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Oraciones al Espíritu Santo

Oraciones Litúrgicas
1. Secuencia de Pentecostés
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,


descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,


divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,


sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones


según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

2. Veni Creator
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;


Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios
los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos;


infunde tu amor en nuestros corazones;
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.

Aleja de nosotros al enemigo,


danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre,


y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo,

Gloria a Dios Padre,


y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.

V. Envía tu Espíritu y serán creados.


R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos: Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del
Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar
de su consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Oraciones coleccionadas en reuniones de la asociación del Prado

1. Ven,
Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor. Envía, Señor, tu Espíritu y serán creadas todas las cosas y se renovará el
orden en esta tierra.
Oremos: Señor, Tú que has formado los corazones de tus fieles con la iluminación
de tu Espíritu, concede comprender esta vida según ese mismo Espíritu y contar
siempre con su apoyo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
1. ¡Oh Dios mío!,
Dame tu Espíritu, es la oración que nosotros debemos hacer continuamente y siempre, en
cada instante; ¡el Espíritu de Dios es todo!
Si somos animados por él, tenemos todo, poseemos todas las riquezas del cielo y de la
tierra (VD 511).

2. Oración que precedía las asambleas del Concilio

Aquí estamos en tu presencia, Santo Espíritu, Señor nuestro. Míranos cautivos


bajo el peso del pecado pero reunidos hoy en tu nombre. Ven a nosotros, quédate
con nosotros, entra en nuestros corazones a mover lo que debemos hacer.
Muéstranos hacia donde debemos caminar. Lleva a su plenitud lo que debemos
realizar. Tú solo se nuestro inspirador, sólo tú el autor de nuestros juicios. Tu que
con Dios el Padre y con su Hijo posees el nombre glorioso. No permitas que
pongamos obstáculos a tu justicia. Tú que amas por encima de todo lo que es
recto. Que la ignorancia no nos lleve a actuar mal. Que los privilegios no nos
lleven a claudicar. Que ningún regalo, ninguna preferencia de personas nos deje
corromper. Que reunidos en tu nombre y guiados por nuestro cariño hacia ti
nuestro juicio no se aparte del tuyo para que recibamos en el mundo futuro la
recompensa a las acciones bien hechas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

3. Ven Espíritu Creador

Ven Espíritu Creador, Ven a fecundar nuestras vidas, ven a llenarnos de gracias.
Tú que nos has creado.
Tú que eres nuestro socorro, el don del Dios Altísimo,
Tú, el don de siete rostros,
el dedo de Dios,
Promesa y presencia del Padre,
inspíranos las palabras que vamos a hacer.
Danos la luz,
danos el amor,
danos la fuerza,
a nosotros que estábamos sin fuerzas.
Aleja de nosotros el odio.
Llena nuestros corazones de paz.
Guiados por ti escaparemos del mal.
Muéstranos quién es el Padre.
Haznos vivir con el Hijo, en Ti que eres
su Espíritu, danos siempre la fe.
A Dios Padre sea la gloria, Al Hijo resucitado
de entre los muertos,
Al Espíritu, ahora y por siempre.
Oremos: Señor, Dios nuestro, por la iluminación del Espíritu Santo, has instruido
los corazones de tus fieles; haznos dóciles a tu Espíritu, para apreciar lo que es
justo y concédenos experimentar siempre tu presencia reconfortante.
4. Oración al Espíritu Santo

Espíritu Santo, Tú que desde siempre eres el Maestro de lo imposible, ven a


realizar en nosotros todo aquello que te es posible: haz revivir lo que está muerto,
haz brotar lo que está en germen, haz madurar lo que ha caído en tierra.
Sé en nosotros el Espíritu del Padre; ven a convencernos de entregar nuestra vida
y de colaborar en la gran obra de la creación, de trasformar la tierra en tierras para
compartir entre todos.
Sé en nosotros el Espíritu del Hijo; ven a enseñarnos a pasar por la Cruz para
abrir el camino de tu Reino, y a vivir confiadamente tanto las pruebas como las
alegrías de la vida.
Sé en nosotros el espíritu de santidad, que nos inicia en las costumbres de Dios,
en la generosidad del Padre, en la fidelidad del Hijo, así como en la valentía de los
apóstoles y en la alabaza de María.
Sé en nosotros el espíritu que despierta a la Esposa del Señor Jesús: esta Iglesia
tan vulnerable y santa a la vez, tan débil y valiente, tan probada y confiada.
Danos a cada uno el Don de encontrar nuestro lugar en este gran cuerpo de
Cristo, y de consagrar todo nuestro ser a su crecimiento para que el mundo tenga
vida, la verdadera vida, aquella que se encuentra al perder la propia, contigo,
gracias a Ti, oh Maestro de lo imposible. Amén.

5. Ven Espíritu de Dios

Ven, Espíritu de misericordia, Ven e iremos a compartir con nuestros hermanos la


miseria que les destruye el cuerpo y alma.
Ven, Espíritu de ternura, ven e iremos a compartir con nuestros hermanos lo que
tenemos y ellos necesitan.
Ven, Espíritu de paz, ven e iremos a construir con nuestros hermanos la tierra
prometida: con igualdad de derechos para todos.
Ven, Espíritu de consolación, ven e iremos a ofrecer a nuestro hermano que llora
el consuelo de nuestra presencia.
Ven, Espíritu de los creyentes, ven a hacernos parecidos a Aquél que para dar
nacimiento a una nueva tierra dejó su Cuerpo quebrantado como pan partido para
los que tienen hambre.
Ven, Espíritu de Dios, ven a formar en nosotros el espíritu del Evangelio. Amén

6. Dios mío, dame tu Espíritu

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


1. Lo necesito para ser testigo de tu Verdad en el mundo; para que libre de
aprobaciones y desaprobaciones, yo tenga el deseo de agradarte
solamente a Ti.

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


2. Para amar tu Cruz como la han amado los santos, para vivir con ella y
dar mi vida por ella para conducir a los hombres y mujeres a tu gloria, para
amar hasta el extremo.

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


3. Para evangelizar a los pobres, para tener la audacia de llamar en tu
nombre a los que Tú quieres que te sigan por el camino de una vida
cristiana según el Evangelio, y así construir tu Iglesia entre los pobres.

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


4. Para ser fiel al Estudio del Evangelio cada día, y que éste sea mi
principal trabajo; ser discípulo de tu Palabra para construir tu Pueblo en
este ministerio. Que él sea mi gran acto cotidiano de amor por Ti.

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


5. Para ser un cristiano contemplativo de tu obra, de tu misericordia
actuando en mí a cada momento. Para que sea tu colaborador en el trabajo
que Tú realizas en todas las personas y en mi comunidad.

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


6. Para que Jesucristo complete en mi carne los sufrimientos que faltan a
su pasión. Para que pueda decir honestamente que todo lo acepto por
amor a Ti, con tal que se haga tu voluntad en mí y en todas tus criaturas.

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


7. Para que yo pueda llegar a ser por la oración y el sacrificio un pan bien
cocido para tu Pueblo pobre. Que el tomen y coman de tu persona sea una
realidad en la totalidad de mi vida. Que el amor sea la fuente de toda mi
actividad apostólica.

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


8. Para amar a los pobres como Tú los amas, para entrar en la compasión
de tu Hijo para con ellos; para que en este camino habite en mí la santidad
de tu Hijo. Que yo los ame gratuitamente.

¡Dios mío, dame tu Espíritu!


9. Para que yo pueda crecer en el amor de tu Hijo, pobre, crucificado y
comido. Que sea siempre consciente de que este tesoro lo llevo en un vaso
de barro, para que se vea que esta fuerza extraordinaria no viene de mí
mismo sino de Ti. Amén.

(Al término de una sesión de reflexión, Benjamín Cadena retomo en la oración los descubrimientos y
llamados que recibió, sus palabras pueden convertirse en las nuestras…)
7. Espíritu Santo, ¡Bendito Seas! (Jaques Lancelot)

I. Bendito seas, Espíritu Santo, Luz de Dios, Ayúdanos hoy a caminar con
valentía y confianza en medio de nuestras tinieblas e incertidumbres hacia
una luz mayor.
II. Bendito seas Espíritu Santo, ternura del Padre. Haz que sepamos, como
Jesús, maravillarnos de todo lo que es bello, de todo lo que está naciendo.
III. Bendito seas Espíritu de Verdad. Concede a todas las personas y a tu
Iglesia ser infatigables buscadores de la Verdad, sin jamás creer que la
poseen.
IV. Bendito seas Espíritu Creador. Ayúdanos a pensarlo todo y a construir en
el mundo, desde los pobres, desde lo que ellos son, desde lo que ellos
viven, y así serviremos a la liberación de la Iglesia y del mundo.
V. Bendito seas Espíritu Defensor. A través de los que se unen, ven a tomar
la defensa de los que han sido heridos en su dignidad.
VI. Bendito seas Espíritu Santo, Padre de los pobres. Tú que cantas en la vida
de los sencillos. Ayúdanos a aprender de ellos lo que nos enseñan de Ti.
VII. Bendito seas Espíritu Santo, Fortaleza. Concede a los discípulos de Jesús
y a los hombres de buena voluntad, buscar los caminos de una liberación
verdadera, con los pobres, con los pueblos pobres y con los pobres de
todos los pueblos.
VIII. Bendito seas Espíritu Santo, Amor vivo de Dios. Ayúdanos a amar al
pueblo que nos has confiado, a compartir lo que vive, a acompañar lo que
ha organizado, a reconocer y celebrar los signos de tu acción.
IX. Bendito seas Espíritu del Padre y del Hijo. Condúcenos a un renovado
conocimiento de Jesús, Cristo y Señor, viviente y resucitado. Ahora y por
siempre.
Oremos: Te pedimos, Señor, que el Espíritu Consolador ilumine nuestros
espíritus, y que según tu promesa nos haga conocer toda la verdad, que
purifique nuestros corazones a fin de poder amarle perfectamente y alabarle
dignamente. Por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo; ahora y por siempre.

8. Ven, Espíritu de Amor (Karl Rahner)

Ven, Espíritu del Padre y del Hijo.


Ven Espíritu de Amor.
Ven, Espíritu de Infancia, de Paz, de confianza y de gozo.
Ven, secreta alegría que brilla en las lágrimas del mundo.
Ven, vida más fuerte que nuestras muertes.
Ven Padre de los pobres y Abogado de los oprimidos.
Ven, Luz de la eterna Verdad y Amor
derramado en nuestros corazones.
Nada tenemos que pueda obligarte, pero precisamente eso nos da confianza.
Secretamente, nuestro corazón teme tu venida, ya que te pareces tan poco a este
corazón burdo y siempre en búsqueda de sí mismo. Pero, justamente, ésta es la
garantía más sólida de que Tú vienes a pesar de todo.
Entonces, ven, renueva y acrecienta tu acción más allá de nosotros mismos. En ti
ponemos nuestra confianza. Te amamos, porque Tú mismo eres el Amor.
En Ti, tenemos a Dios como Padre, porque Tú gritas más allá de nosotros mismos:
¡Abba, Padre amado!
Quédate en nosotros, no nos abandones en el áspero combare de la vida, ni
cuando él llegue a su término y estemos completamente solos.
Ven, Espíritu Santo.

9. Espíritu que empuja la Historia. (Michel Hubalt)

¡Nosotros creemos en Ti, Espíritu de Dios! Creemos que Tú eres, en el corazón de


los hombres y de los pueblos, esa misteriosa energía espiritual, esta fuerza
subterránea, que ni las dictaduras ni las estructuras injustas, podrán jamás detener
del todo.
Creemos que Tú eres el soplo imperceptible de Dios, que siempre escapará de los
sutiles escenarios imaginados por los politólogos o los futurólogos.
Creemos que eres Tú el que prepara pacientemente las imprevisibles revueltas de
las libertades oprimidas, que brotan de las profundidades de la humanidad y
manifiestan que el misterio del ser humano siempre supera nuestras estrechas
teorías y todas las planificaciones de la aventura humana.
Creemos, Espíritu de Dios, inspirador imprevisible, que eres tú la grandeza y la
dignidad del hombre. Creemos que, aunque las fuerzas del mal puedan, cruel y
prolongadamente, amordazar la palabra y encadenar la libertad, ningún poder
humano sofocará jamás tu aliento de vida que anima al hombre.
Creemos que, aunque nadie sepa de dónde vienes ni adónde vas, siempre
podremos constatar, asombrados, las huellas de tu paso por la historia de nuestra
vida y la de los pueblos. Creemos en Ti, Espíritu Santo, porque sin Ti, fuente
trascendente y fuerza inmanente, el hombre regresaría a la animalidad, y nuestra
historia perdería su dinamismo y su verdadera finalidad: la plenitud del Reino de
Dios.

10. Oración al Espíritu (Anónimo)

Señor, derrama en abundancia tu Espíritu sobre el mundo.


Que tu soplo vuelva a dar nueva frescura a nuestra envejecida tierra.
Que tu claridad ahuyente y disipe todas las tinieblas
que invaden el corazón de las personas.
Que tu fuego purifique los grandes proyectos de
los pueblos.
Que tu dinamismo inflame a los escépticos y
a los desencantados.
Que tu paz llene los corazones perturbados.
Que propagues el amor irresistiblemente y reanimes
la vida dondequiera que ella se adormece o se muere.
Señor, derrama en abundancia a tu Espíritu sobre la Iglesia.
Que la defensa de los testigos del Evangelio, el fermento vivificante de la unidad,
el inspirador de toda comunión, el promotor infatigable de la verdadera libertad.
Que abra a todos los cristianos el tesoro de sus dones para que cada uno
encuentre su lugar en la construcción del Cuerpo de Cristo.
Que guíe a los que emprenden nuevos caminos y asumen con audacia su misión
de profetas. Que muestre el horizonte de maravillas insospechadas a los que
miran hacia atrás.
Que sea para todos el Espíritu de la Promesa, Señor, derrama en abundancia tu
Espíritu sobre cada uno de nosotros.
Tú sabes, mejor que nosotros mismos, lo que hay en el fondo de nuestro corazón
inquieto, de nuestras plegarias, y de nuestras súplicas y gritos.
Tú conoces nuestras resistencias, nuestras cobardías y fracasos. Tú conoces
también, nuestra hambre de verdad y esa sed de Ti que nos invade el corazón.
Tu amor se adelanta a nuestra oración para llenarnos de todo don perfecto. Danos
tu Espíritu, que él realice en nuestras vidas la grandiosa obra de Jesús, tu Hijo.
Amén.

11. Espíritu de Dios, tú eres como el viento. (Oración de un niño de doce años)

Espíritu de Dios,
Tú eres como el viento que lleva bien alto, las alas del pájaro.
Tú nos abres el camino para que nuestros ojos contemplen nuevos paisajes.
Fuerza transformadora, Tú vienes a ensanchar nuestros pensamientos estrechos.
Tú desbaratas montañas de obstáculos. Tú desciendes a la profundidad de
nuestras tristezas, para hacer surgir desde ahí la esperanza radiante.

Espíritu de libertad,
Tú nos entregas a los combates de la vida difícil para que todas las personas
lleguen a convencerse de que… ¡Es bueno vivir! Tú eres nuestro vuelo; Tú nos
das valor.

Espíritu de aventura,
Tú eres nuestra oportunidad de vida eterna. Tú nos invitas a arriesgarnos cuando
nos quedamos sentados en medio de las tinieblas; Tú nos pones de pie, nos das
la señal del día.

Ven, Espíritu de Vida, sopla sobre nuestra tierra, dale esa renovación que le hará
transformarse y resplandecer.

¿Acaso no es ella energía, perpetuo devenir?

12. Señor, derrama tu Espíritu (A. Boone F. Cromphout)

Señor, derrama tu Espíritu sobre los jóvenes y los viejos. Derrama tu Espíritu en
los hombres y en las mujeres.
Derrama tu Espíritu en la altura y en la anchura.
Derrama tu Fuego en el corazón de las personas.
Derrama tu Fuego en la boca de la gente, en los ojos de la gente, en las manos de
la gente.
Derrama tu Fuego.
Envía tu Soplo sobre aquellos que creen, sobre aquellos que dudan, sobre
aquellos que aman, sobre aquellos que están solos.
Envía tu Fuego sobre la palabra y el silencio de los hombres.
Envía tu Fuego sobre los idiomas de los hombres, sobre los cantos de los
pueblos...
Envía tu Soplo a todos los que están vigilantes, a todos los que construyen el
futuro, a todos los crean la belleza, a todos los que cuidan la vida.
Envía tu Espíritu, envía tu Soplo a las casas de las gentes.
Envía tu Espíritu a las ciudades y los campos, al mundo de los hombres.
Envía tu Espíritu sobre todas las personas de buena voluntad.
Aquí y ahora. Envía tu Espíritu sobre nosotros. Envía tu Espíritu.
El Espíritu de Dios se extiende a través del mundo como el fuego según la
voluntad de Cristo: “He venido a traer fuego a la tierra” (Lc 12, 49).
El Espíritu Santo está en nosotros, más profundo, más hondo que nuestra propia
respiración.
- Es el soplo creador de Dios.
- Una oración para invocar sobre el mundo, sobre la Iglesia, sobre cada uno de
nosotros.
¡El Espíritu de Pentecostés!

13. Letanía al Espíritu Santo

Señor ten piedad,


Cristo ten piedad,
Señor ten piedad,
Dios, Padre celestial,
o Ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Espíritu Santo consolador que eres Dios,
Trinidad Santa, que sois un solo Dios,
Espíritu Santo que procedes del Padre y del Hijo,

Espíritu que en el origen te movías sobre las aguas y las fecundabas (Gn 1, 2);
Espíritu del Señor que llenas todo el Universo (Sb 1, 7).
o Ven a nosotros
Espíritu bajo cuya inspiración han hablado los profetas de todos los tiempos (2Pe
1, 21).

Espíritu por quien el Verbo se encarnó en María (Lc 1, 35).

Espíritu descendido en forma de paloma sobre Jesucristo en su bautismo (Mt 3,


16).

Espíritu que empujaste a Jesucristo al desierto ara vencer al demonio (Mc 4, I).

Espíritu del Señor que reposas sobre el Enviado del Padre (Is 61, 1; Lc 4, 18-21).
Espíritu que has venido en el día de Pentecostés como lenguas de fuego sobre los
discípulos del Señor (Hch. 2, 2-4).

Espíritu que has hecho fuertes a los apóstoles en la proclamación de la fe en


Jesucristo. (Hch 4, 8).

Espíritu que convences al mundo en lo referente al juicio (Jn 16, 8).

Espíritu que das testimonio de Jesucristo (Jn. 16, 8).

Espíritu que das testimonio de Jesucristo (Jn 15, 26).

Espíritu por el cual nacemos de nuevo (Jn. 3, 5).

Espíritu que derramas el amor de Dios en nuestros corazones (Rm 5, 5).

Espíritu de filiación de los hijos de Dios (Rm 8, 14-15).

Espíritu que vienes en ayuda de nuestra debilidad (Rm 8, 26).

Espíritu que purificas los corazones por la fe (Hch 15, 8-9).

Espíritu que vivificas (Jn 6, 63).

Espíritu que sondeas los pensamientos y las intenciones de los corazones (Hb 4,
12).

Espíritu que escrutas todas las cosas y hasta las profundidades de Dios (1Cor 2,
10).

Espíritu que intercedes por nosotros con gemidos inefables (Rm 8, 26).

Espíritu cuta unción nos enseñará todas las cosas (Jn 14, 26).

Espíritu de Dios que habitas en nosotros (2Tm 1, 14).

Espíritu cuya gracia es multiforme (1Cor 12, 11).

Espíritu que distribuyes los diversos dones de la gracia para utilidad común (1Cor
12, 4-7).

Espíritu de la verdad; que nos recordarás todas las cosas (Jn 14, 26).
Espíritu que nos conducirás hacia la verdad completa (Jn 14, 16).

Espíritu Paráclito que permaneces siempre con nosotros.

Muéstrate propicio.

o Libéranos, Espíritu Santo.


De todo mal, de todo pecado, de las tentaciones y de las trampas del demonio,

Del espíritu de cólera y de la división, del espíritu de impureza, de todo mal


espíritu,

Por tu venida,

Nosotros que somos pecadores,

o Te rogamos, escúchanos, Espíritu Santo.


Que viviendo por el Espíritu, caminemos según el Espíritu (Gal 5, 2).

Que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne (Rm 8, 13).

¡Que nunca te entristezcamos! (Ef 4, 3)

Que seamos servidores de la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Ef 4, 3)

Que viviendo en el Espíritu no demos satisfacción a las apetencias de la carne


(Gal. 5, 16).

Que no creamos en cualquier espíritu, sino que discernamos si es el Espíritu que


viene de Dios (1Jn 4, 1).

Que siempre nos recordemos que somos templo del Espíritu (1Cor 3, 16; 6-19).

Que guardemos intacto el Espíritu de la Promesa con que hemos sido sellados
(Ef1, 13).

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,

o Derrama en nosotros el Espíritu Santo.


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,

o Envíanos el Espíritu del Padre que Tú nos has prometido.


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
o Danos el Espíritu de paz.
Oremos: Señor Dios, ante quien todo corazón está abierto y todo propósito se
descubre, a quien ningún secreto se oculta, purifica, por la efusión del Espíritu
Santo, los proyectos de nuestro corazón, para que merezcamos amarte con toda
perfección y alabarte dignamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

14. Oración del Padre Chevrier

“¡Oh Verbo, OhCristo!


¡Qué bello y que grande eres!
¡Quién acertara a conocerte! ¡Quién pudiera comprenderte!
Haz, oh Cristo, que yo te conozca y te ame. Tú, que eres la luz, manda un rayo de
esa divina luz sobre mi pobre alma, para que yo pueda verte y comprenderte.
Dame una fe en ti tan grande, que todas tus palabras sean luces que me iluminen,
me atraigan hacia ti y me hagan seguirte en todos los caminos de la justicia y de la
verdad. ¡Oh Cristo! ¡Oh Verbo! ¡Mi Señor y mi único Maestro! Habla, que quiero
escucharte y poner en práctica tu palabra. Quiero escuchar tu divina palabra, que
sé que viene del cielo. Quiero escucharla, meditarla, practicarla, porque en tu
palabra está la vida, la alegría, la paz y la felicidad. Habla, Señor. Tú eres mi
Señor y mi Maestro. Quiero escucharte sólo a Ti.

Invocaciones breves de la comunidad de Taizè


Cuando nos abandonamos al Espíritu Santo, nos encontramos con una senda que va de
la inquietud a la confianza.

1. Ven Espíritu Santo

Ven, Santo Espíritu; haz venir del cielo el resplandor de tu presencia.


Ven, Padre de los pobres; Espíritu generoso; ven, luz de los corazones.
Tú, el perfecto consolador, frescura maravillosa; en nuestra alma, Tú haces habitar
la paz; en el sufrimiento, eres el alivio; en la tristeza, el consuelo.
Luz bienhechora, ven a habitar en lo más íntimo de nuestro ser para que seamos
fieles; sin tu presencia nada hay en el hombre, nada que sea limpio.
Lava nuestro pecado, riega nuestra sequedad, sana nuestras heridas, haz flexible
nuestras rigideces, inflama nuestra tibieza, endereza nuestros extravíos.
A los que confían en Ti y te reciben en la fe, cólmales de tus dones, concédeles
crecer en Ti y perseverar en el camino de la salvación; dales la alegría perdurable.
¡Aleluya!

2. Espíritu Santo que llenas el universo, Tú pones al alcance de nuestra fragilidad


humana estos valores del Evangelio: la bondad del corazón, el perdón, la
compasión. Espíritu Santo, tú tienes para todos nosotros una llamada. Por eso,
ven a preparar nuestros corazones, para que podamos descubrir lo que esperas
de cada uno de nosotros.
3. Espíritu Santo en ti se nos ofrece descubrir esta realidad sorprendente: Dios no
quiere ni el sufrimiento ni la aflicción humana; no causa en nosotros ni miedo ni
angustia, Dios solo puede amarnos.

4. Espíritu Santo, incluso cuando nuestras palabras no llegan a expresar bien la


espera de la comunión contigo, tu invisible presencia habita en cada uno de
nosotros y nos ofreces la alegría.

5. Espíritu Santo consolador, ven a soplar sobre las inquietudes que pueden
retenernos lejos de ti. Y concédenos descubrir las fuentes de confianza
depositadas en lo más profundo de nosotros.

6. Espíritu Santo, luz interior, no quisiéramos nunca escoger la obscuridad, sino


acoger siempre la claridad que viene de ti.

7. Espíritu Santo, que llenas el universo con un soplo de silencio, tú nos dices a cada
uno: “Nada temas, en tus profundidades está la presencia de Dios. Busca y
encontrarás”.

8. Espíritu Santo, misterio de una presencia, tú nos dices a cada uno: “¿Por qué
inquietarte? Solo una cosa es necesaria: un corazón a la escucha para
comprender que Dios te ama y siempre te perdona”

9. Espíritu Santo, tú siempre vienes y nos revistes con tu paz. Y cuando permanece
en nosotros la alegría brotada del Evangelio, puede aportarnos un soplo de vida.

10. Alabado sea el Espíritu Santo, que permanece en las profundidades de nuestro
ser y consume las penas de nuestra vida en el fuego de su presencia.

11. Espíritu Santo tú nos abres a esta realidad del Evangelio: un amor que perdona de
tal modo que nada es grave sino perder el espíritu de misericordia.

12. Espíritu Santo, Espíritu consolador, a tu lado descubrimos que nunca estamos
solos, que mantienes en nosotros una continua comunión con Dios.

13. Espíritu Santo, tú estás en comunión con cada uno de nosotros, no por un
instante, sino siempre y hasta en la vida nunca acaba.

14. Soplo del amor de Dios, Espíritu Santo, a veces estamos completamente
sorprendidos al descubrir lo cerca que tú te mantienes de nosotros. Y nos dices a
cada uno: abandónate con toda sencillez en Dios, tu poca fe basta.

15. Espíritu Santo, concédenos volvernos hacia ti en todo momento. A menudo


olvidamos que tú nos habitas, que oras en nosotros, que amas en nosotros. Tu
presencia en nosotros es confianza y continuo perdón. Espíritu Santo, misterio de
una presencia, tú vienes a nosotros siempre. Permaneces en lo más profundo de
nuestra alma, y despiertas en nosotros la espera de la comunión contigo.

16. Espíritu Santo, luz interior, tú alumbras los días felices y también los periodos
difíciles de nuestras vidas. Y cuando la claridad parece desvanecerse, tu
presencia permanece.

17. Espíritu Santo, soplo de amor de Cristo, tú estás presente siempre, y en el fondo
de nuestra alma tú depositas la confianza de la fe.

18. Espíritu Santo, ábrenos a la confianza y a la sencillez del corazón, para que nos
olvidemos de nosotros mismos y nos abandonemos en ti.

19. Espíritu Santo, por tu presencia en nosotros, en este día tú nos prepararás a
percibir la compasión de Dios y a comprender que Dios puede solamente dar su
amor.

20. Espíritu Santo, tú conoces nuestras fragilidades, pero vienes a transfigurar


nuestros corazones, de tal modo que nuestras propias obscuridades pueden llegar
a ser luz interior.

21. Espíritu Santo, concédenos poner paz allí donde hay antagonismos, y hacer
perceptible por medio de nuestra vida un reflejo de la compasión de Dios. Sí,
concédenos amar y decirlo con nuestra vida.

Invocaciones al Espíritu Santo


1. Rey Celeste
Rey celeste, Espíritu Consolador, Espíritu de Verdad, que estás presente en todas partes y
lo llenas todo, tesoro de todo bien y fuente de la vida, ven, habita en nosotros, purifícanos
y sálvanos, Tú que eres bueno. Amén.

2. Alma de mi alma
¡Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame,
consuélame, dime qué debo hacer, ordéname.

Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que
me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad.

3. Para pedir los siete dones


¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz
que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios que me haga
apartar de las terrenas.

Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la
verdad cristiana.

Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme,
perseverar y salvarme.
Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en
el camino de la salvación.

Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo
verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.

Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea
misericordioso con el prójimo.

Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los
mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.

Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que,
lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu
doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.

Oraciones de grandes santos

1. Aquí estamos Espíritu Santo (San Isidoro de Sevilla)


Aquí estamos Espíritu Santo, aquí estamos, sí, abrumados por el peso de nuestros
pecados´, pero congregados particularmente en tu nombre.

Ven a nosotros, quédate con nosotros y dígnate penetrar en nuestros corazones.


Enséñanos lo que tenemos que hacer, muéstranos qué dirección tomar y cuál ha de ser
nuestro objetivo, para que con tu ayuda, en todo podamos complacerte.

Sé tú el único inspirador y autor de nuestras decisiones, Tú que eres el único que, con Dios
Padre y su Hijo, poses el nombre glorioso.

No permitas que obremos contra la injusticia, Tú que amas la equidad sobre todo.

Que la ignorancia no nos extravíe, que el favoritismo no nos doblegue, que no nos
dejemos sobornar por favores, dádivas e influencias.

Que antes bien, sea el don de tu gracia el que nos una eficazmente a Ti, de manera que
estemos identificados contigo y en nada nos desviemos de la Verdad.

Y puesto que estamos reunidos en tu nombre, que en todos los asuntos moderemos la
justicia con la piedad.

De este modo lograremos en esta vida una plena sintonía de nuestras decisiones con tu
voluntad, y en la otra alcanzaremos por nuestro leal servicio el premio eterno. Amén.
2. ¡Espíritu Santo, Paráclito divino! (San Alfonso Ma. de Ligorio)
Oh, Espíritu Santo, divino Paráclito, padre de los pobres, consolador de los afligidos,
santificador de las almas, heme aquí postrado en vuestra presencia, te adoro con la más
profunda sumisión y repito mil veces con los serafines que están ante tu trono: ¡Santo,
Santo, Santo!

Creo firmemente que eres eterno, consustancial al Padre y al Hijo. Espero que por vuestra
bondad, santificaréis y salvaréis mi alma. Os amo, oh Dios de amor. Os amo más que a
todas las cosas de este mundo; os amo con todo mi afecto porque sois bondad infinita
única que merece todos los amores.

Y ya que insensible a vuestras santas inspiraciones, he tenido la ingratitud de ofenderos


con tantos pecados, os pido mil perdones y lamento soberanamente haberos disgustado.
Os ofrezco mi corazón, tan frío como es, y os suplico que os hagáis entrar en él un rayo de
vuestra luz y una chispa de vuestro fuego, para fundir el duro hielo de mis iniquidades.

Tú que llenaste de gracias inmensas el alma de María e inflamaste de un santo celo el


corazón de los apóstoles, dígnate también abrazar mi corazón con tu amor. Eres Espíritu
divino, fortaléceme contra los malos espíritus; eres fuego, enciende en mí el fuego de tu
amor; eres luz, ilumíname dándome a conocer las cosas eternas; eres paloma, dame
costumbres puras; eres un soplo lleno de dulzura, disipa las tormentas que levantan en mí
las pasiones; eres una lengua, enséñame la manera de alabarte sin cesar; eres una nube,
cúbreme con la sombra de tu protección; eres el autor de todos los dones celestiales,
vivifícame por la gracia, santifícame por tu caridad, gobiérname con tu sabiduría,
adóptame como hijo tuyo por tu bondad y sálvame por tu infinita misericordia, para que
no cese jamás de bendecirte, de alabarte y de amarte, primero en la tierra durante mi vida
y luego en el cielo por toda la eternidad. Amén.

3. ¡Oh Divino Amor! (San Agustín de Hipona)


Oh divino amor, oh lazo sagrado que unes al Padre y al Hijo, Espíritu omnipotente, fiel
consolador de los afligidos, penetra en los profundos abismos de mi corazón y haz brillar
ahí tu resplandeciente luz. Derrama tu dulce rocío sobre esta tierra desierta, a fin de poner
término a su larga aridez.

Envía los dardos celestiales de tu amor hasta el santuario de mi alma, de manera que al
penetrar en él, enciendan llamas ardientes que consuman todas mis debilidades, mis
negligencias y mis languideces.

Ven, ven dulce Consolador de las almas desoladas, refugio en el peligro y protector en la
aflicción desamparada.

Ven, tú que lavas a las almas de sus manchas y curas sus heridas.
Ven, fuerza de los débiles y apoyo de los que caen. Ven, doctor de los humildes y vencedor
de los orgullosos.

Ven, padre de los huérfanos, esperanza de los pobres, tesoro de los que están en la
indigencia.

Ven, estrella de los navegantes, puerto seguro de los náufragos.

Ven, fuerza de los vivos y salvación de los moribundos.

Ven, oh Espíritu Santo, ven y ten piedad de mí.

Haz mi alma simple, dócil y fiel, y condesciende con mi debilidad tan bondadosamente,
que mi pequeñez encuentre gracia ante tu grandeza infinita; mi impotencia ante tu fuerza,
y mis ofensas ante la multitud de tus misericordias.

Amén.
Contenido
Oraciones Litúrgicas ............................................................................................................................ 1
1. Secuencia de Pentecostés ....................................................................................................... 1
2. Veni Creator ............................................................................................................................ 1
Oraciones coleccionadas en reuniones de la asociación del Prado .................................................... 2
1. Ven, ......................................................................................................................................... 2
1. ¡Oh Dios mío!, ......................................................................................................................... 3
2. Oración que precedía las asambleas del Concilio ................................................................... 3
3. Ven Espíritu Creador ............................................................................................................... 3
4. Oración al Espíritu Santo ......................................................................................................... 4
5. Ven Espíritu de Dios ................................................................................................................ 4
6. Dios mío, dame tu Espíritu ...................................................................................................... 4
7. Espíritu Santo, ¡Bendito Seas! (Jaques Lancelot) .................................................................... 6
8. Ven, Espíritu de Amor (Karl Rahner) ....................................................................................... 6
9. Espíritu que empuja la Historia. (Michel Hubalt) .................................................................... 7
10. Oración al Espíritu (Anónimo) ............................................................................................. 7
11. Espíritu de Dios, tú eres como el viento. (Oración de un niño de doce años) .................... 8
12. Señor, derrama tu Espíritu (A. Boone F. Cromphout) ......................................................... 8
13. Letanía al Espíritu Santo ...................................................................................................... 9
14. Oración del Padre Chevrier ............................................................................................... 12
Invocaciones breves de la comunidad de Taizè ................................................................................ 12
1. Ven Espíritu Santo ................................................................................................................. 12
Invocaciones al Espíritu Santo ........................................................................................................... 14
1. Rey Celeste ............................................................................................................................ 14
2. Alma de mi alma.................................................................................................................... 14
3. Para pedir los siete dones ..................................................................................................... 14
Oraciones de grandes santos ............................................................................................................ 15
1. Aquí estamos Espíritu Santo (San Isidoro de Sevilla) ............................................................ 15
2. ¡Espíritu Santo, Paráclito divino! (San Alfonso Ma. de Ligorio) ............................................ 16
3. ¡Oh Divino Amor! (San Agustín de Hipona)........................................................................... 16

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