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TEMAS MORALES Y ECONÓMICOS DE LA INVESTIGACIÓN

CIENTÍFICA Y LA MANIPULACIÓN GENÉTICA DE LOS


ALIMENTOS

Sebastián A. Abella1

ABSTRACT
La premisa de la que se parte es que relación entre la ética y la genética se resume en
la aseveración de que la ciencia no debe decir qué está bien y qué está mal, sino que tan sólo
debería pretender la consecución de descubrimientos relacionados con la comprensión,
explicación y -valga decir- el posterior control de determinados fenómenos. En base a ello, el
siguiente ensayo pretende analizar, por un lado, la intrincada disyuntiva presente en la
relación moral-investigación científica (en general), y por otro lado, los alcances
socioeconómicos asociados a la producción y uso de los alimentos transgénicos (en
particular), así como también los problemas éticos en los cuales los mencionados procesos se
encuentran inmersos, como los que surgen ante los intereses que promueven esta nueva
tecnología y los potenciales riesgos ecológicos y para la salud humana asociados. Lo
mencionado incluye un análisis costo-beneficio que contempla el costo de oportunidad -desde
el punto de vista tanto económico como moral- de la aplicación de las innovaciones en el
campo de los alimentos genéticamente modificados, así como también un estudio sobre la
utilidad del marco normativo, bajo una perspectiva que lo considera un elemento precautorio
ante inminentes riesgos y como promotor del florecimiento de los cultivos biotecnológicos,
todo en aras de arribar a reflexiones finales sobre los temas abordados.

1
Alumno independiente, Rosario, Argentina. abella.sa@hotmail.com
INTRODUCCIÓN. SOBRE LA FINALIDAD DE LA CIENCIA Y LA MORAL
La relación entre la ética y la genética se resume en la aseveración de que la ciencia
no debe decir qué está bien y qué está mal, sino que tan sólo -mediante la rigurosa aplicación
del método científico- debería pretender la consecución de descubrimientos relacionados con
la comprensión, explicación y -valga decir- el posterior control de determinados fenómenos.
A su vez, el enjuiciamiento valorativo, que excede la finalidad de la ciencia y que responde a
consideraciones y se refleja en las interacciones estrictamente humanas sobre las que se
decretan normas morales, constituye el objeto de estudio de la ética.
Lo mencionado en el párrafo anterior reflexiona sobre el hecho de que la
investigación científica no debe responder a las implicancias morales de los ​resultados
obtenidos, éstos serán juzgados como “aplicables o inaplicables” en comparación con el
conjunto de preceptos, valores e ideales con los que determinado grupo humano se guíe en
una determinada época histórica, es decir, en base a lo que se considera moralmente correcto
e incorrecto en determinado momento, y luego será la Filosofía Moral -ética- la que se ocupe
de reflexionar acerca de mencionados códigos morales.
Surge un conflicto cuando el debate moral no es sobre lo “correcto o incorrecto” de la
aplicación de determinados descubrimiento científicos en la vida, sino que es el avance de la
propia investigación científica el que se ve imbuido en dicho dilema, cómo puede suceder en
el caso del patentamiento de organismos genéticamente modificados.
El siguiente ensayo pretende analizar, por un lado, la intrincada disyuntiva presente en
la relación moral-investigación científica (en general), y por otro lado, los alcances
socioeconómicos asociados a la producción y uso de los alimentos transgénicos (en
particular), así como también los problemas éticos en los cuales los mencionados procesos se
encuentran inmersos, como los que surgen ante los intereses que promueven esta nueva
tecnología y los potenciales riesgos ecológicos y para la salud humana. Además se estudiará
la utilidad del marco normativo al servir de método precautorio ante inminentes riesgos y
también como promotor del florecimiento de los cultivos biotecnológicos, todo en aras de
arribar a reflexiones finales sobre los temas abordados.

LA DISCUSIÓN MORAL EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA


1. Sobre lo moral e inmoral de los descubrimiento científicos y los objetivos que los
promueven
A lo largo de la historia del pensamiento han existido pocas apologías a la ignorancia
tan importantes como las basadas en el argumento de que el ser humano ​no debiera jugar a
ser Dios, ​lo que sería análogo a pensar que el hombre ​tiene que respetar determinados
límites​. La desobediencia a dicho principio es la que ha impulsado a los pueblos a desplazar
montañas, cambiar el curso de ríos, construir edificaciones que osan acariciar el cielo, diseñar
aviones que superan hoy el vuelo de cualquier ave y submarinos que se sumergen en las
profundidades del océano, emprender travesías, inventar desfibriladores, toda clase de
medicamentos y medicinas, las vacunas, el trasplante de órganos y la inseminación in vitro.
En definitiva, el hombre que era débil y físicamente inferior a la mayor parte de los animales,
pasó a ser el dominador de la tierra y el creador de las maravillas de la técnica debido a su
insaciable curiosidad; si ella hubiera sido limitada -exitosamente- hoy no aventajaría desde
ningún punto de vista a sus progenitores de hace mil o diez mil años.
Por otro lado, cierto es que la incursión científica también ha posibilitado la invención
de bombas nucleares y toda clase de armas de destrucción masiva, entre otros objetos y
técnicas que en nada mejoran el tenor de vida del hombre; pero la ciencia debe responder con
indiferencia cuando se le atribuye responsabilidad sobre el mal uso de sus descubrimientos.
El hombre benevolente por ignorancia no es benevolente, sino ignorante y aun así ese nunca
ha sido un argumento válido para atacar la búsqueda de la verdad. No existe tal cosa como un
acto moral en conocer la forma de provocar la fisión de un átomo fisible mediante un
neutrón, como tampoco lo hay en el saber la forma de transferir genes de un organismo a otro
(transgénesis). Cuando la ciencia en nada transgrede, en cuanto al desarrollo de su
investigación y la consecución de sus descubrimientos, el orden moral dispuesto, el debate
sobre lo propio o impropio de sus resultados no debe tener lugar. Aun en el caso de que los
descubrimientos del trabajo científico se utilicen de manera que se considere inmoral, la
ciencia no debiera pagar nunca el costo de tales actos.
Para algunos el abalanzamiento sobre la ciencia desde el punto de vista ético no sólo
encuentra justificación en lo inmoral del uso de sus descubrimientos. La motivación a exigir
restricciones a la investigación también se ha sustentado en lo inmoral de los objetivos
anhelados por el hombre de ciencia. Nuevamente el argumento se apoya en bases sumamente
frágiles, el conocimiento en este caso no es el que corrompe al hombre, por lo que deben serle
indiferente las motivaciones que lo hacen posible. Eventualmente la promoción de tales
trabajos puede no tener lugar, por lo inapropiado de sus fines últimos, pero su restricción no
puede más que alcanzar a aquellos que buscan el saber por el saber mismo, privando así a
toda la sociedad de un nuevo hallazgo. Además, lo inapropiado en tales circunstancias
reflexiona sobre la posibilidad de consumar un acto considerado impropio posterior al trabajo
realizado o sobre lo corrupto y avaro de los intereses promotores, pero nunca sobre el
conocimiento o la investigación en sí misma, por lo que en definitiva la justificación moral a
las limitaciones de tales proyectos implica implícitamente el conocimiento de la
intencionalidad que los promueve, lo cual es imposible en todos los casos.

2. Cuando la ciencia y la moral chocan


Existen determinadas situaciones en las cuales la propia investigación científica es la
que se ve envuelta en una encrucijada moral. En este caso ya no se versa específicamente
sobre el uso de los potenciales descubrimientos o los fines que promueven el análisis de
determinados fenómenos, sino más bien de aquellas circunstancias donde necesariamente el
avance o continuidad de la investigación científica representa una controversia en cuanto a la
moral dispuesta.
Sobre la base de estos dos ejes se abordará el tema ético de la ingeniería genética en
los alimentos, posterior al análisis sobre los alcances socioeconómicos de esta tecnología a lo
largo de la historia y en la actualidad.

LA INGENIERÍA GENÉTICA EN ALIMENTOS. ACTUALIDAD Y PASADO


1. Marco conceptual
Genes de plantas o animales pueden funcionar cuando son transferidos a otro
organismo, fundamentando la posibilidad de generar Organismos Genéticamente
Modificados (OGM). Los genes insertados determinan la presencia específica de nuevas
proteínas, otorgándole al organismo una nueva función o rasgo ajeno a su naturaleza.
2
Por lo tanto, un OGM o transgénico se define como aquel cuyo material genético ha
sido alterado usando técnicas de ingeniería genética (INRA, 2013). Es decir, mediante

2
Rigurosamente hablando un transgénico es solo una clase de OMG
técnicas científicas que manipulan secuencias de ADN de forma directa, posibilitando la
extracción de un taxón biológico dado y su inclusión en otro, así como la modificación o
eliminación de estos genes. Mientras que el mejoramiento genético clásico -​selección
artificial-,​ modifica los genes de una población de forma indirecta, mediante cruces dirigidos
(Watson, 2004). En USA el término OGM incluye ambos tipos de modificaciones genéticas
(USDA, 2005).
Dentro de este ámbito y de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre
la Diversidad Biológica, la biotecnología se refiere a toda aplicación tecnológica que utilice
sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados, para la creación o modificación de
productos o procesos para usos específicos (UN, 1992). La utilización de la biotecnología en
el sector agrícola es la que da origen a los alimentos transgénicos.

2. Desarrollo histórico
Hasta el advenimiento de la ingeniería genética no se disponía de un mecanismo que
permitiera (re)diseñar organismos para adaptarlos de forma rápida y controlada -lo último
sujeto a controversias-. La biotecnología de alimentos aplica hoy los instrumentos de la
genética moderna a la mejora de localidad de los productos derivados de las plantas, animales
y microorganismos. Pero desde tiempos remotos el hombre ha seleccionado, sembrando y
cosechado semillas con la finalidad de incrementar su rendimiento y calidad, tal es así que el
mejoramiento de las especies usadas como alimento ha sido un proceso recurrente en la
historia de la humanidad.
Entre el año 12.000 y 4.000 a. C. ya se realizaban modificaciones mediante la
selección artificial de plantas. Para 1876 se realizó el primer cruzamiento intergenérico, es
decir, entre especies de géneros distintos (Moctezuma, 2011). En 1909 se efectuó la primera
fusión de protoplastos (Küster, 1909),​ y en 1927 se obtuvieron ​“mutantes” de mayor
productividad mediante la irradiación de rayos X a semillas. Para 1986 se creó la primera
3
planta genéticamente modificada y finalmente en 1994 se aprueba la comercialización del
primer alimento modificado genéticamente, los tomates Flavr Savr (La Información, 2016).​
Para el 2017, a 22 años de su legalización, los cultivos biotecnológicos se extienden
en 189,8 millones de hectáreas de 24 países. A excepción del año 2015, la expansión del área

3
​Se trataba de una planta de tabaco a la que se añadió a su genoma un gen de resistencia para el antibiótico
Kanamicina.
cultivada ha sido continuada, con 12 años de tasas de crecimiento de dos dígitos. Se destaca
que la tasa promedio de adopción de cultivos biotecnológicos en los cinco principales países
productores aumentó en 2017 hasta acercarse a la saturación, con USA en 94,5% (promedio
para soja, maíz y adopción de canola), Brasil (94%), Argentina (~ 100 %), Canadá (95%) e
India (93%). Esto se debería a la aprobación inmediata y la comercialización de nuevos
cultivos y características biotecnológicas para abordar los problemas relacionados con el
cambio climático y la aparición de nuevas plagas y enfermedades (ISAA, 2017).
El análisis retrospectivo indica que el área mundial de cultivos biotecnológicos se ha
multiplicado por 112, de 1,7 millones de hectáreas en 1996 a 189,8 millones de hectáreas en
2017, lo que hace que los cultivos biotecnológicos sean la tecnología de cultivo más rápida
adoptada en los últimos tiempos. Se lograron 2,3 mil millones de hectáreas en 22 años
(1996-2017) de comercialización de cultivos biotecnológicos (ISAA, 2017).

TEMAS ÉTICOS EN LA UTILIZACIÓN DE LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS.


EL ANÁLISIS COSTO-BENEFICIO
1. Los riesgos y utilidad detrás de los números
Las impresionantes cifras presentadas en la sección anterior, en cuanto a la expansión
y adopción de los cultivos transgénicos, resalta la necesidad de reevaluar no sólo los
beneficios, sino que también los potenciales riesgos asociados.
El cuestionamiento a la modificación genética ha llevado en diversas ocasiones al
extremo de considerar inmoral tal práctica en sí misma, con un alegato que plantea que el
valor intrínseco de los seres vivos se ve afectado. A tal controversia pueden asociarse
diversas creencias y temas de cuestionamiento, como el papel de Dios, la sacralidad de la
naturaleza y las implicancias morales de aceptar la existencia de propietarios de formas de
vida mediante patentes. Además, las preocupaciones de carácter moral influyen y afectan
fuertemente la opinión de las personas sobre los posibles riesgos asociados a la producción de
alimentos transgénicos. En este sentido, algunos de los factores identificados por Eduardo R.,
Yunta (2013) como riesgosos en la producción de alimentos biotecnológicos son:
• Existe una imposibilidad de insertar con exactitud un nuevo gen, la comprensión
actual de la manera en que los mismos se controlan es sumamente limitada y cualquier
cambio en el ADN de un organismo puede tener efectos inesperados e imposibles de
predecir.
• Los genes marcadores usados en ingeniería genética confieren resistencia a
antibióticos empleados normalmente en seres humanos y en la medicina veterinaria. Por lo
tanto, un segundo evento aunque bastante improbable, sería que: comer alimentos
transgénicos que contienen estos genes marcadores podría acelerar la aparición de resistencia
a antibióticos en las bacterias del intestino.
• Se podrían generar nuevas malezas resistentes o supermalezas (resistentes a
herbicidas y plaguicidas) por transferencia de genes de cultivos a malezas de especies afines.
• Podrían producirse nuevas plagas de insectos resistentes a insecticidas.
• En términos de efectos negativos sobre la salud del hombre, el mayor potencial de
consecuencias adversas es la toxicidad. También es posible el desarrollo de alergias,
asociadas a reacciones adversas del sistema inmunitario a algún componente de los
alimentos.
• Podría haber efectos indirectos a través de animales que consuman alguna parte o un
producto de una planta transgénica.
• Podría haber impacto en la biodiversidad, disminuyendo especies y variedades
autóctonas.
• Otro problema tiene que ver con la bioseguridad y la posibilidad de que terroristas
liberen organismos altamente patógenos introducidos en organismos de consumo habiendo
desarrollado previamente una vacuna.
Si bien varios de los riesgos mencionados confirman dificultades efectivamente
reales, gran parte de ellas pueden mitigarse mediante determinadas medidas precautorias
como las que se mencionan en las secciones posteriores. Por otro lado, también debe
resaltarse que algunas de las problemáticas presentadas derivan de preocupaciones de carácter
meramente especulativo, lo cual suele responder mayoritariamente a temores infundados
producto de la imaginación, más que a intranquilidades derivadas del análisis empírico.
En otro orden de ideas, la inseguridad alimentaria continúa representando un
problema importante para el mundo actual. El Informe global sobre las crisis alimentarias de
2017 indica que alrededor de 108 millones de personas -en 48 países afectados- seguían para
2016 en riesgo o en grave inseguridad alimentaria. También el cambio climático se presenta
como otro desafío que puede causar una disminución del 23% en la producción de cultivos
principales (como maíz, trigo, arroz y soja) para 2050. Las estimaciones indican que el
contenido de proteína en los principales cultivos básicos se reducirá considerablemente:
cebada (14,6%), arroz (7,6%), trigo (7,8%) y patatas (6,4%) debido al cambio climático
(WFP, 2017). En este contexto se resalta que las mejoras en la tecnología moderna de
cultivos y las prácticas agronómicas deberían ser adoptadas en su totalidad ya que tienen la
capacidad de reducir las fluctuaciones anuales en las disponibilidades y de mantener los
contenidos nutritivos de los alimentos, reduciendo así el riesgo climático.
Los cultivos biotecnológicos se están adoptando a nivel mundial debido a los enormes
beneficios para el medio ambiente, la salud de los seres humanos y los animales, y las
contribuciones a la mejora de las condiciones socioeconómicas de los agricultores y el
público en general. En oposición al argumento de riesgo medioambiental, vale la pena
destacar que (entre 1996 y 2016) los cultivos transgénicos contribuyeron a la conservación de
la biodiversidad y un mejor ambiente mediante: el ahorro de 183 millones de hectáreas de
tierra, la disminución del uso de plaguicidas en un 8,2%, reduciendo el EIQ (coeficiente de
impacto ambiental) en un 18,4% y -solo en el 2016- las emisiones de CO​2 en 27.100 millones
de kg, lo que equivaldría a sacar 16,7 millones de automóviles de la carretera durante un año;
y -desde el punto de vista socioeconómico- el aporte mundial de los cultivos biotecnológicos
en los últimos 21 años (1996-2016) ha supuesto un beneficio de US$ 186.100 millones,
ayudando a aliviar la pobreza elevando la situación económica de más de 65 millones de
personas (ISAA, 2017).
Como se mencionó anteriormente, las ventajas de los cultivos biotecnológicos
suponen un menor uso de insecticidas en los campos sembrados al desarrollar resistencia a
uno o varios órdenes de insectos (Morse, et. al., 2004),​ lo que redunda en un menor impacto
del ecosistema que alberga el cultivo y en la salud de los trabajadores que manipulan los
fitosanitarios (Pray, et. al, 2002). Además de que han disminuido la contaminación en
acuíferos y el suelo (Devos, et. al., 2008). La adhesión de los productores a la agricultura
inteligente ha sido testimonio de la mayor resistencia a los insectos y tolerancia a herbicidas
de los nuevos OGM.

2. El costo de oportunidad
A pesar de todos los beneficios documentados y discutidos anteriormente, la
refutación a aquellos críticos de los cultivos biotecnológicos, que plantean acusaciones no
científicas, debe incluir un análisis de los beneficios que potencialmente podrían obtenerse
-costo de oportunidad- si las regulaciones de los países y las aprobaciones de los cultivos
transgénicos no fueran afectadas por cuestionamientos novelescos.
Un reporte de la Fundación de Tecnología de la Información e Innovación (ITIF),
indica que el clima regulatorio actual, altamente restrictivo para las innovaciones
biotecnológicas agrícolas, podría costar a las naciones de bajos y medianos ingresos hasta
US$ 1,5 billones en beneficios económicos hasta 2050. También se ha calculado que solo
para las economías agrícolas africanas, la continua supresión de las innovaciones
biotecnológicas en la agricultura había costado al menos US$ 2.500 millones entre 2008 y
2013. En el mismo orden de ideas, se estima que en Australia la pérdida de oportunidades por
la demora en la adopción de la canola biotecnológica entre 2004 y 2014 incluyen 6,5 millones
de kg adicionales de ingredientes activos aplicados a la granja de canola; 8,7 millones ltrs. de
combustible diésel quemados y un adicional de 24,2 millones de kg de gases de efecto
invernadero (GEI) y emisiones compuestas liberadas (ISAA, 2017).
Es en base a las observaciones mencionadas que puede argumentarse que el verdadero
desastre socioeconómico y moral se encuentra en las barreras, erigidas por los críticos de los
OGM, al desarrollo de las naciones más pobres del planeta, que dependen principalmente de
la agricultura para la subsistencia.

3. Motivaciones a la investigación. La propiedad intelectual y reflexiones éticas


Se ha identificado la coexistencia de dos discursos que resultan ser críticos, por un
lado a las motivaciones que impulsan la investigación científica de los OGM y por otro lado a
la propia investigación científica. Sobre estos lineamientos un primer grupo ve como positivo
el incentivo para la investigación e innovación que generan las patentes de OGM, pero a su
vez cuestiona que se busquen fundamentalmente intereses comerciales a través de los
derechos de propiedad intelectual. Es decir, la filosofía que fundamenta la producción de
transgénicos -dicen- se basa fundamentalmente en intereses económicos más que en producir
beneficios sociales, al tiempo que existen sectores sociales que opinan que el principal
objetivo debiera ser: disminuir la utilización de insumos químicos, aumentar la
productividad, disminuir costos, preservar el medio ambiente y paliar el hambre en regiones
donde existe desnutrición. El segundo grupo aviva la controversia relacionada con el
cuestionamiento al valor de los transgénicos por sus potenciales riesgos, además de
considerar que el valor intrínseco de un ser vivo puede quedar afectado al ser sujeto de
modificación genética. Bajo este último argumento se cuestiona -desde el punto de vista
ético- que entes privados puedan adueñarse de la cualidad de reproducirse de determinados
organismos, mediante los derechos de propiedad intelectual (Yunta, 2013).
Desde una perspectiva de análisis puramente de viabilidad económica, parecen no
quedar dudas sobre la utilidad y necesidad de la existencia de los derechos de propiedad en la
industria biotecnológica para la perduración de la investigación científica en este área, más
aun teniendo en cuenta que la biotecnología es probablemente uno de los sectores en los que
se hace un uso más intensivo de la investigación. La comparación con otros sectores como el
químico y el farmacéutico reforzarán el argumento presentado, en el primero el gasto en
investigación y el desarrollo (I+D) constituye aproximadamente el 5% de los ingresos totales,
mientras que en el segundo dicha cifra no suele superar el 13%. Por su parte, las empresas de
biotecnología invierten, en general, un monto considerablemente mayor de sus ingresos en
I+D (frecuentemente entre el 40% y el 50%). Por ello, como en cualquier sector que dependa
de la investigación, la protección de sus resultados para la continuidad de su desarrollo son de
suma importancia (Burrone, 2006).
Ahora bien, con respecto al análisis moral de los intereses que promueven la
investigación científica, vale la pena aclarar que si bien la búsqueda de los beneficios sociales
si ocupa un lugar preponderante en la agenda de diversas instituciones del globo, apelar al
altruismo del hombre en contraposición a sus propios intereses económicos y comerciales no
puede más que devenir de una errónea concepción de los elementos que definen la propia
4
acción humana en un ​orden extenso y ​abstracto ; concepción alineada con un mundo perfecto
e ideal, pero que no escapa de ser una utopía ilusoria. Por otro lado, ante los cuestionamientos
morales a los derechos de propiedad intelectual sobre los OGM puede extrapolarse la
reflexión realizada por Ludwig Von Mises (1927) sobre la legitimidad ética de la propiedad
privada:

4
Se utilizan los términos de orden extenso y abstracto en el sentido que los entiende el propio Friedrich A. Von
Hayek. A respecto véase ​http://www.anarcocapitalista.com/HayekMoral.htm
Por consiguiente, cuando llegamos a la conclusión de que una institución es
beneficiosa para la sociedad, no puede objetarse que sea inmoral. Se pueden
ciertamente tener opiniones distintas sobre la utilidad o el perjuicio de una institución
social, pero cuando se concluye que es útil, no se puede ya pretender que, por alguna
razón inexplicable, se la deba considerar como inmoral. (p. 66)

Ciertamente la posibilidad de transferir genes de una especie a otra y patentar


organismos vivos genéticamente modificados con utilidad industrial, ha posibilitado el
crecimiento enorme de la biotecnología y contribuido de forma incuantificable al bienestar
futuro de la sociedad.

4. Prevención normativa y conclusiones finales


La validez de los argumentos presentados se sustenta en un ordenamiento económico
que provisto de un marco normativo adecuado le otorgue la debida importancia a temas de
sostenibilidad del medio ambiente, la salud de la población y al consentimiento de la misma
sobre la puesta en mercado de los mencionados productos.
En la presente sección, se resalta la importancia del marco normativo como paliativo
de los riesgos identificados anteriormente, estos pueden minimizarse y hasta extinguirse
realizando pruebas de campo antes de poner un transgénico en el mercado. Por ejemplo, en
plantas, una vez que se logra la introducción del gen extraño, puede evaluarse su función y
estabilidad en el invernadero. Seguido de la realización de pequeños ensayos de campo sobre
parcelas que totalizan de 50 a 500 m​2 que, dependiendo de la naturaleza de la planta y de la
modificación obtenida, pueden requerir medidas de contención: separación física entre
plantas sexualmente compatibles, uso de cultivos de barrera, eliminación de especies
silvestres compatibles, etc. Conforme avanza el proceso de evaluación, pueden realizarse
ensayos en distintos ambientes. ​Sin embargo, en muchos países este tipo de medidas aún no
se encuentran completamente especificadas en las normas de producción de transgénicos.
Por otro lado, el principio de autonomía del consumidor implica que el mismo debe
poder tomar sus decisiones de forma libre y plenamente informada de lo que se le ofrece. En
este sentido recobra importancia la regulación de etiquetado para alimentos que contienen
elementos transgénicos. El etiquetado debiera ser regulado, más aun teniendo en cuenta que
existen personas que presentan reacciones adversas a proteínas específicas presentes en
alimentos. Sin el etiquetado, los consumidores de los alimentos transgénicos, sin saberlo,
pueden violar sus propias restricciones dietéticas y/o religiosas.
Lo mencionado hasta el momento concluye en que la sostenibilidad a largo plazo y
riesgos ecológicos deben contemplarse, utilizando medidas de precaución y de
responsabilidad hacia generaciones futuras. Es necesario que exista un monitoreo y
evaluación de los impactos ambientales y sociales de los productos de la biotecnología,
teniendo en cuenta todos los elementos para disminuir riesgos.
La ingeniería genética en los alimentos promete ser capaz de rebasar las restricciones
propias de la naturaleza, cruzando límites que se consideraban insuperables. Los miedos al
surgimiento de ​quimeras se asemejan a los temores que alguna vez rondaron frente a la
incursión en la energía atómica y sus riesgos, como la guerra nuclear. Aun en ese caso lo que
alienta los tambores de guerra nunca fue el hallazgo de una nueva tecnología. El
descubrimiento y usanza del fuego personifica el punto de partida de la tecnología en la
existencia humana. Difícilmente pueda identificarse un momento más peligroso. A pesar de
ello, los seres humanos aprendimos a vivir con los beneficios del fuego, mitigando y casi
extinguiendo sus amenazas. Quién nos ilustró que ello era posible fue la propia ciencia, ante
la biotecnología el desafío es similar.
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