el interesado ha reclamado oportunamente su saneamiento o ha
efectuado reserva de recurrir. Procede también por nulidad absoluta de la sentencia, en
cuyo caso el recurso deberá fundarse en una o mas de las causales previstas en el
artículo 169 del Código de procedimiento penal; y, cuando se trate de vicios de la
sentencia; caso en el cual se debe invocar cualesquiera de las causales previstas en el
artículo 370 del mismo Código procesal.
A tiempo de interponer el recurso, se debe realizar la cita concreta de las
disposiciones legales que se consideran violadas o erróneamente aplicadas expresando
cuál es la aplicación que se pretende e indicando separadamente cada violación con su
fundamentación. Como parte de la expresión o fundamentación de agravios, el recurso de
apelación debe contener la invocación precisa y concreta del procedente contradictorio a
que se refiere el párrafo segundo del artículo 416, requisito sin el cual el recurso de
casación es inadmisible. En todos estos casos, debe prevalecer el principio de que no
podrán ser valorados para fundar una decisión judicial, ni utilizados como presupuesto de
ella, los actos cumplidos con inobservancia de las formas y condiciones previstas en la
Constitución, en las convenciones y tratados internacionales y en este Código.

148
AS Nº 99, de 14 de marzo de 2002.
192
Como sostiene el Tribunal Constitucional 149el recurso de apelación restringida
se interpondrá por inobservancia o errónea aplicación de la ley sustantiva o adjetiva, esto
es, cuando el vicio versa sobre la incorrección del juicio contenido en la sentencia o
violación de ley sustantiva o sobre la irregularidad en la actividad procesal. En el segundo
caso, el recurso será admisible si el interesado ha reclamado oportunamente, su
saneamiento o ha efectuado reserva de recurrir durante la sustanciación del juicio, salvo
en los casos de nulidad absoluta o vicios de sentencia previstos en los artículos 169 y 370
CPP.
Conforme señalan los artículos 408 y 410 CPP, a tiempo de interponer el
recurso de apelación restringida, deberá citarse inexcusablemente, de manera concreta y
precisa las disposiciones legales que se consideran violadas o erróneamente aplicadas,
además, de expresar cuál es la aplicación que se pretende, indicando separadamente
cada violación con sus fundamentos, con el advertido de que posteriormente no podrá
invocarse otra violación. Todas estas exigencias se deben a que el tribunal tiene que saber
cuál es la norma procesal o sustantiva que el fiscal o imputado considera inobservada o
erróneamente aplicada y, fundamentalmente, cuál es la interpretación que esperan del
tribunal.
Conviene precisar qué alcances tienen, en el contexto del Código procesal, las
expresiones “inobservancia de la ley” y “errónea aplicación de la ley”. Para el Tribunal
Constitucional 150 el primer supuesto se presenta cuando la autoridad judicial no ha
observado la norma o, lo que es lo mismo, ha creado cauces paralelos a los establecidos
en la ley. En el segundo caso, si bien se observa la norma, la autoridad judicial la aplica en
forma errónea.
La inobservancia de la ley o su aplicación errónea, puede ser tanto de la ley sustantiva
como de la ley adjetiva. La norma sustantiva puede ser erróneamente aplicada cuando: 1)
haya errónea calificación de los hechos (tipicidad), 2) errónea concreción del marco penal
o, 3) errónea fijación judicial de la pena.
El Tribunal aclara los supuestos de errónea aplicación de la ley adjetiva que son:
1) los defectos de procedimiento en general y 2) los expresamente establecidos en los
artículos 169 y 370 del CPP. Conforme a esto, los supuestos previstos en los dos
preceptos referidos ―excepto el inciso 1) del artículo 370, que alude a la inobservancia o
errónea aplicación de la ley sustantiva― están referidos a: 1) inobservancia de la ley
adjetiva, 2) errónea aplicación de la ley adjetiva, cuando no se comprueban los hechos
acusados conforme a los parámetros exigidos por ley (de modo integral, conforme a las
reglas de la sana crítica).

Con relación al defecto o error de procedimiento, el mismo Tribunal 151 concluye


que será calificado como lesivo al debido proceso sólo en aquellos casos en los que
tengan relevancia constitucional, es decir, cuando los defectos procedimentales provoquen
indefensión material a la parte procesal que los denuncia y sea determinante para la
decisión judicial adoptada en el proceso judicial. En realidad, no tendría sentido jurídico
alguno conceder la tutela y disponer se subsanen dichos defectos procedimentales,
cuando al final de ellos se arribará a los mismos resultados a los que ya se arribó mediante

149
SC N° 1811/2003-R, de 5 de diciembre.
150
SC N° 338/2006-R, de 10 de abril que, a su vez, se remite a la SC N° 1008/2005-R, de 29 de agosto.
151
SC N° 1480/2005-R, de 22 de noviembre que, a su vez, se remite a la SC N° 1262/2004-R, de 10 de agosto.
193
la decisión objetada por los errores procesales, pues en este último caso se produciría un
resultado adverso al sentido y esencia de la garantía del debido proceso.

C) PRESUPUESTOS FORMALES

Como presupuestos formales, el Código procesal y la jurisprudencia establecen


inexcusablemente, los siguientes:

a) Escrito y fundamentado
El recurso de apelación restringida de sentencia se interpondrá por escrito,
debiendo citar el recurrente concretamente las disposiciones legales que considere
violadas o erróneamente aplicadas y también expresará cuál es la aplicación o sentido que
pretende y espera del tribunal. El Código procesal (art. 408) establece, además, que el
apelante deberá indicar separadamente cada violación con sus fundamentos. La norma
advierte que el recurrente no podrá invocar posteriormente otra violación. Como parte de
estas formalidades, deberá manifestar si fundamentará oralmente su recurso en la Corte
superior.
El precepto pone de manifiesto que el recurso no sólo debe ser escrito, sino
también fundamentado. Como sostiene el Tribunal Constitucional, 152 a tiempo de
interponer el recurso de apelación restringida, deberá citarse inexcusablemente, de
manera concreta y precisa las disposiciones legales que se consideran violadas o
erróneamente aplicadas, además de expresar cual es la aplicación que se pretende,
indicando separadamente cada violación con sus fundamentos, con el advertido de que
posteriormente no podrá invocarse otra violación.
La fundamentación del recurso debe tener una relación fáctica que viene a ser
la razón o razones en las que el recurrente apoya la protección que solicita, que no
siempre está referida a un sólo hecho sino a varios hechos, que de manera congruente se
reconducen y sirven de fundamento del petitorio. En síntesis, el elemento fáctico aludido
(conjunto de hechos) y su calificación jurídica (derechos o garantías supuestamente
violados) constituyen lo que la doctrina denomina genéricamente "la causa de pedir";
causa de pedir que debe ser claramente precisada y delimitada por el fiscal o imputado.

b)El plazo es perentorio


El Código procesal (art. 408) establece que el recurso de apelación restringida
será interpuesto en el plazo de quince días de notificada la sentencia. El artículo 409
precisa que una vez ha sido interpuesto el recurso, se pondrá en conocimiento de las
otras partes, para que dentro del término de diez días lo contesten fundadamente. La
norma advierte que si se ha producido una adhesión al recurso, se emplazará a
contestarla dentro de los cinco días. La exageración en los plazos llega al extremo de que
si se ha producido una adhesión, se emplazará a contestarla dentro de los cinco días, y
sólo cuando se hayan vencido los plazos con o sin contestación, se remitirán las
actuaciones, en el término de tres días, ante el tribunal superior y se emplazará a las
partes para que comparezcan, en el plazo de diez días a contar desde la remisión, para
que puedan hacer valer sus derechos.
Los quince días que establece la Ley para interponer este recurso son
perentorios. El Código procesal (art. 130) establece que “los plazos son improrrogables y

152
SC N° 1811/2003-R, de 5 de diciembre.
194
perentorios, salvo disposición contraria de este Código”. Tómese en cuenta que los plazos
determinados por días comenzarán a correr al día siguiente de practicada la notificación y
vencerán a las veinticuatro horas del último día hábil señalado, además, que sólo se
computará los días hábiles.
Con relación a los plazos señalados por días, el Tribunal Constitucional 153 aclara
que éstos vencerán a las veinticuatro horas del último día señalado, texto legal que en
virtud del principio de favorabilidad debe ser entendido como el derecho que tienen los
sujetos procesales a plantear los recursos que establece la Ley, hasta dentro de las 24
horas del último día hábil, a cuyo efecto deberían existir jueces y tribunales o funcionarios
judiciales de turno. Agrega que en defecto de ellos, se habilitan los notarios para la
presentación de los recursos, quienes son los poseedores de la fe pública y están sujetos
a responsabilidad y, por lo mismo, sus actos gozan de la presunción de verdad “juris
tantum” con mayor razón si se tiene en cuenta que al no existir una norma expresa al
respecto en el Código procesal, es de aplicación el artículo 97 de su homólogo civil, que
expresamente señala: “En caso de urgencia, y estando por vencer algún plazo perentorio,
los escritos podrán ser presentados en la casa del secretario o actuario, quien hará constar
esta circunstancia en el cargo. Si no fueren encontrados, el escrito podrá presentarse ante
otro secretario o actuario o ante un notario de fe pública del respectivo asiento judicial”.

b) La Ley prohíbe la doble instancia

A diferencia del proceso civil que es escrito y el tribunal superior puede analizar
y, por ende, llegar a revalorizar la prueba que se haya ofrecido y producido, en materia
penal, debido a la oralidad, la Corte superior se encuentra materialmente imposibilitada de
revalorizar nuevamente los actos de prueba que fueron ofrecidos y producidos en el juicio
oral y público. Al margen de la oralidad que caracteriza el juicio oral y público, cualquier
intento de permitir la doble instancia, esto es, revalorizar los hechos que fueron motivo del
juicio, echaría por la borda, además, los principios de inmediación y de contradicción. El
fundamento mayor, sin embargo, viene a ser la necesidad de que el jurado tiene que ser
soberano y su decisión tiene que respetársela porque representa al pueblo. 154
La Corte suprema 155 desde un principio ha interpretado que "la apelación
restringida por su naturaleza y finalidad legal es esencialmente de puro derecho y en su
análisis el Tribunal no puede retrotraer su actividad jurisdiccional a circunstancias, hechos,
pruebas fácticas que ya fueron sometidas al control oral, público y contradictorio por el
órgano judicial de sentencia, consecuentemente no existe la doble instancia”.
Al tomar conocimiento de la apelación restringida, la Corte superior sólo tiene
que limitarse a conocer los extremos impugnados por las partes y la prueba que se puede
ofrecer y producir es para demostrar los agravios sufridos que motivan el recurso. La
norma (art. 398) aclara que los tribunales de alzada circunscribirán sus resoluciones a los
aspectos cuestionados de la resolución o sentencia; y quien haya ofrecido prueba deberá
presentarla y el tribunal resolverá la apelación en el fondo de puro derecho.
Como sostiene el Tribunal Constitucional 156 si bien es cierto que el recurrente
tiene derecho de ofrecer prueba en grado de apelación; empero, esta prueba únicamente

153
SC N° 338/2006-R, de 10 de abril.
155
AS N° 73 de 10 de febrero de 2004.
156
SC N° 1811/2003-R, de 5 de diciembre.
195
puede ser producida para acreditar defectos de procedimiento y de ninguna manera para
acreditar o desvirtuar los hechos juzgados, en razón de que en el nuevo sistema de
impugnación, el tribunal se limita a revisar el juicio de derecho y, por lo mismo, desaparece
la posibilidad de la doble instancia que permita al tribunal de apelación, ingresar a
considerar los hechos debatidos en el juicio oral y público, y menos admitir o incorporar
prueba encaminada a demostrar o desvirtuar los hechos que fueron objeto del debate.

El Código procesal (art. 412) establece que en caso de que se solicite audiencia
de fundamentación y, eventualmente, ofrecido prueba, el tribunal convocará a una
audiencia pública dentro de los diez días de recibidas las actuaciones, sólo para recibir la
prueba y la fundamentación de agravios, donde los miembros del tribunal podrán interrogar
a los recurrentes sobre los aspectos insuficientes de la fundamentación o de la solución
propuesta, la doctrina que sustenta sus pretensiones o la jurisprudencia que se utilizó, sin
que implique prejuzgamiento. La norma aclara que la inasistencia a la audiencia no
provocará deserción del recurso, pero quien la solicitó y no concurra, será responsable
por las costas.
Para el Tribunal Constitucional 157 si se ha ofrecido prueba o se ha solicitado
expresamente la audiencia de fundamentación, el tribunal convocará a una audiencia
dentro los diez días de recibidas las actuaciones. Es necesario señalar que la conjunción
“o” no debe ser entendida como conjuntiva, sino disyuntiva, lo que nos lleva al
entendimiento de que, si la parte recurrente considera que debe realizar fundamentación
complementaria de su apelación, ésta deberá solicitar expresamente que se señale
audiencia para ese objeto. Este entendimiento se extrae de la interpretación conjunta de
los artículos 411 y 412 CPP, que nos lleva a la conclusión de que la audiencia de
fundamentación complementaria de la apelación restringida tiene que ser necesariamente
pedida por el interesado y, la audiencia de prueba, puede ser señalada aún de oficio y,
cuando el pedido sea simultáneo, la audiencia tiene que ser única, bajo el principio de
concentración y celeridad.

) La resolución y sus formas

La norma procesal (art. 411) especifica que concluida la audiencia o si no se


convocó a la misma, la resolución debidamente fundamentada se dictará en el plazo
máximo de veinte días. Con excepción del rechazo in limine, toda resolución de la Corte
superior tiene que ser debidamente fundamentada. Como sostiene el Tribunal
Constitucional, 158 la autoridad que dicte una resolución debe imprescindiblemente exponer
los hechos, realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustentan la parte
dispositiva de la misma. En la misma línea, el mismo Tribunal 159 ha determinado que
cuando las resoluciones no están motivadas y se emite únicamente la conclusión a la que
ha arribado el juzgador, son razonables las dudas del justiciable en sentido de que los
hechos no fueron juzgados conforme a los principios y valores supremos, vale decir, no se
le convence que ha actuado con apego a la justicia, por lo mismo se le abren los canales
que la Ley Fundamental le otorga para que en búsqueda de la justicia, acuda a este
Tribunal como contralor de la misma, a fin de que dentro del proceso se observen sus

157
SC N° 1811/2003-R, de 5 de diciembre.
158
SC N° 738/2006-R, de 26 de julio.
159
SC N° 256/07-R, de 12 de abril.
196
derechos y garantías fundamentales, y así pueda obtener una resolución que ordene la
restitución de dichos derechos y garantías, entre los cuales, se encuentra la garantía del
debido proceso, que faculta a todo justiciable a exigir del órgano jurisdiccional a cargo del
juzgamiento una resolución debidamente fundamentada.
Cabe señalar que la motivación no implicará la exposición ampulosa de
consideraciones y citas legales, sino que exige una estructura de forma y de fondo. En
cuanto al fondo, la motivación puede ser concisa, pero clara y satisfacer todos los puntos
demandados, debiendo expresar el juez sus convicciones determinativas que justifiquen
razonablemente su decisión en cuyo caso las normas del debido proceso se tendrán por
fielmente cumplidas. A contrario sensu, cuando un juez o tribunal omite la motivación de
una resolución, no sólo suprime una parte estructural de la misma, sino también en los
hechos, toma una decisión de hecho, no de derecho, que vulnera de manera flagrante el
citado derecho que permite a las partes conocer cuáles son las razones para que se
declare en tal o cual sentido.
La Corte suprema de justicia, 160 con carácter general, se ha encargado de
señalar que “el tribunal de alzada (Corte superior) se encuentra obligado a ajustar su
actividad jurisdiccional a los siguientes aspectos: anular total o parcialmente la sentencia y
ordenará la reposición del juicio por otro juez o tribunal, cuando no sea posible reparar
directamente la inobservancia de la ley o su errónea aplicación; cuando la nulidad sea
parcial, se indicará el objeto concreto del nuevo juicio; y cuando sea evidente que para
dictar una nueva sentencia no es necesario la realización de un nuevo juicio, resolverá
directamente”.
El Código procesal (arts. 398-399) establece que los tribunales superiores
circunscribirán sus resoluciones a los aspectos cuestionados de la resolución, y en el
supuesto de que exista defecto u omisión de forma, el tribunal lo hará saber al recurrente,
dándole un término de tres días para que lo amplíe o corrija, bajo apercibimiento de
rechazo. Contrariamente a la vieja normativa, 161 el Código procesal no especifica los tipos
de resolución que tiene que pronunciar la Corte superior a tiempo de conocer y resolver el
recurso de apelación restringida. En todo caso, dependiendo si el recurso cumple o no
cumple los presupuestos formales o materiales, dentro de los 20 días computables a partir
del sorteo, la Corte superior puede decantarse por una (puede ser mixta, dependiendo de
los recursos) de las siguientes resoluciones:

a’) Rechazo in limine


El Código procesal (art. 399 in fine) establece que si el recurso es inadmisible, lo
rechazará, sin pronunciarse sobre el fondo. A falta de una reglamentación legal ¿cuáles
serían los supuestos en los que el tribunal puede llegar a rechazar in limine el recurso de
apelación restringida? La Corte superior del distrito puede rechazar in limite, por ejemplo,
una apelación restringida cuando se hubiera interpuesto por el interesado fuera de los
quince días de haber sido notificado formalmente con la sentencia, objeto de la
impugnación. También puede rechazarse de esta forma en caso de que el recurso no se

160
AS N° 317 del 13 de junio de 2003.
161
El artículo 290 del viejo Código de procedimiento penal establecía que las sentencias de segunda instancia serán
confirmatorias o revocatorias. Al igual que en el nuevo Código disponía también que las sentencias apeladas que a
juicio de la Corte fueren irregulares, incompletas, contradictorias u oscuras, darán lugar a que sean anuladas,
debiendo en este caso dictar, el tribunal, otra sentencia, con imposición de costas al juez negligente, las que serán
fijadas en el mismo fallo.
197
hubiera interpuesto formalmente por escrito; y como en este supuesto, no se abre la
competencia del tribunal superior, tampoco cabe la posibilidad de subsanar después
haciendo la fundamentación oral.
Ambos supuestos (que pueden concurrir obviamente por separado) se
encuentran previstos en el Código procesal (art. 408) cuyo mandato es categórico “el
recurso de apelación restringida será interpuesto por escrito, en el plazo de quince días de
notificada la sentencia…” Lo evidente es que no tiene ningún sentido que el tribunal
superior entre a considerar un recurso que, a todas luces, tiene que ser rechazado por
carecer de los presupuestos formales que hemos puesto de manifiesto; y cualquier intento
en contrario sólo importaría atentar contra los principios de celeridad y probidad, cuyos
mandatos se encuentran consagrados en la Constitución (art. 116.X) y son esenciales para
la administración de justicia.

b’) Improcedente
Los supuestos en los que la Corte superior del distrito puede declarar
improcedente la apelación restringida se encuentran previstos en el artículo 407 del
Código procesal. El precepto establece, entre otras cosas, que este recurso será
interpuesto por inobservancia o errónea aplicación de la ley o defectos del procedimiento.
En este último caso, el recurso sólo será admisible si el interesado ha reclamado
oportunamente su saneamiento o ha efectuado reserva de recurrir, salvo en los casos de
nulidad absoluta. El mismo cuerpo legal (arts. 169-370) reglamenta los defectos absolutos
que no se pueden convalidar, así como los llamados defectos de la sentencia, que ya
hemos puesto de manifiesto como presupuestos materiales.
La diferencia entre un rechazo in limine e improcedente es una cuestión formal:
mientras la primera resolución se impone sin ninguna o escasa fundamentación o
motivación, la que declara improcedente, en cambio, necesita y tiene que ser debidamente
fundamentada. Cabe aclarar que esta motivación está muy lejos de la vieja práctica
judicial de hacer una simple relación de antecedentes, la mención de los requerimientos de
las partes o hacer alusión de que el juez de instancia obró conforme a derecho. El contar
con una resolución debidamente fundamentada se ha convertido en un derecho
fundamental de la persona y forma parte del debido proceso.
El Tribunal Constitucional 162 ha establecido, con carácter general, que las
resoluciones que emiten las autoridades judiciales, deben exponer los hechos, realizar la
fundamentación legal y citar las normas que sustentan la parte dispositiva de esas
resoluciones, exigencias que se tornan aún más relevantes cuando el juez o tribunal debe
resolver en apelación o casación la impugnación de las resoluciones pronunciadas por las
autoridades inferiores.
El Tribunal llama la atención en sentido de que cuando un juez omite la
motivación de una resolución, no sólo suprime una parte estructural de la misma, sino
también en los hechos toma una decisión de hecho, no de derecho, que vulnera de
manera flagrante el debido proceso, que permite a las partes conocer cuáles son las
razones para que se declare en tal o cual sentido; o lo que es lo mismo cuál es la ratio
decidendi que llevó al juez a tomar la decisión.

c’)Procedente

162
SC N° 794/2006-R, de 15 de agosto que, a su vez, se remite a las SSCC 752/2002-R, de 25 de junio y 577/2004-
R, de 15 de abril, entre otras.
198
La Corte superior del distrito, en cambio, declarará procedente el recurso
cuando resulte evidente que el juez o tribunal de sentencia, según el artículo 407 del
Código procesal, haya inobservado, aplicado erróneamente la ley (sustantiva o adjetiva) o
encuentre defectos del procedimiento. Como ya hemos puesto de manifiesto, la
“inobservancia de la Ley” se presenta cuando la autoridad judicial no ha observado la
norma o ha creado cauces paralelos a los establecidos en la ley. La “errónea aplicación
de la Ley” significa que si bien se observa la norma, la autoridad judicial la aplica en forma
errónea y los casos más comunes tienen que ver con una incorrecta calificación de los
hechos (tipicidad), o fijación judicial de la pena.
El recurso será también procedente cuando sea evidente que han existido
defectos absolutos porque no son susceptibles de convalidación y están referidos a: 1) la
intervención del juez y del fiscal en el procedimiento y a su participación en los actos que
sean obligatorios; 2) la intervención, asistencia y representación del imputado en los casos
y formas que este Código establece; 3) situaciones que impliquen inobservancia o
violación de derechos y garantías previstos en la Constitución, las convenciones y
tratados internacionales vigentes y en este Código; y 4) situaciones en los que estén
expresamente sancionados con nulidad.
Los llamados defectos de la sentencia que permiten, igualmente, declarar procedente la
apelación restringida, son: 1) la inobservancia o errónea aplicación de la ley sustantiva; 2)
que el imputado no esté suficientemente individualizado; 3) que falte la enunciación del
hecho, objeto del juicio o su determinación circunstanciada; 4) que se base en medios o
elementos probatorios no incorporados legalmente al juicio o incorporados por su lectura,
en violación a las normas de este título; 5) que no exista fundamentación de la sentencia o
que ésta sea insuficiente o contradictoria; 6) que la sentencia se base en hechos
inexistentes o no acreditados o en valoración defectuosa de la prueba; 7) que la condena
en el proceso ordinario se funde en el reconocimiento de culpabilidad efectuado en el
procedimiento abreviado denegado; 8) que exista contradicción en su parte dispositiva o
entre ésta y la parte considerativa; 9) que no conste la fecha y no sea posible determinarla,
o falte la firma de alguno de los jueces y no se pueda determinar si ha participado en la
deliberación, salvo los casos de la excepción previstos legalmente; 10) la inobservancia de
las reglas previstas para la deliberación y redacción de la sentencia; 11) la inobservancia
de las reglas relativas a la congruencia entre la sentencia y la acusación.
En cualquiera de todos estos supuestos, la Corte superior tendrá que declarar
procedente el recurso, resolviendo el fondo de la impugnación de acuerdo al mandato de
los artículos 413, con relación al 398 y 407 del Código procesal. La obligación de
pronunciarse en el fondo para la Corte superior del distrito, significa que tiene que resolver
todos y cada uno de los agravios que fueron objeto de la impugnación. Para la Corte
suprema 163 el auto de vista tiene dos fines esenciales: 1) resolver las cuestiones
formuladas en el recurso aplicables al caso concreto, y 2) que en lo venidero constituye un
marco comparativo de aplicación de la ley o precedente contradictorio conforme el artículo
416 del Código de procedimiento penal y doctrina en materia penal.
El Tribunal Constitucional, 164 por su parte, ha reiterado que constituye deber de
los órganos jurisdiccionales pronunciar sus resoluciones basándose en los puntos
impugnados por las partes, desvirtuando, en su caso, los mismos y señalando las razones

163
AS N° 313 de 23 de agosto de 2006.
164
SC N° 794/2006-R, de 15 de agosto que, a su vez, se remite a las SSCC 752/2002-R, de 25 de junio y 577/2004-
R, de 15 de abril, entre otras.
199
de su decisión, a efecto de que la parte conozca los motivos que llevaron al tribunal a
asumir una determinada decisión. La motivación no implicará la exposición ampulosa de
consideraciones y citas legales, sino que exige una estructura de forma y de fondo. En
cuanto a esta segunda, la motivación puede ser concisa, pero clara y satisfacer todos los
puntos demandados, debiendo expresar el juez o tribunal sus convicciones determinativas
que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo caso las normas del debido proceso
se tendrán por fielmente cumplidas. A contrario sensu, cuando la resolución aún siendo
extensa no traduce las razones o motivos por los cuales se toma una decisión, dichas
normas se tendrán por vulneradas y pueden dar lugar al recurso de casación por vulnerar
el debido proceso y la seguridad jurídica.

d’)Nueva sentencia
Tomando en cuenta que el recurso de apelación restringida impugna sólo la
sentencia, el legislador ha previsto la posibilidad de que la Corte superior, en los casos en
los que se advierta precisamente defectos de la sentencia como los señalados en el
artículo 370, pueda pronunciar nueva sentencia debidamente fundamentada. El artículo
413 del Código procesal establece esta posibilidad al señalar que “cuando no sea posible
reparar directamente la inobservancia de la ley o su errónea aplicación…” recién cabría
anular total o parcialmente la sentencia. Al contrario, “cuando sea evidente que para dictar
una nueva sentencia no es necesaria la realización de un nuevo juicio, el tribunal de
alzada resolverá directamente”.
En la misma línea de razonamiento, el Código procesal (art. 414) establece que
los errores de derecho en la fundamentación de la resolución impugnada, que no hayan
influido en la parte dispositiva, no la anularán, pero serán corregidos en la nueva
sentencia, así como los errores u omisiones formales y los que se refieran a la imposición
o el cómputo de penas. El tribunal, sin anular la sentencia recurrida, podrá realizar una
fundamentación complementaria.
En todos estos casos, el legislador ha previsto la posibilidad de que la Corte
superior pueda pronunciar una nueva sentencia. Esta potestad, sin embargo, no debe ser
discrecional y abusiva sino excepcional, habida cuenta de la necesidad de conservar
intacto el juicio de hecho y el carácter soberano del jurado; caso contrario, importaría
revalorizar la prueba y retroceder a la doble instancia, que tanto censura el sistema
procesal acusatorio.
A tiempo de dictar la nueva sentencia, ¿puede la Corte superior cambiar la parte
dispositiva, esto es, condenar al absuelto o absolver al condenado? El Código procesal
(art. 414), en principio, establece que la nueva sentencia será para corregir “errores de
derecho en la fundamentación de la resolución impugnada, que no hayan influido en la
parte dispositiva”, “así como los errores u omisiones formales y los que se refieran a la
imposición o el cómputo de penas”.
La primera conclusión de este precepto es que la nueva sentencia que tenga
que dictar la Corte superior sólo sería para “corregir la fundamentación u omisiones
formales” y, por tanto, tendría que conservar la parte dispositiva o resolutiva. Es que para
cambiar la parte dispositiva, especialmente de una sentencia absolutoria a una
condenatoria, tendría que hacer una revaloración de la prueba, salvo que la parte
resolutiva sea irrazonable y totalmente contradictoria con la fundamentación y los “hechos
probados” en el juicio oral y público. Tomando en cuenta el principio de la favorabilidad o
indubio pro reo, habría menos óbices legales para cambiar de una sentencia condenatoria
a una absolutoria.

200
La Corte suprema 165 ha permitido cambiar la parte resolutiva, incluso de una
sentencia absolutoria a una condenatoria. La aludida jurisprudencia establece que “en
aquellos supuestos en que el tribunal de alzada comprueba la inobservancia de la ley o su
errónea aplicación; por cuyo motivo tenga la convicción plena de la culpabilidad del
imputado, no es pertinente anular totalmente la sentencia y disponer abrir nuevo juicio;
sino dar cumplimiento a la última parte del artículo 413 del Código de procedimiento penal,
esto es, dictar directamente una nueva sentencia, definiendo la situación jurídica del
imputado”.
En este caso, la Corte superior declaró procedente la apelación restringida
interpuesta por la parte querellante y revocó la sentencia absolutoria, declarando autores a
los imputados… por el delito de estafa, precisamente en función a los artículos 398 y 413
del Código procesal. La Corte suprema en este caso ponía de manifiesto, igualmente, la
aplicación excepcional del artículo 413 del Código procesal y llamaba la atención de que
“la apelación restringida, por su naturaleza y finalidad legal, es esencialmente de puro
derecho y en su análisis el tribunal no puede retrotraer su actividad jurisdiccional a
circunstancias, hechos y pruebas fácticas que ya fueron sometidas al control oral, público y
contradictorio por el órgano judicial de sentencia, consecuentemente, no existe la doble
instancia.
e’)El juicio de reenvío
El Código procesal (art. 413) establece que cuando no sea posible reparar
directamente la inobservancia de la ley o su errónea aplicación, la Corte superior o
tribunal de alzada anulará total o parcialmente la sentencia, y ordenará la reposición del
juicio por otro juez o tribunal. La norma aclara que cuando la anulación sea parcial, se
indicará el objeto concreto del nuevo juicio; además, cuando el recurso haya sido
interpuesto sólo por el imputado o en su favor, en el juicio de reenvío no se podrá imponer
una sanción más grave que la que tenía la sentencia ni desconocer los beneficios
otorgados.
Cabe aclarar que el juicio de reenvio no vulnera el principio non bis in idem,
consagrado en el artículo 4 del Código procesal, cuando señala que "nadie será procesado
ni condenado más de una vez por el mismo hecho, aunque se modifique su calificación o
se aleguen nuevas circunstancias". La norma no prohíbe el desarrollo de un nuevo juicio
oral por cuanto ello no implica que vuelva a tramitarse todo el proceso sino sólo una de
ellas que es la última y relativa al juicio oral que por sí sola y desde ningún punto de vista
puede comportar la realización de un nuevo proceso.
Como sostiene el Tribunal Constitucional 166 la realización de un nuevo juicio
oral no comporta la realización de un nuevo proceso, por cuanto el primero es sólo una
fase del segundo. Agrega que el principio non bis idem ―según el cual se prohíbe a las
autoridades investigar, juzgar o condenar a una persona más de una vez por el mismo
hecho respecto del cual ya se tramitó un proceso y se pronunció una decisión final― no
se vulnera como emergencia de una resolución de un recurso de apelación restringida,
que ha dispuesto la anulación total o parcial de una sentencia y ha ordenado la reposición
del juicio por otro tribunal vía reenvío.

4. RECURSO DE CASACION

165
AS N° 618, de 4 de diciembre de 2003.
166
SC N° 1799/2003-R, de 5 de diciembre.
201
El legislador procesal ha revalorizado el recurso de casación, que procede para
impugnar autos de vista dictados por las Cortes superiores de justicia, contrarios a otros
precedentes pronunciados por otras Cortes superiores o por la sala penal de la Corte
suprema. La configuración normativa del recurso de casación, ha sufrido una profunda
transformación en la Ley N° 1970 (Código procesal), que ha suprimido los anteriores tipos
de casación 167 por quebrantamiento de forma o recurso de nulidad, que con buen criterio
han sido traspasados como causales del recurso de apelación restringida de sentencia.

A) PRESUPUESTOS MATERIALES

El Código procesal (art. 416) establece, con carácter general, que el recurso de
casación procede para impugnar autos de visa dictados por las Cortes superiores de
justicia contrarios a otros precedentes pronunciados por otras Cortes superiores de justicia
o por la sala penal de la Corte suprema. La norma advierte que el precedente
contradictorio deberá invocarse por el recurrente a tiempo de interponer la apelación
restringida, y se entenderá que existe contradicción, cuando ante una situación de hecho
similar, el sentido jurídico que le asigna el auto de vista recurrido no coincida con el del
precedente, sea por haberse aplicado normas distintas o una misma norma con diverso
alcance.
El Tribunal Constitucional 168 ha interpretado las normas previstas por el artículo
416 del CPP, y ha extraído dos sub-reglas: 1ª El precedente contradictorio, como requisito
para acceder al recurso de casación a que se refiere la ley, no puede ser otro que un auto
de vista (o auto supremo) preexistente, al que la sentencia impugnada contradice, en cuyo
caso será exigible la invocación del precedente contradictorio al tiempo de plantear la
apelación restringida; y 2ª Cuando la sentencia no contradiga ningún precedente anterior,
sino es el auto de vista dictado en apelación el que contradice el precedente, la invocación
deberá efectuarse a tiempo de presentar el recurso de casación, no al plantear la
apelación restringida.

a) Precedente contradictorio
Tomando en cuenta que el recurso de casación es, en esencia, para contrastar
si existe contradicción entre el auto de vista impugnado, con otros autos de vista o autos
supremos, el precedente contradictorio viene a constituir el presupuesto material por
excelencia e imprescindible del recurso de casación, al extremo que el incumplimiento de
este requisito determinará su inadmisibilidad. El Código procesal (art. 417) exige que “en
el recurso se señalará la contradicción en términos precisos y como única prueba
admisible se acompañará copia del recurso de apelación restringida en el que se invocó el
precedente”.

167
A diferencia del viejo procedimiento penal, que mantenía juntos el recurso de casación y de nulidad, con buen
criterio el actual Código procesal ha traspasado, en parte, las causales de nulidad al recurso de apelación de
sentencia. Las causales de casación establecidas en el art. 298 del viejo procedimiento, eran por: 1) violación de
leyes sustantivas, por no haberse aplicado correctamente sus preceptos; 2) violación de leyes sustantivas, por
haberse aplicado sus preceptos a hechos no regulados por aquéllas; 3) violación de leyes sustantivas por haberse
interpretado erróneamente sus preceptos; 4) infracción de la ley sustantiva penal en la calificación de los hechos
reconocidos en la sentencia, o en la imposición de la sanción a los hechos calificados.
168
SC N° 546/2004-R, de 12 de abril.
202
La Corte suprema de justicia 169 desde un principio ha dejado establecido que “el
recurso de casación ha sido previsto para impugnar autos de vista dictados por las Cortes
superiores de justicia contrarios a otros precedentes pronunciados por ellas mismas o por
la sala penal de la Corte suprema”. Aclara que existe contradicción cuando ante una
situación de hecho similar, el sentido jurídico que le asigna el auto de vista recurrido no
coincida con el del precedente, sea por haberse aplicado normas distintas o una misma
norma con diverso alcance, siempre y cuando el fallo acusado de contradictorio se hubiera
emitido en el fondo del asunto.
Cabe aclarar que como la contradicción tiene que ser siempre de hecho y no de
Derecho, las sentencias constitucionales no constituyen precedentes contradictorios, pues
el artículo 416 exige autos de vista dictados por las Cortes superiores contrarios a otros
precedentes pronunciados por otras Cortes superiores o por la sala penal de la Corte
suprema de justicia.
Como el recurso de casación es de puro derecho y sólo interviene la Corte suprema de
justicia a pedido de parte, la invocación del precedente y, en su caso, llegar a demostrar la
contradicción constituye una obligación del fiscal o del imputado. La misma Corte
suprema 170 ha interpretado que es un deber del imputado, por mandato del artículo 417 del
Código de procedimiento penal, establecer la contradicción jurídica, es decir, identificar y
comparar hechos similares que deriven del contenido del auto recurrido y de los
precedentes invocados, el segundo paso es individualizar el sentido contradictorio de una
norma o de diferentes normas aplicadas con diferentes sentidos jurídicos en la resolución
cuestionada y en los precedentes citados. La Corte suprema advierte que este trabajo
jurídico es de exclusiva responsabilidad del recurrente, quién en ningún caso puede
delegar a tercera persona, menos a la autoridad jurisdiccional.
Para el Tribunal Constitucional 171 el precedente contradictorio deberá invocarse
por el recurrente a tiempo de interponer la apelación restringida y la condición para la
aplicación de un precedente obligatorio es la existencia de la analogía entre los supuestos
fácticos planteados en el caso resuelto por la decisión judicial en la que se genera el
precedente, con los supuestos fácticos presentados en el caso al que se pretende la
aplicación del precedente. Cabe precisar que no es suficiente acompañar el precedente
contradictorio, sino explicar y fundamentar en qué consiste la contradicción y cuál la
interpretación o el sentido que se espera del Tribunal de casación.
En esta misma línea, la Corte suprema 172 ha interpretado que si la base fáctica no
se encuentra debidamente establecida, esto es, si el recurrente no ha comparado las
características relevantes de los hechos similares expuestos en el auto de vista, objeto de
la impugnación y de los precedentes invocados, esta situación impide al recurrente
precisar con claridad la contradicción jurídica. En este caso, la Corte suprema razonaba
que al identificar y comparar hechos similares, éstos deben ser susceptibles de ser
evidenciados en el auto de vista recurrido y en los precedentes invocados; por otro lado,
no se precisa la contradicción jurídica, vale decir, no se explica cuál es el sentido del
artículo 48 con relación al 33 inciso m) de la Ley 1008 o cuál es el alcance de la norma
incursa en el artículo 55 (no indica la Ley), por lo que se evidencia que no ha cumplido con
las exigencias previstas en los artículos 416 y 417 del Código de procedimiento penal.

169
AS N° 99, de fecha 14 de marzo de 2002.
170
AS N° 288-I, de 3 de agosto de 2006.
171
SC N° 546/2004-R, de 12 de abril.
172
AS N° 323 de 28 de marzo de 2006.
203
En este contexto, el precedente juega un rol importante en la fundamentación
del recurso de casación y la falta de invocación o el no haber utilizado correcta y
adecuadamente el contenido de tal forma que permita identificar el hecho y la norma
aplicada y acusada como inobservada o erróneamente impuesta, obliga a la Corte
suprema a declarar la inadmisibilidad del recurso de casación interpuesto. El otro requisito
del precedente es que tiene que estar, obviamente, vigente, esto es, no haber cambiado la
jurisprudencia. 173
La Corte suprema de justicia, 174 por ejemplo, declaró inadmisible un recuso de
casación al tomar conocimiento que el recurrente había invocado nueve autos supremos
como precedentes contradictorios, sobre tentativa de transporte de sustancias controladas,
a sabiendas que la jurisprudencia ha sido modulada, en el sentido, que no existe el delito
de tentativa de transporte de sustancias controladas, porque este tipo penal es un delito de
carácter formal y no de resultado. Entre los fundamentos de la resolución, la Corte
suprema advertía que no basta argüir que lo que se consumó fue el delito de tentativa,
pero que no se agotó el transporte, al no haber llegado a su destino, se olvida que la
segunda parte del artículo 417 del Código Procesal Penal establece que “En el recurso se
señalará la contradicción en términos precisos… ”, por una parte y por otra, como se tiene
señalado, los merituados fallos supremos, no constituyen precedentes contradictorios,
debido a que se ha sentado una nueva doctrina legal aplicable, conforme el artículo 420
del Código de Procedimiento Penal.

b) La apelación restringida de sentencia


El Código procesal (art. 417) establece, entre otras cosas, que como única
prueba admisible del recurso se acompañará copia del recurso de apelación restringida en
el que se invocó el precedente. En principio no cabría la posibilidad de interponer el
recurso de casación, obviando el recurso de apelación restringida de sentencia, pues el
mandato es terminante: “el incumplimiento de estos requisitos determinará su
inadmisibilidad”. El precedente contradictorio como exigencia para acceder al recurso de
casación, a que se refiere la Ley, no puede ser otro que un auto de vista preexistente, al
que la sentencia impugnada contradice.

173
El Tribunal Supremo (AS N° 287-I, de 3 de agosto de 2006) establece que el recurrente interpone el recurso de
casación, acompañando copia del recurso de apelación restringida, invocando dos autos supremos como precedentes
contradictorios y solicita se califique el hecho como tentativa de transporte de sustancias controladas y la sanción a
imponer sea de 5 años y 4 meses de presidio aplicando el art. 8 del Código penal. El Tribunal Supremo razonó que si
bien los autos supremos 41 y 46, de la gestión 2002, admiten la tentativa en delitos de transporte de sustancias
controladas, empero esta jurisprudencia que no es estática, ha variado de acuerdo a los avances de la ciencia, el
derecho, la tecnología ha sido cambiada con relación a las circunstancias en que se desarrollaron los hechos, de ahí
que la jurisprudencia, si bien sienta doctrina sobre alguna institución o algún punto no aclarado por el Código, se
traduce en criterios interpretativos teleológicos del sentido y alcance de la ley sobre un caso particular, que como se
dijo, la misma puede modificar a veces la doctrina sentada en resoluciones anteriores, por lo que se moduló la misma,
conforme la atribución estipulada en el art. 420 del Código de Pdto. Penal, habiendo el auto supremo N° 417 de 19 de
agosto de 2003, establecido que los delitos emergentes de la Ley del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas,
son de carácter formal, y no de resultados, que se consuma a tiempo que se descubre e incauta la droga y que no
puede confundirse una conducta expresamente tipificada como delito en la Ley 1008, por otra del Código penal, que
sólo funciona en los delitos ordinarios previstos en el Código sustantivo penal; consiguientemente, los merituados
fallos no pueden aplicarse a su caso, porque como se dijo la jurisprudencia ha cambiado desde el 17 de agosto de
2003; por lo tanto, los autos supremos invocados no contradicen al de la especie.
174
AS N° 360-I, de 31 de agosto de 2006.
204
La Corte suprema 175 ha venido reiterando que para la admisibilidad del recurso
de casación, es menester observar los requisitos prescritos en los artículos 416 y 417 de la
Ley Nº 1970, debiendo el recurrente precisar y puntualizar la situación de hecho similar
que contradiga al auto de vista impugnado; y, cuando no se interpone el recurso de
apelación restringida, en casación debe invocar el precedente contradictorio contenido en
algún auto de vista o auto supremo pronunciado por la sala penal de la Corte suprema.
La misma jurisprudencia 176 ha venido reiterando que “para la procedencia del
recurso de casación, es menester cumplir con los requisitos prescritos por los artículos 416
y 417 de la Ley Nº 1970, debiendo el recurrente precisar y puntualizar la situación de
hecho similar que contradiga al auto de vista impugnado, citando la fuente del precedente
y acompañando copia del recurso de apelación restringida”.
La obligación de haberse interpuesto el recurso de apelación restringida, como
presupuesto material del recurso de casación, sólo es exigible en la medida en que la
sentencia haya sido contraria a la pretensión de la parte. El Tribunal Constitucional 177 ha
interpretado que no es un requisito sine qua non la interposición previa del recurso de
apelación restringida a efectos de acceder al recurso de casación, pues resulta
contradictorio apelar un fallo jurisdiccional, si éste es favorable a las pretensiones de la
parte, que al estar conforme con el contenido y alcances del mismo no tiene porqué
impugnar dicha decisión, no obstante, si la misma es modificada en segunda instancia
surgiendo el agravio para quien no apeló la sentencia, no existe fundamento legal que
prohíba el ejercicio de la defensa a través de la interposición del recurso de casación,
previo el cumplimiento de las formalidades exigidas por Ley.

B) PRESUPUESTOS FORMALES

Como presupuestos formales, el Código procesal y la jurisprudencia establecen


inexcusablemente, los siguientes:

a) El plazo es perentorio
El Código procesal (art. 417) establece que el recurso deberá interponerse
dentro de los cinco días siguientes a la notificación del auto de vista impugnado, ante la
sala que lo dictó, la que remitirá los antecedentes a la Corte suprema de justicia dentro de
las cuarenta y ocho horas siguientes. Los cinco días que establece la Ley para interponer
este recurso son perentorios y fatales. Tómese en cuenta que el artículo 130 establece
que “los plazos son improrrogables y perentorios, salvo disposición contraria de este
Código”. Los plazos determinados por días comenzarán a correr al día siguiente de
practicada la notificación y vencerán a las veinticuatro horas del último día hábil señalado,
además, que sólo se computará los días hábiles.
El Tribunal Constitucional 178 aclara que los días vencerán a las veinticuatro
horas del último día señalado, texto legal que en virtud del principio de favorabilidad debe
ser entendido como el derecho que tienen los sujetos procesales a plantear los recursos

175
AS N° 377, de fecha 10 de octubre de 2002.
176
AS N° 335 de fecha 3 de septiembre de 2002.
177
SC N° 191/2005-R, de 8 de marzo.
178
SC N° 338/2006-R, de 10 de abril.
205
que establece la Ley, hasta dentro de las 24 horas del último día hábil, a cuyo efecto
deberían existir jueces y tribunales o funcionarios judiciales de turno.
El mismo Tribunal 179 se ha encargado de establecer que para la admisibilidad
del recurso de casación indefectiblemente deben concurrir los presupuestos contenidos en
los artículos 416 y 417 CPP, requisitos que exigen cumplir, por una parte, con el término
establecido por ley para interponerlo; es decir, dentro de los cinco días siguientes a la
notificación con el auto de vista, por otra, señalar la contradicción en términos claros y
precisos, lo que implica explicar en forma fundamentada la situación de hecho similar y
establecer el sentido jurídico contradictorio entre el auto de vista impugnado y los
precedentes y finalmente haber invocado el precedente contradictorio a tiempo de formular
el recurso de apelación restringida o en su caso a tiempo de presentar el recurso de
casación acompañando copia del mismo.

b) Escrito y fundamentado
El recurso de casación históricamente se lo ha considerado como una nueva
demanda, de puro derecho, ya que la Corte suprema sólo se debe limitar a considerar y
resolver si existe o no existe contradicción con el precedente, haciendo abstracción de la
prueba o problemas de hecho. La casación se interpondrá por escrito, debiendo señalar la
contradicción en términos claros y precisos; debe explicitar al máximo la contradicción
entre el caso resuelto y la doctrina vinculante, ya que si existe contradicción la resolución
establecerá la doctrina legal aplicable. En cualquier otro caso, lo declarará infundado y
devolverá actuados a la sala penal de la Corte superior de origen para que, en el caso de
que haya dejado sin efecto el auto de vista que motivó el recurso, pronuncie nueva
resolución de acuerdo con la doctrina legal establecida.
La Corte suprema 180 ha venido reiterando que el Tribunal de casación declara
admisible el recurso de casación, cuando éste ha cumplido con los requisitos formales
exigidos por el artículo 417 del Código de procedimiento penal, vale decir, que el
recurrente debe interponer el recurso dentro del plazo de los cinco días de haber sido
notificado con el auto de vista objeto de la impugnación, precisando y describiendo las
características relevantes de hechos similares y estableciendo la contradicción de una o
varias normas aplicadas de modo diferente en el auto de vista impugnado y el precedente
invocado.
La fundamentación del recurso debe tener una relación fáctica que viene a ser
la razón o razones en las que el recurrente apoya la protección que solicita, que no
siempre está referida a un sólo hecho sino a varios hechos, que de manera congruente se
reconducen y sirven de fundamento del petitorio. Como hemos puesto de manifiesto, el
elemento fáctico aludido (conjunto de hechos) y su calificación jurídica (derechos o
garantías supuestamente violados) constituyen lo que la doctrina denomina genéricamente
"la causa de pedir"; causa de pedir que debe ser claramente precisada y delimitada por el
fiscal o imputado.
A tiempo de aclarar que el precedente contradictorio como exigencia para
acceder al recurso de casación, no puede ser otro que un auto de vista preexistente, al
que la sentencia impugnada contradice, el Tribunal Constitucional 181 sostiene que la
interpretación a la que se arriba ―la de precisar el precedente al que la sentencia

179
SC N° 501/2006-R, de 30 de mayo.
180
AS N° 335-A, de 31 de agosto de 2006.
181
SC N° 1401/2003-R, de 26 de septiembre.
206
impugnada contradice― además de ser conforme a la Constitución, cumple con los
principios que orientan el sistema de recursos establecidos en el Código de procedimiento
penal, conforme a los cuales, los mismos deben ser planteados con claridad y precisión,
sin omitir los contenidos referenciales de rigor; por lo demás, útiles y necesarios para que
el Tribunal de alzada, sepa qué se impugna y cómo se considera que debe ser aplicada la
norma.
c) La resolución y sus formas
El Código procesal (art. 418) establece, con carácter general, que recibidos los
antecedentes o recurso de casación, la sala penal de la Corte suprema de justicia, dentro
de los cinco días siguientes, establecerá si concurren los requisitos exigidos, en cuyo caso
admitirá (o rechazará) el recurso. El artículo 419 del mismo cuerpo legal, por su parte,
prevé que admitido el recurso, sin más trámite y dentro de los diez días siguientes, la sala
penal de la Corte suprema de justicia dictará resolución por mayoría absoluta de votos
determinando si existe o no existe contradicción en los términos del artículo 416 de este
Código.
El carácter imperativo de este precepto, en realidad, no se cumple por el
máximo Tribunal de justicia ya que no conocemos de algún recurso de casación que haya
sido resuelto “sin más trámite y dentro de los diez días siguientes…” de haber sido
admitido. 182 Es lamentable que la propia Corte suprema 183 no sólo sea la que vulnere este
mandato legal, sino que promueva la retardación de justicia al interpretar que “el
incumplimiento de los plazos establecidos no acarreará la pérdida de competencia por
parte del Tribunal que incumple el plazo, pues, atendiendo el interés de las partes
procesales, no fuera justo erogarles mayores perjuicios cuando la negligencia es
responsabilidad del órgano jurisdiccional, en cuyo caso lo que corresponde es dar lugar a
la responsabilidad disciplinaria y penal del funcionario negligente”. 184
En todo caso, con excepción del rechazo in limine e inadmisible, en los que no
se abre formalmente la competencia de la Corte suprema de justicia, toda otra resolución
―especialmente donde se establece la doctrina legal aplicable― no sólo tiene que ser
debidamente fundamentada, sino que debería ser una verdadera obra de ingeniería
jurídica. Como sostiene el Tribunal Constitucional, 185 la autoridad que dicte una resolución
debe imprescindiblemente exponer los hechos, realizar la fundamentación legal y citar las
normas que sustentan la parte dispositiva de la misma. A contrario sensu, cuando un
tribunal omite la motivación de una resolución, no sólo suprime una parte estructural de la

182
El Tribunal Supremo, por ejemplo, mediante AS N° 88, de 18 de marzo de 2005, admite un recurso de casación y lo
resuelve mediante AS N° 68, recién el 27 de enero de 2006, es decir, a los 9 meses de haber tomado conocimiento.
En otro caso, igualmente, mediante AS N° 407 de 8 de noviembre de 2005 admite una casación, que es resuelta
mediante AS N° 450, recién el 20 de octubre de 2006, casi al año de haber sido admitida. En ambos casos y que no
son los únicos, el máximo Tribunal de justicia estuvo muy lejos de haber resuelto el recurso de casación “sin más
trámite y dentro de los diez días siguientes…” como prevé el art. 419 del Código procesal.
183
AS N° 110 de 31 de marzo de 2005.
184
Con esta jurisprudencia, viene a “institucionalizar” la retardación de justicia en el país, pues no tiene autoridad
moral para exigir a los tribunales inferiores el cumplimiento de los plazos procesales. El hecho que incumpla los
plazos procesales pone en peligro la tutela judicial efectiva o acceso a la justicia, si tomamos en cuenta que una de
las causales para la extinción de la acción penal viene a ser la “mora judicial”, cuando es atribuible al Poder Judicial o
MP. La situación es crítica ya que no conocemos que se haya establecido alguna “responsabilidad disciplinaria”,
menos acción penal o civil por el perjuicio causado al litigante, menos que se estudien medidas concretas a corto
plazo que vengan a revertir este lamentable estado de cosas que se vive, por ahora, nada menos que en la propia
Corte suprema de justicia.
185
SC N° 738/2006-R, de 26 de julio.
207
misma, sino también en los hechos, toma una decisión de hecho, no de derecho, que
vulnera de manera flagrante el citado derecho que permite a las partes conocer cuáles son
las razones para que se declare en tal o cual sentido.
El Código procesal (arts. 398-399) establece que los tribunales superiores
circunscribirán sus resoluciones a los aspectos cuestionados de la resolución, y en el
supuesto de que exista defecto u omisión de forma, el tribunal lo hará saber al recurrente,
dándole un término de tres días para que lo amplíe o corrija, bajo apercibimiento de
rechazo. El Tribunal Constitucional 186 ha establecido que si bien el Código de
procedimiento penal faculta al superior a disponer que el recurrente corrija los defectos de
forma, bajo apercibimiento de rechazo, no es menos evidente que el rechazo sólo puede
ser dispuesto cuando previamente se ha concedido el plazo establecido en el artículo 399
del Código procesal.
Los requisitos de forma tienen por finalidad facilitar a la autoridad judicial el
conocimiento del objeto de impugnación, y la misma Ley para lograr esta finalidad sin
violar el principio pro actione, establece que no se debe rechazar un recurso por defectos
de forma in limine, sino que se debe conceder el plazo establecido por ley y, si la parte
recurrente no corrige o amplía su recurso, corresponde recién su rechazo. Contrariamente
a la vieja normativa, 187 el Código procesal no es lo suficientemente explícito en cuanto a
los tipos de resolución que tiene que pronunciar la Corte suprema de justicia a tiempo de
conocer y resolver el recurso de casación. En todo caso, dependiendo si el recurso cumple
o no cumple los presupuestos formales o materiales, la Corte suprema puede decantarse
por una (puede ser mixta, dependiendo de los recursos que tenga que resolver) de las
siguientes resoluciones:

a’) Rechazo in limine


El Código procesal (art. 399 in fine) sienta el principio que si el recurso es
inadmisible, lo rechazará, sin pronunciarse sobre el fondo. Tómese en cuenta que cuando
el artículo 418 establece que recibidos los antecedentes, la sala penal de la Corte suprema
de justicia, dentro de los cinco días siguientes, establecerá si concurren los requisitos
exigidos, en cuyo caso admitirá el recurso; se entiende que en cualquier otro caso tendrá
que rechazarlo. La ley le permite al máximo Tribunal de justicia, hacer una verificación
sumaria con la finalidad de poder establecer “si concurren los requisitos exigidos…” para
admitir o rechazar el recurso.
Lo evidente es que la Corte suprema de justicia puede llegar a rechazar in
limine el recurso de casación cuando, por ejemplo, se hubiera interpuesto fuera de los
cinco días de haber sido notificado formalmente con el auto de vista, objeto de la
impugnación. El mandato legal se encuentra en el artículo 417 del Código procesal: “el
recurso deberá interponerse dentro de los cinco días siguientes a la notificación del auto
de vista impugnado…” Otro caso de rechazo in limine podría ser cuando la Corte suprema
advierta que el recurrente carece de representación expresa ―poder especial y
suficiente― para interponer el recurso.
En todos estos supuestos o algún otro que tendría que delimitar expresamente
la propia Corte suprema, no tiene ningún sentido que el máximo Tribunal entre a
considerar un recurso que, a todas luces, tiene que ser rechazado por carecer de uno o

186
SC N° 1075/2003-R, de 24 de julio.
187
El artículo 307 del viejo Código de procedimiento penal reglamentaba cuatro tipos de autos supremos: 1)
improcedente, 2) infundado, 3) casaba, 4) anulaba obrados.
208
más de los presupuestos formales, que vienen a ser imprescindibles para que abra su
competencia. Lo cierto es que la Corte suprema necesita establecer ciertos filtros que le
permita conocer sólo los recursos de casación que se hubieran interpuesto cumpliendo
rigurosamente los presupuestos formales y materiales que establece el Código procesal y
la jurisprudencia; lo contrario importaría recargar sus labores provocando retardación de
justicia y el riesgo de colapsar.

b’) Inadmisión
Los supuestos que establece el Código procesal (art. 417) en los que la Corte
suprema de justicia puede declarar inadmisible el recurso de casación son los siguientes:
a) cuando se interpone fuera del plazo de los cinco días; y, b) cuando no se invoca el
precedente contradictorio, salvo que la sentencia o auto de vista no contradiga ningún
procedente anterior. El precepto advierte que “el incumplimiento de estos requisitos
determinará su inadmisibilidad”. El Tribunal Constitucional 188 ha llegado a establecer que
señalados como están los requisitos que hacen a la procedencia del recurso de casación,
se interpreta que la falta de uno solo de ellos, limita al Tribunal supremo abrir su
competencia para analizar y resolver el recurso.
La Corte suprema, 189 por su parte, ha venido reiterando que el recurso de
casación para que sea admitido, debe comparar hechos similares extraídos del auto
impugnado y del precedente invocado, asimismo debe identificarse una norma o varias
normas aplicadas contradictoriamente en la resolución cuestionada y el precedente
impugnado. El recurso de casación, también excepcionalmente se admite cuando se ha
individualizado en forma clara y concreta la acción u omisión que atenta contra los
derechos fundamentales, garantías, principios constitucionales y/o legales.
Aun cuando la Corte suprema no ha uniformado cuáles son los supuestos
concretos que devienen en inadmisible e infundado un recurso de casación, la mayoría de
las veces genéricamente termina afirmando que al no cumplir con la contradicción jurídica,
tampoco cumple con la fundamentación jurídica, y por lo mismo no es susceptible de
conocimiento del Tribunal de casación. Con estos mismos supuestos algunas veces la
Corte suprema de justicia también declara inadmisible y, en otros casos, infundado el
recurso.
c’) Infundado
Como ya hemos puesto de manifiesto, el recurso de casación tiene la finalidad
esencial de uniformar la jurisprudencia penal mediante la precisión de la contradicción
jurídica entre el auto de vista impugnado, con otros autos de vista o autos supremos. En
este sentido, la casación sólo procede para impugnar autos de visa dictados por las
Cortes superiores de justicia contrarios a otros precedentes pronunciados por otras Cortes
superiores de justicia o por la sala penal de la Corte suprema.
La jurisprudencia 190 ha venido reiterando que existe contradicción cuando ante
una situación de hecho similar, el sentido jurídico que le asigna el auto de vista recurrido
no coincida con el del precedente, sea por haberse aplicado normas distintas o una misma
norma con diverso alcance, siempre y cuando el fallo acusado de contradictorio se hubiera
emitido en el fondo del asunto.

188
SC N° 501/2006-R, de 30 de mayo.
189
AS N° 307-I, de 15 de agosto de 2006.
190
AS N° 99, de fecha 14 de marzo de 2002.
209
A tiempo de establecer que el recurrente no identifica otros casos similares en la
resolución invocada, menos compara características relevantes, la Corte suprema 191 ha
interpretado que tampoco ha individualizado la norma o normas aplicadas con sentidos
diversos en el auto de vista y el precedente invocado. Agrega que estos dos requisitos no
pudieron ser cumplidos por el recurrente, en los casos denunciados, por no haber
invocado el precedente correctamente.
La contradicción o contradicciones y los hechos impugnados deben tener una
base real y verificable, cuyo soporte fáctico es imprescindible para demostrar un defecto
absoluto como para precisar la contradicción jurídica; en cualquier otro caso, el recurso
deviene infundado. Lo anterior no es más que una consecuencia lógica en sentido que el
recurrente se encuentra en el deber de precisar la contradicción jurídica y no limitarse a
citar parte del precedente e impugnar otros aspectos, sin identificar y comparar
características relevantes de hechos similares a la vez que señalar el sentido
contradictorio de la norma o normas aplicadas con alcances diversos.
En otro recurso que fue declarado infundado, la Corte suprema 192 interpretaba
que el tipo penal de tráfico de sustancias controladas hace referencia a varios verbos
nucleares, de manera que las características del hecho ilícito perpetrado no debe
adecuarse a todos los verbos del tipo penal de transporte de sustancias controladas, basta
que las características del hecho ilícito se acomode a uno y a sus elementos constitutivos
de tráfico de sustancias controladas para que dicha conducta sea incriminada como delito.
Entre sus fundamentos agregaba que, igualmente, ha omitido describir las
características más relevantes y compararlas con hechos similares deducidos en el auto
de vista impugnado con relación a los hechos del precedente invocado; tampoco ha
individualizado la norma o normas aplicadas con sentidos diversos en el auto de vista y el
precedente invocado. Finalmente, el recurso de casación carece de fundamento, no siendo
suficiente establecer la contradicción jurídica, con una interpretación normativa que no esta
acorde con las líneas jurisprudenciales emitidas por el Tribunal de casación, sino que es
necesario que dicha contradicción se encuentre fundamentada con la jurisprudencia penal
y la doctrina nacional e internacional.
Cabe reiterar que el precedente contradictorio deberá invocarse a tiempo de
interponer la apelación restringida (cuando corresponda) y la condición para la aplicación
de un precedente obligatorio es la existencia de la analogía entre los supuestos fácticos
planteados en el caso resuelto por la decisión judicial en la que se genera el precedente,
con los supuestos fácticos presentados en el caso al que se pretende la aplicación del
precedente. En todo caso, no es suficiente acompañar el precedente contradictorio, sino
explicar y fundamentar en qué consiste la contradicción y cuál la interpretación o el sentido
que se espera del Tribunal de casación. En todos estos casos en los que no sea evidente
la contradicción o contradicciones, o lo que es lo mismo, falte fundamentación del
recurrente, la Corte suprema declarará infundado el recurso.
La diferencia formal entre declarar inadmisible e infundado, viene a ser la misma
que existe entre un auto interlocutorio que resuelve una apelación incidental y el recurso
de apelación restringida de sentencia, esto es, la fundamentación o motivación de la
resolución. Las exigencias formales de la fundamentación para la Corte suprema serán
mayores tratándose de establecer si hubo o no contradicción entre los precedentes y el
auto de vista impugnado y, por tanto, establecer la doctrina legal aplicable, que llegar a

191
AS N° 327, de 29 de agosto de 2006.
192
AS N° 326, de 28 de agosto de 2006.
210
verificar sólo si se cumple o no los presupuestos formales de haber interpuesto, por
ejemplo, el recurso dentro del plazo legal.
d’) Anula el auto de vista y establece la doctrina legal aplicable
El Código procesal (art. 418) establece, entre otras cosas, que recibidos los
antecedentes, la sala penal de la Corte suprema de justicia, dentro de los cinco días
siguientes, establecerá si concurren los requisitos exigidos, en cuyo caso admitirá el
recurso. A continuación, el artículo 419 establece que admitido el recurso, sin más trámite
y dentro de los diez días siguientes, la sala penal de la Corte suprema de justicia dictará
resolución por mayoría absoluta de votos determinando si existe o no existe contradicción
en los términos del artículo 416 del Código procesal.
El mandato de ambos preceptos es categórico en sentido de que, previa
verificación rápida si concurren los requisitos formales o materiales, la Corte suprema tiene
que admitir o rechazar el recurso con una mera providencia; sin embargo, en la práctica
forense el máximo Tribunal hace todo lo contrario: dicta resolución fundamentada y no
cumple con el plazo de los diez días que tiene para pronunciarse en el fondo. Tomando en
cuenta la necesidad de descongestionar la elevada carga procesal que amenaza colapsar
a la Corte suprema, la admisión o rechazo (in limine o de inadmisión), tiene que ser con
una mera providencia y en caso de que el litigante considere que han lesionado sus
derechos puede interponer los recursos extraordinarios previstos en la Constitución. 193
Al contrario, cuando la Corte suprema admite el recurso, según el Código
procesal (art. 419) “sin más trámite y dentro de los diez días siguientes, la sala penal de la
Corte suprema de justicia dictará resolución por mayoría absoluta de votos determinando
si existe o no existe contradicción…” Como ya hemos puesto de manifiesto, es lamentable
que la propia Corte suprema no sólo sea la que vulnere este mandato legal, sino que en
los hechos llega a promover la retardación de justicia y, por tanto, tiene que repensar cómo
imponer una nueva dinámica que evite el riesgo de colapsar al máximo Tribunal de
justicia. 194
Conviene recordar que el recurso de casación es un medio de impugnación que
la ley concede a las partes, para que el más alto Tribunal de la justicia ordinaria del país,
resuelva, en base al derecho objetivo, la probable contradicción existente entre el fallo

193
La SC N° 1771/2004-R, de 11 de noviembre, entre otras, establece que el amparo constitucional ha sido instituido
como un recurso extraordinario que otorga protección inmediata contra los actos ilegales y las omisiones indebidas de
autoridades o particulares que restrinjan, supriman o amenacen restringir o suprimir derechos y garantías
fundamentales de la persona, reconocidos por la Constitución y las Leyes, siempre que no exista otro recurso o vía
legal para demandar el respeto de tales derechos. Es necesario recordar que la jurisdicción constitucional no puede
operar como un mecanismo de protección paralelo a los medios de defensa judicial o administrativos que la Ley
dispensa a los ciudadanos dentro de los procesos judiciales. El carácter subsidiario del recurso de amparo, significa
que no podrá ser interpuesto, mientras no se haya hecho uso de los recursos ordinarios o administrativos y, en caso
de haber utilizado los mismos deberán ser agotados dentro de ese proceso o vía legal, sea judicial o administrativa,
salvo que la restricción o supresión de los derechos y garantías constitucionales ocasione perjuicio irremediable e
irreparable. Los fundamentos de una demanda de amparo sólo pueden ser analizados en el fondo cuando la parte
recurrente ha utilizado en defensa de sus derechos todos los medios y recursos idóneos, en principio, ante la misma
autoridad que incurrió en la lesión al derecho o garantía fundamental y; luego ante las superiores a ésta, hasta agotar
todas las instancias, siempre que fueran competentes para hacer cesar el acto ilegal u omisión indebida, pues en el
único caso que se otorga tutela aun existiendo dichas vías, es cuando éstas no otorgaran una protección eficaz y
oportuna ante la lesión denunciada y la consecuencia de esta son previsiblemente irreparables.
194
La Corte suprema de justicia está en la obligación de repensar cómo resolver de la mejor manera posible los
recursos de casación, y una de las formas es creando un verdadero filtro que le permita “depurar” los recursos que
debe conocer y resolver. La idea de una comisión de admisión, al estilo del Tribunal Constitucional, puede ayudar a
resolver la pesada carga procesal que se viene incrementando peligrosamente en la Corte suprema de justicia.
211
dictado en el caso concreto impugnado, con otro dictado por la misma sala penal, por otra
Corte o por la sala penal de la Corte suprema. Lo que significa que el recurso de casación
es un medio al que pueden acceder las partes para impugnar un auto de vista no
ejecutoriado que consideren desfavorable. Este requisito no será exigible cuando la
sentencia que se impugna no contradiga auto de vista alguno, dado que tal supuesto
podría surgir, recién, después de pronunciado el auto de vista o fallo sobre la sentencia
impugnada.
La Corte suprema 195 ha venido reiterando que de acuerdo a la normativa penal
vigente, el recurso de casación para ser admitido debe cumplir con las formalidades de
una demanda nueva de puro derecho y observar los presupuestos legales establecidos en
los artículos 416 y 417 del Código de procedimiento penal. El recurrente debe invocar el
precedente contradictorio al momento de la formulación del recurso, dentro del plazo para
la interposición del mismo, señalar en términos claros y precisos la contradicción existente
entre el auto de vista impugnado y el precedente contradictorio invocado para establecer la
contradicción cuando ante una situación de hecho similar, el sentido jurídico que le asigna
el auto de vista recurrido no coincida con el del precedente, sea por haberse aplicado
normas distintas o una misma norma con diverso alcance.

d) Efectos
El Código procesal (art. 418) establece que admitido el recurso, se pondrá en
conocimiento de las salas penales de todas las Cortes superiores de justicia los
antecedentes del caso para que se inhiban de dictar autos de vista en los recursos en los
que se debaten las mismas cuestiones de derecho, hasta que se les haga conocer la
resolución del recurso de casación. El artículo 420 del mismo cuerpo legal, por su parte,
dispone que la sala penal de la Tribunal Supremo de Justicia pondrá en conocimiento de
los tribunales y jueces inferiores las resoluciones de los recursos de casación en las que
se establezca la doctrina legal aplicable. A diferencia de la vieja normativa procesal, el
efecto más relevante de la doctrina legal aplicable viene a ser su carácter vinculante y
obligatorio para los tribunales y jueces inferiores y sólo podrá modificarse, previa
motivación de esa necesidad, por medio de una nueva resolución dictada con motivo de
otro recurso de casación.
El aludido precepto faculta al Tribunal Supremo de Justicia a establecer la
doctrina legal aplicable en cada asunto sometido a su conocimiento, contenido doctrinal
que puesto en conocimiento de las salas penales de las Cortes superiores que al ser de
orden público son de obligatorio cumplimiento y debe ser acatado por jueces y tribunales
inferiores. El máximo Tribunal ponderando el alcance de las disposiciones contenidas en
la Ley Nº 1008 del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas, al pronunciar el auto
supremo Nº 111/05 determinó que "no puede pretenderse que una conducta tipificada
como delito en esta norma (Ley 1008) sea atenuada con la invocación del artículo 8 del
Código Penal, pretendiendo una aplicación del sustantivo penal conjuntamente la norma
especial constituida por la Ley 1008".
El Tribunal Supremo 196 interpretó que siendo este el marco doctrinal aplicable
inexcusablemente en la resolución de causas en las que se debaten cuestiones de
derecho emergentes de la trasgresión a disposiciones de la Ley 1008 del Régimen de la
Coca y Sustancias Controladas, es preciso puntualizar que, precisamente, a efectos de

195
AS N° 338-A, de 31 de agosto de 2006.
196
AS N° 483, de 8 de diciembre de 2005.
212
unificar jurisprudencia, todo fallo contrario a tal línea jurisprudencial atenta contra el orden
procesal penal que, de acuerdo al segundo párrafo del artículo 420 del Código procesal
penal, determina que la doctrina legal establecida será obligatoria para los tribunales y
jueces inferiores y sólo podrá modificarse por medio de una nueva resolución dictada con
motivo de otro recurso de casación.
Cabe precisar, sin embargo, que la jurisprudencia no es estática, varia de
acuerdo a los avances de la ciencia, el derecho, y la tecnología. El mismo Tribunal
Supremo 197 ha interpretado que la jurisprudencia si bien sienta doctrina sobre alguna
institución o algún punto no aclarado por el legislador, se traduce en criterios
interpretativos teleológicos del sentido y alcance de la ley sobre un caso particular y puede
modificar la doctrina sentada en resoluciones anteriores. Conforme la atribución estipulada
en el artículo 420 del Código procesal, mediante el auto supremo N° 417 de 19 de agosto
de 2003, el mismo Tribunal Supremo, por ejemplo, estableció que los delitos emergentes
de la Ley del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas, son de carácter formal, y no
de resultados, que se consuman a tiempo que se descubre e incauta la droga y que no
puede confundirse una conducta expresamente tipificada como delito en la Ley 1008, por
otra del Código penal, que sólo funciona en los delitos ordinarios previstos en el Código
sustantivo penal.

5. EL RECURSO DE REVISION

En el viejo modelo procesal se llamaba revisión extraordinaria de sentencia y


aunque no sea propiamente un recurso, ya que las características de todos los medios de
impugnación son diferentes (los recursos se interponen y resuelven antes de finalizar el
proceso, el de revisión cuando ha terminado), estamos frente a un medio extraordinario
para rescindir 198 o anular sentencias condenatorias ejecutoriadas.
El recurso de revisión siempre ha existido en nuestro ordenamiento jurídico,
incluso en materia civil, 199 y, por tanto, está plenamente justificado, habida cuenta de los
comunes errores judiciales y fraudes procesales. Este recurso tiene la finalidad esencial
de atacar la cosa juzgada y hacer prevalecer el valor justicia sobre el de seguridad jurídica
que inspira la cosa juzgada. El legislador ha tenido que sopesar si en un momento dado el
valor seguridad jurídica debe de sobreponerse al valor justicia; en otras palabras, el
legislador se ha visto obligado a solucionar el terrible problema que supone considerar que
un mecanismo, como el de la cosa juzgada, que está pensado como medio de seguridad
apto para conseguir la justicia, puede en ocasiones ser un elemento que propicie
situaciones clamorosamente injustas.

197
AS N° 287-I, de 3 de agosto de 2006.
198
A diferencia del ordenamiento jurídico boliviano que no menciona la palabra rescindir, sino directamente anular, la
doctrina española sostiene que el proceso de revisión, regulado en los arts. 954-960, es un medio extraordinario para
rescindir sentencias firmes de condena. Aun cuando conceptualmente vienen a ser lo mismo ―anular que rescindir―
la diferencia está en los efectos: mientras la anulación no es un aniquilamiento pleno, sino la privación de eficacia
desde la declaración pertinente hasta el cual se retrotrae, la rescisión significa privar de su eficacia ulterior. Vid.
Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, tomo I, p. 315, y tomo V, p. 721. El recurso de revisión de sentencia, no
implica anular propiamente la sentencia condenatoria porque está ejecutoriada, sino simplemente se la priva a futuro
de sus efectos jurídicos.
199
El Código de procedimiento civil (arts. 297 a 302) reglamenta este recurso que denomina “revisión extraordinaria
de sentencias” y una de las diferencias con la revisión penal es que en civil sólo cabe interponerlo dentro del término
fatal de un año computable desde la fecha en que la sentencia adquirió ejecutoria.
213
Para Cortés Domínguez, 200 la labor del Tribunal de revisión “no es determinar si
existe o no alguna causa o motivo que invalide la sentencia sino sólo y exclusivamente si,
a la vista fundamentalmente de circunstancias que no han sido tenidas en cuenta por el
juzgador, la sentencia debe de rescindirse por ser esencialmente injusta”. El recurso de
revisión es una acción independiente que da lugar a un proceso cuya finalidad es rescindir
(privar de sus efectos jurídicos a futuro) sentencias condenatorias firmes e injustas.
El recurso de revisión se limita a las sentencias que hayan condenado a un
imputado, y que tengan autoridad de cosa juzgada, quedando excluidas, naturalmente, las
sentencias absolutorias aunque sean igualmente injustas. Las sentencias absolutorias
quedan excluidas por la sencilla razón que de permitirse su revisión, serían interminables
los casos en los que se abriría de nuevo el procedimiento para intentar imponer la condena
de aquellos que presumiblemente la merecen, generando caos judicial y una inseguridad
jurídica de imprevisibles consecuencias.
El mismo autor 201 argumenta que la revisión penal se fundamenta de forma
esencial en la aportación posterior de hechos o actos que no fueron tenidos en cuenta,
lógicamente, por el órgano judicial, se conocieran o no por el condenado. Estos nuevos
datos son los que normalmente determinan la revisión, aunque también es posible revisar
sentencias penales en aquellos supuestos en los que la decisión judicial ha sido adoptada
y motivada por el fraude o errores judiciales.
El Tribunal Supremo 202 ha venido reiterando que ante un error judicial que ha
condenado a inocentes, es deber del Tribunal supremo corregirlo por cuanto las evidencias
acreditadas obligan a actuar en contra de la inmutabilidad de la cosa juzgada que, por
imperio del deber de justicia, es revocable en cualquier tiempo a fin de que prevalezca la
defensa de la inocencia de todo ser humano, derecho superior a la calidad de cosa
juzgada que haya adquirido un proceso penal.
En todo caso, la finalidad del recurso es rescindir sentencias condenatorias
formal y materialmente válidas, firmes, pero injustas, cuando existen elementos
probatorios que demuestren las condiciones contenidas en la Ley N° 1970.

EJERCICIOS (Por subir a Tarea en plataforma virtual)

1. Cuándo debe invocarse el precedente contradictorio:


a) En el recurso de apelación incidental.
b) En el recurso de apelación restringida.
c) En el recurso de reposición.
d) En la revisión extraordinaria de sentencia.

2. El principio pro actione en qué artículo del Código de Procedimiento Penal se encuentra
establecido?

200
CORTES DOMINGUEZ, V. y otros Lecciones deDerecho Procesal… Ob. Cit., p. 469.
201
Ibídem, p. 470.
202
AS N° 406 de 8 de noviembre de 2005.
214
3. HECHO FÁCTICO (Al final se encuentra la pregunta a este supuesto hecho fáctico):

Juan Marthins Ricaldi importa el agroquímico K2 desde la República Popular de China,


gracias a la venta que le realiza la empresa china ZUZUTCHAN, quien le entrega un
certificado de patente registrado en el país origen (CHINA) sobre el compuesto químico
activo TIAMETAN 20 del agroquímico K2.

Con este certificado de patente, Juan Marthins obtiene licencia de SENASAG para
importar el producto K2 y a su vez comercializarlo en toda Bolivia.

Resulta que la empresa Transnacional “Powers Form” denuncia al SENASAG que es él


quien tiene la patente en la República Popular China sobre el TIAMETAN 20 y no la
empresa china ZUZUTCHAN. Adjunta un certificado de la Entidad Pública de China
sobre registros de propiedad intelectual, donde indica que la patente de la empresa
ZUZUTCHAN es falsa.

El Ministerio Público inicia investigación penal contra Juan Marthins por los delitos de
falsedad material e ideológica y uso de instrumento falsificado.

Juan Marthins es imputado formalmente por los delitos antes mencionados.

El imputado interpone excepción de falta de acción aduciendo que la empresa


Transnacional “Powers Form” no es víctima en Bolivia, pues su patente corresponde a la
República Popular China, mientras que en Bolivia no existe patente sobre dicho
compuesto químico. El juez instructor rechaza dicha excepción aduciendo que en Bolivia
la empresa Transnacional “Powers Form” es víctima del delito.

Preguntas: Qué recurso considera que el imputado debe interponer? y Cuáles serían
los argumentos y fundamentos de dicho recurso?. Justifique y fundamente ampliamente
su respuesta.

BIBLIOGRAFÍA

Herrera Añez, William, Derecho Procesal: El proceso penal boliviano, Ed. Kipus,
Cochabamba, 2d. Edición, 2015, Cap. 23 y Cap. 24. (es decir de la página 489 al 527).

10. RECURSOS DE INFORMACIÓN COMPLEMENTARIOS

Para complementar y profundizar su aprendizaje en esta tutoría (unidad), se le sugiere


pueda consultar la jurisprudencia que se encuentra en la plataforma NUR Virtual de la
materia y hacer búsqueda de jurisprudencias en los siguientes recursos de información:

1.- Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia: http://www.tcpbolivia.bo/

2.-Tribunal Supremo de Justicia: http://tsj.bo/


215
3.- Código de Procedimiento Penal concordado y comentado:
http://www.procedimientopenal.com.bo/

216

Das könnte Ihnen auch gefallen