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«Este libro nos dice lo que son las ciencias sociales y a ser

lo que son. Las ideas que nos pertenecen tiene si esta obra
nos descubre de dónde provienen.».
Gordon
iston,

JAME Premio Nobel de Eco


uopo
«Se trata de una obra capital que se transformará en un clási
Gordon ha escrito lo que no sólo es un estudio ata desarrollo de
las ideas... hasta el día de hoy, sino también aina atractiva y
amena,»
Historia y fitoseffe delas ciencias Sociales
filosofía de las ciencias sociales
The ECO

«El profesor Gordon ha creado una obra de una i esta lograda y


bien escrita historia de las ciencias académico y popular al mismo
tiempo.»
Universidad de
ures

Ariel Referencia
СпCia
CAPÍTULO 1
SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL
-
-
---
--
Sobr

En la universidad moderna el campo de estudio se halla dividido, en


general; en varios «departamentos», como matemáticas, astronomía,
filosofía, economía, biología, inglés, historia, etc. En muchas
universidades vemos que algunos de estos departamentos se hallan
agrupados en una «división» o «facultad» llamada «Ciencias
Sociales» o «Ciencias Sociales y de la Conducta». Si nuestro mundo
fuese muy claro y estático no tendríamos mucho problema para
determinar qué es «ciencia social», o sus diversas ramas; no
tendríamos más que examinar las materias y programas de
investigación de los departamentos de ciencias sociales. Pero nuestro
mundo no está claro. Si un extraterrestre estuviese preparando un
informe sobre nuestras actividades científicas y académicas, podría
empezar por examinar nuestra organización universitaria, pero
chocaría en seguida con dificultades. Se encontraría, por ejemplo,
con que el estudio del delito se realiza no sólo en la Facultad de
Derecho, sino también en departamentos de Criminología o Estudios
Forenses, Sociología, Economía, Filosofía, Ciencia Política y
Psicología, algunos de los cuales se clasifican como ciencias sociales
mientras que otros no. Descubriría que en algunas universidades la
historia se considera una ciencia social y en otras se encuentra en
otra división, normalmente denominada «humanidades». Si ese
visitante del exterior intentase obtener alguna ayuda del estudio de
nuestros idiomas, se encontraría con que la palabra «economía»
significaba, en griego clásico, la «administración de una casa», pero
luego vería que el estudio moderno de esto se llama «economía
doméstica», que no se considera una ciencia social, mientras que hay
otro tema, denominado «economía», que sí es considerado como tal,
y que hay otra división más o escuela denominada «empresarial» o
«administración empresarial», que recuerda a la economía doméstica
en el sentido griego original en sus objetivos, pero que se halla más
próxima a economía por el tipo de temas que se estudian y los
métodos que se utilizan. Esto significa que dividir el campo de la
ciencia y el campo académico en varios departamentos de facultades
o escuelas es principalmente una cuestión de conveniencia
organizativa, más que reflejo de diferencias intrínsecas de contenido.
La astronomía es diferente de la
SriL
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HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL

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sociología, no cabe duda, pero gran parte de nuestra clasificación es bastante
arbitraria y puede deberse más que nada al desarrollo histórico de las diversas áreas
de estudio.
No tiene mucho sentido discutir lo que es «ciencia social» y lo que no lo es. Si
adoptamos el punto de vista amplio de que las ciencias sociales estudian el
comportamiento social de la especie mamífera Homo sapiens, descubrimos
inmediatamente que esto no es algo que se limite a los departamentos de la
ciencia social de una universidad moderna. La mayoría de los profesores de los
departamentos de literatūra son investigadores del comportamiento humano y,
fuera de la universidad, ¿qué hacen más que eso los novelistas, los dramaturgos
y los poetas? Podríamos destacar la palabra «ciencia» y decir que la ciencia
social es el estudio de la conducta humana por métodos científicos. Esta es una
distinción útil. El poeta no aborda el problema del mismo modo que lo abordan
los sociólogos. Pero la distinción puede resultar exagerada, sobre todo si el
objetivo principal al establecerla es sacar la conclusión de que la sociología es
significativa porque es científica y la poesía no, porque no lo es.
Nuestro objetivo es estudiar cómo han intentado elaborar los seres humanos un
enfoque científico de la investigación de la conducta social humana. Pero no
podemos empezar estableciendo definitivamente lo que esto significa. Como
veremos luego, la historia de la ciencia social presenta una gran variedad de
enfoques y tendremos que explicar que hay muchos problemas filosóficos
difíciles aquí que aún siguen sin resolver. Al acabar el libro, el lector debería
tener una visión más profunda de lo que entraña la parte «ciencia» del término
«ciencia social», pero no será posible pese a ello llegar a una definición
concluyente. En el último capítulo haré un repaso de los temas principales que
han surgido en la literatura sobre la filosofía de la ciencia social y procuraré
identificar los principios filosóficos que parecen aceptar en líneas generales los
que practican hoy las disciplinas de la ciencia social.
-
para esta especie. Asimismo, si encendemos la luz de la terraza en una noche de verano, se
amontonarán mariposas nocturnas alrededor de ella. Esto se debe a que ciertas especies de
mariposas son, como individuos, «fototáxicas» en su conducta y se situarán en las
proximidades del número limitado de fuentes luminosas que haya una vez deje de alumbrar el
sol. Podría resultarnos útil decir que una extensión de plantas de zumaque o el número de
mariposas nocturnas que se agrupan en torno a una luz constituyen «agregados», pero no son
«sociedades».

Las palabras utilizadas para establecer esta distinción son un tanto


arbitrarias, pero la distinción en sí es importante, con independencia de las
palabras que utilicemos para definirla. El concepto de «sociedad» entraña
la idea de una interacción mutua de sus miembros. Por lo que sabemos,
las mariposas nocturnas no interactúan mutuamente cuando se congregan
en torno a la luz; se agrupan porque cada individuo reacciona
independientemente a un factor externo común. Pero la idea de interacción
no es más que un rasgo necesario del concepto de sociedad; no es
suficiente, por sí solo, para indicar lo que queremos decir cuando
utilizamos el concepto. Por ejemplo, los leones interactúan con las
gacelas, las abejas interactúan con las plantas floridas, pero no
consideramos que esas relaciones sean sociales. Los biólogos utilizan la
expresión «sistema ecológico» para referirse a las interacciones entre
diferentes especies. El concepto de «sociedad» alude normalmente a
interacciones entre los miembros de una sola especie. Podríamos ir un
poco más allá y decir que en una sociedad los miembros de una especie
cooperan entre sí para conseguir colectivamente objetivos que no podrían
conseguir como individuos.
Las ciencias sociales tradicionales centran su atención en la conducta de la especie Homo
sapiens, estudiando cómo los individuos interactúan entre ellos y cómo se organizan para las
actividades cooperativas. Pero esta explicación, si la dejamos ahí, adolecería de graves
deficiencias, ya que algunas de las interacciones entre los individuos se caracterizan por el
conflicto más que por la cooperación, y algunas de las cosas que los individuos hacen debilitan
o dañan el sistema de organización social y actúan en contra de la consecución de los objetivos
colectivos. Además, el sistema de organización social puede ser en sí mismo deficiente en
ciertos aspectos que hacen difícil, o imposible incluso, que cooperen con eficacia los individuos.
Tenemos que ampliar, por tanto, nuestra definición de lo que hacen las ciencias sociales para
incluir el hecho de que dedican una cierta atención a la conducta disfuncional, como la
delincuencia y la guerra, y a los fenómenos de mal funcionamiento, como por ejemplo el paro y
la contaminación.“

Algunos científicos sociales (entre los que se incluye el autor) dirían que el
objetivo principal de la ciencia social es el estudio de estas disfunciones y esos
malos funcionamientos, al igual que el del científico médico se centra
principalmente en la enfermedad. Pero no puede estudiarse la enfermedad sin
saber lo que es la salud. Esto equivale en la ciencia social a que tenemos que
disponer de criterios que permitan determinar cuándo un sistema de
organización social está sano. Esto significa que las ciencias sociales tienen una
relación íntima con esa rama de
-

1.. El concepto de «sociedad»


-

El Webster's New World Dictionary of the American Language (1978) define «ciencia
social» como «el estudio de individuos que viven juntos en grupos, como familias,
tribus, comunidades, etc.». Esta definición se centra en «individuos», es decir, seres
humanos, pero hemos de tener en cuenta, en primer término, que «vivir juntos en
grupos» no es una característica exclusiva de la especie Homo sapiens. La mayoría de
los animales, y en realidad también las plantas, viven en cierto modo en «grupos». Los
matorrales de zumaque no están distribuidos al azar por el campo; se agrupan en
zonas determinadas. Un botánico diría, sin embargo, que esto se debe a que los
diversos entomos no son igual de favorables para que prospere el zumaque y éste se
halla concentrado en ciertos emplazamientos debido a que el entorno proporciona allí
un «nicho» favorable
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HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL
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«grado de interacción». Uno de los problemas constantes de la ciencia es que


podemos establecer a menudo diferenciaciones cuantitativas conceptualmente, pero no
podemos cuantificarlas. Aun en el caso de que pudiésemos medir la sociabilidad, y
emplazar a la especie Homo sapiens en una escala general, eso no nos explicaría gran
cosa sobre el comportamiento humano. Yo creo que es más útil admitir que hay
diferentes tipos de sociabilidad, que podemos diferenciar como fenómenos empíricos,
aunque sea imposible establecer mediciones cuantitativas específicas de estas
características.
Es conveniente para nuestros propósitos que diferenciemos cinco tipos de
sociabilidad que se basan en 1) la preferencia visible de los miembros de algunas
especies por la proximidad física: «gregarismo»; 2) la práctica de establecer una
«jerarquía»; 3) la existencia de una «diferenciación biológica»; 4) la práctica de una
«especialización funcional», y 5) el «altruismo»,
2.1. GREGARISMO
la filosofía que se llama «ética»: el estudio de lo que debería considerarse
«bueno» y «malo» en el sentido moral de estos términos. Una gran parte de la
historia de la ciencia social se ha ocupado, como veremos, de cuestiones éticas.
Aunque no podemos menospreciar estas cuestiones, el análisis de la filosofía de
la ciencia social en este libro se centrará principalmente en la rama de la filosofía
denominada «filosofía de la ciencia» o «epistemología», que estudia cómo
podemos saber si nuestras concepciones o teorías sobre los fenómenos
empíricos son «verdaderas» 0 «falsas».
Los humanos no son los únicos animales que forman sociedades, tal como utilizamos
aquí este término. En cuanto nos desplazamos por encima del nivel de los organismos
unicelulares, como la ameba, es evidente cierto grado de «sociabilidad» en la mayoría
de las especies, que sólo pueden reproducirse si interactúan cooperativamente dos
organismos para unir su material genético. (De hecho, los biólogos han descubierto que
hasta los organismos unicelulares que se multiplican por división intercambian a veces
material genético en un proceso que recuerda la reproducción sexual.) Por encima de
este mínimo absoluto encontramos muchas especies que forman grupos familiares en
los que los dos progenitores prosiguen la cooperación en el cuidado de su progenie. A
medida que ascendemos en la escala encontramos muchas especies que forman
grupos mayores que cooperan en la recolección de alimentos, la provisión de cobijo y
la defensa. Y ascendemos así sucesivamente en la escala de la sociabilidad hasta las
formas más complejas, que se dan en los insectos sociales (hormigas, termitas, abejas,
etc.) y en el hombre. .
Parece un poco arbitrario compartimentar el estudio del comportamiento social, con el
hombre en un departamento y todos los demás animales en otro, ya que la sociabilidad
es un fenómeno independiente de las diferencias entre especies. Algunos biólogos
afirman que la economía, la sociología, la ciencia política y el resto de las ciencias
sociales serían más fructíferas si se reorganizaran como ramas de la biología. El lector
hallará a lo largo de este libro muchas alusiones a factores biológicos y a teorías
biológicas en el estudio de la ciencia y de la filosofía social. Una característica de la
ciencia social moderna es que aborda al hombre como una especie social, diferente de
los demás animales en aspectos importantes, por supuesto, pero no diferenciada de
ellos del modo categórico implícito en la teología, que compartían universalmente los
pensadores antes de la era moderna y del desarrollo de la ciencia empírica.
Si un pastor lleva diez ovejas al campo, éstas no se distribuyen regularmente o al azar
por el campo. Durante el día pastan por la mayor parte del campo, pero se desplazan
por él juntas, formando un grupo. Un rebaño de ovejas parece constituir un cierto tipo
de entidad social, no un simple «agregado». Es difícil saber qué finalidad tiene esa
condyicta sin ser una oveja. La cuantía de alimento de que disponen las ovejas no
aumenta por el hecho de pastar como rebaño en vez de hacerlo individualmente. Tal
conducta no ayuda a proteger a los miembros contra los depredadores. Las ovejas no
consiguen colectivamente, que se sepa, nada que no pudiesen conseguir
individualmente, salvo satisfacer una aparente preferencia por la proximidad física. Si
un rebaño de ovejas es una «sociedad», su organización es mínima y su utilidad no
resulta perceptible para un observador exterior.
Es evidente que los seres humanos son gregarios, pero no se asocian entre sí de
forma que incluyan a todos los miembros de la especie de una zona determinada. Se
forman grupos más pequeños que incluyen a ciertos miembros y excluyen a otros. A
los individuos les gusta estar cerca de quienes son similares a ellos en ciertos
aspectos, pero prefieren estar alejados de quienes son diferentes. El gregarismo
humano se halla limitado muy rigurosamente en su alcance. En una palabra, los seres
humanos discriminan. Prefieren la asociación con otros de la misma ocupación, el
mismo estatus o la misma clase socioeconómica, la misma religión, el mismo idioma,
nacionalidad, raza, color, etc. Ésa es la razón de algunos de los problemas más graves
con los que se enfrentan las sociedades humanas. Ciertas asociaciones limitadas son
mucho más importantes que otras en este sentido. Si los fabricantes de piezas y
herramientas de una ciudad forman una asociación recreativa excluyente, este hecho
provoca pocos problemas sociales, en el caso de que provoque alguno, pero si los
residentes de raza blanca forman áreas residenciales exclusivamente para blancos o
distritos escolares exclusiva
2.
Tipos de sociabilidad
Podríamos intentar hacer una clasificación de la sociabilidad ordenando las diversas
especies animales en una escala que indicase el grado en que sus miembros
interactúan entre sí. Aunque tal vez mereciese la pena hacerlo, sería muy difícil
conseguirlo, pues no disponemos de ningún medio satisfactorio de medir el
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HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL

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mente para blancos, ya es otro asunto. El gregarismo limitado del hombre no
constituye, en sí, un problema social, pero hay ciertos tipos de discriminación que dan
origen al conflicto y a la hostilidad y que son disfuncionales para la colectividad. El
estudio de la discriminación, sus tipos, sus consecuencias y sus soluciones cuando
tienen efectos disfuncionales, es uno de los principales temas de estudio de los
científicos sociales.
El orden jerárquico es un medio de lograr esta coordinación, pero no parece existir
ningún principio general que rija el grado y la amplitud de jerarquía precisos para
alcanzar los fines colectivos. El interés de los científicos sociales en la jerarquía
aumenta por el hecho de que muchos problemas sociales graves se hallan íntimamente
relacionados con este método de organización social. La ordenación jerárquica entraña
que personas de posiciones superiores tengan poder para dirigir las acciones de los
que ocupan posiciones subordinadas, lo que plantea el problema de la libertad y la
autoridad. El estatus jerárquico suele ir asociado con los ingresos y la riqueza, como
causa o como consecuencia, lo que plantea el problema de la desigualdad económica.
El estatus jerárquico de los padres puede ser un factor muy importante en la
determinación del estatus de los hijos, lo que plantea los problemas de la movilidad
social, la igualdad de oportunidades y la justicia del sistema social.
2.2. JERARQUÍA
2.3. DIFERENCIACIÓN BIOLÓGICA
Si un granjero mete en un corral veinte gallinas, que no han tenido antes ninguna
relación entre ellas, se produce una gran batalla, que no finaliza hasta que se establece
un «orden de picoteo». La gallina que ocupa la cúspide de la jerarquía puede, sin
miedo a represalias, picotear a todas las otras diecinueve; la que ocupa el segundo
puesto puede picotear a las dieciocho que están por debajo de ella, pero no a las que
están por encima, y así sucesivamente hasta la pobre criatura que ocupa el último
lugar, que no puede picotear a nadie y a la que pueden picotear todas.
En este caso hay una estructura social sumamente ordenada, pues las gallinas forman
«sociedades» y no simples «agregados». Pero es difícil saber qué objetivo tiene la
organización jerárquica. No tiene ninguna utilidad en el sentido de proporcionar
alimento, cobijo o defensa. El grupo de gallinas no es capaz de conseguir nada
colectivamente que no pudiesen conseguir individualmente sus miembros, salvo que
les atribuyamos deseos sadomasoquistas. Un biólogo probablemente diría que las
gallinas (y las ovejas) son animales domésticos, y añadiría que su conducta social
puede ser un vestigio residual de prácticas que tenían finalidades colectivas entre sus
antepasados salvajes: su conducta se explica más por razones «históricas» que por
razones «funcionales».
La jerarquía es una característica de casi todas las organizaciones humanas. Pero el
grado de orden jerárquico difiere considerablemente. En una organización como el
ejército, todos los miembros se hallan graduados en distintas categorías de estatus que
entrañan relaciones de superioridad y subordinación claramente definidas; los
generales en la cúspide, luego los coroneles, y así sucesivamente hasta llegar a los
soldados rasos que ocupan el último lugar. Pero una organización como la Asociación
Económica Estadounidense sólo tiene un pequeño cuerpo de gobierno y el resto de los
miembros no están graduados en ningún sentido. Las organizaciones también difieren
notablemente en la amplitud de su orden jerárquico. La Iglesia católica está organizada
de acuerdo con un esquema jerárquico que abarca toda la comunidad de fieles en todo
el mundo, mientras que muchas Iglesias protestantes tienen una organización
jerárquica muy escasa fuera de la congregación local individual.
Una organización social que se plantee objetivos de tipo colectivo ha de disponer de
algún medio que coordine las actuaciones de los miembros individuales.
En los animales superiores, como los vertebrados, entre los que se incluye al
hombre, cada especie tiene dos formas, macho y hembra. Se caracterizan por la
posesión de estructuras anatómicas diferentes para la reproducción; hay también, en
muchísimos casos, otras diferencias, como el tamaño total del cuerpo. Se ha
comprobado que, en muchas especies que viven en grupos, machos y hembras
establecen una división del trabajo, correspondiendo en general unas tareas a los
machos y otras a las hembras. Estos grupos tienen un grado mayor de sociabilidad que
el mero gregarismo o la simple jerarquía, puesto que la división del trabajo tiende a
hacer que los individuos de un grupo dependan unos de otros para la alimentación, la
protección, etc. Además, la división del trabajo aporta ventajas, básese o no en la
diferenciación biológica, de modo que el grupo que la practica puede lograr realmente
algo que sus miembros no podrían lograr como individuos.
La diferenciación biológica y la división del trabajo basada en ella se han desarrollado
hasta el más alto grado entre los insectos sociales. En las diversas especies de
hormigas, por ejemplo, se dan las diferencias morfológicas habituales entre machos y
hembras, pero hay, además, diferencias sorprendentes entre las hembras. La «reina»
es una entidad especializada en la producción de huevos, incapaz de realizar cualquier
otra tarea. Los «soldados» están a veces tan especializados para su papel que no son
capaces siquiera de alimentarse. Entre las «obreras» suele haber una serie de
subcategorías, biológicamente diferenciadas para que realicen las diferentes tareas de
recoger alimentos, construir el hormiguero y encargarse de la limpieza y el cuidado de
éste. . Una colonia de hormigas es un sistema social sumamente organizado en el que
los miembros interactúan mutuamente de formas complejas, cooperando en una
empresa colectiva a través de un grado extraordinario de división del trabajo.
SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL
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HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

La hormiga individual se halla desvalida sin los servicios que aportan los otros
miembros de la colonia. Ni siquiera la obrera, que puede forrajear sola, podría
sobrevivir por su cuenta durante un período apreciable de tiempo. Debido a su elevado
nivel de diferenciación individual y de integración colectiva, algunos biólogos afirman
que debería considerarse como entidad biológica básica la colonia de hormigas y no la
hormiga individual. Algunos científicos sociales y algunos filósofos sociales adoptan un
punto de vista similar respecto a los seres humanos y a sus sociedades. Esto plantea
problemas que encontraremos repetidas veces en las páginas siguientes. ¿Cuál es la
naturaleza de la relación del individuo humano con su sociedad? ¿Debería
considerarse a las personas individuales como las entidades primarias o deberíamos
centrarnos más bien en interacciones entre entidades colectivas como naciones,
clases, religiones o civilizaciones? ¿La metodología apropiada para un estudio
científico de la sociedad es la «individualista» o es la «holística»?
La sociabilidad de los insectos sociales es especialmente notable por lo mucho que se
basa en la diferenciación biológica. Pero ni siquiera estas especies tienen una forma
morfológica distintiva para cada tarea. Hay bastante división del trabajo en una colonia
de hormigas entre obreras de la misma constitución corporal. Algunos biólogos creen
que están evolucionando hacia una diferenciación morfológica mayor y que acabarán
estando completamente diferenciadas, con tantos tipos diferentes como las diferentes
funciones que existen.
Antes de mediados del siglo xviii el punto de vista más generalizado era que los grupos
humanos eran diferentes biológicamente. Se creía que orientales, negros y blancos
estaban diferenciados no sólo por la pigmentación de la piel y los rasgos faciales, sino
también de modos más «fundamentales». Era, además, creencia generalizada que
existían incluso esas diferencias biológicas dentro de la población de una zona
geográfica determinada. El sistema de castas de la India quizás sea el ejemplo más
extremo. Cuando Adam Smith indicó, en 1766, que «las diferencias entre los caracteres
más discrepantes, entre un filósofo y un portero de una finca, por ejemplo, parecen
proceder no tanto de la naturaleza como del hábito, las costumbres y la educación» (La
riqueza de las naciones, p. 15), estaba expresando una opinión que empezaba por
entonces a aceptarse entre los individuos llamados «ilustrados». La fisiología y la
biologia modernas han demostrado que hay ciertas diferencias raciales, como las
frecuencias de grupos sanguíneos, pero ninguna de ellas tiene más significación que la
pigmentación de la piel, por ejemplo, en lo relativo a las capacidades funcionales del
sujeto individual. La creencia de que existen diferencias biológicas importantes no está
tan extendida como antes, pero es más frecuente de lo que se piensa. Muchos
científicos sociales adoptan la posición de que las diferencias biológicas son
desdeñables en realidad, pero que la creencia insistente en su existencia es un
fenómeno que exige mucho mayor estudio, puesto que conduce a graves conflictos y a
una hostilidad que es disfuncional para la organización social humana.
Hay, sin embargo, un tipo de diferenciación biológica entre los humanos ob
they are

jetivamente más significativa: las diferencias de género. Dadas las características de la


biología de la reproducción, la función de alimentar al vástago durante el período de
desarrollo embriológico sólo pueden realizarla las hembras. Sin embargo, en muchas
sociedades humanas la diferenciación de papeles entre hombres y mujeres abarca
mucho más que eso. No existe ninguna razón biológica por la que los pilotos de líneas
aéreas y los ejecutivos hayan de ser machos y las azafatas y las mecanógrafas,
hembras. Este modo de diferenciar las tareas es económicamente ineficaz, porque no
hace el mejor uso posible de los recursos humanos de la sociedad. Puede considerarse
también discriminación injusta y una base no válida para la ordenación jerárquica,
generadora de conflictos, hostilidades y tensiones que ponen en peligro la capacidad
de las colectividades humanas para colaborar y cooperar.
Machos y hembras de la especie humana, como los de la mayoría del resto de los
animales, se diferencian en ciertas características secundarias además de
diferenciarse en las primarias de la fisonomía y la anatomía reproductivas. Los
hombres son, en términos generales, más grandes y más fuertes que las mujeres y
tienen la voz más grave. Estas características son importantes para el desempeño de
determinados papeles ocupacionales, pero no muchos, y el número de tareas en que
estos factores son importantes es decreciente. La diferenciación de papeles entre
hombres y mujeres puede ser, en parte, un residuo de diferencias que cumplieron
cierto propósito funcional en épocas anteriores. Las sociedades humanas, a diferencia
de las de otros animales sociales, experimentan un cambio rápido. Pero el cambio no
se realiza de un modo equilibrado, así que es muy posible que haya ciertos aspectos
de la sociabilidad humana muy descoordinados respecto a otros. Este problema, de
gran interés para los científicos sociales, no se reduce, por supuesto, a la
diferenciación de papeles por el género.
Antes de dejar este asunto, hay que añadir una precisión técnica importante: las
diferencias categóricas no deberían confundirse con las diferencias estadísticas. En los
insectos sociales la diferenciación biológica en la que se basa la división primaria del
trabajo es categórica; todas las hormigas soldado tienen la cabeza y las mandíbulas
mayores que todas las obreras. Entre los humanos, todas las hembras tienen útero y
ningún macho lo tiene. Pero características sexuales secundarias como la talla son
estadísticas; los machos son, como media, más altos que las hembras, pero algunas
hembras son más altas que algunos machos. Si la mayor talla fuese ventajosa para
una tarea concreta, una sociedad en la que esa tarea se reservase exclusivamente a
los machos no sería eficiente. Lo mismo podemos decir de otras diferencias
macho-hembra secundarias, y de otras diferencias entre grupos de humanos. Cuando
la diferenciación de papeles se basa en diferencias biológicas que son estadísticas, el
reclutamiento para estos papeles es más eficiente si se trata a las personas como
individuos en vez de como miembros de un género, o de clases raciales, económicas o
de otro tipo. Considerar las diferencias estadísticas como si fuesen diferencias
categóricas puede dar lugar a muchos problemas sociales, además de ser un evidente
error científico, Sostener que hay
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HISTORIA Y FILOS
E LAS CIENCIAS SOCIALES
SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL

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diferencias raciales en algo denominado «inteligencia general» probablemente no
sea cierto ni siquiera estadísticamente, pero el error se hace mucho más grave cuando
se afirma, apoyándose en datos estadísticos, que hay diferencias categóricas de
inteligencia entre grupos raciales.
2.4. ESPECIALIZACIÓN FUNCIONAL
Numerosas especies de animales practican una división del trabajo que no se basa
en una diferenciación biológica ni está asociada a ella, pero esto no es muy frecuente,
en general. Cuando se da, el grado de especialización es muy limitado, puesto que sólo
hay un número reducido de tareas diferenciadas. La excepción más notable a esto es
el hombre. Algunos humanos, como los aborígenes australianos, practican muy poca
división del trabajo, pero la mayoría de los humanos viven en sociedades
caracterizadas por una especialización funcional de muy alto grado, en la que son muy
numerosos los «papeles» u «ocupaciones» diferenciados. Una característica notable
de las sociedades humanas es el rápido aumento de la especialización que ha tenido
lugar en los tiempos modernos. Hace dos siglos la tarea de un labrador era producir
«alimentos»; hoy día el labrador individual suele estar especializado en la producción
de cereales o lechugas o patatas o algún otro artículo concreto. Quizás los biólogos
tengan razón al afirmar que el grado de diferenciación biológica aumenta en los
insectos sociales con la evolución, pero, si es así, se trata de una evolución muy lenta,
y muy limitada, si la comparamos con lo que ha venido ocurriendo por medio de una
especialización funcional creciente en las sociedades humanas.
El agricultor que consagra su tiempo a producir sólo grano consume él mismo
sólo una escasa parte de su propio producto, y hasta puede que ninguna. Su
tarea consiste en proporcionar algo para que lo usen otras personas. Él, a su
vez, consume miles de otros artículos producidos por otros individuos
especializados como él, a la mayoría de los cuales no conoce y que pueden
estar viviendo muy lejos de él. Evidentemente, esto es sociabilidad de un orden
muy elevado. El hombre vive en un sistema social que es muy complejo, y
prácticamente de escala planetaria en ciertos aspectos. Es un sistema
cooperativo en el sentido de que los individuos satisfacen mutuamente
necesidades y deseos. Olvidamos a veces este hecho esencial porque nos
interesamos más por los problemas a los que está sometido el sistema que por
su organización básica. Nos interesamos más por la producción de petróleo
cuando el petróleo escasea, lo mismo que empezamos a pensar en el estómago
cuando nos duele. La tarea fundamental de la ciencia social es analizar cómo
funciona este sistema tan amplio y tan complejo, principalmente con el objetivo
de comprender sus defectos y deficiencias de manera que podamos hacer que
funcione mejor.
Para realizar esta tarea es necesario elaborar modelos teóricos bastante
abstractos. Si la sociedad humana estuviese compuesta de un pequeño número
de
instituciones, con un papel invariable y claramente definido cada una de ellas, y si
todos los individuos realizaran tareas específicas e invariables, quizás fuese posible
explicar cómo funciona el sistema describiendo simplemente su estructura. De hecho,
algunos científicos sociales consideran esta descripción empírica el objetivo primario de
su estudio, pero otros consideran que es necesario ir más allá de la descripción e
intentar descubrir «leyes» generales que rijan los fenómenos sociales específicos, del
mismo modo que los físicos procuran descubrir las leyes de la materia y del
movimiento. Un ejemplo: el trabajador de una fábrica de automóviles dedica cuarenta
horas a la semana a instalar transmisiones. Se le paga un salario, que es una parte del
valor del automóvil. Podríamos limitarnos a describir este hecho. Si ampliamos la
perspectiva, podríamos reseñar cómo se distribuye el valor del automóvil entre los
diversos trabajadores, el personal de dirección, los accionistas, los proveedores de
materias primas, etc. Por otra parte, podríamos intentar descubrir las «leyes» que
determinan el valor del automóvil. Los niveles de sueldos y salarios, la tasa de
beneficios, etc.
En los capítulos siguientes centraremos la atención casi de modo exclusivo en la
teoría social, es decir, en los modelos analíticos abstractos que han elaborado los
científicos sociales en su búsqueda de leyes generales. Algunos científicos sociales
podrían objetar que de ese modo se menosprecia la parte más amplia y más
importante del tema, el trabajo empírico descriptivo que llevan a cabo los científicos
sociales. Otros podrían ir más allá y decir que en este libro me limito a reseñar la
historia de ilusiones, puesto que en su opinión- no existe ninguna ley social. Mi posición
personal sobre este punto es que las teorías son instrumentos que utilizamos para
comprender fenómenos empíricos complejos. La elaboración de modelos abstractos y
la descripción empírica son ambas esenciales en la tarea científica. Cuando las teorías
son sólo obra de la imaginación, sin contacto con el mundo real, constituyen sin duda
ilusiones. Pero la descripción sin teoría carece de contenido. El científico que la intenta
suele ser víctima de una ilusión distinta: la creencia de que no utiliza ninguna teoría
porque no se da cuenta de la teoría que está utilizando implícitamente.
Ger

2.5. ALTRUISMO
El análisis que hemos hecho hasta el momento parece encaminarse hacia la tesis de
que un alto grado de sociabilidad entraña una división del trabajo amplia, basada en la
diferenciación biológica, en la especialización funcional o en ambas. Por lo que se
refiere a las especies no humanas, la organización social basada sólo en el gregarismo
o la jerarquía es más bien mínima, y resulta dudoso que una colectividad como un
rebaño de ovejas o un grupo de gallinas consigan mucho que no pudiesen conseguir
individualmente sus miembros. Pero la tesis de que un alto grado de sociabilidad
entraña siempre división del trabajo es empíricamente incorrecta. Hay muchas
especies de animales que viven en grupos sociales en los que
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HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
i

la cooperación no se basa en la diferenciación biológica ni en la especialización


funcional de sus miembros.
Un ejemplo de ello es el elefante africano. Los machos adultos de esta especie viven
como individuos solitarios, pero las hembras (y sus crías) forman pequeños grupos de
diez a veinte miembros que pacen juntos, se defienden colectivamente y crían
colectivamente a sus vástagos. Los miembros de esos grupos de elefantes no están
diferenciados biológicamente más que por la edad. Ni siquiera hay una diferenciación
sexual, puesto que se excluye del grupo a los machos adultos. Hay jerarquía, pero sólo
por el hecho de que hay un miembro del grupo que es el jefe (generalmente el más
viejo); el resto de los miembros adultos parece poseer el mismo rango. El papel del jefe
es muy importante en el grupo de elefantes. Si matan al jefe, o si muere
repentinamente, la organización del grupo se desmorona y los elefantes vagan
desordenadamente hasta que otro individuo asume el mando como nuevo jefe. En el
grupo de elefantes hay una cierta división del trabajo, ya que hay un jefe y numerosos
seguidores, pero es mínima, no puede compararse con la división del trabajo descrita
antes en el apartado 2.4.
Sin embargo, el grupo de elefantes es sumamente social. Los miembros se ayudan
mutuamente en el apacentamiento, todos los adultos crían a los pequeños sin
discriminación basada en la maternidad biológica, no se conoce la existencia de
conflicto entre miembros del grupo o es, cuando menos, demasiado raro o demasiado
leve para que pueda apreciarse. Si un miembro del grupo resulta herido, los otros
acuden en su ayuda. Cuando hay un peligro, todos los adultos participan por igual en
una estrategia de defensa organizada, salvo el jefe, que dirige las tácticas del grupo y
suele ocupar la posición más peligrosa o emprender la acción más arriesgada. La base
de esta organización social sumamente eficaz parece ser la tendencia de la hembra del
elefante africano a la conducta altruista con otros miembros de su grupo. El biólogo
define «altruismo» como la conducta que beneficia a otros con cierto coste, o riesgo de
coste, para uno mismo. Esto plantea un tema que ha sido de decisiva importancia en la
historia de la ciencia social y que destaca también en otras disciplinas, como la
teología, la ética y la biología.
Que el hombre es un animal altruista resulta evidente incluso a través de la
observación más superficial. Los estadounidenses aportan fondos para auxiliar a las
víctimas del terremoto de Armenia; médicos franceses se dedican a combatir la
enfermedad en el Chad; los bomberos, con un modesto sueldo, arriesgan la vida
intentando salvar a los ocupantes de un edificio en llamas. Todas las sociedades
humanas (con raras excepciones, como los hiks de Uganda) cuidan de los ancianos,
los inválidos y los necesitados. Todas las sociedades modernas tienen sistemas de
altruismo organizado y gravan fiscalmente a ciertos miembros con el fin de apoyar a
otros que no pueden pagar el alimento, la vivienda, la instrucción o los servicios
médicos. El altruismo es un rasgo importante de sociabilidad en las sociedades
humanas, pero no es general ni mucho menos. Hay un viejo refrán que dice que «la
caridad empieza por uno mismo» y, en algunas sociedades, se extiende poco más allá
del grupo familiar. Uno de los rasgos notables de las socie
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dades modernas es el enorme ámbito de la actividad altruista, sobre todo la que se


organiza a través del Estado.
El papel del altruismo en la sociabilidad humana, lo que es y lo que debería.
ser, es uno de los temas principales de la literatura del pensamiento social. Pero
el altruismo es un problema que a los científicos sociales les resulta muy difícil
de estudiar y no han tenido hasta el momento gran éxito en sus tentativas de
incorporarlo en un modelo analítico general del comportamiento social. En las
páginas siguientes veremos puntualmente qué idea tienen del altruismo, como
forma de sociabilidad, científicos sociales como, por ejemplo, Adam Smith, en su
Teoría de los sentimientos morales (1759), que se analiza en el capítulo 7,
apartado 3. En el capítulo 16, apartado 3, examinaremos las tentativas recientes
de los biólogos de dar una explicación del comportamiento altruista como parte
de una teoría general de la organización social basada en la actuación del
código genético como sistema de coordinación de la conducta.
La clasificación es muy útil en la investigación científica, pero puede ser sumamente
engañosa si se exagera el grado en el que las clases corresponden a diferencias claras
en un mundo real. La clasificación de la sociabilidad en cinco tipos que esbozamos
antes constituye un caso característico. Es evidente que no podemos utilizar estas
categorías para diferenciar especies animales de una forma rígida, afirmando que
ciertas especies son «gregarias», otras forman «jerarquías», otras están
«biológicamente diferenciadas», etc. La mayor parte de animales encajan en más de
una categoría, lo cual significa que no «encajan» si se consideran las categorías
compartimientos excluyentes.
Se trata de una cuestión importante que hay que tener en cuenta en nuestro examen
de las ciencias sociales. Cuando alguien dice cosas tales como «el hombre es un
animal gregario» o «el hombre es un animal altruista», estas afirmaciones son
perfectamente aceptables, salvo que entrañen que el hombre no tiene deseo alguno de
soledad individual y nunca es egoísta. Nadie razonable diría algo parecido, pero nos
encontramos a menudo con la afirmación de que el hombre es «intrínsecamente»
gregario, o altruista, y que el deseo evidente de soledad, o la conducta egoísta,
constituyen una aberración de su naturaleza «esencial», o una corrupción de ella. Se
puede discutir largamente sobre la «naturaleza esencial del hombre» sin llegar a
ninguna parte. Estos esfuerzos infructuosos pueden evitarse si consideramos que
clasificaciones como los «tipos de sociabilidad» son construcciones analíticas ideadas
por el científico social para ayudarse en sus estudios. No son, sin embargo, puramente
imaginarias; tienen cierta relación con el mundo empírico.
Antes mencionamos ejemplos de los tipos de sociabilidad entresacados de la
conducta de animales no humanos, siempre que fue posible hacerlo, pero el
principal objetivo de la clasificación es aclarar un poco la sociabilidad en el
Homo sapiens. Esto nos permite entre otras cosas apreciar el hecho de que el
hombre no sólo es una especie social en alto grado, sino que su sociabilidad es
sumamente variada, puesto que se manifiestan en su conducta todos los cinco
tipos: el hom
roligt inte behen mit Beguilatelia
loille og
la
--
San
24
HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL


bre es gregario, forma jerarquías, está diferenciado biológicamente, practica la
especialización funcional y es altruista con sus semejantes. Antes de seguir
deberíamos señalar que nuestra clasificación tipológica no incluye una forma de
la sociabilidad humana única que es la más importante. Todos los animales
sociales individuales, salvo los humanos, son miembros de una sola
organización social. La hormiga individual pertenece a una colonia de hormigas
concreta; las gallinas individuales pertenecen al grupo de un gallinero concreto,
etc. En algunas especies el individuo puede pasar de pertenecer a una
colectividad a pertenecer a otra, pero es siempre miembro sólo de una, que tiene
un emplazamiento espacial definido. Sin embargo el humano individual es
miembro de muchas colectividades. Puede pertenecer simultáneamente a una
nación, una Iglesia, una empresa, un sindicato, un club del libro, una asociación
de antiguos alumnos, un partido político, una asociación ecológica...; la lista es
casi ilimitada, y cambiante. La sociabilidad humana es «multisocial», mientras
que la del resto de las especies es «monosocial».
Muchas de las organizaciones sociales a las que pertenecen los humanos no tienen
ningún emplazamiento delimitado en el espacio y en el tiempo. Además, algunas
actividades sociales se desarrollan en «organizaciones» sólo en un sentido bastante
abstracto de este término. Cuando un cultivador de grano de Indiana vende su producto
y utiliza el dinero para comprar naranjas de California, bacalao de Maine, artículos
electrónicos japoneses, zapatos italianos, etc., participa en una actividad cooperativa
con esos otros productores, pero su interacción con ellos no es personal. Los
«mercados» a través de los cuales se produce el comercio de bienes y servicios son
organizaciones sociales que se ajustan a la definición que expusimos al principio de
este capítulo: los mercados permiten a las personas alcanzar fines que no podrían
alcanzar como individuos aislados. Pero la gente se asocia en mercados a través de
sus actividades de compra y venta, lo cual es completamente distinto de la forma de
asociación que se da, por ejemplo, en una Iglesia o un partido político o una nación. La
sociedad humana, en general, es una red o conjunto complejo de diferentes formas de
organización, algunas de las cuales son locales mientras que otras tienen un alcance
prácticamente mundial en su ámbito. La tarea básica de las ciencias sociales es
investigar cómo operan estas diversas formas de organización social e identificar los
problemas que se derivan del hecho de que no operen perfectamente.
considerablemente a una posible explicación, en un sentido general, de qué es lo que los
científicos sociales intentan hacer, pero hay una característica de la sociabilidad humana que
aún no hemos mencionado y que es vital para entender las ciencias sociales: el hombre es un
animal «altricial», y gran parte de su comportamiento es consecuencia de un proceso de
«enculturación» o «socialización».
El término «altricialidad» procede de la ornitología (el estudio de las aves), donde los
biólogos lo utilizan para aludir al hecho de que en muchas especies de aves las crías
recién empolladas son incapaces de valerse por sí mismas y deben alimentarlas los
adultos durante algún tiempo y enseñarles muchas cosas antes de que puedan vivir
autónomamente. Esto es característico no sólo de las aves, sino de muchos otros
animales, incluido el hombre. La duración del período de dependencia es muy larga en
los humanos. La madurez biológica, en el sentido de capacidad para reproducirse, no
se alcanza hasta la edad de doce o trece años. La plena madurez física exige otros
cinco años o más. El joven humano puede empezar a contribuir a las actividades del
grupo social realizando tareas dentro de la familia, o fuera de ella, antes de que
alcance la madurez, pero sigue dependiendo de su familia directa hasta que alcanza la
madurez física, se casa y forma una familia propia y/o empieza a ganarse la vida. La
dependencia económica puede prolongarse hasta los treinta años, o más, si el
individuo pretende seguir una carrera profesional que exige muchos años de estudio y
formación. Durante el largo período de dependencia, la tarea principal de los individuos
es adquirir conocimientos y hábitos que les capaciten para operar independientemente
y que les permitan integrarse en la sociedad a la que pertenecen. Las instituciones que
actúan en este proceso (familia, Iglesia, instituciones educativas) son objeto principal
de estudio de los científicos sociales. Debe tenerse en cuenta especialmente el hecho
de que el período de dependencia se utiliza no sólo para adiestrar al joven en prácticas
económicas, sino también para inculcar usos, costumbres, visiones del mundo y
valores. Esto es lo que quiere decir «enculturación»: el proceso a través del cual los
individuos jóvenes se convierten en miembros activos de una «cultura» continuada,
siguiendo las costumbres establecidas de esta cultura y preservando sus creencias.
Hemos de tener en cuenta dos cuestiones importantes en relación con este proceso: la
«multiculturalidad» y la «enculturación imperfecta».
Entiendo por «multiculturalidad» el hecho de que hay muchas culturas humanas. Los
vástagos de la especie no son enculturados en una «familia del hombre» general, sino
en grupos mucho más limitados. Un cirujano de Dublín puede tener las mismas
habilidades técnicas y realizar las mismas tareas prácticas que un cirujano de Tokio,
pero sus creencias, sus valores y su comportamiento social son muy distintos, debido a
los diferentes procesos de enculturación que han operado durante sus períodos de
dependencia. Es notable la plasticidad cultural de la especie humana. Si una familia
alemana se traslada a Estados Unidos, al cabo de una generación o dos sus miembros
son mucho más estadounidenses que alemanes en sus características culturales,
aunque no haya habido matrimonios mixtos. Puede haber una tendencia a largo plazo
hacia una cultura homogénea dentro de
*

3. Altricialidad y enculturación
El propósito de este capítulo es esbozar una introducción a nuestro análisis de la
historia y de la filosofía de la ciencia social mediante la descripción del contenido
básico de dicha ciencia, e indicando los tipos de problemas que aborda. En los
apartados anteriores se analizó el concepto de «sociedad» y se mostraron los diversos
tipos de sociabilidad que existen en el reino animal. Esto nos aproxima
26
HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
SOCIABILIDAD Y CIENCIA SOCIAL

del campo entre ellas no es muy clara, en parte porque se solapan en una
cuantía considerable. Hay, además, un cambio constante en los focos de interés
de la investigación en las diversas ciencias sociales, de manera que cualquier
descripción de ellas es probable que se quede anticuada en poco tiempo. En los
capítulos siguientes analizaré el desarrollo histórico de las diversas ciencias
sociales como disciplinas diferenciadas, tal como aparecen en los
«departamentos» de ciencia social de una universidad, pero habría que tener en
cuenta que el objetivo básico de todas ellas es el mismo: la investigación de los
procesos a través de los cuales los individuos son capaces de formar
organizaciones sociales y de cosechar los beneficios de la cooperación. Con
objeto de emplazar la historia de las ciencias sociales dentro del marco general
de la historia intelectual de Occidente, debemos empezar no con las ciencias
sociales mismas, sino con el desarrollo durante el Renacimiento de las ciencias
naturales, que modificaron sustancialmente no sólo la visión que tenían los seres
humanos del mundo material, sino también de sí mismos y de su sociedad.
interneta
.
.

un área geográfica, pero en el momento actual la multiculturalidad es


característica de las sociedades más modernas, sobre todo de aquellas
que, como Estados Unidos, continúan recibiendo una afluencia constante
de inmigrantes del resto del mundo. La multiculturalidad crea una gran
riqueza artística e intelectual, pero es también una poderosa fuente de
conflicto y de hostilidad. Ambos aspectos de la multiculturalidad son de
gran importancia para los científicos sociales.
Por «enculturación imperfecta» se entiende el hecho de que la mayoría
de las sociedades no son capaces de conseguir que los jóvenes adopten
totalmente las creencias, los códigos de conducta y los valores
tradicionales. Algunos individuos son «desviados» y abundan más en unas
sociedades que en otras. Ciertas desviaciones, como la conducta
delincuente, pueden ser disfuncionales para la sociedad, pero hay otras
formas de desviación que son fuentes constructivas de cambio social. Si
Copérnico y Galileo no se hubieran desviado de la norma aún podríamos
seguir creyendo que la Tierra es el centro del universo. Si Leonardo,
Descartes, Bentham, Beethoven, Darwin, Einstein y otros hubiesen sido
modelados en su juventud por un proceso de enculturación absolutamente
eficaz, la historia del mundo occidental en los últimos siglos habría sido
muy distinta. Las guerras, los desastres naturales y las emigraciones
producen grandes cambios sociales, pero también los producen los
innovadores artísticos e intelectuales, grandes y pequeños, que son
capaces de desviarse de la senda pautada de creencias enculturadas y
seguir vías nuevas de percepción y pensamiento.
Una cuestión muy importante que se deriva de la imperfección de la
enculturación en los humanos y de la naturaleza de las sociedades
complejas es la de la lealtad. Una hormiga es miembro de sólo un
grupo social, su hormiguero, pero un humano es miembro de muchos,
y las exigencias de lealtad que se le plantean pueden chocar entre sí.
Todas las instituciones sociales se basan en el apoyo social de sus
miembros, pero la nación a la que pertenece un individuo puede exigir
una cosa, su religión, otra y su código de ética profesional, otra más.
Como los humanos están imperfectamente enculturados, sus
lealtades no son fijas e inmutables, las instituciones compiten entre
ellas para atraer a nuevos miembros y para mantener la lealtad de los
que ya tienen. En una sociedad multisocial el individuo puede sentirse
arrastrado en direcciones distintas por intereses contradictorios y
principios morales diferentes. Además, ciertas instituciones pueden
tener capacidad para imponer sanciones por deslealtad, como la
expulsión, el ostracismo, el encarcelamiento e incluso la muerte.
Como las instituciones sociales tienen una estructura jerárquica,
definen e interpretan la lealtad quienes ocupan posiciones elevadas
en la jerarquía y se imponen sanciones a los miembros inferiores, de
manera que el fenómeno del poder social está estrechamente
relacionado con la cuestión de la lealtad. La cuestión de la lealtad
incluye varios temas, éticos y científicos, que han sido de gran interés
para los estudiosos de la conducta humana.
Ya indiqué al principio de este capítulo que el estudio de la sociabilidad
humana abarca una serie de disciplinas: sociología, ciencia política, etc. La
división
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ne boten einde

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