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Después de Trump

4-5 minutos

Muchas personas, en todo el mundo, asocian el fenómeno del


populismo, democracia iliberal, o como quiera llamarlo, al triunfo de
Donald J. Trump en 2016. Por lo mismo, creen que una vez que este
deje el poder, sea por desafuero o por no lograr reelegirse, el mundo
regresará a la normalidad. Me parece que esto no tiene sentido.

Como usted sabe, esta columna insiste en que lo que vemos hoy en el
mundo es un cambio de época, producto del derrumbe del cuento que
nos permitió vivir razonablemente en paz desde 1968, logrando el
mejor desempeño económico y el mayor avance de la democracia, a
nivel global, en toda la historia humana. Las acusaciones contra el
neoliberalismo, que hablan de una economía lenta y cada vez más
desigual, también se insiste aquí, no se sostienen en los hechos, sino
que se entienden como resultado precisamente del derrumbe del
cuento, que ocurrió gracias a la combinación de una nueva tecnología
comunicacional (reality shows-celulares-redes sociales) y la Gran
Recesión de 2008.

Por lo tanto, Trump no es la causa, sino una de las consecuencias de


este cambio de época, de forma que cuando deje el poder no será
sustituido por alguien parecido a los presidentes estadounidenses de la
época anterior, sino por alguien muy parecido a él, aunque tal vez
ofreciendo políticas desde otras partes del espectro político.
La lista de candidatos demócratas que ha ido creciendo en los últimos
días creo que confirma esta perspectiva. Hay tres personas mayores
que buscan la presidencia: Bernie Sanders (Sen, VT), Elizabeth
Warren (Sen, MA) y Joe Biden (exVP). Salvo este último, se trata de
radicales progresistas, como allá les dicen. Ofrecen políticas públicas
desde la perspectiva extrema, que seguramente gustan a muchos que
se siguen llamando “de izquierda”.

Los nacidos en 1960 que buscan la presidencia son Cory Booker (Sen,
NJ), John Delaney (Rep, MD), Kirsten Gillibrand (Sen, NY), Kamala
Harris (Sen, CA), Amy Klobuchar (Sen, MN). Booker, Delaney y
Gillibrand eran considerados centristas, pero los dos primeros afirman
ahora no serlo, y la senadora por Nueva York se ha ido alejando
también, en los hechos. Kamala Harris siempre ha tenido fama
parecida a Sanders o Warren, o a la joven Ocasio-Cortez, hoy estrella
del progresismo, pero muy joven (nacida en 1989). Sin embargo, Tulsi
Gabbard (Rep, HI), también nacida en los ochenta, ya ha lanzado su
campaña, y también podemos considerarla progresista. La excepción
en esta lista es Amy Klobuchar, senadora por Minnesota.

Es decir, de las nueve personas que parecen encaminadas a pelear la


candidatura demócrata, siete provienen de un espacio político que
hasta hace unos años era marginal. Importante en términos de
equilibrio en el Congreso, pero sin posibilidades reales de competir por
la presidencia. En 2016 esto ya no era cierto, y usted recordará que el
candidato demócrata realmente popular era Bernie Sanders, que no
logró la candidatura debido al filtro de su partido, inexistente en los
republicanos, los llamados superdelegados.

Estrictamente hablando, Biden no ha lanzado su candidatura, pero se


espera que lo haga, y aunque nos parezca a muchos la mejor opción,
tengo mis dudas de que pueda ser nominado frente a figuras mucho
más populares en la época actual, como el mismo Sanders, Kamala e
incluso Warren.
Es muy importante entender que la ola que produjo el Brexit; que
sostiene en el poder a Orbán en Hungría, Erdogan en Turquía, o
Kaczynski en Polonia, y que dio el triunfo a Trump, López Obrador y
Bolsonaro, no ha terminado. Los sistemas parlamentarios en Europa
Occidental han impedido eventos similares, pero impiden la formación
de gobiernos estables en España e Italia, dificultan la supervivencia de
Macron, y amenazan con la llegada de Corbyn. En suma, esto va a
durar un rato más.

Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el


25 de febrero de 2019.

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