Sie sind auf Seite 1von 8

APOLOGISTAS CRISTIANOS

Se conoce con el nombre de Padres apologistas a los escritores del siglo II cuyo
principal interés era defender al cristianismo de ciertas acusaciones que se
estaban lanzando en su contra. Algunos de estos autores, con un trasfondo
filosófico antes de su conversión, usaron la filosofía para defender la fe cristiana
y presentarla como algo respetable ante sus oponentes. Esto tenía ventajas e
inconvenientes; la ventaja radicaba en el acercamiento del cristianismo a una
determinada mentalidad y lenguaje, tendiendo puentes hacia personas que
valoraban el conocimiento y la preparación académica, ampliando así el radio de
extensión del evangelio a las clases altas y cultas; el peligro residía en
contaminar el evangelio con ideas en boga y desvirtuarlo de su esencia para
acomodarlo al espíritu de la época.

Labor de los apologistas fue también deshacer muchos malos entendidos que
circulaban sobre los cristianos y que ejercían gran poder de apelación sobre la
plebe. Por otro lado, las autoridades miraban con recelo, si no con hostilidad, a
la nueva religión que demandaba una lealtad completa a otro Rey.

Por lo tanto hemos de valorar la labor de los apologistas en su globalidad, como


el intento serio y honesto de defender al cristianismo frente a los intelectuales
que lo menospreciaban, frente al populacho que lo malentendía y frente a las
autoridades que lo veían como una amenaza. Su tarea era titánica porque había
que pelear en muchos frentes y derribar muchos prejuicios, ignorancia e
intereses creados. Por todo esto, si bien no siempre saben sortear los difíciles
escollos que separan la fe de la razón, hemos de saber apreciar su trabajo,
trabajo que, por otro lado, nosotros mismos en nuestra generación nos vemos
obligados a realizar.

Uno de los argumentos que los apologistas usan continuamente en su defensa


del cristianismo es el estilo de vida que los cristianos tienen y que contrasta
vivamente con el de los paganos:

“No adulteran, no fornican, no levantan falso testimonio, no codician los bienes


ajenos, honran al padre y a la madre, aman a su prójimo y juzgan con justicia.”
(Arístides, Apología)

“Los cristianos...habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte
en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra
extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña. Se casan como todos;
como todos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen. Ponen mesa
común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el
tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes
establecidas; pero con su vida sobrepasan las leyes”. (Carta a Diogneto)
Por lo tanto, lejos de temer la desintegración de la sociedad por el avance del
cristianismo, los apologistas afirman que éste la fortalece, debido a los valores
superiores que trae consigo. Por otro lado, piden a las autoridades ecuanimidad
y justicia en sus acusaciones contra los cristianos y el cristianismo; apelan a los
más elementales principios del derecho romano. Por ejemplo, Justino en su
apología dirigida al emperador Antonino Pío formula estas cuatro normas para
un procedimiento judicial justo:

 Los cristianos han de ser juzgados mediante un procedimiento regular


ante un tribunal.
 Solamente podrán ser condenados si hay pruebas de que el acusado ha
roto la ley romana.
 El castigo ha de ser proporcional a la naturaleza del delito.
 Toda falsa acusación ha de ser castigada.

PRIMEROS APOLOGISTAS

CUADRATO

Cuadrato fue el apologista cristiano conocido


más antiguo. La única referencia que tenemos
de él está en Eusebio, en su Chronicon, y
en Hist. eccl., IV, iii, I, ii. Según este testimonio,
Cuadrato afirmaba ser discípulo de
los apóstoles y que para preparar a sus
hermanos en la feen la defensa contra las falsas
acusaciones hechas por los paganos, escribió
una inteligente defensa del cristianismo que
dirigió al emperador Adriano (117-138). El
pasaje en el Chronicon afirma lo siguiente: “Cuadrato, un discípulo de los
apóstoles, y Arístides, un presbítero de Atenas, compusieron y enviaron a
Adriano libros a favor de la religión cristiana”. Lo mismo se señala en la Hist.
eccl., con casi las mismas palabras. Eusebio declara que 'muchos de los
hermanos tienen todavía copia de esta obra', de la que sólo ha sobrevivido un
corto fragmento (citado en su Hist. eccl., IV, iii). El texto en cuestión dice así:

“Las obras de nuestro Salvador estuvieron siempre presentes, porque eran


verdaderas; los que él curó, los que resucitó de los muertos, no fueron vistos
sólo cuando fueron sanados o resucitados, sino que estuvieron siempre
presentes, no sólo mientras el Salvador estuvo viviendo entre nosotros, sino
también durante mucho tiempo después de su partida. Algunos de ellos, de
hecho, han sobrevivido hasta nuestra propia época.”

Ha surgido la cuestión de si Cuadrato el apologista es la misma persona que


Cuadrato el profeta, mencionado por Eusebio en Hist. eccl., III, xxxvii. La
cronología favorece la identificación. La mención del profeta por Eusebio viene
tras su informe de la alocución de Ignacio de Antioquía, cuyo martirio tuvo lugar
bajo Trajano o tal vez bajo Adriano. Y Harnack, que anteriormente era contrario
a la identificación, en su Litteratur (i. 96) otorga la posibilidad de la identificación.

ARÍSTIDES

Marciano Arístides fue un filósofo ateniense que,


según Eusebio (Hist. eccl., iv. 3), escribió una
popular apología cristiana. Se sabía poco de la
obra hasta 1891, cuando Harris y Robinson
publicaron una versión completa en siríaco y
demostraron al mismo tiempo que la mayor
parte de la apología estaba contenida en
la leyenda de Barlaam y Josafat, existente en
muchos manuscritos griegos y numerosas
traducciones. Está dirigida a Antonino Pío y
tiene puntos de unión con el Kerygma de Pedro,
el Pastor de Hermas, la Didaché y Justino, pero aún más con la Carta a
Diogneto. Tras disertar sobre la idea verdadera de Dios en el capítulo 1, acomete
el origen de las naciones que siguieron el error y las que fueron en pos de la
verdad. Los bárbaros están tratados en los capítulos 3 al 7, los errores de los
griegos entre el 8 y el 13, con una disgresión sobre los egipcios en el capítulo
12; el 14 está dedicado a los judíos y del 15 al 17 se habla de los cristianos,
especialmente de su vida y costumbres en una forma atractiva e instructiva.
Gracias a esa apología el nombre de Arístides obtuvo una cierta popularidad
literaria entre los armenios. A él se le atribuyen Sobre el clamor del ladrón y la
respuesta del crucificado (Lucas 23:42-43) y un fragmento de una carta
titulada A todos los filósofos. Pero otros nombres de la antigua literatura cristiana,
además del de Arístides, fueron asociados con fraudes literarios en Armenia
desde el siglo V al VII.

JUSTINO MARTIR

Justino Mártir nació en Flavia Neápolis (la


antigua Siquem y actual Nablus) en Tierra
Santa, probablemente hacia el año 114 y
murió martirizado en Roma hacia el año 165.

Los hechos de su vida se conocen


principalmente por sus escritos. Él se denomina
a sí mismo un samaritano, pero su padre y su
abuelo eran indudablemente griegos o romanos,
siendo criado en las costumbres paganas.
Parece que tenía una propiedad, que estudió
filosofía diligentemente, convirtiéndose al cristianismo y dedicando desde
entonces su vida a enseñar lo que consideraba la verdadera filosofía, vistiendo
todavía la toga de filósofo para mostrar que había obtenido la verdad.
Probablemente viajó ampliamente y finalmente se asentó en Roma como
maestro cristiano.

TEOLOGÍA DE JUSTINO

Flacius descubrió 'manchas' en la teología de Justino, que él atribuyó a la


influencia de los filósofos paganos; en tiempos posteriores Semlery S. G. Lange
le hicieron totalmente helénico, mientras que Semisch y Otto le defienden de
esta acusación. En oposición a la escuela de Baur, que le consideraba un judío
cristiano, A. Ritschl señaló que fue precisamente porque era un cristiano gentil
por lo que no entendió plenamente la enseñanza de Pablo fundada en el Antiguo
Testamento, explicando de este modo el carácter modificado de su paulinismo y
su pensamiento legal. M. von Engelhardt intentó extender esta línea de
tratamiento a toda la teología de Justino, mostrando que sus ideas de Dios, del
libre albedrío y de la justicia, de la redención, la gracia y el mérito prueban la
influencia del mundo cultivado pagano griego del siglo II, dominado por la
filosofía estoica y platónica. Pero admite que Justino es un cristiano en
incuestionable adherencia a la Iglesia y su fe, en completo reconocimiento del
Antiguo Testamento y de la fe en Cristo como Hijo de Dios, hecho carne,
crucificado y resucitado, creencia por la cual logra dejar a un lado
el dualismo pagano y también la filosofía gnóstica.

TACIANO

Taciano dice en su Discurso contra los


griegos cap. xii que nació en 'la tierra de los
asirios', siendo eso todo lo que sabemos
acerca de su nacimiento, ignorándose
también la fecha y lugar de su muerte.

Vida
Tuvo una buena educación, familiarizándose
con la cultura griega. Sus extensos viajes por
diferentes países le pusieron en contacto con
la educación, el arte y la ciencia griega. Él
mismo afirma que estudió las religiones paganas. Finalmente vino a Roma,
donde parece que permaneció durante algún tiempo, poniéndose en contacto
con el cristianismo. Según su propio relato fue el horror a los cultos paganos lo
que le guió a meditar en los problemas religiosos. Por el Antiguo Testamento se
convenció de lo irracional del paganismo, adoptando la fe cristiana y haciéndose
discípulo de Justino.

Escritos
Su Discurso contra los griegos intenta probar la indignidad del paganismo y lo
razonable y antiguo del cristianismo. Aunque no se caracteriza por su lógica, es
discursivo en su bosquejo. El descuido en el estilo está íntimamente relacionado
con su lucha contra todo lo griego. Ningún cristiano educado se ha separado más
conscientemente del paganismo, pero al pasarse en el ataque su escrito pierde
efectividad por falta de justicia. Taciano fue alabado por sus discusiones sobre
la antigüedad de Moisés y la legislación judía, siendo esa sección cronológica la
que hizo que el Discurso no fuera condenado.
En un escrito perdido, titulado Sobre la perfección según la doctrina del Salvador,
Taciano designa el matrimonio como un símbolo de atadura de la carne al mundo
perecedero y atribuye la 'invención' del matrimonio al diablo. Distingue entre el
viejo y el nuevo hombre; el hombre viejo es la ley, el nuevo el evangelio. El
desarrollo primitivo de la Iglesia siria proporciona un comentario sobre la actitud
de Taciano hacia la vida práctica. Para Afraates el bautismo condiciona
hacer voto de celibato por parte del catecúmeno, lo que muestra cuán
firmemente estaban ya establecidas las ideas de Taciano en Siria y respalda la
suposición de que Taciano fue el misionero de los países alrededor del Eufrates.

ATENÁGORAS

Atenágoras es el reputado autor de dos


tratados griegos en el tiempo de los Antoninos,
uno sobre la resurrección y el otro una apología
a favor de los cristianos. Es enteramente
desconocido a la tradición de la Iglesia.
Eusebio, Jerónimo y sus sucesores guardan
silencio y en la relación que Eusebio da de la
literatura apologética del siglo II, que es muy
completa, su silencio es significativo. Muy
pronto se puso en duda la existencia de un
apologista de ese nombre, siendo la obra
atribuida a Justino (cf. Baronio, Annales, ii, ad
an. 179, cap. xxxix). Esta suposición, sin embargo, es por razones internas
insostenible. El primer testimonio, y el único del siglo III, de la existencia de la
apología y el nombre de su autor es una cita de Metodio encontrada (1) en la
antigua traducción búlgara (edición de Bonwetsch, i, 293); (2) en Epifanio, Hær.,
lxiv, 20, 21; (3) en Focio, Bibl. cod. 234 (cf. Atenágoras, Supplicatio, xxiv, p. 27
B). Ciertas noticias de un escriba desconocido (Cod. Barocc. 142, fol. 216)
citando de la 'Historia Cristiana' de Felipe de Side (a principios del siglo V),
señalan que Atenágoras era ateniense de nacimiento y primer director de
la escuela catequética de Alejandría; vivió en el tiempo de Adriano y Antonino
Pío; igual que Celso, estuvo ocupado en la investigación de las Escrituras,
buscando argumentos contra el cristianismo, pero fue súbitamente convertido.
La mayoría de esas noticias, sin embargo, son palpablemente erróneas. Sin
embargo, a pesar de la total ausencia de tradición y el estrecho parecido con la
apología de Justino, la fecha de la obra debe situarse en el siglo II. Va dirigida a
los emperadores Marco Aurelio y Lucio Aurelio Cómodo, señalando varios
pasajes al periodo entre los años 176 y 178. Tras una introducción (1-3), el autor
refuta las principales calumnias urdidas contra los cristianos, como que eran
ateos (4-30), que comían carne humana y cometían los más horribles crímenes
en sus asambleas (31-36). En el tratado sobre la resurrección, Atenágoras aduce
en su favor la bondad, sabiduría y poder de Dios, junto con la constitución natural
del hombre.

TEÓFILO DE ANTIOQUÍA

Teófilo de Antioquía, obispo de esa ciudad en el


siglo II, nació cerca de los ríos Tigris y Eufrates
y murió en abril del año 180 en Antioquía. No
fue cristiano hasta que hubo llegado a la edad
madura, siendo su lengua materna y educación
griegas. Fue el sexto obispo de Antioquía,
sucesor de Eros y predecesor de Maximino o
Máximo (Eusebio, Hist. eccl., IV, xx, xxiv. 3). El
único dato cronológico determinado es que
escribió su tercer libro a Autólico no antes del
año 181 (cf. A. Harnack, Die Zeit des Ignatius
und die Chronologie der antiochenischen
Bischofe, páginas 42-43, Leipzig, 1878; idem, Litteratur, ii. 208 y sgg.). Teófilo
desarrolló una actividad literaria multiforme y durante un tiempo sus obras
(atribuidas a veces a Teófilo de Alejandría) fueron muy leídas y usadas. Tras el
siglo IV cayeron en el olvido. Incluyen (Eusebio, Hist. eccl., IV, xxiv) tres libros a
Autólico, escritos polémicos contra Hermógenes y Marción y ciertos libros de
instrucción y edificación; además (Jerónimo, De viris ill., xxv) comentarios sobre
los evangelios y Proverbios y una obra en varios libros, que Teófilo mismo cita
como la primera Peri historion. Solo se han preservado los tres libros a Autólico
en un solo manuscrito. El primer libro es apologético, defendiendo la fe cristiana
contra la burla de Autólico, un antiguo amigo pagano de Teófilo. El segundo es
polémico, declarando la religión popular pagana y las especulaciones de los
filósofos, absurdas o, cuando son verdaderas, tomadas de los profetas. El tercer
libro compara las Escrituras cristianas con la literatura pagana, para desprecio
de esta última. La autenticidad de esta obra está comúnmente reconocida. Por
otro lado, el comentario sobre los evangelios es contemplado por eruditos
posteriores, con la excepción de Zahn(Forschungen, volumen ii, Erlangen,
1883), no como obra del obispo antioqueno del segundo siglo. Harnack atribuye
la obra a la Edad Media (c. 500) y cree que consiste de extractos de los
antiguos Padres latinos. El comentario no pertenece a Teófilo de Antioquía y es
una compilación de escritos antiguos hechos antes del año 700.

El siguiente pasaje procede de su obra A Autólico:


“Me dirás entonces: Tú que ves, explícame la forma de Dios. Escucha, hombre
la forma de Dios es inefable e inexplicable, imposible de ser vista por ojos
carnales. Porque Dios es, por su gloria, incomprensible; por su sabiduría,
inigualable; por su bondad, inimitable; por su beneficencia, inenarrable. Porque
si le llamo Luz, nombro una hechura suya; si le llamo Palabra, nombro su
principio; si le llamo Razón, nombro su inteligencia; si le llamo Espíritu, nombro
su respiración; si le llamo Sabiduría, nombro una criatura suya; si le llamo
Fuerza, nombro su poder; si le llamo Potencia, nombro su operación; si le llamo
Providencia, nombro su bondad; si le llamo Reino, nombro su gloria; si le llamo
Señor, le digo juez; si le llamo juez, le llamo justo; si le llamo Padre, le llamo todo;
si le llamo Fuego, nombro su ira. -¿Es que Dios se aíra? -¡Ya lo creo! Se aíra
contra los que obran mal, y es bueno y benigno y misericordioso con los que le
aman y temen. Él es educador de los piadosos y padre de los justos, y juez y
castigador de los impíos.”

MELITÓN

Melitón fue obispo de Sardis y destacó en el


reinado de Marco Aurelio (161-180). De sus
numerosas obras, en la mayoría de los casos,
solo se conocen los títulos, por una lista
de Eusebio, probablemente copiada de una
colección en la biblioteca de Cesarea. La lista
es la siguiente: dos libros Sobre la
Pascua; Sobre la conducta de la vida y los
profetas; Sobre la Iglesia; Sobre el día del
Señor; Sobre la fe del hombre; Sobre la
creación; Sobre la obediencia de la fe; Sobre
los sentidos; Sobre el alma y el cuerpo; Sobre
el bautismo; Sobre la verdad; Sobre la fe; Sobre el nacimiento de Cristo; Sobre
la profecía; Sobre la hospitalidad; La llave; Sobre el diablo; Sobre el Apocalipsis
de Juan; Sobre la corporeidad de Dios; Apología para Antonino; Selecciones y
tal vez una obra Sobre el sufrimiento de Cristo. Quedan solo fragmentos de
las Selecciones, de la Apología y de las obras Sobre el bautismo y Sobre la
Pascua. Los fragmentos griegos editados por Anastasio el Sinaíta están citados
con títulos no mencionados por Eusebio. Hay también algunos
fragmentos siríacos, que indudablemente retroceden a la tradición indirecta
griega, pues probablemente la Iglesia siria nunca poseyó sus obras completas.
De las obras que le son falsamente atribuidas pueden mencionarse la Apología
siríaca, que no puede ser la misma que la mencionada por Eusebio, pues las
sentencias citadas de ella no se encuentran en la otra, siendo probablemente,
como Nöldeke ha explicado, una obra original siríaca. Bajo el nombre de
Melitón, Pitra publicó en latín Llave para la Escritura, que consideró una
compilación de la Llave de Melitón, pero Steitz y otros han demostrado que era
espuria. Por la escasez de material es imposible estimar justamente la
importancia de Melitón en la historia de la Iglesia y la doctrina.

TERTULIANO

Apologista cristiano considerado el máximo


representante de la literatura cristiana
anterior a San Agustín. Los pocos datos
acerca de su vida provienen de algunas
referencias en su obra y de autores
posteriores, por lo que están sometidos aún
a debate. Al parecer, su padre era
centurión, y Tertuliano recibió una
esmerada educación en derecho, filosofía y
retórica. Vivió un tiempo en Roma, donde
probablemente ejerció como abogado, y se
interesó por el cristianismo, aunque su conversión tuvo lugar a su regreso a
Cartago, alrededor del 190. A partir de este momento desplegó una notable
actividad polémica contra los paganos y los herejes y en defensa del cristianismo
a través de numerosos escritos. Tertuliano se convirtió en una figura destacada
en la Iglesia del norte de África, aunque es dudoso que llegara a ser ordenado
sacerdote. En sus escritos elaboró una prosa latina original y desarrolló el
vocabulario que más tarde utilizaría el pensamiento cristiano.

La biografía de Tertuliano es mucho menos conocida que el desarrollo de su


pensamiento, atestiguado por unas treinta obras doctrinales, apologéticas,
ascéticas y morales. Fue de origen africano, e hijo de una familia pagana. Se
educó en Cartago, animado centro cultural, donde recibió una formación que
debió de ser al mismo tiempo literaria y jurídica. Su inteligencia, abierta a la
verdad y a la belleza y exquisitamente dialéctica, le facilitaba tanto el ejercicio de
la retórica y una espléndida erudición como el empleo de los recursos jurídicos
más refinados. La fusión de ambos elementos habría de permitirle poner un sello
singular en la literatura apologética, que ya anteriormente había alcanzado un
notable desarrollo en lengua griega.

Das könnte Ihnen auch gefallen