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LOS INTRANSIGENTES
POR
BALTASAR VELEZ V.
PRESBITERO
BOGOTA :COLOXlIIA\
perso nal se halla cróni came nte amen azada , que la Cons titu-
¿ -ción y las leyes no se cump len; en una palab ra, que el dere-
·cho no es igual para todos .
y á pesar de esta conv icció n, cada vez que de estos ma-
les se les habla , urgié ndole s para busca r el reme dio oport u-
no, vuelven azorados á mirar atrás, acuérdanse de los días
-oscuros de la· persecución, y cerrando los ojos, siguen apo-
yand o el mal que cond enan , y se tapan los oídos para no per-
I cibir sus propi as queja s, juzga ndo que denu nciar siqui era el
abuso , equiv ale á abrir la brech a por dond e pueela pene trar
el Filist eo.
Yá se comp rende qué parti do sacar án de esta situac ión ~ •
de los espír itus y de las conci encia s los poco s intere sados per-
S
sonal ment e en la explo tació n del Pode r públi co.
Para éstos , gana rse la opini ón por la armo nizac ión de
los intere ses socia les; desar mar las iras de los opue stos ban-
dos, por medi o de justa s y oport unas conce sione s; asent ar la
paz sobre el impe rio del Dere cho; estud iar y prom over \as
aun ne "r
así
~lcill~ y ru/¡nera qt¡e conservarse
con ~n numeroso ejérci tO r
con el Val iOS O mecarusmp oficial,
ón ni se inqufe~e ni
O<i¡;¡,:-O ~n un -If:'f" partido cuy3¡ opini qu e estA dispuesto á
f4: pues de an~emano se sabe sumiso, disciplina-
_~~r' toda ho ra al sacrifi
cio, c.l lad o,
pe re! ed era s y mundanas-,
:.~lID ',:oalo quien pelea po r dcisas
osol qllC( tiene !iI! re-
"q~"et¡l ~ c!Wlp!t: Hn !ir be r r~
9-
señor Manuel Murillo, que se mostró en el Gobierno toleran-
te, benévolo y hábil. .
Pero la tregua no fue larga, y los liberales de cierta es-
cuela, que habían hecho esfuerzos, en lucha con los masque
ristas, por encauzar las corrientes de opinión entre sus copar
tidarios por la vía de la tolerancia y del respeto á los fueros
de la conciencia, ó se cansaron en la lid, ó fueron arrollados.
por los más audaces ó por los más fuertes en número, coro 0
sucede siempre á los que en el hervor de las pasiones política )
pretenden hacer oír los dictados de la razón.
El hecho es que allá por los años de 1872 á 1873, entró
el país en un verdadero vértig;-' de intransigencia religiosa y
filosófica, marüfestada en la prensa liberal primero, y más lué-
go, de 1876 en adelante, en el Congreso y en las Asambleasl
de los Estados, y que desde entonces hasta la Administración
Núñez, no se volvió á disfrutar de un solo día de calma y del
tranquilidad en los hogares cristianos.
Tómese al acaso cualquiera colección de los periódicos de-
aquella época, y se verá por ellos, como en espejo, el espíritu
entonces dominante.
Cuestiones económicas, administrativas, industriales, cien-
tíficas ó literarias, no se volvieron á tratar, ó no se les daba
sino importancia secundaria. Los periódicos liberales no
traían sino artículos de ardiente polémica religiosa, ó f más
bien, de irritante provocación á los católicos, insultando yes-
carneciendo sus creencias, sus prácticas y sus sentimientos re-
ligiosos.
Entonces un joven que aspirara á la carrera pública, no
se curaba de hacer en nada estudios formales: un artículo de
periódico en que abundaran las blasfemias y los groseros in-o
sultos, las soeces chocarrerías contra todo 10 que fuera res-
petable y santo, servía de pasaporte para todo. La_ impiedad
se hizo negocio, y el ~no podía seLarriero.L se metía in.
crédulo.
~s periódicos conservadores, por su parte, no soltahan
los temas teológicos, y no contentos con rechazar el ataque,
se alzaban á veces á mayores, tratando de ponerles la pauta á
los mismos prelados <le la Iglesia.
¿Recuerdan nuestros lectores cómo se discutía entonces.
- 10-
1 la pintu ra, las artes y las indus trias que sirve n al culto, las in-
dustr ias más preci osas que prove en al homb re de pan, de ves·
- 19-
otras análo gas, que por fortu na son pocas y de muy fácil ar- ¡
moni zació n, en prove cho de todos , fieles y ciuda dano s, Igle-
sia y República_
Voce s libera les como las de los señor es Felip e YSantiagO~ ~
Pér~, y últim amen te la del señor Rafae l Uribe Uribe
se han )
dejad o yá oír, aC,eptando esta soluc ión (Il. ¿Será ésta tamb ién la
opini ón de la mayo ría del parti do libera l, no radic al? El país
ansía saber lo, y tiene derec ho á que se hable en el partic ular
con toda chrid ad.
Otra voz de ultra tumb a parec e alzar se en estos mom en-
tos solem nes, señalando el camino que nunca debió abando-
narse . Es la del Gene ral Santa nder, á quien el parti do libera l
ha recon ocido como su fundador, pero cuyas enseñanzas fue-
ron más tarde sustit llídas por las de algun os secta rios del
radicalismo francés) revolucionario y violento, que es de espe-
rarse no torna rá á regir los desti nos del país.
En carta inédita, que un amigo nos ha franqueado, diri-
gida por el Gene ral Santa nder á D. Franc isco Soto, se expre -
saba así:
" Roma. Dicie mbre 12 de 1830.
-..... . . . . .. .. ......... .................... .... . ....... .
"Aun que no he visto la Cons tituci ón del admi ,able , juzgo
por los extra ctos publi cados que tiene defec tos susta ncial es,
que usted es debe n empe ñarse en refor mar. El artícu lo de la
\ Relig ión ha escan daliza d() y nos ha desac redita do. Yá que no
( se pued e decir simp leme nte que' el Gobi erno prote ge la Reli-
1 gión Catól ica,' al meno s guard en el prud ente silenc io que
guard ó la Cons tituci ón de Cúcu ta.
"¿Ha visto usted el artícu lo que sobre la mate ria conti e-
ne la nueva Constitución francesa? Se lo pregunto para re·
corda rle que cuand o yo pensa ba en Ocañ a que se dijera algo
semejante en la Constitución, se escandalizaron algun os de
~ nuestros amigos, estimando la cosa como una mancha des-
honrOS3. ¿Qué dirán ahora al ver que una Nació n tan civili-
l. \\
(1) El ~efior doctor D. Aquil eo Parra, Presidente del Directorio Libera
declarado
en uD8cntrevista rccieDtecon un r!.p!!!ter de La Crim:ica, se ha
ocimiento
también porel régimen del CODcordr.to, 10 que implica el recon
ollcia l de la Iglesia católi ca en Colombia. - -
- 24 -
In
La palab ra República no tiene, gener alme nte. en Espa -
ña, el mism o significado que entre nosotros. Republicallo y
7anarquista son allá una mism a cosa. Los Cal ¡¡stas se creen , 4i
su vez, los único s católicos. Y callistas y IcpublictlllOS se odian
de muer te. A lo meno s así me parec ió cuan do viajé por aque l
(1) Domi nar es scfiorear, mandar en alguna COBa como duefto de ella.
disponer de esa cosa á su capricho, apoderarse de ella y IUjltU
la , 10
domiDlo y usando de ella, aun por la fuerza. Doml"ar UDa nlciÓB
.."
pues, violentarla, oprimirla. Un gobernante no es dudo de UDa
Jl&-
CiÓD, es Rpenas su mayordomo. Debe go/.Iernar, DO domi,..,..
- 31
país. El carlista Salvá y Salvani escribió ~n opúsculo intitu-
lado Elliberolismo es pecado, gue es el escándalo de los libela-
les en todas partes, y la ganga, la mina más rica y explotable
para ciertos consCt1Jadotcs de por acá, que discurren así:
-Si ser libetal es pecado-ser consavadol es virtud; y con(
sólo llamarse conservadores, yá se tienen asegurado el cielo,!
dando de antemano por condenados á todos los liberales.
Gaume, Segur y otro5 escritores franceses, monarquistas
de más de la marca, han escrito también contra el tep"bli-
caHúmo (ó libclalismo) que, en Francia, se ha confundido
también con el comunismo, el socialismo, el ccsatis11lo, la 11ilet-
,wGÍollal y la Comuna.
El odio de que están saturados los escritos de los ca, listas
españoles y los monarquistas franceses contra el republicanis-
mo ó liberalismo español y el francés, es hasta cierto punto
explicable, por el carácter que allá ha asumido esta colectivi-
dad política.
Pero ¿es racional, es justo, es siquiera lógico, que el cle-
ro colombiano, republicano legítimo como es, y los conser-
vadores colombianos, republicanos también, no distingamos
entre lepra y lepra, ateniéndonos más bien á la letra que
mata que al espíritu que vivifica, y que les apliquemos á lodos
los liberales aquellas condenaciones de los escritores citados,
enemigos aún de la República genuina y del libelolislllo
pfl1amcnle polilico1 ¿Es racional, es jnsto, es siquiera lógi-
co hacer extensivos á iodos los liberales colombianos, hom-
bres y mujeres, aquellos anatemas, justamente lanzados contra
los anarquistas europeos?
Para que se vea hasta dónde se ha llevado, por nuestra
parte, la exageración en Colombia, diré que yo he bauti7.ado
niños de cuatro ó más años, á quienes se les había rehusado
el sacramento sólo por ser hijos de padres liberales, ó por ha-
berles nombrado padrinos liberales, ó porque esos padres no
pagaban cierta contribución de tercios para el culto; y he ab-
suelto á muchas mujeres que hacía largos años no se confe-
saban, porque su Cura les negaba la absolución por /¡be/Oles,
y á quienes tenía desterradas de la misa con sermones y plá-
ticas supremamente inconvenientes.
y lo mejor de esto es que olvidamos esas prédicas cuan-
tlo l~ m.q¡4i<~8 PQl~ '_",_
da s, et¡¡ . .ó-¡::~ ll~tIune ~:
en I¡¡. COI!J~c¡:iP.9i ¡lIlA ~~ ¡;f~=4~1 ===
I1I
ó del ,rn OA um e$ cW¡J\I~
pu s j Ó pa ra qw¡ ,cqJl,lril¡py,¡mAII::IA ':~~:.:==:
Se ma na San~ 't .d~ q.t~í*,(lilIlCiDDC
" (~ ·I%IIJj. ,e
est án excq~ull¡¡a¡\qs "esl>~ m3llllM"
" .Cj("';~,1I11"~.
bandidos, esos ladro~. !lS(»s",;m:P
m~c
y de los saCllrdot~s, esqs" ., ••
su dinero no es vitando.
Es ve rda d ~ue en ,. pob~
tal , nu est ro len gu aje y In"IIIt1-a co)
ndluclta
menos escrupulosos ; ~enc?s -i¡nb~o
,~ent:'l!\o,.1'
de r casi eiFrce~ nu~~~~ I.Jl¡¡¡ilste!'Í.Q.
1:'¡Cl~qV\ll<" ,
ríamos, á qt¡i.cíJ1. pr,e~iqrj¡&~~pll, .
pa rro qu ia, en la 'il ti
Y I qu é gu err a tan feroz la qn e
sace~dotes qu e D.I\,esltán .p¡!Ie:
ídDs,dillll\l&dIllllOiá
tolerancia, que no 011. C~(I
can y pro ced en á bu lto co ntr a los
""u.( ·:;Es~
.adicalazo&, de cuyo tra to de be n
los jud as de! Apostolada.-VoIIde ...
,Ii
Vergüenza da de cú estO¡ pI!i:n -""
IfI;lI~
cir io y confll1latlG cu8J1.do ,1IIlI !t"l~'
ldi"~
ést a las almas intran~igeWeL
"Iie J,lQ ha y ~ta g(lntHtBi:~p
cJÍ!I~~
:,;·¡ib,.,~bit 1J11S. LiI. ~erdJ!.dI:08
!dIaf"l
- 33-
Uribe, á nombre de los libelales; Carlos Martínez Silva, á
nombre de los conselvadoltS; y el que estas pobres líneas es- SS
cribe, á nombre del venerado gremio á que pertenece, con- \
fesamos qu"e por llUest1a culpa, por 1zuest1a glalulísimn culpa,
que por nuestra intransigencia, por nuestra grandísima intran-
sigencia, hemos pecado glavemcJJle con los pellsamie"tos, con
las palabras y COIl las oblas, y que por eso estamos enfer-
mos, y por eso nuestra Patria está petrificada de dolor, como
Niohe, al preser.9ilr la muerte cruel q~ damos á sJliJ1ijos.
Dejenws que 105 ItbeJales ¡IllJallsigenles desconozcan á
Uribe el derecho de hacer confesiones, concesiones ó trall·
sacciones á su nombre¡ dejemos que los cOllseJvadoles últJan-l
sigelll;;-;;;aldigan-;:;todos 105 tonos á Martínez Silva, porque
ha puesto el dedo en sus llagas; y dejemos que los sacerdotes
intransigentes y banderizos tomen nota de estas líneas para
cuando á mí me llegue el día de la cuenta.
y prosigamos.
IV
Una de las causas de la intransigencia clerical es la
intransig~{cia f3n;r~a con que gratuitamente ~os atacaron (
desde el principio 105 libcr!!!es colombianos. Si la Historia no)
miente, fueron ellos los agresores, y según la intransigencia¡
-
del ataque, ha tenido que ser la intransigencia de la defensa.
- -
El cl,:!:..Q colombiano cooperó eficaz~te á la ~uerra de
la Independencia: diezmos, custodias, alhajas de oro y plata
de las igiesias, servicios personales, predicación y escritos, su
influencia .... nada de esto esquivó en ayuda de la magna
guerra: todo lo ofrendó espontánea y patrióticamente á ella,
y debido á eso nos emancipámos.
y cuando el clero colombiano hace esto, con aplauso ge-
neral, los libelales le pagan tantos sacrificios insult'lOdole en\
los periódicos bogotan~s, escarneciendo los dogmas de la
Religión, implantando la masonería, decretando olicialmente
la enseñanza de Bentham, t1surpindose el Patronato, los diez-
PU&KTB eoBBB BL ADISKO 3
34 -
mos y otros bienes de las iglesias, suprimiendo conventos,
desterrando al santo Arzobispo Mosquera del modo más cri-
minaCexpulsancfoTos J esuita"Se;, vi~tud de un'\, pragmática
obsoleta del Rey Carlos~(que los había expulsado de sus
~
v
Otra causa de intransigencia clerical es la intransigencia ~
conservadora, impnesta ó sugerida al clero por los que se lIa·
man sus partidarios y defensores. Ese contubernio entre el
clero y el partido conservador, ha convertido en un lago de
_ f ..
sangre la República.
" Lccur~y grande es ec1.!ar mano de la espada pma
defwdet el Evangelio. Nuestro Salvador separó la fuerza de la
razón. ¿Y los hombres tendrán la arrogancia de unir lo qlle
Dios ha separado? Cuan~ombatimos el error con otras aro
mas qu~ la razón, C11~nás que aquellos á quienes ata·
camos." (Citolegia).
-
¿Con qué objeto busca ~ clero la alianza d<:!yartido con·
---
se/vadorr ¿Pará-que le defienda? ¿Vara que defienda la Igle.
sia, la Religión, tan cruelmente perseguida por los libelOles,
en casi todas partes? Pero una defensa pacífica del clero ó de
la Religión no requiere sino buenas plumas y buenos perió.~
dicos, y sobre todo, caridad y buenos ejemplos; y para esto no
necesita el clero de hacer causa común con ningún partido.
Una defensa armada está prohibida por la misma Religión,
sin que por esto diga yo que no puedan y aun deban algunas (
veces los pueblos defender con las armas sus derechos, entre I
los cuales es el primero el de la libertad religiosa.
¿Con qué objeto busca el partido consuvador la alianza
del clero? ¿Para que le defienda del partido libelalr ¿Y al
clero quién le defiende? El clero no puede, no debe armarse:
no puede, pues, defenderle con las armas.
Pero ¿cómo podrá defender el clero á los comervadores r
¿Asegurando que todos son religiosos? No, porque el clero
sabe que hay muchos cOIlSetVad01e5, aun en Colombia, deístas,
malCJialislas¡ muchos que no creen sino muy pocas cosas de la
Religión, yeso muy mal entendidas; y muchos indifermlislas,
libres pensado.es.-¿Asegurando que todos son morales ó de
buen3s costumbres? Pero el clero sabe mejor que nadie que hay
muchos co"Se1'l.'ad01es concubinarios, usureros públicos,. san-
guijuelas de los pueblos donde son gamonales ó caciques, ca·
cos cínicos-y desvergonzados de las rentas públicas, y aun de
dote, que casi no ·y,¡,!l.a
misa¡ ,w.pa8l n m." "'IJF 4.iiI ai. . . .
ra! que la. de BUB intenlam, ",j1~
~~~I Pab~~"IO~~_~L.~,""
10iIl iftaa la JlII!l'~tiGllull_ra. I~1i ¡p._I I"",,,~
dotes, y aman más que ésto s' los tIu*,do!:tII¡Icf¡j,i.!l!
pone n cuando los .co~JSe,".aj~!:, .l,e~
n~ lugareilas, ó con i:Y!1~~
¿Qué les defienden, pues, ~e~~~:~:JP
tes' ¿Sus empl eos? Pero casi .re~P,irp
<, oprimir, ó para hace r el mal, ó biú~
( el sacerdote hacerse c6mp1íce,
mand arín, ó de un ambicioso "semejante ?
¿Qué les defiende, pues, el cIere á-hlla,*_ _•
gobie rno? Pero el c~o ..,11 q&ie, .IÍ~*
Iglesia recomieQda, oMe na oblidil'll'I' " . .
••
emanado de Dios, a\Jl)que no ...¡ : : : : :
díscolo, á noae r que mand e _ 'c
manda, pues en este caso es priDleftt
á los hom bres ."-¿ Sus leyes ? Peto 111
~~Iita la misma razón, y no ue-_jtaÍ'I!t"tI
conservadores pan ddeDdedAI
buelna se debe acata r y dt:lf,~ncI:r,!iI=a~fIj
fido que fuere, y para flIIIIo, !l1cJ1tlé"lu!
¿Qué prdeD de, p¡e~iIiI~1I!IIi1!ll8~
dero ? Hacer . dd:e,:;~;:~=
y pe.qldu1lD lll el
to y marea, para COilJNirJjl¡-..¡j\I
ul, c¡ue:eael g: ;; ;¡
WIt:el 0J'fIIIl1~t, e
- 37-
por quien le indique su señor y les dirá á los pueblos en qué
lima y po, quié" deben depositar sus votos.
y si las moscas libetales logran por fin romper la tela de
araña que las tenía aprisionadas, y resuelven vengarse de la
araña y derribar hasta el edificio en donde ella tejía sus redes,
¿cómo detener, entonces, el torrente de males que caerán so-
bre la Il(lesia?
VI
Teológicamente puede asegurarse que el que está en co-
municación espiritual con su cura, y por medio de éste con ?
su obispo y con el Papa, no es libetal en el sentido en que la
Igle.ia ha condenado el libetalismo.
Por otra parte, el liberalismo irreligioso condenado por
el Papa, es tan sólo un error, no una herejía, no herida todavía
con las excomuniones de la Iglesia; y, por lo mismo, á los li-
berales que le profesan no puede tratárseles como á herejes,
sino simplemente como á extraviados : no es el caso de exco-
munión contra ellos.
No debe olvidarse que el Padre Santo, al condenar elli-
belalismo, n~ ha conden~do precisamente el nombre, sino la )
cosa, no la palabra, sino el error, al cual ha condenado con el )
nombre que el m¡s~error se ha dado y se da, en Europa
especialmente.
Ni mucho menas debe olvidarse que la Santa Sede ha de-
clarado, por el órgano oficial, ó semioficial, la Civiltá Calloliea ,
que la calumnia quien diga <jue ella ha condenado el /ibeta!is,,-
InO pwalllC/ltc po!ítieo, una vez-qu~l !:'l.i~[lIo Pío IX 1';-puso en\ \ ~
-
práctica como soberano temporal de Roma.
--~
•"1iIl".4lUp1pl,1bO<:
""".,~P.l!;" ,~IJi~ XVI, es q.ü en
lom a la iJ¡iciativa,
ejet!lP1o único en la ldsloria de
"1IM!9IP, ~ con 911 ¡ne
Jl.te y Sil co~n"
o pod!lr
" -n os, l1izo ab dic aci ó. d~ absllrd
1Ip.l~."
no tea Jp
~.1li Htstoria, cfice !l'O!«IuerilIe, ,
mDgona de biIt féVoluáones . .
= t. üA~~
~~~ se encuentra al GOJDenza
r la ilbl'l¡
contra los batallones ingleses, por no ceder á la infantería
toda la honra de haber dcs.1fiado aquellas temibles líneas de
enemigos, se precipitó á la tribuna, y fue la primera en renun-
ciar á todos sus privilegios, sin que faltase uno solo de sus
miembros.
"El clero, poseído de igual entusiasmo, siguIendo el cjt'lIIplo
( de la 71obleza, saC/ificó también sus P,ivilcgios, el diezmo y los be-
' neficios.
"El tercer Estado siguió á su vez, con no menos ardor, y
cuando todo lo hubo sacrificado, repasaba la memoria por
ver si se había quedado olvidado algún privilegio que inmo-
lar en aquellos altares, que realmente fueron aquel día los al-
tares de la Patria."
ClI:DADASO.
miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus dere·
chos y sus deberes; á fin de que los actos del Poder Ejecutivo
y los del Poder Legislativo, pudiendo ser comparados á cada
instante con el objeto de toda institución política, sean más
respetados; y á fin de que las reclamaciones de los ciudadanos,
basadas en 10 sucesivo sobre principios sencillos é incontesta-
bles, se encaminen siempre al mantenimiento de la Constitu-
ción y á la dicha de todos. Por consecuencia de todo esto, la
Asamblea Nacional reconoce y declara, en presencia y bajo
los auspicios del Sér Supremo, los siguientes derechos del
hombre y del ciudadano:
Art. L° Los hombres nacen y son libres é iguales en
derechos sociales, que sólo pueden basarse en la utilidad
)
común.
Art. 2.° El objeto de toda sociedad política es la conser-
vación de los derechos naturales é imprescriptibles del hom-
bre. Est"s derechos son la libalad, la seguridad y la lesislencia
á la optesión.
Art. 3.° Toda soberanía reside esencialmente en la Na~
(1); ningún cuerpo ó individuo puede -eje~cer autoridad que
no emane expre.amente de aquélla.
Art. 4.° La libertad consiste en poder hacer todo aquello
que no perjudique á otro.
Art. 5.° Cumple sólo á la ley el derecho de prohibir los
actos perjudiciales á la sociedad. Todo lo que no esté vedado
por la ley, no podrá prohibirse, y nadie está obligado á ejecu-
tar lo que aquélla no ordene.
Art. 6.° La leyes la expresión de la voluntad general. To-
dos los ciudadanos tienen derecho á concurrir á la formación
de las leyes, ya sea personalmente,' ó por sus representantes.
Debe ser una misma para todos, ya sea que proteja ó que cas-
tigue. Siendo iguales ante ella todos los ciudadanos, son
igualmente admisibles para cualquiera dignidad, cargo ó em-
¡
impide establecer y conservar las inmunidades eclesiásticas.
Sostiene que ni el individuo ni la nación dependen de Dios,
que el Estado es superior á la Religión, á la Moral, árbitro de
la educación, y que es el Estado quien debe poner y quitar
los obispos, y que la Religión no debe ser otra cosa que su
instrumento.
10. El Positivismo. Enseña que debemos rechazar todo f
lo que no pueda ser analizado y sometido á experimentación
por medio de los sentidos. En el universo no descubre sino
fenómenos. Dios, el alma, la sustancia ele los seres, son otras
tantas quimeras, ó á 10 más, materia de hipótesis sin funda-
mento.
-46-
1I. El Determinismo. Niega la libertad moral del hom.
bre; atribuye~ todO
a;; sus acciones á causas meramente fío
sicas y externas; destruye la responsabilidad; cumbate,
por consiguiente, todas las sanciones penales; borra la di-
ferencia entre el bien y el mal, el delito y la "irtud. El ma-
terialismo es su fundamento, y su .fin la destrucción de todo
orden social.
VIII
XI
--
en la políti~a del país? Dos cuest ~ -
¿Tien e el sacer dote colom biano el derec jlo de intervenir
-- iones impo rtant es envuelve,
en mi conce pto, esta pregu nta: la prim era sobre el derec ho y
el uso de ese derec ho, y la segun da sobre cuál sea la clase de
políti ca en que aquél pued e intervenir.
El sarce dote tien~-.gebe tener, el derechQ. constitucio-
nal de elegi r y ser elegidó, de llamarse consetvado, ó liberal,
de trab~ar en elecciones, de habla r J escri bis etc., como
cualq uier otro ciudada~ U na Constitución que le niegue ese
derec ho, ó que se lo restri nja excepcionalmente, es una Cons-
tituci ón ma¡a ó i';per lecta . En esto no cabe duda .
¿Por qué no podrí a él ir al Congreso, ó á una Asamblea
Legislativa, á repre senta r allí á los pueblos, cuyos males y ne-
( ctlsidades de segur o cono ce mejo r que cualq uier lego? ¿Por
( qué no podrí a él repre sen tar allí los intere ses católicos de su
) Patria? ¿Por qué no podrí a instru írse en las cienCias políticas,
( para ilustr ar como orado r parla ment ario las cuestiones que
allí se discutan, espec ialme nte las de fuero mixto? ¿Por qué
habrí a de estor bar allí su prese ncia, más bien que inspi rar res-
peto, espec ialme nte á los diput ados jóvenes, y aun á la. ba-
rras? ¿Por qué habrí a de priva rse á la nación del conti ngen te
( de luce. de un sacer dote patri ota y republicano, y á los pue-
~
blos de los servicios más ó menos impo rtant es que ese sacer-
dote pudie ra prest arles , contr ibuye ndo á dicta r leyes justas,
á ensan char la liber tad econó mica y admi nistra tiva de los
municipios, etc? Cuan do el parti do liberal, en 1863. le hizo
paria, excluyéndole de las urnas, no fue á "él á quien dañó :
fue a!PUeblo, fue á la Patri a! " -
Mas no hay que confu ndir el derec ho con el uso del de-
recho , porqu e esta confusión esfecu nda en males para la Igle-
sia y para la sociedad. No siem pre que uno tiene un derec ho,
debe estar hacie ndo uso de él. Dere chos hay acom paña-
dos inevitablemente del impe rioso debe r de renunciarlos, de
no hacer uso de eUos. ¿Por qué? Por prude ncia, por evitar
- 53-
•
males, para ocasionar bienes, en obsequio de la paz.y la con-
cordia (r).
Rara vez podrá convenir en Colombia que el sacerdote
que tiene el derecho de votar vaya á las urnas á confundirse con
los conselVadO/ts en los plebiscitos ó comicios electorales
de ésto., máxime si están muy fogosos y apasionados los dos I
bandos· políticos, ó si uno de ellos, especialmente el llbC7al,
está oprimido en sus derechos. Nada más exótico, nada más
perjudicial, que la presencia de un sacerdote allí, si no va
como juez de yaz, imparcial y neutral. León XlII, no hace
muchos años, por medio de su Delegado en Madrid, prohibió
esa intervención electoral al clero ;;p""tiiol, porque "¿con qué
confianza podela ir un vencido por el sacerdote en las eleccio-
nes, al día slguiente de éstas, nepositar en éí,Comc confe-
sor, los Íntimos secretos de su conciencia?" CaSI todas las
persecuciones de que los sacerdotes hemos sido víctimas en
Colombia tienen su origen, su expfícacion, en las intrigas
electorales del clero, en las triquiñuelas y fraudes y vivezas
de los curas y los conservadores contrLIQselectores liberales.
" Quien siembra \"ientos, recoge tempestades."
¿Deberá, pues, el sacerdote hacer uso de su derecho de
votar en las urnas populares, ó deberá más bien alejarse de
ellas? Hoy se le deja votar, pero con la condición tácita de
votar por quien le digan los que se dicen sus partidarios, sus
defensores, sus protectores; pero á nadie se le permite votar
por él. Los conservadores como que se ave~güenzan de tener
frailes en las curules del Congreso. i Pero el clero no se aver-
güenza de votar por ellos, desafiando las iras del partido li-
beral, para el que "no hay deuda ,que no se pague ni plazo
que no se cumpla." ¡Qué generosidad!
¿Deberá, pues, el sacerdote colombiano hacer uso de su
derecho de votar, ó deberá más bien renunciar á él?
Y si la lucha electoral es entre dos candidatos católicos,
(1)" En toda acción, dice San Bernardo, considéra: L·, tli es lícitaj
2.°, si ea decente; y 3. o. si es conv~Diente." Y pone primero la iicitud- y la
tIeemclG; p"rque, si DO es lícita, DO se ha ue hacer, aunque sea cUun~ y
MnNnUn~; Y si DO es decente, no se ha de hacer, aunque sea con'Den1'ente
llici/D; 1 sólo re ha de hacer cuando es lícita, decente y conveniente ,
la vez.
• - 54
( ¿qué necesidad hay de ayudar con predicaciones, intrigas,
I fraudes y adhesiones á la división de los feligreses y de los ciu-
dadanos, y al incendio de la Patria?
En materia <;le elecciones puede el sacerdote (y aun debe
en muchos casos) instruír á los católicos sobre sus deberes
como electores, sobre todo cuando se presentan candidatos
enemigos de la Iglesia; pero en el ejercicio de su ministerio,
es decir, como predicadores, su l~guaje depe llevar nú"'eto,
pe~o y ",ed!da: ni una palabra_imprudente, ni injuriosa para
nadie. En su casa, como persona particular, yá podrá dar ins-
t;;;ceiones más concretas, ó responder á las consultas que se
le dirijan, mas no apareciendo nunca como apaniaguado de
los conservadores, porque esto rebaja su dignidad.
Si los empleados le piden consejo como electores, su de-
ber es decirles la verdad, y nada más que la verdad, basada
en la justicia: Voten ustedes con su razón y su conciencia,
jj
XII
XIU
El sacer dote es otro Crist1:>. Su digni dad es super ior
-- _. -
á la de los reyes, á la de los ángel es y;en cierto modo,
aun á la de la Madr e de Dios. Y esa digni dad noes propie-
dad de éFlo esa" la Iglesia; es un Oepo sifos agrad o que
Dios le confí a para bien de la huma nidad . No pued e, pues,
alqui larla á los caciq ues de aldea , á los farsa ntes y fulleros
de la políti ca; no pued e vend erla, ni entre garla á nadie ; no
pued e arras trarla en el fango de las pasio nes políticas; es su
pudo r, y no pued e prost ituírl o. Esa digni dad, ó la influencia
que ella propo rcion a, no pued e pone rse sino al servicio de
Jesuc risto: no pued e ser instru ment o de ningú n homb re, ni
de ningú n parti do, que quier an explo tarla á su capri cho.
/i Las cosas santas debe n tratarse santamente." "Las mar-
garit áspre ciosa s no son para los cerdo s." No le es lícito
al sacer dote atrae rle perse cucio nes á la Iglesia, ni al grem io
de que él hace parte . El espír itu de partid o en un sacer dote
es la ruina espir itual de much as almas, y causa de much as
guerr as civiles, de much as lágrim as y sangr e, de que tendr á
que dar estre cha cuen ta al Dios de la Justicia.
La Relig ión de que somo s Mini stros es una Relig ión de
paz, de carid ad y de justic ia. Si no somos pacíficos, no somo s
homb res de buen a volun tad. Si no amam os, somos demo nios.
Si no somo s justos, no somo s hombres de bien.
Entre los libe/a les tenemos much ísimo s amigos, y much os
enemig~s entre lOS cOflselvadcnes. Separados los unos de los
otros por interese's pOlihcos, aun más que por las ideas reli-
giosas, sus pasiones son unas mismas, y sus virtudes y sus vi-
cios son iguales y comn nes: son homb res todos. ¿ Por qué ha-
cer acepc ión de personas?
Es más hidal go darle la mano al caído que arroja rlo con
el pie; estar del lado del oprim ido, que sonre ír con el opres or;
ser amig o del que sufre, que senta rnos á la mesa del que cau-
sa sus sufrimientos. ¿Ten emos qué vengar algunos agravios?
Pues sea nuest ra mayo r veng anza el más noble y gener oso
perdó n . _\'oblesse oblige.
- 57
desempeñarlos! "
n aptitu des para
--
Y no opon ernos POI' ningún 1fudiii injusto ó indi..t!Jo á que
vuelvan al poder, aunque sea á perseguirnos de nuevo. ¿ Por
qué tanto temor á sus per~cuci~s? Estas son nuestra ele~
vació n y sons u caída: las perse cucio nes engrandecen. ¡Ben -
ditas perse cucio nes por las cuale s brilla tanto la Igles ia neo-
grana dina, y que han-hecn o_de su clero E.l"· imer o tal vez de
la Am~rica del Sur! No nos honr a ese temo r. La Igles ia dice
como San Pablo , elApós tol de las gent es: Cum ilzji11lwY, t,me
potens SUtil. Prefi ramo s mil veces una perse cució n decla r ada
por parte de nuest;:os enem igos, áUñaprote cción ~entida.1_
-~
-- ó
intere sada, --::de parte de los que se llama n nuest ros defen so-
res,y sobre todoL á ser instru ment os de opres ión y encub rido-
res de la iniqu idad.
- 5R-
Si Dio~olera á los liberales, ¿por qué no hemos de tole-
rarlos. nosotros? Seamos tan enemTgos des;;:libcralismo filosó-
fico cuanto queramos; pero ¿por qué no podríamos ser sus
> amigos personales cuando ellos no rechacen nuestra amistad?
No tenemos derecho á exigirles que piensen como nosotros
pensamos, que crean en lo que nosotros creemos. La fe es un
l \) dón de Dios: es Él quien la da, y no los raciocinios. "Con
sumo esmero, dlceLeón XIII en su ~ndc1ica lunn;,tale Dei,
cuida la Iglesia de que nadie sea obligado por fuerza á abra-
\ zar la fe católica, porque, como dic~biamente San Agustín:
( el hombre no puede C/Cet sino 'i'::etiClldo."
Dios mismo, según Santo Tomás, no exige de los hom-
bres el concurso uniforme de sus opiniones, sino la uniformi-
dad de sus voluntades para el bien.
11 Hay opiniones libres y principio5 necesarios, en materia
de fe y buenas costumbres." La Santa Sede calla acerca de
muchas opiniones controvertibles, aun entre los mismos teó-
<, Iogos. "Dios ha entregado el mundo á las disputas de los
( hombres," dice la Biblia, Sálvense los principios primordiales
de la Religión y la Moral, y dejemos á todos el derecho de
opinar.
Un liberal que está en comunicación religiosa con su cura,
~
y por medio de éste con su obispo, y por el órgano de éste con
( el Vicario de Jesucristo, á quien todos estamos obligados á
./ obedecer, no es libetal, sino católico legítimo. Contrariar este
principio práctico es el colmo de la intolerancia, de la intran-
sigencia, de la injusticia. Acatar este principio es contribuÍr
) poderosamente con él á la gloriosa y salvadora empresa de
colocar" un puente sobre el abismo," y salvar á Colombia.
Es preciso terminar. Más se cansará usted al leer esta
carta, que lo que yo me be cansado al escribirla. Me apresuro
á enviársela original, sin dejar copia de ella. Entusiasmado
con la lectura del artículo de usted Un pumle sob" el abismo,
( me senté á escribirla inmediatamente, saliera lo que saliera, y
salió. ___ lo que usted ve: una intransigencia contra
_ los in-~I \
_ .______
Presbítero.
--
P. S.-Someto humildemente este descosido escrito al
--
juici~l Episc;opado colombiano y al de los sacerdotes ilus-
trados de sus Diócesis.
A los sacerdotes á quienes él pueda haber ofendido, les
pido perdón y les confieso que yo mismo soy uno de los
ofendidos en él. pues no soy_el llamado á "tirar ~imera
pi{!dra."
Si, no obstante, alguno desea replicar, ó entrar conmigo
en una discusión digna acerca de este improvisado Y desgar-
bado trabajo, estoy á sus órdenes.
BALTASAR VÉLEZ V.