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1
HISTORIA CONSTITUCIONAL
Desde el sur: los musulmanes, que en el año 711 habían invadido la península
Ibérica conquistándola casi totalmente.
Desde el norte: los vikingos o normandos, que durante mucho tiempo se
mantuvieron paganos.
Desde el este: los nómades mongoloides procedentes del Asia Central.
La respuesta socio-política a ese clima de inseguridad fue el feudalismo, por el que
un señor capaz de ofrecer protección y resguardo en su castillo con- vertía en
vasallos a quienes lo solicitaban. Naturalmente, este régimen ato- mizó el poder y la
autoridad se repartió entre múltiples señores. Comenzó a vivirse en un estado de
descentralización política que disminuyó el poder de los reyes en cada uno de los
estados surgidos luego de la desaparición del imperio Romano. En la época del
feudalismo el rey era simplemente "primus inter pares", es decir, el primero entre
iguales.
Los efectos del clima de inseguridad imperante también se hicieron sentir en el
orden económico. Las ciudades quedaron arruinadas y las comunidades de cada
región limitadas a satisfacer sus necesidades elementales en un estado de economía
"cerrada", sin tráfico comercial ni circulación moneta- ria.
Esta situación comenzó a modificarse a mediados del siglo XII, cuando la
Cristiandad pudo disfrutar de una cierta paz y estabilidad. En esa época co-
menzaron a verificarse cambios en casi todos los aspectos de la vida euro- pea: las
ciudades fueron reconstruidas y fundadas otras nuevas; se tendie- ron caminos,
talado bosques y disecado pantanos; renacieron la agricultu- ra, la ganadería y el
comercio; cobró impulso el estudio de las ciencias y co- menzaron a renovarse las
letras y las artes.
Tres siglos y medio más tarde, en el siglo XV, aquellas transformaciones e- ran
evidentes. Por esa razón, algunos historiadores comenzaron a hablar de "nuevos
tiempos" o "tiempos modernos". Así iba a imponerse el nombre de Edad Moderna,
iniciada para la mayoría de los estudiosos en 1453, con la caída del Imperio Romano
de Oriente en manos de los turcos otomanos.
(En los países del norte de Europa prefieren ubicar el inicio de la Edad Moderna a
comienzos del siglo XVI, cuando se produjo la rebelión protestante. No faltan
autores que se inclinan por el año 1492, cuando Cristóbal Colón arribó a América).
En lo social: Surgió una nueva clase que se desarrolló en los burgos, que eran
mercados fortificados aledaños a ciudades, monasterios o castillos y que concluyeron
por convertirse en verdaderas ciudades. Sus habitantes, burgueses, estaban
Para alcanzar aquel objetivo, era preciso encontrar un ruta marítima que con-
dujese a Oriente y, en esa búsqueda, los marinos portugueses eran los más
adelantados en el siglo XV.
Dicho proyecto les había permitido alcanzar el extremo sur del continente africano,
tras setenta años de viajes por el litoral (1418-1488). Las explora- ciones
portuguesas eran promovidas por la corona lusitana. Así, uno de los grandes
impulsores de estas empresas fue el infante Enrique "el Navegan- te", que fundó la
escuela de náutica de Sagres, donde se acumulaban los mayores conocimientos de
la época en la materia. Hasta 1488, los navegan- tes de Portugal habían llegado a:
Isla Madeira
Islas Azores
Cabo Bojador
Islas de Cabo Verde
Golfo de Guinea
Desembocadura del río Congo
Finalmente, en 1488, Bartolomeu Días llegó al extremo sur del continente a- fricano:
el Cabo de Buena Esperanza.
Algunos años antes del viaje de Días, se presentó ante el rey Juan II un per- sonaje
oriundo de Génova, llamado Cristóforo Colombo (más tarde, Cristó- bal Colon), que
propuso al soberano un proyecto alternativo para alcanzar las Indias.
Punto 2:
A) EL CONFLICTO ENTRE CASTILLA Y PORTUGAL POR LA
NAVEGACIÓN EN EL ATLÁNTICO DURANTE EL SIGLO XV.
La extensa zona de influencia lusitana a lo largo del litoral atlántico de Áfri- ca
presentaba una excepción. A principios del siglo XV, el aventurero fran- cés Juan
de Bethencourt había tomado posesión de las islas Canarias, ce- diéndolas a la
soberanía del rey de Castilla.
En 1481, portugueses y castellanos firmaron el Tratado de Alcaçovas-Tole- do, por el
cual ambos reinos se dividían la navegación en el Atlántico. Dos años más tarde, el
Papa ratificó aquel tratado. En el mismo, se reconocía a Portugal derechos sobre las
tierras y mares ubicados al sur del paralelo del cabo Bojador y a Castilla "las islas
Canarias ganadas y por ganar".
Como veremos, los conflictos entre ambos reinos se reanudarían luego del viaje
Colon, ya que el texto del tratado era confuso y escasísimos los cono- cimientos sobre
el Atlántico. Mientras los portugueses entendían que el tra- tado les había dejado el
señorío del mar menos Canarias, los castellano apo- yados en el texto (decía "... que
de las Canarias para abajo y contra Guinea" el mar sería para siempre portugués),
sostenían que eran señores de todo el océano al norte y al oeste de las Canarias.
Colon:
Recién en el año 1486, Colon fue recibido por los Reyes Católicos (Isabel de Castilla
y Fernando de Aragón) que se hallaban abocados a la conquista del reino moro de
Granada. Por esa razón, derivaron al genovés al juicio de una junta de sabios y
Punto 3:
B) LAS CAPITULACIONES DE SANTA FE.
En abril de 1492, una vez conquistada Granada, Colon y los Reyes Católicos
firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, que establecían:
VIAJES DE COLON
PRIMER VIAJE:
Año: 1492
Descubrió: Bahamas, Cuba y Haití o Sto. Domingo.
SEGUNDO VIAJE:
TERCER VIAJE:
Äño: 1498
Descubrió: costas de Venezuela (delta del Orinoco) e isla Trinidad.
CUARTO VIAJE:
Año: 1502
Descubrió: América Central (costas de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y
Panamá).
Estos descubrimientos fueron complementados por los hallazgos efectua- dos por los
denominados Viajes menores castellanos, realizados entre los años 1499 y 1502:
JUAN DE LA COSA
ALONSO DE OJEDA
RODRIGO DE BASTIDAS Colombia, Guayanas, Brasil
DIEGO DE LEPE
PEDRO ALONSO NIÑO
VICENTE YÁÑEZ PINZÓN
Punto 2:
C) LA CUESTIÓN LUEGO DEL VIAJE DE COLON
Al retornar de su primer viaje, una tormenta obligó a Colon a refugiarse en Lisboa,
donde se vió conminado a relatar al rey Juan II la síntesis de los des- cubrimientos
realizados. El soberano portugués hizo referencia a la posibili- dad de que las tierras
encontradas por Colon se hallaran dentro de la juris- dicción portuguesa.
El comentario del rey lusitano, una vez conocido por los Reyes Católicos, in- dujo a
estos a plantear el reconocimiento de los derechos de Castilla ante el Papa.
Alejandro VI (español, Rodrigo de Borja o Borgia) dio a conocer una serie de
documentos o bulas.
Punto 2:
C) LAS BULAS DE ALEJANDRO VI.
Las bulas del Papa Alejandro VI fueron cinco. De ellas, nos interesan las de-
nominadas Inter Caetera:
Punto 2
D) EL TRATADO DE TORDESILLAS
Ni Portugal ni Castilla quedaron conformes con la demarcación pontificia. Por esa
razón, en 1494, los representantes de ambos reinos firmaron el tra- tado de
Tordesillas, por lo que decidieron correr la línea de Alejandro VI 270 leguas hacia
el oeste. Los castellanos quedaban autorizados a cruzar la zo- na portuguesa para
dirigirse a sus dominios, pero sin detenerse ni descubrir tierras.
Solís, que era piloto mayor de la Casa de Contratación, fue enviado en bús- queda
del paso interoceánico, tratando de adelantarse a los portugueses que ya
merodeaban por las regiones rioplatenses. Murió en la empresa.
En 1520, el portugués al servicio de España, Hernando de Magallanes, par- tió con
el mismo propósito, descubriendo el estrecho que hoy lleva su nom- bre, y que
bautizó Estrecho de Todos los Santos, en noviembre de aquel a- ño. Al recorrer las
costas patagónicas, el comandante portugués había teni- do que imponerse de
manera drástica a un intento de sublevación y a la de- serción de la nao "San Antón"
(1). Luego, tras una penosa travesía por el Pacífico, donde estuvieron a punto de
perecer de hambre y sed, arribaron a las primeras islas oceánicas y luego a las
Filipinas (así llamadas en homena- je al heredero de la corona española, el futuro
Felipe II). En las Filipinas, Ma- gallanes fue muerto por los nativos, asumiendo el
comando de la expedición Sebastián Elcano que, en setiembre de 1522, arribó con
una única nave a Es- paña después de haber circunnavegado el globo terráqueo.
Careciéndose en España de noticias sobre el destino de la expedición de García Jofré
de Loaysa, designado primer gobernador de las islas Molucas, se encomendó
auxiliarlo a Sebastián Gaboto. Llegado a estas tierras, Gabo- to tuvo noticias de una
región cercana de extraordinarias riquezas, que le aportaron los náufragos de una
de las naves de Solís refugiados en Santa Catalina. A poco, los viajeros se
encontraron con la expedición de Diego García, que también tenía órdenes de
atravesar el estrecho. No obstante, am- bos comandantes prefirieron explorar estas
regiones en busca de las semi- legendarias riquezas del Rey Blanco, la Montaña de
Plata y la Ciudad de los Césares. Al no hallarlas, retornaron a España con la versión
de que las tie- rras rioplatenses eran pobres, carentes de alimentos y metales
Punto 3
A) EL OBJETIVO INICIAL DE LA EMPRESA HISPANA EN EL OCCIDENTE
DEL ATLÁNTICO.
Punto 3
E) EL CAMBIO DE OBJETIVO, CAUSAS DE LA CONQUISTA DE TIERRA
FIR-
ME. NUEVA RELACIÓN ECONÓMICA. LOS PUERTOS ÚNICOS Y EL MO-
NOPOLIO.
El objetivo inicial de la empresa hispana -como en el caso de los portugue- ses- estaba
exclusivamente vinculado con el deseo de alcanzar las Indias, para lograr el dominio
del comercio de la "especiería". Colon, que como vi- mos creía que las dimensiones
terrestres eran más reducidas que las rea- les, ubicaba Zipango (Japón) a la altura
de Panamá y, en su primer viaje, portaba una carta de los Reyes Católicos para el
Preste Juan, un legendario soberano cristiano que, según antiguas versiones reinaba
en las inmediacio- nes de Cathay (China). Llegado a América, interpretó que las islas
antillanas constituían el umbral de Asia.
La consecución de ese objetivo había sido causa prioritaria para la acepta- ción
castellana de una modificación a la demarcación pontificia, tal como se verificó en
Tordesillas.
Veinte años más tarde, el descubrimiento del océano Pacífico por Balboa dio nuevo
impulso al deseo de alcanzar las "Islas de las Especies". Pero, en tan- to, América se
iba revelando en toda su inmensidad y riquezas y el interés por Oriente se fue
diluyendo. De las islas, los castellanos saltarían a Tierra Firme, donde les
aguardaban los tesoros de Méjico y Perú, concretando en alrededor de medio siglo
la conquista del continente.
Intentando sistematizar la conquista o "pacificación" (expresión empleada por los
soberanos españoles) de América, hablarenos de:
AREA SEPTENTRIONAL
FOCO de IRRADIACIÓN PRINCIPAL: Santo Domingo.
REGIONES CONQUISTADAS: Puerto Rico, Cuba y La Florida.
AREA MERIDIONAL
FOCO DE IRRADIACIÓN PRINCIPAL: El Darién (golfo entre Colombia y
Panamá).
REGIONES CONQUISTADAS: Panamá, Colombia, Costa Rica y Nicaragua.
Punto 4
A) LA INCORPORACIÓN DEL NUEVO MUNDO A LA CORONA DE
CASTILLA. EL VÍNCULO JURÍDICO-POLÍTICO. "LOS REINOS DE
INDIAS". LA INSER- CIÓN ECONÓMICA.
Las Indias fueron incorporadas a la Corona de Castilla como bienes heredita- rios,
es decir, a título personal, por eso fueron reinos patrimoniales. Carlos I (V) confirmó
la incorporación a la Corona y no al reino castellano, ratificando que no eran
propiedad particular de los reyes ni del Estado español, sino un bien de la
monarquía.
No se trató pues de colonias, y los americanos eran súbditos libres igual que los de
otros dominios. Tenían sus propias leyes (las Leyes de Indias), su propio consejo (el
Consejo de Indias), sus propias autoridades.
Tal vez, si no hubiera existido el desastre de la "Armada Invencible" (1588), los
Austrias las hubieran convertido en colonias complementarias de la eco- nomía
española. Pero, al quedar cortadas de España, las Indias desarrolla- ron una
economía propia y aislada, y sus habitantes gozaron de independen- cia material y
espiritual.
La implantación de los cabildos fue una muestra de la política descentraliza- dora
de los Austrias y el propio rey español invitaba a que si llegaba a Amé- rica alguna
Punto 3
Los puertos únicos y el monopolio: continuación del acápite E
En un principio, el único puerto autorizado a comerciar con las Indias fue el de
Sevilla, sede de la Casa de Contratación y de los principales astilleros. Más tarde,
Carlos I (V) extendió este privilegio a otros 9 puertos españoles, pero el privilegio
fue apenas utilizado, por lo que Felipe II revocó la medida.
El sistema económico español con respecto a las Indias se encuadró dentro de las
pautas del mercantilismo, que pregonaba una intervención absoluta del Estado en la
economía. España, a diferencia de Inglaterra y Francia, que procuraban el
desarrollo de la industria y el comercio, sólo buscó la acumu- lación del oro y plata
americanos.
Como la corona española no estaba dispuesta a permitir que las riquezas a-
mericanas fueran compartidas con otras naciones, establecieron un régimen de
monopolio. Ello generó permanentes agresiones y robos, especialmente por parte de
piratas y corsarios extranjeros.
Para impedir estos latrocinios, se estableció el sistema de "Flotas y galeo- nes", cuyas
características principales eran:
Punto 5
LA EMPRESA ESPAÑOLA EN AMÉRICA, CARACTERÍSTICAS DE LA CON-
QUISTA. EL SOMETIMIENTO DE LOS INDÍGENAS, LA "ENCOMIENDA",
EL TRABAJO FORZADO, LEGISLACIÓN. LA IGLESIA CATÓLICA EN
AMÉRICA, LAS MISIONES RELIGIOSAS.
La conquista española tuvo las siguientes características:
Estos temas dieron lugar a fuertes discusiones en España. En ellas, se des- tacaron
las posiciones de:
La encomienda:
La encomienda fue una institución que colocaba al indio en una situación in-
termedia entre la esclavitud y el trabajo asalariado. Estaba destinada a resol- ver el
problema del trabajo y de la recaudación fiscal.
Había tenido su origen durante las luchas de la Reconquista española y, en América
fue adaptada a las características propias del medio. Sus bases ju- rídicas fueron
establecidas por Fernando de Aragón en 1509.
Punto 8
Pueblos de indios y reducciones o corregimientos:
Los pueblos de indios, reducciones o corregimientos agrupaban a aquellos indios
que no habían sido repartidos en encomiendas o habían dejado de pertenecer a una.
Debían estar ubicados cerca de los lugares de trabajo, pero lejos de las
poblaciones españolas.
Los indios debían solicitar autorización si querían abandonarlos, y sólo el rey o
el virrey podían autorizar el traslado de toda la reducción.
El gobierno y administración del corregimiento estaba a cargo de un Ca- bildo
integrado por un alcalde indio y un regidor, que elegían anualmente a sus sucesores
(si el pueblo superaba las 80 casas eran 2 alcaldes y 4 regido- res). Lo integraba
también un corregidor, que era un español cuya autoridad era similar a la de los
encomenderos.
El producto del trabajo colectivo era reservado para las necesidades del
corregimiento, y el corregidor se encargaba del repartimiento de mercade- rías
La mita y el yanaconazgo:
Los españoles tomaron instituciones indígenas como la mita, un sistema de trabajo
de origen incaico. Los conquistadores sorteaban a los indios que de- bían trabajar a
su servicio durante cierto tiempo, también eran incluidos las mujeres y los niños.
Existían distintos tipos de mitas:
La Iglesia Católica:
Después de la muerte de la reina Isabel de Castilla, el rey Fernando hizo ges- tiones
en Roma para lograr el Patronato sobre la Iglesia americana, lo que fue concedido
por una bula del Papa Julio II. De acuerdo con ella:
Punto 6
PARTICIPACIÓN DE OTROS PAÍSES EUROPEOS EN LA FORMACIÓN DE
A- MÉRICA. CARACTERÍSTICAS DE LAS COLONIZACIONES EN NORTE
AMÉRI- CA. LA COLONIZACIÓN DEL BRASIL.
Inglaterra, Holanda y Francia buscaron por el norte otro pasillo hacia el O- riente.
No lo hallaron, pero sus exploradores descubrieron los lagos, ríos, bosques y
aborígenes norteamericanos.
INGLATERRA: Al finalizar el siglo XVI, los ingleses no habían logrado organi- zar
una colonización estable en América. En los primeros años del siglo XVII, el capital
privado y el respaldo del gobierno se unieron para hacer posible u- na ocupación
permanente.
La reina Isabel I había reclamado para Inglaterra la región norteamericana u-
bicada al norte del paralelo 30º, sobre el litoral atlántrico. Le atribuía a Juan Gaboto
su descubrimiento. El sucesor de Isabel, Jacobo I, adjudicó la explo- tación de estos
territorios a dos compañías comerciales: la Compañía de Londres y la Compañía de
Plymouth.
La concreción de este tipo de empresas fue favorecida por:
Inglaterra ocupó diversas islas en la zona del mar Caribe (Jamaica, Bahamas y
Barbados, las más importantes). Estos establecimientos desarrollaron ac- tividades
vinculadas con el tráfico negrero, el contrabando y la piratería, que aportaron a la
economía inglesa grandes capitales.
No se puede desvincular este tema de las cuestiones políticas, ya que los holandeses,
súbditos de Felipe II, se habían sublevado contra el monarca es- pañol a partir de
1565. Decidieron entonces, desgastar el poderío de su ad- versario atacándolo en sus
posesiones ultramarinas.
La coyuntura histórica que los decidió a adoptar esa estrategia, se dio cuan- do
Felipe II, convertido en soberano de Portugal, cerró el puerto de Lisboa al comercio
holandés.
NORDESTE de BRASIL: Entre 1631 y 1635, una fuerte expedición holandesa ocupó
el nor- deste brasileño estableciendo una colonia que prosperó durante varias
décadas basada en la explotación del azúcar. Más que la acción de Portugal, fue la
resistencia de los colonos brasileños la que determinó el retiro de Holanda en 1654.
NUEVA HOLANDA: Con el objetivo de explotar el comercio de pieles, la Compañía
Holande- sa de las Indias Occidentales dispuso la fundación de Nueva Amsterdam,
en la isla de Man- hattan, en 1626. La población se convirtió en el corazón de la
región bautizada como Nueva Holanda. Sin embargo, en 1644, Inglaterra se apoderó
del asentamiento rebautizado como Nueva York.
GUAYANA: Las Guayanas fueron objeto de las disputas entre españoles, ingleses y
holan- deses a lo largo de los siglos XVI y XVII. En 1667, Inglaterra cedió a Holanda
la región de lo que sería la Guayana holandesa (hoy Surinam) como compensación
de la pérdida de Nueva Holanda.
PORTUGAL:
El Tratado de Tordesillas de 1494, había reservado a Portugal una porción de
Sudamérica: el ángulo nordeste del Brasil.
Durante muchos años, el único interés que despertaba esta región en la Co- rona
lusitana era la explotación del "palo brasil", ya que sus aspiraciones es- taban
centradas en las Indias Orientales.
Así fue como el rey Manuel arrendó el comercio de la madera tintórea a Fer- nando
de Noronha, a condición de que enviara barcos para la exploración de 300 leguas
anuales de costa brasileña por un plazo de tres años.
Sin embargo, no tardaron en hacerse presentes en el país navíos franceses, que
iniciaron tratos comerciales con los aborígenes y comenzaron a cortar "palo brasil".
Las protestas portuguesas resultaron vanas, y el gobierno de Lisboa llegó a la
conclusión de que Portugal debía ocupar el Brasil o resignarse a comprar- tirlo con
los extranjeros que arribaran.
Entre 1530 y 1540 comenzó la colonización del país, iniciada con el envío de una
poderosa flota comandada por Martin Affonso de Souza, cuyo primer ob- jetivo fue
limpiar la región de colonos franceses. Fundó, además, las colo- nias permanentes
de San Vicente y Pernambuco.
Punto 7:
LA COLONIZACIÓN. ORGANIZACIÓN DE LAS TIERRAS CONQUISTADAS.
LOS ADELANTADOS, ORÍGENES DEL TÍTULO, SU APLICACIÓN EN AMÉ-
RICA.
La conquista de América fue una empresa mixta realizada entre la Corona y
particulares. Un particular se comprometía a financiar la conquista de un sector
El Adelantado:
Era capitán general y justicia mayor en su jurisdicción.
Entendían en asuntos civiles y criminales.
Podían repartir encomiendas y tierras.
Monopolizaba el tráfico comercial en el adelantazgo.
Podía fundar poblaciones o fortalezas.
Organizaba la hueste, cuyos integrantes no percibían salario, siendo pagados con
los beneficios obtenidos en la empresa. No podían pasar a América los "cristianos
nuevos" o conversos y quienes no fueran súbditos de la Corona de Castilla.
El título era concedido por dos vidas.
La Corona se reservaba, por su parte, la 5ª. o la 10ª. parte de los beneficios,
controlando el cumplimiento de lo estipulado a través de veedores reales. En 1534,
Carlos I (V) dividió sus posesiones en Sudamérica en cuatro grandes jurisdicciones
que, de norte a sur, fueron así adjudicadas:
El Poblamiento:
Habiendo fracasado los intentos de poblamiento en la Patagonia, la expedi- ción de
Pedro de Mendoza (1536) marcó el inicio del poblamiento de la Ar- gentina.
La finalidad de esta expedición era esencialmente militar, destinada a desa- lentar
los intentos portugueses sobre las regiones rioplatenses. Mendoza, mandó fundar 5
fortalezas o "reales" a orillas del Río de la Plata, del Paraná y del Paraguay. La
primera de ellas fue el "real" bautizado "Santa María del Buen Aire" (febrero de
1536).
Gravemente enfermo, el Adelantado emprendió el retorno a España, dejando por
testamento, como heredero, del adelantazgo a Juan de Ayolas, que había
emprendido una expedición a través del Chaco en busca del "Rey Blanco". Mendoza
murió en alta mar y, cuando la Corona tuvo dudas sobre el retorno de Ayolas, emitió
una orden extraordinaria, concediendo a los pobladores de la región el derecho de
elegir un gobernador (Real Cédula de 1537). Como consecuencia de aquella
ordenanza, resultó elegido Domingo Martínez de I- rala, que ordenó el
depoblamiento de las cinco fortalezas, concentrando a to- da la población a orillas
del río Paraguay donde, en 1541, fundó la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción
(la fortaleza del mismo nombre había sido e- rigida en 1537). Con este hecho se inició
el proceso de poblamiento del ac- tual territorio argentino, realizado por tres
corrientes colonizadoras:
Punto 8:
EL MUNICIPIO INDIANO: ANTECEDENTES ESPAÑOLES. EL CABILDO:
INTE- GRACIÓN, FORMA DE ELECCIÓN DE SUS MIEMBROS. LAS
FUNCIONES DE GOBIERNO. LA JUSTICIA CAPITULAR. CABILDOS
ABIERTOS. CABILDOS PROVINCIALES. LOS PUEBLOS DE INDÍGENAS.
Los territorios que hoy conforman la Argentina dependieron durante los si- glos
XVI, XVII y parte del XVIII (creación del Virreinato del Río de la Plata) del
Virreinato del Perú. Se dividían en tres jurisdicciones:
Gobernación del Río de la Plata y Paraguay (en 1616 se dividieron en dos): Santa
Fé, Buenos Aires y Corrientes (comprendía también la Patagonia y la Banda
Oriental).
Gobernación del Tucumán: Santiago del Estero, Tucumán, Córdoba, Salta, La
Rioja, Ju- juy y Catamarca.
Según el derecho español, en América, "no había ciudad sin cabildo ni cabil- do sin
ciudad". El fundador de una ciudad debía cumplir rigurosamente una serie de
requisitos, que fueron condensados en una ordenanza de 1573.
Una vez elegido el sitio del emplazamiento de la ciudad, el fundador debía
designar el Cabildo, es decir, los alcaldes y regidores que lo integraban.
Luego, procedía a marcar sobre el terreno el lugar que ocuparía la Plaza Mayor,
rodeada por el Cabildo, el Fuerte, la Iglesia y el Hospital. Esa plaza estaría en la
costanera si la ciu- dad iba a erigirse a orillas del mar o un río; en el centro, si la
ciudad era mediterránea. Las calles serían anchas si el clima era frío y angostas si
era cálido.
A continuación, distribuía entre los pobladores los solares (donde edificarían sus
vivien- das) y las chacras (para huertas y cría de animales). También destinaba el
espacio para el ejido (tierras de propiedad común).
En el centro de la plaza se levantaba el "rollo de justicia" o picota (un poste). Allí
se rea- lizaba el solemne acto de fundación bajo acta de un notario.
Finalmente, el fundador distribuía encomiendas entre los vecinos fundadores.
El Cabildo tenía a su cargo el gobierno y administración de la ciudad. Com- prendía:
LA JUSTICIA
Integrada por:
El Alcalde de Primer voto: presidía el Cabildo y era juez en asuntos civiles.
El Alcalde de Segundo voto: era juez en lo criminal y comercial.
Los Alcaldes "de hermandad": dictaban justicia en la campaña.
LOS OFICIOS
(Dependían del Cabildo aunque no lo integraban)
Secretario.
Escribano.
Tesorero.
Mayordomo.
Maestro de primeras letras.
Cirujano.
Barbero.
El vecino de Indias:
El carácter de vecino era el equivalente al de ciudadano. Eran vecinos los
descendientes de los primitivos pobladores, que:
Integraban el Cabildo.
Formaban parte de las milicias desde los 15 años.
Podían poseer tierras.
En Buenos Aires, podían obtener permisos de vaquerías, es decir, la posibilidad
de ac- cionar contra los animales cimarrones que habitaban la campaña.
Podían exportar sus productos.
Por su parte, el resto de la población libre constituía la clase de los estantes, que sólo
podían disfrutar de los privilegios de la vecindad si, por méritos propios solicitaban
y obtenían una "carta de vecindad".
La venta de cargos capitulares y la adquisición de "cartas de vecindad" por parte de
individuos enriquecidos a partir de actividades poco honorables (trata de esclavos,
contrabando), fue haciendo perder al Cabildo su primitivo carácter popular para
convertirlo en bastión de las oligarquías locales. La política centralista de los
Borbones restó a los cabildos gran parte de su im- portancia política que pasó a
manos de los Intendentes.
Las poblaciones hispanoamericanas tenían distintas categorías:
En la época de mayor relevancia de los cabildos, éstos asesoraban a las au- toridades
(gobernadores y tenientes gobernadores) y, en casos de vacancia de un cargo, ejercía
el gobierno provisionalmente como Cabildo gobernador.
FIN DE LA BOLILLA I
Bolilla II
1. ESTRUCTURA DEL GOBIERNO INDIANO. LA CENTRALIZACIÓN
DEL PODER. LOS CONTROLES Y CONTRAPESOS EN LA
ADMINISTRACIÓN. LAS FUNCIONES ENTRECRUZADAS. EL JUICIO
DE RESIDENCIA Y LAS VISITAS. LAS LEYES DE INDIAS:
CARACTERÍSTICAS. RECOPILACIONES.
2. EL PODER CENTRAL. ELREY. LA MONARQUÍA CASTELLANA. LA
CONCEPCIÓN DE LOS HABSBURGO. EL CONSEJO DE INDIAS.
3. ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL GOBIERNO INDIANO: LAS
DISTINTAS JURISDICCIONES. EL OFICIO DE GOBERNADOR. LAS
CAPITANÍAS GENERALES. EL CARGO DE VIRREY.FUNCIONES
4. LAS REALES AUDIENCIAS.ORIGENES HISPANOS DE LA
INSTITUCION. DISTINTAS CLASES DE
AUDIENCIAS,COMPOSICION.FUNCIONES JUDICIALES.
FUNCIONES DE GOBIERNO. ESQUEMA DE LA JUSTICIA INDIANA,
INTANCIAS Y RECURSOS.
5. EL FUERO ECLESIÁSTICO. EL FUERO UNIVERSITARIO. EL
PROTOMEDICATO. EL CONSULADO: ORIGEN DE LA INSTITUCIÓN,
SU INSTALACIÓN EN A- MÉRICA, LA FUNCIÓN CORPORATIVA, LA
JUSTICIA CONSULAR.
CARACTERÍSTICAS
Prevalecía un criterio particularista
REALES CÉDULAS desti- nado a legislar para cada caso y cada
Eran prpuestas por el Consejo de Indias. lugar.
Se referían a una cuestión determinada y Al no integrar un programa orgánico
co- menzaban con la fórmula: "Yo el Rey, de gobierno, sumado a las distancias,
hago saber". generaba confusiones.
REALES ÓRDENES A veces, las autoridades aplicaban por
Fueron creadas en la época de los desconocimiento, leyes que ya habían sido
Borbones. Emanaban del Ministerio por derogadas.
orden del rey. A veces, el desconocimiento de las auto-
ridades que legislaban sobre las caracterís-
PRAGMÁTICAS ticas de un lugar daban origen a
Eran leyes de carácter general. resistencias, por lo que quienes debían
aplicarlas suspen- dían su vigencia
ORDENANZAS y BANDOS ("acátase pero no se cum- ple").
Eran dictadas por los virreyes o las audien- Fue de raiz castellana, pero
cias. Legislaban sobre asuntos diversos y, a influenciada por las costumbres indígenas.
veces, constituían verdaderos códigos. Se realizaron intentos de
Tam- bién las dictaban los cabildos. ordenamiento, eliminación de
contradicciones y superposi- ciones.
Punto 2:
EL PODER CENTRAL. ELREY. LA MONARQUÍA CASTELLANA. LA
CONCEP- CIÓN DE LOS HABSBURGO. EL CONSEJO DE INDIAS.
Los antiguos condes de Castilla a quienes la "federación de castelos" o cas- tillos
había encomendado la defensa común, pasaron a convertirse en el si- glo X en reyes
de Castilla. En un largo proceso que comprendió más de dos siglos, estos reyes se
fueron imponiendo a los otros sectores de la sociedad castellana: nobles, clero y
burgueses reunidos en las Cortes.
En realidad, el apoyo que recibió Isabel de Castilla por parte de la nobleza se debió
al rechazo que ésta experimentaba hacia la política del rey Enrique IV, hermano de
Isabel. Este soberano venía activando el proceso de fortaleci- miento definitivo de la
autoridad monárquica frente a los nobles de Castilla. Derrotado, Enrique IV se vio
obligado a reconocer a Isabel como heredera suya en el Compromiso de los Toros de
Guisando.
Dueña del trono castellano, y casada con Fernando de Aragón, Isabel "la Ca- tólica"
proseguiría la política de Enrique, la que se continuaría -muerto Fer- nando- con el
cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, regente hasta la lle- gada a España de
Carlos I de Austria.
Con el advenimiento de los Austrias, hallamos un soberano que basaba su poder en
el pacto de sumisión celebrado con el pueblo y, que por lo tanto, no constituía un
gobierno absolutista en el sentido que luego tendría en Francia, pues reconocía
limitaciones a su autoridad por la vía del derecho.
Estas ideas pactistas tuvieron como principales defensores a los religiosos Francisco
de Vitoria y Francisco Suárez.
Consideraba que el poder es un derecho
FRANCISCO de VITORIA na- tural que proviene de Dios, pero no le
es transmitido directamente al gobernante
por Dios sino por la comunidad.
También para él, el pueblo es el medio a
tra- vés del cual recibe el rey el poder que
le o- torga Dios. Se oponía al absolutismo
FRANCISCO SUÁREZ de dere- cho divino expresando: "Si la
potestad radica en la comunidad, luego,
para que empiece a estar en alguna persona
como un príncipe, es necesario que le sea
concedido por con- sentimiento de la
comunidad".
Suárez, en quien se basó Castelli en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810,
aceptaba la monarquía hereditaria, estableciendo que una vez que el pueblo
trasladó su poder al rey ya no puede reclamar su libertad a capricho. Pero, la
comunidad puede reasumir la soberanía en caso de acefalía o puede hacer la guerra
justa contra el rey si éste hubiere caído en tiranía.
Según la concepción hispánica, el rey era el símbolo de la nación y jefe del Estado.
Su poder era inmenso. En la realidad, el gobierno de España y sus dominios descansó
El Consejo de Indias:
En un principio, los asuntos de las Indias fueron atendidos por los Reyes Ca- tólicos
asistidos por el arcediano de la Catedral de Sevilla, Juan Rodríguez de Fonseca, que
integraba el Consejo de Castilla. Con el tiempo, se hizo ne- cesario crear algunos
organismos especializados. Así, en 1503, nació la Ca- sa de Contratación.
LA CASA DE CONTRATACIÓN
Fue creada en 1503 por los Reyes Católicos.
Funcionaba en Sevilla y estaba integrada por un administrador, un tesorero y un
conta- dor.
Intervenía en todos los asuntos de comercio y navegación relacionados con América.
Tenía atribuciones aduaneras e intervenía en los pleitos de índole comercial y en las
controversias entre armadores y marinos.
A medida que las circunstancias lo fueron exigiendo, se le incorporaron:
1) El cargo de piloto mayor, encargado de controlar los conocimientos náuticos que se
iban alcanzando.
2) Los de correo mayor y cosmógrafo real.
3) Una Escuela de Náutica.
Desde 1518 se habla de un Consejo de las Indias, que era la reunión de algu- nos
funcionarios del Consejo de Castilla para tratar asuntos americanos. El aumento de
los problemas derivados de la conquista, condujo a Carlos I (V) a crear un
organismo autónomo llamado Real y Supremo Consejo de Indias, en 1524. Estaba
compuesto por:
Las atribuciones del Consejo eran de índole legislativa, judicial, eclesiástica, militar
y administrativa.
A) Atribuciones Legislativas:
Formulaba leyes relacionadas con el gobierno de América.
Daba fuerza de ley a las ordenanzas dictadas por las Audiencias o Virreyes.
B) Atribuciones JUDICIALES:
Era tribunal supremo de apelación en los fallos de las Audiencias y la Casa de
Contrata- ción.
Entendía en los juicios de residencia.
Punto 3:
ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL GOBIERNO INDIANO: LAS
DISTINTAS JURISDICCIONES. EL OFICIO DE GOBERNADOR. LAS
CAPITANÍAS GENE- RALES. EL CARGO DE VIRREY.
La etapa inicial de la conquista estuvo a cargo de los Adelantados. Al con- cluirse
la misma, los Adelantados fueron desapareciendo, reemplazados por los
gobernadores, que eran funcionarios a sueldo de la Corona.
Los gobernadores:
GOBERNADORES:
Duraban un período más o menos fijo de alrededor de 5 años.
Eran nombrados a propuesta del Consejo de Indias y confirmados por el rey,
aunque hubo casos en que el nombramiento procedía de los virreyes con la posterior
aprobación real.
Sus funciones no estaban explícitamente señaladas por las leyes y comprendían
facul- tades administrativas, militares y judiciales. En este último caso, podía
apelarse a ellos por los fallos de los cabildos.
CORREGIDORES:
No se trata, en este caso, de los de los "pueblos de indios", sino de los
corregidores de españoles.
Actuaban en las áreas gobernadas por una Audiencia, y su jerarquía era inferior
a la de los gobernadores, aunque sus atribuciones eran similares.
TENIENTES:
GOBERNADORES PRESIDENTES:
Así se llamaban a quienes eran a la vez gobernadores y presidentes de la
Audiencia.
Los virreyes:
Fueron otra de las instituciones trasplantadas de la península que, en Amé- rica,
gobernaban como representantes del rey. En un principio fueron vitali- cios, pero
luego se redujo su mandato a tres (3) años. El no nombramiento de un sucesor
significaba la prórroga de su mandato.
Los virreyes redactaban una memoria en la que consignaban los principales
problemas que habían tenido que afrontar. Si el virrey moría durante su man- dato,
la Audiencia gobernaba hasta el nombramiento de su sucesor, siempre que que el
difunto no hubiera designado un sucesor interino por el "pliego de mortaja".
A los virreyes se les rendían honores reales, pero se les prohibía asistir a reuniones
sociales o contraer matrimonio en su jurisdicción. No obstante, sus atribuciones eran
muy amplias, pudiendo hacer todo cuanto no les estu- viese expresamente prohibido.
Estaban sometidos a juicios de residencia. Sus principales atribuciones eran:
JUDICIALES: Presidían las Audiencias pero sin voto, aunque en ciertos casos
ejercían estas funciones. Podían conmutar sentencias en materia civil y criminal.
5 jueces llamados oidores (nombrados por el rey y que conservaban sus puestos
mien- tras tuvieran buena conducta) sujetos a juicio de residencia.
2 fiscales (uno civil y otro criminal).
un canciller.
un escribano.
un alguacil.
Como tribunales de justicia entendían:
En pleitos civiles y criminales.
Por apelación, de las sentecias de los alcaldes.
En los juicios criminales no había apelación, pero en los civiles, cuando
sobrepasaban un monto determinado, sus fallos podían ser apelados ante el Consejo
de Indias.
Hubo tres categorías de Audiencias:
El Protomedicato:
Para favorecer el desarrollo de la medicina, la Corona española creó los tri- bunales
del Protomedicato, que se establecieron en México y Lima. En el Río de la Plata
existían representantes del Protomedicato limeño, hasta que el virrey Vértiz dispuso
la creación de un tribunal local. Formaron parte de él figuras como Miguel
O'Gorman y Francisco y Cosme Argerich. Sus funcio- nes eran:
Controlar la práctica de la Medicina, persiguiendo a los curanderos y hechiceros.
Velar por el estado de los hospitales y la calidad y precio de los medicamentos.
Introducir la aplicación de la vacuna antivariólica.
Detectar a los portadores de enfermedades contagiosas.
Más tarde, se autorizó al Protomedicato de Buenos Aires a crear una Escuela de
Medici- na.
Los Consulados:
Eran corporaciones de comerciantes y, su función primera, era la de actuar como
tribunales para dirimir los pleitos que se entablaban entre comercian- tes. Se trataba
de una institución surgida en la península en la Edad Media, que la Casa de
Contratación trasplantó a América, estableciéndose consula- dos en Méjico y Lima.
En América, debían además, promover el desarrollo e- conómico de la región.
Con la apertura de nuevos puertos, la desconcentración de la actividad mer- cantil
hizo necesaria la creación de nuevos consulados en Caracas, Santiago de Chile y
Buenos Aires (1794). En general, los consulados se componían de:
Un prior.
Dos cósules. Los integrantes del primer Consulado eran
nombrados por el rey; luego, se renovaban
Varios vocales. anualmente, siendo designados por sorteo
Un síndico. en una asamblea de comerciantes.
Un secretario.
Un contador. Designados a perpetuidad por el rey.
FIN DE LA BOLILLA II
BOLILLA 3:
Punto 1:
LA DECADENCIA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVII. LA INSTAURACIÓN DE
LA CASA DE BORBON: FORTALECIMIENTO DE LA MONARQUÍA. EL
CAMBIO E- CONÓMICO EN EUROPA, EL MERCANTILISMO. LA
CONCEPCIÓN DEL NUE- VO IMPERIALISMO COLONIAL. LA
ILUSTRACIÔN. EL DESPOTISMO ILUS- TRADO, REFLEJOS EN AMÉRICA.
LA EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS. LAS REFORMAS ECONÓMICAS DE
CARLOS III. LA MUEVA RELACIÓN COLO- NIAL.
La política imperial de los Austrias Mayores agotó a España durante el siglo XVI.
Carlos I (V) debió enfrentar a Francia, a los turcos Otomanos y la rebe- lión
protestante en Alemania. Felipe II continuó las guerras contra Francia, a la que
Carlos de Austria: era hijo del emperador de Alemania y posible sucesor suyo, cuya
desig- nación como rey de España reeditaría la situación de Carlos I (V), perspectiva
que no acep- tarían las demás naciones, afiliadas al principio del "equilibrio
europeo", sustentado por Gran Bretaña.
Felipe de Anjou (Borbon): Nieto de Luis XIV, rey de Francia y eventual sucesor de
su abue- lo, cuya coronación como rey de España generaría inquietudes similares.
Para preservar a España de una guerra contra toda Europa, Carlos II terminó
optando por el príncipe bávaro, pero éste habría de morir antes que el rey es- pañol.
El mercantilismo:
Ya en el siglo XVI, pero especialmente en el siglo XVII, predominó entre las naciones
marítimas europeas el mercantilismo, que era un sistema económi- co de carácter
estatista que sostenía que la riqueza de una nación dependía de la acumulación de
metales preciosos, para lo que era necesario exportar mucho e importar poco. Las
naciones que aplicaron el mercantilismo lo hi- cieron a partir de diversas
metodologías.
La Ilustración:
En el siglo XVIII apareció un movimiento espiritual surgido en Europa y co- nocido
con el nombre de "Ilustración". El antecedente más remoto de este movimiento fue
el Humanismo renacentista (espíritu crítico) y el más cerca- no el racionalismo del
siglo XVII (Descartes), más el auge alcanzado por las ciencias físico-naturales y la
investigación.
El ideal de la Ilustración fue la naturaleza dominada por la razón. Por eso, el
racionalismo fue la nota característica del movimiento, también llamado "I-
luminismo", por sostener sus cultores que "las luces de la razón humana i-
luminarían el camino a la felicidad". La libertad espiritual y la tolerancia reli- giosa
constituían otras de sus particularidades.
No se trató exclusivamente de un movimiento cultural, sino que influyó en lo político,
lo social y lo económico. El conjunto de principios políticos y eco- nómicos o "nuevas
ideas del siglo XVIII", derivados de este movimiento die- ron origen al Liberalismo.
FILÓSOFOS
AUTORES NACIONALIDAD OBRAS PENSAMIENTO
"Ensayo sobre el go- Negaba el origen
John LOCKE Inglés. bierno civil". divi- no de la
ECONOMISTAS
FISIOCRACIA (del griego Sostenían que la riqueza de una nación se
fisio=naturaleza y cratos=poder o hallaba en la agricultura, considerando
autoridad). nega- tiva la intervención del Estado en la
Escuela en la que sedestacaron, entre econo- mía.
otros, Gournay, Quesnay y Turgot
Autor de "La riqueza de las naciones".
Sostenía que la riqueza de una nación se
ha- llaba en el trabajo individual y que la
divi- sión del trabajo y la cooperación
creaban en la sociedad una comunidad de
intereses.
Sostuvo que leyes naturales concurrían
ADAM SMITH (escocés) para la formación de:
El capital (derivado del ahorro) y el precio
de los artículos, regulado por el costo de las
Punto 6:
El "Despotismo Ilustrado":
Las ideas de la Ilustración influyeron en la actitud de algunos soberanos eu- ropeos.
La teoría del origen divino del poder de los reyes comenzó a declinar ante una nueva
concepción del Estado, entendido ahora como un hecho ar- tificial, creado por el
hombre, y entregado mediante un contrato al soberano.
La función del rey -que detenta todo el poder- es proporcionar la mayor feli- cidad
a sus súbditos, aunque sin su participación ("todo para el pueblo pero sin el pueblo").
A esto se llamó "Despotismo Ilustrado".
Los déspotas ilustrados gobernaron mediante una burocracia modernizada y un
sistema jurídico ordenado. De este modo, recogieron las ideas provenien- tes de la
burguesía, pero sin dar a ella poder político.
Los principales representantes del Despotismo Ilustrado fueron:
Al crearse el Virreinato del Río de la Plata, surgió el problema de que las regiones
que lo in- tegraban no podían comerciar entre sí, pues dependían del comercio
limeño. Entonces, el virrey Pedro de Cevallos dictó el Auto de Libre Internación que
permitía la libre circulación de mercaderías entre aquellas regiones.
En 1778, Carlos III promulgó el:
Otras medidas:
Se permitió la libre introducción de negros.
Se autorizó a algunos puertos americanos (entre ellos Bs. As.) a comerciar con
Guinea y Brasil, a condición de que no se tratara de productos que compitieran con
los españoles.
Como consecuencia de la guerra anglo-española, se autorizó la compra de
mercaderías en países neutrales.
Su sucesor, Jacobo II, hermano de Carlos, era católico. Su favoritismo por personas
de su religión, sumado al aumento de los impuestos, generaron la denominada
"Revolución Gloriosa" de 1688.
Mientras el soberano huía, su hija, casada con Guillermo de Orange que go- bernaba
Holanda, fue llamada junto a su marido para reinar en Inglaterra. La pareja vió
condicionado su ascenso al trono por la previa aceptación de la monarquía
parlamentaria como fórmula política. El sistema restableció la di- visión de poderes,
garantizó la libertad individual y la propiedad privada y consagró la superioridad
del Parlamento sobre la autoridad del rey, que só- lo podía dictar leyes con el
consentimiento parlamentario. Todo ello signifi- caba el triunfo de los ideales e
intereses de la burguesía, cuya consolidación hizo posible en el siglo XVIII la
Revolución Industrial.
La Revolución Industrial:
La revolución ideológica:
Hemos expresado que las llamadas "nuevas ideas del siglo XVIII" constituye- ron el
fundamento del Liberalismo. En lo político, las "ideas fuerza" del nue- vo régimen
eran:
LA CARTA MAGNA: En el año 1215, el rey Juan "sin Tierra", de Inglaterra, fue
enfrentado por los barones del reino, apoyados por los obispos y los burgueses, que
le impusieron la acep- tación de un documento conocido con el nombre de Carta
Magna. En ella se establecía:
1) Ningún hombre libre podía ser arrestado sin orden judicial.
2) Nadie sería juzgado sino por un tribunal de sus pares.
3) No se establecería ningún impuesto sin el consentimiento de un Consejo
integrado por nobles.
Los fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una determinada localidad,
cuya finali- dad era, en general, reglar la vida local estableciendo un conjunto de
normas, derechos y privilegios otorgados por el rey al señor de la tierra o al propio
Consejo municipal.
La Revolución Norteamericana:
Desde el punto de vista económico, las colonias inglesas de América del Norte sufrían
una serie de restricciones impuestas por el monopolio de la metrópoli. No obstante,
habían prosperado gracias a su industria, agricultu- ra y, sobre todo, al
contrabando.
Al concluir la Guerra de los Siete Años (1756-1763), por la cual Gran Bretaña
adquirió el Canadá y la porción oriental de la cuenca del Misisipi, el Parla- mento
inglés decidió resolvió que los colonos americanos debían contribuir al sostén de las
tropas establecidas para defender las conquistas. A tal efec- to, sancionó la Ley del
Azúcar que fijaba impuestos a las partidas de ese producto que entraran en las
colonias. Más tarde, sancionó la Ley del Tim- bre (estampilla fiscal), que obligaba a
colocar una estampilla vendida por el gobierno a todos los documentos que
circulaban por las colonias, incluidos los periódicos.
Los colonos se opusieron tenazmente al pago de estos impuestos, argumen- tando
que carecían de representantes en el Parlamento. La Asamblea de Vir- ginia sostuvo
que los colonos sólo estaban obligados a acatar las leyes fi- nancieras votadas por
sus asambleas. Al difundirse estos principios, se reu- nieron delegados de nueve
colonias en Nueva York para realizar un congre- so (1765), que produjo la siguiente
declaración de derechos:
1) Los americanos son súbditos ingleses.
2) El Parlamento no puede imponerles impuestos en cuya creación no ha- bían
participado.
Como consecuencia de esta resistencia, el Parlamento anuló la ley, aunque
reiterando su derecho a imponer contribuciones. Al aprobarse una nueva ley que
imponía gravámenes sobre el papel, el vidrio, el plomo y el te, el conflic- to se
reinició. Desconocidos disfrazados de indios arrojaron un cargamento de te al mar
en el puerto de Boston. Como consecuencia, el rey ordenó el cierre de dicho puerto,
prohibió las reuniones públicas y dispuso el aloja- miento obligatorio de las tropas
británicas en las casas de los colonos.
La indignación generada por estas medidas condujo a los colonos a la reu-
nión de un Congreso en Filadelfia (1774).
A este Congreso asistieron delegados de doce colonias (Georgia no asistió). Allí, se
resolvió solicitar al rey Jorge III la supresión de las leyes que impo- nían
contribuciones a las colonias sin su consentimiento. El rey rechazó la petición y envió
La Revolución Francesa:
EL CLERO: Integrado por el alto clero (arzobispos, obispos, abades) y el bajo clero
(párro- cos, curas de aldea). Monopolizaba la educación y velaba por las
costumbres.
CONSTITUCIÓN de 1791
Creó una monarquía constitucional
Estaba precedida por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Poder Ejecutivo: En manos del rey, inviolable e irresponsable, que elegía a sus
ministros y tenía el derecho de veto por dos legislaturas (dos períodos legislativos).
Poder Legislativo: En manos de una Asamblea Legislativa de 750 diputados
elegidos, por dos años por aquellos ciudadanos que pagaran impuestos directos.
Poder Judicial: Integrado por jueces y jurados elegidos por el pueblo.
Punto 3:
LA SITUACIÓN DE LAS PROVINCIAS RIOPLATENSES A PARTIR DE LOS
CAMBIOS Y REFORMAS DEL SIGLO XVIII. EL TRATADO DE UTRECHT,
SUS EFECTOS EN LA REGIÓN. LAS RIVALIDADES COLONIALES.
CREACIÓN DEL VIRREINATO DE BUENOS AIRES.
Con respecto a la situación de las provincias rioplatenses a partir de los cambios de
los Borbones, hay que repetir lo dicho en el Punto 6 de la BOLI- LLA II, en lo
referido a aquellas reformas económicas que involucraban al puerto de Buenos
Aires, que se fue convirtiendo en clave de un creciente de- sarrollo regional,
acompañado de un considerable aumento de la población.
Es preciso señalar también la importancia que gradualmente fue adquirien- do, al
conjuro de esas medidas, la burguesía comercial asociada al puerto y la clase de los
hacendados. Con respecto a la disposición resuelta en el Tra- tado de Utrecht de
convertir a Buenos Aires en uno de los "asientos de ne- gros" de Hispanoamérica,
debe destacarse que la masa de esclavos introdu- cida en la región era conducida
hacia el norte, región con una economía mi- nera o de plantaciones. En Buenos Aires,
en tanto, apenas permanecían u- nos pocos destinados a tareas domésticas. Esa
circunstancia favoreció la introducción ilegal de mercancías (ropa, calzado,
sombreros) por parte de los ingleses, agravando un mal endémico en la región, cual
era el contraban- do.
Las rivalidades coloniales:
Es preciso tener en cuenta que los portugueses no respetaron nunca el Tra- tado de
Tordesillas y continuaron ocupando tierras al oeste de dicha línea. En ese sentido,
la presencia de los jesuitas, oponiéndose a través de la orga- nización militar de los
guaraníes, a las correrías de los "bandeirantes", de- sempeñó un papel geopolítico
de primer orden.
Sin embargo, las seculares aspiraciones lusitanas sobre la región rioplaten- se nunca
fueron abandonadas por sus gobiernos. En 1680, los portugueses fundaron frente a
la propia Buenos Aires la Colonia do Sacramento, que pa- só a convertirse en un foco
permanente de contrabando.
El problema de la Colonia del Sacramento presenta la curiosidad de que, mientras
España la conquistaba por las armas, los portugueses la recupera- ban por vía
diplomática. Las acciones más destacadas en torno a este tema fueron:
De naturaleza administrativa: La gran extensión del virreinato del Perú daba lugar
a que un trámite administrativo o judicial o la cobertura de un cargo vacante se
retrasara considera- blemente.
Éstas últimas, de carácter netamente militar, ocupaban las áreas de frontera con el
Brasil.
Punto 4:
LA ALIANZA DEL REY DE ESPAÑA CON NAPOLEÓN. LA GUERRA CON
GRAN BRETAÑA. LA INFLUENCIA BRITÁNICA EN EL PENSAMIENTO
INDE- PENDENTISTA INICIAL DE HISPANOAMÉRICA. LAS INVASIONES
INGLESAS A BUENOS AIRES.
ESPAÑA ( Borbon )
CARLOS IV (rey).
MARÍA LUISA de PARMA (esposa).
Hijos:
FERNANDO (heredero del trono con el título de Príncipe de Asturias).
CARLOS (infante).
FRANCISCO de PAULA (infante).
CARLOTA JOAQUINA (infanta).
PORTUGAL ( Bragança )
MARÍA I (incapacitada para reinar por demencia).
JUAN (hijo de la anterior y Regente, casado con la infanta española CARLOTA
JOAQUI- NA de BORBON).
PEDRO (hijo de los anteriores y futuro emperador de Brasil).
Luego de la derrota de los británicos en la guerra contra los americanos, Jorge III
designó como Primer Ministro a William Pitt, que desarrolló una po- lítica basada
en tres principios: paz, economía y reformas.
Con respecto a Hispanoamérica, Pitt y algunos de sus allegados más íntimos
manejaron la posibilidad de apoyar una independencia bajo la protección bri-
tánica. El más importante de los hispanoamericanos que participó en aque- llos
planes fue el venezolano Francisco de Miranda. Entre los británicos, se encontraba
el comodoro Home Popham, a quien el gobierno comisionó, jun- to con Miranda,
para planificar esas acciones.
Miranda estuvo varias veces en Inglaterra, de la que recibió escaso apoyo. En sus
proyectos pensaba involucrar a los Estados Unidos y prometía venta- jas económicas
para Gran Bretaña y los americanos en caso de triunfar. Un intento de insurrección
que encabezó en Venezuela fracasó rotundamente por el escaso apoyo que le prestó
la gente. Los sucesos de España de 1808 suspendieron aquellos planes.
En el año 1805, habiendo caído Holanda bajo el poder de Napoleón, que co- ronó a
su hermano Luis Bonaparte como soberano de aquella nación, los in- gleses
decidieron despojar a Holanda de la colonia del Cabo de Buena Espe- ranza, punto
estratégico de la ruta hacia la India. Entre los participantes de aquella empresa se
encontraba Home Popham que, conocedor de las esca- sas defensas con que contaba
Buenos Aires, convenció al comandante bri- tánico sir David Baird de atacar la
capital del virreinato rioplatense.
Resulta evidente que Baird tenía la idea de apoderarse de Buenos Aires y convertirla
en dominio inglés, sin compartir la antigua idea de favorecer la independencia
hispanoamericana bajo protección británica. Ello quedó de- mostrado cuando
designó comandante de la expedición a William Carr Be- resford y no a Popham.
CUERPOS CRIOLLOS:
Legión Patricia (nacidos en Bs. As. que no se dedicaban al comercio).
Arribeños (oriundos de las provincias norteñas).
Castas (pardos, morenos e indios).
Granaderos.
CUERPOS PENINSULARES: españoles dedicados al comercio.
Vizcaínos y Castellanos.
Cántabros.
Gallegos.
Andaluces.
Catalanes.
CUERPOS de CABALLERÍA:
Húsares.
Migueletes.
Labradores.
CUERPOS de ARTILLERÍA:
Regimiento Unión.
Milicianos.
Las invasiones inglesas al Río de la Plata dejaron una serie de consecuen- cias muy
importantes en vista de los acontecimientos que se desarrollarían en los próximos
años:
1) Despertaron en los rioplatenses la conciencia de su propia capacidad mi- litar y
política.
2) Volvieron a sobredimensionar la importancia del Cabildo.
3) Dotaron a la futura Revolución de 1810 de fuerzas militares.
Punto 5:
LA CRISIS DE LA LEGITIMIDAD EN ESPAÑA, LAS ABDICACIONES DE A-
RANJUEZ Y BAYONA. RECHAZO DEL PUEBLO ESPAÑOL. LA JUNTA CEN-
TRAL DE SEVILLA. REPERCUCIONES EN AMÉRICA. EL CARLOTISMO. EL
MOVIMIENTO JUNTISTA. LA JUNTA DE MONTEVIDEO; LA ASONADA DE
E- NERO DE 1809 EN BUENOS AIRES. LA REVOLUCIÓN ALTOPERUANA.
Los años 1808 y 1809 fueron muy agitados en Buenos Aires. Las causas de esa
agitación fueron:
1) La llegada a Brasil de la Corte Portuguesa y las intenciones lusitanas de
aprovechar la situación por la que atravesaba España en provecho pro- pio.
2) La división del denominado partido "patriota" (formado al calor de las in-
vasiones inglesas) entre los seguidores de Liniers (de disimuladas simpa- tías
bonapartistas el marino francés) y los del Alcalde de 1er. voto Martín de Álzaga,
llamados "godos" o "sarracenos", que no estaban dispuestos a admitir a España
gobernada por José Bonaparte.
La Revolución Altoperuana:
El "carlotismo" causó graves inconvenientes en las provincias altoperuanas del
virreinato del Plata. A la ciudad de Chuquisaca (Charcas) arribó el envia- do de la
Junta Suprema Central, José Manuel Goyeneche con papeles proce- dentes de Brasil,
ofreciendo establecer el protectorado sobre América espa- ñola de la infanta Carlota
Joaquina y su esposo, el regente Juan.
Goyeneche contó con el apoyo del gobernador García Pizarro y del arzobis- po. Por
el contrario, la Audiencia y muchos criollos (Bernardo de Monteagu- do) se
manifestaron en contra, por entender que se estaba favoreciendo las pretensiones
portuguesas.
García Pizarro fue obligado a renunciar, asumiendo el mando político la Au- diencia
y el militar el teniente coronel Antonio Álvarez de Arenales. Éstos, se aprestaban a
resistir por las armas la llegada de tropas de Potosí, enviadas por el intendente
Francisco de Paula Sanz, amigo del gobernador y "carlotis- ta". Además, enviaron
comisionados a las otras ciudades altoperuanas en busca de apoyo.
En La Paz, por el contrario, el movimiento que estalló en julio de 1809, tenía un
carácter verdaderamente insurreccional. Los jefes, Pedro Morillo y Juan Pedro
Indaburu, depusieron al gobernador y al obispo, en tanto el Cabildo creaba una
Junta Representativa y Tuitiva (protectora) de los derechos del Pueblo.
Los gobiernos del Perú y Río de la Plata reaccionaron violentamente contra la
insurrección. Las fuerzas peruanas, mandadas por Goyeneche, reprimie- ron con
dureza inaudita, mientras que las comandadas por el mariscal Vicen- te Nieto,
enviado por el nuevo virrey del Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, lo hicieron con
mayor moderación. Algunos de los jefes del movimiento, co- mo Morillo, fueron
ejecutados.
Punto 6:
LA CRISIS ECONÓMICA, LA RECESIÓN DEL COMERCIO EXTERIOR. EL
TRA- TADO APODACA-CANNING. LA APERTURA DEL PUERTO DE
BUENOS AI- RES: MONOPOLISTAS Y LIBRECAMBISTAS. EFECTOS Y
CONSECUENCIAS.
El 6 de enero de 1809 llegó a Buenos Aires la noticia del establecimiento de la Junta
Suprema Central Gubernativa en Sevilla. Aunque se tenían dudas sobre su legalidad,
Liniers, a cinco días de la "asonada" de los "sarracenos", se apresuró a jurarla.
1) - Desaparecería el metálico.
2) - Se arruinaría la industria local al competir con la industria mecanizada inglesa.
Sin embargo, el Consulado terminó argumentando que las necesidades del erario
público justificaban esa autorización.
El Cabildo, por su parte, consideró que autorizar ese comercio -bajo estric- tas
reglamentaciones y limitaciones- era un mal necesario ya que no se po- día controlar
el contrabando.
El representante del Consulado de Cádiz, Miguel Fernández de Agüero, a su vez,
manifestó las razones de su oposición:
Parte económica: Los adversarios de la idea de abrir el puerto eran rivales que
desconocían las normas elementales de la Economía. Después de exponer las ideas de
Adam Smith en cuanto a que el precio se regula exclusivamente por la oferta y la
demanda, agregaba que lamentar que nos lleven la plata sería como lamentar que nos
llevasen los cueros, sebos, la- nas, crines, ya que la plata era un fruto del país y
estancarla bajaría su precio. Finalmente, sostenía que las mercaderías inglesas podrían
ser imitadas por nuestros artesanos y, si ga- naban los agricultores y labradores,
también ganarían los artesanos.
Por fin, Cisneros convocó a una Junta Consultiva de la que formaron parte la
Audiencia, el Consulado, la Real Hacienda, comerciantes y representantes de los
hacendados y labradores, para aceptar la introducción de mercaderías inglesas y
redactar el:
Bolilla IV
1. LA ACTITUD DE LA CLASE PRINCIPAL DE BUENOS AIRES FRENTE
A LA CRISIS DE ESPAÑA. PREEMINENCIA DEL "JUNTISMO". LOS
INDEPENDENTISTAS. EL AVANCE DE NAPOLEÓN. LA CAÍDA DE
SEVILLA. EL CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO, MOTIVOS DE
SU CONVOCATORIA, EL DEBATE, INTERVENCIONES DE LUÉ,
CASTELLI, VILLOTA Y PASSO. LA VOTACIÓN. LOS CAPITULARES
INTENTAN DESVIRTUAR LO RESUELTO EN EL CABILDO. LA
JUNTA DE GOBIERNO DEL 25 DE MAYO, EL COMIENZO DE LA
EMANCIPACIÓN. RASGOS COMUNES DE LOS MOVIMIENTOS
EMANCIPADORES DE HISPANOAMÉRICA.
2. LA CONCEPCIÓN REVOLUCIONARIA EN EL SENO DE LA JUNTA.
LAS IDEAS DE MORENO, BELGRANO Y CASTELLI. EL "PLAN DE
OPERACIONES". LA POSICIÓN DE GRAN BRETAÑA FRENTE A LOS
SUCESOS. LA CLASE PRINCIPAL Y LA REVOLUCIÓN. LA
SITUACIÓN DE LOS DEMÁS PUEBLOS DEL VIRREINATO. LAS
EXPEDICIONES AL INTERIOR. EL CONFLICTO EN EL SENO DE LA
JUNTA.
3. LA "JUNTA GRANDE". CREACIÓN DE LAS JUNTAS PROVINCIALES.
LOS PRIMEROS PASOS HACIA EL CONSTITUCIONALISMO
LIBERAL. EL DECRETO DE LIBERTAD DE IMPRENTA. LA
PUEBLADA DEL 5 Y 6 DE ABRIL. RE- VOLUCIÓN Y
CONTRARREVOLUCIÓN. LA CLASE PRINCIPAL TOMA EL PODER.
EL PRIMER TRIUNVIRATO. LLEGADA DEL VIRREY DEL RÍO DE LA
PLATA, SU INSTALACIÓN EN MONTEVIDEO. EL TRATADO DE PAZ
DE 1811.
4. EL RECHAZO DEL PUEBLO ORIENTAL AL TRATADO, EL ÉXODO.
EL DES- PRESTIGIO DEL TRIUNVIRATO. LA "SOCIEDAD
PATRIÓTICA" CONDUCIDA POR MONTEAGUDO. LA "LOGIA
LAUTARO": INDEPENDENCIA Y CONSTITUCIÓN. REEMPLAZO
DEL TRIUNVIRATO. CONVOCATORIA A UNA ASAMBLEA DE LOS
PUEBLOS.
5. LA ASAMBLEA DE 1813. EL CAMBIO EN LA POSICIÓN DE LA
"LOGIA LAU- TARO", ACTITUD DE SAN MARTÍN. LA
POSTERGACIÓN DE LA INDEPEN- DENCIA. LEGISLACIÓN
DICTADA POR LA ASAMBLEA, CONSOLIDACIÓN DE LOS
PRINCIPIOS LIBERALES. EL CARGO DE DIRECTOR SUPREMO, EL
CONSEJO DE ESTADO. LA CONCEPCIÓN CENTRALISTA.
PREEMINENCIA DE LA RELACIÓN CON EUROPA, LOS INTERESES
MERCANTILES. LOS PROYECTOS CONSTITUCIONALES EN LA
ASAMBLEA DE CARÁCTER CENTRALISTA, FUENTES,
DESCRIPCIÓN DE LOS MISMOS.
6. ACTITUD DEL PUEBLO ORIENTAL FRENTE A LA ASAMBLEA, EL
INGRESO POR PACTO. LAS INSTRUCCIONES A SUS DIPUTADOS,
EN LO POLÍTICO: Influyeron las ideas europeas del siglo XVIII, por ejemplo, se
adoptaron fórmulas del "Iluminismo" y del Despotismo Ilustrado, destinadas a
imponer reformas des- de arriba. Esas ideas, conocidas en el siglo XVIII por núcleos
muy pequeños, habían pene- trado en Hispanoamérica a comienzos del siglo XIX
(Rousseau, Montesquieu, Voltaire -en menor medida- y los autores de la
Enciclopedia) y las conocían los sectores más ilustrados de la sociedad colonial. Sin
embargo, en general, las ideas liberales llegaron por vía de au- tores y políticos
españoles, como por ejemplo Jovellanos.
Si tomamos el caso de Mariano Moreno, puede apreciarse en él la confluencia de dos
pensa- mientos distintos: la influencia de la filosofía francesa del siglo XVIII
(opuesta al Absolutis- mo y partidaria de la soberanía del pueblo) y la influencia del
pensamiento tradicional hispa- no (la concepción contractualista de Francisco
Suárez y el pensamiento de los padres Ma- riana, Feijoó y Vitoria).
No se atribuye mayor influencia al pensamiento inglés (Locke) y, algo más, al
norteamerica- no (Paine), principalmente en el federalismo de Artigas.
Estas ideas eran sostenidas por los llamados "jóvenes de luces" o ilustra- dos, entre
los que se contaban figuras como Belgrano, Castelli, Vieytes, los hermanos
Rodríguez Peña, Berutti. Su centro de reunión era el "Café de Mar- cos". Algunos
de ellos, sostenedores de un pensamiento similar al del vene- zolano Miranda, creían
en la posibilidad de una independencia protegida por Gran Bretaña. Incluso, se
habían aproximado a los ingleses durante las inva- siones de 1806-07. Algunos,
incursionaron en el "carlotismo".
Sin embargo, en los primeros momentos de la Revolución de Mayo, las ideas
independentistas no aparecieron con claridad, tal como aconteció, por ejem- plo, en
la revolución venezolana. En general, como personas cultas y progre- sistas
deseaban una profunda transformación política en la que tuvieran ca- vida y
protagonismo, vale decir, una independencia civil dentro del imperio español.
Ya hemos mencionado los otros grupos políticos existentes en el Río de la Plata a
comienzos del siglo XIX: "patriotas" y "regalistas".
Con respecto al grupo "patriota", cabe realizar algunas apreciaciones.
Se trataba del grupo mayoritario y popular que había sido protagonista prin- cipal
durante las Invasiones inglesas, y del que formaban parte las milicias. Pero, los
acontecimientos posteriores generaron situaciones paradójicas. U- no de sus jefes,
Liniers, era "regalista" ("debemos aceptar lo que venga de España aunque sea un
escuerzo"). El otro, Álzaga, había intentado derribarlo en la jornada de enero de
1809. Lideraba la fracción "sarracena" (capitulares, tenderos y familias
acomodadas); eran "juntistas", defendían la "Patria" y a Fernando VII. Puede
admitirse que, entre los criollos de las milicias y los "sa- rracenos" se percibía la
oposición de clases entre ricos y pobres.
Eclipsadas las figuras de Liniers y Álzaga, los "patriotas" reconocerán el li- derazgo
de Cornelio Saavedra y, a ellos, se sumarán los "ilustrados" y algu- nos
"sarracenos", como Larrea y Matheu. Este conjunto constituirá el Parti- do de la
Revolución, que terminará creando una Junta, tal como lo habían querido antes
Álzaga y Elío.
La semana de Mayo:
Como ya hemos explicado, en torno al 15 de mayo de 1810, buques británi- cos,
trajeron al Plata las noticias sobre la caída de la ciudad de Sevilla en manos de los
franceses, la huída de los miembros de la Junta Suprema Cen- tral hacia Cádiz y la
posterior disolución de ésta. En realidad, Cisneros las conocía desde algunos días
antes, y generaban en el virrey gran preocupa- ción.
Poco después, otro navío inglés trajo impresos en los que se hablaba de una Junta
Suprema instalada en Cádiz e instaba a los americanos a formar jun- tas. Nada se
decía del establecimiento de un Consejo de Regencia.
El día 18 de mayo, el virrey publicó un bando pidiendo calma a la población. No
decía nada sobre la alternativa de formar juntas.
Con los ánimos agitados por la circulación de bandos y proclamas, los cuar- teles,
cafés y casas de familia se convirtieron en centros políticos donde pre- dominaba la
idea de no convertirse en colonos de Francia y de que el virrey debía cesar por no
haber gobierno en España.
JUAN JOSÉ PASSO: Aceptó la teoría de Villota, pero explicó que aquella
situación era análoga a la gestión de negocios ajenos del derecho común y que Buenos
Aires, como her- mana mayor de las otras ciudades del virreinato, podía resolver la
situación de hecho.
Concluido aquel debate, se pasó a votar la fórmula propuesta por Escalada, que
contenía dos proposiciones:
1ª) ¿Había de subrogarse otra autoridad a la del Sr. Virrey, dependiente de la soberanía
que se ejerza legítimamente a nombre del Rey?
2ª) ¿En quién?
JUNTA PROVISIONAL
(25 de mayo de 1810)
JURISDICCIÓN FECHA
Punto 2:
LA CONCEPCIÓN REVOLUCIONARIA EN EL SENO DE LA JUNTA. LAS I-
DEAS DE MORENO, BELGRANO Y CASTELLI. EL "PLAN DE OPERACIO-
NES". LA POSICIÓN DE GRAN BRETAÑA FRENTE A LOS SUCESOS. LA
CLASE PRINCIPAL Y LA REVOLUCIÓN. LA SITUACIÓN DE LOS DEMÁS
PUEBLOS DEL VIRREINATO. LAS EXPEDICIONES AL INTERIOR. EL CON-
FLICTO EN EL SENO DE LA JUNTA.
El tema en torno a la concepción revolucionaria en el seno de la Junta Provi- sional
se vincula con los nombres de Moreno, Belgrano y Castelli, represen- tantes de la
juventud intelectual y conocedores de las "nuevas ideas del si- glo XVIII". En ese
sentido, como ya hemos expresado, Belgrano aventajaba a sus dos compañeros por
su conocimiento de las nuevas doctrinas económi- cas imperantes.
Este tema, tiene también íntima relación con el famoso "Plan de Operacio- nes",
atribuido a Mariano Moreno.
"PLAN de OPERACIONES"
Una copia del mismo fue hallada a principios del siglo XX por Eduardo Madero
en el Ar- chivo General de Indias, en Sevilla.
Primeramente, se le habría encomendado su redacción a Belgrano, quien lo
habría pa- sado a Moreno.
Con respecto a Gran Bretaña, la Junta procuró atraerla, pero la política ingle- sa de
esos días, conducida desde Río de Janeiro por Lord Strangford, fue de prudencia,
ya que no debe olvidarse que Gran Bretaña era aliada de los es- pañoles, aunque sin
desdeñar ciertas ventajas comerciales que la Junta le o- freció. Strangford, sólo se
mostró preocupado al conocer los excesos de la política represiva llevada a cabo por
Castelli en Córdoba y el Alto Perú, lo que condujo a la Junta a ordenar mayor
moderación al vocal.
Con el transcurrir de los días se fueron perfilando en la Junta dos grupos con
concepciones diferentes acerca de cómo debía conducirse la Revolu- ción. Estos
grupos eran liderados respectivamente por el presidente Saave- dra y el secretario
Moreno.
" SAAVEDRISMO"
Liderado por Cornelio SAAVEDRA
Apoyado por los sectores populares de Buenos Aires encuadrados en las milicias y
por los pueblos del interior.
Proponía una transformación gradual y moderada de la realidad.
"MORENISMO"
Liderado por Mariano MORENO
Apoyado por la juventud ilustrada.
Proponía una transformación rápida y profunda, para crear una sociedad
gobernada por leyes sabias, como era el caso de Inglaterra.
Electos los diputados del interior, tal como establecía la circular del 27 de mayo,
fueron llegando a Buenos Aires, pero transcurrían los días sin que se produjese su
incorporación al seno de la Junta. Moreno, autor de la circular, reconoció haber
cometido un error fruto de la inexperiencia política al refe- rirse en ella a la
inmediata incorporación de los diputados a la Junta, cuando su verdadera intención
era que integraran el futuro Congreso. Sin embargo, ante la solicitud de los
provincianos, la Junta sometió la cuestión a votación, resultando derrotada la
interpretación del secretario que procedió a renun- ciar a su cargo.
Punto 3:
LA "JUNTA GRANDE". CREACIÓN DE LAS JUNTAS PROVINCIALES. LOS
PRIMEROS PASOS HACIA EL CONSTITUCIONALISMO LIBERAL. EL
DECRE- TO DE LIBERTAD DE IMPRENTA. LA PUEBLADA DEL 5 Y 6 DE
ABRIL. RE- VOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN. LA CLASE PRINCIPAL
TOMA EL PO- DER. EL PRIMER TRIUNVIRATO. LLEGADA DEL VIRREY
DEL RÍO DE LA PLATA, SU INSTALACIÓN EN MONTEVIDEO. EL
TRATADO DE PAZ DE 1811.
JUNTAS PROVINCIALES
En cada capital se crearía una Junta de 5 miembros, integrada por el gobernador-
inten- dente y 4 vocales elegidos por el pueblo.
En las ciudades subordinadas se crearía una Junta de 3 miembros, integrada por el
co- mandante de armas y 2 vocales elegidos por el pueblo.
Este panorama se complicó con la noticia de las derrotas militares de Bel- grano
en el Paraguay y, especialmente, el desastre de Huaqui, que signifi- có la pérdida
del Alto Perú, momentáneamente adherido a la causa revo- lucionaria después
de la victoria de Suipacha (noviembre de 1810).
Aceptada la mayoría de las exigencias, los principales dirigentes del "more- nismo"
fueron internados en Carmen de Patagones. Entre los nuevos inte- grantes de la
Junta iría a desempeñar un papel importante uno de los líderes del movimiento
"orillero", Joaquín Campana.
Este gobierno, auténtico representante del pueblo de Buenos Aires y de los pueblos
del interior se mostró firme frente a Gran Bretaña, derogando algu- nas medidas
favorables al comercio inglés que la Primera Junta le había concedido y se prohibió
de envío de géneros británicos al interior, el comer- cio al por menor y el pago de
intereses con las deudas de Aduana.
La eliminación del "morenismo" sólo representó una victoria parcial de la Junta
Grande. Quedaba en pie la burguesía porteña, cada vez más atemori- zada,
especialmente al conocerse la noticia del desastre de Huaqui (junio de 1811) y la
entrada de tropas portuguesas en la Banda Oriental.
La representación política de la burguesía porteña era el Cabildo que, de modo
intempestivo, dispuso la elección de diputados para el Congreso Ge- neral que
tendría por objeto el arreglo definitivo de la situación.
En el seno de la Junta, por su parte, aprovechando la ausencia de Saavedra que
había marchado al norte a frenar la anarquía generada por Huaqui, se suscitaron
divisiones y presiones que llevaron a la destitución de Campana.
Finalmente, los dos diputados electos (Juan José Passo y Feliciano Chicla- na) y el
suplente (Manuel de Sarratea) terminaron siendo investidos por la propia Junta con
el poder Ejecutivo, en setiembre de 1811.
En su afán por no perder el control de la situación, la Junta Grande, que pa- saría
a llamarse Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, inten- tó
subordinar al Ejecutivo constituido como Triunvirato. Para ello, dio el Re- glamento
Provisorio de 1811, en el que por primera vez aparece consagrado el principio de la
división de poderes.
Punto 4:
EL RECHAZO DEL PUEBLO ORIENTAL AL TRATADO, EL ÉXODO. EL DES-
PRESTIGIO DEL TRIUNVIRATO. LA "SOCIEDAD PATRIÓTICA"
CONDUCIDA POR MONTEAGUDO. LA "LOGIA LAUTARO":
INDEPENDENCIA Y CONSTI- TUCIÓN. REEMPLAZO DEL TRIUNVIRATO.
CONVOCATORIA A UNA ASAM- BLEA DE LOS PUEBLOS.
El temor de la burguesía porteña y la presión de Lord Strangford condijeron
rápidamente al Triunvirato a concertar la paz con Elío. Ese tratado, firmado en
octubre de 1811, produjo varias consecuencias.
Punto 5:
LA ASAMBLEA DE 1813. EL CAMBIO EN LA POSICIÓN DE LA "LOGIA LAU-
TARO", ACTITUD DE SAN MARTÍN. LA POSTERGACIÓN DE LA INDEPEN-
DENCIA. LEGISLACIÓN DICTADA POR LA ASAMBLEA, CONSOLIDACIÓN
DE LOS PRINCIPIOS LIBERALES. EL CARGO DE DIRECTOR SUPREMO, EL
CONSEJO DE ESTADO. LA CONCEPCIÓN CENTRALISTA. PREEMINENCIA
DE LA RELACIÓN CON EUROPA, LOS INTERESES MERCANTILES. LOS
PROYECTOS CONSTITUCIONALES EN LA ASAMBLEA DE CARÁCTER
CEN- TRALISTA, FUENTES, DESCRIPCIÓN DE LOS MISMOS.
A los pocos días de su instalación, el Segundo Triunvirato convocó a una A- samblea
General Constituyente que debía declarar la independencia y san- cionar una
constitución. En virtud de sus maniobras, la "Logia Lautaro" lo- gró que casi todos
los diputados electos fueran afiliados a ella.
El sistema de elección de los diputados establecía que:
Las razones por las que la Asamblea no declaró la independencia ni sancio- nó una
constitución las analizaremos más adelante. Por ahora, nos limitare- mos a señalar
la obra legislativa realizada, obra destinada a calmar las ex- pectativas generadas,
de carácter liberal, en buena medida tomadas de la le- gislación de las Cortes
Constituyentes de Cádiz.
LEYES SOCIALES
Se dispuso la libertad de vientres, que declaraba libres a los hijos de esclavos nacidos
a partir del 31 de enero de 1813.
Se declaraba libre a todo esclavo que pisara el suelo de las Provincias Unidas, lo que
fue derogado poco después por los conflictos originados por los esclavos escapados del
Brasil.
Ratificó la supresión del tributo de los indios realizada por la Junta Grande y agregó
la de la mita y el yanaconazgo.
Se abolieron los fueros personales (no existía la igualdad ante la ley, pues religiosos,
militares y universitarios eran juzgados por sus pares), los títulos de nobleza y el
mayorazgo (heredaba sólo el hijo mayor).
EL DIRECTORIO
(enero de 1814 - febrero de 1820)
Concentraba el poder Ejecutivo en una sola mano.
El Director Supremo sería elegido por la Asamblea por el término de 2 años.
Sería asesorado en cuestiones de paz, guerra y comercio por un Consejo de Estado
de 9 miembros, cuyo presidente, también elegido por la Asamblea, reemplazaría al
Director en caso de enfermedad. El secretario del Consejo de Estado y los vocales seían
elegidos por el Director.
Retornaba la preponderancia del Cabildo en el que el Alcalde de 1er. voto retendría
las funciones establecidas por la Real Ordenanza de Intendentes. Así, el Cabildo
terminaría ac- tuando como autoridad soberana y, en 1815 (al caer Alvear), disolvería
la Asamblea.
Se imponía un cerrado centralismo.
Punto 6:
ACTITUD DEL PUEBLO ORIENTAL FRENTE A LA ASAMBLEA, EL
INGRESO POR PACTO. LAS INSTRUCCIONES A SUS DIPUTADOS,
INDEPENDENCIA Y FEDERACIÓN. EL PROYECTO FEDERAL EN LA
ASAMBLEA, FUENTES. A- NÁLISIS. CONFLICTO CON LOS
CENTRALISTAS, NEGATIVA DE ÉSTOS A QUE LA PROVINCIA ORIENTAL
SE INCORPORE A LA ASAMBLEA. EL EN- FRENTAMIENTO DEL
DIRECTORIO CONTRA ARTIGAS, CONSECUENCIAS.
1) Declaración de la independencia.
2) Establecimiento de una república.
3) Designación de una capital fuera de Buenos Aires.
4) La provincia Oriental suscribiría con las demás Provincias Unidas un "Pacto de
estre- cha e indisoluble confederación" (debe entenderse como "federación").
El Directorio de Alvear:
En enero de 1815, Posadas renunció a su cargo de Director Supremo, resul- tando
electo por la Asamblea Carlos María de Alvear para sustituirlo. La cau- sa de la
renuncia de Posadas fue la desobediencia del Ejército del Norte, que resistió el
nombramiento de Alvear como jefe, designado para sustituir una vez más a
Rondeau.
El centralismo cada vez más acentuado de los gobiernos porteños, unido al
personalismo y arbitrariedad de Alvear, generaron lo que de manera poco precisa
se conoce como "Revolución federal de 1815", que en realidad fue un estado de
desobediencia generalizado hacia la figura del Director Supre- mo.
1) En las provincias del Norte: El estado de rebeldía del Ejército del Norte, que
condujo a Posadas a renunciar, se mantuvo extendiendo sus efectos a las
provincias bajo su control.
2) En Cuyo: Después de su abandono de la actividad puramente política al dividirse
la "Lo- gia Lautaro", San Martín había sido designado jefe del Ejército del Norte
en reemplazo de Belgrano. Ocupando ese destino fue cuando el Libertador
concibió su proyecto de "tenazas" para marchar sobre Lima, lo que implicaba
la previa liberación de Chile. Nom- brado gobernador-intedente de Cuyo, se
abocó a la tarea de organizar el Ejército de los Andes, que debía ser el brazo
izquierdo de la "tenaza" (el Ejército del Norte sería el bra- zo derecho). Sin
embargo, enterado de que dependía de las órdenes del nuevo Director Supremo,
solicitó licencia. Alvear lo reemplazó por Gregorio Perdriel, lo que no fue a-
ceptado por el pueblo cuyano que, tras una asonada vecinal, confirmó en una
Asamblea a San Martín como gobernador.
3) En el Litoral: Ya hemos visto la situación que se vivía en la Banda Oriental, las
regiones del Litoral y Córdoba.
FIN DE LA BOLILLA IV
Como la mayoría de los pueblos del interior, los "Pueblos Libres" iban a re- chazar
el Estatuto Provisional y la convocatoria al Congreso de Tucumán. E- llos, por su
parte, se reunieron en el CONGRESO de ORIENTE, reunido en A- rroyo de la
China que, en junio de 1815, declaró la independencia de España. Esta sería la
primera independencia del Plata, pero no hubo actas de aquel Congreso.
Mientras tanto, Santa Fé volvía a ser reducida a la obediencia por tropas de Buenos
Aires, lo que originó una fuerte reacción popular de la que surgiría un nuevo
caudillo artiguista, llamado Estanislao López.
Artigas, a su vez, hizo sancionar un Reglamento de Derechos Aduaneros (la primera
disposición de carácter proteccionista en el Río de la Plata) que es- tablecía:
Punto 2:
EL CAMBIO EN EUROPA. LA RESTAURACIÓN DEL LEGITIMISMO
DINÁSTI- CO. EL CONGRESO DE VIENA. LA POLÍTICA BRITÁNICA.
REFLEJOS DE ESTA NUEVA SITUACIÓN EN LOS PUEBLOS
RIOPLATENSES, LOS PRO- YECTOS DE LA CLASE PRINCIPAL PARA
INSTAURAR UNA MONARQUÍA DESDE 1814. EL PREDOMINIO
CENTRALISTA EN EL CONGRESO DE TUCU- MÁN. DECLARACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA. PERSISTENCIA DEL PRO- YECTO MONÁRQUICO, LAS
TRATATIVAS CON FRANCIA. CONSTITUCIÓN DE 1819, ANÁLISIS.
Europa:
SANTA ALIANZA:
Austria (católica)
Rusia (ortodoxa)
Prusia (luterana)
Con respecto a Gran Bretaña, el apoyo más verbal que efectivo a los revolu-
cionarios hispanoamericanos cesó a partir del acuerdo entre Castlereagh y el
gobierno de Fernando VII, a partir de un tratado secreto firmado en 1814. Pero, el
compromiso británico no iba más allá de no prestar ayuda a los re- beldes
americanos. Entonces, Fernando solicitó la colaboración naval de Ru- sia para
reconquistar Buenos Aires a cambio de la cesión de la isla de Me- norca. Cuando el
acuerdo trascendió, Gran Bretaña presentó una protesta y los proyectos se
postergaron. Finalmente, Francia, luego del retorno de Luis XVIII al trono,
comenzó a trabajar para crear en América monarquías (México y Buenos Aires),
coronando a príncipes de Borbón.
El Congreso de Tucumán:
Los diputados para el Congreso de Tucumán fueron elegidos por electores (un
elector cada 5000 habitantes), a razón de un diputado cada 15000 habi- tantes.
Con excepción de los diputados de Tucumán y más tarde los de Jujuy, los diputados
no llevaban instrucciones para declarar la independencia. Debían limitarse a
sancionar una Constitución. El Congreso inició sus sesiones en marzo de 1816.
Los problemas por los que atravesaba el Directorio en Buenos Aires llevaron al
Congreso a dedicarse de entrada a la elección de un Director titular, cargo para el
que resultó electo Juan Martín de Pueyrredón.
En ese intervalo, Álvarez-Thomas, desprovisto de popularidad y apoyos, in- tentó
volver a Santa Fé a la obediencia de Buenos Aires. No obstante, las tropas destinadas
a cumplir este objetivo se sublevaron contra su autoridad, lo que le hizo renunciar.
El nuevo Director de Estado interino, Antonio González Balcarce, se encon- tró
imprevistamente al frente de un movimiento de carácter federalista, que por
Declaración de la independencia:
Aunque ya hemos expresado que sólo los diputados de Tucumán y Jujuy lle- vaban
instrucciones de declarar la independencia, la presión combinada de San Martín
desde Cuyo -apoyado por Güemes- y de Belgrano fueron prepa- rando el terreno y,
este tema, figuró en el 3er. punto del "Plan de Materias" del Congreso de Tucumán.
En la sesión del 9 de julio de 1816, bajo la presidencia del diputado sanjuani- no
Francisco Narciso Laprida, se declaró la independencia de las "Provin- cias Unidas
de Sud América" de "Fernando VII sus sucesores y metrópoli".
No obstante, rumores que el tiempo confirmaría como ciertos, acerca de la intención
de cobijarse bajo protección extranjera, llevaron a los congresales a tranquilizar a
la opinión pública agregando, el día 19 de julio, al acta de la declaración de la
independencia "y de toda otra dominación extranjera".
Los debates en torno a la forma de gobierno mostraron que, casi por unani- midad
(con la excepción de Godoy Cruz), los diputados eran partidarios de la monarquía.
Es una tradición carente de fundamento que el diputado sanjuanino fray Jus- to
Santa María de Oro fuera republicano, por haberse mal interpretado sus palabras
de que se retiraría del Congreso si se adoptaba la forma monárqui- ca. En realidad,
el fraile expresaba que carecía de poderes por parte de su provincia para
pronunciarse a favor de cualquier forma de gobierno.
Por su parte, la propuesta de Belgrano de coronar un Inca que, entre otras cosas,
implicaba la unidad política de América del Sur, sólo recibió una bue- na acogida
por parte de algunos diputados norteños y altoperuanos.
Al conocerse la noticia de la invasión portuguesa a la Banda Oriental, se votaron
instrucciones que llevarían los emisarios del Congreso ante el general invasor
(Carlos Lecor) y la corte de Río de Janeiro. Dichas instrucciones se dividían en:
"RESERVADÍSIMAS":
Si se exigía la incorporación de estas provincias al imperio portugués, éstas sólo
lo harían constituyendo un estado distinto y separado del Brasil, bajo la dinastía
portuguesa
CONSTITUCIÓN DE 1819
Elección de los senadores civiles: cada municipio nombraba dos electores que,
reunidos con los demás electores de la provincia, elegirían una terna (uno no
debía ser de la provincia). La terna se remitiría al Senado para que hiciera el
escrutinio o decidiese si había empate de votos.
Elección de los senadores militares: por el Director
Elección de los senadores religiosos: la primera vez, el obispo de la sede donde
residiera el Congreso. Luego, la Asamblea de Obispos. Los tres eclesiásticos
serían electos por Asambleas Eclesiásticas que formarían ternas y se procedería
igual que con los senadores civiles.
PODER EJECUTIVO: Residiría en un Director de Estado elegido por 5 años
por mayoría en el Congreso. Sería mayor de 35 años y podía ser reelecto una vez.
Nombraba los coman- dantes militares, embajadores y, presuntamente, a los
gonernadores de provincia. No men- cionaba a las provincias.
PODER JUDICIAL: Residiría en una Alta Corte de Justicia de 7 jueces y 2
fiscales nom- brados por el Director con acuerdo del Senado.
RELIGIÓN: La religión del Estado sería la católica.
CEREMONIAL: Era de carácter aristocrático. Los miembros de los tres
poderes tendrían el tratamiento de "soberanía"; el Congreso de "alteza serenísima"
y cada cámara el de "alte- za".
Punto 3:
Procurando ganar tiempo, el Cabildo envió una comisión a Ramírez, pero és- ta fue
alcanzada por Sarratea que venía desde Buenos Aires y, en una entre- vista
celebrada en San Antonio de Areco, se convino que el gobernador de- bía ser el
antiguo miembro del Primer Triunvirato, aprovechando la ingenui- dad e indecisión
de Soler, que no le habían permitido marchar sobre la ciu- dad para apoderarse del
gobierno. De ese modo, Ramírez, Alvear, Carrera, Sarratea y el Cabildo porteño
acordaron que el primer gobernador bonaeren- se sería Manuel de Sarratea.
Para cumplir con lo estipulado en San Antonio de Areco, fue preciso que la Junta
de Representantes fuera elegida en un Cabildo abierto. Efectuado és- te, se hizo
Punto 5
LA NUEVA SITUACIÓN. LIQUIDACIÓN DEL PROYECTO MONÁRQUICO,
CON- SOLIDACIÓN DE LA INDEPENDENCIA. NACIMIENTO DE LAS
PROVINCIAS. EL INFLUJO DE LOS "PUEBLOS LIBRES". ORGANIZACIÓN
DE LAS PROVIN- CIAS, ESTATUTOS, REGLAMENTOS Y
CONSTITUCIONES, RASGOS COMU- NES. EL GOBERNADOR. LA SALA DE
REPRESENTANTES.
En el año 1815, las intendencias virreinales fueron convertidas por el Direc- torio en
Gobernaciones-intendencia. En tanto Buenos Aires conservó la mis- ma estructura
territorial, las otras dos fueron divididas:
Entre 1819 y 1823, cada una de estas ciudades-cabildo dio origen a una pro- vincia
autónoma, que comenzó a organizarse política e institucionalmente de manera
diferente a partir de estatutos, reglamentos y constituciones.
Las 13 provincias fueron el resultado de un movimiento federativo impulsa- do por
las milicias cívicas, cuyos jefes o "caudillos" terminaron convirtién- dose, por lo
general, en gobernadores. Tenían la jurisdicción de un munici- pio que, casi siempre,
les dio el nombre. Cada municipio dio origen a una provincia, con dos excepciones:
SALTA: La gobernación-intedencia de Salta había tenido 3 municipios: Salta,
Orán y Ju- juy. Jujuy lograría su autonomía en 1834; Orán continuaría unida a
Salta.
ENTRE RÍOS: El "continente de Entre Ríos" había sido una liga de 3 villas:
Gualeguay, Gualeguaychú y Arroyo de la China (Concepción del Uruguay), que se
amplió a 5 cuando Paraná y Nogoyá erigieron sus cabildos.
SANTA FE
El ESTATUTO PROVISORIO de 1819 fue la primera constitución provincial del
país.
Sostenía la religión católica.
El Gobernador:
El gobernador de cada una de las provincias era habitualmente elegido por la
Legislatura, Junta de Representantes, Sala de Representantes o Congreso
Provincial, por un término que oscilaba entre los 2 y los 3 años. En algunas de ellas,
se autorizaba la releección del gobernador, aunque el tema de la re- elección no fue
siempre respetado.
La Sala:
Llamada Junta de Representantes en Buenos Aires, Junta de Comisarios en Santa
Fé y Congreso Provincial en Corrientes, Entre Ríos y Córdoba, desem- peñaba las
funciones de los antiguos cabildos, ocupándose de precios de mercado, escuelas,
hospitales y, especialmente, de la elección del goberna- dor. Convertidas en
Congresos extraordinarios, votaban las constituciones que les presentaban.
Con la excepción de Entre Ríos, donde verdaderamente cumplía funciones
legislativas, en general se limitaban a asesorar y auxiliar a los gobernadores, -que
eran quienes dictaban la ley- en la redacción de las mismas.
El número y forma de elección de los diputados variaba. En Buenos Aires
terminaron siendo 47 (24 por la ciudad y 23 por la campaña). Por lo general, eran
elegidos directamente por el pueblo.
La Justicia:
Conservaba la estructura básica de la época hispánica.
Los alcaldes fallaban en primera instancia.
De sus fallos se apelaba:
1) ante el Cabildo en pleno o un "juez de alzada" en los asuntos civiles;
2) ante el gobernador en los asuntos criminales.
Respecto de los recursos que antes se llevaban a la Audiencia:
1) Súplica: (cuando las sentencias de dos instancias eran contradictorias) se
llevaban ante el gobernador (asesorado por "expertos"), ante un tribunal
formado por las partes o ante un juez o un tribunal "de alzada".
2) Extraordinarios: (nulidad, injusticia notoria) y De fuerza (resoluciones de los
tribunales eclesiásticos), se llevaban ante tribunales especiales for- mados por
"expertos" designados por el gobernador.
Los "expertos" eran clérigos o comerciantes con algunas lecturas jurídicas. Sólo
había abogados en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Salta.
Las constituciones:
Las constituciones perduraron cuando se trasladó a un estatuto la vida real de la
provincia; fracasaron cuando fueron una copia de otras realidades. En general, no
se contemplaba -ni menos aún se respetaba- la división de pode- res al estilo
anglosajón. Los gobernadores lo podían todo, en tanto interpre- tasen el sentir de
sus conprovincianos. Pero, el rasgo fundamental del primi- tivo Derecho Público
Provincial argentino fue el sufragio universal, originado en el voto de las milicias
cívicas.
Punto 6:
EL CONFLICTO ENTRE RAMÍREZ Y ARTIGAS. LA CRISIS DEL PODER EN
BUENOS AIRES. REACOMODAMIENTO DEL PARTIDO DIRECTORIAL.
LEY DE INSTRUCCIONES Y CONSEJO DE GOBIERNO. PROFUNDIZACIÓN
DE LA CRISIS. CONSOLIDACIÓN DEL ORDEN. GUERRA ENTRE BUENOS
AIRES Y SANTA FÉ, TRATADO DE BENEGAS Y COMPROMISO DE SAN
NICOLÁS.
Ramírez, aconsejado por Carrera y aceptado por los directoriales porteños, no había
respetado las instrucciones de Artigas, abandonando la Banda O- riental en manos
de los portugueses. Estaba seguro que sería consagrado jefe del país en el Congreso
de San Lorenzo.
Cuando Artigas conoció el contenido del Tratado del Pilar, se volvió furioso contra
el lugarteniente desleal. Apoyado por misioneros, correntinos y mu- chos
entrerrianos, obtuvo algunos triunfos sobre las tropas de Ramírez y o- cupó
Concepción del Uruguay.
Pero Ramírez, recibió artillería e infantería porteños, con los que derrotó al viejo
"Protector" en Sauce de Luna, Yuquerí y Ábalos, obligándolo a refu- giarse en el
Paraguay, de donde ya no saldría.
Balcarce no llegó a gobernar ni una semana; sus tropas lo abandonarán, así como
Soler. Cuando fracasa el audaz golpe intentado por Alvear, los directoriales
prefieren restituir el gobierno a Sarratea.
1) Soler no ha renunciado.
2) El gobernador interino Dorrego está en la campaña.
3) El Cabildo de Buenos Aires destituye a Soler y reasume el mando.
4) Alvear ha reclutado vecinos de la campaña para crear en Luján una Junta de
Represen- tantes que lo elige gobernador.
5) Marcos Balcarce y Manuel Pagola, con tropas de Buenos Aires, pueden intentar
quedar- se con el mando.
Los esfuerzos del Cabildo tropiezan con las amenazas de Alvear y la in-
transigencia de Pagola. En secreto, hacen elegir por los alcaldes de ba- rrio una
nueva Junta de Representantes, pero ésta se niega a elegir go- bernador por
temor a Pagola que está en el Fuerte.
López, disgustado con Alvear y Carrera, se sitúa cerca de Buenos Aires, pero
carece de fuerzas suficientes como para invadir la ciudad. En tanto, Dorrego ha
vuelto con algunas tropas y se prepara para defender Bs.As. La Junta de
Representantes, creada "entre gallos y medianoche", lo elige "gobernador
interino de la ciudad".
Dorrego sigue a López, que se vuelve despechado a Santa Fé. Mientras está en
campaña, deja instrucciones para que sea elegida la cuarta Junta de
Representantes en lo que va del año '20, destinada a nombrar al gober- nador
titular.
Martín Rodríguez decide proseguir la guerra contra López, y sale en cam- paña
munido de poderes especiales ("lleno de facultades"). Pero, no hay por parte del
sanfesino intenciones serias de combatir, pues desconfía de los propósitos de
Ramírez, que acaba de crear la República de Entre Ríos (Entre Ríos, Corrientes
y Misiones). Por su parte, Juan Bautista Bustos, gobernador de Córdoba, ofrece
su mediación, aunque existen dos dificul- tades:
TRATADO DE BENEGAS
(24 de noviembre de 1820)
Se establece la paz entre Buenos Aires y Santa Fé.
Ambas provincias se comprometen a asistir al Congreso que en 60 días se realizaría
en Córdoba.
Ambas provincias acuerdan el libre comercio de armas y municiones.
Ambas provincias disponen el intercambio de prisioneros.
Córdoba será garante del tratado.
FIN DE LA V BOLILLA
Bolilla VI
1. INTENTO DE ESTABLECER LA FEDERACIÓN DE DERECHO,
CONGRESO DE CÓRDOBA. NECESIDAD DE CONTINUAR LA
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, PROMESAS DE GÜEMES Y
BUSTOS. DIFICULTADES DE LA UNIÓN, LA GUERRA DE RAMÍREZ,
CONFLICTO ENTRE TUCUMÁN Y SALTA. LA OBSTRUCCIÓN DEL
GOBIERNO DE BUENOS AIRES, LAS INSTRUCCIONES A LOS
DIPUTADOS, PÚBLICAS Y RESERVADAS, LIMITACIÓN POSTERIOR
DE LAS MISMAS. DISOLUCIÓN DEL CONGRESO DE CÓRDOBA. EL
TRATADO DEL CUADRILÁTERO.
2. ORGANIZACIÓN DEL GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE BUENOS
AIRES, LA JUNTA EXTRAORDINARIA Y CONSTITUYENTE. EL
"LLENO DE FACULTADES", LEY DE MINISTERIOS, LEY DE
ELECCIONES, SUPRESIÓN DE LOS CABILDOS, LEY DEL PODER
EJECUTIVO.
3. RECONVERSIÓN DEL CENTRALISMO, EL PARTIDO UNITARIO. EL
LIDERAZGO DE RIVADAVIA, SUS IDEAS, LAS REFORMAS. EL
LIBRECAMBIO IRRESTRICTO. LA DEUDA NACIONAL, CREACIÓN
DE LA CAJA DE AMORTIZACIÓN DE FONDOS PÚBLICOS. LA
HIPOTECA SOBRE LAS TIERRAS PÚBLICAS, LA ENFITEUSIS.
CREACIÓN DEL BANCO DE BUENOS AIRES, CAUSAS, OBJETIVOS,
FUNCIONAMIENTO. EL EMPRÉSTITO CON LA CASA BARING.
AISLAMIENTO DE BUENOS AIRES. ACTITUD FRENTE A LA
El Congreso de Córdoba:
En 1820, era urgente reunir un Congreso que volviese a unir políticamente a las
provincias argentinas, crease un gobierno nacional y dispusiese la orga- nización de
dos ejércitos:
El Ejército del Norte, destinado a operar en el Alto Perú para auxiliar a San
Martín.
Otro, destinado a recuperar la Banda Oriental.
Antes del fracaso del Congreso de San Lorenzo, Juan Bautista Bustos, afi- liado a
la "causa sanmartiniana", escribía a Buenos Aires señalando la ne- cesidad de obrar
rápidamente, pero advirtiendo el peligro que para los obje- tivos de San Martín
representaba la cercanía de Ramírez con Alvear y Carre- ra. Güemes, otro hombre
de la "causa sanmartiniana" proyectaba, en tanto, la realización de un Congreso en
Catamarca.
Finalmente, después de Benegas y la eliminación de Ramírez, el Congreso se
realizaría en Córdoba. Bustos sería ungido jefe de la República y San Martín
dispondría del Ejército del Norte.
En Buenos Aires, la designación por parte de la Junta de Representantes de los 4
diputados tuvo características entre cómicas y dramáticas. Nadie que- ría ser electo,
PÚBLICAS:
Solicitar a los portugueses que no pasaran a Entre Ríos.
Procurar que se restableciera la vigencia de la Constitución de 1819 y proponer
el siste- ma unitario.
En caso de imponerse el sistema federativo:
A) Que la base de la representación fuese la población.
B) Que la capital no fuese Buenos Aires, la que tendría su propio sistema de
gobierno.
C) Inclinarse por la Confederación, al sólo efecto de defenderse de las agresiones
exterio- res y el comercio internacional.
D) Crear una "Santa Alianza" de estados sudamericanos.
E) Procesar a los responsables de la caída del Directorio y el Congreso en 1820.
RESERVADAS:
Proponer el aniquilamiento de Ramírez, que aún no había sido vencido.
Reclamar la dependencia de Santa Fé de Buenos Aires.
Como se ve, no se decía nada con respecto a San Martín ni a la Banda O- riental.
El Congreso no llegó a ser inaugurado porque los directoriales, nuevamen- te
fortalecidos en Buenos Aires, lo boicotearon de todas las formas posibles con
actitudes como:
Punto 2:
ORGANIZACIÓN DEL GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES,
LA JUNTA EXTRAORDINARIA Y CONSTITUYENTE. EL "LLENO DE
FACULTA- DES", LEY DE MINISTERIOS, LEY DE ELECCIONES,
SUPRESIÓN DE LOS CABILDOS, LEY DEL PODER EJECUTIVO.
1) LEY MINISTERIAL:
Creaba tres carteras: Gobierno, Hacienda y Guerra a cargo de ministros que
podían asistir a las sesiones de la Junta de Representantes para informar y ser
informados.
2) LEY de ELECCIONES:
Fue aprobada para duplicar el número de diputados de la Junta de Repre-
sentantes.
En Buenos Aires, serían convocadas por los alcaldes barrio para realizarse en
los a- trios de 8 parroquias.
Un cabildante abriría el acto electoral, nombrándose a pluralidad de votos un
presiden- te y 4 escrutadores, que recibirían de manera oral y pública los votos.
Se llevaría un registro en el que figurarían nombre y domicilio del votante y por
quién votaba.
Se sufragaría por lista completa.
Terminada la votación, los 8 presidentes de "mesa" llevarían sus registros al
Cabildo para, en presencia del alcalde de 1er. voto, realizar el escrutinio final.
En la campaña habría 12 secciones (se había incorporado Patagones que elegía
un di- putado).
La ley aceptaba el sufragio universal (todo hombre libre, natural del país o
avecindado, desde los 20 años o antes si estaba emancipado).
Los diputados durarían 2 años, renovándose por mitades anualmente (mayores
de 25 años y con alguna propiedad inmueble o industria). Podían ser reelectos.
Punto 3:
RECONVERSIÓN DEL CENTRALISMO, EL PARTIDO UNITARIO. EL
LIDERAZ- GO DE RIVADAVIA, SUS IDEAS, LAS REFORMAS. EL
LIBRECAMBIO IRRES- TRICTO. LA DEUDA NACIONAL, CREACIÓN DE LA
CAJA DE AMORTIZA- CIÓN DE FONDOS PÚBLICOS. LA HIPOTECA SOBRE
LAS TIERRAS PÚBLI- CAS, LA ENFITEUSIS. CREACIÓN DEL BANCO DE
BUENOS AIRES, CAU- SAS, OBJETIVOS, FUNCIONAMIENTO. EL
EMPRÉSTITO CON LA CASA BA- RING. AISLAMIENTO DE BUENOS AIRES.
ACTITUD FRENTE A LA OCUPA- CIÓN PORTUGUESA DE LA PROVINCIA
ORIENTAL. ABANDONO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA,
NEGATIVA DE APOYO A SAN MARTÍN.
Luego de la firma del Tratado del Cuadrilátero, Buenos Aires volvió a con- quistar la
primacía en el país, bajo la conducción de Bernardino Rivadavia, nombrado
ministro de Gobierno de Martín Rodríguez. El nuevo ministro lle- gaba prestigiado
por los conocimientos y relaciones adquiridas tras una permanencia de seis años en
Europa. Sus ideas apuntaban a la creación de un país moderno, mediante la
incorporación de los adelantos de la ciencia y de la técnica, la liberación del comercio
y la industria, y el fomento de las ar- tes, las letras y la inmigración. Su programa
cautivó a la clase "decente" de Buenos Aires, que lo erigió en "Padre de las Luces".
La concreción de aquel programa exigía el establecimiento del centralismo político
o unitarismo, sobre la base del predominio de Buenos Aires sobre un interior rudo
y bárbaro. Carente de fe en el pueblo, la obra civilizadora de- bía corresponder a
una élite ilustrada que realizaría las mejoras "desde arri- ba". Pero tal ideario se
iba a desarrollar sin la compenetración que siempre existió entre los caudillos y sus
pueblos y, lo que es más importante aún, con un gran desajuste entre los esquemas
racionales y culturales y la reali- dad.
Vuelto a Buenos Aires, Rivadavia se convirtió en jefe de lo que comenzó a
denominarse partido unitario, un grupo pequeño pero homogéneo (a diferen- cia de
los distintos matices que presentó el federalismo) que reunía a la cla- se "decente"de
Buenos Aires y de algunas provincias, entre los que se con- taban comerciantes del
puerto, muchos hacendados, profesionales y cléri- gos reformistas. En otras
palabras, los antiguos directoriales, incluída la Lo- gia.
En la Argentina de los años 1820 y 1830, unitarismo y federalismo no repre-
sentaban solamente una diferencia en cuanto a la forma de organizar el Esta- do,
sino dos concepciones diferentes frente a la vida.
UNITARIOS FEDERALES
Constituían la minoría culta, afincada Constituían la inmensa mayoría del
en Buenos Aires y algunas capitales del país, habitantes de las orillas de las
interior. ciudades y del ámbito rural. (1)
REFORMAS RELIGIOSAS:
La reforma religiosa tuvo por objeto:
Por eso, resultaba necesario para el gobierno de Londres encarar el tema del
reconocimiento de los nuevos Estados, a lo que era contrario el rey Jor- ge IV. La
forma de tratar ese tema fue diferente en los gobiernos de Castle- reagh y Canning.
Castlereagh se mostraba prudente y quería avanzar poco a poco. Pero, en
España se había producido en 1820 la revolución liberal de Riego y Fer- nando VII
se encontraba en manos de los liberales. La Santa Alianza se pre- paró entonces
para reponer al soberano español en su carácter de rey abso- luto y, en el Congreso
de Verona, se dispondría la intervención militar fran- cesa en el país vecino (los
"100 Mil hijos de San Luis"). Aquello significaba la posibilidad de que Fernando
fuera ayudado a recuperar sus colonias. Castlereagh parecía dispuesto a plantear
en Verona el tema del reconoci- miento de los nuevos Estados cuando, presa de una
crisis, se suicidó.
Fue sucedido por Wellington, poco conocedor de los intereses comer-ciales
británicos, que apoyó la intervención en España.
Al poco tiempo, lo reemplazó Canning, dispuesto a solucionar de una vez aquel
tema. Había escrito: "América española es libre, y si no la abandona-mos, será
inglesa".
El Banco:
Hacia 1821, tras haberse permitido la libre exportación de oro y plata, faltaba el
metálico. Se pensó en la creación de un Banco que emitiese papel mone-da. Sería
formado por los comerciantes exportadores de la plaza y apoyado por el gobierno.
A mediados de 1822 quedó constituído el Banco de Buenos Aires con un di-rectorio
integrado por comerciantes criollos e ingleses. Sus bases serían:
El empréstito:
El conceder empréstitos a los nuevos estados hispanoamericanos consti-tuyó una
defraudación del gobierno británico para con los pequeños ahorris-tas ingleses.
Canning sabía que esos estados eran insolventes y, más tarde o más temprano,
dejarían de cumplir con sus obligaciones. Entonces, queda-rían absolutamente en
manos del país acreedor a menos que quisiesen ex-ponerse a una intervención
armada británica.
La política de empréstitos y boicot a las ideas de unidad hispanoamericana
constituyeron las estrategias de dominación británica sobre el continente.
Los empréstitos que se negociaron otorgaron a Hispanoamérica (Santiago de Chile,
Bogotá, Buenos Aires, México y Lima), todos excepto el de Buenos Aires, tenían una
finalidad relacionada o con la defensa de la región o para finalizar la guerra de la
independencia (como en el caso de Perú y Colombia).
En la Buenos Aires comercial y un poco más pacífica, se destinó a:
El aislamiento:
Desde 1820, Buenos Aires se sumió en el aislamiento, concentrada exclusi- vamente
en sus problemas y en el plan de reformas rivadaviano. Ni la Banda Oriental, ni la
Al retornar al trono Fernando VII había declarado nulos todos los actos de las
Cortes de Cádiz, restableciendo el absolutismo. En enero de 1820, el e- jército que
se aprestaba a partir de Cádiz para reconquistar el Río de la Pla- ta se sublevó al
mando del teniente coronel Rafael del Riego. Fue imitado por la mayoría de las
guarniciones de España.
Ya nos hemos referido varias veces a la necesidad de San Martín -que podía disponer
de poco más de 7000 hombres- de contar con el Ejército del Norte para atacar por
el frente y la retaguardia a las numerosas fuerzas realistas existentes en el Perú y el
Alto Perú.
A efectos explicar su plan en las provincias rioplatenses, despachó en mayo de 1822
al coronel peruano Antonio Gutiérrez de la Fuente, que debía entre- vistarse con
Bustos en Córdoba y Martín Rodríguez en Buenos Aires.
Punto 4:
LAS MISIONES AL INTERIOR DE ZAVALETA, COSSIO Y LAS HERAS,
OBJE- TIVO. INVITACIÓN DE BUENOS AIRES PARA FORMAR UN
CONGRESO, LEY DICTADA POR SU LEGISLATURA EL 27 DE FEBRERO DE
1824, LA NEGA- CIÓN DEL PRINCIPIO FEDERATIVO AL PROPONER LA
PROPORCIONALI- DAD EN LA REPRESENTACIÓN. EL FEDERALISMO EN
BUENOS AIRES, LA DIVISIÓN EN LA CLASE PRINCIPAL, CAUSAS, LOS
HACENDADOS, OPOSI- CIÓN AL GOBIERNO. LEY DE LA LEGISLATURA
DE BUENOS AIRES DEL 13 DE NOVIEMBRE DE 1824.
El Tratado del Cuadrilátero había estipulado que "... si alguna provincia cre- yere ser
llegada la oportunidad de instalarse el Congreso General, se harían entre sí las
invitaciones correspondientes".
Como la antigua unión entre las provincias estaba rota, Buenos Aires envió al
interior misiones destinadas a señalar la conveniencia de reconstituirla.
Buenos Aires se seguiría rigiendo por sus propias instituciones hasta la sanción
de una constitución.
Buenos Aires se reservaba el derecho de aceptar o no la constitución.
La aceptación o no de dicha constitución debía realizarla la Junta de
Representantes totalmente renovada, elegidos sus integrantes exclusivamente para
ello.
Punto 5:
LA INDEPENDENCIA DEL BRASIL, REPERCUCIÓN EN LA PROVINCIA O-
RIENTAL, SUBLEVACIÓN DE MONTEVIDEO, FRACASO DE LA INSURREC-
CIÓN, CAUSAS. NUEVA INSURRECCIÓN, LA EXPEDICIÓN DE LOS "33 O-
RIENTALES", APOYOS Y ENEMIGOS EN BUENOS AIRES. EL CONGRESO
DE LA FLORIDA. DECLARACIÓN DEL 25 DE AGOSTO DE 1825.
ACEPTACIÓN DEL CONGRESO DE LAS PROVINCIAS UNIDAS,
CONSECUENCIAS.
La siguiente secuencia conduce a la guerra entre Argentina y Brasil
Independencia de Brasil:
1) Ciertas amistades entre las que se destacaba José Bonifacio de Andrada e Silva.
2) Razones sentimentales (su romance con la paulista Domitila de Castro).
3) Las noticias de que las Cortes portuguesas proyectaban dividir Brasil en cuatro
regio- nes autónomas para satisfacer a los regionalismos (Río Grande do Sul,
Pernambuco).
La sublevación de Montevideo:
Casi no hubo derramamiento de sangre entre brasileños y portugueses. Los centros
de resistencia fueron rápidamente aplastados y el príncipe de Bra- gança fue
coronado como emperador con el nombre de Pedro I.
El problema mayor -como ya hemos visto- se produjo en Montevideo, donde el
coronel Álvaro da Costa era "portuguesista". Cuando se alzó contra Lecor y declaró
que el Congreso "cisplatino" de 1821 había sido una farsa, muchos orientales se
aprestaron para sublevarse. Estanislao López y Lucio Mansilla pidieron armas y
dinero para intervenir, pero el gobierno de Buenos Aires no se movió, limitándose a
enviar a Valentín Gómez para solicitar a Pedro I la restitución de la provincia
oriental. El tímido pedido fue rechazado, como ya hemos expresado.
Punto 6:
CONGRESO DE 1824. LEY FUNDAMENTAL, ANÁLISIS. EL BANCO NACIO-
NAL. LEY DE CONSULTAS, FINALIDAD, CUMPLIMIENTO DE LA MISMA.
EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN, DEBATES SOBRE LA SUSPENSIÓN
DEL E- JERCICIO DE LA CIUDADANÍA Y SOBRE LA FORMA DE ESTADO.
LA CONS- TITUCIÓN DE 1826.
En diciembre de 1824 inauguró sus sesiones el Congreso; entre los diputa- dos
figuraba el de Misiones que, prácticamente, no existía como provincia. Más tarde se
agregarían representantes de Tarija y la Banda Oriental.
A poco de instalado, el Congreso aprobó la Ley Fundamental, cuyo proyecto había
sido presentado por el diputado Francisco Acosta de Corrientes.
LEY FUNDAMENTAL
Constituía la base para el trabajo del Congreso.
El Banco Nacional:
Cuando el Banco de Descuentos debió ir al "curso forzoso", el Congreso sancionó la
Ley del Banco Nacional de las Provincias Unidas que salió en su auxilio, aunque
creando una entidad nueva. De ese modo, Las Heras dejó de contar con el sobrante
del empréstito, que pensaba emplear en la guerra con el Brasil.
La ley estableció que el nuevo banco tendría un capital de 10 millones de pe- sos,
repartidos entre:
No fue así. El único dinero real fueron los tres millones que puso el Estado. Además,
el liberalismo que profesaban los miembros del Congreso les hacía ser enemigos de
la iniciativa estatal. Por eso, el Estado sólo tendría 30 votos en las asambleas, contra
un voto por cada acción de $ 20 de los privados.
El Banco Nacional recibía todos los privilegios de su antecesor, ahora exten- didos a
nivel nacional. Con un banco que no manejaba, Argentina empezó la guerra con
Brasil.
La Ley de Consultas:
Conforme a lo establecido en la Ley Fundamental, las provincias debían a- probar
la Constitución para que entrase en vigencia. Por eso, se resolvió re- alizar una
encuesta entre ellas, sancionándose la Ley de Consultas que esta- blecía:
1) Las legislaturas provinciales debían pronunciarse acerca de "la base sobre la que
iba a formarse la Constitución".
RESULTADOS DE LA ENCUESTA
(tardaron un año en conocerse)
7 provincias se pronunciaron por el federalismo.
3 provincias se pronunciaron por el unitarismo.
El resto lo constituían las que dejaban la resolución en manos del Congreso, las que
a- ún no se habían organizado como provincias (Misiones) y las que habían dejado de
existir como tales (Buenos Aires por la Ley de Capitalización).
La Constitución: Es preciso tener en cuenta que al iniciarse los debates Ri- vadavia
ya era presidente de la República.
CONSTITUCIÓN DE 1826
PODER LEGISLATIVO: bicameral.
Cámara de Representantes: diputados elegidos directamente a razón de uno
cada 15.000 habitantes o fracción no menor a la mitad. Debían acreditar 7 años
de ciudada- nía, 25 años de edad y una renta de 4.000 pesos o profesión o arte
útiles. Tendría la ini- ciativa en materia impositiva y podría acusar ante el
Senado al presidente, ministros, le- gisladores y miembros de la Alta Corte de
Justicia.
Senado: dos senadores por cada provincia y dos por la capital. Los elegía una
junta electoral de 11 miembros que votarían dos nombres (uno debía ser de fuera
de la provin- cia). Durarían nueve (9) años y se renovarían por tercios cada
trienio. Debían tener 35 años y una renta de 10.000 pesos o profesión capaz de
producirla.
FIN DE LA BOLILLA VI
Bolilla VII
1. LEY DE PRESIDENCIA, FUNDAMENTOS Y OPOSICIÓN, FORMA EN
QUE FUE VOTADA, ELECCIÓN DEL PRESIDENTE, REACCIÓN DE LAS
PROVINCIAS. LEY DE CAPITALIZACIÓN, DISOLUCIÓN DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES. LAS SOCIEDADES MINERAS Y DE
COLONIZACIÓN, CONSOLIDACIÓN DE LA DEUDA, LEY DE
ENFITEUSIS.
2. GUERRA CIVIL, EL EJÉRCITO PRESIDENCIAL. LAS PROVINCIAS
DESCONOCEN AL GOBIERNO Y AL CONGRESO. PACTO DE
HUANACACHE, LA LIGA DE GOBERNADORES DE ABRIL DE 1827. LA
MISIÓN DEL MINISTRO GARCÍA A RÍO DE JANEIRO, EL TRATADO
CON EL BRASIL, RECHAZO ARGENTINO. RENUINCIA DE RIVADAVIA,
LEY DEL 3 DE JULIO DE 1827.
3. DISOLUCIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL, LA CONVENCIÓN DE
SANTA FÉ. DORREGO GOBERNADOR DE BUENOS AIRES. PACTOS
INTERPROVINCIALES. RESTAURACIÓN DE LA UNIDAD
FEDERATIVA. INTENTOS POR CONTINUAR LA GUERRA CON EL
BRASIL, DIFICULTADES, EL ACUERDO PRELIMINAR DE PAZ.
4. LA IMPOSICIÓN DE LAS ARMAS, DERROCAMIENTO DEL
GOBERNADOR, GOBIERNO DE FACTO EN BUENOS AIRES, 1 DE
DICIEMBRE DE 1828. FUSI- LAMIENTO DE DORREGO. LA POLÍTICA
DEL TERROR. ACTITUD DE LA CONVENCIÓN REUNIDA EN SANTA FÉ,
AUTORIDAD NACIONAL. GUERRA ENTRE "DECEMBRISTAS" Y
NACIONALES. INVASIÓN DEL GENERAL PAZ A LA PROVINCIA DE
CÓRDOBA, DERROCAMIENTO DE BUSTOS, LA GUERRA EN EL
INTERIOR.
La Ley de Duplicación de Diputados fue otra de las maniobras del grupo u- nitario,
que fueron enturbiando el clima de confianza generado por la Ley Fundamental.
Aunque la proporción se mantenía, la mayoría de las provin- cias no estaba en
condiciones económicas para pagar el viaje, hospedaje y viáticos de los nuevos
diputados, por lo que muchas optaron por elegir por- teños para que las
representasen.
Ley de Capitalización:
En su discurso inaugural, Rivadavia expresó quel presidente y el Congreso debían
tener una residencia bajo su jurisdicción exclusiva. Al día siguiente, envió el
proyecto de ley de capitalización, al tiempo que declaraba que esta- ban bajo su
mando todas las fuerzas militares provinciales que dependían de los gobernadores.
Las Heras protestó. Pedro Ferré, de Corrientes, se pa-só al partido federal.
La ley establecía:
LEY de CAPITALIZACIÓN
Buenos Aires sería la capital del Estado.
Estaría bajo la autoridad del presidente y el Congreso.
Los establecimientos públicos se convertían en "nacionales".
Se "nacionalizaba" el territorio comprendido por el puerto de Tigre, el límite
señalado por el río Reconquista hasta el Puente de Márquez y, de allí, una línea recta
hasta la Ensena- da de Barragán.
Con el resto de la ex-provincia de Buenos Aires se haría una provincia (luego, se
proyec- tarían dos: "del Paraná" y "del Salado").
Dicho territorio también quedaba, por el momento, bajo jurisdicción nacional.
La consolidación de la deuda:
Una semana después de asumir Rivadavia la presidencia, el Congreso apro- bó la
Ley de consolidación de la deuda, que declaraba nacional el emprésti- to contratado
por la provincia de Buenos Aires y aumentaba su garantía con todas las tierras y
bienes inmuebles de las provincias, que pasaban a ser nacionales. La expresión "...y
demás bienes inmuebles" que contenía la ley, se refería al subsuelo, es decir, las
Ley de "enfiteusis":
Esta ley consideraba toda la tierra pública del país propiedad de la Nación.
LEY DE "ENFITEUSIS"
Se concedían tierras por 20 años renovables a perpetuidad.
Cada 10 años, un "jury" de vecinos tasaría las tierras a efectos de fijar el canon.
Los campos de pastoreo pagarían el 8% anual y los de laboreo el 4%.
No decía nada sobre la obligación de poblar.
Juan José Passo expresó: "creo que no es conveniente que haya grandes propietarios
y un montón de gente pobre a su alrededor". Se refería a las grandes parcelas concedidad.
La ley sólo se aplicó en la provincia de Buenos Aires.
Para concluir: las provincias habían recibido con beneplácito y esperanzas la Ley
Fundamental. Las maniobras del grupo unitario y las leyes posterio- res
destruyeron aquella confianza. En realidad, buena parte del interior vivía en guerra
civil desde 1825.
En efecto, comisionado por Las Heras, Gregorio de Lamadrid había marcha- do al
norte para reunir los contingentes militares destinados a combatir con- tra Brasil
eventualmente. Lamadrid empleó aquellas fuerzas para derribar al gobierno de
Tucumán y aprestarse a atacar a los gobiernos federales de Córdoba (Bustos) y
Santiago del Estero (Ibarra).
El Congreso no hizo ni dijo nada. Para los planes unitarios, era conveniente que se
crearan situaciones políticas favorables en el interior. Finalmente, Juan Facundo
Quiroga derrotó a Lamadrid y se convirtió en el árbitro del no- roeste.
En medio de esta situación, llegó la designación de Rivadavia como presi- dente de
la República, la curiosa interpretación de la Ley de Consultas y, por último, la
Constitución de 1826. El interior rechazó todo aquello.
Con total falta de tacto político, el Congreso remitió comisionados a las pro- vincias,
procurando convencer a los gobernadores para que aceptaran la Constitución.
Resultó un desastre.
Esta era la situación del país mientras se iniciaba la guerra con Brasil.
Punto 2:
GUERRA CIVIL, EL EJÉRCITO PRESIDENCIAL. LAS PROVINCIAS DESCO-
NOCEN AL GOBIERNO Y AL CONGRESO. PACTO DE HUANACACHE, LA
LIGA DE GOBERNADORES DE ABRIL DE 1827. LA MISIÓN DEL MINISTRO
GARCÍA A RÍO DE JANEIRO, EL TRATADO CON EL BRASIL, RECHAZO
AR- GENTINO. RENUINCIA DE RIVADAVIA, LEY DEL 3 DE JULIO DE 1827.
PACTO de HUANACACHE
Se resaltaba la intención de seguir trabajando por la organización nacional.
Se comprometían a mediar para poner fin a la guerra civil.
Se proponían intensificar la guerra con Brasil.
Acordaban defenderse mutuamente de posibles agresiones.
Se proponían defender la religión católica (los unitarios eran vistos como ateos e
irreli- giosos, y en la bandera negra de Quiroga figuraba la expresión "Religión o
Muerte".
Quiroga, por su parte, marchó otra vez contra Lamadrid, volviendo a vencer- lo en
el Rincón de Valladares. Al influjo de esta victoria, se alzaron los fede- rales en el
norte y, mientras los jefes unitarios escapaban hacia Bolivia, se impuso Pablo
Latorre, antiguo lugarteniente de Güemes.
En tanto se iban sucediendo las declaraciones de las legislaturas provincia- les
desconociendo la autoridad de Rivadavia y la Constitución de 1826, Bus- tos propuso
la formación de una "Liga de Gobernadores", en abril de 1827.
Muchos pensaron que una guerra triunfante contra las Provincias Unidas del Río
de la Plata daría a Brasil la cohesión de que carecía. Para cubrirse, Pedro I prometió
a Gran Bretaña negociar la prórroga de un tratado firmado en 1810 entre
Porutugal y Londres (que convertía a Brasil en colonia econó- mica de los ingleses)
y abolir en cuatro años la trata de esclavos. Entonces, declaró la guerra a las Pcias.
Unidas, que habían aceptado en su seno a la Banda Oriental (diciembre de 1825).
Canning no tardaría en mostrar los reales designios de Gran Bretaña: una guerra
con resultado "tablas" y la Banda Oriental convertida en un estado independiente.
Durante la primera parte de la guerra no se produjeron acciones de impor- tancia,
con excepción de algunos combates navales en el Río de la Plata, destinados a
romper el bloqueo de la poderosa escuadra brasileña. La va- lentía del almirante
Brown y su conocimiento del río, le permitieron afrontar con escasos barcos mal
armados al enemigo en Colonia, Los Pozos y Quil- mes, registrándose pérdidas
equilibradas en ambos bandos.
En setiembre de 1826, arribó al Atlántico Sur Lord Ponsonby, para manifes- tar
claramente a los beligerantes el deseo británico de crear un Estado inde- pendiente
en la Banda Oriental y obtener la libre navegación de los ríos inte- riores del Plata.
Mientras el grupo gobernante en Buenos Aires deseaba fervientemente la paz, el
emperador Pedro I no podía aceptarla en aquellos términos, por lo que prefirió la
firma de un tratado de comercio con Gran Bretaña bastante humillante para el
Brasil y la promesa de la supresión del tráfico de escla- vos, a fin de ganar tiempo
sin ponerse a Gran Bretaña en contra.
Al reiniciarse las operaciones, las fuerzas republicanas bajo el mando de Carlos de
Alvear tomaron la ofensiva y obtuvieron una serie de victorias en los combates de
Bacacay, Ombú y Camacuá. El 20 de febrero de 1827, Al- vear derrotó a los
imperiales en la batalla de Ituzaingó. Paralelamente, los argentinos vencían en el
combate naval de Juncal y en la acción de Carmen de Patagones, base de los
corsarios republicanos, que fue atacada sin éxito por mar y tierra.
No obstante las ventajas obtenidas, el gobierno rivadaviano deseaba urgen- temente
la paz, con el objeto de destinar las fuerzas militares a la misión de imponer en el
interior la autoridad presidencial y la Constitución unitaria. Frente a la presión de
Lord Ponsonby, Manuel José García fue enviado a Río de Janeiro a efectos de
conseguirla "a cualquier precio". El Tratado que fir- mó en la capital del Imperio
establecía:
Punto 3:
DISOLUCIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL, LA CONVENCIÓN DE SANTA
FÉ. DORREGO GOBERNADOR DE BUENOS AIRES. PACTOS
INTERPROVINCIA- LES. RESTAURACIÓN DE LA UNIDAD FEDERATIVA.
INTENTOS POR CON- TINUAR LA GUERRA CON EL BRASIL,
DIFICULTADES, EL ACUERDO PRE- LIMINAR DE PAZ.
Por un lado, los celos entre Bustos y Dorrego, pues ambos querían ser
presidentes de la República.
Por otro, la negativa de Corrientes a integrar la Convención Nacional si
Misiones era re- conocida provincia.
Finalmente, sin tener aún el número total de diputados, la Convención de- bió
reunirse para considerar el Tratado de Paz con Brasil.
Punto 4:
LA IMPOSICIÓN DE LAS ARMAS, DERROCAMIENTO DEL GOBERNADOR,
GOBIERNO DE FACTO EN BUENOS AIRES, 1 DE DICIEMBRE DE 1828. FUSI-
LAMIENTO DE DORREGO. LA POLÍTICA DEL TERROR. ACTITUD DE LA
CONVENCIÓN REUNIDA EN SANTA FÉ, AUTORIDAD NACIONAL. GUERRA
ENTRE "DECEMBRISTAS" Y NACIONALES. INVASIÓN DEL GENERAL
PAZ A LA PROVINCIA DE CÓRDOBA, DERROCAMIENTO DE BUSTOS, LA
GUERRA EN EL INTERIOR.
La paz con Brasil fue mal recibida por el Ejército. Después de las victorias
alcanzadas, la Banda Oriental se perdía. Los dirigentes unitarios más impor- tantes
(Agüero, Valentín Gómez, Juan Cruz Varela, Salvador María del Carril) decidieron
aprovechar aquel descontento, influyendo en el ánimo de algunos oficiales,
presentando a Dorrego como el principal responsable de la pérdi- da de la provincia
oriental.
Al retornar las tropas, todo el mundo sabía que éstas venían alzadas contra Dorrego.
Sólo el gobernador no creía posible aquella eventualidad y, deso- yendo los consejos
de Juan Manuel de Rosas (nombrado Comandante Gene- ral de la Campaña),
permaneció en la ciudad.
El 1 de diciembre de 1828, las fuerzas de la 1ª. División, comandadas por el general
Juan Lavalle, marcharon sobre la Plaza Mayor. Ante la evidencia de los hechos,
Dorrego escapó a la campaña.
Los unitarios organizaron entonces una asamblea popular, que se celebró en la
capilla de San Roque. Los asistentes consideraron depuesto a Dorrego y, en un
simulacro de elección (votaron levantando sus sombreros), designa- ron gobernador
a Lavalle.
Desoyendo nuevamente a Rosas que le aconsejaba reunirse con Estanislao López en
Santa Fé, Dorrego se propuso resistir en la campaña bonaerense, pero las milicias
aún desarmadas fueron dispersadas en Navarro por las tro- pas veteranas de
Lavalle.
Cuando se dirigía a San Nicolás, el gobernador depuesto fue apresado por fuerzas
que creía leales y trasladado a Navarro.
Mientras familiares y amigos de Dorrego conseguían la promesa del gober- nador
delegado Guillermo Brown de que el prisionero sería desterrado, los principales
dirigentes unitarios insistieron en sus cartas a Lavalle para que dispusiera su
ejecución.
En Navarro, Lavalle ordenó el fusilamiento de Dorrego (12 de diciembre de 1828).
A continuación, siguió una violenta represión que, en la campaña, ad- quirió un tono
salvaje. En la ciudad, Juan Ramón Balcarce, Felipe Arana, To- más Manuel de
Punto 5:
EL SITIO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. RECHAZO DEL GENERAL
SAN MARTÍN. DERROTA DE LOS "DECEMBRISTAS". ROSAS JEFE DEL
EJÉRCI- TO SITIADOR, TRATATIVAS DE PAZ. EL PACTO DE CAÑUELAS,
EL ACUER- DO RESERVADO, FRACASO. EL PACTO DE BARRACAS, EL
TRIUNFO FEDE- RAL.
Mientras López se retiraba lentamente hacia Santa Fé, Rosas apretaba el cer- co de
Buenos Aires.
Aprovechando que San Martín se hallaba aún en el Plata, Lavalle le envió dos
emisarios ofreciéndole el gobierno de Buenos Aires como prenda de paz y unión
entre los argentinos, con la condición de que dictara una amplia am- nistía.
El general se negó, y los emisarios explicaron que la razón de la negativa ra- dicaba
en las ideas monárquicas de San Martín. Pero, en cartas a O'Higgins y Guido, el
Libertador explicó las verdaderas razones de su proceder. Al pri- mero le dijo que
el grado de exaltación que se creó a partir de la revolución de diciembre de 1828 sólo
desaparecería con el exterminio de uno de los partidos en pugna. Acusaba a
continuación a Rivadavia y su grupo de innu- merables males y calificaba de
PACTO de CAÑUELAS
Cesarían las hostilidades.
Se elegiría una nueva Junta de Reprsentantes que designaría al gobernador.
Lavalle velaría por el orden en la ciudad y Rosas en la campaña.
Los gastos del ejército federal serían pagados por el gobierno y los oficiales federales
tendrían el mismo rango que los unitarios.
Nadie sería perseguido por su conducta y opiniones políticas.
Reservadamente, acordaron presentar una lista única para las elecciones y, después
de ponerse de acuerdo en los nombres que la formarían, decidieron que el
gobernador sería Félix de Álzaga.
No obstante, el pacto no fue bien recibido por los más intransigentes unita- rios
(Alvear, Del Carril, Díaz Vélez, Valentín Gómes, Valentín Alsina), que pre- sentaron
una lista totalmente partidaria. Los alentaba la noticia de que Paz había vencido a
Facundo Quiroga en La Tablada.
CAPITULACIÓN de BARRACAS
El general Juan José Viamonte era designado gobernador provisorio de la
provincia.
Tendría bajo sus órdenes todas las fuerzas militares de la misma.
Lo asesoraría un "senado consultivo" de 24 miembros (5 serían figuras importantes
de la Justticia, la Iglesia, el Consulado y el Ejército; 19 serían elegidos por el
goberandor).
Punto 6:
RESTABLECIMIENTO DE LA JUNTA DE REPRESENTANTES EN BUENOS
AI- RES. ELECCIÓN DE JUAN MANUEL DE ROSAS COMO GOBERNADOR,
LAS FACULTADES EXTRAORDINARIAS. PACIFICACIÓN DE LA
PROVINCIA. LA SITUACIÓN DE LAS DEMÁS PROVINCIAS. EL RECESO DE
LA CONVENCIÓN NACIONAL. LA LIGA DEL GENERAL PAZ, EL TRATADO
DEL 31 DE AGOSTO DE 1830.
Los esfuerzos de Viamonte por pacificar Buenos Aires tropezaron ahora con la
intolerancia de los federales prominentes que, desoyendo los pedidos de Rosas a la
moderación, deseaban tomarse desquite. Lavalle, designado co- mandante de la
caballería provincial, se marchó al Estado Oriental.
Otra de las dificultades que el gobernador provisorio debió afrontar fue la
designación de la Junta de Representantes. Viamonte prefería convocar a e-
lecciones, pero el clima imperante le aconsejó consultar a Rosas, que había logrado
pacificar la campaña. Rosas se pronunció a favor de la propuesta de restaurar la
Junta que había elegido a Dorrego, lo que fue aceptado por el gobernador
provisorio.
Sin embargo, el intento del comandante de la "Guardia del Salto" de pasarse a Paz,
volvió a encrespar los ánimos, por lo que la Junta de Representantes votó por
otorgar al gobernador que debía elegir las "facultades extraordina- rias"
indispensables para desempeñar su cometido. Rosas, es electo por 33 votos contra 1
y es saludado como "Restaurador de las Leyes" (diciembre de 1829).
Procurando prservar el orden, Rosas mantuvo como ministros a Balcarce, Guido y
Manuel García. El ministro inglés en Buenos Aires, Parish, hizo pú- blica en Gran
Bretaña su confianza.
Pero las críticas de los unitarios y las sospechas de que conspiraban lleva- ron a
Rosas a aplicar las "facultades extraordinarias", mandando fusilar a un oficial
comprometido en el intento de la "Guardia del Salto" y arrestar a va- rios unitarios
conocidos. Al renovarse la mitad de la Junta a mediados de 1830, las "facultades
extraordinarias" fueron ampliadas, con el sólo límite de no celebrar tratados.
No parecía existir auténtica armonía entre los tres máximos jefes federales: López,
Rosas y Quiroga o, al menos, no veían a Paz de la misma manera. Por eso -para furia
de Quiroga- una misión cordobesa (Bedoya-La Torre) firmó en Santa Fé y Buenos
Aires acuerdos de "unión y amistad" y una misión porte-ña (Cavia-Cernadas) partió
para mediar entre el "Tigre de los Llanos" y Paz.
Sin embargo, en medio de las negociaciones, Paz cayó sobre Quiroga que había
vuelto a invadir Córdoba y lo derrotó en Oncativo. Quiroga logró sal-varse,
escapándose a Buenos Aires en el carruaje de Cavia y Cernadas. La victoria de los
unitarios desató, también en el interior, una feroz represión contra los federales.
Bolilla VIII
1. LAS PROVINCIAS LITORALES FRENTE AL SUPREMO PODER
MILITAR, TRATATIVAS PARA FORMAR UNA LIGA, PACTOS
PRELIMINARES, REUNIÓN EN SANTA FÉ EN JUNIO DE 1830, EL
PROYECTO DE PACTO DEL REPRESENTANTE DE CORRIENTES
PEDRO FERRÉ, CREACIÓN DE UNA COMISIÓN REPRESENTATIVA DE
LAS PROVINCIAS LITORALES, FUNCIONES ECONÓMICAS QUE LE
ASIGNA A LA MISMA, LA CONVOCATORIA A UN CONGRESO
CONSTITUYENTE. POSICIÓN DE BUENOS AIRES Y SANTA FÉ ANTE LA
PROPUESTA DE FERRÉ. FRACASO DE LAS TRATATIVAS. ROSAS Y
LÓPEZ, AFIRMACIÓN DE LA UNIDAD, NUEVAS NEGOCIACIONES,
FIRMA DEL PACTO.
2. EL PACTO DEL 4 DE ENERO DE 1831, ANÁLISIS DE SUS CLÁUSULAS,
LOS PRINCIPIOS UNIFICADORES, LAS OBLIGACIONES DE LOS
CONTRATANTES, LAS VALLAS PARA EVITAR SEGREGACIONES, LA
COMISIÓN REPRESENTATIVA, DIFERENCIAS CON EL PROYECTO DE
FERRÉ, FUNCIONES DE LA MISMA.
3. DERROTA DE LA LIGA DEL GENERAL PAZ. ADHESIÓN DE TODAS LAS
PROVINCIAS AL PACTO DEL 4 DE ENERO DE 1831. LA
A continuación, Ferré firmó acuerdos similares con Buenos Aires y Entre Rí- os. En
julio de 1830, se reunieron en Santa Fé los comisionados de las cua- tro provincias:
Pero, en el anteproyecto de Ferré existían algunos puntos que Roxas y Pa- trón no
se atrevió a aceptar por falta de instrucciones. Ellos eran:
Al reunirse, en julio de 1830, Ferré y Roxas y Patrón fueron encargados por los
otros dele- gados de la redacción del anteproyecto de Pacto litoral. Para el
correntino, la Comisión Re- presentativa no sólo tendría la función de convocar al
Congreso que organizara federativa- mente el país, sino arreglar el comercio
exterior y la navegación de los ríos Paraná y Uru- guay.
Roxas y Patrón sostuvo que el proteccionismo:
1) Crearía dificultades a la ganadería bonaerense y terminaría por impedir a
Buenos Aires hacerse cargo de los gastos nacionales.
La polémica mostró un Rosas (por quien hablaba Roxas y Patrón) partidario del
librecambismo, ya que Buenos Aires carecía de industrias. En lo que respecta al
reparto de las rentas de la Aduana, era preciso tener en cuenta que esta provincia
se hacía cargo de las relaciones exteriores, el ejército, la marina y la deuda externa.
Rosas terminó aceptando la Comisión Representativa, pero Ferré insistía con sus
argumentos. Urgidos por el tiempo, Buenos Aires, Santa Fé y Entre Ríos firmaron
el Pacto Federal el 4 de enero de 1831.
PACTO FEDERAL
Los firmantes ratificaban todos los tratados anteriores respecto de la mutua unión
y a- mistad.
Resistirían cualquier invasión extranjera a cualquier provincia argentina.
Se unían en alianza ofensiva y defensiva.
Se comprometían a no firmar tratados por separado; pero lo aceptarían si dichos
trata- dos no perjudicaban a alguna de las provincias firmantes.
Se obligaban a que ninguno de sus habitantes ofendiera al gobierno o habitantes de
las otras y a no dar asilo a ningún criminal que huyera de las otras.
Los habitantes de las provincias signatarias podrían entrar y transitar libremente
por el territorio de las otras y pagarían los mismos derechos de importación y
exportación que los naturales de ellas.
Si por ley de una de las tres provincias se exceptuaba la prohibición de que un
ciudada- no de otra provincia ejerciera la primera magistratura, el beneficio se
extendería a las otras dos.
Si otra provincia quería entrar en la Liga se necesitaba el consentimiento de las tres
fe- deradas.
Se socorrería con todos los recursos militares posibles a cualquiera de las tres
provin- cias que fuera atacada por otra ajena al Pacto. Las fuerzas auxiliares obrarían
con sujeción al gobierno de la provincia auxiliada al pisar su territorio.
Punto 2:
EL PACTO DEL 4 DE ENERO DE 1831, ANÁLISIS DE SUS CLÁUSULAS, LOS
PRINCIPIOS UNIFICADORES, LAS OBLIGACIONES DE LOS CONTRATAN-
TES, LAS VALLAS PARA EVITAR SEGREGACIONES, LA COMISIÓN
REPRE- SENTATIVA, DIFERENCIAS CON EL PROYECTO DE FERRÉ,
FUNCIONES DE LA MISMA.
Punto 3:
DERROTA DE LA LIGA DEL GENERAL PAZ. ADHESIÓN DE TODAS LAS
PROVINCIAS AL PACTO DEL 4 DE ENERO DE 1831. LA CONFEDERACIÓN
ARGENTINA. PROBLEMAS CON LA COMISIÓN REPRESENTATIVA,
OPOSI- CIÓN DE ROSAS SOBRE LA MISMA, CAUSAS DE SU DISOLUCIÓN.
LAS RELACIONES EXTERIORES DE LA CONFEDEARACIÓN, LAS BASES
DEL ESTADO NACIONAL.
El envío de Facundo Quiroga -que aún permanecía en Buenos Aires- al fren- te de
una división destinada a operar en Cuyo, precipitó la guerra. El 15 de febrero de
1831, la Comisión Representativa, recién establecida, declaró la guerra a la Liga
Unitaria y nombró a Estanislao López general en jefe del E- jército federal.
Quiroga tomó Río Cuarto y, penetrando en Ciuyo, venció a los unitarios en
Rodeo del Chacón, comenzando a extender su dominio sobre las provin- cias
andinas.
Paz, en tanto, intentó evitar la unión de los ejércitos de Buenos Aires y Santa Fé,
por lo que marchó decididamente sobre López. Sin embargo, fue aprisionado
cuando se aproximó imprudentemente a una partida que creyó de los suyos en el
paraje de El Tío. Fue trasladado a Santa Fé y luego a Lu-ján.
Como por entonces una división del ejército de Buenos Aires, al mando del
general Ángel Pacheco, había derrotado al unitario Juan Esteban Peder- nera en
Fraile Muerto, el antiguo ejército de Paz quedó muy disminuido. Ha- biendo sido
elegido Gregorio de Lamadrid en sustitución del jefe prisionero, éste dispuso el
repliegue hacia Tucumán.
Bedoya y Vélez Sársfield, delegados del gobierno de Córdoba, firmaron con
López el Pacto de Calchín, por el que Córdoba se adhería al Pacto Fe- deral,
Una vez que Felipe Ibarra recuperó el control de Santiago del Estero, la su- ya fue
la primera provincia en adherir al Pacto Federal. La siguió Córdoba y, en agosto de
1831, Corrientes. Finalmente, todas las provincias accedieron, dando vida a la
Confederación Argentina, a partir de dos leyes de cada una de ellas:
Enviado por Rosas, para solicitar a Santa Cruz que internase a los unitarios
argentinos lejos de su frontera (no fue recibido), anunció en las provincias del norte
la inminencia del Congreso. Ibarra, creyendo que Cavia expresaba la opinión de
Rosas, escribió a éste. Sin embargo, Rosas manifestó en su respuesta al santiagueño
que "aquel era el momento menos a propósito pa- ra reunir un Congreso". No creía
que el país se hallara realmente en orden y tranquilidad.
1º) Por no haberle devuelto un famoso caballo moro, que los llaneros riojanos creían
que aconsejaba al "Tigre".
2º) Por entender que López la había arriesgado en La Ciudadela sin enviarle
auxilios.
Movido por aquellos sentimientos, Quiroga envió la carta de López a Rosas, pero
éste lo tranquilizó expresando que el santafesino se encontraba some- tido a nefastas
influencias (Cullen).
Finalizada la guerra, López no quiso cumplir su promesa de disolver la Co- misión
Representativa. Entonces, Quiroga recibió cartas escritas a vecinos de Catamarca
y La Rioja por dos de los miembros de la Comisión: Manuel Leiva (Corrientes) y
Juan Bautista Marín (Córdoba). Ambos, representantes del federalismo
"doctrinario", instaban a oponerse a la política de Rosas, que sólo "representaba el
bien para Buenos Aires y la ruina para el resto de la Repúlica".
Furioso, Quiroga escribió a Marín acusándolo de querer introducir la desu- nión.
Pero López no quiso enfrentarse con Rosas y Quiroga y retiró a su re- presentante
en la Comisión Representativa -lo mismo había hecho Buenos Aires-. Cuando sólo
quedó Leiva, la Comisión se disolvió (julio de 1832).
Cediendo a las opiniones de la "parte más influyente e ilustrada" de la po- blación,
Rosas devolvió en mayo de 1832 las "facultades extraordinarias". Cumplido su
mandato en diciembre, fue reelecto varias veces, pero declinó el nombramiento. La
Junta de Representantes eligió entonces a Juan Ra- món Balcarce gobernador de la
provincia de Buenos Aires.
Punto 4:
LA UNIÓN RIOPLATENSE. POSICIÓN DE ROSAS SOBRE LOS PUEBLOS
SEGREGADOS DE LA ANTIGUA UNIÓN. EL SEPARATISMO. DERROCA-
MIENTO DE ORIBE, EL PARTIDO MONTEVIDEANO. EL AISLAMIENTO
DEL PARAGUAY. LOS EMIGRADOS ARGENTINOS, SU POSTURA FRENTA
A LA UNIDAD RIOPLATENSE. LA POLÍTICA DEL BRASIL.
Uruguay:
En el año 1830, Fructuoso Rivera fue electo presidente del Uruguay por la "gran
familia" de los Obes que dominaba el Congreso oriental. Se trataba de un grupo
formado por los Obes y sus cuñados y algunos personajes vincu- lados a la familia,
unidos por lazos familiares, políticos y masónicos. Los nombres más importantes
del grupo eran Lucas Obes, Nicolás Herrera, Jo- sé Ellauri, Luis Lamas y Santiago
Vázquez.
Juan Antonio Lavalleja, que había sido desplazado por Rivera en la simpa- tía de
la "gran familia", realizó varios intentos infructuosos de sublevación, pero debió
En 1836, Rivera se alzó en armas acompañado por Juan Lavalle. Pero, derro- tado,
se refugió en Río Grande do Sul.
Uruguay:
Rivera invadió territorio uruguayo pero, al inicio, sufrió un par de derrotas a manos
de las fuerzas de Oribe. Sin embargo, a principios de 1838, los fran- ceses que
bloqueaban Buenos Aires pactaron con él. Con armas y dinero, Rivera logró vencer
en la batalla del Palmar.
Poco después, se firmó el Compromiso de Cangüé, entre representantes de Rivera,
Lavalle y Río Grande. Por él, el caudillo oriental prometía alternar la presidencia
del Estado con la comandancia general de la campaña, mientras durase la guerra
entre Brasil y la República de Río Grande. Ávido de dinero, Rivera se hizo pagar
por los "caramurús" para no cumplir con lo pactado en Cangüé.
En Río Grande, en tanto, Bento Gonçalves consiguió escapar de la prisión imperial
y se convirtió en presidente de la República, pero transformado en títere de la
masonería. Los masones, por su parte, trajeron para desempe- ñarse como jefe de
la escuadra riograndense al aventurero italiano Giuse- ppe Garibaldi, que colaboró
en el apoderamiento de Santa Catarina.
Despué de la derrota de sus fuerzas en el Palmar, Oribe sólo contaba con
Montevideo y Paysandú. El resto del país era dominado por Rivera.
Los representantes diplomáticos de Gran Bretaña y Francia mediaron, pro-
poniendo que el Uruguay se mantuviera así dividido hasta la terminación del
período presidencial de Oribe. Pero Rivera exigió su renuncia. Por entonces,
comenzaron a emplearse los nombre de "blancos" (partidarios de Oribe) y
"colorados" (partidarios de Rivera).
Entonces, los franceses decidieron las acciones a favor de su aliado Rivera. Por un
incidente insignificante en el puerto de Montevideo, en el que resul- taron heridos
dos marineros franceses, presentaron a Oribe un ultimatum, que terminó con el
bloqueo francés de aquel puerto. Aunque el presidente a- ceptó casi todas las
condiciones, los franceses no se detuvieron hasta con- seguir su renuncia (octubre
de 1838).
Mientras Oribe pasaba a Buenos Aires, donde Rosas lo recibió como "presi- dente
legal", Rivera entró en la capital y se proclamó dictador. Algunos me- ses más tarde,
fue electo presidente del Uruguay.
Los emigrados:
Paraguay:
Paraguay se había mantenido aislado del resto de las provincias argentinas desde
los comienzos de la Revolución. Marginado por decisión propia de la Guerra de la
Independencia, había sido gobernado durante décadas por Gaspar Rodríguez de
Francia, que lo moldeó según su parecer.
Allí, no había discusiones ni partidos políticos; no existían grandes diferen- cias
entre ricos y pobres; se exportaba yerba, tabaco, cereales y maderas y se importaba
poco. Por eso, abundaba el metálico, que el Estado invertía en armar un ejército de
5000 hombres. Esas fuerzas mantenían herméticamen- te cerradas las fronteras.
El Imperio de Brasil estuvo siempre interesado en que Paraguay no se rein- tegrase
a la Argentina y, cuando en vísperas de la guerra de 1825, Bolívar expresó su
intención de invadir Paraguay para rescatar a su amigo Amado Bonpland,
impedido de abandonar el país, Francia tuvo las primeras aproxi- maciones
amistosas con Brasil.
En 1840, murió Gaspar Rodríguez de Francia y, tras algunas convulsiones, se hizo
del poder el abogado Carlos Antonio López. Por entonces, resultaba cada vez más
difícil conservar el aislamiento. Empezaban a interesarse Gran Bretaña y Francia,
sin olvidar la renacida "Federación del Uruguay" de Rivera, los "farrapos" y los
correntinos.
Fue el agente británico George Gordon quien, finalmente, convenció a Ló- pez de
la conveniencia de declarar la independencia. En noviembre de 1842, un Congreso
presidido por Carlos Antonio López declaró la independencia de Paraguay. Rosas
se negó a reconocerla, pero no así Brasil.
Brasil:
Pedro I abdicó la corona en 1831 y, desde ese momento, hasta 1840, gober- nó en
Brasil "la Regencia"; es decir, una serie de lúcidos y patriotas minis- tros que
lograron preservar la unidad del Imperio.
Aunque divididos entre conservadores y liberales, estos políticos tuvieron siempre
muy claro el interés nacional y, superando sublevaciones e intentos separatistas,
impidieron el fraccionamiento de Brasil. En 1843 -ya alcanzada la mayoría de edad
por Pedro II-, el emperador llamó a formar gabinete al je- fe del partido
conservador Honorio Carneiro Leao.
Carneiro Leao pretendía terminar con todos los problemas aún no resueltos:
Siendo sus enemigos los mismod que enfrentaba Rosas, parecía natural que se
estrecharan los vínculos entre el Imperio y la Confederación Argentina. Así lo hizo
ver el gobierno imperial al ministro argentino en Río de Janeiro, Tomás Guido.
El proyecto de alianza, que llevaba la firma del emperador, proponía:
Para sorpresa de todos -uincluído Guido que pretendió renunciar-, Rosas rechazó
el tratado. Expresó que sin la participación del gobierno "legal" del Uruguay, aquel
tratado humillaría la soberanía de los orientales. Carneiro Leao se opuso al tratado
tripartito y se mostró ofendido por la actitud de Rosas ante un acuerdo que llevaba
la firma de Pedro II. Pero, comprendió que Rosas no era un ambicioso conquistador
que quería reconstruir el vi- rreinato del Río de la Plata. Era un hombre que basaba
sus acciones en el respeto y la solidaridad americanas, por eso era un peligro para
Brasil. Desde entonces, Brasil volvió a la antigua táctica de conspirar contra la Ar-
gentina.
Punto 5:
EL PENSAMIENTO FEDERAL SOBRE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL,
LOS DISCURSOS DE DORREGO EN EL CONGRESO DE 1824, POSICIÓN DE
QUI- ROGA Y LÓPEZ, LA CONCEPCIÓN DE JUAN MANUEL DE ROSAS, LA
CAR- TA DE LA HACIENDA DE FIGUEROA DE 1834.
En el Congreso de 1824, Manuel Dorrego y Manuel Moreno expusieron en sus
discursos las tendencias democráticas del federalismo. Para ellos, la diferencia entre
Federalismo y Unitarismo eran las diferencias entre una de- mocracia al estilo de
los Estados Unidos y una República centralizada, go- bernada por los reprsentantes
de la aristocracia del dinero.
Para Dorrego, la organización federal era la única que podía asegurar:
La seguridad del éxito del federalismo radicaba en que era el único sistema
aceptable para el pueblo. Para él, no existían en nuestro país diferencias e- senciales
(como en Estados Unidos había entre blancos y negros) que impi- dieran el buen
funcionamiento del federalismo.
Respondiendo a los argumentos de los unitarios vinculados a la escasez de rentas,
Dorrego explicaba que con un reordenamiento general de la econo- mía y los
impuestos, y el fomento de la agricultura, se podía asegurar el progreso de los
pueblos.
JUAN FACUNDO QUIROGA (en carta a Rosas de 1832): "No me mueve otro
interés que el bien general del país. Primero es asegurar el país de la consternación en
que lo tiene un e- nemigo exterior y bárbaro, que desarrollar los gérmenes de su
riqueza a la sombra de las leyes que deben dictarse en medio de la tranquilidad y del
sosiego, y verá aquí justificado su pensamiento en orden a la Constitución".
Rosas no dejó de emplear argumentos para convencer a los dos caudillos acerca de
la inoportunidad de reunir un Congreso Federativo que sanciona- ra una
Constitución luego de la victoria contra la Liga Unitaria en 1831. En la Carta de la
Hacienda de Figueroa, que drigió a Quiroga cuando éste partió en misión
pacificadora al norte, expuso su pensamiento político:
Punto 6:
CONFLICTOS INTERNOS EN LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA, LA DIVI-
SIÓN DE LOS FEDERALES EN BUENOS AIRES. LA GUERRA ENTRE TUCU-
MÁN Y SALTA. EL ASESINATO DE QUIROGA. RETORNO DE ROSAS AL
GO- BIERNO DE BUENOS AIRES, MODIFICACIÓN DEL TÉRMINO DEL
MANDATO, LA "SUMA DEL PODER PÚBLICO". EL JUICIO A LOS
ASESINOS DE QUIRO- GA Y LA CONCEPCIÓN DE ROSAS SOBRE EL
ORDENAMIENTO FEDERATI- VO. EL CAMBIO ECONÓMICO: LA LEY DE
ADUANA DE 1835, LEY SOBRE LA TIERRA PÚBLICA DE MAYO DE 1836,
ANULACIÓN DE LA ENFITEUSIS DE 1836, LEYES DE COLONIZACIÓN.
DISOLUCIÓN DEL BANCO NACIONAL, CREACIÓN DE LA CASA DE LA
MONEDA.
Balcarce:
Para suceder a Rosas, en diciembre de 1832, fue electo gobernador de la provincia
de Buenos Aires Juan Ramón Balcarce. Durante su gobierno, que no alcanzó a un
año:
Los rosistas tuvieron entonces en claro el juego de Martínez y los suyos pa- ra copar
la Junta de Representantes. Así, en torno a la figura de Encarnación Ezcurra, esposa
de Rosas, ausente en el desierto, se formó el grupo de los "apostólicos" (Tomás y
Nicolás de Anchorena, Felipe Arana, Tomás Guido, José María Roxas y Patrón).
La nueva Junta de Representantes, dominada por los antirrosistas, pidió la sanción
de una Constitución, la revisión de lo actuado por Rosas en uso de las "facultades
extraordinarias" y el restablecimiento de la libertad de pren- sa. Esto último se logró.
A la luz de esa medida, proliferaron los diarios y pasquines que, trenzados en una
guerra que no conoció límites, atacaron la vida privada y la honra de las personas
vinculadas a la política. En ese clima, debían realizarse las elec- ciones
complementarias a las de abril, para cubrir 7 cargos de diputados (Rosas había
enviado su renuncia).
Mientras los rosistas hacían circular volantes con los nombres escritos en tinta roja,
los cismáticos las confeccionaron con tinta negra (de ahí el apodo de "lomonegros").
Las elecciones se efectuaron en medio de tumultos y vio- lencias, por lo que Balcarce
las hizo suspender.
La medida enardeció a todos. Manuel Vicente Maza y García Zúñiga -amigos de
Rosas- tuvieron que dejar sus puestos como ministros de Balcarce. En- carnación
Ezcurra debió pedir protección en la legación francesa.
Mientras Rosas pedía calma y paciencia en su campamento del río Colorado y
Balcarce no sabía qué hacer, los periódicos no se detenían ante nada (En- carnación
Ezcurra es llamada "la mulata Toribia", "la borracha" y "mujer de mala vida"). Para
poner fin a la situación, el gobierno prohibió la salida de algunos periódicos y acusó
ante el jurado de imprenta a varios diarios cis- máticos y al "apostólico" "El
Restaurador de las Leyes", editado por Nicolás Mariño. Esto fue anunciado por
medio de carteles.
Aquella noticia fue interpretada por la gente humilde de las orillas como que sería
Rosas quien sería juzgado. El 11 de octubre, día del juicio, estallaron los tumultos.
De pronto, la multitud se retiró a Barracas. Se les sumaron mi- les, y la ciudad
empezó a quedar paralizada. El general Pinedo, enviado pa- ra convencer a los
sublevados, fue obligado por sus soldados a pasarse al bando de éstos.
Enrique Martínez escribió a Rosas, pidiéndole que convenciera a la gente. Pero
Rosas le responde que el gobierno había actuado contra el parecer del pueblo y éste,
ha reaccionado. Advierte que si el gobierno emplea la fuerza, él se sumaría a los
sublevados de Barracas que exigían la renuncia de Bal- carce.
Balcarce se negaba a renunciar pero, ante el avance de Pinedo y los subleva- dos, la
Junta de Representantes lo exoneró, eligiendo a Juan José Viamonte como
gobernador provisorio (3 de noviembre de 1833).
Viamonte:
Maza:
En realidad, Quiroga llegó tarde al norte. Una revolución provocada por uni- tarios
armados y organizados en Bolivia, proclamó la independencia de Ju- juy,
manifestando su intención de incorporarse al país norteño. Latorre, fue vencido y
entregado a sus enemigos salteños que le dieron muerte.
Desde Santiago del Estero, Quiroga desautoriza la autonomía jujeña y, con-
siderando pacificada la región, emprende el retorno con la sola compañía de su
secretario José Santos Ortiz. Aunque fue advertido que uno de los herma- nos
Reinafé había reunido milicianos con el aparente propósito de intercep- tarlo.
Quiroga prosiguió su viaje. Sin embargo, poco después de ingresar en la provincia
de Córdoba, en el paraje de Barranca Yaco, la partida cordobesa, a las órdenes del
capitán Santos Pérez, asaltó al carruaje y dio muerte a los viajeros (febrero de 1835).
Rosas:
Rosas exigió que aquella designación fuese sometida a plebiscito. Sólo se consultó la
opinión de la ciudad (la campaña siempre había dado muestras de adhesión a su
persona) y votaron 9720 personas (la mayor concurrencia de votantes hasta
entonces). Por la negativa se registraron 7 votos. En la Junta de Representantes
El cambio económico:
El enfrentamiento entre la concepción económica librecambista y el protec-
cionismo no se agotó con la polémica entre Ferré y Roxas y Patrón, en los días
previos a la firma del Pacto Federal. Volvió a ponerse de actualidad en las cartas de
Manuel Leiva y Marín, cuando se discutía si era llegado el mo- mento de la
convocatoria a un Congreso federativo.
En esa oportunidad, la posición librecambista fue defendida por Pedro de Ángelis
desde las páginas de "El Lucero". Ferré volvió a intervenir pregun- tándose si los
sacrificios y la sangre derramada para ser independientes te- nía como objetivo ser
perpetuamente una factoría del Viejo Mundo.
Las primeras medidas proteccionistas aparecieron durante el primer interi- nato de
Viamonte, al aumentarse las tarifas aduaneras, aunque con el obje- to exclusivo de
incrementar los ingresos fiscales. Le siguieron algunas me- didas del primer
gobierno de Rosas destinadas a proteger las industrias sombrerera y harinera de
Buenos Aires.
La discusión no tardó en llegar al ámbito de la Junta de Representantes, donde
Balmero García apoyó el proteccionismo predicado por Ferré, soste- niendo que la
posición política de Buenos Aires la obligaba a contemplar los intereses de las
provincias.
En su segundo gobierno, Rosas pareció entender que ya no era exclusiva- mente "un
hombre de Buenos Aires" sino el "hombre de la Confederación Argentina", por lo
que decidió proceder de acuerdo con esa condición.
La tierra pública:
En 1836 fue sancionada la Ley Agraria que restableció la propiedad de la tie- rra
pública, a pesar de las garantías de los empréstitos. Sacaba a la venta mil quinientas
leguas cuadradas distribuidas en tres zonas:
Así, surgió el Banco de la Provincia de Buenos Aires, que fue conocido co-mo "la
Casa de Moneda", como institución estatal.
Bolilla.IX
1. LA SEGUNDA EXPANSIÓN IMPERIALISTA DE EUROPA. EL
TRIUNFO BUR- GUÉS Y LA CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA
La Revolución de 1830:
Francia, donde el fermento revolucionario se mantenía latente, dio la primera
respuesta al absolutismo creciente. Reinaba Carlos X, hermano de Luis XVIII, un
hombre que era la expresión del más intransigente absolutismo. En los primeros seis
años de su gobierno, trató de mostrarse moderado pero, al chocar con la oposición
de liberales y republicanos en la Cámara Legislati- va, respondió con violencia y con
medidas que implicaban un retorno al An- tiguo Régimen.
Además de nombrar jefe del gabinete al príncipe de Polignac, absolutista e
intolerante, intentó restringir primero y suprimir después la libertad de pren- sa,
disolvió la Cámara, anuló elecciones que le habían sido desfavorables y modificó con
criterio conservador y elitista la ley electoral.
Frente a este cúmulo de atropellos estalló la revolución en 1830 y se comba- tió en
las calles de París. La segunda revolución francesa o "jornadas de ju- lio" concluyó
con la caída de Carlos X. Los liberales monárquicos, conduci- dos por Adolfo Thiers,
ofrecieron la corona al duque de Orleans que, tras ju- rar la Carta Constitucional,
Revolución de 1848:
Dieciocho años más tarde, Luis Felipe I alcanzaba los límites de la impopula- ridad
en Francia. Su gobierno fue la encarnación del régimen burgués censi- tario,
sostenido por la burguesía acomodada. La economía experimentó un gran
desarrollo, aunque -tal como postulaban los liberales- sin intervención alguna del
Estado que, se mostró indiferente a las demandas populares.
Con el ascenso al ministerio de François Guizot, la monarquía liberal devino en un
conservadurismo cada vez más acentuado y represor. Sordo a los re- clamos de
ampliación de los derechos políticos exigida por la pequeña bur- guesía y de
modificación del régimen económico-social reivindicada por los obreros, el gobierno
comenzó a ser jaqueado por "legitimistas" (partidarios de los Borbones),
"bonapartistas", republicanos y socialistas, que comenza- ban a difundir sus ideas
en el proletariado.
Cuando finalmente estalló la revolución, en febrero de 1848, pocas lealtades se
mantuvieron junto al trono, manchado por el pecado original de la "ilegiti- midad".
Luis Felipe I abdicó y, se proclamó la República, inaugurando un proceso del que
surgiría la figura de Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón I.
Extendida, como en 1830, a otros puntos de Europa, la revolución de 1848 fracasó.
La alta burguesía, atemorizada por el contenido de aquel movimien- to, se alineó
definitivamente junto a las fuerzas conservadoras y los restos de la aristocracia. Los
revolucionarios, en tanto, expresaban intereses dis- tintos cuando reclamaban
mayor democracia: libertades políticas y participa- ción (la pequeña burguesía),
transformaciones sociales (la clase obrera), reivindicaciones nacionales (los polacos,
húngaros o italianos).
El desarrollo de la siderurgia.
Las aplicaciones técnicas de la electricidad (telegrafía, telefonía, cables
submarinos).
El perfeccionamiento de la dinamo (luz de alumbrado y energía motriz).
Pero, en el siglo XIX, el fenómeno industrial ya no fue patrimonio exclusivo de
Gran Bretaña. Se sumaron al proceso naciones como: Alemania, Fran- cia, Estados
Unidos, Bélgica, Holanda, más tardíamente Rusia e Italia y, fi- nalmente, Japón.
Las potencias industriales comenzaron a organizar la vida económica del mundo,
haciendo creer a los partidarios del librecambio que el cosmopoli- tismo económico
eliminaría las guerras internacionales. Sin embargo, la ne- cesidad de materias
primas y de mercados donde colocar los excedentes de la producción abrieron paso
a una nueva expansión imperialista y a for- mas coloniales novedosas, en las que
los países económicamente depen- dientes apenas podían gozar de una aparente
independencia política.
Gran Bretaña:
Gran Bretaña había salido de las guerras contra la Revolución Francesa y
Napoleón convertida en la primera potencia colonial y marítima. La India y
Canadá eran, por entonces, los ejes de su Imperio.
Desde Gran Bretaña a la India, una serie de puntos fortificados e islas le permitían
controlar el "camino del mar": Gibraltar, Sierra Leona, Santa Ele- na, El Cabo,
Mauricio, Seychelles. En ese contexto, y con la mira puesta en el dominio de los
mares, se había apoderado de Adén (llave entre el Mar Ro- jo y el océano Índico),
Singapur (llave entre el océano Índico y el Mar de la China) y Malvinas (llave entre
el Atlántico y el Pacífico).
En esta primera mitad del siglo XIX, Gran Bretaña había prestado especial
atención al desarrollo de las "colonias de asentamiento" (Canadá, Austra- lia,
Nueva Zelanda y Sudáfrica), donde eran ubicados los excedentes de po- blación.
No obstante, la Guerra del opio contra China (1839), que le permitió adquirir la isla
de Hong-Kong, abrió una nueva etapa de imperialismo agresivo im- plementado
por hombres como Palmerston y Disraeli.
Con respecto a Hispanoamérica, Gran Bretaña se había mantenido fiel a la política
de hegemonía económica que, además de la presión sistemática sobre los gobierno
hispanoamericanos a favor de políticas librecambistas, se basaba, como vimos, en
dos estrategias:
La concesión de empréstitos.
La "balcanización" (boicot a los intentos de unidad y fraccionamiento de las ex-
colo- nias españolas).
Punto 2:
LA FORMACIÓN DEL PENSAMIENTO EN LA BURGUESÍA RIOPLATENSE,
INFLUENCIA DE LA ILUSTRACIÓN. LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
PRESENCIA DEL UTILITARISMO, LA CÁTEDRA DE ECONOMÍA
POLÍTICA. NUEVO MOVIMIENTO CULTURAL EUROPEO, EL
ROMANTICISMO, LA NUEVA FILOSOFÍA, EL HISTORICISMO, INGRESO
EN EL RÍO DE LA PLA- TA. LA "GENERACIÓN DEL '37", EL SALÓN
LITERARIO, LA "ASOCIACIÓN DE MAYO", EL PENSAMIENTO DE
ESTEBAN ECHEVERRÍA, EL "DOGMA SOCIALISTA", LA POLÉMICA CON
DE ÁNGELIS. LAS IDEAS DE JUAN BAU-TISTA ALBERDI EN ESA ÉPOCA,
PREFACIO DE SU LIBRO "FRAGMENTO PRELIMINAR AL ESTUDIO DEL
DERECHO".
Ya hemos señalado la influencia que ejercieron sobre la juventud "ilustra- da" del
Río de la Plata los filósofos y economistas del siglo XVIII, especial- mente en figuras
prominentes de la Revolución de Mayo: Moreno (en lo po-lítico y social) y Belgrano
(en lo económico).
Sin embargo, las obras de los pensadores de la Ilustración -Montesquieu, Rousseau,
Raynal- no alcanzaron el grado de difusión e influencia que lle-gó a tener Jeremías
Bentham.
El utilitarismo:
No es exacto que Rosas cerrara la Universidad. Lo único que hizo fue obli- garla a
sostenerse con sus propios recursos. El Estado carecía de los nece- sarios para
hacerlo, agobiado como estuvo por los gastos militares (Tener presente que, entre
1835 y 1852, sólo dos años fueron de cierta paz). Es po- sible, además, que Rosas
no considerara con mucho interés lo que podía esperarse de ella. Aquella situación
económica precaria retrajo la educa- ción: se suprimieron escuelas en los barrios
de gente rica, que podía pagar una enseñanza particular. Por las mismas razones,
en casi todas las pro- vincias, se llegó a considerar la enseñanza gratuita como un
beneficio ex- clusivamente disfrutado por los pobres.
El Romanticismo:
En los años finales del siglo XVIII, Europa fue el escenario del enfrentamien- to
entre dos concepciones de vida:
Fue el introductor en nuestro país de las formas literarias del Romanticis- mo,
después de una permanencia de cinco años en París.
Al retornar, en 1830, portador de algunas ideas en boga en Europa, sus ma- neras,
estilo de vida y forma de vestir, además de sus versos, generaron la curiosidad y
luego la admiración de algunos jóvenes de la clase "decente" porteña. Una serie de
jóvenes inquietos, nacidos en general hacia 1810, que pasarían a constituir la
llamada "generación de 1837": Juan María Gutiérrez, Santiago Viola, Juan
Thompson, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López, Miguel Cané, Carlos
Tejedor, que comenzaron a adquirir libros traídos ex- presamente de París o
comprarlos en la librería de Marcos Sastre.
Con el revuelo causado por la presencia de Echeverría, se iniciaron las ter- tulias
en salones de damas distinguidas (Mariquita Sánchez de Thompson) o en un local
anexo a la librería de Marcos Sastre donde, las reuniones ya iniciadas en 1835,
culminaron con la fundación del Salón Literario. Junto a las letras, se generalizó el
desarrollo de la música y del teatro, en un am- biente en el que Rosas gozaba de la
máxima popularidad.
No faltan quienes sostienen que el Salón Literario reunía a un grupo de jó- venes
presuntuosos, que acumulaban lecturas desordenadamente y, sin mayor análisis,
condenaban el pasado hispánico.
Su inclinación por conocer las nuevas ideas europeas a través de resú- menes de
segunda mano (Lerminier sobre el historicismo de Savigny; Le- roux sobre el
socialisno utópico de Saint-Simon) restó solidez a su forma- ción. La excepción, en
ese sentido, sería la del napolitano Pedro de Ánge- lis.
(Era un historiador y científico que, en su patria, había adherido a la causa de
Napoleón. Miembro de la Academia de Nápoles, fue contratado por Rivadavia para
publicar dos periódicos en Buenos Aires. Durante la época del predominio federal
editó "El Lucero" y logró reunir un importante archivo con los documentos de los
inicios de la Nación).
A un grupo de aquellos jóvenes - especialmente Alberdi- se debió la publi- cación
de un semanario de música y arte denominado "La Moda", que apa- reció entre
noviembre de 1837 y abril de 1838, cuando dejó de aparecer por falta de
suscriptores.
El Dogma Socialista:
En junio de 1838, Esteban Echeverría fundó la "Joven Argentina" destinada a
encauzar la ideología de moda que aparecía muy dispersa. Echeverría, Al- berdi y
Gutiérrez fueron los autores del Credo o Catecismo que condensaba las
aspiraciones del grupo. Fue publicado en dos diarios de Montevideo. Por aquel
entonces, los jóvenes románticos estaban a punto de romper con Rosas:
Más tarde, cuando algunos de los miembros de aquella sociedad emigra- ron, la
misma fue conocida como "Asociación de Mayo" y sus adherentes, como los
"mayos".
Como hemos expresado, en 1839, Alberdi publicó en "El Iniciador" de Mon-
tevideo el Credo, Catecismo o Código de aquella organización que, según algunos
autores, nunca actuó como tal. En 1846, Echeverría también publi- có en la capital
uruguaya el "Dogma Socialista de la Asociación de Mayo", junto con "Ojeada
retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el año 1837". Allí
explicó la sociedad que había creado a imitación de la "Joven Italia" de José
Mazzini, que luchaba por la unidad política de su patria. También aclaró las
"palabras simbólicas" que sintetizaban su pro- yecto de país.
Opinaba que la Patria "era Mayo" y Mayo era la Revolución Francesa. La Patria
eran las tres banderas de la Revolución: "Libertad, Igualdad y Fraternidad" y, por lo
tanto, era patrió- tico todo lo que uniera a los espíritus superiores cualquiera fuera el
lugar de su nacimiento. Terminaría Echeverría por afirmar: "la Patria es la
Humanidad". Lo que no fuera "Mayo" era colonial.
Sostenía que unitarios (malgastando sus energías en el vacío) y federales (sofocando
to- do bajo el peso de un despotismo brutal) habían aniquilado con sus guerras la
actividad na- cional.
Pedro de Ángelis criticó la postura de Echeverría en el Dogma por compar- tir los
"delirios" de Saint-Simon, instándolo a bandonar el paroxismo revo- lucionario y
La polémica entre Echeverría y De Ángelis arrancó del despecho que los jó- venes
románticos experimentaban por aquel extranjero que señalaba su es- casa
formación y al que no pudieron atraer a su grupo. Al enterarse que el Dogma había
sido calificado por el napolitano de "libelo", Echeverría volcó, especialmente en su
primer Carta, todo su rencor e ironía, acusándolo de poner su pluma y sus
conocimientos al servicio de la tiranía y ser adversa- rio de cualquier idea de
progreso. Llamó "colección de curiosidades" a la o- bra de recopilación
documental de De Ángelis, reunida con una paciencia "de vizcacha". No obstante,
sin reconocerlo directamente, Echeverría pare- ció más tarde comprender los
fundamentos de la política nacionalista de Rosas, el poder de las masas, la
conveniencia de no copiar una revolución y la necesidad de unir a toda América
española en su lucha contra las "na- ciones comerciantes".
Juan Bautista Alberdi:
El tucumano Juan Bautista Alberdi era el más lúcido de sus camaradas. Co- noció
el historicismo leyendo el ensayo con el que Lerminier dio a conocer en Francia la
tesis de la Escuela Histórica del alemán Federico Carlos de Savigny.
Según la Escuela Histórica, el Derecho procede del modo de ser "natural" de cada
pueblo. Lo mismo que el idioma, el Derecho se acomoda, a lo largo de su evolución
histórica, al desarrollo progresivo de cada pueblo.
Bajo estas influencias, Alberdi redactó el "Fragmento preliminar al estudio del
Derecho", publicado en 1837.
Andrés de Santa Cruz fue un militar altoperuano que había defendido la causa
realista hasta 1820 cuando apresado por las fuerzas patriotas, se "pasó" al bando
liderado por San Martín.
Convertido en presidente de Bolivia, aspiraba a crear un gran Estado suda-
mericano, empleando dos medios: la conquista militar y la diplomacia. Con ese
objetivo, no dejó de inmiscuirse en los asuntos internos de sus veci- nos: Perú, Chile
y Argentina.
El primero de estos países vivía en la década de 1830 en un estado de anar- quía,
dividido en tres gobiernos. Santa Cruz manejó hábilmente la situación, y después
de apoyar indistintamente a unos y a otros, intervino con su ejér- cito y se convirtió
en el árbitro de la misma. En 1837, por el Pacto de Tacna, creó la Confederación
Peruano-Boliviana, de la que era el "Protector".
Con respecto a la Argentina, Santa Cruz apoyó a los unitarios durante la guerra
civil, protegiéndolos en su país y permitiéndoles armarse. Las infor- maciones
recogidas en Londres por Manuel Moreno mostraban al jefe de la Confederación
vinculado con los unitarios y "lomonegros" argentinos, los colorados uruguayos y
los "pipiolos" o liberales chilenos. Con la ayuda de los unitarios, Santa Cruz
aspiraba a anexarse las provincias norteñas de la Argentina.
A mediados de 1836, con el apoyo de Santa Cruz, el general chileno Freire se
sublevó contra el gobierno conservador del ministro Diego Portales. Chi- le
respondió apoderándose de algunos barcos peruanos en el Callao y es- talló la
guerra.
2) El bloqueo francés:
La Francia de Luis Felipe I buscaba recuperar en el mundo un espacio per- dido
desde los días de Napoleón. Como ya expresamos en su oportunidad, trabó las
mejores relaciones con el "Protector" de la Confederación Perua- no-Boliviana, con
el que suscribió un tratado muy ventajoso para los euro- peos. En retribución, el
mariscal Santa Cruz fue condecorado con la Legión de Honor.
Cuando se conoció en París el estado de guerra entre Chile y la Argentina con la
Confederación Peruano-Boliviana, el gobierno francés se puso en movimiento para
defender a su aliado, ordenando bloquear los puertos de Chile y presentar a Rosas
algunas reclamaciones destinadas a "cuidar la dignidad y los intereses" franceses.
Las reclamaciones eran ridículas e insignificantes: la prisión por espionaje a favor
de Santa Cruz del litógrafo suizo Bacle; la detención por intento de fraude de un
bolichero de Dolores y la presencia de dos franceses en las milicias de Luján,
respecto de lo cual Francia exigía que se diera a sus na- cionales en Argentina "el
trato de la nación más favorecida" (equiparándo- los a los ingleses, aunque no
existiera tratado alguno entre ambas nacio- nes).
Rosas, comprendió rápidamente la situación: Francia aprovechaba el hecho de que
Argentina estaba en guerra con Santa Cruz y temía una insurrección unitaria para
obtener una fácil victoria diplomática que lavase su honor, po- co antes manchado
por un incidente con EEUU. Si no, una ruptura ayuda- ría al "Protector" boliviano.
La reclamación fue presentada al canciller argentino Felipe Arana por el vi- ce-
cónsul francés Aimé Roger, a fines de noviembre de 1837. La respuesta de Arana
recién llegó en enero de 1838: se negaba carácter diplomático a Roger y no se
aceptaba su tono conminatorio.
Los franceses creían que la sola presencia de los ocho buques de guerra del
contralmirante Leblanc harían ceder a Rosas. Pero el gobierno se man- tuvo firme:
se daría a los franceses el trato de "la nación más favorecida" si se celebraba un
convenio con Francia; en los otros temas no cedería. Al contralmirante le expresó
Rosas que no aceptaría las intimaciones de un jefe naval al frente de sus fuerzas.
El 28 de marzo de 1838, Leblanc declaró el bloqueo al puerto de Buenos Aires y
todo el litoral del río perteneciente a la Argentina.
Naturalmente, el bloqueo generó dificultades económico-financieras, espe-
cialmente al no poder percibir los impuestos de Aduana. Rosas respondió con
diversas medidas:
En marzo de 1840 se cumplieron dos años de bloqueo, sin que Francia obtu- viera
demasiado:
Alentado y auxiliado por los franceses, Lavalle se lanzó contra Echagüe, pe- ro fue
vencido en Arroyo Grande. Salvó parte de su ejército poniéndose bajo la protección
de los cañones de la escuadra francesa.
Se resolvió entonces que el general desembarcase en territorio bonaerense. Lo hizo
en San Pedro, hasta donde fue transportado por buques franceses (agosto de 1840).
Rosas quedó sorprendido al comprobar la actitud a "cara descubierta" de los
bloqueadores.
Contra las creencias de la "Comisión Argentina" y de la prensa de Montevi- deo, el
avance de Lavalle no provocó un alzamiento general contre "el tira- no". Sólo
encontró hostilidad, mientras se le escamoteaban todos los recur- sos posibles.
En su marcha, Lavalle llegó hasta Merlo. Allí, decidió emprender la retirada para
unirse con Lamadrid en el norte. Rosas, en tanto, había organizado la defensa de
Buenos Aires, reuniendo hasta 5000 milicianos (setiembre de 1840).
La retirada de Lavalle estuvo acompañada de robos, violaciones y fusila- mientos.
El colmo del terror unitario llegó con la ocupación de Santa Fé, que fue saqueada.
En Buenos Aires, por su parte, también los federales desata- ron el terror. Se
confiscaron propiedades, fueron aprisionadas muchas per- sonas y no faltaron
matanzas de unitarios, víctimas del furor popular.
Dispuesto a terminar el conflicto con Rosas, el gobierno francés se decidió
finalmente por la acción directa. A tal fin, organizó una poderosa flota con tropas
de desembarco. Pero Palmerston le hizo saber que conocía todas las violaciones al
derecho cometidas por los bloqueadores en el Plata. Luego, al insistir Thiers en su
nacionalismo agresivo, formó una coalición con Austria, Prusia y Rusia (las
potencias absolutistas que aborrecían a la Francia de Luis Felipe I),
TRATADO ARANA-MACKAU
(octubre 1840)
Devolución por parte de Francia de la isla de Martín García.
Devolución por parte de Francia de los barcos argentinos capturados.
Amnistía para los unitarios, excepto los que hubieran tomado las armas.
Indemnización por los daños sufridos por franceses.
El trato a los franceses propio de "la nación más favorecida"
Después de permanecer ocho años en Buenos Aires, donde Rosas le había dado la
ciudad por cárcel, el general Paz escapó a Montevideo. Pasó a Co-rrientes donde,
con el apoyo del gobernador Ferré, formó un nuevo ejército. Atacado por Echagüe,
lo derrotó en la batalla de Caaguazú (noviembre de 1841). El resultado de la batalla
precipitó el pronunciamiento de Juan Pablo "Mascarilla" López en contra de Rosas.
En ese momento volvió a aparecer la antigua idea de la "Federación del Uru-guay".
Pero, todos los jefes se recelaban mutuamente (Rivera, Ferré y Paz) y López no era
tomado en serio en su propia provincia.
Después de invadir Entre Ríos, Paz se hizo nombrar por una amedrentada
legislatura gobernador de aquella provincia. Pero Ferré no quería que sus soldados
se alejaran de Corrientes y, cuando llegó el momento de actuar Paz se retiró,
alegando que los intereses argentinos no estaban contemplados en la alianza.
En tanto Oribe, vencedor de la Coalisión del Norte, cayó sobre Rivera que había
invadido Entre Ríos y lo derrotó completamente en Arroyo Grande (diciembre de
1842).
Varela viajó munido de documentos como las "tablas de sangre" de Rivera Indarte,
que probaban el salvajismo del régimen imperante en Buenos Aires.
Varela tuvo la sensación de que su misión había resultado un fracaso. Sin embargo,
en aquel momento Gran Bretaña necesitaba resucitar la "entente cordiale" con
Francia, ya que le preocupaba la posible anexión de Texas (con sus vitales
plantaciones de algodón) a los Estados Unidos. El Río de la Plata sería la puesta
prueba de la nueva alianza.
A principios de 1845 Rivera fue totalmente derrotado por el entrerriano Justo José
de Urquiza en India muerta. Oribe se aprestó a ordenar el asalto a Mon-tevideo, y
Brown recibió órdenes de extremar el bloqueo.
Fue entonces cuando las dos potencias europeas presentaron a Rosas un ultimátum:
Ante la negativa, los interventores declararon el bloqueo a las costas de Buenos Aires
(setiembre de 1845). La flota anglofrancesa, tras ocupar Martín García y apoderarse
de los barcos de Brown, se internó en el río Paraná en una expedición bélico-
TRATADO ARANA-SOUTHERN
Se devolvería la isla de Martín García.
Se devolverían los buques argentinos y se desagraviaría el pabellón argentino
con venti-ún cañonazos.
Se devolverían las presas del bloqueo.
Los soldados argentinos del ejército de Oribe dejarían suelo oriental cuando
Francia de-sarmase las "legiones extranjeras" que defendían Montevideo.
Se reconocía que la navegación del Paraná era "interna" de la Argentina y sujeta
a sus reglamentaciones, y la del Uruguay compartida por la Argentina y la
República Oriental.
Oribe daría su conformidad al acuerdo.
Algunos meses después, llegó el arreglo -en términos similares- con Francia, a partir
de la firma del Tratado ARANA-LEPREDOUR
Punto 4:
REELECCIÓN DE ROSAS EN 1850, LA HEGEMONÍA EN EL RÍO DE LA PLA-
TA. LA CONFRONTACIÓN CON BRASIL, PROXIMIDAD DE LA GUERRA. EL
CONFLICTO ENTRE ROSAS Y URQUIZA, EL COMERCIO CON MONTEVI-
DEO, LAS DIFERENTES POLÍTICAS. ENTRE RÍOS SE SEPARA DE LA CON-
FEDERACIÓN ARGENTINA, EL PRONUNCIAMIENTO DE URQUIZA, SU A-
LIANZA CON BRASIL Y MONTEVIDEO. LA GUERRA, EL TRIUNFO DE LA
A- LIANZA.
Hacia 1850, el prestigio de Rosas en el país era absoluto. Previo al venci- miento del
quinquenio 1845-1850, el Restaurador solicitó varias veces se lo eximiese de
encabezar un nuevo período, argumentando problemas de sa- lus. Sin embargo,
resultó reelecto.
En ese lapso, las provincias hicieron llegar mensajes a la Junta de Represen- tantes
de Buenos Aires solicitando la reelección de Rosas. Pero, Mendoza y La Rioja no se
limitaron a pedir la reelección; le confirieron la "Suprema je- fatura nacional".
Luego, a lo largo de de 1850 y 1851, las siguieron todas las demás, con excepción de
Entre Ríos y Corrientes.
Para resolver la nueva situación política que convertía a Rosas en "Jefe Su- premo
de la Confederación", comenzaron a llegar a Buenos Aires, a media- dos de 1851,
"plenipotenciarios" nombrados por cada una de las provincias.
El panorama que se vislumbraba para la Confederación Argentina era promi- sorio:
Naturalmente, el Imperio del Brasil observaba con recelo la favorable situa- ción
argentina. Como en el comienzo de la revolución de los "farrapos", los opositores
republicanos y antiesclavistas del Brasil miraban con simpatía al régimen de Rosas.
El gobierno imperial, por su parte, no había dejado de a- sumir actitudes hostiles
(pretendiendo asociarse a la intervención anglo- francesa, abasteciendo a
Montevideo y empujando a Paraguay a declararse independiente) para con la
Argentina.
Una vez acordadas las operaciones militares y navales de los aliados, Urqui- za
desembarcó en territorio oriental, uniéndosele de inmediato varios oficia- les
blancos, que abandonaron la causa de Oribe (julio de 1851). Sin embar- go, como
las fuerzas brasileñas no se movían, Urquiza intentó ganar tiempo concertando un
armisticio con Oribe. En tanto, el ingreso de buques brasi- leños en el Paraná,
llevaron a Rosas a declarar formalmente la guerra.
Cuando, a inicios de setiembre, los brasileños cruzaron la frontera urugua- ya,
Oribe consideró que ya no podía sostenerse más y capituló ante Urquiza, tras
aceptar las bases del acuerdo del Pantanoso, en las que bajo la fórmula "ni
vencedores ni vencidos", se disponía:
Punto 5:
SITUACIÓN DESPUÉS DE CASEROS, LA PREEMINENCIA DE BRASIL EN
EL PLATA, ACTITUD DE FRANCIA E INGLATERRA, LA SITUACIÓN EN
BUENOS AIRES, EL GOBIERNO INTERINO, EL RETORNO DE LOS
EMIGRADOS, EL NUEVO GOBIERNO. LAS PROVINCIAS DEL INTERIOR.
URQUIZA REAFIR- MA EL FEDERALISMO Y LA UNIÓN, LA MISIÓN DE
BERNARDO DE IRIGO- YEN. LOS PROTOCOLOS DE PALERMO,
VIGENCIA DEL PACTO FEDERAL, LAS RELACIONES EXTERIORES DE LA
CONFEDERACIÓN.
La segunda guerra argentino-brasileña había durado apenas un mes (agos-
to/febrero), concluyendo con una inesperada victoria del Imperio, obtenida, más
que por las acciones militares, por la paciencia y habilidad de la diplo- macia
conducida por Paulino Soares de Souza.
Ahora, la preeminencia de Brasil en la región era incuestionable pero, el go- bierno
imperial sabía que era preciso aprovecharse del triunfo con modera- ción y
prudencia. Nada de incorporarse a la antigua Cisplatina ni procurar el
desmembramiento de las regiones mesopotámicas argentinas para crear Estados
que caerían bajo su órbita de influencia.
Aquella prudencia estaba dictada por el convencimiento de que Gran Breta- ña se
interpondría. En efecto, el desenlace de Caseros había tomado por sorpresa a
Londres. Consumado el hecho, Gran Bretaña se dispuso a:
PROTOCOLOS de PALERMO
Se retiraba el manejo de las relaciones exteriores al gobernador de Buenos Aires.
Se le otorgaba el mismo "a la persona del general Urquiza" con efecto retractivo (se
na- cionalizaban los compromisos de Urquiza con Brasil).
Se convocaba a la extinguida Comisión Representativa que, por la cláusula 5ª. Del
artí- culo 16º del Pacto Federal, debía invitar a las provincias a la reunión de un
Congreso Fede- rativo.
Punto 6:
CIRCULAR A LOS GOBERNADORES DEL 8 DE ABRIL DE 1852. EL ACUER-
DO DE SAN NICOLÁS, RATIFICACIÓN DEL PACTO FEDERAL; LA CONVO-
CATORIA AL CONGRESO GENERAL FEDERATIVO, LA
REPRESENTACIÓN DE LAS PROVINCIAS, FORMA DE ELECCIÓN DE LOS
CONSTITUYENTES, LA DIRECCIÓN PROVISORIA DE LA
CONFEDERACIÓN.
No tardó en advertirse que los Protocolos de Palermo no aportarían solu- ción
prática al problema del futuro Congreso:
FIN DE LA BOLILLA IX
________________________
Cuando Urquiza hizo pública su preferencia por Vicente López y Planes, la nueva
legislatura no se atrevió a contradecirlo y consagró a éste como go- bernador
efectivo de la provincia.
Pero, los rumores primero, y la circulación luego, de una copia del Acuerdo de San
Nicolás, agitaron los ánimos de la oposición, dando lugar a las "Jor- nadas de
Junio".
Vicente López y Planes regresó a Buenos Aires y, dos días después, remitió el
Acuerdo a la Legislatura para su aprobación. Los opositores a Urquiza di-firieron
una semana el debate, sin duda con la intención de prepararse mejor para un
alzamiento.
El 21 de Julio, en la Legislatura, hablaron:
BARTOLOMÉ MITRE: atacó los poderes conferidos a Urquiza, a los que llamó
dictatoriales y despóticos; constituían un peligro para la libertad y que no tenían
precedente en la histo-ria nacional.
Sin haberse producido aún una votación resultaba evidente que el acuerdo sería
rechazado por la Legislatura. Vicente López y Planes presentó la re-nuncia y la
Junta nombró a Manuel Guillermo Pinto, su presidente, como go-bernador
interino.
En Entre Ríos los invasores fueron derrotados, en tanto Paz no pudo contar con las
fuerzas que proyectaba reunir, pues el antiguo coronel rosista Hilario Lagos se
sublevó con la División Centro de la provincia de Buenos Aires.
La ciudad porteña fue sitiada, pero Lagos tardó un tiempo excesivo, perdien- do la
oportunidad de poner fin a la revolución liberal.
Mientras tanto, la intervención de los agentes diplomáticos de Gran Bretaña,
Francia y Estados Unidos intentaba poner fin al conflicto. A ella se sumó la
"mediación" del propio Urquiza, arribado con fuerzas militares hasta San Jo- sé de
Flores. En un principio, sólo se logró la separación de Alsina del go- bierno, las otras
bases de arreglo fueron discutidas sin llegarse a un acuer- do (reconocimiento de la
autonomía de Buenos Aires; incorporación al Con- greso de Santa Fé de los
diputados porteños, pero elegidos a razón de uno cada 15.000 habitantes; derecho
de Buenos Aires de revisar la Constitución; amnistía para las fuerzas de Lagos; pago
de una indemnización a los sitiado- res; devolución de los barcos de la escuadra
porteña capturados por los bu- ques de la Confederación).
El impacto causado por la defección del jefe de la escuadra de la Confedera- ción,
John Halstead Coe, sumado a los pocos deseos de luchar de Urquiza, determinaron
finalmente el levantamiento del sitio (julio de 1853).
Punto 2:
"EL CÍRCULO": Salvador María del Carril (San Juan), Salustiano Zavalía
(Tucumán), Gutié- rrez y Gorostiaga, que eran liberales.
"...la ciencia del legislador no está en saber los principios del derecho constitucional...
es- tá en saber cuidarse de las teorías desmentidas por los hechos; las instituciones no
son si- no la fórmula de las costumbres públicas, de los antecedentes, del carácter de
los pue- blos".
En tanto el diputado Zenteno coincidió en que las circunstancias por las que
atravesaba el país no eran totalmente pacíficas, los "circuleros" rechazaron
airadamente esta visión (Gutiérrez, Zapata, Zavalía, entre otros). Gutiérrez se
preguntó:
Para los unitarios y federales "doctrinarios", la constitución sería algo así como la
panacea capaz de remediar todos los males del país. Sólo que pa- ra los segundos
debía tratarse de un código descentralizado, según el mo- delo de los EEUU.
Los románticos, por el contrario, consideraban a los hombres, los países y las leyes
como formados por la historia, y que no podían ser modificados po códigos escritos.
Eso pensaban hombres como Alberdi y Sarmiento. Pero, en 1852, aceptaban las
constituciones.
El 1º de mayo de 1852, Alberdi editó en Chile "Bases y puntos de partida pa- ra la
organización de la República Argentina derivados de la ley que preside el desarrollo
de la civilización en la América del Sur" ("y del Tratado del 4 de enero de 1831", le
agregó en su segunda edición). Esta obra habría de ser el evangelio político de los
constituyentes de Santa Fé. En la segunda edición de agosto de 1852, Alberdi le
agregó, por expreso pedido de Juan María Gu- tiérrez, un proyecto de constitución
para ser analizado y votado por el Con- greso.
"LAS BASES"
Era utópico -según Alberdi- pensar que la raza hispanoamericana, salida de un
"tenebro- so pasado colonial", pudiera realizar la república representativa.
Esta sería la filosofía de una burguesía extranjerizada que no se identificaba con las
masas nacionalistas, incultas y rebeldes.
Contradiciéndose con respecto a la primera edición, Alberdi ya no se opon- dría a
las "constituciones importadas". Para su proyecto, tomó como "base y punto de
partida" la Constitución de los Estados Unidos. Para elaborar a- presuradamente
aquel proyecto se basó en las siguientes fuentes:
Punto 3:
ESTRUCTURA de la CONSTITUCIÓN
PREÁMBULO:
Tomado de la Constitución de los EEUU, fue adaptado a los antecedentes históricos
del país.
Para la doctrina constitucional argentina tiene valor interpretativo (expresó
Alberdi: "es la antorcha que disipa la oscuridad de las cuestiones prácticas, alumbra
el camino de la le- gislación y señala rumbos al gobierno"). Pero, nunca puede ser
invocado para ampliar las atribuciones de los poderes públicos.
Se compone de cuatro partes:
La primera determina el origen de la Constitución. (Nos los Representantes del
pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por
voluntad y elec- ción de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos
preexistentes).
Vale decir, que los diputados del Congreso Constituyente representaban al pueblo
de la Na- ción y a las provincias, reconocidas como preexistentes a la Nación; que
dicha reunión era el resultado de pactos anteriores (los tratados del Pilar y
Cuadrilátero, los pactos interpro- vinciales celebrados en 1827, 1829 y 1830 y el
Pacto Federal de enero de 1831).
En el Preámbulo norteamericano dice: "Nos, el Pueblo de los Estados Unidos de
América" porque no podían hacer referencia a la voluntad de los estados que se
manifestaría más tarde cuando ratificaran la Constitución.
La Constitución fue:
SANCIONADA: el 1º de mayo de 1853.
PROMULGADA: el 25 de mayo de 1853 (por Urquiza en San José de Flores).
JURADA: el 9 de julio de 1853.
Punto 4:
EL "ESTADO DE BUENOS AIRES". CONSTITUCIÓN DE 1854. SITUACIÓN
IN- TERNA, LOS LIBERALES DEL NUEVO ORDEN, PROGRESISTAS Y
CONSER- VADORES, LAS REBELIONES FEDERALES. LA
CONFEDERACIÓN, ELEC- CIÓN DE URQUIZA COMO PRESIDENTE,
INSTALACIÓN DE LAS AUTORIDA- DES NACIONALES, LA CAPITAL
PROVISORIA.
1) La concesión de la ciudadanía.
Los quince días previos a las elecciones fueron de verdadero terror por la violencia
desatada de las facciones, especialmemente por parte de los "pan- dilleros", que
empleaban a los soldados de Mitre. El día de los comicios, sin embargo, los
Los sectores más hostiles a la Confederación que, con Mitre a la cabeza pre-
sionaban al gobierno de Pastor Obligado, querían acabar con Urquiza y "su remedo
de constitución". Aunque se realizaron aprestos militares en ambos bandos,
ninguno de los dos gobiernos deseaba realmente la guerra.
Finalmente, el comerciante ingés Daniel Gowland y el rosarino José María Cullen
(próximo gobernador de Santa Fé) acordaron con el ministro porteño Irineo Portela
mantener el statu quo sobre las siguientes bases:
TRATADO de CONVIVENCIA
La Confederación y el Estado no consentirían desmembramiento alguno del
territorio nacional y unirían sus fuerzas en caso de agresión exterior.
Se auxiliarían mutuamente contra las invasiones indias.
La "separación interina" no alteraría las leyes generales de la Nación en los procedi-
mientos judiciales.
Los buques mercantes de ambos Estados usarían la bandera nacional.
Serían admitidos libremente en los puertos, sin pagar derechos diferenciales.
No habría aduanas entre ambos.
No existirían trabas al correo ni al tránsito de pasajeros.
Punto 5:
LAS DIFICULTADES ECONÓMICAS DE LA CONFEDERACIÓN, EL
TRATADO DE CONVIVENCIA CON BUENOS AIRES, IMPOSIBILIDAD DE
SOSTENERLO, LA LEY DE DERECHOS DIFERENCIALES DE 1856. LA
CUESTIÓN DE SAN JUAN. LOS PREPARATIVOS DE GUERRA,
TRATATIVAS DE URQUIZA CON BRASIL Y PARAGUAY, EL EJÉRCITO DE
BUENOS AIRES. DECLARACIÓN DE GUERRA, CEPEDA.
Desde el primer momento la Confederación Argentina tropezó con el proble- ma de
la falta de recursos financieros. Las aduanas litorales, de Humahuaca y los Andes
recaudaban cantidades insignificantes y las bondades de la li- bre navegación de los
ríos no se apreciaban.
En efecto, los grandes buques de ultramar descargaban sus productos en Buenos
Aires y Montevideo -donde pagaban los derechos de Aduana- y lue- go eran
transportados a la Confederación en chalupas y barcos de cabota- je.
Aquella situación se fue agravando con el transcurrir del tiempo ya que el gobierno
de Paraná no hallaba medios para mantener una administración y un ejército
nacionales, a los que se pagaba con bonos que el comercio sólo aceptaba con
descuentos de más del 50%. En ocasiones, se hacía necesa- rio recurrir a préstamos
usurarios.
Durante su gestión como ministro de Hacienda de la Confederación, Maria- no
Fragueiro creó un Banco Nacional que emitiría papel moneda. Los bille- tes no
fueron aceptados por nadie y, antes del año, el banco dejó de existir y los pocos
billetes circulantes fueron tomados en pago de impuestos nacio- nales por la tercera
parte de su valor.
A fines de 1854, los diputados Lucero (Córdoba) y Rueda (Sgo. del Estero)
proyectaron prohibir la entrada en la Confederación de toda mercancía de
ultramar que no viniese directamente. El proyecto no se trató pues rompería el statu
quo vigente entre ambos Estados.
A del Carril lo apoyaban los liberales del interior y se suponía que sería mejor
visto por los porteños. Al menos eso creía el ministro británico William Christie,
que deseaba la u- nión y por ello se inclinaba por el sanjuanino.
A Derqui lo apoyaban los antiguos caudillos, en tanto el ministro del Interior
alentaba la desconfianza de Urquiza hacia los hombres de Buenos Aires.
Su actuación frente a lo acontecido en San Juan dejó fuera de carrera a del Carril.
En noviembre de 1858, Derqui resultó electo presidente de la Confe- deración, con
el general Pedernera como vicepresidente. Todo esto había pasado a segundo plano
pues la guerra con Buenos Aires era ya un hecho inevitable.
Punto 6:
EL "PACTO DE SAN JOSÉ DE FLORES", REINGRESO DE BUENOS AIRES A
LA CONFEDERACIÓN, RESERVAS Y DERECHOS, MILITARES, POLÍTICOS
Y ECONÓMICOS. EL DERECHO A REVISAR LA CONSTITUCIÓN, LA
CONVEN- CIÓN PROVINCIAL, POSTURAS Y DEBATE. LAS REFORMAS
PROPUESTAS POR BUENOS AIRES, LA CONVENCIÓN NACIONAL "AD-
HOC" DE 1860. A- NÁLISIS DE LAS REFORMAS INTRODUCIDAS, LA
NUEVA CONSTITUCIÓN.
Varios días después de la batalla todavía se creía en Buenos Aires la versión de
Mitre -llegado en barco con las tropas que había logrado salvar- sobre u- na gran
victoria alcanzada en Cepeda sobre Urquiza.
Aquel entusiasmo comenzó a disiparse al saberse que las fuerzas de Urqui- za (unos
16.000 hombres) se aproximaban a la ciudad. Fue entonces que el gobernador
Alsina estuvo de acuerdo en aceptar la mediación ofrecida por el hijo del presidente
paraguayo, Francisco Solano López.
Comenzadas con el establecimiento de un armisticio, las negociaciones ini- ciadas
en Caseros y continuadas en San José de Flores, fueron difíciles, ya que en un
momento el presidente de la Confederación llegó a dar la orden de avanzar sobre
Buenos Aires al enterarse que los porteños no habían de- tenido sus aprestos
defensivos. En medio de aquellos manejos, Alsina de- bió renunciar, siendo
provisionalmente reemplazado por el conservador Fe- lipe Lavallol.
La comisión encargada de proponer las reformas lo hizo entre enero y abril de 1860.
El trabajo de la misma fue debatido desde el 3 de abril al 11 de ma- yo. Los
convencionales federales -partidarios de aceptar la Constitución sin reservas- no
participaron de las discusiones, limitándose a votar por la ne- gativa. Félix Frías
(conservador) propuso al catolicismo como religión ofi- cial, fue rechazado.
Sarmiento propuso el nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata en lugar de
Confederación Argentina, fue aprobado.
En ese lapso, Buenos Aires eligió a su gobernador que, como podía supo- nerse en
razón de su control electoral, resultó Bartolomé Mitre, quien no o- cultó sus
intenciones belicistas. Derqui, en la Confederación, intentaba en vano neutralizar
la influencia de Urquiza que, desde su palacio de San José, no sólo gobernaba Entre
Ríos (desfederalizada con excepción de Paraná) sino que constituía la verdadera
autoridad.
Poco después, Dalmacio Vélez Sarsfield pactó con Derqui:
Para celebrar el acuerdo alcanzado, Mitre invitó a Derqui y a Urquiza a los festejos
por el 9 de julio en Buenos Aires. Aquellos homenajes hicieron evi- dentes los recelos
de Urquiza para con el presidente de la Confederación. No obstante, masones los
tres personajes, se abrazaron jurando obligarse a alcanzar la unión nacional, en el
Templo de la Legión Unión del Plata.
La elección de los convencionales de la Confederación y la aceptación de las
propuestas porteñas, fueron otra demostración acerca de quién era la verdadera
autoridad allí.
Los convencionales urquicistas -amplia mayoría- estuvieron de acuerdo con los
porteños que impugnaron a los representantes de San Juan (gente de Virasoro, que
debía su puesto a Derqui) y aprobaron todo con dos excep- ciones:
1) El nombre del país sería indistintamente Provincias Unidas del Río de la Plata y
Confe- deración Argentina, usándose el de Nación Argentina en la promulgación
de las leyes.
2) La residencia de los diputados y senadores reducida de 3 a 2 años.
FIN DE LA BOLILLA X
________________________
BOLILLA XI): Punto 1
POSICIONES POLÍTICAS EN BUENOS AIRES, SEPARATISTAS Y NACIONA-
LISTAS, EL LIDERAZGO DE MITRE. LA BICEFALIA EN LA CONFEDERA-
CIÓN, URQUIZA Y DERQUI. LA CRISIS DE SAN JUAN, INTERVENCIÓN A
LA PROVINCIA, REACCIÓN DE LOS LIBERALES PORTEÑOS. EL
RECHAZO DE LOS DIPLOMAS DE LOS DIPUTADOS NACIONALES DE
BUENOS AIRES. RE- TORNO DE LAS IDEAS SEGREGADORAS, BELICISTAS
Y PACIFISTAS. LA DECLARACIÓN DEL CONGRESO NACIONAL DEL 5 DE
JULIO DE 1861. GES- TIONES PARA EVITAR LA GUERRA, LA ENTREVISTA
EN EL BUQUE OBE- RON, FRACASO DE LAS TRATATIVAS, BATALLA DE
PAVÓN. EL PLAN PO- LÍTICO DE MITRE LUEGO DEL TRIUNFO,
ACUERDOS CON URQUIZA. LAS EXPEDICIONES AL INTERIOR.
DISOLUCIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL.
Ya hemos adelantado en la Bolilla anterior la situación política de ambos Es- tados.
Por un lado, la preeminencia de Mitre, cuya popularidad entre la ju- ventud
"decente" y la joven oficialidad no se deterioraba a pesar de las de- rrotas militares.
Frente a la rigidez y escasa simpatía que generaba Valentín Alsina, Mitre aparecía
como la alternativa, incluso para antiguos conservado- res y aún federales
desengañados de Urquiza.
Por el otro, Derqui no cesaba en procurar imponerse por sobre la autoridad de
Urquiza, intentando aproximarse a los liberales porteños que, al fin de cuentas,
Pacifistas y belicistas:
En realidad, pocos deseaban la guerra. Tal vez, los más decididos eran los miembros
del Club Libertad, donde Sarmiento y Vélez Sarsfield querían en- trar en el interior
a sangre y fuego. Pero, los pacifistas de ambos bandos ve- ían como única alternativa
la partición de la Argentina.
En Buenos Aires, algunas personas como Pastor Obligado, José Mármol y Norberto
de la Riestra apoyaban una independencia indefinida, aunque no definitiva del
Estado bonaerense. De la Riestra, había sido hasta poco antes ministro de Hacienda
de la Confederación, formando parte de los entendi- mientos secretos entre Derqui
y Mitre y gozando del apoyo británico. En la Confederación, Urquiza volvía a la
vieja idea de segregar la Mesopotamia. Derqui, por su parte, continuaba a medio
camino entre Mitre y Urquiza. La posibilidad de un conflicto entre San Luis y
Córdoba le permitieron interve- nir a esta última provincia y trasladarse a ella, lejos
de Urquiza. Ahora, se planteaba la posibilidad de formar un bloque de provincias
liberales para inclinar la balanza (Córdoba, Tucumán, Salta, Jujuy y,
fundamentalmente Santiago del Estero, gobernada por el caudillo liberal Manuel
Taboada). Bue- nos Aires decidió emplear al tucumano Marcos Paz -federal tibio,
amigo de los liberales- para enviar dinero a estas provincias. Pero, Marcos Paz cayó
en manos de los federales y con él, el dinero y cartas comprometedoras de Mitre a
Derqui. Victorica, yerno de Urquiza, conoció el contenido de aquellas y lo comunicó
a su suegro.
Derqui, descubierto en su juego, se decidió a actuar como presidente de la
Confederación. Formó un Ejército del Centro, con puntanos, cordobeses,
catamarqueños y riojanos, con cuyos contigentes eliminó o neutralizó a los gobiernos
liberales del interior. La guerra era un hecho, pues Buenos Aires había convocado a
las milicias e Hilario Ascasubi acababa de partir para Eu- ropa a contratar
mercenarios genoveses y suizos.
Sin embargo, en la correspondencia de los principales actores, tanto como en sus
conversaciones, quedaba en evidencia que Urquiza y Mitre no desea- ban la guerra.
Otra cosa eran las opiniones Congreso de Paraná (que decla- ró la guerra el 5 de
julio de 1861) y las del presidente.
Estas bases serían complementadas con acuerdos a los que debían llegar
plenipotenciarios de ambos Estados reunidos en el buque francés "Fulmi- nante" .
No obstante, a la escasa voluntad de arreglo de los enviados porte- ños, se sumó la
actitud de los representantes de la Confederación que lleva- ban instrucciones de
Derqui para hacer fracasar el encuentro.
Derqui pensaba jugar la última carta para ser considerado la única autoridad de la
Confederación trasladando la capital a Córdoba y haciéndose fuerte con el Ejército
del Centro. No obstante, otra vez su correspondencia com- prometedora cayó en
manos de Urquiza y claudicó definitivamente, ponien- do sus tropas a las órdenes
del Capitán General.
La batalla de Pavón:
Con escasa iniciativa -especialmente por parte de Urquiza- ambos ejércitos se
aproximaron uno al otro. Detenido a orillas del arroyo Pavón, el ejército de la
Confederación dejó llegar a los porteños hasta sus inmediaciones. Am- bas fuerzas
oscilaban entre los 15.000 y los 18.000 hombres.
Entre los enigmas que rodearon a la batalla se destacó la visita de un nortea-
mericano de apellido Yateman, que estuvo en la noche del 14 de setiembre en ambos
campamentos.
El día 17, Mitre atacó, pero su caballería fue inmediatamente dispersada, no
deteniéndose hasta Luján. El ala de la infantería porteña, mandada por Pau- nero,
consiguió algunas ventajas y capturó cañones enemigos. Pero el ala de Emilio Mitre
fue detenida pese al auxilio de la reserva mandada por el comandante en jefe. Si
Urquiza, al mando de la reserva federal, atacaba con sus mejores tropas la batalla
estaría concluída. Así, lo entendió Mitre, que escapó hasta las cercanías de San
Nicolás.
Sin embargo, para sorpresa de todos, Urquiza mandó tocar retirada y se ale- jó del
campo de batalla, no deteniéndose hasta llegar a su palacio de San Jo- sé, desoyendo
las solicitudes de los jefes federales que acosaban a Mitre. A diferencia de Cepeda,
donde Mitre creyó haber vencido, en Pavón estuvo se- guro de la derrota.
Los días inmediatos a la batalla fueron de incertidumbre en todas partes.
Por un lado, estaban los que querían entrar a saco en el interior y masacrar al
caudilla- je federal. El principal expositor de esta idea era Sarmiento.
Por otro, estaban los que consideraban imposible la unión con el interior
"bárbaro" y preconizaban la independencia de Buenos Aires. De la Riestra y
Mármol eran su voceros.
Ninguno aceptaba transacción alguna con Urquiza, pero Mitre era conscien- te de
su debilidad militar para intentar la conquista del interior por su sola cuenta. Por
otro lado, había comenzado a abandonar la idea de segregar Buenos Aires; tal vez
él podía convertirse en el presidente de la República.
En cartas a su gabinete, expuso su plan político:
Las intenciones de resistir por parte de Derqui no duraron mucho, especial- mente
al enterarse que el vicepresidente Pedernera pensaba conferir a Ur- quiza poderes
dictatoriales para entenderse con Mitre. En los primeros días de noviembre de
1861, delega secretamente sus poderes en Juan Saa para "que en el interior puedan
defenderse con independencia de Urquiza y Pe- dernera" y, en una breve nota a éste
le comunica que piensa "separarse de hecho", por considerar que su presencia es
un obstáculo para el arreglo de la situación. Desde Santa Fé se embarca en un
buque inglés con destino a Montevideo.
Punto 2:
LAS PROVINCIAS REASUMEN SU SOBERANÍA, MITRE ENCARGADO DEL
E- JECUTIVO NACIONAL, LEY DE LA LEGISLATURA DE BUENOS AIRES
AUTO- RIZANDO AL ENCARGO, EL DECRETO REGLAMENTARIO:
"GOBERNADOR DE BUENOS AIRES ENCARGADO DEL PODER
EJECUTIVO NACIONAL". INS- TALACIÓN DEL CONGRESO NACIONAL.
ELECCIÓN DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN. PROYECTO PARA
FEDERALIZAR BUENOS AIRES, APLICA- CIÓN DEL ART. 3º DE LA
CONSTITUCIÓN NACIONAL, OPOSICIÓN DE LA LE- GISLATURA
PROVINCIAL, LA LEY DE COMPROMISO.
El escarmiento de Cañada de Gómez influyó de manera contundente en el in- terior,
facilitando la consolidación de los liberales. Paunero, en Córdoba, re- cibió
instrucciones acerca de cómo debían obrar las provincias.
A partir de diciembre de 1861, una a una fueron adoptando aquel criterio. Ma- yores
dificultades le planteó a Mitre su propio gabinete, ya que predominaba en él la idea
de que era necesario acabar con Urquiza.
El vencedor de Pavón comenzó entonces a plantear quejas al entrerriano a- cerca de
la entrega del archivo, muebles, capital de la Nación y escuadra. Urquiza se allanó a
todo; pero, cuando Mitre le presentó la necesidad de que abandonara el gobierno de
Entre Ríos, otra vez revivió la posibilidad de la guerra. Finalmente, la mediación de
Salvador María del Carril, Thornton y Le- febvre de Becourt disipó aquel peligro.
Urquiza se comprometió a licenciar su ejército, delegaría en Mitre las facultades
nacionales, lo autorizaría a con- vocar el congreso, entregaría las aduanas y
permanecería en el gobierno de su provincia hasta que "pudiera irse
decorosamente".
La Ley de Compromiso:
Como era de esperarse, la legislatura de Buenos Aires se opuso a la federali- zación
de la provincia. Mitre llegó a amenazar con no ocupar la presidencia si no se resovía
la cuestión. Por fin, un proyecto redactado en común con los opositores dio origen a
la Ley de Compromiso:
Punto 3:
IMPOSICIÓN DE GOBIERNOS ADICTOS A LA NUEVA SITUACIÓN EN LAS
PROVINCIAS, RESISTENCIA DE LOS FEDERALES, REPRESIÓN, LA "GUE-
RRA DE POLICÍA". LAS FRACCIONES POLÍTICAS EN BUENOS AIRES, AU-
TONOMISTAS Y NACIONALISTAS. LEY DEL CONGRESO NACIONAL
CREAN- DO EL MUNICIPIO DE BUENOS AIRES, RECHAZO DE LA
LEGISLATURA, IN- TERPRETACIÓN DE LA LEY DE COMPROMISO.
Los hombres encargados de imponer gobiernos adictos a Mitre en las pro- vincias;
los "procónsules" -dice José María Rosa-, eran en realidad oficiales uruguayos
(Paunero, Rivas, Arredondo, Sandes); entre sus soldados había pocos argentinos
(condenados a servir con las armas e indios), los demás eran extranjeros contratados
por Hilario Ascasubi. Esto no parece una ca- sualidad si tenemos en cuenta como
procedieron: destrucciones, asesina- tos, bárbaras ejecuciones, robos, violaciones y,
en un determinado momen- to, la práctica de mandar a los prostíbulos a las mujeres
e hijas de los mon- toneros federales.
La feroz represión, unida a la impopularidad de los gobiernos liberales, fue- ron la
causa de que durante 1862 y 1863 una parte importante del país (La Rioja,
Catamarca, Tucumán, Cuyo y Córdoba) viviera en estado de convul- sión.
El alma de aquella resistencia fue Ángel Vicente Peñaloza, el "Chacho", un
propietario rural de Los Llanos riojanos, que ostentaba el grado de general
conferido por el gobierno de la Confederación.
Sin conocer aún las consecuencias de Pavón, Peñaloza había marchado a fines de
1861 a proteger Tucumán, amenazada por Manuel Taboada. Sin em- bargo,
sorprendido por los hechos que habían seguido a la retirada de Urqui- za, no quiso
combatir y se aprestó a regresar a La Rioja. Esquivando los in- tentos de las fuerzas
porteñas que intentaban rodearlo, llegó a su tierra. En torno a su figura y a su
prestigio se alzaron montoneras federales por todas partes, acaudilladas por
hombres como Fructuoso Ontiveros, Severo Chum- bita, Carlos Ángel y Felipe
Varela.
Punto 4:
INSTALACIÓN DE LA CORTE SUPREMA. LEY NACIONAL DE
ELECCIONES, NOVIEMBRE DE 1863 (LEY Nº75). LA CODIFICACIÓN.
REFORMA CONSTITU- CIONAL DE 1860. EL LIBERALISMO
INTELECTUAL LATINOAMERICANO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO
XIX, NEGACIÓN DE LO HISPANO-CRIO- LLO, CONCEPTO SOBRE LA
CIVILIZACIÓN Y EL PROGRESO. EL PENSA- MIENTO EN LA ARGENTINA
SOBRE EL DESARROLLO SOCIAL, LAS IDEAS DE LA GENERACIÓN
INICIAL: ALBERDI, SARMIENTO Y MITRE.
Desde el punto de vista institucional, la presidencia de Mitre produjo:
3) La codificación:
El movimiento codificador argentino respondió a las pautas extranjerizantes que
fueron introduciéndose después de Caseros. Los códigos civil, comer- cial y penal
fueron tomados de los códigos extranjeros, considerados más civilizados que las
prácticas y costumbres nacionales.
La intención de Urquiza de que se dictaran diversos códigos al par de dar al país
una constitución no arrojó resultados. En el Estado de Buenos Aires, por el
CÓDIGO PENAL: Fue una traducción que hizo Tejedor del código penal del
reino de Ba- viera. Estudiado parsimoniosamente durante años y sometido a
diversas modificaciones, fue sancionado recién en 1887.
CÓDIGO CIVIL: Fue una adaptación casi textual del proyecto de código del
jurista bra- sileño Augusto de Freitas. Esa razón generó grandes resistencias -
Alberdi, por ejemplo- que denunciaban nuestra dependencia del Imperio. Aprobado
por el Congreso durante la presi- dencia de Sarmiento, debió ser sometido a varias
correcciones por los errores que conte- nía, proceso que se prolongó hasta 1882.
El Liberalismo:
La generación que concretó la Organización Nacional basaba su ideario en la
negación de lo hispano-criollo. Su desprecio por lo nacional se fundaba en el repudio
de la tradición que le había dado origen y estaba influenciado por la "leyenda negra"
antiespañola, de origen protestante y masónico. Ésta, se ha- bía iniciado con la
publicación en las Provincias Unidas, sublevadas contra el rey de España, de la obra
de fray Bartolomé de las Casas, "Brevísima re- lación de la destrucción de las Indias",
empleada por los holandeses con fi- nes propagandísticos. Más tarde, había sido
abonada por aquellos españo- les que, en épocas de Carlos II, habían expresado una
auto-denigración de lo hispano.
Se repudió lo nuestro, lo tradicional, organizando el país con las formas, las
modalidades y la mentalidad de una colonia; sometiéndolo a lo extranjero y al
librecambio desenfrenado que arruinó al interior subordinado a los intere- ses de
Buenos Aires. Todo ello en nombre de la civilización.
Ha escrito Arturo Jauretche:
"¿En qué se distingue la colonización del norte de América? En que los anglo-sajones
no admitieron a las razas indígenas, ni como socios ni como siervos en su constitución
social. ¿En qué se distinguía la colonización española? En que la hizo un monopolio
de su propia raza, que no salía de la edad media al trasladarse a América y que absorbió
en su sangre u- na raza prehistórica servil".
Sarmiento profesaba un odio feroz a todo lo que fuera propio de la tierra. Cuando
comenzaban a verse los efectos de la incorporación del capital bri- tánico, escribía:
"Pudimos en tres años introducir 300.000 pobladores y aho- gar en los pliegues de la
industria a la chusma criolla, inepta, incivil y ruda que nos sale al paso a cada
instante".
Trató el tema del desarrollo social en el país a través de la antinomia de civi- lización
y barbarie en su libro "Facundo". Para él "...los americanos se distin- guen por su
amor a la oscuridad y por su incapacidad industrial, con ellos la civilización es
irrealizable, la barbarie es normal".
Aunque con los años volvería sobre sus pasos (se haría industrialista y da- ría el grito
de alarma ante una inmigración incontrolada y sin conciencia na- cional), había
escrito en el "Facundo":
"La grandeza del Estado está en la pampa pastora, en las producciones tropicales del
Nor- te y en el gran sistema de los ríos navegables cuya aorta es el Plata. Por otra parte,
BARTOLOMÉ MITRE:
La síntesis de su política y de sus ideas es ésta: defensor de una "democra- cia"
formal, dirigida por una minoría oligárquica apta; enemigo del "criollis- mo
bárbaro" y partidario del foco civilizador de Buenos Aires y el Litoral; li-
brecambista, ganadero y agrarista, sostenedor de la estructura semicolonial y
comercial del país; anti-industrialista, cosmopolita, amigo de la iniciativa privada,
civilista, adversario del "militarismo" (excepto cuando encuentra un puñado de
oficiales dispuestos a servirle); traductor, sirviente espiritual de la cultura europea
y de su preeminencia técnica.
Punto 5:
LA POLÍTICA DEL BRASIL EN EL PLATA, CONFLICTO CON EL
GOBIERNO URUGUAYO, LA INTERVENCIÓN DIRECTA,
CONFRONTACIÓN CON EL PA- RAGUAY. LA REVOLUCIÓN COLORADA
EN EL URUGUAY, ACTITUD DEL GOBIERNO ARGENTINO. LA GUERRA
DE LA TRIPLE ALIANZA CONTRA EL PARAGUAY.
La política del Brasil en el Uruguay:
PARAGUAY
Desde 1862, en que murió Carlos Antonio López, era gobernado por su hijo
Francisco Solano López.
Tenía 1 millón y medio de habitantes (igual que la Argentina). Su sociedad no
presenta- ba diferencias pronunciadas en lo económico.
Poseía ferrocarril y telégrafo.
La exportación de productos subtropicales le permitía acumular un importante
supera- vit fiscal, en gran parte destinado a la compra de armamentos.
Había fortificado las riberas del río Paraguay, construyendo una gran fortaleza en
Hu- maitá. Poseía fundición de cañones y oficiales perfeccionados en Francia. Su
ejército alcan- zaba los 18.000 soldados, con una reserva de 40.000 hombres.
BRASIL
Un renovado partido liberal aspiraba a ubicar a Brasil a la cabeza de Sudamérica,
vol- viendo a la política expansionista. Sin embargo, la inexperiencia juvenil de sus
políticos, permitió que un veterano -el marqués de Olinda- retornara a la jefatura del
gobierno, aliado con conservadores (saquaremas) y liberales (luzias).
También era importante el papel que podía desempeñar Urquiza. Por enton- ces, el
entrerriano estaba nervioso por la concentración de tropas naciona- les cerca de
Entre Ríos que el gobierno de Mitre aprestaba para luchar con- tra el Chacho.
Cuando Paraguay hizo saber a Buenos Aires su interés por la seguridad del
Uruguay, exigiéndole que demostrara su neutralidad frente a la revolución de
Flores, Urquiza inició contactos con Francisco Solano López, planteando la
posibilidad de volver a separar el interior de Buenos Aires y formando un bloque
aliado con el Paraguay y el Uruguay. El presidente paraguayo exigió un
"pronunciamiento" previo de Urquiza.
Al fin, pareció que todo quedaba resuelto a favor del gobierno de Mitre y sus aliados
colorados:
1) LA OFENSIVA PARAGUAYA.
2) LA DEFENSA PARAGUAYA.
Pronto se plegaron casi todas las provincias cordilleranas. Pese a que fue
convocado a en- cabezar la rebelión, Urquiza no respondió.
Mitre se vio obligado a dejar el mando en Paraguay y destinar fuerzas del ejército
para re- primir el movimiento. Las derrotas de Saa en San Ignacio y de Varela en
Pozo de Vargas a manos del santiagueño Antonio Taboada, aliviaron en algo la
situación, agravada por una epidemia de cólera originada en el teatro de la guerra.
Gran Bretaña no deseaba el exterminio del Paraguay y la hegemonía absoluta
de Brasil. Por esa razón realizó varias maniobras (entre ellas logró el apartamiento
de Elizalde -hom- bre de Brasil- como canciller) y ofreció una nueva mediación.
Tropezó con la negativa de López a abandonar su patria. Mitre, por su parte, tras
nuevas demostraciones de su impe- ricia militar, abandonó definitivamente el frente
al producirse la muerte del vicepresidente Marcos Paz.
A cargo de la guerra casi con exclusividad, Brasil lanzará una gran ofensiva que,
des- pués de la derrota de Humaitá (última victoria paraguaya), logró desmantelar
y ocupar a- quella fortaleza. Con la masacre del pueblo paraguayo y sabiendo que
la guerra cesaría cuando se entregara López, hubo un complot. Pero el mariscal lo
descubrió y ejecutó a los responsables, aunque entre ellos estaban dos de sus
hermanos y el obispo de Asunción. Los aliados entraron en Asunción en enero de
1869 e instalaron un gobierno amigo. No obstante, recién un año después (marzo
de 1870), López fue alcanzado y muerto en Cerro Corá.
Brasil se apropió del máximo de sus aspiraciones territoriales. El canciller del nuevo
presidente Sarmiento, Mariano Varela renunció a parte de las pretensiones
argentinas a partir del concepto de que "la victoria no da de- rechos", reteniendo
para la Argentina el territorio de las actuales provincias de Misiones, Chaco y
FIN DE LA BOLILLA XI
________________________
ANEXO
Antes de iniciar el Punto 1, haremos una síntesis de las presidencias de Sar- miento y
Avellaneda, para poder entender la situación del país hacia 1880.
En 1868 debían efectuarse las elecciones presidenciales. Pese a que Mitre había
anunciado su prescindencia en la contienda electoral, se sabía que Rufino de Elizalde
(propuesto por el Partido Nacional o Nacionalista) era su candidato preferido,
habiendo ya criticado las candi- daturas de Urquiza (fuerte en el interior pero sin
chances en Buenos Aires), Alberdi (más o menos en la misma situación) y Adolfo
Alsina (fuerte en Buenos Aires pero sin chances en el interior).
Elizalde era apoyado por Brasil debido a que era quien había iniciado en 1864 las
tratativas para la alianza, y por consiguiente quien ofrecía "garantías al Brasil para
la observancia de los tratados y, en general, para el mantenimiento de las buenas
relaciones internacionales". Por las mismas razones, era quien pagaba el costo
político de la guerra del Paraguay.
El Partido Autonomista pudo ganar las elecciones de 1866 para gobernador de
Buenos Ai- res debido, entre otras razones, a que los más importantes comandantes
de frontera -que e- ran quienes digitaban las elecciones en la campaña a favor de los
candidatos nacionalistas- estaban en el frente de guerra.
Un grupo de oficiales del ejército, entre quienes se contaba el coronel Lucio V.
Mansilla, proclamó la candidatura de Domingo Faustino Sarmiento, quien se
hallaba en misión oficial en Estados Unidos; ésta fue apoyada por los liberales de 6
provincias.
Sorpresivamente, "Tribuna", el órgano de los autonomistas, proclamó la fórmula
Sarmiento- Alsina. El Club Libertad la ratificó. Adolfo Alsina abdicó sus
aspiraciones presidenciales, de- jando para cuando el Partido Autonomista tuviera
alcances nacionales la búsqueda de aquel objetivo.
Sarmiento había asumido la presidencia sin un partido político propio. Sin embargo,
por la política aplicada en el interior, cuando finalizaba su mandato controlaba todo
el país, con excepción de Santiago del Estero que respondía a Mitre. En desacuerdo
con las candidatu- ras de Mitre y Alsina, propuso a su ministro Nicolás Avellaneda,
que había realizado una gran labor. Alsina, entendiendo nuevamente las
limitaciones del Partido Autonomista en el interior, lo apoyó también.
La "conciliación" de 1877:
En 1876, con un gobierno desgastado por la crisis económico-financiera, el mitrismo
volvió a conspirar, aunque manteniendo a Mitre al margen. Para colmo de males,
Ricardo López Jordán retornó de su exilio, iniciando su ter- cera revolución en
Entre Ríos (tal vez tuviera alguna relación con el mitrismo).
El gobierno de Avellaneda declaró el estado de sitio y varios diarios que res- pondían
a Mitre ("La Nación" y "La Prensa") fueron clausurados. López Jor- dán por su
parte, fue rápidamente vencido por fuerzas nacionales y tomado preso, siendo
juzgado por los tribunales federales de Paraná (escaparía de su prisión y sería
amnistiado más tarde por Juárez Celman).
A esa altura de los acontecimientos, El ministro de Guerra, Adolfo Alsina, co-
menzaba a ver con preocupación la unidad del Partido Autonomista y sus
posibilidades de ser el sucesor de Avellaneda. Las candidaturas para el go- bierno
de la provincia de Buenos Aires mostraron la vigencia de un grupo de jóvenes
autonomistas (Aristóbulo del Valle, Leandro Alem y Dardo Rocha) poco inclinado a
someterse a las directivas del viejo jefe.
La celebración de un funeral por "las víctimas de la tiranía" (respuesta a un ho-
menaje similar promovido por los familiares de Rosas a propósito de su muerte en
Inglate- rra), dieron a Alsina la posibilidad de encontrarse con Mitre, sellando su
en- cuentro con un abrazo público.
Aquel hecho abrió camino a la "conciliación", un "pacto de caballeros" que, en un
principio, sólo perseguía restituir a Mitre y a sus camaradas de 1874 sus grados
militares, pero que culminaría con la formación de un gabinete nacional
"conciliado".
En el interior, la "conciliación" no arrojó resultados positivos y generó situa- ciones
revolucionarias. Pero, en Buenos Aires, las cosas fueron mejor y Car- los Tejedor se
convirtió en el candidato a gobernador de Buenos Aires, fruto del acuerdo. En
cambio, Alsina no pudo evitar la ruptura del Partido Autono- mista, ya que la
juventud se separó constituyendo el Partido Republicano. Del Valle, Rocha, Alem,
entre otros, entregaron el liderazgo del mismo a Sar- miento. En las elecciones que
consagraron gobernador a Tejedor, los repu- blicanos fueron derrotados por los
"conciliados", generando desórdenes en las mesas electorales.
De improviso, cuando todo parecía arreglado para asegurar la presidencia a Alsina,
éste murió después de sufrir una indisposición mientras inspeccio- naba un fortín en
Carhué (se dijo que había ingerido un alimento en mal estado).
Para 1878, todo parecía asegurar la presidencia de la república a Carlos Teje- dor,
el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo apoyaba el autono- mismo otra
vez unificado después de la muerte de Alsina, lo apoyaban los mitristas y lo apoyaba
el joven y hábil comandante de Río IV, el flamante ge- neral Julio A.Roca que,
pacientemente, estaba organizando una liga de go- bernadores a partir de su dominio
político sobre las provincias de Cuyo (luego de la victoria en Santa Rosa) y Córdoba
(por la acción de su pariente Miguel Juárez Celman).
Pero, Tejedor era enemigo de la politiquería, era soberbio y de mal carácter.
Además, carecía de tacto: al asumir el gobierno provincial se había referido al
gobierno nacional llamándolo "huésped". En poco tiempo, comenzó a per- der sus
apoyos políticos. Los jóvenes autonomistas (llamados ahora "pu- ros") lo
abandonaron cuando Mitre se dispuso a apoyarlo. Roca, que pla- neaba su
expedición al desierto, no recibió seguridades de Tejedor de que sería su ministro de
Guerra (Tejedor sostenía que la Patagonia y la Pampa pertenecían a la provincia de
Buenos Aires), por lo que dejó de sugerir su nombre y también su liga de
gobernadores, creada para defenderse del mitrismo. Todas estas alternativas
llevaron a primer plano la figura de Roca, cuya candidatura fue sugerida por Dardo
Rocha, uno de los "puros".
Entre abril y julio de 1879, mientras se proclamaba la fórmula Tejedor-Las- piur,
el general tucumano llevaba adelante su campaña al desierto. Saturni- no Laspiur
era, por entonces, ministro del Interior de Avellaneda. Con su in- tervención había
favorecido el dominio de los mitristas en Corrientes. Aho- ra, trataba de repetir el
juego en La Rioja.
La situación empezó a complicarse por todas partes. El presidente Avellane- da,
poniéndose de parte de Roca, desautorizó a Laspiur, que renunció a su cargo de
ministro.
Roca, recibido en triunfo en Buenos Aires, perdió de un día para otro su po-
pularidad. Una ola de desenfrenado localismo inundó la ciudad. El presiden- dente,
un provinciano, era llevado de la nariz por un militar, también provin- ciano-.
Tejedor pronunciaba palabras belicosas, mientras Mitre agitaba las a- guas de
manera disimulada.
El nuevo ministro del Interior fue Sarmiento. Suponiendo que podría emerger como
una alternativa entre Tejedor y Roca, intentó crearse situaciones favo- rables a su
candidatura en el interior, interviniendo Jujuy. Desautorizado por Avellaneda
también se alejará.
Fue entonces que surgió el problema de las milicias. Tejedor comenzó por prohibir
a las fuerzas nacionales acantonadas en la ciudad de Buenos Aires realizar
ejercicios. Paralelamente, reivindicó el derecho de la provincia a or- ganizar la
guardia nacional. Pudo llegarse a una transacción y sancionarse una Ley de Milicias
en 1879: las provincias podrían organizar sus milicias, pero no podrían convocarlas
6 meses antes de una elección; además, Roca abandonaría el ministerio de Guerra,
siendo reemplazado por Carlos Pellegri- ni.
Por sugerencia de "La Nación", Tejedor pudo eludir la norma recién saciona- da al
crearse la "Sociedad de Tiro y Gimnasia", a fin de que la juventud por-teña pudiera
adiestrarse para "la defensa de Buenos Aires". Simultáneamen- te, la provincia
armó a los bomberos voluntarios, a los cuerpos de vigilantes y a los guardia cárceles,
adquiriendo armas y municiones del extranjero sin respetar las disposiciones
La guerra civil:
Entre febrero y abril de aquel año debían efectuarse tres elecciones:
Renovación de la legislatura porteña: ganaron los "conciliados" de Tejedor.
Renovación de diputados nacionales: ganaron los "conciliados" en Buenos Aires;
en el resto de las provincias, los que apoyaban a Roca.
Elección de electores para presidente: ganaron los partidarios de Tejedor en
Buenos Aires y Corrientes; en el resto del país, los roquistas.
Entre abril y junio, a medida que crecía la tensión, fueron incesantes las tra- tativas,
conferencias y encuentros en busca de una salida pacífica. Roca se mantuvo firme
ante los pedidos de renuncia que se le formularon. No obs- tante, después de un
encuentro entre Roca y Tejedor a bordo de un vapor en el río Luján, volvió por un
momento a barajarse el nombre de Sarmiento.
Sin embargo, Roca y Pellegrini estaban decididos a desencadenar la lucha. El 1º de
junio, un contingente de fuerzas nacionales que trataba de impedir el desembarco
de armas para los porteños debió retirarse ante la presencia de fuerzas de Buenos
Aires. Pellegrini convenció a Avellaneda que el gobierno de Tejedor había
comenzado la guerra. El presidente dispuso entonces el traslado de los poderes
nacionales al pueblo de Belgrano. Allí:
Punto 2:
LA FEDERALIZACIÓN DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. LA PROVINCIA
IN- TERVENIDA, CONSTITUCIÓN DE UNA NUEVA LEGISLATURA. EL
PROYEC- TO DE LEY DE CAPITAL EN EL CONGRESO NACIONAL,
SANCIÓN. EL DE- BATE EN LA LEGISLATURA PROVINCIAL.
El "pacto de caballeros" entre Avellaneda y Moreno no satisfizo a nadie.
Entre los revolucionarios, muchos se preguntaban por qué se había capitu- lado si
la victoria militar era posible. En el campo de los nacionales -espe- cialmente Roca-
se consideraba que el arreglo dejaba intacto el poder del e- nemigo.
El Congreso de Belgrano, convertido en vocero de las aspiraciones de Ro- ca,
terminaría apartándose de Avellaneda, convertido en una figura intras- cendente.
Nuevamente volvió a plantearse la cuestión de la capital de la Re- pública, que Roca
quería llevar a Rosario. Por otra parte, la Corte Suprema de Justicia no se reunía
para no tener que pronunciarse sobre temas tan di- fíciles como:
Punto 3:
OCUPACIÓN DE LOS TERRITORIOS NACIONALES, LA "EXPEDICIÓN AL
DE- SIERTO" DE 1832, AMPLIACIÓN DE LAS FRONTERAS EN EL SUR. LEY
La expedición al desierto:
El proyecto que debía catapultar a Alsina a la presidencia de la República fue
usufructuado por otra persona que heredó el proyecto, el ministerio de Guerra y la
candidatura presidencial: Julio A.Roca.
Como ya hemos explicado, Alsina enfermó gravemente mientras inspeccio- naba un
campamento militar en la frontera (noviembre de 1877) y murió po- co después.
El nuevo ministro de Guerra discrepaba con el criterio de Alsina que, como Rosas,
quería manejarse con los indios a partir de tratados y era partidario de poblar
gradualmente las tierras fronterizas con colonos, plantaciones y estancias ("el plan
del poder Ejecutivo es contra el desierto para poblarlo y no contra el indio para
destruirlo). Roca se inclinaba por una acción ofensi- va que condujera, en primera
instancia, a apoderarse del "camino de los chi- lenos".
Sancionada la ley de 1878, la expedición integrada por cinco columnas se puso en
movimiento en abril de 1879. La acompañaban misioneros, zoólo- gos, botánicos,
topógrafos, agrimensores y periodistas. El 24 de junio de aquel año, el ministro de
Guerra retornó a Buenos Aires frente a la grave si- tuación política que allí se vivía.
Por entonces, ya se había alcanzado la con- fluencia del Neuquén con el Limay.
Casi no se encontraron indios y apenas se registraron escaramuzas con al- gunos
desesperados. Los pocos hallados fueron muertos o tomados prisio- neros. Tras
varios años de escapar a la persecución de las tropas naciona- les, Namuncurá sólo
se rindió en 1883. La ocupación de los territorios del sur prosiguió hasta alcanzar la
región de los lagos y los ríos Deseado y San- ta Cruz.
Punto 4:
LA POLÍTICA INMIGRATORIA DE LOS GOBIERNOS NACIONALES DESDE
1853. LEY DE INMIGRACIÓN Y COLONIZACIÓN DE 1876. LA
INMIGRACIÓN MASIVA CON DESTINO URBANO.
La necesidad de atraer inmigrantes europeos al Río de la Plata ya fue señala- da por
Mariano Moreno. Del mismo modo, el asunto fue del interés de Ber- nardino
Rivadavia, pero sus convenios de colonización, durante la década de 1820,
resultaron un fracaso. La inmigración prácticamente se detuvo du- rante la época
de Rosas.
Se calcula que los extranjeros llegados al país hasta 1914 superaban los 3 millones
de individuos; no obstante, las cifras de los Censos Nacionales no parecen revelarlo:
Esta oligarquía ya no debería enfrentarse con la oposición de las masas crio- llas y
sus molestos caudillos. Perseguidos o exterminados, los criollos ya no podían
desempeñar un protagonismo político. Este es el trasfondo que pre- senta el poema
"Martín Fierro".
Por otra parte, empezaban a llegar los inmigrantes. No serían, sin embargo, las
"viriles" razas del norte las que responderían al llamado de poblar estas tierras. Los
británicos eran apenas un puñado de gerentes y técnicos de los ferrocarriles. Por el
contrario, comenzaban a ingresar miles de personas pro- cedentes de Europa
meridional (napolitanos, gallegos y vascos), en su ma- yoría pobres e ignorantes.
Defraudado, Alberdi diría: "poblar es un arte, una ciencia; pero poblar es apestar,
corromper, cuando se puebla con las emi-graciones de la Europa atrasada". Aquellos
inmigrantes sin aspiraciones po- líticas ni jefes, ni conciencia de la nacionalidad,
cumplirían las funciones proletarias de una Argentina necesitada de trabajadores.
El pensamiento de la época:
El proyecto de la "Generación del '80" se sintetiza a veces en el lema del ge- neral
Roca: "Paz y Administración". En lo económico se centraba en la inser- ción de la
Argentina en la división internacional del trabajo a partir de la pro- ducción de
materias primas y alimentos, y la importación de la mayor parte de los productos
elaborados que se consumían en el mercado interno. En lo político, en la
conformación de un régimen administrativo moderno a partir de instituciones
imitadas de la Europa finisecular, con el propósito de ofre- cer garantías a los
capitales extranjeros que invertían en el país.
La oligarquía vivía en una suerte de "alternancia cultural", tributaria de los
movimientos ideológicos e intelectuales europeos, sobre todo de Francia. La soberbia
cultural de los argentinos, que se extendía incluso a sus relaciones con los EEUU,
aparecía mezclada con una suerte de prudente nacionalismo, frente al peligro del
caos internacional, un arrogante optimismo basado en la creencia en la fatalidad del
progreso y una sensación de dominio de la si- tuación y del porvenir.
Se fue constituyendo una sociedad:
El presidencialismo. El fraude:
Aunque Roca no tenía oposición, prefirió reforzar su poder por medio de un ejército
aún más eficaz y adicto y la liga de gobernadores, controlada desde Córdoba por su
concuñado Miguel Juárez Celman. Su partido, el PAN, más que un partido político
entendido en términos modernos, constituía, más bien, una red de amistades
políticas y económicas, un sistema de lealtades y compromisos con sus
corrrespondientes premios y castigos, manejados desde el poder central y afirmados
en los gobernadores provinciales.
Desde 1880, los gobiernos mantuvieron las apariencias de la democracia po- lítica y
convocaron a elecciones en el orden nacional, provincial y municipal. Sin embargo,
el gobierno impedía el acceso de los candidatos de la oposi- ción a los cargos
legislativos y se aseguraba la integración del colegio elec- toral -encargado de elegir
al presidente y vice- con hombres de su confian- za.
A través de los caudillos electorales, los líderes políticos del PAN controla- ban los
comicios interviniendo de diferentes formas en el momento de la e- misión del voto.
Por un lado, intervenían en las comisiones empadronado- ras que conformaban el
registro electoral y, por otro, con las ventajas que les daba el hecho de que el voto
era voluntario y no secreto, organizaban el "voto colectivo", el "voto doble", la
repetición del voto y la compra de sufra- gios. Muy frecuentemente, también
utilizaban la violencia impidiendo que los opositores se acercaran a las mesas.
El régimen apenas respetaba los valores del liberalismo político, siendo cla- ramente
antidemocrático. En cambio, respondía a principios fundamentales del liberalismo
económmico: no intervención del Estado en la economía, di- visión del trabajo y
libertad de comercio.
El Estado fuerte en manos de una oligarquía pro-británica era la condición
necesaria para la expansión de los capitales ingleses en nuestro país. Gran Bretaña
lo apoyó con sus préstamos, que eran parte de la doble política im- perialista:
exportación de capitales y fortalecimiento de los estados naciona- les
Hacia el "unicato":
La campaña para la sucesión presidencial de 1886 comenzó muy temprano: en 1883.
Ese proceso puso de manifiesto que Roca era el jefe indiscutido, de qué modo
funcionaba el sistema de amistades, lealtades, premios y castigos y, que el presidente
no toleraba intromisiones en su feudo del interior. La principal víctima de aquel
juego fue Dardo Rocha.
El "Unicato":
Poco después de asumir, Juárez Celman intentó desestimar las acusaciones de
fraude expresando: "No creo en el sufragio universal. Consultar al pueblo siempre es
errar pues éste únicamente tiene opiniones turbias. El hecho del fraude, si es que existe,
será obra de los partidos en lucha; pero no vemos qué intervención pueda haber tenido
en el Poder Ejecutivo Nacional".
Carente de la energía y astucia de Roca, Juárez se dejó rodear por un grupo de
jóvenes que adulaban su vanidad. Aquel círculo, conocido como "la ca- marilla",
estaba integrado por hombres como Lucio V.López, Luis María Dra- go, el mitrista
Norberto Quirno Costa, los cordobeses Ramón Cárcano y Jo- sé Figueroa Alcorta y
varios representantes de la juventud provinciana. Los propósitos de "la camarilla"
eran:
Punto 6:
LA ARGENTINA PERISFÉRICA. EL CAMBIO ECONÓMICO, EL
DESARROLLO DE LA INDUSTRIA PESADA EN LOS PAÍSES DOMINANTES,
LA PROVISIÓN DE ALIMENTOS Y MATERIAS PRIMAS. EXTENSIÓN
BRITÁNICA EN LAS PRADERAS RIOPLATENSES, EL DOMINIO DEL
SISTEMA DE COMERCIALI- ZACIÓN DE LOS PRODUCTOS
AGROPECUARIOS. LA IMPORTACIÓN DE MANUFACTURAS. AFLUENCIA
DEL CAPITAL EXTRANJERO, INVERSIÓN Y ESPECULACIÓN. LAS
FINANZAS PÚBLICAS, EL CRÉDITO EXTERNO. LOS BANCOS
GARANTIDOS.
La Argentina perisférica:
A poco de asumir Roca, la situación financiera del país era grave por:
La anarquía monetaria y continuas emisiones de papel moneda.
La considerable deuda externa al haberse hecho cargo la Nación de los
empréstitos de la provincia de Buenos Aires.
Los gastos del municipio federalizado (salubridad, puerto, embellecimiento).
Los gastos ordinarios (educación, policía, etc.).
El ministro de Hacienda de Roca, Juan José Romero, encaró una reforma
monetaria que estableció dos patrones monetarios: el papel (que sería em- pleado
para transacciones internas, emitidos por cinco bancos autorizados) y el metálico
(monedas de 50 centavos y 1 peso de plata, y de 5 o más pe- sos de oro, que se
emplearía para pagos exteriores).
Sin embargo, el sistema fracasó por el vértigo de los grandes empréstitos exteriores,
cuyos intereses debían pagarse en oro. Además del aumento constante de los gastos
públicos y el crecimiento de la burocracia llevó la deuda consolidada (interna y
externa) de 57 millones de $ en 1880, a 122 mi- llones de $ en 1884. En 1885, el nuevo
ministro de Hacienda, Victorino de la Plaza, suspedió por dos años la
convertibilidad del peso.
El malestar financiero, que no parecía preocupar a la Argentina, generó in-
quietudes en Londres, donde se publicó que el país estaba en estado de quiebra.
Para no tener dificultades con los préstamos, Roca encargó a Car- los Pellegrini
gestionar un arreglo con los banqueros europeos. Lo hizo con un consorcio de
La breve crisis de 1885 fue superada con relativa facilidad. En 1886, Juárez Celman
asumió dispuesto a lanzar al país hacia el progreso y la moderniza- ción. Para
cumplir con esos objetivos atrajo a los inversionistas extranjeros y los ferrocarriles
se extendieron a lo largo de 12.000 km. Paralelamente se expandió el crédito y el
consumo de bienes suntuarios aumentó de manera desproporcionada. El capital
extranjero, tanto en el plano de las inversiones como en el de los empréstitos, tuvo
un lugar prominente en el esquema eco- nómico de aquel período.
Grupos de financistas, gestores e intermediarios, especulaban con cada ven- ta, con
cada compra, con cada préstamo o licitación, haciendo grandes ne- gocios a costa de
los recursos del Estado y evadiendo el pago de impues- tos. El gobierno, en tanto,
llevaba adelante su política liberal, fomentando la privatización de los servicios
públicos. Se daba así, lugar a negociados y se generalizaba la corrupción en la
administración estatal.
ANEXO
Completamos algunos datos de la presidencia de Julio Argentino Roca.
Política internacional:
En 1877 se había concertado en Buenos Aires el tratado de límites con Chile,
fijándose la frontera en "las altas cumbres que dividen las aguas"; el estrecho de
Magallanes sería chi- leno hasta Punta Arenas, manteniéndose en statu quo desde
allí en adelante, y la costa a- tlántica hasta Santa Cruz, mientras un arbitraje no
decidiera su dominio. Pero el convenio no fue ratificado por Chile y se produjeron
roces en la zona en litigio, que era la costa patagó- nica.
Por entonces, existió un gave peligro de guerra en el cono sur, entre Chile y Brasil
por un la- do, y Argentina, Perú y Bolivia por el otro. Finalmente, el conflicto estalló
entre Chile y Boli- via, que fue apoyada por Perú. Pese a las expectativas peruanas,
la Argentina de Roca bus- có el arreglo de sus cuestiones con Chile a través de la vía
diplomática (actuaron como me- diadores dos diplomáticos norteamericanos
acreditados en Santiago y Bs.As.). Por el trata- do de 1881, firmado por el canciller
Bernardo de Irigoyen:
1) Hasta el paralelo 52º la frontera correría por "las más altas cumbres", siguiendo
la "divi- soria de las aguas".
2) El estrecho de Magallanes sería chileno y la costa de la Patagonia argentina.
3) La isla de Tierra del Fuego se partiría en dos: oriente para Argentina y occidente
para Chile.
4) Las islas ubicadas al sur del canal de Beagle serían para Chile y las bañadas por
el A- tlántico para Argentina.
Ley de educación común:
Las escuelas de Buenos Aires, ahora dependientes de la Nacion, se regian por una
ley dictada a iniciativa de Sarmiento, que incluia la enseñanza del catecismo católico.
Los padres de niños de otras confesiones religiosas podían solicitar que no se les
impartiese a sus hijos.
En 1881 el ministro Pizarro (autor de un proyecto de ley que mantenía la enseñanza
del catecismo y establecía la gratuidad y obligatoriedad de la educación primaria)
invitó a un congreso pedagógico a las principales figuras de la enseñanza, el
periodismo y la literatura, a reunirse en Buenos Aires para apoyar la gratuidad y
obligatoriedad de la educación. Sin embargo, Pizarro renunció por razones poíticas
siendo reemplazado por Eduardo Wilde. Por entonces, Sarmiento y "La Nación"
criticaron la enseñanza del catecismo en las escuelas.
En abril de 1882 se inauguró el Congreso Pedagógico, para el cuál Roca había
impuesto la prohibición de discutir cuestiones confesionales. No obstante, el asunto
fue puesto sobre la mesa y al ser derrotada la protesta de los representantes católicos
(Estrada, Goyena, Nava- rro Viola) se retiraron.
En medio de las polémicas entre los católicos (periódico "La Unión") y Sarmiento
(periódico "El Nacional"), el proyecto del ministro Pizarro se discutió en diputados,
luego de haber sido aprobado en senadores. Allí, fue modificado, disponiéndose lo
resuelto por el Congreso Pe-dagógico en cuanto a que la enseñanza católica se
"Que los gobiernos son malos administradores es una idea que en política tiene el
va- lor de axioma" (Eduardo Wilde).
Así se procedió con el Ferrocarril Andino, el Ferrocarril Central Norte, el Fe- rro
Carril Oeste, y los ferrocarriles de Santa Fé y Entre Ríos, todo ello en be- neficio de
empresas británicas. Paralelamente a la entrega de resortes funda- mentales de la
economía, se prosiguió con el despilfarro: aumentos de los sueldos de los legisladores
y de altos oficiales militares, pensiones gracia- bles, donación de tierras,
construcción de suntuosos edificios públicos.
La crisis comenzó a percibirse a fines de 1888: aumento del oro y pérdidas en la
Bolsa. Luego, mientras comenzaba la agitación obrera por los magros salarios
existentes, el oro empezó a subir de manera imparable. Los reme- dios del gobierno
(cierre de la Bolsa y venta del oro de las reservas) fracasa- ron. Comenzaron
entonces las huelgas obreras (zapateros, panaderos, por- tuarios, carpinteros,
ferroviarios) que exigían el pago en oro de los salarios. Gran Bretaña, interesada en
que no disminuyera el consumo, sugirió a las empresas de sus súbditos en la
Argentina que se pagara en oro.
En 1889, la crisis se desató con todo su rigor: caída del valor de las tierras, del precio
del trigo, la lana y los cueros, inflación, desocupación. La Banca internacional
suspendió el crédito y muchos bancos cerraron sus puertas.
Sin descartar la política irresponsable del gobierno de Juárez Celman, al que se
consideró único culpable de la crisis, lo sucedido en la Argentina no fue otra cosa
que el rebote de una crisis global, con epicentro en los grandes centros financieros
del mundo (París, Londres), que se extendió por Europa y que tuvo como hechos
paradigmáticos la quiebra de la compañía a cargo de la construcción del canal de
Panamá y de la Banca Baring. En una pala- bra, lo sucedido a la Argentina no fue
otra cosa que la consecuencia de la dependencia económica.
Los oradores coincidieron en que el problema del país era de naturaleza po- lítica y
así también pareció entenderlo el gobierno que, por sugerencia del vicepresidente
Pellegrini, aconsejó la renuncia de Cárcano a su candidatu- ra. Pero, las buenas
intenciones duraron poco, y Juárez Celman vovió a de- signar ministros entre los
miembros de la "camarilla", mientras estallaba el escándalo al conocerse la
existencia de emisiones clandestinas. En el seno de la Unión Cívica y en algunos
ámbitos militares comenzó a hablarse de re- volución.
Pese a las objeciones del mitrismo, la junta revolucionaria de la Unión Cívi- ca
acordó que Leandro Alem sería el "presidente provisional" de la Repúbli- ca luego
del triunfo del movimiento. El general Manuel Campos sería el jefe militar del
mismo. Entre mediados del mes de julio y el fin de la revolución abundaron los
hechos extraños y sospechosos, las traiciones y la especu- lación.
Punto 2:
ORGANIZACIÓN DE LA UNIÓN CÍVICA, LA CONVENCIÓN DE ROSARIO,
LA FÓRMULA PRESIDENCIAL. EL ACUERDO ROCA-MITRE, LA
INTRANSIGEN- CIA DE ALEM, LOS "CUATRO PUNTOS" DE LA UNIÓN
CÍVICA RADICAL. LAS ELECCIONES DE 1892, LA REVOLUCIÓN DE 1893.
Leandro Alem fue sacado por sus partidarios de la depresión en que había caído
luego de la capitulación de los revolucionarios, los que que se dispu- sieron a festejar
la caída de Juárez Celman. En la Plaza de Mayo, Alem ex- presó su credo político:
El "Acuerdo" Roca-Mitre:
La revolución de 1893:
La intranquilidad no cesó con la asunción del nuevo gobierno. En poco tiem- po se
registraron hechos revolucionarios en varias provincias, en tanto los líderes
radicales, vueltos del destierro, se preparaban para iniciar un nuevo levantamiento,
por considerar ilegítimo a un gobierno nacido del fraude.
Luis Sáenz Peña manifestó desde el primer momento su intención de renun- ciar
pero, convencido por los notables (Mitre, Roca y Pellegrini), nombró a Aristóbulo
del Valle ministro de Guerra. Éste, decidido a restaurar la pureza de las
instituciones, intentó poner en práctica una "revolución desde arriba", propiciando
la caída de todos los gobiernos provinciales, desarmándolos primero e
interviniéndolos luego.
A fines de julio y principios de agosto de 1893, estallan revoluciones en Buenos Aires,
Santa Fé y San Luis. Los radicales se apoderan del gobierno de las dos últimas. Sobre
La Plata convergen dos columnas revolucionarias: la de los radicales dirigida por
Hipólito Yrigoyen (vía Temperley) y la de los cívicos mitristas (vía Quilmes). Luego
de la renuncia del gobernador Julio Costa, del Valle reconoce al "gobernador
revolucionario" Juan Carlos Bel- grano (radical) y hace lo propio con los de San Luis
y Santa Fé.
Los líderes del régimen ya no pueden detenerlo y se esfuerzan en ponerle obstáculos.
Del Valle hubiera podido cumplir su objetivo restaurador del su- fragio y de la
legalidad si hubiera disuelto el Congreso y destituído al presi- sidente Sáenz Peña.
Pero, su respeto por la Constitución le hizo perder la oportunidad. Renunciará y con
su retiro, terminará su proyecto de "revolu- ción desde arriba".
Con Manuel Quintana como ministro del Interior, el gobierno intervino las tres
provincias. Ello, hizo renacer la revolución en Santa Fé, ahora con la participación
de algunos oficiales militares y de marina (setiembre de 1893). Sin embargo, las
fuerzas represoras puestas bajo el mando del general Julio Roca lograron, tras
algunos enfrentamientos terrestres y navales, controlar la situación. En enero de
1895, el presidente Sáenz Peña -que no quería am- nistiar a los oficiales de alta
graduación comprometidos en la revolución- presentó su renuncia. El
vicepresidente Uriburu se hizo cargo del gobierno, lo que significaba el retorno de
Roca al primer plano.
Punto 3:
LAS PRIMERAS ORGANIZACIONES DE TRABAJADORES, ANARQUISMO Y
SOCIALISMO. LA REALIDAD SOCIAL. REACCIÓN DEL RÉGIMEN FRENTE
A LAS HUELGAS, LA LEY DE RESIDENCIA DE 1902. FUNDACIÓN DEL
PARTI- DO SOCIALISTA. LOS AGRICULTORES ARRENDATARIOS, EL
TRABAJO EN LOS CAMPOS. EL "GRITO DE ALCORTA".
A principios de los años '90, se realizó el primer intento de crear una central de
trabajadores. Fracasó pronto como consecuencia de las disidencias inter- nas. En
1901, finalmente, se creó la FOA (Federación Obrera Argentina), inte- grada por
socialistas y anarquistas. Sin embargo, la coexistencia entre am- bos grupos fue
breve, ya que los socialistas discrepaban con la idea de em- plear la huelga general
como medio para crear desorden y violencia. En 1903 se separaron organizando la
UGT (Unión General de Trabajadores). La FOA, dominada por los anarquistas, se
transformó en 1904 en FORA (Federación Obrera Regional Argentina).
Los socialistas: tenían las mayores adhesiones entre los ferroviarios (maquinistas
y fo- goneros), los trabajadores de los frigoríficos y los artesanos. Su órgano de
prensa era el periódico "La Vanguardia".
Los anarquistas: aglutinaban a portuarios, albañiles, mecánicos, panaderos,
zapateros. Su órgano de prensa era "La Protesta".
Los sindicalistas: menos violentos que los anarquistas, recibían apoyo de los
estibado- res y los obreros ferroviarios.
Punto 4:
EL RADICALISMO FRENTE AL RÉGIMEN, LA CONDUCCIÓN DE
HIPÓLITO YRIGOYEN, LA "ABSTENCIÓN REVOLUCIONARIA".
REFORMA CONSTITU- CIONAL DE 1898, LEY ELECTORAL DE
CIRCUNSCRIPCIONES. EL FIN DEL ROQUISMO, LA RENOVACIÓN
PRESIDENCIAL DE 1904. LA REVOLUCIÓN DE 1905.
Frente al tema de la sucesión presidencial, se pensó desde el primer mo- mento que
el PAN debería optar entre Julio Roca y Carlos Pellegrini. El pri- mero (seguía
dominando las situaciones provinciales) era casi universal- mente rechazado por
todas las fuerzas políticas, incluso dentro de su propio partido. Mucho más potable
aparecía el nombre de Pellegrini. Pero no hubo lucha. El propio Pellegrini rehusó
su candidatura, argumentando que Roca era la figura apropiada para gobernar el
país frente al agravamiento de las controversias con Chile. De este modo, nada se
opuso a la consagración de la fórmula Julio Roca- Norberto Quirno Costa.
Un intento de neutralizar a Roca fue realizado por los cívicos mitristas. Se le llamó
"de las paralelas". Cívicos y radicales actuarían paralelamente en la provincia de
Buenos Aires (imponiendo un mitrista) y en las elecciones na- cionales (imponiendo
a Bernardo de Irigoyen). El comité nacional de la UCR aprobó la "acción paralela";
pero el comité de la provincia de Buenos Aires, liderado por Hipólito Yrigoyen, se
opuso, argumentando que la alianza con el mitrismo era contraria a los principios
del partido. Lisandro de la Torre, ene- mistado con Yrigoyen, se alejó de la UCR.
No hubo, en consecuencia, "ac- ción paralela" y nada pudo oponerse a la elección de
Roca en los comicios de 1898.
Se puso fin al peligro de una guerra con Chile (en un momento pareció que
Argentina se uniría a Perú y Bolivia para ayudarlas a recuperar Antofagasta, Tacna
y Arica) con la firma de los Pactos de Mayo (1902), que disponían:
1) El compromiso de ambas naciones de someter a arbitraje todas las controversias
que surgieran.
2) La limitación, por 5 años, de la carrera armamentista.
La UCR, en tanto, conducida ahora por Hipólito Yrigoyen, mantenía una acti- tud
que se definía como "abstencionismo revolucionario", es decir, no par- ticipaba de
las compulsas electorales con el objeto de desligitimar al régi- men fundado en el
fraude. También mantenía la postura anti-pactista, que le había imprimido Alem,
para no corromper la pureza de su doctrina. Después
de otorgar una tregua al régimen, durante el peligro de guerra con Chile, los
radicales se reorganizaron, dando pruebas en los actos y mitines de su po- pularidad.
De cara a las elecciones de 1904, se hizo patente la pérdida de influencia y poder de
Roca y la dispersión en que había caído el PAN. Sin embargo, con- tra todas las
previsiones que aseguraban la futura presidencia de Carlos Pe- llegrini (distanciado
de Roca), el "Zorro" logró una vez más imponer a sus candidatos. En medio de
conciliábulos, componendas, "reuniones de nota- bles", idas y venidas, tal como
sucedía en una república sin participación popular, terminaron por ser consagrados
Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta.
Punto 5:
EL ACUERDO ENTRE YRIGOYEN Y SAÉNZ PEÑA. SANCIÓN DE LA
REFOR- MA ELECTORAL, ANÁLISIS DE LA MISMA. EFECTOS DE LA
REFORMA, LAS PRIMERAS ELECCIONES, OPINIÓN DE SÁENZ PEÑA EN
SU ÚLTIMO MEN- SAJE ANTE EL CONGRESO DE LA NACIÓN. LAS
ELECCIONES DE 1916.
Al hacerse cargo de la presidencia, José Figueroa Alcorta demostró rápida- mente
que no permitiría que lo manejaran. Cordobés partidario de Juárez Celman y sin
capital político propio, reveló dotes de energía y astucia. Cuan- do el Congreso
comenzó a presionarlo, lo cerró, hasta que la renovación le- gislativa permitió
modificar su composición.
Sin embargo, al aproximarse las fiestas del Centenario (1910), la situación de los
sectores populares era crítica. Una nueva crisis internacional, producto del
abarrotamiento de lana en los mercados y el aumento de las tasas de in- terés,
repercutió con dureza en una economía dependiente como la argenti- na. El
gobierno respondió con las clásicas medidas de ajuste: cesantía de empleados,
disminución del presupuesto, suspensión de subvenciones, to- do ello acompañado
de medidas represivas frente a la protesta.
La conmemoración del Centenario debió realizarse con estado de sitio, ya que a la
represión policial, el anarquismo respondió con atentados (el jefe de Policía, coronel
Ramón Falcón murió en un atentado y una bomba estalló en el teatro Co- lón). La
celebración del Día del Trabajo, en 1909 y 1910, dejó un saldo de un- merosos
muertos y heridos. Atribuyendo a los inmigrantes extranjeros la causa de aquella
agitación, el Congreso sancionó la Ley de Defensa Social, que penaba las ideas
"extremistas" y establecía la pena de muerte.
Al iniciarse los trabajos para la renovación presidencial de 1910, un grupo de amigos
lanzó el nombre de Roque Sáenz Peña, héroe del Perú por su partici- pación en la
Guerra del Pacífico y embajador en Italia. El presidente Figueroa Alcorta no
disimuló su agrado por aquella candidatura.
Llegado al país Sáenz Peña, se creó un partido para apoyarlo: la Unión Na- cional.
Frente a él, el mitrismo propuso el nombre de Guillermo Udaondo, en tanto la UCR
reiteraba su actitud abstencionista al no obtener seguridades de Figueroa Alcorta
acerca de una reforma electoral.
Al final, el mitrismo también se abstuvo, disgustado por considerar fraudu- lentas
las elecciones legislativas de la Capital. De ese modo, nada se opuso a la consagración
del binomio Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza
A pesar del triunfo rotundo, persistió por algún tiempo el temor de que la UCR
intentase un nuevo movimiento revolucionario, quizá apoyado por el mitrismo (la
Yrigoyen pidió garantías y sugirió la intervención de todas las provincias (lo que
no fue considerado necesario por el presidente electo), pero rechazó los dos
ministerios que le ofreció Sáenz Peña.
La reforma electoral:
Enfermo de cáncer, Sáenz Peña debió delegar varias veces el mando en su
vicepresidente. No obstante, desde el comienzo de su mandato, dedicó to- dos sus
esfuerzos al objetivo de "crear la ciudadanía" reformando el siste- ma electoral. Ya,
al jurar como presidente, había expresado: "Yo me obligo ante vosotros, ante mis
conciudadanos y ante los partidos, a promover el ejercicio del voto por los medios que
me acuerda la Constitución". Contó para ello con la colaboración del ministro del
Interior, Indalecio Gómez.
El objetivo pudo alcanzarse a través de la sanción de tres leyes: la Ley de
enrolamiento, la Ley de padrón y la Ley electoral. Sáenz Peña debió enfren- tar la
resistencia de los defensores del régimen que, en el Congreso, inten- taron poner
obstáculos a los proyectos.
Uno de los aspectos que generó mayor oposición fue el carácter obligatorio del voto.
Pero el gobierno entendía que era preciso crear al sufragante, ya que el pueblo
Como la fórmula de la UCR reunió 141 electores (necesitaba 151), se hicie- ron todas
las maniobras posibles para cerrarle el camino a la presidencia. Sin embargo, al fin
logró 152 votos en el Colegio Electoral y quedó triunfan- te.
Punto 6:
EL NUEVO PENSAMIENTO HISPANOAMERICANO, LA REACCIÓN
CONTRA EL POSITIVISMO, EL IDEALISMO NACIONALISTA, LA
REVALORIZACIÓN DE LO AUTÓCTONO. LA REFORMA UNIVERSITARIA.
La reacción contra el positivismo:
El impacto de la Gran Guerra impuso cambios en la percepción de la reali- dad. No
obstante, predominó una cierta inercia en el pensamiento de algu- nos sectores,
basada en la incredulidad con respecto a la permanencia de las transformaciones,
como si las convulsiones fueran episodios pasajeros y en poco tiempo se hubiera de
volver a la posición primitiva.
Esta descalificación de la magnitud y duración de los cambios, impidió efec- tuar las
adecuaciones urgentes que el nuevo orden de cosas requería. Cos- taba aceptar el
cambio. Las tensiones de una sociedad que tenía diferentes lecturas de esa realidad
llevaron a agudas polarizaciones y, en amplios sec- tores, a una acentuación del
paternalismo: "Que venga quien imponga orden y nos dé la solución que todos juntos,
con reglas establecidas, no podemos encarar".
Un sector volvió la vista hacia el interior y hacia América, redescubriendo la
inserción continental de la Argentina. Otro, siguió mirando hacia Europa, só- lo que
sus simpatías estaban divididas entre los que admiraban a Gran Bre- taña y Francia
y los que se sentían más identificados con Alemania, Italia y las nuevas corrientes
nacionalistas. También los Estados Unidos irrumpie- ron provocando cierto recelo.
El mundo estaba en plena efervescencia.
El eje de la cultura, que en el período anterior pasaba por la elite se despla- zó hacia
el "hombre medio". Aparecieron nuevos enfoques, intereses y au- tores que
expresaron lo popular y lo nacional. El radicalismo representó a ese "hombre
medio" y difundió las expresiones de su cultura, sin suprimir, por supuesto, las de
la elite.
El pensamiento positivista fue replanteado por el krausismo, que proponía una
concepción teísta del universo y representaba una síntesis de la razón humana y la
naturaleza, con un fuerte acento en la ética personal y pública.
El krausismo fue formulado por el filósofo alemán Karl Christian Krause (1781-
1832). Influ- yó poderosamente en Hipólito Yrigoyen y en la UCR, destacándose por:
Su concepción democrática y la solidaria armonización del individuo con las
necesida- des de la sociedad.
La idea de nación soberana.
Su tendencia al diálogo, la tolerancia y la superación pacífica de los conflictos.
El estilo sobrio y austero.
El nacionalismo:
Entre quienes sostenían postulados nacionalistas estaban quienes atacaban la
"dependencia del extranjero" como Ricardo Rojas, que rechazaba "el ab- yecto
vasallaje de nuestras clases intelectuales". También Manuel Gálvez empezó a sentir
que "gobernar es argentinizar". Fueron dando los pasos ini- ciales del nacionalismo
de derecha que haría eclosión después, al tocar te- mas como tradición, hispanidad,
espititualidad y orden.
La Reforma Universitaria:
Un conflicto en la Universidad de Córdoba en 1918 alcanzó gran repercusión. Fue
la Reforma Universitaria. El movimiento perseguía los siguientes propó- sitos:
Para cumplir aquel programa, los estudiantes debían tomar la dirección del
movimiento. De allí, la "ingerencia estudiantil" en el manejo universitario.
Triunfante en Córdoba, el movimiento se extendió a La Plata y Buenos Aires,
creándose además la Universidad del Litoral, con casa de estudios en Rosa- rio,
Santa Fé, Paraná y Corrientes.
Esta gran esperanza no alcanzó a concretarse plenamente, pues fracasó en sus
propósitos americanistas y sociales. A la enseñanza conservadora le siguió una
burocracia con escasa jerarquía intelectual, sólo interesada en halagar a los
estudiantes. A la tiranía conservadora en las cátedras sucedió la tiranía liberal.
Sus miras "reparadoras" iban más allá de los estrictamente partidista. Con pocas
excepciones, los interventores federales era hombres que no pertene- cían a la UCR.
Magistrados y políticos de probada honestidad que, asegura- das las condiciones
electorales, debían entregar el gobierno a los vencedo- res, fuera cual fuese su signo
político.
La política internacional:
Frente al hecho de la Primera Guerra Mundial (1914-18), la oligarquía agro-
exportadora y la alta burguesía, vale decir la "Argentina visible", con sus recursos y
sus medios de prensa, eran aliadófilos: por sus vinculaciones e- conómicas con Gran
Bretaña y sus afinidades culturales con Francia. A esa situación debía sumarse la
presencia de una inmensa colectividad italiana. En el seno del propio gabinete se
encontraban figuras inclinadas a la causa de los aliados (el propio canciller
Pueyrredón, por ejemplo). Muchos menos eran los que simpatizaban con Alemania.
En cambio, el pueblo anónimo era instintivamente neutral frente a ese con- flicto en
el que percibía que la Argentina no tenía nada por lo cual tuviera que interesarse.
Aquella, era también la postura de Hipólito Yrigoyen. (1)
A lo largo de toda la guerra, el presidente logró mantener su postura, no obs- tante
las presiones a que fue sometido:
1) Las palabras y acciones del canciller Honorio Pueyrredón y del embaja- dor en
Francia, Marcelo T. de Alvear, decididamente inclinados a romper relaciones
con Alemania.
2) Las actitudes del gobierno de los EEUU y de su embajador en Buenos Aires, a
partir de la entrada de aquel país en la guerra, en 1917 (Este hecho se produjo
cuando Alemania declaró el bloqueo submarino y comenzó a hundir buques
neutrales que transportaban provisiones a los aliados). El gobierno del
presidente Woodrow Wilson llegó a enviar una flota a Buenos Aires como
elemento de presión, ya que le resultaba intolerable que la Argentina no adoptase
una posición de solidaridad panamericana.
3) El hundimiento de buques mercantes argentinos por parte de submarinos
alemanes, que pudo solucionar Yrigoyen entendiédose directamente con el
embajador von Luxburg, de quien obtuvo disculpas, promesa de in-
demnizaciones y un trato preferencial hacia los buques de bandera ar- gentina
(Cuando los aliados lograron descifrar los cables enviados por von Luxburg a su
gobierno, ya no pudo sostenerse como embajador en Buenos Aires, pues llamaba
"asno aliadófilo a Pueyrredón" y aconsejaba hundir a los buques argentinos sin
dejar rastros ni sobrevivientes. No obstante, Yrigoyen continuó negándose a
romper con A- lemania).
Durante todo el conflicto, Yrigoyen mantuvo firme su política de solidaridad
latinoamericana (Pretendió reunir una conferencia de países latinoamericanos
neutrales; hizo saludar al pabellón dominicano por un buque argentino, cuando
aquel país estaba ocu- pado por EEUU; prometió el envío del Ejército argentino
para proteger Uruguay si aquel país -que acababa de romper con Alemania- era
invadida por residentes alemanes del sur de Bra- sil).
Yrigoyen entendía que el panamericanismo era un mero instrumento de la
dominación norteamericana sobre el continente. Así lo entendieron los pro- pios
gobiernos de Washington que, durante las dos presidencias del líder ra- dical
evitaron reunir Conferencias Panamericanas.
A comienzos del siglo XX, Rusia constituía una sociedad jerarquizada, dominada
por la no- bleza terrateniente, con un gobierno absolutista, encarnado en la figura
de los zares, que coartaron las libertades individuales y ejercieron la censura.
La economía era fundamentalmente agrícola, aunque la industria había cobrado
desarrollo sobre todo en Moscú y San Petersburgo, por las inversiones en hierro,
carbón, acero y fe- rrocarriles que realizaron fundamentalmente Gran Bretaña y
Francia.
En 1905, durante el gobierno de Nicolás II, se produjo un movimiento revolucionario
enca- bezado por los obreros, que reclamaron un cambio político y derechos
laborales. Si bien el movimiento fue sofocado, obligó al gobierno a compartir su
poder con un Poder Legislati- vo o Parlamento, representado por la Duma,
integrada por todas sociales, que transformó la monarquía autocrática en una
monarquía parlamentaria, aunque en la práctica, el zar siguió gobernando con
poderes ilimitados.
La mayoría de la población rusa estaba representada por campesinos y obreros que
vivían en condiciones deplorables. Su situación empeoró con el estallido de la
Primera Guerra, que obligó a más de 15 millones de hombres a integrarse a las filas
del ejército, dejando a la producción agrícola y a la industria sin mano de obra.
La situación se agravó ante las derrotas de los rusos frente a los alemanes, lo que
condujo a la creación de soviets (comités formados por campesinos, obreros y
soldados) que se le- vantaron contra el Estado y originaro huelgas.
El imperio ruso llegó a su fin (febrero de 1917), tras fracasar el gobierno provisional
a cargo de Alejandro Kerenski, de ideas democráticas liberales, ungido luego de la
abdicación del zar. Paralelamente, los soviets iban incrementando su poder, junto
El otro episodio que puso en tela de juicio las relaciones del gobierno de Y- rigoyen
con el movimiento obrero se conoce con el nombre de "La Patago- nia rebelde".
Punto 2:
LA RENOVACIÓN PRESIDENCIAL DE 1922. EL GOBIERNO DE MARCELO
T. DE ALVEAR. LA BONANZA ECONÓNICA. RUPTURA DEL
RADICALISMO, LOS "ANTIPERSONALISTAS". LAS ELECCIONES DE 1928,
EL TRIUNFO DE YRIGOYEN.
Los diversos partidos conservadores (restos del antiguo PAN), bajo el nombre
de Con- centración Nacional, proclamaron la fórmula: Norberto Piñero-Rafael
Núñez.
Los socialistas, que acababan de sufrir la escisión que dio origen al Partido
Comunista, llevaron a: Nicolás Repetto-Antonio de Tomaso.
Los demócratas progresistas, que no quisieron unirse a los conservadores como
venían haciéndolo últimamente, presentaron a: Carlos Ibarguren-Francisco Correa.
La bonanza económica:
La gestión de Alvear se vio beneficiada por la terminación de la crisis inter- nacional
de pos-guerra, lo que derivó en grandes ganancias a partir de la venta de productos
agropecuarios. Por entonces, se tuvo la visión falsa de que aquella prosperidad sería
indefinida, al considerarse a la Argentina "el granero del mundo".
Llegaron capitales extranjeros para invertir en nuestro país, especialmente
norteamericanos, alarmando a los británicos dominadores hasta entonces del
mercado argentino. En ese contexto deben inscribirse las "guerras de frigoríficos",
entre establecimientos norteamericanos, británicos y naciona- les. El comercio con
EEUU aumentó, pero el país del norte no adquiría los productos agropecuarios
argentinos, lo que originó la idea de "comprar a quien nos compra", una mera
formulación propagandística, ya que siguió siendo imprescindible importar
artículos norteamericanos, en razón de que los británicos eran escasos y de mala
calidad.
Aunque la moneda fue saneada y el país gozó de crédito ilimitado, la falta de
conciencia de la dirigencia y la resistencia interpuesta por el agro y el co- mercio de
importación hicieron perder la oportunidad ofrecida por la guerra para impulsar el
desarrollo industrial del país. Esa época arrojó también uno de los mejores saldos
en materia de inmigración.
Durante el período 1922-1928:
Ruptura en la UCR:
Desde el momento mismo de la asunción de Alvear pareció evidenciarse la intención
de Yrigoyen de continuar ejerciendo la dirección política. Se habló del intento de
crear un "gobierno paralelo", lo que molestó al presidente.
A partir de ese momento, sin producirse una ruptura clara, se registraron he- chos
y actitudes que ponían de manifiesto el distanciamiento entre ambas figuras. Alvear,
dejando en claro sus diferencias de estilo (inaugurando con un discurso el período
de sesiones del Congreso o presentándose ante él con todo su gabine- te a propósito
de una interpelación al ministro de Hacienda). Yrigoyen, o mejor el "yri-
goyenismo", criticando a través de la prensa partidaria los intentos del pre- sidente
Durante el transcurso del año 1925 se produjo un apaciguamiento entre am- bas
fracciones, preocupadas porque la división radical había facilitado la vic- toria de
los conservadores en Córdoba. Pero el intento de acercamiento se enfrió y un
manifiesto de los antipersonalistas ("personalismo" es traición) selló definitivamente
la ruptura.
Para los antipersonalistas resultaba vital dominar la provincia de Buenos Ai- res -
bastión yrigoyenista-; pero Alvear no se atrevió a intervenirla con el pre- texto
(ofrecido por los socialistas) de un irregular manejo del tema de los casinos.
Finalmente, no les quedó otra alternativa que oficializar el contu- bernio con los
conservadores que, unidos en un Frente Ùnico, decidieron apoyar la fórmula de la
UCR antipersonalista: Leopoldo Melo-Vicente Gallo.
No obstante el despliegue propagandístico a favor de la fórmula oficial, que Alvear
apoyaba explícitamente, en las elecciones realizadas en varias pro- vincias comenzó
a crecer como "una bola de nieve" el yrigoyenismo.
Por entonces, comenzaron a manejarse versiones sobre un eventual golpe militar a
cargo del ministro de Guerra, Agutín P.Justo. No obstante, el golpe no encontró
ambiente favorable entre los militares
Cuando llegaron las elecciones presidenciales, la fórmula Hipólito Yrigoyen-
Francisco Beiró triunfó sobre Melo-Gallo por 400 mil votos. Habiendo falleci- do
Beiró, los colegios electorales eligieron a Enrique Martínez como segun- do de
Yrigoyen.
Punto 3:
La crisis de 1929:
El empeño de la economía mundial de posguerra se centró en la urgencia por la
reconstrucción de Europa. Ésta se realizó sobre la base ficticia de la financiación de
unos Estados Unidos lanzados a la superproducción indus- trial.
La prosperidad material que alcanzaría EEUU durante los años '20 escondía una
injusta distribución de la riqueza, que llevaría en breve a una tremenda crisis de
superproducción. Efectivamente, para una utilidad general de 10 mil millones de
dólares, entre 1918 y 1929, sólo 600 millones revirtieron en los sectores populares,
reduciendo la capacidad de consumo y llevando acele- radamente a la industria
norteamericana por el camino de la superproduc- ción. Esta desequilibrada
distribución de los ingresos afirmó la tendencia a la consolidación de los monopolios
en las diversas ramas de la industria: la Standard Oil en el petróleo, la Ford y la
General Motors en los automotores, la RCA en la radiotelefonía y, fuera de los EEUU,
la Royal Dutch-Shell y Impe- rial Chemical Limitada.
La standarización de la producción industrial se generalizó aún más, lo que permitió
una continua multiplicación de los productos, y la división interna- cional del
trabajo se afirmó en condiciones más duras y extremas, llevando a las economías
dependientes por el duro camino del monocultivo.
La caída del consumo, originada por el descenso abrupto del poder adquisitivo
de la mayor parte de la población.
El cierre de empresas que no podían vender su producción.
La quiebra de bancos, producida porque los ahorristas retiraban sus fondos.
El aumento de la desocupación.
Naturalmente, la crisis en la primera potencia industrial repercutió en todo el
mundo. EEUU dejó de importar y con ello, transfirió la crisis a las demás
naciones. En 1936, el economista británico John Maynard Keynes expuso en su
obra "Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero" una nue- va visión del
capitalismo. Según el "keynesianismo", la economía ya no funcionaba según los
principios clásicos y, por lo tanto, no se podía salir de la crisis a partir de la acción
automática de las fuerzas del mercado. Só- lo la acción del Estado corregiría la
situación, haciendo retornar a la eco- nomía al pleno empleo.
Punto 4:
LA RESTAURACIÓN DEL RÉGIMEN. LAS FUERZAS ARMADAS COMO SOS-
TÉN DEL RÉGIMEN. LAS ELECCIONES DE 1932, LA "CONCORDANCIA",
INS- TALACIÓN DEL FRAUDE ELECTORAL SISTEMÁTICO. LA POSTURA
DE LA UNIÓN CÍVICA RADICAL DURANTE LA DÉCADA DE 1930,
ABSTENCIONIS- MO O PARTICIPACIÓN, LA INTRANSIGENCIA, EL
"ALVEARISMO". LA DE- MOCRACIA PROGRESISTA DE LISANDRO DE LA
TORRE, LOS SOCIALIS- TAS. EL MOVIMIENTO OBRERO.
Agustín P.Justo se inclinaba -como los sectores oligárquicos y los antiguos partidos
políti- cos- por retornar a la tradicional organización política republicana, basada
en los principios del liberalismo conservador. Tenía gran influencia entre los altos
mandos de la oficialidad.
El fraude electoral:
En 1931, la oligarquía impulsó la convocatoria a elecciones generales en to- do el
país, pero para asegurarse el control de la situación, y evitar que el ra- dicalismo
volviera a triunfar, impusieron hasta 1943 la práctica sistemática del fraude
electoral y la persecución a los opositores. Los demócratas o con- servadores lo
llamaron "fraude patriótico", porque entendían que el objetivo de "salvar a la
Patria" justificaba el uso de métodos ilegales. El secuestro de libretas de
enrolamiento, la expulsión de veedores de la oposición en los co- micios, el voto
ilegítimo -utilizando los documentos de personas fallecidas- y la intimidación fueron
algunos de los recursos que utilizaron los gobiernos conservadores durante la
llamada década infame. El socialista independien- te Federico Pinedo, luego ministro
de Hacienda de Justo, aseguraba que "fue tal la violación del sufragio en 1932 que
más que de fraude corresponde ca- lificarla de negación del sufragio".
La postura de la UCR:
En la UCR se enfrentaban dos posturas:
1) Los que seguían a Alvear, inclinado a participar en las elecciones, por considerar
que al abstenerse un partido político perdía su razón de ser.
2) Los abstencionistas, que no querían legitimar al régimen fraudulento integrando
las instituciones del Estado.
Yrigoyen murió en julio de 1933 y entonces, Alvear fue jefe indiscutido del partido.
Pero, la reorganización de la UCR se vio interrumpida por hechos que permitieron
al gobierno de Justo interrumpirla. En efecto, en dos oca- siones toda la dirigencia
radical se vio comprometida en intentos revolu- cionarios. La primera vez -aún vivía
Yrigoyen- , el movimiento dirigido por el teniente coronel Atilio Cattáneo fue
descubierto antes de estallar. Más tarde, fue el intento del coronel Francisco Bosch,
El movimiento obrero:
Hacia 1930, en el movimiento obrero se diferenciaban dos sectores:
Por un lado, el sector apolítico que se apoyaba en los sindicatos y que no creía en
la eficacia de los partidos obreros, representado por la USA (sindicalista) y la FORA
(anar- quista).
Punto 5:
LOS PACTOS DE OTTAWA ENTRE GRAN BRETAÑA Y SUS DOMINIOS, LA
ADECUACIÓN ARGENTINA, EL TRATADO ROCA-RUNCIMAN. LA
REGULA- CIÓN DE LA ECONOMÍA, REESTRUCTURACIÓN FINANCIERA,
CREACIÓN DEL BANCO CENTRAL, LA COORDINACIÓN DE
TRANSPORTES, EL INSTI- TUTO MIVILIZADOR DE INVERSIONES
BANCARIAS. LOS NEGOCIADOS. LA INVESTIGACIÓN SOBRE LOS
FRIGORÍFICOS DE 1935 EN EL SENADO DE LA NACIÓN.
La gran expansión de la economía argentina, desde mediados del siglo XIX hasta
1930, fue principalmente producto de su carácter complementario con la economía
británica. Esta complementariedad fue la causa del comercio y de las cuantiosas
inversiones de capital realizadas por los británicos en el país. Durante la década de
1920, Los saldos del comercio con Gran Bretaña eran favorables para la Argentina,
al contrario de lo que sucedía con Estados Unidos.
Si bien la Primera Guerra Mundial había permitido cierta sustitución de in- dustrias
y había promovido el debate sobre la necesidad del control nacio- nal de los pozos
de petróleo, de la creación de una marina mercante, del es- tablecimiento de tarifas
para promover la industrialización y del control de las exportaciones más
importantes, la prosperidad de los años '20 provocó que fueran pocos los que se
manifestaran en contra de la dependencia del mercado británico.
Consecuentemente, para la política argentina, la relación más importante e- ra la
que se mantenía con Gran Bretaña y la labor de la cancillería estaba di- rigida a
evitar interferencias en la misma. Esto se tradujo, incluso, en la opo- sición a
cualquier organización hemisférica que pudiera colocar a la Argen- tina en situación
de subordinación a otra nación o conjunto de naciones, le- sionando de esa manera
la relación con Gran Bretaña. Dicha oposición llevó al gobierno argentino a
impugnar las iniciativas de EEUU en las cuestiones panamericanas.
La situación cambiaría dramáticamente a partir de la crisis de 1929-1930.
El Pacto Roca-Runciman:
En mayo de 1933, el vicepresidente argentino, Julio Roca, suscribió en Lon- dres con
el ministro de Comercio británico, Walter Runciman, un acuerdo que el Parlamento
británico aprobaría sin debate.
PACTO ROCA-RUNCIMAN
Argentina se aseguraba una cuota de importación no inferior a 390.000 toneladas
anua- les de chilled beef, aunque Gran Bretaña se reservaba el derecho de restringir sus
compras cuando lo creyere conveniente.
El 85% de dichas exportaciones debían realizarse a través de frigoríficos
extranjeros. El 15% restante sería exportado por empresas argentinas, pero serían
colocadas en el merca- do británico mediante buques y comerciantes británicos.
El pago de dichas importaciones británicas no estaría sujeto al control de cambios,
des- contados 12 millones de pesos que irían a EEUU para servicios de empréstitos
serían consi- derados "remesas corrientes".
Quedarían libres del pago de derechos el carbón y otros productos británicos.
CLÁUSULAS SECRETAS:
Argentina se comprometía a la creación del Banco Central (empresa mixta
integrada por oficiales y capitales extranjeros) y la Corporación de Transportes
(empresas de capital britá- nico que tendría el monopolio del transporte urbano de la
Capital Federal por 56 años).
Expresó Julio Roca: "por su importancia económica, Argentina se parece a un gran
do- minio británico".
La Coordinación de Transportes:
Los planes viales de Uriburu representaban una amenaza para el monopolio
ejercido por los ferrocarriles ingleses. No pudieron concretarse, pero Justo logró
llevar adelante una importante serie de obras de ese tipo, construyen- do rutas
pavimentadas a Rosario, Mar del Plata y Córdoba. Los caminos que correrían
paralelamente a las vías férreas se dejaron para más adelante.
En la ciudad de Buenos Aires, por su parte, los británicos tenían el monopo- lio del
transporte público. Habían comenzado con los tranvías, para seguir más tarde con
los ómnibus y subterráneos. Pero, los primeros efectos de la crisis de 1929,
paralizaron la actividad de los taxímetros y entonces, sus pro- pietarios idearon el
"colectivo", un medio cómodo y veloz, con horario regu- lar, que se desplazaba a lo
largo de un itinerario determinado. El nuevo me- dio alcanzó gran éxito entre el
público.
El pacto Roca-Runciman se comprometía a defender las inversiones británi- cas en
servicios públicos, por lo que el gobierno se propuso salvar a los tranvías y al
transporte ferroviario suburbano, amenazado por los colectivos.
Para ello nombró una comisión que proyectó una Coordinación de Transpor- tes,
donde tranvías y colectivos dependerían de una empresa común, cuyo capital se
integraría por el valor del material que cada uno aportase (el 95% por los tanvías y
el 5% por los colectivos).
Durante toda esta época, el gobierno tomó medidas para combatir la rece- sión y
reactivar la economía. Así, encaró un ambicioso programa de obras públicas y la
ampliación de la infraestructura necesaria para el transporte y comercialización
de los productos agropecuarios: rutas para el tráfico au- tomotor y elevadores de
granos.
El Estado comenzó a intervenir en el terreno de las relaciones laborales a través
del Departamento Nacional del Trabajo, que mediaba en los conflic- tos entre
obreros y patrones.
La crisis económica internacional hizo que los primeros años de la década del '30
estuvieran marcados por el desempleo y la miseria, reducción de sa- larios,
disminución del consumo familiar y empobrecimiento de los peque- ños
productores y trabajadores rurales. A partir de 1933, con la recupera- ción
económica, se produjo un descenso del desempleo y un aumento de las migraciones
internas.
La década de 1930 redujo las posibilidades de importar productos industria- les, lo
que estimuló la producción industrial local. También se radicaron nu- merosas
empresas extranjeras (Nestlé, Phillips, Osram, Duperial, Olivetti, Hierromat).
La expansión del sector industrial fue acompañada por el crecimiento de la clase
obrera. Muchos de sus integrantes eran migrantes internos que pro- venían de las
UNIDAD XV):
Punto 3:
El GOU:
Unir espiritual y materialmente a los jefes y oficiales del Ejército, dándoles una
doctri- na (Defensa del Ejército, del mando, del servicio y contra la política).
Defender al Ejército -para salvar a la Patria- de sus enemigos internos y
externos.
Prepararse para afrontar las intenciones de la Unión Democrática que se estaba
perge- ñando y que podía desembocar en una revolución comunista.
En efecto, para las elecciones de 1944, se perfilaba la candidatura del gene- ral
Justo, apoyada por la Unión Democrática, de la que formaba parte la UC R
Unionista (el alvearismo luego de la muerte de Alvear), los demócratas progresistas
y los comunistas. Justo, se presentaba ahora como el cam- peón de la democracia
sin fraude. Su postura contraria al neutralismo le aseguraría el apoyo de la
embajada norteamericana. Sin embargo, Justo fa- lleció sorpresivamente en enero
de 1942 y la Unión Democrática se eclipsó.
El candidato oficial, vale decir de la Concordancia, nominado por Castillo, fue el
industrial salteño Robustiano Patrón Costas, presidente del Senado y jefe del
Partido Demócrata Nacional.
La revolución de 1943:
Por su valiente actitud frente a las presiones de EEUU, Ramón Castillo go- zaba de
una importante cuota de popularidad. Pero el apoyo a la candida- tura de Patrón
Costas derrumbó de un día para otro aquella popularidad.
El industrial salteño generaba escasas simpatías por su actitud altanera, su
oportunismo para amasar una gran fortuna y la casi segura posibilidad de que
abandonaría la neutralidad. No obstante, el principal motivo de oposi- ción era su
identificación con el régimen fraudulento y corrupto.
En ese rechazo se unían los sectores nacionalistas, los democráticos, los neutralistas
y los partidarios de los aliados. En el Ejército, los generales na- cionalistas Arturo
Rawson y Benjamín Menéndez se prepararon para enca- bezar una revolución.
En los primeros meses de 1943, el desprestigio cubría al gobierno de Cas- tillo, al
conocerse algunos casos de corrupción (en la Lotería Nacional y con la
comercialización de granos).
En el GOU nadie pensó que fuera imprescindible sublevarse para impedir la
llegada de Patrón Costas a la presidencia. Consideraron que bastaría con obligar
al gobierno -a través del ministro de Guerra- a garantizar la limpieza de las
elecciones en Buenos Aires y Santa Fé, para que el salteño no triun- fase. Había que
encontrar, eso sí, un candidato radical para oponerle.
Sin embargo, el candidato propuesto -Amadeo Sabattini- no se manifestó dispuesto
a comprometerse con una promesa de mantener la neutralidad y respetar al
Ejército. Trascendió además, que el general Ramírez se había reunido con
legisladores radicales para convencerlos de que esa era, en verdad, la opinión del
Punto 4:
Gobierno de Ramírez:
Los jefes militares que ignoraban la existencia del GOU comenzaron a ver con
preocu- pación y enojo el poder e influencia sobre el Ejército del general Edelmiro
Farrell (ministro de Guerra) y del coronel Perón (secretario del ministerio), ambos
"gouistas".
Los comunistas, que habían saludado al Ejército "democrático", comenzaron a
ser a- cosados y cerrado su órgano periodístico.
Los radicales y socialistas se mostraron inquietos cuando el gobierno dejó de
llamar- se "provisional", lo que parecía anunciar la intención de perpetuarse.
El secretario de Estado norteamericano Cordell Hull, al comprobar que el
gobierno mi- litar no producía las medidas "amistosas" previas a la ruptura con el
Eje (control de radios, de personas sospechosas, de actividades culturales y
periodísticas, cambio de código de comunicaciones, que pudieran favorecer el
espionaje nazi). Además, las imprudentes de- claraciones del ministro de Relaciones
Exteriores, contralmirante Segundo Storni, que an- ticipó la ruptura y debió
renunciar.
El tema de la neutralidad argentina y del rearme militar, del que el país es- taba
expresamente excluido por los EEUU, habían sido fundamentales pa- ra el GOU.
En ese sentido, las vacilaciones de Ramírez comenzaron a preo- cuparle primero,
y lo llevaron a actuar luego.
La logia -bajo la influencia cada vez más fuerte de Perón-, exigió la desig- nación
de Farrell como vicepresidente y, desde octubre de 1943, la de Pe- rón como
director del Departamento Nacional del Trabajo, conservando su cargo de
secretario del ministerio de Guerra.
Los nacionalistas, por su parte, lograron el nombramiento de:
Al hacerse cargo del Departamento Nacional del Trabajo, Perón inició una política
de acercamiento a los dirigentes sindicales obreros y comenzó a mostrarse sensible
ante las necesidades de los trabajadores y los requeri- mientos de sus dirigentes.
Las primeras medidas adoptadas por Perón fueron reveladoras:
Ley de Despidos, por el que todo trabajador despedido sin causa debía ser
indemni- zado proporcionalmente a su antigüedad.
Establecimiento del seguro social y jubilación.
Estatuto del Peón, que establecía mejoras salariales, de las condiciones de trabajo
y vivienda de los trabajadores rurales.
Creación de los Tribunales de Trabajo.
Aguinaldo para todos los trabajadores.
Garantizó el cumplimiento de las leyes por parte de los empleadores
(indemnizaciones por accidente de trabajo, jornada laboral de 8 horas, vacaciones
anuales pagas).
Reconocimiento de las asociaciones profesionales, organizadas por rama de
industria; afiliación sindical no obligatoria; otorgamiento de la personería gremial
a un solo sindicato por rama (se autorizaba el funcionamiento de otros, pero sin
personería gremial); autoriza- ción a los sindicatos para actuar en política, pero sin
interferencias del Estado.
Prohibición del trabajo femenino antes de las 7 de la mañana.
Las cuatro Confederaciones Generales, de diversos rótulos ideológicos, que existían
a la llegada de Perón, fueron sustituídas por una sola CGT, en la que socialistas,
anarquistas y comunistas se encontraron cada vez más aislados, acabando por
perder toda influencia.
Acción opositora:
Aunque los militares que habían desplazado a Ramírez procuraron cuidar la
imagen de continuidad, comenzando con una delegación del mando en fa- vor del
vicepresidente, el Secretario de Estado norteamericano Cordell Hull presentó el
hecho como un "golpe" y se negó a reconocer al nuevo gobier- no. Otro tanto
hicieron obedientemente las demás naciones latinoamerica- nas. Argentina
comenzó a vivir un período de aislamiento internacional.
La grave enfermedad de Cordell Hull y la Conferencia de Yalta, donde los líderes
de EEUU, Gran Bretaña y la URSS analizaron quiénes serían los pa- íses que
integrarían las proyectadas Naciones Unidas, ayudaron a cambiar la situación
(Stalin llegó a plantear la posibilidad de que las 16 repúblicas soviéticas que
integraban la URSS formaran parte de ella).
Una delegación norteamericana expuso en Buenos Aires los pasos que de- bía
seguir nuestro país:
En el orden interno, en tanto, la política social impulsada por Perón fue pro-
duciendo el reagrupamiento político de los distintos sectores de la socie- dad.
Los trabajadores y los sectores sociales que se beneficiaron en forma directa con
la política de Perón se agruparon en torno de la Secretaría de Trabajo y
Previsión. Allí se reunían los dirigentes sindicales con Perón y definían las
acciones a seguir y también de allí provenían los fondos y recursos necesarios
para organizar una fuerza política nueva, que no contaba con ninguna
estructura partidaria propia.
Los sectores que por diferentes motivos eran opuestos a Perón se fue- ron
agrupando en una alianza social y política alrededor de la Corte Su- prema de
Justicia. Ellos eran:
La gran burguesía industrial agrupada en la UIA (Unión Industrial Argentina).
Durante 1944 y 1945 la Corte Suprema de Justicia intentó bloquear algunas de las
reformas emanadas de la Secretaría de Trabajo y Previsión (Se negó a tomar
juramento a los integrantes de los Tribunales de Trabajo - Muchos tribunales
consi- deraron que la estabilidad de los delegados sindicales avasallaba la libertad
de los contra- tos de trabajo - La corte se pronunció ambiguamente sobre la
obligación del pago del agui- naldo).
También creció la oposición entre los militares, en especial por parte de los oficiales
nacionalistas y católicos. Recelaban del poder acumulado por Pe- rón, le acusaban
de haberse apartado, con su política obrera, de los fines iniciales de la revolución
y, finalmente, le reprochaban por no haberse o- puesto a la ruptura con el Eje.
La oposición política identificaba a Perón con el fascismo, y reclamaba e-lecciones
para volver a la normalidad constitucional. El Partido Socialista planteaba que,
transitoriamente, se entregara el poder a la Corte Suprema.
Todo el espectro político se coaligó detrás de los conservadores en una o- fensiva
contra el gobierno. A esta operación se sumó el inesperado apoyo explícito del
nuevo embajador de los EEUU, Spruille Braden, llegado al país en mayo de1945.
Frente a la ofensiva opositora, el presidente Farrell se comprometió el 7 de julio a
convocar a elecciones "completamente libres". La coalición oposito- ra intensificó
su ofensiva y el 19 de setiembre de 1945 convocó a una con- centración pública a la
que se denominó "Marcha de la Constitución y de la Libertad". Unas 200 mil
personas reclamaron "la entrega del gobierno na- cional al presidente de la Corte
Suprema de Justicia y elecciones inmedia- tas y libres de acuerdo con la Ley Sáenz
Peña".
El proyecto integrador de Perón parecía haber fracasado. También le volvió la
espalda el radicalismo intransigente de Sabattini. Sólo lo apoyaban los sindicatos
obreros.
Los militares opuestos a Perón consideraron que había llegado el momento de
deshacerse de la figura más irritante del gobierno. El 8 de octubre lo o- bligaron a
renunciar a todos sus cargos y el 12, lo trasladaron detenido a Martín García.
Mientras el nuevo "hombre fuerte" del gobierno, el ministro de Guerra gene- ral
Ávalos, intentaba infructuosamente llegar a un acuerdo con los políti- cos, el
movimiento obrero se preparaba para desempeñar -por primera vez en la historia
argentina- un papel protagónico.
El 17 de Octubre de 1945: