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INTRODUCCIÓN:

Los postulados de la teoría clásica solo son aplicables a un caso especial, y no en general,
porque las condiciones que supone son un caso extremo de todas las posiciones posibles
de equilibrio. Las características del caso especial supuesto por la teoría clásica no son
las de la sociedad económica en que hoy vivimos, razón por la que sus enseñanzas
engañan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales.
La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero se ocupa, a diferencia de la teoría
económica clásica de todos los niveles de empleo. El objetivo es dar explicación a los
determinantes del empleo en un momento dado, así como del desempleo y la inflación ya
que ambos dependen de la demanda efectiva.
CONTEXTO MUNDIAL Y TEORÍA:
La economía mundial pasaba una grave crisis al inicio de la década de los 30,
empeorada por el hecho de que la teoría económica vigente no era capaz de explicarla.
Este hecho llevó a Jhon Maynard Keynes a cuestionar la teoría económica, sus
basamentos y sus conclusiones, ante esto publica su libro donde analiza los postulados
de la economía y trata de rectificar y purificar su teoría, así pues comienza su libro
hablando de la teoría hasta entonces dominante, lanzando contra ella la cruda realidad,
en contraste al idealismo neoclásico donde se toman muchos supuestos falsos como
base de su teoría, llegando a conclusiones irreales.
La teoría neoclásica se basa en un mercado de competencia perfecta, por lo que la
remuneración a los factores productivos es exactamente su producto marginal, así
también el salario, además de ser el producto marginal del trabajo debe dar una utilidad
marginal igual a la desutilidad marginal del trabajo, un supuesto que sin embargo,
Keynes termina desmintiendo
. Basta una simple recesión para demostrar su falsedad. Ya que el trabajo se toma como
un bien más en el mercado, cuyo precio regula automáticamente la cantidad comerciada,
manteniendo siempre el pleno empleo, de esta manera ante el desempleo, se tomaba
como una solución bajar los salarios pagados, ya que se suponía que esto permitiría el
empleo de la mano de obra inactiva, y ya que el producto marginal del trabajo
representa su demanda, las épocas de baja demanda eran causadas por disminución de
su productividad, de esta manera, así pues se tomaba como mero capricho el de los
trabajadores en una recesión al no aceptar trabajar con salarios menores, cosa
completamente falsa y absurda. Las soluciones esbozadas por la teoría clásica, lejos de
facilitar la solución de la crisis tendieron a empeorarla, en este marco fue que Keynes
pudo comprender algo de lo cual los clásicos se habían olvidado, la importancia de la
demanda en el mercado.
Toda oferta crea su demanda era la frase que empleaban los economistas de la época,
blandiendo esta teoría como una verdad, sin embargo, es totalmente incorrecta, puesto
que la oferta no determina la demanda, sino que muy por el contrario la demanda
determina a la oferta.
Aunque Keynes determina que el mundo real no se comporta como la competencia
perfecta, llega a la conclusión de que este supuesto explica bastante bien el mercado,
por lo cual lo acepta como uno de los postulados correctos.
Por otro lado Keynes le da una importancia crucial a la demanda, ignorada fatalmente
por los clásicos, determina que ésta es la que condiciona el crecimiento económico,
deja la oferta y demanda agregadas en función del empleo, y llega a la conclusión de
que la oferta ha de crecer hasta donde la demanda se lo permita si la demanda es mayor
que la oferta, definiendo a la demanda como la suma de consumo e inversión
(ignorando al estado y el comercio internacional).
Si bien la oferta depende de los costes de producción, este a su vez depende del
empleo y los salarios, pero mientras que para los clásicos éste se ha de mantener
siempre en el nivel de pleno empleo, para Keynes existe desempleo involuntario, algo
totalmente negado por la economía clásica.
De esta manera Keynes también ataca la teoría del pleno empleo y niega que la
economía se mantenga siempre en su estado de pleno empleo, sino que este es solo una
situación fortuita, más no una regla de economía.
Así también niega que la política monetaria no tenga efecto alguno en las variables
reales de la economía, sino que se afirma que tienen efectos friccionales, que permiten
crecimiento económico cortoplacista si ésta es expansiva, o podría generar crisis
recesivas si esta es contractiva.
Determina a su vez que el empleo no es determinado tanto por los salarios reales sino
por los nominales, puesto que en épocas de inflación, cuando los salarios nominales
disminuyen, no por eso disminuye el empleo, sino que incluso podría aumentar, así pues
brinda mayor importancia a los salarios nominales (luego esto sería conocido como la
curva de Phillips, base y pilar de la economía Keynesiana posterior).
Keynes también habla acerca de ‘‘una ley psicológica’’ como él la llama, la cual es la
propensión marginal a consumir, en ella expresa que nadie gasta más de lo que tiene, así
que deja al consumo en función de los ingresos de las personas y esta propensión
marginal es aquello que gasta en consumo una persona derivado de la última unidad
monetaria conseguida, y deriva así mismo en el famoso mu8ltiplicaador Keynesiano, el
cual permite que la economía crezca en mayor proporción que el gasto original
realizado. De esta manera también llega a la conclusión de que el gasto público es
importante en la economía con finalidades de hacer crecer a esta.
LA DEMANDA EFECTIVA:
Keynes deja en función del empleo a la demanda y la oferta, siendo su equilibrio el que
determina la tasa de empleo natural, y que siempre que la demanda sea mayor que la
oferta, existen incentivos para que aumente la producción, dejando por completo el
estudio de la oferta tan privilegiado por los clásicos ya que este no puede explicar las
fluctuaciones temporales de la economía, el tener factores ociosos no podía ser
explicado desde este estudio, sin embargo Keynes les da una base teórica que hace
plausible su estudio.
Un aumento de la ocupación también genera un aumento de ingresos y por ende de la
demanda global, algo que no podían ver los clásicos y que es una pieza fundamental de
la economía real, puesto que con las tendencias de los productores a bajar salarios para
disminuir costos, pensando en conseguir más beneficios, lo única que se hace es
deprimir la demanda y sacrificar sus beneficios.
El ahorro es igual a la inversión según el enfoque Keynesiano (el cual se desenvuelve en
un entorno cerrado), y que ambas propensiones marginales, a consumir y a ahorrar (ésta
última igual a la propensión marginal a invertir), son las que determinan el estado de la
economía, y que solo cambios en estas propensiones generarían verdaderos cambios en
la economía.
De esta forma Keynes va purificando la teoría clásica con sus observaciones, dándole
una teoría aplicable a las fluctuaciones del corto plazo, no obstante, en el largo plazo la
economía obedece realmente a la teoría clásica, y sería justamente la falta de visión
largoplacista de Keynes la que haría que el keynesianismo perdiera su vigencia como
teoría dominante durante la crisis del petróleo.
Si bien Keynes logró exponer una teoría rectificadora de la economía clásica, tuvo
también ciertos sesgos que no le permitirían explicar algunos fenómenos reales, tal
como otrora le ocurriera a la teoría clásica, pero habría logrado un cambio del
paradigma de la oferta en la economía a la prioridad de la demanda como determinante
y marcó el inicio de una búsqueda de nuevos modelos y nuevas teorías para estudiar a la
realidad en su conjunto, así mismo permitió la subsistencia de la economía neoclásica,
la cual tomaría sus rectificaciones en cuenta y lograría de nuevo ser la doctrina
dominante, teniendo mejores y más sólidos fundamentos.

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