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1. Contexto histórico.
A finales del siglo XIX, tuvo lugar una crisis general que se caracteriza por
un enorme desorden político, social y económico. Entre los distintos motivos
destacan: En primer lugar, fuertes desigualdades sociales. La revolución industrial
evidenció que los progresos de la técnica originaban problemas de marginación,
malas condiciones de vida y de trabajo, diferencias sociales… La burguesía
acomodada y conservadora desempeñaba un papel dominante y sólo estaba
preocupada por mantener su posición. En los núcleos rurales, los terratenientes
burgueses, dueños de la tierra y de sus gentes hacían y deshacían a su antojo.
Las diferencias sociales favorecieron el desarrollo del socialismo y el anarquismo y
por consiguiente la lucha de clases... En segundo lugar, atraso económico al que
se unió un acontecimiento decisivo; el desastre del 98, que supuso no sólo la
pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, sino también un gran gasto bélico y la
desaparición de numerosas vidas humanas. En tercer lugar, cambios de gobierno
constantes. Tras la pérdida de las últimas colonias en América, se acentuó la
inestabilidad política. España vive un periodo convulso en el que se sucede, el
reinado de Alfonso XIII, la dictadura de Primo de Rivera, la proclamación de la
Segunda República y por último el estallido de la Guerra Civil. Ante esta situación
desde finales del siglo XIX lo intelectuales exigían la regeneración del país y
rechazando la docilidad y pasividad de la sociedad.
2. La respuesta modernista.
El modernismo surgió a finales del siglo XIX como una reacción rebelde e
inconformista ante todo lo establecido y a la situación del país. Esa actitud
inconformista se manifestó en el deseo como primer objetivo de ruptura y de
cambio con la literatura realista. La crítica literaria planteó en el pasado la
existencia de dos grupos según fueran sus preocupaciones: los modernistas
preocupados por la estética y la forma y los noventayochistas preocupados por la
ética y el fondo. La crítica actual rechaza esta separación y establece que ambas
vertientes son las dos caras de una misma moneda y que los autores oscilaron en
sus obras entre ambas vertientes sin ser excluyentes. Como hemos dicho, los
modernistas y los noventayochistas parten de una actitud crítica común hacia la
situación de España y de la literatura, pero los noventayochistas se enfrentan a la
realidad considerando que la literatura constituye una forma de protesta y un
mecanismo de cambio. Centran su atención en la regeneración del país y
mostraron mayor preocupación tanto por el tema de España, (su decadencia y el
momento crítico que atravesaba proponiendo una serie de reformas que
afectaban a todos los ámbitos de la sociedad, reclamando un rearme moral de la
sociedad que permita sacar al país de la decadencia) como por contenidos
humanos con orientación más filosófica, con temas como la angustia existencial
etc…, Los modernistas, en cambio, se evaden buscando otra realidad. El arte sirve
como refugio para alejarse de lo mundano. Están interesados en el arte por el
arte. Evaden su disconformidad en una búsqueda de nuevas formas de expresión
en un intento de encontrar la belleza absoluta a través de un mundo sensorial
basado en la irreal y lo exótico con temas como la muerte, el dolor, el amor, lo
irreal, lo exótico… El modernista convierte la rebeldía en virtuosismo y el
noventayochista en denuncia o reivindicación.
En cuanto al aspecto formal, ambos conservan el equilibrio entre
innovación y recuperación de formas clásicas junto al hallazgo de nuevas
estructuras; pero mientras que los modernistas cuidan especialmente el aspecto
formal, el ritmo, la sonoridad, innovando métricamente. Con una esmerada
selección de vocabulario que provocara musicalidad, luminosidad, rareza y
capacidad de sugerencia y evocación (piedras y metales preciosos, flores y
pájaros exóticos), con imágenes visuales y auditivas en una permanente
apelación a los sentidos y con la creación de neologismos, el rescate de términos
arcaicos, el uso profano de vocablos litúrgicos, galicismos...; los noventayochistas,
por el contrario, buscan la sobriedad en el estilo, en la búsqueda de la intensidad
y la profundidad, sin preocuparse del adorno externo, es decir, su finalidad es el
tema pero ello no significa que no les preocupa la forma, ésta es muy cuidada;
pero no tiene finalidad en sí misma pues está al servicio del tema.
3. Influencias en el Modernismo.
b) Formas métricas:
OBRAS:
De los años del exilio son Espacio, animal de fondo, y Dios deseado y
deseante. Sus versos, llenos de símbolos, se han hecho más trascendentes y
complejos en torno a grandes temas: la poesía, Dios y la eternidad.
Esta etapa modernista queda atrás para dar paso a un Valle Inclán que trata
de transmitir una visión negativa del hombre y del mundo así como enfrentarse a
la situación española de principios del siglo XX. Valle Inclán no consideraba
suficiente el modelo que ofrecía la literatura realista; “fotografiar” la realidad no
significaba comprenderla. Por ello hace uso con una visión personal que llama
ESPERPENTO: deforma la realidad y hace una caricatura literaria de ella. La
ironía, las exageraciones, las parodias, términos de mal gusto, el humor negro y
satírico son su modo de criticar duramente la sociedad mediocre y conformista.
Una visión deformada de la realidad, tal y como se refleja en un espejo curvo y
empañado. Entre sus obras destacan:
9.1 España
9.4. Estilo.
10. AZORÍN.
OBRA. Trata todo tipo de temas: acción y aventuras, filosofía, crítica social,
vida en los suburbios... Sus protagonistas son inconformistas, antisociales,
pesimistas, no son grandes héroes y suelen buscar el sentido a la vida.
OBRAS.
Simbolismo poético.
El problema de España
1ª etapa Los temas giran en torno a problemas sociales. Defendió que los
males de España residían en el rechazo al progreso y su aislamiento. Propuso
como solución europeizar España.