Sie sind auf Seite 1von 7

UNIVERSIDAD DE ECATEPEC

POLITICA EDUCATIVA EN LOS GOBIERNOS DE PLUTARCO E. CALLES Y EL


MAXIMATO (1924-1934)

POLITICA EDUCATIVA MEXICANA

MTRO. LAURA DÁVILA

ESTUDIANTE: MARÍA ISABEL LÁZARO ALONSO

FECHA DE ENTREGA

SABADO 19 DE ENERO DE 2019.

INTRODUCCIÓN
En las decenas 1920´s y 1930´s del siglo XX, en México había una contrastada pre
ocupación por contar con una educación que expresara los valores de la revolució
n mexicana. Estos valores, planteados para ser enseñados en las escuelas fueron
diversos y coexistieron en un enfrentamiento con la educación católica, la educació
n laica, la escuela racionalista, la activa y la educación socialista; los protagonistas
educativos estuvieron más ocupados en combatir las propuestas educativas que c
onsideraban opuestas a la propia y desatendían el progreso de los métodos y estil
os de escuela que apoyaban. Los liderazgos de la educación deberían definir qué
se iba a enseñar y en la realidad la mayoría no comprendió lo que sería la educaci
ón revolucionaria con su contenido de reformas ideológicas. Generalmente fuera d
e la capital, los maestros continuaron con sus planes y curriculum acostumbrados.

El contexto de este período se inició a partir de la renuncia de José Vasconcelos a


la Secretaría de Educación en 1924 al final del cuatrienio presidencial del General
Álvaro Obregón y arribar al poder el General Plutarco Elías Calles.
Este período se puede dividir en dos partes. La primera, con los c
uatro años del Presidente Calles y la segunda, los subsiguientes años del “maxima
to”, concluyendo en 1935, cuando el Presidente Lázaro Cárdenas acumuló suficien
te poder político como para imponerse al “Jefe Máximo” y expulsarlo del país. Sin
embargo, en el inicio de su mandato, para Calles era primordial lograr que la revolu
ción y el progreso fuesen sinónimos, con agregados elementos de paz y estabilida
d política y así poder impulsar la producción de alimentos, desarrollar la industrializ
ación, educar y recomponer las finanzas públicas. Se presentó un incremento del c
ontrol de la SEP a pesar de la anarquía educativa que imperó en ese período, pers
istiendo el conflicto con la Iglesia en el ámbito educativo, modificaciones al artículo
tercero constitucional y sus leyes reglamentarias y, la inversión para la formación
en masa de maestros. Es una época en que se creyó que la educación sería ideal
para cambiar a un pueblo, no obstante, al analizar sus resultados éstos quedaron p
or debajo de lo pretendido. El callismo inaugura una nueva época en la educación
revolucionaria.
DESARROLLO

Plutarco Elías Calles, como el nuevo presidente, trabajó a favor del desarrollo
petrolero e impulsó la construcción de carreteras y obras de irrigación, además de
apoyar el crecimiento de la actividad manufacturera. Para Calles, “hacer la
revolución era producir alimentos, crear industrias, educar y organizar las finanzas”.
Por lo tanto, la educación se convirtió en instrumento de progreso y modernización
(razón y ciencia), que enseñaría a los campesinos a producir la tierra y “adiestraría”
a los obreros en las técnicas modernas de producción; pero ahora se enfrentaban
diversas corrientes ideológicas respecto a la educación (como la racionalista y la
escuela del proletariado), lo cual ocasionaba pugnas políticas:

Al estudiar la historia educativa de estos años, uno se pregunta hasta qué punto las
pugnas entre políticos y líderes educativos sirvieron para aliviar la ignorancia de
tantos pueblos a donde nunca llegaron las escuelas.

La problemática más evidente es que los maestros no comprendían el sentido de


este embrollo de reformas ideológicas y continuaban con los métodos tradicionales
de enseñanza. A pesar de lo anterior, en algunos casos la educación desarrolló
cierto afán pragmático y técnico, logrando que la escuela rural fuera un medio
importante para la reconstrucción económica del país, al punto que se pensó en la
creación de una red de escuelas agrícolas para “enseñar-aprendiendo” técnicas.
Moisés Sáenz, como secretario de Educación, integró estas propuestas en una gran
estructura pedagógica de nivel nacional; de hecho, la planeación comenzó con la
expansión del sistema escolar en el campo a través de la pedagogía de John
Dewey. En 1928, se llevó a cabo una encuesta que reveló algo sorprendente: “…
más de la mitad de las escuelas rurales construidas hasta esa fecha habían sido
edificadas por el pueblo”, con dinero y materiales de su gente y para su gente; se
habla de cerca de 2300 escuelas:

La escuela rural parecía haberse convertido en el centro de la comunidad; en una


nueva iglesia con nuevas deidades. Se veneraría el progreso, pero no sólo como un
ideal económico sino como una forma de vida comunitaria que perseguía un ideal
ulterior: el de un México unido racial, espiritual y materialmente. Los niños y adultos
que asistían a las escuelas rurales aprendían mediante el trabajo, los principios de
la solidaridad social y del amor a la patria (Arce, 1999: 155). La mayoría de estas
escuelas tenían terrenos para cultivo y talleres; en ellas se realizaban campañas
pro limpieza y de vacunación, exposiciones, ferias, dotación de agua, servicio de
correo, cooperativas, y algunas comunidades escolares iniciaron la construcción de
caminos. Por lo tanto, puede afirmarse que el pueblo rural es el único que sí
entendió el progreso como forma de vida comunitaria; sin embargo, los resultados
indican que ello poco les importó a los funcionarios de la Secretaría de Educación
Pública.

En cuanto a la educación urbana, en 1925 se crearon las primeras cinco


secundarias dependientes de la SEP, las cuales no tuvieron gran demanda.
Además, se fundaron escuelas normales regionales y la Escuela Nacional de
Maestros. Como era de esperarse, a partir de 1926 estallaron las tensiones entre la
Iglesia católica y el gobierno, a lo que Calles respondió cerrando escuelas católicas
y conventos, deportando sacerdotes extranjeros y suspendiendo los cultos. La
Iglesia, por su parte, exigía cambios con respecto al laicismo educativo plasmado
en el artículo 3° y, ante la negativa gubernamental, la Liga Nacional Defensora de
la Libertad Religiosa organizó un boicot económico para reducir el consumo,
además de promover la abstención de asistir a las escuelas laicas. Los padres de
familia estuvieron de acuerdo con esta última propuesta y organizaron escuelas
clandestinas en casas de familias católicas. Este movimiento logró detener la tan
anhelada unificación educativa que pretendía el Estado. Hubo intentos de
negociación cuando Álvaro Obregón fue electo de nuevo como presidente (1928),
pero ese mismo año sería asesinado por un católico. Posteriormente, Emilio Portes
Gil, como presidente provisional, logró algunas negociaciones conciliadoras con la
Iglesia, las cuales detuvieron la última rebelión armada que pondría en peligro al
gobierno.

Durante el Maximato (1928-1934) como se le conoce al periodo cuya máxima figura


política fue Plutarco Elías Calles, se vivió la crisis económica del 29, la cual obligó
al mercado internacional a cerrar sus puertas. Sin la posibilidad de exportación,
México tiene que reforzar su propia industrialización, motivo por el cual se comienza
a promover el nacionalismo económico (pese a que la minería, el petróleo y la
agricultura seguían en manos de extranjeros). El problema fue que México carecía
de técnicos calificados; por ello la solución se encontró en la expansión de la
educación técnica “para que los mexicanos manejaran y administraran los bienes
de la nación” (Ornelas, 1995b: 107).

En dicho contexto, surgieron fuertes corrientes ideológicas que incitaban a la


agitación obrera y de la clase media; las expresiones a favor de la muerte del
capitalismo y las ideas socialistas se escuchaban por todos lados, incluso como
pretensiones educativas. Mientras tanto, la Secretaría de Educación Pública tenía
sus propias preocupaciones: la sindicalización de los maestros, la educación
industrial y urbana, y la necesidad de unificar los sistemas estatales y nacionales.
Para minimizar en algo la situación problemática, se crearon dependencias de
educación secundaria y técnica, así como de inspección de escuelas privadas. De
1928 a 1931, la Secretaría de Educación Pública tuvo cinco titulares, hasta que llegó
Narciso Bassols como secretario, durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio.
Bassols, junto con Enrique Erro, titular del Departamento de Educación Técnica,
tuvo la tarea de contribuir al desarrollo económico del país bajo una tendencia
utilitarista de la educación.

Por tal motivo, la escuela técnica e industrial tuvo un carácter práctico y de


capacitación para el ingreso a las industrias existentes. Así pues, para Bassols la
escuela fue “reproductora de la naciente cultura industrial” (Ornelas, 1995b: 110),
por lo que le otorgó mayor importancia a la instrucción especializada que a la
educación general; a diferencia del periodo anterior, ahora la educación tendría un
valor económico, más que político. De hecho, la principal herencia de Bassols fue
el establecimiento de las bases para la educación socialista y para la consolidación
del Instituto Politécnico Nacional.
Lamentablemente, en 1932 sucedió otro conflicto entre Estado e Iglesia, ahora por
el programa de educación sexual para la escuela primaria propuesto por Bassols –
lo cual ocasionó su renuncia en 1934–, que finalmente fue rechazado.

CONCLUSIÓN

Como aspectos importantes podemos decir que la educación socialista se gestó


durante los años del Maximato, pero existía una gran ambigüedad en los conceptos
que se tenían sobre ella. El nuevo texto del artículo 3° constitucional a favor de la
educación socialista se aprobó antes de que Cárdenas asumiera su cargo como
presidente.

Por otro lado, la participación política de la Universidad no era bien vista por la
política nacional, donde se escuchaban fuertes protestas y demandas de
estudiantes y maestros. ¿Cuál fue la medida de Portes Gil para terminar con el
problema? Su solución fue concederle autonomía a la Universidad, lo cual, al final
de cuentas, no impidió que ésta continuara involucrada en la política.

De igual manera, hubo conflictos ideológicos dentro de la institución: Lombardo


Toledano proponía la orientación socialista, y Antonio Caso (declarado católico), el
pluralismo ideológico. El conflicto creció hasta que la huelga de estudiantes de 1933
obligó a la renuncia del entonces rector, y el gobierno decidió concederle la
autonomía absoluta a la institución.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

TORRES BARRETO, Arturo. “La política educativa durante la Revolución


Mexicana de 1911-1920” en Pedagogía 2. (Estudios de apoyo a la docencia), Ed.
ENEP Acatlán UNAM, México, 1998).

ALVAREZ BARRET, Luis y LIMON ROJAS, Miguel. “El artículo 3°. Constitucional”
en Antologia de Política Educativa en México II. Ed. UPN, 1984. pp 1-24

RAMIREZ, Rafael. La escuela rural mexicana. 2°. Edición. Ed. SEP-El caballito,
1982. pp 129-139 y 167-173

ARCE, F. (1999). En busca de una educación revolucionaria: 1924-1934.


En: Ensayos sobre historia de la educación en México. México: El Colegio de
México, pp. 145-187.

GARCIADIEGO, J. (2004). La Revolución. En: Nueva historia mínima de México.


México: El Colegio de México, pp. 225-261.

Das könnte Ihnen auch gefallen