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Introducción a la psicología social

Psicología social y memoria histórica

23. Lenguaje, consciencia, memoria: funciones superiores

El lenguaje es social en todos los tipos de formas: como sistema de símbolos yace
en el núcleo mismo de la vida social. Tal vez el pensamiento en sí mismo esté
determinado por el lenguaje. Tendemos a percibir y a pensar el mundo en
términos de categorías lingüísticas, y el pensamiento a menudo implica una
conversación interna silenciosa con nosotros mismos. Vygotsky cree que el habla
interna es el medio de pensamiento y que es mutuamente interdependiente con el
habla externa (el medio de comunicación social). Esta interdependencia sugiere
que las diferencias culturales en el lenguaje y el habla se reflejan en diferencias
culturales en el pensamiento. Sapir y Whorf propusieron una versión más extrema
de esta idea en su teoría de la relatividad lingüística (concepto de que el lenguaje
determina el pensamiento y de que, por lo tanto, la gente que habla lenguas
distintas ve el mundo de maneras diferentes).

La versión más fuerte de esta teoría es que el lenguaje determina totalmente el


pensamiento, de modo que las personas que hablan diferentes lenguas ven el
mundo de formas muy diferentes y viven en efecto en universos cognitivos
completamente diferentes. Los inuit (esquimales) tienen un vocabulario con
muchos más vocablos para la nieve que otros idiomas: ¿esto significa que de
hecho ven más diferencias en la nieve de las que nosotros vemos?

En general la psicología social del lenguaje tiende a estar vinculada más con el
modo en que algo se dice que con lo que se dice (con la forma de hablar más que
con el contenido del discurso).

Marcadores sociales del discurso

Existen pocas diferencias interpersonales importantes o fiables en la forma de


hablar o en estilo del discurso. Las personas en general tienen un repertorio de
formas de hablar, y automática o deliberadamente adaptan la forma de hablar o el
discurso al contexto del evento comunicativo. Por ejemplo, solemos hablar
lentamente y utilizamos palabras cortas y construcciones gramaticales simples
cuando hablamos con extraños, con niños o adultos mayores. Utilizamos
construcciones más largas y más complejas o variedades más formalizadas de
lenguaje cuando nos encontramos en un contexto formal, como una entrevista, un
discurso.

Brown y Fraser han graficado los distintos componentes de una situación


comunicativa que puede inferir en la forma de hablar y distinguen entre dos
características:

La escena (p.ej., su propósito, la hora del día, si hay espectadores)

Los participantes (p.ej., su personalidad, el grupo étnico, si existe aprecio)

Dado que se trata de una clasificación objetiva de las situaciones, es importante


tener en mente que es posible que diferentes personas no definan la misma
situación objetiva de la misma forma. Lo que parece un contexto formal para una
persona puede parecer muy informal para otra. La percepción subjetiva influye en
la forma de hablar y en el estilo de discurso.

Furnham avanzó un paso más y señaló que no solo le prestamos atención al estilo
del discurso o forma de hablar, sino que también podemos buscar situaciones que
sean apropiadas para una forma de hablar preferida.

P.ej., si deseas tener una conversación informal es probable que elijas un bar en
lugar de una biblioteca como punto de reunión.

La variación contextual en la forma de hablar significa que la forma propiamente


dicha puede decirnos algo acerca del contexto: en otras palabras el habla (o estilo
del discurso) contiene indicios o señales acerca de quién está hablando, en qué
contexto y sobre qué.

El habla contiene marcadores sociales (características del estilo del discurso que
transmiten información acerca del estado de ánimo, el contexto, el estatus y la
pertenencia a un grupo).

Algunos de los marcadores más investigados son de las membrecías o


pertenencias a los grupos, como clase social, el grupo étnico, el sexo y la edad.
Los marcadores sociales son claramente identificables y actúan como señales
fiables de la pertenencia a un grupo.
Forma de hablar, estilo del discurso y grupo étnico

El lenguaje o la forma de hablar es uno de los marcadores más claros y distintivos


de la identidad étnica. Por lo tanto, que las personas acentúen o dejen de usar su
lengua étnica estará influido por el grado en que consideren su identidad étnica
como fuente de autorrespeto y orgullo. Esta percepción a su vez, estará influida
por la naturaleza real de las relaciones del estatus y poder entre los grupos étnicos
de la sociedad. Casi todas las sociedades son multiculturales y contienen un
único grupo de alto status dominante cuya lengua es la lengua franca de la
nación y algunos grupos étnicos cuyas lenguas son subordinadas.

La palabra conciencia proviene del latín conscientĭa, que significa “con


conocimiento”. Se trata del acto psíquico que permite a una persona percibirse a sí
misma en el mundo. La conciencia es el conocimiento reflexivo de las cosas.

La psicología señala que la conciencia es el estado cognitivo a través del cual un

sujeto puede interactuar con los estímulos externos que forman la realidad y, a

partir de esa interacción, interpretarlos.

La conciencia social, por su parte, puede definirse como el conocimiento que una

persona tiene sobre el estado de los demás integrantes de su comunidad. El

individuo con conciencia social es, justamente, consciente de cómo el entorno

puede favorecer o perjudicar el desarrollo de las personas.

La conciencia social supone que el ser humano entiende las necesidades del
prójimo y pretende cooperar a través de distintos mecanismos sociales.

La memoria (vocablo que deriva del latín memoria) es una facultad que le permite
al ser humano retener y recordar hechos pasados. La palabra también permite
denominar al recuerdo que se hace o al aviso que se da de algo que ya ha
ocurrido, y a la exposición de hechos, datos o motivos que se refieren a una
cuestión determinada.
24. Memoria histórica, individual y social

La memoria histórica es un concepto historiográfico de desarrollo relativamente


reciente, que puede atribuirse en su formulación más común a Pierre Nora, y que
vendría a designar el esfuerzo consciente de los grupos humanos por entroncar
con su pasado, sea éste real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial
respeto. Ese esfuerzo consiente de los grupos humanos daría como resultado una
memoria histórica colectiva, mientras que, podríamos hablar de otra memoria
individual o particular propia de cada individuo. Realizado este planteamiento, no
tendremos otro remedio que reconocer la existencia de tantas memorias como
personas existen. Los puntos en común, los nexos de unión de todas y cada una
de esas memorias individuales, irían configurando las memorias colectivas,
diversas, heterogéneas, plurales. Toda memoria lo es con respecto a un hecho
acontecido en el pasado, un pasado más reciente o más lejano, que forma parte
de un individuo, de un colectivo, de un estado…y por tanto de su historia. Esto nos
lleva al concepto de memoria histórica. Sin embargo, ¿es correcto hablar de
memoria histórica en singular, o lo sería más hablar de memorias históricas? Y, si
lo plural se ajusta mejor a los planteamientos, ¿de cuántas memorias históricas
deberíamos hablar?, ¿cuál o cuáles serían las más idóneas de todas ellas?

Hacer-tener memoria es mucho más que evocar el pasado tal y como fue en
realidad, y que los intereses y las relaciones en el presente son la marca que
determina su desarrollo. En general, y así también en el ámbito de este estudio, la
experiencia que es vivida subjetivamente, pero compartida y compartible
culturalmente, es susceptible de la agencia humana a partir del interés presente,
no como un anclaje en el pasado meramente motivado por el trauma, sino por su
potencialidad en la determinación del horizonte futuro de lo simbólico, entendiendo
por tal en términos de Gómez Muller, “la instancia de producción de inteligibilidad
práctica e histórica” donde se juegan también las resoluciones. De esta manera,
las políticas de la memoria emergen como escenarios de dotación de sentido, en
constante transformación, determinado por las interacciones sociales como
interacciones de poder

En psicología podemos abordar el tema de memoria histórica de muchas


maneras. Desde un enfoque individual podemos trabajar directamente con
sobrevivientes o con, ex guerrilleros o militares abordando sus traumas, su
rehabilitación e incluso si sufrieron lesiones que les causaron discapacidad se
puede abordar ese duelo y resurgimiento. El enfoque social nos ayuda a
comprender de forma más global los fenómenos psicosociales y la psique del
colectivo, pues sabemos que tiene historia, su entorno también, que le afecta de
una u otra manera en su vida. Eso se torna muy importante pues hay preguntas
que a veces como personas nos hacemos y no hallamos respuesta con lo que
tenemos ante nuestros ojos porque no nos enseñan a escudriñar en el pasado,
donde podemos encontrar las causas o los detonantes. Como en el caso de
entender a nuestros gobiernos. En ese sentido podemos trabajar en encontrar
respuestas a dudas que surgen en el individuo y en los colectivos.

Tras años de violencia y silencio en nuestro país la memoria es un pilar sobre el


cual se puede construir propuestas de transformación de una comunidad, pues al
recuperar de forma colectiva el inicio y desarrollo de los acontecimientos que
responden a las preguntas del por qué y para qué se llevaron a cabo decisiones
que han llevado a la coyuntura presente, se sientan las bases para realizar
proyectos de desarrollo que benefician a los y las comunitarios/as.
La importancia de la memoria histórica es evidente, al no tomarse en cuenta se
podría cometer errores que perjudican enormemente a la comunidad, al valorarla
estamos partiendo en el camino correcto para empoderar a los/as comunitarios/as
que se convierten en actores sociales, en sujetos activos que se comprometen a la
transformación de su contexto.
Emile Durkheim a finales del siglo XIX, quien planteara el concepto de conciencia
colectiva, definido como: el “conjunto de creencias y sentimientos comunes al
término medio de los miembros de una misma sociedad, que constituyen un
sistema determinado que tiene vida propia”. Sobre esta base, se hizo claro en las
ciencias sociales que más allá de la facultad individual de “recordar”, la memoria
es un problema vinculado también con la existencia de afectaciones a nivel
colectivo de determinados acontecimientos relevantes socialmente, las cuales
dejan huellas, o impactos objetivamente identificables de los hechos pasados, y
que hacen parte de la vida, la reafirmación de la identidad y la constitución de la
noción de “comunidad”. No obstante el avance en la ruptura del esquema de
pensamiento ilustrado sobre la memoria, el planteamiento de Durkhemin fue y
continúa siendo fuertemente cuestionado como base para conceptualizar el
asunto, sobre todo por la idea de una conciencia que vive por encima de los
individuos. De esta suerte, fue Maurice Halbwaks quien se encargara de proponer
los conceptos que posteriormente han sido más aceptados en lo que se refiere a
la memoria colectiva como asunto que rebasa la individualidad, pero sin negar la
subjetividad.
La memoria colectiva, en términos de Halbwaks, implica necesariamente la
imposibilidad de que los individuos recuerden sin apelar a los contextos en los que
están inscritos, y que además lo hacen a partir de la estructura de los códigos
culturales que comparten con otros. De esta manera, la posibilidad de intervención
sobre dichos marcos convierte a la memoria en una preocupación esencial del
poder, desde siempre, y resulta ser entonces mucho más que un lujo simbólico o
un elemento del catálogo de momentos excepcionales, como los procesos
“transicionales”. De allí se advierte, entonces, la importancia que han tenido a lo
largo de la historia las diferentes decisiones sobre el tratamiento del pasado, la
razón por la que las ciudades y los espacios vitales están marcados por
elaboradas referencias de sentido de la vida social y política, así como la
naturaleza de los decretos de “perdón y olvido”. Pero aún más, a partir de una
comprensión lógica sobre la naturaleza e implicaciones de los acontecimientos
que se inscriben en lo que llamamos provisionalmente conflicto y violencia socio-
política (en tanto que su explicación general es el objeto mismo de este trabajo),
es claro que éstos son aún más relevantes en su nivel de afectación grupal, así
como en cuanto a su interpretación y tratamiento posterior, como determinadores
de las relaciones sociales, por lo cual son asunto de especial consideración.

http://www.sociedadelainformacion.com/19/memoriahistorica.pdf
https://www.javeriana.edu.co/biblos/tesis/politica/tesis491.pdf

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