Sie sind auf Seite 1von 2

PROCESO CONTENCIOSO

El recurso contencioso administrativo es un procedimiento judicial que se interpone


contra las disposiciones de carácter general y contra los actos expresos y presuntos
de la Administración Pública (Central, Autonómica o local) que pongan fin a la vía
administrativa – resoluciones a recurso de alzada – resoluciones a recurso de
reposición – resoluciones a recursos de Tribunales económico administrativos, ya
sean definitivos o de trámite, si estos últimos deciden directa o indirectamente el
fondo del asunto, determinan la imposibilidad de continuar el procedimiento,
producen indefensión o perjuicio irreparable a derechos o intereses legítimos.

También es admisible el recurso contencioso-administrativo contra la inactividad de


la Administración (silencio administrativo) y contra sus actuaciones materiales que
constituyan vía de hecho o incluso contra Leyes.

Históricamente el proceso contencioso administrativo surge de la necesidad de los


gobernados de contar con un medio de defensa objetivo ante las actuaciones y
decisiones de la administración pública. Como lo indica el autor Jorge Mario Castillo
González: <<La jurisdicción contencioso-administrativa persigue una finalidad muy
concreta: lograr un equilibrio entre la efectividad de la acción administrativa y la
debida protección a los particulares, en contra de la arbitrariedad de la
administración pública.>> Lo anterior se debe a que no es viable que la propia
Administración Pública actúe como juez y parte al resolver determinado asunto,
dado que estaría inclinada a favorecer sus propios intereses.

La finalidad anterior ha sido plasmada en la parte considerativa de la Ley de lo


Contencioso Administrativo, en la que se indica: <<Que es necesario actualizar la
legislación en materia de contencioso administrativo, con el objeto de estructurar un
proceso que a la vez que garantice los derechos de los administrados, asegure la
efectiva tutela administrativa y jurisdiccional de la juridicidad de todos los actos de
la administración pública, asegurando el derecho de defensa del particular frente a
la administración, desarrollando los principios constitucionales y reconociendo que
el control de la juridicidad de los actos administrativos no debe estar subordinado a
la satisfacción de los intereses particulares.>> —El resaltado es propio— El
fundamento constitucional del contencioso administrativo lo encontramos regulado
en el artículo 221 de la Carta Magna, en cuya parte conducente preceptúa:
<<Tribunal de lo Contencioso-Administrativo. Su función es de contralor de la
juridicidad de la administración pública (…)>>.

La función CONSTITUCIONAL del Tribunal de lo Contencioso Administrativo es ser


EL “CONTRALOR” de la JURIDICIDAD de los actos administrativos, es decir,
controlar si el acto reclamado o resolución controvertida se ajusta a las leyes y al
derecho. El Tribunal debe velar que los asuntos sometidos a su conocimiento, no
solo que se resuelvan conforme a la ley, además debe velar porque dicho acto o
resolución sea acorde a la Constitución y a los principios generales del derecho,
garantizando de esa manera los derechos de los gobernados. Si el acto o resolución
no cumple con las exigencias de juridicidad el acto debe ser revocado, modificado
o anulado.

De lo anterior es válido decir que el legislador brinda una herramienta esencial, cuya
finalidad es evitar abusos de la autoridad administrativa en el ejercicio de sus
funciones, y que, a través de la misma, garantiza la defensa de los derechos de los
gobernados. Es a través de esa finalidad que se aprecia la nobleza de dicha
institución jurídica, que precisamente otorga una herramienta que como bien lo
invoca la ley, busca garantizar el derecho de defensa de los gobernados ante los
abusos del gobierno.

En los últimos años, refiriéndome específicamente a las disputas en materia


tributaria, pareciera que la finalidad de dicho proceso, por algunos juzgadores (salvo
contadas excepciones) ha sido olvidada por completo. Es de recordar que la propia
ley establece que el control de la juridicidad no debe estar subordinado a la
satisfacción de los intereses de ningún tipo y, sin embargo, de las estadísticas
recientes —basta con leer la última publicación de sentencias del periodo 1 de
mayo al 31 de octubre de 2017, realizada por SAT—en la mayoría de las disputas
se favorece al fisco, incluso en dicho periodo el porcentaje de las disputas que se
resolvió a favor del fisco fue del 89.83%. Incluso ahora vivimos el fenómeno en que,
la gran mayoría de recursos extraordinarios de casación planteados por SAT en
contra de las pocas sentencias de lo contencioso administrativo que favorecen al
contribuyente, son revertidas, y los recursos extraordinarios promovidos por los
contribuyentes, desestimados. Lo mismo sucede con los amparos de única
instancia planteados ante la Corte de Constitucionalidad.

Das könnte Ihnen auch gefallen