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Voy a ir directo al grano, los niños debemos ser el resultado de una decisión
minuciosamente estudiada, en primer lugar porque no fuimos convocados
para elegir existir, aunque la vida es lo más hermoso que Dios nos ha dado,
sin plan, lo natural es vivir en la miseria y en segundo lugar, porque antes
de nacer del vientre de nuestra madre, nacimos en la mente de Dios, así
que en ese sentido todos somos el sueño de Dios.
Quiero invitarlos a abrir sus Biblias en el primer libro del profeta Samuel
capítulo 1 y versículo 11, aquí podemos ver a Ana rogando al Señor la
bendición de un hijo, pero ¿para qué? ¿cuál era el propósito de traer esa
nueva vida al mundo?, la ilusión de tener en los brazos a un hijo es algo
que da gozo al alma, pero es una irresponsabilidad infame tener un hijo
cuando no se está preparado.
No mis hermanos, eso no está bien. Los niños necesitamos que nuestros
padres estén preparados y en constante aprendizaje para educarnos. “La
Biblia dice: instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se
apartará de él”.
Ana era una mujer de fe y por eso obedecía el consejo divino. Muy
emocionada, imaginaba aquel día en el que podría cargar a su hermoso
bebecito, pero también estaba comprometida con la formación de un
hijo o hija que eventualmente llegaría a convertirse en un siervo o sierva
de Dios.
¡Qué bendición son los hijos! Pero lo son aun más cuando llegan a un hogar
en el cual han sido tan anhelados y esperados. El pequeño Samuel
comenzó a escribir su historia con la ayuda de sus padres quienes fueron
sus principales propulsores para alcanzar el éxito.
Con gran tristeza nuestro Dios ve todos los días la manera en que
desperdiciamos las oportunidades para formar una generación diferente,
una generación poderosa espiritualmente.
Uno de los peores males de nuestras iglesias es que cuando los adultos se
sienten fracasados en su liderazgo espiritual, optan por hacerse a un lado
de forma irresponsable para dar la “oportunidad” (entre comillas”) a los
jóvenes y niños, pero que es lo que pasa, que naturalmente sin experiencia
y sin respaldo, los jóvenes y niños también están destinados al fracaso.
Una vez que esto ocurre los adultos comienzan a señalar lo que a su vez
causa heridas que durarán toda la vida de los jóvenes y niños.
Eso mismo es lo que relata el capítulo 3 versículo 1: “El joven Samuel servía
a Jehová en presencia de Elí; en aquellos días escaseaba la palabra de
Jehová y no eran frecuentes la visiones”.
Oremos…