otra vez en el templo, y todo el pueblo empezó a venir a él, y se sentó y se puso a enseñarles. 3 Entonces los escribas y los fariseos trajeron a
una mujer sorprendida en adulterio, y, después
de ponerla de pie en medio de ellos, 4 le dijeron a él: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto de cometer adulterio. 5 En la Ley Moisés prescribió que apedreáramos a mujeres de esta clase. Tú, pues, ¿qué dices?”. 6 Por supuesto, decían esto para ponerlo a prueba, a fin de tener algo de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en la tierra con el dedo. 7 Como persistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: “El que de ustedes esté sin pecado sea el primero en tirarle una piedra”. 8 E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en la tierra. 9 Pero los que oyeron esto empezaron a salir, uno a uno, comenzando por los ancianos, y lo dejaron solo, y a la mujer que estaba en medio de ellos. 10 Enderezándose, Jesús le dijo: “Mujer, ¿dónde
están? ¿No te condenó nadie?”. 11 Dijo ella:
“Nadie, señor”. Jesús dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete; desde ahora ya no practiques pecado”. 12 Por lo tanto Jesús les habló otra vez, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, de ninguna manera andará en oscuridad, sino que poseerá la luz de la vida”. 13 Por esto le dijeron los fariseos: “Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero”. 14 En respuesta, Jesús les dijo: “Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde vine y adónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vine ni adónde voy. 15 Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie. 16 Y sin embargo, si juzgo, mi juicio es verídico, porque no estoy solo, sino que conmigo está el Padre que me envió. 17 También, en la propia Ley de ustedes está escrito: ‘El testimonio de dos hombres es verdadero’. 18 Yo soy quien doy testimonio acerca de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio acerca de mí”. 19 Por lo tanto procedieron a decirle: “¿Dónde está tu Padre?”. Jesús contestó: “Ustedes no me conocen a mí, ni a mi Padre. Si me conocieran, conocerían a mi Padre también”. 20 Estos dichos los habló en la tesorería mientras
enseñaba en el templo. Pero nadie se apoderó de
él, porque todavía no había llegado su hora. 21 Entonces les dijo otra vez: “Yo me voy, y ustedes me buscarán, y sin embargo morirán en su pecado. A donde yo voy ustedes no pueden venir”. 22 Por eso empezaron a decir los judíos: “Él no va a matarse, ¿verdad? Porque dice: ‘A donde yo voy ustedes no pueden venir’”. 23 Así que él pasó a decirles: “Ustedes son de las regiones de abajo; yo soy de las regiones de arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por eso les dije: Morirán en sus pecados. Porque si no creen que yo soy [ese], morirán en sus pecados”. 25 Por lo tanto se pusieron a decirle: “¿Tú quién eres?”. Jesús les dijo: “¿Para qué les hablo siquiera? 26 Muchas cosas tengo que hablar respecto de ustedes y sobre las cuales pronunciar juicio. En realidad, el que me ha enviado es veraz, y las mismas cosas que oí de parte de él las hablo en el mundo”. 27 No comprendieron que les hablaba del Padre.
28 Por lo tanto, dijo Jesús: “Una vez que hayan
alzado al Hijo del hombre, entonces sabrán que
yo soy [ese], y que no hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado. 29 Y el que me ha enviado está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo siempre hago las cosas que le agradan”. 30 Al hablar él estas cosas, muchos pusieron fe en él. 31 De modo que Jesús siguió diciendo a los judíos
que le habían creído: “Si permanecen en mi
palabra, verdaderamente son mis discípulos, 32 y conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. 33 Ellos le respondieron: “Somos prole de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo es que dices tú: ‘Llegarán a ser libres’?”. 34 Jesús les contestó: “Muy verdaderamente les
digo: Todo hacedor de pecado es esclavo del
pecado. 35 Además, el esclavo no permanece en la casa para siempre; el hijo permanece para siempre. 36 Por eso, si el Hijo los liberta, serán realmente libres. 37 Yo sé que son prole de Abrahán; pero procuran matarme, porque mi palabra no hace progreso entre ustedes. 38 Cuantas cosas he visto con mi Padre las hablo;
y ustedes, por tanto, hacen las cosas que han
oído de [su] padre”. 39 En respuesta, le dijeron: “Nuestro padre es Abrahán”. Jesús les dijo: “Si son hijos de Abrahán, hagan las obras de Abrahán. 40 Pero ahora procuran matarme, un hombre que les ha dicho la verdad que oí de parte de Dios. Abrahán no hizo esto. 41 Ustedes hacen las obras de su padre”. Le dijeron ellos: “Nosotros no nacimos de fornicación; tenemos un solo Padre, Dios”. 42 Jesús les dijo: “Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían a mí, porque de Dios vine yo y estoy aquí. Tampoco he venido por mi propia iniciativa, no, sino que Aquel me ha enviado. 43 ¿Por qué no saben ustedes lo que hablo? Porque no pueden escuchar mi palabra. 44 Ustedes proceden de su padre el Diablo, y
quieren hacer los deseos de su padre. Ese era
homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando habla la mentira, habla según su propia disposición, porque es mentiroso y el padre de [la mentira]. 45 Porque yo, por otra parte, digo la verdad, ustedes no me creen. 46 ¿Quién de ustedes me prueba culpable de
pecado? Si yo hablo la verdad, ¿por qué no me
creen ustedes? 47 El que procede de Dios escucha los dichos de Dios. Por esto no escuchan ustedes, porque no proceden de Dios”. 48 En respuesta, los judíos le dijeron: “¿No decimos correctamente: Tú eres samaritano y tienes demonio?”. 49 Jesús contestó: “Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre, y ustedes me deshonran a mí. 50 Pero yo no busco gloria para mí mismo; hay Quien busca y juzga. 51 Muy verdaderamente les digo: Si alguien observa mi palabra, no verá la muerte nunca”. 52 Los judíos le dijeron: “Ahora sabemos que tienes demonio. Abrahán murió, también los profetas; pero tú dices: ‘Si alguien observa mi palabra, no gustará la muerte nunca’. 53 Tú no eres mayor que nuestro padre Abrahán, que murió, ¿verdad? También, los profetas murieron. ¿Quién pretendes ser?”. 54 Jesús contestó: “Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. Es mi Padre quien me glorifica, el que ustedes dicen que es su Dios; 55 y sin embargo ustedes no lo han conocido. Pero yo lo conozco. Y si dijera que no lo conozco sería como ustedes, mentiroso. Pero sí lo conozco, y observo su palabra. 56 Abrahán el padre de ustedes se regocijó mucho
por la expectativa de ver mi día, y lo vio y se
regocijó”. 57 Por eso le dijeron los judíos: “Todavía no tienes cincuenta años, ¿y sin embargo has visto a Abrahán?”. 58 Jesús les dijo: “Muy verdaderamente les digo: Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido”. 59 Por lo tanto, tomaron piedras para arrojárse[las]; pero Jesús se escondió, y salió del templo.”
Juan 9:1-41 “Entonces, al ir pasando, vio a un
hombre ciego de nacimiento. 2 Y sus discípulos le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó: este hombre, o sus padres, para que naciera ciego?”. 3 Jesús contestó: “Ni este hombre pecó, ni sus padres, sino que fue para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto en su caso. 4 Tenemos que obrar las obras del que me envió mientras es de día; la noche viene cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo”. 6 Después de decir estas cosas, escupió en la tierra e hizo barro con la saliva, y puso su barro sobre los ojos [del hombre] 7 y le dijo: “Ve a lavarte en el estanque de Siloam” (que se traduce ‘Enviado’). Y él se fue, pues, y se lavó, y volvió viendo. 8 Por lo tanto, los vecinos y los que solían ver que era mendigo empezaron a decir: “Este es el hombre que estaba sentado y mendigaba, ¿no es así?”. 9 Unos decían: “Es este”. Otros decían: “De ninguna manera, pero se le parece”. El hombre decía: “Soy yo”. 10 Por consiguiente, empezaron a decirle: “Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?”. 11 Él contestó: “El hombre que se llama Jesús hizo barro y me [lo] untó en los ojos y me dijo: ‘Ve a Siloam y lávate’. Por lo tanto fui y me lavé, y recibí la vista”. 12 Entonces le dijeron: “¿Dónde está ese [hombre]?”. Él dijo: “No sé”. 13 Condujeron al hombre mismo que antes había sido ciego a los fariseos. 14 A propósito, era sábado el día en que Jesús había hecho el barro y le había abierto los ojos. 15 Esta vez, pues, los fariseos también se pusieron a preguntarle cómo había recibido la vista. Él les dijo: “Me puso barro sobre los ojos, y me lavé, y tengo vista”. 16 Entonces algunos de los fariseos se pusieron a decir: “Este no es hombre de Dios, porque no observa el sábado”. Otros decían: “¿Cómo puede un hombre pecador ejecutar señales de esa clase?”. De modo que hubo una división entre ellos. 17 Por eso dijeron otra vez al ciego: “¿Qué dices tú de él, ya que te abrió los ojos?”. El [hombre] dijo: “Es profeta”. 18 Sin embargo, los judíos no creían, respecto de
él, que hubiera sido ciego y hubiera recibido la
vista, hasta que llamaron a los padres del hombre que había recibido la vista. 19 Y les preguntaron: “¿Es este su hijo que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es, pues, que ve ahora?”. 20 Entonces sus padres dijeron en respuesta:
“Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació
ciego. 21 Pero cómo es que ve ahora, no lo sabemos, o quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle. Es mayor de edad. Él tiene que hablar por sí mismo”. 22 Sus padres dijeron estas cosas porque temían a los judíos, porque los judíos ya habían quedado de acuerdo en que, si alguno lo confesaba como Cristo, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por eso sus padres dijeron: “Es mayor de edad. Interróguenle”. 24 Por eso ellos llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es pecador”. 25 Él, a su vez, contestó: “Si es pecador, no lo sé.
Una cosa sí sé: que, siendo el caso que yo era
ciego, ahora veo”. 26 Por tanto le dijeron: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?”. 27 Él les contestó: “Ya se lo dije a ustedes, y sin embargo no escucharon. ¿Por qué quieren oírlo otra vez? No quieren hacerse discípulos de él también, ¿verdad?”. 28 Ante esto, ellos lo injuriaron y dijeron: “Tú eres discípulo de ese [hombre], pero nosotros somos discípulos de Moisés. 29 Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero en cuanto a este, no sabemos de dónde es”. 30 En respuesta, el hombre les dijo: “Esto sí que es una maravilla, que ustedes no sepan de dónde es, y sin embargo me abrió los ojos. 31 Sabemos que Dios no escucha a pecadores, pero si alguien es temeroso de Dios y hace su voluntad, a este escucha. 32 Desde la antigüedad jamás se ha oído que alguien abriera los ojos a uno que hubiera nacido ciego. 33 Si este [hombre] no fuera de Dios, no podría hacer nada”. 34 En respuesta le dijeron: “Tú naciste del todo en pecados, ¿y sin embargo nos enseñas a nosotros?”. ¡Y lo echaron fuera! 35 Jesús oyó que lo habían echado fuera, y, al hallarlo, le dijo: “¿Pones tú fe en el Hijo del hombre?”. 36 Él contestó: “¿Y quién es, señor, para que ponga fe en él?”. 37 Le dijo Jesús: “Lo has visto y, además, el que habla contigo es ese”. 38 Entonces él dijo: “Pongo fe [en él], Señor”. Y le
rindió homenaje. 39 Y Jesús dijo: “Para [este]
juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, queden ciegos”. 40 Aquellos de los fariseos que estaban con él
oyeron estas cosas, y le dijeron: “Nosotros no
somos ciegos también, ¿verdad?”. 41 Jesús les dijo: “Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero ahora ustedes dicen: ‘Vemos’. Su pecado permanece”.”