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De esta manera, el Santo Padre quiso respaldar la vigencia de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, de la que se cumplen 70 años, y de la Declaración y del Programa de Acción de Viena para la
Protección de los Derechos Humanos en el Mundo. De la que se cumplen 25.
Estos dos documentos son los pilares sobre los que se sustenta la protección de los derechos humanos en el
mundo.
Con motivo de estos aniversarios, el Pontífice envió un mensaje a los participantes en la Conferencia
Internacional “Los derechos humanos en el mundo contemporáneo: conquistas, omisiones, negaciones”, que se
ha inaugurado este lunes 10 de diciembre en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma.
En su mensaje, el Santo Padre quiso realizar “una reflexión profunda sobre los fundamentos y el respeto por los
derechos humanos en el mundo contemporáneo”.
El Papa recordó que, mediante estos dos documentos, la ONU “quería reconocer la igual dignidad de cada
persona humana, de la cual se derivan derechos y libertades fundamentales que, por estar enraizados en la
naturaleza de la persona humana, -una unidad inseparable de cuerpo y alma-, son universales, indivisibles,
interdependientes e interconectados”.
Llamó la atención sobre las “numerosas contradicciones” presentes en “nuestras sociedades contemporáneas”
“que nos llevan a preguntarnos si verdaderamente la igual dignidad de todos los seres humanos, proclamada
solemnemente hace 70 años, sea reconocida, respetada, protegida y promovida en todas las circunstancias”.
“En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y
por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al
hombre”, lamentó.
Un síntoma de esa desigualdad es que “mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su
propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”.
El Papa pensó, en concreto, en “los niños por nacer a quienes se les niega el derecho a venir al mundo; en
aquellos que no tienen acceso a los medios indispensables para una vida digna; en aquellos que están excluidos
de la educación adecuada; en quien está injustamente privado de trabajo o forzado a trabajar como esclavo; a
quienes están detenidos en condiciones inhumanas, a quienes son sometidos a torturas o a quienes se les niega
la oportunidad de redimirse, a las víctimas de desapariciones forzadas y sus familias”.
“Mis pensamientos también se dirigen a todos aquellos que viven en un clima dominado por la sospecha y el
desprecio, que son objeto de actos de intolerancia, discriminación y violencia debido a su pertenencia racial,
étnica, nacional o religiosa”.
También se refirió “a cuántas personas sufren violaciones múltiples de sus derechos fundamentales en el
contexto trágico de los conflictos armados, mientras los mercaderes de muerte sin escrúpulos se enriquecen al
precio de la sangre de sus hermanos y hermanas”.
“Ante estos graves fenómenos, todos somos cuestionados. De hecho, cuando se violan los derechos
fundamentales, o cuando se favorecen algunos en detrimento de otros, o cuando se garantizan solo a ciertos
grupos, se producen graves injusticias, que a su vez alimentan los conflictos con graves consecuencias tanto
dentro de las naciones como en las relaciones entre ellas”.
Por lo tanto, “cada uno está llamado a contribuir con coraje y determinación, en la especificidad de su papel, a
respetar los derechos fundamentales de cada persona, especialmente de las ‘invisibles’: de los muchos que
tienen hambre y sed, que están desnudos, enfermos, son extranjeros o están detenidos, que viven en los
márgenes de la sociedad o son descartados”.
“Esta necesidad de justicia y solidaridad tiene un significado especial para nosotros los cristianos, porque el
Evangelio mismo nos invita a dirigir la mirada a los más pequeños de nuestros hermanos y hermanas, a
movernos a la compasión y a trabajar arduamente para aliviar sus sufrimientos”, finalizó el Papa su mensaje.
BIOGRAFIA:
orge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, el 17 de diciembre de 1936; fue ordenado sacerdote en la
Compañía de Jesús el 13 de diciembre de 1969 por monseñor Ramón José Castellano, arzobispo emérito de
Córdoba.
Casi dos décadas después fue elegido obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires, el 20 de mayo de 1992,
siendo ungido entonces por Juan Pablo II. Apenas un mes después fue ordenado obispo el 27 de junio de
1992, en la catedral de Buenos Aires por el cardenal Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires (co-
consagrantes: Mons. Mario José Serra, obispo auxiliar de Buenos Aires y monseñor Eduardo Vicente Mirás,
arzobispo de Rosario).
Cinco años después fue promovido a arzobispo coadjutor de Buenos Aires (3 de junio de 1997), e inició su
ministerio pastoral como undécimo arzobispo de Buenos Aires el 28 de febrero de 1998.
Bergoglio es nombrado cardenal del título de San Roberto Belarmino de nuevo por Juan Pablo II en el
consistorio del 21 de febrero de 2001.
YOLANDA OQUELI.
Telma Yolanda Oquelí Veliz del Cid, conocida como Yolanda Oquelí, es una destacada activista y líder
comunal en la zona de San José del Golfo (Guatemala) de la organización FRENAM1 (Frente Norte del Área
Metropolitana) que ha sido atacada por defender los derechos humanos de su comunidad.
En junio de 2012 fue gravemente herida por arma de fuego en un intento de asesinato a causa de su manifiesta
oposición a la mina de oro que se comenzaba a construir en su localidad.
No se ha detenido a nadie por esta agresión. Su familia y su casa han sufrido amenazas y ataques. Durante
meses se vio obligada a cambiar constantmente de domicilio para conservar su integridad física.2
Desde septiembre de 2012 Yolanda y su família gozan de la protección estatal de Guatemala gracias a una
resolución de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Aun teniendo esta protección se teme que
pueda ser objeto de nuevas agresiones.3
Amnistía Internacional, en especial desde Canadá, ha estudiado el caso de Yolanda Oquelí.
Es una de las voces que se ha opuesto con fuerza al proyecto minero Progreso VII Derivada, que pretendía
extraer oro y plata de los municipios de San José del Golfo y San Pedro Ayampuc. En 2011 participó en la
fundación de un movimiento de protesta que se acabaría conociendo como la Resistencia pacífica La Puya y que
es referente en Guatemala. Fue para compartir esta experiencia que Yolanda visitó, ya en 2015, las Ciudades
defensoras de los derechos humanos.
Su tarea de defensa del medio ambiente y los derechos humanos la ha situado en una posición de riesgo
extremo. En junio del 2012, fue víctima de un atentado contra su vida. Dos hombres que circulaban en moto se
detuvieron junto al vehículo de Yolanda y le dispararon. Aunque logró sobrevivir, lleva una bala alojada muy
cerca del hígado y tiene que soportar que el atentado haya quedado totalmente impune.
Además, la activista ha sido criminalizada e involucrada en varios procesos judiciales. No es un caso aislado. El
informe de 2017 de la Procuraduría de Derechos Humanos de Guatemala, que alerta de la grave situación en la
que viven las defensoras y defensores de derechos humanos del país, advierte que «en los últimos años se ha
utilizado el derecho penal de manera indebida para bloquear el trabajo de las personas defensoras de derechos
humanos «.
El pasado 2 de enero, Yolanda decidió salir del país y buscar un lugar seguro para ella y su familia. En Cataluña,
está a la espera de que le reconozcan el derecho al asilo. Y continúa su lucha. «He aprendido que desde este
lado también se puede hacer mucho para denunciar y detener estos proyectos», asegura.