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Un hacer y hacerse continuo

El ser humano está en un constante proceso de aprendizaje desde que nace hasta el ocaso de

su vida, es decir, el ser del hombre no es cerrado, hecho, sino un hacerse continuo. El hombre no

«es», sino que se hace, y en todo este proceso de hacerse en medio del crecimiento juegan un

papel trascendental los educadores y las instituciones educativas, porque es allí y con los

protagonistas donde empieza la gran aventura del saber y del crecer.

En el proceso de aprendizaje dentro de las instituciones educativas en Colombia

específicamente, existe una herramienta que hace parte del mismo y se le denomina

«evaluación». En Colombia, según el Ministerio de Educación, la evaluación es un elemento

regulador de la prestación del servicio educativo que permite valorar el avance y los resultados

del proceso a partir de evidencias que garanticen una educación pertinente, significativa para el

estudiante y relevante para la sociedad1.

Según lo anterior, se puede entonces afirmar que la evaluación es una herramienta que

permite mejorar la calidad educativa dentro de los procesos. Ahora bien, la evaluación formativa

específicamente, tiene por objeto identificar logros obtenidos y dificultades existentes al finalizar

una tarea de aprendizaje permitiendo al mismo tiempo hacer una retrospectiva en el tiempo que

va a tener como resultado la búsqueda de nuevas estrategias educativas acertadas o que dan

respuesta a la realidad en particular y de aquí se desprende su importancia.

Es importantísimo evaluar los procesos cognitivos, pero no solo quedarnos en eso, sino que

deberíamos evaluar de manera integral y no solo mirar al ser en formación por partes aisladas o

fragmentadas. Es necesario revisar la dimensión académica, espiritual, comunitaria o social y

1
Mineducacion.gov.co, 2019
deportiva o recreativa. Otra razón por la que es importante y necesario la evaluación formativa y

lo menciona el documento propuesto para esta temática es que toda evaluación es un proceso que

genera información y ésta a su vez genera conocimiento de carácter retroalimentado y permite la

identificación de aspectos o procesos que permanecen ocultos.

El papel de la evaluación dentro del proceso formativo debe «NO» solo se evaluar al

estudiante sino también a los docentes, institución y sistema social. Debe tener en primera

instancia una función pedagógica, creadora de ambiente, de diagnóstico y formativa que en

ultimas es su objetivo principal y razón de ser, ya que permite «la búsqueda de nuevas estrategias

educativas más exitosas donde se puede observar el producto del aprendizaje».

El aprendizaje académico no equivale al aprendizaje disciplinario ni al desarrollo de

habilidades aisladas; sino a la formación de competencias que las integran promoviendo un

cambio en el estudiante y a su vez este genere un impacto en su entorno.

La evaluación formativa, le permite al sujeto que «hace», en este caso el docente, a quien se

está «haciendo» quien es el estudiante, revisar continuamente en el tiempo y el espacio el

proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que ésta es permanente y sistemática la cual permite

observar continuamente la evolución del aprendizaje en el estudiante e incluso de la misma

institución para orientarlo hacia mejores fines que posibilite la apertura al cambio y el cambio

mismo de los modos de hacer las cosas.


Un hacer y hacerse continuo

Ensayo

Andrés Fernando Aguirre Jiménez, cód. 20181482163

Profesora: Lic. Mary Ramírez Rojas

Universidad del Magdalena

Licenciatura en educación básica con énfasis en humanidades Lengua Castellana

Aguachica

2019

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