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Gabriela Boccoleri

20141804

A partir de la publicación “Desafíos del proceso de formalización de derechos de


comunidades nativas” de Iliana Monterroso y Anne M. Larson, planteé investigar acerca
de qué otras opciones tienen las comunidades nativas para acceder a la titulación de sus
tierras ancestrales. El texto de Monterroso y Larson propone que uno de los problemas
que enfrentan las comunidades es la superposición de derechos, siendo las áreas
protegidas una de estas. A partir de esta problemática, encontré la tesis Governing
indigenous territorios en Peruvian Amazon: placing people or forest first de Josefin
Egerlid que propone la concesión de conservación como una estrategia que las
comunidades nativas despliegan para poder acceder a los recursos sobre sus territorios y,
de esta manera, salvaguardar sus modos de vida y costumbres.

El primer texto, “Desafíos del proceso de formalización de derechos de comunidades


nativas” de Iliana Monterroso y Anne M. Larson, comienza diciendo que a pesar de que
desde 1974 en el Perú se ha venido formalizando los derechos de propiedad colectiva para
más de 1300 comunidades nativas sobre más de 12 millones de hectáreas, aún hay una
brecha considerable con las tierras reclamadas por los pueblos indígenas.

Explica que el marco legal establece que las comunidades nativas formalicen sus derechos
a la tierra y el bosque, a partir de un proceso que tiene dos resultados: la demarcación y
titulación de tierras de uso agrario y la firma de un contrato de cesión en uso sobre tierras
de uso forestal. Ambos requieren que previamente las comunidades sean reconocidas
legalmente. A pesar de los cambios recientes en la normativa y la institucionalidad, en
materia de la formalización, han supuesto un avance en el proceso de titulación, aún
quedan ciertos puntos para agilizar y consolidar la implementación.

El objetivo del texto es señalar dos puntos críticos que engloba una serie de desafíos por
superar en materia de titulación y finalmente, sugerir recomendaciones para abordar
dichos desafíos. El primer punto crítico trata sobre el número y la complejidad de las
regulaciones existentes y vacíos e inconsistencias en los procedimientos de
formalización. El proceso de formalización de comunidades nativas está altamente
regulado y tiene altos costes en tiempo y dinero para las entidades que lo implementan.
Esto dificulata que la implemetacion se dé de manera homogénea y articulada. Hay una
brecha existente entre los procedimientos establecidos en la regulación y su aplicación en
la práctica. Los Gobiernos Regionales tienen su propia interpretación y propias
interpretaciones y métodos, y utilizan formatos diferentes para elaborar títulos y contratos
de cesión en uso.

Para abordar este desafío, el texto sugiere promover que la Dirección General de
Saneamiento de la Propiedad Agraria y Catastro Rural (DIGESPACR), ente rector del
catastro rural, regularización de tierras y titulación de comunidades nativas, continúe la
revisión de lineamientos para estandarizar y sobre todo simplificar procedimientos,
tomando en cuenta la experiencia y dificultades identificadas. Además, que se incentive
que las entidades pertinentes tengan claro los proceso y pasos relacionados a la
formalización. Que se aclare las competencias y funciones, y que se asegure que se cuente
con el personal capacitado. Y finalmente, que se identifiquen los mecanismos de
financiamiento público para que el personal del gobierno en los diferentes niveles cuente
con los recursos necesarios

El segundo punto crítico es la superposición de derechos. El texto identifica tres formas


de superposición que afecta a las comunidades nativas. El primer tipo es el que existe
entre áreas reclamadas nativas y áreas establecidas bajo alguna categoría de área natural
protegida. Si bien las comunidades pueden iniciar un proceso de reconocimiento, no
pueden continuar un proceso de titulación, ya que la ley de Áreas Naturales Protegidas
establece que estas áreas son de dominio público y no pueden ser adjudicadas. Un
segundo tipo se da cuando el área reclamada se superpone con bosques de producción
permanente (BPP). De los 17 millones de hectáreas que han sido calificadas como BPP,
el 52% tiene algún grado de superposición con comunidades nativas. El tercer tipo se da
por el otorgamiento a terceros de derechos sobre recursos del subsuelo para la exploración
y extracción de gas, petróleo y minerales en áreas que están en reclamo o ya han sido
tituladas a comunidades nativas.

Esta situación es posible debido a la ausencia de registros e información acerca de los


derechos de las comunidades nativas sobre la tierra y el bosque. Además de la falta de un
registro único que contenga información sobre los diferentes diversos de tenencia sobre
la tierra a nivel nacional. Esto resulto en que varias comunidades nativas fueran tituladas
a contar con información espacial, incluyendo la de sus límites. Para abordar dichos
desafíos, el texto sugiere que DIGESPACR pueda completar el proceso de conformación
y actualización de un solo registro que incluya la información. Y que este sea facilitado
a las tres entidades a las que les compete el registro: SUNARP, el registro nacional que
maneja MINAGRI-DIGESPACR y el Registro Regional a cargo de los Gobiernos
Regionales. Además, que se dé una discusión desde la DIGESPACR y los Gobiernos
Regionales que evalúen la posibilidad de promover la iniciativa de un mapa único que
consolide los diversos registros de derechos existentes a nivel nacional.

La tesis Governing indigenous territorios en Peruvian Amazon: placing people or forest


first de Josefin Egerlid habla de cómo la competencia por la tierra presenta un desafío
para las comunidades indígenas que no tienen el titulo legal sobre sus tierras tradicionales.
La autora analiza las diferentes estrategias que Alto Huaja, una comunidad kichwa-
lamista, en San Martin, despliega para ganar posesión sobre las tierras que consideran sus
territorios ancestrales. Y da especial atención en cómo estas son influenciadas por actores
externos y los modelos de cómo los territorios indígenas deberían ser gobernados.

Actualmente, en San Martín hay un debate sobre qué forma de arreglo de tenencia
corresponde mejor tanto a los derechos de las personas indígenas como a la conservación
del bosque. Hay dos opciones, el titulo o la concesión. Con el primero las comunidades
indígenas toman posesión colectiva del bosque comunal. Mientras que con el segundo, a
las comunidades indígenas les dan un derecho de usuario limitado de un área de
conservación de bosque que pertenece al Estado.

El análisis de la investigación descubrió que las autoridades están más interesadas en


otorgar concesiones de conservación que títulos. Estas concesiones implican que la
comunidad se compromete con conservar el territorio, mientras que con la titulación son
libres de hacer lo que quieran. Con la concesión de la conservación, en cambio, solo
pueden usar los recursos que necesitan para sus necesidades diarias, por lo que no pueden
darle un uso comercial al bosque. Pero, es mucho más rápidas que aplicar por un título.
A pesar de que los dos tienen como objetivo proteger la naturaleza, promover las
costumbres tradicionales de los Kiwcha y mejorar su bienestar, se diferencian en que el
título es un enfoque centrado en las personas mientras que la concesión de conservación
es centrada en el bosque. En este último no se permite la agricultura, la tala de árboles
comercial o la cacería. Como una compensación a la comunidad se le otorgan incentivos
o asistencia técnica para mejorar la productividad en plantaciones existentes de cacao o
café. Se permite la producción de productos no maderables y ecoturismo.

El problema con este enfoque es que el gobierno crea normas que definen que es
sostenible y que no. Esto implica que el sustento actual que llevan los Kichwa no es
sostenible. Por lo que, por un lado, les dan la libertad a los Kichwa de continuar con sus
costumbres tradicionales, pero al mismo tiempo el gobierno está controlando la manera
en que estas costumbres son vividas. Esto lo hacen definiendo que es ancestral, por
ejemplo, la agricultura migratoria en la que los comuneros abren terrenos en el bosque
cortando los árboles y de ahí quemándolos para que liberen sus nutrientes para poder
sembrar ahí no es considerado una práctica ancestral. Este enfoque ve a la agricultura
como una de las mayores causas de la desforestación. Otro problema de este enfoque es
que le da mucha importancia a los ingresos por cultivos comerciales exportables y
descuida la subsistencia del sistema de producción.

Finalmente, el texto da cuenta que las ONGs, tienen el rol de brokers entre las
comunidades Kichwa y sus federaciones, por un lado, y con donadores internacionales y
a veces instituciones gubernamentales. Esta discusión da cuenta de que las comunidades
son influenciadas por actores externos. Mientras que algunas ONGs están más alineadas
con el gobierno, otras toman una posición de antagonismo hacia este.

El texto de Monterroso y Larson da cuenta de las dificultades que tienen las comunidades
nativas para acceder a una titulación de tierras comunales. En este sentido su aporte fue
describir una problemática a partir de la cual me planteé la pregunta de investigación que
es qué otras alternativas tienen las comunidades nativas para acceder al acceso a los
recursos y a sus territorios. Si bien este texto da cuenta de las dificultades institucionales
y legales, la tesis de Egerlid evidencia que estas dificultades están configuradas, además,
por intereses del gobierno. Ya que menciona que las autoridades tienen mayor disposición
a otorgar concesiones de conservación que a dar títulos. A nivel regional, por ejemplo,
San Martin se promueve como una “región verde”, por lo que se ha comprometido a crear
nuevas áreas de titulación. Y a nivel nacional, los intereses del Estado en otorgar
concesiones de conservación y no títulos va en afinidad con la agenda internacional de
conservar la naturaleza y mitigar el calentamiento global. En el 2008, el Ministerio del
Ambiente presentó presento el objetivo de proteger 54 millones de hectáreas de bosque
para el 2021 en la Conferencia del Cambio Climático en Ponzan. El Minam implementó
el Programa Nacional de Conservación de Bosques en el 2013.

Si bien en el texto de Monterroso y Larson se menciona la concesión por conservación


como una de las formas que tienen las comunidades nativas para formalizar sus derechos,
no la desarrolla en profundidad. Egerlid, en cambio, presenta a la concesión por
conservación como una de las estrategias que despliegan las comunidades nativas para
asegurar su acceso a recursos y tierras. Ella explica que hay una competencia por
conseguir tierras entre industrias, mineras, comunidades nativas e instituciones de
conservación. Esto se debe a que hay un imaginario de que la Amazonía como un lugar
con recursos aún no explotados. En esta competencia, si bien los pueblos indígenas
deberían poder acceder a una titulación comunal gracias al Convenio 169 de la OIT, esta
es sumamente difícil como da cuenta el texto de Monterroso y Larson. Por lo que buscan
desplegar otras estrategias para asegurar la continuidad de sus formas de vida.

Tomar esta estrategia desafía el imaginario de los pueblos indígenas como abocados a
proteger la naturaleza por la cosmovisión que tienen. En vez de esto, creo que la tesis
muestra a las comunidades nativas como unos actores con agencia en esta carrera por los
recursos. Las comunidades se han visto transformadas por el boom de los recursos, no
solo porque sus territorios están en la mira de intereses comerciales y económicos, lo cual
pone en peligro su acceso a recursos y soberanía sobre su territorio ancestral. Sino porque
además se han visto inmersos en esta lógica, ya que muchos buscan mejorar su situación
económica.

El aporte más relevante de Egerlid, sin duda, es que complejiza la concesión de


conservación como una alternativa que puede vulnerar los derechos de los pueblos
indígenas. Esto se debe a que, en primera instancia, estaría perjudicando el derecho a la
libre determinación, es decir al derecho a decidir libremente sobre su territorio. Ya que
como da cuenta la tesis hay ciertos recursos con los que no pueden contar. Lo que lleva a
lo segundo, que es que hay ciertas actividades ancestrales que el gobierno reconoce como
perjudiciales para el ambiente. Esto no solo impide que puedan mantener sus costumbres
tradicionales, sino que, de cierta manera, dificulta su subsistencia.

Esta idea de que impide que puedan mantener sus costumbres es reforzada con el hecho
de que el gobierno regional otorga ciertos incentivos, o mejor dicho da ciertas
compensaciones a que no puedan, por ejemplo, cazar o llevar a cabo una agricultura
migratoria como es el caso de Alto Huaja. Estas compensaciones tienen el objetivo de
buscar alternativa a las actividades de subsistencia prohibidas en un área de conservación.
Pero al mismo tiempo, tiene como efecto que inserta a las comunidades en una lógica de
mercado. Por lo que dejan de lado sus actividades tradicionales y as hace dependientes
de un ingreso económico. Por lo que pone en peligro su seguridad alimentaria, la
conservación de sus costumbres tradicionales y su relación con la naturaleza.

A pesar de esto, parece ser una buena opción ya que asegura el acceso a los recursos de
las comunidades nativas. Si es que se tiene en cuenta que el proceso de conseguir una
titulación cuesta mucho tiempo y dinero y usualmente no se consolida. Pues como da a
conocer Egerlid no se otorga una titulación desde 1997. Además, parece ser que muchas
comunidades han encontrado una gran motivación en tener un acercamiento
conservacionista con la naturaleza pues como da cuenta la experiencia del pueblo de
Bagua Grande que se encarga de la conservación de Iguahuana – Bosques Secos de Delta.
Como se explica en la página web de la ONG Conservamos por Naturaleza: “En el caserío
de Delta, en donde todos se dedican básicamente a la agricultura, nadie sabía lo que
significaba conservación. Hoy todos están enfocados en ello y están convencidos que esta
es la opción de vida que quieren seguir. Protegen el bosque y evitan la quema de los
campos. Ver cómo se reconstituyen los montes los hace sentir orgullosos” .

Se puede concluir que es difícil acceder a las titulaciones de propiedad comunal, porque,
por un lado, el marco legal e institucional no son los óptimos, lo que alarga el proceso.
Además, no hay una base de datos con la información de todos los tipos de concesiones,
por lo que se debería mejorar la territorialización a nivel nacional. A parte de esto es
importante tener en cuenta de que los gobiernos a sus diferentes niveles tienen intereses
que están alineados con los intereses internacionales de conservación del medio ambiente.

Por lo que se puede argumentar que el estado ha priorizado la conservación de los bosques
por encima del derecho a titulación de los pueblos indígenas puesto que como indica la
tesis de Egerlid no se ha entregado un título desde el 1997. Si bien esto es un problema
para la subsistencia de las comunidades nativas de la Amazonía peruana, estas
comunidades han encontrado una solución con la concesión por conservación, que
asegura el acceso a recursos forestales. Los derechos de los pueblos indígenas se pueden
entender como vulnerados, ya que estos no pueden decidir libremente sobre su territorio
como precisa el Convenio 169 de la OIT, además que pone la conservación de sus
costumbres ancestrales en peligro, se puede argumentar que es una buena opción.

A pesar de lo mencionado, se puede argumentar que la concesión por conservación es


una buena opción para las comunidades nativas. Ya que estas son las menos probables en
recibir titulaciones, por lo que es mejor resguardar su subsistencia optando por la
concesión por conservación, a pesar de que no sea lo óptimo. Ya que además de asegurar
el acceso a recursos, la entidad competente de regular las concesiones entrega incentivos
para que las comunidades puedan desarrollar cultivos comerciales. Y a pesar de que se
argumenta que esto los aleja de sus costumbres tradicionales, la globalización y el ingreso
de empresas y migrantes andinos ya ha ido reconfigurando las actividades de subsistencia
en la Amazonía desde antes. Pues en muchos lugares de la Amazonía solo cazan una o
dos veces al año por la falta de animales, o han dejado la agricultura migratoria y la han
reemplazado por cultivos de exportación como el cacao, el café y el maíz. Entonces, a
pesar de que las comunidades busquen conservar sus costumbres tradicionales es
entendible que prefieran incursionar en actividades ajenas a su cultura, para asegurar su
subsistencia y mejorar su situación.

Referencias:

Egerlid, Josefin. (2015). Governing indigenous territories in the Peruvian Amazon:


placing people or forest first?. Swedish University of Agricultural Sciences.

Monterroso, I. & Larson A.M. (2018). Desafíos del proceso de formalización de derechos
de CCNN en Perú. CIFOR InfoBrief #220.

Conservamos por Naturaleza. Iguahana – Bosques Secos de Delta. URL:


https://www.conservamospornaturaleza.org/area/iguahuana-bosques-secos-de-delta/

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