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El Silencio en la oración.

“Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino.” Salmo 119:105
La voz de Dios no se calla, pero Dios nunca quiere imponerse, a menudo su voz se oye
como en un susurro, en un soplo de silencio. Mantenerse en silencio en su presencia, para
acoger su Espíritu, ya es orar.
Dispón tu mente y tu corazón, pide la asistencia del Espíritu Santo, para que te permita
tener un momento personal con el Señor en el silencio.
“Ven Espíritu Santo Ven Potencia Divina de Amor, Ven y llena mi pobre corazón: Purifícalo,
santifícalo, hazlo todo tuyo. Amén.”
Haz una mirada interior.
Salmo 139: 1-6. 1 Señor, tú me examinas, tú
me conoces. 2 Sabes cuándo me siento y
cuándo me levanto; aun a la distancia me lees
el pensamiento. 3 Mis trajines y descansos los
conoces; todos mis caminos te son familiares.
4 No me llega aún la palabra a la lengua
cuando tú, Señor, ya la sabes toda. 5 Tu
protección me envuelve por completo; me
cubres con la palma de tu mano.
6 Conocimiento tan maravilloso rebasa mi
comprensión; tan sublime es que no puedo
entenderlo”.

Háblame tal cual como le hablarías al mejor de tus amigos, no tengas miedo, dime
¿Necesitas hacerme una súplica en favor de alguien? PIDE MUCHO, mucho, no dudes en
pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí
mismos, para atender a las necesidades ajenas. "Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad
y hallaréis; llamad y se os abrirá .Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al
que llama, se le abrirá." Lucas 11, 9-10.

Y para ti, ¿necesitas alguna gracia? Dime sinceramente que sientes o has sentido
soberbia, amor a la sensualidad, envidia; dime tal vez esas ocasiones en las que te has
sentido solo, cuéntame las veces en que has sido egoísta, inconstante, perezoso...o tal vez
los momentos en que has juzgado muy fácilmente a los demás o hablas sin caridad de ellos;
¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame tus tristezas ¿Quién te hirió? ¿Quién te
lastimo? ¿Quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, échate en brazos de mi
providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un
momento te desamparo. Abandónate en el Señor. Salmo 26: 1-3. 1 El Señor es mi luz y
mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará
temblar?2 Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y
adversarios, tropiezan y caen. 3 Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si
me declaran la guerra, me siento tranquilo.

¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe
de ella como a un buen amigo? Quizá has tenido una agradable sorpresa, quizás has visto
disiparse algún temor, quizás has
recibido buenas noticias, algún mensaje
o muestra de cariño. Tal vez has vencido
alguna dificultad o salido de alguna
necesidad. Obra mía es todo eso, y yo te
lo he proporcionado. ¿Por qué no has de
manifestarme por ello tu gratitud, y
decirme sencillamente, como un hijo a
su padre: « ¡Gracias, Padre mío, gracias!
» El agradecimiento trae consigo nuevos
beneficios.

Vive la palabra del señor. Salmo


143:10 10 Enséñame a hacer tu
voluntad, porque tú eres mi Dios. ¡Que tu
buen espíritu me lleve por un camino
recto! Cuéntame si te has esmerado por
cumplir mi voluntad, ¿Sí, soy justo en mis acciones? ¿Estoy predicando con mi ejemplo?

Acoge el amor y la misericordia del Señor. Salmo 103: 8-9 8 El Señor es clemente y
compasivo, lento para la ira y grande en amor. 9 No sostiene para siempre su querella ni
guarda rencor eternamente. ¿A qué me comprometes hoy conmigo? ¿Estás dispuesto a
cumplir mi voluntad? ¿Deseas verdaderamente ser luz para los demás? "El que no ama no
ha conocido a Dios, pues Dios es amor." 1 Juan 4, 8.

“El fruto del silencio es la ORACIÓN, el fruto de la oración es la FE, el fruto de la fe


es el AMOR, el fruto del amor es el SERVICIO, el fruto del servicio es la PAZ”
(Beata Madre Teresa de Calcuta).

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