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Al meu estimat pare Josep Lladó Pascual

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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema
informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico,
por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La
infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad
intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos
Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra
(www.conlicenca.com; teléfonos 91 702 19 70 – 93 272 04 45).

© Pep Lladó, 2019


© Profit Editorial I., S.L., 2019
Amat Editorial es un sello editorial de Profit Editorial I., S.L.

Diseño de cubierta: Montse Farré


Maquetación: Aina Pongiluppi / D'ainagràfic

ISBN: 978-84-17208-95-0
Primera edición: Mayo, 2019
Producción del ebook: booqlab.com

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Referencias

Sobre el autor

Pep Lladó es cantautor, pianista y productor musical. Buscador incansable que huye de militar en
ningún estilo musical en particular, es un habitual de la escena rumbera de Barcelona y de sus manos
han salido multitud de álbumes de diferentes estilos. En el terreno audiovisual, ha colaborado en series
de televisión de gran éxito internacional, que le han llevado a ser uno de los autores españoles más
exportados de las últimas décadas. Actualmente dirige el sello discográfico Sota La Palmera, además de
actuar con su banda y ofrecer su Taller de Composición de Canciones a nivel nacional e internacional
(España y Latinoamérica).

Más información sobre Pep Lladó.

Sobre el libro

Ponle la letra a tu propia canción. El mundo está lleno de canciones. Todas las culturas del mundo
las componen y no hay ser humano que no haya cantado alguna vez. Componer canciones no es difícil,
pero que resulten interesantes dependerá de sus cualidades técnicas y, sobre todo, del impulso
emocional que ha llevado a crearlas. Este libro te ofrece las herramientas necesarias para que conectes
con tu poder creativo, sea cual sea tu nivel de conocimiento musical, y conviertas tus sentimientos en
letras de canción, sin los prejuicios que suelen coartarlo y llevándote a un transformador diálogo con tu
mundo interior. Déjate acompañar en este fascinante camino y encuentra aquello que hará tu vida más
rica y feliz.

Más información sobre el libro y/o material complementario

Otros libros de interés

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Web de Amat Editorial

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Índice

Prólogo
Introducción

1. Confidencias y acuerdos antes de zarpar


De qué va este libro
Enlaces a internet
Pequeño relato
Sobre la Luna y el Sol
Mejor que ejercicios, juegos
Juego: Melodías escondidas en los números

2. Invitación
Por qué las canciones pueden ayudar a mejorar el mundo
Aquí y ahora puede nacer una canción
Juego: Lista de temáticas
¡No hay excusa! Si puedes cantar, puedes componer
Juego: Grabación en pareja
Llevas contigo una maleta llena de recursos
La canción como escenario para el diálogo interno

3. Sobre las canciones y quienes las componen


Nuestra vida entre canciones
Juego: Las canciones de tu vida
Componer: formar de varias cosas una
Un asunto con Batman

4. ¡Vamos allá! Consejos prácticos


Ten siempre a mano un recurso para grabarte

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Procura tener cerca una guitarra o un piano
Un lugar donde crear
Reserva un espacio de tiempo
Crea tu carpeta de letras
Vive pequeñas temporadas en «modo composición»
Búscate aliados
Espera a tener terminada tu canción para mostrarla a los demás

5. Si la gallina come bien, los huevos son más sabrosos


En busca de alimento
Escucha música
Cine, teatro, televisión (selectivamente), artes plásticas, literatura y otras
manifestaciones artísticas
Juego: Las películas de tu vida
Observa la realidad que te rodea
Viaja
Estimulantes
Ordenadores, interfaces, plugins, controladores y otros inventos de la
modernidad

6. Tú, escribiendo letras de canciones


Sobre el arte de transformar los sentimientos en letras de canción
¿Qué es antes, la letra o la música?
Juego con una palabra. Salir a pasear una palabra
Letras de canciones y poesía
La métrica. Ante la duda, baila
La rima. Ante la duda, canta
Juego con una estrofa. Estrofa de presentación
El universo en una frase
Juego con una frase. La frase pendular

7. Peripecias metafísicas persiguiendo una canción


Abrir las murallas del castillo
Juego: Cinco sentidos, cinco palabras
El salto al vacío

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Dos extraños personajes que se asemejan a ti
Aceites esenciales
Juego: Canción de amor sin la palabra amor
Tensar el arco
El bloqueo. Qué hacer cuando sientes estar en una vía muerta
Cuando todo encaja

8. Unos cuantos trucos para estimular la creatividad


Trampolines
Preguntarte para quién y para qué compones
Juego: Canción para un personaje público
Visualizar al que canta
Juego: Cambio de sexo
Juego: Auditorio a la carta
Visualizar a quien escucha
Elegir un terreno propicio
Navegar en el caos
Poner atención a las imágenes que cruzan tu mente
Dejar que intervenga el azar
Juego: El oráculo de Google

9. Ahora que estás en marcha


Sobre las canciones y la felicidad
Un compromiso ineludible con tus canciones
¿Componer canciones es musicoterapia?

10. Tú componiendo música


Consejos poco ortodoxos para la música de tus canciones
El aprendizaje musical como camino de autoconocimiento
Cómo aprender
Juego: Tu primera canción
Elige bien tus maestros
¿Por dónde empezar?

11. ¡Que suene la música!

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Tres grupos
Grupo 1 - Si puedes hacer la misma música con una guitarra que con una
raqueta de tenis
Juego: Con una canción tradicional
Juego: Componer un rap
Juego con un socio
Grupo 2 – Digamos que te defiendes
Juego: Canción sencilla
Juego del diagrama
Juego con dos acordes
Grupo 3 - Si llevas más horas de vuelo que la sonda Voyager
Juego: Autorretrato
Juego: Canción diálogo
Juego: …y el premio es para:

12. Ahí se queda la canción


Conclusión y ofrecimiento
Agradecimientos

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Prólogo
de Roser Capdevila i Valls

Mi amigo Pep Lladó asegura que todos podemos «hacer música».

Para Pep, componer parece una tarea fácil. Le conocí mientras aplicaba sus
notas mágicas sobre mis dibujos. Los 104 episodios de «Las Tres Mellizas»
tomaban fuerza con su banda sonora. Sus composiciones musicales,
siempre descriptivas, nos transportaban hasta los lugares más remotos y
nos introducían en la época y la cultura de las historias que escogía la Bruja
Aburrida. Al mismo tiempo, en cada escena, sus ritmos y melodías nos
proporcionaban momentos de suspense, intriga, alegría, miedo… Supe
entonces que para la productora era un cincuenta/cincuenta; daba tanta
importancia a la animación como a las músicas que debían acompañarla.
Aunque yo nunca podré llegar a valorar la profunda huella que esas músicas
han dejado entre mis recuerdos.

Para mí, componer canciones es un enorme desafío. Pero Pep confía tanto
en nuestra capacidad musical innata que nos anima a crear nuestra propia
banda sonora. A través de este libro, nos transmite sus conocimientos de
artista polifacético como poeta, intérprete, compositor, cantante... y nos
proporciona las herramientas necesarias con trucos y juegos para que
podamos transformar los ruidos en sonidos y los golpes en compases; nos
acerca al ritmo de la rumba, a la poesía del cantautor, a la creación del
compositor… Siguiendo sus consejos seguro que todos podemos «hacer
música» aunque para algunos, entre los que me incluyo, es aconsejable
mantenerla en la más estricta intimidad y seguir disfrutando de la suya.

Y a lo mejor, le desafío a ilustrar un cuento.

¡Gracias Pep!

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Introducción

La historia de este libro empieza en San Cristóbal de las Casas, en el estado


de Chiapas (México). Una venturosa casualidad hizo que tuviera la
oportunidad de residir en esta ciudad un espacio de tiempo lo
suficientemente largo como para plantearme qué era lo que yo podía aportar
a aquella sociedad que me estaba acogiendo de forma tan generosa. Así fue
cómo se me ocurrió preparar un pequeño taller de composición de canciones
que fui realizando en distintas escuelas de música y centros sociales. La
actividad fue muy bien recibida; tanto, que me animé a seguir impartiendo el
taller de vuelta a Barcelona.

He estado dando el taller en lugares muy diversos. He trabajado con


personas que se acercaban por curiosidad, sin tener casi ninguna noción de
música, y también he podido trabajar con profesionales con una larga
trayectoria en la composición. Durante este tiempo, una de las principales
lecciones que he aprendido es que, cuando nos ponemos a componer una
canción, todos seguimos caminos muy parecidos. De esos caminos me
gustaría hablarte.

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1. Confidencias y acuerdos antes de
zarpar

De qué va este libro


Este libro te hablará del vértigo que todos hemos sentido algún día ante un
papel en blanco, del subidón indescriptible que provoca hallar la rima
perfecta o el acorde que andábamos buscando, de la inquietud que nos
puede causar la posibilidad de plagiar o ser plagiados, de la necesidad que
todos acabamos sintiendo de plantearnos qué es lo que queremos enseñar
de nosotros mismos en nuestras canciones, de cómo nuestra vida incide en
las canciones, y las canciones en nuestra vida. Componer canciones puede
tener una vertiente técnica, pero sobre todo tiene una vertiente humana muy
importante. De la parte técnica, voy a hablar muy poco; esto me obligaría a
dar por sentados conocimientos de música que quizás no todo el mundo
tenga. Mi intención es centrarme en la parte más humana; esta nos atañe a
todos por igual y, además, es donde siento que tengo más elementos que
compartir.
Este no es un tratado sobre composición de canciones, seguro que tú
sabrás encontrar otros lugares donde alimentarte para prosperar en los
aspectos más formales de este arte. Lo que yo me propongo aquí es
proporcionarte herramientas para que vivas la fascinante experiencia de
dialogar con el compositor que llevas dentro y ayudarte a conectar con tu
poder creativo, derribando los prejuicios que acostumbran a coartar nuestra
creatividad. Me gustaría acompañarte en este tramo de tu camino y
experimentar contigo que componer canciones puede ser una manera
maravillosa de interpretar la realidad que nos rodea y de navegar por nuestro
universo interior. Por eso he titulado el libro COMPONER CANCIONES PARA
DIALOGAR CON TU MUNDO, porque este diálogo, esta observación activa de
cuanto te acontece, tanto de piel para adentro como de piel para afuera, es lo
que termina dando sentido al acto de componer.
Dicen que la realidad es siempre tal como nos la contamos; yo digo que la
realidad es siempre tal como nos la cantamos, porque cuando creamos una
canción creamos con ella un universo, un mundo que procede de nosotros y

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que nosotros habitamos cada vez que volvemos a escucharla. Hacer
canciones es una responsabilidad más grande de lo que parece, porque cada
canción que componemos puede marcar un antes y un después en nuestras
vidas, y quizás en las vidas de muchas personas. Estoy convencido de que mi
vida no sería la misma si no hubieran existido Sabina, Serrat, Gato Pérez o
los Beatles. Ellos, con sus canciones, han moldeado el mundo en el que he
crecido.

Enlaces a internet

En la páginas que siguen, haré mención a compositores y canciones que son


referencia para mí. Siempre que pueda, te pondré un enlace a algún video o
algún audio para que puedas escucharlas.
Puede que mis gustos coincidan con los tuyos, o puede que no. Escucha
las canciones que te propongo solamente si escucharlas te proporciona
placer, no es necesario hacerlo para seguir el hilo del libro. Si mis referentes
no te sirven, estoy seguro de que tú sabrás cómo evocar los tuyos propios.

Como primer enlace, y a modo de homenaje, ahí va este video con


Serrat y Sabina. Junto con Gato Pérez, son, quizás, los compositores
que más admiro en lengua española. He crecido con ellos y me
siento reflejado en todas y cada una de sus canciones. ¡Espero que
lo disfrutes!

Pequeño relato

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Permíteme que te haga un pequeño relato de mi vida con respecto a las
canciones.
Vine al mundo y he vivido casi siempre en el Maresme, una comarca
cercana a Barcelona, una estrecha franja de tierra entre las montañas de la
Serralada Litoral y el mar. Las montañas del Maresme son más bien bajas y
redondas, surcadas de plácidos senderos entre pinos y encinas. Las playas
son de arena blanca, largas y tranquilas. Es una naturaleza amable que invita
a ser habitada… casi siempre. Sucede que, muy de vez en cuando, es como si
despertara un dragón dormido y los vientos se vuelven huracanados, los
pequeños riachuelos, torrentes desbordados, y el mar ruge tan fuerte como
el Atlántico más embravecido en la Costa da Morte.
Antes de empezar este pequeño relato de mi trayectoria vinculada a las
canciones, quizás deba contar que la historia de mi vida, e incluso mi
carácter, tiene mucho que ver con la naturaleza de esta tierra donde vivo.

Nací en Argentona el 14 de septiembre de 1961. Soy el mayor de seis


hermanos. La música llegó a mi vida, de manera intensa, en la adolescencia,
pero la poesía la llevo impregnada desde mi nacimiento. Mi padre ha escrito
siempre poesía. Le recuerdo recitando sus poemas a mi madre y, sobre todo,
recuerdo levantarme de la cama a hurtadillas, cuando todos dormían, y ver a
mi padre sentado a la mesa del comedor, frente a un papel y bolígrafo en
mano, con la mirada perdida como esperando que llegara de quién sabe
dónde la rima que andaba buscando. A veces me descubro en ese mismo
gesto y siento un agradecimiento emocionado.
Como he dicho, la música llegó más tarde, con un piano de pared que
trajo a casa mi tío. Creo que llegó en el momento perfecto, justo cuando
necesitaba con ansias un canal por el que fluyeran mis inquietudes de
adolescente inadaptado. Y así vinieron las tardes escuchando vinilos con los
amigos, los primeros grupos y el conservatorio, y poco a poco me fui viendo
a mí mismo como un músico.
Me siento afortunado por haber podido hacer de mi pasión el trabajo con
el que he podido sustentar a mi familia. Solo por eso ya estoy inmensamente
agradecido al destino, pero hay mucho más. Muy pronto me di cuenta de que
componer canciones, incluso cuando estas respondían a encargos de
terceros, pedía de mí que se abrieran esas puertas mágicas que conducen a
nuestro universo interior. El acto de componer nos lleva siempre a mirar
hacia adentro y escuchar nuestra alma, a buscar en los rincones escondidos
de nuestra memoria y nuestros sentimientos. Esa es la única manera de

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conseguir el milagro de que aparezca una canción donde antes solo había
silencio y un papel en blanco. Así, sin darme cuenta, sucedió que componer
canciones, además de ser mi profesión, se convirtió en la forma con la que yo
me he ido explicando a mí mismo lo que me iba sucediendo a lo largo de mi
vida.
Con un poco de oficio y mucha implicación, me gané el pan felizmente
durante muchos años ejerciendo de compositor, pianista y productor
discográfico, hasta que a finales del año 2008 mi vida dio un vuelco
inesperado. Loli, la que fue durante más de treinta años mi amada
compañera, murió de forma repentina, dejándome sumido en un mar de
tristeza. Antes he hablado de los terribles temporales que a veces asolan las
tierras apacibles del Maresme. Este fue el más terrible de todos ellos. Ya no
era capaz de abrir esas puertas mágicas de las que antes hablaba, ya no
podía viajar por los paisajes de mi mundo interior, ni tan siquiera podía
enfrentarme al silencio y a la soledad sin que me inundara la tristeza más
profunda, y pensé que jamás podría volver a componer, porque jamás podría
volver al lugar interior donde nacen las canciones. Sin embargo, tuve la
suerte de tener a mi lado personas muy amadas que me hicieron ver que la
vida me había proporcionado una herramienta poderosísima para afrontar mi
duelo, y esta herramienta eran los propios resortes que uno usa cuando
compone. Gracias a estas personas, un día pude juntar el valor necesario
para afrontar la empresa de componer las canciones más bellas que
pudieran salir de mi corazón para hablar de Loli, del dolor atronador de su
ausencia y de la promesa de la alegría que un día habría de ser capaz de
sentir por la vida vivida a su lado. Acompañado por mis amigos, todos ellos
músicos de gran talento, zarpé hacia el viaje interior más importante de mi
vida: Andar Contigo.
Durante más de un año estuve componiendo en soledad las canciones de
este álbum. Ya no se trataba de cumplir con ningún encargo profesional, ni
tan siquiera de un impulso meramente artístico: se trataba de una guerra
entre el dolor y la poesía en la que me estaba jugando la vida. Si el dolor
vencía a la poesía, esta dejaría de tener sentido para siempre, y sin poesía, la
misma vida se convertía en algo sin sentido. Si, por el contrario, la poesía era
capaz de vencer al dolor, se abría un camino de esperanza. Cada verso en las
canciones de Andar Contigo, cada melodía, fueron pequeños pasos que me
permitieron avanzar en este camino, y si hoy estoy aquí escribiendo estas
palabras es porque venció la poesía y, gracias a ella, pude aceptar y encauzar
el gran dolor que me causaba la pérdida de mi amada Loli. Esta es, para mí, la

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verdadera razón por la que las mujeres y los hombres nos entregamos a la
actividad artística. Ayudarnos a dialogar con nosotros mismos para abrazar
lo bueno y lo malo que la vida nos ofrece.
Andar Contigo es un trabajo excepcional en todos los sentidos, que
cambió mi forma de relacionarme con la música. Quizás debido a eso, en los
proyectos que le sucedieron sentí un impulso que jamás había sentido con
anterioridad: el de cantar yo mismo las canciones que componía. Quizás
porque el compromiso entre mis canciones y yo se había hecho más
estrecho, quizás porque depositar mis canciones en la voz de otro cantante
ahora se me antojaba un acto de cobardía, a mis cincuenta y tantos me hice,
sin remedio, cantautor.

Te enlazo con la canción «Andar Contigo» que da nombre a todo el


proyecto.

Puedes encontrar todas las canciones del álbum y toda la


información suplementaria en mi web.

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Sobre la Luna y el Sol
El lenguaje no es más que una convención que nos llevó, a un grupo de gente,
a llamar a la Luna, Luna, y al Sol, Sol. A mi entender, mucho más importante
que las palabras que los nombran son la propia Luna y el propio Sol.
El material de este libro es una invitación a jugar con las palabras, a
usarlas, junto con la música, como materia prima para crear, a gozar de ellas
como el pintor goza de sus pinturas o el escultor del mármol que esculpe.
Para que se produzca el prodigio de la comunicación es imprescindible
que la alianza entre el que habla y el que escucha funcione, y no sería nada
deseable que, por algún azar, sucediera que las palabras, en lugar de
funcionar como vehículo de comunicación, se convirtieran en un elemento
distorsionador.
Soy consciente de que la antigua convención de utilizar el género
masculino para dirigirnos tanto a hombres como a mujeres ha entrado en
crisis, y esto ha creado a los escritores un grave problema que de momento
no tiene solución. La única alternativa es utilizar el femenino para nombrar a
ambos géneros, la cual cosa se me antoja igualmente injusta y
empobrecedora.
Por suerte, la lengua es algo vivo, y estoy seguro de que, con los años,
daremos con una solución para este conflicto. De momento, pido que se
acepte que use el masculino como una más de las convenciones que voy a
proponer a lo largo de este libro, con todo mi respeto y cariño a todas mis
hermanas mujeres que vayan a leerlo.
Que en virtud de este acuerdo, los artículos cambien y las vocales se
adapten a la voluntad de la lectora o del lector y que viva la igualdad y la
concordia entre las mujeres y los hombres.

Mejor que ejercicios, juegos


A lo largo del libro voy a proponerte una serie de actividades que te acerquen
al acto de componer una canción. No creo que a estas actividades se las
pueda llamar ejercicios, porque, a mi entender, el ejercicio tiene que ver con

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el desarrollo de algún aspecto técnico. Mi objetivo no es ese; lo que yo me
propongo es que juguemos con la música y las palabras, y que a través de
este juego vayamos abriendo la mente y disolviendo falsos límites para
descubrir que todos somos capaces de crear.
Para jugar, no es necesario tener ningún nivel mínimo de conocimientos
musicales: ha de bastarnos con nuestra intuición. Sin embargo, si tienes la
suerte de haber estudiado música, verás que puedes poner en práctica los
conocimientos que has adquirido. Incluso si ya has compuesto varias
canciones o eres compositor profesional, seguro que podrás divertirte con
estos juegos, y probablemente encontrarás nuevos caminos para tu
creatividad. No hay límites, que cada uno se acerque con lo que lleva puesto
y juguemos juntos. Solo pido una cosa: abandonemos el miedo.

Miedo y creatividad suelen ir reñidos, así que no tenemos otra opción:


¡desoigamos todas nuestras creencias limitantes y lancémonos sin red!

Melodías escondidas en los números


Seguramente recuerdas de memoria el número de tu teléfono. Seguramente, si te
lo preguntan, siempre respondes con una misma cantinela, repartiendo los
números de la misma forma en unidades, decenas o centenas. Te propongo que te
hagas consciente de esta cantinela, que pronuncies en voz alta tu número de
teléfono varias veces, como si fuera un mantra, y que intentes entonar una melodía
con él. Verás que poco a poco va brotando de tu voz una cancioncilla, cada vez más
definida tanto melódica como rítmicamente. ¡Ya estás componiendo! Estás
encontrando la música escondida tras tu número de teléfono, y con ella se está
expresando una parte de tu personalidad.

Ahora vuela y ve tan lejos como te lleve tu imaginación, vierte en ella tu alegría o tu
tristeza, tu sensualidad o tu ira. Báilala, gózala, grítala, susúrrala. Si tienes la
posibilidad, acompáñate de algún instrumento; no hay límites, a partir de algo tan
sencillo como un número de teléfono pueden surgir grandes ideas.

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Estoy seguro de que habrás conseguido cantar el número de tu teléfono y te felicito
por ello. Para mí lo más importante es que lo hayas disfrutado y que hayas
conseguido expresar aunque solo sea una pequeña parte de ti en este juego. Pero,
además, vamos a observar minuciosamente un pequeño milagro que seguro se ha
producido.

Es sabido que todas las palabras tienen una sílaba tónica, que es la sílaba
acentuada, esto es, aquella que se pronuncia con mayor intensidad. Para que una
melodía funcione, las sílabas tónicas deben recaer en partes de la melodía que
también estén acentuadas por su ubicación en el compás. Esto, que dicho así, en
plan teórico, parece algo muy difícil, estoy seguro de que tú lo has hecho bien de
forma intuitiva. Recuerda tu melodía y revisa de qué manera has acentuado los
números de tu teléfono. Seguro que, por ejemplo, has dicho CUAtro y no cuaTRO,
seTENta y no setenTA, y así con cada una de las cifras que hayas ido cantando. ¡Es
algo maravilloso! Nuestra intuición va siempre más allá que nuestros
conocimientos, dejémonos llevar por ella.

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2. Invitación

Por qué las canciones pueden ayudar a mejorar el


mundo
El mundo está lleno de canciones; todas las culturas que pueblan el planeta
componen canciones, y no hay ser humano que no haya cantado en su vida,
ni que sea para sus adentros.

Hay un impulso incontenible que está muy arraigado en todos los


hombres y mujeres, desde que el mundo es mundo, que nos lleva a
inventarnos tonadas, coplas, mantras, sones o cualquier otra forma de
canción. Si estás leyendo estas líneas, seguramente es que este impulso a
ti te ha dado fuerte. ¡Me alegro por ello!

Cuantos más seamos componiendo y cantando, más posibilidades habrá


de que el mundo vaya siendo cada día un poco mejor. Necesitamos las
canciones porque necesitamos puentes. Puentes que unan personas y
culturas, puentes que unan mundos soñados y mundos vividos, mundos
divinos y mundos terrenales, mundos interiores y mundos colectivos.
También necesitamos espejos donde vernos reflejados y así ir descubriendo
cómo somos y quiénes somos. Y receptáculos de memoria para que esta sea
transmitida entre generaciones a través del tiempo. Necesitamos caricias y
necesitamos armas. Las canciones son todo eso y mucho más, así que no es
de extrañar que pongamos tanto empeño en escribir y en cantar.

Espero que este libro te sea de ayuda para seguir tu impulso creativo y
hallar aquello que buscas en tu camino.

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Te enlazo con el poema de Mario Benedetti «Por qué cantamos»,
que habla maravillosamente de esa fuerza en nuestro interior que
nos lleva a hacer canciones.

Aquí y ahora puede nacer una canción


Si ya llevas tiempo componiendo, habrás experimentado que a menudo se te
ocurren frases que te sorprenden a ti mismo; si estás empezando ahora,
verás cómo pronto te sucede. Te preguntas de qué lugar de tus entrañas
proviene lo que acabas de escribir y no hallas la respuesta. En muchas
ocasiones los compositores somos como médiums en trance poseídos por
entidades del más allá, puros intermediarios. Por eso, lo mejor que podemos
hacer es mantener una actitud abierta y receptiva sin esperar que la lógica
explique lo que se nos va ocurriendo. Lo importante es no poner trabas y
dejar que todo fluya.
Las trabas que nos podemos poner cuando componemos son las mismas
que nos ponemos a veces en la vida y que impiden que avancemos. En
muchas ocasiones, nos resistimos a dejar que la vida nos lleve a lugares
maravillosos porque pensamos que no estamos preparados o, simplemente,
no lo merecemos. Esta actitud nos puede llevar a vernos como seres
pequeños, cuando realmente somos inmensos, y nos puede llevar a la sequía
y la mediocridad, cuando todos tenemos la potencialidad de hacer canciones
fabulosas.

Pon sobre la mesa lo que tengas que ofrecer, tus conocimientos, tu


talento, tu tiempo y tu voluntad, y abandónate al capricho de las musas.
No seas tú quien cierre los caminos; en todo caso sé quien los abre y deja
que lo que tenga que suceder, suceda.

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Lista de temáticas
Haz una lista de temáticas sobre las cuales te gustaría componer,
independientemente de que te veas capaz de hacerlo o no. La puedes ir ampliando
a medida que se te ocurran nuevas ideas. Te será de gran ayuda cuando te
dispongas a empezar una canción desde cero.

¡No hay excusa! Si puedes cantar, puedes


componer
Componer canciones no es difícil, como no es difícil dibujar o bailar. Todos
podemos hacerlo, con más o menos pericia. Que nuestra canción, nuestro
dibujo o nuestra danza pueda interesar a alguien, eso ya es otra cuestión y
dependerá, en parte, de las cualidades técnicas que tenga nuestra obra, pero
también de la fuerza del impulso emocional que nos lleve a realizarla. Por
eso, a veces algunas obras procedentes de manos expertas no consiguen
conmovernos, mientras que otras, cuyo autor carece de formación, nos
llegan a emocionar.
Ahí va un primer consejo, fundamental para que podamos llegar a algún
lugar: no te cortes. Si tienes algo en tu interior que quieres comunicar al
mundo, hazlo sin dudar. No hay que ser un elegido de los dioses para ello, y
no hay que presentar ninguna credencial; echa mano de todos los recursos
que tengas a tu alcance, búscate la vida, pero jamás pienses que aún no
estás preparado para lanzarte a componer, porque si no destierras este
pensamiento, nunca, por mucho que estudies, encontrarás el día apropiado
para dar el primer paso. Date permiso para intentarlo, para fallar, para ser
mediocre, para ser incorrecto; no hay ninguna ley que obligue a que tu obra
sea perfecta.

Si puedes cantar, también puedes componer, tan solo debes inventarte lo


que cantes, no tiene más secreto.

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En cantar está la clave. Yo no conozco una manera de componer una
canción que no sea cantándola. Eso que parece tan sencillo, a veces no lo es.
A muchos nos sucede que no nos gusta nuestra voz, que nos irrita
escucharnos grabados y que sentimos que no hemos nacido para cantar, y
cualquier actividad que nos obligue a hacerlo nos incomoda enormemente.
Aceptar la propia voz es como aceptar el propio cuerpo. Cuesta, quizás
nunca se consigue del todo, pero es algo indispensable para que podamos
fluir por la vida.
Recuerdo que una vez, de adolescente, me grabé cantando «Bridge over
Troubled Water». ¡Al escucharme quería morir! Mi voz estaba, y estaría por
los siglos de los siglos, a años luz de la voz de Art Garfunkel, y entonces
decidí que no merecía ser escuchada y que lo mejor que yo podía hacer era
cerrar mi boca para el resto de mis días. He necesitado muchos años para
sobreponerme al «yo no puedo cantar», «yo no puedo componer», «yo no
puedo escribir un libro». Yo no puedo, yo no puedo… Nuestra mente nos
proporciona coartadas perfectas para renunciar al salto al vacío que supone
crear: «no tengo tiempo», «no tengo conocimientos suficientes», «lo que yo
vaya a decir lo habrán dicho otros antes, y mejor». ¡Excusas! Lo que sucede
en realidad es que para crear es imprescindible que nos miremos al espejo y
nos pongamos a bregar con el personaje que tenemos delante, y eso es todo
un reto del que muchas veces tenemos la tentación de huir.

La aceptación de nuestra voz, de nuestro cuerpo, de nuestra psique, con


sus luces y sus sombras, la aceptación de nosotros mismos como seres a
la vez divinos e imperfectos, es, en definitiva, agradecer al universo las
cartas que nos ha proporcionado para jugar la partida de la vida.

Este es un aprendizaje que no termina nunca, pero según vayamos


avanzando en el camino avanzaremos, también, en nuestra creatividad.

Cantemos sin miedo, expresémonos sin rubor, mostrémonos al mundo


tal como somos, expliquemos nuestra verdad, y las canciones brotarán
como flores en primavera.

Grabación en pareja

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Búscate a alguien que no cante ni mucho mejor ni mucho peor que tú. Grabaos en
plan casero, los dos por separado. El juego consiste en que, cuando os escuchéis,
cada uno pondere los aspectos positivos de la voz del otro.

Tomaos el juego con humor y con amor. Ayudaos mutuamente a hacer más
llevadero el difícil momento de escuchar grabada la propia voz.

Llevas contigo una maleta llena de recursos


Quizás veas como un poco extravagante la idea de que todos podemos crear
composiciones interesantes sin que importe nuestro nivel de estudios
musicales o nuestra experiencia en el tema. Permíteme que te ponga un
ejemplo. Imaginemos que un millonario excéntrico y generoso escoge, al
azar, un grupo de personas de diferente índole y las invita a pasar un fin de
semana en París.
Es muy probable que, una vez instalados en la ciudad, el que esté
interesado en la historia vaya a ver la tumba de Napoleón, el amante de las
artes plásticas se dirija irremediablemente al Louvre, alguien optará por ir de
compras, otro callejeará por el Quartier Latin y algún loco por los libros se
perderá por los puentes buscando a la Maga. Al concluir el fin de semana,
todos habrán disfrutado de la ciudad, pero cada uno lo habrá hecho según
sus inquietudes, sus intereses y su bagaje cultural.
Tengo la certeza de que todo el mundo se puede acercar al acto de
componer una canción de la misma manera que todos somos capaces de
disfrutar de un fin de semana en París. Naturalmente, cada uno lo hará a su
manera. Ahí está la gracia de vivir en un mundo que se puede pintar con
colores tan diversos.
A veces me han preguntado cuál es el nivel mínimo de conocimientos
musicales para asistir a mis talleres. Yo siempre respondo que todos
tenemos este nivel mínimo, y voy a explicar por qué con una sencilla
operación aritmética. Supongamos que entre todos los inputs musicales que
llegan a nuestros oídos (TV, radio, internet y demás) escuchamos, al cabo
del día, unas cincuenta canciones. Si lo multiplicamos por trescientos
sesenta y cinco, tendremos que escuchamos unas dieciocho mil doscientas
cincuenta canciones al año. Multiplica esta cantidad por los años que has
cumplido y tendrás una cifra aproximada del número de canciones que has

26
escuchado en tu vida. A mí me salen 1.010.800. Una cantidad espeluznante,
¿verdad?
Somos la generación en la historia de la humanidad que más música ha
escuchado. Seguramente escuchamos en una semana más música que un
hombre de la Edad Media en toda su existencia. Entonces, pienso: «De toda
esa cantidad ingente de canciones que hemos escuchado, algo habrá
quedado en nuestra mente que pueda alimentar nuestra intuición». Por lo
menos, esta herramienta la tenemos todos, gratis y sin haber hecho ningún
esfuerzo.

La canción como escenario para el diálogo interno


Más adelante te propondré distintos ejercicios que ayuden a desarrollar tu
intuición a la hora de componer canciones. Verás que es como aprender a ir
en bicicleta: una vez hayas hecho el primer clic progresarás con una rapidez
que te sorprenderá. Con esto no quiero decir que componer sea fácil.
Las buenas canciones son perlas raras que aparecen muy de vez en
cuando. Lo que sí quiero transmitirte es que, con el simple hecho de
proponerte componer, ya te estás ayudando a conocerte mejor.
Con solo plantearte de qué hablar o qué título puede tener la canción que
compongas, ya estás abriendo las puertas que conducen a tu vida interior.
Después puede que cuaje o que no cuaje, pero solo si lo intentas tienes
alguna posibilidad de éxito.
También es cierto que en esta empresa encontrarás obstáculos. Cuando
uno abre una puerta siempre pueden salir cosas buenas y cosas malas.

No te extrañe que afloren tus inseguridades, tu miedo a hacerlo mal o a


no ser suficientemente original, o simplemente te suceda que no se te
ocurre nada.

Enseguida veremos que estas sensaciones son de lo más normal y que


todos los que componemos hemos pasado por ellas en más de un momento.
También intentaré darte recursos para vencer estos momentos, pero, en
caso de emergencia, te recomiendo de corazón que escuches «No hago otra
cosa que pensar en ti», de Joan Manuel Serrat. En esta canción podrás ver
cómo el compositor divaga, y el hilo de sus pensamientos a veces le lleva a
vías muertas, como pensar en dejar de fumar o pintar su habitación. Verás
también cómo Serrat se lo toma con naturalidad y una cierta resignación.

27
Sabe muy bien que los días de sequía forman parte de la normalidad. ¡No hay
que desesperarse!

Aquí encontrarás la letra de esta fabulosa canción.

28
3. Sobre las canciones y quienes las
componen

Nuestra vida entre canciones


Tomo prestado el título de este capítulo de mi admirado amigo Fernando
González Lucini, estudioso de la canción de autor y agitador cultural
infatigable. Su fantástico libro Mi vida entre canciones ha sido inspiración
para los pensamientos que vienen a continuación.
Al empezar mis talleres, acostumbro a realizar un pequeño ejercicio para
romper el hielo. Consiste en pedir a los asistentes que se presenten al grupo
diciendo su nombre y el título de una canción. Puede parecer un ejercicio
inocente, pero te aseguro que no lo es. Haz la prueba, busca una sola canción
que te pueda servir como tarjeta de presentación. Seguro que enseguida te
surgen dudas y contradicciones, porque tú eres un ser demasiado complejo
para que te pueda representar una sola canción. Normalmente, los
asistentes suelen elegir un título casi al azar para salir del apuro, pero el
ejercicio acostumbra a conseguir su objetivo, que es enfocar la atención en la
música que resuena en nuestro interior. Ese puede ser el inicio de un viaje
muy largo y lleno de sorpresas.
Las canciones nos acompañan a lo largo de nuestra vida, quizás incluso
antes y después de nuestra vida. Es muy probable que existiera una canción
en la historia de amor de nuestros padres. Si nosotros somos fruto de este
amor, también somos un poco hijos de la canción que resonaba en sus
almas. Así, desde el día en que nacemos hasta el día en que morimos, las
canciones van acompañándonos en nuestra existencia, y al final, cuando la
parca nos lleve, quizás alguna de nuestras creaciones pueda quedar
resonando en el mundo de los vivos. Este sería, sin duda, el mejor premio al
que podemos aspirar los que componemos: que alguien, cuando ya no
estemos, quiera poner en su voz alguna tonada salida de nuestros
corazones.
Antes de ponernos a componer, es bueno que reconozcamos y
agradezcamos las canciones que han ilustrado nuestra vida hasta el día de
hoy; las que nos cantaron nuestros padres y nuestros abuelos, las que

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cantamos en la escuela, las que aprendimos en la adolescencia y nos
ayudaron a sentir que formábamos parte de un grupo, y así en cada época de
nuestras vidas. Te animo a tomar conciencia de las músicas que has
escuchado en las distintas épocas de tu existencia; verás que algunas siguen
siendo importantes para ti, mientras que otras quizás te hagan ruborizar,
porque todos cambiamos a lo largo de los años y con nuestra actitud ante la
vida cambian también nuestros gustos musicales.

Mirar hacia atrás a través de las canciones nos ayudará a saber un poco
mejor quiénes somos y de dónde venimos.

González Lucini lo cuenta así de bien en su libro Mi vida entre canciones:

…yo soy lo que soy y he construido parte importante de mi identidad gracias


a la «canción de autor», o sea, gracias a cientos de canciones que, a lo largo
de mi vida, han puesto patas arriba mis sentimientos y mi sensibilidad.
Canciones que me han mostrado realidades que no conocía o que me habían
pasado desapercibidas. Canciones para amar y para desahogar desamores;
para reír y para llorar; para la compasión y para la ternura. Canciones para
soñar y para la revolución libertaria. Canciones apasionadas, valientes,
hermosas, comprometidas, revolucionarias; a fin de cuentas, latidos y
suspiros que consiguieron emocionarme y hacerme sentir vivo.

Las canciones de tu vida


Haz una lista con las canciones más importantes de tu vida, desde la más tierna
infancia hasta el día de hoy. Junto al título de la canción, escribe en pocas palabras
lo más importante del momento que evoca: cómo te sentías, los nombres de las
personas que tenías a tu lado en aquel momento, los lugares, cómo era tu vida,
cómo eras tú y cómo te ves desde la perspectiva del día de hoy.

Cuando llegues al momento presente, haz un repaso de todo lo que has escrito y
piensa en las canciones que quieres que describan lo que será tu futuro. Continúa
la lista hacia delante tanto como puedas, y que las canciones te ayuden a proyectar

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un futuro rico y feliz.

Componer: formar de varias cosas una


Según el diccionario de la RAE, el primer sentido de la palabra componer, el
que está más vinculado a su origen etimológico, es: «Formar de varias cosas
una, juntándolas y colocándolas en cierto modo y orden».
Observar el sentido de la palabra componer es importante porque nos
puede ayudar a acabar con uno de los grandes tormentos que persiguen al
compositor, ya sea experto o aficionado: la alargada sombra del plagio.
Tranquilicémonos. Componer música no consiste en crear algo de la
nada, sino en crear algo nuevo a partir de elementos que ya existen. He visto
muchas personas bloquearse ante la autoexigencia de crear una música
jamás escuchada. Allá cada uno con sus anhelos artísticos, pero, a mi
entender, ese camino no conduce a ningún lugar.
Soy partidario de aceptar con humildad que nuestras composiciones son
fruto de nuestra propia digestión de toda la música que hemos escuchado,
consciente e inconscientemente, a lo largo de nuestra vida. Ese poso que ha
dejado nuestro bagaje musical es el que genera los elementos necesarios
para que, juntándolos de una nueva forma, podamos componer nuevas
canciones que quizás a su vez, en el futuro, pasen a formar parte del
background cultural de otro compositor, y así, todos juntos, sigamos
avanzando.
Por otro lado, es sensato que nos planteemos la siguiente duda: si los que
intentamos componer somos muchos, y con un bagaje cultural muy
parecido, es muy probable que las canciones que se produzcan se parezcan
entre sí. Eso es tan cierto como inevitable, y no tenemos más remedio que
aceptarlo como un riesgo inherente a nuestra profesión. Cualquier empresa
que podamos emprender implica un cierto riesgo. Subir una montaña,
montar a caballo, pilotar una moto o, simplemente, salir de casa.
Componiendo canciones corremos el riesgo de crear algo pensando que es
original y resulte que ya existe. Hay que tener presente que la música
responde a una lógica muy concreta cuyas posibilidades no son infinitas.
¿Qué opciones nos quedan ante semejante dilema? A mi entender solo
una: la honestidad con nosotros mismos. Nosotros sí sabemos si hemos
fusilado una canción o hemos creado algo fruto de nuestra inspiración.

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Agarrémonos ahí, compongamos libremente y sin prejuicios atendiendo a
nuestras inquietudes y a nuestro diálogo interno, y veremos cómo poco a
poco vamos encontrando nuestra propia voz.

En nuestras producciones artísticas hay siempre un elemento primordial


que es único e irrepetible; este elemento somos nosotros mismos.
Cuanto más atentamente escuchemos a ese ser único que somos cada
uno nosotros, más original será nuestra composición.

Un asunto con Batman

Me gustaría contar una anécdota personal que viene muy a cuento con todo
este tema de la originalidad de las ideas.
Hace algunos años, me encontraba en fase de preproducción de la
música de una serie de dibujos animados. Antes de empezar con la
composición de la música de los episodios, acostumbro a crear pequeñas
melodías, pequeños leitmotiv, que van asociadas a cada uno de los
personajes principales. Uno de estos personajes era un ser oscuro y
malvado. Creé para él una pequeña melodía de cinco notas basada en la
primera, tercera y quinta de un acorde menor. Me pareció lo más adecuado
para ilustrar su aura de tenebrosidad.
Tras ese episodio de preparación, llegó la fase de producción de la serie y
empecé a componer música basándome en las melodías que había creado
previamente. Todo funcionaba según lo previsto hasta que un día, viendo la
televisión, tuve la sensación de que algo iba mal. En un momento, un sudor
frío bañó todo mi cuerpo: las cinco notas de la melodía de mi personaje
siniestro eran exactamente las mismas cinco notas del tema principal de
Batman. ¡Horror!
Naturalmente, expliqué el incidente al productor de la serie y de mutuo
acuerdo decidimos que lo más prudente era volver a grabar la música desde
cero, prescindiendo de la melodía en cuestión y poniendo otra en su lugar.
Debo confesar que todo este lío me dejó mal cuerpo y una duda me
inquietaba. ¿Habíamos llegado Danny Elfman, compositor de Batman, y yo a
la misma melodía por caminos paralelos o esa melodía estaba aletargada en
mi memoria y despertó espontáneamente durante mi proceso creativo?
Quizás no había forma de saberlo, pero había un argumento a favor de los
caminos paralelos: de las cinco notas de la frase musical, tres formaban

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parte del acorde menor que las sustentaba. Para entendernos, era una
melodía muy previsible. Entonces pensé que si dos compositores habíamos
llegado a estas cinco notas de manera paralela, cabría esperar que alguien
más hubiera llegado a ellas en la historia de composición musical. Una
consulta al musicólogo Miquel Àngel Hurtado confirmó mi presentimiento.
Efectivamente, esta frase musical se encontraba de forma literal en los
primeros compases de la sinfonía Mathis der Maler de Paul Hindemith,
compuesta en 1934. ¿Había yo copiado a Elfman? ¿Había copiado Elfman a
Hindemith? Estoy seguro de que no, simplemente los tres habíamos llegado
al mismo lugar siguiendo nuestros propios caminos. Puede suceder y a veces
sucede, pero no dejemos que ese riesgo coarte nuestra creatividad.
¡Seamos valientes!

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4. ¡Vamos allá! Consejos prácticos

Ten siempre a mano un recurso para grabarte


Ten por cierto que la idea que estás rondando para tu canción aparecerá
sin que lo esperes y en el momento más intempestivo. Ten, también, la
seguridad de que se esfumará de tu memoria en pocos instantes si no
eres capaz de escribirla o grabarla.

Actualmente, con los teléfonos móviles, es fácil tener una aplicación que te
permita grabarte, pero no esperes a instalarla justo en el momento en que la
vayas a necesitar, asegúrate de que está actualizada y haz algún ensayo para
confirmar que todo funciona. Para más eficacia, no sería mala idea regalarte
un pequeño grabador de los que usan los periodistas para hacer entrevistas,
pero aun así puede darse el caso de que llegue la idea de tu vida y no tengas
en ese momento ningún instrumento a mano para grabarla. Si es así,
siempre te queda el recurso de buscar algún teléfono y llamar a un
contestador automático de confianza y cantarle tu canción. Puede que te
sientas un poco ridículo, pero funciona. Te lo digo por experiencia.

Procura tener cerca una guitarra o un piano

Procura tener cerca una guitarra y, a poder ser, un piano; con muy poquito
que los sepas tocar, te serán de gran ayuda.
Sea cual sea el instrumento que te apasiona, el que tocas o el que te
gustaría tocar, te será de gran utilidad aprender a tocar los acordes básicos
con una guitarra. No hace falta que te conviertas en un virtuoso del
instrumento, ni tan siquiera que seas capaz de puntear melodías; basta con
que seas capaz de rascar cuatro acordes para acompañar una canción.
La guitarra nos ofrece la ventaja de solucionar con mucha facilidad la
parte rítmica de un acompañamiento. Con poco que practiques, verás que la
mano derecha entra en «función automática» y te pide muy poca atención, lo
cual te permite centrarte tranquilamente en la mano izquierda, que es la que
define la armonía.

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Me he pasado muchos ratos tocando algún ritmillo con la mano derecha
mientras que la izquierda muteaba las cuerdas sin poner ningún acorde. Es
un recurso que se me ha mostrado muy eficaz para que fueran surgiendo
ideas.
El piano es también un gran aliado, pero no te permite automatizar ritmos
como lo hace la guitarra. La gran ventaja del piano es que puede ayudarte a
entender de forma gráfica la armonía, lo cual es de gran ayuda cuando los
acordes se van sofisticando. Te digo lo mismo que con la guitarra: no hace
falta que seas capaz de interpretar conciertos de Rachmaninoff. Para
empezar, basta con que sepas construir los acordes en el teclado.

Es importante que tengas claro que los instrumentos son eso,


instrumentos, elementos de ayuda, pero el que compone eres tú, y eso lo
puedes hacer sin utilizar ningún elemento externo: tu creatividad es lo
único que cuenta.

Un lugar donde crear


Nuestra intuición acostumbra a decirnos cuál es el mejor lugar donde nos
podemos instalar para ponernos a componer. Este puede ser un estudio de
grabación, nuestro dormitorio o un lugar en plena naturaleza. Sea cual sea el
tuyo, asegúrate de que es un espacio que te ofrece la paz necesaria para
escucharte a ti mismo. Parece ser que Johann Sebastian Bach escribió la
mayor parte de su obra mientras alguno de sus veinte hijos correteaba a su
alrededor, pero eso no es lo más recomendable. A mí me gusta encerrarme
en algún lugar donde no pueda ser visto ni escuchado mientras estoy
componiendo. Acostumbra a suceder que me río, lloro, salto, me enfado,
canto a voces y hablo solo como si mi cuerpo estuviera poseído por varias
almas caprichosas a la vez. Me gusta tener la tranquilidad de pensar que no
tendré que dar explicaciones a nadie por eso.
En ese lugar donde te propones dejar que fluyan libremente tus
sentimientos, es bueno que te rodees de objetos que te ayuden en ese
propósito. A ti te corresponde saber cuáles son esos objetos. En mi estudio
tengo pequeños tesoros recogidos a lo largo de mi vida: un frasco con la
arena de un desierto, una concha que encontré en alguna playa, una pequeña
cerámica comprada en un mercado de dios sabe dónde, fotos de personas
queridas... A veces esos objetos acaban juntándose en una especie de altar.

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La creación artística tiene algo de sagrado. Un altar no es mala idea.

Reserva un espacio de tiempo

Julia Cameron, en su libro El camino del artista, nos propone citarnos con
nosotros mismos para escuchar a nuestro artista interior. Lo llama «la cita
con el artista».
Una vez preparado el lugar donde vas a crear, cítate allí con tu artista.
Aunque nadie más que tú va a asistir a este evento, prepáralo con el mismo
entusiasmo que si se tratara de una cita con alguien muy importante para ti.
Como en cualquier cita, establece una hora de llegada e intenta estar ahí
puntual. También es importante que sepas de cuánto tiempo dispones para
lo que vas a hacer.
La cita con el artista que te propongo consiste en hacer un paréntesis de
dos o tres horas en tu vida, desconectar tu teléfono y cualquier elemento que
pueda interferir, y aposentarte en el lugar que previamente has elegido, con
un papel y un lápiz, quizás algún instrumento musical y algún utensilio que te
permita grabar tus ideas. Si este elemento para grabar es el celular, te
recomiendo encarecidamente que lo pongas en modo avión.
Soy muy partidario de establecer rutinas semanales. Te aseguro que una
o dos sesiones por semana no tardarán en dar resultados. Aun así, no
esperes que estos espacios de tiempo sean siempre gratificantes. Muchos
artistas comparan al acto de creación a un parto, pues si es cierto que el
resultado te llenará de alegría, también es cierto que el proceso puede ser
largo y doloroso.
Puede suceder que cuando lleves un par de sesiones, empieces a
escuchar una voz en tu interior que te ofrezca excusas para no asistir a la
cita: «esta semana andas muy atareado», «con los días que llevas no estás
de humor», «tienes cosas muchísimo más importantes que hacer...».
Es muy normal que aparezcan estos pensamientos. Te animo a que
perseveres, solo se trata de un mecanismo de defensa de tu mente ante la
perspectiva de acometer una acción que te va a exigir un gran compromiso
intelectual y emocional. Más adelante me propongo ofrecerte algunos
recursos para afrontar todo esto.

Crea tu carpeta de letras

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Crea tu carpeta de letras, prepárala con amor, haz que no sea una carpeta
cualquiera, porque va a contener los sentimientos más intensos que viva tu
corazón y toda la poesía que seas capaz de crear a lo largo de tu vida.
Carpeta de letras solo puede haber una que te acompañe siempre, que lo
contenga todo. Allí se acumularán los esbozos de lo que quizás un día lleguen
a ser canciones muy queridas. Allí reposarán tus ideas aletargadas,
esperando su momento para brillar como las crisálidas esperan el momento
de convertirse en mariposas. Allí, silenciosos, como el vino en la barrica,
aguardarán los versos que tú vayas escribiendo, esperando una señal tuya
para cobrar vida y ser mostrados al mundo.

Te sugiero que escribas a mano, que taches, que emborrones, que


subrayes y que guardes siempre esos papeles, porque quizás algún día te
puedan contar muchas cosas de la historia de tu vida.

Verás que dentro de tu carpeta de letras los papeles se comunican entre


sí y las ideas pasan de papel en papel como por contagio. Verás que hay
versos que van pasando de canción en canción hasta que al final encuentran
el lugar que les corresponde. Por eso es bueno que todos tus escritos estén
juntos, que se toquen los unos a los otros y que tú, con tus manos, puedas
surfear entre ellos fácilmente, buscando conexiones escondidas.

Vive pequeñas temporadas en «modo


composición»

Quizás parezca un contrasentido, pero puede suceder muy bien que, por
muchas citas que tengas contigo mismo en el espacio que destinaste para
crear, las ideas más brillantes se te ocurran en el momento y el lugar que
menos te esperas. Me sucede con frecuencia que, después de pasarme
largas horas intentando componer sin ningún resultado, ¡zas!, me sobreviene
una idea prometedora mientras me estoy duchando, conduciendo o
cocinando. ¡Así de caprichosas son las musas!
Cuenta la leyenda que «Yesterday», de los Beatles, nació mientras
desayunaban unos huevos fritos en un hotel y su primer título fue
«Scrambled Eggs». Si Paul McCartney hubiera acotado su creatividad a unas
pocas horas al día, esta canción no habría nacido nunca. Pero McCartney
estuvo alerta en un momento en que no era previsible que saltara la idea y

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fue lo suficientemente astuto para darse cuenta de su potencial, capturarla y
convertirla en una de las canciones más famosas de la historia.
Tus citas con el artista son imprescindibles si quieres obtener algún
resultado componiendo canciones, pero debes estar alerta las veinticuatro
horas del día, porque en cualquier momento puede saltar la liebre. Yo
acostumbro a pasar temporadas en lo que llamo «modo composición». Son
días en los que intento no bajar la guardia y estar atento al máximo a mis
pensamientos y mis emociones. Intento también alejarme tanto como sea
posible de la radio y la televisión, y propiciar al máximo momentos de silencio
para evitar interferencias.
El «modo composición» es agotador y no puede ni debe durar mucho; es
necesario abandonarlo al cabo de unos días para dedicarte a vivir.

Una vida plena e intensa será siempre la mejor fuente de inspiración que
un artista pueda tener.

Búscate aliados
El magnífico libro Romper una canción cuenta cómo Joaquín Sabina, que
estaba en una crisis creativa debida a una larga bonanza emocional,
convenció a su amigo Benjamín Prado para viajar juntos unos días a Praga,
con el objeto de componer a cuatro manos nuevas canciones para su
próximo disco. El caso es que mientras Sabina estaba apoltronado en su
placidez doméstica, Prado estaba en un momento tormentoso de su
existencia. El ensamblaje de sus estados emocionales, tan distintos, unido a
su gran talento, dio como resultado las magníficas canciones del disco
Vinagre y rosas.

Componer canciones es siempre un viaje hacia adentro, pero a veces el


destino nos ofrece la fortuna de no andar solos en este viaje. Cuando dos
personas se juntan con el objetivo de componer, se establece entre ellos
un vínculo muy especial que tiene que ver con la paternidad/maternidad
compartida.

Te animo a que busques, a tu alrededor o en internet, personas con las


que puedas aliarte para componer. Escucha tu intuición para elegirlas, busca
a quien pueda complementar tus habilidades, tanto en el campo de la letra
como de la música. Si te sientes fuerte escribiendo letras, búscate un buen

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músico. Si te sientes buen músico, búscate un letrista talentoso; pero, más
allá de todo eso, júntate con gente que te dé buena onda: no se trata solo de
componer buenas canciones, sino también de disfrutar del proceso.

Espera a tener terminada tu canción para


mostrarla a los demás
Componer es tomar decisiones a ciegas, apostar por una idea que no
sabemos seguro si prosperará y descartar otras que quizás no nos parezcan
tan malas. Componer también es mostrar partes de nosotros que no
estamos seguros de querer mostrar y utilizar recursos musicales y literarios
que quizás no tengamos controlados al cien por cien. Componer es navegar
en la duda, y solo al final, cuando la canción cuaje, sabremos si hemos podido
llegar a buen puerto. Todo esto genera en nuestro interior un intenso debate
que nos puede enriquecer enormemente, pero en ese momento de la
creación en el que nos podemos amarrar a muy pocas certezas, somos
enormemente vulnerables. La opinión de una persona ajena a la empresa,
por bien intencionada que sea, puede hacer que lo que estamos
construyendo se derrumbe como un castillo de naipes. Y no solo una opinión,
sino un leve gesto, una sonrisa condescendiente, una mirada que nosotros
podamos interpretar como irónica, un silencio que se nos haga demasiado
largo… Cuando componemos, estamos hipersensibles a todo eso, y es bueno
que nos protejamos. Pienso que es mejor haber llegado al final del camino
para mostrar tu canción; entonces sí podrás escuchar las opiniones de quien
te interese, tomar nota de ellas y hacer retoques si lo consideras necesario.

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5. Si la gallina come bien, los huevos
son más sabrosos

En busca de alimento
Un deportista que somete a grandes esfuerzos su cuerpo cuida con esmero
su dieta. Sabe que, en gran medida, su rendimiento depende de los
alimentos que ingiera, y también sabe que hay unas comidas que pueden
jugar a favor y otras en contra de sus objetivos.

A la gente que componemos, como a todos los artistas, nos toca cuidar la
alimentación de nuestra alma.

Necesitamos ingresar conocimientos, sensaciones, emociones; cuanto


más ricamente nos nutramos, más tendremos para ofrecer en nuestra obra.
Las ideas que vienen a continuación no te explicarán cómo componer,
sino cómo vivir componiendo. Una vez más, aclaro que son opciones que a
mí me funcionan, pero no tienen por qué funcionarte a ti al cien por cien. Tú
verás qué puedes tomar de todas ellas.

Escucha música

Esa es tan obvia que casi me la podía haber ahorrado, pero hay algo que
quisiera apuntar: es importante ver desde dónde escuchamos la música. Uno
se puede acercar a cualquier obra artística desde la razón o desde la
emoción. Ambos caminos son interesantes y te aportan cosas distintas. En
otros momentos del libro, te propongo escuchar canciones analíticamente
como herramienta de aprendizaje, pero ahora que estamos hablando de
nutrir nuestra alma, lo que te sugiero es que escuches con el corazón, que te
emociones prescindiendo de la información que va asociada a lo que estás
escuchando y que dejes que la música te hable como si cada nota estuviera
compuesta especialmente para ti.

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Ábrete a escuchar distintas músicas. Seguro que hay un estilo de música
que tú sientes como «lengua materna», pero si pones atención a otros
estilos verás que encuentras sintonías que te pueden enriquecer.

Muchas veces, los músicos de heavy solo escuchan heavy y los músicos
de jazz solo escuchan jazz. Yo pienso que es una lástima limitar nuestro
ámbito de esta manera, con lo grande y formidable que es el mundo. Explorar
tierras lejanas seguro que te puede abrir nuevas perspectivas.

Cine, teatro, televisión (selectivamente), artes


plásticas, literatura y otras manifestaciones
artísticas
Está bien, tú has escogido la música como medio de expresión, incluso es
posible que haya un tipo muy determinado de música con la que quieres
expresarte, pero te ruego que no olvides el resto del universo artístico. Te
perderías cosas maravillosas.
La mayoría de reflexiones que nos hemos hecho en este libro como
compositores de canciones las podrían tomar como suyas actores, pintores,
escritores o cualesquiera otras personas que se muevan en el mundo del
arte. Las distintas disciplinas artísticas son distintos caminos que quieren
llegar al mismo lugar. Son simplemente diferentes lenguajes, y por eso no es
de extrañar que un libro inspire una película, una película, una canción y una
canción, una pintura. Sintonizar con autores de otras modalidades artísticas
puede ser una gran fuente de inspiración.

Las películas de tu vida


Haz una lista con las películas más importantes de tu vida, tal como has hecho
antes con las canciones. Vincúlalas también a cada época que has vivido. Intenta
buscar su banda sonora y sus canciones en internet, y escúchalas con atención.

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Observa cómo al escuchar las músicas se te hace presente el impacto emocional
que cada una de las películas causó en ti.

Si hicieras una canción de la historia de tu vida, ¿cuál sería el título?

Aquí encontrarás una lista muy evocadora de canciones


vinculadas al cine.

Observa la realidad que te rodea


De vez en cuando, especialmente cuando viajo, me gusta sentarme en algún
lugar discreto y dibujar lo que veo a mi alrededor. No soy un gran dibujante,
pero me he dado cuenta de que dibujar me ayuda a observar. Recuerdo una
tarde maravillosa en la plaza de Doña Elvira, de Sevilla, con mi pareja.
Habíamos estado comiendo en una terraza y ya estábamos impregnados de
la belleza de aquel lugar. Después de los cafés nos sentamos en un banco
con cuatro utensilios que siempre llevamos encima y nos pusimos a dibujar.
En aquel instante empezamos a ver la plaza de una forma distinta. Al
dibujarla teníamos que observar la forma de cada una de las ramas de los
naranjos que rodean la plaza, las intrincadas figuras geométricas de las
baldosas que adornan los parterres, la fuente y los bancos. Ya no observaba
una casa andaluza, sino una casa andaluza de tres pisos en cuyo piso

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superior se alternaban balcones y ventanas con celosías.

Cuando componemos canciones sucede lo mismo con nuestros paisajes


interiores: nos vemos llevados a la observación minuciosa de las
emociones que nos mueven. No nos basta con saber que nos sentimos
alegres, contrariados, resplandecientes o tenebrosos. Necesitamos
profundizar más para encontrar un pedacito de letra o de música que nos
ayude a dibujar el detalle de lo que realmente queremos expresar.

Las realidades, todas ellas, las de dentro y las de afuera, no son como
son, sino como nosotros las observamos. Cuando hablamos de lo que
vemos, estamos hablando de nosotros mismos, y cuanto más hondo
lleguemos en nuestra observación, más cerca estaremos de irnos
conociendo.

Viaja
He podido observar que nunca vuelvo de un viaje con las manos vacías en el
aspecto creativo. Ver lugares nuevos, gente nueva, hacer cosas que no
hacemos normalmente… Todo eso es un gran estímulo que seguro nos
despierta, si acaso andábamos un poco dormidos. Además, los viajes nos
proporcionan siempre tiempo muerto en el que no podemos hacer otra cosa
que pensar. Las horas que uno emplea en desplazarse, más las horas de
espera en estaciones o aeropuertos, son como una parada obligatoria en
nuestra vida que vale la pena aprovechar.
Viaja siempre con papel y lápiz; verás cómo terminas usándolos.
Me encanta viajar en pareja y también con amigos, pero siento que
cuando viajo solo recibo más estímulos para mi creatividad. Es natural,
viajando solo hay veces en que el único diálogo posible es con uno mismo, y
este acostumbra a dar buenos frutos si estamos conectados con la labor de
componer.

Estimulantes
Hay muchos movimientos artísticos vinculados a determinadas drogas, y
todas las culturas ofrecen algún estimulante para conseguir un estado

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alterado de la conciencia que facilite la conexión del mundo humano con el
divino. Tú tendrás que ver en qué lugar, con qué gente y en qué momento de
tu vida te encuentras para discernir si te puede ser positivo o no ayudarte de
alguna sustancia.
Siento un gran interés en aprender de aquellos pensadores, como Luis
Racionero, que desde el movimiento hippy hasta ahora han investigado sobre
el efecto de las drogas en las manifestaciones artísticas y en las experiencias
trascendentales. Tan solo me atrevo a observar que ninguna droga, por sí
sola, puede convertirnos en artistas: hace falta todo lo demás.

Ordenadores, interfaces, plugins, controladores y


otros inventos de la modernidad
Compré mi primer ordenador en el año 1983. Era un Sinclair Spectrum. No
tenía pantalla, había que enchufarlo a un televisor y los datos se
almacenaban en una cinta de casete. Conseguí un programa con el que podía
secuenciar ocho pistas monofónicas de MIDI. El mismo año había comprado
un Yamaha DX7, mi primer sintetizador polifónico. Fue una mezcla explosiva.
En aquellos tiempos estaba dándole fuerte en el conservatorio y llevaba
varias semanas intentando que me sonara una fuga a cuatro voces de El
clave bien temperado de Bach. ¡La verdad es que no había manera! Una
tarde, jugando con el ordenador, me puse a secuenciar la fuga en cuestión
para que sonara en el DX7. En poco tiempo aquello funcionaba a la
perfección, o así me pareció entonces.
Desde aquella tarde, el ordenador ha sido siempre un buen aliado para
trabajar con la música. Puedo decir que, por generación, he vivido en primera
persona la fascinante evolución de la informática relacionada con la música,
y estoy seguro de que la aventura aún no ha terminado.
Actualmente utilizo Logic para el estudio y Live para los directos.
Ocasionalmente también utilizo Protools y Cubase.
¿Cómo utilizar el ordenador para componer? Depende mucho del estilo
de música al que quieras acercarte. En algunos estilos te será imprescindible
desde el principio, mientras que en otros te servirá de poco.
Me gusta mucho componer música instrumental, tomando elementos del
flamenco y la rumba para mezclarlos con elementos de música electrónica.
Ahí el ordenador es clave; en cambio, cuando compongo canción, me apoyo
en la guitarra y el piano, y el ordenador no lo uso hasta el momento de

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empezar con los arreglos.
Me parece muy buena idea usar el ordenador en la música, especialmente
si has conseguido un mínimo de destreza con la guitarra y el piano. Solo te
recomiendo estar vigilante para que no sea la máquina la que controla al
hombre, sino el hombre quien controla a la máquina. Digo eso porque con las
grandes facilidades que nos ofrecen los programas musicales, podemos caer
en el engaño de pensar que estamos componiendo cuando en realidad solo
hemos enlazado una serie de loops.

Sé siempre tú el que dirige el camino de tu composición, aunque eso


signifique tener que domesticar tu sampler como quien domestica un
potro salvaje.

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6. Tú, escribiendo letras de canciones
Sobre el arte de transformar los sentimientos en letras
de canción

¿Qué es antes, la letra o la música?


Es una pregunta que surge a menudo y para la cual no tengo respuesta.
Ambas cosas son posibles, incluso se puede dar que letra y música se vayan
desarrollando simultáneamente. Algunas veces es difícil determinar cuál fue
la chispa que encendió la mecha. Quizás una palabra que sugirió una melodía
o quizás un patrón rítmico que nos llevó a una frase. Otras veces, en cambio,
está claro que escribimos una letra para una melodía que ya existe o
componemos una música a partir de una letra que nació como un poema.
Todo vale si al final se produce la reacción alquímica y letra y música se
funden para llevarnos a un mismo lugar.

Juego con una palabra. Salir a


pasear una palabra
Elige una palabra. Eso, en sí, ya es un buen reto. Una palabra que pienses que te
pueda inspirar, que pueda ser la punta del hilo de un ovillo bien grande. Puede ser
un nombre, pude ser un verbo… Es posible que esta palabra te venga al instante o
puede que dudes y dudes sin encontrar ninguna que te convenza. Si esto es lo que
te pasa, quizás puede ser buena idea que realices algún ritual de sensibilización.
Más adelante te explico cómo hacerlo.

Abrir las puertas de tus murallas seguro que te ayudará a encontrar la palabra que

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buscas.

Este juego consiste en salir a pasear con la palabra que tú has elegido. No será un
paseo cualquiera, deberá ser un paseo pensado para que esa palabra vaya
creciendo y creciendo, cobrando cada vez un sentido mayor. Dentro de las
posibilidades que estén a tu alcance, deberás decidir si es mejor un paseo por el
campo, por la playa o por la ciudad, por los lugares de tu infancia o por escenarios
nuevos para ti. Quizás la palabra te pida un paseo nocturno o a plena luz del Sol, tú
deberás elegir el momento en que el paseo pueda ser más inspirador. Puede que la
palabra evoque algún momento de tu vida o alguna persona en concreto; haz que
el paseo te lleve a acercarte a ellos.

Así, con unas cuantas decisiones tomadas al respecto, tú y tu palabra, tu palabra y


tú, estaréis en condiciones de iniciar el paseo.

¡Allá vamos! Ya estás andando y observando el mundo a través de tu palabra


elegida. Pasea con ella de la mano, deja que te cuente cosas de ti mismo y de lo que
estás viviendo en ese momento, deja que tiña el escenario por donde te mueves
como lo harían unas gafas de color, repítela y repítela mentalmente, deja que el
ritmo escondido en sus sílabas guíe el ritmo de tus pasos, y poco a poco, cuando
sientas que ya se ha establecido suficiente sintonía entre tú y ella, deja que surja
una melodía que te permita cantarla. No fuerces nada, si tiene que suceder,
sucederá espontáneamente. Pueden surgir rimas, melodías, estrofas o una canción
del tirón; es como salir a pescar: nunca sabes lo que te vas a llevar a casa. Acepta lo
que las musas te han ofrecido en este ejercicio y dales las gracias, es aconsejable
estar en buena relación con ellas. Solo te puedo asegurar una cosa al proponerte
este juego: no volverás a casa con las manos vacías, la palabra que has elegido será
como una semilla que has plantado en tu interior, y tarde o temprano dará su
fruto.

Letras de canciones y poesía


Si alguna vez has intentado poner música a una poesía, habrás visto que en

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la mayoría de los casos es tremendamente difícil.

El poeta solo tiene las palabras como vehículo de expresión y se ve


obligado a comprometerse hasta el límite con cada una de ellas. El
compromiso del letrista de canciones es diferente, porque la música
puede hacer que las palabras cambien de peso y de densidad. De esta
manera, palabras muy graves se verán aligeradas por la música y
pequeñas palabras sin mucho peso específico cobrarán la magnitud de
un trasatlántico porque la música se la otorga.

En una entrevista de televisión, Joaquín Sabina habla de la canción


«Bésame mucho» como muestra de este fenómeno. Bésame, bésame mucho
/ Como si fuera esta noche la última vez quizás nunca pasaría a la historia de
la poesía, pero como letra de bolero es demoledora.

Es antigua, pero resiste bien el paso del tiempo.

Escribir letras de canciones tiene mucho que ver con escribir poesía, pero
no es lo mismo. Intenta poner música a una poesía reglada, como un soneto,
y verás que no es nada fácil. Igualmente, si partes de un poema en estilo
libre, sin ningún patrón de rima ni de métrica, te encontrarás con que es casi
imposible encontrar dónde agarrarte para crear una melodía equilibrada. Eso
se debe a que los bastidores que sostienen las palabras en la poesía no
siempre tienen que ver con los bastidores que sostienen las palabras en las
letras de canción.

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Por suerte, en algunos casos, esta enorme dificultad que entraña
componer música a partir de un poema se ve salvada por la maestría y la
inspiración de algunos compositores. Cuando esto se produce, acostumbra a
dar como fruto grandes canciones. Te recomiendo escuchar el trabajo de
Serrat sobre poesías de Miguel Hernández y Antonio Machado, y te enlazo
con una joya de canción compuesta por Paco Ibáñez sobre un poema de José
Agustín Goytisolo.

«Palabras para Julia», interpretada por Ranki y Bebe.

Entonces, ¿qué podemos hacer para escribir buenas letras de canciones?


Mi respuesta es la siguiente: propiciar que la intuición nos lleve a una lógica
musical. ¿Y eso cómo se consigue? ¡Muy fácil! Cantando y bailando.

La métrica. Ante la duda, baila


Escribir versos cuyo número de sílabas sea regular es siempre un buen
consejo, pero no debe ser un dogma. En principio, en las letras de canciones,
las sílabas corresponden a notas musicales, y cada una de ellas tiene un
valor rítmico que no siempre será el mismo; habrá notas con valor de negra y
notas con valor de semicorchea, habrá pausas en la frase que también
tendrán un peso musical, habrá liaisons (que es cuando se cantan dos sílabas
en una sola nota musical), sentirás la tentación de introducir algún yeah!,

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querrás pulsar varias veces la misma sílaba de una palabra… Todo eso y
mucho más es muy lícito en las letras de canciones, pero si lo tienes que
gestionar de una manera racional, te volverás loco.

¡Sí! Busca el equilibrio en tus letras, pero no lo busques únicamente


contando las sílabas de los versos, sino que lee en voz alta lo que vas
escribiendo e intenta bailarlo. Si te resulta fácil es que tiene coherencia
rítmica y estás en el buen camino.

La rima. Ante la duda, canta

Es sabido que en poesía existen dos tipos de rima, la consonante y la


asonante. Para las letras de canciones te basta con la asonante; además, has
de tener en cuenta que una letra de canción es literatura para ser cantada, no
para ser leída: lo único que debemos perseguir es que suene coherente. ¡Se
admiten todas las trampas! Tú cántatelo y, si te suena bien, ¡adelante!
Te aconsejo, eso sí, que huyas de las rimas fáciles o tópicas, no te
conformes con la primera idea y huye tanto como puedas de rimar con dos
verbos en el mismo tiempo, como amaba y cantaba, o con dos diminutivos
como casita y ratita. Tú mismo verás que hay rimas que de tan fáciles suenan
ripiosas. Sé exigente contigo mismo y ayúdate con los diccionarios de rimas
que se pueden encontrar fácilmente en la red; seguro que te abrirán muchos
caminos.

Aquí va un diccionario de rimas.


No dudes en utilizarlo.

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Vamos a ver las rimas posibles en una estrofa de cuatro versos, que es el tipo
de estrofa más aconsejable para escribir letras de canciones.

abab Riman primero con tercero y segundo con cuarto:

El domingo por la tarde (a)


Voy a casa de Ramón (b)
A ver si somos capaces (a)
De escribir una canción (b)

abba Riman primero con cuarto y segundo con tercero:

El domingo por la tarde (a)


Voy a casa de Ramón (b)
A escribir una canción (b)
¡A ver si somos capaces! (a)

-a-a Solo riman los pares y los impares no riman:

Domingo por la mañana (-)


Voy a casa de Ramón (a)
A ver si somos capaces (-)
De escribir una canción (a)

Matemáticamente existe alguna posibilidad más, pero en la práctica las


que te he descrito son las que funcionan.
Con esta breve explicación sobre las estrofas de cuatro versos y sus
rimas, solo pretendo proporcionarte un punto de apoyo sobre el cual
empezar a escribir. Enseguida verás que el universo que se abrirá frente a ti
es inconmensurable. ¡Disfrútalo!

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Juego con una estrofa.
Estrofa de presentación
Vamos a elegir un modelo de rima de los expuestos anteriormente y vamos a
intentar crear una estrofa de cuatro versos con el mismo número de sílabas,
aproximadamente, que nos sirva para presentarnos. Ahí va la mía:

Aquí me presento a ustedes


Y a mi casa les invito.
Me llaman Pep unas veces
Y otras me llaman Pepito

Como ves, es una rima abab. Los primeros versos que se me han ocurrido, han sido
el tercero y el cuarto: Me llaman Pep unas veces / Y otras me llaman Pepito. A
continuación he buscado algunas palabras que rimaran con «Pepito» para así
tener asegurada la rima bb, palabras como: «delito», «pito», «bendito», «bonito»,
«repito», «frito»… hasta que ha surgido «invito», que ha dado pie al segundo
verso. Una vez asegurada la rima bb, ha sido fácil encontrar un primer verso que
tuviera sentido y rimara con el tercero.

Ahora te propongo a ti que hagas el ejercicio.

¡Te deseo mucha suerte!

El universo en una frase


Después de haber estado jugando a tu lado con el lenguaje como materia
prima para crear canciones, me gustaría hacer una reflexión con la que
supongo que estarás de acuerdo.

Muchas veces, para componer una canción, solo necesitamos una frase
inspirada; así de sencillo y así de difícil.

Puede ser que esta frase nos venga como un flash o que andemos

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persiguiéndola días o quizás años, descartando cientos de otras frases que
se acercan a lo que queremos decir, pero que no lo clavan.

De la misma manera que, como afirmaba Michelangelo, la escultura ya


existe en la piedra antes de ser esculpida, la frase que tú buscas ya habita
en tu mente; solo debes hallarla reconociéndola entre la cháchara que la
rodea.

Me fascinan los autores que tienen la capacidad de encontrar la frase


justa que, con una sola pincelada, puede dibujar todo un universo. De todos
modos, la realidad nunca es sencilla: no hay colores planos, el amor nunca es
solo amor, sino amor mezclado con mil cosas, la alegría no es solo alegría, ni
la tristeza solo tristeza. Casi nunca nada es del todo blanco ni del todo negro,
casi nunca dos más dos suman cuatro. Somos complejos, contradictorios,
caóticos e imprevisibles.
Traducir en palabras este intrincado mundo lleno de matices y de
paradojas se nos podría antojar una labor faraónica en la que fuéramos
amasando palabras y más palabras. ¿Cuántos verbos, adjetivos y
sustantivos, cuántos versos serán necesarios para explicar esta maraña? Y
entonces va Serrat y nos dice: Si alguna vez amé / si algún día después de
amar, amé / fue por tu amor, Lucía. Y, milagrosamente, en una sola frase nos
lo cuenta todo.

Vuela esta canción…

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¿Cómo es posible que una frase o tan solo una palabra nos evoquen
tantas cosas? ¡Ahí está el prodigio de la poesía!
Aquí van unos cuantos títulos de canciones maravillosamente sencillos.
Provienen de distintos estilos musicales, pero intuyo que algunas de ellos te
sonarán y te vendrá a la memoria una melodía. Te sugiero que te hagas
consciente de su sencillez y, a la vez, de su tremendo poder de evocación.
¡Ahí van!

«No hago otra cosa que pensar en ti»


«Purple rain»
«Highway to hell»
«Al alba»
«Fly me to the moon»
«Sabor a mí»
«Agua de beber»
«Gracias a la vida»
«Walk on the wild side»
«Don’t worry be happy»

¡Cuánta verdad sobre el ser humano hay condensada en estas pocas


palabras!

Juego con una frase. La frase


pendular
En este nuevo juego vamos a crear una frase que nos pueda dar pie a una canción.
Lo llamo «el juego de la frase pendular» porque lo que te propongo es que pienses
en una frase que pueda funcionar de izquierda a derecha y de derecha a izquierda.
Ahí va un ejemplo sencillo:

Mi primo tenía una moto


Una moto tenía mi primo

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Es una frase sencilla, pero creo que puede servir para nuestro propósito.

Ahora vamos a tomar esta frase y la vamos a estrujar para sacarle todo el partido
que podamos, repitiéndola en ambas direcciones y tomando partes de ella que
repetiremos también de forma aislada. Por ejemplo:

Mi primo tenía una moto


Una moto tenía mi primo
Mi primo tenía una moto
Una moto tenía mi primo

Una moto, una moto


Una moto tenía mi primo
Una moto, una moto
Una moto tenía mi primo

Como ves, a partir de una sola frase hemos creado dos estrofas de cuatro versos.
Este tipo de recursos son muy utilizados en las músicas populares o de raíz,
especialmente en aquellas donde hay partes improvisadas. No soy musicólogo y no
voy a meterme en jardines, pero estoy seguro de que en todas partes del mundo
podemos encontrar ejemplos en los que a partir de una pequeña frase muy simple
se puede desarrollar toda una estructura musical.

Vamos a empezar a pensar en posibles frases. Necesitamos una frase sencilla que
se pueda recitar en ambas direcciones, pero ello no significa que deba estar exenta
de ambición poética. Vamos a probar con la frase siguiente:

Yo muero por tus besos de sal

Ahí va:

Yo muero por tus besos de sal


Por tus besos de sal yo muero
Yo muero por tus besos de sal
Por tus besos de sal yo muero

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Yo muero, yo muero
Por tus besos de sal yo muero
Yo muero, yo muero
Yo muero por tus besos de sal

Ahora te propongo que pienses tu frase pendular. Puede que salga enseguida o que
tarde en salir. Pero el hecho de que estés ahí mirando el techo de la estancia donde
te encuentras mientras tu cerebro va centrifugando ideas, es en sí mismo un paso
adelante.

Una vez tengas tu frase, escríbela e intenta sacarle todo el partido posible, tal como
hemos hecho con los ejemplos anteriores. Recítala en voz alta e intenta cantarla.
Puede que en un instante se encienda una luz y aparezca una melodía. ¡Atrápala!
¡Grábala antes de que se escape!

Este pequeño milagro puede suceder tanto si careces de nociones de música y estás
trabajando a capela como si eres un profesional y posees un estudio con todos los
recursos posibles. Cada uno de nosotros tiene sus propias cartas en este juego y
debe usarlas tan bien como pueda. ¡Suerte!

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7. Peripecias metafísicas persiguiendo
una canción

Abrir las murallas del castillo


He tenido la suerte de poder componer música para varias series de dibujos
animados y distintos programas de televisión destinados al público infantil.
Me fascina trabajar para niños. Alguien podría pensar que es más fácil
componer para niños que para adultos. ¡En absoluto! Los niños carecen de
prejuicios; si no les gusta lo que les ofreces, no hay perdón. También es
cierto que, si les gusta, el premio es muy grande. Ver cómo canciones que
compuse hace años forman parte del recuerdo de la infancia de personas
que hoy son adultas es una de las recompensas más especiales que he
tenido en mi carrera profesional.
Trabajando para niños he podido observar que no hay murallas, no hay
prevención ni filtro frente a los estímulos que les ofrece el mundo. Ríen o
lloran sin ningún pudor según esos estímulos sean positivos o negativos. En
la expresión de sus caras puedes ver de forma diáfana el efecto que genera
en su ánimo cualquier fenómeno que se produzca a su alrededor.
Cuando crecemos, inevitablemente vamos construyendo defensas para
que cualquier cosa que podamos sentir no nos afecte tan directamente. Nos
vamos encastillando en un espacio emocional que tiende a la neutralidad y
nos proporciona un estado ni muy positivo ni muy negativo, no vaya a ser
que cualquier ventolera nos desmelene y rompa el falso equilibrio en el que
pretendemos vivir.

Si quieres que tus canciones cuenten algo, que transmitan aunque solo
sea un poquito de tu verdad, debes ser capaz de encontrar momentos en
que las murallas de tu castillo emocional desaparezcan. Debes recuperar
la capacidad que un día tuviste, cuando eras niño, de inflamarte con todo
lo que te pueda llegar del mundo que te rodea.

Te propongo que encuentres momentos en los que puedas hacer, de


manera consciente, este ejercicio de abrir las puertas de tus murallas. Te

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sugiero una especie de ritual que no he inventado yo y que seguramente es
tan viejo como el hombre. Yo lo utilizo en muchas ocasiones como inicio de
mis «citas con el artista» (ver capítulo de consejos prácticos).
Se trata de sensibilizar al máximo tus cinco sentidos.
Empieza por la vista. Observa minuciosamente, sorpréndete con detalles
que jamás habías observado, fascínate con los colores y las texturas de las
cosas que te rodean.
Después de haberte dado el tiempo necesario, cierra los ojos y presta
atención al oído. Verás que primero percibes los sonidos más cercanos, pero
poco a poco te irás haciendo consciente de sonidos que te llegan de más y
más lejos. ¡Es fascinante lo lejos que puedes llegar con tus oídos!
Ahora concéntrate en tu gusto y en tu olfato. Son dos sentidos que van
muy ensamblados y que son capaces de traernos recuerdos muy lejanos. A
veces un perfume nos puede originar un viaje a través del tiempo que
ninguna fotografía podría originar. Hazte consciente de los olores de la
estancia donde te encuentras y déjate llevar por las emociones que te
provocan.
A continuación, presta atención a tu piel, al contacto de tu piel con tu
ropa, a todo tu cuerpo. Quizás llegado este momento estarás en un estado
de relajación que te proporciona una sensación de bienestar. Abunda en ese
estado de relajación respirando lenta y profundamente.
Una vez sientas que has podido estar suficientemente atento a tus
sentidos, concéntrate en tu intelecto. ¿Hacia dónde están yendo tus
pensamientos? Normalmente, nuestros pensamientos no fluyen en una sola
línea recta; muchas veces tienen forma de árbol o de espiral, o simplemente
forman una maraña multiforme. Quizás hayas practicado alguna técnica de
meditación enfocada a acallar al charlatán que llevas dentro. Creo que es
algo muy recomendable, pero en este ejercicio te pido lo contrario: que
prestes atención a ese charlatán. Él te va a contar muchas cosas de ti,
buenas y malas, te va a hablar de tus obsesiones, de tus ambiciones, de tus
miedos y de tus anhelos. Utiliza todo eso de forma creativa; con ello se
pueden hacer canciones.
Finalmente, escucha tu corazón y tus sentimientos más allá de lo que tu
intelecto pueda abarcar, de una forma mucho más subjetiva y mucho más
difícil de traducir en palabras. En este terreno es donde la música de una
canción, frente a la letra, adquiere todo su sentido. El poder de evocación
subjetiva de la música, combinada con la poesía, nos puede llevar a lugares
que quizás las palabras por sí solas jamás podrían alcanzar.

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Cinco sentidos, cinco palabras
Piensa en tus cinco sentidos y en una palabra para cada uno de ellos. Veamos un
ejemplo.

Vista: difuminada
Oído: viento
Olfato: recuerdo
Gusto: amargo
Tacto: cálido

Construye una frase en la que aparezcan las cinco palabras que has elegido. A mí
se me ha ocurrido: un cálido viento difumina tu recuerdo amargo.

Naturalmente, puedes hacer todas las trampas que quieras y cambiar las palabras
en función de la frase que vaya saliendo. Solo se trata de un pretexto para que
surjan nuevas ideas.

Si has conseguido una buena frase y sientes que puede ser el origen de una
canción, sigue tirando del hilo.

El salto al vacío
El momento de empezar a escribir una canción es como dar un salto y
abandonarte a merced de los vientos que soplan por tus palacios
interiores.

Si tienes un carácter metódico, quizás hayas planificado un poco tus


objetivos y tendrás alguna idea sobre el terreno musical por el que te quieres
mover y la temática de la letra. Aun así, hay un momento en el que agarrar el

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bolígrafo o poner las manos en el instrumento es como un acto de fe. Sientes
que la idea aún no está ahí, pero confías en que ha de brotar de un momento
a otro, y entonces, sin saber gracias a qué milagro, saltas al vacío y
garabateas unas palabras o una melodía.
Ese instante antes del salto es un momento estimulante y angustioso a la
vez, es como tirarte de un avión en paracaídas o saltar desde un puente.
Piensas «¿por qué me habré metido en esto?» y sientes un impulso hacia
atrás, pero finalmente vences tus miedos y te entregas a la aventura.
Te aconsejo que no te demores mucho en este punto, no dejes que la
duda te lleve a renunciar y no quieras tenerlo todo controlado antes de
lanzarte. Escribe, garabatea, canta, toca, recita, baila, no te preocupes si
sientes que vas a la deriva. Con un poco de suerte una idea te irá llevando a
otra y poco a poco irás encontrando un rumbo.
¿Puede ser que saltes y te estrelles? Sí, puede ser. A veces es necesario
tropezar para descubrir qué caminos no queremos tomar. Puede ser que no
se te ocurra nada o que lo que se te ocurra no te guste; eso también es
necesario que suceda, porque ayuda a ir perfilando tu personalidad. El estilo
de un artista se define tanto por las ideas que muestra al público como por
las que ha descartado por no encajar con su mundo.

Estrellarse, dudar, sentirse perdido, descartar ideas… todo esto forma


parte del propio acto de componer canciones y, aunque no lo parezca,
todos los pasos son hacia delante, tanto los que has dado con ideas que
han prosperado como los que has dado con ideas que has aparcado.

Verás que, después de dejarlas reposar unas horas o unos días, algunas
ideas que dabas por buenas no son tan buenas, y algunas que dabas por
malas no son tan malas. Por eso, déjame que insista en la rutina que te
propongo en el apartado de consejos prácticos de grabar y escribir todas tus
ideas y guardarlas todas juntas en una «carpeta de letras». No tires el
material descartado, simplemente déjalo en reposo. ¡Quizás te sirva en el
próximo salto!

Dos extraños personajes que se asemejan a ti


Supongamos que todos los astros se han alineado, estás en tu lugar
preferido para componer y dispones del tiempo y la tranquilidad para
hacerlo. Te sientas, quizás con tu guitarra en las manos, y te concentras

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esperando la primera chispa de inspiración, saltas al vacío y allí aparecen.
Son dos personajes que se asemejan a ti, sentados uno a tu derecha y el otro
a tu izquierda. Al principio te sorprenderán, aunque con el tiempo te irás
acostumbrando a ellos; yo les he puesto nombre, los llamo el señor Todovale
y el señor Novalenada.
El señor Todovale se nutre de tu parte más engreída, más
autocomplaciente, más perezosa; a él le encantan tus primeras ideas, todo lo
que tú generas le parece maravilloso sin excepción, aplaude con entusiasmo
cada una de tus ocurrencias y ni se le pasa por la cabeza que ninguna de ellas
pueda ser mejorable con un poco de esfuerzo. Es tu fan incondicional, tu
adulador oficial.
El señor Novalenada es todo lo contrario: se nutre de tus inseguridades,
de cualquier pequeña ranura en tu personalidad por la que se pueda colar un
mínimo atisbo de falta de autoestima; a él no le gusta nada de lo que tú haces
y siempre trata de convencerte de que tus ideas son mediocres y carecen de
interés, y por mucho que te esfuerces, nunca nada que salga de tus manos
merecerá ver la luz del público.
Naturalmente, el señor Todovale y el señor Novalenada no se tragan y
discuten entre ellos mientras tú estás tratando de componer. Se te ocurre
una idea y Todovale vitorea extasiado, mientras que Novalenada refunfuña
improperios.
Por muy molesta que te parezca, la presencia de estos dos personajes es
positiva; pero, créeme, no escuches nunca solamente a uno de ellos. Si
escuchas solamente a Todovale, carecerás de autocrítica y te conformarás
con ideas que pueden ser mejorables; si solo escuchas a Novalenada, toda tu
energía creativa acabará en la papelera. Sé riguroso con lo que haces, pero
no dejes nunca de creer en ti, y los señores Todovale y Novalenada acabarán
poniéndose de acuerdo; en ese momento estarás ante una idea que vale la
pena llevar hasta el final.

Aceites esenciales
No es fácil llegar a esa idea que ponga en consonancia el impulso de expresar
tus sentimientos y tu vocación de crear algo con una cierta consistencia
artística.

La materia prima con la que se construyen las canciones, en su estado

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puro, acostumbra a ser un material crudo que necesita un proceso de
elaboración sin el cual carece de interés. Me explico: tú puedes estar muy
enamorado de Antonia, pero si la letra de tu canción solo dice «Te quiero,
Antonia», es posible que no despierte muchas pasiones.

Hacen falta treinta kilos de rosas para obtener una sola gota de aceite
esencial. En el proceso de destilación se toma lo más sublime de cada flor y
se descarta el resto. Te propongo que hagas lo mismo con la energía en
bruto que te impulsa a componer. Destila, busca la esencia, quédate con ella
y prescinde de todo lo demás.
Es un proceso alquímico, no sé verlo de otra manera. Sé que estoy
utilizando mucho este símil, que me expreso muchas veces con términos
como milagro, prodigio o maravilla; pero ¿cómo podemos llamar, si no, al
hecho de hacer nacer una canción que en tres o cuatro minutos sea capaz de
contar al mundo tus verdades?
Imagino (con permiso) un laboratorio alquimista donde hay un recipiente
sobre el que manan muchas fuentes: la fuente de la razón, de donde mana lo
aprendido; la fuente del corazón, de donde mana lo vivido; la fuente del
estómago, de donde manan tus reacciones más viscerales; las fuentes de los
sentidos; la fuente de los recuerdos; la fuente de los anhelos… Y así distintas
fuentes, grandes y pequeñas, copiosas o exiguas. El alquimista va tomando
esa mezcla de todos los manantiales y la va pasando con amor y oficio a un
alambique. Allí, gracias al fuego, va destilando, separando lo esencial de lo
que no lo es, hasta que al final obtiene una pequeña gota de algo sublime que
no es tan solo la suma de todas las fuentes, sino algo que va mucho más allá.
Siéntete alquimista de las palabras, de los acordes, de los ritmos, de las
melodías. No te conformes con la materia en bruto, estrújala, maltrátala,
transfórmala.
He de contar que tomar lo que me sucede por dentro y por fuera y pasarlo
por el alambique para intentar hacer canciones, se ha convertido para mí en
hábito y necesidad. Es la mejor manera que he encontrado de gestionar
todas las cosas, buenas y malas, que me va dando la vida. Por eso, siento que
el proceso de composición es tan importante y enriquecedor como la
canción que resulta de él. Seguramente lo que nos hace crecer es el viaje de
autoconocimiento que hacemos hasta llegar a la canción.

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Canción de amor sin la palabra
amor
Probablemente, el amor es el sentimiento humano que más canciones ha
generado. De hecho, parece ser que el concepto de amor, tal como lo entendemos
en nuestra cultura, nace con las canciones de los trovadores occitanos en la Edad
Media. El amor y la canción siempre han estado unidos, pero también es cierto que
ese sentimiento tan potente que nos enciende el alma ha sido también fuente de
las peores canciones que haya escrito el ser humano y de los topicazos más
escandalosos que hayan visto la luz del Sol. Es la misma potencia del sentimiento
de amor manando incontenible lo que a veces nos impide elaborar y destilar.

El reto en este juego va a ser crear un esbozo de canción de amor en el que no


utilicemos la palabra «amor» ni sinónimos o frases hechas que tengan que ver con
ella. No es que te sugiera que no utilices nunca más esta palabra, es solamente para
este juego. A veces está bien ponernos las cosas un poco difíciles para forzar la
imaginación.

Puedes crear una canción entera o solamente una pequeña estrofa, pero intenta
huir de los tópicos. Si estás en una época de tu vida en que estás viviendo el amor
con intensidad, busca lo que hace que tu sentimiento de amor sea único e
irrepetible. Si lo consigues, tendrás en tus manos un regalo precioso para la
persona amada. ¡Suerte!

Tensar el arco
Hemos visto cómo para ser un buen compositor de canciones has de ser
valiente para saltar a un abismo donde todo puede suceder, y también debes
tener una cierta dosis de rigor para forzarte a destilar tus ideas y emociones
y quedarte con su esencia. Si tienes estas dos cualidades, estoy seguro de
que tarde o temprano aparecerán buenas canciones. Pero quisiera remarcar
que este «tarde o temprano» no es retórico: nunca se sabe cuánto va a durar
la gestación de una canción. Por eso es bueno que emprendas el proceso

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creativo con paciencia y confianza. Hay semillas que germinan con rapidez,
otras necesitan mucho tiempo. Seguramente conocerás el ejemplo del
bambú japonés, cuya semilla, una vez plantada, invierte los primeros siete
años en desarrollar las raíces de la planta, y solo cuando estas están
suficientemente extendidas empieza a brotar, de manera espectacularmente
vigorosa, el tallo en la superficie.

Hay canciones que crecen como los espárragos en primavera,


rápidamente, de un tirón, y otras que son como el bambú: van creciendo
en algún rincón invisible de tu interior y tú no puedes tomar conciencia
de este proceso hasta que estallan en tus narices.

Por eso quiero insistirte en que todo ese tiempo que parece muerto, en
que no se te ocurre nada, no es tiempo perdido. Seguramente las raíces
están creciendo en el interior de la tierra y en algún momento aflorará el tallo.
Hay trabajos en la vida que te recompensan en el mismo momento en que
los haces. Si yo me pongo a limpiar y ordenar mi estudio (cosa que debería
hacer con urgencia), al cabo de unas horas me podré sentar y contemplar el
fruto de mi trabajo, todo en su sitio, sin una mota de polvo. El tiempo que
invertimos en componer canciones no nos es recompensado al instante, es
como si fuéramos acumulando algún tipo de energía, como si fuéramos
tensando un arco para que en algún momento, ¡zas!, se dispare la flecha. El
caso es que no está en nuestra mano saber cuándo se disparará la flecha.
Nosotros lo único que podemos hacer es tensar y tensar.

El bloqueo. Qué hacer cuando sientes estar en una


vía muerta
No quisiera contradecirme, pero es cierto que hay momentos en que uno se
siente abrumado por una sensación de vacío, de sequía y de desolación, esos
momentos en que no se te ocurre nada y, lo que es peor, sientes que ya
nunca más se te va a ocurrir. Vengo afirmando desde el principio que no hay
esfuerzo baldío y que todo suma para ir tensando el arco que, tarde o
temprano, disparará la flecha de la idea, pero somos humanos y, por mucho
que la experiencia nos diga que es una situación pasajera, todos nos
sentimos amedrentados cuando nos sobrevuela la sombra del pajarraco del
bloqueo.

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El bloqueo es esa sensación que inevitablemente hemos sentido todos los
compositores. La sensación de estar estancado y no poder tirar ni para
adelante ni para atrás, de que nada fluye y los minutos y las horas se
suceden sin que la más mínima lucecilla se encienda en tu imaginación. Es
algo a lo que, aunque no lo reconozca, uno nunca llega a acostumbrarse,
como los navegantes a vela nunca se acostumbran a la calma chicha.
Con el tiempo uno va acumulando trucos para afrontar el bloqueo, pero
no creo que nunca se pueda hacer un manual al respecto. Simplemente, a
fuerza de ir probando, cada cual puede encontrar su manera de salir del
atolladero.

Cuando todo encaja


…y cuando menos lo esperas, llega un momento en que todo encaja y
caen del cielo las rimas, los acordes y las melodías que tanto habías
perseguido, y no puedes dejar de sentirte inmensamente feliz.

Te aseguro que ese momento en que dices «¡lo tengo!» compensa todas
las horas y los días de andar vagando como alma en pena sin saber qué
camino tomar para hacer que una idea avance. Las canciones no caen del
cielo, hay que ir a buscarlas, hay que perseguirlas, pero hay momentos muy
especiales en los que uno llega a creer en la inspiración divina.

Te enlazo al video de un mano a mano poético entre Sabina y


Prado.
Creatividad, complicidad, amor a las palabras… ¡Da gloria
escucharlo!

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Me imagino a Sabina y Benjamín Prado en un momento así, abrazándose
y bailando como locos en el bar de un hotel de Praga, tal como cuentan en
Romper una canción. Los imagino y los comprendo perfectamente: yo
también he dado saltos de alegría y se me han llenado los ojos de lágrimas al
ver que, por arte de magia, aquel amasijo de palabras se convertía en una
canción.

66
8. Unos cuantos trucos para estimular
la creatividad

Trampolines
Ahí van algunos recursos que yo utilizo para propiciar que vayan surgiendo
ideas. La mayoría de ellos los he utilizado durante años de manera
inconsciente, y fue a raíz de empezar a dar talleres de composición que me vi
llevado a sistematizarlos un poco para poder explicarlos. Los presentaré de
la manera más ordenada posible, pero no debemos perder de vista que en
cualquier acto creativo la que rige es la parte derecha del cerebro, que es
donde reside la intuición, y esta no atiende a esquemas ni a métodos.
Aprovecha de cada uno de estos recursos lo que te pueda funcionar y olvida
lo demás, y no te tomes nada al pie de la letra. Son solo pequeños
trampolines desde los que poder saltar para emprender el vuelo.

Preguntarte para quién y para qué compones


Componer canciones te puede ayudar a expresar ideas y emociones que de
manera racional serían muy difíciles de expresar.

Si tienes alguien a quien le quieres expresar algo importante y jamás lo


has conseguido, componle una canción; si quieres dejar clara tu postura
respecto alguna cuestión social o política, compón una canción; si
quieres explicarte a ti mismo cualquier cosa que estés pensando, que te
esté sucediendo o que estés sintiendo, componte una canción.

Componer canciones es siempre la respuesta a un estímulo, y es interesante


detectar cuáles son los estímulos que nos mueven. Hay grandes canciones
hechas desde el amor y grandes canciones hechas desde la rabia; cualquier
sentimiento o idea nos puede impulsar a componer. Seguramente te ayudará
descubrir cuáles son los vientos que te van moviendo a ti en los distintos
momentos de tu vida.

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Si te has puesto a componer para responder a un encargo, la respuesta es
fácil; si no existe ese encargo, la cosa se complica.

¿Para quién compones? ¿Para ti? ¿Estás del todo seguro? ¿A quién
quieres que le guste tu canción?

Canción para un personaje público


En los ejercicios que siguen te voy a proponer que crees títulos de canción porque
pienso que es demasiado pedir que compongas una canción en cada uno de ellos.
Naturalmente, si ves que algún título te inspira como para seguir componiendo, no
dejes escapar la oportunidad. ¡Tira del hilo hasta el final!

Piensa en un personaje público: Donald Trump, Bill Gates, Woody Allen,


Madonna… quien tú prefieras. Toma conciencia de qué sentimiento te inspira el
personaje elegido y busca un título para la canción que tú le quisieras componer.

Aquí va «Rata de dos patas», de Paquita la del Barrio. Seguro que


ella tenía clarísimo a quién iba dirigida esta canción cuando la
estaba componiendo.

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Visualizar al que canta
Para mí es muy importante visualizar el personaje que va a cantar la
canción que estoy componiendo, tanto si voy a ser yo mismo como si va
a ser otro cantante.

Hay un aspecto puramente musical: la melodía que vas a crear tendrá una
respuesta diferente según la voz que la interprete. Pero no es solo eso; las
preferencias musicales del intérprete, e incluso su actitud, condicionarán el
resultado de lo que tú compongas. De la misma manera, las cualidades y
preferencias del intérprete te pueden estimular a moverte en uno u otro
terreno.
Si vas a componer algo para cantarlo tú mismo, procura que lo que
escribes suene sincero en tu voz. Este es un objetivo muy interesante,
porque te llevará a conocerte cada vez mejor y descubrir qué es lo que cabe y
lo que no cabe en tu mundo musical.
También puede ser estimulante componer para otros; eso te obligará a
moverte por paisajes ajenos, por estéticas ajenas y por inquietudes que no
son exactamente las tuyas. Te aseguro que es una experiencia muy
enriquecedora. Quizás no tengas a mano cantantes que puedan interpretar
tus canciones, o los que tengas no te motiven en exceso. No importa, nada te
impide componer una canción para que la canten Bruce Springsteen o
Chavela Vargas; las posibilidades son infinitas, solo se trata de un pretexto
para estimular tu imaginación. Después, una vez compuesta, puede que la
canción la cante quien habías imaginado o no, nunca se sabe. A veces parece
que ellas, las canciones, tengan voluntad propia en ese aspecto.

Cambio de sexo
Si eres mujer, piensa en el título de la canción que podrías cantar si fueras hombre.
Si eres hombre, piensa en el título de la canción que podrías cantar si fueras mujer.

Ponernos en la piel de una persona del otro sexo puede ser un gran ejercicio que

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nos ayude a adquirir la habilidad de componer para terceras personas y, además,
puede ser una buena herramienta para que ambos géneros nos comprendamos
mejor mutuamente, cosa que nunca está de más.

Visualizar a quien escucha


Está probado que da muy buenos resultados visualizar el éxito de una
empresa justo antes de lanzarse a ella. Todos hemos visto cómo se aconseja
a los deportistas visualizar la victoria antes de iniciar un partido. Te propongo
que tú hagas lo mismo: si vas a escribir tu canción con la intención de
emocionar a alguien, imagínate a ese alguien escuchándola con lágrimas en
los ojos; si lo que pretendes es crear algo que te lance al gran público,
imagínate un estadio coreando tu estribillo; si quieres hacer una canción
bailable, cierra los ojos y visualiza los bailarines gozando al ritmo de tu
música. Tú sabrás cuáles son tus ambiciones; anda con cuidado, porque a
veces los deseos se cumplen.

Auditorio a la carta
Imagina un público escuchando tu canción, tanto puede ser un estadio con veinte
mil personas como un teatro o una reunión de unos pocos amigos. Una vez elegido
un entorno, imagina las caras, los silencios llenos de atención, las voces coreando
el estribillo, los aplausos. Suena una canción que tú has compuesto y está
emocionando a la audiencia. ¿Cómo se llamaría esta canción?

Elegir un terreno propicio


Quizás puede ser bueno que te plantees, si no lo has hecho ya, cuáles son las
formas musicales en las que te manejas con mayor soltura.

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Es muy importante estar abierto a todos los estilos e influencias, y
escuchar una música lo más variada posible, pero todos tenemos un
rinconcito en el espacio musical donde nos sentimos en casa.

Tú puedes hablar muchas lenguas, pero hay una que es tu lengua


materna, con la que mejor te expresas y con la que todo fluye más
fácilmente. Con la música ocurre lo mismo: nuestro entorno, las cosas que
hemos aprendido, las músicas que nos han gustado, en definitiva, nuestro
camino andado, ha moldeado nuestra personalidad musical, y cuando nos
movemos dentro de estos parámetros de confort es cuando podemos ser
más creativos. Si tu mundo musical es la salsa, seguro que todo funciona
más fácil si compones en clave salsera; si tu mundo es el rock estarás
cómodo en clave roquera, y así con todo el abanico de posibilidades que nos
ofrece la música. Creo que son interesantísimas las aventuras fuera de la
zona de confort. De hecho, lo tengo como una práctica habitual, pero aun así
es importante no perder de vista cuál es tu punto de partida, como cuando
haces un viaje y tienes presente cuál es el camino para volver a casa.

Navegar en el caos
Rarísimas veces se me ha ocurrido una canción empezando por el principio y
terminando por el final. Lo más frecuente es que se te ocurra una frase y esta
te lleve a otra, y así se va tejiendo la canción. Muchas veces, la frase que ha
dado pie a la canción queda integrada en la letra, de forma que el oyente
nunca sospechará que un día fue el origen de todo; otras veces, simplemente
desaparece. Puede ser que la frase original te abra varios caminos, al parecer
incompatibles entre sí. Puede ser que te veas trabajando al mismo tiempo
con varias frases originales que generen caminos que se unan a mitad del
trayecto. Puede ser que, a medio trabajo, surja una idea que te haga
renunciar a todo y empezar de nuevo. Puede pasar de todo. Mis borradores
de letras son una maraña de frases garabateadas, estrofas tachadas,
palabras escritas en todas direcciones y flechas que lo unen y desunen todo
en una red anárquica y enrevesada. Podrían ser algo parecido a un mapa
mental, con la diferencia de que un mapa mental busca la coherencia y en
mis borradores la coherencia solo se encuentra al final. Si es que todo
termina cuajando.

Está claro que hay gente más ordenada y gente más desordenada; pero,

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sea como sea tu carácter, te aconsejo que te acostumbres a navegar en el
caos, a trabajar con ideas paralelas y a renunciar al orden en pro de la
inspiración.

Poner atención a las imágenes que cruzan tu


mente
¿Has observado que cuando escuchas una canción, muchas veces se crea
una imagen en tu mente? Algunas veces de una forma obvia (todos hemos
visualizado «La flaca» de Jarabe de Palo), otras de una forma más sutil. Las
canciones generan imágenes en nuestra imaginación, y estoy convencido de
que este flujo puede funcionar en ambas direcciones, es decir, que las
imágenes que cruzan nuestra mente pueden generar asimismo canciones.

De hecho, en muchos casos, antes de que aparezca la primera palabra o


el primer esbozo de frase musical, hay una imagen que está rondando
por ahí.

Esa imagen primigenia ha existido en la mayoría de canciones que he


compuesto. Recuerdo una, especialmente, que me rondó años y años antes
de acabar siendo una canción. Durante mucho tiempo, al mirar hacia adentro
en busca de inspiración, aparecía siempre la imagen de una pareja sentada,
en silencio, tomando un café, en la barra de un bar. La pareja aún no tenía
historia y yo solo sentía que, a pesar del silencio, había el peso de un intenso
diálogo fluyendo en su mirada. Empecé muchas canciones pensando en esta
pareja: en alguna eran amantes secretos, en otra, un matrimonio en crisis, en
otra eran dos desconocidos que acababan de encontrarse. Ubiqué el bar en
Barcelona, en París y no sé cuántos lugares más, generé una cantidad
ingente de folios llenos de palabras, flechas y tachones hasta que un día, casi
por sorpresa, la canción cuajó. Estaba preparando repertorio para el disco
Hija de la Tierra de mi gran amiga, la cantante mexicana La Malinche, y volvió
a mi imaginación la pareja del bar. Como una revelación, en aquel instante
supe qué es lo que se estaban diciendo aquellos personajes con la mirada, y
la letra fue naciendo con facilidad. Esta vez no tomaban café, sino tequila, y
ellos eran dos viejos conocidos. El resto de la historia lo cuenta la canción.

Sin una caricia

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En la esquina de un bar
Tomando un tequila
Mientras pasa la gente sin vernos
Detrás del cristal
Voy a hacerte el amor con los ojos,
Sin una caricia
Descuida, no pasará nada que no ha de pasar.
Descuida, no pasará nada que no ha de pasar.

En la esquina de un bar
Tu y yo robaremos
Al destino un instante prohibido
De felicidad
Con los ojos, namás con los ojos
Sin una caricia
Descuida, no pasará nada que no ha de pasar.
Descuida, no pasará nada que no ha de pasar.

He soñado tanto tiempo


Que te abrazo y que te beso
Que has dejado ya de ser de carne y hueso
Déjame que me pierda en tus ojos, mar adentro
Déjame que me pierda en tus ojos, mar adentro

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Desde este enlace puedes escuchar «Sin una caricia» en Spotify.

Dejar que intervenga el azar


Aunque a veces nos podamos sentir en pleno bloqueo, es seguro que
dentro de nosotros hay un montón de ideas que están deseando salir; lo
que pasa es que no encuentran el camino.

Una imagen o una palabra pueden conectar con esas ideas y hacer que se
transformen en canciones, pero hay ocasiones en que, mirando hacia
adentro, no hay manera de que surja nada. ¡Pues bien! Busquemos fuera.
Hagamos que el azar nos proporcione elementos que puedan resonar en
nuestro interior. No nos faltan lugares donde mirar, nos basta con abrir un
libro cualquiera por una página cualquiera e intentar encontrar por allí alguna
palabra que nos haga cosquillas. Internet puede ser también una buena
fuente de estímulos obtenidos al azar.

Cuando compongas, deja que el azar te proporcione pequeños


estímulos, no importa de dónde provengan, y tómalos o déjalos sin
muchas contemplaciones, sin pensarlo demasiado; ya verás cómo tu
inconsciente termina haciendo su trabajo y encuentra algo que pueda
conectar con tu interior.

El oráculo de Google

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Con este juego acostumbro a cerrar mis talleres. Es una actividad especialmente
divertida si se hace en grupo, pero también se puede hacer individualmente. Es
importante que las acciones que propongo sucedan rápidamente, sin pensar
demasiado, para así dar una oportunidad a la primera capa de ideas que se nos
ocurran. Ya tendremos tiempo de reflexionar más adelante.

Como el juego es un poco largo, paso a detallártelo paso a paso.

Abre el buscador de Google y pulsa el teclado de tu ordenador con el puño para


crear al azar una palabra ininteligible, como «kojhgiuyfcx», por ejemplo.

Realiza la búsqueda de esta palabra. Por ininteligible que sea, siempre acostumbra
a haber resultados.

Abre la pestaña de imágenes resultantes de la búsqueda y elige una en un instante.

Maximiza la imagen elegida y olvida las demás.

Haz una lista tan larga como puedas de palabras que te sugiera la imagen elegida.

Intenta crear frases conectando las palabras de la lista.

Elige una frase de las que has creado y adóptala como eje del estribillo de una
canción.

Te propongo que no emplees más de veinte minutos en todo ese proceso. Hasta
aquí el juego te habrá proporcionado una frase para el estribillo de una canción,
fruto exclusivamente del azar. Si la frase que ha resultado te gusta y crees que
puede dar pie a una canción interesante, sigue adelante. Si no, «siga usted
jugando», como dicen en las loterías.

En más de un taller, este juego ha dado como fruto el embrión de lo que


posteriormente han sido canciones preciosas. Espero que a ti también te sirva de
inspiración.

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9. Ahora que estás en marcha

Sobre las canciones y la felicidad


Es cierto que una canción, además de ser una manifestación artística, puede
ser vista como un bien patrimonial. Hay quien ha ganado muchísimo dinero
componiendo canciones. Mi consejo es que no te obsesiones con eso. Me he
topado en más de una ocasión con personas que, tras componer su primera
canción, me apremiaban preguntándome cómo podían registrarla, con el
temor de que alguien se la robara.
Componer canciones nos puede proporcionar dinero, eso es así, pero te
aconsejo que lo veas como un agradable efecto secundario. Lo importante
para mí es todo lo que has vivido, todo lo que has disfrutado y todo lo que has
aprendido componiendo. Si tienes la suerte de estar aquí y ahora en
condiciones de ponerte a componer, no estropees el momento pensando en
cómo comercializarás tu obra.
Hay un cuento taoísta que cuenta que una vez había un pescador
descansando en su barca a la orilla del mar. Por allí pasó un rico hombre de
negocios y le preguntó qué hacía allí tumbado si aún quedaba mucho día por
delante. El pescador contestó que ya había pescado un pez y con eso tenía
suficiente.
–Si continuaras pescando durante más tiempo, tendrías peces para
vender y con el dinero que sacaras podrías comprar más barcos y tener
empleados pescando para ti. Quizás algún día podrías tener toda una flota de
pesca –le dijo el hombre de negocios.
El pescador no comprendía para qué iba a querer él una flota de pesca.
–Porqué así tendrás mucha gente trabajando para ti y podrás dedicar tu
tiempo a descansar tranquilamente.
El pescador le miró sorprendido y le dijo:
–Para eso no me hace falta. Descansar tranquilamente es lo que estoy
haciendo ahora mismo.

Tú decides lo que hacer con tu energía creativa: si montar un imperio o


disfrutar del mero acto de componer. Con eso no quiero decir que no vea con
muy buenos ojos que nuestras creaciones nos proporcionen fama y dinero a

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raudales. ¡Bienvenidos sean! Simplemente quiero aconsejarte, después de
muchos años de componer canciones profesionalmente, que compongas de
corazón, entregándote generosamente y disfrutando del milagro de asistir al
nacimiento de las canciones. Todo lo demás vendrá solo, estoy
absolutamente convencido de ello.

Un compromiso ineludible con tus canciones


El psicólogo Joan Garriga cuenta en uno de sus libros:

Hay una tribu en África en la que a cada niño, al nacer, le cantan una canción
que lo acompañará el resto de su vida. La crean expresamente para ese niño,
y es la evocación de su destino, algo así como la melodía única de su alma,
del centro de su ser. En cada acontecimiento y rito de paso de ese niño, los
demás miembros de la tribu lo acompañarán cantando su canción, como una
forma de reconocimiento y sintonía. Cuando va a comenzar su educación,
cuando empieza a cazar, cuando ingresa en la vida sexual, cuando se va a
unir a una pareja y en todos los momentos cruciales de su vida. Incluso
cuando va a morir. Hay una ocasión muy especial en la que cantan su
canción: cuando comete un crimen aberrante o es víctima de una fatalidad.
El pueblo se reúne a su alrededor y le canta su canción, y cuando la persona
la reconoce, desaparece el deseo de dañar a otros y vuelve a conectarse con
el amor y la pertenencia al grupo.

Me parece una idea maravillosa que deberíamos adoptar en todas en


todas las culturas. Una canción que sea como nuestro nombre y nuestros
apellidos, que nos haga sentir seres únicos desde el primer día de nuestra
vida y que nos otorgue un lugar en la comunidad.
Ojalá todos pudiéramos tener esa canción para nosotros en el momento
de nacer, pero lo más probable es que no sea así. Sin embargo, en el
transcurso de tu existencia, esa canción se irá formando con la suma de
todas las canciones que llegues a componer, porque todas y cada una de
ellas, desde la primera hasta la última, hablarán de ti, lo pretendas o no.
Absolutamente todas.
La ropa que vistes, tu corte de pelo, la decoración de tu casa, los lugares
que frecuentas, las personas con las que te acompañas, las ideas que
defiendes, el lugar donde trabajas… Todas estas cosas, y muchas más,

77
contribuyen a crear tu identidad en la sociedad que te rodea. Tú, como ser
social, eres la suma de todo eso. En el momento en que empiezas a escribir
canciones, estas se añaden con un gran peso específico a esta suma. Cada
canción que compones es una huella que dejas en tu paso por este mundo, y
también un espejo donde mirarte.
Eres responsable de tus canciones como una madre o un padre lo son de
sus hijos. Tú has hecho que existan y no tienes más remedio que afrontar
todo lo bueno y todo lo malo que venga de ellas: las buenas, las malas, las
que hagas por encargo, las que hagas por amor, las que hagas con alegría,
las que hagas con rabia, las frívolas, las irónicas, las que no hagas, las
acertadas, las equivocadas, las insulsas, las geniales…
Te invito a que afrontes este compromiso con alegría. Componer es vivir.
Vive y compón sin miedo, intentando dar siempre lo mejor de ti, y tú y tus
canciones haréis que el mundo sea un poco mejor.

¿Componer canciones es musicoterapia?


Un día vino a mi casa una vieja amiga a la que hacía mucho tiempo que no
veía. Enseguida vi en su mirada que las cosas no iban del todo bien y que
venía a verme con la idea de contarme una situación que la afligía, lo que
para mí es la mejor demostración de amistad que pueda haber, y me sentí
muy honrado por ello. Estuvimos charlando mucho rato, paseamos,
tomamos café y sentí que hablar abiertamente de sus problemas tenía en
ella un efecto balsámico. Como buena amiga, también se interesó por mí y yo
le conté que me encontraba sereno y en paz, y que iba encajando, tan bien
como podía, las cosas que me iba deparando la vida, fueran buenas o
regulares. Entonces ella me soltó una frase que me hizo pensar. Me dijo:
«¡Claro! Tu tienes las canciones».
Ella había visto que componer las canciones de Andar Contigo me había
ayudado en el proceso de duelo por la pérdida de Loli y entendía que, si
componer me había ayudado en aquella situación, seguramente me ayudaría
de igual manera en cualquier otro trance de la vida. ¡Y estaba en lo cierto! En
lo único que discrepaba de ella era que esta ayuda que nos brindan las
canciones fuera un privilegio exclusivo de los profesionales de la música. Y se
lo quise demostrar. «Vamos a hacer la canción de ti, aquí y ahora», «con todo
lo que te mueve en este momento y todas las cosas, buenas o malas, que
siente tu corazón», le dije.

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Estuvimos como media hora pensando palabras clave, buscando rimas,
probando algunos acordes sencillos, y poco a poco fue saliendo algo
parecido a un estribillo. Ahí lo dejamos. Mi amiga se fue para casa con una
pequeña estrofa que era contenedora de muchas cosas importantes para
ella, y cuya elaboración había significado un trabajo de «destilación» de
todos los problemas que traía encima.
Seguramente, no se podría decir que aquella estrofa fuera artísticamente
muy consistente, pero lo que sí sé es que componerla le hizo bien. Mi amiga
aún me la canta de vez en cuando.

Creo firmemente en el valor terapéutico de todas las artes y pienso que el


tiempo nos va dando la razón a los que así pensamos. La ciencia está
redescubriendo lo que nuestros antepasados ya sabían: que nuestro
cuerpo físico y nuestro cuerpo emocional van íntimamente ligados (si no
es que son la misma cosa) y que, si bien es importante incidir en la parte
física para la sanación, es igualmente importante cultivar las artes para
cuidar la salud del alma.

79
10. Tú componiendo música
Consejos poco ortodoxos para la música de tus
canciones

El aprendizaje musical como camino de


autoconocimiento
Según Howard Gardner, existen ocho tipos de inteligencia: lingüística, lógico-
matemática, visual-espacial, kinestérica o corporal-cinética, musical,
interpersonal, intrapersonal y naturalista.

Realiza este test para ver qué tipos de inteligencia tienes más
desarrollados.

Según cuales sean los tipos de inteligencia que tenemos más


desarrollados, nos acercaremos de una forma u otra a la composición de
canciones. Si tu inteligencia es más lingüística, pondrás más énfasis en la
letra; si es musical, incidirás más en la música; si es kinestésica, compondrás
canciones más bailables; si es intrapersonal, hablarás de tus emociones, y si
es interpersonal, es posible que tengas tendencia a componer letras sobre

80
asuntos sociales.
No hay dos mentes humanas que funcionen igual, y es muy importante
que tomes conciencia de cómo funciona la tuya. Así podrás enfocarte en un
tipo de aprendizaje adecuado para ti.
Más allá de la composición de canciones, si tu idea es avanzar en el
aprendizaje musical, es importante que observes que dentro de la música
hay multitud de especialidades: tan músico es un arreglista como un
intérprete, un compositor como un director de orquesta, un DJ como un
productor musical. Está muy bien tener una visión global y saber un poco de
todo, pero si consigues especializarte en una disciplina que case bien con tus
aptitudes, tendrás mucho ganado para conseguir progresar con facilidad.

Cómo aprender
En general, creo que la mejor manera de aprender a componer canciones es
escuchando de forma analítica las canciones que nos gustan.
Puede que tengas conocimientos suficientes para analizar la armonía o
puede que no. Puede que tengas conocimientos para analizar la estructura o
puede que no. No importa. Como siempre digo, juega con las cartas que
tengas, pero no dejes de jugar. Toma las canciones que te gustan y estrújalas
para sacarles el jugo hasta que no puedas más.

Seguro que de pequeño agarraste algún juguete y lo desmontaste en


piezas para ver cómo estaba hecho, pues esto es lo que te sugiero que
hagas con las canciones que escuchas.

Muchas de las grandes canciones que han pasado a la historia fueron


compuestas por personas sin muchos conocimientos musicales.
Seguramente Bob Dylan no hubiera podido escribir un tratado de armonía
cuando compuso «Blowin’ in the wind». Lo que sí es seguro es que era un
joven inquieto que no paraba de escuchar canciones e intentaba absorber
tantos conocimientos como fuera posible.
Estudies música o no, te invito a que hagas lo mismo. Ten en cuenta que
la mayoría de planes de estudio no llegan a la composición hasta después de
haber dado un largo rodeo en el que deberás aprender solfeo, técnicas
instrumentales y un montón de conocimientos que, si bien son muy
interesantes, creo que no son imprescindibles para componer.
Si tu ilusión es ser un buen compositor de canciones, empápate de todos

81
los conocimientos que pueda proporcionarte el mundo de la docencia
musical, pero ten en cuenta que habrá puntos en los que deberás aprender
de forma autodidacta.
Deja que sean tus inquietudes las que te guíen, no te dejes llevar
mansamente por ningún plan de estudios que ha escrito alguien que ni
conoces ni te conoce, y sobre todo siéntete compositor desde el minuto
cero.

Tú ya eres un compositor de canciones en virtud de tu voluntad de serlo.


El progreso consiste en ser un compositor cada día mejor.

Tu primera canción
Si has compuesto muchas canciones en tu vida, seguro que recuerdas la primera. Si
no has compuesto ninguna, ahora es el momento. Si ya tienes experiencia como
compositor, revisita tu primera canción e intenta pulirla con todo lo que has
aprendido desde que la compusiste. Si no has compuesto ninguna, no esperes más,
componla y así quedas bautizado. Llegará el día en que puedas volver a ella con un
montón de conocimientos que habrás adquirido con el tiempo y te servirá para
mirar atrás y ver todo lo que has aprendido.

Elige bien tus maestros


Seguramente podrás progresar mucho más rápido si asistes a clases de
música en alguna escuela o con un profesor particular. Antes de que te
lances a esta posibilidad, me gustaría proponerte una serie de reflexiones
para evitar situaciones no deseadas.
No todos los profesores de música son buenos, como no lo son todos los
arquitectos o todos los médicos; es aconsejable que indagues sobre las
cualidades de tu candidato a profesor, hablando con alumnos suyos o
escuchándolo tocar en conciertos, si es posible.

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Además de sus capacidades, también es importante que descubras
afinidades con tu profesor. De poco te servirá un gran profesor de clásico si a
ti lo que te gusta es el rock and roll. Intenta encontrar a alguien que cultive
más o menos la misma música que a ti te gusta y que tenga una actitud
frente a la vida compatible con la tuya. Piensa que cuando las cosas fluyen
entre profesor y alumno, el profesor acaba convirtiéndose en un tutor, una
especie de gurú que te orienta en ámbitos que van mucho más allá de las
técnicas musicales.

Sería magnífico que encontraras un profesor al que pudieras enseñar tus


composiciones y que te estimulara y ayudara en tu camino de
composición. Si tienes la suerte de encontrar ese buen profesor, pídele
también que te enseñe a escuchar y a descubrir nuevas músicas y
nuevos músicos.

Ya que hemos estado hablando de profesores, quisiera mostrar mi cariño,


respeto y admiración a mi gran profesor Francesc Burrull. He tenido la suerte
de tener buenos profesores y a todos ellos les debo mi agradecimiento más
sincero, pero Burrull ha sido clave en mi vida porque, además de un montón
de música, me enseñó a vivir como músico, y eso no se paga con dinero.
Ojalá puedas encontrar tu propio Burrull en tu trayectoria de aprendizaje.

¿Por dónde empezar?


Es una idea personal, quizás algunos profesores no estarán de acuerdo y
dirán que es empezar la casa por el tejado, pero yo pienso que lo primero que
hay que aprender para componer música para canciones son dos cosas:

• Aprender a contar compases para saber analizar la estructura de las


canciones.
• Aprender a tocar los acordes básicos con la guitarra o el piano.

En una canción es muy importante la estructura, es decir, las partes con


que está compuesta: la introducción, las estrofas, los estribillos, el puente…
Para analizar esa estructura, es imprescindible saber contar compases. No
es complicado y hay infinidad de tutoriales en internet.
Analizar las estructuras de las canciones que te gustan te ayudará
muchísimo a construir tus propias canciones.

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Hay estilos musicales en los que la estructura es muy evidente y otros en
los que es muy enrevesada. En el momento que a mí me tocó hacer este
aprendizaje me gustaba el rock sinfónico, y aquello era un laberinto… ¡Las
estructuras de los temas de Yes o Genesis son para volverse loco! Seguro
que tú tendrás mucha más suerte que yo en este sentido.
Otro camino que debes emprender para ir componiendo cada vez
mejores canciones es el del conocimiento de la armonía. Es muy importante
que sepas construir los acordes con una guitarra o un piano. También se
pueden encontrar muchos tutoriales en internet. Saber tocar los acordes
básicos con la guitarra o el piano te abrirá todo un mundo. Vale la pena hacer
el esfuerzo.
Cuando controles los acordes, podrás cantar las canciones que te gustan
acompañándote con la guitarra o el piano, pero para ello tendrás que
descubrir cómo están construidas esas canciones armónicamente. Es fácil
encontrar en internet la letra y los acordes (cifrado armónico) de casi todas
las canciones. Intenta acostumbrarte tanto al cifrado europeo como al
americano. A continuación te pongo la tabla de correspondencia entre
ambos.

Si solo pone el nombre del acorde, es que es mayor, y si va acompañado


del signo — o de una m minúscula, es que es menor. ¡Así de facilito!
Una vez asumido todo esto, es aconsejable que empieces a descubrir los

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acordes de las canciones sin buscar el cifrado en internet. Este es el mejor
entrenamiento posible para tu oído musical, y voy a darte una regla de oro:
escucha el bajo. La nota que da el bajo en el momento que cambia el acorde
suele darte el nombre del acorde; es lo que se llama la «fundamental». Si la
tienes, ya solo deberás descubrir si el acorde es mayor o menor. Por
descontado, esta no es una norma infalible y depende mucho del estilo
musical en el que te estés moviendo.
Si asumes estos conocimientos y los practicas, verás que en ti se van
creando inercias y cuando tomas la guitarra o el piano las manos ya saben
dónde ponerse sin esperar una orden consciente. Estas inercias te serán de
mucha ayuda cuando te sientes a componer.

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11. ¡Que suene la música!

Tres grupos
Mi objetivo al escribir este libro es poder aportar ideas y sugerencias a
cualquiera que sienta la necesidad de acercarse al acto de componer, sea
cual sea su nivel de conocimientos musicales. Para conseguir ese propósito,
sé que debo andar con mucho cuidado para no aburrir con conceptos
técnicos demasiado elementales o demasiado avanzados. En la parte
literaria de la composición de canciones, tengo la sensación de que no es
necesario hacer distinciones entre niveles de conocimientos. Aunque,
naturalmente, las diferencias en la pericia en el uso de la lengua existen, al
final, todos hablamos, todos utilizamos las palabras a diario. En cambio, no
todo el mundo sabe tocar un instrumento ni utilizar el lenguaje musical con la
misma fluidez. Me mantengo en la certeza de que todos podemos componer
canciones, pero es evidente que los recursos musicales utilizados por cada
uno de nosotros pueden ser bien diferentes.
No quiero, a pesar de todo, renunciar a aportar algunas reflexiones sobre
la parte musical de la composición de canciones, y para ello te pido permiso,
solamente en este apartado, para hacer una excepción y hablarte desde la
perspectiva de tres niveles de formación musical distintos.

Grupo 1 - Si puedes hacer la misma música con


una guitarra que con una raqueta de tenis
Partamos del supuesto de que nunca en tu vida ni tan siquiera has
jugueteado con un instrumento musical y que tus conocimientos teóricos
sobre la música son cero. No te preocupes por eso, tú también puedes
componer buenas canciones; dispones del instrumento más importante para
hacerlo: la voz.

Los humanos cantamos desde mucho antes de que fuéramos capaces de


construir instrumentos musicales. La voz es, sin duda, el instrumento

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más antiguo y el que crea un puente más directo entre el que interpreta y
el que escucha.

Veamos el hecho de que vayas a crear una canción sin ningún


acompañamiento instrumental no como un problema sino como una
oportunidad. Si una canción funciona a capela, es decir, sin
acompañamiento, seguro que mejorará si un día la arropamos con algún
instrumento musical.
Un buen punto de partida podrían ser las canciones que cantaban
nuestros abuelos. Las músicas que pasan de padres a hijos suelen tener la
cualidad de conservar todo su sentido cuando las cantamos a capela.
Inspírate en tonadas tradicionales aportando tu propio punto de vista, y a
partir de ahí compón tus propias letras que expresen lo que deseas
transmitir.

Con una canción tradicional


Toma una canción tradicional que sea sencilla y que conozcas bien. Cántatela
varias veces intentando introducir pequeñas variaciones cada vez que la cantas.
Cuando la tengas muy interiorizada, intenta ponerle una letra de tu creación. Para
ello quizás te sirva buscar una palabra clave que al cantarla con la melodía que
estás trabajando te pueda generar la idea de una frase, y así hasta completar la
canción. Como no necesitas ningún instrumento para este ejercicio, te puedes
permitir el lujo de realizarlo al aire libre, paseando.

Otra faceta de la composición de canciones que no demanda grandes


conocimientos musicales, pero sí una gran creatividad literaria, es el rap. Hay
muchas maneras de acercarte al rap, no hace falta que hayas nacido en el
Bronx; todo consiste en la utilización rítmica del lenguaje, así de sencillo y así
de difícil.

En este mundo nuestro existen culturas en las que los niños crecen
adquiriendo muchos recursos rítmicos que aprenden de su entorno. En

87
otras, en cambio, el sentido del ritmo no es un valor importante y los
aprendizajes de los pequeños se enfoca en otras habilidades. Tú verás
cuáles son los dones que te ha proporcionado la cultura que has
mamado y los que has ido adquiriendo en el camino. Sean cuales sean…
¡utilízalos sin miedo!

Componer un rap
Este no es un ejercicio sencillo. Para llevarlo a cabo deberás tomar papel y
bolígrafo y aplicarte mucho. Para empezar, haz una lista, tan larga como puedas,
de palabras que rimen y que puedan coexistir en la misma canción. Esta misma
lista de palabras te marcará por dónde puede ir la temática de tu letra. A
continuación intenta escribir versos que justifiquen ir saltando de una palabra a
otra de la lista; puedes saltarte el orden de las palabras de la lista e incluso
renunciar a utilizar alguna si no te cuadra. Con esto habrás generado una especie
de poesía en la que todos los versos rimen. Ahora solo te queda levantarte de la
silla y recitar en voz alta lo que has escrito, de la manera más rítmica posible.
Prueba a bailar lo que estás cantando y a acompañarte con palmas. Quizás sientas
la necesidad de retocar alguna frase para que te encaje mejor rítmicamente.
Quizás el cuerpo te pida repetir varias veces alguna frase. Será señal de que vas por
buen camino.

Ya que en este apartado estamos dando por supuesto que no dispones de


los recursos musicales para componer una supercanción, intentaré darte un
truco para que, por lo menos en cuanto a composición de letra, puedas
permitirte jugar en primera división.
Tengo un gran amigo con el que he compuesto muchas canciones. En
nuestra rutina de trabajo, él crea primero la letra, me la envía y yo compongo
la música. Mi amigo tiene la habilidad de componer unas letras con una gran
musicalidad, lo cual facilita muchísimo mi trabajo. Es como si en el ritmo de
las palabras que él escribe ya viniera implícita una melodía.
Un día le pregunté cuál era el truco para escribir estas letras tan

88
agradables de musicalizar y su respuesta me dejó atónito. Mi amigo toma
una canción que le guste y le cambia la letra. Crea una letra perfectamente
paralela a la original, con el mismo número de sílabas, con la misma
acentuación, pero con un contenido completamente distinto, de manera que
se podría cantar la canción elegida sustituyendo la letra original por la que
escribe mi amigo. Cuando la tiene terminada me la envía a mí como si fuera
una letra que aún no tiene música; así la tomo yo, ignorante de la canción que
la ha inspirado, y creo una nueva melodía que no tiene nada que ver con la
primera. De esta manera terminamos componiendo una canción con letra y
música completamente originales.
Como ya te he comentado anteriormente, es importante encontrar
aliados. Si tu punto flaco está en los conocimientos musicales, asóciate con
un músico; seguro que tú le podrás aportar ideas a él y él a ti. Entre los dos
podréis hacer grandes cosas. Te sugiero que no te limites a tu entorno más
inmediato y que utilices internet. Prueba a poner un anuncio en las redes que
diga algo así: «Busco socio con conocimientos de música para componer
canciones». Verás cómo el destino se encarga de ponerte en contacto con
alguien interesante.

Juego con un socio


Para este juego necesitas un socio que componga música.

Elige una canción y cámbiale la letra. Una vez tengas la nueva letra, dásela a tu
socio como si fuera una poesía que aún no tiene música, sin contarle nada de la
canción que te ha inspirado. Deja que él componga la música libremente.
¡Alucinarás con el resultado!

Grupo 2 – Digamos que te defiendes


En este segundo grupo, supondremos que tienes nociones de armonía,

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puedes leer un cifrado armónico y te manejas con algún instrumento para
acompañar tus composiciones.
A ti, que tu trayectoria vital ha hecho que llegues al día de hoy sabiendo
un poco o un mucho de música, te voy a pedir algo que quizás te sorprenda,
pero que es muy importante: ¡disfruta de los conocimientos que tienes!

El que sabe mucho está tranquilo porque sabe que sabe mucho; el que no
sabe nada está tranquilo porque sabe que no sabe nada, pero el grupo de
en medio, en el que nos encontramos la mayoría de los mortales,
corremos el peligro de cargarnos de prejuicios, obsesionarnos con
nuestras carencias, pensar que no sabemos bastante para crear algo con
pies y cabeza, y olvidarnos de lo principal, que es disfrutar de lo que
estamos haciendo.

Contrariamente a lo que nos hacen creer algunos programas de


televisión, la música no es una competición, es muchísimo más que eso: es
un medio con el que se pueden expresar nuestras almas, y nuestras almas
son todas únicas, maravillosas e inconmensurables. Aquí te voy a dar unos
pocos recursos que podrás utilizar para componer la música de tus
canciones. Son conceptos básicos que han sido utilizados anteriormente por
millones de compositores, pero eso no quita que el resultado que obtengas
no pueda ser la expresión de lo que tú eres como ser único e irrepetible, y,
por tanto, original. Por eso te sugiero que te permitas la sencillez; la
originalidad no está en la complicación, sino en la verdad que tú imprimas a
tu creación.
Habrás observado que en la mayoría de canciones se pueden distinguir
distintas partes. La estructura más frecuente podría ser una introducción
instrumental, una o más estrofas, un puente y un estribillo que se repite
varias veces. No siempre tiene por qué ser así, ya que las posibilidades son
infinitas, pero te aconsejo que pienses en bloques cuando compongas.

Canción sencilla
Intenta componer una canción sencilla con la estructura clásica: introducción,

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estrofa (una o dos), puente (opcional) y estribillo.

Cuanto más sólidas y equilibradas sean las partes que forman la estructura
de una canción, más lo será la estructura completa. Una canción es como
una pequeña obra arquitectónica en la que los equilibrios son importantes.

Para conseguir que estos bloques sean sólidos, es necesario que cuentes los
compases. Suelen funcionar muy bien las partes de canción cuyo número de
compases es 8, 12 o múltiplos de estos. Prueba a contar los compases en las
canciones que te gustan y verás cómo suele ser así.

Juego del diagrama


Elige una canción que te guste y toma conciencia de las partes en que se divide y
del número de compases que abarca cada una de ellas. Plasma de manera gráfica
la forma en que tú percibes las distintas partes de la canción o, lo que es lo mismo,
haz un diagrama de la estructura.

Seguimos con el grupo 2 y vamos a hablar de armonía, muy someramente


y de una forma muy práctica, con la intención de darte unos pocos recursos
muy fáciles que te sirvan para componer.
Busca en Youtube «canciones pop en cuatro acordes». Aparecerán varios
videos muy divertidos que demuestran que la mayoría de éxitos del pop
están compuestos sobre la misma rueda de acordes.

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Ahí va uno de los más brillantes.

Es así, está demostrado que hay ruedas armónicas que funcionan


siempre; esto tiene su explicación técnica, pero no vamos a entrar en ella. La
cuestión es que, si hay grandes compositores que han utilizado estas ruedas
de acordes, ¿por qué no vas a utilizarlas tú también?
Ahí van unas pocas, haz con ellas lo que más te apetezca.

I – V - VI – IV Do, sol, la menor, fa


I – VI – IV – V Do, la menor, fa, sol
I – II – III – II Do, re menor, mi menor, re menor
I – IV – V – IV Do, fa, sol, fa
I – VII bemol – IV – I Do, si bemol, fa, do

No descartes tampoco los juegos de tónica y dominante, son la columna


del esqueleto.

I–V–V–I Do, sol, sol, do

Estas ruedas armónicas son como pequeñas playas en el gran océano de


la armonía. Te sugiero que te bañes en ellas relajadamente antes de empezar
una gran singladura.

Juego con dos acordes


Intenta componer la letra y la música del estribillo de una canción basándote en un

92
juego de tónica y dominante (Do – Sol7). Deberá ser una frase musical que se
pueda repetir varias veces. Cuenta los compases de la frase e intenta que sean 8 o
múltiplos de 8.

Grupo 3 - Si llevas más horas de vuelo que la sonda


Voyager
Querido amigo que llevas un largo camino andado en eso de componer
canciones. Contigo, que ya te las sabes todas en este menester, me gustaría
hablar de esa búsqueda apasionante que no termina nunca, la búsqueda de
la propia identidad artística.
¿Quién soy? ¿A quién reflejan mis canciones?
¿Qué quiebros en mi propia historia y en la de los músicos que me
precedieron han hecho que yo utilice hoy una determinada escala al
componer o una fórmula rítmica en concreto?
Es fascinante ver cómo ciertas formas musicales que se nos muestran
como naturales han viajado a través del tiempo, las civilizaciones, las tierras
y los mares para llegar hasta nosotros.

Te enlazo con un video en el que Jorge Drexler habla de todo esto


de una forma magistral. Es posible que este video te lleve a otro, y a
otro. Vale mucho la pena escuchar a este señor.

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Autorretrato
Tomando como ejemplo la «Milonga del moro judío», escribe una canción cuya
letra empiece por: «Yo soy…».

Si te apetece, escribe también las estrofas en décimas.

Al empezar a escribir estas líneas aún no sabía cuál sería el título


definitivo del libro. Finalmente escogí Componer canciones para dialogar con
tu mundo. En este momento de mi vida, siento que ese diálogo es el que da
sentido a este quehacer que a veces es un oficio, a veces una pasión y a
veces, simplemente, una necesidad.
A menudo componemos respondiendo a una demanda: una canción para
una película, para un cantante que busca repertorio o para nuestro propio
grupo. Cuando hacemos estas canciones, también estamos desarrollando
ese diálogo que nos ayuda a crecer y a conocernos cada día mejor. Sin
embargo, creo que en la vida de un compositor, tarde o temprano, llega el día
en que uno siente la necesidad de componer por componer.

Para mí, la canción más difícil es aquella que nadie te encarga, que nadie
espera, que no parte de ninguna premisa. Es aquella en la que zarpas sin
saber adónde te llevarán los vientos. Es aquella en la que si te pierdes,
nadie va a venir a por ti. Es el abismo de la creación libre, que te enfrenta
a ti mismo como un espejo, sin que puedas parapetarte en el oficio o en
tu habilidad para complacer los gustos de terceros.

Componer para ti mismo, este es el gran reto.


Te propongo un juego. Es una propuesta, no un encargo. No tiene nada
que ver con ninguna técnica de composición, pero sí tiene mucho que ver
con crear la posibilidad de que se abran las puertas para dialogar con uno
mismo.

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Canción diálogo
Compón una canción en segunda persona del singular en la que dialogues contigo.
Aprovecha la ocasión para contarte cosas que nunca antes te habías contado.

Tú que vives tu vida viendo nacer y crecer canciones a tu alrededor,


seguramente estarás de acuerdo conmigo en que quienes tenemos este
privilegio no podemos más que estar tremendamente agradecidos. Te invito
a que busques y reconozcas los momentos en el transcurso de tu vida que te
han llevado a que ahora estés componiendo. Allí, en cada uno de esos
momentos, encontrarás gente: la persona que hizo, intencionadamente o no,
que llegara el primer instrumento a tus manos, las personas con quien
compartiste el aprendizaje de los primeros acordes, los profesores, los
amigos que te descubrieron artistas que han sido referencia para ti, aquellos
que te han animado cuando has dudado, los que han sabido ofrecerte una
crítica cariñosa y constructiva, los que te han aplaudido y los que no lo han
hecho. No te olvides tampoco de tus compañeros, con quienes quizás habrás
compartido escenarios y locales de ensayo, ni de los grandes artistas,
contemporáneos o no, que hayan sido en algún momento fuente de
inspiración y de guía. Hay muchas personas detrás de cada canción que
nosotros podamos componer, y a todas ellas les debemos agradecimiento.
Estamos acostumbrados a escuchar discursos de agradecimiento y
dedicatorias de artistas cuando reciben premios en alguna gala. Algunos son
más inspirados que otros. Aquí te quiero hacer llegar el que para mí es uno
de los discursos más inspirados que un compositor haya podido pronunciar.
El de Leonard Cohen al recibir el premio Príncipe de Asturias. Es una mirada
atrás, emocionada y agradecida, que solo un sabio y un poeta al final de sus
días puede hacer.

95
Leonard Cohen recibiendo el premio Príncipe de Asturias. Abstráete
de la pomposidad del entorno, que no ayuda para nada, e imagina
que Mr. Cohen te está contando su historia a ti con esa gran voz que
los dioses le dieron. Y luego me cuentas…

…y el premio es para:
Imagina que vas a recibir un gran premio por tus canciones. Prepárate el discurso
que vas a pronunciar cuando te lo entreguen. Aprovecha esta oportunidad para
mirar atrás y acordarte de todas las personas y circunstancias que te han llevado a
componer.

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12. Ahí se queda la canción
Gato Pérez, gran cantante rumbero y poeta, a quien tuve la suerte de
acompañar al piano durante muchos años, siempre había dicho que las
canciones, cuando nacen, se emancipan de su autor para vivir una vida
propia. Así lo dejó escrito, a modo de epitafio, en una soberbia canción, en el
último track de su último disco antes de dejarnos.

Ahí se queda la canción

Ahí se queda la canción


resonando en las paredes
como el humo en la estación
cuando se marchan los trenes,
en el mundo hará su vida,
correrá tras los placeres
como una pantera infiel
retozando en los burdeles.

La canción no tiene autor,


es pura piratería que retrata
los momentos angustiosos de la vida.

Quien no sufre y quien


no llora no conoce sus favores
es un caro privilegio
del que gozan perdedores.

Como estela de un reactor


que se aleja en la distancia
la canción no da a su autor
la más mínima importancia.

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Cicatrices de un amor
que traiciona la esperanza
y en momentos inspirados
una forma de venganza.

Ahí se queda la canción


levitando en los papeles
como un ruido de reclutas
cuando dejan los cuarteles.
Instantánea fue su dicha
intangible su materia:
el destello de un obús
visto desde la trinchera.

La canción va por ahí


y la tocan mercenarios
que burlando la emoción
se fabrican un salario.
Como un globo sin gobierno
al que arrastra la corriente
como una bala certera
llega al alma de la gente.

Nace con el desamor


y reaviva la nostalgia
es la válvula de escape
por donde se expresa el alma.
Con materia tan sutil
no se puede hacer fortuna
es como vender parcelas
en un cráter de la luna.

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Ahí se queda la canción…
resonando en las paredes
como el humo en la estación
cuando se marchan los trenes
ahí se queda la canción.
Ahí se queda la canción…
Levitando en los papeles
como un ruido de reclutas
cuando dejan los cuarteles
ahí se queda la canción.

Intuyo que con los libros sucederá lo mismo, así que ofrezco estas páginas a
los designios de la providencia con la esperanza de que lleguen, ellas solas, a
quien le puedan ser de provecho.

99
Conclusión y ofrecimiento

Aquí termina este pequeño libro en el que he pretendido contarte mi visión


personal y mis vivencias en el fascinante mundo de la composición de
canciones. He partido de la premisa de que todos podemos sentirnos
invitados a componer y he intentando aportar ideas que pudieran ser de
ayuda para conseguirlo, abarcando un abanico de perfiles lo más amplio
posible.
Si estás leyendo estas palabras es que, seguramente, el libro ha merecido
tu atención hasta el final, y eso me hace sentirme tremendamente feliz y
agradecido.
Quisiera ofrecerte la posibilidad de que sigamos en contacto y decirte que
me gustaría mucho saber de ti y seguir de cerca tus progresos. Así que, si así
lo deseas, puedes contar conmigo para mostrarme tus canciones o debatir
sobre cualquier idea que te esté rondando. Estoy a tu disposición.
Espero haber ayudado a que sientas en ti el poder de hacer grandes
canciones y haberte animado a probar la experiencia de vivir componiendo.
Te deseo los mejores éxitos, pero sobre todo te deseo que disfrutes del
camino de la creación artística y que en él encuentres elementos que hagan
que tu vida sea más rica y feliz.
Que la canciones nos abran nuevos mundos de felicidad.

100
Aquí podrás encontrarme.

101
Agradecimientos

La mayor parte de este libro está escrita en casa de mi amigo Carles Rutllan,
más conocido por los que le queremos como Macarinu, frente a una vista
sobrecogedora de la bahía de Tamariu. Fueron días felices y espero que un
poco de esta felicidad haya quedado entreverada en las palabras que has
leído. Por eso, y por tantos años de amistad, quiero dedicar mi primer
agradecimiento a Macarinu y a todos los amigos que tengo la suerte de tener
en este maravilloso rincón del mundo.
Así empieza esta capítulo de agradecimientos pero no alcanzo a imaginar
como podré terminarlo porque son incontables las personas a las que
quisiera dar las gracias. COMPONER CANCIONES PARA DIALOGAR CON TU MUNDO está
escrito con los materiales que han sedimentado tras más de cuarenta años
de profesión. Durante todo este tiempo he tenido la fortuna de estar con
muchas personas que me han ayudado, que me han enseñado y que me han
animado a seguir. Quisiera acordarme de todas ellas en este escrito y
enviarles un abrazo.
Quisiera dar las gracias, también, a mi hija Clara, a mi compañera Montse
Farré, a mi amigo y maestro de lengua española Vicenç Franco, a mi socia de
aventuras empresariales Judith Coll, a mi familia querida y a todos los
amigos y amigas que se prestaron a leer el manuscrito del libro. Para mi ha
sido importantísimo contar con su apoyo, que es incondicional pero no ciego
ni exento de crítica. Escucharles me ha salvado de grandes errores y me ha
conducido a más de un acierto.
Ahí va mi abrazo al amigo David Roma; charlando con él me di cuenta de
que escribir COMPONER CANCIONES PARA DIALOGAR CON TU MUNDO era
exactamente lo que me apetecía hacer.
Otro abrazo, grande, grande, a la buena gente de Editorial Amat: a Xandri,
a Cristina, a Mónica y a Francesc, y a las autoras y los autores que se han
prestado a mostrar públicamente su apoyo al libro con comentarios tan
generosos.
Finalmente una reverencia a mi querida Roser Capdevila. Trabajar con ella

102
ha sido una bendición del destino. Las palabras cariñosas de su prólogo me
dan fuerza e ilusión para seguir componiendo. Ojalá sea capaz de seguir su
ejemplo de bondad, sabiduría y creatividad.

103
Índice
Título 2
Créditos 5
Referencias 6
Índice 8
Prólogo 12
Introducción 13
1. Confidencias y acuerdos antes de zarpar 14
De qué va este libro 14
Enlaces a internet 15
Pequeño relato 15
Sobre la Luna y el Sol 19
Mejor que ejercicios, juegos 19
Juego: Melodías escondidas en los números 20
2. Invitación 22
Por qué las canciones pueden ayudar a mejorar el mundo 22
Aquí y ahora puede nacer una canción 23
Juego: Lista de temáticas 24
¡No hay excusa! Si puedes cantar, puedes componer 24
Juego: Grabación en pareja 25
Llevas contigo una maleta llena de recursos 26
La canción como escenario para el diálogo interno 27
3. Sobre las canciones y quienes las componen 29
Nuestra vida entre canciones 29
Juego: Las canciones de tu vida 30
Componer: formar de varias cosas una 31
Un asunto con Batman 32
4. ¡Vamos allá! Consejos prácticos 34
Ten siempre a mano un recurso para grabarte 34
Procura tener cerca una guitarra o un piano 34
Un lugar donde crear 35
Reserva un espacio de tiempo 36
Crea tu carpeta de letras 36

104
Vive pequeñas temporadas en «modo composición» 37
Búscate aliados 38
Espera a tener terminada tu canción para mostrarla a los demás 39
5. Si la gallina come bien, los huevos son más sabrosos 40
En busca de alimento 40
Escucha música 40
Cine, teatro, televisión (selectivamente), artes plásticas, literatura y otras
41
manifestaciones artísticas
Juego: Las películas de tu vida 41
Observa la realidad que te rodea 42
Viaja 43
Estimulantes 43
Ordenadores, interfaces, plugins, controladores y otros inventos de la
44
modernidad
6. Tú, escribiendo letras de canciones 46
Sobre el arte de transformar los sentimientos en letras de canción 46
¿Qué es antes, la letra o la música? 46
Juego con una palabra. Salir a pasear una palabra 46
Letras de canciones y poesía 47
La métrica. Ante la duda, baila 49
La rima. Ante la duda, canta 50
Juego con una estrofa. Estrofa de presentación 52
El universo en una frase 52
Juego con una frase. La frase pendular 54
7. Peripecias metafísicas persiguiendo una canción 57
Abrir las murallas del castillo 57
Juego: Cinco sentidos, cinco palabras 59
El salto al vacío 59
Dos extraños personajes que se asemejan a ti 60
Aceites esenciales 61
Juego: Canción de amor sin la palabra amor 63
Tensar el arco 63
El bloqueo. Qué hacer cuando sientes estar en una vía muerta 64
Cuando todo encaja 65
8. Unos cuantos trucos para estimular la creatividad 67

105
Trampolines 67
Preguntarte para quién y para qué compones 67
Juego: Canción para un personaje público 68
Visualizar al que canta 69
Juego: Cambio de sexo 69
Juego: Auditorio a la carta 70
Visualizar a quien escucha 70
Elegir un terreno propicio 70
Navegar en el caos 71
Poner atención a las imágenes que cruzan tu mente 72
Dejar que intervenga el azar 74
Juego: El oráculo de Google 74
9. Ahora que estás en marcha 76
Sobre las canciones y la felicidad 76
Un compromiso ineludible con tus canciones 77
¿Componer canciones es musicoterapia? 78
10. Tú componiendo música 80
Consejos poco ortodoxos para la música de tus canciones 80
El aprendizaje musical como camino de autoconocimiento 80
Cómo aprender 81
Juego: Tu primera canción 82
Elige bien tus maestros 82
¿Por dónde empezar? 83
11. ¡Que suene la música! 86
Tres grupos 86
Grupo 1 - Si puedes hacer la misma música con una guitarra que con una
86
raqueta de tenis
Juego: Con una canción tradicional 87
Juego: Componer un rap 88
Juego con un socio 89
Grupo 2 – Digamos que te defiendes 89
Juego: Canción sencilla 90
Juego del diagrama 91
Juego con dos acordes 92
Grupo 3 - Si llevas más horas de vuelo que la sonda Voyager 93

106
Juego: Autorretrato 94
Juego: Canción diálogo 95
Juego: …y el premio es para: 96
12. Ahí se queda la canción 97
Conclusión y ofrecimiento 100
Agradecimientos 102

107

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