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La verdadera
pregunta es si vivimos conforme a esta verdad.
Aunque hablamos mucho de la importancia de la oración, solemos
tratarla como si fuera un mero pasatiempo en lugar de una disciplina.
Mientras que un pasatiempo es una actividad que realizamos
esporádicamente de manera recreativa, una disciplina es trabajo duro
que se hace con persistencia con un objetivo determinado.
La oración no es para entretenernos, sino un mandato de nuestro
Señor Jesucristo para cultivar nuestra relación con Él y nuestro
crecimiento espiritual.
Por Él todas las cosas son posibles. Jesús dice en Marcos 10:27
”Para los hombres es imposible, mas para Dios no, porque todas
las cosas son posibles para Dios”
Daniel 9:18 nos dice: “... no elevamos nuestros ruegos ante Ti
confiados en nuestras justicias sino en tus muchas
misericordias.” (Misericordia significa demostrar favor,
compasión y bondad)
Además, Hebreos 4:14-16 nos dice que podemos orar con osadía
–“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos,
Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Por que no
tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado. Acerqémonos, pues, confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro.”
Pilar Suárez R.
Estamos en el mes en el que recordamos el sacrificio de Cristo en la
cruz. Recordamos su muerte y su resurrección. Recordamos el precio
que pagó por cada uno de nosotros y el deseo profundo de Su
corazón, trae a nuestra memoria el dolor y sufrimiento de todo este
acontecimiento. Jesús previo a morir toma un tiempo para despedirse
y para orar justo antes de ser sentenciado. En esta oración hace un
ruego muy especial al Padre. Esta súplica la encontramos en el
Evangelio de Juan.
Juan 17:24-26
»Padre, los seguidores que tengo me los diste tú, y quiero que estén
donde yo voy a estar, para que vean todo el poder que me has dado,
pues me has amado desde antes de que existiera el mundo. »Padre,
tú eres justo, pero los de este mundo no conocen tu justicia. Yo sí te
conozco, y los que me diste saben que tú me enviaste. Les he dicho
quién eres, y no dejaré de hacerlo, para que se mantengan unidos a
mí, y para que amen a los demás como tú y yo nos amamos.»
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Me llama la atención que casi al inicio del Evangelio de Mateo (2: 1-2)
los sabios procedentes de oriente vieron y vinieron: Vieron la estrella y
vinieron a donde estaba Jesús a contemplar su gloria; a rendir un
homenaje espiritual. Después de venir a Jesús y deleitarse en Él,
cambiaron de camino (2:12)
Amar de la misma manera tiene que ver con el amor que el Hijo siente
por el Padre y el Padre por el Hijo; y también de la misma manera en
el Dios ama al mundo; haciéndose hombre para habitar entre
nosotros, morir y resucitar para que estemos con Él.
Estoy habilitado para amar a Dios y a mi prójimo de la misma manera
en que el Padre ama al Hijo. Y esto no se trata de imitar meramente el
amor… es el MISMO AMOR… Amor que es visible, amor que se
refleja, amor que va más allá, que trasciende.
La Oración de Ana
En 1 Samuel capítulo 1, encontramos a una mujer llamada Ana que
ansiaba tener hijos. Era lo que más quería en el mundo pero no podía
tenerlos. Esto le trajo grandes problemas, mucho dolor y hasta las
burlas de la gente. Ya no sabía qué más hacer así que comenzó a
orar. La Biblia dice que oró al Señor entre muchas lágrimas y que Elí,
el Sumo Sacerdote, incluso pensó que estaba borracha. Pero Ana le
respondió: “No estoy ebria, es que estoy muy triste y estaba
derramando las penas de mi corazón delante del SEÑOR”. Ana
estaba dispuesta a orar todo el tiempo que fuera necesario para llevar
sus preocupaciones delante Dios.
Oraciones a largo plazo
En el mundo de la pastoral juvenil oramos por tantas cosas: jóvenes,
voluntarios, la escuela y universidad local, nuestros propios
ministerios, etc. Pero déjame preguntarte, ¿cuál es el motivo por el
cual has orado por más largo tiempo?
Uno de los mejores ejemplos de fe que veo son las oraciones de las
mamás y abuelas. Algunas han orado más de veinte o treinta años
hasta que vieron a sus hijos y nietos llegar a Jesús. En el caso de Ana,
ella derramó su alma al Señor a través de su angustia y dolor; ¡hubiera
sido una asombrosa líder juvenil!
Por lo tanto te animo a seguir orando por los jóvenes que estás
alcanzando con el Evangelio de Jesús. Puede que no veas una
diferencia en ellos hoy o mañana, pero no dejes de orar. Algunos
quizás sean “respuestas instantáneas” pero otros probablemente
tardarán años. Lo único que debes saber es que nunca te arrepentirás
de orar por un joven, hacerlo nunca será un desperdicio. Es muy
posible que Dios esté escribiendo una gran historia en la vida de ese
chico o chica y que tú llegues a ser parte de ella. Derrama tu alma a
Dios en nombre de esos jóvenes. Mientras tanto, oro para que veas
que, tarde o temprano, Dios responde esas oraciones.