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El concepto de posición docente: notas conceptuales y metodológicas

Myriam Southwell y Alejandro Vassiliades

Trabajan desde una perspectiva posfundacionales, en particular el Análisis Político del


Discurso.

Notas

- Posición docente: se compone de los discursos que regulan y organizan el trabajo de


enseñanza. Se refiere a los múltiples modos en que los sujetos viven y piensan su tarea de
enseñar.

Este concepto da cuenta que la idea de enseñanza en relación con la cultura nunca está del
todo estabilizada ni está situada en coordenadas predefinidas. Aunque de todas formas los
autores hablan de sedimentaciones en el tiempo que van forjando determinas posiciones que
pueden establecerse como hegemónicas.

- Enseñanza: acto político de poner a disposición de las nuevas generaciones la herencia


cultural que les permita apropiarse de los interrogantes de este mundo y elaborar nuevos.
Implica una relación con un otro en donde se ponen en juego un vínculo de autoridad e ideas
en relación a qué hacer con las nuevas generaciones.

La noción de posición docente se ubica dentro de lo que se conoció como “giro cultural” o
“hermenéutico” y nace como respuesta a las perspectivas del marxismo ortodoxo y el
estructuralismo (menciona a Althusser) que veían sólo reproducción del modo de producción
capitalista en los procesos de escolarización. La idea de posición pretende alejarse de fórmulas
apriorísticas.

Esta perspectiva le otorga relevancia al lenguaje, no como un medio transparente hacia la


“realidad”, sino como un factor importante en el conocimiento del mundo (cita a Giddens, a
Ricoeur y a Rorty).

Los discursos que estructuran los procesos de escolarización y las prácticas docentes
constituyen elementos activos de poder. Poder en el sentido foucaultiano -basado en
asimetrías sociales, políticas y materiales- que sanciona y recompensa. Las disposiciones de
poder regulan nuestros modos de pensar y actuar.

No hacen una diferenciación entre práctica y discurso: el discurso es una clase particular de
práctica y la práctica es, en buena medida, discursiva. Los discursos son actos tanto lingüísticos
como extralingüísticos.

Se proponen encontrar regularidades en la dispersión de los discursos educativos, para


entender a qué tipo de formación discursiva (Foucault) pertenece cada discurso en un
determinado momento histórico.

El discurso, en ese sentido, remite a la articulación-producción de sentidos, que siempre es


parcial y precaria. Los diversos órdenes sociales (y sus diversas formaciones discursivas) son
intentos precarios de domesticar las diferencias.
Los discursos en torno a la posición docente se da bajo condiciones históricas particulares y se
forma a través de un proceso de hibridación (García Canclini) en donde se articulan distintos
conceptos y tradiciones. Estas hibridaciones se consuman mediante un proceso de tradición
selectiva (Williams) en donde se habilitan y se reprimen distintos discursos en pos de una
construcción hegemónica (Laclau y Mouffe).

El trabajo docente es significante vacío, ya que se encuentra en una fuerte disputa por la
estabilización de su significado y absorber la totalidad de discursos que lo exceden.

Las identidades son puntos de adhesión temporarios entre discursos y prácticas que intentan
interpelar a los sujetos sociales, y por los procesos que producen subjetividades, que
construyen sujetos pasibles de ser dichos o nombrados (Hall). En ese sentido, las identidades
docentes no se ordenan sólo por las políticas de regulación de la actividad docente, debe
haber una investidura (¿reconocimiento?) en esa posición de parte de los sujetos. Allí se
produce una articulación de diversas temporalidades –del capitalismo, de las instituciones, de
los sujetos- (Rockwell) que moldean los discursos del presente y del futuro.

Las identidades (en este caso las posiciones docentes) nunca son del todo coherentes, siempre
hay contradicciones, tensiones y antagonismos que se cruzan.

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