Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
E L M IS T E R IO D E L A C O N S T R U C C IO N E S P E C U L A T IV A *
pone como pera, «la fruta» se pone como manzana, «la fruta»
se pone como almendra, y las diferencias que separan entre sí a
manzana, pera, almendra, son precisamente las autodistinciones
de «la fruta» y hacen de las diversas frutas particulares, justa-
mente, órganos diversos en el proceso vital de «la fruta». «La
fruta», pues, ya no es la unidad indiferenciada, carente de conte-
nido, sino la unidad como universalidad, como «totalidad» de las
frutas, que configuran una «secuencia orgánicamente articulada ».
En cada órgano de esta secuencia «la fruta» se da una existencia
más desarrollada, más selecta, hasta que finalmente, en cuanto
«compendio» de todas las frutas a la vez, llega a ser la unidad
viva que contiene disueltas en sí misma a cada una de aquéllas y
al mismo tiempo las genera de sí misma, tal como, por ejemplo,
todos los órganos del cuerpo se disuelven constantemente en la
sangre y constantemente se generan a partir de ésta.
Vemos, así, que si la religión cristiana sólo sabe de una en-
carnación divina, la filosofía especulativa dispone de tantas en-
carnaciones cuantas cosas existen, tal como posee aquí en cada
fruta una encarnación de la fruta absoluta, de la sustancia. El in-
terés principal del filósofo especulativo estriba, pues, en generar
la existencia de las frutas profanas reales y en decir de la manera
más misteriosa que existen manzanas, peras, almendras y pasas.
Pero las manzanas, peras, almendras y pasas que reencontramos
en el mundo especulativo son únicamente manzanas aparentes,
peras aparentes, almendras y pasas aparentes, pues todas ellas son
fases vitales de «la fruta», de ese ente intelectual abstracto, y por
tanto ellas mismas entes intelectuales abstractos. Por ende, lo que
regocija en la especulación es volver a encontrar todas las frutas
reales, pero como frutas que revisten una importancia mística
superior, que han surgido del éter de tu cerebro y no del suelo
material, que son encarnaciones de «la fruta», del sujeto absoluto.
Por consiguiente, si a partir de la abstracción, del ente intelectual
sobrenatural denominado «la fruta», retornas a las frutas natura-
les reales, habrás conferido en cambio un significado sobrenatural
también a las frutas naturales y las habrás transformado en meras
abstracciones. Ocurre que tu principal interés estriba en demos-
trar la unidad de «la fruta» en todas esas sus manifestaciones vita-
les, en la manzana, la pera, la almendra, o sea la conexión mística
de esas frutas, y cómo en cada una de ellas «la fruta» se realiza
por etapas y cómo, a título de ejemplo, prosigue necesariamente a
E l fundamento de la crítica 19