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“Para el lego… el síntoma constituye la esencia de la enfermedad”. En cambio para Freud, los
síntomas (no es la esencia de la enfermedad) “son actos perjudiciales … inútiles para la vida en su
conjunto … y conlleva displacer o sufrimiento”. Se trata sin duda de síntomas psíquicos y
enfermedades psíquicas las que ocupa a Freud.
Para que un síntoma se forme deben cumplirse ciertas condiciones: debe existir cierta
predisposición a las fijaciones libidinales y sumarse a esto un trauma externo que atente contra los
modos de satisfacción actuales del yo.
Las fijaciones son puntos hiperintensos en el recorrido evolutivo libidinal. A modo de ejemplo –
burdo- podría suponerse que si un niño en la etapa anal goza de sobremanera de retener sus heces
(vivencial sexual infantil) y cuenta con un factor constitucional dado, terminará por generarse allí
una fijación en dicha etapa. Queda allí anudado un monto libidinal que no avanza en el camino
evolutivo, como el resto de la libido. Esta fijación ha quedado oculta bajo la represión. De esta
manera ya tenemos el punto de fijación. Nos falta ahora –según la serie complementaria- un factor
externo de naturaleza traumática para el modo de satisfacción actual. Siguiendo con el ejemplo,
supongamos que el niño ya ha crecido, sus pulsiones se han unificado. Sin embargo, la modalidad de
satisfacción sexual que éste tiene choca con las normas culturales introyectadas. De modo que
precisa satisfacerse pero no puede hacerlo –por ejemplo- porque esta “está mal” por ejemplo
masturbarse. Tenemos ya Predisposición a fijación + trauma externo = imposibilidad de satisfacción
Ante esto, la libido emprende la retirada de la modalidad actual de satisfacción (porque obviamente
no puede cumplirla). Es decir que se produce una regresión, en busca de viejos modos de satisfacción
que sí hayan resultado exitosos.
En nuestro caso, la satisfacción hiperintensa en la etapa anal resulta atractiva, dado que
generaba mucho goce en el sujeto. La libido “añora” esas “buenas épocas” en que podía
satisfacerse tanto. Se produce entonces una regresión al punto de fijación, lo
que implica una modalidad de satisfacción perversa (porque no es de la
sexualidad actual sino de la infancia- estructura perversa polimorfa);
sumado a una sobreinvestidura de las fantasías. Esto último se explica de la siguiente manera:
cuando una modalidad de satisfacción es superada por una nueva organización sexual, la
antigua queda reprimida, es decir, relegada a la fantasía.
Freud insistió siempre en el carácter "indestructible" de los contenidos inconscientes. Los elementos
reprimidos no sólo no desaparecen, sino que tienden incesantemente a reaparecer en la
conciencia, por caminos más o menos desviados y por intermedio de formaciones más o menos
difíciles de reconocer: los derivados o retoños del inconsciente. Ese retorno se cumple siempre a
través de formaciones de transacción o compromiso entre la represión y lo reprimido.
Recordemos que:
Formación de compromiso: forma que adopta lo reprimido para ser admitido en el consciente,
reapareciendo en el síntoma, en el sueño y, de un modo más general, en toda producción del
inconsciente: las representaciones reprimidas se hallan deformadas por la defensa hasta resultar
irreconocibles. De este modo, en la misma formación, pueden satisfacerse (en una misma
transacción) a la vez el deseo inconsciente y las exigencias defensivas.
Formación sustitutiva: Designa los síntomas o formaciones equivalentes, como los actos fallidos,
los chistes, etc., en tanto reemplazan a los contenidos inconscientes. Esta sustitución debe entenderse
en un doble sentido: económico, por cuanto el síntoma aporta una satisfacción que reemplaza al
deseo inconsciente; simbólico, al ser sustituído el contenido inconsciente por otro siguiendo ciertas
líneas asociativas.
Todo síntoma, en cuanto es producto del conflicto defensivo, constituye una formación
es principalmente el deseo el que busca su
transaccional. En la medida en que
satisfacción en el síntoma (Observación mía: caso Elizabht,
pierna derecha, dolor-placer -síntoma histérico-. En este ejemplo,
se ve que al yo de Elizabeht ese placer regresivo (no genital) entró
a la conciencia disfrazado de “dolor somático“).
Volvemos a la Conferencia 23° “los caminos del sintoma”:
Pero el conflicto neurótico aparece y por consiguiente el síntoma cuando el yo que “gobierna” la
conciencia y la acción del cuerpo no presta su acuerdo a la satisfacción de tipo regresiva (ej.:
satisfacción anal en un adulto en lugar de satisfacción genital -frustrada-).
Las producciones de la fantasía son los "sueños diurnos", unas satisfacciones imaginadas de
deseos eróticos, que florecen más cuanto más la realidad llama a moderarse (observación: compensa
hasta cierto grado la frustración sexual). Su esencia es la ganancia de placer con independencia de
la aprobación de la realidad. Los sueños diurnos pueden ser cc o Icc, estos últimos son fuente
tanto de los sueños nocturnos como de los síntomas neuróticos (Observvación mío. Ej: caso
Elizabhet, dolor-placer en el muslo de su pierna derecha).
Desde el punto de vista económico, el conflicto entre dos aspiraciones (del yo) no estalla antes de
que hayan alcanzado ciertas intensidades de investidura … la meta final, que desde lo cualitativo
aspira a la ganancia de placer y a evitar el displacer, desde lo económico consiste en dominar los
volúmenes de excitación que operan en el aparato psíquico e impedir su éxtasis generadora de
displacer.
Todo hasta aquí se refiere a la formación de síntoma en el caso de la histeria. Las contrainvestiduras
frente a las exigencias pulsionales pasan a primer plano en la neurosis obsesiva y, por medio de las
"formaciones reactivas", dominan el cuadro clínico. En la histeria domina síntomas corporales, en
la obsesión y las fobias el síntoma queda en el ámbito psíquico (fobia y obsesiones).