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CAUSAS DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN NICARAGUA

“A la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”


Psic. Karly Leyton Báez
En Nicaragua, la violencia contra la mujer por parte de su cónyuge se evidencia en
las cifras recopiladas por estudio realizado.
Para el año 2016 se presentaron 205 casos, de los cuales una muestra de 30
permite elucidar las principales causas, así: uso del alcohol y sustancias psicoactivas
(83.3%), estrés económico (66.7%), falta de comunicación en la pareja (50%),
pérdida de valores familiares (40%), infidelidad (46.7%), cambio de rol por parte de
la mujer (66.6%).
Dentro de los tipos de maltrato los que más afectan a la mujer son: físico (33.3%),
verbal (46.7%), sexual (13.4%) y psicológico (6.6%).
Los conflictos que enfrenta un buen número de personas en la vida cotidiana son
descargados, en muchas ocasiones, con quienes se convive, así queda demostrado
en las estadísticas que sobre violencia intrafamiliar arrojan las investigaciones
realizadas por medio de un Estudio buscan brindar una solución a esta problemática.
En Nicaragua se sanciona la Violencia hacia la mujer por mandato de la Ley 779, la
cual ha sido muy cuestionada y controversial por sus efectos radicales ya que busca
resarcir a las víctimas de este tipo de violencia.
El problema es profundo y serio, según las denuncias, en el 2016 se realizaron 6,
979 dictámenes de lesiones personales causados por violencia intrafamiliar. El 62%
de ellos por maltrato conyugal.
Pero las medidas gubernamentales a nivel nacional deben hacer eco en las
localidades, con atención inmediata a aquellas que por su ámbito social, cultural,
económico y político son más susceptibles de padecer este flagelo.
Las ciudades pequeñas no escapan a esta denominación de sector crítico, dadas sus
condiciones de extrema pobreza, desplazamiento y conflictos ideológicos.
La progresión temática e informativa de este artículo se da por medio de la
formulación de preguntas, como una manera de llamar la atención sobre el
fenómeno de la violencia contra la mujer, que en muchas ocasiones pasa
desapercibido, por ignorarse o considerarse "normal", natural y aceptable
socialmente en ciertos sectores, incluso por quien la padece.
¿Cuándo hay violencia contra la mujer?
La declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer determina que
esta problemática existe cuando las amenazas o el acto de violencia basado en la
pertenencia al sexo femenino tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico.
¿Por qué se presenta?
En términos generales, la violencia contra la mujer por parte de su cónyuge está
sustentada en el paradigma de un sistema machista y del mito de la inferioridad del
sexo femenino, unido a esto su situación de desigualdad en la sociedad, a la
dependencia económica, al temor por la vida de sus hijos y la propia.
También, al desconocimiento de sus derechos ante la ley, a la falta de confianza de
la mujer en sí misma, a la falta de educación y a las presiones sociales, lo que
conduce a la inoperancia de los mecanismos de protección de los organismos que
defienden los derechos de la mujer.
¿Cuáles son sus efectos?
Podemos hablar del "síndrome de la mujer maltratada", el cual se manifiesta:
En el nivel físico: lesiones como hematomas, fracturas, cicatrices, y el deceso.
En lo psicosocial: presentación de estados de depresión, pérdida de autonomía,
sensación de abandono, desmotivación, desvalorización, autoinculpación e
inseguridad, asumiendo situaciones de subordinación y desarrollando mecanismos
pasivos de defensa.
¿Cuáles son las estadísticas de violencia contra la mujer en Nicaragua?
Cabe mencionar que, para determinar la violencia intrafamiliar en contra de la mujer
por parte de su cónyuge, se analizaron los casos presentados en la Oficina de
Ceniprodh, para el año 2016, tomándose una muestra de 30 casos entre 205
registrados.
Se utilizaron como instrumentos: fuentes primarias (observación directa, entrevistas
abiertas y cerradas, encuestas). Durante el proceso de investigación se determinó
que existen diferentes situaciones y conductas personales (adopción personal de uso
o no uso de narcóticos y otros) que contribuyen a los diferentes tipos de maltrato, a
continuación, se enuncian los determinantes:
Económico
A la pregunta ¿el estrés por falta de dinero genera maltrato por su cónyuge? El
66.7% de las mujeres encuestadas dice que siempre ha recibido maltrato por esta
causa y el 33.3% manifiesta que en ocasiones ha sido maltratada por ese hecho.
Pérdida de valores familiares
A la pregunta ¿cree usted que la pérdida de valores familiares ha sido causa para
que usted sea maltratada por parte de su cónyuge? El 40% de las encuestadas
respondió que sí; el 30% dijo no, y el 30% restante no sabe si estos factores
contribuyen a la situación de maltrato conyugal.
Determinantes relacionados con el libre desarrollo de la personalidad, en este
sentido el 66% de las mujeres encuestadas fueron agredidas cuando el cónyuge se
encontraba en estado de embriaguez y el 16.7% bajo los efectos de narcóticos.
El estrés
El 46.7% de las mujeres fue objeto de maltrato cuando su cónyuge presentaba
angustia, preocupación o estrés. El 30% dijo sufrió violencia por estas causas y el
23.3% de las encuestadas expresaron nunca haber sido maltratadas por ese motivo.
El cambio de rol por parte de la mujer
El 66.6% de las mujeres encuestadas responden que por desempeñar un nuevo rol
en el hogar han sido maltratadas (desplazar al hombre en el manejo de dinero). El
23.4% responde que a veces ha sido maltratada por desempeñar un nuevo rol y el
otro 10% dice que nunca ha sido maltratada por este motivo.
La falta de comunicación
El 50.0% de las mujeres encuestadas responden que siempre la causa para que se
dé el maltrato es la falta de comunicación. El 33.3% dice que a veces ha sido
maltratada y el 16.7% dice que por este motivo nunca ha sido objeto de agresiones.
Determinante relacionado con la infidelidad
El 46.7% de las mujeres encuestadas responden que por esta causa reciben maltrato
siempre. El 40.4% responde que a veces ha sido maltratada por relaciones
extramatrimoniales de su cónyuge y el otro 13.3% dice que nunca ha sido agredida
por este motivo.
¿Cuáles son los tipos de maltratos que más afectan a la mujer?
Los tipos de maltratos que las mujeres consideran que más las afectan son: el verbal
46.7%, seguido del físico 33.3%, luego el sexual 13.4% y por último el psicológico
con el 6.6%.
De acuerdo con la investigación sobre violencia en contra de la mujer por parte de
su cónyuge, en los casos registrados en el Observatorio de Violencia contra la mujer
de Ceniprodh durante el año 2016, de la cual se toma una muestra de 30 casos, se
concluye que las principales causas generadoras de este hecho son:
Uso del alcohol y sustancias psicoactivas (83.3%).
Estrés económico (66.7%).
Falta de comunicación en pareja (50%).
La pérdida de valores familiares (40%).
La infidelidad (46.7%).
Cambio de rol por parte de la mujer (66.6%).
Dentro de los tipos de maltrato los que más afectan a la mujer son:
Físico (33.3%).
Verbal (46.7%),
Sexual (13.4%).
Psicológico (6.6%).
Los altos niveles de violencia intrafamiliar en contra de la mujer por parte de su
cónyuge son preocupantes, pues esto trae como consecuencias:
La disfunción en la familia.
Una baja autoestima.
Problemas psicológicos y físicos.
Lo anterior las obliga a aislarse de actividades sociales y, además, afecta
profundamente las relaciones interfamiliares, el problema se agudiza aún más
porque muchas de ellas desconocen sus derechos.
Violencia de pareja y violencia sexual contra la mujer
Datos y cifras
La violencia contra la mujer especialmente la ejercida por su pareja y la violencia
sexual constituye un grave problema de salud pública y una violación de los
derechos humanos de las mujeres.
Las estimaciones nacionales indican que alrededor una de cada tres (35%) mujeres
en Nicaragua han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por
terceros en algún momento de su vida.
La mayoría de estos casos son violencia infligida por la pareja. En todo el país, casi
un tercio (30%) de las mujeres que han tenido una relación de pareja refieren haber
sufrido alguna forma de violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún
momento de su vida.
Un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en Nicaragua son cometidos
por su pareja masculina. Estas formas de violencia pueden afectar negativamente a
la salud física, mental, sexual y reproductiva de las mujeres y aumentar la
vulnerabilidad al VIH.
Entre los factores asociados a un mayor riesgo de ser víctima de la pareja o de
violencia sexual figuran un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber estado
expuesto a escenas de violencia entre los progenitores, el maltrato durante la
infancia, actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género.
En entornos de ingresos altos, hay datos que apuntan que los programas escolares
de prevención de la violencia de pareja (o violencia en el noviazgo) entre los jóvenes
pueden ser eficaces.
En los entornos de ingresos bajos, las estrategias destinadas a aumentar la
emancipación económica y social de la mujer, como la micro financiación unida a la
formación en igualdad de género y las iniciativas comunitarias dirigidas contra la
desigualdad de género o tendentes a mejorar las aptitudes para las relaciones
interpersonales, han demostrado una cierta eficacia para reducir la violencia de
pareja.
Las situaciones de conflicto, posconflicto y desplazamiento pueden agravar la
violencia, como la violencia por parte de la pareja, y dar lugar a formas adicionales
de violencia contra las mujeres.
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como "todo acto de
violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual
o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la
privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la
privada".
La violencia de pareja se refiere al comportamiento de la pareja o ex pareja que
causa daño físico, sexual o psicológico, incluidas la agresión física, la coacción
sexual, el maltrato psicológico y las conductas de control.
La violencia sexual es cualquier acto sexual, la tentativa de consumar un acto
sexual u otro acto dirigido contra la sexualidad de una persona mediante coacción
por otra persona, independientemente de su relación con la víctima, en cualquier
ámbito. Comprende la violación, que se define como la penetración, mediante
coerción física o de otra índole, de la vagina o el ano con el pene, otra parte del
cuerpo o un objeto.
Magnitud del problema
Las estimaciones más precisas de la prevalencia de la violencia de pareja y la
violencia sexual en entornos sin conflictos son las proporcionadas por encuestas
poblacionales basadas en el testimonio de las víctimas.
En el Estudio “Violencia y Femicidio en Nicaragua” del Ceniprodh sobre salud de la
mujer y la violencia doméstica, realizado en 2015, se observó que en las mujeres de
15 a 49 años:
a) entre el 15% de ellas en Centroamérica y el 71% en Nicaragua referían haber
sufrido a lo largo de su vida violencia física o sexual perpetrada por su pareja;
b) entre un 0,3% y un 11,5% referían haber sufrido violencia sexual perpetrada por
alguien que no era su pareja después de cumplidos 15 años;
c) la primera experiencia sexual había sido forzada en muchos casos (17% de las
mujeres en Guatemala rural, 24% en Honduras rural y 30% en zonas rurales de
Nicaragua indicaron que su primera experiencia sexual había sido forzada).
En un análisis realizado en 2016 por el Observatorio de Ceniprodh, y basado en los
datos comparativos de países centroamericanos, se comprobó que casi una tercera
parte (30%) de las mujeres que han mantenido una relación de pareja han sufrido
violencia física o sexual por parte de su pareja.
Las estimaciones de la prevalencia van del 23,2% en Guatemala y el 24,6% en
Honduras al 37% en el Salvador y el 37,7% en Nicaragua. Por otra parte, un 38% de
los asesinatos de mujeres que se producen en Centroamérica son cometidos por su
pareja. Además de la violencia de pareja, el 7% de las mujeres refieren hacer sufrido
agresiones sexuales por parte de personas distintas de su pareja, aunque los datos
al respecto son más limitados.
La violencia de pareja y la violencia sexual son perpetradas en su mayoría por
hombres contra mujeres y niñas. El abuso sexual infantil afecta a niños y niñas.
En un estudio realizado por el Observatorio de Ceniprodh, aproximadamente el 20%
de las mujeres y el 5%-10% de los hombres refieren haber sido víctimas de
violencia sexual en la infancia. La violencia entre los jóvenes, que incluye también la
violencia de pareja, es otro gran problema.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo de violencia de pareja y violencia sexual son de carácter
individual, familiar, comunitario y social. Algunos se asocian a la comisión de actos
de violencia, otros a su padecimiento, y otros a ambos.
Entre los factores de riesgo de ambas, violencia de pareja y violencia sexual, se
encuentran los siguientes:
1.- un bajo nivel de instrucción (autores de violencia sexual y víctimas de violencia
sexual);
2.- la exposición al maltrato infantil (autores y víctimas);
3.- la experiencia de violencia familiar (autores y víctimas);
4.- el trastorno de personalidad antisocial (autores);
5.- el uso nocivo del alcohol (autores y víctimas);
6.- el hecho de tener muchas parejas o de inspirar sospechas de infidelidad en la
pareja (autores);
7.- las actitudes de aceptación de la violencia (autores y víctimas).
Entre los factores asociados específicamente a la violencia de pareja cabe citar:
a). - los antecedentes de violencia (autores y víctimas);
b). -la discordia e insatisfacción marital (autores y víctimas).
c). -las dificultades de comunicación entre los miembros de la pareja.
Y entre los factores asociados específicamente a la violencia sexual destacan:
a) la creencia en el honor de la familia y la pureza sexual;
b) las ideologías que consagran los privilegios sexuales del hombre; y
c) la levedad de las sanciones legales contra los actos de violencia sexual.
La desigualdad de la mujer con respecto al hombre y el uso normativo de la violencia
para resolver los conflictos están estrechamente asociados tanto a la violencia de
pareja como a la violencia sexual ejercida por cualquier persona.
Consecuencias para la salud
La violencia de pareja y la violencia sexual producen a las víctimas supervivientes y
a sus hijos graves problemas físicos, psicológicos, sexuales y reproductivos a corto y
a largo plazo, y tienen un elevado costo económico y social.
La violencia contra la mujer puede tener consecuencias mortales, como el homicidio
o el suicidio.
Asimismo, puede producir lesiones, y el 42% de las mujeres víctimas de violencia de
pareja refieren alguna lesión a consecuencia de dicha violencia.
La violencia de pareja y la violencia sexual pueden ocasionar embarazos no
deseados, abortos provocados, problemas ginecológicos, e infecciones de
transmisión sexual, entre ellas la infección por VIH.
El análisis de 2015 reveló que las mujeres que han sufrido maltratos físicos o abusos
sexuales a manos de su pareja tienen una probabilidad 1,5 veces mayor de padecer
infecciones de transmisión sexual, incluida la infección por VIH en algunas regiones,
en comparación con las mujeres que no habían sufrido violencia de pareja.
Por otra parte, también tienen el doble de probabilidades de sufrir abortos, la
violencia en la pareja durante el embarazo también aumenta la probabilidad de
aborto involuntario, muerte fetal, parto prematuro y bebés con bajo peso al nacer.
La violencia contra la mujer puede ser causa de depresión, trastorno de estrés
postraumático y otros trastornos de ansiedad, insomnio, trastornos alimentarios e
intento de suicidio. Las mujeres que han sufrido violencia de pareja tienen casi el
doble de probabilidades de padecer depresión y problemas con la bebida, el riesgo
es aún mayor en las que han sufrido violencia sexual por terceros.
Entre los efectos en la salud física se encuentran las cefaleas, lumbalgias, dolores
abdominales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad
y mala salud general.
La violencia sexual, sobre todo en la infancia, también puede incrementar el
consumo de tabaco, alcohol y drogas, así como las prácticas sexuales de riesgo en
fases posteriores de la vida. Asimismo, se asocia a la comisión (en el hombre) y el
padecimiento (en la mujer) de actos de violencia.
Repercusión en los niños
Los niños que crecen en familias en las que hay violencia pueden sufrir diversos
trastornos conductuales y emocionales. Estos trastornos pueden asociarse también a
la comisión o el padecimiento de actos de violencia en fases posteriores de su vida.
La violencia de pareja también está asociada a mayores tasas de mortalidad y
morbilidad en los menores de 5 años (por ejemplo, por enfermedades diarreicas y
malnutrición).
Costos sociales y económicos
Los costos sociales y económicos de este problema son enormes y repercuten en
toda la sociedad. Las mujeres pueden llegar a encontrarse aisladas e incapacitadas
para trabajar, perder su sueldo, dejar de participar en actividades cotidianas y ver
menguadas sus fuerzas para cuidar de sí mismas y de sus hijos.
Prevención y respuesta
Hay recursos bien diseñados sobre la eficacia de los programas de prevención y
respuesta, dichos recursos son necesarios para reforzar la prevención y la respuesta
a la violencia de pareja y la violencia sexual, en particular la prevención primaria, es
decir, impedir que llegue a producirse.
Respecto a la prevención primaria, hay algunos datos correspondientes a Nicaragua
que sugieren que los programas escolares de prevención de la violencia en las
relaciones de noviazgo son eficaces. No obstante, todavía no se ha evaluado su
posible eficacia en entornos con recursos escasos.
Otra estrategia de prevención primaria que se han revelado prometedora, pero
debería ser evaluada más a fondo es la que combina la emancipación económica de
la mujer con la formación en materia de igualdad de género, la que fomenta la
comunicación y las relaciones interpersonales dentro de la comunidad, la que
reducen el acceso al alcohol y su uso nocivo, y las que tratan de cambiar las normas
culturales en materia de género.
Para propiciar cambios duraderos, es importante que se promulguen leyes y se
formulen políticas que:
a). - protejan a la mujer;
b). - combatan la discriminación de la mujer;
c). - fomenten la igualdad de género; y
d). - ayuden a adoptar normas culturales más pacíficas.
Una respuesta adecuada del sector de la salud puede ser de gran ayuda para la
prevención de la violencia contra la mujer y la respuesta consiguiente.
La sensibilización y la formación de los prestadores de servicios de salud y de otro
tipo constituyen por tanto otra estrategia importante.
Para abordar de forma integral las consecuencias de la violencia y las necesidades de
las víctimas y supervivientes se requiere una respuesta multisectorial.

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