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Consideraciones respecto a la impronta social comunitaria y el rol del psicólogo en América

Latina

El bienestar depende del reparto equitativo de los recursos en una sociedad. Sin suficientes bienes
sociales tales como vivienda, transporte y servicios de salud, entre otros, las personas en desventaja
están impedidas de alcanzar niveles de bienestar que sólo se pueden permitir aquellos que tienen
recursos superiores

La experiencia del bienestar emocional deriva de la interacción entre múltiples factores - personales,
relaciónales y colectivos que trabajan en sinergia

La teoría del bienestar concibe el desarrollo humano en términos de propiedades mutuamente


reforzadoras de las cualidades personales, relaciónales y sociales (Montero, 2004)

Ahora bien, La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es
consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede
trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Esto quiere decir que: Los individuos alcanzan el bienestar cuando los tres conjuntos de necesidades
primarias son atendidos: Personales, relaciónales y colectivas.

Construir el bienestar como si fuese estrictamente psicológico sería equiparable a hablar de almas
sin cuerpos, en tanto que definirlo como estrictamente comunitario sería equivalente a hablar de
culturas sin gente. Ninguna de las categorizaciones captura todas las necesidades y orígenes del
bienestar (Montero, 2004)

Pobreza y salud mental

En un estudio de más de sesenta mil personas en cuarenta y siete países, el Banco Mundial
documentó los efectos negativos de la pobreza. No fue una sorpresa que la gente pobre que
participó en el estudio confirmara que la privación económica que produce competencia por los
recursos económicos crea divisiones dentro de sus comunidades.

Igualmente, predictible fue el hallazgo de que la pobreza impactaba negativamente en su salud


física y psicológica, su dignidad, autoestima y sus oportunidades en la vida

En la misma línea, la desigualdad disminuye la longevidad, entre tanto, la inversión en las


estructuras sociales aumenta la calidad de vida en los países en desarrollo.

¿Qué quiere decir todo esto?

• Hay una estrecha asociación entre el bienestar personal, relacional y colectivo.

• Hay un claro nexo entre bienestar y justicia

• La cultura popular, las figuras de autoridad e incluso los psicólogos a menudo reducen el
bienestar a dinámicas personales y relaciónales, inocentemente, ignorando por igual el
papel de las fuerzas colectivas y de la justicia
En nuestro rol como psicólogos debemos tener claridad sobre los multi factores del bienestar y de
esta forma de actuar. Como psicólogos no podemos pensar y orientar nuestras acciones de
acompañamiento en que el bienestar depende ante todo de nuestras capacidades y de las
relaciones familiares.

Las anteriores reflexiones permiten evidenciar ese claro nexo entre bienestar y justicia que se
traduce a la relación indiscutible entre psicología y política, ya que el estudio de la salud mental
sobrepasa el estudio de la dimensión individual – familiar y se obliga a reconocer las lógicas sociales,
económicas, políticas del entorno para una clara comprensión del bienestar relacional y colectivo.

La psicología, con postura crítica, propia de América latina, desde hace varias décadas viene
reflexionando sobre la necesidad de hacer psicología con compromiso ético político que desde su
praxis abogue por la estética de la vida, la verdad histórica, la justicia social y el fortalecimiento de
las comunidades para una vida digna:

“Por ello resulta no sólo pertinente sino necesario abordar la propuesta crítica de una psicología
latinoamericana que se cuestiona a sí misma sobre el papel que históricamente ha jugado la
psicología en el mantenimiento de estados de sometimiento, control y obediencia psicosocial;
para proponer una ruptura con esas formas de decir - hacer psicología a partir de una toma de
postura ético-política hacia el compromiso de la psicología con categorías de la vida política como
la democracia, la justicia y el buen vivir sin ningún tipo de discriminación. Esa discusión plantea
como horizonte una nueva razón ético-política para la humanidad en donde la psicología
latinoamericana aporta desde la praxis categorías para una estética de la vida, una ética de la verdad
histórica y unos valores para el buen vivir como la justicia social, la reciprocidad, la autonomía
en el sujeto y las acciones políticas colectivas hacia la dignificación de la existencia humana … Por
ello deseo contribuir de alguna forma a esta discusión, con la propuesta de algunas tesis acerca de
lo que podría ser una formación de psicólogas y psicólogos en perspectiva de configurar esa nueva
eticidad desde la psicología de América Latina para el mundo” (Barrero, 2015).

Edgar Barrero (2015), propone cinco tesis para la formación de psicólogas y psicólogos en América
Latina:

1. Formar en psicología para una estética de la existencia material, psicológica y espiritual


de los pueblos en condiciones de dignidad.

“Una psicología comprometida decididamente con la defensa de la vida en condiciones de


dignidad en donde la buena vida de unos pocos no implique la miseria y la crueldad sobre
millones de seres humanos.

Una psicología de la estética existenciaria en donde no se acepte como normal la


desigualdad social y el desprecio de unos seres humanos sobre otros.
No hay nada más odioso que la caridad psicológica que apenas logra con-mover al psicólogo,
pero lo inmoviliza frente al problema estructural del sufrimiento humano. La caridad
psicológica conduce sutilmente al fatalismo y la resignación. En lugar de la caridad se puede
rescatar ese valor comunitario que es la solidaridad y el trabajo voluntario junto a los más
necesitados” (Barrero, 2015).

Se traduce en un pensum que conozca las causas históricas, ideológicas, económicas de las
relaciones de poder que han creado esas brechas en américa latina

2. Una psicología para el respeto irrestricto de las formas de existencia, costumbres y


procesos psico-socio-antropológicos de nuestros pueblos.

“Se necesita, por tanto, una psicología comprometida con la investigación y el conocimiento
profundo de la realidad de los pueblos latinoamericanos. Ello implica incorporar
dimensiones históricas, sociológicas, antropológicas, filosóficas y espirituales de nuestra
realidad en los procesos de formación de psicólogas y psicólogos en América Latina”
(Barrero, 2015).

Se traduce en un pensum que incorpora la sabiduría y psicología popular en las actividades


investigativas, profesionales y comunitarias.

3. Formar para la democratización del saber psicológico en contra de cualquier forma de


despotismo, autoritarismo, imperialismo o colonialismo.

“Construir una psicología para las mayorías y no para las elites minoritarias. Y con ellas
investigar y plantear salidas concretas a problemas concretos. Se impone desde esta
perspectiva la necesidad de forzar un giro epistemológico en el cual las fuentes del
pensamiento no se buscan en filosofías foráneas sino en nuestras pensadoras y pensadores
que se detienen a analizar nuestros complejos problemas psico-socio-antropológicos”
(Barrero, 2015).

Se traduce en un pensum que incorpora al conocimiento clásico de la psicología,


inspiradores del pensamiento latinoamericano como Fals Borda, Paulo Freire, Martín Baró,
Enrique Dussel, entre otros. Que permita comparar, generar pensamiento crítico.

4. Una psicología comprometida con la construcción de la autonomía y de la justicia


cognitiva, afectiva, espiritual y relacional de los pueblos del mundo.

“La apuesta por la construcción de condiciones de factibilidad práctico-discursiva de una


nueva psicología acorde con las realidades de los pueblos y al servicio de estos. De allí, que
posibilitar la justicia cognitiva sea uno de los mayores retos que hoy tiene la formación de
psicólogas y psicólogos en el mundo.

La formación de psicólogas y psicólogos nuevos en América Latina supone plantearse


seriamente la pregunta por nuestra soberanía cognitiva, afectiva y relacional. Y esa lucha
por nuestra soberanía cognitiva, afectiva y relacional implica un compromiso radical con el
rescate, actualización y socialización de nuestras pensadoras y pensadores
latinoamericanos” (Barrero, 2015).

5. Formar en el espíritu colectivo de la investigación de alto nivel con fines de integración,


unidad y fortalecimiento humanista de la psicología en el continente latinoamericano.

La integración y la unidad de la psicología en América Latina debe ser una preocupación constante
para docentes, investigadores y profesionales de la psicología en cualquiera de sus áreas o campos
de acción. No se puede pensar hoy en día una psicología nacionalista o aislada de los procesos de la
región. Máxime en los tiempos presentes en donde se vienen dando potentes procesos de
integración económica, política, social y cultural en América Latina tales como el ALBA, MERCOSUR,
UNASUR y la CELAC. El nuevo estudiante de psicología se debe formar en y para ese espíritu de
integración y de unidad desde la diversidad que nos es característica.

En este sentido corresponde a la psicología articularse de forma crítica desde la praxis académica y
comunitaria a los distintos movimientos de emancipación que vienen trabajando en la
conceptualización de categorías como Sur, Víctimas, pueblo, comunidad, poder, descolonización,
ideologías, diversidades, alteridades, democracia, buen vivir, reciprocidad, acciones colectivas y
movimientos sociales, entre muchas otras que nos hace falta investigar.

Las nuevas perspectivas de la Psicología exigen pensar en la persona y su realidad, su desarrollo,


según lógicas de acontecimiento y situación, por lo anterior se reconoce un problema de fondo:
pensar en el rol del psicólogo, su función política social en la vida, la salud y la enfermedad, en lo
que va del nacer al morir. Lo anterior implica fundamentalmente que el psicólogo tendrá la
responsabilidad de estudiar a fondo, con rigor metodológico, las formas de actuar de los seres
humanos, partiendo de su individualidad y diversidad, llegando a su colectividad y movimiento
social.

Nuevas situaciones y problemas han abierto inesperados campos de investigación y de actividad


profesional: familia, violencia familiar y social, sexualidad, empresa, publicidad, industria, manejo
de la información, pobreza, tensión laboral, violencia, guerra, desastres naturales y humanos etc.,
han tenido un profundo impacto en la actividad psicológica reciente. De tal suerte que la psicología
se relaciona cada día más con la dinámica social: prevención, enfermedades, divorcio, drogas,
desempleo, crimen, medio ambiente, suicidio, estrés y tantos otros problemas relacionados con la
conducta, generados por la sociedad que estamos construyendo...
Puesto que la psicología se ocupa de la conducta, y todo el ser humano es conducta - en sentido
amplio- no hay dimensión de la existencia que no sea susceptible de la intervención psicológica. Más
aún, acorde con las nuevas estrategias en salud, la psicología se viene reorientando, desde el
tradicional tratamiento y psicodiagnóstico, hacia la prevención en todos los órdenes de la conducta,
y de acuerdo con las exigencias de las sociedades.

El sentido cósmico, la integración con la naturaleza, el sentido de comunidad, las estéticas y la


afectividad que caracterizaron a los pueblos originarios de este continente es una herencia
fundamental que requiere ser actualizada y proyectada sobre nosotros mismos y conjugarla con
otras grandes culturas planetarias.

La intervención psicológica se requiere en todos los ámbitos para sanarlos; es necesario diseñar
alternativas psicológicas ante la violencia social y familiar, para mejorar la comunicación y la
convivencia; para impulsar la motivación por aprender y consolidar las capacidades; para mejorar
las formas y procesos organizativos, así como las formas de producción y de consumo, cuidando a
la naturaleza.

Tampoco estamos buscando formar psicólogas y psicólogos de la felicidad que prometen el retorno
al paraíso perdido en el que no existen los conflictos sociales, económicos, psicológicos y
espirituales. Al contrario, se trata de una formación crítica en y desde la Psicología, partiendo del
reconocimiento conflictivo del ser humano y de las realidades históricas en las cuales lleva a cabo
su existencia material y espiritual.

Es necesario someter a análisis crítico ese mito de la psicología como la ciencia de la felicidad y de
la ausencia de conflictos personales, colectivos y de clase. Si algo debe hacer la psicología tanto en
los procesos de formación como en la práctica profesional misma, es la incitación constante al
conflicto, a la crisis, a la ruptura; en fin a la transformación permanente del ser humano.

Bases Socio Culturales del Comportamiento Humano

Nuevo paradigma emergente de la psicología social (Tomado de Bautista, N. 2018. Tres perspectivas
de la psicología social. Pág. 58):

- El carácter histórico de la psicología: su objeto de estudio está constituido por hechos


Culturales…la teoría y el método deben relacionarse con los cambios socioculturales.
- La impredecibilidad de la conducta humana: Predecir la conducta humana es una ilusión
ideológica.
- La psicología busca el conocimiento y este es histórico y transitorio
- La realidad es una construcción cotidiana
- La psicología no es una ciencia “objetiva”. Sus paradigmas provienen de modelos del
hombre y no del mundo. No hay neutralidad en la producción del conocimiento. Es
necesario de producir métodos alternativos. El rol del psicólogo es de agente y facilitador
del cambio social
- Reconocimiento del carácter activo de los seres humanos que son considerados como
actores y constructores de su realidad.
- Necesidad de incluir en el estudio psicológico el punto de vista de los oprimidos.
- El conflicto es parte de la acción humana. Admitir las disparidades
- La psicología debe trabajar porque sus sujetos de estudio adquieran control y conciencia
sobre sus vidas.
- Se reconoce la importancia del estudio psicológico de la ideología como fenómeno humano
y producto psicosocial.
- Carácter engañoso de la percepción
- Rechazo a la noción de progreso, como elemento básico del paradigma de la psicología

Referencias Bibliográficas

Bautista, N (2018). Tres perspectivas en psicología social. Bogotá: Manual Moderno

Barrero, E. (Coord). (2015). FORMACIÓN EN PSICOLOGÍA: Reflexiones y Propuestas desde América


Latina. Costa Rica: ALFEPSI Editorial. Recuperado de:
https://www.researchgate.net/publication/282809721_FORMACION_EN_PSICOLOGIA_Re
flexiones_y_Propuestas_desde_America_Latina

Montero, M. (2004). Introducción a la psicología comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos.


Prólogo: Validez psicopolítica: el próximo reto para psicología comunitaria, por Isaac
Prilleitcnsky (5-14). Editorial Paidós. Buenos Aires. Argentina. Recuperado de:
http://www.catedralibremartinbaro.org/pdfs/libro-montero-introduccion-a-la-psicologia-
comunitaria.pdf

Riquelme, R. (2017). Nueve datos sobre la desigualdad en el mundo. Recuperado de:


https://www.eleconomista.com.mx/internacionales/9-datos-sobre-la-desigualdad-en-el-
mundo-20170116-0019.html

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