Sie sind auf Seite 1von 10

Todos sabemos que la oración es vital para el cristiano.

La verdadera
pregunta es si vivimos conforme a esta verdad.
Aunque hablamos mucho de la importancia de la oración, solemos
tratarla como si fuera un mero pasatiempo en lugar de una disciplina.
Mientras que un pasatiempo es una actividad que realizamos
esporádicamente de manera recreativa, una disciplina es trabajo duro
que se hace con persistencia con un objetivo determinado.
La oración no es para entretenernos, sino un mandato de nuestro
Señor Jesucristo para cultivar nuestra relación con Él y nuestro
crecimiento espiritual.

Aunque hablamos mucho de la importancia de la oración, solemos


tratarla como si fuera un mero pasatiempo en lugar de una disciplina.
¿Por qué debemos ser personas disciplinadas en la oración? Aquí
algunas razones.

1. Jesús fue nuestro modelo en la oración.


Jesús, siendo una de las personas de la Trinidad, nos enseñó a ser
constantemente dependientes de Dios a través de la oración (Lucas
22:32; 23:34; 6:12; Juan 17:9-24; Mateo 6:9-15).

2. La oración se somete a la voluntad del Padre.


Cuando oramos no lo hacemos para torcerle el brazo a Dios, ni para
conseguir lo que nosotros queramos; oramos para que la voluntad de
nuestro Padre y sus propósitos estén en nuestro corazón. Oramos al
Padre para que nos guíe para llevar a la práctica sus propósitos
(Mateo 6:10; Lucas 22:44).

3. La oración nos hace dependientes de Dios.


Cuando oramos, reconocemos que nosotros no podemos por nosotros
mismos. Al mismo tiempo, confiamos en que Él nos dará todo lo que
necesitamos para que nosotros hagamos lo que nos corresponde
conforme a la Palabra (Proverbios 16:3; Salmo 55:22).
4. La oración nos ayuda a vencer la tentación.
Aunque Dios no tienta a nadie, Él tiene la autoridad para permitir que
seamos tentados por Satanás. A veces esa tentación es tan ligera que
no la percibimos. Oramos a Dios para que nos guarde de la tentación,
nos dé fuerzas para poder soportarla, y sabiduría para hacer lo
correcto (Mateo 6:13; Lucas 22:40).

5. La oración nos ayuda a vivir vidas santificadas.


Parte de nuestra santificación se logra cuando venimos al trono de la
gracia a pedir perdón por nuestros pecados. Somos santificados
cuando practicamos la oración en lo secreto, encomendando nuestra
vida a Dios (Salmo 37:5-6).

6. Somos llamados a orar por los demás.


En 1 Timoteo vemos que los de Éfeso habían dejado de interceder por
los perdidos, así que Pablo le dice a Timoteo que esta práctica debe
ser una prioridad (1 Timoteo 2:1).

7. La oración ha sido ordenada para sanar nuestros corazones.


Debido al sacrificio de Jesús en la cruz, podemos acercarnos a Dios
en oración para pedir perdón por nuestros pecados. Además, orar
unos por otros como Iglesia nos ayudará a llevar juntos las cargas y
luchas espirituales que tenemos.

8. La oración debe ser persistente.


La Biblia no nos enseña a orar casualmente, sino de manera insistente
y con fe (Mateo 7:7).

9. La oración nos prepara para los tiempos de sufrimiento.


El sufrimiento vendrá a nuestras vidas, sea por enfermedad,
consecuencias de pecado, situaciones económicas, etcétera. Nunca
vamos a estar exentos del sufrimiento; es parte de lo que el Señor usa
para hacernos más a la imagen de Cristo (Romanos 12:12; 2 Crónicas
20:12).

10. Estamos en guerra.


En nuestra vida cotidiana hay una guerra feroz, y debemos de estar
orando unos por los otros para que la Palabra de Dios sea propagada
(2 Tesalonicenses 3:1).
Si no estamos orando, no estamos reconociendo que por nosotros
mismos no somos capaces de ser los esposos, padres, amigos,
hermanos, o empleados que Dios nos llama a ser.
Ruego a Dios que cada día meditemos en la Palabra y oremos para
vivir vidas que le glorifiquen. Que dejemos de “cumplir” con orar como
si fuera una opción o un pasatiempo para nosotros, y que seamos
conscientes de nuestra profunda necesidad de acercarnos
constantemente al Señor en rendición y adoración.

Por qué debemos orar

Por Qué Debemos Orar - ¿A quién oramos?


Antes que podamos contestar, “por qué oramos”, debemos saber a
quién oramos. Existe sólo un Creador supremo y Dios soberano. Hay
un solo camino hacia Él y es a través de Su único Hijo Jesucristo.
Dios, nuestro Padre Celestial, es el único que podemos estar seguros
que escucha y responde a nuestras oraciones. El es el Dios de amor
asombroso, misericordia, y perdón.

 Por Él todas las cosas son posibles. Jesús dice en Marcos 10:27
”Para los hombres es imposible, mas para Dios no, porque todas
las cosas son posibles para Dios”
 Daniel 9:18 nos dice: “... no elevamos nuestros ruegos ante Ti
confiados en nuestras justicias sino en tus muchas
misericordias.” (Misericordia significa demostrar favor,
compasión y bondad)

 La mayor demostración del Dios de amor es el perdón de los


pecados que cada uno de nosotros ha cometido. “Por que de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su único Hijo para
que todo aquél que en Él cree no se pierda mas tenga vida
eterna. Porque no envió Dios Su Hijo al mundo para condenar al
mundo sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:16-17)

Por qué Debemos Orar - ¿Para qué oramos?


La oración es la llave al corazón de Dios. La oración es el único medio
para lograr una relación real y personal con Dios.

 Orar reconociendo que Él es Dios, y que tú aceptas Su regalo


gratuito, Jesucristo como tu Señor y Salvador (Génesis 17:1,
Romanos 6:16-18)

 Orar confesando nuestros pecados y aceptando Su perdón


(Romanos 3:23-26)

 Orar para que Su voluntad sea hecha en nuestras vidas, que Su


Espíritu Santo nos guíe y que seamos llenos con todo lo que
Dios tiene para nosotros.

 Orar pidiendo entendimiento espiritual y sabiduría (Proverbios


2:6-8; 3:5)

 Orar con agradecimiento por todas las formas que Él nos


bendice. (Filipenses 4:6)

 Orar cuando estamos enfermos, solos, en pruebas o


intercediendo por otros (Santiago 5:14-16, 2 Corintios 12:9-10)

 Orar para adorarle (Salmos 95:6-7)


No existe nada por lo cual no podamos orar. Hay abundantes
referencias en la Biblia acerca de la oración. La Biblia nos dice que
“oremos sin cesar” y que “en todo demos gracias al Señor”. Cuando
decidimos tener una actitud positiva, nos damos cuenta de que hemos
recibido muchas bendiciones de parte de Dios por las cuales debemos
alabarle.

Alcanzamos intimidad con Dios cuando nos comunicamos con Él a


través de la oración. Vamos a Él con fe, sabiendo que Él escucha y
responde a todas nuestras oraciones (1 Juan 5:14). Confía que Dios
conoce y desea lo que es mejor para nosotros; así que pídele que Su
voluntad sea hecha en todo lo que buscamos de Él, dale gracias por
ello, aún cuando todavía no haya sucedido.

Por qué Debemos Orar - ¿Cómo oramos?


Jesús les dio a sus discípulos, lo que llamamos “El Padre Nuestro”
(Mateo 6) como modelo.

Además, Hebreos 4:14-16 nos dice que podemos orar con osadía
–“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos,
Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Por que no
tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado. Acerqémonos, pues, confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro.”

Sobre todo, oremos con sinceridad, honor y humildad ante el Dios


Todopoderoso. “La oración eficaz del justo puede mucho.” (Santiago
5:16)

La oración de Jesús antes de morir

Pilar Suárez R.
Estamos en el mes en el que recordamos el sacrificio de Cristo en la
cruz. Recordamos su muerte y su resurrección. Recordamos el precio
que pagó por cada uno de nosotros y el deseo profundo de Su
corazón, trae a nuestra memoria el dolor y sufrimiento de todo este
acontecimiento. Jesús previo a morir toma un tiempo para despedirse
y para orar justo antes de ser sentenciado. En esta oración hace un
ruego muy especial al Padre. Esta súplica la encontramos en el
Evangelio de Juan.

Juan 17:24-26

»Padre, los seguidores que tengo me los diste tú, y quiero que estén
donde yo voy a estar, para que vean todo el poder que me has dado,
pues me has amado desde antes de que existiera el mundo. »Padre,
tú eres justo, pero los de este mundo no conocen tu justicia. Yo sí te
conozco, y los que me diste saben que tú me enviaste. Les he dicho
quién eres, y no dejaré de hacerlo, para que se mantengan unidos a
mí, y para que amen a los demás como tú y yo nos amamos.»
Traducción en lenguaje actual (TLA)

La oración de Jesús refleja el deseo de su corazón para sus


seguidores. A la luz de este fragmento de la escritura, exploremos
juntos tres razones que responde a la pregunta ¿para qué su venida al
mundo y su muerte?

1. Para estar con Él (V.24)

Justo antes de morir Jesús hace esta oración en la que le ruega al


Padre por su deseo más profundo. Es una petición muy tierna. Tiene
que ver con su deseo: “Es mi deleite” “Quiero”. Estar con Él es el
cumplimiento de la promesa que Jesús hace a sus discípulos (Juan
14:3) y que se extiende a todos los que le han sido dados; a quienes
reconocen que Cristo fue enviado por Dios Padre. Jesús desea que
vivamos para siempre en su presencia.

2. Para ver y contemplar su poder (v.24)

No quiere que estemos con Él porque se sienta solo y necesita


compañía. Lo hace para satisfacer nuestra necesidad y limitación
humana. Necesitamos algo, tenemos hambre de algo que no podemos
satisfacer de una manera diferente: Necesitamos ver y saborear Su
poder, su gloria. Esta acción empieza aquí en la tierra, contemplando
sus atributos divinos aun siendo hombre.

Me llama la atención que casi al inicio del Evangelio de Mateo (2: 1-2)
los sabios procedentes de oriente vieron y vinieron: Vieron la estrella y
vinieron a donde estaba Jesús a contemplar su gloria; a rendir un
homenaje espiritual. Después de venir a Jesús y deleitarse en Él,
cambiaron de camino (2:12)

3. Para ser capaces de amar de la misma manera en el que Padre


ama a su hijo. (v.26)

Amar de la misma manera tiene que ver con el amor que el Hijo siente
por el Padre y el Padre por el Hijo; y también de la misma manera en
el Dios ama al mundo; haciéndose hombre para habitar entre
nosotros, morir y resucitar para que estemos con Él.
Estoy habilitado para amar a Dios y a mi prójimo de la misma manera
en que el Padre ama al Hijo. Y esto no se trata de imitar meramente el
amor… es el MISMO AMOR… Amor que es visible, amor que se
refleja, amor que va más allá, que trasciende.

Juan 2:5-11 especifica cómo se refleja ese amor:

En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del


que obedece su palabra. De este modo sabemos que estamos unidos
a él: el que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió.
Queridos hermanos, lo que les escribo no es un mandamiento nuevo,
sino uno antiguo que han tenido desde el principio. Este mandamiento
antiguo es el mensaje que ya oyeron. Por otra parte, lo que les escribo
es un mandamiento nuevo, cuya verdad se manifiesta tanto en la vida
de Cristo como en la de ustedes, porque la oscuridad se va
desvaneciendo y ya brilla la luz verdadera. El que afirma que está en
la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que
ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida que
lo haga tropezar. Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y
en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver.

Si bien, el principio del Evangelio de Mateo nos invita a “ver y venir”,


sus versículos finales (28:19-20) cierran con un mandato contundente
“Vayan y hagan”. Un seguidor de Jesús no sólo contempla y se acerca
a la gloria de Dios, sino que también sale y refleja la luz de la cual ha
sido testigo.

¿Qué tiene que ver conmigo y cómo aplico a mi vida lo que


recordaremos en semana santa?
¿Qué debo hacer para estar con él? ¿Qué voy a hacer para que otros
puedan estar con él?
¿Cómo puedo hoy ver y contemplar Su poder, Su gloria? ¿Estoy
amando a Dios de la misma manera en que el Padre ama a su Hijo?
¿Qué debo empezar a hacer diferente?
¿Estoy amando a mi prójimo de la misma manera en que el Padre
ama a su Hijo? ¿Amo a quienes es difícil de amar?
Que seamos seguidores que disfrutan estar con Dios, contemplamos
Su gloria y amamos de la misma manera en que el Padre a amo al
Hijo y dio su vida en rescate de muchos.
En nuestra cultura actual, atravesada por WhatsApp, Snapchat,
Messenger, etc., es normal esperar respuestas inmediatas. De hecho,
cuando pregunté acerca de este tema, muchas personas me dijeron:
“Si no recibo una respuesta en forma inmediata (cinco minutos),
directamente abandono la conversación”. Entonces, a la hora de
hablar de la oración en una cultura instantánea, la forma de entenderla
puede ser muy diferente a la manera en la que la viven y entienden los
líderes de jóvenes y los jóvenes a los que servimos.

La Oración de Ana
En 1 Samuel capítulo 1, encontramos a una mujer llamada Ana que
ansiaba tener hijos. Era lo que más quería en el mundo pero no podía
tenerlos. Esto le trajo grandes problemas, mucho dolor y hasta las
burlas de la gente. Ya no sabía qué más hacer así que comenzó a
orar. La Biblia dice que oró al Señor entre muchas lágrimas y que Elí,
el Sumo Sacerdote, incluso pensó que estaba borracha. Pero Ana le
respondió: “No estoy ebria, es que estoy muy triste y estaba
derramando las penas de mi corazón delante del SEÑOR”. Ana
estaba dispuesta a orar todo el tiempo que fuera necesario para llevar
sus preocupaciones delante Dios.
Oraciones a largo plazo
En el mundo de la pastoral juvenil oramos por tantas cosas: jóvenes,
voluntarios, la escuela y universidad local, nuestros propios
ministerios, etc. Pero déjame preguntarte, ¿cuál es el motivo por el
cual has orado por más largo tiempo?

Uno de los mejores ejemplos de fe que veo son las oraciones de las
mamás y abuelas. Algunas han orado más de veinte o treinta años
hasta que vieron a sus hijos y nietos llegar a Jesús. En el caso de Ana,
ella derramó su alma al Señor a través de su angustia y dolor; ¡hubiera
sido una asombrosa líder juvenil!

Por lo tanto te animo a seguir orando por los jóvenes que estás
alcanzando con el Evangelio de Jesús. Puede que no veas una
diferencia en ellos hoy o mañana, pero no dejes de orar. Algunos
quizás sean “respuestas instantáneas” pero otros probablemente
tardarán años. Lo único que debes saber es que nunca te arrepentirás
de orar por un joven, hacerlo nunca será un desperdicio. Es muy
posible que Dios esté escribiendo una gran historia en la vida de ese
chico o chica y que tú llegues a ser parte de ella. Derrama tu alma a
Dios en nombre de esos jóvenes. Mientras tanto, oro para que veas
que, tarde o temprano, Dios responde esas oraciones.

Das könnte Ihnen auch gefallen