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Reconstrucción de una de tantas historias de atentados en Colombia

Daños que deja la guerra


Por Marlon David Salazar Hernández
Personas del barrio Lomas de Granada y lugares aledaños se estremecieron el diecisiete
de junio de dos mil once cuando escucharon un estruendo producto de un carro bomba que
explotó. El resultado fue diecisiete heridos y un muerto. Al año del atentado explotó una
bicicleta bomba en la entrada al barrio Lomas y después un artefacto fue detonado en el
CAI de policía. Recuento de unos hechos que aún no se olvidan en Popayán.
“La experiencia de las bombas le trae a uno mucho miedo”, dice Luz Alma Urrea
Vargas. “Como a las diez de la noche sonó una explosión muy fuerte, todo quedó en
silencio y oscuro… pensé que alguien había tumbado la puerta de un golpe y por ello se
habían quebrado todos los vidrios de la casa”. Recuerda María Hernández, al hacer
memoria de lo sucedido el dieciocho de junio de dos mil once, en la ciudad de Popayán, en
la vía que conduce al Tambo.
Era una noche tranquila, no hacía ni frio ni calor, el cielo estaba despejado y las estrellas
podían verse entre las pocas nubes que estaban en el cielo. Según el periódico El País, un
vehículo Mazda coupe blanco había entrado a la ciudad por la vía que lleva a El Tambo y
fue detenido en el sector conocido como el puente de las garzas, a menos de un kilómetro
del CAI de policía del barrio Lomas de Granada.

Unas versiones indican que el vehículo había pasado por el retén de policía que suele
haber en el aserradero de Cartón Colombia, que queda a lo alto del barrio Lomas de
granada. Los policías sospecharon del vehículo porque se veía muy pesado y con dificultad
para desplazarse, por ello lo siguieron y detuvieron en el puente de las garzas, justo después
de pasar por donde hay una estatua de una virgen “que mira” hacia el puente. Otra versión
es que algunas personas vieron pasar el vehículo en la vía El Tambo-Popayán y como les
pareció sospechoso dieron aviso a las autoridades que posteriormente lo detuvieron.

Las personas cerca de donde estaba estacionado el carro, no se imaginaban lo que


pasaría minutos después. María Hernández había cerrado el restaurante que quedaba en la
casa en la que vivía, a unos tres metros del CAI de la policía, este último aún no estaba en
funcionamiento, pues lo estaban acabando de construir. “Estaba viendo Sábados Felices con
mi hija cuando sonó el estruendo”. Por su parte Luz Alma ya estaba acostada en la casa en
la que también estaba su marido, sus dos hijas y su nieto. Cuenta que esa tarde había
quitado las camas cerca de la ventana y que si no fuera por eso a ella y sus familiares les
habrían caído los vidrios encima.
La casa de Luz Alma es la primera del barrio Lomas de Granada, queda junto a un
bosque en el que hay unos árboles en los que viven cientos de garzas. Detrás de los árboles
está la quebrada y encima de la quebrada está el puente, por eso lo llaman “puente de las
garzas”.
A unos treinta metros del puente, estaban los policías, el carro Mazda estacionado y el
conductor del mismo, Edinson Rengifo Peña, que según la policía tenía la misión de dejar
el carro en el centro de la ciudad. Los policías inspeccionaron el auto y se percataron de que
estaba cargado con cincuenta kilos de R1, según noticias RCN o con 6 kilos de anfo y 70
kilos de nitrato de amonio, como indicó el periódico El País.
“Según el dueño de un lavadero de carros cercano al lugar y quien vio todo lo ocurrido,
la Policía detuvo un Mazda coupe blanco, le pidieron al conductor que se bajara, lo
requisaron y le pidieron los papeles, él los entregó. Cuando le dijeron que abriera el baúl se
negó aduciendo que llevaba gallinaza, los patrulleros le insistieron y cuando el hombre
abrió el baúl se dieron cuenta que era una bomba.
Señala el testigo que inmediatamente, los policías gritaron que era una bomba y dijeron
a la gente que corrieran, que se alejaran, algunas personas tuvieron tiempo de apartarse,
pero en ese momento explotó el carro bomba”.
El daño afectó casas cercanas, árboles, cables de energía, dejó un enorme hueco en el
pavimento y la onda explosiva quebró vidrios en un círculo de aproximadamente un
kilómetro.
“Yo trabajaba como mesera en un restaurante en el centro y escuché que le habían
colocado una bomba al CAI de Lomas de Granada. Me asusté mucho y pedí que pusieran el
televisor a ver si salía algo. Para más traumático las personas que vi en las noticias fueron
mi mamá y mi hermano. Entonces yo le avisé a mi jefe que me iba y salí a buscar a mi
mamá… la llamé al celular y no entraba la llamada, no sé si por la misma bomba. Llegué
allá, había mucha gente, ambulancias, todo oscuro como en las películas de terror, cuenta
Laura Salazar, hija de Consuelo Hernández.
“Yo estaba en la calle y veía mucha gente corriendo, me acuerdo bastante de las garzas
que tenían unas láminas en la cabeza, luego fue lo del muerto y todo eso por ahí estaba
quemado”, recuerda Mario Erazo.
Entre los diecisiete heridos estaba Jairo Muñoz que murió diecisiete horas después de
que el carro bomba explotara.
“Este padre de familia de 44 años, estaba en su casa al instante en que ocurrió la
detonación a menos de 20 metros de distancia. Según pudo conocerse, él estaba charlando
con Diana Rengifo de 22 años en el antejardín de la vivienda, convirtiéndose en primera
instancia en los más perjudicados de ese lamentable suceso”, publicó días después del
atentado el periódico El Liberal.

Al otro día del hecho las personas recogieron los vidrios quebrados por la onda
explosiva, “recibimos la visita de personas que estaban censando a los afectados” dice
María Hernández.
Por su parte Víctor Hugo Hernández, sobrino de María Hernández, recibió la noticia
de la bomba de Lomas de Granada al otro día del hecho. Le afectó bastante porque él
trabaja en la policía desde hace catorce años y dice que conoce en carne propia cómo es
un atentado de estos. Cuando supo la noticia, fue a visitar a su tía y primos,
aprovechando que estaba en la ciudad. Comenta que afortunadamente estaban bien y
explica cómo es una situación de estas.
“Esa gente ataca con todo: tatucos, que son unas bombas artesanales, con cilindros. Un
cilindro puede tumbar una casa, porque hay unos más grandes que otros, esa gente le mete
metralla, o sea le meten clavos, tornillos, inclusive materia fecal, para que le infecte a uno”,
cuenta Víctor, que se preocupó por lo que les había podido pasar a sus familiares.

La casa de Víctor Hugo queda en la variante sur, a menos de diez minutos (en carro), de
la curva donde estuvo el carro bomba, esa curva que queda muy cerca de la entrada del
barrio Lomas de Granada.

Allí, en toda la entrada de Lomas, dicen los habitantes del sector, que personas del
SENA habían colocado unas bancas con un pequeño techo, para que las personas que
quisieran pudieran observar las garzas de los árboles. Fue en ese lugar en el que el
diecinueve de junio del mismo año Las FARC, pusieron una bicicleta bomba con quince
kilos de R1, según informó el canal de televisión Notivisión.

“Sonó un estruendo que yo nunca en mi vida había escuchado. Yo estaba muy asustada,
me temblaba todo el cuerpo”, cuenta Laura Juliana Salazar, que visitaba a su madre, en el
restaurante cerca del CAI de la policía. “Al medio día se activó el artefacto cuando pasaba
un camión de un grupo del EMCAR, que en ese momento realizaba el relevo de en
cercanías al aserradero de Cartón Colombia”
Por otra parte, la versión del periódico El Espectador es diferente a la de Notivisión.
“Un atentado se registró este martes en horas de la tarde contra un CAI de la Policía
Nacional, al detonarse una carga explosiva en el barrio Lomas de Granada de la ciudad de
Popayán.
Tres agentes de la Policía y cinco civiles heridos, así como alrededor de 30 casas afectadas,
es el saldo de un atentado atribuido a las milicias de las FARC.
Los subversivos, que al parecer eran tres hombres que se movilizaban en una motocicleta,
lanzaron a la 1:05 p.m. varios petardos contra miembros del grupo EMCAR, que cumplía
una misión de control sobre la carretera que conduce al municipio de El Tambo”.
“Yo estaba haciendo un arroz, cuando pasó eso. Fue espantoso, yo dije Dios mío yo qué
hice, hice explotar la casa”. Pensó Luz Alma Urrea, cuando creyó que la explosión había
sido a causa de la olla que había puesto en la estufa. Dice que la segunda bomba la afectó
notablemente y la dejó mal del oído derecho.
Después de eso Luz Alma afirma que quedó mal física y psicológicamente. Ha tenido
varios accidentes porque según ella, perdió la estabilidad de su cuerpo y además quedó con
muchos nervios a causa de las bombas. Por ello se alteró bastante cuando estaba en su casa
más o menos al año de la bicicleta bomba y se escuchó otro estruendo por todo el barrio,
esta vez un artefacto explotó en todo el CAI de la policía.
“Pasó una mujer por aquí y puso la bomba, menos mal que no tenía metralla, solo
dinamita. Salió por enfrente de mi casa, se encontró al policía de turno y se fue, cuando iba
lejos, explotó”, cuenta Carlos Camayo un pensionado de la policía que tiene su hogar en
una de las dos hileras de cinco casas que están en la parte de atrás del CAI. Carlos Camayo
no estuvo en el atentado, porque se encontraba fuera de su casa, lo que dice se lo contaron.
Por su parte María Hernández sí estaba en el restaurante en el que trabajaba y cuenta que
una pareja llegó y mientras el hombre distrajo al policía de turno, la mujer puso el artefacto
detrás del CAI.
Cada atentado que hubo en el sector aledaño a Lomas de Granada, fue menos intenso
que los anteriores. Después de la serie de tres atentados nunca volvieron a haber hechos
similares en la zona. La SIJIN continúa con la investigación de estos atentados que dejaron
secuelas psicológicas como a Luz Alma Urrea y además otros que murieron como Jairo
Muñoz.
Por su parte Víctor Hugo López, el sobrino de María Hernández, otra de los afectados,
reconoce. “Con eso del cese al fuego bilateral se ha notado el cambio. Yo estuve en Toribío,
hace seis años, hubo varios hostigamientos, un compañerito muerto y dos compañeritos
heridos y hace un año estuve allá nuevamente y esta vez fue cambio total”.
Colombia lleva más de cincuenta años en una guerra, guerra que parece llegar a su fin.
Mientras tanto las personas de Lomas de Granada y zonas aledañas parecieran comenzar a
olvidar lo ocurrido en los atentados.

Datos estadísticos:
“Entre 1958 y 2013 han muerto 220 mil personas a causa del conflicto armado
colombiano”. De acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica,
“Conflicto colombiano ha causado 220.000 muertes y 25.000 desaparecidos”. Cifras
reveladas por el documento "¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad", un
trabajo encomendado a este centro por la Ley 975 de 2005 (de Justicia y Paz).
“Noventa y seis atentados entre 1988 y 2012”. Documento "¡Basta ya! Colombia:
memorias de guerra y dignidad".

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