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lo que son. Las ideas que nos pertenecen tiene si esta obra
nos descubre de dónde provienen.».
Gordon
iston,
Ariel Referencia
СпCia
CAPÍTULO 1
SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL
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Sobr
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sociología, no cabe duda, pero gran parte de nuestra clasificación es bastante
arbitraria y puede deberse más que nada al desarrollo histórico de las diversas áreas
de estudio.
No tiene mucho sentido discutir lo que es «ciencia social» y lo que no lo es. Si
adoptamos el punto de vista amplio de que las ciencias sociales estudian el
comportamiento social de la especie mamífera Homo sapiens, descubrimos
inmediatamente que esto no es algo que se limite a los departamentos de la
ciencia social de una universidad moderna. La mayoría de los profesores de los
departamentos de literatūra son investigadores del comportamiento humano y,
fuera de la universidad, ¿qué hacen más que eso los novelistas, los dramaturgos
y los poetas? Podríamos destacar la palabra «ciencia» y decir que la ciencia
social es el estudio de la conducta humana por métodos científicos. Esta es una
distinción útil. El poeta no aborda el problema del mismo modo que lo abordan
los sociólogos. Pero la distinción puede resultar exagerada, sobre todo si el
objetivo principal al establecerla es sacar la conclusión de que la sociología es
significativa porque es científica y la poesía no, porque no lo es.
Nuestro objetivo es estudiar cómo han intentado elaborar los seres humanos un
enfoque científico de la investigación de la conducta social humana. Pero no
podemos empezar estableciendo definitivamente lo que esto significa. Como
veremos luego, la historia de la ciencia social presenta una gran variedad de
enfoques y tendremos que explicar que hay muchos problemas filosóficos
difíciles aquí que aún siguen sin resolver. Al acabar el libro, el lector debería
tener una visión más profunda de lo que entraña la parte «ciencia» del término
«ciencia social», pero no será posible pese a ello llegar a una definición
concluyente. En el último capítulo haré un repaso de los temas principales que
han surgido en la literatura sobre la filosofía de la ciencia social y procuraré
identificar los principios filosóficos que parecen aceptar en líneas generales los
que practican hoy las disciplinas de la ciencia social.
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para esta especie. Asimismo, si encendemos la luz de la terraza en una noche de verano, se
amontonarán mariposas nocturnas alrededor de ella. Esto se debe a que ciertas especies de
mariposas son, como individuos, «fototáxicas» en su conducta y se situarán en las
proximidades del número limitado de fuentes luminosas que haya una vez deje de alumbrar el
sol. Podría resultarnos útil decir que una extensión de plantas de zumaque o el número de
mariposas nocturnas que se agrupan en torno a una luz constituyen «agregados», pero no son
«sociedades».
Algunos científicos sociales (entre los que se incluye el autor) dirían que el
objetivo principal de la ciencia social es el estudio de estas disfunciones y esos
malos funcionamientos, al igual que el del científico médico se centra
principalmente en la enfermedad. Pero no puede estudiarse la enfermedad sin
saber lo que es la salud. Esto equivale en la ciencia social a que tenemos que
disponer de criterios que permitan determinar cuándo un sistema de
organización social está sano. Esto significa que las ciencias sociales tienen una
relación íntima con esa rama de
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El Webster's New World Dictionary of the American Language (1978) define «ciencia
social» como «el estudio de individuos que viven juntos en grupos, como familias,
tribus, comunidades, etc.». Esta definición se centra en «individuos», es decir, seres
humanos, pero hemos de tener en cuenta, en primer término, que «vivir juntos en
grupos» no es una característica exclusiva de la especie Homo sapiens. La mayoría de
los animales, y en realidad también las plantas, viven en cierto modo en «grupos». Los
matorrales de zumaque no están distribuidos al azar por el campo; se agrupan en
zonas determinadas. Un botánico diría, sin embargo, que esto se debe a que los
diversos entomos no son igual de favorables para que prospere el zumaque y éste se
halla concentrado en ciertos emplazamientos debido a que el entorno proporciona allí
un «nicho» favorable
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mente para blancos, ya es otro asunto. El gregarismo limitado del hombre no
constituye, en sí, un problema social, pero hay ciertos tipos de discriminación que dan
origen al conflicto y a la hostilidad y que son disfuncionales para la colectividad. El
estudio de la discriminación, sus tipos, sus consecuencias y sus soluciones cuando
tienen efectos disfuncionales, es uno de los principales temas de estudio de los
científicos sociales.
El orden jerárquico es un medio de lograr esta coordinación, pero no parece existir
ningún principio general que rija el grado y la amplitud de jerarquía precisos para
alcanzar los fines colectivos. El interés de los científicos sociales en la jerarquía
aumenta por el hecho de que muchos problemas sociales graves se hallan íntimamente
relacionados con este método de organización social. La ordenación jerárquica entraña
que personas de posiciones superiores tengan poder para dirigir las acciones de los
que ocupan posiciones subordinadas, lo que plantea el problema de la libertad y la
autoridad. El estatus jerárquico suele ir asociado con los ingresos y la riqueza, como
causa o como consecuencia, lo que plantea el problema de la desigualdad económica.
El estatus jerárquico de los padres puede ser un factor muy importante en la
determinación del estatus de los hijos, lo que plantea los problemas de la movilidad
social, la igualdad de oportunidades y la justicia del sistema social.
2.2. JERARQUÍA
2.3. DIFERENCIACIÓN BIOLÓGICA
Si un granjero mete en un corral veinte gallinas, que no han tenido antes ninguna
relación entre ellas, se produce una gran batalla, que no finaliza hasta que se establece
un «orden de picoteo». La gallina que ocupa la cúspide de la jerarquía puede, sin
miedo a represalias, picotear a todas las otras diecinueve; la que ocupa el segundo
puesto puede picotear a las dieciocho que están por debajo de ella, pero no a las que
están por encima, y así sucesivamente hasta la pobre criatura que ocupa el último
lugar, que no puede picotear a nadie y a la que pueden picotear todas.
En este caso hay una estructura social sumamente ordenada, pues las gallinas forman
«sociedades» y no simples «agregados». Pero es difícil saber qué objetivo tiene la
organización jerárquica. No tiene ninguna utilidad en el sentido de proporcionar
alimento, cobijo o defensa. El grupo de gallinas no es capaz de conseguir nada
colectivamente que no pudiesen conseguir individualmente sus miembros, salvo que
les atribuyamos deseos sadomasoquistas. Un biólogo probablemente diría que las
gallinas (y las ovejas) son animales domésticos, y añadiría que su conducta social
puede ser un vestigio residual de prácticas que tenían finalidades colectivas entre sus
antepasados salvajes: su conducta se explica más por razones «históricas» que por
razones «funcionales».
La jerarquía es una característica de casi todas las organizaciones humanas. Pero el
grado de orden jerárquico difiere considerablemente. En una organización como el
ejército, todos los miembros se hallan graduados en distintas categorías de estatus que
entrañan relaciones de superioridad y subordinación claramente definidas; los
generales en la cúspide, luego los coroneles, y así sucesivamente hasta llegar a los
soldados rasos que ocupan el último lugar. Pero una organización como la Asociación
Económica Estadounidense sólo tiene un pequeño cuerpo de gobierno y el resto de los
miembros no están graduados en ningún sentido. Las organizaciones también difieren
notablemente en la amplitud de su orden jerárquico. La Iglesia católica está organizada
de acuerdo con un esquema jerárquico que abarca toda la comunidad de fieles en todo
el mundo, mientras que muchas Iglesias protestantes tienen una organización
jerárquica muy escasa fuera de la congregación local individual.
Una organización social que se plantee objetivos de tipo colectivo ha de disponer de
algún medio que coordine las actuaciones de los miembros individuales.
En los animales superiores, como los vertebrados, entre los que se incluye al
hombre, cada especie tiene dos formas, macho y hembra. Se caracterizan por la
posesión de estructuras anatómicas diferentes para la reproducción; hay también, en
muchísimos casos, otras diferencias, como el tamaño total del cuerpo. Se ha
comprobado que, en muchas especies que viven en grupos, machos y hembras
establecen una división del trabajo, correspondiendo en general unas tareas a los
machos y otras a las hembras. Estos grupos tienen un grado mayor de sociabilidad que
el mero gregarismo o la simple jerarquía, puesto que la división del trabajo tiende a
hacer que los individuos de un grupo dependan unos de otros para la alimentación, la
protección, etc. Además, la división del trabajo aporta ventajas, básese o no en la
diferenciación biológica, de modo que el grupo que la practica puede lograr realmente
algo que sus miembros no podrían lograr como individuos.
La diferenciación biológica y la división del trabajo basada en ella se han desarrollado
hasta el más alto grado entre los insectos sociales. En las diversas especies de
hormigas, por ejemplo, se dan las diferencias morfológicas habituales entre machos y
hembras, pero hay, además, diferencias sorprendentes entre las hembras. La «reina»
es una entidad especializada en la producción de huevos, incapaz de realizar cualquier
otra tarea. Los «soldados» están a veces tan especializados para su papel que no son
capaces siquiera de alimentarse. Entre las «obreras» suele haber una serie de
subcategorías, biológicamente diferenciadas para que realicen las diferentes tareas de
recoger alimentos, construir el hormiguero y encargarse de la limpieza y el cuidado de
éste. . Una colonia de hormigas es un sistema social sumamente organizado en el que
los miembros interactúan mutuamente de formas complejas, cooperando en una
empresa colectiva a través de un grado extraordinario de división del trabajo.
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La hormiga individual se halla desvalida sin los servicios que aportan los otros
miembros de la colonia. Ni siquiera la obrera, que puede forrajear sola, podría
sobrevivir por su cuenta durante un período apreciable de tiempo. Debido a su elevado
nivel de diferenciación individual y de integración colectiva, algunos biólogos afirman
que debería considerarse como entidad biológica básica la colonia de hormigas y no la
hormiga individual. Algunos científicos sociales y algunos filósofos sociales adoptan un
punto de vista similar respecto a los seres humanos y a sus sociedades. Esto plantea
problemas que encontraremos repetidas veces en las páginas siguientes. ¿Cuál es la
naturaleza de la relación del individuo humano con su sociedad? ¿Debería
considerarse a las personas individuales como las entidades primarias o deberíamos
centrarnos más bien en interacciones entre entidades colectivas como naciones,
clases, religiones o civilizaciones? ¿La metodología apropiada para un estudio
científico de la sociedad es la «individualista» o es la «holística»?
La sociabilidad de los insectos sociales es especialmente notable por lo mucho que se
basa en la diferenciación biológica. Pero ni siquiera estas especies tienen una forma
morfológica distintiva para cada tarea. Hay bastante división del trabajo en una colonia
de hormigas entre obreras de la misma constitución corporal. Algunos biólogos creen
que están evolucionando hacia una diferenciación morfológica mayor y que acabarán
estando completamente diferenciadas, con tantos tipos diferentes como las diferentes
funciones que existen.
Antes de mediados del siglo xviii el punto de vista más generalizado era que los grupos
humanos eran diferentes biológicamente. Se creía que orientales, negros y blancos
estaban diferenciados no sólo por la pigmentación de la piel y los rasgos faciales, sino
también de modos más «fundamentales». Era, además, creencia generalizada que
existían incluso esas diferencias biológicas dentro de la población de una zona
geográfica determinada. El sistema de castas de la India quizás sea el ejemplo más
extremo. Cuando Adam Smith indicó, en 1766, que «las diferencias entre los caracteres
más discrepantes, entre un filósofo y un portero de una finca, por ejemplo, parecen
proceder no tanto de la naturaleza como del hábito, las costumbres y la educación» (La
riqueza de las naciones, p. 15), estaba expresando una opinión que empezaba por
entonces a aceptarse entre los individuos llamados «ilustrados». La fisiología y la
biologia modernas han demostrado que hay ciertas diferencias raciales, como las
frecuencias de grupos sanguíneos, pero ninguna de ellas tiene más significación que la
pigmentación de la piel, por ejemplo, en lo relativo a las capacidades funcionales del
sujeto individual. La creencia de que existen diferencias biológicas importantes no está
tan extendida como antes, pero es más frecuente de lo que se piensa. Muchos
científicos sociales adoptan la posición de que las diferencias biológicas son
desdeñables en realidad, pero que la creencia insistente en su existencia es un
fenómeno que exige mucho mayor estudio, puesto que conduce a graves conflictos y a
una hostilidad que es disfuncional para la organización social humana.
Hay, sin embargo, un tipo de diferenciación biológica entre los humanos ob
they are
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diferencias raciales en algo denominado «inteligencia general» probablemente no
sea cierto ni siquiera estadísticamente, pero el error se hace mucho más grave cuando
se afirma, apoyándose en datos estadísticos, que hay diferencias categóricas de
inteligencia entre grupos raciales.
2.4. ESPECIALIZACIÓN FUNCIONAL
Numerosas especies de animales practican una división del trabajo que no se basa
en una diferenciación biológica ni está asociada a ella, pero esto no es muy frecuente,
en general. Cuando se da, el grado de especialización es muy limitado, puesto que sólo
hay un número reducido de tareas diferenciadas. La excepción más notable a esto es
el hombre. Algunos humanos, como los aborígenes australianos, practican muy poca
división del trabajo, pero la mayoría de los humanos viven en sociedades
caracterizadas por una especialización funcional de muy alto grado, en la que son muy
numerosos los «papeles» u «ocupaciones» diferenciados. Una característica notable
de las sociedades humanas es el rápido aumento de la especialización que ha tenido
lugar en los tiempos modernos. Hace dos siglos la tarea de un labrador era producir
«alimentos»; hoy día el labrador individual suele estar especializado en la producción
de cereales o lechugas o patatas o algún otro artículo concreto. Quizás los biólogos
tengan razón al afirmar que el grado de diferenciación biológica aumenta en los
insectos sociales con la evolución, pero, si es así, se trata de una evolución muy lenta,
y muy limitada, si la comparamos con lo que ha venido ocurriendo por medio de una
especialización funcional creciente en las sociedades humanas.
El agricultor que consagra su tiempo a producir sólo grano consume él mismo
sólo una escasa parte de su propio producto, y hasta puede que ninguna. Su
tarea consiste en proporcionar algo para que lo usen otras personas. Él, a su
vez, consume miles de otros artículos producidos por otros individuos
especializados como él, a la mayoría de los cuales no conoce y que pueden
estar viviendo muy lejos de él. Evidentemente, esto es sociabilidad de un orden
muy elevado. El hombre vive en un sistema social que es muy complejo, y
prácticamente de escala planetaria en ciertos aspectos. Es un sistema
cooperativo en el sentido de que los individuos satisfacen mutuamente
necesidades y deseos. Olvidamos a veces este hecho esencial porque nos
interesamos más por los problemas a los que está sometido el sistema que por
su organización básica. Nos interesamos más por la producción de petróleo
cuando el petróleo escasea, lo mismo que empezamos a pensar en el estómago
cuando nos duele. La tarea fundamental de la ciencia social es analizar cómo
funciona este sistema tan amplio y tan complejo, principalmente con el objetivo
de comprender sus defectos y deficiencias de manera que podamos hacer que
funcione mejor.
Para realizar esta tarea es necesario elaborar modelos teóricos bastante
abstractos. Si la sociedad humana estuviese compuesta de un pequeño número
de
instituciones, con un papel invariable y claramente definido cada una de ellas, y si
todos los individuos realizaran tareas específicas e invariables, quizás fuese posible
explicar cómo funciona el sistema describiendo simplemente su estructura. De hecho,
algunos científicos sociales consideran esta descripción empírica el objetivo primario de
su estudio, pero otros consideran que es necesario ir más allá de la descripción e
intentar descubrir «leyes» generales que rijan los fenómenos sociales específicos, del
mismo modo que los físicos procuran descubrir las leyes de la materia y del
movimiento. Un ejemplo: el trabajador de una fábrica de automóviles dedica cuarenta
horas a la semana a instalar transmisiones. Se le paga un salario, que es una parte del
valor del automóvil. Podríamos limitarnos a describir este hecho. Si ampliamos la
perspectiva, podríamos reseñar cómo se distribuye el valor del automóvil entre los
diversos trabajadores, el personal de dirección, los accionistas, los proveedores de
materias primas, etc. Por otra parte, podríamos intentar descubrir las «leyes» que
determinan el valor del automóvil. Los niveles de sueldos y salarios, la tasa de
beneficios, etc.
En los capítulos siguientes centraremos la atención casi de modo exclusivo en la
teoría social, es decir, en los modelos analíticos abstractos que han elaborado los
científicos sociales en su búsqueda de leyes generales. Algunos científicos sociales
podrían objetar que de ese modo se menosprecia la parte más amplia y más
importante del tema, el trabajo empírico descriptivo que llevan a cabo los científicos
sociales. Otros podrían ir más allá y decir que en este libro me limito a reseñar la
historia de ilusiones, puesto que en su opinión- no existe ninguna ley social. Mi posición
personal sobre este punto es que las teorías son instrumentos que utilizamos para
comprender fenómenos empíricos complejos. La elaboración de modelos abstractos y
la descripción empírica son ambas esenciales en la tarea científica. Cuando las teorías
son sólo obra de la imaginación, sin contacto con el mundo real, constituyen sin duda
ilusiones. Pero la descripción sin teoría carece de contenido. El científico que la intenta
suele ser víctima de una ilusión distinta: la creencia de que no utiliza ninguna teoría
porque no se da cuenta de la teoría que está utilizando implícitamente.
Ger
2.5. ALTRUISMO
El análisis que hemos hecho hasta el momento parece encaminarse hacia la tesis de
que un alto grado de sociabilidad entraña una división del trabajo amplia, basada en la
diferenciación biológica, en la especialización funcional o en ambas. Por lo que se
refiere a las especies no humanas, la organización social basada sólo en el gregarismo
o la jerarquía es más bien mínima, y resulta dudoso que una colectividad como un
rebaño de ovejas o un grupo de gallinas consigan mucho que no pudiesen conseguir
individualmente sus miembros. Pero la tesis de que un alto grado de sociabilidad
entraña siempre división del trabajo es empíricamente incorrecta. Hay muchas
especies de animales que viven en grupos sociales en los que
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3. Altricialidad y enculturación
El propósito de este capítulo es esbozar una introducción a nuestro análisis de la
historia y de la filosofía de la ciencia social mediante la descripción del contenido
básico de dicha ciencia, e indicando los tipos de problemas que aborda. En los
apartados anteriores se analizó el concepto de «sociedad» y se mostraron los diversos
tipos de sociabilidad que existen en el reino animal. Esto nos aproxima
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del campo entre ellas no es muy clara, en parte porque se solapan en una
cuantía considerable. Hay, además, un cambio constante en los focos de interés
de la investigación en las diversas ciencias sociales, de manera que cualquier
descripción de ellas es probable que se quede anticuada en poco tiempo. En los
capítulos siguientes analizaré el desarrollo histórico de las diversas ciencias
sociales como disciplinas diferenciadas, tal como aparecen en los
«departamentos» de ciencia social de una universidad, pero habría que tener en
cuenta que el objetivo básico de todas ellas es el mismo: la investigación de los
procesos a través de los cuales los individuos son capaces de formar
organizaciones sociales y de cosechar los beneficios de la cooperación. Con
objeto de emplazar la historia de las ciencias sociales dentro del marco general
de la historia intelectual de Occidente, debemos empezar no con las ciencias
sociales mismas, sino con el desarrollo durante el Renacimiento de las ciencias
naturales, que modificaron sustancialmente no sólo la visión que tenían los seres
humanos del mundo material, sino también de sí mismos y de su sociedad.
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