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galerías y ateneos.
Evolución histórica de los museos, galerías y
ateneos.
El origen de los museos hay que entroncarlo con dos hechos importantes: el coleccionismo
y la Ilustración El primero, cuyos orígenes hay quien los encuentra en el saqueo de Babilonia
por los elamitas, alcanza en Europa su auge con las monarquías absolutas, aunque en
paralelo al coleccionismo estatal se desarrolla uno privado, especialmente extendido en
Gran Bretaña y Holanda. En cuanto a la Ilustración, hay que subrayar que el Louvre, como
museo público que servirá de modelo a los museos nacionales europeos.
Podemos deducir que, al margen del desarrollo del coleccionismo y del espíritu ilustrado,
existía en los siglos XVII y XVIII un ambiente cultural propicio a abrir este tipo de
instituciones. El S. XIX trajo la extensión por toda Europa de estas instituciones y a su vez
una serie de planteamientos teóricos que perduran en nuestros días y que ponían en crisis el
mismo concepto de museo. Alemania jugó un papel importante en la sistematización y
organización de los museos.
Las primeras definiciones “oficiales” del museo surgen en el s XX y emanan del ICOM, el
Comité Internacional de Museos, surgido en 1946. En sus Estatutos de 1947, se proclama
que es tal “toda institución permanente que presenta y conserva colecciones de objetos de
carácter cultural o científico con fines de estudio, educación y deleite”.
Aquella definición marcó un hito importante en el desarrollo del museo moderno y tuvo
resonancias prácticas en la política museística y determina los ejes teóricos en los que se
basa el museo hoy y sirven de marco general al desarrollo de estas instituciones de diversos
países.
La elección de medios por parte del museo para cumplir su misión depende de la política
museística de cada país. Dentro de esta política museística, el museo se concibe como la
suma de contenidos (colecciones), continente (edificio), personal interno (especialistas,
administrativos, técnicos, subalternos) y externo (público).
Los orígenes de las galerías de arte se remontan a Grecia y Roma. En Grecia,
la pinacotheca era un espacio destinado a guardar tablillas votivas pintadas; ésta ocupaba
el ala norte de los propíleos. En Roma, donde el aparato del Estado envía al pueblo sus
mensajes por medio de la imagen, muchos generales exhibían en sus casas los botines de
guerra, consolidándose así el coleccionismo, que alcanzará su auge con las monarquías
absolutas. Durante los siglos XVII y XVIII, la presencia de galerías es un hecho común en
todos los palacios, tradición que iniciaron las grandes familias renacentistas y los Papas.
En los palacios se exponían fundamentalmente pinturas que sustituyen a las antigüedades y
retratos del siglo anterior (XVI). Entre ellas, destacan las galerías de Viena, Dresde y
Düsseldor.
Ahora bien, las galería han evolucionado puesto que hoy en día es un espacio destinado,
principalmente, a la exhibición de obras de arte; es en este punto donde la galería
entroncaría con el museo. Gran parte de estos espacios se dedican a la promoción de artistas
noveles, mostrando y dando a conocer su obra; dado que los programas de los artistas de
hoy son tan complejos como variables, precisan de la reordenación de los objetivos y suelen
ser las galerías de arte las que cumplen esta función. Así mismo, se convierten en lugares de
encuentro para todos aquellos que aman el arte en todas sus dimensiones.
En el caso de los ateneos, fue en Europa hasta después de la Revolución francesa, cuando
empezaron a proliferar para difundir los ideales de la Ilustración. En España los Ateneos
no aparecen hasta el siglo XIX y están siempre relacionados con la Ilustración. Estos
primeros Ateneos españoles toman como modelo el Athenée de les Arts, fundado en Paris en
1792. Fueron los liberales exiliados en Londres durante la “década ominosa” y entre ellos
el Duque de Rivas quiénes fundaron el Ateneo de Madrid.
Adelantados del movimiento ateneísta fueron el Ateneo catalán, de 1860, y el Ateneo Balear,
de 1862; el primero se fundió con el Centro Comercial y Mercantil de Barcelona, dando
lugar al Ateneo Barcelonés, en 1872, de ilustre trayectoria hasta nuestros días.
sin embargo, a partir de 1875, con la Restauración, como dijimos antes, cuando se van a
extender por toda España: Cádiz, Sevilla, La Laguna, Mahón, Albacete, Alicante, Valencia,
Cáceres, Málaga, Burgos, Gijón, Santander, entre otros.
Liberalismo y romanticismo se dan de forma conjunta y mancomunada en este tipo de
instituciones como sus señas de identidad más específicas, y es sin duda este doble carácter
el que explica su enorme fecundidad en el medio hispánico; recordemos que los Ateneos
proliferan no sólo en España, sino en toda América Latina.
Muchos de nuestros pensadores (Ortega y Gasset, Unamuno, Gavinet, Antonio Machado)
llevaba en su interior la esencia del “ateneismo”: el entender la vida como una interminable
conversación, materializada en las consecuentes tertulias. Y es que, si hay algo que
caracteriza a la actividad de los Ateneos, es el ejercicio de la tertulia. Esta institución es la
expresión más neta de la vocación hispana por la conversación; por eso allí donde hay un
grupo de españoles juntos surge de forma espontánea la tertulia, es decir, fundan un Ateneo.
Los ateneos populares se denominaban Ateneos libertarios, obreros, populares, anarquistas,
eclécticos, sindicalistas, neutros, racionalistas, de divulgación social, Casas del pueblo,
Universidades Populares, etc. Se puede decir que los ateneos populares o libertarios fueron
una verdadera Universidad popular para la clase obrera de todas las edades, donde fue
adquiriendo la formación cultural que le había sido negada por su condición social.
Historia del coleccionismo
El almacenar objetos bellos o enigmáticos se refiere a lo que conocemos hoy como
coleccionismo, en el mundo antiguo ya encontramos grandes aglomeraciones de objetos
que constituían algunos de los tesoros más interesantes jamás desenterrados como
los terracota que acompañaban la tumba de Qin Shi Huang (210 a. C.) o las tumbas de los
faraones en Egipto. En Grecia, la casta sacerdotal también acumulaba tesoros de metales
preciosos que se guardaban en los templos y que raramente se exhibían, exceptuando las
piezas de mayor tamaño y que podían servir para funciones litúrgicas.
En el mundo romano existió el coleccionismo, conceptualmente distinto al actual, pero
existía una voluntad de poseer esas obras. En la Edad Media, No les interesaban las
pinturas ni las esculturas por su valor estético, sino por su utilidad (religiosa) y no se
coleccionaban, sino que se encargaban cuando eran necesarios. Se tenía mucho aprecio a
las reliquias de santos. Había un fuerte interés durante esta época por ciertos objetos
singulares y exóticos que no tenían nada de artísticos. Se valoraba muchísimo, por ejemplo,
los huesos de gigantes(dinosaurios) y los cuernos de unicornio, que no eran más que el
colmillo de un narval, un pequeño cetáceo. También les fascinaban los cocodrilos, por
asemejarse a lo que el imaginario colectivo identificaba como dragones, y aún hoy en día se
pueden encontrar algunos colgando del techo de algunas iglesias. Lógicamente, también
estaban muy bien valoradas las monedas, las medallas y los camafeos por su valor material.
En el siglo XV Hubo personajes como Lorenzo de Medici, quien se dio a conocer por su
asombrosa colección de escultura, pintura, manuscritos e inclusive animales exóticos. como
las cartas de Hernán Cortés dirigidas al emperador Carlos V. Allí se narra su asombro cuando
al entrar al palacio de Moctezuma se entera de que, en las inmediaciones de la residencia
existe un área dedicada a mostrar animales salvajes y aves traídas de sitios lejanos para
regodeo del tlatoani. Escritos como estos o también las pinturas o bocetos de los artistas,
nos relatan elementos exóticos. El mismo Leonardo da Vinci esboza un camello y Giorgio
Vasari una jirafa, animales que formaban parte de las posesiones de Lorenzo de Medici, más
tarde conocidas como menageries. El Papa Julio II se deleita con pinturas de Raphael,
Francisco I lleva a sus aposentos el cuadro de la Monalisa, mientras que Enrique VIII hace
a Holbein pintar su retrato. Casos similares encontramos en cualquier otra civilización
coetánea, como la precolombina a lo largo de América.