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Sebastián A. Abella1
ABSTRACT
La premisa de la que se parte es que relación entre la ética y la genética se resume en
la aseveración de que la ciencia no debe decir qué está bien y qué está mal, sino que tan sólo
debería pretender la consecución de descubrimientos relacionados con la comprensión,
explicación y -valga decir- el posterior control de determinados fenómenos. En base a ello, el
siguiente ensayo pretende analizar, por un lado, la intrincada disyuntiva presente en la
relación moral-investigación científica (en general), y por otro lado, los alcances
socioeconómicos asociados a la producción y uso de los alimentos transgénicos (en
particular), así como también los problemas éticos en los cuales los mencionados procesos se
encuentran inmersos, como los que surgen ante los intereses que promueven esta nueva
tecnología y los potenciales riesgos ecológicos y para la salud humana asociados. Lo
mencionado incluye un análisis costo-beneficio que contempla el costo de oportunidad -desde
el punto de vista tanto económico como moral- de la aplicación de las innovaciones en el
campo de los alimentos genéticamente modificados, así como también un estudio sobre la
utilidad del marco normativo, bajo una perspectiva que lo considera un elemento precautorio
ante inminentes riesgos y como promotor del florecimiento de los cultivos biotecnológicos,
todo en aras de arribar a reflexiones finales sobre los temas abordados.
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Alumno independiente, Rosario, Argentina. abella.sa@hotmail.com
INTRODUCCIÓN. SOBRE LA FINALIDAD DE LA CIENCIA Y LA MORAL
La relación entre la ética y la genética se resume en la aseveración de que la ciencia
no debe decir qué está bien y qué está mal, sino que tan sólo -mediante la rigurosa aplicación
del método científico- debería pretender la consecución de descubrimientos relacionados con
la comprensión, explicación y -valga decir- el posterior control de determinados fenómenos.
A su vez, el enjuiciamiento valorativo, que excede la finalidad de la ciencia y que responde a
consideraciones y se refleja en las interacciones estrictamente humanas sobre las que se
decretan normas morales, constituye el objeto de estudio de la ética.
Lo mencionado en el párrafo anterior reflexiona sobre el hecho de que la
investigación científica no debe responder a las implicancias morales de los resultados
obtenidos, éstos serán juzgados como “aplicables o inaplicables” en comparación con el
conjunto de preceptos, valores e ideales con los que determinado grupo humano se guíe en
una determinada época histórica, es decir, en base a lo que se considera moralmente correcto
e incorrecto en determinado momento, y luego será la Filosofía Moral -ética- la que se ocupe
de reflexionar acerca de mencionados códigos morales.
Surge un conflicto cuando el debate moral no es sobre lo “correcto o incorrecto” de la
aplicación de determinados descubrimiento científicos en la vida, sino que es el avance de la
propia investigación científica el que se ve imbuido en dicho dilema, cómo puede suceder en
el caso del patentamiento de organismos genéticamente modificados.
El siguiente ensayo pretende analizar, por un lado, la intrincada disyuntiva presente en
la relación moral-investigación científica (en general), y por otro lado, los alcances
socioeconómicos asociados a la producción y uso de los alimentos transgénicos (en
particular), así como también los problemas éticos en los cuales los mencionados procesos se
encuentran inmersos, como los que surgen ante los intereses que promueven esta nueva
tecnología y los potenciales riesgos ecológicos y para la salud humana. Además se estudiará
la utilidad del marco normativo al servir de método precautorio ante inminentes riesgos y
también como promotor del florecimiento de los cultivos biotecnológicos, todo en aras de
arribar a reflexiones finales sobre los temas abordados.
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Rigurosamente hablando un transgénico es solo una clase de OMG
técnicas científicas que manipulan secuencias de ADN de forma directa, posibilitando la
extracción de un taxón biológico dado y su inclusión en otro, así como la modificación o
eliminación de estos genes. Mientras que el mejoramiento genético clásico -selección
artificial-, modifica los genes de una población de forma indirecta, mediante cruces dirigidos
(Watson, 2004). En USA el término OGM incluye ambos tipos de modificaciones genéticas
(USDA, 2005).
Dentro de este ámbito y de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre
la Diversidad Biológica, la biotecnología se refiere a toda aplicación tecnológica que utilice
sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados, para la creación o modificación de
productos o procesos para usos específicos (UN, 1992). La utilización de la biotecnología en
el sector agrícola es la que da origen a los alimentos transgénicos.
2. Desarrollo histórico
Hasta el advenimiento de la ingeniería genética no se disponía de un mecanismo que
permitiera (re)diseñar organismos para adaptarlos de forma rápida y controlada -lo último
sujeto a controversias-. La biotecnología de alimentos aplica hoy los instrumentos de la
genética moderna a la mejora de localidad de los productos derivados de las plantas, animales
y microorganismos. Pero desde tiempos remotos el hombre ha seleccionado, sembrando y
cosechado semillas con la finalidad de incrementar su rendimiento y calidad, tal es así que el
mejoramiento de las especies usadas como alimento ha sido un proceso recurrente en la
historia de la humanidad.
Entre el año 12.000 y 4.000 a. C. ya se realizaban modificaciones mediante la
selección artificial de plantas. Para 1876 se realizó el primer cruzamiento intergenérico, es
decir, entre especies de géneros distintos (Moctezuma, 2011). En 1909 se efectuó la primera
fusión de protoplastos (Küster, 1909), y en 1927 se obtuvieron “mutantes” de mayor
productividad mediante la irradiación de rayos X a semillas. Para 1986 se creó la primera
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planta genéticamente modificada y finalmente en 1994 se aprueba la comercialización del
primer alimento modificado genéticamente, los tomates Flavr Savr (La Información, 2016).
Para el 2017, a 22 años de su legalización, los cultivos biotecnológicos se extienden
en 189,8 millones de hectáreas de 24 países. A excepción del año 2015, la expansión del área
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Se trataba de una planta de tabaco a la que se añadió a su genoma un gen de resistencia para el antibiótico
Kanamicina.
cultivada ha sido continuada, con 12 años de tasas de crecimiento de dos dígitos. Se destaca
que la tasa promedio de adopción de cultivos biotecnológicos en los cinco principales países
productores aumentó en 2017 hasta acercarse a la saturación, con USA en 94,5% (promedio
para soja, maíz y adopción de canola), Brasil (94%), Argentina (~ 100 %), Canadá (95%) e
India (93%). Esto se debería a la aprobación inmediata y la comercialización de nuevos
cultivos y características biotecnológicas para abordar los problemas relacionados con el
cambio climático y la aparición de nuevas plagas y enfermedades (ISAA, 2017).
El análisis retrospectivo indica que el área mundial de cultivos biotecnológicos se ha
multiplicado por 112, de 1,7 millones de hectáreas en 1996 a 189,8 millones de hectáreas en
2017, lo que hace que los cultivos biotecnológicos sean la tecnología de cultivo más rápida
adoptada en los últimos tiempos. Se lograron 2,3 mil millones de hectáreas en 22 años
(1996-2017) de comercialización de cultivos biotecnológicos (ISAA, 2017).
2. El costo de oportunidad
A pesar de todos los beneficios documentados y discutidos anteriormente, la
refutación a aquellos críticos de los cultivos biotecnológicos, que plantean acusaciones no
científicas, debe incluir un análisis de los beneficios que potencialmente podrían obtenerse
-costo de oportunidad- si las regulaciones de los países y las aprobaciones de los cultivos
transgénicos no fueran afectadas por cuestionamientos novelescos.
Un reporte de la Fundación de Tecnología de la Información e Innovación (ITIF),
indica que el clima regulatorio actual, altamente restrictivo para las innovaciones
biotecnológicas agrícolas, podría costar a las naciones de bajos y medianos ingresos hasta
US$ 1,5 billones en beneficios económicos hasta 2050. También se ha calculado que solo
para las economías agrícolas africanas, la continua supresión de las innovaciones
biotecnológicas en la agricultura había costado al menos US$ 2.500 millones entre 2008 y
2013. En el mismo orden de ideas, se estima que en Australia la pérdida de oportunidades por
la demora en la adopción de la canola biotecnológica entre 2004 y 2014 incluyen 6,5 millones
de kg adicionales de ingredientes activos aplicados a la granja de canola; 8,7 millones ltrs. de
combustible diésel quemados y un adicional de 24,2 millones de kg de gases de efecto
invernadero (GEI) y emisiones compuestas liberadas (ISAA, 2017).
Es en base a las observaciones mencionadas que puede argumentarse que el verdadero
desastre socioeconómico y moral se encuentra en las barreras, erigidas por los críticos de los
OGM, al desarrollo de las naciones más pobres del planeta, que dependen principalmente de
la agricultura para la subsistencia.
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Se utilizan los términos de orden extenso y abstracto en el sentido que los entiende el propio Friedrich A. Von
Hayek. A respecto véase http://www.anarcocapitalista.com/HayekMoral.htm
Por consiguiente, cuando llegamos a la conclusión de que una institución es
beneficiosa para la sociedad, no puede objetarse que sea inmoral. Se pueden
ciertamente tener opiniones distintas sobre la utilidad o el perjuicio de una institución
social, pero cuando se concluye que es útil, no se puede ya pretender que, por alguna
razón inexplicable, se la deba considerar como inmoral. (p. 66)