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Gracias Consejero Presidente, con su venia.

México ha sufrido en su historia las consecuencias de la falta de


mecanismos auténticos y democráticos para la transición del poder.

Las luchas independentistas, las tensiones entre centralistas y


federalistas, las pugnas revolucionarias, los caudillismos y las luchas
armadas nos han dado como resultado la claridad de aquellos
antivalores contra los que quienes somos demócratas y creemos en
la democracia debemos luchar.

El centralismo, la falta de pluralidad, la inequidad en contiendas


electorales, la carencia de principios básicos como la
independencia, imparcialidad y objetividad, han arrastrado como
violenta marea a nuestro querido México a una isla de reposo, en
una balsa construida con costillas, quijadas y cráneos nacionales,
bañada en la sangre de quienes lucharon por salvar a nuestra patria
de esas carencias y de esos excesos.

Derivado de diversas propuestas en materia electoral, se ha traído


al debate nacional la permanencia o desaparición de los
Organismos Públicos Locales Electorales, perdiendo de vista que
somos una consecuencia y no una causa. Existimos como
consecuencia de que nuestro sistema pondere los principios
máximos que hoy rigen a la materia electoral. Existimos para que
los fantasmas del centralismo y la sobreconcentración de poder se
queden en el exilio de las realidades nacionales. Tal y como se ha
demostrado en éste Organismo y en las contiendas que ha
organizado, en su breve historia la ciudadanía advierte con
confianza que las transiciones, a diferencia de hace treinta años, a
diferencia de hace apenas siete, son posibles, gracias a un marco
electoral que verdaderamente valora, cuida y hace valer la voluntad
popular.

En la misma tesitura se encuentran en otras latitudes, mexicanas y


mexicanos Tlaxcaltecas, Guanajuatenses, Neoleoneses, Sonorenses,
Mexiquenses, Yucatecos y Tabasqueños, entre otras 25 poblaciones
de entidades federativas. La crisis unifica, y puedo decir
orgullosamente que derivado de esta coyuntura, ha nacido una
academia, de Consejeras y Consejeros Electorales que con las
naturales divergencias enriquecen la sólida y uniforme voz de
defensa por los valores democráticos. Academia que se une a una
avasalladora mayoría de Consejeros Generales del Instituto
Nacional Electoral, Magistradas y Magistrados Electorales,
académicos e investigadores, que no son una voz sino un RUGIDO
que sonoro ha retumbado en su centro a la tierra de nuestra
nación, en defensa de un posible extraño enemigo, personificado
por los riesgos de un potencial ajuste regresivo, cumpliendo así la
letra de nuestro himno nacional.

El presunto ahorro en el gasto, llamada en ciertas coyunturas como


austeridad, lo vuelvo a repetir, no es la escoba que nos barrerá,
porque somos la miel cosechada por años de lucha y por valientes
hombres y mujeres que con su vida, su sangre y sus sueños, han
puesto sobre la mesa de la democracia a los ideales de
imparcialidad y autonomía, que tienen sin duda un costo, pero cuyo
valor es incalculable para la paz social y política, para el avance
cierto y seguro de nuestro país.

Por supuesto que estoy a favor de una reforma que de manera


eficiente y austera revise las competencias de órganos nacionales y
estatales, pero que sin que trastoque los principios que han puesto
a las propias autoridades que hoy las discuten, libremente en la
curul o en el lugar que ocupan.

Yo confío en mis legisladoras y legisladores, porque lo que ví en


ellas y ellos fue sensibilidad, fue inteligencia y fue patriotismo.
Gracias totales a ellas y ellos, a los medios de comunicación y a la
ciudadanía, por ser patriotas antes que todo y por tener memoria
para su toma de decisiones, pues sin importar las consecuencias
presentes, aún y lo dolorosas que éstas pudieran ser, siempre
llevarán la valentía en su rostro, para poder ver a la cara a sus hijas
e hijos y decir orgullosamente: yo usé mi voz para construir patria y
no para derribar a sus instituciones, yo usé mi voz para cuidar tu
futuro, yo usé mi voz no para un fin personal, sino para un fin
patriota.
¡Gracias por prestar oído al grito angustioso de la patria, porque lo
único que se necesita para defenderla, unos más temprano que
otros, es darse cuenta que se es mexicano!

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