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adRiana CaVaRERo, Horrorismo. Nombrando la violencia contemporánea, trad.


de Saleta de Salvador agra, anthropos, barcelona, en coedición con la
Universidad autónoma Metropolitana-iztapalapa, México, 2009. 203
páginas.

adriana Cavarero, catedrática de filosofía Cavarero considera que palabras como


Política en la Universidad de Verona, es terror, horror o guerra no son adecuadas ni
una de las figuras más interesantes de la suficientes para hacerse cargo de la des-
filosofía contemporánea italiana. Sus carnada y cruel violencia que todos pode-
escritos, de temas variados, van desde la mos llegar a padecer. Propone el término
filosofía política a la literatura, pasando horrorismo frente al de terrorismo, “hoy
por el feminismo y las teorías de la narra- un vocablo tan omnipresente como vago y
ción. ambiguo, cuyo significado se da por des-
desde el prólogo de Horrorismo —dedi- contado a fin de evitar una definición” (p.
cado en su edición española a una profunda y 16). Y, a partir de sus reflexiones desde la
conmovedora reflexión sobre las víctimas condición de la víctima, construye una
del atentado del 11 de marzo en la estación ontología de la vulnerabilidad, situación
de atocha en Madrid— hasta el apéndice, en la que el ser humano se encuentra total-
la autora se mueve entre la reflexión y la mente expuesto al otro, tanto a su protec-
descripción cruda de los actos de violencia ción como a su agresión.
humana que vemos, vivimos y sufrimos en Con las palabras “En la estación de
esta convulsa y agresiva actualidad. Enfa- atocha” (p. 9), se inicia este duro viaje por
tiza la urgente necesidad de un cambio la comprensión de las brutalidades que los
radical de perspectiva para mirar la trage- seres humanos podemos hacernos unos a
dia de nuestro tiempo, no ya desde el otros en el “teatro horrorista contemporá-
ángulo de quien la infringe, como se ha neo” (p. 13). En el mencionado prólogo,
hecho tradicionalmente, sino con los ojos Cavarero transita entre la sensibilidad por
y el dolor de quien sufre la ofensa, la víc- las ausencias —reflejada en el especial
tima. simbolismo del monumento a las víctimas
En su argumentación, Cavarero se ocu- del 11 de marzo en Madrid— y la dureza
pa del análisis de términos como terror, despiadada de quienes perpetraron el aten-
horror o guerra, y analiza la condición de tado. El desconocimiento, por parte de los
las víctimas, destacando su vulnerabilidad. autores de este atentado, de la unicidad y
Para la autora faltan páginas en la obra la otredad de quien viajaba a su lado es
para tratar los horrores, las agresiones, los una muestra de cómo este tipo de crímenes
ultrajes de las distintas formas en que se (las masacres, los genocidios) traspasan la
nos presenta la violencia contemporánea, condición humana misma.
violencia que invade y adquiere formas tal y como se expone en el libro, hay,
inauditas. sin duda, una tendencia a la identificación,
En esencia, el libro expone y defiende más natural, con las escenas de barbarie
una innovadora propuesta terminológica y occidentales. la mirada está, además, con-
una sugestiva construcción ontológica. dicionada por las formas en que los

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medios de comunicación presentan las coloca con frecuencia al lado del terror,
masacres cotidianas. Un ejemplo serían pero presenta características opuestas,
los denominados daños colaterales, en el suponiendo el primero una parálisis y el
caso de irak, representados como inevita- segundo, en cambio, movimiento. inscrito
bles y, por ende, de alguna manera justifi- en la constelación terminológica del mie-
cables. Se trata de violencias legítimas o do, el horror tiene algo de espantoso y
ilegítimas, en función del estatus legal de repugnante, capaz de poner los pelos de
los combatientes; es la aproximación a la punta. Se trata de una manifestación física
violencia desde la condición del guerrero. ligada a lo inmóvil. Es el espectáculo de la
Pero cada una de las personas que desapa- desfiguración que no soporta el cuerpo
recen deja un vacío; ninguna víctima vale singular. la expresión del horror tiene que
más que otra. la frase “todos íbamos en ver con una instintiva repulsión por una bru-
ese tren” evidencia la vulnerabilidad en la talidad que no solo mata, sino que destruye
que nos encontramos y que nos iguala en la unicidad del cuerpo. Masacres, carnicerías,
las escenas actuales de violencia. torturas y otras violencias forman parte del
Sea cual sea la masacre, para la autora cuadro. Se trata de deshumanizar, como si
tendrá denominaciones, propósitos y valo- la repugnancia que ello suscita fuese más
raciones diferentes según se mire desde el productiva en el uso estratégico del terror.
punto de vista de aquellos para quienes las Por su parte, la guerra, contienda polémica
víctimas son el medio para la consecución y confusa de intensa violencia, alimenta
de un objetivo más alto, o desde el de los tanto al terror como al horror, donde cuer-
que la sufren, para quienes dicho objetivo pos destrozados transmiten el lado repug-
se desvanece y lo que sobresale es el nante de la muerte heroica. Con su análisis
horror. sobre la representación intensiva de lo
Para Cavarero, términos como terro- atroz, del terror y del horror en La Ilíada,
rismo o guerra quedan obsoletos en los Cavarero nos hace ver cómo la guerra busca
escenarios violentos actuales. la ambigüe- una muerte innatural y cruel.
dad de sus usos y significados hace que se Valiéndose de los mitos de Medusa y
viva un ambiente lingüísticamente caótico. Medea la autora destaca que, en el ejercicio
Se dan situaciones crueles en las que la de la violencia, lo femenino da un matiz
lengua parece incapaz de renovarse y tiende más oscuro. Potencia la repugnancia,
más bien a enmascararlas. de ahí que pro- “como si el horror, como ya sabía el mito,
ponga un neologismo, horrorismo, para tuviese necesidad de lo femenino para
capturar la experiencia de la violencia de revelar su auténtica raíz” (p. 33). la cabe-
la que somos testigos y potenciales vícti- za de Medusa, además de representar el
mas. horror, alude al humano desfigurado, des-
El terror designa lo que actúa de inme- membrado, como símbolo de la violencia
diato sobre el cuerpo, haciéndolo temblar extrema. Encarna el horror generado y
y empujándolo a la huida. Es antagónico al sufrido, el rostro que no puede mirarse,
orden y al control; se trata del miedo total, pues al hacerlo reconoce la singularidad; es
sinónimo del desorden absoluto y del des- un rostro que emite un alarido inaudible,
control que genera el pánico. El horror se como si la experiencia del horror nos

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enmudeciese. al hilo del mito de Medusa los campos de exterminio nazi eviden-
nos presenta a Medea. Medea mata a sus cian dolorosamente esta afirmación. a través
hijos por venganza, convirtiéndose en el de la lectura de Primo levi (1919-1987) y
gesto criminal por excelencia. no solo se Hannah arendt (1906-1975), Cavarero
ataca al infante indefenso, sino que se nie- señala cómo se buscó la “demolición del
ga la posibilidad de auxilio (la salvación) hombre”, la transformación de los prisio-
que se espera de la figura de la madre, lo neros en “cadáveres vivientes”. Una fabri-
que hace que la violencia que se ejecuta en cación artificial del inerme, degenerado
este acto sea presentada por Cavarero tras ser llevado al extremo de la no vulne-
como una forma peculiar del horror. Si rabilidad, que atestigua que se trata de un
Medusa nos recuerda la vulneración de la horror desmedido, inaudito, excedente. la
unicidad del ser en un crimen que va autora destaca de manera especial el debate
mucho más allá de la muerte, Medea con- de arendt con Georges bataille (1897-
firma que “tal crimen se consuma en un 1962) en torno a la erotización de la vio-
cuerpo vulnerable, reconducido a la situa- lencia y la crueldad.
ción primaria de lo absolutamente inerme” al aplicar el paradigma horrorista a
(p. 58). fenómenos actuales como el terrorismo
Consideradas las implicaciones y suicida, la tortura o la hipertecnología
alcances de los términos usualmente utili- bélica, Cavarero integra en sus reflexiones
zados, la autora recurre al horrorismo para a Susan Sontag (1933-2004) y sus puntos
nombrar las violencias contemporáneas. de vista sobre la fotografía y la erotización
Podría pensarse que bastaría entonces con del horror. Subraya que, aunque las imáge-
nombrar el horror, no obstante, “la palabra nes del horror puedan incitar un placer
horrorismo ayuda a suponer que un cierto morboso, tienen “valor ético”, ya que des-
modelo de horror sea indispensable para piertan la conciencia sobre los estragos
comprender nuestro presente” (p. 58). Se que los humanos pueden hacerse unos a
trata de la violencia sobre el frágil e inerme, otros. discute con James Hillman, desde la
rasgos que se presentan como sinónimos perspectiva de las víctimas, sus reflexio-
de la infancia, si bien a lo largo de nuestra nes acerca de la justificación de la guerra
vida seguimos siendo vulnerables y diver- como experiencia irreductible y vital.
sas circunstancias nos dejan desarmados, tampoco deja de lado en su análisis las
absolutamente expuestos, indefensos en visiones que sobre la política, la guerra de
un grado de variable intensidad cuyo los Estados y las víctimas casuales presen-
máximo exponente es la tortura. tan Carl von Clausewitz (1780-1831), Carl
así entonces, el horrorismo tiene que Schmitt (1888-1985) o thomas Hobbes
ver con la muerte, o más exactamente con (1588-1679).
la muerte de víctimas inermes; pero se Cavarero analiza también el papel de la
caracteriza por una forma de violencia que mujer en la violencia actual. Reconocer
traspasa la muerte misma: es una violencia este rostro femenino del horrorismo, como
que se deforma, que es deshumanizante y instrumento de muerte y no de vida, resulta
que va más allá de la estrategia homicida. muy difícil porque es muy doloroso. Ejem-

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plos de ellos son los abusos cometidos en la categoría de horrorismo cuando se ven con
prisión Abu Ghraib; mujeres torturadoras los ojos de la víctima y no del guerrero. En
que sonríen a la cámara; imágenes que son la escena violenta actual, se establece un
un cruce entre la espectacularidad y la tor- vínculo entre el horror y el exterminio, una
tura; cuerpos anónimos humillados, des- masacre de inocentes que nos comienza a
humanizados, y martirizadoras con un parecer normal, cotidianidad a la que se
comportamiento sádico y desviado. suma nuestra indiferencia.
El libro defiende con consistencia
cómo numerosas manifestaciones de vio- lUCía niEto HUERtaS
lencia contemporánea caen dentro de la

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