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Guerra de los Cien

Años
conflicto armado entre Francia e Inglaterra
(1337-1453)

La guerra de los Cien Años (en francés:


Guerre de Cent Ans; en inglés: Hundred
Years' War) fue un conflicto armado entre
los reinos de Francia e Inglaterra, que duró
116 años (24 de mayo de 1337 -19 de
octubre de 1453)[6][7][8][9] de raíz feudal,
pues su propósito era resolver quién
controlaría las enormes posesiones
acumuladas por los monarcas ingleses
desde 1154 en territorios franceses,
debido al ascenso al trono inglés de
Enrique II Plantagenet, conde de Anjou. Se
saldó con la retirada inglesa de tierras
francesas.
Guerra de los Cien Años

Batalla de Crécy (1346)

Fecha 24 de mayo de 1337 - 19


de octubre de 1453

(116 años, 4 meses, 3


semanas y 4 días)
Lugar Francia, Países Bajos
Borgoñones, Bretaña y
España
Resultado
Victoria de Francia y sus
aliados. Aumento del
poder de la monarquía
francesa.

Castilla se convierte en
la potencia marítima
hegemónica en el
océano Atlántico.
Cambios territoriales Las posesiones inglesas
en tierras francesas son
devueltas a Francia
excepto Calais

Borgoña pierde
aproximadamente la
mitad de su territorio en
favor de Francia
Beligerantes

Reino de Francia Reino de Inglaterra


Corona de Castilla Borgoña[3]
Ducado de Bretaña[1] Reino de Portugal
Reino de Escocia Ducado de Bretaña[4]
Génova
Corona de Aragón Ducado de Normandía
Reino de Bohemia Condado de Flandes
Reino de Navarra[2]

Bajas
Francia:
6 300 000-10 000 000 muertos[5]

Origen del nombre


Aunque los contemporáneos sintieron
desde el final del siglo XIV la excepcional
duración del conflicto, no fue hasta el siglo
XIX que la expresión «guerra de cien años»
(guerre de cent ans) se impuso en la
historiografía. El medievalista Philippe
Contamine ha investigado sobre las
primeras menciones. Aparece por primera
vez en la Tableau chronologique de
l'Histoire du Moyen Âge [Tabla cronológica
de Historia de la Edad Media] de
Chrysanthe Desmichels,[10] editada en
París en 1823. El primer manual escolar
que utilizó esa denominación se debe a un
cierto M. Boreau y aparece en 1839 bajo el
título L'Histoire de France à l'usage des
classes [La Historia de Francia para el uso
de las clases]. La primera obra titulada
Guerre de Cent Ans es de Th. Bachelet en
1852.[11]

Orígenes del conflicto


La rivalidad entre Francia e Inglaterra
provenía de la batalla de Hastings (1066),
cuando la victoria del duque Guillermo de
Normandía le permitió adueñarse de
Inglaterra. Ahora los normandos eran
reyes de una gran nación y exigirían al rey
francés ser tratados como tales, pero el
punto de vista de Francia no era el mismo:
el Ducado de Normandía siempre había
sido vasallo, y el hecho de que los
normandos hubiesen ascendido al trono
de Inglaterra no tenía por qué cambiar la
sumisión tradicional del ducado a la
corona de París.
Primeras desavenencias

Enrique II Plantagenet.

A mediados del siglo XII, los duques


normandos fueron reemplazados por la
dinastía Anjou, condes poderosos que
poseían grandes territorios en el oeste y
sudoeste de Francia. El rey angevino
inglés Enrique II ya en el trono se casó con
Leonor de Aquitania, aumentó mucho su
territorio en Francia.

Felipe II de Francia, en su lucha por limitar


el poder de los soberanos ingleses, apoyó
la rebelión de algunos de los hijos de
Enrique II y la madre de ellos, Leonor de
Aquitania, esta rebelión no tuvo éxito.
Ricardo Corazón de León, uno de los hijos
que participó en la fracasada rebelión,
sucedió el trono de su padre en 1189.

Tratado de París

Enrique III de Inglaterra (1207-1272),


heredó el trono teniendo 9 años, lo que
trajo consigo un período de zozobras y
temores, que desembocó en el
desfavorable Tratado de París en 1259.
Enrique abdicaba desde lo formal al rey
francés Luis IX todas las posesiones de
sus antepasados normandos y a todos los
derechos que pudieran corresponderle.
Esto incluía la pérdida de Normandía,
Anjou y todas sus demás posesiones
salvo Gascuña y Aquitania, que había
heredado por vía materna. Estas dos
regiones quedaban sometidas al
homenaje, una especie de pago, renta o
tributo que Enrique otorgaría al rey francés
para conservarlas.
Eduardo I

Eduardo I de Inglaterra, hijo de Enrique III,


no se conformó con esta situación de
sometimiento: construyó una base de
poder militar y económico muy superior a
la de su padre y quiso colocar de nuevo a
su corona en una posición de fuerza en el
continente. Inició hostilidades contra la
Francia de Felipe III (que duraron cuatro
años: de 1294 a 1298) pero, más dedicado
a consolidar su poder en el interior de la
propia Inglaterra, no hizo nada más
respecto de Francia.
Cuando falleció, otro lapso de
convulsiones azotó a Inglaterra. Una
Escocia fuerte, motivada y organizada,
liderada por Robert the Bruce, venció a los
ingleses en varias ocasiones, derrotando
al sucesor de Eduardo, Eduardo II, y
logrando la ansiada independencia.

La guerra de San Sardos y


Eduardo III

Entre 1324 y 1325 se produjo una nueva


guerra entre Inglaterra y Francia, conocida
por los historiadores como guerra de San
Sardos por el poblado donde tuvieron
lugar las principales acciones. La corona
inglesa pasó pronto a manos de Eduardo
III, que era solo un niño, pero a pesar de
todo no estaba dispuesto a dejarse vencer
con tanta facilidad. El rey de Francia,
Carlos IV murió, como sus antecesores,
sin dejar heredero varón.

La maldición de los Capetos

Luis IX de Francia (San Luis).


La muerte de Carlos IV era el fin de la
poderosa y prolongada dinastía de los
Capetos. Había sido fundada por Hugo
Capeto en 987, y había dado una larga
serie de poderosos monarcas que incluía
a Luis VI, Luis VII y Luis VIII, todos ellos
comandantes en las Cruzadas. Tras la
muerte del rey siguiente, San Luis,
orientador y capitán de la cruzada contra
los cátaros, la dinastía Capeto tuvo aún
otro poderoso rey: Felipe el Hermoso. Con
él comenzó la decadencia: Felipe destruyó
a la antigua y noble Orden del Temple,
llevando al juicio y a la hoguera a muchos
de sus dirigentes, en especial a su último
Gran Maestre Jacques de Molay. La
tradición cuenta que De Molay, de pie
sobre las llamas que lo consumirían,
maldijo a Felipe el Hermoso, al Papa y a la
familia Capeto, profetizando su pronta
extinción y olvido.

En efecto, Felipe IV murió en 1314, en el


curso del mismo año de la ejecución de
los templarios. Tenía tres hijos. El mayor,
Luis X el Obstinado, fue coronado en
agosto de 1315 y murió a los pocos
meses, mientras su esposa estaba
embarazada. El niño recién nacido iba a
ser coronado con el nombre de Juan I; en
razón de su corta edad, fue nombrado
regente el hermano mediano de su padre,
Felipe. El pequeño murió siendo un bebé,
por lo que se lo conoce como Juan el
Póstumo. Así, su tío Felipe debió ser
coronado de inmediato bajo el nombre de
Felipe V el Largo. Este rey, aunque
enérgico e inteligente, era débil de salud y
falleció solo cinco años después, dejando
cuatro hijas que no podían heredar en
virtud de la Ley Sálica que él mismo
invocó para poder suceder a su sobrino.
Le sucedió entonces el tercer hijo de
Felipe el Hermoso (y por tanto hermano
pequeño de Luis X y Felipe V): Carlos
Capeto, que reinó bajo el nombre de
Carlos IV.

La supuesta maldición de los templarios


terminó de cumplirse el 1º de febrero de
1328 al fallecer este rey dejando solo dos
hijas (una póstuma) y ningún varón para
heredar. En apenas 14 años, y luego de
cuatro breves reinados, la dinastía de los
Capetos se había extinguido.

La guerra
Entre los hijos de Felipe IV el Hermoso
estaba Isabel (llamada la "Loba de
Francia"), que era la madre de Eduardo III
de Inglaterra. El joven rey, de tan solo
dieciséis años, pretendió reclamar su
derecho al trono de Francia, consideró que
la corona francesa debía pasar a su
madre. Aun así, si la tesis inglesa tuviese
acogida, las hijas de Luis X, Felipe V y
Carlos IV tendrían mayor derecho de
transmitir la corona, por sobre su tía Isabel
de Francia.

Francia no estaba de acuerdo, por lo tanto


invocaron la ley sálica, que impedía la
transmisión de la corona a través de la
línea femenina, y por ello decidieron que la
corona recién abandonada por los
Capetos pasara al hermano menor de
Felipe el Hermoso (y tío de Luis X, Felipe V
y Carlos IV): Carlos de Valois. Pero corría
1328, y Carlos había muerto tres años
antes. De ese modo, correspondió según
la teoría francesa coronar al hijo de este,
Felipe de Valois, bajo el nombre real de
Felipe VI. Este fue el primer monarca de la
dinastía Valois, que reinó en Francia sin
que Eduardo III pudiese hacer nada para
evitarlo. Ahora, correspondía que Eduardo
rindiera (y pagase) homenaje al orgulloso
Felipe por sus exiguas posesiones, las
pocas que aún conservaba en Francia.

Homenajes y refugiados
A Eduardo III no le parecía lógico pagar a
Felipe un homenaje por tierras que habían
pertenecido a sus antepasados desde
hacía siglos y que él mismo tenía el
derecho de su parte para ser soberano de
Francia. Se veía como un rey derrocado en
Francia al que se obligaba además a pagar
tributo al usurpador por el uso de sus
propios territorios. La situación no podía
durar.

Encontró por fin el modo de dañar a Felipe:


uno de los parientes del rey francés,
Roberto de Artois, se había rebelado, y
Eduardo lo acogió como a un hermano en
su corte inglesa. La reacción de Felipe VI
fue inmediata: en un golpe de mano rápido
y perfecto, invadió y se anexionó la región
de Gascuña, propiedad de Eduardo.
Eduardo respondió reclamando, por
enésima vez, su derecho a ocupar el trono
de París.

La guerra interminable

Miniatura de la batalla de Sluys, en las Crónicas de


Jean Froissart.
Una vez iniciadas las hostilidades (ya en
toda regla, no como simples
escaramuzas), la suerte de ambos bandos
fue fluctuante y pendular. Al principio, los
ingleses de Eduardo efectuaron unas muy
importantes operaciones terrestres en
1339 y 1340, y obtuvieron además una
gran victoria naval en Sluys. Eduardo
utilizaba una táctica copiada de sus
enemigos (la chevauchée). Atacaba la
campiña desprotegida en sitios donde las
tropas francesas eran débiles o estaban
ausentes, y se adueñaba de ella. Mataban
salvaje y cruelmente de manera
indiscriminada a hombres y mujeres,
adultos y niños, religiosos y seglares,
violaban a mujeres y niñas, incendiaban,
saqueaban y robaban las posesiones de
los campesinos. Al ser estos parte de una
sociedad de tipo feudal, se sobreentendía
que era responsabilidad y obligación de
Felipe de Francia protegerlos contra estos
salvajes ejércitos extranjeros. De este
modo, además de hacerse con tierras,
suministros y prisioneros, Eduardo
socavaba la autoridad de Felipe ante los
ojos de su pueblo campesino.

En 1346 los franceses entablaron batalla


con Eduardo en Crecy y en 1356 con su
hijo el Príncipe Negro en Poitiers. Ambos
combates concluyeron con resonantes
victorias inglesas, en la segunda de las
cuales los ingleses se garantizaron una
mejor posición de fuerza en las
negociaciones posteriores al sorprender y
capturar al rey Juan II de Francia (que
había sucedido a su padre Felipe en 1350),
y a un gran número de nobles y caballeros.
Prisionero el monarca, los franceses se
vieron obligados a ceder y firmar el
Tratado de Brétigny (1360), que devolvía a
Eduardo III todas sus posesiones
originales salvo Normandía.

El contraataque
Tras la victoria inglesa en la batalla de
Sluys Francia decidió aplicar las mismas
tácticas navales. Comenzaron entonces, a
partir de 1360, a hacer rápidas y
devastadoras incursiones contra la costa
meridional de Inglaterra, que culminaron
en el saqueo e incendio de Winchelsea.
Pronto se aficionaron a este tipo de
operaciones, y los ataques anfibios se
convertirían en la pesadilla de las
guarniciones y población civil inglesas
costeras por lo menos hasta 1401.
Descubrieron además que Eduardo
comenzaba a hacer regresar sus tropas
para defender sus islas, por lo que los
campesinos franceses empezaban a ver
disminuir las espantosas chevauchées
británicas. Así, los pocos ingleses que aún
recorrían la campiña francesa se vieron
obligados a retroceder progresivamente
en medio de las tierras secas y arrasadas
que los franceses dejaban a sus espaldas.
Muchos murieron de hambre y
enfermedades (principalmente disentería y
escorbuto), y nunca se volvieron lo
suficientemente fuertes como para plantar
cara a los defensores de Francia.

A pesar de la victoria en su propio país,


Francia pagó muy cara la expulsión del
invasor en esta etapa de la guerra.
Mandaba las acciones el delfín Carlos
(más tarde coronado como Carlos V). Su
condestable, el ambicioso e inteligente
Bertrand du Guesclin, le aconsejó no
enfrentarse, sino recurrir a una política de
hostigamiento de las columnas inglesas
en retroceso, dejando ante ellas
solamente tierra arrasada. Esta
prefiguración de la táctica de Von
Clausewitz implicó, entonces, que los
campesinos y civiles franceses vieran sus
tierras, antes quemadas por los invasores,
nuevamente arrasadas y destruidas, esta
vez por sus propios protectores, con el
afán de "salvarlas".
La guerra alcanza su mayor extensión en
esta época, al rebasar por primera vez los
límites de Francia. Así, en 1367, los
ingleses del Príncipe Negro auxilian a
Pedro I de Castilla en la batalla de Nájera,
mientras que su hermanastro Enrique
recibe la ayuda de caballeros franceses
dirigidos por el propio Bertrand Du
Guesclin. La victoria final de Enrique en la
guerra civil castellana brindará a Francia
un poderoso aliado en el plano naval (cuya
hegemonía había correspondido hasta
entonces a Inglaterra de forma
indiscutida) que destruye la escuadra
inglesa en La Rochela y saquea o incendia
numerosos puertos ingleses (Rye,
Rotingdean, Lewes, Folkestone, Plymouth,
Portsmouth, Wight, Hastings) entre 1377 y
1380, año en que las flotas combinadas
del almirante castellano Fernando
Sánchez de Tovar y su homólogo francés
Jean de Vienne llegan incluso a amenazar
Londres. Los intentos ingleses de revertir
la situación ayudando a los portugueses
contra Castilla en las guerras fernandinas
fallaron. De forma paralela, Du Guesclin
protagoniza varias incursiones en Bretaña,
cuyo duque se había aliado con Inglaterra.

La suerte cambia de bando


Inglaterra quiso, entre 1360 y 1375,
retomar la iniciativa de una guerra que la
estaba devorando, pero la suerte había
cambiado de bando y favorecía ahora a
los franceses. Los estrategas ingleses sir
Robert Knolles, en 1360, y Juan de Gante
en 1363 formaron cuerpos
expedicionarios que atacaron el
continente, pero fueron masacrados por
los defensores franceses.

El rey Eduardo había muerto, y su sucesor,


Ricardo II de Inglaterra, volvió a sufrir la
maldición que había perseguido a todos
los reyes niños: tensiones políticas,
convulsión social, una fiera lucha por la
sucesión o al menos la regencia, todo ello
envuelto en el espantoso caos de una
guerra internacional que amenazaba con
extenderse a Europa entera. Depuesto
Ricardo por iniciativa de su primo Enrique
de Lancaster en 1399, los vientos de
guerra rotaron 180º una vez más. Hacía
una generación entera que Inglaterra solo
sufría derrotas frente a Francia, pero de
pronto los desembarcos en las islas
comenzaron a ser rechazados y los
ingleses invadieron Francia con moderado
éxito en tres oportunidades: en 1405, 1410
y 1412. Enrique de Lancaster fue coronado
como Enrique IV de Inglaterra luego del
derrocamiento de Ricardo II, y su hijo,
Enrique V, sería el encargado de llevar la
guerra nuevamente al corazón de Francia.

Enrique V

Enrique V de Inglaterra.

Nombrado caballero dos veces, Enrique se


mostró desde muy joven como un jefe
confiable, decidido, experto en táctica y
organización logística y muy frío y
racional.

Si se considera que los estrategas


franceses estaban mandados por un rey
inestable, Carlos VI, de escasa
personalidad, enfermo, desorganizado y
propenso a frecuentes ataques de
demencia, es fácil comprender las
ventajas de que gozaron las tropas de
Enrique.

Los nobles franceses se habían dividido


en dos facciones que disputaban entre sí y
acorralaban a Carlos: los partidarios de la
casa de Armagnac contra los de la casa
de Borgoña. Las virtudes de Enrique como
general y gobernante así como esta
división interna de los franceses llevarían
a estos últimos al desastre de 1415.

A la edad de 12 años (en 1399), el futuro


Enrique V fue nombrado caballero por
primera vez en un campo de batalla
irlandés por Ricardo II, que lo había
tomado como rehén para garantizar el
buen comportamiento del padre de
Enrique. El solo hecho de que un rey rival
de su familia, que sería asesinado por su
padre, lo armase caballero en un campo
de batalla y con solo doce años,
demuestra a las claras el coraje y la
bravura que el joven Enrique demostró
desde muy niño.

Más tarde, muerto Ricardo y un día antes


de la coronación de Enrique IV, el nuevo
monarca llamó a su hijo, que al día
siguiente se convertiría en príncipe de
Gales, y lo nombró caballero por segunda
vez. Este brillante joven conduciría la
guerra en Francia.

Enrique contra Escocia y Gales

Ya en vida de su padre, Enrique debió


hacerse cargo de difíciles operaciones
militares. En 1400 prestó servicio contra
los escoceses y algunos meses después
se le ordenó reducir la rebelión de Owain
Glyndwr, un noble galés que se atribuía el
derecho a ser Príncipe de Gales.

Fue estudiando a los enemigos galeses


(en 1402) y Enrique aprendió a utilizar las
tácticas guerrilleras que tan rendidos
servicios le prestarían más tarde. Estaba,
además, bajo la supervisión de sus dos
maestros de estrategia, genios militares
ambos: Harry Hotspur y Thomas Percy,
conde de Worcester, parientes entre sí.
Durante ese mismo año y el siguiente
Enrique se vería forzado a enfrentarse a
los dos en combate, y se demostraría
capaz de vencerlos. En 1403 los dos
maestros traicionaron al Joven Enrique y a
su real padre y se aliaron con Glyndwr. En
una épica marcha forzada, Enrique
consiguió evitar que Hotspur y Percy
unieran sus tropas con las del galés y los
derrotó en Shrewsbury. El príncipe en
persona mandó el ala izquierda de su
ataque en aquella oportunidad.
Shrewsbury fue su verdadero bautismo de
fuego (donde murió su mentor Hotspur) y
también su bautismo de sangre, ya que
Enrique recibió una flecha en pleno rostro.
Sin embargo, siguió luchando hasta el fin
del combate con el astil sobresaliéndole
de la cara.
La guerra contra Gales duró todavía cinco
años más, pero el joven no participaría en
ninguna otra batalla. Los combates
campales no eran comunes en esos
tiempos, y las guerras se desarrollaban
principalmente sobre la base de sitios de
ciudades, asedios de castillos y saqueos
de zonas productivas habitadas solo por
la población civil.

Enrique V, coronado

Enrique IV falleció en 1414, dejando el


trono a su muy capaz primogénito. Así
llegó al trono un Enrique V con 26 años,
veterano de dos campañas internas,
herido en acción, experto en táctica,
alumno de los mejores maestros e
inteligente en grado extremo. El nuevo rey
comprendió de inmediato que, derrotados
los enemigos Escocia y Gales, tenía que
volver su atención hacia Francia de
inmediato, o Inglaterra sería aplastada.
Rodeándose de hombres adictos y
capaces, se dispuso entonces a hacer la
guerra en territorio del rey francés.

Apenas coronado, Enrique intentó, pese a


todo, evitar la guerra con Carlos VI. Le
ofreció casarse con la hija de aquél y
tratar de resolver el problema de las
posesiones inglesas en Francia sin
derramamiento de sangre. Mientras
negociaban, ambos monarcas armaban
grandes ejércitos en previsión de una
traición o rotura de las conversaciones
que condujera a un conflicto bélico. Las
tentativas de paz se rompieron por fin en
la primavera de 1415 y Enrique decidió
ejecutar su plan: una invasión en toda
regla del reino francés.

Su ejército estaba compuesto de 8000


caballeros, 2500 soldados de otras
categorías, 200 artilleros especialistas,
1000 hombres de servicios y apoyo y
10 000 caballos. Para cruzar el canal de la
Mancha se necesitó una gran flota de
1500 buques (aunque algunos autores
mencionan solo 300), que Enrique había
mandado construir, confiscar o comprar.
Los ingleses salieron de Southampton el
11 de julio y desembarcaron en el estuario
del Sena dos días más tarde. Luego de
poner sitio y conquistar Harfleur, Enrique
marchó hacia Calais, partiendo de la
primera ciudad el 8 de octubre, con su
ejército debilitado por una grave epidemia
de disentería.

Pero los franceses no estaban ociosos: el


anciano mariscal francés duque de Berry,
recibió la orden de interceptar a Enrique,
mientras las tropas de Carlos VI se
establecían en Saint-Denis y las del
mariscal Boucicault se preparaban en
Caudebec, 48 km al este de Harfleur. Por
el otro lado, el condestable Carlos d´Albret
vigilaba el estuario del Sena. Los ingleses,
que deseaban cruzar el Somme,
descubrieron con horror que estaban
quedándose sin vituallas, por lo que
Enrique decidió dirigirse hacia Pont St.
Remy y hacer noche frente a Amiens.

El día 21 de octubre los ingleses se


pusieron en marcha hacia la pequeña
aldea de Agincourt, donde se enfrentaron
con el grueso del ejército francés en la
madrugada del 25 de octubre de 1415.
La batalla de Agincourt en una miniatura del siglo XV.

La batalla, trascendental para la guerra de


los Cien Años, se desarrolló en tres fases:

Fase I
Los ingleses avanzan, atravesando
la tierra de nadie de 1 km que los
separa de los franceses. Los
arqueros ingleses lanzan una lluvia
de flechas sobre las posiciones
francesas.
Los ballesteros franceses
responden al ataque. La caballería
ataca por ambos flancos, pero
muchos caballeros no llegan a
tiempo de ocupar sus posiciones.
Las monturas chocan contra las
estacas que los arqueros ingleses
han colocado para protegerse,
arrojando al suelo a sus jinetes, que
son masacrados.
Fase II
Derrotada su caballería, la infantería
de Carlos intenta asaltar el centro
inglés.
Los arqueros ingleses reaccionan
«canalizando» al enemigo hacia
donde se encuentran las unidades
más fuertes de la infantería propia;
los franceses caen en la trampa.
En la melée de infantería, los
arqueros ingleses matan a
muchísimos franceses,
disparándoles a corta distancia.
En medio del intenso combate,
Enrique V recibe un golpe de maza
en el casco, que abolla el acero y le
arranca los adornos. De no haberlo
llevado colocado, hubiese perdido
la vida.
Los infantes y caballeros ingleses
(ahora a pie) se mueven con mayor
rapidez que los franceses,
impedidos por sus pesadas
armaduras. Los franceses se
convierten en víctimas fáciles y son
obligados a retroceder.
Fase III
Luego de escasa media hora de
combate, la victoria inglesa es total.
Los de Enrique poseen ahora
incontables prisioneros, y calculan
anhelantes los suculentos rescates
que recibirán.
A primera hora de la tarde, sin embargo,
Enrique toma una decisión que ha sido
cuestionada por todos los historiadores
posteriores. Al recibir noticias de que su
campamento había sido atacado, ordena
la matanza de todos los prisioneros, que
son atacados con hachas por sus
guardianes y asesinados en escasos
minutos.

Un éxito inútil

La increíble victoria de Enrique contra un


enemigo que lo duplicaba en número no
pudo, sin embargo, ser aprovechada por el
rey inglés. Enrique no poseía alimentos ni
pertrechos para continuar la campaña
inmediatamente, por lo que retrocedió
hasta Calais para embarcarse hacia
Inglaterra. Las tropas desembarcaron en
Dover el 16 de noviembre. De haber podido
continuar hasta París y autocoronarse rey,
es probable que la guerra de los Cien Años
hubiese terminado antes del fin del
invierno. Sin embargo, continuaría por
otros 38 años.

En 1420, el vencido Carlos VI se vio


obligado a aceptar el Tratado de Troyes,
que deshacía los términos del Tratado de
París, casaba a Enrique V con la hija de
Carlos y reconocía al monarca inglés
como heredero al trono francés tras la
muerte del rey.

Últimas acciones de Enrique


V
Desplazado de este modo de la línea
sucesoria el delfín Carlos, hijo de Carlos
VI, todos creyeron que Enrique V legaría
ambos tronos a su hijo Enrique, que tenía
a la sazón unos pocos meses. Pero por
una ironía de la historia, Enrique V murió
inesperadamente en 1422, antes que
Carlos VI. Dos meses más tarde lo siguió a
la tumba el rey de Francia. Los hechos se
precipitaron entonces. Incumpliendo el
Tratado de Troyes, Francia decidió coronar
al delfín Carlos en lugar de al niño Enrique
VI como estaba pactado.

Otra vez, la guerra

La respuesta inglesa fue coronar al bebé


como rey de Inglaterra y de Francia.
Decidiendo eliminar al rey Carlos VII, al
que la teoría inglesa consideraba un
usurpador, invadieron nuevamente Francia
y pusieron sitio a Orleans, última ciudad
del reino que permanecía fiel al rey
francés. Todo parecía indicar que Carlos
VII tendría que ceder a las pretensiones
del pequeño rey de Inglaterra. Sin
embargo, la historia de la guerra de los
Cien años daría aquí (1428) un inesperado
giro, de la mano de una valiente muchacha
campesina.

Juana de Arco, la Doncella de


Orleans

Juana de Arco liberando Orleans, óleo de Jules


Lenepveu, Panteón de París.
Una joven iletrada nacida en Domrémy,
llamada Juana de Arco, elegida por Dios
para librar a su país de los ingleses. Con
17 años de edad, consiguió reunir un
grupo de soldados y librar en 1429 a
Orleans del asedio inglés.

La victoria de Juana motivó y concienció a


soldados y campesinos franceses, les
mostró un camino a seguir y un líder a
quien imitar. A este triunfo de la Doncella
de Orleans (como se la conoció desde
entonces) siguieron otros, como los de
Troyes, Châlons y Reims, donde, en
presencia de la joven, Carlos VII fue
formalmente coronado.

A partir de este punto, la campaña militar


de Juana comenzó a recorrer una espiral
descendente: fue traicionada por su propio
rey y finalmente, cayendo en desgracia, fue
capturada en 1430 por las tropas de Juan
II de Luxemburgo-Ligny que servían al
duque de Borgoña, Felipe.

Los jefes militares franceses, envidiosos


del éxito de la joven, habían estado
conspirando a sus espaldas. Temían el
ascendiente que Juana estaba tomando
sobre el rey Carlos y, sobre todo, les
aterrorizaba el hecho de que la
intervención divina (a través de Juana)
estaba convirtiendo la guerra feudal que
era la guerra de los Cien Años en una
lucha nacional y popular.

Fue entregada a los ingleses, juzgada por


la Inquisición bajo la acusación de
hechicería, condenada a muerte y
quemada en la hoguera en Ruan (1431).
Su muerte la convirtió en un mártir en los
ojos de los franceses.

Francia se hace más fuerte


La situación se volvía complicada. Francia
tenía ahora dos reyes. Coronado Carlos VII
en Reims, los ingleses entronizaron en
París a su propio rey, Enrique VI, apoyado
solamente por Felipe de Borgoña. Con
inteligencia, los franceses partidarios de
Carlos, fortalecidos por el martirio de
Juana, llegaron a un acuerdo con Felipe,
intimidado por el martirio de Juana de
Arco, remarcando aún más el aislamiento
en que se encontraba Enrique. Este
episodio sucedió en 1435 y se conoce
como Tratado de Arras.

Inglaterra necesitaba imperiosamente a


Borgoña como aliado militar. A falta de él,
los carolinos atacaron y ocuparon París al
año siguiente.

Como precaución en caso de que el


conflicto se prolongara (medida
clarividente, porque el fin de la guerra
tardó aún veinte años en llegar), Carlos VII
aprendió de los errores de su antecesor y,
reestructurando profundamente al ejército
francés, logró dotar a su corona de un
ejército permanente por primera vez en la
historia. Francia lograba así una fuerza
militar profesional, entrenada, preparada
siempre para entrar en acción y aguerrida,
en vez del grupo desorganizado de
entusiastas caballeros y campesinos
feudales que se reunía de cualquier modo
en los momentos más inesperados, y que
había favorecido al éxito enemigo en
tantas oportunidades.

Como es lógico, la reforma militar no


tendría éxito si no se acompañaba de
profundos cambios en la economía, la
infraestructura, las finanzas y la propia
sociedad. Habiendo reconstruido las
finanzas del reino, Carlos mandó construir
un impresionante conjunto de
fortificaciones militares, canalizaciones
hidráulicas, puertos seguros y una mejor y
más consistente base de poder para sí
mismo.
Luchas internas en Francia

Juana de Arco en la hoguera antes de su ejecución.

Los ingleses no eran el único problema de


Carlos VII: el hambre y las pestes venían
persiguiendo a su dinastía desde el
principio mismo. El comienzo del siglo XV
había encontrado a toda Europa sumida
en una profunda crisis económica cuyas
causas permanecen ocultas incluso para
los historiadores del siglo XXI. Esta crisis
se había ensañado particularmente con
Francia (campo de batalla de largas y
furiosas guerras y reyertas) y afectaba en
especial la producción agrícola y el
comercio, que en el siglo XIII habían
significado tanto para Europa.

Ahora, tras los centenarios saqueos e


incendios provocados por los invasores,
Francia pasaba hambre una vez más y,
como parece lógico, la peste volvió a
hacer su aparición.
Así, los nobles de la Casa de Anjou, viendo
que el monarca pretendía proseguir la
guerra hasta las últimas consecuencias,
comenzaron a conspirar contra él y
convencieron a su hijo Luis (el futuro Luis
XI de Francia) de que se plegara a la
conjura.

Carlos consiguió sortear el peligro que


amenazaba aislarlo y dejarlo sin poder.
Para acrecentarlo, estableció una
ventajosa alianza con Suiza y con varios
reinos de Alemania. A pesar del respiro
que este apoyo le procuró, Carlos sin
embargo era consciente de que
continuaba gobernando un país inestable,
muerto de hambre, que ya casi no
producía cereales, cercado por la peste y
con la siempre presente espada de
Damocles representada por su poderoso
vecino inglés que en cualquier momento
podía decidir invadirlo y atacar de nuevo.

Los problemas de Inglaterra

Su enemigo, sin embargo, no se


encontraba en mejor forma: de la soberbia
victoria en Agincourt habían pasado a la
humillante derrota de París.

Enrique VI era aún menor de edad, y


afrontaba problemas parecidos a los de
Carlos: luchas, recelos y rivalidades entre
los nobles y príncipes reales de su casa.

Buscando serenar la situación


internacional, el joven rey solicitó y obtuvo
la mano de Margarita de Anjou, sobrina de
su rival Carlos VII, con la que se casó en
1444. Una vez casados, la posibilidad de
una paz de compromiso basada en los
lazos familiares se vislumbraba cercana.

Sin embargo, de las dos facciones en que


se habían dividido los ingleses, una estaba
en favor de la paz (encabezada por Juan
de Beaufort, duque de Somerset). Pero la
otra preconizaba la guerra y su
prosecución hasta el exterminio. Sus jefes
eran Humberto, duque de Gloucester y
Ricardo, duque de York.

Para colmo de desgracias de los ingleses,


Enrique VI comenzó a seguir los pasos de
Carlos VI, el padre de su enemigo. Poco a
poco comenzó a mostrar síntomas de
locura, que pronto se convirtieron en una
clara, permanente e incapacitante
demencia.

El fin de la guerra y la victoria
de Francia
La batalla de Formigny por Martial d'Auvergne.

Las reformas y mejoras realizadas por


Carlos VII rindieron sus frutos: lentamente
la presión francesa comenzó a hacer
retroceder al enemigo y fue poniendo sitio
y reconquistando, paso a paso, todas las
posesiones inglesas en tierra francesa.

Sin el apoyo borgoñón, los ingleses


debieron entregar Normandía en 1450,
después de la Batalla de Formigny, y con
la Batalla de Castillon la preciada
Aquitania en 1453. Ese año, que hoy se
considera el del final de la guerra, la única
posesión que se permitió conservar a los
ingleses fue la ciudad costera de Calais.

Una vez desaparecidos los motivos del


conflicto, la guerra terminó
silenciosamente. Ni siquiera se firmó un
tratado que certificara la paz añorada pero
nunca alcanzada durante más de un siglo.

Las consecuencias
Enfermo Enrique VI, Inglaterra quedó, tras
el fin de la guerra de los Cien Años, en
manos de Lancaster y York, enemigos
declarados y absolutamente enfrentados
ideológicamente (Gloucester estaba en
prisión). Guiados por intereses personales,
no se preocuparon por consolidar la
flamante paz, sino que embarcaron a su
país en una sangrienta guerra civil
dinástica que se conocería como la guerra
de las Dos Rosas.

En Francia, por su parte, la monarquía


autoritaria fue consolidada por Luis XI, hijo
de Carlos VII. Luego de grandes
conquistas (Borgoña y Picardía, por
ejemplo), la Casa de Valois se extinguió
como lo había hecho antes la de los
Capetos.
Estas caídas prefiguraban el fin de los
estados feudales y el comienzo de la
Europa Moderna que se harían realidad en
el siglo siguiente.

Principales batallas de la
guerra de los Cien Años
Batalla de Sluys (victoria inglesa)
Batalla de Crecy (victoria inglesa
decisiva)
Sitio de Calais (victoria inglesa decisiva)
Batalla de Saintes (victoria inglesa)
Batalla de Ardres (victoria francesa)
Batalla de Poitiers (victoria inglesa
decisiva)
Batalla de Cocherel (1364) (victoria
francesa)
Batalla de Auray (combate
correspondiente a la guerra de Sucesión
Bretona, victoria inglesa)
Batalla de Nájera (combate
correspondiente a la Primera Guerra
Civil Castellana, victoria
anglocastellana)
Batalla de Montiel (combate
correspondiente a la Segunda Guerra
Civil Castellana, victoria
francocastellana)
Batalla de La Rochelle (victoria
francocastellana decisiva)
Batalla de Aljubarrota (combate
correspondiente a la crisis portugesa de
1383-1385; victoria angloportuguesa)
Batalla de Agincourt (victoria inglesa
crucial)
Batalla de los Arenques (victoria inglesa
durante el sitio de Orleans)
Sitio de Orleans (victoria francesa
decisiva)
Batalla de Jargeau (parte de la campaña
del Loira, victoria francesa)
Batalla de Beaugency (parte de la
campaña del Loira, victoria francesa)
Batalla de Patay (victoria francesa
crucial)
Batalla de Formigny (victoria francesa
decisiva)
Batalla de Castillon (última batalla de la
guerra, victoria francesa final)

Personajes relevantes
Anteriores a la guerra

Carlos IV Eduardo II Enrique III


de Francia de de
Eduardo I Inglaterra Inglaterra
de Enrique II Felipe II
Inglaterra de de Francia
Inglaterra
Felipe IV Guillermo Luis VII de
de Francia el Francia
(el Conquista Luis VIII
Hermoso) dor de Francia
Felipe V Hugo Luis IX de
de Francia Capeto Francia
(el Largo) Jacques (San Luis)
Felipe VI de Molay Luis X de
de Francia Leonor de Francia (el
(Felipe de Aquitania Obstinado
Valois) )
Luis VI de
Francia

Contemporáneos de la guerra

Arturo, conde de Richemon


t Enrique II Enrique
Bertrand de Castilla de
du Enrique IV Beaufort
Guesclin de Felipe de
Carlos V Inglaterra Borgoña
de Francia Enrique V Gilles de
Carlos VI de Rais
de Francia Inglaterra Humberto
Carlos VII Enrique VI de
de Francia de Glouceste
Inglaterra r
Carlos d
´Albret Enrique Juan II de
VII de Francia
Conde de
Inglaterra Juan de
Arundel
Gante
Juana de Pedro el Ricardo
Arco Cruel de York
Mariscal El Sir Juan
Boucicaul Príncipe de
t Negro Cornwall
Juan Sin Ricardo II Carlos el
Miedo de Malo
Inglaterra

Posteriores a la guerra

Luis XI de Francia
Margarita de Anjou
Ricardo III de Inglaterra

Otras guerras y campañas


satélites de la guerra de los
Cien Años
Guerra de San Sardos
Guerra de Sucesión Bretona
Primera Guerra Civil de Castilla
Guerras Fernandinas
Crisis de 1383-1385 en Portugal
Campaña del Loira

Cronología
1337 : Felipe VI confisca el ducado de
Aquitania como represalia a la
protección que Eduardo III dispensaba a
Roberto de Artois, enemigo del rey
francés. Eduardo reclama sus derechos
al trono francés y se niega a rendir
vasallaje ante Felipe.
1339 : Eduardo III inicia las operaciones
terrestres contra Francia.
1340 : los ingleses vencen en la batalla
naval de Sluys, lo que descarta la
invasión francesa de Inglaterra, y lleva a
que la guerra se desarrolle en territorio
de Francia. Pero las deudas obligan a
Eduardo III a pactar una tregua.
1346 : Eduardo desembarca en Francia
con un ejército, que el 26 de agosto
consigue la victoria de Crécy, donde
mueren o son hechos prisioneros
muchos nobles franceses. El botín es
inmenso.
1346 : los ingleses vencen a los
escoceses, aliados de los franceses. La
paz entre Inglaterra y Escocia se
establece en el Tratado de Berwick.
1347 : los ingleses toman Calais, que
permanecería en su poder hasta 1558.
1348 : se suspenden los
enfrentamientos debido a la peste
negra.
1350 : Juan II es coronado nuevo rey de
Francia. El conde de Armañac, vasallo
de Aquitania, proclama su lealtad a
Juan.
1355 : el hijo de Eduardo, del mismo
nombre que su padre, mejor conocido
como el Príncipe Negro, desvasta
Armañac. Avanza hasta el Mediterráneo
y regresa arrasando todo a su paso.
1356 : Juan II avanza hasta el Loira. En
Poitiers obtiene una gran victoria ante
los franceses, a pesar de que su ejército
está agotado y en clara desventaja
numérica. Juan II es hecho prisionero,
junto con muchos nobles.
1358 : Francia padece un levantamiento
campesino y una revuelta en París.
1360 : Eduardo III llega a París y se firma
la Paz de Brétigny, por la cual se reduce
el rescate por Juan, los ingleses pasan a
dominar un territorio que comprende
desde los Pirineos hasta el Loira y
Eduardo renuncia a sus derechos sobre
la corona francesa. Sir Ricardo Knolles
conduce una expedición que ataca la
costa francesa pero es derrotado.
1363 : Juan de Gante intenta triunfar
donde fracasó Knolles. Al mando de una
gran fuerza expedicionaria inglesa ataca
nuevamente la Francia continental y
sufre un resonante revés.
1369 : el condestable de Francia,
Bertrand du Guesclin, ataca Aquitania
evitando una confrontación abierta.
1375 : se firma en Brujas una tregua por
dos años. Los ingleses conservaban
únicamente Calais y una estrecha franja
entre Bayona y Burdeos. Sin embargo,
los combates continúan en forma
esporádica.
1396 : se firma otra tregua.
1399 : el futuro Enrique V, de doce años,
es armado caballero por el rey Ricardo
II. Al poco tiempo, el soberano es
asesinado por Enrique IV, padre del
muchacho.
1400 : el joven príncipe es enviado a
luchar contra los irlandeses rebeldes.
1402 : vence a los galeses.
1403 : Hotspur y Percy, generales de
Enrique IV, se rebelan contra él y el
príncipe Enrique los derrota a ambos.
1405 : Inglaterra invade Francia.
1407 : nueva tregua.
1410 : segunda invasión de Francia.
1412 : tercer intento por invadir Francia.
Las tres expediciones terminan con un
muy moderado éxito.
1413 : muere Enrique IV y su hijo es
coronado con el nombre de Enrique V.
1415 : Enrique V de Inglaterra reafirma
sus derechos al trono francés, frente a
la política pacifista de su padre, Enrique
IV. Desembarca en Normandía con un
gran ejército. Aliado con el duque de
Borgoña, obtiene la victoria de
Agincourt, frente a un ejército muy
superior.
1417 : los ingleses toman Caen, donde
Enrique V ordena la muerte de todos los
varones civiles.
1420 : se firma el Tratado de Troyes, por
el que Enrique V de Inglaterra se casa
con Catalina de Valois, hija del rey de
Francia. Enrique es reconocido además
heredero al trono francés, siempre que
Francia mantuviera su independencia.
1422 : muere Enrique V antes que el rey
francés Carlos VI, con lo que se
desencadena la lucha por la sucesión al
trono francés.
1428 : una ignota campesina francesa,
Juana de Arco, comienza a hacerse
cargo de las operaciones militares.
1429 : los ingleses ocupan París y el
norte de Francia llegando hasta Orleáns.
El 4 de mayo, Juana de Arco, a la cabeza
de los caballeros franceses, levanta el
asedio. Juana obtiene las victorias de
Troyes, Chálons y Reims. Los franceses
obtienen también la victoria de Patay y
Carlos VII fue coronado rey de Francia
en Reims.
1430 : Juana es capturada por los
borgoñones, aliados de Inglaterra, y
entregada a los ingleses.
1431 : Juana muere en la hoguera, en
Rouen. Enrique VI de Inglaterra es
coronado rey de Francia en París.
1435 : Paz de Arrás.
1436 : Borgoña se reconcilia con
Francia. Los franceses toman París.
1444 : se firma una tregua por cinco
años. Enrique VI se casa con la sobrina
de su rival.
1450 : Carlos VII ataca Normandía y
Gascuña y aniquila al ejército inglés en
Fromigny. Los ingleses comienzan a
perder sus territorios.
1453 : Carlos VII toma Burdeos y
Aquitania, recuperando toda Francia
salvo Calais. Fin de la Guerra de los Cien
Años.

Véase también
Dinastía de los Capetos
Dinastía de los Valois
Historia de Inglaterra
Historia medieval de Francia
Juana de Arco
Peste Negra

Conflictos relacionados

Batalla de Hastings
Guerra de las Dos Rosas

Fuentes
Referencias

1. Partidarios de Carlos de Blois.


2. Salvo cambio de bando esporádico.
3. Cambia de bando en 1435.
4. Partidarios de Juan de Montfort.
5. «Hundred Years War (1337-1453)» .
6. Arte Historia (2010). «La Guerra de los
Cien Años» . La Guerra de los Cien
Años. Archivado desde el original el
15 de diciembre de 2013. Consultado
el 20 de noviembre de 2013.
7. Arteguias (2010). «Guerra de los Cien
Años» . Guerra de los Cien Años.
Consultado el 20 de noviembre de
2013.
8. Histórico Digital (2010). «La Guerra de
los 100 años» . La Guerra de los 100
años. Consultado el 20 de noviembre
de 2013.
9. JMMT (2010). «La Guerra de los cien
años» . La Guerra de los cien años.
Consultado el 20 de noviembre de
2013.
10. http://www.textesrares.com/philo19/n
oticeAuteur.php?
nom_aut=Des+Michels&prenom_aut=
Chrysanthe+Ovide
11. Historia de julio de 2003, p. 32.

Bibliografía

Bennett, Matthew. Agincourt 1415,


Osprey, Londres, 1991. Ed. Esp.: Del
Prado, Madrid, 1995. ISBN 84-7838-540-
1.
Dos Santos, Marcelo. Jacques de Molay,
Aguilar, Madrid, 2006. ISBN 84-03-
09675-5.
Dunan, Marcel; Mosca. Roberto; et. al
(dir): Historia Universal, Tº II, Noguer,
Rizzolli, Larousse. Ed. Cast.: ANESA,
Barcelona, 1974. ISBN 84-279-6646-6.
Mitre Fernández, E., La Guerra de los
Cien Años, Madrid, Historia 16, 1990.
ISBN 84-7679-163-1.
Sackville-West, Vita. Juana de Arco,
Siruela, Madrid, 2003. ISBN 84-7844-
705-9.
Townson, Duncan. Breve historia de
Inglaterra. Alianza, Madrid, 2004. ISBN
84-206-5814-6.
El Historiador. La Guerra de los Cien
Años. Argentina. CAICYT ISSN 1851-
5843

Enlaces externos
Mapas de la Guerra de los Cien Años

Datos: Q12551
Multimedia: Hundred Years' War

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