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8:00am - 12:00m Visitas guiadas a cementerios* 6:00pm - 7:00pm Puesta en Valor de los
se requiere Inscripción Cementerios Europeos
cupos limitados Mercè Corbera i Penalva
Cementerios Barcelona (España)
2:30pm - 3:30pm Museo Cementerio San Pedro
Alejandro Rodríguez 7:00pm UAESP
Júber Martínez Hernández
3:30pm - 4:30pm Modelo de Revitalización Director de Estrategia
Cementerio Central de Bogotá Ministerio de Cultura
Miriam Margoth Martínez Díaz Juan Luis Isaza Londoño
UAESP Director de Patrimonio
Instituto Distrital de Patrimonio
Gabriel Pardo
4:30pm - 5:00pm Café
Director
E
l historiador francés Philippe Ariès (1914-1984), afirmaba en su libro
‘El hombre ante la muerte’ (1983), que la muerte en el siglo XX había sido un
tema tabú, de la misma forma que el sexo lo había sido en el siglo XIX.
Es innegable que la muerte se ha ido relegando del ámbito público para convertirse
en un tema del que ya no se habla. Con sorpresa miramos un cuadro como el
elaborado por Luis García Hevía (1816-1887) sobre la ‘Muerte del General Santander’
(1841), y vemos al ‘hombre de las Leyes’ en su último suspiro rodeado de sus más
cercanos amigos, con su mano sostenida por su confesor. A lo largo de la historia,
la muerte fue vista como algo natural e inevitable, que el paso de los años nos
enseñaba a esperar con resignación pero para la que debíamos estar preparados.
Es así como, antes de morir, era frecuente llamar a la familia y a los amigos con
el fin de despedirse de todos aquellos seres queridos y anunciarles así la pronta
partida. Es conocido el episodio del general Antonio Nariño, quien decide irse a Villa
de Leyva a pasar sus últimos días de vida. Tres días antes de morir, decide montar
en una mula para detenerse en cada casa y despedirse de los atónitos residentes,
quienes a la pregunta de “¿para dónde va?”, Nariño respondía: “Para la eternidad; y
no pido órdenes porque no se me ocurre qué puedan mandar a decir de allá”.
Lo mismo se puede decir de infinidad de personajes, incluso en los primeros años
del siglo XX, como la historia del General Rafael Reyes, quien se sentó vestido para
la ocasión a esperar la muerte y así evitar el trabajo de tener que amortajarlo.
Sin embargo, algo ocurrió, la muerte ya no se muestra como antes, por el contrario,
se la esconde, se la enmascara o se maquilla. Con ella, van desapareciendo tam-
bién las manifestaciones de dolor como el duelo, el luto o incluso dar el pésame,
que parecen ser tradiciones de otra época. Visitar a los muertos, que era una de las
tradiciones más arraigadas en nuestros cementerios, es otra de las costumbres que
ha perdido vigencia y con ella, ha caído al olvido estos espacios para el silencio y la
meditación. Espacios que nos recuerdan que así nos levantemos temprano a correr,
comamos ‘granola’, seamos vegetarianos, no tomemos o fumemos, no
alcanzaremos la tan añorada inmortalidad que muchos pretenden lograr con estas
sanas costumbres y que, tarde o temprano, tendremos que enfrentarnos a lo
inevitable, por lo que será mejor estar preparados para ello.
El estudio y protección de los cementerios es una de las diversas vías que nos per-
miten acercarnos a la conceptualización histórica de la muerte y al dramático exilio
al que la hemos relegado en la sociedad contemporánea. Acercarnos a estos espa-
cios nos permite entender que no siempre hemos reverenciado a nuestros difuntos
de la misma forma, pero es innegable que son grandes libros abiertos escritos
sobre el mármol, que nos invitan a conocer nuestra historia desde una infinidad de
ángulos que van desde la sociología, pasando por el urbanismo y la arquitectura,
para entrar al hermético mundo de los símbolos. Pero son espacios olvidados que si
no hacemos algo pronto con el fin de recuperarlos, perderemos irremediablemente
con muchos valores que en su lenguaje aún por descifrar, espera para decirnos.
Esta indiferencia frente a estos espacios de culto llevaron en 1999 a la celebración
del Primer Encuentro Latinoamericano de Cementerios Patrimoniales que se
convocó en Medellín y que, desde entonces, se ha venido realizando sin
interrupción en diversos países. Es este un espacio donde entidades y personas
vinculadas con el manejo de los cementerios, estudiosos del arte y la arquitectura,
historiadores, antropólogos, periodistas e interesados en el tema se dan cita para
compartir ese interés común que, en muchos casos, era completamente
inconfesable e incomprendido. De estas reuniones han salido proyectos piloto
que han recorrido todas las necrópolis, como las ‘Noches de Luna Llena’ que en su
momento implementó la arquitecta Catalina Velásquez, en el Cementerio de San
Pedro de Medellín, y que hoy, se realiza en Lima y Santiago.
Así mismo, ha llevado a que las entidades encargadas de defender y salvaguardar el
patrimonio cultural se encarguen de la protección y recuperación de estos
espacios, como en su momento lo hicieron la Corporación La Candelaria – hoy
Instituto Distrital de Patrimonio Cultural -, en asocio con la Unidad Administrativa
Especial de Servicios Públicos - UAESP, en el Cementerio Central de Bogotá.
Intervención que permitió recuperar su muro de cerramiento, la plazoleta de
acceso o la alameda central e incluyó la publicación de varias guías sobre este lugar.
Esta exitosa experiencia ha llevado a convocar el Primer Encuentro de Cementerios
Patrimoniales de Colombia, donde se darán cita a lo largo de tres días, entidades y
personas interesadas en este tema, que se encargarán de recordarle a los
bogotanos y a los colombianos en general, que los cementerios no han muerto y
que a pesar de su silencio tienen aún mucho que decirnos.