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EPIDEMIOLOGIA
La incidencia relativa de IC es más baja en mujeres que en varones, pero las mujeres
representan casi 50% de los casos de IC por su mayor esperanza de vida. En
Norteamérica y Europa el riesgo de por vida para desarrollar HF es de casi uno en
cinco a los 40 años de edad.
CLASIFICACION:
Clase III Pacientes con enfermedad cardiaca que produce limitación notable de la
actividad física. Se encuentran cómodos en reposo. Actividades menores a las
ordinarias causan fatiga, palpitaciones, disnea o dolor anginoso
Clase IV Pacientes con cardiopatía que produce incapacidad para realizar cualquier
actividad física sin molestias. Los síntomas de insuficiencia Cardiaca o de síndrome
anginoso pueden estar presentes incluso en reposo. Si se realiza cualquier actividad
física se incrementa la molestia
IC en fase A. Incluye los pacientes con factores de riesgo de presentar IC, como
hipertensión arterial, diabetes mellitus o dislipemia.
Iniciar medidas de prevención.
• IC en fase B. Incluye los pacientes con alteración orgánica cardíaca, ya sea
disfunción sistólica o diastólica, pero que todavía no han presentado signos ni
síntomas de IC. Iniciar tratamiento para retrasar la aparición de los síntomas.
• IC en fase C. Incluye los pacientes con afectación cardíaca que presentan o han
presentado síntomas y signos de IC. Deben recibir tratamiento para mejorar los
síntomas y el pronóstico de la IC.
• IC en fase D. Incluye los pacientes con IC avanzada, con síntomas refractarios al
tratamiento médico e importante incapacidad para las actividades diarias más
comunes. Son candidatos a trasplante cardíaco, asistencia ventricular (AV) o medidas
paliativas.
-IC Aguda: es la que se instala en horas o días. A su vez esta se subclasifica en:
- IC de bajo gasto cardiaco: hay un daño en la función de bomba del corazón que
hace que disminuya el gasto cardiaco. En vez de bombear entre 4 y 6 litros por
minutos bombea 1.5 litros por ejemplo. La causa más frecuente aguda es el IAM,
mientras que la causa más frecuente crónica es la hipertensión arterial.
- IC de alto gasto cardíaco: en este caso la función de bomba del corazón funciona
correctamente e incluso a veces el corazón “bombea” más de lo habitual, pero hay una
patología extracardíaca (ejemplo tirotoxicosis, anemia grave) en donde la demanda del
cuerpo esta extremamente aumentada y el corazón aun bombeando más de lo
habitual no llega a suplir la demanda metabólica.
Ejemplo práctico: en algunos casos de sepsis, debido a la alta demanda se
necesitarían 15 litros por minuto de gasto cardíaco, pero el corazón solo podría
bombear hasta 8 a 10 litros por minuto aumentando la frecuencia cardiaca y el
volumen sistólico. En este caso el corazón está trabajando “de más” y pese al gasto
cardíaco estar alto, este no es adecuado para la gran demanda.
IC Crónica: Suele asociarse a signos congestivos que son consecuencia del fallo
ventricular derecho aislado o, más frecuentemente, secundarios a fallo izquierdo.
I.C Aguda: El síndrome agudo puede darse en un paciente sin enfermedad cardiaca
previa, o en un paciente con patología cardiaca subyacente que se descompensa
agudamente. Se define como I.C aguda cuando se instala en minutos, horas, días, o
pocas semanas. En este caso se presenta como como un cuadro grave de edema
agudo de pulmón y/o shock cardiogénico. Un principio básico de tratamiento de estos
pacientes es identificar y
Corregir los factores desencadenantes de la descompensación. Es necesaria la
identificación y tratamiento de la falta de apego terapéutico al consumo de
medicamentos y el uso de fármacos de prescripción como los antiinflamatorios
no esteroideos, preparaciones antigripales con estimulantes cardiacos y preparaciones
herbolarias, lo que incluye regaliz, ginseng y mahuang (una preparación herbolaria de
efedrina que está prohibida en casi todos los lugares). Debe buscarse, identificarse y
tratarse infección activa y tromboembolia pulmonar evidente o inadvertida cuando las
manifestaciones clínicas apuntan a tal diagnóstico.
IC Crónica: Suele asociarse a signos congestivos que son consecuencia del fallo
ventricular derecho aislado o, más frecuentemente, secundarios a fallo izquierdo. La
manifestación clínica más importante es la disnea de esfuerzo. Es importante destacar
que cuando un enfermo con IC por disfunción izquierda desarrolla una insuficiencia
ventricular derecha, las formas más graves de disnea tienden a disminuir en intensidad
y frecuencia, puesto que la incapacidad del ventrículo derecho para aumentar el
volumen minuto evita la sobrecarga de líquido en el pulmón. En este caso, la
sensación disneica es menor y suelen predominar los signos congestivos como
hepatomegalia, edemas e incluso ascitis.
ETIOLOGÍA:
Fisiopatología:
Aunque, en casos especiales, el gasto cardíaco puede estar aumentado (anemia,
beriberi, hipertiroidismo o fístulas arteriovenosas), en la mayoría de los pacientes con
IC el gasto cardíaco está disminuido. Con el descenso del gasto cardíaco se activa
una serie de mecanismos de compensación, de manera que, aun con una afectación
importante de la capacidad contráctil, el corazón puede mantener un gasto cardíaco
adecuado, al menos en reposo. Cuando este disminuye el organismo del paciente
(riñón, baroreceptores) censan como que el paciente está “hipovolémico”, por lo cual
se ponen en marcha mecanismos de adaptación. El primer mecanismo de
compensación consiste en un aumento de la precarga de acuerdo con la ley de Frank-
Starling—, de manera que el mayor volumen residual y el aumento de la presión
telediastólica incrementan la fuerza de la contracción y el volumen de eyección del
latido siguiente, aunque ello se consigue a expensas de una congestión retrógrada.
La TA disminuye, los baroreceptores censan esto, e inmediatamente se estimula el
sistema nervioso simpático aumentando la liberación de catecolaminas,
principalmente noradrenalina.
Por otro lado el estimulo en receptores alfa1 de las venas y vénulas aumenta el
retorno venoso, es decir la cantidad de sangre que llega al corazón, aumentando la
precarga. Esto también genera mayor estrés ya que el corazón no puede adaptarse a
esta mayor llegada de sangre, provocando una distensión exagerada del miocardio
que debilita y distiende aún más el corazón ya insuficiente, disminuyendo todavía más
el GC.
En esta nueva situación el gasto sería demasiado bajo para satisfacer las necesidades
metabólicas del organismo y aparecerían signos de mala perfusión tisular. El aumento
del volumen residual, producto de la disminución de la fracción de eyección y la
retención de líquidos, eleva el volumen telediastólico del ventrículo y, en
consecuencia, la precarga
Manifestaciones clínicas:
Los síntomas cardinales de insuficiencia cardiaca son fatiga y disnea. La fatiga por lo
común se atribuye a la disminución del gasto cardiaco en los casos de insuficiencia
cardiaca, pero es probable que otras anomalías del músculo estriado y otras
enfermedades no cardiacas (p. ej., anemia) también contribuyan a este síntoma.
- Ortopnea: Puede definirse como la disnea que ocurre en decúbito y suele ser
una manifestación más tardía de insuficiencia cardiaca en comparación con la
disnea de esfuerzo. Resulta de la redistribución de líquido de la circulación
esplácnica y de las extremidades inferiores hacia la circulación central durante
el decúbito, con el incremento resultante en la presión capilar pulmonar. La tos
nocturna es una manifestación frecuente de este proceso y es un síntoma de
insuficiencia cardiaca que con frecuencia se pasa por alto. La ortopnea suele
haliviarse con la posición sentada o al dormir con almohadas adicionales. La
ortopnea es un síntoma relativamente específico de insuficiencia cardiaca, pero
puede ocurrir en pacientes con obesidad abdominal o ascitis y en pacientes
con neumopatías cuya mecánica pulmonar favorece una postura erecta.
Diagnóstico:
los signos y síntomas clásicos; sin embargo los signos y síntomas de HF no son
específicos ni sensibles. En consecuencia, la base para hacer el diagnóstico es tener
un alto índice de sospecha, en particular para pacientes con alto riesgo. Cuando estos
pacientes presentan signos o síntomas de HF deben realizarse pruebas de laboratorio
adicionales.
- Ecocardiografía
El ecocardiograma-Doppler es, sin duda, la prueba diagnóstica de mayor valor
aislado en pacientes con IC y su utilización deber ser rutinaria en la evaluación inicial y
el seguimiento tanto para pacientes que cambian su situación clínica, como para
quienes reciben tratamiento con fármacos que alteran la función cardíaca o presentan
remodelado reverso. (25) Permite la identificación de trastornos estructurales
miocárdicos, valvulares o pericárdicos o de los tres tipos y define la presencia de
disfunción sistólica o diastólica ventricular o de ambas. (26) La determinación del
tamaño y función de VD así como el tamaño y dimensión de las aurículas es de
particular importancia. La medición de la vena cava resulta útil para la evaluación de la
volemia y el estado de precarga ventricular.
La medición de la FE y de los volúmenes ventriculares, preferentemente obtenida
mediante cálculos biplanares, es un parámetro fiable en la evaluación de la función
ventricular sistólica (FS). El análisis de la motilidad parietal puede demostrar
alteraciones segmentarias que sugieran la etiología isquémica. El ecocardiograma
permite también la determinación hemodinámica no invasiva, con estimación del
volumen minuto cardíaco, presiones de llenado ventriculares y presiones pulmonares.
La ecocardiografía también puede tener áreas de incertidumbre, en especial en los
pacientes con FS preservada en quienes el diagnóstico requiere la presencia de 1)
dilatación de la aurícula izquierda (volumen ≥ 34 mL/ m2), índices de función diastólica
(FD) alterada: 2) E/e’ > 14, 3) e’ septal < 7 o e’ lateral < 10 o 4), velocidad del jet
(chorro) de regurgitación tricuspídea > 2,8 m/s (como expresión de hipertensión
pulmonar). Dos o más criterios se consideran diagnóstico de disfunción diastólica.(26)
La HVI (masa > 95 g/m2 en la mujer y > 115 g/ m2 en el hombre) o la presencia de FA
también pueden ayudar a establecer el diagnóstico.
El eco-estrés con dobutamina ha demostrado ser útil para la evaluación de isquemia o
viabilidad miocárdica o de ambas y para determinar la reserva contráctil. (27–29) La
evaluación ecocardiográfica con Doppler tisular es de utilidad en el ajuste de la TRC
y, en algunos casos, como complemento de la evaluación de la FS y FD. (30) Las
técnicas que miden la función de fibra (strain y strain rate) pueden servir para la
evaluación de la función ventricular y TRC.
- Resonancia magnética cardíaca (RM)
La RM cardíaca es una técnica tomográfica versátil que permite evaluar con la mayor
exactitud y reproducibilidad los volúmenes, masa, función global y regional en ambos
ventrículos. (32) La utilización de técnicas con gadolinio permite diferenciar las
miocardiopatías de origen isquémico y no isquémico, evaluar la presencia de daño
miocárdico por necrosis, fibrosis, inflamación o infiltración. (33) Asimismo es
conveniente para evaluar isquemia y viabilidad miocárdica.
Recientemente, se ha demostrado su utilidad para el diagnóstico no invasivo de
miocarditis y otras miocardiopatías específicas, como amiloidosis, sarcoidosis,
enfermedad de Chagas, hemocromatosis, miocardio no compactado o enfermedad de
Fabry. La presencia de realce tardío se asocia con pronóstico adverso. (34) Además
permite evaluar enfermedades valvulares, pericárdicas, cardiopatías congénitas
complejas y tumores cardíacos. Comparada con la ecocardiografía tiene algunas
limitaciones clínicas derivadas de su baja disponibilidad y alto costo, no puede
utilizarse en pacientes con claustrofobia, cuando hay implantados prótesis o
dispositivos metálicos y ofrece dificultades para las mediciones en presencia de
taquicardia. La utilización de contraste con gadolinio está contraindicada en
insuficiencia renal severa.
- Tomografía computarizada multicorte
La TCMC es una técnica no invasiva para evaluar la presencia de enfermedad
coronaria y guiar en la necesidad de realizar una angiografía invasiva. (33) Puede
considerase en pacientes con riesgo de enfermedad coronaria intermedio o bajo. La
identificación de enfermedad coronaria por TCMC no significa que el paciente
tenga isquemia, pero su extensión y gravedad indica un mayor riesgo de eventos
cardiovasculares, independientemente de la presencia de isquemia en los estudios de
perfusión. (35)
Técnicas radioisotópicas
La tomografía computarizada de emisión monofotónica o SPECT permite la
identificación de alteraciones regionales de la motilidad y de la perfusión miocárdica
que pueden sugerir la presencia de enfermedad coronaria.
Es útil para el estudio de isquemia y viabilidad miocárdica, para cuantificar los
volúmenes ventriculares y la FS ventricular a través del cálculo de la FE. (36) Pueden
realizarse estudios en reposo, esfuerzo o mediante
estrés farmacológico. En la búsqueda de viabilidad miocárdica, las imágenes
metabólicas con tomografía por emisión de positrones
o PET representan un avance tecnológico sobre todas las técnicas radioisotópicas y
agregarían mayor especificidad
a los hallazgos. (37)
- Monitorización electrocardiográfica ambulatoria continua (holter)
La mayor utilidad del Holter reside en la detección de taquiarritmias paroxísticas
supraventriculares o ventriculares o de ambas o la presencia de bradiarritmias
intermitentes que con frecuencia son causales o agravantes de los síntomas de IC. La
detección de arritmias ventriculares repetitivas o complejas tiene un valor pronóstico
de mayor mortalidad general y de muerte súbita, aunque su importancia clínica reside
en su alto valor predictivo negativo. La variabilidad de la frecuencia cardíaca (FC) es
un marcador de desequilibrio autonómico y se ha demostrado que su alteración
también es pronóstica.
Tratamiento: El propósito de la prevención, diagnóstico precoz y tratamiento en ICC
es la mejora de la calidad y expectativa de vida. Se trata de reducir los síntomas,
aumentar la tolerancia al esfuerzo, disminuir las hospitalizaciones y reingresos,
mejorar la experiencia de enfermos y cuidadores al final de la vida y aumentar la
supervivencia media, reduciendo al mínimo los efectos secundarios y complicaciones
propios de las medidas terapéuticas propuestas. La importancia relativa de estos
objetivos varía entre enfermos y, por tanto, es necesario tener en cuenta las
preferencias individuales del paciente y la posibilidad de que éstas puedan variar con
el tiempo. La limitación de la reserva funcional, la presencia habitual de comorbilidad,
el estilo de vida sedentario, la polifarmacia, la existencia de problemática social y la
falta de adherencia de los médicos a las guías clínicas y de los pacientes al
tratamiento de la ICC, hacen este grupo de enfermos más difíciles de manejar.
Tratamiento no farmacológico:
3. Control del peso: debe evitarse el sobrepeso y la obesidad con el fin de reducir el
trabajo cardiaco, disminuir la tensión arterial y mejorar el control lipémico. Los
pacientes han de pesarse diariamente y el tratamiento diurético se ha de revisar
cuando aparezcan cambios inesperados en el peso (aumento o pérdida de 2 kg en 3
días).
6. Alcohol: se permite el consumo de alcohol (una cerveza o una o dos copas de vino
al día), excepto en la miocardiopatía alcohólica en que se recomienda la abstinencia
absoluta. El paciente debe conocer otros efectos deletéreos del alcohol, como la
precipitación de arritmias, retención de líquidos y deterioro de la función cardiaca.
7. Inmunización: se recomienda la vacunación antigripal (anual) y neumocócica (tan
sólo una vez).
Tratamiento farmacológico
El uso de fármacos en ICC debe ser adaptado a cada paciente. Los pacientes
incluidos en ensayos clínicos en ICC que han dado lugar al desarrollo de guías clínicas
no son representativos de aquellos que se atienden en la «práctica clínica diaria de un
geriatra», puesto que la edad media está por debajo de los 75 años y se tiende a
excluir pacientes institucionalizados y/o con comorbilidad neurológica, renal, hepática
o respiratoria. Debemos considerar referir a un especialista en cardiología a aquellos
enfermos con cardiopatía isquémica en que podría estar indicada la revascularización
(intervenciones por cateterismo cardiaco y/o cirugía abierta), pacientes con
enfermedad valvular cardiaca que precisen de intervención quirúrgica (por ej.,
reparación de válvula mitral), aquellos pacientes que se puedan beneficiar de
cardioversión eléctrica (por ej., fibrilación auricular en insuficiencia cardiaca diastólica),
enfermos con arritmias ventriculares (evaluar la indicación de desfibrilador implantable)
y aquéllos en los que podría estar indicada la terapia de resincronización (marcapasos
biventricular).
Las tiazidas solas no son eficaces en pacientes con insuficiencia renal y Ccr. menores
de 30 ml/min. Debe evitarse la utilización de AINEs por su efecto sobre la perfusión
renal y porque disminuyen la respuesta de los diuréticos.
11. Fármacos que precipitan o empeoran los síntomas y que, por tanto, hemos de
evitar en lo posible en pacientes con ICC, incluyen los AINEs, bloquentes
alfaadrenérgicos, calcioantagonistas (en especial diltiazem y verapamil), antiarrítmicos
inotropos negativos, inhibidores de la fosfodiesterasa (milrinona, amrinona) y análogos
orales de la dopamina (ibopamina).