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LA CIENCIA COMO ENEMIGA DE LA OPINIÓN

TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

DAVIELA BALLESTAS MARTÍNEZ


MAIRA ALEJANDRA CHÁVEZ TORRES
MELANY TOVAR CHACÓN
DANNA FERMINA URIELES CHICO
VALENTINA VALLEJO ARÉVALO

DOC. LUIS EDUARDO PÉREZ

PROGRAMA DE COMUNICACIÓN SOCIAL - I SEMESTRE


FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y EDUCACIÓN
UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

2019
LA CIENCIA COMO ENEMIGA DE LA OPINIÓN

Con motivo de la actividad propuesta por el docente Luis Eduardo Pérez para la asignatura
de Teoría del Conocimiento, se realizó un trabajo consistente con la idea de juntar diferentes
interpretaciones de una misma cita en un solo texto. Después de las primeras revisiones, el
grupo se ha propuesto realizar una reestructuración de la síntesis con el fin de replantear la
idea, verificarla y contrastarla. Para esto, se tomará como base los siguiente:

La ciencia, tanto en su principio como en su necesidad de coronamiento, se opone


en absoluto a la opinión. Si en alguna cuestión particular debe legitimar la opinión,
lo hace por razones distintas de las que fundamentan la opinión; de manera que la
opinión, de derecho, jamás tiene razón. La opinión piensa mal; no piensa; traduce
necesidades en conocimientos. Al designar a los objetos por su utilidad, ella se
prohíbe el conocerlos. Nada puede fundarse sobre la opinión: ante todo es necesario
destruirla. Ella es el primer obstáculo a superar. No es suficiente, por ejemplo,
rectificarla en casos particulares, manteniendo, como una especie de moral
provisoria, un conocimiento vulgar provisorio. El espíritu científico nos impide
tener opinión sobre cuestiones que no comprendemos, sobre cuestiones que no
sabemos formular claramente.

G. Bachelard.
La Formación del Espíritu Científico: Contribución a un Psicoanálisis del
Conocimiento Objetivo. Página 16.

En el fragmento citado anteriormente, se expone la idea central que refiere a la opinión


como un arma inexacta a la hora de fundamentar una postura. Dicha afirmación, en su más
banal interpretación, genera debate a respecto de su veracidad o su nivel de falacia y para
lograr acceder a un método de entendimiento sobre lo que Bachelard expone es necesario
definir a la ciencia como concepto. Siendo entonces que la ciencia, según la RAE, es el
conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento,
sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con
capacidad predictiva y comprobables experimentalmente. Sin embargo, aún no es posible
llegar a un modelo de reflexión basado en esta definición. Es impertinente definir a las
ciencias como una pluralidad; esto es, separar las ciencias exactas y naturales de las humanas
y sociales.
Las ciencias exactas, como argumento absoluto de la razón, razonamiento principal e
infalible, están previstas a no equivocarse. Ellas son la prueba metódica de las diferentes
situaciones o paradojas, así como también son las encargadas de dar respuestas mediante
evidencias a las diferentes preguntas o incongruencias que se puedan presentar en el plano
material del universo. Las ciencias sociales, por otro lado, se centran en estudiar la actividad
humana que, “es ciertamente más compleja e inclasificable que las ya determinadas ciencias
numéricas y naturales. Estas últimas se glorifican en términos de ser predictivas,
mensurables, rigurosas o capaces de cuantificación; todo lo contrario a las humanidades, que
cada día cambian, a la par del pensamiento humano” (Tovar, Melany. 2019).
Al tomar esta interpretación, entramos en materia para cumplir el propósito preevaluado.
Analizándolo, la opinión es parte fundamental de las ciencias humanas, sino es que uno de
sus principales objetos de estudio que encamina a entender la postura de cada sujeto en una
relación variable de constante fluctuación; todo esto nos sugiere que Bachelard, al enemistar
la opinión con la ciencia, establece una brecha entre la opinión y, específicamente, las
ciencias exactas y mesurables basadas en la experimentación sistemática, objetiva e
inmutable. Ya habiendo determinado este punto clave, es posible basarse en una idea
concreta para plantear una reflexión en profundidad; a pesar de todo, establecer el grado de
veracidad en la afirmación de Bachelard abarca un ámbito subjetivo, el cual se opone en si
al planteamiento del autor. Esta ironía contrasta con su origen mismo y aún así, deberá ser
expuesta con las diversas opiniones y posturas que se tomen.
Enfocándonos en esto último, se pueden dar a conocer las ideas que defienden a Bachelard
y dicen que su afirmación “[..] solidifica la disputa entre lo que es y lo que da un
conocimiento absoluto. Las bases científicas se centran en buscar algo, si se tiene una
pregunta, a esta debe dársele una respuesta sólida y directa. La opinión infiere a las ideas
vagas que se dan por emociones y que no son concretas” (Vallejo, 2019). De igual modo la
opinión, aunque se pueda legitimar, no tendrá validez desde el punto de vista del espíritu
científico. Las ciencias exactas y naturales, en la búsqueda de un conocimiento universal y
objetivo, se caracterizan porque todos sus métodos están basados en procedimientos
científicos, es decir, conocimientos sobre hechos que pueden ser comprobados, verificados
y demostrados. “En este sentido, la ciencia no admite juicios de valor u opiniones de ningún
tipo dado que estas se encuentran sesgadas por la posición social, el contexto, las creencias
y los valores de un individuo o grupo. En síntesis, son subjetivas. Una opinión sin
fundamentos seria insensata, débil y no podría actuar como soporte para una investigación
científica; por tanto, va en contra de su naturaleza” (Chávez, Maira. 2019).
Asimismo, “las ciencias que parten de la raíz objetiva se contraponen a la opinión, que
se fundamenta en la subjetividad del pensar —aunque nadie dice que las opiniones no puedan
ser expresadas bajo condiciones de veracidad e imparcialidad—; por consiguiente, se
visualiza la opinión como un obstáculo hacia la verdad intachable y estudiada puesto que no
va ambientada al objeto estudiado en sí, sino a lo que de él puede decir y lo que otros
manifiestan respecto a ello” (Urieles, Danna. 2019). Bachelard propone al espíritu científico
como inhibidor de la opinión, tomando está en un sentido equívoco e ignorante de lo a la
realidad engloba. La ciencia utiliza la experimentación de sucesos como base de estudio,
pero a su vez le quita la libertad de pensamiento a las masas dado que la opinión, aún errónea
y deficiente, es una formación misma del pensar del ser humano. Por consecuente, callarla
se traduce en evitar que este alguien se exprese con libertad. A pesar de todo, “si Bachelard
argumenta en su texto que la opinión es errónea, ¿podría eso traducirse en que su escrito
debe ser tomado como verdad absoluta e indubitable? ¿Qué evidencias posee para justificar
su idea en el conocimiento científico? Estas preguntas surgen ante el análisis a la
interpretación dada por el autor en la que rechaza totalmente a la opinión; esto significaría
que lo redactado por éste no sería su mero pensamiento o surgiría un contraste en su postura;
sin embargo, tampoco podríamos hablar de postura, puesto que se relacionaría con opinión
propia e ideas personales” (Tovar, Melany. 2019).
Los interrogantes planteados podrían intentar justificarse considerando que, en esta cita,
se habla de una opinión desarrollada bajo las líneas de las creencias personales y no del
completo conocimiento del material de estudio. “No se debe opinar sobre aquello de lo que
no se tiene conocimiento ni información o de aquello de lo que no se puede hablar de manera
contundente y clara” (Urieles, Danna. 2019); por estas razones se es tan radical con la
definición de opinión como un agente de retraso, obstáculo e impedimento.
Como se ha mostrado, es sumamente indispensable desglosar el argumento para así
poder entenderlo de manera sustancial. Bachelard, en su escrito, claramente afirma y explica
como la ciencia se opone a la opinión y afirma que la opinión no piensa; sin embargo, en
este punto, hemos particularizado el enfoque que el autor le da a su idea redactada de una
manera general. “A un modo de ver, la opinión despierta un espíritu científico e induce la
motivación a indagar, leer y preguntar más. Depende de la persona pensante el ir más allá de
lo que se supone que ya está dicho, poner en duda e investigar la información que ha llegado”
(Ballestas, Daviela. 2019).
Si bien es cierto que un error de entendimiento afectaría la manera en que se conciben
las ideas, es impetuoso encontrar una forma en la que no se designe como falacia
determinados argumentos. Sintetizando, la opinión dada en base a creencias personales no
fundamentadas y poco realistas se enemistan con la objetividad de las ciencias exactas y
naturales, que dependen de la observación milimétrica y al experimentación fundamentada
en reglamentos de espacio, tiempo, naturaleza y obviedad. No obstante, basándose en el
saber y la información, la opinión toma determinantes objetivos y los convierte en creencias
individuales dignas de atención científica y es justamente este el enfoque de las ciencias
humanas. Una opinión bien construida, y justificada en pruebas, puede llegar a ser un
argumento verídico que explique la subjetividad de un hecho antes pensado inmutable.

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