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En síntesis, los diagnósticos efectuados por algunos integrantes del GOU sobre los problemas
que afectaron a la sociedad y a la política en Argentina en los primeros años de la década del
cuarenta compartieron un supuesto común. Estos consideraban que las teorías y los esquemas
institucionales que habían sustentado los regímenes demoliberales de fines del siglo XIX y
principios del XX no eran funcionales para solucionar los conflictos sociales suscitados en
aquella fase del capitalismo.
La provincia de Santa Fe fue intervenida, junto a otras provincias, unos días después de la
asunción del general Ramírez a la presidencia de la Nación, a mediados del mes de junio de
1943. Argonz transfirió el gobierno al teniente coronel Benito Oíz, jefe del regimiento 12 de
infantería, quien lo entregó inmediatamente al Capitán de Navío (RE) Julio Cánega, este
último ocupó dicho cargo hasta noviembre de 1943. Posteriormente, el ingeniero Miguel
Argüelles asumió desde esa fecha hasta julio de 1944. Esta sucesión fue el reflejo de la
inestabilidad del gobierno nacional y la carencia por parte de la elite militar de definiciones
precisas sobre las políticas que los interventores llevarían adelante en las provincias. Cárrega
siguió la línea establecida por el gabinete de Ramírez, en el que ya despuntó el nacionalismo
católico e integrista.
Como se sabe, la hegemonía del ala nacionalista y católica fue efímera y comenzó a
redefinirse, al menos parcialmente, a mediados de 1944, con el ascenso de Perón a la
Vicepresidencia de la Nación. En ese momento se designó otro interventor, el coronel Arturo
Saavedra, un antiguo miembro del GOU 4, quien trazó los primeros esbozos para el cambio
de rumbo político de la revolución en la provincia. Esto implicaba disminuir los controles
ejercidos sobre los partidos políticos y, según los conceptos del delegado nacional, estimular
la labor social de la Secretaria de Trabajo y Previsión5 .
En marzo de 1945, el ministro interino del Interior, contraalmirante Alberto Teisaire, designó
un nuevo interventor, Oscar Alfonso Aldrey, quien, junto con su Ministro de Gobierno,
Leandro Meiners, armó en el seno del Estado provincial la alianza radical sindical que
sostendría, recién a fines de 1945, la candidatura de Perón.
A fines del mes de julio de 1943 el gobierno militar intervino la Universidad Nacional del
Litoral (UNL). El decreto que dispuso la medida sostenía que en esta universidad existían
'factores y elementos adversos a los sanos intereses de la nacionalidad'Ç y consideraba
además que la causa principal del desorden era "la infiltración directa o indirecta de la mala
política ", "la demagogia extrema”
Pero la vigencia de Dana Montagno fue muy corta, y estuvo sujeta a las pujas desatadas en
el seno del gabinete nacional en octubre de 1943. Anaya fue reemplazado en el Ministerio
de Instrucción Pública por el intelectual nacionalista y católico, Gustavo Martínez Zuviría,
quien se ocupó además de confirmar a la Iglesia Católica su vínculo con el sistema
educativo. Este no respetó el trato efectuado por el ministro saliente y desinó un nuevo
interventor para la UINL, Rómulo Etcheverry Boneo, un dirigente de la Acción Católica 13
. Con lo cual quedó atrás la línea de intervención a la Universidad que intentó proyectar
Dana Montagno. Darío Macor ha sugerido que esta intervención puede ser leída como un
intento por parte de militares y civiles nacionalistas y católicos de desactivar la red
ideológica, política y cultural que aglutinaba a los grupos que adscribían a la tradición
liberal democrática'
Ambas disposiciones, la intervención a la universidad y la educación religiosa reactualizaron
en esta provincia un debate político e ideológico que tuvo su génesis al menos dos décadas
atrás, desde la sanción de la Constitución de 1921. Este debate apareció nuevamente en la
escena pública entre los años 1932 y 1935,
No obstante tales cambios, recién en enero de 1945, cuando el gobierno militar declaró la guerra
a las potencias del Eje, cayeron los últimos interventores nacionalistas. Dimitieron los
interventores de Corrientes y Tucumán, David Uriburu. y Federico Ibarguren, respectivamente,
dos "teóricos de ¡apolítica" —como los denominó Tribuna- • Ambos fueron considerados, en el
marco de la intervenciones, representantes emblemáticos de aquella línea ideológica 21 . En Santa
Fe renunció el coronel Arturo Saavedra, y fue reemplazado por el ministro de Gobierno, Carlos
Steffens Soler, quién finalmente entregó el Ejecutivo provincial en marzo de 1945 a Oscar Aldrey,
una figura desconcocida. El mismo tuvo una larga inserción laboral en los ferrocarriles del
Estado. Aldrey conformó su gabinete con Leandro Meiners en el Ministerio de Gobierno e
Instrucción Pública. El nuevo ministro formaba parte del partido radical alineado al Comité
Nacional
Aldrey : Al mismo tiempo, se dedicarían al desarrollo —en nuestros términos- de un modelo
económico que tendría como eje la redistribución de los ingresos a favor de los trabajadores
asalariados 22 . Con ello Aldrey dejaba claro a la opinión pública que el retorno de la
democracia estaría precedido por un imperativo de integración social de la clase trabajadora.
"... La revolución aspira a retomar el camino que marca la constitución y las leyes fundamentales de
la República ( ... ) a afianzar el derecho de elegir a sus gobernantes en comicios libres y limpios ... ".
Para diferenciarse del sesgo que habían dejado las intervenciones alineadas con el ala nacionalista
expuso: " ... Tengo el firme propósito de crear un clima de tolerancia, de mutua comprensión que
aleje cualquier violencia o persecución que permita organizar el futuro gobierno en el molde que
facilitará el Estatuto de los Partidos Políticos cuya preparación el gobierno de la Nación ha confiado
a dignos mandatarios judiciales ( ... ) No caeré en ningún extremismo, ni de derecha ni de izquierda
(...) Ambiciono ajustar mis hechos a la última alocución del Sumo Pontjflce ( ... ) deseo trabajar con
el objeto de conseguir mejoras para la clase obrera en pos de una más justa distribución de la
riqueza..." . La Capital, 25/3/45, pág. 4
1945/1946
Las confrontaciones suscitadas entre trabajadores de distintas ramas de la producción,
movilizados en procura de mejoras laborales, amparadas en algunos casos por las delegaciones
regionales de la Secretaría de Trabajo, y los empresarios locales jugaron un papel significativo en
la configuración de la nueva identidad política. El conflicto social constituyó la base de la
sociabilidad que dio sentido a la participación política de los actores que convergieron a posteriori
en el peronismo provincial.
seguidos por una gran cantidad de personas salieron a la calle en Capital Federal a exigir la
restitución de las libertades civiles y políticas perdidas, la entrega del gobierno a la Suprema
Corte de Justicia y el inmediato llamado a elecciones generales. Impulsados por estos
acontecimientos, la Bolsa de Comercio de Rosario, la Federación Gremial del Comercio e
Industria y la Sociedad Rural de Rosario y Santa Fe, entre otras entidades patronales,
propiciaron el cierre de los comercios por algunas horas en adhesión al acto capitalino. Se
sumaron así a la exhortación por la apertura democrática. Codo a codo con la Junta de
Coordinación Democrática, bregaron para realizar una marcha en las principales ciudades de
la provincia, ante la negativa de las autoridades policiales los comerciantes volvieron a
paralizar sus actividades el 9 de octubre de 1945. En la ciudad de Santa Fe los empresarios
suspendieron el lock out que tenían preparado para el 10 del mismo mes41
En este contexto, los actores sociales precisaron su lugar en la arena política. Como
mencionamos en el capítulo anterior, la Central sindical, ante el Manifiesto de las Fuerzas
Vivas, hizo público su apoyo a la política obrera de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Pero
ante la crisis de setiembre y el incremento de la acción de los grupos opositores compuestos
por un amplio espectro político, que agrupaba a las figuras de los partidos tradicionales,
reconocidos intelectuales del ámbito académico y la prensa de mayor envergadura del país,
entre otros, la CGT se pronunció por la neutralidad y la independencia política.
Durante -la huelga del 18 de octubre, dispuesta por la CGT, se llevaron a cabo movilizaciones
en Santa Fe, Rosario y diversas localidades del centro-norte y sur de la provincia (Rafaela,
Cañada de Gómez, Venado Tuerto, entre otras). La prensa regional opositora a Perón, luego
de señalar el carácter exótico de las prácticas de los manifestantes, consideró que la jornada
de cese de actividades había sido exitosa. Pero destacó que ese éxito estuvo supeditado a
presiones callejeras, a actos de intimidación de los manifestantes frente a los locales
comerciales y a la complacencia de la policía y los jefes de las dependencias oficiales que
dejaron que sus empleados se sumaran a la manifestación.
Una cantidad significativa de gremios adhirieron en forma expresa a la medida de la Central
de los trabajadores.
Diarios: Como veremos en el capítulo siguiente, para resaltar las formas de participación
política, pusieron énfasis en el exotismo, la agresividad, la carencia de civismo y de
racionalidad del comportamiento de los elementos peronistas.
A partir de las características del conflicto social podemos entender varias cuestiones: la
logística territorial que siguieron los promotores del peronismo para asentar sus actividades
de reclutamiento de adhesiones a Perón; los recursos con los que contaron los dirigentes
sindicales y su incidencia en la conformación del Partido Laborista (PL) y luego del Partido
Peronista (PP); la importancia que adquirieron las unidades básicas gremiales en ciertas
ciudades de la provincia, estos organismos de base pueden ser considerados resultado de
aquella participación primigenia. Aunque por supuesto no se resume sólo en ello, el PP fue
en parte producto de una redefinición de las relaciones entre trabajadores, sindicatos y
partidos políticos.
Como se conoce, el PL se montó —conforme a lo establecido en su Carta Orgánica- sobre
una base territorial diagramada a partir de la proliferación de centros políticos (que debían
contar con un mínimo de 30 afiliados) y una base profesional conformada por sindicatos de
trabajadores. Los centros políticos sirvieron como paso inicial para extender las redes desde
el mundo sindical al resto del espectro social y efectuar alianzas con individuos que
pertenecieron a partidos preexistentes o con individuos independientes que contaron con
cierto prestigio a nivel local. Los sindicatos podían integrar el partido como tales sólo si así
lo decidían más del 50% de sus miembros cotizantes.
La Carta Orgánica del PL no especificó exactamente la forma de constitución de los
organismos provinciales, por lo tanto sus promotores reprodujeron a nivel local los
nacionales, y lo hicieron con cierta autonomía de la cúpula partidaria. Los laboristas de Santa
Fe, para armar la base territorial del partido, dividieron el distrito provincial en zona norte y
zona sur, ambas regiones coincidieron con el trazado de las circunscripciones udiciales
La Junta Central de la zona norte, situada en la ciudad de Santa Fe, estuvo integrada por
Manuel Díaz, Lorenzo Lima, Florencio Farre Malbert, Fernando Biagioni y Mario Pierotti,
entre otros. La Junta de la Zona Sur, tuvo su sede en la ciudad de Rosario y fue armada por
dirigentes que en su mayoría pertenecieron a la Unión Ferroviaria, entre los que se
encontraron Demetrio Figueiras (presidente de la Comisión Directiva de la Unión Ferroviaria
Rosario), Julio Díaz, Angel Marini, Juan Brugnerotto, Jorge Sesán, José Arias y Antonio
Rodenas.
1945 Los dirigentes de los partidos opositores más importantes que gravitaron en la provincia,
la UCR CN y el PDP, así como la prensa inscripta en la tradición liberal democrática,
compararon con más asiduidad las prácticas de la fracción que respondía a Perón con las
desarrolladas en los regímenes políticos totalitarios. Inscribieron su cruzada opositora al
gobierno militar, y a Perón específicamente, en el marco de la dualidad democracia/fascismo.
El antifascismo y la defensa de la democracia dio identidad a un heterogéneo grupo que
congregaba a políticos, intelectuales
Como se sabe, la UCR CN sufrió también las escisiones de los afiliados que apoyaron al
gobierno de la revolución en 1945, algunos actuaron como funcionarios en el gabinete
nacional y luego formaron la UCR JIR. En Santa Fe estos eran en su mayoría yrigoyenistas.
La figura principal fue Armando Antille, quien había sido ministro de Hacienda de Farreli.
Integraron también la agrupación: Miguel Angel Cello, Raúl Beney, Alejandro Greca, y
Cayetano Mammana, quienes habían pertenecido a la Agrupación Centros Radicales Alem
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Todos ellos fueron expulsados en noviembre de 1945 de la UCR CN76 . Armaron comités
departamentales en los meses finales de 1945 y entraron en tratativas para dar vida a una
alianza con los dirigentes nucleados en las juntas del PL.
Los diarios fueron marcando la agenda de cuestiones que debían resolver los partidos, cuyos
candidatos accedieran al gobierno y emprendieran el proceso de redemocratización, ya que
las elecciones eran inminentes. En general, buena parte de la comunidad política consideraba,
desde tiempo atrás, que en Argentina había llegado la hora de la intervención estatal, en vistas
a alcanzar a través de la misma un orden social y político más justo. Materias tales como
economía dirigida, democracia social y redistribución de los ingresos, a través de diversas
vías, se hallaron desde la primera posguerra en la agenda de temas del espectro político
argentino, incluyendo a la Iglesia Católica.
También los radicales del Comité Nacional expresaron a la opinión pública que si
triunfaban en las elecciones venideras no tocarían las reformas sociales impulsadas
por el gobierno militar, solamente las inscribirían en un marco de respeto a la
Constitución Nacional. Comparados con los integrantes del PDP, fueron mucho más
escuetos en sus proposiciones y, de la misma forma que aquellos, sacaron a relucir las
leyes sociales sancionadas durante el último gobierno radical de Mosca, entre 1920 y
192487: Frente a estos, los miembros del Movimiento Intransigente y Renovador de
Santa Fe fueron sumamente críticos de la conducción provincial del partido, y
adscribieron a la Declaración de Avellaneda, efectuada por este movimiento en abril
de 1945, cuyos puntos generales versaban, entre otras cuestiones, sobre temas tales
como el desarrollo de una política social. Por su parte los antipersonalistas afirmaron
en los diarios que había sido 'su obra la que colocó a la provincia de Santa Fe a la
vanguardia de la justicia social y agregaban para diferenciarse de lo que estaba
aconteciendo, tergiversando en parte lo ocurrido desde mediados de la década del
treinta, que lo habían hecho dentro del orden y la ley.
No ocurrió lo mismo con el decreto de aguinaldo y aumento de sueldos sancionado por el
gobierno militar en diciembre de 1945. Los dirigentes lo consideraron una medida de neto
corte electoralista y sin buscarlo quedaron alineados a los empresarios que decidieron por
esta y otras razones no cumplir con la medida. En esta dirección, las figuras más prominentes
de los partidos en el orden provincial (siguiendo en parte a sus pares nacionales) observaron
desde afuera el desarrollo del conflicto social desatado a comienzos de 1945.
Para los militares y políticos implicados en esta tarea toda organización llevaba implícita en
sí misma una forma de control jerárquico que actuaba aplacando los valores igualitarios de la
participación democrática. Propaganda, sindicalismo y partido político fueron distintas
formas de organización que tenían como objetivo promover de manera controlada identidad,
participación y sólo en íiltima instancia, movilización política.
mostrar cómo el conflicto desatado entre las delegaciones de la Secretaría de Trabajo, los
sindicatos y una fracción de empresarios en esta provincia contribuyó a forjar progresivamente,
junto a otros factores, y de la misma manera que en otras regiones, una nueva identidad política
y, con ella, una nueva relación entre sindicatos y política.
Más arriba mencionamos que los estudios dedicados a reconstruir el conjunto de fuerzas
políticas que apoyaron la candidatura de Perón reconocieron la existencia de ciertos centros
independientes, entre ellos los denominados Centros Cívicos "Coronel Perón". Estos núcleos han
sido definidos como agrupaciones barriales conformadas por sectores con distintas ocupaciones
—artesanos, pequeños comerciantes, personas con algún tipo de predicamento barrial- que se
reunían, según expresiones de Félix Luna, en "una pieza a la calle ornamentada con un cartel,
un retrato del candidato, y un foco que iluminaba la noche " El citado autor ostuvo: "no tenían
conexiones recíprocas ni dependían de nadie; cada Centro Cívico era la expresión arbitraria de
un grupo vecinal, independiente y reacio a embarcarse en estructuras políticas',23 Alberto Cina
matiza esta afirmación estableciendo posibles.
No obstante, a pesar de los conflictos que se habían desatado en las fuerzas pro peronistas
en momentos previos a las elecciones de febrero, nadie vaticinó la crisis de gobemabilidad
que iba a afectar a la provincia de Santa Fe durante el proceso de constitución del PURN y
del PP, entre 1946 y 1949, ni las dificultades que acarreó para los pro peronistas la
conformación de una nueva estructura partidaria.
V 1946
Encargó a los legisladores electos de ambas Cámaras (autoridades de las mesas directivas y
presidente de bloque) la organización de todas las fuerzas peronistas y les adjudicó el comando
y dirección del PURN hasta tanto llamaran a elecciones internas, por medio de las cuales se
elegirían nuevas autoridades 11 . El PIJRN no prosperó por distintos motivos y a mediados
de enero de 1947 se inició la construcción del PP.
En la etapa inicial de formación del partido (1946- 1949), los diputados o senadores, según los
casos, habían integrado la alianza en la coyuntura electoral que le dio el triunfo al peronismo por
primera vez, estaban más cerca de lo que acontecía en las provincias de las que procedían, de los
cuadros intermedios del partido en formación, reclutados generalmente entre los legisladores
provinciales. La situación generó una cadena de interdependencias entre los distintos niveles de
organización, que adquirió mayor complejidad cuando el Consejo Superior comenzó a designar
interventores para organizar al peronismo en las provincias, e hizo más dificil las tareas de control.
Como dijimos más arriba, desde los inicios de la gestión de gobierno Perón y sus funcionarios
continuaron con la creación de organismos estatales. Estos consideraban que el diseño
ministerial, tal cual estaba establecido en la Constitución Nacional, era insuficiente para llevar
adelante las distintas actividades que requería la intervención estatal en el campo económico,
social y político. Para emprender tal cometido, el presidente utilizó las prerrogativas que tenía
adjudicadas sobre formación de sus equipos de gobierno, y se montó sobre lo hecho
previamente durante el gobierno militar, recuperando ideas e infraestructuras. Pero el
reciclaje y la creación de nuevas agencias llegó a tal grado que se hizo cada vez más evidente
su inconstitucionalidad y la necesidad de otorgarles un status jurídico.
A estos dos se agregaba un tercer término: unidad de concepción. Este término encerraba una
dimensión ideológica. Remitía a la necesidad de forjar una sola doctrina para alcanzar primero,
como etapa previa a la acción, unidad de pensamiento en el grupo dirigente. Si bien cada uno de
los conceptos refería a una cuestión específica, para cumplimentar fines organizativos el esquema
que se derivaba del principio de unidad de comando era el siguiente: las secretarías de la
presidencia concentraban la dirección y coordinación de las decisiones de gestión y, por ende, las
medidas de gobierno, que se ejecutaban en forma descentralizada en distintos departamentos
pertenecientes a los ministerios y en distintas jurisdicciones en las que el gobierno nacional
tuviera injerencia. Este esquema o, en otras palabras, esta forma de pensar la organización de las
relaciones políticas y la toma de decisiones excedía las cuestiones administrativas concernientes
al Poder Ejecutivo, e incluía las relaciones de poder de la presidencia, con el gabinete de ministros,
los legisladores oficialistas en el Congreso y también con el partido de gobierno. Los funcionarios
peronistas creyeron que con la distribución de poder que emanaba de estos principios alcanzarían
eficiencia y gobernabilidad, lograrían neutralizar los efectos disruptivos de la política y, conforme
a nuestra interpretación, sortear el sistema de control inherente al régimen republicano
201