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EL ARTE DE VIVIR

Toda experiencia puede ser enriquecedora. El psicoanálisis, la terapia de grupo, la individual, el


yoga, la gimnasia consciente, la meditación. Todo suma en la vida. Así con ese espíritu , el año
pasado, hice el curso de varios días de El arte de vivir. Me pareció conmovedora la forma en
que a través de ejercicios nos hacían conectarnos con los compañeros, con el otro, y
lógicamente con uno mismo . Había oído mucho acerca de El arte de vivir. Y me sumergí en el
aprendizaje de la respiración. Podría confesar que soy una militante de nuevas vivencias que
me ayuden a ser mejor persona.

Ahora bien, una vez que terminé el curso empecé a recibir en mi casilla de correo una infinidad
abrumadora de mensajes. Sin tregua. Algunos los leía, otros los dejaba pasar. Hasta que
empecé a sentirme un poco rara. Me pareció que no todos eran inofensivos , es más algunos
contenidos me parecían un tanto peligrosos, había en ellos algo que se contraponía con la
realidad, con la vida, con el arte y con lo cotidiano. Y como todo es relativo empecé a
analizarlos y a hacerme preguntas. Los transcribo tal como me llegaron:

"Sin intención los malentendidos simplemente ocurren y aparecen los conflictos. No depende
de tí resolverlos, solo estate con ellos y permanece vivo."

Y allí empecé a preguntarme ¿no es demasiado voluntarista dejar que los malentendidos
queden así, sin entender? Simplemente ocurren. O uno también es, los malentendidos que
provoca. ¿No sería bueno conversar, intercambiar opiniones y aclararlos para convertirlos en
"bienentendidos"?

Si la naturaleza, Dios o la ciencia nos dio la capacidad de usar la mente, por qué esa
desvalorización de la racionalidad dando valor sólo a los sentimientos como si no tuvieran su
correlato en la cabeza. ¿El análisis de las situaciones no ayuda a ver lo auténtico? ¿No nos
arriesgamos a demasiado sentimentalismo?. Es una duda.

"El amor no puede ser conocido o entendido. solo puede ser sentido. El niño no le pregunta a
su madre: «Cuál es tu calificación?, ¿qué haces?, ¿quiénes son tus amigos?». Dime, entonces
te amo."

El amor puede ser sentido, puede ser pensado, puede ser lo que uno desee. No hay una sola
forma de encarar el amor. Y no es totalmente cierto que los niños no pregunten. Si hay algo
maravilloso que hacen los niños y nos obligan a los adultos a reflexionar es "el porqué" a cada
una de las cosas que suceden. Los niños preguntan a los padres: "¿Quiénes son tus amigos?, y
¿por qué son amigos?". Porque de esa manera pueden pensar y sentir la empatía con sus
propios amigos. Los niños preguntan: "¿Por qué haces tal o cual cosa?" Y uno trata de
responder. Este dialogo consistente en responder preguntas también forma parte del amor.

¿Es así de fácil?. Además de meditar, además de respirar, además de todo esto, hay un espacio
para entender. Se aprende del dolor, se aprende enojándose y amigándose. Ignoramos los
sentimientos de bronca, de desasociego, de desconcierto, de odio. ¿De furia? Ojala fuera tan
fácil.

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