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Cultura wari

Wari o Huari fue una civilización andina que floreció en el centro de


los Andes aproximadamente desde el siglo VII hasta el XIII d. C., llegando a expandirse
hasta los actuales departamentos peruanos de Lambayeque por el norte, Moquegua por el
sur y hasta la selva del departamento del Cuzco por el este.
La ciudad más grande asociada con esta cultura es Wari , que se encuentra ubicada unos
15 kilómetros al noroeste de la actual ciudad de Ayacucho. Esta ciudad fue centro de un
imperio que cubría la mayor parte de la sierra y la costa del Perú actual. El Imperio wari
estableció centros arquitectónicos distintivos en muchas de sus provincias, tales
como Cajamarquilla o Piquillacta. Es, junto al Imperio incaico, una de los dos únicas
culturas consideradas «imperiales» aparecidas en el hemisferio sur.
Su principal actividad era de carácter militar. Combatieron a lo largo y ancho del territorio
peruano, conquistando los diversos señoríos de su tiempo. También tuvieron grandes
centros religiosos como Pachacamac.

Cultura huanca
La cultura preinca huanca fue una de las más poderosas del
mundo andino entre los años 1200 a 1460.
Era un pueblo altivo y belicoso que ocupaba las actuales
provincias peruanas de Jauja, Concepción y Huancayo.
El grupo étnico empezó a forjarse al decaer el apogeo
expansionista de la Cultura Huari. Entonces unos setenta ayllus
unidos por la creencia de un origen común en la pacarina de
Huarivilca consiguieron unificarse políticamente bajo el
caudillaje de un personaje cuyo nombre se ignora.
Era un pueblo guerrero cuyas poblaciones estuvieron edificadas
en las cimas de los cerros a lo largo del valle que formaba el
Jaunmayo o Huancamayo, como entonces se conocía al río
Mantaro.
Se dedicaban esencialmente a la agricultura en los valles y
quebradas en donde conseguían abundantes cosechas de maíz y
papas, y a la ganadería en las altiplanicies de las punas, en
donde tenían numerosos rebaños de llamas.[1]

División PolíticaEl reino Huanca estuvo dividido en cuatro


grandes parcialidades: Sausa, en la región actual de jauja;
Lurinhuanca, en San Jeonimo; Ananhuanca, en la zona de
Sicaya y Chuncos en la actual Chongos bajo.
Cada una de ellas estaba gobernada por un caudillo poderoso
que tenía poder de decisión en los conflictos entre las
parcialidades. Los caudillos tenían señorío sobre los individuos,
materiales y objetos domésticos que pertenecían al ayllu.
Repartían la tierra a los recién nacidos y recuperaban las de los
difuntos. Vigilaban obras y cultivos. El cargo era hereditario y
tenían una sola mujer. Todo el reino estuvo gobernando por un
jatuncuraca, de carácter hereditario y poderes omnímodos.
La capital y las poblaciones En el reino Huanca los habitantes
se concentraban en centros poblados llamados llactas. Estaban
construidos en lugares elevados y casi inaccesibles. En la
actualidad hay a lo largo del valle restos de 20 llactas y más de
ochenta centros de almacenamiento de alimentos llamados
colcas. La capital del reino fue una gran urbe llamada
Siquillapucara, conocida en la actualidad con el nombre de
Tunan marca, cercana a la ciudad de Jauja. Fue una fortificada
ciudad de más de 2 kilómetros de ancho y más de medio de
ancho. Sus casas de piedra y barro eran de tipo circular de un
solo piso con techo de paja, aunque existen algunas con techo
abovedado con lajas de piedra. Cada habitación era una
vivienda para una familia nuclear. La cultura no fue una cultura
sobresaliente frente a otras que fueron contemporáneas.
Religión Los huancas reconocieron como lugar de origen o
pacarina a la fuente de Huari vilca, a seis kilómetros de
Huancayo , y como supremo creador a Apu Con Ticsi Viracocha
Pachayachachi, a quien le ofrecían sacrificios de ganado, cuyes
y le presentaban ofrendas de oro y plata. Algunos historiadores
afirman que también sacrificaban niños, pero no citan la fuente.
Viracocha Fue un dios universal del mundo andino, pero las
huancas tuvieron a un dios nacional propio que fue Huallallo
Carhuancho, al cual también se le ofrecían sacrificios. Las
huancas creían en la inmortalidad del alma, por cuyo motivo
momificaban a los muertos. Los envolvían en pellejos de llama,
los cosían les deban figuras humanas y los enterraban en sus
casas.
Economía Además de la agricultura y la ganadería, los huancas
practicaron el comercio con los reinos vecinos y avanzaron
hasta la costa. El principal intercambio fue con los tarumás y
chinchaycochas de donde se aprovisionaban de sal. Los
productos utilizados para el trueque eran maíz, charqui, lana,
coca. Llevaban también sus productos hasta la selva para
proveerse de ají, algodón y condimentos.
Cultura Los huancas fueron muy pobres en sus manifestaciones
culturales. La cerámica de rústico acabado y monocroma, era
más de carácter utilitario que artístico. Para las ceremonias
religiosas utilizaban vasijas pequeñas a manera de juguete.
Tuvieron instrumentos musicales de arcilla, pero lo peculiar del
reino era una especie de corneta hecha del cráneo de los perros,
animal al que guardaban especial aprecio par sus ritos. La
música de dichos cráneos era melodiosa y en las guerras
tocaban con estruendo, para producir terror en sus enemigos.
La lengua fue un dialecto del runashimi que todavía se sigue
hablando en algunos poblados.

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