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Demanda Independiente
Se entiende por demanda independiente aquella que se genera a partir de decisiones ajenas a la
empresa, por ejemplo, la demanda de productos terminados acostumbra a ser externa a la empresa
en el sentido en que las decisiones de los clientes no son controlables por la empresa (aunque sí
pueden ser influidas). También se clasificaría como demanda independiente la correspondiente a
piezas de recambio.
Demanda Dependiente.
Demanda independiente
Es aquella que únicamente depende de las condiciones del mercado. En consecuencia, la demanda
de un artículo es independiente cuando no depende de la demanda de ningún otro artículo. Por
ejemplo, la demanda de bicicletas depende de la cantidad que los consumidores quieran adquirir
de este artículo en función de los condicionantes en ese momento concreto de tiempo, pero en
principio no está vinculada a la demanda de otros artículos.
Demanda dependiente
Es aquella que depende de la demanda de otro artículo. Por ejemplo, la demanda de los pedales de
una bicicleta (uno de sus componentes) depende dela cantidad de este producto terminado que se
produzca y se venda. Es decir, la demanda de los componentes de una bicicleta depende de la
demanda dela propia bicicleta.
Son productos finales que están compuestos por Casi siempre son productos de recambio o
artículos con demanda dependiente repuestos
Demanda independiente:
Demanda dependiente:
Este “cómo”, dentro del ámbito de las operaciones, se alinea a unos objetivos estratégicos. El valor
diferencial puede darse en coste, calidad, flexibilidad, servicio o innovación. Hasta la fecha, las
operaciones habían estado relegadas a la mejora de la eficiencia, a procurar ventajas competitivas
en coste y calidad. En la actualidad, ya no es así. El mundo evoluciona muy rápidamente y, aunque
el coste y la calidad en la producción continúan siendo importantes, los clientes perciben como
valiosas también otras variables. Por ejemplo, el nivel de servicio, la información sobre el producto
y su trazabilidad, la agilidad para responder a los cambios, etc.
Hoy, modelos de negocio que eran válidos hace un tiempo, ya no lo son. Ello se debe a las grandes
transformaciones que se han producido los últimos dos o tres años, y que se relacionan con las
economías emergentes, la creciente conectividad global, el concepto del talento o la asunción de
que los recursos son escasos. El mundo gira muy deprisa y los clientes valoran cada vez más aquellos
proveedores que son capaces de adaptarse a este entorno cambiante y de ofrecer como propuesta
de valor la flexibilidad. Dado que hay materias primas que escasean, se premia la facilidad de las
empresas para adaptarse a productos y servicios que empleen materias primas alternativas y menos
costosas, así como la capacidad de responder de forma flexible a peticiones diferentes, de un día
por otro.
Así, pues, las variables competitivas de coste y calidad ya no son las únicas que importan en la
actualidad. El nivel de servicio, la flexibilidad y la innovación son valorados como factores relevantes
de diferenciación. El director de operaciones puede ayudar a la empresa a encontrar una ventaja
competitiva consistente. En el pasado, el jefe de operaciones jugaba un papel secundario en los
consejos de administración, en los que quienes decidían eran el gerente, el director de marketing y
el director financiero. Hoy esto está cambiando. El director de operaciones es quien tiene una visión
transversal del negocio, ya que la cadena de suministros se despliega desde los proveedores hasta
los clientes. Por ese motivo, se erige como la figura que aportará la propuesta de valor que mejore
los ingresos de la empresa, y no tiene porqué ser desde la eficiencia. Se dan otras variables que se
pueden convertir en un mayor nivel de ingresos, si se saben aprovechar bien: por ejemplo, un buen
nivel de servicio, una mayor flexibilidad o la adaptabilidad a las necesidades del cliente.
En definitiva, un nuevo concepto de director de operaciones surge para aportar más a la propuesta
de valor, que es la razón de ser de la empresa. En este sentido, se reflexiona sobre la importancia
de identificar cuál o cuáles son las variables competitivas que mejor satisfacen y satisfarán las
necesidades y expectativas actuales y futuras de los clientes y del mercado en general. Además, se
estudia cómo la empresa, a través de su estrategia de operaciones, determinará la mejor manera
de utilizar y combinar los principales recursos de la organización con el fin de alcanzar una posición
de privilegio frente a sus competidores.