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Azalea Alhelí Pineda Zapata 1

Jan Recine

Fue un escritor muy renombrado que se distingue por sus aportaciones que
después podrían considerarse obras maestras. A pesar de haber dedicado sus
primeros años a escribir poesía, se incursionó como dramaturgo al estrenar su
primer obra llamada la Tebaida, esta fue llevada a escena por la compañía de
Moliere, sin mucho éxito, lo cual llevó a Recine a reconsiderar quién llevaría sus
textos en escena, encomendando esta tarea a una compañía enemiga a la de
Moliere, lo cual los llevó a enemistarse. Pero este apenas sería el inicio de una larga
carrera.

Su gran inquietud durante su etapa de estudiante por los textos Eurípides y Sófocles
lo llevo años más tarde a catapultarse como un gran adaptador de tragedias griegas
y romanas. Entre las que destacan obras como Andrómaca, Británica, Berenice y
Fedra. Esta última saboteada por sus opositores que encomendaron a un escritor
escribir una Fedra que alcanzó inclusive más éxito en sus tiempos.

Existen algunos patrones estructurales que resultan ser propios de su dramaturgia


entre ellos el amor como el centro más poderoso que puede llevar a los personajes
a su fatalidad, pues se trata de un amor abrumante, incontenible y pasional que
puede llenar de culpa a los personajes y dar fin con ellos. En un segundo término
también está la crisis o la liberación de los personajes por la cual al verse
aprisionados en una situación el destino cambia liberando a los personajes de sus
culpas, encaminandolos hacia la confesión y la paz, sin embargo cruelmente hay un
revés en el cual vuelven a la situación inicial en donde se sienten aprisionados
inclusivamente más que la anterior.

Esto demuestra que a pesar de ser contemporáneo de Moliere tenía una visión muy
distinta del teatro. Sin embargo se dice que fue el detalle puesto en sus obras lo que
lo hizo trascender de tal modo y configurar un teatro con la fortaleza para que se le
reconocería como tragedia clásica moderna.
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Fedra

Fedra es una mujer casada con Tesone que está enamorada de su hijastro Hipólito,
por lo cual una fuerte culpa la persigue durante toda la obra pues es deshonroso
para su esposo, ella se lo confiesa a su nodriza quien la alienta a contarle a Hipólito
una vez que se enteran que Tesone ha muerto. Sin embargo la rechaza de manera
abrupta pues además de todo él está enamorado de Arcia una joven heredera de
sus contrarios y planea huir con ella. Esto alienta las ideas suicidas de Fedra, sobre
todo cuando se da por aviso que Tesone no ha muerto y se dispone a volver
después de mucho tiempo de haberse ausentado. Y ahí entre la culpa y el miedo la
nodriza de Fedra le cuenta a Tesone que fue Hipólito el que se le insinuado a Fedra.
Provocando que Tesone destierre a su propio hijo. Tras todo esto Fedra se ve en la
obligación de confesarle la verdad a Tesone pero este le dice que Hipólito se excuso
confesando su amor por la hija de su enemigo. Hipólito abandona la ciudad y se
casa con Arcia. Fedra termina por ceder y le cuenta todo a Teseo, terminando
ahogada intentando limpiar sus culpas con el agua.

Fedra es una gran obra por poder haber hibridado elementos de la tragedia griega y
al mismo tiempo aplicar los ya antes mencionados por Recine. Por otra parte habla
desde la moralidad como un espectro entre lo divino y lo real. Pues Fedra en todo
momento se siente comprometida a decir la verdad, más allá de los daños divinos
se sentía comprometida por su esposo. Además de abordar la traición hacia Tesone
no solo de parte de Fedra, si no también de su hijo quien optó por una mujer
perteneciente al bando contrario.

Las semejanzas con la tragedia shakesperiana son muchos al menos desde el rol
de la mujer como una incitadora y provocadora de los conflictos en la obra, lo cual
coloca a Fedra como otro de los personajes enigmáticos de la dramaturgia clásica.
Imprimir en la mujer la imagen de un ser caprichoso y despechado ha sido una
constante de los clásicos de este periodo de tiempo y sin embargo en esta obra
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cobra un valor muy peculiar por tratarse de la culpa de una mujer que prefiere morir
antes de enfrentar la situación.
Hablar de la tragedia griega es algo complicado porque está centrada en el destino
divino y los posibles castigos de los deshonrados. Sin embargo el equilibrio de la
tragedia clásica francesa toma relevancia por comenzar a aterrizar conceptos
propios del hombre y adentrarse a cuestiones más propiamente psicológicas, como
lo es en este caso una mujer trastocada, caso más o menos equiparable a Ofelia de
Hamlet que a pesar de estar afectada por otro motivos también es un personaje
trastocado por sus propias razones. Esto es relevante en la medida en la cual se
empiezan a crear nuevas disposiciones teatrales. Entonces lo importante ya no es
solo contar una historia de infortunio como lo hacían los griegos, sino empezar a
crear personaje, como un acto cada vez más complejo y al final de cuentas tarea de
Recnie empezar a dar forma a este teatro, pues se sabe que de sus montajes al
menos de esta obra se buscaba que el actor fuera el que trabajara de modo que no
hubiera más distractores. Solo era el ejecutando con toda la intencionalidad que
demandaban sus personajes.

Además de significar el retorno para su autor quién no había escrito nada en doce
años y quien se enfrentó con Nicolás Pradon, escritor de la segunda versión de esta
obra estrenada simultáneamente. Aún con todo esto, no hubo impedimento para
que esta obra pasará a formar parte de los clásicos del teatro.

Fedra es pues, una evidencia del desarrollo teatral a través de los años y es
muestra al mismo tiempo de las necesidades discursivas a las que se ha enfentrado
para seguir comunicando desde otros medios como lo fue el personaje en escena
en un principio de encuentro con un elemento ya existente, pero que logró transmitir
una fuerza avasalladora a partir del reajuste circunstancial de los elementos más
fuertes que componen a Fedra y que eso aclara tal vez por demás el conflicto de la
obra.

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