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El alma vegetativa
Es el principio más elemental de la vida, cuyos fenómenos más elementales son la generación, el
crecimiento, la nutrición, al tiempo que el alma vegetativa es el principio que rige las mismas
(generación, etc.). En esto se oponía a los presocráticos, que argumentaban que la causa de
estos procesos era la materia (fuego, por ejemplo). Así se instaura una relación mecánica que se
explica por el alma en tanto principio, y no a través de la materia, que hace posible tales
procesos: lo que se nutre, aquello de lo que éste se nutre, y lo que lo nutre. Lo que nutre, esta
última, es el alma, lo que se nutre es el cuerpo que posee esta alma, y aquello de lo que se nutre
esta es el allimento. EL objetivo de la vida presidida por el alma vegetativa es la reproducción
sometida a la vida finita en el tiempo.
4. EL alma sensitiva
Los animales además de poseer las funciones del alma vegetativa, poseen sensaciones, apetitos
y movimiento (de las que será necesario suponer un principio ulterior que rija tales funciones), a
saber el alma sensitiva.
Así, la primer función del alma sensitiva es la de la sensación, que sería la más característica
entre las tres mencionadas. Nuevamente para explicar esta función del alma como sensación,
recurre al pensamiento metafísico de su sistema, a la clave de potencia y acto. LA facultad,
porque de lo que hablamos es de facultades de cada parte del alma, del alma sensitiva es lisa y
llanamente recibir sensaciones, potencia; cuando tiene contacto con el objeto que afecta a su
sensación, adviene en acto, siente en acto. En el estadio animal sensitivo, recibimos en impacto
de la acción de un agente activo sobre nuestra receptividad pasiva de sensaciones; hay un
agente que está en acto. Una vez recibido el impacto de lo sensorial, la facultad sensitiva deja de
ser mera potencia, y adviene acto semejante a lo que conmovía; la sensación se asemeja a lo
sensible, la potencia al acto. Y esto es importante para diferencia del alma vegetativa. El alma
vegetativa asimila la materia durante los procesos que mencionábamos (nutrición); en la
sensación, se asimila la forma. Cada sensación tiene su objeto correspondiente, su "sensible
propio" de Reale; mientras que hay sensible comunes que no tienen un órgano predilecto ni
existe alguno que lo aprehenda tal cual (movimiento, reposo, figura, magnitud, número).
Aristóteles habla de un "sentido común" que sería como un sentido general no específico, una
suerte de "sentido que actúa de forma no específica" dicen comentaristas. La sensación
aprehende de manera no específica los sensibles comunes.
Las otras funciones del alma sensitiva que mencionamos eran el apetito y el movimiento. El
apetito nace como consecuencia de la sensación. Es decir que incluye la facultad nutritiva del
alma vegetativa, posee sensación, y si posee sensación consecuentemente tiene apetito: deseo,
voluntad de algo. Todos los animales, dice Arist., poseen al menos un sentido en común, a saber,
el tacto. A través de este experimentan la sensación descrita anteriormente, y donde hay
sensación, hay placer y dolor, como lo agradable y lo doloroso. El apetito tras la sensación,
tiende a lo agradable. Más aún, el movimiento, conectando lo anterior, deriva del deseo, la
facultda apetitiva motoriza el movimiento. El principio motor es el objeto deseable.
El deseo no es puesto en movimiento más que por el objeto deseado que el animal aprehende
mediante la sensación, o que se representa en la sensación. Con lo que el apetito y el
movimiento dependen de la sensación.
5. El alma racional
Así como el alma sensitiva no se reduce a la vegetativa porque contiene algo más que no se
puede explicar si no es por la primera, que posee un principio adicional (sensación); así también
el pensamiento, las operaciones de este tipo son irreductibles a la vida sensitiva y sensibilidad,
puesto que contienen algo más que las explica: el alma racional.
Ahora, si el pensar es como el sentir, ha de padecer la acción de lo pensado, así como los
órganos padecían la materia de lo sensible. Pero estrictamente, no debe padecer nada sino más
bien recibir la forma. EL intelecto en tanto que piensa y solo piensa, está exento de cualquier
mezcla. Ello es necesario para que el intelecto pueda conocer, la no mediación de obstaculos o
materia más exactamente. En tal sentido, la parte del alma llamada nous (a través de la que el
alma piensa, opina), no existe previamente como existe una cosa compuesta, hylemórficamente,
hasta su pensar efectivo. Por esa razón, no es coherente que esta parte del alma esté mezclada
con el cuerpo, porque de hacerlo tendría las propiedades cualitativas del cuerpo, casi que se
asemejaría a un órgano cualquiera.
El alma es donde residen las formas ideales, dice Aristóteles dando razón a su maestro Platón,
pero no existen allí en acto, sino solo en potencia. EL órgano no existe separadamente del
cuerpo, no obstante la inteligencia existe por su cuenta. Cuando la inteligencia adviene en acto,
lo cual ocurre cuando tal actuar, tal pensamiento depende de sí mismo, ahí la inteligencia está
en cierto modo en potencia, aunque no en el mismo sentido que estaba antes de haberse
descubierto. Ahora el intelecto puede pensar por sí mismo.
La inteligencia así es capacidad y potencia de conocer las formas puras (las formas están en
potencia en la sensación, la fantasía, etc.).
B) El intelecto en acto o agente, está en el alma. Reside en ella misma, es decir en el alma, y no
en Dios. Si hay una connotación de exterioridad del alma para Aristóteles (como en la
Gerenación de los Animales), es para denotar su trascendencia, su eminencia en esencia
respecto del cuerpo, una alteridad de esencia frente a lo corpóreo, una dimensión
metaempírica, espiritual, es realidad divina presente en el hombre.