Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Lo que sigue es un resumen de los documentos del CELAM, en particular de aquellas partes en las
cuales se habla de la catequesis o de los catequistas. Los documentos resumidos son: Río de
Janeiro, Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.
En cada resumen se proponen dos partes, en el n. 1 se presentas las cuestiones generales que
presenta el documento acerca de la catequesis y en el n. 2 se presentan las cuestiones específicas
acerca de la catequesis.
El único documento que presenta solamente cuestiones generales, por tanto sólo el n. 1, es el
documento de Santo Domingo, que no dedica, como los otros documentos, un apartado especial
para la catequesis, por ello los contenidos al respecto están más dispersos.
Las partes del resumen que están escritas en letra cursiva son citas textuales de los documentos y
para mayor facilidad se escriben los números en que cada documento habla sobre la catequesis,
por tanto, el número que suele aparecer entre paréntesis no es el número de página.
Se hace un llamado a crear centros de catecismo en la zona rural, tanto para niños como para
adultos, dando lecciones durante la semana, y sirviéndose también de la ayuda de la radio (n. 60).
También se habla de llevar el catecismo, o como se decía en ese tiempo «la doctrina», a las zonas
pobladas por indígenas (n. 86).
a) la creación de la Oficina Catequística Diocesana, que según las disposiciones de la Santa Sede
debe ser organizada en cada Diócesis;
Sobre la oportunidad de recurrir a todos los medios aptos aconsejados por la experiencia, para
mejor organizar y hacer efectiva la labor catequística en las Diócesis y Parroquias sugiriendo en
particular:
a) la edición y distribución de catecismos, a poder ser de texto único y que tenga en cuenta las
exigencias del método cíclico-intuitivo, conforme a las aportaciones de la moderna pedagogía
catequística;
c) la institución del «Día Catequístico» o fiesta de la Doctrina Cristiana, que debe celebrarse con la
máxima solemnidad y esplendor, para enseñar al pueblo —padres de familia, educadores, etc.—
sus obligaciones en esta materia, para lograr ayudar a las obras de catequesis, para hacer
propaganda del material catequístico, etc.
e) la fundación en todos los Seminarios Mayores, según las disposiciones del Código de Derecho
Canónico, de cátedras de Pedagogía Catequística, dándoles la importancia relevante que tienen, y
procurando que los estudios sean verdaderamente fructuosos.
Este aspecto creemos que ya se está implementando en los seminarios, es decir, una materia
denominada Catequética para formar a los futuros sacerdotes al respecto de la catequesis.
Sobre la obligación de cuidar que en las escuelas y colegios católicos se dé la debida importancia a
las clases de religión, y de aprovechar también todas las posibilidades para organizar la enseñanza
religiosa aún en las escuelas y colegios que no dependan de la Autoridad Eclesiástica.
También este aspecto se cuida mucho actualmente, pues muchas escuelas, sobre todo
parroquiales o de congregaciones religiosas promocionan la formación catequética de sus
estudiantes.
II. MEDELLÍN (COLOMBIA 1968)
n. 3: Como consecuencia, los responsables de la catequesis se encuentran ante una serie de tareas
complejas y difíciles de conjugar:
a) Promover la evolución de formas tradicionales de fe, propias de una gran parte del pueblo
cristiano, y también suscitar formas nuevas;
d) Asegurar, por fin, el conjunto de estas tareas utilizando todos los recursos actuales de la
Iglesia; y, al mismo tiempo, renunciar a formas de influencia y actitudes de vida que no sean
evangélicas.
n. 4: Al presentar su Mensaje renovado, la catequesis debe manifestar la unidad del plan de Dios.
n. 5: Por otra parte, la catequesis debe conservar siempre su carácter dinámico evolutivo.
La toma de conciencia del mensaje cristiano se hace profundizando cada vez más en la
comprensión auténtica de la verdad revelada. Pero esa toma progresiva de conciencia crece al
ritmo de la emergencia de las experiencias humanas, individuales y colectivas. Por eso, la fidelidad
de la Iglesia a la revelación tiene que ser y es dinámica.
n. 6: De acuerdo con esta teología de la revelación, la catequesis actual debe asumir totalmente
las angustias y esperanzas del hombre de hoy, a fin de ofrecerle las posibilidades de una liberación
plena, las riquezas de una salvación integral en Cristo, el Señor. Por ello debe ser fiel a la
transmisión del Mensaje bíblico, no solamente en su contenido intelectual, sino también en su
realidad vital encarnada en los hechos de la vida del hombre de hoy.
Las situaciones históricas y las aspiraciones auténticamente humanas forman parte indispensable
del contenido de la catequesis; deben ser interpretadas seriamente, dentro de su contexto actual,
a la luz de las experiencias vivenciales del Pueblo de Israel, de Cristo, y de la comunidad eclesial,
en la cual el Espíritu de Cristo resucitado vive y opera continuamente.
n. 7: América Latina vive hoy un momento histórico que la catequesis no puede desconocer: el
proceso de cambio social, exigido por la actual situación de necesidad e injusticia en que se hallan
marginados grandes sectores de la sociedad. Es tarea de la catequesis ayudar a la evolución
integral del hombre, dándole su auténtico sentido cristiano, promoviendo su motivación en los
catequizados y orientándola para que sea fiel al Evangelio.
n. 8: Exigencias del pluralismo. Las situaciones en que se desenvuelve la catequesis son muy
diversas: desde las de tipo patriarcal, en que las formas tradicionales son todavía aceptadas, hasta
las más avanzadas formas de la civilización urbana contemporánea. Conviene, por ende, destacar
la riqueza que debe existir en la diversidad de puntos de vista y de formas que se dan en la
catequesis. Tanto más cuanto que ésta debe adaptarse a la diversidad de lenguas y de
mentalidades y a la variedad de situaciones y culturas humanas.
Es imposible, en vista de esto, querer imponer moldes fijos y universales. Con un sincero
intercambio de colaboración, debemos guardar la unidad de la fe en la diversidad de formas.
n. 9: A pesar de este pluralismo de situaciones, nuestra catequesis tiene un punto común en todos
los medios de vida: tiene que ser eminentemente evangelizadora, sin presuponer una realidad de
fe, sino después de oportunas constataciones.
Se hace necesaria una "evangelización de los bautizados", como una etapa en la educación de su
fe. Y esta necesidad es más urgente, teniendo en cuenta la desintegración que en muchas zonas
ha sufrido la familia, la ignorancia religiosa de los adultos y la escasez de comunidades cristianas
de base.
n. 10: Para los cristianos tiene una importancia particular la forma comunitaria de vida, como
testimonio de amor y de unidad.
La catequesis comunitaria debe tener en cuenta la familia, como primer ambiente natural donde
se desarrolla el cristiano. Ella debe ser el objeto de la acción catequística, para que sea dignificada
y sea capaz de cumplir su misión. Y al mismo tiempo la familia, "iglesia doméstica", se convierte en
agente eficaz de la renovación catequística.
n. 11: Se debe hacer resaltar el aspecto totalmente positivo de la enseñanza catequística con su
contenido de amor. Así se fomentará un sano ecumenismo, evitando toda polémica y se creará un
ambiente propicio a la justicia y la paz.
n. 12: Los medios de comunicación social. Este fenómeno constituye un hecho histórico
irreversible y conduce en breve plazo a una cultura universal: "la cultura de la imagen". éste es un
signo de los tiempos que la Iglesia no puede ignorar.
Es, pues, urgente una seria investigación sobre el efecto de los medios de comunicación social y
una búsqueda de la forma más adecuada de dar una respuesta, utilizándolos en la tarea
evangelizadora, como también una seria evaluación de las realizaciones actuales.
b) Formación de catequistas con un conocimiento básico y una visión amplia de las condiciones
psico-sociológicas del medio humano en el que han de trabajar, así como de las religiones
primitivas, en alguno lugares, y de los recursos de evangelización que han sido empleados;
n. 15: El lenguaje. Se impone un trabajo permanente para que se haga perceptible cómo el
Mensaje de Salvación, contenido en la Escritura, la liturgia, el Magisterio y el testimonio, es hoy
palabra de vida. No basta, pues, repetir o explicar el Mensaje. Sino que hay que expresar
incesantemente, de nuevas maneras, el "Evangelio" en relación con las formas de existencia del
hombre, teniendo en cuenta los ambientes humanos, éticos y culturales y guardando siempre la
fidelidad a la Palabra revelada.
c) Guardar fidelidad al Mensaje revelado, encarnado en los hechos actuales (N. 6).
d) Orientar y promover a través de la catequesis la evolución integral del hombre y los cambios
sociales (n. 7).
g) Dar todo su valor catequístico a la familia y a los cursos pre -matrimoniales (n. 10).
k) "Adaptar el lenguaje eclesial al hombre de hoy, salvando la integridad del Mensaje" (n. 15).
La catequesis en este documento bien puede encuadrarse en los tres soportes que el papa Juan
Pablo II sugiere en una de sus homilías pronunciadas en Puebla, concretamente el 28 de enero de
1979; él habla de que las familias cristianas deberían tener siempre tres dimensiones: ser
educadores en la fe, formadores de personas y promotoras de desarrollo (Homilía Pronunciada en
el Seminario Palafoxiano de Puebla, n. 2).
En el capítulo III: VISIÓN DE LA REALIDAD ECLESIAL HOY EN AMÉRICA LATINA, apartado Ante sí
misma, el documento, habla de los catequistas como uno de los frutos producidos por las
comunidades eclesiales de base (n. 97). En el mismo capítulo se pone de manifiesto el avance en
materia de cursos catequéticos pre-sacramentales (n. 101).
Cuando el documento habla del Misterio de Evangelizar, afirma que el anuncio de la Buena Nueva
de Jesucristo suscita la fe, la predicación y la catequesis progresiva, que a su vez la alimenta y la
educa (n. 357).
Para lograr la constitución de una comunidad eclesial más viva es necesario alimentarla con una
catequesis adecuada y con una liturgia renovada (n. 364).
Ante la pregunta ¿Cómo debe la Iglesia vivir su misión? el documento expresa que los bautizados
actúan bajo el influjo del Espíritu Santo, cuya acción se expresa en la oración y al escuchar la
Palabra de Dios; se profundiza en la catequesis, se celebra en la liturgia, se testimonia en la vida,
se comunica en la educación y se comparte en el diálogo (n. 566).
En la familia, los padres son catequistas para sus hijos (n. 586).
Un número muy interesante afirma que el obispo es el primer catequista de la diócesis (n. 687).
Los laicos, con su apoyo a la catequesis, además de la vida sacramental, contribuyen a construir la
Iglesia como comunidad de fe, de oración, de caridad fraterna (n. 788).
Los aportes específicos de este documento acerca de la catequesis se ubican en la Tercera Parte:
LA EVANGELIZACIÓN EN LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA. COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN; capítulo
III: Medios para la comunión y participación; subtítulo n. 3: Catequesis.
Aspectos Positivos:
a) Un esfuerzo sincero para integrar vida y fe, historia humana e historia de la salvación,
situación humana y doctrina revelada, a fin de que el hombre consiga su verdadera liberación (n.
979).
b) Una pedagogía catequística positiva que parte de la persona de Cristo para llegar a sus
preceptos y consejos (n. 980).
c) Un amor más acendrado a la Sagrada Escritura como fuente principal de la catequesis (n.
981).
f) Una cada vez mayor toma de conciencia de que la catequesis es un proceso dinámico,
gradual y permanente de educación en la fe (n. 984).
a) La catequesis no logra llegar a todos los cristianos en medida suficiente ni a todos los
sectores y situaciones, por ejemplo: amplios ámbitos de la juventud, de las élites intelectuales, de
los campesinos y del mundo obrero, de las fuerzas armadas, de los ancianos y de los enfermos,
etc. (n. 987).
d) No se respetan, a veces, las competencias que corresponden a los teólogos y a los catequistas
en sintonía con el Magisterio; por lo cual, se han difundido entre los catequistas conceptos que
pertenecen a hipótesis teológicas o de estudio (n. 990).
a) Comunión y participación
n. 992: La obra evangelizadora que se realiza en la catequesis exige la comunión de todos: pide
ausencia de divisiones y que las personas se encuentren en una fe adulta y en un amor evangélico.
Una de las metas de la catequesis es precisamente la construcción de la comunidad.
n. 993: Se exige la colaboración de todos los miembros de la comunidad eclesial, cada uno según
su ministerio y carisma. Sin eludir responsabilidades apostólicas y misioneras para que en la
catequesis la Iglesia edifique a la Iglesia. La Iglesia es constantemente evangelizada y
evangelizadora.
b) La fidelidad a Dios
n. 995: Todo el que catequiza sabe que la fidelidad a Jesucristo va unida indisolublemente a la
fidelidad a la Iglesia; que con su labor edifica continuamente la comunidad y transmite la imagen
de la Iglesia; que debe hacerlo en unión con los Obispos y con la misión de ellos recibida.
n. 997: En consecuencia, la catequesis debe iluminar con la Palabra de Dios las situaciones
humanas y los acontecimientos de la vida para hacer descubrir en ellos la presencia o la ausencia
de Dios.
e) Conversión y crecimiento
f) Catequesis integradora
n. 999: «En toda catequesis integral hay que unir siempre de modo inseparable:
La catequesis, para cumplir su misión evangelizadora en América Latina, deberá tener presente lo
siguiente:
a) La integridad del anuncio de la Palabra para superar el dualismo, las falsas oposiciones y la
unilateralidad; n. 1004:
e) Impartir una educación integral de la fe que incluya los siguientes aspectos: n. 1008:
3. Una buena formación para la vida moral asumida como seguimiento de Cristo, acentuando la
vivencia de las Bienaventuranzas;
Los catequistas tendrán en cuenta la importancia de la memoria según lo expresa el Papa Pablo VI:
«memorizar las más importantes sentencias bíblicas especialmente las del N.T. y los textos
litúrgicos que se utilizan para la oración en común y para hacer más fácil la confesión de la fe», y
darán importancia a las técnicas audiovisuales: dibujo, fotopalabra, «mini media», dramatización,
canto, etc. (n. 1009).
La acción catequística
Se dirigirá en forma simultánea a los grupos y a las multitudes. Para éstas últimas, resultan de
mucha eficacia las misiones populares, convenientemente renovadas en una línea evangelizadora
(n. 1010).
Cuando en el documento se hace la lectura histórica de los 500 años de la primera evangelización,
se menciona a la catequesis como unos de los instrumentos privilegiados que fueron utilizados en
su momento para evangelizar (n. 19).
En ese mismo contexto se identifican algunos desafíos pastoral, entre ellos, uno referido a la
catequesis:
Todo esto nos obliga a insistir en la importancia del primer anuncio (kerygma) y en la catequesis.
Damos gracias a Dios por los esfuerzos de tantos y tantas catequistas que cumplen su servicio
eclesial con sacrificio, sellado a veces con sus vidas. Pero debemos reconocer como pastores que
aún queda mucho por hacer. Existe todavía mucha ignorancia religiosa, la catequesis no llega a
todos y muchas veces llega en forma superficial, incompleta en cuanto a sus contenidos, o
puramente intelectual, sin fuerza para transformar la vida de las personas y de sus ambientes (n.
41; véase también el n. 221).
Entre las líneas pastorales propuestas por el documento, los catequistas tienen un puesto
destacado, en cuanto elemento básico para lograr una renovada espiritualidad cristiana:
La Nueva Evangelización exige una renovada espiritualidad que, iluminada por la fe que se
proclama, anime, con la sabiduría de Dios, la auténtica promoción humana y sea el fermento de
una cultura cristiana. Pensamos que es preciso continuar y acentuar la formación doctrinal y
espiritual de los fieles cristianos, y en primer lugar del clero, religiosos y religiosas, catequistas y
agentes pastorales, destacando claramente la primacía de la gracia de Dios que salva por
Jesucristo en la Iglesia, por medio de la caridad vivida y a través de la eficacia de los sacramentos
(n. 45).
En cambio el n. 49, siempre en las líneas pastorales, habla de una catequesis kerygmática y
misionera, haciendo un resumen de una serie de elementos a tener en cuenta a la hora de poner
en práctica la catequesis:
La función profética de la Iglesia que anuncia a Jesucristo debe mostrar siempre los signos de la
verdadera «valentía» (parresía: cf. Hch 4,13; 1Tes 2,2) en total libertad frente a cualquier poder de
este mundo. Parte necesaria de toda predicación y de toda catequesis debe ser la Doctrina Social
de la Iglesia, que constituye la base y el estímulo de la auténtica opción preferencial por los
pobres.
En las líneas pastorales, en orden a contrarrestar el desafío de las sectas protestantes, se exhorta a
desarrollar una catequesis que instruya debidamente al pueblo, explicando el misterio de la
Iglesia, sacramento de salvación y comunión, la mediación de la Virgen María y de los santos y la
misión de la jerarquía (n. 142).
En lo que respecta los desafíos que se presentan a la pastoral familiar, se dice que hay que
fortalecer la vida de la Iglesia y de la sociedad a partir de la familia: enriquecerla desde la
catequesis familiar, la oración en el hogar, la Eucaristía, la participación en el sacramento de la
Reconciliación, el conocimiento de la Palabra de Dios, para ser fermento en la Iglesia y en la
sociedad (n. 225).
Uno de los temas más actuales es la pastoral urbana; también en ese ámbito se pide la
participación de una catequesis inculturada:
La gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de
este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de
Jesucristo (n. 10).
Dado que Jesús es el primer y más grande evangelizador enviado por Dios (n. 103), entonces el
criterio metodológico básico responde a la dinámica de la evangelización que el documento
presenta en fidelidad a Jesucristo:
Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado
nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras
es nuestro gozo (n. 29).
Entonces la estructura básica es conocer a Jesús, encontrarse con él y darlo a conocer. Ahora bien
para lograr esto se necesitan algunas características básicas:
c) De tal manera que nuestra tarea fundamental es mostrar la capacidad de la Iglesia para
promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen
por doquier, por desborde de gratuidad y alegría, el don del encuentro con Jesucristo (n. 14).
d) A tal punto que los miembros de la Comisión Diocesana de Catequesis han de verse como los
instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado,
adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias.
Se presentan a continuación una serie de aspectos que el documento relaciona con la catequesis:
a) Los catequista y la Iglesia samaritana
El n. 26, hablando de una Iglesia samaritana, afirma que la evangelización ha ido unida siempre a
la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana. En la construcción de esa Iglesia
samaritana se agradece la labor que los catequistas han realizado (cfr. n. 135, n. 176).
c) La catequesis familiar
En los nn. 302-303, el documento habla de los padres de familia como los primeros catequistas de
sus hijos. Por tanto, la parroquia debe ofrecer espacios formativos y materiales catequéticos para
poder realizar una fructuosa catequesis familiar. (Cfr. también el n. 463a).
En otro número, citando las palabras del Papa Benedicto XVI, se habla incluso de llevar a cabo una
catequesis social incisiva, porque la vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes
personales, sino también en la virtudes sociales y políticas (n. 505).
f) La catequesis y los medios de comunicación social
g) La catequesis y el arte
El documento incluso pide que se utilice el arte para fortalecer los procesos catequéticos: crear
oportunidades para la utilización del arte en la catequesis de niños, adolescentes y adultos (n.
499).
a) En primer lugar, se requiere una clara y decidida opción por la formación de los miembros de
nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen
en la Iglesia (n. 276). Por tanto, esto vale en modo preponderante para quienes se encargan de
facilitar esa formación: los catequistas.
b) En segundo lugar, que el itinerario formativo del seguidor de Jesús hunde sus raíces en la
naturaleza dinámica de la persona y en la invitación personal de Jesucristo, que llama a los suyos
por su nombre, y éstos lo siguen porque conocen su voz (n. 277).
Esa constatación se nos presenta en forma de desafío, poniendo en cuestión la manera como
estamos educando en la fe. Se trata de un desafío que debemos afrontar con decisión, con
valentía y creatividad, dado que en muchas partes, la iniciación cristiana ha sido pobre o
fragmentada. No cumplir bien esta tarea es atentar contra la misión misma. De modo que se
impone la tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad operativa de iniciación cristiana que,
además de marcar el qué, dé también elementos para el quién, el cómo y el dónde se realiza (n.
287).
La iniciación cristiana se refiere a la primera iniciación en los misterios de la fe, sea en forma de
catecumenado bautismal para los no bautizados, sea en la forma de catecumenado post-bautismal
para los bautizados no suficientemente catequizados. Los sacramentos que están vinculados a la
iniciación cristiana en el sentido del catecumenado son: el bautismo, la confirmación y la eucaristía
(n. 288).
La iniciación cristiana
Los pasos propuestos para dar vida a la iniciación cristiana son (n. 289):
Un elemento importante que señala el documento, aunque se exprese con una palabra poco
usada en el lenguaje normal es la catequesis mistagógica, que se entiende justamente como la
iniciación en los misterios de la fe cristiana. Mistagógico es lo relativo al misterio (n. 290).
Dado que ser discípulo es un don destinado a crecer. De modo que la iniciación cristiana da la
posibilidad de un aprendizaje gradual en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesucristo. Por
tanto, es necesario asumir la dinámica catequética de la iniciación cristiana. Una comunidad que
asume la iniciación cristiana renueva su vida comunitaria y despierta su carácter misionero. Esto
requiere nuevas actitudes pastorales de parte de obispos, presbíteros, diáconos, personas
consagradas y agentes de pastoral (n. 291).
El n. 292 destaca una serie de características que quiere fomentar en el discípulo la iniciación
cristiana:
b) que tenga espíritu de oración, sea amante de la Palabra, practique la confesión frecuente y
participe de la Eucaristía;
Ahora bien, cómo describe la función de la parroquia en este proceso de iniciación. La presenta
como el lugar donde se asegura la iniciación cristiana y especifica las tareas que le competen (n.
293):
b) educar en la fe a los niños bautizados en un proceso que los lleve a completar su iniciación
cristiana;
c) iniciar a los no bautizados que, habiendo escuchado el kerygma, quieren abrazar la fe.
En este proceso se recomienda el estudio y asimilación del Ritual de Iniciación Cristiana de
Adultos.
Para completar las indicaciones acerca del proceso de iniciación en la fe, el n. 294 distingue entre
una catequesis básica y fundamental y una catequesis permanente.
a) La catequesis básica es la que introduce en los misterios y permite acceder a los tres
sacramentos mencionados: bautismo, eucaristía y confirmación.
La catequesis permanente
En esta parte, el documento inicia reconociendo los logros obtenidos en la catequesis (n. 295).
En cambio, el n. 296 hace una lista de problemas con los que se encuentra el proceso catequético:
a) Los materiales y subsidios son con frecuencia muy variados y no se integran en una pastoral
de conjunto; y no siempre son portadores de métodos pedagógicos actualizados.
b) La catequesis de las parroquias carecen con frecuencia de una colaboración cercana de las
familias.
c) Los párrocos y demás responsables no asumen con mayor empeño la función que les
corresponde como primeros catequistas.
También se presentan una serie de criterios a tener en cuenta a la hora de organizar la catequesis
(nn. 298-300):
a) La catequesis no debe ser ocasional, es decir, reducida a los momentos previos a los
sacramentos, sino un itinerario catequético permanente;
e) No puede limitarse a una formación meramente doctrinal, sino que ha de ser una escuela de
formación integral;
f) Una catequesis apropiada que acompañe la fe ya presente en la religiosidad popular: visitas a
los hogares, oración en familia, lectura orante de la Palabra de Dios, etc.