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CAPITULO VII

LA DISTENSION

Las estructuras debidas a la distensión son numerosas y variadas y se producen a todas las
escalas. A pesar de que en general son menos espectaculares que las estructuras
producidas por compresión y que además la mayoría de ellas están recubiertas por los
océanos, son índices de movimientos y modificaciones de la corteza extremadamente
importantes y quizás incluso más importantes que los originados por compresión.

De todas formas el estudio de la distensión no puede disociarse del de la compresión, ya


que a escala global los dos fenómenos deben en líneas generales compensarse y no
corresponden a dos aspectos de una misma deformación del manto.

La distensión generalmente produce las grandes depresiones que accidentan los


continentes, todas las depresiones correspondientes a los océanos y las dorsales
mesocéanicas. En todos los casos, casi siempre está asociada al volcanismo.

7.1 LA DISTENSION A ESCALA DEL GLOBO

Como la distensión es un fenómeno que se produce a escala del globo, provoca la


formación de estructuras que inmediatamente aparecen en esta escala. Las más
espectaculares corresponden a las zonas oceánicas y a las dorsales mesoceánicas,
que pueden seguirse sobre decenas de miles de Km. También los continentes están
afectados por la distensión; sin embargo, las estructuras resultantes son mucho menos
importantes; no obstante no dejan de presentar un gran interés, ya que permiten
estudiar las primeras etapas de la distensión, por eso completan los datos
suministrados por las zonas oceánicas que muestran generalmente una etapa de la
distensión mucho más evolucionada.

7.1.1 La distensión en las placas continentales

Para este estudio consideraremos primero algunos ejemplos tomados en la


evolución de la Tierra (en el curso del Cenozoico, es decir hace menos de 70
millones de años) y que son fáciles de estudiar.

a) La distensión reciente en la placa Africana

Los "Rifts" africanos: Se trata de una serie de depresiones alargadas o "Rifts


valley" que atraviesan todo el Africa oriental y en las que se encuentran los
grandes lagos africanos. Estas depresiones están limitadas, por casi todas las
partes por relieves rectilíneos que son escarpes de falla. Estas son siempre, y
muy claramente, fallas normales. Los rifts valleys corresponden entonces a una
distensión que afecta a toda una parte del continente africano.

La placa africana ha estado sometida entonces a una tracción de dirección en


líneas generales este-oeste y se ha agrietado, lo que va acompañado de un
ligero alargamiento.

Es preciso hacer notar que esta fracturación del continente africano ha


provocado una intensa actividad volcánica. En efecto se comprueba que el
volcanismo cenozoico y reciente de África occidental aparece precisamente sólo
donde se encuentran estructuras de distensión. Existe entonces una relación
neta entre volcanismo y distensión. El hecho es fácilmente comprensible; el
magma volcánico puede ascender con más facilidad hasta la superficie cuando

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la corteza está sometida a una tracción, se fracture y fisura; por el contrario
cuando la corteza está sometida a una compresión todas las fisuras tienen
tendencia a cerrarse y el magma no podrá ascender a través de la corteza.

Fig. 7.1 Rifts continentales en Africa y Europa. Punteado: Zonas continentales; Punteado
apretado: zona de relieves importantes; Rayado Horizontal: dorsales oceánicas; Trazado
discontinuo: cadena Alpina.

b) El desgarre del Mar Rojo

Al Norte de la zona de los rifts Africanos, el mar rojo presenta todas las
características morfológicas de un Rifts, a primera vista no difiere más que por
sus grandes dimensiones y su importante hundimiento que ha permitido su
invasión por el mar.

En realidad la transformación de este rift en mar es un índice de una diferencia


importante, en efecto se sabe que la depresión axial del mar rojo posee una
corteza de carácter oceánico, esto gracias a estudios geofísicos.

Mientras que en la zona de los rifts Africanos la corteza continental existía en


todos partes estando simplemente un poco adelgazadas, aquí desaparece
totalmente el eje de la depresión.

En conclusión el mar rojo es una depresión que después de pasar por la etapa
de rift valley, ha continuado sometida a una distensión por separación de bloques

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que la en cuadraban; a partir de un cierto grado de separación, el rift se ha
fragmentado totalmente.

En suma basta suponer que el valor de alargamiento , que es pequeño en el


caso de rift valley se hace aquí mucho mas importante, alcanzando magnitudes
del orden de la centena de km. y provoca un verdadero desgarre de la corteza
que se rellena de magma de origen profundo a medida que se forma y se alarga.

El mar Rojo nos proporciona entonces una etapa más evolucionada de la


distensión y nos muestra como una placa puede fragmentarse y sub dividirse en
dos placas.

Fig. 7.2 Dos cortes generales a través del mar Rojo Arriba: según Knott, Bunce y Chase (1966).
Como la escala de alturas está muy exagerada el buzamiento original de las fallas no se ha
respetado.

c) La Distensión Reciente en Europa Occidental

La placa europea esta surcada desde el mediterráneo hasta el mar del Norte,
por fosas de hundimiento análogo a los de rifts valley del continente Africano. La
fosa de RENCINA y la de Linague son las más célebres de ellas, se menciona
que en Europa y Africa se ha asociado un intenso vulcanismo a estas estructuras
de distensión (particularmente en el macizo central) donde por ejemplo: (la
célebre cadena de los Puys se alinea sobre fracturas) y que para la fosa
Renana la corteza y manto superior se encuentran perturbados por las
estructuras.

Ejemplos de Distensiones antiguas

Los fenómenos de distensión que hemos visto afectan a las placas continentales
en el Cenozoico, se encuentran con todos sus caracteres en épocas más
antiguas. De esta forma, al final de la época hercínica (de 250 a 280 m.a) en la
placa Europea se produjo una distensión en Francia, de manera que el
Carbonífero superior y el Pérmico a menudo aparecen en fosas de hundimiento.

 Cuenca pérmica de Lodéve (Francia) 250 - 280 m.a.

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Más tarde. En el Trias (de 225 a 180 m.a) se produjo una distensión, a veces
bastante espectacular, en la parte oriental de la placa Norteamericana.

 Sill de Palissade (placa norteamericana) 225 - 180 m.a


 Fosa de Oslo (pérmico) etc.

d) Distensión en Placas Oceánicas.

Las estructuras de distensión del dominio oceánico son de gran importancia y


mucho mas espectaculares que las del dominio continental; en efecto estas
distensiones producen las dorsales mesoceánicas que como se sabe son zonas
de relieve extremadamente por su ancho (1000 Km), su desnivel (4000 m) y por
su longitud cerca de 40 000 km.

Morfología, Naturaleza y Estructura de las dorsales Mesoceánicas.

La mayoría de las dorsales tienen una topografía semejante, caracterizada por


una estrecha depresión central, enmarcadas por relieves que disminuyen
progresivamente a medida de que nos alejamos de ella.

En ciertos casos la depresión central corresponde a zonas de hundimiento


(zonas hundidas, limitada por fallas normales).

Las dorsales generalmente son de composición basáltica recubiertas en la parte


central por sedimentos los cuales progresivamente forman potentes depósitos
horizontales de llanuras abisales; a menudo, en el borde de la dorsal los
sedimentos recubren paleo - relieves.

Podemos decir entonces que la actividad volcánica origina el relieve de las


dorsales, en tanto este mas alejado su eje, entonces existe una evolución en el
funcionamiento de las dorsales.

Fig. 7.3 Edad y espesor de los


sedimentos del Atlántico meridional
en la proximidad de la dorsal
mesoceánica. Según Maxel y otros
(1970).

Fig. 7.4 Perfil topográfico de la dorsal


oceánica del pacífico meridional y
anomalías magnéticas correspondientes

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7.2 Distensión en las Cordilleras.

Frecuentemente las cordilleras están afectadas, en el curso de su fase de reajuste


isostático y antes de su peneplanización final, por la distensión, es por eso que pueden
formarse en el seno de la cordillera fosas de hundimiento y a veces afectarla de forma
lo bastante como para desfigurarla totalmente.

En suma se ha supuesto que la distensión final correspondía a una evolución normal,


en parte esta afirmación no es cierta, ya que simplemente cuando sucede o se
produce una distensión general en una región esta puede afectar tanto a las zonas
tabulares como a las zonas que acaban de plegarse.

Un ejemplo típico y claro se presenta en Francia en la cordillera de los Pirineos donde


fosas cortan la cordillera y provocan hundimiento en su parte oriental.

7.2.1 La Distensión a Escala Regional.

Estudiar la distensión a escala regional equivale a estudiar los sistemas de fallas


normales que le corresponden y sus modificaciones.

a) Tipos de Estructuras de Distensión

Se llama graben o fosa de hundimiento a los compartimentos limitados


por fallas que están hundidos con relación a los compartimentos vecinos.
El término rift queda reservado para los graben de una cierta dimensión
(anchura del orden de la decena de kilómetros, longitud del orden de la
centena). Se denomina horts a los compartimentos que por el contrario
aparecen como levantados.

A ambas partes de los grabens o de los horts, las fallas presentan


buzamientos opuestos. Puede suceder que todas las fallas, entonces se
tienen los semigrabens o semihorts según que predomine el hundimiento
o la elevación. Finalmente, en lugar de tener fallas de salto importante, se
puede tener una multitud de fallas de pequeño salto; entonces se tiene una
sucesión de grabens y de horts de pequeñas dimensiones.

Cuando se trata de estructuras recientes, los horts y grabens aparecen


bien en la morfología. Los grabens corresponden a depresiones alargadas,
generalmente rellenas de depósitos recientes y a veces ocupadas por
lagos y limitadas por relieves. Estos generalmente no alcanzan su máximo
en el borde de la depresión; su límite con la llanura generalmente es
brusco y rectilíneo; es un escarpe de falla más o menos disecado por la
erosión. Al contrario que los grabens, los horts corresponden a relieves,
limitados también por escarpes de fallas.

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Fig. 7.5 Principales tipos de estructuras de distensión. 1) Graben; 2) Horts; 3) Semigraben; 4)
campo de fallas; 5) distensión localizada

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CAPITULO VIII

LA COMPRESION A LA ESCALA DEL GLOBO

En las zonas comprimidas de la corteza es donde están las cordilleras en las que las
deformaciones de los materiales de la corteza pueden estudiarse más fácilmente; es allí
donde se originó la tectónica. La variedad de las deformaciones que allí se observan es
infinita y el estudio de las cadenas no está todavía acabado, sobre todo si se investigan
todas las cadenas que se han producido en la superficie de la Tierra, es decir, teniendo en
cuenta las cadenas precámbricas, son aproximadamente una decena de cadenas con
extensión mundial.

8.1 CADENAS RECIENTES O "ALPINAS"

Llamamos de este modo a las cadenas que tienen menos de 200 millones de años y
generalmente menos de 100 millones de años; estas cadenas corresponden a zonas
alargadas, situadas entre algunas de las ocho grandes placas. Examinemos los
hechos con un poco más de detalle.

8.1.1 A la escala de las grandes placas

Se comprueba inmediatamente que incluso a esta escala hay dos tipos de


cadenas. Primeramente tenemos las cadenas peripacíficas que se
encuentran, en líneas generales, en el límite de una placa continental y de una
placa oceánica, cuyo fondo se renueva y que están situadas por detrás de la
cicatriz en donde la corteza oceánica se hunde bajo la placa continental como
una cinta transportadora. Fig. 8.1

Fig. 8.1 Disposición actual de las cadenas alpinas. En Puntedo: cadenas mesozoicas; En blanco:
zonas oceánicas; A trazos: eje de las dorsales; En cruzado: zonas continentales.. Una gran parte
de estas cadenas se formó con una posición muy diferente de los continentes.

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Luego tenemos las cadenas mesógenas; aparecen entre dos placas
continentales que se aproximaron y comprimieron con una gran variedad de
formas, desde el hundimiento de una placa continental bajo la otra (Himalaya)
hasta un aplastamiento más o menos simétrico de los dos bordes de las
placas.

Se tienen entonces dos tipos de cadenas muy distintas que se podrían llamar
de una manera más general: perioceánicas y bicontinentales.

Esta subdivisión no es evidentemente válida más que a la escala del globo, es


decir si se razona a escala de la decena de millares de kilómetros cuando se
examinan las estructuras con más detalle, es decir si se cambia de escala de
observación, los hechos se complican

8.1.2 A la escala del millar de kilómetros

Cadenas Peripacificas (Fig. 8.2)

Se resuelven a menudo en una serie de cadenas sucesivas y algunas pueden


todavía encontrarse en pleno dominio oceánico, se tienen entonces cadenas
intraocéanicas. Esta disposición es frecuente en la parte occidental del
Pacífico, en donde estas cadenas intraocéanicas corresponden a las
guirnaldas insulares que se extienden desde el Japón a Mueva Zelanda.

En todos estos casos el hundimiento de la corteza oceánica no se hace de una


forma regular en una única zona, sino que se produce en varias zonas y a
veces en sentidos opuestos; en una palabra, los movimientos del manto que
provocan el descenso de la corteza oceánica se complican tanto en corte
como en planta. Por ejemplo, en el Arco Indonésico en donde se observan
torsiones muy complejas, los movimientos del manto debían ser muy
complicados; además, esto es comprensible puesto que se encuentra en una
zona en la que se producía un doble hundimiento de la corteza oceánica, el
uno proveniente del Océano Pacífico y el otro del Océano Indico; como
además estos hundimientos se efectuaban en direcciones diferentes se
concibe que resulten estas complicaciones.

Uno de los caracteres particulares de las cadenas peripacíficas corresponde a


las fosas oceánicas profundas que las bordean; citemos las Fosa del Perú (8
050 m), la fosa de la Tonga (10850 m), la fosa del Japón (10 500 m), la Fosa
de las Filipinas (10 500 m), la Fosa de las Marianas (11 000 m) y la Fosa de las
Aleutianas 7 800 m). SE admite actualmente que estas fosas se forman
cuando la corteza oceánica se hunde en el manto (subducción).

Corresponderían entonces a cicatrices activas de la corteza terrestre. La Fosa


de las Antillas, la del Arco de Scotia y la del Arco Indonésico se interpretan de
la misma manera; la disposición de la Fosa de Scotia muestra que es la
Corteza Atlántica la que se hunde bajo el Arco.

Sin embargo, es preciso señalar que este tipo de génesis de las fosas suscita
todavía problemas. En efecto, estas fosas están con frecuencia rellenas con
sedimentos recientes, cuya disposición puede ser conocida por prospección
Geofísica; se esperaba que estos sedimentos estuvieran plegados, pero, en
muchos casos, por ejemplo en la fosa del Perú, estos sedimentos han
permanecido subhorizontales; únicamente están afectados por una distensión
y esto en la proximidad de la zona de subducción, que corresponde por tanto a

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una gigantesca falla inversa. Aquí hay entonces una objeción; se la puede
soslayar imaginando mecanismos de absorción de la corteza oceánica
bastante complejos. Sin embargo, es necesario señalar que se han
descubierto en la Fosa de las Aleutianas sedimentos afectados por pliegues y
fallas inversas.

Fig. 8.2 Esquema mostrando la disposición de las cadenasperipacíficas y la posición de algunas


fosas que están ligadas a las mismas.

Cadenas bicontinentales

La zona comprimida se resuelve a menudo en una serie de cadenas entre las


cuales se pueden encontrar zonas plegadas o sin plegar; se puede de este
modo tener cadenas que aparecen en pleno dominio continental; se tendrán
entonces cadenas intracontinentales, por ejemplo los Pirineos y el Tien Shan.
En otras partes, como por ejemplo en el Mediterráneo, pueden aparecer zonas
oceánicas de pequeñas dimensiones en el seno de la cadena. Finalmente, la
cadena muestra en algunos casos curvaturas importantes, a veces de casi
180° (Rift y Cadenas Béticas, Cárpatos, enlace Himalaya-Cadena Birmana)
que muestran que no se puede considerar que la cadena Alpina se deba al
simple choque de dos placas continentales. En efecto, entre estas dos placas
se pueden distinguir toda una serie de placas secundarias que se desplazaron
unas con respecto a las otras en diferentes direcciones; finalmente entre los
movimientos que se produjeron hubo con frecuencia movimientos de colisión a
lo largo de grandes fallas de dirección.

8.2 DIFERENTES ETAPAS DE LA EVOLUCION DE LA CADENA ALPINA

Cualquiera que sean las partes de cadenas consideradas se comprueba que han
sufrido siempre un tipo de evolución comparable en ciertos grados, o que tienen al
menos puntos comunes. En efecto, se observa que toda parte de la corteza que ha
sido transformada en cadena ha pasado generalmente por las etapas sucesivas
siguientes:

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8.2.1 Fase de Sedimentación

Se produce durante un tiempo generalmente largo (a veces de 100 M.A), en el


curso del cual se han depositado series sedimentarias, que por lo general son
más potentes que en los bordes de las placas y que corrientemente pueden
sobrepasar los 10 Km de potencia. Generalmente es posible demostrar que
esta fase de sedimentación corresponde a una fase de distensión que afecta a
una placa continental y que puede llegar hasta la formación de una zona
oceánica.

Como la cuenca sedimentaria que precede a la cadena es de gran dimensión y


se presenta como un gran sinclinal de sedimentos, se la califica de
geosinclinal. La forma y las dimensiones del geosinclinal son a menudo
difíciles de reconstruir; para hacerlo es preciso conocer exactamente las
modalidades del acortamiento y saber si existen zonas de subducción y poder
apreciar su importancia. Tales reconstrucciones no pueden prácticamente
hacerse más que en cadenas simples, de tipo intracontinental, en las que el
acortamiento es débil y en donde no existen zonas de subducción.

8.2.2 Varias Fases de Compresión

Provocan cada una el plegamiento de una parte más o menos grande de la


cuenca sedimentaria y acaban por originar una zona de relieves en el
emplazamiento del geosinclinal. Estas fases de plegamiento son generalmente
de corta duración (por lo general menos de 10 millones de años).

Como cada una no afecta generalmente a toda la cadena, la sedimentación


puede producirse en una parte mientras que la otra se pliega.

Estas fases de plegamiento provocan la formación de relieves y van


acompañadas por lo general de metamorfismo; entre las diferentes fases,
inmediatamente después de ellas, o más raramente a la vez que ellas, aparece
con frecuencia una actividad magmática que provoca las intrusiones.

A menudo se puede tener una idea del valor del acortamiento correspondiente
a cada fase de plegamiento; el acortamiento total mensurable puede alcanzar
varias centenas de kilómetros.

Se puede mencionar que la raíz de las cadenas, es decir el engrosamiento de


la corteza hacia abajo, es una consecuencia del acortamiento del conjunto de
la corteza. Añadamos que, en ciertos casos, es posible demostrar con la ayuda
de consideraciones generales, obtenidas por ejemplo en los océanos, que el
valor del acortamiento es muy inferior al desplazamiento relativo de las placas
que bordean la cadena.

El acortamiento mensurable será por ejemplo de 100 Km, mientras que las dos
placas se aproximan 1000 Km. Hay que admitir en este caso la desaparición
de 900 Km de corteza, que necesariamente se hundió en el manto por
subducción. Esta desaparición puede ser casi total y no manifestarse más que
por grandes fracturas, generalmente cabalgamientos, que corresponden de
alguna manera a las cicatrices.

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8.2.3 Fase de Destrucción

Los relieves debidos al plegamiento son atacados por la erosión, de manera


que se acaba teniendo en superficie rocas que se han deformado a mayor
profundidad (hasta más de 40 Km). La destrucción de la cadena es a veces
muy avanzada, pero nunca total, ya que la parte profunda de las raíces no
pude ser erosionada. A veces una distensión con Horts y grabens, afecta a la
cadena recientemente formada, que de esta forma se desorganiza totalmente.
Es probable que muchas partes de la cadena Alpina no han llegado todavía a
la etapa de destrucción, sino que aún las afectan fases tectónicas o incluso las
afectarán.

Se deduce entonces que las cadenas se forman generalmente allá donde ha


habido anteriormente distensión, es decir una corteza delgada. También se
deduce que la compresión es un fenómeno relativamente rápido.

Si intentamos comparar la evolución de las diferentes partes de la cadena


Alpina, se comprueba que varía tanto la edad de la fase de sedimentación
como la edad de las diferentes fases tectónicas; las distintas cadenas no se
originan por lo tanto al mismo tiempo. Aunque está todavía lejos de ser
establecido un inventario general de las cadenas Alpinas, ciertas fases
tectónicas parecen tener una extensión mundial; dicho de otro modo, parece
que en ciertas épocas se ha producido plegamientos sobre vastos territorios y
en regiones muy alejadas.

8.3 ESTILO DE LA DEFORMACION ALPINA

Como la Tectónica tuvo su origen esencialmente en los Alpes europeos y como esta
parte de la cadena alpina está caracterizada por mantos de corrimientos muy
importantes, se ha considerado durante mucho tiempo que los mantos eran una
característica de la cadena alpina. En efecto, existen numerosas cadenas alpinas,
tales como los Andes, desprovistas de corrimientos, mientras que muchas cadenas
prealpinas muestran una tectónica tangencial muy importante. No se puede por lo
tanto hablar de estilo "alpino", salvo si se limita el término de alpino a las estructuras
del arco alpino de Europa occidental.

8.4 CADENAS ANTIGUAS

Llamamos así a las cadenas que se han formado antes de que se individualizaran en
Océano Atlántico y el Océano Indico, es decir antes de 200 - 250 millones de años. Se
comprueba que durante este largo periodo de la tierra que va desde 250 a más de
3000 millones de años, los plegamientos no se produjeron de forma continua; la
compresión tuvo lugar cuando se produjeron un determinado número de crisis que se
extendieron mundialmente; de esta forma se tiene una serie de cadenas de edad cada
vez más antigua.

Estas cadenas son evidentemente tanto mejor conocidas cuanto más recientes son y
esto por varias razones. En efecto, ha sido demostrado que solo aquellas que son
posteriores a 550 millones de años muestran terrenos fosilíferos; todas las cadenas
más antiguas, es decir precámbricas, no pueden ser datadas más que por
geocronología, que no da todavía resultados muy precisos y que, por otra parte, no
puede ser el momento datar más que ciertos tipos de rocas. Además, cuanto más
antiguas son las cadenas, más cambios han sufrido por la reactivación de las cadenas
más recientes y por consiguiente han sido desorganizadas; finalmente, en las cadenas
antiguas no se observa generalmente más que las partes profundas, es decir las de

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interpretación más difícil. En razón de estas dificultades, el estudio de estas cadenas
precámbricas ha sido olvidado durante mucho tiempo; sin embargo, basta observar la
fig. 6.3 para darse perfecta cuenta de que las leyes de la evolución de la tierra
solamente pueden definirse contando con la ayuda de estas cadenas antiguas.

Fig. 8.3 Distribución de las cadenas en el tiempo. El valor de la intensidad de las cadenas es muy
conjetural. Nótese la muy corta duración de las cadenas recientes.

8.4.1 Cadena Hercínica

(Época esencial de formación de 300 a 270 millones de años, es decir del


Viseense al Pérmico)

Su extensión actual viene indicada en la fig. 8.4. Es necesario para tener su


disposición original, situar las placas en la posición que antes de la apertura de
los océanos Atlántico e Indico; se observa entonces que la mayor parte de la
cadena es de tipo bicontinental. Solo la cadena de la Patagonia, la Cadena del
Cabo y Australia pueden corresponder a una cadena de tipo perioceánico. Se
encuentra en la cadena hercínica el tipo de evolución puesto en evidencia en
la cadena Alpina . La única diferencia importante se debe al hecho de que la
cadena hercínica ha sido totalmente destruida, peneplanizada e incorporada a
las nuevas placas continentales. De este modo se puede estudiar bien aquí el
fin de la evolución de una cadena, lo que no era generalmente el caso de la
cadena alpina, que con frecuencia funciona todavía.

Como la cadena hercínica ha sido totalmente arrasada por la erosión,


aparecen terrenos que se han deformado a una profundidad mayor que en la
cadena alpina; las zonas metamorfizadas y granitizadas son por consiguiente
más abundantes.

Se puede indicar que la cadena hercínica a veces ha sido intensamente


reactivada por la cadena alpina (en particular en la parte europea de la cadena
alpina), de manera que en estas regiones su forma original es imposible de
reconstruir.

8.4.2 Cadena Caledónica

(Epoca esencialmente de formación 480 a 400 millones de años, es decir


desde el Ordovísico medio al Devónico)

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Esta bien representada en Escocia, Escandinavia y Groenlandia; generalmente
en otras áreas ha sido reactivada por la cadena hercínica. Parece que se trata
en todas partes de una cadena de tipo bicontinental.

Fig. 8.4 Disposición actual de las cadenas Hercínicas. Esta Fig. no da evidentemente la
disposición original de esta cadena; para reconstruirla es preciso situar los continentes en la
posición que tenían a finales del Paleozoico

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Fig. 8.5 Disposición actual de las cadenas Caledónicas. Para reconstruir su forma original
es necesario primeramente situar los continentes en la posición que tenían a finales del
Paleozoico y luego tener en cuenta los movimientos que se produjeron durante el
Paleozoico.
8.4.3 Cadenas precámbricas

Actualmente se distinguen:

 Una cadena finiprecámbrica (de 550 a 650 millones de años), denominada


también baikálica, o cadómica (definida en Bretaña) o panafricana.

 Una cadena llamada de "Grenville (Canadá)" (de 950 a 1100 millones de


años) bien representada en el escudo canadiense.

Existe toda una serie de cadenas, cuyas edades medias son: 1400, 1700,
2000, 2500, 2700 y 3100 millones de años.

Son todavía necesarios muchos estudios para conocer bien estas deferentes
cadenas; en particular, serian necesarias numerosas medidas de edades
absolutas que, salvo en algunas regiones limitadas, son todavía muy
insuficientes. Sin embargo, se puede indicar que gracias a estas cadenas
precámbricas se tiene la posibilidad de observar partes muy profundas de la
corteza y por consiguiente estudiar los mecanismos de la tectónica profunda.
Finalmente el estudio de estas cadenas precámbricas es muy importante, ya
que no es del todo evidente que se hayan formado de la misma manera que
las cadenas más recientes.

Fig. 8.6 Disposición esquemática de la cadena Panafricana de 600 millones de años, con
indicaciones de la edad (en miles de millones de años) de las zonas continentales de la época.
En razón de la importancia de los movimientos debidos a las cadenas m{as recientes, la
disposición actual de la cadena panafricana no tiene evidentemente ninguna relación con su
disposición original.

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CONCLUSIÓN

Parece que las cadenas son siempre zonas acortadas de extensión mundial y su forma
general es simple. A la escala del globo se deduce que la forma de sus movimientos del
manto que las originan es relativamente simple y debe ser analizada. A primera vista no hay
ninguna unión evidente entre las deferentes cadenas, cada una parece corresponder a un
modelo diferente de movimientos del manto y no se observa actualmente porqué ni como de
pasa de un sistema a otro.

Finalmente es preciso señalar que no ha sido conservada ninguna zona oceánica que
existiera antes de que se formaran las cadenas antiguas. Estas son, de este modo, las
únicas zonas de la corteza que permiten reconstruir las modificaciones importantes sufridas
por el planeta antes de 250 millones de años, es decir más de 9/10 de su duración.

Se comprueba entonces que si el estudio de las zonas oceánicas, actualmente en curso, es


extremadamente importante, no podrá nunca enseñarnos más que una etapa muy reciente
de la historia de la tierra. El estudio de las cadenas es por lo tanto el único medio de
reconstruir la evolución del globo.

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CAPITULO IX

EVOLUCION Y DESARROLLO DE CORDILLERAS

7.1 ESTUDIO DE ALGUNOS CARACTERES ESTRUCTURALES DE LAS CORDILLERAS

Cuando se investiga para reconstruir la evolución de la Tierra, el estudio de las


cadenas es indispensable, ya que permite analizar los mecanismos de la deformación
antes de 200 millones de años.

A causa de la gran diversidad de las cadenas y de la ausencia de estudios bastante


generales, no es posible todavía proponer una clasificación tectónica válida. Por el
momento no podemos hacer más que estudios de tectónica comparada entre los
diferentes tipos o partes de cadenas.

Para emprender tales estudios es importante estudiar los caracteres más


sobresalientes de estas cadenas.

7.2 DIMENSION Y FORMA GENERAL DE UNA CADENA

Las dimensiones de lo que frecuentemente se llama una cadena pueden variar en


proporciones considerables; de este modo, la Cadena Pirenaica tiene una anchura de
200 Km como máximo, mientras que la Cadena Hercínica de Europa occidental
sobrepasa los 2000 Km de anchura. Las longitudes respectivas pueden variar en las
mismas proporciones.

Como además los caracteres de la deformación varían considerablemente en el


interior de una cadena, pensamos que es preciso para caracterizarla mejor efectuar
subdivisiones. En estas condiciones, creemos que es necesario sucesivamente:

1) Delimitar las zonas que corresponden a un acortamiento, o a una perturbación,


que se produce a la escala de toda la corteza, es decir las zonas cuyas
estructuras de compresión se han formado al mismo tiempo que una raíz
netamente individualizada; en una palabra delimitar la cadena propiamente
dicha.

2) Delimitar las zonas en las que solo esta plegada una cobertera sedimentaria
epidérmica, sin que la corteza infrayacente haya sido afectada de formación
significativa. Tales plataformas sedimentarias plegadas pueden encontrarse
incluso a varias decenas de Km de la cadena propiamente dicha.

3) Reconstruir la disposición de los diferentes niveles estructurales de la cadena y


sus relaciones. Es decir, tratar de dibujar los límites de los diferentes niveles
estructurales (superior, medio e inferior).

Esta cartografía de los niveles estructurales tiene una significación diferente


según que se trate de cadenas peneplanizadas o de cadenas todavía en
actividad.

En el caso de cadenas estrechas, la extensión del nivel estructural inferior da


inmediatamente una idea de la repartición de las zonas comprimidas a escala de
la corteza.

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En el caso de las cadenas muy anchas, en las que no se puede estudiar más
que las partes de las cadenas, la cartografía de los niveles estructurales y la
distinción en el interior del nivel inferior de diferentes subzonas (con
esquistosidad de flujo, con foliación, con metamorfismos de diferentes tipos)
permite poner en evidencia diferentes tipos de comportamiento de la corteza, es
decir individualizar diferentes "segmentos orogénicos" de la cadena.

4) Aislar los efectos de las diferentes fases tectónicas u en particular de las


tectónicas posteriores a la formación de la cadena, con el fin de reconstruir la
disposición real de la misma.

Son frecuentes tales trastornos que desfiguran las cadenas, bien porque una
cadena esté reactivada en otra más reciente, o bien porque una distención la
haya desorganizado y permitido que la recubran cuencas sedimentarias.

Cadena Alpina

En sus partes continentales, los límites y la disposición general de la cadena pueden


determinarse con bastante precisión; las zonas con esquistocidad delimitan bastante
bien las zonas de raíces y la mayoría de las veces estas corresponden a zonas de
relieves importantes; en una palabra, la disposición de los relieves da inmediatamente
una idea de la intensidad del plegamiento.

En las partes mediterráneas de la cadena alpina, los hechos son mucho menos claros
y por lo general no es posible conocer los límites o las formas de la cadena. En efecto,
se observa inmediatamente que no hay por lo general ninguna relación entre los
relieves actuales y la cadena. Esto demuestra que después de su formación la cadena
ha sido totalmente desorganizada. En el Mediterráneo occidental se sabe que la causa
esencial de esta desorganización se remonta al Mioceno superior y corresponde
esencialmente a movimientos verticales, a veces positivos pero sobre todo negativos,
que han creado cuencas, que se han instalado sobre la cadena, siendo generalmente
oblicuas a la misma. En el Golfo de León esta desorganización ha comenzado desde
el Oligoceno medio.

Para reconstruir la forma de la cadena alpina es preciso por lo tanto, en estas


regiones, poner en manifiesto primeramente las características de esta tectónica
reciente, luego anular sus efectos para quedarnos con lo esencial. Se comprende
entonces que para entender la cadena alpina es necesario un estudio detallado de los
movimientos recientes y sobre todo una investigación de los sedimentos del
Mediterráneo y de su sustrato; en una palabra, la cadena alpina no podrá ser
comprendida antes de que hayan sido acometidos numerosos trabajos de geología y
de geofísica, pero estos no han hecho más que comenzar. Sabemos ya que allí se ha
formado grandes zonas oceánicas.

Entretanto no se puede más que proponer hipótesis sobre la disposición exacta de la


cadena alpina en el Mediterráneo.

Cadena Hercínica

Actualmente es imposible reconstruir la disposición general de la cadena por las


razones siguiente:

 Los materiales hercínicos no aparecen más que en una serie de macizos


separados por cuencas mesozoicas o cenozoicas; así pues, no se conoce

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generalmente la tectónica hercínica bajo estas cuencas; más de la mitad de la
cadena permanece por lo tanto desconocida.

 La cadena Hercínica no ha conservado su forma original; en efecto, en primer


lugar ha sido afectada por importantes fallas en dirección tardihercínicas; luego
ha sido enérgicamente reactivada por los movimientos alpinos, que sería
necesario conocer con detalle para remontarnos a la tectónica hercínica.

En estas condiciones no se pueden proponer más que esquemas generales, que son
totalmente hipotéticos en las zonas de plegamientos alpinos intensos y de
oceanizaciones recientes.

Si se examinan las áreas que aparecen bajo la penillanura hercínica, se comprueba


que la cadena se subdivide en una serie de ramas caracterizadas cada una por un
engrosamiento de las raíces, es decir por la aparición de rocas muy metamórficas y
profundamente deformadas.

Pero las relaciones entre estas diversas ramas son todavía hipotéticas, ya que no
sabemos enlazar por un lado, Francia y España y por otra España y Africa del Norte.
Finalmente las relaciones con América del Norte permanecen todavía imprecisas, a
causa de la gran achura de las plataformas continentales, recubiertos por depósitos
posthercínicos.

En definitiva se observa por lo tanto que la disposición, incluso general, de la Cadena


Hercínica de Europa está lejos de ser conocida.

7.3 DIRECCION Y VERGENCIA DE UNA CADENA

Desde el momento en que una cadena esté delimitada y sus diferentes niveles
estructurales situados, es preciso determinar primeramente la dirección y luego la
vergencia de las estructuras.

La dirección de las estructuras da inmediatamente una idea sobre el grado de


complejidad de la cadena; por una parte, se tienen cadenas rectilíneas (tipo: Cáucaso
o Pirineos); por otra, cadenas curvas que tienen virgaciones (tipo: Cadenas Alpinas de
Europa o cadenas de Indonesia), existiendo evidentemente todos los tipos
intermedios. Para indicar la dirección de las estructuras basta con dibujar los ejes
anticlinales y las fallas inversas o cabalgamientos ligados o no, a estas estructuras. En
las zonas profundas, en las que los pliegues pueden no ser muy visibles, podemos
contentarnos con representar la dirección de la esquistosidad o de la lineación
correspondiente. Esta operación es de fácil de efectuar cuando hay una fase principal
clara, poco afectada por otras fases. Pero por lo general se tienen varias fases
importantes y es necesario entonces precisar a qué fase pertenecen las estructuras
representadas, o bien hacer tantos mapas tectónicos como fases existan.

La vergencia de las estructuras es un carácter fundamental que siempre es necesario


indicar. En efecto, la observación muestra que una cadena la vergencia nunca es
anárquica; siempre se mantiene con los mismos caracteres sobre grandes distancias;
de este modo, es un reflejo directo de los mecanismos de plegamiento de la corteza.

La vergencia general de las estructuras permite por lo tanto diferenciar desde el


primer momento, las cadenas asimétricas (tipo: Alpes Occidentales o Himalaya) de las
cadenas simétricas (tipo: Pirineos); es decir, las cadenas que corresponden o no con
un par importante a nivel de la corteza.

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Si además se tiene en cuenta la importancia de la vergencia, es decir la magnitud de
los cabalgamientos, se puede también oponer a las cadenas sin mantos de corrimiento
(tipo: Andes), mostrando plegamientos con planos axiales subverticales acompañados
de fallas de gran buzamiento, las cadenas con mantos de corrimiento (tipo: Himalaya)
que muestran plegamientos con planos axiales y contactos anormales
subhorizontales.

Cuando las cadenas muestran que una vergencia general se puede convenir que, por
definición, la vergencia se realiza del interior hacia el exterior de la cadena; podemos
por lo tanto definir zonas externas e internas; en el caso de las cadenas simétricas, las
partes internas, con frecuencia denominadas "zona axial", son vergentes eb dos
direcciones opuestas sobre las dos zonas externas.

Fig. 7.1 Esquema ilustrando las nociones de zonas internas y externas

A menudo, las zonas internas así definidas son también zonas en las que aparecen las
estructuras del nivel estructural inferior con esquistosidad y metamorfismo y se oponen
a las estructuras "externas" que pertenecen al nivel estructural medio o superior. Esta
es la razón por la que los términos de externo y de interno han sido a veces definidos,
no con la ayuda de la vergencia, sino basándose únicamente en el estilo de intensidad
del plegamiento.

7.3.1 Vergencia y fases tectónicas superpuestas

Las estructuras de una cadena no se originan generalmente de una sola vez,


sino por medio de varias fases tectónicas superpuestas, caracterizadas cada
una por un estilo de deformación, una dirección y una vergencia. Cuando las
fases sucesivas son importantes y tienen caracteres muy diferentes, sucede
que las reglas precedentes son difíciles de aplicar y es preciso hacer tantas
reconstrucciones como fases tectónicas importantes existan.

Pero por lo general el esquema es relativamente simple y podemos aislar una


fase principal mucho más importante que las otras; esta fase paroxismal es
generalmente la más antigua y las fases que le suceden son tanto menos
importantes cuanto más recientes son. Podemos en este caso ocuparnos
únicamente de esta fase principal, pero indicando que se trata de una
simplificación y que todo estudio estructural completo debe tener en cuenta
todas las fases.

Aunque con frecuencia sucede que la vergencia de las fases tectónicas


sucesivas es la misma, puede también ocurrir que sea inversa, generalmente
se califica a la última vergencia, que se efectúa en sentido opuesto de la
precedente, de retrovergencia; se habla de retroescamas o de
retrocorrimientos. Un magnífico ejemplo se encuentra en la parte interna de los
Alpes franceses.

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Fig. 7.2 Ejemplo de retrocorrimiento hacia el Este, sucediendo a corrimientos hacia el Oeste. La
segunda fase ha provocado la formación de una estructura en abanico. Alpes Franceses.

En conclusión, vemos que siempre es necesario esforzarse en relacionar la


vergencia con una fase tectónica determinada, es decir, en una palabra,
datarla. Finalmente parece que la vergencia es tanto más difícil de poner de
manifiesto cuanto más profundos sean los niveles estructurales; en el caso
extremo, en el dominio de los pliegues de flujo, la noción de vergencia se
difumina; es precisamente en estas partes profundas de la cadena donde las
estructuras todavía se conocen peor.

7.4 ESTILO TECTONICO

Es fácil darse cuenta que en el caso que en el seno de una cadena la geometría de las
estructuras varía enormemente y si se comparan dos cadenas no se encuentran
nunca estructuras idénticas. Sin embargo, a pesar de esta gran diversidad se
comprueba que:

 En una misma cadena pueden encontrarse estructuras del mismo tipo sobre
grandes áreas.

 En dos cadenas diferentes podemos encontrar tipos de estructuras muy


comparables.

Al intentar definir los tipos de estructuras que aparecen con más frecuencia,
introducimos poco a poco la definición de estilo tectónico de una cadena o de una
parte de la misma.

Como este término de estilo tectónico se utiliza para dar una idea global de las formas
de las estructuras de una región, es necesario con el fin de intentar definirlo
rigurosamente, tener en cuenta la manera como se forman las estructuras; es preciso
por lo tanto tener en cuenta a la vez las condiciones de presión y de temperatura de la
deformación y las propiedades físicas del material sometido a esta deformación.

El estilo tectónico dependerá por lo tanto:

a) Del nivel estructural.


b) De la naturaleza del material.
c) De la intensidad del apretamiento.

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Estos parámetros deberán siempre precisarse con anterioridad a todo estudio del
estilo tectónico. Cuando se está en presencia de dos cadenas con intensidad tectónica
comparable, es decir con niveles estructurales equivalentes, el estilo tectónico
depende ante todo del material, es decir de la litología.

7.4.1 Estilo tectónico y nivel estructural

En las cadenas se tienen con frecuencia dos estilos tectónicos opuestos: el de


la infraestructura y el de la supraestructura. Como estos términos han sido
utilizados en sentidos muy diversos es importante definirlos.

Designaremos aquí bajo el nombre de infraestructura el dominio en el que la


deformación se efectúa a una temperatura lo suficientemente elevada como
para que las rocas cristalinas normales se deformen de manera plástica. Esta
temperatura, que varía evidentemente en función de la naturaleza exacta de
las rocas, de su contenido de agua, de la velocidad de deformación, de la
importancia de los esfuerzos tectónicos, etc., sobrepasará entonces por
término medio los 500°; corresponde por lo tanto a la mesozona y a la
catazona; cuando se alcanza la temperatura de fusión, a partir de 600 - 650°,
se tienen estructuras de flujo, de las que algunas pueden incluso deberse a
diferencias de densidad de las rocas.

Llamaremos supraestructura a todo dominio que recubre la infraestructura. Si


se admite esta definición es lógico que no se encuentre infraestructura en
todas las cadenas y que está caracteriza sobre todo a las cadenas antiguas
profundamente erosionadas.

Como ya hemos señalado, los estudios tectónicos se han consagrado durante


mucho tiempo sobre todo a la supraestructura, en la que la estratificación y los
fósiles facilitan los estudios tectónicos. El estudio de la infraestructura es no
obstante más importante, ya que concierne a volúmenes infinitamente más
grandes y permite estudiar las partes profundas de la corteza.

7.4.2 Estilo tectónico y litología

Como la litología controla directamente la deformación, el estilo tectónico de


una región depende estrechamente de esta litología. A igualdad de intensidad
tectónica, no hay por lo tanto ninguna relación entre el estilo tectónico de una
zona formada por rocas plutónicas o volcánicas, material rígido muy difícil de
plegar, y una zona formada por series margosas; en el primer caso tendremos
por ejemplo, únicamente fallas inversas; en el segundo, podemos tener mantos
de deslizamiento.

Es preciso señalar que los contrastes litológicos alcanzan su valor máximo en


condiciones superficiales y disminuyen con la profundidad; en la zona de
pliegues de flujo profundos pueden llegar hasta anularse.

Es por estas razones, puramente mecánicas, por las que a veces tenemos la
costumbre de distinguir un cierto número de tectónicas, caracterizadas cada
una por un estilo propio. Fig. 7.3.

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Fig. 7.3 Corte teórico mostrando las relaciones entre una tectónica de basamento, que se
manifiesta por escamas, una tectónica de cobertera, indicada por pliegues isópacos, y una
tectónica epidérmica correspondiente a mantos de deslizamiento. En la parte derecha,
basamento y cobertera sedimentaria están afectados por un plegamiento sinesquistoso.

a) Tectónica de cobertera

Caracteriza las coberteras sedimentarias que son lo suficientemente


plásticas como para poder plegarse fácilmente y en las que el
plegamiento predomina sobre la fracturación.

Son generalmente o series muy incompetentes (por ejemplo


margosas o salinas), o series en las que alternan niveles de
competencias diferentes (por ejemplo calizas y margas, areniscas y
esquistos, etc.).

La tectónica de cobertera es, por consiguiente, el dominio de


pliegues acompañados de desarmonías y de despegues. El
plegamiento puede ser simple (Atlas Sahariano) o mucho más
complicado (Cadenas Subalpinas).

Podemos señalar que, tal como ha sido definido el término de


tectónica de cobertera, podría muy bien aplicarse a series
sedimentarias plegadas bajo el frente de esquistosidad; pensamos
sin embargo, que es preferible limitar este término a las series
plegadas por encima del frente de esquistosidad y no emplearlo más
que cuando una cobertera plástica reposa sobre un basamento
rígido, es decir únicamente cuando hay un contraste litológico neto
entre una cobertera y su sustrato, cuando existe un nivel de
despegue.

b) Tectónica de basamento

El estilo tectónico de basamento, es inverso que el de la tectónica de


cobertera; lo que era plástico y correspondía a pliegues suaves se
hace aquí frágil; no se forman más que fallas sin plegamiento
individualizado.

Para que un material reaccione de esta manera, es necesario que


tenga propiedades mecánicas tales como las que posee un
basamento cristalino tectonizado en condiciones relativamente
superficiales. Aquí las rocas cristalinas, como el granito o el neiss
tienen en efecto un límite de plasticidad reducido; por lo tanto no
pueden plegarse sino únicamente fracturarse. Pero es preciso

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señalar que las rocas cristalinas no son las únicas que tienen tales
propiedades y que reaccionan de esta forma. En este caso están
igualmente las rocas volcánicas masivas e incluso algunas rocas
sedimentarias. Basta que éstas sean masivas, es decir que no
contengan intercalaciones plásticas (margas, arcillas) y
suficientemente rígidas, como por ejemplo conglomerados, cuarcitas
y dolomías.

Por lo tanto, el término tectónico de basamento debe tomarse en un


sentido mecánico y en ningún caso, como a menudo se hace, en un
sentido estratigráfico. Así, no se puede por ejemplo llamar
sistemáticamente basamento, al sustrato hercínico de la cobertera
mesozoica; no podemos hablar de basamento más que si el material
hercínico está formado por rocas cristalinas o por otras rocas de
propiedades mecánicas comparables; cuando este sustrato hercínico
esté constituido por series esquistosas relativamente plásticas, éste
no será un "basamento" en sentido mecánico, aunque continúe
constituyendo el sustrato de la serie secundaria, es decir en cierto
sentido su basamento.

7.5 NOCION DE FASE TECTONICA O FASE DE COMPRESION

Se deduce rápidamente, como consecuencia del estudio de las cadenas, que si las
facies de distensión se producían con frecuencia durante un largo periodo no eran
generalmente fases de compresión; en efecto, éstas aparecen por lo general como
muy rápidas e incluso instantáneas a escala geológica.

Generalizando estas observaciones, a menudo se considera que el plegamiento de las


cadenas se produjo en el curso de episodios de corta duración, denominados
generalmente "fases tectónicas", pero que nosotros llamaremos fases de
compresión, con el fin de evitar toda ambigüedad con otras fases de actividad
tectónica.

Algunos llegaron mucho más lejos, admitiendo a la vez que las fases tectónicas
correspondían a episodios geológicamente instantáneos y que eran sincrónicas en
toda la superficie de la tierra. Esta hipótesis presentaba la ventaja de suministrar un
cronómetro tectónico extremadamente apreciable, al que se recurriría cuando los
criterios estratigráficos habituales no podían utilizarse.

De este modo se originó, esencialmente bajo el impulso de H. Stille, una nomenclatura


muy detallada de fases tectónicas; éstas eran definidas, como los pisos estratigráficos,
en una región tipo y correspondían a un intervalo de tiempo determinado.

7.5.1 Definición

Habiendo definido la compresión a escala de la corteza, no llamaremos fases


de compresión más que a las que son responsables de pliegues y de fallas
inversas, produciéndose a escala de toda la región.

No tomaremos entonces en consideración la compresión muy localizada, ni por


supuesto los efectos de la tectónica de distensión o los movimientos verticales.
La noción de "fase tectónica" ha originado con frecuencia razonamientos
erróneos, ya que no se había tomado la precaución de definir precisamente el
tipo de tectónica de la que se ocupaba; poco a poco se llegó a considerar de la
misma manera a las fallas normales o levantamientos y a los pliegues.

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Es precisamente para evitar estos errores por lo que pensamos que es
necesario hablar de fase de compresión, más bien que de fase tectónica,
término que con todo rigor debería aplicarse a toso periodo de actividad
tectónica, cualquiera que sea el tipo del mismo. Es preciso indicar que aunque
se adopte nuestra definición, a veces es difícil distinguir entre una fase de
compresión poco importante y un periodo de movimientos verticales
importantes.

En la mayor parte de las cadenas en las que se ha podido datar las fases de
compresión, se comprueba que son poco numerosas y generalmente bien
individualizadas, al menos si se consideran territorios que no sean
demasiado grandes.

7.5.2 Las fases de compresión en los niveles estructurales medio y superior.

Se ponen en evidencia por discordancias angulares que permiten determinar la


edad de la fase tectónica o, más exactamente, el intervalo de tiempo durante el
que se produjo.

Esta determinación cronológica depende evidentemente de la precisión con la


que podamos datar el último nivel plegado y el nivel más antiguo discordante.
Generalmente se obtienen, al menos en la cadena alpina, intervalos del orden
de 10 millones de años; pero en algunos casos excepcionales el orden de
magnitud es de 1 a 5 millones de años; en tales caso podemos hablar
verdaderamente de "fase", puesto que es preciso, que en 5 millones de años y
después de una fase de sedimentación que por lo general ha tenido una
duración de varias decenas de millones de años, haya habido sucesivamente:
plegamiento, erosión, peneplanización y una nueva sedimentación; se tiene
entonces, en este caso, una fase de compresión verdaderamente rápida a
escala geológica.

Pero cuando se estudia una fase tectónica no basta con datarla en un punto,
es preciso intentar hacer esta datación en un gran número de puntos
diferentes, alejados unos de otros, con el fin de ver si la fase se ha
producido en todas partes en el mismo momento, o si su edad es
variable según las regiones.

Este tipo de inventario desgraciadamente es difícil de efectuar, bien porque las


series no pueden datarse con gran precisión o bien porque las series
discordantes han sido erosionadas. No se ha realizado todavía más que muy
raramente.

7.5.3 Las fases de compresión en el nivel estructural inferior

Los métodos de estudio de las fases tectónicas son aquí muy diferentes; en
efecto, se sabe que a partir de una determinada intensidad de la deformación o
de la recristalización metamórfica, los fósiles son al principio muy raros, luego
desaparecen totalmente. A partir de una cierta profundidad no se puede por lo
tanto, datar con precisión las fases tectónicas e igualmente no podemos
emprender los estudios indicados anteriormente.

Estas discordancias se hacen cada vez más difíciles de poner en manifiesto,


de tal modo que a partir de una determinada profundidad no son visibles más
que casos excepcionales. Primeramente es la esquistosidad la que complica
los hechos; en efecto, a medida que se hace más intensa, la estratificación y

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por consiguiente las discordancias, son más difíciles de observar; además, la
esquistosidad va acompañada siempre de un aplanamiento y resulta una
disminución del ángulo de discordancia. Fig.

Fig. 7.4 Esquema mostrando como un plegamiento sinesquistoso intenso puede hacer difícil la
observación de una discordancia. Abajo, antes del plegamiento y arriba después del mismo.

En tales casos sólo un estudio microtectónico detallado puede todavía permitir


descubrir las discordancias (por ejemplo con la ayuda de medidas de
lineaciones.

7.6 CONCLUSIONES A LOS ESTUDIOS REALIZADOS EN LA INFRA Y LA


SUPRAESTRUCTURA

Deducimos que ciertos plegamientos se han formado en el curso de periodos muy


largos (varias decenas de millones de años), lo que indica que en general la
compresión no se produce, en una región determinada, más que durante un tiempo
relativamente corto. Si se consideran territorios limitados existen entonces fases
tectónicas de compresión. La duración de éstas no ha podido todavía ser bien
determinada; en algunos casos es del orden de un pequeño número de millones de
años.

El plegamiento de una cadena se efectúa casi siempre por medio de varias fases
tectónicas, separadas por fases de reposo; la edad de estas fases puede variar
cuando nos desplazamos sobre grandes distancias paralela o perpendicularmente a la
cadena; parece por lo tanto que las fases tectónicas puedan sufrir una migración. Es
frecuente encontrar cadenas en las que las fases más importantes sean a la vez las
más antiguas y las más internas; las zonas externas de las cadenas no están
habitualmente afectadas más que por las fases recientes. Todo esto sucede, por lo
general, como si el plegamiento comenzara por afectar a las partes internas de la
cadena y no alcanzara sus partes externas más que en una última etapa.

El inventario de las fases tectónicas, es decir de las modalidades del plegamiento de


una cadena, está lejos de ser realizado; únicamente cuando haya sido hecho, con la

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ayuda de la geocronología en las zonas profundas, se podrá verdaderamente
reconstruir los mecanismos de formación de las cadenas.

7.7 METAMORFISMO GENERAL DE LAS CADENAS

Este metamorfismo general es un fenómeno que no se encuentra más que en las


cordilleras y se produce a escalas de las cadenas; va por lo tanto unido a su
formación.

Intentemos determinar cuales son las relaciones entre tectónica y metamorfismo

7.7.1 Algunos caracteres del metamorfismo general

Sabemos que se habla de metamorfismo cuando las rocas sufren


transformaciones mineralógicas, bajo el efecto de temperaturas elevadas (más
de 300°); se habla de metamorfismo de contacto para los efectos térmicos
locales (por ejemplo, en el contacto de las intrusiones) y de metamorfismo
general para los que se producen a escala de toda la corteza. Como el
metamorfismo general es un fenómeno a escala de la corteza, es necesario,
con el fin de abordar su estudio, examinar la repartición del calor en el seno de
la corteza, es decir, entre otras, las leyes de variación de temperatura en
función de la profundidad y la disposición de la isogeotermas.

Se sabe que la forma de la curva temperatura - profundidad puede variar muy


considerablemente. Se admite que se tiene un grado isotérmico normal cuando
la temperatura aumenta 3° cada 100 metros, es decir 30° por km; pero puede
separarse considerablemente de este promedio; por ejemplo, podemos tener
hasta un aumento de 1° cada 100 m. y otro de 1° cada pocos metros en zonas
anormalmente calientes. Estas variaciones pueden producirse cuando se pasa
de una región a otra, pero también cuando se profundiza en la corteza. Las
relaciones temperatura - profundidad no están siempre representadas por una
recta sino por una curva cuya variación de pendiente define el gradiente
geotérmico en función de la profundidad.

Si se analizan las series metamórficas antiguas, se puede, basándose en


datos experimentales de génesis de minerales, reconstruir la forma de la curva
presión - temperatura correspondiente Fig. 7.5

Fig. 7.5 Disposición posible de


las isogeotermas en una
cordillera en formación. A y B:
perfiles con facies
metamórficas diferentes; estos
perfiles se han situado sobre
un diagrama Presión
Temperatura. AT: perfil de alta
temperatura; AP: perfil de alta
presión.

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Así pues tales reconstrucciones muestran que en la mayoría de los casos el
metamorfismo se ha formado en partes anormalmente calientes de la
corteza. Esto equivale a decir que las partes metamórficas de las cadenas
corresponden, en el momento del metamorfismo, a una zona de
abombamiento de las isogeotermas y a una zona en la que las
isogeotermas están más próximas entre sí Fig. 7.5.

Igualmente existen terrenos que han sido metamorfizados en zonas profundas


de la corteza que estaban a menor temperatura que las zonas colindantes;
corresponden por lo tanto, no a un abombamiento, sino a una depresión de las
isotermas. Se supone que ésta se produce en las zonas de subducción, como
consecuencia del hundimiento de una placa litosférica fría.

Se puede entonces decir, de manera muy general, que el metamorfismo va


unido a anomalías térmicas fundamentalmente positivas pero también
negativas, que afectan a la corteza.

Se ha tomado la costumbre de distinguir en las series metamórficas diferentes


tipos de metamorfismo, que reflejan las diferentes formas de variación de la
temperatura con respecto a la presión.

La disposición de las isogeotermas permite comprender fácilmente el tipo de


clasificación de estos tipos de metamorfismo (Fig. 7.5). No hemos reflejado
más que dos tipos extremos: metamorfismo de baja presión y metamorfismo
de alta presión, pero se observa fácilmente que entre estos dos extremos se
pueden distinguir muchos otros tipos.

Sin embargo, señalaremos que nuestra forma de representación no tiene en


cuenta el factor tiempo y por consiguiente, la velocidad a la que se desplazan
las isogeotermas; para ser representativo, debería por lo tanto completarse en
este sentido. Además, para ser riguroso sería preciso tener en cuenta muchos
otros factores, por ejemplo la presión de agua y de CO2.

7.7.2 Relación entre la tectónica y las anomalías térmicas responsables del


metamorfismo

Aunque estas relaciones no hayan sido estudiadas con detalle hasta la


actualidad más que en muy pocos casos, podemos indicar algunas leyes
generales.

a) El metamorfismo no afecta nunca a toda una cadena, sino


únicamente a la parte de la misma en donde la presión tectónica es
grande y sobrepasa un cierto límite; por lo tanto el metamorfismo
afecta normalmente a las zonas de mantos.

Esta parte metamórfica puede ser más o menos importante; a veces,


cuando se está en presencia de una cadena con estrechamiento
moderado, las zonas con metamorfismo son muy reducidas o incluso no
existen; generalmente las zonas metamórficas se encuentran en las
partes internas de la cadena.

Como el metamorfismo afecta a las zonas más tectonizadas de una


cadena, tanto en el espacio como en el tiempo, podemos deducir que el
plegamiento y el metamorfismo, es decir el abombamiento de las
isobaras y de las isogeotermas, resultan de una misma causa

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profunda. Para explicarla se puede, por ejemplo, suponer que la
anomalía calorífica responsable del metamorfismo es consecuencia del
plegamiento, es decir, que una parte de la energía responsable de la
formación de la cadena se transforma en calor; sin embargo, parece que
los órdenes de magnitud sean muy diferentes y que sólo una décima
parte del calor puede explicarse de este modo. Es por lo tanto más lógico
acudir a fenómenos que se sitúan en el manto.

b) El metamorfismo comienza a la vez que el plegamiento, pero la


duración del metamorfismo es siempre más grande que la del
plegamiento.

Al contrario que la tectónica, es generalmente discontinua y tanto más


intensa cuanto más antigua son las fases, el metamorfismo es
relativamente continuo y tanto más importante cuanto más tardío es.

Resulta que a escala de la cadena el metamorfismo es esencialmente


sintectónico y postectónico; prácticamente no es nunca pretectónico.
Fig. 7.6.

Fig. 7.6 Esquema mostrando las relaciones entre tectónica y metamorfismo en una
cadena. F1, F2, y F3: fases tectónicas de compresión.

Puede suceder que exista un metamorfismo pretectónico con respecto a


una fase tectónica determinada, pero generalmente no lo en con relación
a la primera fase tectónica; el metamorfismo pretectónico con respecto a
una fase es, por lo tanto, a la vez un metamorfismo postectónico con
relación a otra.

Se deduce de este principio que el metamorfismo general nunca es


contemporáneo de un enterramiento sin plegamiento, como a veces se ha
supuesto.

c) Una gran parte del metamorfismo es sintectónico, Es decir se produce


al mismo tiempo que el plegamiento. Es de este modo como se origina la
foliación de las rocas cristalofílicas, que como hemos visto no es más que
una forma de alta temperatura de la esquistosidad.

Por lo tanto no hay metamorfismo general sin foliación, es decir sin


minerales orientados; cuando existe un metamorfismo postectónico
intenso, esta foliación puede difuminarse o desaparecer como

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consecuencia de las nuevas recristalizaciones; parece que tengamos un
metamorfismo general con minerales no orientados, pero un examen
detallado muestra siempre que este metamorfismo postectónico ha sido
precedido por una etapa sintectónica.

d) El metamorfismo es generalmente polifásico. Se observan casi


siempre en las series metamórficas varias fases de cristalización
superpuestas; esta seroies se denominan "polifásicas". De este modo es
frecuente encontrar una, dos o incluso tres fases de metamorfismo
sintectónico, correspondientes a otras tantas fases tectónicas, seguidas
cada una por un metamorfismo postectónico. Las paragénesis de todas
estas fases pueden ser diferentes unas de otras.

Cuando se estudian las series metamórficas, la principal tarea es


reconstruir las diferentes fases de metamorfismo con sus paragénesis y
tratar de enmarcarlas en las fases tectónicas.

Tales estudios, todavía poco frecuentes, muestran que se producen a


veces, en el curso del metamorfismo, incrementos brutales de calor, que
corresponden a lo que se puede denominar, por analogía con las fases
tectónicas, fases de metamorfismo, que están además desplazadas por
lo general con relación a las fases tectónicas. Fig. 7.7.

Fig. 7.7 Forma posible de las curvas de intesidad de metamorfismo en diferentes


regiones 1, 2, 3 y 4 de una misma cadena

Evidentemente las últimas fases de metamorfismo son las más visibles;


como, por otra parte, son generalmente las más importantes, sucede muy
frecuentemente que las primeras fases sean difíciles de poner de
manifiesto, ya que a veces los minerales de la primera fase han
desaparecido totalmente. Los estudios petrográficos que se limitan, como
es frecuente, a estas últimas fases de metamorfismo, no pueden
evidentemente pretender reconstruir la evolución térmica de una zona
metamórfica.

e) Duración del metamorfismo y geocronología.

La duración del metamorfismo es evidentemente diferente según que se


considere el conjunto del metamorfismo, en la parte de la cadena en la
que está mejor representado, o solamente una fase de este
metamorfismo.

Hemos visto que la duración del metamorfismo es comparable a la del


plegamiento de la cadena; es por lo tanto del orden de varias decenas
de millones de años.

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Si por el contrario se considera una fase determinada de metamorfismo,
ésta podrá tener una duración del orden de algunos millones de años.

Estas consideraciones bastan para explicar que las edades absolutas


obtenidas sobre el metamorfismo de una cadena, son generalmente de
varias decenas de millones de años; cuando se estudia una fase de
metamorfismo bien definida, podemos esperar encontrar una edad más
localizada.

7.7.3 Relaciones entre las isogradas de metamorfismo y las estructuras


tectónicas

Caso de metamorfismo sintectónico

Las rocas metamórficas están caracterizadas por una foliación y se considera


generalmente que las isogradas de metamorfismo son paralelas a esta
foliación. En realidad, no hay ninguna razón para que exista paralelismo entre
un plano de anisotropía de origen tectónico y un frente térmico y se conocen,
efectivamente, numerosos ejemplos en donde las isogradas son oblicuas. Esta
oblicuidad es tanto más débil cuanto más próxima a la horizontal está la
foliación y tanto mayor cuando más vertical esté; las relaciones isograda-
foliación son, en suma, comparables a las relaciones frente de esquistosidad-
esquistosidad.

Caso de metamorfismo postectónicos

Las isogradas son entonces netamente oblicuas a las estructuras. Este


metamorfismo es el que generalmente se estudia.

7.7.4 Conclusiones

El estudio del metamorfismo de las cadenas es extremadamente importante


porque permite reconstruir los sucesos térmicos que han tenido lugar; así
pues, como la deformación depende estrechamente de la temperatura,
tenemos un medio de darnos una idea sobre el comportamiento de conjunto de
la corteza y del estilo general de la deformación.

Además, como el calentamiento de la corteza se debe necesariamente a


fenómenos que se producen en el manto, tenemos un medio de estudiar la
evolución de este manto.

Indiquemos que en las cadenas perioceánicas se supone generalmente que la


fricción que se produce a lo largo de los planos de Benioff podría provocar un
calentamiento suficiente para explicar las anomalías térmicas, que originarían
las numerosas intrusiones que rodean el borde oceánico de las cadenas. A
veces, también se imaginan fusiones parciales en el manto superior y más
exactamente en la capa de baja velocidad, de donde podrían partir
ascensiones de magmas que calentarían la base de la corteza.

De cualquier forma, todo modelo de cadena deberá integrar los datos


térmicos y por consiguiente tener en cuenta el tipo de metamorfismo que se
encuentra.

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CAPITULO VIII

ESTRUCTURAS SUPERFICIALES

8.1 EL PAPEL DE LA GRAVEDAD Y LOS MANTOS DE DESLIZAMIENTO

La deformación que se produce en superficie, o a pequeña profundidad, tiene


caracteres muy particulares. Como la carga litostática es nula o pequeña, la mayor
parte de las rocas tienen un comportamiento muy frágil; están por lo tanto
intensamente fracturadas y fisuradas; únicamente pueden plegarse rocas
excepcionalmente plásticas. Como la deformación no se efectúa prácticamente bajo
esfuerzos triaxiales, las estructuras no tienen elementos de simetría; se convierten en
incoherentes y caóticas; su forma depende además en gran parte de la topografía
superficial y de las condiciones que reinan en la superficie.

Estamos entonces en presencia de una tectónica muy especial, cuyas reglas no se


aplican más que a una delgada película de materiales. A primera vista, se podría
pensar que el estudio de esta tectónica superficial no tiene gran interés, ya que no
corresponde en volumen más que a una ínfima parte de las estructuras de una
cadena.

De hecho, se pueden obtener, gracias a esta tectónica y como consecuencia de


deslizamientos sucesivos, edificios estructurales de más de 1000 m de potencia,
cubriendo enormes superficies en el borde de las cadenas; tenemos entonces mantos
de deslizamiento que, aunque peliculares, deben ser estudiados con detalle.

El estudio de estas estructuras superficiales es además indispensable en la


goemorfología, que no podría analizar las formas del relieve sin considerar la
deformación que se produce. Finalmente es necesario no olvidar que el estudio de la
tectónica actual, o neotectónica, debe emplear necesariamente el análisis de la
deformación superficial.

En resumen, todas las estructuras superficiales corresponden a un nivel estructural


muy particular y muy poco potente, caracterizado por estructuras desordenadas.

8.2 CARACTERISTICAS DE LAS ESTRUCTURAS SUPERFICIALES

Por lo general, es muy importante poder distinguir rápidamente las estructuras


superficiales de las estructuras más profundas; en efecto, según que se adopte una u
otra solución, nos conduce a realizar cortes profundos de manera muy diferente.

De hecho existen toda una serie de detalles que permiten caracterizar la deformación
superficial, pero serán diferentes según que se produzca al aire libre o bajo el agua.

8.2.1 Caso de superficies topográficas aéreas

La deformación afecta a rocas que previamente han sufrido una alteración y


fisuración de superficie y que continúan teniéndola en el curso de la
deformación. Si se forman fallas, se instalan sobre fisuras o grietas
preexistentes; se pueden entonces obtener brechas de falla, que se forman a
expensas de un relleno de fisuras, y en el límite, una brecha de hundimiento
sedimentaria anterior; en este caso se tienen todos los intermedios entre
brechas tectónicas y sedimentarias, cuyos elementos están más o menos
intensamente estriados; finalmente, estas brechas no jalonan planos netos;

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corresponden a volúmenes que pueden ser importantes y que tienen por lo
general límites redondeados.

Desde el punto de vista geométrico las fallas tienen orientaciones muy


variables; como la carga es pequeña o nula, es frecuente encontrar todavía,
por ejemplo en las rocas trituradas, cavidades vacías, lo que evidentemente no
es posible a partir de una cierta profundidad. En el límite están tectonizadas las
cavidades kársticas y las formas estalagmíticas, fáciles de reconocer.

Cuando la topografía está accidentada por relieves importantes, pueden


formarse "éboulis" a su pie y ser cabalgados por relieves por efecto de fallas
inversas. Tenemos entonces un contacto cabalgante jalonado por brechas de
"éboulis" Fig. 8.1.

Fig. 8.1 Ejemplo de estructura muy superficial en la que los éboulis de pie de escarpe son
recubiertos por un cabalgamiento

Cuando un manto o un área cabalgante avanza sobre una superficie


topográfica, que puede ser una superficie de erosión, se pueden encontrar
a lo largo del contacto anormal de base huellas de esta superficie; éstas
serán por ejemplo aluviones o incluso antiguos suelos. Los relieves de esta
superficie pueden haber subsistido y constituido en el sustrato salientes,
que a veces son parcialmente pulidos por el paso del manto, al igual que lo
es un "verrou" glaciar por un glaciar. En otros puntos, estos relieves
pueden haber sido completamente empujados y transportados en forma de
"lambeaux de pousseé" en la base de la unidad cabalgante Fig. 8.2; en
otros sitios estos relieves todavía pueden ser hasta tal punto importantes
que hayan impedido la progresión del manto. Por el contrario, si un valle o
una depresión accidentan la superficie sobre la que avanza un manto, éste
puede aprovechar esta zona deprimida para llegar más lejos.

Se observa en definitiva que se está en presencia de detalles tectónicos


que dependen mucho de la morfología de superficie; el estudio de los
accidentes tectónicos no puede ser disociado del de la morfología;
estamos en el dominio de la "morfotectónica".

Puede ser útil reconstruir no solamente las formas de relieve, sino también
el clima que les correspondía. En efecto, los deslizamientos superficiales
por gravedad se producen mucho más fácilmente en clima húmedo y muy
pocos o ninguno en clima desértico; tendremos por lo tanto estructuras
superficiales diferentes.

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Fig. 8.2 Ejemplo de corrimiento epiglíptico en el que los relieves han sido o empujados o
arrastrados por la base del manto. Inspirado en el Manto de Corbières (parte oriental de los
Pirineos).

El papel de la morfotectónica es por lo general muy claro cuando se tienen


fases tectónicas superpuestas separadas por una importante fase de
erosión. En este caso sucede que un sistema de pliegues, irregularmente
erosionado, esté afectado por una segunda compresión; la forma de las
estructuras de la segunda fase depende entonces por un lado, de la forma
de los pliegues de la primera fase y por otro, de la manera que han sido
erosionados.

Si se tiene una zona anticlinal que está profundamente erosionada, el


flanco de este anticlinal cabalgará y recubrirá la zona de charnela; por el
contrario, si el anticlinal no está erosionado, el anticlinal cabalgará al
sinclinal de forma diferente. Fig. 8.3.

Fig. 8.3 Esquema mostrando la influencia de la superficie topográfica sobre la disposición


de los cabalgamientos superficiales

De este modo podemos explicar los cabalgamientos en direcciones


opuestas y la formación de pliegues cabalgantes en abanico.

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8.2.2 Caso de superficies subacuaticas

Cuando la deformación superficial se produce bajo el agua tendrá


evidentemente un sello particular, esencialmente debido a la presencia de
sedimentos que pueden registrar las diferentes etapas de la deformación.

Estos sedimentos son por lo general lodos hidroplásticos, es decir rocas no


afectadas por la diagénesis. Embebidas de agua, que se deforman muy
fácilmente con el menor esfuerzo. Así pues, la deformación que se produce
entonces posee un estilo muy característico, no encontrándose en otros sitios,
ya que las rocas hidroplásticas están verdaderamente limitadas a la parte
superior de los sedimentos subacuáticos que se acaban de depositar. En
efecto, sólo se puede comparar este estilo de deformación con el que se
encuentra en las zonas profundas de la corteza, en la que las rocas están
fundidas o en estado viscoso, pero el contexto es evidentemente muy
diferente.

En estas condiciones para poner en evidencia el carácter superficial de una


estructura basta con reconocer el estilo especial, Este puede ser estudiado
fácilmente en el caso de deslizamientos submarinos o "slumping", que son
frecuentes en ciertas series sedimentarias compresivas que perturban niveles
muy localizados. La Fig. 8.4 muestra la forma de una de estas estructuras, se
observa que se trata ciertamente de un plegamiento desordenado, afectando a
los estratos no perturbados suprayacentes recubren los pliegues discordantes.
Como se encuentran en el seno de series muy tranquilas, se supone que se
deben a deslizamientos por gravedad.

Fig. 8.4 Vista general y de detalle de deslizamientos por gravedad intraformacionales

8.3 ESTRUCTURAS DEBIDAS A LA GRAVEDAD

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8.3.1 Mantos de deslizamiento

Generalidades

Cuando existen desniveles suficientes, las rocas superficiales pueden


deformarse bajo el simple efecto de la gravedad y fuera de toda intervención
tectónica de origen profundo. Como estas deformaciones superficiales
pueden ser importantes y afectar a volúmenes notables de rocas, importa
estudiar con detalle los mecanismos de esta tectónica superficial de
gravedad.

Un modelo simple de este tipo de deformación nos suministra los


deslizamientos de terrenos que afectan de manera habitual a los relieves
formados por materiales arcillosos. En este caso, el mecanismo es muy claro
Fig. 8.5, podemos considerar que el peso P de una capa arcillosa, que
reposa sobre un nivel más competente, arenoso por ejemplo, se
descompone, en el contacto entre los dos niveles, en una componente
perpendicular  y una componente de cizalla ; si el límite de ruptura del nivel
arcilloso es particularmente pequeño,  puede llegar a provocar un
deslizamiento de toda la masa arcillosa hacia la base , que no se detiene más
que cuando se alcanza un nuevo equilibrio.

Por lo general  no alcanza el límite de ruptura más que de manera


excepcional; por ejemplo, cuando las infiltraciones debidas a lluvias
importantes han modificado la composición de las arcillas y las han vuelto
más plásticas, o cuando un temblor de tierra desencadena el fenómeno
gracias a una sacudida suficiente.

Fig. 8.5 Esquema de un deslizamiento de terreno

Tales deslizamientos muestran siempre, por detrás de la masa deslizada,


fallas normales que pueden a veces tener estrías por fricción entre los
diferentes compartimentos, mientras que en su frente se forman, según la
naturaleza del material fallas inversas o pliegues, o más frecuentemente
los dos; a veces se tiene un verdadero cabalgamiento de la masa
deslizada sobre la "superficie topográfica", que puede derribar obstáculos,
tales como casas y arrastrarlos hasta su base. La masa deslizada está por
lo general recortada por un sistema de fallas que delimitan horsts y
grabens Figs 8.6. Y que han podido reproducirse experimentalmente. Fig.
8.7.

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Fig. 8.6 Corte del deslizamiento de terreno de Turnagain (Alaska) debido a un sismo.

Fig. 8.7 Estructuras de deslizamiento por gravedad obtenidas experimentalmente.


Obsérvese: la disposición de las fallas normales, el desplazamiento del bloque trapezoidal
y la inyección hacia arriba del nivel plástico basal.

Los efectos de la gravedad pueden ser muy diferentes. El deslizamiento


puede limitarse a una torsión superficial de los estratos; se habla entonces
de "arrastre" de las capas. Estos arrastres se producen muy
corrientemente a escala métrica. Pero sucede que en regiones de relieves
muy importantes los fenómenos pasan a escala decamétrica e incluso a
veces hectométrica. Se tienen entonces verdaderos pliegues debidos a la
gravedad y muestran un codo de vergencia que corresponde a la
pendiente topográfica. Tales estructuras han sido denominadas "collapse
structures" en Irán, donde se producen sobre el flanco de grandes
anticlinales Fig. 8.8 y donde ha sido adoptado el término.

La distinción entre las collapse structures y las disarmonías no siempre es


fácil y por lo general se las confunde. Cuando se tiene una litología muy
contrastada, por ejemplo calizas masivas reposando sobre arcillas, pueden
producirse deslizamientos de bloques o de laderas escarpadas enteras
Fig. 8.9, que se realizan sin deformación de este bloque, únicamente con

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un basculamiento más o menos importante del mismo. Se tiene
generalmente una combinación de estos diferentes fenómenos.

Fig. 8.8 Dos tipos de "collapse structure" que se produce sobre los flancos del anticlinal

Fig. 8.9 Ejemplo de deslizamiento por gravedad resultante de la destrucción de un escarpe


calizo reposando sobre margas.

Los deslizamientos por gravedad no están evidentemente localizados en


territorios emergidos, sino que se producen en todas las zonas submarinas
que tienen relieves importantes. Es incluso muy probable que allí sean
mucho más importante en razón de la naturaleza lodosa, bastante general,
de los fondos; en este caso basta en efecto una pendiente muy pequeña
(de 1° a 5°) para desencadenar los deslizamientos.

Es así como la mayor parte de los taludes continentales submarinos, que


corresponden a desniveles de 3000 a 5000 m, son el lugar de
deslizamientos importantes; igual sucede en el borde de las fosas, tales
como las del Pacífico, o en todos los flancos de relieves submarinos de
origen tectónico, formados por sedimentos suficientemente plásticos.

Todos estos deslizamientos aparecen muy claramente en los registros de


sísmica continua y pueden estudiarse en condiciones muy superiores a los
de las zonas emergidas, ya que se obtienen de este modo cortes que
permiten conocer la potencia, extensión y estilo de las masas deslizadas;
finalmente gracias a los sedimentos podemos llegar a datar las diferentes
etapas de deslizamiento.

En estas zonas submarinas se comprueba con frecuencia que los


deslizamientos repetidos acaban por perturbar volúmenes considerables,
de varios Km3 y que los desplazamientos horizontales alcanzan varios
kilómetros. Se llega por lo tanto a obtener verdaderos mantos de

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deslizamiento comparables por sus dimensiones a los originados por
compresión. En el Golfo de México se encuentran excelentes ejemplos.

8.3.2 Estudio de los mantos de deslizamiento

Llamamos así a los mantos que se emplazan bajo el simple efecto de la


gravedad. Pueden ser submarinos o aéreos; en este último caso se les
califica por lo general de epiglípticos. Son siempre mantos cuya potencia es
muy débil con respecto a sus dimensiones horizontales; se presentan en
suma como mantos peliculares. Los desplazamientos sufridos por las masas
deslizadas pueden alcanzar 100 km, para una potencia inferior a 1000
metros.

Su localización en las cadenas

En el momento de su formación las cadenas son zonas de relieves


importantes; entonces pueden producirse deslizamientos por gravedad. Basta
tener a la vez una pendiente bastante fuerte y un material muy plástico; por
otra parte estas dos condiciones se realizan muy frecuentemente; los
deslizamientos se producen entonces fácilmente que, por lo general los
mantos de deslizamiento se encuentran únicamente en los bordes de las
cadenas y que su desplazamiento se efectúa hacia el exterior de la cadena.
Fig. 8.10.

Pero evidentemente, como los relieves provocados por las cadenas pueden
ser irregulares y accidentados por depresiones, la disposición de los mantos
de deslizamiento puede ser más compleja. En el límite los mantos pueden
formarse fuera de las cadenas, como consecuencia de los movimientos
únicamente verticales.

Fig. 8.10 Disposición de los mantos de deslizamiento del Mediterráneo occidental con
indicación del sentido y de la importancia del deslizamiento. Flechas finas: mantos del surco
externo; Flechas gruesas: mantos del surco interno.

Condiciones litológicas del deslizamiento

Mientras no existan niveles plásticos no se producen deslizamientos


importantes y esta simple condición litológica explica la ausencia de mantos
de deslizamiento en muchas cadenas. Cuando hay niveles plásticos pueden
producirse dos casos:

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 Se está en presencia de una potente serie (varios millares de metros)
arcillosa o margosa, totalmente plástica, cuyo límite de ruptura es
pequeño. Basta entonces que existan relieves bastante importantes para
que se desencadenen deslizamientos sucesivos que, al adicionarse,
pueden perturbar volúmenes importantes y corresponder a
desplazamientos notables. Si el fenómeno tiene lugar bajo el agua y si
existe una pendiente favorable, estos desplazamientos acumulados
pueden corrientemente alcanzar varias decenas de kilómetros.

Una gran parte de los mantos de Africa del Norte se originan de este
modo; en efecto, derivan de una serie margosa de varios kilómetros de
potencia (que va desde el cretáceo al Mioceno medio y avanzaron en el
fondo del mar mioceno; muestran una estructura interna, debida a la
sucesión de deslizamientos extremadamente compleja .

 Se tienen rocas de cualquier composición, que pueden ser muy rígidas,


como por ejem. Calizas masivas, pero teniendo en su base un nivel muy
plástico. Si este adquiere una pendiente suficiente, toda la masa que le
recubre puede resbalar y deslizar sobre este nivel de despegue. En la
base de los terrenos secundarios de una gran parte de Europa, se
encuentra un nivel muy plástico formado por arcillas, sal y yeso del Trías,
que origina muchos deslizamientos por gravedad; esto se comprende
fácilmente ya que el límite de ruptura de estas rocas es muy pequeño.

 Igualmente en Africa del Norte, potentes series arenosas de edad


cretácea u Oligocena han deslizado en masa, gracias a la existencia de
un nivel arcilloso muy plástico que se encontraba inicialmente en su
base.

En todos estos casos, las masas deslizadas son desplazadas por lo general
en bloque sin sufrir deformación; de este modo podemos tener series
arenosas horizontales sobre decenas de km2, que sin embargo se han
desplazado varias decenas de km. Estos mantos de deslizamiento de
disposición simple son por lo tanto, desde el punto de vista tectónico, muy
diferentes de los que derivan de potentes series margosas y que están, por el
contrario, jalonadas por contactos anormales.

El problema de la pendiente

El valor mínimo de la pendiente necesaria para el deslizamiento depende


evidentemente, ante todo, de la naturaleza exacta de los niveles en los que
se produce la ruptura. Cuando los deslizamientos se producen bajo el mar, en
niveles no afectados por la diagénesis, esta pendiente puede ser
extremadamente pequeña, simplemente del orden de 1°. Evidentemente este
valor que el caso de sedimentos normales afectados por la diagénesis, pero
parece que en el caso de niveles muy plásticos pueden ser suficientes
pendientes de algunos grados; se citan ejemplos en los que la pendiente no
sobrepasaría de 3° o 4°.

Evidentemente es preciso indicar que el valor de la pendiente no es el único


que interviene en el desencadenamiento de un deslizamiento; estamos en el
dominio de la Morfotectónica e interviene la forma de los relieves; para una
misma pendiente un deslizamiento podrá producirse o no según que el nivel
de despegue esté en superficie o en profundidad.

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Para que existan mantos de una cierta dimensión, es preciso evidentemente
que la pendiente se mantenga sobre grandes distancias, lo que precisa
generalmente relieves importantes.

Desgraciadamente, en la mayor parte de los casos, estos relieves han


desaparecido totalmente y no es posible saber cual era exactamente su
importancia ni por consiguiente reconstruir la pendiente.

A primera vista, cuando los mantos se han desplazado 100 km., como sucede
en Africa del Norte, es necesario admitir que ha habido desniveles muy
importantes (5° en 100 Km. provoca un desnivel de más de 8 Km.) no
obstante, se pueden admitir relieves mucho menos importantes si se supone
que las zonas de relieve se desplazan (Fig. 8.11) o se agrandan, lo que es un
fenómeno muy frecuente. Evidentemente se pueden también relieves
sucesivos, separados por fases de calma; podemos por lo tanto tener mantos
de deslizamiento reactivados por deslizamientos nuevos y de este modo
obtener, en definitiva estructuras muy complejas.

Fig. 8.11 Esquema mostrando como un manto de deslizamiento puede desplazarse sobre
grandes distancias a consecuencia de un desplazamiento de un abombamiento

Relaciones entre los mantos de deslizamiento y la tectónica de


compresión

Los mantos de deslizamiento se forman cuando se producen desniveles


importantes; así pues, en la evolución de una cadena, tales desniveles se
forman tanto antes de la fase de compresión, como durante y después de
ella. De este modo, se puede teóricamente tener mantos anteriores,
sincrónicos o posteriores al plegamiento; podemos decir ante, sin o
postectónicos.

Los mantos de deslizamiento postectónicos Fig. 8.12 Son mucho más


frecuentes, lo que es comprensible ya que los relieves posteriores a la
compresión son siempre importantes y activos durante un largo periodo, lo
que permite a los deslizamientos actuar durante mucho tiempo y por lo tanto
acumular sus efectos; finalmente son estos mantos de deslizamiento los que
tienen más posibilidades de conservarse después de la destrucción de la
cadena. El carácter postectónico de los mantos de deslizamiento aparece
claramente cuando se estudia con detalle su tectónica de detalle; en efecto
se comprueba que el material que deslizó estaba ya plegado y a veces bajo
el frente superior de esquistosidad; tenemos de este modo mantos en los que
el material está plegado y en los que los pliegues y eventualmente su
esquistosidad son truncados y cizallados de cualquier manera Fig. 8.13; se

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tiene entonces un contraste total entre el sustrato de los mantos, formado por
rocas poco o nada deformadas y los mantos intensamente plegados; es
frecuente encontrar rocas deformadas en el nivel estructural medio o inferior
reposando sobre un autóctono no tectonizado.

Fig. 8.12 Ejemplo de matos de deslizamiento postectónicos

Fig. 8.13 Disposición de detalle del frente de un manto de deslizamiento postectónico. El


Mioceno autóctono no está deformado; los materiales transportados están muy
tectonizados y afectados por una esquistocidad

Durante mucho tiempo se ha supuesto que los pliegues de estos mantos


formaron a la vez que se producía el deslizamiento y eran consecuencia del
mismo. En efecto, parece que si el material no es muy plástico, el
plegamiento no acompaña más que raramente al deslizamiento y no se
produce más que en sus regiones frontales, la mayor parte del tiempo el
deslizamiento no va acompañado más que por fenómenos de distensión, que
se manifiestan por fallas normales subhorizontales; pero es cierto que la
importancia de estos fenómenos de compresión y distensión, que afectan los
mantos de deslizamiento dependen en gran parte de las modalidades del
deslizamiento. Por ejemplo, si el relieve frena el avance del manto, éste podrá
plegarse en la proximidad de este relieve, mientras que en otro sitio estará
sometido a un alargamiento.

En definitiva, por lo general es difícil separar las estructuras anteriores al


deslizamiento de las que se superponen y que se deben al deslizamiento
mismo. El estudio tectónico detallado de estos mantos de deslizamiento es
por lo tanto delicado.

Indiquemos que cuando se forman pliegues en un material muy plástico


durante el deslizamiento, tienen un estilo incoherente y orientaciones muy
variables; se puede por lo general, gracias a estos caracteres, separar estos
pliegues de los que son anteriores al deslizamiento.

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Es frecuente encontrar deslizamientos contemporáneos de la fase
geosinclinal, pero es relativamente raro encontrar verdaderos mantos de
deslizamiento, que son por lo tanto pretectónicos. Tales mantos no son fáciles
de poner en evidencia puesto que están intensamente tectonizados; entonces
podemos siempre preguntarnos si estos mantos se deben a una primera fase
de plegamiento o si son anteriores al plegamiento; por lo general, no puede
hacerse esta distinción más que con la ayuda del estilo de deformación; pero
cuando las fases tectónicas posteriores han sido muy intensas, o han sido
acompañadas por un mecanismo importante, el análisis de este estilo no es
posible.

Hay motivo para pensar que los deslizamientos se producen al mismo


tiempo que se efectúa el plegamiento y se conocen efectivamente
numerosos ejemplos Fig. 8.14. Pero es fácil comprender que generalmente
es difícil probar que son contemporáneos los dos fenómenos.

Finalmente es preciso indicar que los mantos no subsisten más que si la zona
en curso de plegamiento está bordeada por un surco marino, en el cual la
series deslizadas pueden conservarse, mientras que los relieves originados
en el plegamiento son atacados por la erosión. Los Pirineos nos suministran
un ejemplo de este tipo.

Fig. 8.14 Ejemplo de deslizamiento por gravedad contemporánea de la compresión, en el que


es difícil separar los dos fenómenos.

Estructura de los mantos de deslizamiento olistolitos y olistostromas

Ya hemos dicho que al estudiar las relaciones entre los mantos de


deslizamiento y la tectónica de compresión, que la tectónica de los mantos
era compleja, puesto que se pueden encontrar pliegues anteriores al
deslizamiento y estructuras (pliegues o fallas normales) originadas durante el
deslizamiento mismo. En lo sucesivo nos preocuparemos de la estructura de
conjunto de estos mantos, sustrayéndonos de las estructuras anteriores al
deslizamiento.

Se comprueba siempre que esta estructura depende estrechamente de la


litología.

Ya hemos señalado que cuando se tienen series muy competentes, tales


como calizas masivas o series arenosas, la forma de los mantos de
deslizamiento puede ser extremadamente simple; por ejemplo series de 1000

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m de potencia pueden permanecer horizontales sobre decenas de
Kilómetros, hasta tal punto que a veces podemos confundir mantos de
deslizamiento con depósitos postectónicos.

Los hechos son siempre mucho más complicados cuando las series
deslizadas son muy plásticas (arcillas, margas). En este caso se comprueba
con frecuencia que los mantos están jalonados por numerosos contactos
anormales planos, que los recortan en unidades de forma lenticular, poco
potentes que se unen unas con otras. Se admite que estas diferentes
unidades corresponden a otros tantos paquetes deslizados; esta
interpretación ha sido adoptada cuando se ha comprobado que los mantos de
deslizamiento submarinos podían estar literalmente interestratificados en los
sedimentos contemporáneos con su emplazamiento, (Fig. 8.15 y 8.16) y que
por lo general tienen todos los intermedios entre paquetes deslizados
aislados y la masa del manto Fig. 8.18 Los Lambeaux deslizados aislados se
denominaron Olistolitos (del griego olisteino: deslizar) por los autores
italianos o incluso Klippes sedimentarios; este último término recuerda que
si los Lambeaux son aislados por la erosión se presentan como "klippes"
normales; el calificativo de sedimentarios recuerda que estos klippes no
perturban para nada la serie sedimentaria en la que están intercalados Fig.
8.17; se presentan en suma, a otra escala, como cantos exóticos intercalados
en una serie sedimentaria y en efecto, se encuentran todos los intermedios
entre simples cantos de dimensiones reducidas (del orden del decímetro
cúbico) y olistolitos de gran tamaño (del orden del hectómetro o de kilómetro
cúbico). Tales olistolitos son generalmente considerados como laderas
escarpadas separadas de una zona de relieve y que han deslizado sobre una
pendiente submarina Fig. 8.18 Frecuentemente se pude demostrar que los
olistolitos se han desplazado varias decenas de kilómetros. Fig. 8.19.

Fig. 8.15 Disposición general de los mantos de deslizamiento en la Fosa Bradámica (Italia
meridional). Obsérvese la importancia del cabalgamiento (30 km.) y la terminación en punta
del manto.

Fig. 8.16 Disposición de detalle del frente de los mantos de deslizamiento en Italia
Meridional.

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Fig. 8.17 Corte de un olistolito calizo intercalado en una serie margosa. Obsérvese la
presencia de cantos en la prolongación de los olistolitos y los repliegues en el subtrato
mioceno, undicando que el deslizamiento se produjo hacia la izquierda.

Fig. 8.18 Esquema ilustrando la génesis posible de olistolitos intercalados en una serie
marina y mostrando como un manto de deslizamiento puede ir precedido por un
olistostroma.

Fig. 8.19 Disposición general de los olistolitos en el Mioceno superior de la fosa de Sicilia
con indicación de su procedencia.

Cuando los olistolitos se emplazan con mucha frecuencia, sin dejar tiempo a
la sedimentación para recubrirlos, se acaba por tener un apilamiento de
oilistolitos, es decir un manto de deslizamiento formado por gran cantidad de
olistolitos; se habla entonces, a veces, de olistostromas.

En este caso, el manto está evidentemente surcado por una gran cantidad de
contactos anormales que separan los diferentes olistolitos.

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Como los contactos anormales son subhorizontales y corresponden por lo
general a superposiciones anormales, con frecuencia se está tentando de
decir que se trata de fallas inversas planas. En efecto, estas fallas planas
corresponden a fallas normales, equivalentes a las fallas que se producen por
detrás de los deslizamientos de terreno; en suma, la dirección de
acortamiento es vertical y la dirección de alargamiento horizontal.

Es sólo en las regiones frontales donde estas mismas fallas, al enderezarse,


se transforman a veces en fallas inversas.

Se observa por lo tanto que los contactos anormales que jalonan los mantos
de deslizamiento pueden en definitiva no ser más que una forma particular de
distensión localizada en los mantos.

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CAPITULO IX

MICROTECTONICA

9.1 DEFINICIONES

La microtectónica se propone estudiar la deformación a escala del afloramiento, de la


muestra y de la lámina delgada, es decir en líneas generales desde escala del
milímetro hasta la del metro.

Los objetivos de la microtectónica son los siguientes:

 Comprender los mecanismos íntimos de la deformación, lo que necesita de


observaciones muy detalladas.

 Conocer mejor la geometría de las estructuras.

 Poner de manifiesto las relaciones que existen entre las microestructuras y las
macreoestructuras, es decir llegar a determinar con la única ayuda de las
microestructuras, la forma de las macroestructuras.

Se trata por tanto de un método complementario de la geología estructural general


que, al analizar las estructuras superiores a la escala hectométrica o kilométrica, no se
ocupa de los detalles ni de los mecanismos de la deformación.

9.2 LOS METODOS DE LA MICROTECTONICA

Necesariamente son particulares debido al cambio de la escala de observación.

Como lleva consigo el efectuar numerosas observaciones sobre una superficie muy
reducida, no es posible "cartografiar" las estructuras. Las observaciones se utilizan de
manera estadística; se emplean para ello diagramas de todo tipo; la plantilla de
Schmidt que utiliza la proyección estereográfica.

Como se utilizan métodos estadísticos es necesario realizar numerosas y sistemáticas


medidas. Se efectúa por tanto un trabajo analítico largo y por lo general tedioso. De
este modo se pasa a veces varias horas sobre un único afloramiento.

La interpretación de los datos necesita la utilización de métodos matemáticos


rigurosos y una referencia constante a los datos de la mecánica de rocas. En una
palabra, la microtectónica introduce un aspecto cuantitativo en la tectónica y por este
simple hecho es una disciplina extremadamente importante.

Los aspectos rigurosos del análisis microtectónico no deben sin embargo hacernos
olvidar que, por lo general, el estudio de las microestructuras no se concibe
ciertamente más que con relación a las macroestructuras, que deben por tanto ser
conocidas con anterioridad.

La microtectónica no puede entonces concebirse como una disciplina autónoma;


supone que todos los datos de la tectónica tradicional son conocidos previamente.
Cuando falta esta unión, los estudios microtectónicos no corresponden por lo general
más que a un trabajo analítico, por supuesto de aspecto riguroso, pero totalmente
alejado de la realidad.

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9.3 ANALISIS MICROTECTONICO DE LAS FRACTURAS

Cuando los materiales están afectados por fallas, siempre es indispensable completar
el estudio cartográfico y geométrico de estas fallas con un estudio microtectónico.

En efecto, la observación muestra que la fracturación se produce siempre a todas las


escalas. Así, por ejemplo, si existe una falla de salto kilométrico, las hay también de
todos los saltos y en particular centimétricos o decimétricos, que son respectivas de la
deformación de conjunto.

Además se puede observar sobre cada fractura toda una serie de detalles, que
frecuentemente es indispensable conocer para saber de qué tipo de falla se trata.

9.3.1 Determinación del sentido de desplazamiento

Evidentemente el estudio de una falla necesita ante todo la observación de las


estrías; pero si estas dan la dirección de movimiento no siempre proporcionan
el sentido, que es sin embargo indispensable conocer. Veamos cuales son los
detalles microtectónicos que permiten determinar con certeza este sentido del
desplazamiento.

a) Caso de fracturas planas

Primeramente podemos señalar que una microtectónica plana de


pequeño salto puede funcionar de tres formas diferentes. Los
compartimentos existentes pueden desplazarse uno con respecto a otro
sin aproximarse ni separarse; también pueden hacerlo separándose o
aproximándose Fig. 9.1

En el primer caso, no se tiene ningún indicio de movimiento, salvo si el


plano de fractura tiene irregularidades o si los elementos se encuentran
bloqueados; estos socaban ranuras paralelas, análogas a las que se
encuentran en los sustrato de los glaciares. Algunas de estas
acanaladuras acaban bruscamente; esta disposición solo puede
explicarse suponiendo que esta extremidad corresponde al final del
recorrido del elemento estriador Fig. 9.2Tenemos aquí entonces un medio
de determinar el sentido de desplazamiento

En el segundo caso, el plano de falla contiene productos de


recristalización, siendo los más frecuentes la calcita o el cuarzo, pero
pueden ser, por ejemplo, asbesto. Todos estos minerales tienen
generalmente una estructura fibrosa oblicua al plano de fractura e
indicadora de la dirección del movimiento Fig. 9.1 Con frecuencia las
placas de calcita o de cuarzo muestran además una estructura lineal,
indicada por recristalizaciones sucesivas, que es paralela a las estrías de
fricción. Tenemos entonces estrías de recristalización.

En el tercer caso y con rocas calizas, los dos labios de falla se


interpenetran por medio de una disolución bajo esfuerzo. Resultan
estructuras de disolución o estilolitos, cuya geometría depende de la
oblicuidad del movimiento sobre el plano de discontinuidad. Cuando la
roca no es soluble son posibles dos casos. Si el esfuerzo cizallante es
inferior a un cierto límite, no se produce ningún movimiento; el sistema
está bloqueado. Si se sobrepasa este límite se produce un

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desplazamiento con fricción y se forman las estrías; generalmente el
sistema se bloquea después de un cierto desplazamiento.

Fig. 9.1 Esquema mostrando 3 tipos Fig. 9.2 Tres aspectos posibles de una fractura con: 1)
de microfracturas. Estrias formadas por un elemento estriador que produce
ranuras en la rosa; 2) Placas de calcita; 3) Juntas
estilolíticas. Se trata sucesivamente de una falla inversa
con: (1) deslizamiento y fricción, (2) Separación, (3)
aproximación y dilución.

b) Caso de fracturas no planas

Si la superficie de discontinuidad está accidentada por irregularidades,


éstas provocan la deformación de microestructuras de recristalización o
de disolución Fig.9.3. Se observa entonces que si las fallas están
accidentadas por pequeños escarpes, siempre con la misma disposición,
el sentido de desplazamiento puede ser tanto hacia un lado como a otro.
Si no se dispone de estructuras de disolución, el mejor criterio para
determinar el sentido de desplazamiento reside en la observación de los
relieves que limitan las placas de calcita fibrosa. Además con frecuencia
se forman geodas con cristales automorfos que dan inmediatamente el
sentido del desplazamiento (Fig. 9.3). Se pueden encontrar a la vez
figuras de recristalización y de disolución (Fig. 9.4) Incluso si las
variaciones de buzamiento de una falla son pequeñas y progresivas,
pueden sin embargo ser utilizadas Fig. para la determinación del sentido
del salto.

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Fig. 9.3 Ejemplo de fallas no planas funcionando como falla normal o inversa. En el primer
caso se forman cavidades que pueden estar rellenas de calcita. En el segundo se forman
estilolitos.

Fig. 9.4 Microfractura mostrando a ambos lados figuras de recristalización y de disolución


bajo esfuerzo y forma de recristalización en las fallas no planas. En los dos casos el
sentido del salto se deduce inmediatamente.

c) Casos complejos

Frecuentemente sucede que se encuentran en una misma falla varias


generaciones de estrías de orientaciones diferentes. Estas diferentes
direcciones aparecen a menudo sobre placas de calcita o de cuarzo
sucesivas (Fig. 9.5) Las estrías pueden finalmente ser curvas; son por lo
tanto indicadoras de rotaciones. La cronología relativa de los movimientos
puede determinarse observando cuales son las estrías que cortan a las
otras.

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Fig. 9.5 Ejemplos de estrías de direcciones diferentes en una misma fractura y de estrías
curvas

9.3.2 Determinación de la dirección de acortamiento y los estilolitos

Cuando se ha determinado con precisión la dirección y el sentido del


desplazamiento de una falla, no por eso se tiene la dirección de acortamiento
que origina esta falla. Sin embargo, se trata de un parámetro muy importante,
puesto que permanece constante sobre grandes superficies, aunque las fallas
pueden ofrecer una gran cantidad de direcciones, de buzamientos y de pitchs
de las estrías. Así pues, los estilolitos permiten dar rápidamente una idea de
esta dirección de acortamiento.

Se sabe que los estilolitos corresponden a superficies de disolución, de forma


irregular (Fig. 9.6). Así pues se comprueba que el eje de los estilolitos, es decir
de las columnas, o más precisamente de las estrías que les acompañan,
guardan estadísticamente una relación casi constante, independiente de las
fracturas.

Fig. 9.6 Esquema explicando la génesis de las juntas estilolìticas y mostrando como se puede, si
se dispone de objetos afectados por los estilolitos, calcular el volumen disuelto.

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Fig. 9.7 Esquemas de estilolitos. A, B, C: Esquemas mostrando las relaciones de los estilolitos
con las fallas y las grietas de tracción. A) Estillolitos ligados a una falla inversa. B) Estilolitos
contemporáneos de grietas de tracción en escalón. C) Relaciones entre grietas de tracción y
estilolitos a lo largo de una falla en dirección. D) Esquema mostrando la disposición de los
diferentes tipos de estilolitos y sus relaciones con las microestructuras.

9.3.3 Determinación de la dirección de alargamiento y las grietas

Cuando hay fracturación, siempre se puede definir una dirección de


alargamiento acompañada o no por una dirección de acortamiento
perpendicular a ella.

A escala microtectónica, la extensión se manifiesta por la abertura de las


grietas, que están generalmente rellenas por productos de recristalización, tal
como calcita y cuarzo, pero que también pueden no estar rellenas más que
parcialmente y corresponder a geodas. A veces estas grietas son paralelas
entre sí y perpendiculares a la dirección de alargamiento. La estructura
fibrosa de los minerales es por lo tanto perpendicular a los bordes de las
grietas. Pero no se trata más que de un caso particular; las grietas pueden
abrirse oblicuamente a la dirección de extensión y tener, por consiguiente,
una estructura fibrosa igualmente oblicua. Fig 9.8. Finalmente las grietas
pueden ser curvas o angulosas y cortarse Fig. 9.9 En estos casos se puede
determinar la dirección de alargamiento, incluso en ausencia de fibras,
enlazando los límites angulosos de una y otra parte de las grietas, es decir
reconstruyendo el estado inicial. Esta reconstrucción es tanto más fácil
cuantos más límites angulosos tengamos y cuanto más variable sea la
dirección de las grietas.

Las grietas mencionadas, pueden producirse a escalas muy variables; su


anchura es por lo general del orden del centímetro, pero en el caso, por

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ejemplo, de un volcanismo contemporáneo de la distensión pueden ir
acompañadas de potentes filones volcánicos de varios metros e incluso de
varias decenas de metros. Frecuentemente sucede que los filones metalíferos
corresponden a grietas; su estudio desemboca entonces directamente sobre
aplicaciones prácticas.

Fig. 9.8 Grietas en escalón rellenas de cuarzo con fibras oblicuas a las grietas. Pérmico de la
zona axial de los Pirineos.

Fig. 9.9 Diferentes tipos de grietas perpendiculares u oblicuas a la dirección de alargamiento.


Casos particulares de dos e incluso tres direcciones de alargamiento.

Fig. 9 10 Ejemplo de grietas de disposición compleja. A la izquierda: observese que se puede


reconstruir el estado inicial aproximando todos los elementos. A la derecha: una generación de
grietas es posterior a la otra

9.4 MICROTECTONICA DE LAS ZONAS CON ESQUISTOSIDAD

9.4.1 Esquistosidad

Se dice que una roca está afectada por una esquistosidad cuando se dispone
en hojas paralelas de origen tectónico, que puede corresponder:

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 Bien al plano de aplanamiento de la materia; se tiene entonces una
esquistosidad de flujo y, si las recristalizaciones son importantes, una
esquistosidad cristalofílica o foliación.

 Bien a una gran cantidad de microfallas o de micropliegues-fallas muy


próximos que se superponen a una deformación continua apreciable;
tenemos entonces una esquistosidad de fractura o de pliegue-fractura;

 Bien a deformaciones intermedias entre estos dos tipos extremos. La


esquistosidad se forma siempre al mismo tiempo que los pliegues y tiene
relaciones simples con ellos. Se dispone paralelamente a su plano axial o
dibuja un abanico simétrico a ambas partes de este plano axial.

9.4.2 Esquistosidad de Flujo

Cuando una roca sufre un aplanamiento y si éste sobrepasa un cierto límite,


es decir a partir de determinados valores de e1, e2, e3, se produce un reajuste
importante de la materia. Varios mecanismos dan lugar a modificaciones en
las rocas. Se produce primera y necesariamente una recristalización de los
minerales en la roca, o al menos de algunos; estas recristalizaciones que se
realizan bajo esfuerzo están orientadas. Al mismo tiempo que las
recristalizaciones se producen disoluciones orientadas, sobre todo en las
rocas carbonatadas. Finalmente, si la roca contiene objetos planos, estos
giran y tienden a aproximarse al plano de aplanamiento.

En definitiva, se obtiene una roca anisótropa dividida en placas según el plano


de aplanamiento X-Y y tanto mejor dividida cuanto más importante sea el
aplanamiento, pero sin que aparezca ninguna discontinuidad.

Para denominar a este reajuste, que aparece como continuo a las escalas de
observación normales, se habla de esquistosidad de flujo. El aplanamiento no
puede visualizarse más que si la roca contiene objetos de forma definida,
tales como fósiles, cantos o nódulos. Únicamente el estudio de tales objetos
permite calcular los valores del elipsoide de deformación, utilizando
ciertamente métodos bastante complicados.

Fig. 9.11 Esquema mostrando la


disposición de la génesis de los
diferentes tipos de esquistocidad
, van siempre acompañados de
una deformación continua
notable. Cuando no se produce
deformación continua se esta en
presencia de falsas
esquistocidades (Fig. inferiores.

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9.4.3 Foliación

La foliación es una esquistosidad de flujo, debido al aumento de la


temperatura, se forma al mismo tiempo que cristalizan los minerales
metamórficos; estos nacen orientados y la mayor parte se disponen
aplanados según la esquistosidad. La roca está por tanto formada por una
sucesión de hojas minarales; se tiene una roca cristalofílica.

El aspecto de la foliación depende a la vez de la intensidad del metamorfismo


y de la naturaleza inicial de la roca; el tamaño de los minerales puede variar
en líneas generales del centímetro, en los niesses, al milímetro en los
micaesquistos finos.

Evidentemente, la foliación es totalmente independiente de la estratificación;


el ángulo entre estas dos superficies puede variar de 0 a 90°, pero en general
es pequeño o nulo. Cuando el metamorfismo es importante y el contraste
litológico pequeño, la estratificación puede difuminarse y acabar por
desaparecer totalmente.

A veces la foliación va acompañada de migración de materia paralelamente a


ella; se forma entonces un bandeado distinto de la estratificación, que se
puede denominar bandeado tectónico.

Es preciso indicar que se pueden obtener rocas "cristalofílicas" por medio de


cristalizaciones originadas en un campo de esfuerzo isótropo; en efecto, en
determinadas condiciones litológicas, los minerales nacen aplanados con
respecto a la estratificación; imitan entonces una foliación de origen tectónico;
pero los minerales no son por tanto sintectónicos, lo que permite separar
fácilmente estos dos tipos de laminados.

Igualmente se pueden obtener rocas acintadas por fusión parcial cuando esta
fusión afecta a lechos paralelos; pero aquí la cristalización todavía es
isótropa.

Fig. 9.12 Ejemplo de bandeado tectónico. Este bandeado es vertical mientras que la
estratificación es horizontal.

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9.4.4 Esquistosidad de fractura

La disposición en hojas paralelas corresponde a microfallas cuyo espaciado y


salto son del orden del milímetro. Estas microfracturas delimitan los
"microlitos"; estos están siempre afectados por una deformación continua que
puede ser débil o poco perceptible, pero que también puede corresponder a
un aplanamiento importante, más o menos paralelo a las microfallas; la
esquistosidad de fractura se presenta entonces por lo general como una
esquistosidad de flujo afectada por microfallas paralelas a ella.

Es difícil situar un límite entre la esquistosidad de pliegue-fractura y la de


fractura; puede convenir denominar esquistosidad de fractura cuando el estilo
netamente dominante es el de fractura.

9.4.5 Esquistosidad de pliegue-fractura y de crenulación

En este caso las microfallas están asociadas a un microplegamiento; las


fracturas son dúctiles y afectan a los flancos de los micropliegues, que son
pliegues similares. Se tienen todos los intermedios entre pliegues-falla y de
pliegues similares del tipo Knick que provocan una crenulación de las
superficies microplegadas, de aquí que se pueda aplicar el término de
esquistosidad de crenulación. La esquistosidad corresponde entonces a los
planos axiales de los microkink-bands; estos son generalmente disimétricos;
cuando son muy disimétricos, los flancos que han sufrido una rotación
importante pueden ser una zona de recristalización; se forma entonces un
bandeado tectónico paralelo a los kink-bands.

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