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medios de comunicación presentan las coloca con frecuencia al lado del terror,
masacres cotidianas. Un ejemplo serían pero presenta características opuestas,
los denominados daños colaterales, en el suponiendo el primero una parálisis y el
caso de irak, representados como inevita- segundo, en cambio, movimiento. inscrito
bles y, por ende, de alguna manera justifi- en la constelación terminológica del mie-
cables. Se trata de violencias legítimas o do, el horror tiene algo de espantoso y
ilegítimas, en función del estatus legal de repugnante, capaz de poner los pelos de
los combatientes; es la aproximación a la punta. Se trata de una manifestación física
violencia desde la condición del guerrero. ligada a lo inmóvil. Es el espectáculo de la
Pero cada una de las personas que desapa- desfiguración que no soporta el cuerpo
recen deja un vacío; ninguna víctima vale singular. la expresión del horror tiene que
más que otra. la frase “todos íbamos en ver con una instintiva repulsión por una bru-
ese tren” evidencia la vulnerabilidad en la talidad que no solo mata, sino que destruye
que nos encontramos y que nos iguala en la unicidad del cuerpo. Masacres, carnicerías,
las escenas actuales de violencia. torturas y otras violencias forman parte del
Sea cual sea la masacre, para la autora cuadro. Se trata de deshumanizar, como si
tendrá denominaciones, propósitos y valo- la repugnancia que ello suscita fuese más
raciones diferentes según se mire desde el productiva en el uso estratégico del terror.
punto de vista de aquellos para quienes las Por su parte, la guerra, contienda polémica
víctimas son el medio para la consecución y confusa de intensa violencia, alimenta
de un objetivo más alto, o desde el de los tanto al terror como al horror, donde cuer-
que la sufren, para quienes dicho objetivo pos destrozados transmiten el lado repug-
se desvanece y lo que sobresale es el nante de la muerte heroica. Con su análisis
horror. sobre la representación intensiva de lo
Para Cavarero, términos como terro- atroz, del terror y del horror en La Ilíada,
rismo o guerra quedan obsoletos en los Cavarero nos hace ver cómo la guerra busca
escenarios violentos actuales. la ambigüe- una muerte innatural y cruel.
dad de sus usos y significados hace que se Valiéndose de los mitos de Medusa y
viva un ambiente lingüísticamente caótico. Medea la autora destaca que, en el ejercicio
Se dan situaciones crueles en las que la de la violencia, lo femenino da un matiz
lengua parece incapaz de renovarse y tiende más oscuro. Potencia la repugnancia,
más bien a enmascararlas. de ahí que pro- “como si el horror, como ya sabía el mito,
ponga un neologismo, horrorismo, para tuviese necesidad de lo femenino para
capturar la experiencia de la violencia de revelar su auténtica raíz” (p. 33). la cabe-
la que somos testigos y potenciales vícti- za de Medusa, además de representar el
mas. horror, alude al humano desfigurado, des-
El terror designa lo que actúa de inme- membrado, como símbolo de la violencia
diato sobre el cuerpo, haciéndolo temblar extrema. Encarna el horror generado y
y empujándolo a la huida. Es antagónico al sufrido, el rostro que no puede mirarse,
orden y al control; se trata del miedo total, pues al hacerlo reconoce la singularidad; es
sinónimo del desorden absoluto y del des- un rostro que emite un alarido inaudible,
control que genera el pánico. El horror se como si la experiencia del horror nos
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enmudeciese. al hilo del mito de Medusa los campos de exterminio nazi eviden-
nos presenta a Medea. Medea mata a sus cian dolorosamente esta afirmación. a través
hijos por venganza, convirtiéndose en el de la lectura de Primo levi (1919-1987) y
gesto criminal por excelencia. no solo se Hannah arendt (1906-1975), Cavarero
ataca al infante indefenso, sino que se nie- señala cómo se buscó la “demolición del
ga la posibilidad de auxilio (la salvación) hombre”, la transformación de los prisio-
que se espera de la figura de la madre, lo neros en “cadáveres vivientes”. Una fabri-
que hace que la violencia que se ejecuta en cación artificial del inerme, degenerado
este acto sea presentada por Cavarero tras ser llevado al extremo de la no vulne-
como una forma peculiar del horror. Si rabilidad, que atestigua que se trata de un
Medusa nos recuerda la vulneración de la horror desmedido, inaudito, excedente. la
unicidad del ser en un crimen que va autora destaca de manera especial el debate
mucho más allá de la muerte, Medea con- de arendt con Georges bataille (1897-
firma que “tal crimen se consuma en un 1962) en torno a la erotización de la vio-
cuerpo vulnerable, reconducido a la situa- lencia y la crueldad.
ción primaria de lo absolutamente inerme” al aplicar el paradigma horrorista a
(p. 58). fenómenos actuales como el terrorismo
Consideradas las implicaciones y suicida, la tortura o la hipertecnología
alcances de los términos usualmente utili- bélica, Cavarero integra en sus reflexiones
zados, la autora recurre al horrorismo para a Susan Sontag (1933-2004) y sus puntos
nombrar las violencias contemporáneas. de vista sobre la fotografía y la erotización
Podría pensarse que bastaría entonces con del horror. Subraya que, aunque las imáge-
nombrar el horror, no obstante, “la palabra nes del horror puedan incitar un placer
horrorismo ayuda a suponer que un cierto morboso, tienen “valor ético”, ya que des-
modelo de horror sea indispensable para piertan la conciencia sobre los estragos
comprender nuestro presente” (p. 58). Se que los humanos pueden hacerse unos a
trata de la violencia sobre el frágil e inerme, otros. discute con James Hillman, desde la
rasgos que se presentan como sinónimos perspectiva de las víctimas, sus reflexio-
de la infancia, si bien a lo largo de nuestra nes acerca de la justificación de la guerra
vida seguimos siendo vulnerables y diver- como experiencia irreductible y vital.
sas circunstancias nos dejan desarmados, tampoco deja de lado en su análisis las
absolutamente expuestos, indefensos en visiones que sobre la política, la guerra de
un grado de variable intensidad cuyo los Estados y las víctimas casuales presen-
máximo exponente es la tortura. tan Carl von Clausewitz (1780-1831), Carl
así entonces, el horrorismo tiene que Schmitt (1888-1985) o thomas Hobbes
ver con la muerte, o más exactamente con (1588-1679).
la muerte de víctimas inermes; pero se Cavarero analiza también el papel de la
caracteriza por una forma de violencia que mujer en la violencia actual. Reconocer
traspasa la muerte misma: es una violencia este rostro femenino del horrorismo, como
que se deforma, que es deshumanizante y instrumento de muerte y no de vida, resulta
que va más allá de la estrategia homicida. muy difícil porque es muy doloroso. Ejem-
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plos de ellos son los abusos cometidos en la categoría de horrorismo cuando se ven con
prisión Abu Ghraib; mujeres torturadoras los ojos de la víctima y no del guerrero. En
que sonríen a la cámara; imágenes que son la escena violenta actual, se establece un
un cruce entre la espectacularidad y la tor- vínculo entre el horror y el exterminio, una
tura; cuerpos anónimos humillados, des- masacre de inocentes que nos comienza a
humanizados, y martirizadoras con un parecer normal, cotidianidad a la que se
comportamiento sádico y desviado. suma nuestra indiferencia.
El libro defiende con consistencia
cómo numerosas manifestaciones de vio- lUCía niEto HUERtaS
lencia contemporánea caen dentro de la
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