Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Sinopsis
Empezamos en una cabaña en medio de la nieve. Matt, hablador, está preparando la cena
navideña, e insiste a Joe, más parco, en que lo acompañe y le dé conversación. “Debes haber
hecho algo malo para terminar en este lugar”. Joe se rehúsa a revelarle nada, así que Matt
prosigue contándole sus propias causas: era una especie de gurú, pero “decididamente no
espiritual”.
Lo que hacía era acompañar a muchachos durante el proceso de cortejo: acudían a bares y
fiestas, y a través de un dispositivo muy parecido al grano de Toda Tu Historia (aunque no
veamos manipulaciones temporales y su interfaz sea distinta, está claro que hay un gadget de
efectos oculares potentes implantado en cada individuo), Matt puede guiar a quien lo haya
contratado a tiempo real, desde que escoge la camisa hasta que logre su acometido. El cliente
en esta ocasión es Harry, que asiste a una fiesta empresarial navideña y a quien le interesa
Jennifer. Los acompañamos mientras van desplazándose por lugares cada vez más íntimos;
las intervenciones de Matt van intercalándose con el cortejo. Como será una constante dentro
del episodio, la conversación entre Matt y Joe en la cabaña también interrumpe el relato
interno. Eventualmente, Jennifer decide llevar a Harry a su departamento, pero ella también
oye voces en su cabeza, y confunde los intentos de seducción por una invitación al suicidio
se enteraría de su involucramiento, y decide bloquearlo: para ella, y una vez filtrado por el
dispositivo ocular, Matt no sería más que una silueta de estática, sus palabras
incomprensibles.
En la cabaña, Joe sigue reacio a compartir su historia y Matt continúa: ahora describe su
trabajo de todos los días. En otro relato interno, conocemos a Greta, que pasa por una
consciencia duplicada, un programa software que habita una cookie, sus nuevas condiciones
de vida. No solo está encerrada en un espacio totalmente blanco dentro de una especie de
huevo plástico, sino que debe “operar” el hogar de la Greta “real”, de forma que se sienta
duplicada se niega; Matt, que puede acelerar el tiempo dentro de la cookie como desee, la
somete a lidiar con el vacío durante meses que a él le parecen segundos. De esta forma,
Matt aprovecha la reacción de Joe ("¡eso es esclavitud!") para elogiarlo por su bondad, y
finalmente consigue que hable. A través de su relato, Joe nos va resumiendo su relación con
Beth. Una noche, tras haber invitado a Tim y Gita a casa, descubre que está embarazada, pero
Beth se niega a dar a luz por ningún motivo. Joe enfurece y ella opta por bloquearlo
indefinidamente. Desesperado, Joe la acosa, y ella, que había mantenido el embarazo, toma
acciones legales; luego desaparece de su vida. Pero Joe sabía que pasaba cada navidad en la
casa de su padre; así que establece un peregrinaje navideño para verla a ella y a su hija
difuminadas en siluetas, desde lo lejos. Un día, se entera que Beth ha fallecido, por lo que al
fin conocería a su hija. Visita a su suegro y descubre que en realidad era hija de Tim.
Pasmado, arremete contra su su suegro con una bola de nieve. El viejo muere por el impacto.
Joe abandona la cabaña y se vuelve un vagabundo; luego nos enteraremos que la hija de Beth
misma. Fuera de ella, Matt y Joe estaban a un par de cuartos de distancia, dentro de las
oficinas de la policía. Aunque se le felicita por su desempeño, Matt recibe su castigo: sería
bloqueado p or sociedad entera, difuminado en rojo, como un pervertido. El Joe real sería
juzgado próximamente, pero el que se lleva la peor parte es el Joe duplicado: uno de los
agentes decide elevar el ritmo del paso de tiempo de la cookie a varios meses por segundo,
pone I Wish It Could Be Christmas Everyday a todo volumen y que la tortura se extienda por
Análisis: un portmanteau
Brooker describe este episodio como un típico portmanteau (Inside Black Mirror, 107): el
relato final está compuesto de tres relatos independientes, con una estructura externa que los
contiene, relaciona y provee de sentido. Este tipo de relato, por sí mismo, trae sus
distorsiones temporales habituales (quien narre los relatos internos habrá de remitirse al
recuerdo) e introduce uno o varios narradores intradiegéticos (que añaden nuevos niveles
narrativos al relato); a su vez, cada pequeño relato interno lleva sus propias reglas, su propia
estética y su propio arco dramático. Como espectadores, esperamos que se conecten entre sí,
pero también los iremos juzgando por separado (lo que se gana por esta multiplicidad de
historia, se pierde, una vez más, en inmediatez, proximidad y moméntum; nos lo están
cookie, que contiene micro-universos, y un artefacto ocular del que se explora dos
funcionalidades: la capacidad de bloquear a alguien más y la transmisión en directo. Es esta
última funcionalidad, la menos imaginativa de las tres, la que enfatizaremos en este capítulo.
cuales no se ubican como un objeto decorativo que deba aparecer para hablar
ventanas y formas de medir la experiencia. De este modo, los teléfonos móviles, las
Muy poco después de que se inicie el primer relato interno (de los minutos 4 al 26) ya nos
encontramos frente a dos cursos de acción: Harry durante su salida nocturna y Matt que sigue
(XXXX). Pero las posibilidades de acción de Matt son muy limitadas: solo puede ver lo que
Matt durante este segmento, y aunque hay ejemplos de figuras similares en el cine (los
operadores en The Matrix; todas las transmisiones desde el cuarto de control en las películas
acerca del espacio) rara vez ocupan un lugar tan preponderante dentro del relato. Por un lado,
podemos recurrir a las pantallas para explicárnoslo: Matt no solo comparte, en sus propias
palabras, sus “conocimientos de cómo funciona la mente”, sino que puede acceder a
información fresca a tiempo real (consultando las redes sociales de quienes aparezcan durante
donde esta decisión muestra sus frutos: se añade otra muñeca a la matrioshka, otro nivel
narrativo (lo que Matt cuenta -> lo que Matt vio -> lo que Harry hizo) y en vez de enunciar la
presencia de estos tres niveles, a modo de explicación, el relato va saltando entre ellos; de
esta forma, el relato aumenta y alivia sus tensiones, añade nuevas capas de intriga y, a falta de
una explicación más convincente, le confiere otra musicalidad, más potente, a este segmento.
Como excusa, recordemos que esta relación entre la música y la teoría narrativa siempre ha
estado allí: aún Aristóteles, en el contexto de los versos elegidos, ya aludía a ella. Genette se
refiere dos veces a ella en su Discurso del Relato: primero, para referirse a las velocidades del
relato, compara los cuatro tiempos posibles (elipsis, pausa descriptiva, sumario, escena) con
los presto, allegro, adagio, que marcan la velocidad a la que se debería ejecutar una
composición, pero que en realidad contienen variaciones infinitas (151). Luego, al hablar de
los constantes quiebres de focalización en ciertos pasajes de En Búsqueda del Tiempo
hincapié en que ambas obras hayan visto la luz el mismo año, 262). Esta relación no ha de
Cuando vemos a los tres cursos de acción ocurriendo en paralelo, pensamos en polifonía
(término al que, por supuesto, ya recurrió Bajtín): antes de que se resuelva una intriga ya se
nos presenta la siguiente, y gracias a nuestra capacidad de retener lo que estaba sucediendo
hace poco, el resultado se enriquece. Y pese a que las presenciemos en secuencia, las partes
{{GRÁFICO}}
Entonces apenas inicia el relato interno y tenemos diálogo entre ambos cursos de acción:
Harry la muestra la camisa elegida a Matt (a través de un espejo, pues el rango de visión de
Matt se limita a lo que Harry ve), y vemos a Matt enfrente del monitor que le dice que se
cambie. Estos planos intercalados entre Harry y Matt proseguirán a lo largo del relato interno,
aunque el video y el audio nunca concordarán con exactitud. Se da una elipsis implícita
Luego, escuchamos la voz de Matt en su diálogo con Joe, en off, encima del arribo de Harry a
la fiesta. Harry toma un trago, se acerca al grupo de Jennifer, los entretiene con una narración
narrativo, aunque no se nos muestre imágenes sobre lo narrado). Uno de los integrantes del
perfil del integrante en una red social, accede a una foto en una barbacoa, le describe a Harry
el atuendo: “usaste un sombrero pork pie en junio”. Es una escena similar a una que ya
habíamos visto en Toda Tu Historia, antes de que Liam llegue a la cena (en su análisis,
Scolari, 441, tomará a este capítulo como un ejemplo claro de intertextualidad) y es otro de
los casos en los que el relato se expande a través de los soportes mediáticos al alcance de sus
“Las personas quieren sentirse escuchadas, la seducción se trata de eso”, le dice Matt a Joe, y
con eso se justifican las vueltas constantes a su conversación. Recordemos que el motivo de
todos estos entretenimientos de Matt es conseguir la confesión de Joe, y el método que utiliza
es parecido al que Truman Capote alguna vez usó con Marlon Brando (“Ese pequeño
desgraciado pasó toda la noche hablándome de sus problemas” dice Brando, “lo menos que
podía hacer era contarle un par de los míos”; Clarke, 302) El relato no lo olvida nunca, y cada
que vez que se nos trae de vuelta a la cabaña es para que Matt le arroje a Joe uno de sus
dobles sentidos. Es difícil percatarse de ello a primera vista, pero van sembrando una intriga
de tal manera que, al develarse el crimen de Joe y el afán interrogatorio de Matt, no haya
discordancia con lo que hemos estado viendo. Al mismo tiempo, el curso de acción original
de la cabaña queda establecido como “activo” (a diferencia de un mero contenedor) y con eso
aunque los tres relatos se estén desarrollando a velocidad-escena, cada uno transcurre a un
ritmo distinto, sea por el número de acciones que conllevan, los escenarios en los que
transcurren o el tono en el que se los aborda. Genette y Ricoeur están de acuerdo: la mera
velocidad de una escena (Nuevo Discurso del Relato 29; Tiempo y Narrativa II, 79). Pero
incluso entonces podemos constatar que el relato interno de Harry está repleto de pequeñas
elipsis, mientras que la acción dentro de la cabaña se efectúa sin interrupción (al final, uno de
Ese juego de ritmos también determina cómo percibimos el relato y también está vinculado
con las tensiones en cada curso de acción: la de Harry es más frenética, pues hay más
incertidumbre por el desenlace, es una situación más conflictiva (muchacho virginal trata de
seducir a mujer intimidante), hay mayor movimiento; causas y efectos se suceden con
rapidez. El relato madre, en la cabaña, hace uso de otras t ensiones: la paciente indagación de
cursos de acción, el relato interno de Matt, que debe estar atento y responder a lo que suceda
con Harry a tiempo real, que va disipando las tensiones del cortejo (nunca completamente; la
resolución del asesinato es melodramática, el mismo Brooker lo admite, pero de alguna forma
hemos tenido que llegar hasta allí, 115); otorga verosimilitud y profundidad al personaje de
Hay dos detalles adicionales. El primero está en la tercera pantalla de Matt, a través de la cual
constatamos que hay ocho jóvenes más, atentos a la transmisión. Como un foro tipo reddit,
comentan sobre los hechos, y discuten entre sí. Tomando el punto de Leonardo Murolo, su
presencia no nos sorprende: es algo parecido a lo que vemos en una conferencia de Skype. Es
el siguien paso lógico del servicio de Matt (y parte de las mismas dinámicas de pickup artists
en línea). Sin embargo, propone una nueva capa desde el punto de vista ético-moral-temático:
Por otro lado, nos son interesantes las consideraciones narratológicas que devienen del
montaje. Una vez los tres cursos de acción están operando, el suspense v a mutando con
mayor dinamismo, pero para mantener “vivo” al sortilegio es necesario recurrir a un surtido
de trucos para que los tres cursos de acción “empasten” entre sí. Por un lado, tenemos la
separación de canales auditivo y visual; la voz del Matt narrador, en la cabaña, que ingresa en
el relato de Harry; las respuestas de Matt desde el micrófono que cambian el curso de los
hechos en la fiesta; las respuestas de Jennifer analizadas desde el estudio. También tenemos
las transiciones: el sonido de Harry usando el urinario se convierte en el sonido de las patatas
hirviendo en la cabaña; cuando Matt le dice que proponga llevarle a un sitio más tranquilo,
nos desplazamos de vuelta a la cabaña; cuando Jennifer se excusa para ir al baño, al parecer
convencida por Harry, se aprovecha la creciente tensión sexual y Matt, en la cocina, afila sus
cuchillos; “mi trabajo estaba hecho, me retiré de inmediato”, le dice Matt a Joe, y al siguiente
entrecortadamente; recién unos segundos después sabremos que se debe a que acaban de
subir las gradas y recién han llegado al departamento. Aparte de establecer el interrogatorios,
las vueltas a la cabaña suavizan las elipsis, aumentan las tensiones, le dan cohesión a lo
narrado.
Además, se debe evocar una ilusión adicional con la audiencia: vemos mucho lo de que le
sucede a Harry que Matt, según las limitaciones tecnológicas establecidas, no pudo haber
visto. Esta disonancia, que se repite en todos los relatos internos, es de la que hablan Jost y
Gaudreault cuando venían necesaria la figura del gran imaginador: cuando se aborda un relato
con uno o varios narradores intradiegéticos, si es que el narrador está dentro de la historia, no
puede verse desde afuera. Pasa con Matt en el estudio y con Harry allá fuera. La cámara nos
muestra más de lo narrado. La naturaleza del personaje de Matt presupone una dificultad
adicional: le vemos mentirle a Joe explícitamente en dos ocasiones: con respecto a que
alguien más haya estado viendo los hechos y con respecto a cómo se enteró del asesinato
(“mi trabajo estaba hecho”), lo que puede darnos a entender que lo que se nos ha estado
mostrando ha sido una versión halagadora de lo que realmente sucedió. Con Joe pasa lo
mismo, pero las discordancias entre lo que él narra y lo que muestran las imágenes nos da a
entender que sí podemos confiar en el gran imaginador. Estas disonancias también nos
regresos a la cabaña se volverán más infrecuentes y los cortes más esporádicos. El final del
primer segmento y la mayor parte del tercero giran en torno a otra faceta tecnológica
del bloqueador, puede elegir “desaparecer” de la percepción del bloqueado. Una de las
de Joe, perpetuado durante cinco años y luego revelado como erróneo, es lo que lleva al
desenlace brutal en la cabaña de su suegro. “¿De qué hija hablas?”, le dicen a Joe, que recién
entonces se entera de cierta información elemental, al alcance de todos excepto para él. Este
Cuando Genette nos introduce el tiempo del summary se refiere a él como un anglicismo,
típicamente inglés. El relato interno de Joe se sucede de esta manera: en un ritmo asimétrico,
con aceleraciones y ralentizaciones desiguales, se detiene en dos escenas concretas pero nos
muestra “pedazos” de muchas otras. En total, el período narrado comprende unos cinco-siete
años (queda indeterminado cuánto tiempo de noviazgo queda entra la cita mostrada, que no
significa que el ritmo de narración sea más “rápido”: el primer segmento de este episodio
comprende una sola noche, pero su ritmo es más trepidante. La misma naturaleza del sumario
le obliga a explicar más, y que los hechos individuales pierdan fuerza narrativa porque su
significado se disipa dentro del periodo del segmento en cuestión (comparemos la exaltación
de “¡le tocó la pierna!” durante la cita, frente a “Beth murió, fue terrible, pero…”, un hecho
que, desde el abordaje elegido, tiene más valor causal que peso dramático). Sin embargo, se
debe concretar una anacronía de mayor amplitud; recordemos que el portmanteau sí convierte
a cada relato interno en un gran flashback que habrá de renderizarse. Y en este segmento no
elipsis masivas (“pasó una semana, pasaron seis meses, el año siguiente…”) sino que se
establecen repeticiones que otorgan corpulencia al tiempo transcurrido (“envié una carta. Y
otra. Y otra.”). El mismo “peregrinaje navideño” de Joe nos permite vislumbrar lo que
Genette mantenía por distorsiones de frecuencia: se nos presenta un collage de Joe acudiendo
al mismo sitio, dejando un conejo de madera, reconociendo a la bebé como niña, sin que se
haga explícito que toma corresponde a qué momento del tiempo. Pero tengamos presente que
Por último, tenemos a la cookie, que sí tiene varios efectos sobre la narración. El primero es
del episodio desplaza todo lo que hemos visto hasta entonces a un nivel narrativo inferior. Sin
embargo, ya que la narración superior no nos es revelada hasta el final, esto no tiene
Nuevo Discurso del Relato, 66). Lo que sí es de nuestro interés es el peso intradiegético que
gana el artificio narrativo: Matt consigue la confesión de Joe tan solo desplazándolo a otra
locación (como una realidad virtual), cambiando sus circunstancias inmediatas y haciendo
uso de relatos: de alguna manera, engloba la realidad en una narración paralela, y aquello es
renderizar el espacio de una realidad completa, y que si bien las conciencias artificiales que la
habitan pueden hacer uso pleno de sus facultades, su rango de acción es limitado (podemos
inferir, por ejemplo, que Joe, tras haber confesado, no puede salir de la cabaña). A su vez,
tampoco podemos determinar qué otros rumbos puede tomar la conciencia atrapada, y si es
que la cookie es tan solo una interfaz intercambiable en el que se recree su expresión,
movilidad y sus procesos “conscientes”, o si es que por sí misma sirve para procesar el
software. Se asume el primer caso: durante el segundo segmento, Matt dice que debe tener
cuidado de “no quebrar” a la conciencia duplicada, si no, “van a parar como inteligencia
artificial de bajo nivel en videojuegos”; ese traslado debe llevarse a cabo de alguna forma. A
su vez, podemos inferir que los “comandos” de Greta están conectados con todos los
artefactos de la casa mediante algún tecnología menos “visible” que el huevo plástico sobre el
Lo que sí sabemos es que agentes externos pueden operar sobre la cookie con facilidad: lo
vemos durante el segundo segmento y al final del episodio, con los cambios de tiempo
pasa a convertirse en la cabaña durante ocurrió el siniestro. Y uno de los ángulos temáticos
cookie, un artilugio a primera vista adorable pero que una y otra vez permite desenlaces de
crueldad desaforada, es la que mejor lo resume. Barry Veder y Erin Espelive hablan de la
estética particular, presente en toda la serie pero sobre todo en el segundo segmento de este
episodio, basada en la blancura de la luz eléctrica. “Las pantallas son negras, las luces
brillantes y los medios cálidos, escudándonos del oscuro nihilismo del más allá… esta visión
es central a la postura existencial de Black Mirror. Este aura es simbolizado por las luces
claras y los espacios blancos fluorescentes de numerosos reinos tecnológicos sin salida. Estas
luces elećtricas y las pantallas electrónicas son la forma estética a través de la cual
funcionamos, nos comunicamos y existimos en el presente” (350). Esos “medios cálidos” son
Una y otra vez, este capítulo nos muestra cómo las conveniencias veniales de los dispositivos
fatales: la Greta duplicada debe convertirse en una esclava a tiempo completo para que la
bloqueo lleva a un malentendido mortífero; el atajo que toma Harry lo lleva a su perdición.
Todos los personajes del episodio actúan según su conveniencia individual, y todos reciben
su castigo por ello (el mismo Brooker admite que puede que alguno haya sido desmedido,
119). Pero pese a que el desenlace mostrado durante la última escena sea horrorosa (un
castigo peor que la muerte), incluso entonces la serie no se desprende de sus raíces
que hemos presenciado, vamos del detalle de una bola de nieve a un detalle de una bola de
nieve que la contendría, la canción pop “tortuosa” pasando de fondo diegético al foco
principal: es navidad, y esto no es más que un show televisivo. Esta faceta autoconsciente