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[Abstract: “Los hombres tan sólo somos la suma de nuestros sueños, pero es Dios quien mueve
los corazones.]
El día de ayer, platicando con una gran persona, me compartía la existencia de dos
mundos: Uno, el sensible y otro el de las ideas. Al mismo tiempo, me externaba que
gustaba de “subirse al mundo de las ideas”.
De manera paralela me preguntaba, ¿qué serían los hombres sin ideas? Más aún,
continuaba aquel discurso reflexionando, ¿qué sería la vida sin perseguir un sueño?
Tal vez sea cierto que los hombres seamos verdaderamente de la estatura de nuestros
pensamientos…, que los hombres realmente seamos lo que soñamos.
Citando el libro de México 2025, el Futuro se Construye Hoy, textualmente dice que:
Esta perspectiva del tiempo y del futuro nos dice que el presente determina tanto nuestra
visión del futuro como la del pasado. Sin embargo, la del pasado sólo se explica en
función de la memoria que hoy tenemos de lo que ocurrió antes. En el caso del futuro,
lo fundamental es que nuestras acciones de hoy determinan lo que será el futuro
mañana. Ésta es la perspectiva que anima a la construcción de un futuro mejor.
En ese sentir, el futuro se construye instante por instante, pero si no hay un claro sentido
de intención, cualquier camino nos llevaría a cualquier futuro.
Esta manera de entender el cambio se hila con el día de hoy. ¿Cuántos de nosotros no
hemos sentido esa necesidad por compartir nuestros conocimientos, nuestros
sentimientos, nuestra experiencia, nuestra forma de percibir la vida?
Citemos algunos de los éxitos del último año que hemos vivido en la UAMS.
Pero todo lo anterior lo vemos reflejado en los tres grandes objetivos que acompañan a
cualquier Universidad:
Docencia.
Investigación.
Difusión.
Nada de esto podría ser realidad si no creyéramos que con nuestra vocación pudiéramos
hacer algún cambio, y pensamos, que si fuéramos capaces de que tan sólo una sola
palabra que mencionáramos en nuestra vida pudiera hacer el cambio para una sola
persona, entonces bastaría para compensar todo el esfuerzo hecho en nuestra vida.
De ahí nos vienen nuestras remembranzas, recordando aquellos pasajes en los que
hemos interactuado con tantas personas. Personas con las que hemos coincidido en la
vida en más de una ocasión, como si creciéramos juntos caminando de la mano.
Después de todo el Maestro es quien enseña, pero aprendemos también de nuestros
alumnos cada día.
Y pienso, tal vez en aquella persona a la que le enseñamos alguna materia en la Facultad
y que ahora esté ocupando cargos de gran responsabilidad, o tal vez aquella persona que
encontramos incluso en otros niveles académicos más elementales y que ahora se esté
discutiéndose en las grandes ligas intelectuales de algún debate doctoral, o de algún
puesto público que decida la orientación de nuestra Nación, lo cierto es que en ello,
hemos plasmado nuestra voluntad, nuestro devenir, nuestro amor.
Hoy, siendo el Día del Maestro, estoy totalmente convencido que no existe ninguna
manera de decirles GRACIAS. Gracias por haber entregado su vida a la formación de
tantas personas. El haber tocado tantas almas, no es más que el reflejo de ese amor que
simplemente no se puede contener. Estalla cuando uno menos se lo imagina esperando
encontrar eco en aquella respuesta que a veces se expresa en el silencio, pero que “no
porque no lo podamos ver deja de existir…”
Esa semilla que han plantado, tan sólo esperará el momento más adecuado para poder
nacer. Sólo es cuestión de tiempo, paz, fe… CORRESPONDENCIA. Y aunque tal vez
no sabremos si lograremos verlos, sí tendremos en nuestra alma ese sabor que nos
dice: “lo has hecho bien”, pues has hecho lo que se te ha encomendado, porque a veces,
la única razón por la que continuamos es para hacer el bien a aquella persona a la que
todavía no hemos encontrado, o que no hemos podido conocer. No cabe duda que
siguen presentes las palabras de nuestro Padre Fundador: “Al final del tiempo, lo único
que queda es lo que hemos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres”.
Como una encomienda que se transmite en un sueño, cómo los ángeles que llevan su
mensaje para ser testigos de la realidad que se hará patente, así es el docente que habita
en cada uno de Uds, lleno de esperanza y convicción por lograr lo que tal vez ninguna
otra persona habría podido lograr… “el formar en el amor”.
Es por ello que los hombres no valemos por lo que hemos logrado, sino por lo que
somos capaces de hacer.
Maestro, que Dios y la Santísima Virgen María nos den la fortaleza para orientar las
almas a las que se nos ha dado la bendición de tocar en nuestro camino. Que el ejemplo
de Uds perdure en la eternidad, por siempre.
Muchas gracias.