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Abü N a jr al-Fárábl
Presentación
Mifud Qm Hernández
Traducción
Manad Monta Mente
c es un libro que compuso Abu N isr al-Firabi sobre los
ipios de las opiniones de los moradores de la Ciudad
CAPITULO PRIMERO
I
más seres. Imposible que la entidad que tiene pcncnczca
también a oiro'scr distinto de El mismo. En el caso entre
la entidad que tendría esc otro ser (B) y la que tiene aquel
ser (A), no podría absolutamente haber ninguna distinción
I ni diferencia. Ya no serían dos entidades sino una sota y mis-
| ma esencia. Porque, si entre ambos hubiese alguna distin-
ciónTaqüello en que se distingan, será diferente de aquello
en que convienen y aquello en que cada uno se distinga del
otro, será parte constitutiva (exclusiva y propia) de cada uno,
mientras que aquello en que convienen, será la parte común.
Por consiguiente, cada uno de ellos sería distinto del otro
en la definición 1 y cada una de las dos partes seria causa
constitutiva de la esencia. Por tanto, ya no se trataría del Pn-
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No esii d Ser Primero en la materia n en modo alguno puede
DE LA GRANDEZA, MAJESTAD
Y GRACIA DEL SER PRIMERO
Del Ser Prim ero procede todo otro ser. Puesto, pues, que
el Ser Primero tiene la existencia que le es propia, necesaria
m ente se sigue que de El provienen todos los d em is seres
cuya existencia no depende de la voluntad y libre arb.tno
del hom bre y cada uno procede según su modo de s e r unos
nos son percibidos por los sentidos, otros son conocidos m e
diante una demostración apodíctica. La entidad de lo que
proviene de El. es a m odo de em anación (o expansión) de
ni propia entidad que da origen a otros seres de m anera que
la entidad de otros seres según va em anando de la entidad
del Ser Prim ero quede subsistente. Según esto, la entidad
de lo que de El proviene, no es en m odo alguno causa (fi
nal) que El tenga, ni íse es el fin que la entidad pnm era
tiene, com o, por el contrario, la entidad del hijo en cuanto
hijo es el fin que tiene la entidad de los padres en cuanto
padres, esto es. sin que la entidad de lo que de El proviene I
i*
CAPITULO IX
Los nom bres con que debe denom inarse el Ser Primero,
son aquellos mismos, que en los seres que nos rodean, sobre
jiodo en los que nos parecen más excelentes, significan cierta
perfección y excelencia en la entidad, sin que. a pesar de eso.
ninguno de esos nom bres designe tan sólo la perfección y
excelencia q u e acostumbramos a aplicar a los seres que nos
rodean, aun en los más excelentes, sino que designan la per
fección característica y propia de la substancia del Ser Pri
m ero. Adem ás, las especies de perfecciones que con tan va
nados nom bres acostum bram os a significar, son m últiples
y no debem os creer que en el Ser Primero las especies de per
fecciones que con esa variedad de vocablos designamos, sean
especies distintas en que pueda dividirse el Ser Primero y que
de su conjunto y unión resulte El form ado; al contrario, con
esa variedad de nombres designamos una especie única y una
entidad única e indivisible.
Entre los vocablos que en las cosas que nos rodean, indi
can perlección y excelencia, unos designan lo esencial de las
cosas en sí mismas sin designar algo relativo a otras cosas dis
tintas. v. g r.. e m t. uno. u t o . otros, por el contrario, desig-
LA CIU D AD IDEAL 27
DE LA MATERIA Y DE LA FORMA
I
N inguna de las panes de este cuerpo es m is digna que una
cualquiera del cuerpo circundante; antes bien, una pane cual
quiera del cuerpo circundadlo debe corresponder a una pa ne
del cuerpo circundante y en aquel m om ento ninguna otra
p an e es m is digna de estar allí; al contrario, siempre se q u e
daría allí en todo tiem po. Cuantas veces, pues, una p an e
de ese cuerpo está actuada en la parte correspondiente del
cuerpo circundante, será necesario que la p an e anterior co-
n esponda a la pane anterior, porque es imposible que al mis-
•».' AL FAKABI
otras son para influir sobre estos cuerpos r finalm ente otras
para recibir ia acción de otros. Los cuerpos q u e influyen so
bre otros y los sujetos activos de su acción en resumen son
de tres clases, según que su acción sobre otro sea: más. o me
nos. o igualm ente eficaz. O tro tanto se diga de los que reci
ben el influjo d e otros, pues tam bién tienen sujetos pasivos
de tres clases d e agentes, según que sean: m ás. o menos, o
igualm ente pacientes. El influjo de cada uno de estos sobre
los otros puede consistir o en ayudarle más o en contrariarle.
Los cuerpos celestes ejercen su influjo sim ultáneam ente con
la acción de los inferiores de unos sobre otros, bien ayudan
do. bien resistiendo. El que ayuda, ayudando unas veces y
oponiéndose otros: y el que resiste, oponiéndose unas veces
y ayudando o tris . Pero siempre las diversas acciones de los
cuerpos celestes se com binan con las acciones de los inferio
res de unos sobre otros para producir así otras muchas mix
tiones y com binaciones y para originar en cada especie m u
chos y muy diferentes individuos. Tales son las causas de que
existan los seres naturales que se dan dentro de los cielos.
CAPITULO XIX
I
lo que viene, se desprende de L futm a que tenía al par que
reviste la forma de su nuevo cuerpo. En eso consiste la nutri
ción. Hay. pues, que suponer en esos cuerpos las fundones
J e n u tn c ió n y todo aquello que presta ayuda a esas funcio
nes. Cada cuerpo de estos atrae hacia sí algo que implica opo
sición. Lo despoja de esta oposición contraria y al recibirlo
en sí lo reviste de la forma d e que él está revestido, hasta
q u e con el tiem po esa fuerza se irá debilitando y de aquel
cuerpo se desprenderá lo que la energía restaurativa no pue
d e ya sustituir. De esta suerte perecerá aquel cuerpo. De un
m odo análogo se preservan los cuerpos de sus disolventes in
terno*. mientra* que de lo* corruptores externos se pre
servan m ediante cienos instrum entos (u órganos), unos in
ternos y otros extemos. Así es necesario que para conservar
la especie, unos individuos substituyan a otros que a su ver
AL FARAHI
estas cosas jum as. Un cuerpo deviene tan sólo matería de otro
o en cuanto q u e éste Ic otorga toda su forma o en cuanto
que se reviste d e una p a n e d e su forma y así pierde de su
m érito y derecho. El cuerpo que posee un instrum ento al
servicio de otro cuerpo, tan sólo es instrum ento para una de
dos cosas: o para otorgarle toda su forma, o para revestirle
de una parte de la dignidad de su forma en una m edida que
no se despoja d e su esencia, como quien por una parte viste
con el trabajo d e su braao a los esclavos y por otra les hiere
hasta dom arlos y obligarles al servicio.
í
CAPITULO XX
rígido por el corazón, pero lienc dom inio sobre la bilis y so
bre los riAones y sobre otros m iem bros p irc a d o s a estos, la
vejiga sirve a los riñones; los riñones al hígado; el hígado
al corazón Lo mismo sucede entre otros miem bros.
La potencia sensitiva tiene tam bién u n í potencia d o m i
nante y otras potencias que le sirven. Estas últim as son los
cinco sentidos bien conocidos de todo el m undo y van divi
didos en los dos ojos, en los dos oídos y los demás sentidos
externos Cada uno de estos cinco sentidos percibe un sensi
ble característico. La potencia predom inante será aquella que
percibí ella sola todo lo que los cinco sentidos juntos pue-
den percibir, pues estos cinco no son más que los q u e sirven
para avisar a aquel y los encargados de darle noticias, cada
uno de ellos, está encargado de un genero de noticias, a sa
ber. de las noticias de una de las regiones de su principado.
Su dom inio total se parece al de un rey a quien llegan las
noticias de todos los distritos o provincias de su reino m e
diante los encargados de dárselas. E |£nncjpjdoJcA C tdüL «-
[ tos jniem bros reside tam bién en el corazón.
La potencia imaginativa no tiene suministradores reparti
dos por diversos miem bros, sino que más bien es una sola
y reside igualm ente en el corazón. Conserva los sensibles aun
cuando ya no estén presentes a los sentidos y es com o el juez
natural de los sensibles y éstos se dejan juzgar por ella. La
imaginación separa unos sensibles de otros y los compone
de diferentes m aneras coincidiendo unas veces con los sensi
bles de los sentidos externos y discrepando otras.
La potencia racional no tiene, entre los m iem bros u órga
nos. ni suministradores ni sirvientes que sean de su misma
especie; más bien ejerce su predom inio sobre todos los obje
tos de la potencia imaginativa.
En cada género, la potencia principal m anda y es m anda
da. La potencia racional m anda a la im aginativa, ésta m an
da a los sentidos y éstos a la potencia nutritiva.
El apetito ama y aborrece o detesta y es tam bién potencia
•>b AlFARAM
{
se procede según la intención del dueAo. El celebro >ubsti-
) tuye al corazón está en su lugar, le reem plaza y se acomoda
a lo que el corazón no podría acom odarse Asi está el cere
bro al servicio del corazón en sus m is alcas funciones. Es el
/ corazón la fuente del calor natural congém ro y d e clli corre
por los dem ás miembros q u e de esc m odo lo reciben y en
t virtud del espíritu vital natural corre por las anecias y así en
virtud del calor q u e el corazón expende y reparte, se conser
va el calor natural congénito en todos los miembros. Mas el
cerebro es el órgano que distribuye el calor equitativam ente
(
atem perado, aunque la eficacia le ha de venir del corazón,
de m odo q u e c: calor que debe llegar a cada m iem bro venga
en su justa y acemperada y conveniente m edida. Tal es la
prim era función del cerebro y el prim ero y más general ser
vicio que hace a todos los m iem bros. D e aquí que los ner
vios sean de des clases: prim eram ente unos son instrum en
tos u órganos que sirven a la potencia sensitiva principal re
sidente en el corazón, de m odo que cada sentido percibe su
sensación propia y característica; en segundo lugar otros ner
vios son igualm ente órganos de los m iem bros q u e sirven al
apetito residente en el corazón, dándoles virtud para m o
verse con m ovim iento voluntario. El cerebro sirve, pues, al
corazón prestando su ayuda a ios nervios de la potencia sen
sitiva para q u e sus funciones continúen d an d o el suministro
necesario para telar por su conservación. El cerebro sirve tam
bién al corazón prestando su ayuda a los nervios ¿el movi
m iento voluntario para q u e sus funciones continúen dando
a los m iem bros orgánicos el m ovim iento voluntario que sir
Í
ve al apetito residente en el corazón. Las raíces de muchos
de estos nervios q u e salen del cerebro m ism o, van cubiertas
con lo que conserva sus potencias, m ientras que muchas otras
de esas raíces nacen de la m édula espinal. Por su pane supe
rior, la m édula espinal se une con el cerebro, el tual de con
suno con la m édula presta su ayuda a los nervios. De aquí
que la función de la potencia imaginativa solam ente ticnt
lugar cuando el calor del corazón le viene en una m edida
determ inada. Del mismo m odo el pensam iento de la po ten
cia racional se da únicam ente cuando el calor le viene con
cierta m edida determ inada, esto es. en la propia de su ac
ción. O tro tanto se diga de la conservativa (de las formasi
y de la mem orativa respecto de sus objetos.
Sirve tam bién el cerebro al corazón en cuanto distribuye
el calor en aquella m edida justa y atem perada que conviene
a la imaginativa y en aquella que conviene a la co g ira tiv a
y al juicio y finalm ente en aquella que conviene a la conser
vativa y a la mem orativa. En una parte del cerebro se regula
la medida que conviene a la imaginativa, en otra la que con
viene a la cogitativa. y en otra tercera la que conviene a la
conservativa y a la memorativa. De aquí que el corazón co
mo fuente del calor naturaljtongenito. no podrá aún en su
mayor eficacia proporcionar un calor excesivo, y tal que no
se repartiría por todos los miembros sin exceso ni defecto
El calor de suyo no tiene otro tem peram ento que el que por
su parte intenta el corazón. Siendo, pues, esto así. es nece
sario que el calor que se distribuye a los m iem bros tenga su
m edida justa y atem perada. El calor no viene del corazón
en esa m edida que convendría a las acciones propias. Para
esto el cerebro, frío naturalm ente y húm edo, lo proporciona
1respecto de los otros miem bros. En d terebro se da tam bién
una energía psíquica por la que el calor del corazón se diem
buye en una m edida justa y determ inada Com o los nervio
que sirven a la potencia sensitiva (sensitivos) y para el moví»
m iento (m otores), son de naturaleza térrea y quedan fácil
m ente secos. exigen el ser humedecidos y tener cierta blan
dura que les facilite el alargarse y encogerse. Los nervios que
sirven a la potencia sensitiva, necesitan además el espíritu
natural cougcnito que en manera alguna puede contener h u
mo. Ahora bien, el espíritu natural congénito que corre por
las panes del cerebro, es de esta condición. Por ser excesivo
LA CIUDAD IDEAL 63
I
bre el corazón El primer m iem bro que se forma es el cora
zón. después nace el cerebro, luego el hígado, el bazo y fi
nalm ente siguen los otros miembros. Los órganos genitales
son los últim os en entrar en ejercicio. Su dom inación en el
cuerpo hum ano es muy pequerta. com o se ve esto muy claro
en los testículos que conservan el calor masculino y el espíri
tu masculino y ambos parten del corazón en los animales mas-
culinos que poseen testículos. La potencia generativa en pane
es pnncipal y en pan e es sím e n te u oficial. Com o p rm c ip j
reside en el corazón y com o sirviente en los órganos genita-
Ies y com o tai hace dos cosas: Prim eram ente prepara la m a
teria de que quedará el anim al constituido: en segundo lu
gar. le da la forma de su especie anim al y m ueve la materia
hasta lograr la forma de aquella especie. La potencia que pre
para la m ateria, es una potencia fem enina, mientras que es
masculina la que da la form a. La hem bra es tal por la virtud
de poder preparar la m ateria, m ientras que el varón es tal
por la virtud de poder d a r a aquella materia la forma de la
especie que es propia de ella. El m iem bro que sirve al cora
zón para darle la m ateria anim al es el útero, ai cual para qur
la materia pueda recibir la forma, sea del hom bre, se-* de
cualquier otro anim al, sirve el m iem bro que genera el se
m en. porque cuando el sem en viril cae en el útero femenino
encuentra allí la sangre q u e el útero había preparado para
recibir la forma hum ana. A esta sangre da el semen capau-
dad para moverse hasta q u e de la sangre se van formando
los m iem bros del hom bre y hasta obtener la forma de un
m iem bro cualquiera y. brevem ente dicho, la forma h u m a
na. La sangre preparada e n el útero sirve de m ateria al nue
vo ser (al hom bre) y el sem en viril mueve aquella materia
hasta obtener en ella la form a El semen vinl respecto de la
sangre preparada en el útero es como el cuajo por cuya vir
tud queda coagulada la leche. Com o el cuajo hace coagular
la leche sin ser p a n e de lo coagulado ni tam poco la materia
así tampoco el semen viril es pane de lo coagulado en el útero
ni tam poco es la materia. El em bnón queda constituido del
semen viril com o del cuajo queda constituido lo coagulado
c igualm ente queda el em brión constituido de la sangre del
útero como de la leche fresca queda constituido lo coagula
d o y com o del cobre quda constituido el vaso. Lo q u e da ori
gen al semen en el hom bre son los vasos en que se encuentra
el sem en, a saber las venas que se hallan debajo de la piel
LA CIUDAD ¡PEAL b'i
tos para dar al esperm a o semen viril eficacia con que mover
la sangre, preparada en el m ero o m atriz, a la forma de aque
lla especie anim al. Una vez q u e del sem en o esperm a ha re
cibido la sangre eficacia para educir esa form a, lo p rim ero
que se form a es el corazón. Su constitución perm ite preser
la constitución de los dem ás m iem bros según que del cora
zón van logrando y obteniendo sus potencias. Si con la p o
tencia nutritiva se producen en él las potencias q u e prepa
ran la m ateria, se irán constituyendo los demás miembros
en cuanto m iem bros fem eninos, m ientras que si se produce
la potencia que prepara la form a, se constituirán los demú>
miembros en cuanto miem bros masculinos. De aquellos vie
nen los m iem bros genitales pertenecientes a la hem bra y de
éstos los pertenecientes al m acho. Finalm ente se originan to
das las potencias anímicas y esto d e un m odo análogo en la
hem bra y en el macho. Estas dos clases de potencia, la mas
culina y la fem enm a. en la especie hum ana aparecen separa
das en dos individuos; pero en m uchas de las plantas ambas
potencias aparecen perfectam ente unidas en u n mismo in
dividuo. v. g r.. en muchas de las plantas que se propagan
por semillas. Las plantas preparan la m ateria, esto es. las se*
millas y con ellas comunican la potencia que las impulsa ha
cia la forma, porque en la semilla hay una disposición para
recibir la forma y hay una potencia para moverse a la misma
forma. Lo que le da disposición para recibir la forma es la po
tencia fem enina, mientras que lo que le hace ser principio
que la impulsa hacia la forma, es la potencia masculina. Tam
bién entre los animales se dan algunos que tienen un modo
de ser análogo, y se dan tam bién otros cuya potencia fem eni
na es perfecta, poseyendo, además, una potencia masculi
na imperfecta que obra tan sólo en cieña m edida (grado)
para luego cesar. Sin embargo, esa potencia fem enina necesi
taría una ayuda de afuera, v. gr. desovan y echan fuera h u e
vee illos estériles o infecundados, como se ve en muchas espe
cies de peces que al desovar ponen los huevrciUos en cienc*
n id e a l e,
lugares y luego les águen los peces machos y lanzan sobre ellos
c ic ru hum edad y cntoaces un huevee ü b cualquiera q u e reci
be aqueLa hum edad, se convertirá en t n nuevo animal. m c a
iras que se corromperá el que no la recibe. N o es éste el caso
d e la especie hum ana, e n la cual am bas potencias se hallan
separadas e n dos individuos caracterizados ambos por c rg i-
nos propios — tales son los órganos genitales va bien
Conocidos— : pero las demás cosas son análogas cc ambos se
xos Así (exceptuadas las dos poteaoas precitadas) les son co
m unes todas las d r m í <pofrrv-iit p ú g i l S i n embargo, en
tre los m iem bros comunes son más calientes algunos órga
nos del varón; tam bién los m iem bros locomotores y motores
son en el varón más fuertes y eficaces Entre los accidentes
psíquicos q u e inclinan a la violencia, v. g r.. a la ira y a la
dureza, suelen ser en la m ujer más débiles y en el varón m is
vehem entes. Hay tam bién accidentes psíquicos que inclinan
a la suavidad (debilidad), v. g r.. la dulzura y clemencia; es
tos son más propios de la m ujer. N o obsta esto para que h a
ya hom bres que poseen m odos d e ser psíquicos semejantes
a los de las m ujeres y m ujeres que los poseen semejantes a
los de los hom bres. Se distinguen, pues, por los accidentes
dichos en la especie hum ana las m ujeres y los varones, pero
en las potencias sensitivas, imaginativas y racionales no se
distinguen. Los objetos extenores producen en las potencias
sensitivas auxiliares las representaciones de los sensibles. Los
sensibles de distintas especies percibidos por los cinco senti
dos convergen todos en una potencia sensitiva principal. De
esos sensibles producidos en estas potencias se originan las
representaciones de los fantasm as en la potencia im aginati
va. en la cual se conservan, aun desaparecida La constatación
de los sentidos externos. La imaginación com o juez los exa
m ina; unas veces separa unos de otros, otras veces los com
pone entre sí en tam as especies de composiciones q u e no
se pueden contar; y unas veces son falsas y otras son ver-
CAPITULO XXII
DE LA DIFERENCIA ENTRE
LA VOLUNTAD Y EL UBRE ALBEDRIO,
Y SOBRE LA FELICIDAD
DE LA C A U S A DE LOS SUEÑOS
DE LA INSPIRACION
Y DE LAS VISIONES DE ANGELES
I
tinguen por sus disposiciones: pero en ellas hay un jefe prin
cipal y hay otras personas cuyo grado se acerca m ucho aJ del
jefe prim ero o principal y en cada una de estas personas se
dan disposiciones y hábitos con que hacen sus oficios según
lo requieren los fines del jefe principal. Emos forman el gra
do primero. Después de estos hay otros que hacen sus ofi
cios en conform idad con los fines de los primeros y forman
el grado segundo. De este m odo están ordenadas las panes
de la ciudad hasta llegar a quienes tan sólo cum plen los d e
signios de los d em is. Estos sirven y no son servidos. Forman
el últim o grado y son la gente com ún y ordinaria. Pero es
de advenir q u e los miembros del cuerpo hum ano son natu
rales y las disposiciones que tienen son potencias naturales,
mientras que los elementos que integran la ciudad, aunque
sean naturales, sin em bargo, las disposiciones y hábitos en
cuanto trabajan en favor d e li ciudad no obran como n atu
rales. sino como voluntarios, porque, aunque por ser n atu
ralm ente partes de la ciudad, si bien de diferente m odo, h a
cen los hombres, unos en favor de otros, una cosa y no otra,
sin em bargo no son p an e de la ciudad por esas propiedades
y disposiciones solam ente, sino tam bién por los hábitos vo
luntarios que han adquirido, por ejem plo los d e las anes y
L \ C IU D A D ID E A L 55
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de Z g
= e=
y <0mPfeh<,nsión P « ^ todo lo que se le diga
de m odo que con su entendim iento llegue a conocer te
preten d e inculcarle el que le está hablando v lo que la c o a
por 5i m isma merece. 3) Ha d e tener buena m emoria d e ^
que una cea ha entendido o visto u oído o contado y en ce
neral no debe olvidar nada. 4) D ebe estar dotado de mucha
d W * Pafa qUC- de una cosa vea
el m i, pequeflo indicio, pueda fijarse v coger aquel asneon
p ro p IO que el tal indicio implica. 5) Debe e s J d o t a d l e
*1
L L IL l/Jiu iv u m v »9
iodo.
CAPITULO XXIX
DE LOS MORADORES
DE ESTOS ESTADOS
DE LA JUSTICIA
DE LA HUMILDAD
3 Parecerá r»u opinión il*o como propio del uuema de H ejrl. en cuan-
10 pueden dañe emei cualesquiera aun contrarios y contradictoriamente
opuestos entre al (N. J t l T.)
LA CIUDAD IDEAL 129