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Puta y prostituta son algunas de las palabras utilizadas para definir y denigrar la labor
que consiste en intercambiar sexo por dinero o bienes. Este trabajo lo ejercen
aproximadamente 30.000 mujeres en Colombia según un estudio realizado por la
Secretaria de Integración Social. Aunque la prostitución es un trabajo legal, no es legal
pasar sobre los derechos de estas mujeres.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que la legalización de este trabajo no disminuye
el hecho de que este sea un trabajo denigrante, y mucho menos disminuirá la
discriminación y deshonra contra las trabajadoras sexuales, a la hora en que su cuerpo
es “comprado” para satisfacer los deseos de otras personas. En sí, las prostitutas no
ejercen su libertad, pues no es lo mismo acostarse con alguien de manera consentida
que voluntaria, dado que si no obedecen a sus “superiores” estas se verán sometidas a
un sinfín de torturas y castigos para “aprender la lección”.
La prostitución puede ser vista desde muchas perspectivas, pues algunos la ven como
un trabajo de la vida cotidiano, otros como un flagelo, o puede que pasen por alto esta
triste realidad en la que se vive actualmente. Sin embargo, esto no cambiará de un día
para otro, pues es muy difícil terminar con algo que ha ido creciendo con el pasar de los
años. Lo que sí es que las críticas sobre esta labor jamás terminarán.
Se debería dejar a un lado esta labor, se debería dejar de promover, se debería dejar de
estimular, se debería dejar de atentar contra la dignidad y los derechos de las mujeres,
se debería dejar de atentar moralmente contra el género femenino, se debería de poner
fin a este trabajo o flagelo, como quieran llamarlo, se debería dejar en el pasado, que
esto solo sea un mal recuerdo, una “mala racha” por la que tuvieron que pasar muchas
mujeres. Se debe dejar de ver a la mujer como un objeto sexual.